Introduccion Histórica al Derecho Romano

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Introducción Histórica al Derecho romano TERESA M.G. DA CUNHA LOPES RICARDO CHAVIRA VILLAGÓMEZ

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES UMSNH DICIEMBRE 2009


Editado 7 de Diciembre de 2009 Título Introducción Histórica al Derecho romano 1ª.Edición Colección ³7UDQVIRUPDFLRQHV -XUtGLFDV \ 6RFLDOHV HQ HO 6LJOR ;;,´ 3ª serie/No. 2 Coordinadores de la Colección Hill Arturo del Río Ramírez Teresa M. G. Da Cunha Lopes María Teresa Vizcaíno López Coordinador de la Edición y Diseño Gráfico Luis López Ramírez

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Universidad Michoacana de Facultad de Derecho San Nicolás de Hidalgo y Ciencias Sociales Dra. Silvia Mª Concepción Figueroa Zamudio Hill Arturo Del Río Ramírez Rectora Director Dr. Raúl Cárdenas Navarro Lic. Gustavo Guerra Servín Secretario General Sub-­Director Dr. Benjamín Revuelta Vaquero Lic. Zayuri Aguirre Alvarado Secretario Académico Secretaria Académica M. C. Amalia Ávila Silva Lic. Damián Arévalo Orozco Secretaría Administrativa Secretario Administrativo C. P. Horacio Guillermo Díaz Mora Lic. J. Jesús Rodríguez Morelos Tesorero Secretario de Desarrollo Estudiantil Dr. Humberto Urquiza Marín Lic. Miguel Mendoza Barajas Secretario Auxiliar Coordinador-­ General de Licenciatura Mtra. Mª del Rosario Ortíz Marín Lic. María Elena Pineda Solorio Secretaria de Difusión Cultural Coordinadora de la Licenciatura y Extensión Universitaria en Derecho, Sistema Abierto Lic. Ma. Eugenia Morales Lemus Coordinadora de la Licenciatura en Derecho, Sistema a Distancia Dr. Héctor Pérez Pintor Coordinador de la División de Estudios de Posgrado

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PRESENTACIÓN

DIRECTORIO ÍNDICE

LAS ETAPAS DE DESARROLLO DE ROMA FUENTES DEL DERECHO ROMANO NOCIONES Y DIVISIONES ROMANAS DEL DERECHO PERSONAS(ESTATUTOS PERSONALES) LAS PERSONAS JURÍDICAS EL PROCEDIMIENTO CIVIL ROMANO LA ORGANIZACIÓN SOCIAL Y LA ESTRUCTURA POLÍTICA DE ROMA: COMITIA/ASAMBLEAS POPULARES/FAMILIA LA FAMILIA ROMANA TEORÍA DE LOS HECHOS JURÍDICOS

7 9 15 27 31 45 47 59

77 91

DERECHOS REALES

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DERECHOS DE OBLIGACIONES

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SUCESIONES

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BIBLIOGRAFIA

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PRESENTACIÓN Roma, heredera mítica de Troya, la ciudad de los héroes. Allí donde ésta fue mortal, aquella es Eterna. Con estas palabras del poeta se simboliza la permanente influencia de Roma en nuestra cultura. Es usual afirmar que el Mundo Occidental es hijo de la Loba (Romana) y en un sentido muy exacto la afirmación es correcta. Es Roma la que nos lega las Instituciones jurídicas, que han perdurado en Occidente por milenios. También ha sido Roma la que nos ha aportado el esquema general de nuestras concepciones de organización política y social. Su influencia es visible en las costumbres y también en la lengua. El legado religioso cristiano, base de la civilización occidental, es a su vez, el vehículo primordial de la transmisión y continuidad de Roma. Finalmente, con la integración de los últimos diez países a la Unión Europea y con la posible entrada de la Turquía en la UE, el bloque europeo parece reintegrar las fronteras del Imperio. Todos estos aportes son demostración de una herencia perdurable, que nos permite justificar el calificativo de "Eterna" que se ha dado a la ciudad de los Emperadores y Papas. Pero, cabe preguntarnos, tal como lo hacen los autores del presente libro, Teresa M.G. Da Cunha Lopes y Ricardo Chavira Villagómez, cuáles son las razones y alcances de esta influencia, y en particular, la importancia de Roma en la construcción civilizacional de países tan remotos geográficamente, pero tan cercanos culturalmente, como es el caso de México. La respuesta es bastante sencilla, pero de consecuencias enormes desde el punto de vista histórico. La cuna o matriz de la cultura Occidental es, junto con la Grecia, Roma. Es la República Romana la que conquista la Península Ibérica y la sustrae a la influencia del poder de Cartago. Es el Imperio el que unifica el status jurídico de los habitantes de la Península concediéndoles la ciudadanía romana. Es Roma la que, asimismo, unifica la cultura, absorbiendo a los distintos pueblos sujetos a su dominio (dentro de los cuales están los ibéricos o habitantes de las Hispanias);; es igualmente Roma la que adopta el cristianismo como religión oficial y es Roma la que nos lega los principios de organización jurídica a través de su magno Derecho, base de la organización jurídica Europeo continental y de Iberoamérica. El ideal político cristiano de 7


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la Edad Media, es nada más ni nada menos, que la reconstitución del Imperio Romano Universal, cuya misión (en una Perspectiva milenarista) consistía en preparar la segunda venida del Salvador a quien el Emperador Romano, entregaría las llaves del mundo. Es esta idea imperial y su modelo romano que recuperan el conjunto de las legislaciones visigodas y más tarde, el Imperio de Carlos V y sus instituciones. O sea, la Conquista y el Virreinato están impregnados de este espíritu político y jurídico inspirados en Roma. En fin, nuestra cultura sería imposible de explicar sin la intervención de Roma. Por esto resulta de toda lógica estudiar el desenvolvimiento y desarrollo histórico-­jurídico de Roma y de sus instituciones como una forma de entender las razones que llevan al establecimiento de una cultura occidental en el Nuevo Mundo. A la vez, debe considerarse que siendo Roma la base de las instituciones jurídicas que florecen en el sucesor reino de Castilla, su influencia se proyecta directamente hacia México y lo integran al Sistema Jurídico romanista. Hill Arturo Del Río Ramírez Director de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales

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INTRODUCCIÓN HISTÓRICA AL DERECHO ROMANO LAS ETAPAS DE DESARROLLO DE ROMA Hablar de la Historia de Roma implica precisar las diferentes etapas por las que atraviesa la civilización latina desde sus remotos orígenes hasta sus últimos días. Para tratar este tema es usual (y es lo que aquí haremos) dividir la historia de Roma en dos vías paralelas: La Historia Política y La Historia Jurídica De Roma. Desde el punto de vista de la Historia Política de Roma, la división tradicional distingue entre: Monarquía (desde 754 o 753 a.C., año de la Fundación de la Urbe, hasta la caída del trono de Tarquino el Soberbio en el 509 o 510 a.C.) Corresponde a una época más o menos mítica, que se inicia con la Fundación de la Urbe en el "Septimontium" o siete colinas del Lacio, y se caracteriza por la oscuridad de su historia política y social. La ciudad está limitada por sus propias murallas y debe enfrentarse Permanentemente a las agresiones de sus vecinos más avanzados y poderosos en el plano militar. La Pirámide política y social está encabezada por el Rey y la nobleza o patricios. Culmina con el destierro del último rey de origen Etrusco, Tarquino el Soberbio en 510. República (desde 510 a.C. hasta el 27 a.C, con la ascensión al poder de Octavio Augusto). Este Periodo se examinará detenidamente en clase, por su importancia formativa en el campo constitucional y jurídico de Roma, y por ser el Período de expansión militar y territorial de Roma, por excelencia. Sin embargo, hay que distinguir, al interior de la República, dos grandes su-­ Períodos: de la fundación hasta el 218 a.C (2ª. Guerra Púnica);; de 218ª.c. hasta la batalla de Actium (27 a.C) El Imperio (desde el 27 a.C. hasta el 476 en que cae el Imperio de Occidente): Este Periodo suele subdividirse en las siguientes sub-­etapas: a) El Principado (Desde el 27 a.C. al 235 d.C., o sea, desde la batalla de Actium y el inicio del poder Personal e individual de Augusto, hasta la 9


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muerte del último de los Severos, el Emperador Alejandro). Durante este Periodo se guardan las formas republicanas, Pero despojadas de sustancia. Es decir, durante esta etapa (Augusto no tuvo el título oficial de Emperador. El primero en acceder a esa dignidad es su sucesor y sobrino Tiberio) formalmente el Senado sigue conduciendo el proceso político, aunque en la práctica se limita a ratificar los Edictos del Príncipe (Princeps Senatus) o Emperador. b) El Dominado (Desde el 235 d.C. al 337 d.C., o sea desde el último Severo hasta la muerte de Constantino el Grande) .En esta etapa ha habido un cambio conceptual en la noción e idea del gobierno y el Imperio adopta algunas de las formas políticas orientales, es decir, el Emperador es revestido de atributos absolutos y el Senado y los demás órganos dejan de tener un papel activo en la política, para pasar a ser cuerpos de representación simbólica o consultivos. La Corte Imperial adopta las costumbres del oriente y el Emperador asume un papel divino o sagrado. Curiosamente es un Periodo repleto de intrigas y complots, que acaban con la vida de muchos Emperadores, de manera violenta las más de las veces. c) El Bajo Imperio (Desde el 337 d.C. al 476 d.C., desde la muerte de Constantino hasta la conquista de Roma por los Bárbaros y deposición del último Emperador de Occidente, Rómulo Augústulo). Por un lado, este Periodo se caracteriza por una fragmentación operativa del poder imperial. Son frecuentes los casos de varios Emperadores simultáneos, o de la existencia de Emperadores y césares adjuntos, de modo a asegurar la sucesión y el controle regional directo. Por otro lado, la unidad política del Imperio se disloca, pues es dividido en forma más o menos Permanente en dos amplias secciones: Occidente con Capital en Roma y Oriente con centro en Constantinopla. A veces la división es aún mayor, como sucedió con los sucesores de Constantino que fueron 5. Desde Teodosio el Grande se produce la división Permanente entre Oriente y Occidente y la presencia cada vez más acentuada de los bárbaros en las debilitadas fronteras del Imperio hace que este empiece a colapsar. La penetración de estos pueblos germanos en el mundo romano es gradual y lenta, Pero a inicios del siglo V adquiere un carácter violento: El saqueo de Roma en 410 por Alarico, rey de los Visigodos constituye un presagio de los tiempos de descomposición que vendrán. Al final del Imperio Romano de Occidente, sólo queda una parte de la Península Itálica y esta cae con la llegada de Odoacro, un bárbaro de origen hérulo que depone al último Emperador, un niño de 14 años cuyo nombre resulta paradojal: Rómulo Augústulo (une los nombres del primer rey y primer príncipe Emperador romano). 10


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d) Bizancio (desde el 330 a.C. con la fijación de la ciudad Capital en Constantinopla hasta 1453 momento en que Constantinopla cae en poder de los Turcos Otomanos). Cuando Constantino decide fundar una nueva capital en Oriente y elige a la antigua ciudad griega de Bizancio, rebautizada Constantinopla como centro de expansión política, provoca un desplazamiento de las energías y fuerzas políticas que dejan a Roma en una situación de mayor inestabilidad. Sin embargo la nueva ciudad y su porción del Imperio, sobreviven y se desarrollan para formar una nueva sociedad más rica y compleja que la que le dio origen: El Imperio Bizantino. Decenas de gobernantes se suceden en un Imperio que sabe combinar por más de 12 siglos la fuerza militar, la riqueza comercial y las armas de la diplomacia. Sólo a mediados del siglo XV, frente al desafío del poder del Turco, Bizancio, extenuada por largas guerras y, sobre todo, por conflictos internos, cae en poder de éste pueblo asiático convertido al Islam. Cabe destacar que durante más de un siglo Roma y Constantinopla comparten el mundo romano y la separación en Imperio Occidental y Oriental, como se ha dicho, viene sólo desde la muerte de Teodosio el Grande (en 395). Esquema Cronológico e Historia Jurídica de Roma En cuanto a la cronología y división de la Historia Jurídica de Roma, es de JHQHUDO DFHSWDFLyQ OD VLJXLHQWH FODVLILFDFLyQ GHO 3URI ÈOYDUR '¶2UV Época Arcaica: (Desde la Fundación de la Urbe hasta el surgimiento del Derecho de Juristas, en 130 a.C.) Coincide con la Monarquía y gran parte de la República. En este Periodo el Derecho se basa en las llamadas "mores maiorum", las costumbres de los antepasados. Es un derecho primitivo, no escrito y basado en las estipuODFLRQHV GH OD WUDGLFLyQ \ GH OR TXH HV ³MXVWR´ según los mayores. El Derecho no se vincula a la autoridad política, sino a la creación de la propia comunidad, cuya unidad primera es la Gens. Luego de una larga evolución se codifica y fija por primera vez en la llamada Ley de las XII Tablas o Decemviral (nomenclatura motivada por la denominación del colegio de magistrados encargados de su redacción;; los decemviros o diez varones). El texto original de estas leyes nos es desconocido, Pero se han conservado algunas referencias y citas posteriores que se refieren a su contenido esencial. En cuanto a su estructura, las 10 primeras fueron obra del primer colegio reunido alrededor del año 451 a.C. y las 2 restantes (llamadas leyes "inicuas" por prohibir el matrimonio entre patricios y plebeyos) obra de un segundo colegio reunido en 449 a.C. Es con la dictación de estas leyes, que se da inicio a una progresiva tarea de interpretación y creación jurisprudencial, por parte del Colegio de los Pontífices que interpretan el Derecho (jurisprudencia pontificia). 11


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

Época  ClĂĄsica:  (Desde  el  130  a.C.  al  230  d.C.),  coincide  en  lĂ­neas  generales  con  la  última  fase  de  la  RepĂşblica  y  el  Principado  y  se  divide  a  su  vez  en  3  sub  etapas:   a)  Primera  Êpoca  clĂĄsica  (Desde  el  130  a.C.  al  30  a.C.)  En  este  Periodo,  que  se  inicia  con  la  adopciĂłn  del  "Agere  Per  formulam"  por  la  Lex  Ebucia,  se  desarrolla  el  Derecho  ClĂĄsico  Jurisprudencial  y  termina  con  la  generalizaciĂłn  del  procedimiento  formulario.   b)  Alta  Êpoca  ClĂĄsica  (Desde  el  30  a.C.  al  130  d.C.)  Este  Periodo  se  caracteriza  por  el  desarrollo  de  las  escuelas  de  jurisprudentes,  que  alcanzan  su  mĂĄximo  desarrollo.  Culmina  con  la  fijaciĂłn  del  Edicto  Pretorio.   c)  Ă‰poca  ClĂĄsica  TardĂ­a  (Desde  el  130  d.C.  al  230  d.C.)  En  esta  etapa  decae  y  termina  desapareciendo  la  escuela  de  los  juristas  y  hacen  su  apariciĂłn  como  fuente  casi  exclusiva  de  derecho,  las  Constituciones  Imperiales.   Ă‰poca  PostclĂĄsica:  (Desde  el  230  d.C.  al  530  d.C.).-­  Este  Periodo  coincide  con  el  Dominado  y  el  Bajo  Imperio  (en  Occidente).  Se  extiende  desde  la  desapariciĂłn  de  los  juristas  hasta  la  fijaciĂłn  de  la  totalidad  del  Derecho  ClĂĄsico  en  los  cuatro  elementos  del  Magno  Corpus  Iuris  (Civilis)  del  Emperador  Justiniano,  en  530  d.  C.   Sin  embargo,  otros  autores  usan  una  divisiĂłn  cronolĂłgica  diversa  a  la  de  ĂˆOYDUR 'Âś2UV $Vt HVWD ODUJD KLVWRULD TXH FRPSUHQGH FHUFD GH WUHFH VLJORV tambiĂŠn  se  puede  dividir  en  cinco  PerĂ­odos:   PerĂ­odo  del  derecho  arcaico  o  quiritario.-­  Que  se  desarrolla  desde  los  orĂ­genes  de  Roma  hasta  el  siglo  III  a.  de  C.  En  esta  fase  el  derecho,  formado  esencialmente  por  normas  consuetudinarias,  referentes  a  la  vida  local  y  DJUtFROD GH OD FLYLWDV SULPLWLYD YD UHIHULGR SULQFLSDOPHQWH D ORV ÂłFLYHV´,  esto  es,  a  los  ciudadanos  romanos  (quirites)  y  presenta  caracteres  rigurosos  y  formalistas,  que  se  revelan  tambiĂŠn  en  la  estructura  del  proceso  llamado  ³legis  Actiones´ GLYLGLGR HQ GRV HVWDGLRV HO TXH VH UHDOL]D DQWH HO PDJLVWUDGR que  fija  los  tĂŠrminos  de  la  controversia  y  el  que  se  actĂşa  frente  al  juez  que  juzga  los  elementos  de  hecho.  Se  van  creando  los  institutos  jurĂ­dicos  fundamentales  en  torno  a  las  XII  tablas,  codificaciĂłn  parcial  de  los  usos  YLJHQWHV HQ HO VLJOR \ D GH & \ VH FRPSRQH HO SULPHU Q~FOHR GHO ÂłIus   Civile´ HQ HO VHQWLGR GH ÂłIus   proprium  civitatis´ HODborado  primero  por  la  jurisprudencia  pontifical  y  despuĂŠs  por  la  de  carĂĄcter  laico.   12 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

Periodo  del  derecho  republicano.-­  A  partir  de  la  segunda  guerra  pĂşnica  (218-­201  a.  de  C.)  que  inicia  la  expansiĂłn  de  Roma  en  la  cuenca  mediterrĂĄnea,  el  Derecho  romano  va  enriqueciĂŠndose  y  renovĂĄndose.  El  pequeĂąo  municipio  rĂşstico,  que  llega  a  ser  una  potente  ciudad-­estado,  entra  HQ FRQWDFWR FRQ RWUDV FLYLOL]DFLRQHV -XQWR DO ÂłIus   Civile´ VXUJHQ QXHYRV RUGHQDPLHQWRV HO ÂłIus   gentium´ PiV HOiVWLFR \ VLQ IRUPDV HQ HO TXH participan,  por  las  exigencias  del  comercio,  los  extranjeros  (Peregrini),  y  el  ³Ius   honorarium´ GH KRQRU PDJLVWUDWXUD FUHDGR SRU HO SUHWRU SDUD DGHFXDU la  actividad  judicial  a  las  mudables  condiciones  sociales  y  espirituales.   Entre  ambos  hacen  triunfar  la  equidad  sobre  el  estricto  derecho,  la  intenciĂłn  de  las  SDUWHV VREUH ODV ILJXUDV SUHGHWHUPLQDGDV $O SURFHGLPLHQWR GH ODV Âłlegis  $FWLRQHV´ antes  se  afianza  y  despuĂŠs  le  sustituye  un  nuevo  sistema  de  proceso,  mĂĄs  ågil  y  dĂşctil,  tambiĂŠn  Êl  dividido  en  dos  estadios,  llamado  proceso  formulado.  La  gran  jurisprudencia  republicana  germina  sobre  la  base  de  la  elaboraciĂłn  tĂŠcnica  y  cientĂ­fica  del  derecho,  preparando  asĂ­  el  esplendor  de  la  edad  sucesiva.   PerĂ­odo  del  derecho  clĂĄsico.-­  El  se  extiende  desde  el  final  de  la  repĂşblica  y  los  albores  del  principado  de  Augusto  hasta  la  Êpoca  de  Diocleciano  (fines  del  s.  III  despuĂŠs  de  C.)  Durante  este   Periodo  se  desarrolla  al  mĂĄximo  la  PerfecciĂłn  del  Derecho  romano,  fundamentado  sobre  los  tres  sistemas  del  ³Ius   Civile´  GHO ÂłIus   gentium´ \ GHO ÂłIus   honorarium´ D OR TXH VH OH VXPD en  este  PerĂ­odo  y  en  medida  siempre  mĂĄs  extensa  el  derecho   creado  por  los  Emperadores  con  sus  constituciones,  por  el  Senado  y  por  la  actividad  de  un  QXHYR SURFHGLPLHQWR OD Âłcognitio  extra  ordinem´ TXH VH GHVDUUROOD IUHQWH D un  único  juez  y  se  afianza  por  el  proceso  formulado,  sobre  la  cual  se  habĂ­a  fundado  el  derecho  pretorio  y  la  antĂ­tesis  entre  Êste  y  el  derecho  civil.  El  Derecho  romano  tiende  a  determinarse  siempre  como  mĂĄs  universal  y  a  ello  contribuye  fuertemente  la  concesiĂłn  de  la  ciudadanĂ­a  romana  dada  en  el  212  GHVSXpV GH & SRU HO (PSHUDGRU &DUDFDOOD D WRGRV DTXHOORV TXH Âłin  orbe  romano  sunt´ (O JHQHUDO UREXVWHFLPLHQWR GH ORV SRGHUHV GHO (VWDGR TXH consigue  el  principado  y,  todavĂ­a  mĂĄs,  la  monarquĂ­a  absoluta  despuĂŠs  de  la  muerte  de  Alejandro  Severo  (a.  235  despuĂŠs  de  C.),  se  manifiesta  en  el  campo  del  derecho  privado  con  una  intervenciĂłn  siempre  mĂĄs  decisiva  de  la  autoridad  imperial  en  la  creaciĂłn  y  actuaciĂłn  del  derecho.   Periodo  del  derecho  postclĂĄsico.²Se  extiende  desde  la  edad  de  Constantino  (principios  del  s.  IV)  hasta  la  subida  de  Justiniano  al  trono  de  Oriente  en  el  527  despuĂŠs  de  C.  Venida  a  menos  la  jurisprudencia  clĂĄsica  y  el  proceso  formulario,  dividido  en  dos  el  Imperio  y  habiĂŠndose  transferido  el  centro  de  gravedad  de  Êl  a  Oriente,  e  iniciadas  las  grandes  invasiones  bĂĄrbaras,  tambiĂŠn  el  Derecho  romano  entra  en  una  fase  de  decadencia,  en  la     13 Â


Teresa Da Cunha Lopes y Ricardo Chavira Villagómez

cual, por otra parte, a través de la actividad judicial y por la influencia siempre mayor del cristianismo, se produce la transformación de muchos institutos. Período del derecho justinianeo.-­ En este Período que dura hasta la muerte de Justiniano, a. 565 después de C., el Derecho romano realiza su última evolución de la que la gran Codificación hecha por este Emperador representa la fase conclusiva. Las posteriores vicisitudes de tal codificación y de su influencia determinan para Oriente la historia del derecho bizantino, y para Occidente la historia del derecho medieval y de los singulares derechos nacionales europeos. .

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    FUENTES  DEL  DERECHO  ROMANO   CaracterĂ­stica  de  la  formaciĂłn  y  desarrollo  del  Derecho  romano  es  la  pluralidad  de  las  fuentes  de  las  cuales  ha  emanado  la  creaciĂłn  de  las  normas  jurĂ­dicas,  de  aquĂ­  que  Êstas  se  estratificaran  y  multiplicaran  en  sistemas  mĂşltiples  y  paralelos  que,  en  general,  tan  sĂłlo  en  la  edad  postclĂĄsica  y  justinianea  se  van  apoyando  y  fundamentando.   Otra  singular  caracterĂ­stica  es  la  gradual  reducciĂłn  y  estatalizaciĂłn  de  estas  fuentes  de  producciĂłn  por  lo  que  la  creaciĂłn  del  derecho  acaba  por  centralizarse  casi  del  todo  en  las  manos  de  los  Emperadores.  Fuentes  del  Derecho  romano  fueron:  la  costumbre,  la  ley,  los  plebiscitos,  la  jurisprudencia,  los  edictos  de  los  magistrados,  los  senado  -­  consultos  y  las  constituciones  de  los  Emperadores.   La  costumbre  (consuetudo,  mos,  mores)   /ODPDGD WDPELpQ HQ FRQWUDSRVLFLyQ D OD OH\ ÂłIus   non  scriptum´ KD VLGR OD primera  y  mĂĄs  antigua  fuente  de  derecho.  A  los  preceptos   consuetudinarios  en  las  Êpocas  mĂĄs  remotas  le  es  atribuido  carĂĄcter  religioso.  A  continuaciĂłn  del  complejo  de  las  normas  consuetudinarias  de  carĂĄcter  religioso  y  jurĂ­dico  ³,XV´),  se  destacĂł  el  ³IDV´  que  comprendĂ­a  las  normas  religiosas,  mientras  ³,XV´  quedĂł  como  tĂŠrmino  especĂ­fico  para  indicar  las  normas  jurĂ­dicas.  En  XQD pSRFD KLVWyULFD OD FRVWXPEUH HV GHILQLGD FRPR ÂłIus   quod  usus  comprobavit´ 6X IXQFLyQ HQ XQ SULQFLSLR DPSOtVLPD YD VLHQGR FDGD YH] mĂĄs  restringida  en  el  curso  de  la  edad  clĂĄsica  y  casi  anulada  en  la  Êpoca  del  derecho  justinianeo.   El  nĂşcleo  fundamental  de  los  principios  del  Derecho  Arcaico  se  halla  constituido  por  las  MORES  MAIORUM  (costumbres  de  los  antepasados)  y  que  representaban  un  Derecho   consuetudinario,  esto  es,  costumbres  o  modos  de  vivir  de  las  familias  y  las  gentes.  Respecto  de  los  mismos  se  discute  si  fueron  vinculantes  (obligatorios)  por  haber  sido  practicado  por  los  mayores,  o  si  por  el  contrario  como  indica  KASER  representaron  una  especie  de  Derecho  natural  romano  originario  y  su  valor  jurĂ­dico  fue  previo  a  su  aplicaciĂłn.  Las  normas  consuetudinarias  fueron  la  base  de  gran  parte  del  ³Ius   gentium´ \ GHO Âł,XV &LYLOH´  sobre  el  cual  la  jurisprudencia  desarrollĂł  la  ³interpretatio´  15 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

 Durante  toda  la  Êpoca  Arcaica  las  Mores  Maiorum,  en  cuanto  que  reglas  fundamentales  de  convivencia  fueron  respetados  de  generaciĂłn  en  generaciĂłn  con  devociĂłn  religiosa.  En  Roma  las  primeras  manifestaciones  del  orden  jurĂ­dico,  es  decir,  del  orden  de  Derecho,  se  producen  por  leyes  de  esquemas  religiosos.  El  proceso  de  secularizaciĂłn  del  Derecho  fue  muy  lento  y  no  se  consiguiĂł  plenamente  hasta  el  304  a.C.  cuando  Cneo  Flavio,  que  era  el  HVFULED GHO 3RQWtILFH $SLR &ODXGLR KL]R S~EOLFR HO FRQWHQLGR GHO ÂłLiber  $FWLRQXP´  (libro  de  las  acciones)  recopilaciĂłn  de  fĂłrmulas,  acciones  y  calendario  judicial  con  posteridad  llamado  Ius   Flavianum  y  que  hasta  entonces  estaba  bajo  la  custodia  del  Colegio  de  PontĂ­fices.  De  todo  ello  se  desprende  que  al  IUS   como  reglas  de  convivencia  entre  los  hombres,  se  opongan  los  preceptos  del  FAS,  normas  de  la  voluntad  divina.  Para  el  HVWXGLRVR GHO 'HUHFKR URPDQR 0D[ .$6(5 ÂłIus   Est  ³ HV 'HUHFKR VHUtD HO comportamiento  humano  lĂ­cito,  es  decir,  que  no  lesiona  a  ninguna  Persona.  (O FRQFHSWR RSXHVWR OR UHSUHVHQWDUtD OD Âł,QLXULD´  (es  lo  opuesto  a  licitud)  es  la  ofensa  entrH KXPDQRV \ VX VDQFLyQ H[LJtD OD YHQJDQ]D GHO RIHQGLGR ÂłFax  (VW´  serĂ­a  la  licitud  de  un  determinado  comportamiento  frente  a  la  divinidad.  La  antĂ­tesis  lo  constituirĂ­a  un  acto  Nefas,  es  decir,  de  ofensa  a  la  divinidad  y  cuya  sanciĂłn  caracterĂ­stica  la  repreVHQWDUtD OD ÂłSacertas ´   Ius   Quiritium   (VWH UHSUHVHQWD HO DQWHFHGHQWH GHO Âł,XV &LYLOH´ FRQ OD H[SUHVLyQ ÂłQuiritium´ se  alude  a  una  clase  de  ciudadanos,  los  Quirites,  los  mĂĄs  privilegiados  en  5RPD (O Âł,XV 4XLULWLXP´  en  sus  orĂ­genes  fue  en  defecto  en  Derecho  de  los  4XLULWHV SDWULFLRV 3HUR SDUDOHODPHQWH D OD HYROXFLyQ GH OD ÂłCivitas  4XLULWDULD´  HQ ÂłCivitas  DemocrĂĄtica  se  produjo  tambiĂŠn  la  progresiva  HYROXFLyQ GHO ,XV 4XLULWLXP´ HQ VX SULPLWLYR VLJQLILFDGR KDVWD OOHJDU D FRQYHUWLUVH HQ HO ÂłIus   Civile  RRPDQRUXP´,  esto  es,  en  el  Derecho  civil  de  WRGD OD FRPXQLGDG URPDQD DSOLFDEOH DO XQLYHUVR GH ORV ÂłFLYHV´).    1R REVWDQWH OD LQWHUSUHWDFLyQ GHO Âł,XV 4XLULWLXP´  estaba  en  manos  de  los  pontĂ­fices,  de  ahĂ­  las  aspiraciones  para  lograr  un  sistema  jurĂ­dico  accesible  para  todas  las  clases  que  pusiera  a  disposiciĂłn  de  los  plebeyos  las  normas  consuetudinarias  de  las  MORES  MAIORUM  que  hasta  entonces  monopolizaban  los  patricios.  Dichas  aspiraciones  fueron  parcialmente  conseguidas  con  la  ley  de  las  "  XII  Tablas  "  de  los  aĂąos  451  y  450  AC.      16 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

Las  XII  Tablas:  La  NarraciĂłn  Tradicional  y  CrĂ­tica   La  tradiciĂłn  latina  narra  (con  versiones  discordantes  entre  Tito  Livio  y  Dionisio  De  Halicarnasso)  que  como  consecuencia  de  una  propuesta  de  los  plebeyos  que  con  posterioridad  fue  aceptada  por  los  patricios,  fue  creada  una  FRPLVLyQ OHJLVODWLYD GH GLH] PLHPEURV TXH VRQ ORV Âł'HFHPYLUL´,  todos  los  cuales  eran  patricios  con  el  encargo  de  redactar  las  leyes  útiles  para  ambas  clases  sociales  y  propias  para  asegurar  la  libertad  y  la  igualdad  previo  de  una  embajada  de  Atenas  para  conocer  las  leyes  de  SOLON,  asĂ­  como  de  otras  FLXGDGHV JULHJDV 'LFKR Âł'HFHQYLUDWR´ presidido  por  Apio  Claudio  gobernĂł  la  ciudad  durante  el  451  AC.  y  redactĂł  diez  tablas,  con  posterioridad  aprobadas  en  los  comicios  de  centurias  y  en  las  que  se  recogĂ­an  normas  igualitarias  para  todos.   1R REVWDQWH WUDV OD HOHFFLyQ GH XQ VHJXQGR Âł'HFHQYLUDWR´tambiĂŠn  presidido  por  Apio  Claudio  IXHURQ UHGDFWDGDV GRV WDEODV PiV ODV OODPDGDV ÂłTabulae  ,QLTXDH´  que  presuponen  la  restricciĂłn  de  las  libertades  conseguidas  por  los  SOHEH\RV \ TXH UHFRJHQ HQWUH RWUDV QRUPDV OD SURKLELFLyQ GHO Âł&RQQXELXP´ (matrimonio  entre  patricios  y  plebeyos).    La  Ley  (Lex)  y  los  Plebiscitos  (Plebiscitum,  Plebiscita)   Era  para  los  romanos  la  norma  solemnemente  votada  por  el  pueblo  reunido  en  los  comicios  (quod  populus  iubet  atque  constituit)  VREUH OD ÂłURJDWLR´  de  un  magistrado.  A  las  leyes  llegaron  a  ser  equiparados  los  ³SOHELVFLWD´ que  HUDQ YRWDGRV SRU OD SOHEH UHXQLGD HQ ORV Âłconcilia  plebis´ )XQGDPHQWDO  LPSRUWDQFLD WXYR HQ HO GHVHQYROYLPLHQWR GHO 'HUHFKR URPDQR OD ÂłLex  XII  tabularum´ TXH IXH OD SULPHUD ~QLFD \ SDUFLDO FRGLILFDFLyQ RILFLDO TXH OD historia  jurĂ­dica  romana  conoce  hasta  las  de  Teodosio  II  y  Justiniano  cerca  de  un  milenio  despuĂŠs.  Si  se  exceptĂşa,  sin  embargo,  aquella  ley  y  algunas  otras  de  la  edad  republicana  y  augustea  esta  fuente  de  producciĂłn  no  tuvo  una  funciĂłn  preponderante  en  la  formaciĂłn  y  desarrollo  del  derecho  privado.  Por  otra  parte  las  últimas  leyes  votadas  por  el  pueblo  no  van  mĂĄs  allĂĄ  del  e.  1  GHVSXpV GH & (Q HO FXUVR GH OD HGDG LPSHULDO HO SXHVWR GH OD ÂłLex´ HV ocupado  por  los  senado  -­  consultos  y  por  las  constituciones  imperiales.   La  jurisprudencia   Es  importante  resaltar  la  importancia  del  desarrollo  de  la  Ciencia  jurĂ­dica  y  de  la  jurisprudencia.  En  un  principio  monopolio  del  colegio  de  los  pontĂ­fices,  y  despuĂŠs  laicizada  a  partir  del  siglo  IV  a.  de  C.,  llegĂł  la  jurisprudencia  de  ORV Âłveteres´ D FRORFDU ODV EDVHV GHO ÂłIus   Civile´ FRQ OD ÂłLQWHUSUHWDWLR´  de  las     17 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

normas  consuetudLQDULDV \ GH ODV ;,, 7DEODV (O MXULVWD HUD HQ 5RPD Âłiuris  conditor´ \ DOJXQDV IXHQWHV KDFHQ HQ HIHFWR GHULYDU HO Âł,XV &LYLOH´  exclusivamente  de  la  creaciĂłn  de  los  juristas.  Otras  veces,  mĂĄs  que  componiendo  obras  jurĂ­dicas,  Êstos  participaban  en  el  progreso  del  derecho  con  indicar  a  los  litigantes  los  medios  procĂŠsales  para  hacer  valer  sus  SUHWHQVLRQHV ÂłDJHUH´),  con  sugerirle  esquemas  de  resoluciones  a  las  partes  FRQWUD\HQWHV Âłcavere´ \ FRQ GDU UHVSXHVWDV D FRQVXOWDV GH SDUWLFXODUHV \ PDJLVWUDGRV Âłrespondere´ (VWD ~OWLPD DFWLYLGDG DVXPH WDPELpQ XQ FDUiFWHU oficial  cuando  los  Emperadores,  a  partir  de  Augusto,  concedieron  a  los  mĂĄs  DFUHGLWDGRV MXULVWDV HO ÂłIus   respondendi  ex  auctoritate  principis´ HVWR HV poder  dar  respuestas  que  vinculaban  la  decisiĂłn  del  juez  y  cuya  eficacia  terminĂł  por  extenderse  mĂĄs  allĂĄ  del  caso  visto.  El  Emperador  Adriano  estableciĂł  que  la  opiniĂłn  concordĂŠ  de  los  juristas  tuviese  valor  de  ley.  Entre  el  centenar  de  juristas  de  los  que  nos  ha  llegado  el  recuerdo,  mencionamos  aquĂ­  sĂłlo  algunos  de  los  mĂĄs  importantes  en  la  edad  republicana:  Quinto  Mucio  EscĂŠvola  y  Servio  Sulpicio;Íž  en  el  s.  I  d.  de  C.,  Labeon,  Capiton,  Masurio  Sabino,  Cassio,  PrĂłculo,  Javoleno;Íž  en  el  s.  II,  Celso,  Juliano,  Pomponio,  Africano,  Gayo,  Marcelo;Íž  en  el  s.  III,  Papiniano,  Ulpiano,  Paulo,  Marciano  y  Modestino,  En  el  s.  I  florecen  dos  escuelas  llamadas  de  los  Sabinianos  y  de  los  Proculeyanos,  que  fueron  fundadas  respectivamente  por  Capiton  y  Labeon  y  tomaron  el  nombre  de  Masurio  Sabino  y  de  PrĂłculo:  las  disputas  entre  tales  escuelas  se  Perpetuaron  por  toda  la  Êpoca  clĂĄsica  y  a  ellas  hicieron  referencia  los  juristas  posteriores.  Los  trabajos  de  Êstas  consistĂ­an  SULQFLSDOPHQWH HQ FRPHQWDULRV VREUH HO ÂłIus   Civile´ TXH HQ OD HGDG FOiVLFD tomaban  como  base  las  exposiciones  que  habĂ­an  hecho  Q.  Mucio  Escevola  y  Sabino  \ DVt SXHV VH OODPDURQ ÂłOLEUL DG 4 0XFLXP HW OLEUL DG 6DELQXP´),  en  FRPHQWDULRV DO HGLFWR GHO SUHWRU 8UEDQR OODPDGRV ÂłlibrĂ­  ad  Sabinum´ \ HQ comentarios  monogrĂĄficos  sobre  leyes  o  institutos  particulares.  Gran  desarrollo  tuvieron  tambiĂŠn  las  selecciones  de  respuestas  y  controversias.  No  IDOWDEDQ WDPSRFR WUDWDGRV JHQHUDOHV Âłlibri  GLJHVWRUXP´),  libros  de  GHILQLFLRQHV GH UHJODV \ REUDV GLGiFWLFDV HQ SDUWLFXODU Âłlibri  o  commentari  institutionum´ &Rn  la  llegada  de  la  monarquĂ­a  absoluta  la  jurisprudencia  decae.  En  la  prĂĄctica  continuaron  realizĂĄndose,  en  la  edad  postclĂĄsica,  selecciones,  epĂ­tomes,  parĂĄfrasis,  anotaciones,  Pero  ningĂşn  gran  jurista  continuĂł  la  actividad  creadora  que  habĂ­a  caracterizado  a  la  antigua  jurisprudencia.  Un  signo  de  esta  decadencia  fue  dado  por  la  asĂ­  llamada  ³Legge  delle  citazioni´ /H\ GH &LWDV GH 7HRGRVLR ,, TXH SRU ODV H[LJHQFLDV de  la  prĂĄctica  atribuĂ­a  eficacia  de  ley  a  las  obras  de  Papiniano,  Ulpiano,  Paulo,  Gayo,  estableciendo  tambiĂŠn  el  modo  de  determinar  la  mayorĂ­a  en  lo  TXH IXH OODPDGR Âłtribunale  di  morti´   18 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

SĂłlo  en  el  s.  VI  aparecieron  algunas  escuelas  jurĂ­dicas  en  la  parte  oriental  del  Imperio  que,  por  otra  parte,  desarrollaron  sĂłlo  una  actividad  modesta  con  anotaciones  y  resĂşmenes  de  textos  clĂĄsicos.  Sin  embargo,  Justiniano,  en  la  realizaciĂłn  de  su  codificaciĂłn,  tuvo  la  ayuda  de  algunos  eminentes  juristas,  cuales  fueron  Triboniano,  TeĂłfilo  y  Doroteo.  Pero  en  el  derecho  justinianeo  los  poderes  de  la  jurisprudencia  llegaron  a  estar  fuertemente  limitados,  excluyĂŠndose  asĂ­,  pues,  toda  funciĂłn  creadora.   Los  edictos  (Edicta)   /RV Âł(GLFWD´   de  los  magistrados  eran  las  enunciaciones  ²en  un  principio,  RUDOHV \ GHVSXpV HVFULWDV HQ HO ³ålbum  depositado  en  los  foros´²de  los  Criterios  a  los  cuales  los  magistrados  se  hubieran  atenido  en  el  ejercicio  de  su  jurisdicciĂłn  durante  el  aĂąo  de  su  cargo.  El  edicto  de  mayor  importancia  fue  el  GHO ÂłPraetor  Urbanus´ FROHJD PHQRU GH ORV FyQVXOHV FUHDGR HQ HO D D de  C.  para  la  administraciĂłn  de  la  justicia  (iurisdictio),  en  el  cual,  en  el  242  a.  GH & VH DPSDUy XQ ÂłPraetor  Peregrinus´ SDUD ODV FRQWURYHUVLDV HQWUH ORV ciudadanos  y  extranjeros.  Los  edictos  estaban  fundamentados  sobre  el  ³LPSHULXP´ GHO PDJLVWUDGR TXH ORV SURPXOJDED   ³Edictum  Perpetuum´ VH OODPDED DTXHO TXH GXUDED SRU WRGR HO DxR GHO FDUJR ÂłEdictum   repentinum´ HO HPDQDGR SDUD FXDOTXLHU FDVR HVSHFLDO 8QD Lex  Cornelia  GHO D & GLVSRQH TXH HO PDJLVWUDGR QR SRGtD ÂłIus   dicere´ HQ disconformidad  del  propio  edicto.  Cada  pretor  fue  por  largo  tiempo  libre  de  dar  al  propio  edicto  el  contenido  que  estimara,  Pero  las  normas  que  habĂ­an  dado  buena  prueba  me  transferĂ­an  de  uno  a  otro  y  esto,  que  era  recogido  por  HO VXFHVRU IXH OODPDGR ÂłEdictum  traslaticium´ 6H IRUPy DVt XQ FXHUpo  HVWDEOH GH QRUPDV TXH FRQVWLWX\y OD EDVH GHO ÂłIus   honorarium´ R SUHWRULR GHILQLGR FRPR ÂłIus   quod  Praetores  introduxerum  adiuvandi  vel  supplendi  vel  corrigendi  iuris  civilis  gratia  propter  utilitatem  publicam´ (O GHUHFKR pretorio  acabĂł  por  dar  vida  a  un  sistema  jurĂ­dico  que  completaba  y  a  menudo  VH FRQWUDSRQtD DO ÂłIus   Civile´ 2ULJLQDGR SRU OD Âłiurisdictio´ GHO SUHWRU HVWH VLVWHPD QR DWULEXtD GHUHFKRV FRPR ORV TXH SRGtDQ QDFHU VyOR GHO ÂłIus   Civile´ VLQR TXH VH FRQFUHWDED HQ XQD VHULH GH PHGLRV MXGLciales  bastante  numerosos  que  el  pretor  acordaba  para  proteger  situaciones  y  relaciones  no  reguladas  en  todo  o  en  parte  por  el  derecho  civil  o  regulados  por  Êste  de  una  manera  no  conforme  a  las  mutables  exigencias  de  los  tiempos.  El  edicto  pretorio  deviene  asĂ­  el  mĂĄs  potente  instrumento  de  transformaciĂłn  y  evoluciĂłn  del  Derecho  romano  y  mantiene  esta  funciĂłn  hasta  el  reinado  del  Emperador  Adriano  (hacia  el  129  d.  de  C).  Este  hace  redactar,  por  el  jurista  Salvio  Jiuliano,  un  texto  definitivo  de  todos  los  edictos  precedentes,  que  viene  reeditado  anualmente  por  los  pretores  al  tomar  posesiĂłn  de  su  cargo  sin     19 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

posteriores  modificaciones,  por  lo  que  se  le  llama,  en  un  sentido  nuevo,  "Edictum  Perpetuum´   El  derecho  honorario  estaba  íntimamente  ligado  al  proceso  formulario.  Este  IXH VXVWLWXLGR HQ OD HGDG SRVWFOiVLFD SRU OD ÂłFRJQLWLR H[WUD RUGLQHP´ \ HOOR KDFH YHQLU D PHQRV OD UD]yQ GHO GXDOLVPR HQWUH HO ÂłIus   Civile´ \ HO ÂłIus   honorarium´ (GLFWRV DXWpQWLFRV IXHURQ WDPELpQ GDGRV SRU HO SUHWRU Peregrino,  por  los  ediles  curules  que  tenĂ­an  jurisdicciĂłn  sobre  los  mercados  y  por  los  magistrados  provinciales.  Sin  embargo,  estos  edictos  como  el  del  pretor  Urbano,  dejaron  de  ser  publicados  con  la  transformaciĂłn  de  la  organizaciĂłn  estatal  en  la  monarquĂ­a  absoluta.   Los  senadoconsultos  (Senatus  consulta)   Las  deliberaciones  del  senado,  asumieron  a  veces,  desde  el  inicio  de  la  edad  imperial,  carĂĄcter  normativo  y  asĂ­  se  acabĂł  por  darles  valor  de  ley.  Con  la  pĂŠrdida  de  la  efectividad  de  las  leyes  comiciales,  la  actividad  legislativa  del  Senado  fue  aumentando,  Pero  por  otra  parte  se  transformĂł  en  una  aprobaciĂłn  formal  y  despuĂŠs  en  una  simple  labor  de  conocimiento  de  las  propuestas  hechas  por  el  Emperador  mediante  una  ³RUDWLR LQ VHQDWXP KDELWD´ R XQD ÂłHSLVWXOD´.  TambiĂŠn  esta  fuente,  sin  embargo,  quedĂł  sin  fuerza  en  el  curso  del  PerĂ­odo  clĂĄsico.   Las  constituciones  imperiales  (constitutiones  principum)    Eran  las  disposiciones  normativas  de  los  Emperadores  que  en  el  curso  de  la  edad  imperial  terminaron  por  ser  la  principal  fuente  de  derecho.  Se  dividĂ­an  HQ ÂłEdicta´ R GLVSRVLFLRQHV JHQHUDOHV ÂłRescripta´ R UHVSXHVWDV GDGDV VREUH FXHVWLRQHV -XUtGLFDV D H[LJHQFLDV GH ORV LQWHUHVDGRV R GHO -XH] ÂłDecreta´ R decisiones  pronunciadas  por  el  Emperador  sobre  controversias  sometidas  a  su  juicio;Íž  ³Mandata´ R LQVWUXFFLRQHV GLULJLGDV D IXQFLRQDULRV S~EOLFRV HQ especial  de  las  provincias,  sobre  temas  administrativos  o  fiscales.  A  tales  constituciones,  en  general,  se  le  llegĂł  a  dar  valor  tambiĂŠn  mĂĄs  allĂĄ  del  caso  visto,  ya  que  provenĂ­an  de  la  autoridad  directa  del  Emperador,  de  tal  forma  TXH VH DFXxy OD Pi[LPD Âłquod  principi  placuit  legis  habet  vigorem´ (Q OD edad  postclĂĄsica  se  le  da  el  nombre  de  ³OHJHV´ PLHQWUDV HQ FRQWUDSRVLFLyQ se  llamaron  ³MXUD´ ORV HVFULWRV GH ORV MXULVWDV 'HVGH OD pSRFD FOĂĄsica  existieron  selecciones  de  constituciones.  Dos  grandes  selecciones  privadas  fueron  hechas  en  la  edad  postclĂĄsica  y  por  el  nombre  de  sus  autores  se  llamaron  ³&RGH[ *UHJRULDQXV´ \ ÂłCodex  Hermogenianus´ /D SULPHUD codificaciĂłn  oficial  que  recoge  las  constituciones  generales,  todavĂ­a  en  vigor  desde  el  tiempo  de  Constantino,  fue  la  de  Teodosio  II  del  438  d.  de  C.  que  20 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

WRPD VX QRPEUH ÂłCodex  Theodosianus´ (VWH VHUi XQD IXHQWH SULPRUGLDO para  futuras  codificaciones  visigodas  (vide  Codex   de  Eurico).  Posteriormente  una  selecciĂłn  mĂĄs  amplia  fue  hecha  por  Justiniano  como  veremos  al  hablar  de  su  codificaciĂłn.  Las  constituciones  imperiales  tuvieron  una  funciĂłn  primordial  en  el  desarrollo  del  Derecho  romano,  constituyendo,  siempre  en  mayor  medida,  la  base  del  nuevo  derecho  que  se  viene  formando  desde  la  edad  clĂĄsica  en  adelante.  Ellas  acabarĂ­an  por  desplazar  casi  completamente  toda  otra  fuente  de  derecho  tanto  que  en  el  siglo  VI  -XVWLQLDQR SRGUi H[FODPDU Âłitam  conditor  quam  interpres  legis  solus  imperator  ius  te  existimabitur´   El  Corpus  Iuris   Las  fuentes  de  conocimiento  del  Derecho  romano  son  mĂşltiples.  El  derecho  mĂĄs  antiguo  se  ha  conocido  en  general  sĂłlo  por  vĂ­a  indirecta,  a  travĂŠs  de  las  referencias  de  los  juristas  -­   posteriores,  las  narraciones  de  los  historiadores  o  los  datos  y  las  noticias  que  se  encuentran  en  obras  de  literatos  y  gramĂĄticos  de  la  antigĂźedad  clĂĄsica.  AlgĂşn  fragmento  de  antiguas  leyes  nos  ha  llegado  directamente  por  el  hallazgo  de  fragmentos  de  tablas  de  bronce  o  inscripciones  en  mĂĄrmol.  Nada,  sin  embargo,  conocemos  directamente  de  las  XII  tablas,  de  la  cual  se  ha  hecho  una  reconstrucciĂłn  sumarĂ­a  mediante  las  numerosas  citas  de  la  literatura  jurĂ­dica  y  extrajuridica  posterior.    Para  el  derecho  clĂĄsico  la  documentaciĂłn  aumenta.  A  los  hallazgos  epigrĂĄficos,  con  frecuencia  fragmentarios,  de  leyes,  senadoconsultos  y  constituciones  imperiales,  se  suman  los  fragmentos  mĂĄs  o  menos  extensos  que  nos  han  sido  conservados  en  papiros,  encontrados  principalmente  en  Egipto.  Por  esta  vĂ­a  se  nos  han  conservado  tambiĂŠn,  por  lo  menos  IUDJPHQWDULDPHQWH GRFXPHQWRV RULJLQDOHV GH DFWRV MXUtGLFRV ÂłQHJRWLD´),  tales  como  testamentos,  contratos,  cartas  de  pago,  etc.  TodavĂ­a  todas  estas  fuentes,  bien  que  acompaĂąadas  de  las  amplias  noticias  desprendidas  de  las  obras  literarias  e  histĂłricas,  nos  darĂ­an  una  nociĂłn  muy  escueta  y  con  amplias  lagunas  del  derecho  clĂĄsico,  si  Justiniano  en  su  compilaciĂłn,  de  la  cual  hablaremos  en  breve,  no  nos  hubiese  conservado  una  parte  notable  de  los  escritos  de  la  jurisprudencia  y  de  las  constituciones  imperiales  de  esta  Êpoca.  La  única  obra  jurĂ­dica  clĂĄsica  casi  completa  que  nos  ha  llegado  directamente  fuera  de  la  compilaciĂłn  justinianea  es  el  manual  institucional  de  Gayo.  DespuĂŠs  de  la  entrada  en  vigor  de  la  codificaciĂłn,  entre  el  535  y  el  565,  las  Novellae  derogaban  las  disposiciones  precedentes  desde  la  mĂĄs  reciente  a  la  mĂĄs  antigua.  De  ellas  no  fue  hecha  ninguna  colecciĂłn  oficial,  sino  sĂłlo  tres  colecciones  privadas  con  un  mĂĄximo  de  168  novelas.      21 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

El  Digesto  y  el  CĂłdigo  seguĂ­an,  con  algunas  modificaciones,  el  orden  sistemĂĄtico  del  edicto  pretorio.  Con  ellos  Justiniano  salvĂł  y  legĂł  lo  mejor  de  la  tradiciĂłn  jurĂ­dica  romana  e  hizo  al  mismo  tiempo  una  obra  orgĂĄnica,  de  la  cual  cada  elemento  representaba  una  norma  de  derecho  vigente,  sin  que  se  pudiese  tener   en  cuenta  la  diferencia  de  tiempo  de  su  composiciĂłn.  Una  obra  de  tanta  envergadura  no  podĂ­a  naturalmente  quedar  sin  defectos  ni  contradicciones,  Pero  en  su  conjunto  era  admirable.  Inmensas  fueron  las  dificultades  superadas  para  adaptar  el  antiguo  derecho  a  las  nuevas  exigencias  y  a  los  cambios  acaecidos.  Para  este  fin  Justiniano  autorizĂł  a  los  compiladores  a  modificar  los  textos  utilizados,  y  Êl  mismo  afirmĂł,  despuĂŠs  GH OD FRPSRVLFLyQ GHO 'LJHVWR TXH Âłmulta  et  maxima  sunt  quae  propter  utilitatem  rerum  transformata  sunt´ 7DOHV PRGLILFDFLRQHV TXH FRQVLVWHQ HQ recensiones,  cortes,  aĂąadidos,  alteraciones  del  original  de  los  Textos  jurĂ­dicos  y  de  las  constituciones  acogidas,  se  llaman  ³HPEOHPDWD 7ULERQLDQL´,  por  el  nombre  del  mĂĄs  importante  artĂ­fice  de  la  codificaciĂłn  o,  en  tĂŠrminos  hoy  mĂĄs  IUHFXHQWHV ÂłLQWHUSRODFLRQHV´,  cualquiera  que  sea  el  carĂĄcter  de  ellas.   Numerosos  son  los  manuscritos  de  diversos  tiempos,  de  las  diferentes  partes  de  la  compilaciĂłn  justinianea  llegados  hasta  nosotros,  el  mĂĄs  cĂŠlebre  de  los  FXDOHV HV FRQRFLGR FRQ HO QRPEUH GH Âłcarta  florentina´ \ FRQWLHQH HO 'LJHVWR en  una  transcripciĂłn  del  siglo  VI-­VII.  La  mayor  parte  de  los  textos  jurĂ­dicos  romanos,  anteriores  a  Justiniano,  asĂ­,  pues,  llegados  a  nosotros  por  vĂ­a  independieQWH GHO ÂłCorpus  Iuris´ \ H[FOXLGR HO &yGLJR 7HRGRVLDQR VH SXHGH HQFRQWUDU UHFRJLGD HQ Âł)RQWHV LXULV URPDQL DQWHMXVWLQLDQL´ ,, HG )LUHQVH HQ WUHV YRO~PHQHV ÂłLeges´ UHDOL]DGD SRU 6 5LFFRERQR $XFWRUHV´ SRU * %DYLHUD \ Âł/LEHU V\U URP ´ GH & )HUULQL \ * )XUODQL Âł1HJRWLD´ SRU 9 $UDQJLR-­Ruiz.  La  ediciĂłn  mĂĄs  reciente  y  completa  de  cuanto  nos  resta  del  CĂłdigo  Teodosiano  es  de  T.  Mommsen  y  P.  M.  Mayer,  ³7KHRGRVLDQL /LEUL 9,´ HQ GRV YRO~PHQHV %HUOLQ   La  única  ediciĂłn  compleWD GHO ÂłCorpus  luris  Civilis´ TXH VH KD LQWHJUDGR sobre  las  ediciones  crĂ­ticas  de  sus  diversas  partes  es  la  realizada  por  T.  Mommsen,  P.  KrĂźger,  R.  Scholl,  G.  Kroll,  en  tres  volĂşmenes,  repetidamente  editada  en  BerlĂ­n  desde  1868.  Vivificada  por  la  escuela  de  los  glosadores  de  Bolonia,  la  compilaciĂłn  justinianea  llega  a  ser  en  el  siglo  XII  el  punto  de  partida  de  una  nueva  evoluciĂłn  jurĂ­dica  que  ha  conducido  primero  a  la  formaciĂłn  del  derecho  comĂşn  europeo,  y  despuĂŠs,  a  travĂŠs  de  la  escuela  humanista  francesa  y  la  pandectista  alemana,  a  las  modernas  codificaciones.  Entre  tanto  se  iba  operando,  en  especial  en  el  siglo  pasado,  una  profunda  indagaciĂłn  sobre  el  desenvolvimiento  del  Derecho  romano.  La  escuela  histĂłrica  y  aun  la  crĂ­tica  interpolacionista  de  los  últimos  sesenta  aĂąos  OOHYDURQ D UHFRQVWUXLU D WUDYpV GHO ÂłCorpus  Iuris´ \ ODV RWUDV IXHQWHV HO 22 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

derecho  clĂĄsico,  separando  en  los  textos  utilizados  por  los  compiladores  justinianeos  la  parte  genuina  de  las  modificaciones  que  ellos  aportaron.  Esto  trae  al  mismo  tiempo  un  conocimiento  mĂĄs  exacto  del  derecho  justinianeo  y  de  las  tendencias  que  en  Êl  se  dieron.   Esta  visiĂłn  del  Derecho  romano  no  ha  dejado,  sin  embargo,  de  levantar  graves  disputas  en  torno  a  las  causas  que  han  provocado  la  transformaciĂłn  de  gran  parte  de  los  institutos  desde  la  edad  clĂĄsica  hasta  la  codificaciĂłn  justinianea;Íž  transformaciĂłn  que  en  muchos  casos  aparece  como  un  retorno  a  la  anterior  situaciĂłn.  La  explicaciĂłn  fue  buscada  por  la  crĂ­tica  moderna  en  las  influencias  que  habrĂ­an  tenido  lugar,  en  la  Êpoca  postclĂĄsica,  por  los  derechos  provinciales  de  la  parte  oriental  del  Imperio,  donde  se  desarrolla  la  última  evoluciĂłn  del  Derecho  romano,  y  por  las  escuelas  jurĂ­dicas  bizantinas,  que  habrĂ­an  llevado  a  la  tradiciĂłn  romana  elementos  helenĂ­sticos  o  heleno-­ orientales.  Cada  cambio  de  las  antiguas  bases  era  en  efecto  atribuido  a  una  u  otra  causa,  con  tal  resultado  que  la  parte  mĂĄs  evolucionada  de  la  doctrina  UHFRJLGD HQ HO Âł&RUSXV ,XULV´ HV GHFLU OD TXH SULQFLSDOPHQWH VH KDEtD DOHMDGR de  los  principiRV GHO DQWLJXR ÂłIus   quiritium´ \ TXH SRU VHU OD PiV YLYD \ fecunda  habĂ­a  determinado  por  sĂ­  el  posterior  desarrollo  del  derecho  hasta  las  codificaciones  modernas,  constituyendo  el  fundamento  de  la  grandeza  de  todo  nuevo  derecho,  era  considerada  no  ya  creaciĂłn  del  genio  jurĂ­dico  latino,  sino  mĂŠrito  y  gloria  de  elementos  extraĂąos  a  la  tradiciĂłn  de  Roma,  y,  en  especial,  de  aquellos  helenĂ­sticos,  los  cuales,  mĂĄs  allĂĄ  de  cada  aportaciĂłn  particular,  habĂ­an  traĂ­do  nueva  sustancia  y  nuevo  contenido  ideal  a  la  vida  del  derecho.  Tal  explicaciĂłn  puede  ser  utilizada  para  determinar  algunos  nuevos  elementos  que  se  encontraban  en  algĂşn  instituto  singular,  por  lo  demĂĄs  secundario,  Pero  ha  acabado  por  revelarse  falsa  por  lo  que  se  refiere  al  FRQMXQWR GHO ÂłCorpus  Iuris´ /D  transformaciĂłn  del  Derecho  romano  no  ha  llegado  tan  sĂłlo  desde  el  comienzo  de  la  edad  postclĂĄsica,  sino  que  se  habĂ­a  comenzado  algunos  siglos  antes,  por  la  influencia  de  distintos  Actores,  algunos  de  los  cuales  habĂ­an  comenzado  a  influir  al  final  de  la  repĂşblica,  y  otros  al  surgir  el  Imperio  o  durante  los  primeros  siglos  de  Êste.   El  paso  de  la  forma  republicana  de  gobierno  al  principado  no  seĂąalĂł  tan  sĂłlo  el  epĂ­logo  de  una  vasta  crisis  constitucional  del  Estado.  Los  signos  de  una  transformaciĂłn  siempre  mĂĄs  acentuada  son  evidentes  en  cada  uno  de  los  sectores  de  la  vida  pĂşblica  y  privada  de  Roma.  Se  trata  de  un  fenĂłmeno  grandioso  que  abarca  todo  campo  y  al  cual,  no  obstante  toda  tendencia  conservadora,  ni  tan  siquiera  el  derecho  se  sustrae.  Es  toda  una  sociedad,  un  mundo,  el  que  desde  la  segunda  guerra  pĂşnica,  insensiblemente,  cambia  las  fases  de  su  existencia;Íž  algĂşn  historiador  no  ha  dudado  en  definir  esta  transformaciĂłn  como  una  de  las  mĂĄs  vastas  que  la  historia  humana  ha     23 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

conocido.  A  la  crisis  en  el  campo  del  derecho  pĂşblico  corresponde  una  idĂŠntica  en  el  derecho  privado.  Ella  todavĂ­a,  a  primera  vista,  aparece  menos  evidente,  Pero  no  por  esto  es  menos  cierta  y  profunda.  Antiguas  leyes  caen  en  desuso,  instituciones  seculares  se  derrumban  y  se  disuelven  casi  sin  dejar  huella.  Los  principios  y  los  institutos  mĂĄs  prĂłximos  a  la  mentalidad  de  los  tiempos  nuevos  todavĂ­a  se  conservan,  Pero  ninguno  pasa  de  una  Êpoca  a  otra  sin  sufrir  un  proceso  de  modificaciĂłn  y  de  adaptaciĂłn.  Y  si  alguna  de  aquellas  supervivencias  del  pasado,  que  estaban  íntimamente  ligadas  a  una  sociedad  y  a  un  modo  de  entender  los  hechos  humanos  ya  lejano  y  casi  desaparecido,  todavĂ­a,  se  mantiene  con  vida,  en  general  ya  no  volverĂĄ  nunca  a  tener  la  misma  funciĂłn  que  tuvo  en  un  principio.   Ius  Honorarium  (Derecho  Pretorio)   (O ÂłIus   honorarium´²FRQ VX IXQFLyQ GH D\XGDU VXSOLU \ FRUUHJLU DO ÂłIus   Civile´²,  llega  a  ser  el  fundamento  de  la  evoluciĂłn  jurĂ­dica,  Permitiendo,  no  obstante,  por  su  naturaleza  y  estructura  particular,  el  satisfacer  la  exterior  tendencia  conservadora  romana.  La  actividad  del  pretor  a  travĂŠs  del  edicto  y  la  prĂĄctica,  a  la  cual  se  suma  el  trabajo  fecundĂ­simo  de  la  jurisprudencia  y  la  vigilante  tarea  de  los  Emperadores  y  de  los  funcionarios,  Permitieron,  en  efecto,  que  el  edificio  grandioso  del  derecho  de  Roma  aunque  adaptĂĄndose  y  transformĂĄndose,  continuara  para  desarrollar  su  labor  ordenada  sin  exteriormente  se  le  diese  un  golpe  demoledor  a  todo  el  antiguo.   El  predominio  de  un  nuevo  sentimiento  de  equidad  y  de  humanidad,  el  progresivo  reconocimiento  de  la  voluntad  en  los  negocios  jurĂ­dicos,  la  exaltaciĂłn  de  la  estricta  realidad  sobre  ficciĂłn,  cada  sutileza  y  rigor  de  un  derecho  formalista,  abstracto  y  superado,  con  frecuencia  es  hoy  proclamado  como  conquistas  del  derecho  justinianeo,  mientras  se  pueden  reconducir  a  estos  elementos  nuevos  que  se  habĂ­an  venido  poco  a  poco  afirmando  ya  en  el  GHUHFKR FOiVLFR D WUDYpV GH OD SUiFWLFD SUHWRUtD \ OD Âłcognitio  extra  ordinem´   A  la  generalizaciĂłn  de  esta  forma  de  procedimiento  en  la  edad  postclĂĄsica  es  GHELGD OD IXVLyQ HQWUH HO ÂłIus   Civile´ \ HO´,XV KRQRUDULXP´,  y  de  estos  dos,  con  todos  los  nuevos  elementos;Íž  fusiĂłn  de  la  cual  nace  el  derecho  justinianeo  y  con  Êl  la  base  del  derecho  moderno.  Los  dos  grandes  sistemas  habĂ­anse  desarrollado  hasta  ahora  sobre  planos  independientes:  en  un  plano  siempre  PiV WHyULFR HO ÂłIus   Civile´ \ HQ XQ SODQR PiV SUiFWLFR HO Âł,XV KRQRUDULXP´.  El  proceso  formulario  que  habĂ­a  dado  vida  a  este  dualismo  debĂ­a  necesariamente  Perpetuarlo  sin  poderlo  superar.  Toda  la  jurisprudencia  romana  se  habĂ­a  elaborado  en  torno  a  sus   propios  esquemas  y  aparentemente  ello  se  reflejaba  todavĂ­a  por  la  índole  especial  de  su  composiciĂłn,  en  muchos  24 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

puntos  de  la  misma  codificaciĂłn  de  Justiniano.  Sin  embargo,  desde  la  edad  postclĂĄsica  habĂ­a  comenzado  la  sĂ­ntesis;Íž  el  dualismo  tendĂ­a  a  desaparecer  y  con  Êl  fueron  cayendo  todas  las  teorĂ­as  del  pasado,  que  el  derecho  clĂĄsico  KDEtD \D VXSHUDGR HQ HO FDPSR SUiFWLFR D WUDYpV GHO ÂłIus   honorarium´ OD HODERUDFLyQ MXULVSUXGHQFLDO \ HO´Ius   extraordinarium´ IXQGDGR VREUH ODV &RQVWLWXFLRQHV LPSHULDOHV \ VREUH OD Âłcognitio  extra  ordinem´   Cuando  Justiniano  ordenĂł  a  sus  comisionados  recopilar  los  antiguos  vestigios  GHO GHUHFKR GH 5RPD GHWUD\HQGR GH HOOR ÂłLO WURSSR HO YDQR´ OR PXFKR \ OR poco)  para  hacer  un  cuerpo  de  normas  vivas  y  actuales,  tuvieron  que  actualizarlos  mediante  un  nĂşmero  determinado  de  retoques  y  de  notas  a  los  textos  originales.  La  crĂ­tica  moderna  ha  sabido,  con  finĂ­sima  agudeza,  individualizar  la  mayor  parte  de  este  complejo  de   interpolaciones,  algunas  de  las  cuales  provienen  de  glosas  y  modificaciones  aportadas  en  el  curso  de  la  edad  postclĂĄsica  por  los  estudiosos  privados;Íž  al  dar  la  valoraciĂłn  del  fenĂłmeno  advertimos  la  influencia  de  elementos  extraĂąos  a  la  tradiciĂłn  romana.  Otros  factores  han  cooperado  indudablemente;Íž  entre  ellos  destaca  por  su  grandeza  e  importancia  el  influjo  del  Cristianismo.  Pero  en  la  mayor  parte  de  los  casos,  en  verdad,  donde  mĂĄs  a  menudo  se  ha  creĂ­do  hallar  el  triunfo  de  la  influencia  provincial  o  de  las  escuelas  bizantinas,  las  pretendidas  innovaciones  no  son  otra  cosa  que  la  prolongaciĂłn  del  antiguo  derecho,  de  modo  que  ello  refleja  precisamente  la  evoluciĂłn  sucesiva  y  el  proceso  de  fusiĂłn  y  de  sĂ­ntesis  que  se  habĂ­a  venido  actuando  en  la  prĂĄctica  de  los  últimos  siglos.   CuĂĄnto  hemos  dicho  hasta  aquĂ­  muestra  como  del  Derecho  romano  no  se  puede  hoy  hacer  una  exposiciĂłn  puramente  dogmĂĄtica  en  la  cual  nos  limitemos  a  reconstruir  el  sistema  justinianeo,  sino  que  es  necesario  proceder  a  una  exposiciĂłn  histĂłrica,  que  Permita,  en  cuanto  sea  posible,  considerar  los  institutos  en  su  formaciĂłn  y  en  su  desarrollo  a  travĂŠs  de  los  siglos.  Â

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    NOCIONES  Y  DIVISIONES  ROMANAS  DEL  DERECHO    <D YLPRV TXH HO WpUPLQR ÂłIus´ GHVLJQD SDUD ORV URPDQRV WDQWR HO GHUHFKR HQ sentido  objetivo,  entendido  Êste  como  norma,  cuanto  el  derecho  en  sentido  subjetivo,  esto  es,  como  facultad  o  poder  reconocido  por  el  ordenamiento  jurĂ­dico  a  un  sujeto.    &RUUHODWLYDPHQWH DO FRQFHSWR GH ÂłIus´ HQ VHQWLGR VXEMHWLYR HVWDED HO GH ÂłActio´ HVWR HV,  del  medio  procesal  mediante  el  cual  el  ordenamiento  jurĂ­dico  aseguraba  a  los  individuos  la  tutela  y  la  realizaciĂłn  de  los  derechos  subjetivos  a  ellos  atribuidos.  Los  dos  conceptos  estaban  asĂ­  íntimamente  unidos  tanto  que  con  frecuencia  la  existencia  de  todo  derecho  subjetivo,  y  gran  parte  del  Derecho  romano,  se  fueron  creando  a  travĂŠs  del  UHFRQRFLPLHQWR \ OD DWULEXFLyQ GH ÂłActiones´ 'H DTXt OD HQRUPH LPSRUWDQFLD que  asumieron  en  el  Derecho  romano  las  formas  del  procedimiento,  todo  el  ordenamiento  procesal,  constituyendo  la  base  de  la  formaciĂłn  y  del  desarrollo  de  los  nuevos  derechos  subjetivos.   8Q FpOHEUH SDVDMH URPDQR GHILQH HO GHUHFKR FRPR Âłars  boni  et  aequi´ \ RWUR GHWHUPLQD VX FRQWHQLGR FRQ HVWDV SDODEUDV ÂłTria  Iuris  praecepta  sunt  haec:  honeste  vivere,  alterum  non  laedere,  et  suum  cuique  tribuere´ 8OSLDQR /D identificaciĂłn  entre  deberes  morales  y  deberes  jurĂ­dicos  no  era,  sin  embargo,  completa  porque  no  todo  lo  que  era  jurĂ­dicamente  lĂ­cito  correspondĂ­a  a  las  normas  Êticas.    La  adaptaciĂłn  del  derecho  a  las  exigencias  de  las  relaciones  humanas  venia  H[SUHVDGD FRQ HO WpUPLQR ÂłAequitas´ TXH VLJQLILFy HQ XQ SULQFLSLR LJXDOGDG \ asĂ­,  pues,  justicia,  aunque  aquĂ­  tenga  un  sentido  riguroso.  Con  frecuencia  la  ³Aequitas´ VH FRQWUDSRQtD DO PLVPR Âł,XV´  al  mostrarse  este  demasiado  riguroso  o,  bien,  en  un  determinado  momento  histĂłrico  superado  por  la  FRQFLHQFLD VRFLDO (Q OD HGDG FULVWLDQD HO FRQFHSWR GH ÂłAequitas´ DVXPH XQ contenido  de  mayor  humanidad  y  llega  a  ser  equivalente  al  de  ³%HQLJQLWDV´  ³+XPDQLWDV´  ³&OHPHQWLD´ DILUPiQGRVH HQ WRGR HO FDPSR GHO GHUHFKR   SegĂşn  el  objeto  de  las  normas,  el  derecho  distinguĂ­ase  en  ³,XV SXEOLFXP´  y  ³,XV SULYDWXP´  PĂşblico  era  el  derecho  que  se  refiĂŠra  a  la  estructura  del  estado  romano  y  a  su  organizaciĂłn;Íž  privado  era,  por  el  contrariĂł,  el  derecho  27 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

TXH LED UHIHULGR D ORV LQWHUHVHV GH ORV LQGLYLGXRV Âłpublicum  est  Ius   quod  ad  VWDWXP UHL URPDQDH VSHFWDW SULYDWXP TXRG DG VLQJXORUXP XWLOLWDWHP´).  Se  advierte,  sin  embargo,  que  entre  las  normas  reguladoras  de  las  relaciones  privadas  existĂ­an  algunas  referidas  a  un  interĂŠs  general:  tambiĂŠn  ellas  eran  OODPDGDV GH ÂłIus   publicum´ \ YDOtD SDUD HOODV OD UHJOD GH TXH Âł,XV SXEOLFXP privatorum  pactis  mutari   non  potest´   Ya  hemos  acentuado  la  pluralidad  de  los  sistemas  jurĂ­dicos  que  se  fueron  formando  en  el  desarrollo  del  Derecho  romano.  En  relaciĂłn  a  ellos  se  dan  varias  clasificaciones  y  contraposiciones.    ³,XV &LYLOH´ \ ÂłIus  KRQRUDULXP´ Es  la  divisiĂłn  verdaderamente  IXQGDPHQWDO GH WRGD OD HGDG FOiVLFD ÂłIus   Civile´ HUD HO VLVWHma  mĂĄs  antiguo  fundado  sobre  la  costumbre  y  la  interpretaciĂłn  de  los  juristas.  La  formaciĂłn  del  ³,XV &LYLOH´ IXH SRU PXFKR WLHPSR H[WUDxD DO (VWDGR \ HQ HVWH VHQWLGR HO Âł,XV´ VH FRQWUDSRQH D OD Âł/H[´   *UDGXDOPHQWH OD QRFLyQ Âłde  iure  civili´ VH YD DPSOLDQdo  hasta  comprender  WDPELpQ ODV QRUPDV FUHDGDV SRU OD ÂłLex´ \ SRU WRGDV ODV RWUDV IXHQWHV H[FHSFLyQ KHFKD GH DTXHOODV HPDQDGDV GHO SUHWRU (O ÂłIus  Civile´ VH FRQWUDSRQH DVt SXHV HVHQFLDOPHQWH DO ÂłIus   honorarium´ GDQGR YLGD D XQ dualismo  sobre  el  cual  se  construye  gran  parte  del  Derecho  romano.  Este  dualismo  fue  sustancialmente  superado  en  el  derecho  justinianeo,  en  el  cual  se  realizĂł,  como  ya  hemos  dicho,  la  fusiĂłn  entre  las  normas  civiles  y  las  pretorias.  Por  otra  parte,  con  frecuencia,  la  contraposiciĂłn  fue  terminolĂłgicamente  conservada  y  signos  del  antiguo  dualismo  se  encuentran  todavĂ­a  en  la  estructura  de  muchos  institutos,  no  sĂłlo  en  el  derecho  justinianeo  sino  tambiĂŠn  en  las  codificaciones  modernas.  ³Ius   H[WUDRUGLQDULXP´ asĂ­  era  llamado  el  derecho  que  se  fue  creando  por  la  prĂĄctica  de  la  ³FRJQLWLR H[WUD RUGLQHP´ \ SRU ODV FRQVWLWXFLRQHV LPSHULDOHV La  expresiĂłn  era  usada  cuando  se  querĂ­a  poner  de  relieve  la  contraposiciĂłn  GH HVWH QXHYR GHUHFKR ELHQ VHD DO DQWLJXR ÂłIus   Civile´ ELHQ VHD DO ÂłIus   honorarium´ 3HUR FRQ IUHFXHQFLD HUD DEVRUELGR SRU HO Âł,XV &LYLOH´ HQ OD SURJUHVLYD H[SDQVLyQ GH pVWH ÂłOXV JHQWLXP´ era  el  complejo  de  las  normas  consuetudinarias  que  los  romanos  tenĂ­an  en  comĂşn  con  los  otros  pueblos  y  de  las  cuales  eran  partĂ­cipes  tambiĂŠn  los  extranjeros.  En  este  sentido  el  ³,XV gentium´ VH FRQWUDSRQtD DO Âł,XV FLYLOH´ TXH VH UHVHUYDED WDQ VyOR SDUD ORV ÂłFLYHV´ 1R REVWDQWH HQ OD FRQWUDSRVLFLyQ Âł,XV &LYLOH-­,XV KRQRUDULXP´,  el  primero  comprendĂ­a  tambiĂŠn  al  ³,XV JHQWLXP´.  Y  de  hecho,  en  la  Êpoca  FOiVLFD PXFKRV LQVWLWXWRV GHO ÂłIus   gentium´ DFDEDURQ SRU VHU FRQVLGHUDGRV como  parte  integrante  del  ³,XV &LYLOH´ /D GLVWLQFLyQ IXH VLQ HPEDUJR Perdiendo  importancia  a  medida  que  se  extendĂ­a  la  ciudadanĂ­a  romana.  28 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

 ³,XV QDWXUDOH´ era  tanto  el  derecho  correspondiente  a  la  exigencia  de  la  justicia  innata  en  el  hombre,  cuanto  el  derecho  que  nacĂ­a  de  la  esencia  misma  de  las  cosas  y  de  las  relaciones  humanas.  En  un  sentido  y  en  el  otro  se  contraponĂ­a  al  ³,XV &LYLOH´ DXQTXH D YHFHV H[LVWtD YHrdadera  coincidencia.    6HJ~Q DOJXQRV WH[WRV HO ÂłIus   gentium´ WHQtD VX IXQGDPHQWR HQ OD Âłnaturalis  ratio´ \ DVt SXHV VH LGHQWLILFDED FRQ HO Âł,XV QDWXUDOH´ VHJ~Q RWURV TXH defendĂ­an  una  divisiĂłn  tripartita  que  se  quiere  atribuir  a  Justiniano,  junto  al  ³Ius   Civile´ \ DO Âł,XV JHQWLXP´ H LQGHSHQGLHQWHPHQWH GH DPERV HUD reconocida  la  existencia  de  un  ³,XV QDWXUDOH´ FRQVLGHUDGR FRPR IXHQWH ideal  de  todo  derecho,  modelo  supremo  al  cual  el  derecho  positivo  debĂ­a  intentar  adecuarse  en  lo  que  fuese  posible.  En  el  derecho  justinianeo  esta  concepciĂłn  tuvo  gran  desarrollo  y  el  ³,XV QDWXUDOH´  es  considerado  como  un  producto  de  la  divina  providencia,  fijo  e  inmutable.   Los  romanos  distinguĂ­an  ademĂĄs  de  las  normas  de  ³,XV FRPPXQH´ ODV normas  de  ³,XV VLQJXODUH´  (Q HVWD DQWtWHVLV HUDQ FRQVLGHUDGDV FRPR ÂłIus   FRPPXQH´  ODV QRUPDV TXH WHQtDQ XQ PDWL] JHQHUDO \ FRPR ÂłIus   singulare´ aquellas  que,  introducidas  sucesivamente  para  los  casos  particulares  de  determinadas  categorĂ­as  de  Personas,  diferĂ­an,  de  las  primeras.  A  los  institutos  de  derecho  especial  que  atribuĂ­an  una  ventaja,  se  daba  el  nombre  a  YHFHV GH Âłbeneficia,´ )XQGDPHQWR GH OD LQWURGXFFLyQ GH OD QRUPD GH GHUHFKR HVSHFLDO IXH OD H[LVWHQFLD GH XQD QXHYD ÂłXWLOLWDV´  \ SRU HVWR HO ÂłIus   singulare´ QR REVWDQWH Oa  prohibiciĂłn  a  hacerlo  extensivo  a  otras  anĂĄlogas  situaciones,  fue  con  frecuencia  el  punto  de  partida  de  muchas  transformaciones  e  innovaciones  que  acabaron  por  afirmarse  en  el  campo  del  ³Ius   comune´ PHMRU D~Q D YHFHV WHQGtD pO PLVPR D WUDQVIRUPDUVH en  ³,XV commune´ 'LVWLQWRV GHO GHUHFKR HVSHFLDO HUDQ ORV ÂłSULYLOHJLD´ HVWR HV ODV instituciones,  ventajosas  o  desventajosas,  dispuestas  a  tĂ­tulo  exclusivamente  individual  para  Personas,  colectividades  o  entes,  especĂ­ficamente  determinadas.  En  el  derecho  justinianeo  todavĂ­a  la  nociĂłn  de  ³SULYLOHJLXP´ VH YLHQH FRQVLGHUDQGR KDVWD OOHJDU D FRPSUHQGHU QRUPDV GH ÂłIus   singulare´ y  en  un  sentido  todavĂ­a  mĂĄs  amplio  los  elementos  propios  y  estructurales  de  un  determinado  instituto.   Desde  el  punto  de  vista  sistemĂĄtico  el  derecho  privado  estaba  dividido  segĂşn  las  Instituciones  de  Gayo  y  las  de  Justiniano  en  tres  grandes  ramas:  1)  las  normas  que  hacĂ­an  referencia  al  estado  de  las  Personas;Íž  2)  las  normas  que  dicen  respeto  al  patrimonio  y  3)  las  normas  que  iban  referidas  a  las  acciones.       29 Â


Teresa Da Cunha Lopes y Ricardo Chavira Villagómez

Esta división tripartita fue por mucho tiempo tenida como base de la exposición del Derecho romano y es, todavía hoy, seguida por algunos autores. La doctrina moderna, sin embargo, por lo general se ha alejado de ella distribuyendo la materia de modo que fueran posibles las conexiones de los diversos institutos y el desarrollo lógico de la exposición. Por lo tanto, también nosotros, después de haber anunciado en la parte general nociones sumarias sobre la capacidad de los sujetos del derecho, sobre la teoría de los hechos jurídicos y sobre la defensa de los derechos, hablaremos -­ por capítulos independientes -­ del derecho de familia, de los derechos reales, de las obligaciones, del derecho hereditario y de las donaciones. Desconocidos al Derecho romano fueron la declaración de muerte presunta y el instituto de la ausencia. En cuanto a las así llamadas presunciones de muerte éstas eran conocidas en el derecho clásico;; si varias personas ligadas por vínculos de parentela muriesen en una misma catástrofe y no se pudiera demostrar a efectos sucesorios cual hubiera muerto antes, eran consideradas muertas simultáneamente. En el derecho justinianeo, sin embargo, cuando se tratase de padre e hijo, se consideraba muerto con anterioridad al padre, el hijo impúber, y el padre, al hijo púber.

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    PERSONAS  (ESTATUTOS  PERSONALES)    Status  libertatis    Fundamental  distinciĂłn  de  los  hombres  era  aquĂŠlla  entre  libres  y  no  libres.  Los  libres  se  llamaban  "ingenui´ VL KDEtDQ QDFLGR OLEUHV \ QXQFD KDEtDQ VLGo  HVFODYRV HQ GHUHFKR ÂłOLEHUWLQL´  si  habĂ­an  nacido  esclavos  y  con  posterioridad  habĂ­an  alcanzado  el  estado  de  libertad.   La  libertad  era  definida  como  la  facultad  natural  de  hacer  aquello  que  se  querĂ­a,  inmune  a  ser  impedido  por  la  fuerza  o  por  el  derecho.  NacĂ­an  libres,  y  DVt SXHV HUDQ ÂłLQJHQXL´,  los  nacidos  de  madre  libre  bien  que  fuese  Êsta  a  su  vez  libre  o  bien  que  fuese  liberta.  En  el  derecho  clĂĄsico  los  concebidos  en  matrimonio  legĂ­timo  nacĂ­an  libres,  aunque  la  madre  en  el  momento  del  parto  hubiera  caĂ­do  en  la  esclavitud.  Con  posterioridad,  para  favorecer  la  libertad  ³favor  libertatis´ VH DFRJH HO SULQFLSLR GH TXH H[LVWLHVH R QR PDWULPRQLR HO nacido  fuese  libre  si  la  madre  hubiera  sido  libre  en  cualquier  momento  desde  la  concepciĂłn  al  parto.  El  ingenuo  que  hubiese  caĂ­do  en  la  esclavitud  y  despuĂŠs  se  hubiera  libertado  de  ella  volvĂ­a  a  ser  considerado  como  tal.  A  esta  FRQGLFLyQ GH ÂłLQJHQXL´  llegaron  a  ser  admitidos  los  libertos  a  los  que  el  Emperador  les  hubiese  concedido  el  ³DXUHRUXP DQXORUXP´ Hsto  es:  llevar  el  anillo  de  oro  de  los  caballeros  y  a  aquĂŠllos  a  los  cuales  les  hubiera  sido  DWULEXLGD OD Âłrestitutio´ (Q ODV 1RYHODV MXVWLQLDQHDV YLHQH SRU ILQ DFRUGDGR HO conceder  a  todos  los  libertos  la  posibilidad  de  alcanzar  la  ingenuidad.   El  no-­libre  es  el  esclavo  en  derecho.  La  esclavitud  tenĂ­a  su  principal  fundamento,  en  primer  tĂŠrmino,  en  la  cautividad  de  guerra  que  hacĂ­a  esclavos  a  los  ³FDSWLYL´ (UD XQ HOHPHQWR TXH HO Âł,XV QDWXUDOH´,  definĂ­a  como  ³FRQWUD naturam´ SRUTXH VH UHFRQRFtD TXH SRU GHrecho  natural  todos  los  hombres  eran  libres  e  iguales.  No  obstante,  desde  un  principio  hasta  la  edad  justinianea,  la  esclavitud  fue  siempre  admitida  en  el  mundo  romano,  como  en  casi  todos  los  otros  pueblos  de  la  antigĂźedad,  y  considerada  plenamente  legĂ­tima  segĂşn  el  derecho  positivo.    31 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

El  esclavo  era  considerado  como  una  ³UHV´ \ DVt SXHV FRPR REMHWR \ QR sujeto  de  derecho;Íž  sobre  Êl  se  podĂ­a  constituir  la  propiedad,  el  usufructo,  la  prenda  y  como  tal  cosa  podĂ­a  ser  vendido,  arrendado,  donado,  poseĂ­do.  TotDOPHQWH SULYDGR GH FDSDFLGDG MXUtGLFD Âłservile  caput  nullum  Ius   KDEHW´),  no  podĂ­a  ser  titular  de  derechos  de  familia,  de  propiedad,  de  obligaciones,  de  sucesiĂłn,  ni  podĂ­a  promover  o  ser  citado  en  juicio.  Por  lo  tanto  no  era  posible  el  matrimonio  entre  libres  y  esclavos,  ni  entre  esclavos  PLVPRV VLQR VyOR XQLRQHV GH KHFKR ÂłFRQWXEHUQLXP´),  aunque  sĂ­  permanentes;Íž  y  con  los  nacidos  de  estas  uniones  no  se  establecĂ­a  vĂ­nculo  alguno  de  parentesco,  siguiendo  ellos  en  todo  caso  la  condiciĂłn  de  la  madre.  Por  otra  parte  el  esclavo  no  tenĂ­a  un  patrimonio  propio;Íž  y  si  teniendo  la  capacidad  de  hacer,  realizaba  vĂĄlidas  adquisiciones,  Êstas  iban  directa  y  QHFHVDULDPHQWH D VX SURSLHWDULR Âłquodcumque  per  servum  adquinitur,  id  GRPLQR DGTXLQLWXU´ ,  que,  por  otro  lado,  no  podĂ­a  ser  obligado  por  los  QHJRFLRV GHO SURSLR HVFODYR Âłmelior  condicio  nostra  per  servos  fieri  potest,  GHWHULRU ILHUL QRQ SRWHVW´).   Por  otra  parte  bajo  si  mismo  aspecto  era  considerado  como  hombre  y  su  Personalidad  reconocida.  Esto  sucedĂ­a  especialmente  en  el  campo  del  derecho  sacro  y  para  el  derecho  penal  pĂşblico:  respecto  al  primero  no  se  hacĂ­a  regla  de  distinciĂłn  entre  libres  y  esclavos,  y  en  cuanto  al  segundo  el  esclavo  era  responsable  por  los  crĂ­menes  cometidos.  Para  los  delitos  privados,  por  el  contra  no,  respondĂ­a  el  propietario,  que  podĂ­a,  sin  embargo,  librarse  de  su  responsabilidad  consignando  al  ofendido  al  culpable.    La  condena  penal,  por  la  cual  los  condenados  a  muerte  o  a  trabajos  forzados,  era  otra  causa  de  esclavitud  en  derecho,  por  la  cual  los  individuos  PerdĂ­an  la  libertad  y   eran  considerados  ³VHUYL SRHQDH´ (Q HO GHUHFKR MXVWLQLDQHR VLQ embargo,  tal  esclavitud  iba  referida  sĂłlo  a  la  pena  capital.   La  venta.  Partiendo  del  principio  de  que  el  ciudadano,  por  lo  general,  no  podĂ­a  ser  esclavo  en  Roma,  antiguamente,  la  venta  debĂ­a  realizarse  ³WUDQV Tiberim´ HVWR HV IXHUD GHO WHUULWRULR URPDQR 3RGtDQ VHU YHQGLGRV FRPR HVFODYRV ORV Âłfilii  familias´ SRU HO SDGUH ORV ODGURQHV FRJLGRV HQ IODJUDQWH GHOLWR ORV GHXGRUHV LQVROYHQWHV ÂłDGGLFWLV´),  los  desertores  y  aquellos  que  no  VH LQVFULEtDQ HQ HO FHQVR ÂłLQFHQVL´  Pero  todos  estos  motivos  dejaron  de  ser  considerados  en  la  Edad  ClĂĄsica.   Por  otra  parte  llegaban  a  ser  esclavos  del  adquirente:   Â

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IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

x  el  hombre  libre  mayor  de  veinte  aĂąos  que  a  sabiendas  se  hubiese  hecho  vender  por  un  supuesto  propietario  para  participar  del  precio  de  esta  venta,  por  otra  parte  nula;Íž   x  del  antiguo  seĂąor:  El  esclavo  libertado  que  se  hubiese  mostrado  ingrato  hacia  Êl;Íž   x  del  seĂąor  del  esclavo  ajeno:  la  mujer  libre  que  con  el  esclavo  mismo  PDQWXYLHVH UHODFLRQHV QR REVWDQWH OD SURKLELFLyQ GHO ÂłDominus´   Este  último  caso,  decretado  por  el  Senado  Consulto  Claudiano,  fue  abolido  por  Justiniano.   (O HVFODYR SRGtD DOFDQ]DU OD OLEHUWDG SRU OD ÂłPDQXPLVVLR´ esto  es:  por  un  acto  de  voluntad  del  patrĂłn  o  por  una  causa  reconocida  por  la  ley.    Las  manumisiones  podĂ­an  ser  civiles  o  pretorias:   A)  Las  manumisiones  civiles  se  daban  en  forma  solemne  y  eran  de  tres  JpQHURV ÂłFHQVX´ ÂłYLQGLFWD´ \ ÂłWHVWDPHQWR´   /D ÂłPDQXPLVVLR FHQVX´ consistĂ­a  en  la  inscripciĂłn  del  esclavo,  con  el  consentimiento  del  seĂąor,  en  las  listas  del  censo  de  los  ciudadanos  y  llegĂł  a  ser  poco  considerada  hacia  el  fin  de  la  repĂşblica.   /D ÂłPDQXPLVVLR YLQGLFWD´ consistĂ­a  en  un  supuesto  proceso  de  reivindicaciĂłn  de  la  OLEHUWDG GHO HVFODYR SURPRYLGR SRU XQ Âładsertor  libertatis´ GHODQWH GH XQ PDJLVWUDGR 1R RSRQLpQGRVH HO ÂłDominus´ HO PDJLVWUDGR SURQXQFLDED OD ÂłDGGLFWLR OLEHUWDWL´  Esta  forma  se  fue  simplificando,  principalmente  en  el  derecho  justinianeo.   /D ÂłmanumisVLR WHVWDPHQWR´ consistĂ­a  en  la  declaraciĂłn  de  libertad  hecha  por  el  seĂąor  en  el  testamento;Íž  el  esclavo  era  considerado  libre  desde  el  momento  en  el  cual  la  herencia  era  aceptada,  y  era  considerado  libre  del  difunto.  Si  existĂ­a  condiciĂłn  o  tĂŠrmino,  el  esclavo  PermanecĂ­a  entre  tanto  propiedad  del  KHUHGHUR 3HUR HQ VLWXDFLyQ GH Âłstatu  liber´ VLWXDFLyQ TXH QR 3HUGtD DXQTXH fuese  alienado,  y  era  automĂĄticamente  libre  al  efectuarse  la  condiciĂłn  o  al  alcanzar  el  tĂŠrmino.   TambiĂŠn  en  este  caso  era  considerado  liberto  del  difunto.  La  libertad  podĂ­a  ser  impuesta  ademĂĄs  por  testamento  con  la  imposiciĂłn  al  heredero  o  legatario  de  libertar  al  esclavo  heredado  o  tambiĂŠn  por  la  imposiciĂłn  al  heredero  o  al  legatario  de  rescatar  a  un  esclavo  ajeno.  Sin  embargo,  la  libertad  no  se  conseguĂ­a  directamente  del  testamento  sino  del  acto  de  manumisiĂłn  que  el     33 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

heredero  o  legatario  tenĂ­an  que  efectuar  y  que  hacĂ­a  adquirir  al  esclavo  su  libertad.  Cuando  una  de  estas  tres  formas  de  manumisiĂłn  civil  era  empleada  y  el  manumitente  era  ³'RPinus´ HO HVFODYR HUD FRQVLGHUDGR OLEUH \ ciudadano  romano.  Normas  particulares  regulaban  la  posiciĂłn  del  esclavo  manumitido  cuando  otros  tenĂ­an  derechos  reales  concurrentes  con  aquĂŠl  del  manumitente.   B)  Por  otra  parte,  junto  a  los  modos  civiles,  se  introdujeron  en  la  prĂĄctica  modos  no  formales,  con  los  cuales  el  ³'RPLQXV´ SRGtD PDQLIHVWDU VX voluntad  de  hacer  cesar  el  estado  de  esclavitud  del  siervo.  Ellas  no  eran  VXILFLHQWHV SDUD FRQVLGHUDU Âłiure  civili´ OLEUH DO VLHUYR \D TXH HO SUHWRU SRU razones  de  equidad,  impedĂ­a  que  sucesivamente  el  ³'RPLQXV´ R HO KHUHGHUR de  Êl  pudieran  reafirmar  el  derecho  de  propiedad,  revocando  la  concesiĂłn.  Estos  modos  de  manumisiĂłn  no  formal,  que  se  llamaban  pretorios  por  la  protecciĂłn  acordada  por  el  pretor  a  los  esclavos  con  ellos  manumitidos  eran  de  tres  especies:  x  ³LQWHU DPLFRV´ que  consistĂ­a  en  la  declaraciĂłn  ante  la  presencia  de  amigos;Íž   x  ³3HU HSLVWXODP´ que  consistĂ­a  en  una  carta  dirigida  al  esclavo;Íž  x   ³3HU PHQVDP´ que  consistĂ­a  en  admitir  al  esclavo  como  libre  a  la  propia  mesa.    8QD ÂłLex  Junia´ R ÂłJunia  Norbana´ GHO ILQDO GH OD UHS~EOLFD \ SULQFLSLR GHO Imperio,  regulĂł  la  situaciĂłn  de  hecho  de  estos  esclavos  manumitidos  sin  la  forma  civil  estableciendo  que  aquĂŠllos  adquirĂ­an  no  la  ciudadanĂ­a  romana,  sino  una  condiciĂłn  anĂĄloga  a  la  de  los  "Latini  coloniarii´ GH OD FXDO hablaremos  pronto  y  para  distinguirlos  de  los  cuales  fueron  llamados  ³/DWLQL iuniani´ (OOD OHV DWULEX\y OD FDSDFLGDG SDWULPRQLDO SDUD DFWRV HQWUH YLYRV Pero  no  podĂ­an  disponer  por  testamento  de  sus  bienes,  los  cuales  por  expresa  disposiciĂłn  de  la  ley  recaĂ­an  sobre  el  antiguo  seĂąor,  de  donde  se  dice  que  vivĂ­an  libres  y  morĂ­an  esclavos.   TambiĂŠn  de  diversos  modos,  en  especial  por  las  concesiones  pĂşblicas,  podĂ­an  alcanzar  la  ciudadanĂ­a  romana.  Justiniano  aEROLy OD FRQGLFLyQ GH ORV ÂłLatini  iuniani´ \ DGPLWLy TXH OD YROXQWDG GHO ÂłDominus´ DVt SXHV PDQLIHVWDGD DQWH la  presencia  de  cinco  testigos  hiciese  libre  y  ciudadano  al  esclavo.  A  estos  modos  no  formales  se  le  sumaron  otros  en  el  derecho  postclĂĄsico  y  juVWLQLDQHR FRPR OD ÂłPDQXPLVVLR LQ HFFOHVLD´ es  decir:  la  declaraciĂłn  UHDOL]DGD GHODQWH GH OD DXWRULGDG HFOHVLiVWLFD HO KDEHU OODPDGR´filius´ DO esclavo  en  un  acto  pĂşblico;Íž  el  haber  consentido  el  matrimonio  de  la  esclava  dotĂĄndola,  etc.   34 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

En  el  derecho  clĂĄsico  estaban  en  vigor  dos  leyes  del  tiempo  de  Augusto  que  por  fines  polĂ­ticos  y  morales  limitaron  los  abusos  de  las  manumisiones:  la  ³Lex  Julia´ \ OD ÂłLex  Aelia  Sentia´   La  primera  restringe  las  misiones  testamentarias,  fijando  el  nĂşmero  en  proporciĂłn  a  los  esclavos  que  se  tenĂ­an,  con  un  mĂĄximo  de  cien,  nominalmente  indica  dos.  La  segunda  establece  una  serie  de  prescripciones  acerca  de  la  edad  mĂ­nima  del  manumitente  (20  aĂąos)  y  del  esclavo  (30  aĂąos),  lo  cual  se  podĂ­a  derogar  sĂłlo  por  una  causa  justa  comprobada  ante  un  consejo  especial;Íž  quien  era  manumitido  contraviniendo  a  estas  disposiciones,  era  considerado  ³ODWLQR MXQLDQR´ 3RU RWUD SDUWH SURKLELy OD RWRUJDFLyQ GH OD ciudadanĂ­a  romana  a  los  esclavos  de  mala  conducta,  asignando  a  ellos  la  pĂŠsima  condiciyQ GH ÂłPeregrini  dediticii´ \ GHFODUy QXODV ODV PDQXPLVLRQHV hechas  en  fraude  a  los  acreedores.  Justiniano  anulĂł  completamente  la  ley  de  $XJXVWR \ FRQVLGHUy GH OD ÂłAelia  Sentia´ VyOR OD QXOLGDG GH ODV manumisiones  fraude  a  los  acreedores  y  el  requisito  de  la  edad  del  manumitente,  rebajando  por  otra  parte  a  diecisiete  aĂąos  la  edad  requerida  para  las  manumisiones  testamentarias;Íž  respecto  a  estas  últimas  acabĂł  despuĂŠs  por  exigir  tan  sĂłlo  la  facultad  de  hacer  testamento,  esto  es,  el  alcance  de  la  pubertad.   Independientemente  de  la  manumisiĂłn,  los  principales  casos  en  los  cuales  un  esclavo  alcanzaba  la  libertad  por  disposiciĂłn  de  la  ley,  eran:  por  un  edicto  de  &ODXGLR FXDQGR HO ÂłDominus´ OR KXELHUD DEDQGRQDGR JUDYHPHQWH HQIHUPR cuando  lo  hubiera  vendido  a  condiciĂłn  de  que  el  comprador  debĂ­a  manmnitirlo  dentro  de  un  cierto  tiempo  y  ello  no  hubiese  sido  cumplido;Íž  cuando  de  buena  fe  se  hubiera  encontrado  por  veinte  aĂąos  en  posesiĂłn  de  la  libertad  y,  en  el  derecho  justinianeo,  cuando  con  el  consentimiento  del  ³Dominus´ KXELHUD UHFLELGR XQD GLJQLGDG R ODV yUGHQHV HFOHVLiVWLFDV (O HVFODYR PDQXPLWLGR OOHJDED D VHU ÂłOLEHUWXV´  del  seĂąor  manumitente  y  desde  DTXHO PRPHQWR DGTXLUtD HQ VX UHODFLyQ FRQ pO ORV Âłiura  patronatus´ transmisibles  en  favor  de  sus  hijos,  Pero  no  a  cargo  de  los  hijos  del  seĂąor.  Los  derechos  de  patronato  consistĂ­an  en  el  ³REVHTXLXP´ ÂłKRQRU´ \ ÂłUHYHUHQWLD´ TXH VLJQLILFDEDQ SULQFLSDOPHQWH XQ UHVSHWR ILOLDO \ OD DEVWHQFLyQ GH UHDOL]DU DFFLRQHV LQMXULRVDV FRQWUD HO VHxRU \ HQ ODV ÂłRSHUDH´ ÂłGRQD´ \ ÂłPXnera´ SURPHVDV SDUD REWHQHU OD OLEHUWDG \ TXH VL QR HUDQ confirmadas  en  forma  legal  representaban  sĂłlo  una  obligaciĂłn  moral.  Las  promesas  demasiado  graves  eran  nulas.  En  algunos  casos  el  seĂąor  tenĂ­a  tambiĂŠn  derecho  a  los  ³ERQD´ HVWR HV D OD VXFHVLyQ OHJĂ­tima  del  liberto,  y  entre  los  dos  existĂ­a  el  deber  recĂ­proco  a  los  alimentos  en  caso  de  necesidad.  El  seĂąor  debĂ­a  por  otra  parte  defender  y  asistir  en  juicio  al  liberto.  El  seĂąor  que  no  cumplĂ­a  en  sus  deberes  perdĂ­a  el  derecho  de  patronato,  mientras  en  la     35 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

edad  postclĂĄsica  el  liberto  ingrato  podĂ­a  ser  obligado  a  volver  a  su  primitiva  esclavitud.  La  relaciĂłn  de  patronato  se  extinguĂ­a  con  la  muerte  del  liberto  y  FRQ OD FRQVHFXFLyQ SRU SDUWH VX\D GH OD Âłingenuidad´ PHGLDQWH OD ÂłUHVWLWXWLR natalium´ FRQVHJXLGD  con  el  consentimiento  del  seĂąor.  En  el  derecho  justinianeo  quedaron  sumidos,  tambiĂŠn  al  vinculo  de  patronato  hacia  los  herederos  del  difunto  los  libertinos,  y  en  el  derecho  de  las  Novelas  la  relaciĂłn  GH SDWURQDWR QR VH H[WLQJXtD SRU OD Âłingenuidad´ OD FXal  fue  concedida  a  todos  los  hijos  de  los  libertos.   Status  civitatis   Para  que  un  individuo  fuese  considerado  sujeto  de  derecho  era  necesario  en  Roma  que  al  requisito  de  la  libertad,  presupuesto  esencial  de  la  capacidad  jurĂ­dica,  se  sumara  tambiĂŠn  el  requisito  de  la  ciudadanĂ­a.  Tal  principio  tuvo  aplicaciĂłn  muy  rigurosa,  aunque  se  realizaron  algunas  atenuaciones  y,  formalmente,  se  mantuvo  siempre  en  vigor,  aunque  la  progresiva  extensiĂłn  de  la  ciudadanĂ­a  terminĂł  por  quitarle  todo  valor  prĂĄctico.   Ciudadano  romano  se  nacĂ­a  o  bien  se  adquirĂ­a  tal  condiciĂłn  por  liberaciĂłn  de  la  esclavitud  o  por  concesiĂłn.  NacĂ­a  ciudadano  el  hijo  concebido  por  padres  que  tenĂ­an  el  ³FRQQXELXP´ \ VH KDOODEDQ XQLGRV HQ OHJtWLPR PDWULPRQLR R bien  el  nacido  de  madre  ciudadana  aunque,  no  obstante,  Êsta  hubiera  alcanzado  la  ciudadanĂ­a  despuĂŠs  de  la  concepciĂłn.  Normas  particulares  regulaban  la  posiciĂłn  de  los  nacidos  de  las  uniones  estables  entre  una  mujer  ciudadana  y  un  hombre  no  ciudadano.   Por  liberaciĂłn  de  la  esclavitud  llegaban  a  ser  ciudadanos  en  un  principio  todos  los  esclavos  liberados  a  travĂŠs  de  las  formas  de  manumisiĂłn  civil;Íž  despuĂŠs,  en  el  derecho  clĂĄsico,  sĂłlo  aquellos  para  los  cuales,  ademĂĄs  de  la  PDQXPLVLyQ FLYLO KXELHUDQ VLGR DSOLFDGDV ODV GLVSRVLFLRQHV GH OD OH\ ÂłAelia  Sentia´ DO ILQDO HQ HO GHUHFKR MXVWLQLDQHR WRGRV ORV HVFODYRV DVt SXHV TXH hubieran  alcanzado  la  libertad.  Por  concesiĂłn  llegaban  a  ser  ciudadanos  los  extranjeros  a  los  cuales  le  hubiese  sido  dada  la  ciudadanĂ­a  por  el  pueblo  romano  o  por  un  delegado  suyo  y,  en  la  edad  imperial,  por  el  Emperador.  La  concesiĂłn  podĂ­a.  ser  hecha  singularmente  o,  bien,  a  todos  los  habitantes  de  una  ciudad  o  regiĂłn.  Con  tal  concesiĂłn  colectiva  la  ciudadanĂ­a  romana  es  extendida  en  el  último  siglo  de  la  repĂşblica  a  todos  los  habitantes  de  Italia,  y  durante  los  primeros  siglos  del  Imperio  a  muchas  comunidades  de  fuera  de  ella.   La  ciudadanĂ­a,  siempre  que  no  existiese  una  causa  limitativa  de  la  capacidad  jurĂ­dica,  significaba  en  el  campo  del  derecho  pĂşblico,  para  el  hombre  pĂşber,  36 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

SULQFLSDOPHQWH HO ÂłIus   VXIIUDJLL´ que  era  el  derecho  de  voto,  y  el  ³,XV KRQRUXP´ que  era  el  derecho  de  ser  elegidos  para  las  magistraturas,  asĂ­  como   OD ÂłProvocatio  ad  Populum´ R GHUHFKR GH DSHODFLyQ D ORV FRPLFLRV DGHPiV del  derecho  a  servir  bajo  arPDV Âłmilitia´   En  el  campo  del  derecho  privado:  el  ³,XV FRQQXELL´ (o  connubium),  es  decir:  el  derecho  de  contraer  legĂ­timo  matrimonio  y  asĂ­,  pues,  de  adquirir  los  derechos  familiares  respectivos  y  consiguientes;Íž  y  el  Š,XV FRPPHUFLL´ (o  commercium),  esto  es,  el  derecho  de  realizar  vĂĄlidamente  los  actos  jurĂ­dicos  GHO ÂłIus   Civile´ \ ILQDOPHQWH XVXIUXtD GHO ÂłWHVWDPHQWL IDFWLR´    La  lucha  por  la  adquisiciĂłn  de  todos  estos  derechos  por  parte  de  la  plebe  romana  y  la  plena  equiparaciĂłn  con  los  patricios,  que  en  principio  eran  los  únicos  detentores,  ocupa  los  primeros  siglos  de  la  historia  romana  y  se  concluye  tan  sĂłlo  en  torno  al  aĂąo  300  a.  de  C.    (Q FRQWUDSRVLFLyQ D ORV FLXGDGDQRV VH KDOODEDQ ORV H[WUDQMHURV D OD Âłcivitas´ OODPDGRV HQ XQ SULQFLSLR Âłhostes´ \ GHVSXpV ÂłPeregrini´ ORV FXDOHV HVWDEDQ VRPHWLGRV D VX SURSLR GHUHFKR QDFLRQDO \ FRPSOHWDPHQWH H[FOXLGRV GHO ÂłIus   Civile´ 3HUHJULQRV HUDQ FRQVLGHUDGRV WDPELpQ ORV V~EGLWRV GH ODV SURYLQFLDV TXH IXHURQ GLVWLQJXLGRV HQ GRV FDWHJRUtDV ÂłPeregrini  aliius   civitatis´ TXH eran  considerados  formalmente  aliados,  y,  en  condiciĂłn  inferior,  los  ³Peregrini  dediticii´ TXH HUDQ SRU OR JHQHUDO ORV SHUWHQHFLHQWHV D comunidades  constreĂąidas  por  las  armas  romanas  a  la  sumisiĂłn  (deditio)  y  privados  de  autonomĂ­a  polĂ­tica.  Los  Peregrinos  fueron,  sin  embargo,  admitidos,  sin  distinciones,  para  realizar  vĂĄlidamente  los  negocios  del  ³,XV JHQWLXP´,  y  para  juzgar  de  las  relaciones  que  a  este  respecto  ellos  tenĂ­an  con  ORV URPDQRV IXH FUHDGR HO ÂłPraetor  Peregrinus´   Una  condiciĂłn  intermedia  entre  ciudadanos  y  Peregrinos  fue  la  de  los  ³Latini´ GH OD FXDO KXER WUHV FDWHJRUtDV   ³/DWLQL YHWHUHV´ que  eran  los  antiguos  habitantes  del  Lacio  y  de  las  mĂĄs  antiguas  colonias  de  Roma.  Ellos  tenĂ­an  todos  los  derechos  de  los  ciudaGDQRV VDOYR HO ÂłIus   honorum´ (Q HO FXUVR GH OD UHS~EOLFD DGTXLULHURQ la  ciudadanĂ­a  romana,  y  de  aquĂ­,  que  esta  categorĂ­a  Perdiese  su  primitivo  sentido.  ´/DWLQL FRORQLDULL´ que  eran  los  habitantes  de  las  colonias  romanas  fundadas  despuĂŠs  del  aĂąo  268  a.  GH & (OORV WHQtDQ HO ÂłIus   suffragii´ \ HO ÂłIus   commercii´ 3HUR SRU OR JHQHUDO QR WHQtDQ HO ÂłIus   connubii´ /D /DWLQLGDG colonial  fue  concedida  tambiĂŠn  a  regiones  enteras,  aunque  a  veces  excluyĂŠndolas  de  algunos  derechos.     37 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

3)  ³/DWLQL LXQLDQL´ que  fuerRQ JUDFLDV D OD Âł/H[ -XQLD´ ORV HVFODYRV manumitidos  a  los  cuales  no  le  habĂ­a  sido  reconocida  la  ciudadanĂ­a,  a  H[FHSFLyQ GH DTXHOORV TXH SRU OD /H[ ÂłAelia  Sentia´ OOHJDEDQ D VHU Âł3HUHJULQRV GHGLWLFLRV´ (UDQ LJXDOPHQWH´iuniani´ ORV HVFODYRV TXH KDEtDQ conVHJXLGR OD OLEHUWDG VLQ PDQXPLVLyQ 7HQtDQ HO ÂłIus   commercii´ 3HUR QR tenĂ­an  capacidad  en  materia  hereditaria.  Pero  todos  los  Latinos  fueron  mĂĄs  tarde  y  poco  a  poco  reconocidas  numerosas  causas  de  adquisiciĂłn  de  la  ciudadanĂ­a.   En  el  212  d.  de  C.  el  Emperador  Antonino  Caracalla  concediĂł,  sin  embargo,  OD FLXGDGDQtD URPDQD D WRGRV ORV KDELWDQWHV OLEUHV GHO Âłorbe  romano´ quedando  acaso  excluidos  sĂłlo  los  Peregrinos  dediticios  (Constitutio  Antonianiana).  Por  lo  tanto  la  distinciĂłn  entre  ciudadanos  y  Peregrinos  pierde  toda  importancia  salvo  en  referencia  a  los  bĂĄrbaros,  con  los  cuales  el  Imperio  estaba  en  contacto  o  que  se  fueron  situando  en  el  territorio  romano,  y  a  ORV´dediticii  ex  Aelia  Sentia´ 4XHGy WDPELpQ OD FDWHJRUtD GH ORV´Latini  iuniani´ SDUD ORV HVFlavos  que  recaĂ­an  en  la  esclavitud  con  posterioridad  a  la  concesiĂłn  de  Caracalla.  En  el  derecho  justinianeo,  venida  a  menos,  por  el  desuso,  la  condiciĂłn  de  los  dediticios  y  expresamente  abolida  aquella  de  los  ³Latini  iuniani´ VH DFDEy SRU FRQFHGHU OD SOHQa  ciudadanĂ­a  a  todos  los  habitantes  libres  del  Imperio.   La  ciudadanĂ­a  se  PerdĂ­a  principalmente  por  la  pĂŠrdida  de  la  libertad  y  por  la  pena  de  la  ³GHSRUWDWLR´ DQWLJXDPHQWH WDPELpQ SRU OD SHQD GHO Âłaquae  et  ignis  interdictio´ \ SRU OD DGTXLVLFLyQ GH RWUD FiudadanĂ­a.   Status  familiae   AdemĂĄs  del  requisito  de  la  libertad  y  de  la  ciudadanĂ­a,  para  que  se  tuviese  la  plena  capacidad  jurĂ­dica  en  el  campo  del  derecho  privado,  era  necesario  otro  UHTXLVLWR HO VHU ÂłSui  iuris´ HVWR HV DXWyQRPR UHVSHFWR D FXDOTXLHU Sotestad  familiar.   De  aquĂ­  nacĂ­a  la  distinciĂłn  entre  ³3HUVRQDH 6XL iuris´ \ Âł3HUVRQDH $OLHQL LXULV´ no  menos  fundamental  que  aquella  entre  libres  y  esclavos  y  de  ella  independiente,  ya  que  sobre  ella  se  fundamentaba  la  organizaciĂłn  de  la  familia  romana.   Era  ³6XL LXULV´ el  ciudadano  que  no  tuviese  ascendientes  legĂ­timos  masculinos  vivos,  o  que  hubiera  sido  liberado,  mediante  un  acto  que  se  llamĂĄbaÂłHPDQFLSDWLR´ GH OD SRWHVWDG GHO DVFHQGHQWH GHO FXDO GHSHQGtD 6L HUD KRPEUH HUD ÂłPater  familias´ FXDOTXLHUD Tue  fuese  su  edad,  aun  desde  el   38 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

nacimiento  y  asĂ­,  pues,  independientemente  de  que  tuviera  o  no  hijos.  Si  era  PXMHU HUD FRQVLGHUDGD ÂłFDSXW HW ILQLV IDPLOLDH VXDH´  SĂłlo  las  Personas  ³6XL iuris´ WHQtDQ OD SOHQD FDSDFLGDG HQ RUGHQ D ORV GHUHFKRV SDWULPRQLDOHs.   Eran  ³$OLHQL LXULV´ todos  los  otros,  libres  o  esclavos  que  dependĂ­an  de  un  ³3DWHUIDPLOLDV´  R GH XQ´Dominus´ (Q SULQFLSLR HO SRGHU TXH VREUH HOORV VH HMHUFLWDED HUD ~QLFR \ VH LQGLFDED FRQ HO WpUPLQR Âłmanus´ 3RVWHULRUPHQWH VH diversificĂł,  llamĂĄndose  ´PDQXV´ el  poder  sobre  las  mujeres  que  contrayendo  PDWULPRQLR FRQ HO ÂłPaterfamilias´ R FRQ XQR GH VXV ÂłILOLXV  ´ KXELHUDQ HQWUDGR HQ OD IDPLOLD VXERUGLQiQGRVH DO MHIH GH HOOD Âł3RWHVWDV´ el  poder  sobre  los  esclavos  y  sobre  los  ³ILOLL IDPLOLDV´ FRQVLGHUDGRV  libres  en  antĂ­tesis  D ORV SULPHURV ÂłPDQFLSLXP´ el  poder  sobre  los  hombres  libres  que  por  enajenaciĂłn,  por  delitos  cometidos  o  en  garantĂ­a  de  una  obligaciĂłn  hubieran  sido  sometidos  a  un  ³3DWHUIDPLOLDV´ HQ FRQGLFLyQ GH FXDVL HVFODYRV (Personae  in  causa  mancipi)  .   Sin  embargo,  el  sometimiento  a  la  ³PDQXV´ SRU HO PDWULPRQLR SLHUGH VX fuerza  primitiva  hacia  el  final  de  la  repĂşblica  e  igualmente  las  diferentes  causas  de  ³PDQFLSLXP´ IXHURQ WDPELpQ GHVDSDUHFLHQGR   /DV ~QLFDV 3HUVRQDV ÂłAlieni  iuris´ TXH SHUPDQHcieron  fueron  asĂ­,  pues,  los  HVFODYRV \ ORV KLMRV GH IDPLOLD /RV Âłfilii  familias´ HUDQ WRGRV ORV descendientes  legĂ­timos  o  adoptados  por  un  ³3DWHUIDPLOLDV´ YLYR \ TXHGDEDQ como  tales  cualquiera  que  fuese  su  edad.   De  los  esclavos  ya  hemos  hablado;Íž  de  los  otros  volveremos  a  ocupamos  muy  pronto.  AquĂ­  es  necesario  revelar  que  en  el  derecho  privado  por  largo  tiempo  OD FRQGLFLyQ MXUtGLFD GH ORV Âłfilii´ HQ HVSHFLDO UHVSHFWR D ODV UHODFLRQHV patrimoniales,  no  fue  diversa  de  la  de  los  esclavos.  AsĂ­,  pues,  ellos  tampoco  podĂ­an  adquirir  en  nombre  propio,  porque  todo  recaĂ­a  directamente  en  el  ³3DWHU´,  y  no  podĂ­an  vĂĄlidamente  obligarse.  Por  otra  parte,  con  el  consentimiento  del  ³3DWHU´ SRGtDQ FRQWUDHU OHJtWLPR PDWULPRQLR \ D WUDYpV de  la  administraciĂłn  de  los  peculios  llegaron  a  extender  la  esfera  de  su  capacidad  patrimonial;Íž  admitiĂŠndose  igualmente  que  pudieran  presentarse  en  juicio  bien  sea  como  demandantes  bien  como  demandados.   Capitis  deminutio   /ODPiEDVH ÂłCapitis  deminutio´ D WRGR FDPELR VXIULGR HQ HO ÂłStatus  libHUWDWLV´ ÂłVWDWXV FLYLWDWLV´ \ ÂłVWDWXV IDPLOLDH´ SRU HOOR HUD FRQVLGHUDGD como  una  extinciĂłn  de  la  Personalidad  precedente.      39 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

&RQ UHIHUHQFLD D HVWRV ÂłStatus´ VH GLVWLQJXtD OD ÂłCapitis  deminutio´ ÂłmĂĄxima´ Âłmedia´ \ ÂłmĂ­nima´ /D ÂłPi[LPD´ FRQVLVWtD HQ OD Sprdida  de  la  OLEHUWDG \ DVt SXHV GH OD FLXGDGDQtD \ GH WRGR RWUR GHUHFKR OD ÂłPHGLD´ en  la  pĂŠrdida  de  la  ciudadanĂ­a  y  asĂ­,  pues,  de  todos  los  derechos  que  habĂ­an  IXQGDPHQWDGR VX HVHQFLD HQ HO ÂłIus   civile´ OD ÂłPtQLPD´ en  un  cambio  del  ³Status  familiae´  FRQVLJXLHQWH D OD HPDQFLSDFLyQ D OD DGRSFLyQ \ D OD Âłdatio  in  mancipio´ FDPELR SRU HO FXDO VH FRQVHUYDED OD OLEHUWDG \ OD FLXGDGDQtD Pero  se  perdĂ­an  los  vĂ­nculos  agnaticios  y  sucesorios  con  la  familia  de  origen  y  se  extinguĂ­an  una  serie  de  relaciones  jurĂ­dicas  preexistentes  (usufructo,  uso,  GpELWRV HWF 0XFKRV HIHFWRV GH OD ÂłCapitis  deminutio  mĂ­nima´ GHMDURQ VLQ embargo,  de  ser  estimados  en  virtud  de  las  diversas  consideraciones  del  pretor,  hasta  tal  punto  que  en  el  derecho  justinianeo  se  acabĂł  por  eliminarlos  completamente.   Limitaciones  de  la  capacidad   La  capacidad  de  un  sujeto  de  derecho,  ademĂĄs  de  por  la  falta  de  autonomĂ­a  respecto  a  la  potestad  familiar,  podĂ­a  ser  limitada  por  varias  causas  que  disminuĂ­an  o  anulaban  la  capacidad  de  hacer  y,  aun,  la  capacidad  jurĂ­dica.  De  tales  causas,  que  cambiaron  en  el  curso  de  la  historia  del  Derecho  romano,  recordamos  las  siguientes:    Edad.-­  )XQGDPHQWDO HUD OD GLVWLQFLyQ HQWUH ÂłimpĂşberes´ \ ÂłpĂşberes´ /DV mujeres  se  consideraban  pĂşberes  a  la  edad  de  doce  aĂąos;Íž  los  hombres  a  partir  de  los  catorce  (el  momento  varia  en  los  hombres  y  es  definido  por  el  Pater  familias),  no  habiendo  prevalecido  la  doctrina  sabiniana  de  que  era  necesario  el  reconocimiento  fĂ­sico.  El  impĂşber  ³6XL LXULV´ HVWDED VRPHWLGR D WXWHOD \ llDPiEDVH Âłpupilus´ (QWUH ORV LPS~EHUHV VH GLVWLQJXtDQ ORV ÂłLQIDQWHV´,  los  ³infantiae  maiores´ ORV Âłinfantiae  prĂłximi´ \ ORV Âłpubertati  proximi´   Infantes  eran  aquellos  que  no  sabĂ­an  hablar  y  que  no  podĂ­an  tener  conciencia  de  sus  palabras.  En  el  derecho  jXVWLQLDQHR HO WpUPLQR GH OD Âłinfantia´ IXH fijado  al  cumplirse  los  siete  aĂąos.  Los  infantes  no  tenĂ­an  capacidad  alguna  de  hacer,  pudiendo  sĂłlo  el  tutor  cumplir  por  ellos  los  actos  patrimoniales.    /RV ÂłLQIDQWLDH PDLRUHV´ podĂ­an  realizar  actos  patrimoniales  con  el  consentimiento  (auctoritas)  del  tutor  y,  aĂşn,  sin  tal  consentimiento  cuando  HUDQ SDUD HOORV YHQWDMRVRV /D GLVWLQFLyQ HQWUH ÂłLQIDQWLDH´ \ ÂłSXEHUWDWL proximi´ KDFtD VLQ HPEDUJR UHIHUHQFLD D OD UHVSRQVDELOLGDG SRU GHOLWR TXH fue  excluida  para  los  primeros  y  admitida  para  los  segundos  cuando  hubieran  estado  en  grado  de  comprender  la  ilicitud  del  acto  realizado.    40 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

$OFDQ]DGD OD SXEHUWDG VH SRGtD FRQWUDHU PDWULPRQLR \ VL VH HUD ÂłSui  iuris´ hacer  testamento  y  realizar  vĂĄlidamente  cualquier  acto.  Por  otra  parte,  habiendo  una  Lex  Plaetoria  del  siglo  II  a.  de  C.  penado  a  quien  engaĂąase  a  XQ ÂłSui  iuris´ PHQRU GH YHLQWLFLQFR DxRV HQ OD UHDOL]DFLyQ GH XQ QHJRFLR \ habiendo  el  pretor  concedido  algunos  medios  para  rescindir  el  negocio  mismo  si  resultaba  desventajoso  al  menor,  prevaleciĂł  el  uso  de  que  hasta  alcanzar  los  veinticinco  aĂąos  el  menor  fuese  asistido  por  un  curador  especificado  por  el  magistrado.  Se  viene  asĂ­,  pues,  determinando  gradualmente  una  nueva  limitaciĂłn  de  la  capacidad  de  hacer  para  las  Personas  ³Sui  iuris´ PHQRUHV GH YHLQWLFLQFR DxRV FRQVLGHUiQGRVH SRU OR general  nulos  los  actos  de  enajenaciĂłn  y  las  obligaciones  asumidas  cuando  hubiese  faltado  la  asistencia  del  curador.  En  la  edad  postclĂĄsica,  sin  embargo,  el  varĂłn  de  veinte  aĂąos  y  la  hembra  de  GLHFLRFKR FXDQGR IXHVHQ ÂłSui  iuris´ \ estuvieran  en  grado  de  administrar  sus  propios  bienes,  podĂ­an  obtener  del  Emperador  la  ³YHQLD DHWDWLV´ TXH VLJQLILFDED OD SOHQD FDSDFLGDG H[FHSWR para  hipotecar  o  enajenar  inmuebles.   Sexo.-­  La  mujer  en  razĂłn  del  sexo  tuvo  por  largo  tiempo  una  capacidad  jurĂ­dica  fuertemente  limitada.  Excluida  del  todo  de  la  vida  pĂşblica,  tambiĂŠn  en  el  derecho  privado  su  situaciĂłn,  en  un  principio,  fue  muy  inferior  a  la  del  KRPEUH 6L HUD ÂłSui  iuris´ HQWUH RWUDV FRVDV TXHGDED VRPHWLGa  a  tutela  Perpetua;Íž  no  podĂ­a  hacer  testamento,  ni  heredar  mĂĄs  allĂĄ  de  ciertas  sumas.  Estas  limitaciones  fueron,  sin  embargo,  desapareciendo  y  quedaron  tan  sĂłlo  DOJXQDV LQFDSDFLGDGHV HQWUH ODV FXDOHV UHFRUGDPRV OD GH HMHUFLWDU OD Âł3DWULD SRWHVWDG´ \ SRU Oo  general,  tambiĂŠn  la  tutela;Íž  de  ser  testigo  en  un  testamento;Íž  de  comparecer  en  juicio  por  otros  y  de  hacerse  garante  de  las  obligaciones  ajenas.   AgnaciĂłn,  cognaciĂłn  y  afinidad.-­El  estado  de  familia,  el  parentesco  y  la  afinidad  llevaban  a  diferentes  limitaciones  de  la  capacidad,  Pero  de  ellas  hablaremos  al  tratar  del  derecho  de  familia.   Enfermedades  fĂ­sicas  y  mentales.-­Los  sordos,  mudos  y  sordomudos,  no  podĂ­an  realizar  los  antiguos  negocios  solemnes.  El  impotente  y  el  castrado  no  podĂ­an  contraer  matrimonio;Íž  y  el  castrado  ni  tan  siquiera  adoptar.  Los  enfermos  dementes  (furiosi)  si  tenĂ­an  intervalos  lĂşcidos  podĂ­an  durante  Êstos  realizar  actos  vĂĄlidos,  pero  normalmente  hallĂĄbanse  privados  de  toda  capacidad  de  hacer  y  juntamente  a  sus  propios  bienes  estaban  sometidos  a  un  curador.   Prodigalidad.-­Quien  disipaba  los  bienes  Paternos  era  privado,  bajo  el  pronunciamiento  del  magistrado,  del  ³FRPPHUFLXP´ \ VX SDWULPRQLR VXMHWR    41 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

D OD DGPLQLVWUDFLyQ GH XQ FXUDGRU &RPR ORV Âłinfantiae  maior´ SRGtDQ VLQ embargo,  adquirir.   Celibato  y  falta  de  hijos.-­Por  principios  de  polĂ­tica  demogrĂĄfica,  Augusto  estableciĂł  graves  limitaciones  en  materia  de  sucesiones  para  los  cĂŠlibes  y  para  aquellos  que  no  hubiesen  tenido  hijos.  Pero  estas  disposiciones  Perdieron  vigencia  en  la  edad  postclĂĄsica.   Libertad.-­  Los  libertos,  aunque  poseyeran  la  ciudadanĂ­a,  no  gozaron  hasta  pasado  mucho  tiempo  de  todos  los  derechos  polĂ­ticos,  ni  pudieron  contraer  matrimonio  con  ingenuos.  A  esto  último  fueron  mĂĄs  tarde  admitidos  por  las  leyes  matrimoniales  de  Augusto,  quedando  por  otra  parte  prohibidos  los  matrimonios  entre  los  libertos  y  los  Pertenecientes  al  rango  senatorial.  Justiniano  aboliĂł,  sin  embargo,  tales  limitaciones.  De  las  derivadas  de  la  relaciĂłn  de  patronazgo  hemos  hablado  ya.   Condiciones  sociales,  cargos  y  profesiones.-­Venida  a  menos  la  divisiĂłn  entre  patricios  y  plebeyos  se  introduce  en  la  edad  imperial  una  distinciĂłn  HQWUH ÂłKXPLOLRUHV´ \ ÂłKRQHVWLRUHV´ HVWR HV HQWUH FODVHV LQIHULRUHV \ FODVHV superiores  que  implicaba,  entre  otras  cosas,  en  el  campo  penal  una  pena  mĂĄs  mitigada  para  aquellos  que  PertenecĂ­an  a  esta  última  clasificaciĂłn.    Restricciones  especĂ­ficas  recaĂ­an  sobre  los  senadores  a  los  cuales  les  estaba  prohibido  poseer  naves  y  debĂ­an  invertir  un  cuarto  de  su  patrimonio  en  fundos  itĂĄlicos,  y  no  podĂ­an  contraer  matrimonio  con  libertas,  etc.  Los  magistrados  provinciales  no  podĂ­an,  en  la  provincia  administrada,  tomar  mujer,  recibir  dones,  adquirir  inmuebles,  manumitir  esclavos.  A  algunas  categorĂ­as  de  militares  les  fue,  durante  la  Êpoca  clĂĄsica,  prohibido  el  contraer  matrimonio.  Desde  la  edad  postclĂĄsica  comenzĂł,  pues,  la  divisiĂłn  de  la  poblaciĂłn  en  clases  cerradas  sobre  las  cuales  recaĂ­an  especiales  honores,  como,  por  ejemplo,  la  administraciĂłn  municipal,  y  se  fueron  formando  corporaciones  hereditarias  de  profesiones  de  tal  forma  que  saliendo  de  ellas  se  incurrĂ­a  en  graves  sanciones.  La  condiciĂłn  social  y  profesional  llegĂł  a  ser  asĂ­,  pues,  la  base  de  reglamentos  jurĂ­dicos  particulares.   Igualmente  algunas  incapacidades  en  materia  hereditaria  fueron  dispuestas  SDUD ODV Âłfeminae  probrosae´ TXHGDQGR DVLPLVPR SURKLELGR D ODV meretrices,  a  las  actrices  y  a  las  que  ejercĂ­an  una  actividad  considerada  vergonzosa  (y  a  menudo  tambiĂŠn  a  sus  hijas),  el  matrimonio  con  los  ingenuos  y,  principalmente,  FRQ ORV Âłdignitate  praediti´   42 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

Las  prohibiciones  matrimoniales,  fuertemente  mantenidas  en  la  edad  clĂĄsica  y  postclĂĄsica,  Perdieron,  sin  embargo,  su  efectividad  en  el  derecho  justinianeo.   ³Colonatus´ -­En  la  edad  postclĂĄsica,  entre  otras,  se  afirma  tambiĂŠn  esta  nueva  causa  de  limitaciĂłn  de  la  capacidad  jurĂ­dica,  que  tenĂ­a  orĂ­genes  remotos  y  complejos  y  que  adquiriĂł  larga  difusiĂłn  por  las  condiciones  sociales  y  econĂłmicas  del  tiempo,  tomando  en  parte  el  puesto  de  la  propia  HVFODYLWXG (O ÂłFRORQDWXV´  (servidumbre  de  la  gleba)  consistĂ­a  en  un  vĂ­nculo  que  ligaba  en  Perpetuo  al  colono  y  a  sus  descendientes  a  un  fundo  del  cual  eran  arrendatarios,  Pero  del  cual  no  podĂ­an  alejarse  o  ser  alejados  y  al  cual  seguĂ­an  su  suerte.  El  colono  era  libre  e  ingenuo;Íž  podĂ­a,  con  algunas  limitaciones,  contraer  matrimonio  legĂ­timo  y  testar.  Pero  si  abandonaba  el  fundo  podĂ­a  ser  reivindicado.  Se  llegaba  a  ser  colono:  a)  por  nacer  de  padre  o  de  madre  colona;Íž  b)por  voluntaria  sumisiĂłn;Íž  c)por  prescripciĂłn  treintenal;Íž  d)por   mendicidad.  Se  cesaba:  a)  por  la  adquisiciĂłn  del  fundo;Íž  b)  porque  hubiera  sido  nombrado  obispo  o  c)  porque  hubiese  sido  llevado  por  el  seĂąor  del  fundo  al  servicio  militar,  a  los  cargos  municipales  o  a  las  órdenes  religiosas.  No  estaba  admitida  la  exenciĂłn.   ³Testabilitas´ -­  Quien  habiendo  participado  en  calidad  de  testigo  en  un  negocio  jurĂ­dico  y  se  hubiese  despuĂŠs  negado  a  rendir  testimonio,  era  GHFODUDGR Âłimprobus  intestabilisque´ SHUGLHQGR FRQ HOOR OD FDSDFLGDG GH VHU testigo  y,  de  en  la  edad  postclĂĄsica,  aĂşn  la  de  hacer  testamento.  EstĂĄ  última  consecuencia  viene  dispuesta  tambiĂŠn  para  los  autores  de  todo  escrito  difamatorio  (carmen  famosum).   Infamia.-­El  menoscabo  del  honor  y  la  Lengua  en  la  estima  social  podĂ­an  llevar  a  una  disminuciĂłn  de  la  capacidad  jurĂ­dica.  Esto  se  determinaba  con  ODV Âłnotae  censoriae´ TXH HQ OD HGDG UHSXEOLFDQD FDVWLJDEDQ D ORV GLIDPDQWHV del  honor,  y  a  una  serie  de  actos  por  los  cuales  el  pretor  prohibĂ­a  a  GHWHUPLQDGDV SHUVRQDV HO FRPSDUHFHU HQ MXLFLR QR WDQ VyOR SRU ÂłVL´ VLQR WDPELpQ Âłpro  certis  personis´ R KDFHUVH HQ HO UHSUHVHQWDU /DV SHUVRQDV castigadas  por  esta  incapacidad  llamĂĄbanse  ³LQIDPHV´ R Âłignominiosae´ 7DQ VyOR VLQ HPEDUJR HQ HO GHUHFKR MXVWLQLDQHR OD ÂłLQIDPLD´ DSDUHFH FRPR HVSHFLDO FRQGLFLyQ MXUtGLFD (QWUH ORV Âłinfames´ UHFordamos:  a)  los  condenados  por  crĂ­menes  pĂşblicos  y  por  algunos  delitos  privados  (hurto,  rapiĂąa,  injuria)  o  por  dolo;Íž  b)los  condenados  en  algunos  juicios  de  buena  fe  referentes  a  las  sociedades,  o  a  la  tutela,  fiducia,  mandato  y  depĂłsito;Íž  c)los  que  ejercĂ­an  el  arte  teatral  o  gladiatoria  o  bien  una  actividad  vergonzosa;Íž  d)los  que  hubieran  quebrado  en  sus  negocios;Íž  e)  los  perjuros;Íž  f)los  militares  expulsados  del  ejĂŠrcito;Íž  g)los  bĂ­gamos;Íž  h)  las  mujeres  que  han  contraĂ­do     43 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

matrimonio  antes  de  un  aĂąo  de  la  disoluciĂłn  de  su  primer  matrimonio;Íž  i)quien  con  ellas  hubiese  contraĂ­do  matrimonio  y  quien  hubiera  dado  el  consentimiento;Íž  j)  el  tutor  que  se  hubiese  casado  con  la  pupila  o  la  hubiera  dado  en  matrimonio  a  su  propio  hijo,  etc.  En  el  derecho  justinianeo,  sin  embargo,  la  infamia  no  podĂ­a  nunca  ser  dispensada  por  el  adversario.   Ella  producĂ­a  ademĂĄs  la  incapacidad  de  ocupar  cargos  pĂşblicos,  de  promover  una  acciĂłn  popular  y  de  dar  testimonio.  De  la  infamia  se  distinguĂ­a  la  "turpitudo´ HVWR HV OD PDOD FRQGXFWD TXH EDMR  diversos  aspectos  era  tomada  en  consideraciĂłn  por  el  magistrado.   ReligiĂłn.-­El  profesar  una  fe  determinada  no  representĂł,  al  menos  hasta  cuando  el  cristianismo  llegĂł  a  ser  considerado  como  religiĂłn  oficial,  una  causa  que  modificase  la   capacidad  jurĂ­dica.  De  la  edad  postclĂĄsica  nacen,  sin  embargo,  una  serie  de  limitaciones  que  van  desde  la  exclusiĂłn  a  los  cargos  pĂşblicos  para  todos  los  no  cristianos,  y  a  la  prohibiciĂłn  para  los  hebreos  de  poseer  esclavos  cristianos  y  de  contraer  matrimonio  con  cristianos,  hasta  la  incapacidad  de  hacer  testamento  y  donar  para  los  apĂłstatas  y  los  herĂŠticos.  La  herencia  de  estos  últimos  parece  ser  que  recaĂ­a  sobre  el  fisco.  Una  incapacidad  cuasi  plena  penaba  mĂĄs  tarde  a  los  seguidores  de  la  herejĂ­a  maniquea  que  fue  considerada  ilegal.   Otras  causas.-­  En  el  derecho  quiritario  eran  considerados  en  condiciĂłn  de  VHPLHVFODYLWXG ORV Âładdicti´ HVWR HV ORV GHXGRUHV LQVROYHQWHV DVLJQDGRV judicialmente  al  acreedor,  el  cual  podĂ­a  privarles  de  la  libertad,  venderlos  o   PDWDUORV \ ORV Âłnexi´ HVWR HV ORV GHXGRUHV R 3HUVRQDV VXPLGDV D VX potestad)  entregados  al  acreedor  en  garantĂ­a  de  la  deuda.  Estos  institutos  primitivos  desaparecen  antes  de  la  edad  clĂĄsica,  en  la  que  encontramos,  no  REVWDQWH OD FRQGLFLyQ GH VHPLHVFODYLWXG HQ ORV Âłauctorati´ HV GHFLU HQ ORV hombres  libres  que  se  hubieran  vinculado  a  un  empresario  de  gladiadores,  y  HQ ORV Âłredempti  ab  hostibus´ TXH HUDQ ORV FLXGDGDQRV TXH RWURV KDEtDQ rescatado  de  la  cautividad  de  la  guerra  y  que  quedaban  sometidos  al  ³redemptor´ KDVWD  que  con  su  propio  trabajo  hubiesen  satisfecho  la  suma  por  Êstos  pagada.  En  el  derecho  justinianeo  queda  sĂłlo  esta  última  categorĂ­a,  disponiĂŠndose  por  otra  parte  que  la  duraciĂłn  de  tal  sumisiĂłn  no  podĂ­a  sobrepasar  los  cinco  aĂąos,  durante  los  cuales  el  "redemptus´ SHUPDQHFtD vinculado  como  en  prenda.  Â

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    LAS  PERSONAS  JURĂ?DICAS    El  Derecho  romano  no  llegĂł  a  elaborar  una  doctrina  completa  de  las  Personas  jurĂ­dicas,  suministrando,  sin  embargo,  a  los  intĂŠrpretes  posteriores  las  bases  para  su  construcciĂłn.  No  obstante,   ya  habĂ­a  llegado,  a  travĂŠs  de  un  largo  y  laborioso  camino,  a  reconocer  la  capacidad  de  ser  sujeto  de  derechos,  aĂşn,  a  entidades  diversas  del  hombre.  Hasta  el  final  de  la  Êpoca  clĂĄsica  esta  capacidad  le  es  atribuida  tan  sĂłlo  a  las  asociaciones  de  hombres  organizadas  para  la  consecuciĂłn  de  fines  duraderos  de  intereses  comunes  e  independientes  de  la  voluntad  y  de  los  intereses  de  los  miembros  que  las  integran.  En  la  edad  postclĂĄsica  y  justinianea,  con  una  mayor  abstracciĂłn,  se  comenzĂł  a  reconocer  la  capacidad  jurĂ­dica  tambiĂŠn  a  entidades  patrimoniales  destinadas  a  un  fin  especĂ­fico.  Con  tĂŠrminos  modernos  las  asociaciones  de  hombres  se  llaman  corporaciones;Íž  las  entidades  patrimoniales,  fundaciones.   3URWRWLSR GH HQWH FROHFWLYR HUD HO Âł3RSXOXV 5RPDQXV´,  que  tenĂ­a  todos  los  posibles  derechos.  Sobre  su  base  se  configuraron  otras  comunidades  de  GHUHFKR S~EOLFR FRPR ORV ÂłPXQLFLSLD´  y  las  ³FRORQLDH´ D ODV FXDOHV VH OHV va,  gradualmente,  reconociendo  una  capacidad  de  derecho  privado;Íž  y  las  corporaciones  privadas,  para  las  cuales  se  tenĂ­an  numerosas  denominaciones  (collegia,  corpora,  societates,  sodalicia,  etc.).  Los  componentes  de  ellas  se  OODPDEDQ Âłsocii´ R Âłsodales´ \ OD WRWDOLGDG GH HOORV Âłuniversitas´   Requisito  para  la  existencia  de  una  corporaciĂłn  era  la  reuniĂłn  de  por  lo  menos  tres  personas  que  tuvieran  la  intenciĂłn  de  constituir  una  unidad  orgĂĄnica  dirigida  a  un  fin  lĂ­cito,  que  podĂ­a  ser  religioso,  especulativo,  profesional,  etc.    Por  largo  tiempo  no  fue  necesario  el  reconocimiento  por  parte  del  Estado,  ya  que  era  suficiente  la  licitud  del  fin;Íž  pero  desde  el  principio  de  la  edad  imperial  era  necesario,  sin  embargo,  la  autorizaciĂłn  estatal.    Cada  corporaciĂłn  tenĂ­a  un  estatuto,  órganos  directivos,  una  sede  comĂşn  y  se  consideraba  existente  aunque  cambiaran  todos  los  socios  o  se  redujesen  a  uno.  Por  lo  menos  desde  la  edad  clĂĄsica  se  viene  afirmando  el  elemento  mĂĄs  caracterĂ­stico  de  la  Personalidad  jurĂ­dica  de  la  corporaciĂłn  cual  ente  distinto  de  sus  miembros,  esto  es:  que  los  derechos  y  obligaciones  se  referĂ­an  45 Â


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directamente  a  ella  y  no  a  sus  miembros  (si  quid  universitati  debitur  singulis  non  debitur,  nec  quod  debet  universitas  singuli  debent).  La  capacidad  patrimonial  de  las  corporaciones  se  fue  poco  a  poco  extendiendo;Íž  se  admite  tambiĂŠn  que  pudieran  manumitir  esclavos  adquiriendo  el  derecho  de  patronazgo  y,  en  último  tĂŠrmino,  le  fue  concedido,  en  un  principio  a  algunas  como  privilegio,  despuĂŠs  a  todas,  el  recibir  herencias  y  legados.    Las  corporaciones  privadas  se  extinguĂ­an:  a)  por  la  desapariciĂłn  de  todos  sus  socios;Íž  b)  por  la  disoluciĂłn  voluntaria;Íž  c)  por  la  consecuciĂłn  del  fin;Íž  d)  por  la  supresiĂłn  estatal.   Las  fundaciones  comienzan  a  aparecer  sĂłlo  en  la  edad  postclĂĄsica,  bajo  forma  de  instituciones  de  beneficencia  y  de  culto  promovidas  por  el  cristianismo  para  una  ³SLD FDXVD´ &RQVLVWtDQ HQ SDWULPRQLRV FRQILDGRV SRU lo  general  a  una  iglesia  y  destinados  a  la  creaciĂłn  de  orfelinatos,  asilos,  hospitales,  etc.  Pero,  sin  embargo,  a  un  reconocimiento  explĂ­cito  de  su  capacidad  jurĂ­dica  no  se  llegĂł  ni  tan  siquiera  en  el  derecho  justinianeo.  No  obstante,  se  intentĂł  asegurar  de  todos  modos  la  consecuciĂłn  del  fin,  dĂĄndoles  a  los  obispos  la  vigilancia  y  el  cuidado  sobre  la  administraciĂłn  de  tales  patrimonios  y  ampliando  las  muchas  normas  que  ya  regulaban  la  vida  de  las  corporaciones.   Una  Personalidad  jurĂ­dica  mĂĄs  plena   le  es  atribuida,  al  menos  en  el  derecho  justinianeo,  al  ³ILVFXV´ \ D OD ÂłKHUHGLWDV LDFHQV´ (O ILVFR HUD HO SDWULPRQLR LPSHULDO (O DFDED SRU DEVRUEHU DO Âłaerarium´ HVWR HV HO SDWULPRQLR GHO pueblo  romano.  Pero  se  separĂł  de  la  Persona  del  Emperador  y  fue  considerado  como  una  entidad  en  sĂ­  misma,  a  la  cual  le  fueron  atribuidos  muchos  privilegios.    La  herencia  yacente  era  cualquier  patrimonio  hereditario  todavĂ­a  no  aceptado  por  el  heredero.  Puesto  que  la  aceptaciĂłn  era,  por  lo  general,  necesaria  para  que  el  heredero  tomara  la  posiciĂłn  del  difunto,  en  este  intervalo  de  tiempo  tal  patrimonio  PermanecĂ­a  sin  titular  y  asĂ­,  pues,  como  si  fuese  una  ³UHV QXOOLXV´  En  el  derecho  clĂĄsico  se  llego  a  decir,  sin  embargo,  que  la  herencia  ocupaba  el  lugar  de  la  Personalidad  del  difunto,  y  en  el  derecho  justinianeo  se  llegĂł  aĂşn  mĂĄs  allĂĄ,  considerando  a  la  herencia  misma  como  Persona  y  como  ³GRPLQD´  de  las  cosas  hereditarias.  Â

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    EL  PROCEDIMIENTO  CIVIL  ROMANO    Nociones  Generales   El  procedimiento  civil  romano  (de  esta  manera  queda  mejor  especificado  que  QR FRQ OD H[SUHVLyQ Âłdefensa  de  los  derechos´ HQ FXDQWR FRPR YHUHPRV PiV tarde,  en  el  Derecho  romano  encuentran  defensa  aun  situaciones  de  hecho  que  no  tienen  UHFRQRFLPLHQWR HQ HO ÂłIus   Civile´ HV XQD GH ODV PDWHULDV HQ las  cuales  mĂĄs  se  refleja  la  rĂĄpida  evoluciĂłn  del  Derecho  romano  que  tuvo  lugar  por  obra  del  pretor.   En  Êl  se  distinguen  precisamente  tres  perĂ­odos,  los  cuales,  se  ve  bien,  no  se  han  sucedido  en  el  sentido  de  que  el  principio  del  uno  haya  coincidido  con  el  fin  del  otro,  sino  que  frecuentemente  han  convivido,  ofreciendo  medios  concurrentes  para  la  defensa  del  ciudadano  hasta  que  ha  prevalecido  aquel  que,  por  ser  mĂĄs  conforme  a  la  conciencia  social,  mejor  respondĂ­a  a  las  exigencias  de  la  defensa  real  de  aquellas  situaciones  necesitadas  de  una  sanciĂłn  jurĂ­dica.   Los  tres  PerĂ­odos  del  procedimiento  civil  romano  son:   3HUtRGR GH ODV ÂłLegis  Actiones´  3HUtRGR GHO SURFHGLPLHQWR ÂłPer  formulas´  3 3HULRGR GH OD Âł&RJQLWLR  H[WUD RUGLQHP´   Antes  de  adentramos  en  el  examen  particular  de  estos  perĂ­odos  nos  parece  oportuna  alguna  consideraciĂłn  de  orden  general  sobre  el  procedimiento.   Es  conocido  como  caracterĂ­stica  de  las  normas  jurĂ­dicas  de  los  ordenamientos  estatales  (el  derecho  internacional  no  estĂĄ,  en  efecto,  sujeto  a  esta  particularidad)  el  que  las  normas  por  ellos  recogidas  asuman  fuerza  obligatoria  por  medio  de  la  sanciĂłn  que  representa  un  mal  o  la  pĂŠrdida  de  un  bien  (Arangio  Ruiz)  conminando  a  quien  llegue  a  transgredir  la  norma  llamada  primaria,  esto  es:  aquella  que  prescribe  el  comportamiento  que  ha  de  seguirse.  La  aplicaciĂłn  de  la  sanciĂłn  se  obtiene  exigiendo,  en  los  modos  debidos  y  con  un  especĂ­fico  procedimiento  ³SURFHVR´ ÂłSURFHGHUH´ ÂłSrocessus´ DO (VWDGR HO UHFRQRFLPLHQWR GH OD H[LVWHQFLD GH OR SURSLR HVWR 47 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

es  del  derecho,  y  la  actuaciĂłn  concreta  para  la  restauraciĂłn  del  derecho  violado  o  menoscabado.   /D Âł$FWLR´ era  para  los  romanos  el  medio  para  poner  en   funcionamiento  el  SURFHVR ÂłActio  nihil  aliud  est  quam  ius  persequendi  iudicio  quod  sibi  debetur´   Por  lo  que  hasta  ahora  hemos  dicho,  resulta  claro  que  la  actividad  del  Estado  para  la  reintegraciĂłn  del  derecho  del  particular  consta  -­  por  lo  general  -­  de  dos  fases:   a)  una  primera  tendente  a  afirmar  la  existencia  del  derecho  y  su  lesiĂłn;Íž  y  b)  una  segunda  que  tiende  a  la  realizaciĂłn  o  reintegraciĂłn  del  derecho  reconocido;Íž  la  actividad  procesal  asume,  pues,  dos  diversos  aspectos  y  se  distinguen  por  lo  tanto  un  ³proceso  de  cogniciĂłn´ \ XQ Âłproceso  de  ejecuciĂłn´   Respecto  al  proceso  de  cogniciĂłn  puede  darse  el  caso  de  que  el  bien  que  se  intenta  tutelar  sea  un  derecho  real  o  que  sea  por  el  contrario  un  derecho  de  obligaciones.  En  el  primer  caso  se  tendrĂĄn  las  ³$FWLRQHV LQ UHP´ en  cuanto  siendo  el  derecho  real  una  relaciĂłn  directa  entre  el  titular  del  derecho  y  la  ³UHV´ REMHWR GH pVWH pO WLHQGH D OD WXWHOD GH HVWD UHODFLyQ GLULJLpQGRVH KDFLD quien  lo  obstaculice  indebidamente  (erga  omnes).  Ellas  eran  llamadas  por  los  romanos  "vindicationes´   Las  acciones  que  tendĂ­an  por  el  contrario  a  la  tutela  de  una  relaciĂłn  obligatoria,  en  cuanto  ello  ocurrĂ­a  entre  Personas  que  son  las  únicas  que  pueden  violarla,  se  llamaban  ³$FWLRQHV LQ 3HUVRQDP´ y  tambiĂŠn,  con  un  WpUPLQR HVSHFLILFR Âłcondictiones´   ([LVWtD HQ HO 'HUHFKR URPDQR WDPELpQ XQ Âłtertium  genus´ GH DFFLRQHV TXH WHQtDQ RULJHQ HQ ODV ÂłActiones  in  Personam´ HQ FXDQWR QDFtDQ GH XQD relaciĂłn  obligatoria,  Pero  tenĂ­an  al  mismo  tiempo  la  caracterĂ­stica  de  poderse  dirigir  contra  todos  aquellos  que  se  encontraban  en  condiciĂłn  de  poder  defender  el  derecho  en  cuestiĂłn.  Ellas  eran  llamadas  ³$FWLRQHV LQ UHP VFULSWDH´ VLHQGR OD PiV FDUDFWHUtVWLFD OD ÂłActio  quod  metus  causa´ OD acciĂłn,  esto  es,  concedida  en  tutela  de  quien  pudiera  sufrir  una  inminente  violencia  en  la  estipulaciĂłn  de  un  negocio.  En  cuanto  al  objeto  de  la  demanda  los  romanos  conocĂ­an  otra  distinciĂłn  de  las  acciones:   ³$FWLRQHV UHt 3HUVHFXWRULDH´ aquellas  que  tenĂ­an  por  objeto  el  resarcimiento  inmediato  de  un  daĂąo  patrimonial. Â

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IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

Âł$FWtRQHV SRHQDOHV´ es  decir,  aquellas  con  las  cuales  se  perseguĂ­a  una  suma  de  dinero  debida  a  tĂ­tulo  penal  (ejemplos  tĂ­picos:  las  acciones  de  hurto,  rapiĂąa,  daĂąo,  injuria).  ³$FWLRQHV PL[WDH´ eran  en  suma,  las  acciones  que  tendĂ­an  a  ambas  finalidades.  ³$FWLRQHV FLYLOHV´ eran  las  acciones  que  se  dirigĂ­an  para  hacer  valer  las  UHODFLRQHV WXWHODGDV SRU HO ÂłIus   Civile´  ³$FWLRQHV KRQRUDULDH´ R ÂłPraetoriae´ aquellas  concedidas  por  el  pretor  SDUD OD WXWHOD GH ODV UHODFLRQHV QR FRPSUHQGLGDV SRU HO ÂłIus   Civile´   De  particular  relieve,  a  los  fines  de  un  justo  conocimiento  de  la  importancia  de  la  funciĂłn  sustancial  que  tenĂ­a  en  el  derecho  pretorio  el  procedimiento  civil,  son  otras  distinciones  como:  ³$FWLRQHV LQ IDFWXP´ que  eran  las  acciones  con  las  cuales  el  pretor  tutelaba  una  relaciĂłn  de  hechos  no  especificados  por  el  derecho  civil  y  que  hubieran  quedado  por  lo  tanto  privados  de  la  tutela  jurisdiccional  por  Êste  concedida  para  los  titulares  de  las  relaciones  jurĂ­dicas.  ³Actiones  utiles´ por  las  cuales  el  pretor  aplicaba  acciones  ya  existentes  a  situaciones  anĂĄlogas  a  aquellas  para  las  cuales  se  habĂ­an  constituido  (por  contraposiciĂłn  la  acciĂłn  originaria  era  llamada  ³Actio  directa´  ³Actiones  ficticiae´ DTXHOODV PHGLDQWH ODV FXDOHV HO SUHWRU SDUD KDFHU SRVLEOH la  aplicaciĂłn  de  una  acciĂłn  ya  existente  a  una  relaciĂłn  nueva,  fingĂ­a  la  existencia  en  tal  relaciĂłn  de  un  elemento  que,  sin  embargo,  faltaba  (por  ejemplo,  fingĂ­a  la  existencia  de  la  usucapio  cuando  ella  no  se  habĂ­a  aĂşn  FXPSOLGR Âłrei  vindicatio  utilis´ (Q ODV ÂłActiones  útiles´ VH H[WHQGtD HQ sustancia  una  acciĂłn  a  unos  hechos  especiales  que  no  habĂ­an  sido  tipificados;Íž  3HUR HQ ODV ÂłActiones  ficticiae´ HO SURFHGLPLHQWR HUD FRQWUDULR \ VH encuadraban,  con  las  oportunas  adaptaciones,  los  hechos  especiales  en  el  åmbito  GH XQD ÂłActio´ H[LVWHQWH /D SDUWH TXH DFWXDED HUD OODPDGD HQ HO 'HUHFKR URPDQR Âł$FWRU´ PLHQWUDV TXH DTXpOOD FRQWUD OD TXH LED GLULJLGD OD DFFLyQ GHPDQGDGR HUD OODPDGD ÂłReus´ (Q FXDQWR D OD UHSUHVHQWDFLyQ HQ juicio,  en  un  principio  limitada,  fue  ya  en  la  Êpoca  clĂĄsica  normalmente  admitida.  Se  distinguĂ­a  el  ³FRJQLWRU´ TXH HUD FRQVWLWXLGR FRPR WDO SRU XQD IyUPXOD \D HVWDEOHFLGD Âłcertis  verbis´ \ HO Âłprocurator´ SDUD FX\D designaciĂłn  no  era  necesaria  una  solemnidad  particular  y  que  tuvo  asĂ­,  pues,  en  el  transcurso  del  tiempo  mayor  efectividad.    1DWXUDOPHQWH OD GLVWLQFLyQ HQWUH ÂłActiones  civiles´ \ Âłhonorariae´ \ WRGDV las  especificaciones  tĂŠcnicas  relativas  a  ellas,  desaparecieron  poco  a  poco  en  la  Êpoca  post-­clĂĄsica  con  la  fusiĂłn  del  derecho  civil  con  el  derecho  pretorio  de  tal  forma  que  el  origen  profundamente  diverso  de  los  dos  sistemas  resultĂł  irrelevante.     49 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

 /DV GRV SULPHUDV IDVHV GHO SURFHGLPLHQWR FLYLO URPDQR HVWR HV OD IDVH ÂłPer  legis  actiones´ \ OD IDVH ÂłPer  formulas´ VXHOHQ VHU UHDJUXSDGDV HQ Xna  GHQRPLQDFLyQ PiV DPSOLD OODPDGD ÂłOrdo  iudiciorum  privatorum´ (VWH WpUPLQR TXH VLJQLILFD ÂłRUGHQ GH ORV MXLFLRV SULYDGRV´ HQFXHQWUD VX justificaciĂłn  en  el  hecho  de  que  en  este  procedimiento  tĂ­picamente  romano  es  prevalente  la  acciĂłn  del  juez  privado,  elegido  por  las  partes.  El  tenĂ­a,  por  llamarle  con  tĂŠrminos  modernos,  carĂĄcter  tĂ­picamente  arbitral.    El  procedimiento  se  desarrollaba,  en  efecto,  en  dos  fases:  1.  -­una  primera  que  tenĂ­a  sĂłlo  el  fin  de  crear  la  relaciĂłn  procesal  y  fijar  los  tĂŠrminos  de  la  controversia,  que  se  desarrollaba  ante  un  funcionario  pĂşblico,  HO ÂłPraetor´ \ TXH HUD OODPDGD Âłin  iure´   2.-­una  segunda  que  constituĂ­a  el  juicio  verdadero  y  propio  en  cuanto  tendĂ­a  a  OD E~VTXHGD GH OD YHUGDG TXH HUD OODPDGD ÂłLQ LXGLFLR´    La  primera  fasH VH FHUUDED FRQ OD Âłlitis  contestatio´ /D VHJXQGD IDVH VH desarrollaba  toda  ella  ante  el  juez  privado,  elegido  por  las  partes,  y  de  Êl  HPDQDED OD GHFLVLyQ OODPDGD VHQWHQFLD (O SURFHGLPLHQWR ÂłPer  Legis  ActLRQHV´ FDUDFWHUL]DGR SRU XQ HVWUHFKR IRUPDOLVPo  y  que  era  rĂ­gidamente  establecido  por  la  ley  (de  aquĂ­  precisamente  su  denominaciĂłn),  tiene  su  origen  en  la  Êpoca  mĂĄs  antigua  y  fue  ya  estudiado  en  la  Ley  de  las  XII  Tablas.  La  reforma  de  este  procedimiento,  apenas  idĂłnea  para  una  pequeĂąa  sociedad  y  economĂ­a  tĂ­picamente  agrĂ­cola,  Pero  aĂşn  mĂĄs  inadecuada  por  la  transformaciĂłn  de  la  economĂ­a  romana,  con  la  conquista  del  åmbito  del  MediterrĂĄneo,  de  agrĂ­cola  a  comercial,  fue  iniciada  en  la  segunda  mitad  del  siglo  II  a.  de  C.  por  la  Lex  Aebutia,  la  cual  introduce  como  facultativo  el  procedimiento  formulario.  Es  natural  que  Êl  por  su  mayor  adaptabilidad  a  la  conciencia  social  y  a  las  necesidades  prĂĄcticas,  se  extendiese  con  la  rapidez  que  el  conservadurismo  de  los  romanos  consentĂ­a.  De  tal  forma  que  despuĂŠs  de  poFR PiV GH XQ VLJOR $XJXVWR FRQ VX ÂłLex  Iudiciorum  privatorum´ haciendo  obligatorio  el  nuevo  sistema,  podĂ­a  sancionar  el  uso  ya  prĂĄcticamente  generalizado.   (O SURFHVR ÂłPer  Legis  Actiones´   El  proceso  de  cogniciĂłn  tenĂ­a  lugar  en  el  perĂ­odo  del  procedimiento  civil  romano  que  corresponde,  mĂĄs  o  menos,  a  la  fase  del  derecho  quiritario  y  que  tiene  como  caracterĂ­stica  la  mĂĄs  absoluta  oralidad,  por  medio  de  tres  DFFLRQHV (VWR HV SRU FXDQWR FRQFLHUQH D OD IDVH SUHSDUDWRULD GHO MXLFLR Âłin  LXUH´ /D IDVH Âłin  iudicio´ SRU VX SURSLD IXQFLyQ QR HVWDED \D VXMHWD D 50 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

formalismos  particulares.  Se  abrĂ­a  con  la  manifestaciĂłn  oral  hecha  por  las  partes  y  los  testigos  sobre  cuanto  habĂ­a  acaecido  en  la  primera  fase  (litis  contestatio).  ³/HJLV $FWLR VDFUDPHQWR´ asĂ­  llamada  porque  el  fundamento  de  todo  el  procedimiento  era  una  promesa  en  forma  solemne  (sacramentum)  que  las  partes  se  hacĂ­an  y  que  cualificaba  el  pronunciamiento  del  juez,  el  cual,  FRPR FRQFOXVLyQ GH OD IDVH Âłin  iudicio´ DQWHV TXH GHFODUDU FXiO GH ODV SDUWHV tuvieUD UD]yQ \ FXiO FXOSD GHWHUPLQDED Âłut  Ius   sacramentum  in  Iustitia  aut  ,XV LQLXVWXP VLW´   Ella  era  una  acciĂłn  general  (Actio  generalis)  en  el  sentido  de  que  encontraba  aplicaciĂłn  en  todos  los  casos  para  los  cuales  en  tutela  de  una  determinada  relaciĂłn  no  existiese  una  acciĂłn  especĂ­fica.  Llena  de  simbolismo  arcaico  (de  OR FXDO OD QDWXUDOH]D UHOLJLRVD GHO Âłsacramentum´ HUD XQD WtSLFD PDQLIHVWDFLyQ SRVWXODED TXH VL Âłin  rem´ OD FRVD PLVPD R XQD SDUWH representativa  de  ella  (por  ejemplo,  un  terrĂłn  del  fundo  en  litigio)  fuese  llevado  ante  el  magistrado  y  que  sobre  Êl  los  dos  contendientes  presentaran  VX SUHWHQVLyQ FRQ OD LPSRVLFLyQ GH XQD Âłvindicta´ R Âłsignun  Iusti  domini´ \ HO SURQXQFLDPLHQWR GH IyUPXODV GHWHUPLQDGDV /D DFFLyQ Âłin  Personam´ HUD mĂĄs  simple  en  cuanto  el  ³$FWRU´ VH OLPLWDED D GHFODUDU VROHPQHPHQWH DQWH HO magistrado  su  pretensiĂłn  y  el  demandado  requerido,  a  negar  su  existencia.    ³/HJLV $FWLR SHU FRQGLFWLRQHP´  ³condictio´ HUD OD LQWLPLGDFLyQ FRQ OD FXDO el  Actor  al  negarse  el  demandado  ante  OD SUHWHQVLyQ SRU pO H[SXHVWD Âłin  jure´ sin  el  uso  de  fĂłrmulas  particulares,  le  emplazaba  a  un  reencuentro  a  los  treinta  dĂ­as  ante  el  pretor  para  la  elecciĂłn  del  juez  privado  al  cual  debĂ­a  ser  confiada  la  segunda  parte  del  juicio  (in  iudicio).  A  diferencia  GH OD ÂłLegis  actio  Sacramento´ TXH HUD FRPR VH KD GLFKR GH FDUiFWHU JHQHUDO HVWD DFFLyQ FRPR OD ÂłPer  iudicis  arbitrive  postulationem´ IXH LQWURGXFLGD SRU OD Lex  Silia  para  los  crĂŠditos  consistentes  en  una  suma  de  dinero  determinada  (certa  pecunia),  y  extendida  por  la  Lex  Calpurnia  para  los  crĂŠditos  consistentes  en  una  cosa  determinada  (certa  res).   ³/HJLV $FWLR 3HU LXGLFLV DUELWULYH SRVWXODWLRQHP´  TambiĂŠn  ella  era  de  origen  bastante  antiguo  (se  determinaba  ya  por  la  Ley  de  las  XII  Tablas).  Era  por  oWUD SDUWH EDVWDQWH VLPSOH HQ FXDQWR SRU PHGLR GH HOOD HO Âł$FWRU´ exigĂ­a  DO GHPDQGDGR HO UHFRQRFLPLHQWR GH VX GHXGD FRQWUDtGD SRU XQD Âłstipulatio´ En  el  caso  que  se  diera  la  negaciĂłn  el  Actor  invitaba  al  pretor,  con  una  fĂłrmula  solemne,  de  la  cual  ha  tomadR HO QRPEUH OD ÂłActio´ SDUD TXH nombrase  al  juez  de  la  controversia.   (O SURFHVR VH FHUUDED FRQ XQD Âłsententia´ TXH SRGtD VHU GH FRQGHQD GH absoluciĂłn,  o  de  mera  afirmaciĂłn.  Este  último  tipo  de  sentencia,  que     51 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

declaraba  la  existencia  de  un  derecho  de  estado,  no  implicaba  el  procedimiento  ejecutivo.  Dada  la  sentencia  de  condena,  por  el  contrario,  el  Actor  para  obtener  una  concreta  ventaja  debĂ­a  realizar  el  bien  judicialmente  reconocido.    (Q HO SURFHGLPLHQWR ÂłPer  legis  Actiones´ VH DFRVWXPEUDED D GLVWLQJXLU  entre  ³$FWLRQHV LQ UHP´ \ Âł$FWLRQHV LQ 3HUVRQDP´ (Q ODV SULPHUDV SDUHFH TXH OD HMHFXFLyQ GH OD VHQWHQFLD LED JDUDQWL]DGD SRU PHGLR GH ILDGRUHV R Âłpraedes´ que  al  principio  del  proceso  se  constituĂ­an  como  responsables  de  la  restituciĂłn  de  la  cosa  y  de  los  frutos.  En  las  acciones  obligatorias,  por  el  contrario,  estaban  en  uso  dos  acciones  especĂ­ficas.  Como  para  la  parte  relativa  al  proceso  de  cogniciĂłn,  tambiĂŠn  aquĂ­  ha  de  distinguirse  una  acciĂłn  general  la  primera  y,  una  acciĂłn  admitida  en  casos  taxativamente  determinados,  la  segunda  apuntada.   ´/HJLV $FWLR SHU PDQXV LQLHFWLRQHP.  CaracterĂ­stica  del  proceso  ejecutivo  de  este  PerĂ­odo  arcaico  es  la  existencia  de  la  ejecuciĂłn  Personal  sobre  el  deudor.  Quien  habĂ­a  sido  condenado  a  pagar  una  suma  de  dinero,  despuĂŠs  de  treinta  dĂ­as  de  demora,  era  llamado  a  juicio  por  el  acreedor  o,  si  no  prestaba  garantĂ­a  era,  con  la  autorizaciĂłn  del  pretor,  asignado  (adictus)  al  mismo  acreedor.  Si  despuĂŠs  de  sesenta  dĂ­as  ninguno  lo  rescataba,  podĂ­a  ser,  en  la  Êpoca  mĂĄs  arcaica,  maWDGR R YHQGLGR ÂłWUDQV 7LEHULP´  La  evoluciĂłn  posterior  atenuĂł  el  primitivo  rigorismo,  por  lo  que  el  derecho  del  acreedor  fue  limitado  a  la  posibilidad  de  tener  al  deudor  en  prisiĂłn,  al  fin  de  satisfacerse  con  el  trabajo  de  Êl.   ´/HJLV $FWLR SHU SLJQRULV FDSLRQHP´  era  una  ejecuciĂłn  de  carĂĄcter  patrimonial  introducida  por  las  XII  Tablas  sĂłlo  para  las  relaciones  de  carĂĄcter  sacro,  Pero  mĂĄs  tarde  extendida  a  la  materia  fiscal  para  relaciones  determinadas  (DHV PLOLWDUH DHV DHTXHVWUH DHV KRUGHDULXPÂś   El  procHVR´Per  formulas´   0LHQWUDV FRPR VH KD GLFKR OD FDUDFWHUtVWLFD GHO SURFHGLPLHQWR ÂłPer  legis  Actiones´ HUD OD FRPSOHWD RUDOLGDG GHO SURFHVR SRU OD FXDO HO MXH] HQ OD segunda  fase  del  juicio  (in  iudicio)  tomaba  de  la  propia  voz  de  los  interesados  y  de  los  testigos  cuĂĄles  habĂ­an  sido  los  extremos  de  la  controversia  fijados  ³in  jure´ HO SURFHGLPLHQWR IRUPXODULR WRPD VX QRPEUH GHO GRFXPHQWR HVFULWR (fĂłrmula)  que  el  pretor  redactaba,  en  conclusiĂłn  de  la  primera  fase  del  juicio,  dĂĄndole  al  juez  instrucciones,  el  cual  era  un  ciudadano  privado.   52 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

En  sustancia  el  magistrado,  que,  en  cuanto  tal  era  necesariamente  experto  en  derecho,  fijaba  los  tĂŠrminos  jurĂ­dicos  de  la  controversia  y  delegaba  la  indagaciĂłn  sobre  los  hechos  al  juez,  que,  por  ser  un  ciudadano  privado,  podĂ­a  no  tener  cultura  jurĂ­dica  adecuada.  La  parte  mĂĄs  extensa  y  difĂ­cil  del  proceso  era  por  otra  parte  la  que  se  desarrollaba  ante  el  juez  privado  para  la  determinaciĂłn  de  las  pruebas  y  de  las  restantes  confirmaciones.   La  formula  comenzaba  precisamente  FRQ OD GHVLJQDFLyQ GHO MXH] ÂłTitus  iudex   esto´ \ VH GLYLGtD HQ YDUtDV SDUWHV   D /D ÂłGHPRQVWUDWLR´ (quod  Aulus  Agerius   -­  nombre  supuesto  con  el  cual  solĂ­a  indicarse  al  Actor  -­.  Numerio  Negidio  -­  otro  nombre  con  el  cual  se  indicaba  al  demandado  -­  hominem  vendidit),  con  la  cual  se  fijaba  una  breve  exposiciĂłn  de  los  hechos.  En  la  doctrina  general  el  hecho  que  daba  origen  a  la  controversia  era  la  venta  de  un  esclavo  hecha  por  A.  Agerio  a  N.  Negidio.  E /D ÂłLQWHQWLR´ (si  paret  Numerium  Negidium  Aulo  Agerio  sestertium  X  milia  dare  opertere)  con  la  cual  se  fijaba  la  pretensiĂłn  del  Actor;Íž  Negidio  debĂ­a  10.000  sestercios  a  A.  Agerio  por  la  adquisiciĂłn  del  esclavo.  F /D ÂłFRQGHPQDWLR´ (iudex,  Numerium  Negidium  Aulo  Agerio  sestertium  X  milĂ­a  condemnato,  si  non  paret  absolvito)  con  la  cual  el  magistrado  daba  al  juez  la  potestad  de  condenar  o  absolver  al  demandado  segĂşn  que  hubiese  resultado  fundada  o  no  la  pretensiĂłn  del  Actor.   (VWD SDUWH HQ ORV MXLFLRV GLYLVRULRV HUD VXVWLWXLGD SRU OD Âładiudicatio´ faltaba,  sin  embargo,  en  los  juicios  de  mera  confirmaciĂłn  (fĂłrmulae  praeiudiciales),  esto  es,  en  aquellos  juicios  con  los  cuales  se  tendĂ­a  a  obtener  la  confirmaciĂłn  de  un  hecho  y  no  a  la  realizaciĂłn  de  una  pretensiĂłn.  A  veces  OD Âłdemonstratio´ LED SUHFHGLGD GH XQD SDUte  que  precisamente  por  estar  escrita  al  principio  de  la  fĂłrmula,  era  llamada  ³SUDHVFULSWLR´  Ella  servĂ­a  para  precisar  cuĂĄl  de  los  numerosos  efectos  de  una  relaciĂłn  litigiosa,  se  querĂ­a  hacer  valer  en  aquel  juicio.   Como  ya  se  ha  acentuado  las  ³IRUPXODH´  fueron  un  potente  medio  utilizado  por  el  pretor  para  proteger  de  tutela  jurĂ­dica  las  relaciones  que  no  HQFRQWUDEDQ WDO WXWHOD HQ HO ÂłIus   Civile´ 6H GLVWLQJXLHURQ DVt ODV "formulae  in  ,XV FRQFHSWDH´  las  cuales  hacĂ­an  referencia  a  una  relaciĂłn  tutelada  por  el  ³,XV &LYLOH´  o  tutelaban  una  relaciĂłn  fingiendo  la  existencia  de  un  elemento  que  faltaba  para  que  ella  pudiera  ser  tutelada  por  el  ³,XV &LYLOH´  y  por  extensiĂłn,  dirĂ­amos  analĂłgica,  Êstas  (formulae  ficticiae),  de  aquĂŠllas  en  ³IDFWXP FRQFHSWDH´  eQ ODV FXDOHV XQD GHWHUPLQDGD UHODFLyQ HUD WXWHODGD Âłex  se´ SRUTXH HUD FRQVLGHUDGD PHULWRULD GH HVWD WXWHOD      53 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

Mientras  que  en  nuestro  ordenamiento  jurĂ­dico  como  exigencia  de  cada  acciĂłn  debe  existir  una  relaciĂłn  reconocida  por  el  derecho,  en  el  Derecho  romano  el  pretor,  aun  no  teniendo  facultad  para  crear  el  derecho,  podĂ­a,  en  resumen,  dar  relieve  jurĂ­dico  a  travĂŠs  de  la  tutela  jurisdiccional  a  relaciones  que  no  eran  jurĂ­dicas.   3HUR QR VyOR D WUDYpV GH HVWDV Âłformulae´ HO GHUHFKR SUHWRULR DFW~D FRPR correctivo  del  arcaico  ³,XV &LYLOH´  extendiendo  su  campo  de  aplicaciĂłn.  El  rigorismo  formalista  del  derecho  quiritario  podĂ­a,  a  veces,  no  prestar  la  debida  protecciĂłn  a  relaciones  jurĂ­dicas  que  surgidas,  ciertamente,  en  los  modos  y  tĂŠrminos  establecidos  por  el  ³Ius   Civile´ KDOOiEDQVH VLQ HPEDUJR HQ FRQWUDVWH FRQ DTXHOODV TXH HUDQ FRQVLGHUDGDV FRPR Âłboni  mores´ +DFLD HO final  de  la  repĂşblica,  cuando  el  crecimiento  del  comercio  aumentĂł  el  nĂşmero  de  los  negocios  dolosos,  la  tutela  jurĂ­dica  comenzĂł  a  dirigirse  -­  por  un  progresivo  refinamiento  del  sentido  jurĂ­dico  -­  hacia  la  esencia  de  las  relaciones  mĂĄs  que  hacia  la  forma,  hacia  la  voluntad  efectiva  mĂĄs  que  hacia  la  declaraciĂłn  formalista.  Nace  asĂ­  la  ³H[FHSWLR GROL´ que  representa  el  arma  mĂĄs  potente  del  triunIR GHO ÂłIus   Praetorium´ VREUH HO ÂłFLYLOH´ \ TXH VHUYtD para  paralizar  las  acciones  basadas  sobre  las  relaciones  que  el  derecho  civil  protegĂ­a,  Pero  que  el  derecho  pretorio  juzgaba  inmerecedoras  de  tutela;Íž  y  pues,  la  ³$FWLR GROL´ para  hacer  tutela  en  situaciones  anĂĄlogas  en  beneficio  del  Actor  antes  que  del  demandado.   0iV DOOi GH OD Âłexceptio  doli´ TXH FRPR VH KD YLVWR QR HQFRQWUDED VX fundamento  sino  en  una  valoraciĂłn  de  hecho,  y  que  PertenecĂ­a  asĂ­,  pues,  aunque  no  con  caracteres  propios  del  todo,  a  la  mĂĄs  basta  categorĂ­a  de  las  excepciones  concedidas  por  el  pretor  para  los  hechos  que  Êl  consideraba  merecedores  de  tutela  (exceptiones  honorariae),  las  excepciones  podĂ­an,  a  semejanza  de  las  acciones,  hacer  referencia  a  expresas  disposiciones  del  ³,XV CiYLOH´  como  por  ejemplo:  la  ³H[FHSWLR Ge  Ius   &LQFLDH´ que  servĂ­a  para  KDFHU LQHILFDFHV ODV GRQDFLRQHV KHFKDV VLQ OD IRUPD VROHPQH \ OD Âłexceptio  6HQDWXV FRQVXOWL 9HLOHLDQL´ en  favor  de  la  mujer  en  materia  de  garantĂ­as  obligatorias.   Estas  excepciones,  dada  su  naturaleza  y  atendiendo  en  sustancia  a  la  configuraciĂłn  jurĂ­dica  de  la  relaciĂłn,  debĂ­an  ser  insertadas  en  la  fĂłrmula  y  asĂ­,  pues,  propuestas  LQ LXUH´  Se  insertaban  despuĂŠs  de  la  ³LQWHQWLR´  en  forma  de  condiciones  negativas  que  excluĂ­an  la  condena  Las  excepciones  podĂ­an  ser:   Peremptoriae,  que  eran  aquellas  idĂłneas  para  paralizar  en  perpetuo  la  acciĂłn.  54 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

Dilatoriae,  que  eran  aquellas  idĂłneas  para  paralizar  la  acciĂłn  sĂłlo  por  un  cierto  tiempo.   Determinada  la  fĂłrmula,  que  venĂ­a  aceptada  por  el  demandado,  y  nombrado  HO MXH] WHQtD ILQ OD IDVH ÂłLQ MXUH´  del  procedimiento,  que  se  cerraba  con  la  invitaciĂłn  hecha  a  los  presentes  a  dar  testimonio  del  acuerdo  que  habla  tenido  lugar  (litis  contestatio).  Es  importante  subrayar  que  en  el  procedimiento  del  "Ordo  iXGLFLRUXP SULYDWRUXP´  la  "litis  contestatio´ WHQtD XQD LPSRUWDQFLD fundamental,  igual  a  la  de  la  "res  iudicata´ D ORV ILQHV SRU HMHPSOR GH OD aplicaciĂłn  del  principio  "bis  de  eadem  re  agi  non  potest´ 7DPELpQ HO SDUWLFXODU HIHFWR TXH VXHOH OODPiUVHOH ÂłconsumaciĂłn  de  la  acciĂłn  relativa  a  la  UHODFLyQ GHGXFLGD HQ MXLFLR´ FRQVXPDFLyQ SURFHVDO HQ HO VHQWLGR GH TXH DO vĂ­nculo  jurĂ­dico  preexistente  al  juicio  y  que  de  Êl  habĂ­a  sido  el  fundamento  se  le  sustituĂ­a  por  un  nuevo  vĂ­nculo  nacido  de  la  instauraciĂłn  de  la  relaciĂłn  procesal.  Ella  valĂ­a,  asimismo,  para  cristalizar  la  relaciĂłn  sustancial  en  el  sentido  de  que  el  juez  deberĂ­a  remitirse  al  momento  de  la  ³OLWLV FRQWHVWDWLR´  ya  sea  para  determinar  la  existencia  de  la  pretensiĂłn  deducida  en  juicio,  ya  sea  para  la  determinaciĂłn  de  la  condena.   Como  en  el  proceso  por  ³OHJLV $FWLRQHV´ WDPELpQ DTXt HV FDUDFWHUtVWLFR HO carĂĄcter  privado  de  la  segunda  parte  del  proceso  (in  iudicio),  siendo  el  juez  un  particular  y  no  un  funcionario  pĂşblico.  Por  lo  mĂĄs  el  juez  era  único  (unus  iudex).   Pero  no  faltaban  ejemplos  de  juicios  deferidos  a  órganos  colegiados  (recuperatores,  centumviri,  decemviri,  stitibus  iudicandis).    CaracterĂ­stico  de  esta  fase  del  juicio  era  que,  dentro  del  esquema  fijado  en  la  fĂłrmula,  el  juez  procedĂ­a  con  la  mĂĄxima  libertad  en  la  admisiĂłn  de  las  pruebas,  y  podĂ­a  tambiĂŠn  concluir  que  Êl  no  estaba  en  grado  de  resolver  la  controversia  (jurare  sibi  non  liquere)  y  hacerse  sustituir.  CaracterĂ­stica  del  Derecho  romano  era  la  inderogable  necesidad  de  que  la  peticiĂłn  del  Actor,  fijada  en  la  fĂłrmula,  debĂ­a  reflejar  con  la  mĂĄxima  precisiĂłn  la  efectiva  realidad  de  su  derecho.  En  tanto  Êl  hubiese  exigido  de  mĂĄs  (plus  petitio),  el  juez  debĂ­a  pronunciar  la  absoluciĂłn  del  demandado.   Se  conocĂ­an  FXDWUR FDVRV GH ÂłSOXV SHWLWLR´ ÂłUH´  R Âłsumma´ FXDQGR VH H[FHGtD HQ OD SHWLFLyQ GH OD FDQWLGDG GHELGD Âłtempore´ FXDQGR VH GHPDQGDED DQWHV GHO WLHPSR HVWDEOHFLGR Âłloco´ FXDQGR VH GHPDQGDED OD SUHVWDFLyQ HQ OXJDU GLYHUVR GH DTXHO HQ HO TXH GHEtD KDFHUVH Âłcausa´ R Âłqualitate´ cuando  se  alteraban  en  cualquier  modo  los  tĂŠrminos  de  la  prestaciĂłn.  El  pronunciamiento  del  juez,  que  no  estaba  sujeto  a  formas  SDUWLFXODUHV OODPiEDVH Âłsententia´ HVWR HV ÂłVHQWHQFLD´ \ GDGR HO FDUiFWHU arbitral  del  juicio,  no  estuvo  por  mucho  tiempo  sometida  a  impugnaciĂłn.  La     55 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

apelaciĂłn  parece  haber  sido  introducida,  bajo  forma  de  recurso  al  Emperador,  HQ HO SULQFLSDGR GH $XJXVWR (V QRWDEOH VXEUD\DU TXH HQ HO 3HUtRGR ÂłGHO SURFHGLPLHQWR IRUPXODULR HO REMHWR GH FDGD FRQWURYHUVLD ÂłDXQ GH FDUiFWHU real)  deEtD YDORUDUVH HQ XQD VXPD GH GLQHUR \ OD Âłcondemnatio´ HUD VLHPSUH Âłpecuniaria´ 3HUR FRQWHQtD HQ ODV DFFLRQHV UHDOHV OD FOiXVXOD UHVWLWXWRULD Âłnisi  restituat´   Naturalmente  podĂ­a  conseguirse  el  fin  de  la  restituciĂłn  de  la  cosa  pronunciando  una  condena  pecuniaria   desproporcionadamente  mayor  al  valor  de  la  cosa  misma.  TambiĂŠn  en  este  perĂ­odo  el  proceso  ejecutivo  tiene  el  carĂĄcter  prevalente  de  ejecuciĂłn  sobre  la  persona  del  deudor,  que  por  causas  del  carĂĄcter  pecuniario  de  la  condena  era  siempre  obligado  a  pagar  una  suma  de  dinero.   La  reintegraciĂłn  patrimonial  del  acreedor-­Actor  tenĂ­a  lugar  indirectamente  en  el  sentido  de  que  el  proceso  ejecutivo  otra  cosa  no  podĂ­a  hacer  mĂĄs  que  apremiar  sobre  la  voluntad  del  que  habĂ­a  perdido  el  juicio  para  que  cumpliera  VX REOLJDFLyQ (OOR WHQtD OXJDU PHGLDQWH OD Âł$FWLR LXGLFDWL´  Durante  esta  fase  del  proceso  si  el  demandado  no  pagaba,  Pero  reconocĂ­a  su  deuda,  era  entregado  al  acreedor  que  se  resarcĂ­a  con  su  trabajo.  Si,  por  el  contrario,  negaba  (infitiabat)  su  deuda,  el  proceso  tenĂ­a  el  consiguiente  desarrollo  propio  del   procedimiento  de  cogniciĂłn,  pero,  si  la  pretensiĂłn  del  Actor  resultaba  fundada,  el  demandado  era  constreĂąido  a  pagar  el  doble.   Sin  embargo,  con  el  discurrir  del  tiempo,  surge,  como  alternativa,  y  para  el  caso  de  que  la  ejecuciĂłn  personal  resultase  imposible,  una  forma  de  procedimiento  ejecutivo  con  la  cual  el  acreedor  pasaba  a  ser  titular  de  la  posesiĂłn  general  de  los  bienes  del  deudor  (missio  in  bona),  con  la  posibilidad,  despuĂŠs  de  un  cierto  tiempo,  de  llegar  a  la  venta  (bonorum  venditio).  Se  trataba  en  suma  de  una  ejecuciĂłn  general,  semejante  a  la  quiebra,  que  el  deudor  preferĂ­a  soportar  todas  las  veces  en  que  sus  deudas  superaban  a  sus  ingresos  no  obstante  su  trabajo.  En  casos  determinados  era  admitida  la  venta  de  los  bienes  singulares.  Augusto  permitiĂł  que  el  deudor  se  sometiera  voluntariamente  al  procedimiento  ejecutivo  sobre  los  bienes  (cessio  bonorum),  evitando  asĂ­  la  infamia  derivada  del  procedimiento  coactivo.   /D ÂłCognitio  extra  ordinem´   MieQWUDV HQ HO ÂłOrdo  iudiciorum  privatorum´ OD LQWHUYHQFLyQ GHO SRGHU S~EOLFR HUD FRPR VH KD YLVWR H[WUHPDGDPHQWH UHGXFLGD OD ÂłFRJQLWLR H[WUD RUGLQHP´ DVt OODPDGD SRUTXH VH WUDWDED GH XQ SURFHGLPLHQWR GHVDUUROODGR 56 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

FRPSOHWDPHQWH PiV DOOi GHO ÂłOrdo  iudiciorum  privatorum´ HUD GRPLQDGD por  la  actividad  del  magistrado  funcionario  pĂşblico.    Ella  fue  introducida  ya  en  tiempos  de  Augusto  para  determinadas  materias  (por  ejemplo,  para  los  fideicomisos),  y  encontrĂł  condiciones  favorables  para  su  desarrollo  principalmente  en  las  provincias,  por  la  ventaja  que  representaba  el  dejar  la  administraciĂłn  de  la  justicia  en  las  manos  de  los  representantes  del  Estado.  Se  afirmĂł,  decididamente,  tambiĂŠn  en  el  territorio  metropolitano  en  la  Êpoca  postclĂĄsica.   El  procedimiento  extraordinario  fue  introducido,  en  un  primer  tiempo  (ĂŠpoca  de  Constantino),  mediante  la  "litis  denuntiatio´ VXVWLWXLGD PiV WDUGH SRU HO OLEHOOXV FRQYHQWLRQLV´  que  era  un  escrito,  recopilado  y  firmado  por  el  Actor,  en  el  cual  Êste  exponĂ­a  su  pretensiĂłn,  pidiendo  al  juez  que  fuese  notificada  al  adversario.  La  notificaciĂłn  era  llevada  a  cabo  a  travĂŠs  de  un  funcionario  pĂşblico  (exsecutor),  dando  asĂ­  lugar  a  la  "editio  Actionis´ (O GHPDQGDGR TXH querĂ­a  contrastar  la  pretensiĂłn  del  Actor  realizaba  un  documento  de  respuesta  (libellus  contradictionis)  y  depositaba  la  fianza  como  garantĂ­a  de  su  comparecencia  en  juicio  (cautio  iudicio  sisti).  La  vista  del  proceso  se  comenzaba  mediante  la  exposiciĂłn  de  los  alegatos  del  Actor  y  de  los  contra  alegatos  del  demandado  (narratio  y  contradictio OR TXH KDFtD VXUJLU OD Âłlitis  contestatio´ OD FXDO VLQ HPEDUJR GDGR HO FDUiFWHU HQWHUDPHQWH S~EOLFR GHO proceso,  habĂ­a  adquirido  importancia  sustancial,  quedando  la  consumaciĂłn  procesal  como  caracterĂ­stica  de  la  ³UHV LXGLFDWD´ Naturalmente  el  magistrado  tenĂ­a  la  mĂĄs  absoluta  libertad  de  acciĂłn;Íž  el  proceso  se  desarrollaba  en  una  sola  fase,  y  las  ³IRUPXODH´  quedaban  en  desuso  en  cuanto  la  unicidad  del  desarrollo  las  hacĂ­a  superfluas.   La  sentencia  asume  el  carĂĄcter  no  de  decisiĂłn  arbitral  sino  de  orden  de  la  autoridad  pĂşblica  y  la  condena  ya  no  era  necesariamente  pecuniaria,  sino  que  tenĂ­a  por  objeto  la  pretensiĂłn  del  Actor.  tal  como  la  autoridad  pĂşblica  era  instituida  segĂşn  un  principio  jerĂĄrquico  es  lĂłgico  que  fuese  concebida  como  regla  general  la  apelaciĂłn  (appellatio)  a  un  oficial  pĂşblico  de  superior  categorĂ­a  de  aquel  que  habĂ­a  decidido  la  causa.  La  introducciĂłn  y  la  afirmaciĂłn  del  instituto  de  la  apelaciĂłn  demuestran  claramente  la  superaciĂłn  que  con  la  ³FRJQLWLR H[WUD RUGLQHP´  y  la  entrada  de  una  concepciĂłn  del  todo  pĂşblica  y  administrativa,  dado  que  los  jueces  pertenecĂ­an  al  poder  ejecutivo  y  juez  de  última  instancia  era  el  Emperador,  se  dio  en  relaciĂłn  con  la  precedente  concepciĂłn  privatista  del  proceso.  Esta  concepciĂłn  durĂł  hasta  la  Êpoca  moderna,  hasta  que  se  sustituyĂł  por  el  principio  de  la  divisiĂłn  de  poderes  que  concebĂ­a  la  funciĂłn  judicial  como  absolutamente  independiente  del  ejecutivo  y  del  legislativo.     57 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

 El  procedimiento  ejecutivo  tiene  una  caracterĂ­stica  muy  particular  en  este  perĂ­odo.  No  se  trataba  en  realidad  de  un  procedimiento  autĂŠntico  porque  la  "Actio  iudicati´ KDEtD VLGR \D FRQVLGHUDGD QDGD PHQRV TXH FRPR XQD demanda  de  ejecuciĂłn.  La  autoridad  pĂşblica  aseguraba  los  efectos  de  la  sentencia,  bien  prestando  el  auxilio  de  los  propios  funcionarios  al  vencedor  de  la  litis  que  desease  apropiarse  de  la  cosa  objeto  del  juicio  (manu  militari),  o  bien,  en  caso  de  crĂŠdito  de  dinero,  disponiendo  que  funcionarios  pĂşblicos  procedieran  al  embargo  de  los  bienes  del  deudor  (pignus  in  causa  iudicati  captivi);Íž  bienes  que  si  el  incumplimiento  del  pago  continuaba,  eran  vendidos  en  subasta.  TambiĂŠn  en  ese  perĂ­odo  existĂ­a  un  proceso  general  infamante  VREUH ORV ELHQHV GHO GHXGRU OODPDGR Âłbonorum  distractio´    Los  procedimientos  especiales   AdemĂĄs  de  esta  actividad  jurisdiccional  el  magistrado  romano  podĂ­a,  en  determinados  casos  aplicar,  despuĂŠs  del  recurso  de  la  parte  lesionada,  un  proceso  de  urgencia,  de  carĂĄcter  administrativo,  que  era  designado  con  el  tĂŠrmino  ³LQWHUGtFHUH´ H ÂłLQWHUGLFWXP´  era  la  orden  correspondiente.  Los  romanos  conocĂ­an  diversos  tipos  de  ³LQWHUGLFWD´ ÂłSURKLELWRULD´ ÂłH[KLELWRULD´ ÂłUHVWLWXWRULD´ ÂłDGLSLVFHQGDH´  etc.  En  el  perĂ­odo  postclĂĄsico  se  tuvo  conocimiento  de  los  procedimientos  sumarios  y  precisamente  de:  El  pURFHGLPLHQWR ÂłPer  rescriptum´ HO MXH] R ODV SDUWHV SRGtDQ UHFXUULU SRU OD decisiĂłn  de  las  controversias  al  Emperador,  el  cual  decidĂ­a  con  su,  rescripto.  (O SURFHGLPLHQWR VXPDULR ÂłVXPPDWLD FRJQLWLR VXPPDWLR FRJQRVFHUH´),  que  se  asemeja  a  los  interdictos  del  PerĂ­odo  clĂĄsico.  Â

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LA ORGANIZACIÓN SOCIAL Y LA ESTRUCTURA POLÍTICA DE ROMA: COMITIA /ASAMBLEAS POPULARES/FAMILIA Asambleas populares Las asambleas populares o Comitia, representan la participación del Populus en la gestión política. Las asambleas populares han variado históricamente y si las asambleas primarias fueron los Comitia curiata y los Comitia centuriata, más tarde aparecerían los Comitia tributa y desde el 494 a.C., los Concilia Plebis. Todas las asambleas tienen finalidades políticas, si bien los comicios curiados, los comicios centuriados y también en los Comitia tributa, se añade en ocasiones otras finalidades de carácter religioso, administrativo y militar. A fines de la república, los Comitia curiata, mantienen una presencia mercantil simbólica, representada por 30 dictores. La soberanía del pueblo de roma se manifestaba en una triple función: la electiva, la legislativa y la judicial, que para evitar las interferencias de jurisdicción se ejercían en distintas asambleas. Pero su control era ficticio. La asamblea para ser válida debía de ser convocada por un magistrado en días hábiles, los comitales, unos 195 días al año, con una serie de condiciones religiosas y en un lugar adecuado. La dirige un magistrado, y el pueblo puede opinar, pero no puede discutir la cuestión concreta que se propone. Las funciones de estas asambleas eran vitales para el buen gobierno de Roma y se englobaban en tres ámbitos: x Electiva: elegían a los magistrados, los Comitia centuriata, eran convocadas por magistrados superiores, que elegían a los magistrados con imperium, cónsules y pretores, los Comitia tributa, elegían a los otros magistrados x Legislativa: votan las leyes, tras la Lex Hortensia, los concilia plebis aprobaran los plebiscitos. x Judicial: tenían competencia en materia penal para los crímenes contra el estado. Tras la Lex Valeria (300 a.C.), cualquier ciudadano condenado podía apelar ante el pueblo. 59


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

Comitia  centuriata   El  ejĂŠrcito  centuriado  en  cuanto  organizaciĂłn  fiscal  y  militar  que  determinaba  el  encuadramiento  de  los  ciudadanos  en  funciĂłn  de  su  fortuna  en  cada  una  de  las  193  centurias,  se  convertirĂ­a  en  la  principal  asamblea  polĂ­tica  romana  que  son  los  comicios  centuriados.  Estos  asumirĂ­an  competencias  polĂ­ticas  desde  el  inicio  mismo  de  la  repĂşblica,  para  algunos  romanistas,  concretamente  con  la  promulgaciĂłn  de  la  ley  "Lex  valeria  de  provocatione"  que  la  tradiciĂłn  sitĂşa  en  el  509  a.C.  Estos  comicios  tenĂ­an  competencias  electorales,  asĂ­  la  elecciĂłn  de  los  magistrados  mayores  (cĂłnsules,  pretores,  etc),  legislativos  y  competencias  judiciales  siendo  exclusiva  su  competencias  en  los  procesos  capitales.   Convocatoria  Comicial  y  Rogationes  Legislativas   Los  requisitos  de  convocatoria  son  los  mismos  para  las  3  funciones  indicadas,  electorales,  legislativas  y  judiciales.  El  comicio  centuriado  constituido  en  asamblea  militar  se  reunĂ­a  en  el  campo  de  Marte,  fuera  del  3RPHULXP GH OD FLXGDG (O PDJLVWUDGR SUHVLGHQWH ÂłFXP LPSHULR´ dictaba  un  ³(GLFWXP´  con  la  convocatoria  y  la  fecha  de  la  reuniĂłn,  que  debĂ­a  ser  un  "Dies  Comitialis"  (dĂ­a  comicial)  y  entre  la  convocatoria  y  la  reuniĂłn  debĂ­an  transcurrir  al  menos  3  mercados,  es  decir,  24  dĂ­as.  Al  llegar  el  dĂ­a  fijado  el  magistrado  convocante  tomaba  los  auspicios  y  de  ser  favorables  ordenaba  al  pueblo  por  centurias SURSRQtD XQD ÂłURJDWLR´ y  se  procedĂ­a  a  la  votaciĂłn.  En  esta  votaciĂłn  tenĂ­an  prioridad  las  80  centurias  de  la  1  clase  y  las  de  Equites,  votando  cada  uno  con  su  centuria  y  logrĂĄndose  la  mayorĂ­a  dentro  de  cada  una  de  ellas.   Concluido  el  recuento,  el  magistrado  publicaba  el  resultado  mediante  la  renuntiatio  y,  normalmente  las  leyes  eran  conocidas  por  el  nombre  del  magistrado  que  hizo  la  rogatio  o  de  ambos  colegas  en  su  caso  o  incluso  a  veces  por  su  contenido.  La  ley  una  vez  aprobada  era  seguida  de  la  Sanctio  que  era  un  conjunto  de  clĂĄusulas  tendientes  a  asegurar  su  eficacia,  y  a  acomodar  sus  disposiciones  a  las  reglas  religiosas,  asĂ­  como  a  los  mores  civitatis  (costumbres  de  la  ciudad).    Funciones  electorales  y  Judiciales.  Provocatio  Ad  Populum   Con  relaciĂłn  a  estas  funciones  electorales,  originariamente  el  magistrado  crea  (creat)  a  su  sucesor,  y  quedando  limitada  la  actividad  de  la  asamblea  a  rechazar  o  aprobar  con  su  voto  el  nombre  del  magistrado  propuesto.   60 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

Posteriormente,  cualquier  ciudadano  podĂ­a  proponer  su  nombre  al  magistrado  convocante,  el  cual,  no  podĂ­a  rechazar  esta  propuesta  y  si  tan  sĂłlo  comprobar  los  requisitos  de  idoneidad  del  candidato.   Respecto  a  la  funciĂłn  judicial,  existen  dos  posiciones:  a)  La  tradicional,  representada  por  Mommsen,  para  el  que  todos  los  procesos  FRPLFLDOHV VRQ VLHPSUH ÂłSURYRFDWLRQHV´  y  en  consecuencia  toda  sentencia  aplicada  por  un  magistrado  cum  Imperio  y  dentro  de  la  urbs  conduce  si  el  condenado  hace  uso  de  su  derecho  a  un  juicio  popular  y  en  consecuencia  existen  dos  instancias:  una  primera  en  que  el  magistrado  hace  una  Quaestio,  una  averiguaciĂłn  y  comprobaciĂłn  del  delito,  y  una  segunda  instancia  o  de  apelaciĂłn  ante  el  tribunal  popular.   b)  La  defendida  por  Brecht  y  Junkel,  estima  que  el  proceso  comicial  no  estĂĄ  esencialmente  ligado  a  la  provocatio.  AsĂ­,  para  Kundel,  la  Perduellio  asĂ­  como  otros  delitos  graves  son  plenamente  independientes  de  la  provocatio.   La  Reforma  de  los  Comitia  Curiata   A  lo  largo  del  s.  III  a.C.  se  hizo  necesaria  una  reforma  de  la  asamblea  toda  vez  que  sus  procedimientos  de  votaciĂłn  conducĂ­an  a  resultados  antidemocrĂĄticos.  La  reforma  tendiĂł  por  una  parte  a  adecuar  el  nĂşmero  de  centurias  con  el  de  tribus  y  asĂ­  mismo  desde  el  punto  de  vista  polĂ­tico  se  eliminĂł  el  privilegio  de  las  centurias  de  1ÂŞ.clase  debiĂŠndose  pasar  al  menos  a  conocer  el  voto  de  las  centurias  de  2ÂŞ.clase.  No  obstante,  dado  que  el  ordenamiento  centuriado  no  era  apto  para  las  necesidades  militares,  los  iniciados  comicios  centuriados  serĂ­an  con  posterioridad  sustituidos  por  los  Comitia  tributa.   Comitia  Tributa   Con  posterioridad  a  la  subdivisiĂłn  de  los  ciudadanos  en  3  tribus  de  la  Êpoca  monĂĄrquica,  tras  las  conquistas  y  anexiones  realizadas  por  Roma  en  las  zonas  vecinas  fue  definitivamente  estabilizado  hacia  el  aĂąo  241  a.C.  el  nĂşmero   de  tribus  en  35,  de  las  cuales  4  eran  urbanas  y  el  resto  rĂşsticas.  Inicialmente,  en  ODV WULEXV HUDQ LQVFULWRV ORV Âł$VVLGXL´  los  propietarios  agrĂ­colas  que  tenĂ­an  una  sede  propia.  Con  posteridad  a  estas  tribus,  era  inscrito  todo  ciudadano,  la  inscripciĂłn  en  una  tribu  formaba  parte  del  estado  civil,  de  su  nombre  y  daba  la  prueba  de  su  plena  ciudadanĂ­a  romana.   Tras  la  reforma  introducida  por  el  censor  Apio  Claudio,  en  el  312  a.C.  que  es  de  clara  inspiraciĂłn  democrĂĄtica,  se  facultĂł  a  cada  ciudadano  para  inscribirse  en  la  tribu  que  desease.  Mientras  en  los  Comitia  Tributa,  tenĂ­an  que  ser     61 Â


Teresa Da Cunha Lopes y Ricardo Chavira Villagómez

presididos por un magistrado curul y nunca por un tribuno de la plebe, los concilia plebis tributa en cambio, eran necesariamente presididos por un magistrado plebeyo y no eran asambleas de todo el Populus sino tan sólo de la plebe. Los Comitia tributa tuvieron un carácter más democrático que los Comitia centuriata. La unidad votante era la tribu donde podían votar todos absolutamente lográndose la mayoría cuando hubiesen votado 18 tribus en un mismo sentido. Las funciones de los Comitia Tributa son casi las mismas que para los comicios centuriados son: x Electorales: así por Ej. la elección de los magistrados menores. x Legislativas: las leyes indiferentemente podían ser presentadas ante los comicios centuriados y ante los comicios por tribus salvo la Lex de Bello Indicendo, que es la de declaración de guerra, y la Lex de potestate censoria para la elección de los censores, que fueron competencia exclusiva de la asamblea centuriada. A partir de 218 a.C. la mayor parte de la legislación romana fue aprobada en los Comitia Tributa. Finalmente, tenían competencias judiciales y juzgar en materia de multas siempre que estas hubiesen sido aplicadas por un magistrado curul (patricio), si por el contrario el magistrado multante era de la plebe la competencia era de los Concilia Plebis. Concilia Plebis La plebe desde sus primeras rebeliones se reunía en los Concilia Plebis tributa que son los comicios o asambleas de la plebe por tribus, donde a lo largo del s. V a.C. aprobaban las leyes Sacrae que consagraban la inviolabilidad de los tribunos y que afectaban a todo ciudadano. Paulatinamente, la plebe logró ir imponiendo su estructura a toda la civitas y a partir de 286 a.C. en que se dicta la Lex Hortensia, de equiparación de los plebiscitos a las leyes comiciales, casi toda la legislación son plebiscitos aprobados a propuesta de los tribunos en los Concilia Plebis. 62


Introducción Histórica al Derecho Romano

Las magistraturas Las instituciones políticas de la República parecen haber sido creaciones empíricas marcadas por las diversas vicisitudes de la historia de Roma y la necesidad de adecuarse a ellas. La magistratura consular no fue creada inmediatamente después de la caída de la monarquía. Es de suponer que los Pretores o cualquiera de los binomios que cubrieron el vacío político en aquellos años ya cumpliera uno de los requisitos inherentes al consulado: el de la anualidad, y que tendieran a cumplir el de la colegialidad ya antes del 449, año en el que los supremos magistrados son designados cónsules. Esta colegialidad podría venir expresada por el propio nombre si ciertamente el término cónsules derivase de consedes, del verbo sedeo, los que se sientan juntos. Pero tal etimología no es segura. El régimen consular se basa, pues, en la colegialidad y anualidad. Los cónsules ostentan el poder en términos de absoluta igualdad y cada uno de ellos, en virtud de la capacidad de intercessio, puede oponerse a la acción o propuestas del otro. Los cónsules eran elegidos por los Comicios Centuriados y recibían la investidura, por la ³/H[ FXULDWD GH ,PSHULR´, de manos de los representantes de las curias primitivas, creadas durante la primera fase de la monarquía romana. Estas curias no fueron suprimidas hasta la creación por Servio Tulio de los Comicios Centuriados, Pero perdieron prácticamente todas sus atribuciones y quedaron reducidas a cumplir una simple formalidad: la de realizar la investidura de los cónsules, los supremos magistrados. A los cónsules les correspondía el imperium y los auspicios. Después de los cónsules venía el pretor, magistrado con imperium pero inferior a los cónsules, que era el titular de la jurisdicción. Los cuestores eran colaboradores de los cónsules y tenían funciones administrativas y jurídicas a su cargo. El primer cuestor plebeyo se remonta al 409 a.C. La concepción colegial de los cónsules ofrecía en ocasiones el inconveniente, frente a los graves peligros de orden externo o interno (como las sublevaciones de la plebe), de no contar con una unidad de mando fuerte. Cuando esta necesidad se presentaba, se procedía al nombramiento de un dictador. Esta magistratura, la dictadura, tenía carácter extraordinario y su limitación en el tiempo era de seis meses. El carácter empírico y utilitario de las magistraturas romanas llevó a la creación de una nueva magistratura a partir del 444 a.C., los tribunos militares con poder consular o, sencillamente, los tribunos consulares. Las fuentes nos ofrecen una visión de la creación de los mismos totalmente mediatizada por los enfrentamientos patricio-­plebeyos. Según éstas, se trataría de un invento patricio para satisfacer a los plebeyos sin necesidad de perder el monopolio del consulado. La explicación de esta 63


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

magistratura,  sin  embargo,  parece  mĂĄs  sencilla.  Los  cĂłnsules,  siempre  patricios  entre  el  444-­367,  se  vieron  obligados  por  la  complejidad  de  las  tareas  militares,  administrativas  y  jurĂ­dicas,  a  delegar  parte  de  sus  competencias  en  una  serie  de  colaboradores  que  eligieron  entre  los  tribunos  militares,  es  decir,  los  oficiales  que  componĂ­an  el  Estado  mayor  de  cada  legiĂłn.  Como  el  ejĂŠrcito  en  el  siglo  V  a.C.  estaba  compuesto  por  dos  legiones  y  los  tribunos  de  cada  legiĂłn  eran  seis,  el  total  de  tribunos  militares  era  de  doce.  De  Êstos,  probablemente  los  propios  cĂłnsules  (o  tal  vez  el  Senado)  eligieron  a  tres,  a  los  que  los  otorgaron  potestad  consular  con  el  fin  de  que  pudieran  realizar  las  tareas  asignadas  pos  los  cĂłnsules.  Creados  los  tribunos  consulares,  los  plebeyos  aĂąadieron  la  nueva  magistratura  a  sus  objetivos  y  ciertamente  Êsta  resultĂł  ser  mĂĄs  abierta  que  el  consulado,  puesto  que  a  partir  del  400  a.C.  ya  hay  constancia  de  plebeyos  entre  los  tribunos  consulares.  Otra  magistratura  del  siglo  V  fue  la  censura,  cuyo  origen  la  tradiciĂłn  sitĂşa  en  el  443  a.C.  Los  censores  fueron  dos  y  a  ellos  correspondĂ­a  la  elaboraciĂłn  del  censo  que  se  renovaba  cada  cinco  aĂąos.  EjercĂ­an  ademĂĄs  la  vigilancia  sobre  ODV FRVWXPEUHV OD ÂłFXUD PRUXP´,  que  les  facilitaba  el  control  de  las  actividades  pĂşblicas  de  los  ciudadanos  y,  frecuentemente,  tambiĂŠn  de  las  privadas.  Su  permanencia  en  el  cargo  era  de  ocho  meses  y  carecĂ­an  de  imperium  o  poder  de  mando.  Por  último,  ademĂĄs  del  Senado  y  de  los  Comicios  Centuriados,  durante  el  siglo  V  se  procediĂł  a  la  elecciĂłn  de  los  ³'HFHPYLUL´,  para  recopilar  y  redactar  las  leyes  de  las  XII  Tablas.  Durante  sus  aĂąos  de  existencia  constituyeron  una  magistratura  con  imperium,  como  el  poder  consular.  La  elecciĂłn  de  esta  comisiĂłn,  los  Decemviri,  tuvo  lugar  en  el  451  y  se  suspendieron  las  magistraturas  ordinarias  para  sustituirlas  por  esta  comisiĂłn,  integrada  mayoritariamente  por  patricios  que,  ademĂĄs  de  escribir  las  leyes,  asumiĂł  el  gobierno  de  la  ciudad.  La  historia  de  esta  comisiĂłn  es  bastante  confusa.  Inicialmente,  parece  que  estos  decenviros  contaron  con  el  apoyo  de  todos  los  ciudadanos.  CicerĂłn  dice  que  tambiĂŠn  los  tribunos  de  la  plebe  abdicaron  aquel  aĂąo  en  pro  de  los  decenviros.  De  este  modo,  concentrando  en  sus  manos  todas  las  magistraturas  y  el  consenso  general,  procedieron  al  gobierno  de  la  ciudad  y  elaboraron  las  diez  primeras  tablas  de  leyes.  Al  aĂąo  siguiente  se  eligiĂł  una  segunda  comisiĂłn  de  decenviros,  puesto  que  la  tarea  no  habĂ­a  sido  terminada.  En  esta  segunda  comisiĂłn  habĂ­a  bastantes  elementos  plebeyos,  pero  su  gobierno  degenerĂł  en  tiranĂ­a  e  intentĂł,  en  el  449  continuar  en  el  poder.  Los  diez  Tarquinios,  como  se  les  designaba,  fueron  abatidos  por  una  revuelta  popular  y  se  restaurĂł  el  consulado.       64 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

La  evoluciĂłn  de  las  Magistraturas  durante  la  RepĂşblica   La  Res  Publica   El  estado  romano,  en  esencia,  es  una  comunidad  de  ciudadanos  libres  (cives  o  quirites TXH VH GHQRPLQDEDQ D Vt PLVPRV ÂłSRSXOXV URPDQXV´.  Su  forma  polĂ­tica  nuclear  es  la  ciudad-­estado  (civitas).  A  diferencia  de  las  polis  JULHJDV WLHQH XQ FRQFHSWR TXH OH XQLILFD OD OODPDGD ÂłUHV SXEOLFD´.  En  nombre  de  este  concepto  aparece  un  reparto  del  poder  entre  distintas  instituciones  pĂşblicas,  divididas  en  tres  åmbitos:  las  magistraturas,  el  senado  y  las  asambleas.   Las  Magistraturas   BĂĄsicamente  la  magistratura  es  una  funciĂłn  pĂşblica  que  se  ejerce  por  delegaciĂłn  en  un  åmbito  concreto.  El  magistrado  no  es  un  funcionario  en  el  concepto  actual,  mĂĄs  que  un  servidor  del  pueblo,  es  la  representaciĂłn  del  poder  del  estado,  portador  de  este  poder.  SegĂşn  las  agrupaciones  de  funciones  las  magistraturas  romanas  se  dividen  en  patricias  y  plebeyas.  Unas  y  las  otras  se  fundamentan  en  una  serie  de  principios  generales  que  las  limitan  y  las  regulan:   1)  Las  magistraturas  son  electivas,  excepto  las  que  obedecen  a  momentos  especiales  como:  interrex,  dictator  y  su  ayudante  el  magister  equitum.  La  elecciĂłn  ha  de  ser  votada  por  el  pueblo.  2)  Deben  ser  anuales,  excepto  el  dictator,  y  el  colegio  de  censores.  Los  cĂłnsules  comienzan  a  ejercer  su  cargo  el  1  de  Marzo  (desde  el  153  a.C.,  el  primero  de  Enero).  Los  tribunos  de  la  plebe  desde  el  10  de  diciembre.  Los  cuestores  desde  el  5  de  diciembre.  La  anualidad  se  encontrĂł  con  un  problema,  cuando  se  ejercĂ­a  fuera  del  territorio  asignado  los  Periodos  de  mandato  se  fueron  alargando  hasta  que  terminara  el  problema  a  solucionar.  3)  La  colegialidad,  excepto  el  dictator,  que  concentra  todo  el  poder  en  una  sola  Persona,  los  magistrados  romanos  forman  colegios  de  al  menos  dos  miembros,  esto  no  significa  que  deban  estar  todos  a  la  hora  de  ejercer  su  cargo,  cada  miembro  tiene  el  poder  completo  e  ilimitado  de  su  funciĂłn.   Las  magistraturas  romanas  llevaban  asociados  dos  elementos  fundamentales  que  son  necesarios  para  comprender  la  trascendencia  de  la  instituciĂłn:         65 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

La  Potestas   Es  el  poder  estatal  concedido  a  un  magistrado  legalmente,  es  decir,  la  competencia  en  su  funciĂłn.  Pero  este  concepto  es  siempre  abstracto,  no  tiene  un  contenido  especĂ­fico  en  la  magistratura  correspondiente.    El  Imperium   0LHQWUDV OD Âł3RWHVWDV´  HV XQ FRQFHSWR DEVWUDFWR HO Âłimperium´,  es  el  poder,  la  autoridad  concreta,  tanto  militar,  como  judicial  y  coercitiva,  los  derechos  y  prerrogativas  que  se  conceden  a  un  magistrado  en  el  ejercicio  de  su  poder.  Este  elemento  solo  aparece  en  las  altas  magistraturas  como  son  el  consulado  y  la  pretura.   Consulado   Esta  magistratura  aparece  constituida  plenamente  en  el  aĂąo  367  a.C.  La  magistratura  se  ocupa  anualmente  por  un  titular  plebeyo  y  otro  patricio.  Los  cĂłnsules  son  los  representantes  del  poder  del  estado  romano  y  son  los  funcionarios  de  mĂĄs  alto  rango.  Ellos  dirigen  el  estado,  Pero  sobre  todo  dirigen  HO HMpUFLWR 3RVHHQ HQ VX PiV DPSOLR VHQWLGR HO ÂłLPSHULXP´,  con  todas  sus   prerrogativas  y  derechos.  Sus  competencias  a  penas  tienen  limitaciones.  Son  magistrados  epĂłnimos,  es  decir  que  dan  nombre  al  aĂąo.  Recordemos  aquello  de:  "Siendo  tal  y  tal  cĂłnsules...  ".   A  partir  de  la  fusiĂłn  patricio-­plebeya,  el  consulado  aparece  como  la  primera  magistratura  ordinaria  que  se  estabilizarĂ­a  a  partir  del  367  a.C.,  con  la  DSUREDFLyQ GH ODV WUHV OH\HV ÂłLicinia  Sextiae´ OD WHUFHUD GH ODV FXDOHV FRQFUHWDPHQWH OD ÂłLex  De  CRQVXOH 3OHEHLR´  posibilitarĂ­a  que  uno  de  los  dos  cĂłnsules  nombrados  fuese  plebeyo.   La  nueva  clase  dirigente  patricio-­plebeya,  llamada  nobilitas  queda  consolidada  cuando  a  partir  del    342  a.C.  se  permitiĂł  que  los  dos  cĂłnsules  fuesen  plebeyos.  En  la  Êpoca  de  mayor  esplendor  de  la  repĂşblica,  los  cĂłnsules  pueden  ser  tanto  patricios  como  plebeyos,  son  anuales  y  colegiados.  *R]DQ GH ORV Pi[LPRV KRQRUHV VH DFRPSDxDQ GH Âł/LFWRUHV´,  tienen  a  su  VHUYLFLR XQ SHUVRQDO DX[LOLDU TXH VRQ ORV Âł$SSDULWRUHV´  y  dan  nombre  al  aĂąo.   Tienen  en  principio  la  plenitud  del  Imperium  tanto  militar  (incluir  dentro  de  Êste  el  reclutamiento  de  tropas  y  el  derecho  al  triunfo),  como  civil  (incluir  la  convocatura  y  presidencia  de  las  asambleas  populares  y  del  senado).  Tienen  OD ÂłCoerciWLR´  en  materia  penal  pudiendo  condenar  a  muerte  con  el  lĂ­mite  de  66 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

OD Âł3URYRFDWLR´  y  son  ademĂĄs  competentes  en  temas  de  jurisdicciĂłn  voluntaria  (Manumisiones,  liberaciones  de  esclavos,  las  adopciones  y  las  emancipaciones).   Los  cĂłnsules  son  elegidos  en  los  ³&RPLWLD &HQWXULDWD´  bajo  la  presidencia  de  un  cĂłnsul  del  aĂąo  anterior,  el  cual  propone,  es  decir,  Creat  los  nombres  de  ORV FDQGLGDWRV \ SURFODPD HOHJLGRV D WUDYpV GH OD Âł5HQXQWLDWLR´ a  los  dos  que  hayan  obtenido  la  mayorĂ­a  de  votos  de  los  comicios.  Los  cĂłnsules  perdieron  gran  parte  de  su  poder  durante  el  Imperio,  pero  siguieron  manteniendo  un  gran  prestigio.  Durante  el  Imperio,  el  Senado  presionĂł  con  firmeza  para  que  se  aumentara  el  nĂşmero  de  cĂłnsules  por  aĂąo.  Aparecieron  los  cĂłnsules  ³VXIIHFWL´  que  comenzaban  a  gobernar  el  1  de  Julio,  sustituyendo  a  los  ³RUGLQDULL´,  que  respondĂ­an  a  los  principios  tradicionales.  De  esta  forma  habĂ­a  cuatro  cĂłnsules  cada  aĂąo.  El  nĂşmero  siguiĂł  ampliĂĄndose  cada  aĂąo.  Con  los  Flavios  hubo  entre  6  y  10.  Durante  el  gobierno  de  Trajano  6  y  8,  con  Adriano  8,  entre  8  y  10  con  Antonino  PĂ­o,  10  con  Marco  Aurelio,  hasta  un  mĂĄximo  de  12  con  los  Severos,  o  sea  seis  parejas  anuales,  dos  meses  cada  una.   La  edad  con  la  que  se  llegaba  al  consulado  era  variable.  Los  patricios  que  se  saltaban  GRV IDVHV LQWHUPHGLDV GHO´ FXUVXV KRQRUXP´  (edil/tribuno  de  la  plebe  y  los  puestos  sucesivos  a  pretor),  solĂ­an  ser  jĂłvenes,  de  unos  32  o  33  aĂąos.  Los  demĂĄs  senadores  tardaban  unos  10  aĂąos  en  llegar  a  esta  magistratura.   Pretura   Tal  como  el  consulado,  la  Pretura  se  consolidĂł   hacia  el  aĂąo  367  a.C.   $ SDUWLU GHO DxR D & FRQ ODV ÂłLeges  Licinae-­6H[WLDH´,  la  actuaciĂłn  del  pretor  evoluciona  de  su  primitivo  åmbito  militar  que  comprendĂ­a  el  mando  militar  y  el  reclutamiento  de  tropas  para  configurarse  como  una  magistratura  esencialmente  jurisdiccional,  anual,  ordinaria  y  única,  que  se  sitĂşan  en  FROHJLDOLGDG GHVLJXDO FRQ ORV FyQVXOHV TXH RVWHQWDURQ Âł0DLRU 3RWHVWDV´  que  es  el  pretor.  El  pretor  era  un  magistrado  Cum  Imperio  y  Auspicia,  y  era  elegido  en  los  Comitia  Centuriata  presididos  por  un  cĂłnsul.  Como  magistrado  director  del  proceso,  el  pretor  inicialmente,  tan  sĂłlo  suministraba  los  medios  procesales  y  ordenaba  al  Juez  que  resolviera  la  controversia.   A  partir  del  aĂąo  367  a.C.,  no  obstante,  el  pretor  urbano,  asumĂ­a  propiamente  ya  unas  competencias  jurisdiccionales  entre  ciudadanos  romanos  y  en  el  aĂąo  D & IXH FUHDGR HO Âł3UDHWRU 3HUHJULQXV´  para  resolver  los  litigios  entre  ciudadanos  y  no  ciudadanos  o  entre  peregrini.      67 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

 El  pretor  publicaba  cada  aĂąo  asesorado  GH XQ Âł&RQVLOLXP´ de  juristas,  las  QRUPDV SURFHVDOHV SRU ODV TXH VH UHJOD HVWR HV HO Âł(GLFWXP´,  las  cuales  UHLWHUDGDV GH XQRV SUHWRUHV D RWURV VH GHQRPLQDEDQ Âł(GLFWXP 7UDVODWLFLXP´,  y  que  fueron  codificados  o  recopilados  en  el  aĂąo  138  d.  C.  por  obra  de  Salvio  -XOLDQR (O HGLFWR SUHWRULR TXH YLQR D FRQVWLWXLU HO GHQRPLQDGR ÂłIus   +RQRUDULXP´  representĂł  un  derecho  vivo  y  variable,  frente  a  la  Permanencia  H LQYDULDELOLGDG GHO Âł,XV &LYLOH´.   7DO FRPR \D KLFLPRV UHIHUHQFLD DO Âł3UDHWRU XUEDQXV´ se  aĂąadiĂł  eO ÂłPraetor  3HUHJULQXV´,  en  el  242  a.C.  que  se  encargĂł  de  impartir  justicia  entre  romanos  y  extranjeros  (Peregrini)  y  cuya  jurisdicciĂłn  empieza  fuera  de  los  muros  de  la  ciudad.    DespuĂŠs,  cuando  se  conquistaron  los  primeros  territorios  fuera  de  la  penĂ­nsula,  en  el  227  a.C.  (CĂłrcega  y  Sicilia),  se  crearon  dos  nuevos  pretores,  con  la  misiĂłn  de  administrar  estas  dos  circunscripciones.  Al  aĂąadirse  las  dos  nuevas  provincias  de  Hispania  en  el  197  a.C.,  se  duplicaron  los  pretores.  La  diferencia  entre  pretores  jurisdiccionales  (dos)  y  pretores  provinciales  (cuatro),  fue  revisada  en  el  momento  de  gobierno  de  Sila,  que  aumenta  su  nĂşmero  a  ocho  y  amplia  sus  competencias  en  el  campo  de  la  justicia.  Cuando  habĂ­an  ejercido  como  jueces  podĂ­an  ejercer  como  propretores,  el  gobierno  de  las  provincias.    Ejercer  la  pretura  era  tambiĂŠn  muy  importante,  porque  daba  acceso  a  un  tripe  FRQMXQWR GH IXQFLRQHV TXH HUDQ D HO PDQGR GH XQD OHJLyQ FRPR Âłlegatus  legionis ´E HO JRELHUQR GH XQD SURYLQFLD GH UDQJR SUHWRULDQR \ F OD prefecturD GHO WHVRUR GHO ÂłDHUDULXP 6DWXUQL´ R GHO ÂłDHUDULXP PLOLWDUL´).   Normalmente  los  patricios  no  solĂ­an  ejercer  esta  fase  y  accedĂ­an  al  consulado  desde  la  pretura  con  mando  de  una  legiĂłn.  Los  demĂĄs  senadores  debĂ­an  ejercer  uno  o  dos  de  estos  puestos,  entre  los  cuales,  el  gobierno  de  una  provincia,  garantizaba  el  acceso  al  consulado.  Muy  probablemente,  el  ³3UDHWRU 0D[LPXV´ MXQWR FRQ ORV GRV Âł3UDHWRUHV PLQRUHV´  representen  la  primera  magistratura  republicana.    Censura   La  censura  no  es  una  magistratura  inferior  a  la  pretura,  sin  embargo  en  comparaciĂłn  con  el  consulado  y  la  pretura  se  diferencia  de  estas  porque  no  FRQWLHQH ÂłLPSHULXP´  y  su  åmbito  de  competencia  es  mĂĄs  restringido.  La  tradiciĂłn  afirma  que  su  origen  fue  en  el  443  a.  C.  HistĂłricamente  los  censores  68 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

formaban  un  colegio  de  dos  miembros,  que  se  elegĂ­an  cada  cinco  aĂąos  para  un  periodo  activo  de  aĂąo  y  medio.  Evidentemente  rompĂ­a  la  regla  de  la  anualidad,  pero  era  necesaria  por  la  funciĂłn  fundamental  de  la  magistratura:  realizar  y  controlar  la  lista  de  ciudadanos  y  repartirlos  en  clases  censitarias  y  en  tribus,  para  poder  desarrollar  la  vida  polĂ­tica  de  Roma.  Realizar  el  censo  era  relativamente  complicado,  y  tenĂ­a  un  fondo  religioso  porque  era  interpretada  como  una  renovaciĂłn  del  pueblo  de  Roma.  Se  realizaban  FHUHPRQLDV GH SXULILFDFLyQ OD ÂłOXVWUDWLR´ GH ÂłOXVWUXP´,  cada  cinco  aĂąos).   /D Âł/H[ 2YLQLD´  entre  los  aĂąos  318-­321ÂŞ.  C.,  les  dio  una  funciĂłn  importante,  la  confecciĂłn  de  la  lista  de  senadores,  que  interiormente  era  una  funciĂłn  consular.  Eran  los  magistrados  que  controlaban  las  costumbres  y  era  los  guardianes  de  la  moral.  Uno  de  sus  mĂŠtodos  de  coacciĂłn  era  la  nota  censoria,  por  la  que  podĂ­an  tachar  de  la  lista  de  senadores  a  Personas  que  no  eran  dignas.   TambiĂŠn  controlaron  las  finanzas  y  las  obras  pĂşblicas,  los  impuestos,  las  minas,  las  tierras  comunales  y  otros  elementos  econĂłmicos  de  Roma.    El  colegio  de  dos  censores  representa  una  magistratura  ordinaria,  no  permanente,  surgida  hacia  mediados  del  s  V  a.C.  y  cuya  funciĂłn  principal  fue  la  de  confeccionar  el  censo.  Los  censores  no  tenĂ­an  Imperium  pero  sĂ­  tenĂ­a  ³3RWHVWDV´  y  eran  plenamente  libres  en  sus  juicios,  con  el  único  lĂ­mite  GHULYDGR GH OD FROHJLDOLGDG FHQVRULD 1R SRGtDQ VHU REMHWR GH Âł,QWHUFHVVLR´ por  parte  de  los  cĂłnsules,  no  podĂ­an  convocar  las  asambleas  populares  ni  el  VHQDGR 7DPSRFR SRGtDQ SURFHGHU D OD Âł&UHDWLR´  (nombramiento)  de  su  colega  y  tampoco  podĂ­an  proponer  su  sucesor  y  debĂ­an  recurrir  a  la  ³&RHUFLWLR´  de  los  magistrados  supremos  contra  todo  aquel  que  violara  los  preceptos  censorios.  (UDQ HOHJLGRV HQ ORV Âł&RPLWLD &HQWXULDWD´  DSUR[LPDGDPHQWH FDGD DxRV \ D WUDYpV GH XQD ÂłLex  De  Potestate  &HQVRULD´.   Las  operaciones  del  censo  se  realizaban  en  el  campo  de  Marte  y  previamente  ORV FHQVRUHV ILMDEDQ ORV FULWHULRV D VHJXLU FRQ XQD ÂłLex  Censu  Censendo  'LFWD´  cada  ciudadano  bajo  juramento  declaraba  su  edad,  hijos,  bienes  y  en  concreto  los  Fundos  VREUH ORV TXH RVWHQWDED HO ÂłDominium  Ex  Iure  4XLULWLXP´  (propiedad  por  derecho  Quiritario).  Con  los  datos  obtenidos,  los  FHQVRUHV FRQIHFFLRQDEDQ ORV ÂłTabulae  Censoriae  ³FRQ VLWXDFLyQ GH FDGD ciudadano  en  la  tribu  y  centuria  correspondiente  y  el  censo  concluĂ­a  con  la  ³/XVWUDWLR´  que  era  una  solemne  ceremonia  religiosa  que  finalizaban  con  el  sacrificio  expiatorio  de  un  cerdo,  de  una  oveja  y  de  un  toro,  esto  se  llamaba  ³6XRYHWDXULOLD´.  La  Periodicidad  quinquenal  finaliza  con  la  repĂşblica  misma,     69 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

D SDUWLU GH OD IHFKD HQ TXH D -XOLR &HVDU VH OH DWULEX\y OD ÂłPotestas  Censoria  9LWDOLFD´,  sin  colega.   Edilidad   Se  trata  de  la  magistratura  inmediatamente  inferior  a  la  pretura.  El  colegio  edilicio  estaba  compuesto  por  cuatro  miembros  emparejados.  Los  ediles  patricios  o  curules  y  los  ediles  plebeyos.  Estos  magistrados  fueron  creados  por  los  plebeyos  en  su  lucha  con  los  patricios  y  tuvieron  funciones  paraestatales.   Eran  guardianes  de  los  templos  y  archivos  plebeyos.  Cuando  terminĂł  la  lucha  contra  los  patricios  se  legalizo  esta  magistratura.  Se  duplicaron  los  magistrados  aĂąadiendo  dos  ediles  patrios.  Se  regularizaron  sus  funciones,  esencialmente  policiales:  el  control  de  las  calles  de  Roma,  sus  edificios  y  mercados,  y  controlar  los  vĂ­veres  de  la  ciudad.  Se  les  recomendĂł  la  organizaciĂłn  de  los  juegos  pĂşblicos  del  estado.  Esta  organizaciĂłn  necesitaba  la  posesiĂłn  de  una  hacienda  saneada.  Los  juegos  pĂşblicos  eran  una  forma  de  propaganda  electoral,  y  que  permitĂ­an  continuar  la  carrera  polĂ­tica.  Por  este  motivo  la  edilidad  era  una  clara  limitaciĂłn  del  ascenso  polĂ­tico  para  las  clases  menos  acomodadas.  Esta  magistratura  nace  originariamente  como  magistratura  plebeya,  y  cuya  funciĂłn  primitiva  fue  la  custodia  y  administraciĂłn  de  los  templos  de  Ceres,  Liber  y  Libera,  que  estaban  sobre  el  monte  Aventino.    7UDV OD Âł/H[ 9DOHULD +RUDWLD´  del  449  a.C.,  los  ediles  se  convierten  en  custodios  de  los  bienes  plebeyos  y  en  auxiliares  de  los  tribunos  de  la  plebe.  A  SDUWLU GHO DxR D & HQ YLUWXG GH ODV ÂłLeyes  Licinae-­6H[WLDH´,  los  dos  SULPHURV HGLOHV SOHEH\RV HOHJLGRV HQ ORV Âł&RQFLOLD 3OHELV´,  se  aĂąadieron  dos  ediles  mĂĄs  denominados  ediles  Curules,  y  que  eran  elegidos  en  los  Comitia  Tributa,  presididos  por  un  cĂłnsul  o  por  un  pretor.   Los  ediles  eran  magistrados  sin  Imperium SHUR WHQtDQ Âł$XVSLFLD 0LQRUD´,  XQD Âł3RWHVWDV´ con  poderes  de  coacciĂłn  y  representaciĂłn  y  una  competencia  MXULVGLFFLRQDO LPSRUWDQWH *R]DEDQ WDPELpQ GH Âł,XV (GLFHQGL´  (derecho  de  publicar  edictos  obligatorios  para  todos  los  ciudadanos  durante  el  ejercicio  de  la  magistratura.).   Tribunado  de  la  Plebe   Compuesto  por  diez  miembros,  que  como  su  nombre  indica  debĂ­an  pertenecer  a  familias  plebeyas,  para  ser  coherente  con  su  origen,  nacida  como  70 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

consecuencia  de  la  contienda  entre  patricios  y  plebeyos.  Se  trataba  de  un  defensor  de  la  plebe  frente  al  estado  patricio.  Esta  magistratura  estaba  LQYHVWLGD FRQ FDUDFWHUtVWLFDV HVSHFtILFDV OD Âłsacro-­VDQFWLWDV´,  el  derecho  al  ³DX[LOLXP´  y  la  posibilidad  de  veto  de  la  acciĂłn  pĂşblica  de  cualquier  magistrado.  Nacido  para  proteger  a  la  plebe  su  funciĂłn  se  ampliĂł  para  defender  a  todo  el  pueblo  contra  cualquier  abuso  de  autoridad  de  los  cĂłnsules  u  otro  magistrado.  Una  de  las  funciones  que  creĂł  el  ejercicio  de  esta  PDJLVWUDWXUD IXH OD Âł3RWHVWDV WULEXQLFLD´,  la  funciĂłn  de  velar  por  el  Estado,  por  la  res  publica,  asumiendo  que  la  defensa  del  estado  era  del  pueblo.   $FWXDED HQ ORV FDVRV GH WUDLFLyQ Âł3HUGXHOOLR´,  o  en  los  que  atentaban  contra  la  dignidDG GHO SXHEOR URPDQR ÂłPDLHVWDV´.  Los  tribunos  de  la  plebe  presidĂ­an  las  asambleas  de  los  plebeyos,  concilia  plebis,  donde  mediante  plebiscitos  se  ejercĂ­a  la  funciĂłn  legisladora  del  estado  e  incluso  bajo  circunstancias  especiales  podĂ­an  convocar  el  senado.   SegĂşn  CicerĂłn  y  'LRQLVLR GH +DOLFDUQDVVR FRQ DQWHULRULGDG DO D & HQ TXH VH YRWy OD ÂłLex  Publilia  Voleronis  ³\ TXH DWULEX\y OD HOHFFLyQ GH ORV WULEXQRV D ORV Comitia  tributa  pues  antes  eran  elegidos  por  los  Comitia  curiata.  Era  una  figura  polĂ­tica  cRQ Âł6XPPD 3RWHVWDV´ HQ FRQFUHWR XQD Âł3RWHVWDV 6DFURVDQWD´  frente  a  la  Potestas  de  los  magistrados  curules  o  patricios,  que  era  una  ³3RWHVWDV /HJLWLPD´.  Ahora  bien,  estos  tribunos  no  tenĂ­an  Imperium.   (O SRGHU GH ORV WULEXQRV VH FRQFUHWy HQ OD ÂłAuxiliatio  $GYHUVXV &RQVXOHV´  y  GH HVWH DX[LOLR VH GHULYD Âł/D ,QWHUFHVVLR´,  que  presuponĂ­a  la  oposiciĂłn  a  cualquier  acto  de  los  magistrados,  y  que  podĂ­a  llegar  incluso  a  paralizar  la  XQLGDG GHO (VWDGR /RV WULEXQRV GLVSRQtDQ DGHPiV GH OD ÂłSumma  Coercendi  3RWHVWDV´  con  la  posibilidad  de  imposiciĂłn  de  multas,  arrestos  e  instauraciĂłn  de  inicios  penales  ante  la  asamblea  popular  y  disponĂ­a  ademĂĄs  de  la  facultad  de  decidir  como  arbitrios  en  las  controversias  entre  plebeyos.  Mediante  la  LEX  Sacra  la  Persona  del  tribuno  era  inviolable  y  cualquiera  que  atentase  contra  su  Persona,  era  declarado  HOMO  Sacer  (hombre  proscrito)  y  era  matado  impunemente  por  cualquiera  y  su  patrimonio  entregado  a  los  templos  plebeyos  de  Ceres,  Liber  y  Libera.  No  obstante,  el  ejercicio  de  las  funciones  polĂ­ticas  de  los  tribunos,  sĂłlo  era  ejercitable  dentro  de  la  Urbs  sin  que  pudiesen  oponerse  a  los  actos  de  los  magistrados  en  campaĂąa  ni  a  los  de  los  dictadores.   Cuestura   (V OD PDJLVWUDWXUD PiV EDMD \ OD TXH GD FRPLHQ]R DO ÂłFXUVXV KRQRUXP´.  Su  funciĂłn  fundamental  es  la  administraciĂłn  del  tesoro  pĂşblico.  Estos  PDJLVWUDGRV HUDQ ORV ÂłTXDHVWRUHV DHUDULL ´     71 Â


Teresa Da Cunha Lopes y Ricardo Chavira Villagómez

Protegían los archivos del estado, que se guardaban en el Templo de Saturno. En los comienzos de la magistratura eran dos cuestores, para ser cuatro a finales del siglo IV a.C. Durante el gobierno de Sila se elevaron a veinte. La justificación de este aumento era la necesidad de tener un número suficiente de funcionarios cualificados para controlar las finanzas en Italia y en las provincias. Estos funcionarios estaban a las órdenes directas del gobernador correspondiente. Para algunos romanistas, esta magistratura arranca de los antiguos ³4XDHVWRUHV 3DUULFLGLL´, que eran unos magistrados auxiliares del rey y que se ocupaban de la jurisdicción criminal. De este modo se ha podido ver una FRQH[LyQ GH HVWRV ³Quaestores Parricidii´ FRQ ORV ³4XDHVWRUHV $HUDULL´ (republicanos), que representarían auxiliares de los cónsules en la Administración financiera. La cuestura se configuró durante la República como una magistratura menor ³6LQ ,PSHULXP´, subordinada a los cónsules y que era elegida en los Comitia tributa. A partir del 421 a.C., habría dos cuestores urbani, encargados de la administración económica de la ciudad, elegidos en asamblea popular, y dos cuestores militares, subordinados a los cónsules para la Administración militar. La Dictadura -XQWR DO ³LQWHUUHJQXP´ constituye la segunda magistratura de carácter H[WUDRUGLQDULR (O ³LQWHUUHJQXP´, es más una especie de privilegio del Senado, que una magistratura propiamente dicha. La dictadura es una PDJLVWUDWXUD GH RULJHQ RVFXUR 3XHGH GHULYDG GHO OODPDGR ³PDJLVWHU SRSXOL´, un funcionario que sustituyó al rey después de la caída de la monarquía, y que tenía plenos poderes. Durante la etapa de los decenviros (450 a.C.9 se abolió esta magistratura. Dejó de aparecer como una magistratura ordinaria, Pero se utilizaba para los casos de emergencia, y tenía una limitación temporal. No se elige en comicios, sino que es nombrado por el cónsul, y su función no puede durar más de seis meses. El dictador elige un segundo de DERUGR TXH HV HO GHQRPLQDGR ³PDJLVWHU HTXLWXP´, jefe de caballería. El poder del dictador es tan pleniponteciario que los tribunos de la plebe no pueden ejercer el derecho de veto contra sus acciones. Esta magistratura se utilizó mucho en los primeros años de la República, pero fue desapareciendo. Aunque Sila y Cesar fueron nombrados dictadores, no tiene nada que ver con el espíritu de esta magistratura, llegaron a ella como consecuencia de un golpe de estado militar. La dictadura durante la República aparece como una magistratura extraordinaria a la que se recurre en caso de gravísimo peligro 72


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

interior  o  exterior  y  que  presume  una  alteraciĂłn  de  todos  los  principios  constitucionales.  CaracterĂ­sticas  del  dictador:  Es  único,  Sine  Colega,  aunque  libremente  podĂ­a  nombrar  como  magistrado  subordinado  a  un  Magister  Equitum  (jefe  de  caballerĂ­a).  El  dictador  iba  acompaĂąado  de  24  Lictores.  Decae  en  su  cargo  por  el  transcurso  de  6  meses  o  antes,  bien  por  acabar  la  funciĂłn  para  la  que  habĂ­a  sido  nombrado  o  por  finaliza  el  cargo  de  CĂłnsul  TXH OR KXELHVH QRPEUDGR 7LHQH Âł,PSHULXP 0DLXV´   sobre  todos  los  magistrados,  incluso  sobre  los  cĂłnsules  que  son  los  que  le  nombran  con  unos  requisitos  especiales.    No  estĂĄ  limitado  por  la  ROGATIO  ni  tampoco  parece  que  los  tribunos  de  la  SOHEH SXGLHURQ HMHUFLWDU FRQWUD pO OD Âł,QWHUFHVVLR´  Se  suele  distinguir  dos  clases  de  dictaduras:   1.-­³Dictator  Optima  Lege  Creatus  ³ FRQ Pi[LPR GHUHFKR WHQtD HQWUH RWUDV funciones  la  de  declarar  la  guerra  y  dirigirla  o  bien  aplastar  una  revuelta  LQWHUQD HVWH ~OWLPR HV HO Âł'LFWDWRU 6HGLWLRQLV &DXVD´  2.  ¹³'LFWDWRU ,QPLQXWR ,XUH´  (de  derechos  mĂĄs  delimitados).  Dentro  de  Êste  LQFOXLPRV HO Âł'LFWDWRU &ODYL )LJHQGL &DXVD´  (para  clavar  el  clavo  del  templo  de  JĂşSLWHU R HO Âł'LFWDWRU /DWLQDUXP )HULDUXP &DXVD´ (para  las  fiestas  latinas).   Vigintisexvirato   Se  trata  del  paso  previo  para  acceder  al  cursus  honorum.  Sus  miembros  son  un  total  de  veintisĂŠis.  Todo  joven  aristĂłcrata  que  quisiera  entrar  en  la  carrera  polĂ­tica  debĂ­a  ejercer  esta  funciĂłn.  Estaba  formada  por  los  siguientes  colegios:   Triumviri  Monetales,  encargados  de  las  acuĂąaciones   monetales.  Eran  los  Tres  Viri  A  (Uro)  A  (Rgento)  A  (Ere)  F  (Eriundo)  es  decir  IIIviri  A.A.A.F.F.  Era  el  colegio  mĂĄs  importante  y  era  donde  solĂ­an  ingresar  los  hijos  jĂłvenes  de  las  familias  patricias.   Decemviri  Stlitibus  Iudicandis,  formados  por  los  jueces  que  sentenciaban  sobre  el  estatus  civil  de  una  Persona,  libre,  liberto  o  esclavo.   Quattuorviri  Viis  In  Urbe  Purgandis,  que  se  ocupaban  del  mantenimiento  de  las  vĂ­as  de  la  ciudad  de  Roma.   Triumviri  Capitalis,  asistĂ­an  a  los  magistrados  cum  imperium,  en  la  aplicaciĂłn  de  las  penas,  especialmente  la  de  muerte.  Estos  tres  colegios  se     73 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

mantuvieron  durante  el  Imperio,  Pero  en  la  repĂşblica  existĂ­an  otros  seis  IXQFLRQDULRV TXH OH GDEDQ HO QRPEUH GH YHLQWLVpLV ´ dumviri  viis  extra  urbi  pugnandis  y  los  TXDWWXU SUDHIHFWL FDSXDP FXPDV´   El  Senado   Estructura   SegĂşn  la  tradiciĂłn  latina  el  Senado  surge  en  la  Edad  monĂĄrquica  y  fue  fundado  por  RĂłmulo  con  100  senadores.  De  ser  un  órgano  consultivo  del  rey  pasarĂ­a  a  ser  en  la  Êpoca  de  apogeo  de  la  RepĂşblica,  el  órgano  de  oligarquĂ­a  en  el  poder,  al  que  en  un  principio  accedĂ­an  los  patricios.  DespuĂŠs  de  la  admisiĂłn  de  los  plebeyos  en  el  Senado,  no  oEVWDQWH ORV ÂłSDWUHV´  en  el  sentido  tĂŠcnico  de  su  significado  de  patricios  conservarĂ­an  sus  privilegios  en  HO 6HQDGR UHVHUYiQGRVH HO HMHUFLFLR GH OD Âł$XWRULFWDV´ \ HO Âł,QWHUUHJQXP´ A  partir  de  la  Lex  Ovinia  que  es  un  plebiscito  anterior  al  312  a.C.  fue  atribuida  D ORV FHQVRUHV OD Âł/HFWLR 6HQDWXV´  y  la  competencia  para  la  selecciĂłn  de  senadores  tanto  patricios  como  plebeyos.  Con  posterioridad  la  elecciĂłn  de  los  Senadores  se  verifico  con  los  que  hubiesen  desempeĂąado  con  anterioridad  una  alta  magistratura,  estableciĂŠndose  una  graduaciĂłn  dentro  de  los  senadores.   El  Senado  se  reunĂ­a  en  un  lugar  cerrado  y  consagrado  normalmente  en  la  Curia  Hostilia.  Era  presidido  y   convocado  generalmente  por  un  magistrado  FRQ Âł,XV $JHQGL &XP 3DWULEXV´,  derecho  de  actuar  con  los  padres.  Esta  facultad  que  a  partir  del  S.  II  a.C.  se  concederĂ­a  tambiĂŠn  a  los  tribunos  de  la  plebe.  El  magistrado  presidente  podĂ­a  comunicar  su  propia  opiniĂłn  a  los  senadores  asĂ­  como  recabar  el  parecer  del  Senado  sobre  cualquier  tema  y  el  senado  emitĂ­a  uQ Âł6HQDWXV FRQVXOWXP´.  El  presidente  despuĂŠs  de  hacer  la  ³UHODWLR´  invitaba  a  los  senadores  a  expresar  su  opiniĂłn  segĂşn  orden  de  rango  y  la  votaciĂłn  finalmente  se  realizaba  por  divisiĂłn  segĂşn  los  que  opinasen  segĂşn  su  propuesta  o  los  que  opinasen  diversamente.   Los  poderes  del  Senado  frente  a  la  magistratura  anual    El  Senado  representa  un  órgano  permanente  y  estable  interpretado  por  las  mĂĄs  altas  Personalidades  del  Estado  \ VL ELHQ HO PDJLVWUDGR ÂłFXP LPSHULR´  es  autĂłnomo  e  independiente  para  una  serie  de  actos  careciendo  el  Senado  de  ³,PSHULXP´  es  decir,  de  soberanĂ­a  que  formalmente  residĂ­a  únicamente  en  los  magistrados,  no  obstante  ,  el  magistrado  estaba  sustancialmente  subordinado  al  Senado  y  si  aquel  realizaba  un  acto  grave  de  desobediencia  al  74 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

senado  quedaba  expuesto  a  las  repercusiones  consiguientes  tanto  morales  como  jurĂ­dicas.   Interregnum   Durante  la  Êpoca  monĂĄrquica  753  a  510  a.C.  fue  competencia  del  Senado  el  QRPEUDPLHQWR GH XQ ÂłLQWHUUH[´ a  la  muerte  del  rey  para  el  ulterior  nombramiento  de  su  sucesor.  Durante  la  repĂşblica  y  en  la  Êpoca  de  las  luchas  patricio-­plebeyas,  desde  el  509  a.  C.  al  367  a.C.  siempre  que  quedase  YDFDQWH HO SRGHU VXSUHPR RUGLQDULR YROYtDQ D ORV ÂłSDWUHV´,  es  decir,  los  VHQDGRUHV SDWULFLRV HO ÂłLPSHULXP´ \ ORV ÂłDXVSLFLD´.  En  tal  hipĂłtesis  los  patres  debĂ­an  convocar  el  nombramiento  entre  ellos  de  un  interrex,  cargo  que  era  ejercitado  por  turno  de  5  dĂ­as  entre  los  propios  patres  y  el  Interrex  QRPEUDGR SRU ORV FRPLFLRV \ SURFHGtD D OD ÂłFUHDWLR´ de  los  nuevos  magistrados.  A  partir  del  S.  IV  alcanzada  la  estabilidad  del  ordenamiento  patricio  plebeyo,  el  Interrex  decae  notablemente  en  su  importancia.   Autorictas   Al  igual  que  el  Interrex  estaba  reservada  a  los  senadores  patricios  representaba  un  acto  de  aprobaciĂłn  de  las  deliberaciones  electorales  asĂ­  por  ejemplo  la  ratificaciĂłn  de  la  elecciĂłn  de  un  magistrado  o  bien  un  acto  de  aprobaciĂłn  de  las  deliberaciones  legislativas  o  la  ratificaciĂłn  de  una  ley  aprobada  por  las  diversas  asambleas  populares.  En  un  principio  el  Senado  ratificaba  taQ VROR ODV GHFLVLRQHV GH ORV Âł&RPLWLD FHQWXULDWD´  y  con  posterioridad  la  de  todas  las  asambleas  con  excepciĂłn  de  los  acuerdos  de  los  ³FRQFLOLD SOHELV´  por  no  presuponer  acuerdos  de  todo  el  populus.   /D ÂłDXWRULFWDV SDWUXP´  como  instrumento  de  control  de  las  leyes  comiciales  disminuyĂł  en  importancia  a  partir  de  la  Lex  Hortensia  del  286  a.  C.   de  equiparaciĂłn  de  los  plebiscitos  que  era  la  ley  votada  por  el  pueblo  a  SURSXHVWD GH XQ WULEXQR GH OD SOHEH \ GH ODV ÂłOHJHV FRPLFLDH´  ,  por  cuanto  que  la  ley  Hortensia  eliminaba  la  necesidad  de  su  convalidaciĂłn  por  el  Senado.    Otras  competencias  del  Senado    Por  medio  del  senadoconsulto  el  Senado  intervino  de  manera  activa  en  la  direcciĂłn  de  la  vida  polĂ­tica  romana.  En  materia  financiera  el  Senado  HVWDEOHFtD HO ÂłtributuP´,  esto  es  la  contribuciĂłn,  y  dictaba  las  condiciones  SDUD OD WHQHQFLD GH OD ÂłDJHU SXEOLFXV´,  el  suelo,  que  era  administrado  por  los     75 Â


Teresa Da Cunha Lopes y Ricardo Chavira Villagómez

censores, bajo la dirección del Senado también acordaba la acuñación de la moneda dentro de Roma y fiscalizaba la enajenación de los bienes estatales a titulo oneroso y gratuito. En materia religiosa el Senado dirigía las actividades religiosas relacionadas con el interés político del Estado, DXWRUL]DED QXHYRV FXOWRV DVt FRPR OD ³GHGLFDWLR´, consagración de nuevos templos. En el campo militar el Senado asume la suprema dirección de la guerra y finalizada esta fija las recompensas otorgando los honores del triunfo, delimita los territorios y actividad del Ejército. En materia de política exterior el senado recibía a los embajadores extranjeros y enviaba a los embajadores romanos. Con anterioridad al S IV en que se hizo precisa la concurrencia del voto del pueblo, también el Senado formalizaba los tratados de paz con la LQWHUYHQFLyQ ~QLFDPHQWH GH ORV ³IHWLDOHV´, que eran los 20 magistrados encargados de declarar la paz o la guerra. En materia de política interna el Senado ejercería un control sobre las asociaciones romanas prohibiendo las peligrosas para la actividad del Estado. En materia legislativa no puede considerarse sin embargo que los acuerdos del Senado o senadoconsultos constituyesen normas directamente aplicables. En materia jurisdiccional el Senado en la época de dictadura o de grave peligro de guerra llevo en ocasiones a la suspensión de las garantías jurisdiccionales a través del Iustitium que es la interrupción de los títulos. El ³LXVWLWLXP´ no es solo aquel ³luctus publicus o OXFWXV VHQDWXV´³(jornadas de duelo público) (Expositio sermonum antiquorum ad grammaticum Calcidium) El ³,XVWLWLXP´ es una medida del derecho según la que, por causas puntuales, el Senado podía eliminar las cortapisas legales que tenían los magistrados para ejecutar las penas de muerte -­ceñidas, de ordinario, a la formación de un tribunal popular.

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    LA  FAMILIA  ROMANA    Generalidades   En  XQ VHQWLGR PRGHUQR OD ÂłIDPLOLD´ HV XQ FRPSOHMR GH SHUVRQDV OLJDGDV HQWUH sĂ­  por  un  vĂ­nculo  natural.  Esta  nociĂłn,  sin  embargo,  en  Derecho  romano,  permaneciĂł  por  largo  tiempo  absorbida  por  un  concepto  mĂĄs  amplio,  que  comprendĂ­a  al  conjunto  de  las  Personas  sometidas  a  la  autoridad  de  un  jefe,  el  ³3DWHUIDPLOLDV´ \D VHD SRU ILOLDFLyQ \D VHD SRU XQ YtQFXOR MXUtGLFR Âłfamiliam  dicimus  plures  Personas  quae  sunt  sub  unius   potestate  aut  QDWXUD DXW MXUH VXELHFWDH´ 7DO FRQMXQWR OODPiEDVH Âłfamilia  proprio  jure´ HQ FRQWUDSRVLFLyQ D OD Âłfamilia  communi  iure´ OD FXDO FRPSUHQGtD D WRGDV ODV 3HUVRQDV TXH KDEtDQ HVWDGR VRPHWLGDV D XQ PLVPR ÂłPaterfamilias´ VL pVWH vivĂ­a  aun.   (Q WRUQR D OD PXHUWH GH XQ ÂłPaterfamilias´ VH VXVWLWXtD HQ HO PDQGR GHO JUXSR familiar  un  nuevo  jefe,  el  heredero;Íž  en  la  Êpoca  histĂłrica,  por  el  contrario,  el  nĂşcleo  originario  se  dividĂ­a  en  tantas  nuevas  familias  como  tantos  eran  los  hijos  varones,  cada  uno  de  los  cuales,  independientemente  de  la  edad  o  del  tener  mĂĄs  o  menos  una  descendencia  propia,  llegaba  a  ser  a  su  vez  ³Paterfamilias´   El  vĂ­nculo  que  ligaba  a  las  Personas  libres  pertenecientes  a  la  misma  familia  llamĂĄbase  "agnatio´ GH DTXt TXH ODV 3HUVRQDV PLVPDV VH OODPDUDQ agnati´ 3RU HO FRQWUDULR HO SDUHQWHVFR GH VDQJUH OODPiEDVH Âłcognatio´ \ VH computaba  con  grados,  uno  por  cada  generaciĂłn,  tanto  en  la  lĂ­nea  recta,  esto  es,  entre  ascendientes,  cuanto  en  las  lĂ­neas  colaterales,  por  la  cual  de  un  pariente  se  elevaba  hasta  el  jefe  comĂşn  y  se  descendĂ­a  hasta  el  otro  pariente.  En  suma,  se  llamaba  "DILQLWDV´  el  vinculo  que  ligaba  a  un  cĂłnyuge  con  los  parientes  del  otro  cĂłnyuge.  (O WpUPLQR Âłfamilia´ LQGLFDED DGHPiV GH ODV 3HUVRQDV WDPELpQ HO FRPSOHMR de  los  bienes  pertenecientes  al  "3DWHUIDPLOLDV´ R VHD VH UHILHUH D WRGR OR TXH hace  parte  de  la  domus.      77 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

 Estructura  de  la  Familia  Romana   En  la  familia  romana  se  tenĂ­a  una  sola  Persona  "Sui  iuris´ TXH HUD HO "Paterfamilias´ \ XQD VHULH GH 3HUVRQDV Alieni  iuris´ TXH VH KDOODEDQ sometidas  a  su  potestad.  Estas  últimas  se  dividĂ­an,  como  se  ha  visto,  en  libres  y  esclavos.  De  los  esclavos  ya  hemos  hablado;Íž  asĂ­,  pues,  aquĂ­  nos  limitaremos  a  considerar  a  aquellas  libres,  a  las  cuales  tan  sĂłlo  se  refieren  los  vĂ­nculos  de  agnaciĂłn.   Se  entraba  a  formar  parte  en  una  familia  por  el  nacimiento  (natura),  o  por  un  acto  jurĂ­dico  (iure):   Por  nacimiento,   entraban  a  integrar  la  familia  los  que  eran  procreados  en  OHJtWLPR PDWULPRQLR SRU HO Âł3DWHUIDPLOLDV´  o  por  sus  hijos  varones  sometidos  a  su  autoridad.  Los  nacidos  de  las  hijas  pertenecĂ­an,  por  el  contrario,  a  la  familia  del  padre,  si  es  que  habĂ­an  sido  procreados  en  legitimo  matrimonio,  ya  que  por  otra  parte,  si  eran  ilegĂ­timos,  nacĂ­an  "Sui  iuris´ (Q OD edad  postclĂĄsica  se  admitieron,  sin  embargo,  algunas  formas  de  legitimaciĂłn  por  las  cuales  los  nacidos  fuera  del  matrimonio  podĂ­an  ser  acogidos  a  la  Patria  potestad  del  padre  natural  y  adquirir  la  condiciĂłn  de  hijos  legĂ­timos:  HVWR ÂľVXFHGtD SDUWLFXODUPHQWH PHGLDQWH VXFHVLYRV PDWULPRQLRV OHJtWLPRV HQWUH ORV SURJHQLWRUHV Âł3HU VXEVHTXHQV PDWULPRQLXP´)  o,  por  concesiĂłn  LPSHULDO Âł3HU UHVFULSWXP SULQFLSLD´)  .   Por  acto  jurĂ­dico,  se  entraba  a  formar  parte  de  la  familia  mediante  la  "conventio  in  manum´ OD adoptio´ \ OD Âładrogatio´   /D ÂłFRQYHQWLR LQ PDQXP´ consistĂ­a  en  la  acogida  de  la  mujer  a  la  potestad  del  marido  si  Êste  era  "Paterfamilias´ R DO PateU´ GH pO VL HUD filius  familias´ HQ HO SULPHU FDVR OD PXMHU TXH SRU HVWR PLVPR VDOtD GH OD IDPLOLD de  origen,  rompiendo  con  ella  los  vĂ­nculos  de  agnaciĂłn,  entraba  en  la  familia  del  varĂłn,  como  ³ILOOLDH ORFR´ HQ HO VHJXQGR HQWUDED FRPR ÂłQHSRWLV ORFR´.  El  tĂŠrmino  "manus´ LQGLFDED SUHFLVDPHQWH OD SRWHVWDG GHO ÂłPater´ \ HQ XQ principio  fue  un  tĂŠrmino  usado  genĂŠricamente  para  cualquier  otra  potestad.  MĂĄs  tarde  significĂł  especĂ­ficamente  la  potestad  sobre  las  mujeres  entradas  o  DFRJLGDV HQ OD IDPLOLD PHGLDQWH OD Âłconventio´   Esta  podĂ­a  suceder  por  efecto  de  las  ceremonias  de  la  "confarreatio´ \ GH OD "coemptio´ R ELHQ PHGLDQWH HO usus´   78 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

La  "confarreatio´ HUD OD IRUPD PiV DQWLJXD \ VROHPQH GH PDWULPRQLR \ consistĂ­a  en  un  rito  religioso  en  el  cual  los  esposos  sacrificaban  un  pan  de  trigo  (far).  La  "FRHPSWLR´  era  una  simulaciĂłn  realizada  en  favor  de  la  mujer  por  parte  del  "Paterfamilias´ PHGLDQWH OD mancipatio´ (Q IDOWD GH HVWRV actos,  en  la  edad  mĂĄs  antigua,  la  mujer  caĂ­a  bajo  la  "manus´ GHO PDULGR R GHO "Paterfamilias´ GH pO SRU KDEHU YLYLGR GXUDQWH XQ DxR FRQWLQXR HQ OD FDVD marital;Íž  ello  sucedĂ­a  por  la  aplicaciĂłn  del  principio  general  de  la  adquisiciĂłn  del  derecho  mediante  el  transcurso  del  tiempo  y  el  ejercicio  del  derecho  mismo  (usus);Íž  bastaba,  sin  embargo,  una  interrupciĂłn  de  tres  noches  (trinoctis  usurpatio),  para  que  el  efecto  no  se  produjese.   'H ORV WUHV PRGRV GH ÂłFRQYHQWLR´ HO ÂłXVXV´ IXH HO SULPHUR HQ GHVDSDUHFHU ya  en  la  Êpoca  republicana,  seguido  rĂĄSLGDPHQWH GH OD Âłconfarreatio´ 8Q SRFR PiV SHUGXUD OD Âłcoemptio´ 3HUR WDPSRFR HOOD HV \D UHFRUGDGD GHVSXpV del  siglo  III  d.  C.  y,  en  efecto,  al  final  de  la  Êpoca  republicana  se  va  cada  vez  mĂĄs  difundiendo  el  matrimonio  "sine  manu´ SRU HO FXDO OD PXMHU Vi  era  "Sui  iuris´ 3HUPDQHFH FRPR WDO \ VL HUD filiafamilias´ FRQWLQXDED SHUWHQHFLHQGR a  la  familia   de  origen,  con  la  consecuencia,  en  ambos  casos,  de  no  entrar  a  formar  parte  de  la  familia  del  marido,  respecto  a  la  cual  permanece  como  extraĂąa,  hasta  que  le  fueron  reconocidos  algunos  derechos  Pero  no  ya  porque  KXELHUH HQWUDGR FRPR ÂłILOLDH ORFR´ R QHSRWLV ORFR´ VLQR HQ FXDQWR PXMHU   /D ÂłDGRSWLR´ era  el  ingreso  de  un  extraĂąo,  que  por  voluntad  del  ³3DWHUIDPLOLDV´ OOHJDED D IRUPDU SDUWH GH OD IDPLOLD &XDndo  el  extraĂąo  era  ³Sui  iuris´ \ DVt SXHV HUD D VX YH] XQ Âł3DWHUIDPLOLDV´,  el  acto  era  llamado  ³DGURJDWLR´ el  cual  desde  antiguo  se  realizaba  ante  los  comicios  curiales  mediante  una  solemne  interrogaciĂłn  (rogativo)  hecha  por  el  pontĂ­fice  mĂĄximo  a  los  interesados  y  al  pueblo.  La  intervenciĂłn  de  este  último  se  explica  por  el  hecho  de  que  tal  adopciĂłn  significaba  la  extinciĂłn  de  una  familia  y,  por  lo  tanto,  podĂ­a  acaecer  sĂłlo  con  la  "SRSXOL DXFWRULWDWH´  Posteriormente  las  curias  fueron  representadas  por  treinta  lictores  y,  al  final  de  la  edad  imperial  la  autoridad  del  pueblo  fue  sustituida  por  la  del  prĂ­ncipe,  de  aquĂ­  que  la  arrogaciĂłn  se  cumpla  por  rescripto  (Per  principale  rescriptum).   &RQ OD ÂłDGURJDWLR´  no  sĂłlo  el  arrogado  entraba  a  formar  parte  de  la  nueva  familia,  sino  que  todos  los  sometidos  a  su  potestad  iban,  asimismo,  a  caer  EDMR OD SRWHVWDG GHO QXHYR ÂłPaterfamilias´ \ D~Q VX SDWULPRQLR VXFHVLyQ D tĂ­tulo  universal  entre  vivos).  La  posibilidad  de  arrogar  a  los  impĂşberes  fue  admitida  en  algunos  casos  sĂłlo  desde  el  siglo  II  despuĂŠs  de  Cristo.    /RV PRGRV GH H[FOXVLyQ GH ORV Âłfiliifamilias´ GH OD IDPLOLD URPDQD HUDQ     79 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

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x  La  adopciĂłn  HQ RWUD IDPLOLD R OD ÂłFRQYHQWLR´  de  la  mujer  bajo  la  ³manus´ GH RWUR Âł3DWHUIDPLOLDV´;Íž  x  La  emancipaciĂłn,  esto  es:  el  acto  SRU HO FXDO HO ÂłPaterfamilias´ renunciaba  (con  una  triple  simulaciĂłn  de  venta  segĂşn  una  norma  de  ODV ;,, 7DEODV D OD SRWHVWDG VREUH ORV ÂłILOLXV IDPLOLDV´  haciĂŠndolos  ³Sui  iuris´ 3DUD ODV Âłfiliaefamilias´ HUD VXILFLHQWH XQD VROD YHQWD (Q el  derecho  postclĂĄsico  a  esta  forma  particularmente  complicada  se  le  VXPD OD HPDQFLSDFLyQ Âłanastasiana´ SRU UHVFULSWR GHO SUtQFLSH \ OD HPDQFLSDFLyQÂłjustinianea´ DQWH HO PDJLVWUDGR   6LHQGR HO SRGHU GH HPDQFLSDU VROR \ H[FOXVLYDPHQWH GHO ÂłPaterfamilias´ ninguna  influencia  tenĂ­a  la  voluntad  del  hijo;Íž  el  cual  ni  era  llamado,  en  Êpoca  clĂĄsica,  a  dar  su  consentimiento  a  la  emancipaciĂłn,  ni  podĂ­a  constreĂąir  al  ³3DWHU´  a  emanciparlo.  El  consentimiento  explĂ­cito  fue  exigido  sĂłlo  por  Anastasio  y  confirmado  por  Justiniano.  Tal  poder  era,  por  otra  parte,  LOLPLWDGR SRU OR FXDO HO Âł3DWHUIDPLOLDV´podĂ­a  manumitir  aun  al  nieto,  sin  el  consentimiento  del  padre,  o  al  impĂşber.  El  hijo  emancipado  llegaba  a  ser  ³3DWHUIDPLOLDV´  (emancipatus  familiam  habet)  .La  emancipaciĂłn  obligatoria  fue  admitida  en  la  Êpoca  clĂĄsica  en  muy  pocos  casos  y  la  legal  fue  introducida  en  la  Êpoca  postclĂĄsica.   (O Âł3DWHUIDPLOLDV´  y  sus  Poderes   /D ILJXUD GHO ÂłPaterfamilias´ HUD HQ HO 'HUHFKR URPDQR EDVWDQWH GLYHUVD GH OD TXH UHSUHVHQWD HO Âłpadre  de  familia´ HQ HO Gerecho  moderno,  en  el  cual  tiene  gran  significaciĂłn  sĂłlo  respecto  a  los  fines  internos  de  las  relaciones  IDPLOLDUHV (Q HIHFWR HQ HO 'HUHFKR URPDQR HO ÂłPaterfamilias´ PDQWHQtD XQD doble  posiciĂłn:   a)  Respecto  al  ordenamiento  jurĂ­dico,  pero  referido  al  campo  del  derecho  SULYDGR pO HUD OD ~QLFD 3HUVRQD ÂłSui  iuris´ HVWR HV OD ~QLFD 3HUVRQD TXH WHQtD plena  capacidad  jurĂ­dica,  considerĂĄndosele  como  de  su  entera  propiedad  a  los  VLHUYRV \ D ORV Âłfiliifamilias´ FRPR 3HUVRQDV VRPHWLGDV D OD SURSLD IDPLOLD El  tenĂ­a  poderes  bastante  amplios  que  no  se  concilian  con  la  concepciĂłn  moderna  de  la  familia  y  que  se  justifican  sĂłlo  cuando  se  considera  que  el  vĂ­nculo  jurĂ­dico  que  ligaba  a  los  miembros  de  la  familia,  tenĂ­a  un  origen  conectado  con  la  estructura  arcaica  de  la  familia  romana  como  instituto  polĂ­tico  originario.    Las  leyes  mĂĄs  antiguas  reconocĂ­an,  en  efecto,  al  ³3DWHUIDPLOLDV´  el  derecho  de  vida  y  muerte  (Ius   vitae  et  necisque VREUH ORV VRPHWLGRV D VX ÂłPotestas´ 80 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

tal  derecho,  mitigado  por  las  leyes  y  no  justificado  como  antes  por  la  conciencia  social,  se  mantiene  hasta  el  siglo  IV  despuĂŠs  de  Cristo,  Êpoca  en  la  cual  es  considerado  dentro  de  los  lĂ­mites  de  una  potestad  correccional.   <D VH KD YLVWR FyPR ORV URPDQRV GLVWLQJXtDQ OD ÂłPatria  Potestas´ TXH HUD HO podHU TXH VH HMHUFLWDED VREUH ORV Âłfiliifamilias´ \ VREUH ORV HVFODYRV GH OD ÂłPDQXV´ FRQVWLWXLGD SRU ORV SRGHUHV TXH WLHQH HO 3DWHU´ VREUH ODV PXMHUHV que  entran  a  formar  parte  de  la  familia.  En  suma,  el  poder  de  los  "filiifamilias´ VRPHWLGRV D noxa´ OODPiEDVH Âłmancipium´ (O FRPSOHMR GH ODV 3HUVRQDV VRPHWLGDV DO SRGHU GHO 3DWHUIDPLOLDV´ HUD SRU OR WDQWR GHILQLGR FRPR Âłqui  potestas  manu,  mancipioque  sunt´   (Q HO GHUHFKR MXVWLQLDQHR SHUYLYH WDQ VyOR HO WpUPLQR ÂłPotestas´ 2WUR GHUHFKR GHO Âł3DWHUIDPLOLDV´,  desaparecido  en  el  tardĂ­o  PerĂ­odo  postclĂĄsico,  TXH VH PDQWLHQH VyOR SDUD ORV HVFODYRV HUD HO SRGHU FRQVLJQDU DO Âłfilius  familias´ D RWUR ÂłPaterfamilias´ OHVLRQDGR SRU XQ GHOLWR GH DTXHO SDUD sustraerme  a  toda  responsabilidad  ;Íž  tambiĂŠn  otro  derecho  es  el  que  le  confiere  la  facultad  para  venderlo  (Ius   vendendi).   (O ÂłPaterfamilias´ WHQtD XQD DXWpQWLFD DFFLyQ UHDO vindicatio)  contra  quien  hubiese  realizado  algo  contra  su  voluntad  y  la  de  sus  tutelados,  y  especĂ­ficos  LQWHUGLFWRV /D Âłmanus  maritalis´ WXYR YLGD PiV EUHYH TXH OD ÂłPatria  Potestas´ \ VHJXUDPHQWH \D KDEtD GHVDSDUHFLGR DO SULQFLSLR GHO VLJOR ,, G GH Cristo.   (O HVWDGR GH Âł3DWHUIDPLOLDV´  VH DGTXLUtD R ELHQ Âłiure  naturali´ HVWR HV SRU el  hecho  de  que  no  hubiera  vivo  algĂşn  ascendiente  masculino  de  la  familia,  o  bien ÂłMXUH FLYLOL´ SRU PHGLR GH OD emancipatio,  esto  es,  posteriormente  a  la  renuncia  que  el   ³3DWHUIDPLOLDV´  hacĂ­a  de  su  potestad  sobre  los  hijos.  En  UHODFLyQ GH OD QDWXUDOH]D SDUWLFXODU GHO Âł6WDWXV´ GHO 3DWHUIDPLOLDV´ QR FRQ relaciĂłn  a  la  existencia  de  una  familia,  sino  a  la  falta  de  otra  Persona  que  HMHUFLWH VREUH pO OD ÂłPatria  Potestas´ HQ HO 'HUHFKR URPDQR SRGtD VXFHGHU \ la  cosa  puede  parecernos  extraĂąa)  que  un  padre  de  familia  no  fuese  ³Paterfamilias´ \ TXH OR IXHVH SRU HO FRQWUDUio  quien  no  tuviera  familia  alguna  sometida  a  su  potestad.   b)  En  lo  referente  a  la  cuestiĂłn  patrimonial,  el  ³3DWHUIDPLOLDV´ HQ FXDQWR ~QLFR VXMHWR ÂłSui  iuris´ HUD HO ~QLFR WLWXODU GH GHUHFKRV /RV VRPHWLGRV D VX ÂłPotestas´ DGTXLUtDQ SRU pO SHUR QR VREUe  la  base  de  un  principio  de  representaciĂłn,  que  no  podĂ­a  darse  en  tal  gĂŠnero  ya  que  faltaba  el  presupuesto  de  la  existencia  de  los  dos  sujetos  capaces  de  contratar,  sino  VREUH OD EDVH GH XQD UHODFLyQ RUJiQLFD SRU OD FXDO ORV VXMHWRV D OD ÂłPotestas´    81 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

aparectDQ FRPR yUJDQRV QDWXUDOHV GH DGTXLVLFLyQ GHO Âł3DWHU´.  Entre  el  padre  y  los  sometidos  a  su  potestad  no  era  concebible  relaciĂłn  alguna  patrimonial  TXH QR IXHVH XQD Âłobligatio  naturalis´ 6LQ HPEDUJR HUD FRUULHQWH TXH HO ÂłPaterfamilias´ FRQFHGLHVH DO ÂłILOLus  familias´ OD DGPLQLVWUDFLyQ \ HO GLVIUXWH de  un  pequeĂąo  patrimonio  (peculium),  cuya  propiedad  permanecĂ­a,  no  obstante,  en  el  padre.   (QWUH ORV SHFXOLRV KDQ GH UHFRUGDUVH HO Âłpeculium  castrense´ FRQVWLWXLGR por  los  ingresos  de  la  vida  militar),  que  Augusto  permitiĂł  que  pudiera  ser  REMHWR GH GLVSRVLFLyQ WHVWDPHQWDULD SRU SDUWH GHO Âłfilius  familias´ HO ÂłSHFXOLXP TXDVL FDVWUHQVH´,  reconocido  por  Justiniano  y  creado  por  los  EHQHILFLRV SROtWLFRV GH WRGR JpQHUR HO Âłpeculium  adventicium´ WpUPLQR usado  en  el  PHGLRHYR SDUD LQGLFDU FXDQWR HO ÂłILOLXV IDPLOLDV´ habĂ­a  adquirido  por  cualquier  acto  de  liberalidad  o  con  su  trabajo  ,del  cual  Justiniano  le  UHFRQRFH DO KLMR OD SURSLHGDG \ DO ÂłPaterfamilias´ HO XVXIUXFWR   (VWR SUXHED TXH HQ OD pSRFD MXVWLQLDQHD Âłpeculium´ HUD \D XQD VLPSOH supervivencia  que  no  servĂ­a  para  indicar  un  instituto  particular  de  las  UHODFLRQHV SDWULPRQLDOHV HQWUH HO Âł3DWHUIDPLOLDV \ HO ILOLXV´,  sino  el  verdadero  y  propio  patrimonio  del  ILOLXV IDPLOLDV´,  al  cual  le  estaba  reconocida  la  plena  capacidad  jurĂ­dica.  Estando  los  esclavos  como  los  "filiifamilias´ VXMHWRV D OD ÂłPotestas´ GHO Âł3DWHUIDPLOLDV´ OODPDGD Âłdominica  Potestas´ ORV SRGHUHV GH ĂŠstos  sobre  los  esclavos  fueron,  en  el  Derecho  romano  arcaico,  los  mismos.  Pero  la  costumbre  ponĂ­a  una  fundamental  diferencia  entre  los  libres  y  los  esclavos  y  mientras  la  evoluciĂłn  social  llevĂł  a  los  primeros  a  la  plena  capacidad  jurĂ­dica,  para  los  segundos  se  nota  sĂłlo,  en  el  curso  de  la  evoluciĂłn  GHO 'HUHFKR URPDQR XQD DWHQXDFLyQ GH OD Âłdominica  PotesWDV´ /H[ Petronia,  leyes  de  Claudio,  Antonino  PĂ­o,  Constantino).   Una  posiciĂłn  intermedia  entre  libres  y  esclavos  fue,  en  el  derecho  mĂĄs  DQWLJXR OD GH ORV Âłfiliifamilias´ OODPDGRV HQ Âłnoxa´ TXH HVWDEDQ VRPHWLGRV D un  derecho  anĂĄlogo  al  de  propiedad  (in  causa  mancipii)  denominado  ³mancipium´ /DV 3HUVRQDV ÂłAlieni  iuris´ HQ ODV UHODFLRQHV FRQ WHUFHURV QR WHQtDQ SDUD HO ÂłIus   civile´ FDSDFLGDG SDUD REOLJDUVH QL SDUD REOLJDU DO SURSLR Âł3DWHUIDPLOLDV´ 6LQ HPEDUJR HO SUHWRU VLJXLHQGR ODV H[LJHQFLDV GH OD  HYROXFLyQ VRFLDO UHFRQRFH TXH ODV 3HUVRQDV ÂłAlieni  iuris´ SXGLHUDQ REOLJDU plenamente  (in  solidum DO Âł3DWHUIDPLOLDV´  en  los  siguientes  casos:   a)  cuando  la  deuda  hubiera  sido  contraĂ­da  por  orden  de  Êl  b)  cuando  Êl  hubiese  puesto  al  hijo  al  frente  de  un  navĂ­o  (se  podĂ­a  ejercer  la  ³Actio  exercitoria´  82 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

c)  cuando  Êl  hubiese  confiado  al  hijo  la  gestiĂłn  de  una  actividad  comercial  (en  el  nuevo  derecho)  cuando  asĂ­,  pues,  Êl  hubiese  estado  informado  del  QHJRFLR VH SRGtD HMHUFHU OD Âł$FWLR TXDVL LQVWLWRULD´   ExLVWtDQ FDVRV HQ ORV FXDOHV HO´3DWHUIDPLOLDV´  era  obligado  por  una  parte  determinada  ($FWLR GH SHFXOLR WULEXWRULD GH ÂłLQ UHP YHUVR´ \ QR SRU OD totalidad  de  la  obligaciĂłn.  Porque  el  edicto  pretorio  prescribĂ­a  que  todas  aquellas  acciones  se  sumaran  a  las  que  correspondĂ­an  al  tercero  contra  el  que  habĂ­a  contraĂ­do  la  deuda  (hoc  enim  edicto  non  transferitur  Actio,  sed  adiectur HOODV IXHURQ OODPDGDV SRU ORV FRPHQWDULVWDV ÂłActiones  adiecticiae  TXDOLWDWLV´   La  familia  natural   El  Matrimonio   Ya  se  ha  dicho  cĂłmo  la  familia  romana  en  sentido  propio  era  un  complejo  de  individuos  ligados  por  un  vĂ­nculo  jurĂ­dico  constituido  por  la  sujeciĂłn  a  un  mismo  jefe.  Sin  embargo,  los  romanos  conocieron  tambiĂŠn  la  sociedad  domĂŠstica,  esto  es,  la  familia  en  nuestro  propio  sentido,  la  cual  estaba  constituida  por  individuos  ligados  entre  sĂ­  por  vĂ­nculos  de  matrimonio  y  de  sangre,  y  que  por  la  importancia  que  tuvo  sobre  el  plano  Êtico  acabĂł  por  asumir  un  gran  relieve  en  el  campo  jurĂ­dico.   El  instituto  que  da  origen  a  la  familia  natural  es  el  matrimonio,  el  cual  no  es  posible  que  lo  confundamos  con  el  instituto   sustancialmente  matrimonial  de  OD Âłconventio  in  manum´ TXH VH UHILHUH D OD IDPLOLD URPDQD \ TXH QR WHQtD como  fin  jurĂ­dico  la  uniĂłn  estable  entre  Personas  de  sexos  diversos  y  la  creaciĂłn  de  una  nueva  familia,  sino  el  ingreso  de  la  mujer  en  la  familia  del  marido.  Naturalmente  en  la  Êpoca  arcaica  no  era  concebible  otra  forma  matrimonial  que  la  ³FRQYHQWLR LQ PDQXP´ \ IXH VyOR D FRQWLQXDFLyQ GH OD decadencia  de  la  familia  tĂ­pica  romana  cuando  el  matrimonio,  como  instituto  de  derecho  natural,  asume  una  figura  autĂłnoma.   CaracterĂ­stica  del  matrimonio  romano  era  la  falta  absoluta  de  formalidades  (aunque  en  la  prĂĄctica  podĂ­a  ir  acompaĂąado  de  fiestas  y  ceremonias),  por  lo  cual  se  le  suele  parangonar  con  el  instituto  de  la  posesiĂłn,  reconociĂŠndose  que,  como  en  este,  al  matrimonio  le  son  necesarios  dos  requisitos:  un  elemento  material  constituido  por  la  convivencia  del  hombre  y  de  la  mujer  y  un  elemento  espiritual  constituido  por  la  intenciĂłn  de  ser  marido  y  mujer  (affectio  maritalis)  con  una  sustancial  prevalencia  del  elemento  espiritual  sobre  el  material  (Nuptiae  non  concubitus,  sed  consensus  facit).     83 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

  En  el  Derecho  romano  el  matrimonio  era  rĂ­gidamente   monogĂĄmico  y  de  Êl  nos  da  el  jurisconsulto  Modestino  una  definiciĂłn  bien  elevada  que  ha  podido,  aĂşn,  adaptarse  a  la  concepciĂłn  cristiana  (hasta  el  punto  de  haber  sido  FRQVLGHUDGD VRVSHFKRVD SRU ORV FRPSLODGRUHV MXVWLQLDQHRV ÂłNuptiae  sunt  comunctio  maris  et  feminae,  consortium  omnis  vitae,  divini  et  humani  iuris  FRPPXQLFDWLR´   Del  concepto  arriba  expuesto  se  denota  cĂłmo  a  diferencia  del  matrimonio  contrato,  en  el  cual  tiene  especial  significaciĂłn  la  voluntad  inicial,  en  el  matrimonio  romano  era  esencial  la  existencia  de  un  consentimiento  ³GXUDGHUR´ \ ÂłFRQWLQXR´ TXH ORV URPDQRV OODPDEDQ SUHFLVDPHQWH ÂłDIIHFWLR´ y  que  tenĂ­a  como  manifestaciĂłn  exterior  las  reciprocas  relaciones  que  la  conveniencia  social  reconocĂ­a  como  esenciales  entre  los  cĂłnyuges  mismos  y  que  constituĂ­an  el  ³KRQRU PDWULPRQLL´   Para  poder  contraer  matrimonio  (legitimae  nuptiae)  era  necesario:  a)  una  particular  capacidad  civil,  que  tenĂ­an  sĂłlo  los  ciudadanos  romanos  (y  en  un  principio  sĂłlo  los  patricios),  llamada  ³,XV FRQXELL´ R ÂłFRQQXELXP´  b)  la  capacidad  natural,  esto  es,  la  edad  superior  a  los  catorce  aĂąos  para  los  varones  y  de  doce  para  las  mujeres;Íž  F HO FRQVHQWLPLHQWR GHO ÂłPaterfamilias´ DGHPiV FODUR HVWi GHO SURSLR GH los  contrayentes),  que  en  la  Êpoca  clĂĄsica,  fue  ya  reducido  a  un  mero  asentimiento  pasivo.   La  falta  de  alguno  de  los  requisitos  mencionados  daba  lugar  a  los  impedimentos  absolutos.  A  la  viuda  le  estaba  prohibido  el  matrimonio  antes  de  que  hubieran  transcurrido  diez  meses  desde  la  muerte  del  marido  (annus  lugendi).  Pero,  salvo  esta  limitaciĂłn,  la  legislaciĂłn  veĂ­a  con  agrado  las  segundas  nupcias  hasta  tal  punto  que  establece  particulares  incapacidades  sucesorias  a  cargo  de  los  viudos  y  divorciados  (Lex  Julia  et  Papia).  ExistĂ­an  ademĂĄs  otros  impedimentos  relativos  que  obstaculizaban  el  matrimonio  entre  determinados  sujetos  (parentesco  de  sangre  entre  ciertos  grados;Íž  afinidad  en  anĂĄlogas  relaciones;Íž  diferencias  de  condiciĂłn  social;Íž  adulterio  y  rapto;Íž  relaciĂłn  de  tutela  y  de  cargo  pĂşblico).   Al  matrimonio,  surgido  como  instituto  de  derecho  natural,  bien  pronto  le  reconociĂł  la  sociedad,  por  su  importancia  Êtica,  efectos  de  carĂĄcter  jurĂ­dico  H[FOXLGRV DTXHOORV GHULYDGRV GH OD H[LVWHQFLD GH OD ÂłPDQXV´),  de  los  cuales  los  principales  eran:   84 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

a)  la  sujeciĂłn  de  la  mujer  a  las  penas  del  adulterio;Íž  b)  el  derecho  del  PDULGR GH SHUVHJXLU FRQ OD ÂłActio  iniuriarum´ ODV RIHQVDV que  le  fueran  infligidas;Íž  c)  la  imposibilidad  para  los  cĂłnyuges  de  ejercer  el  uno  contra  el  otro  las  acciones  infamantes;Íž  G OD PXWXD SRVLELOLGDG GH VXFHGHUVH Âłiure  Praetorio´  e)  la  posibilidad  para  el  marido  de  ejercer  contra  quien  retuviese  indebidamente  a  la  mujer  el  ³LQWHUGLFWXP GH X[RUH H[KLEHQGD HW GXFHQGD´  f)  la  nulidad  de  las  donaciones  entre  los  cĂłnyuges.   En  la  sociedad  familiar  el  derecho  no  llegĂł  nunca  a  reconocer  explĂ­citamente  una  autoridad  marital,  tal  como  se  reconoce  en  el  nuestro.  Sin  embargo,  la  conciencia  social,  no  obstante,  situar  a  la  mujer  en  la  posiciĂłn  de  cuasi  paridad  con  el  marido,  le  reconocĂ­a  una  cierta  supremacĂ­a  a  Êl.  En  cuanto  a  la  disoluciĂłn  del  matrimonio  es  necesario  distinguir  entre  las  causas  genĂŠricas  y  las  causas  especĂ­ficas.  Eran  causas  genĂŠricas  la  muerte  y  la  pĂŠrdida  de  la  capacidad.  Eran  causas  especĂ­ficas,  principalmente,  la  QHJDFLyQ GH XQR GH ORV HOHPHQWRV FRQVWLWXWLYRV GHO PDWULPRQLR OD Âłaffectio  maritalis´ R OD FRQYLYHQFLD ([FOXLGR HO FDVR GH OD H[LVWHQFLD GH XQ PDWULPRQLR Âłcum  manu´ TXH GHEtD GLVROYHUVH FRQ IRUPDV SDUWLFXODUHV (diffarreatio,  remancipatio),  el  divorcio  romano  (divortium  o  repudium)  que  era  precisamente  la  consecuencia  de  la  negaciĂłn  dH OD Âłaffectio  maritalis´ QR se  presenta  asĂ­,  pues,  como  un  instituto  separado  del  matrimonio,  sino  como  una  consecuencia  del  concepto,  por  asĂ­  decirlo,  posesorio,  que  de  Êl  tenĂ­an  los  romanos.  Era  asĂ­,  pues,  natural  que  por  ello,  en  un  principio,  no  fuesen  exigidas  formalidades  especiales.  Sin  embargo,  asĂ­  como  las  exigencias  sociales  postulaban  que  no  existiesen  dudas  sobre  el  momento  de  la  disoluciĂłn  del  matrimonio,  desde  la  Êpoca  de  Augusto.  Pero  sĂłlo  ³DG probationem´ FRPHQ]y D H[LJLUVH TXH HO Âłrepudium´ IXHVH FRPXQLFDGR DQWH la  presencia  de  testigos  y  a  travĂŠs  de  fĂłrmulas  tradicionales,  y  en  la  Êpoca  imperial,  por  escrito  (libellus  repudii).   Es  natural  que  la  materia  del  matrimonio  haya  sido  una  de  las  cuales  en  las  que  el  Cristianismo  ha  hecho  sentir  su  decisiva  influencia,  en  especial  creando  una  hostilidad  radical  al  divorcio.  La  legislaciĂłn  en  este  sentido  tuvo  principio  con  Constantino  y  encuentra  uno  de  sus  principales  partidarios  en  Justiniano  el  cual  distingue  cuatro  tipos  de  divorcio:   a)  el  divorcio  por  mutuo  consentimiento,  considerado  licito,  Pero  penado  por  Justiniano  con  la  obligaciĂłn  para  los  divorciados  de  entrar  en  convento;Íž     85 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

b)  el  divorcio  unilateral  por  culpa  de  otro  cĂłnyuge,  admitido  sobre  la  base  de  los  motivos  establecidos  por  la  ley;Íž  F HO GLYRUFLR XQLODWHUDO Âłsine  causa´ FRQVLGHUDGR LOtFLWR \ DVt SXHV SHQDGR  G HO Âłdivortium  bona  gratia´ HVWR HV SRU FDXVDV QR LPSXWDEOHV D QLQJXQR GH los  cĂłnyuges,  admitido  en  casos  determinados  (elecciĂłn  de  la  vida  conventual,  impotencia  insanable  y  cautividad  de  guerra  del  otro  cĂłnyuge).  Fue,  sin  embargo,  en  el  medioevo  cuando  el  matrimonio  asume  naturaleza  contractual,  al  cual  la  Iglesia  CatĂłlica  eleva  a  la  categorĂ­a  sacramental  y  asĂ­,  pues,  de  la  fase  en  la  que  era  castigado  el  divorcio  (que  sustancialmente  implicaba  su  validez)  se  pasĂł  a  la  que  era  prohibido.   Los  Esponsales   ³Esponsales´ HUDQ GHQRPLQDGDV ODV SURPHVDV GH IXWXUR PDWULPRQLR ÂłSponsalia  sunt  mentio  et  repromissio  nuptiarum  futurarum´ llamaban  los  romanos  a  este  instituto  que  en  la  Êpoca  mĂĄs  arcaica  garantizaba  con  una  verdadera  acciĂłn,  la   ³DFWLR H[ VSRQVX´ D XQ HVSRVR FRQWUD HO RWUR que  se  hubiese  mostrado  infiel,  condenando  a  Êste  a  pagar  una  suma  de  dinero  en  favor  de  aquĂŠl.  En  el  derecho  histĂłrico  Êl  llega  a  ser,  sin  embargo,  un  instituto  mĂĄs  social  que  jurĂ­dico,  en  cuanto  la  promesa  de  futuro  matrimonio  no  obligaba  a  concluir  las  bodas  ni  era  considerada  vĂĄlida  la  eventual  clĂĄusula  penal  adjunta  al  acto,  sino  que  sĂłlo  generaba  entre  los  esposos  una  relaciĂłn  de  cuasi  afinidad,  que  prohibĂ­a,  bajo  pena  de  infamia,  a  los  esposos  mismos  a  llevar  a  cabo  otros  esponsales  u  otras  bodas  antes  de  haber  disuelto  el  precedente  ligamen.   En  el  derecho  oriental  los  esponsales  eran  garantizados  por  especiales  clĂĄusulas  que  establecĂ­an  verdaderas  penalidades  pecuniarias  (arrha  sponsalicia),  mantenidas  en  el  derecho  justinianeo.  La  constituciĂłn  de  la  dote  era  nula  si  el  matrimonio  llegaba  a  ser  anulado  o  no  se  contraĂ­a.  En  la  concepciĂłn  romana  originaria,  la  dote  era  propiedad  del  marido  y  la  mujer  no  tenĂ­a  derecho  alguno  sobre  ella;Íž  Pero  con  posterioridad,  reconociĂŠndose  que  la  funciĂłn  de  la  dote  era  la  de  sostener  los  gastos  del  matrimonio  (ad  sustinenda  onera  matrimonii)  y  admitiĂŠndose  la  necesidad  de  su  restituciĂłn  a  la  disoluciĂłn  del  matrimonio,  se  acabĂł  por  considerarla  como  propiedad  de  la  mujer  "quamvis  in  bonis  mariti  dos  sit,  mulieri  tamen  est)  principio  que  fue  sostenido  tambiĂŠn  por  Justiniano,  el  cual  no  eliminĂł  nunca  el  atenuado  derecho  del  marido  VREUH OD GRWH Âłconstante  matrimonio´ UHVXOWDQGR DVt XQD FRQVWUXFFLyQ jurĂ­dica  llena  de  ambigĂźedad.  Ya  se  ha  acentuado  cĂłmo  las  acciones  para  la  restituciĂłn  de  la  dote  eran  la  ³DFWtR H[ VWLSXODWX´ D OD FXDO VH VXPD HQ OD pSRFD LPSHULDO OD ÂłActio  86 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

praescriptis  verbis´ ELHQ UHODFLRQDGD FRn  una  especĂ­fica  estipulaciĂłn  de  UHVWLWXFLyQ R ELHQ FRQ XQ VLPSOH SDFWR \ OD Âł$FWLR UHL X[RULDH´  que  llega  a  ser  la  acciĂłn  especĂ­fica  de  la  restituciĂłn  de  ella.   Esta  iba  referida  tanto  para  la  ³GRWH SURIHFWLFLD´ FRPR SDUD OD ÂłDGYHQWLFLD´ La  primera  de  las  acciones  podĂ­a  ser  ejercida  por  el  padre;Íž  la  segunda  por  la  mujer  ³6XL LXULV´  y  no  eran  transmisibles  a  los  herederos.   La  ³$FWLR UHL X[RULDH´ HUD XQD DFFLyQ GH EXHQD IH TXH SHUPLWtD DO MXH] OD posibilidad  de  apreciaciĂłn,  reconociĂŠndole  al  marido  el  derecho  de  retener  cuanto  hubiese  gastado  por  causas  determinadas  (retentio  propter  liberos,  propter  amores.  propter  res  donatas,  propter  res  amotas,  propter  impensas).  TambiĂŠn  le  estaba  reconocida  al  marido  la  posibilidad  de  una  restituciĂłn  detraĂ­da  de  la  dote  en  dinero  y  el  derecho  de  no  deber  restituir  mĂĄs  allĂĄ  de  la  medida  de  sus  fuerzas  (beneficium  competentiae).   /D ÂłActio  reĂ­  uxoriae´ IXH DEROLGD HQ HO DxR GHVSXpV GH &ULVWR SRU -XVWLQLDQR HO FXDO WUDQVIRUPy OD ÂłActio  ex  stipulatu´ HQ DFFLyQ GH EXHna  fe,  extendiendo  la  facultad  de  su  ejercicio  a  los  herederos;Íž  ella  fue  llamada  ³actio  dotis,´ R GH GRWH   Bienes  Parafernales   /RV ELHQHV SDUDIHUQDOHV SDODEUD GH RULJHQ JULHJR TXH VLJQLILFDED ÂłIXHUD GH OD GRWH´ R H[WUDGRWDOHV HUDQ ORV ELHQHV GH OD PXMer  que  no  formaban  parte  de  la  SURSLD GRWH /RV URPDQRV OH OODPDEDQ Âłbona  extra  dotem´ R Âłpraeter  dotem´ Ellos  no  presentaban  un  rĂŠgimen  especial  en  cuanto  la  mujer,  en  el  PDWULPRQLR ÂłVLQH PDQX´  conservaba  sobre  ellos  el  derecho  de  propiedad  y  tenĂ­a  asĂ­,  pues,  la  posibilidad  de  ejercitar  las  acciones  correspondientes.  En  el  derecho  justinianeo  estos  bienes  asumen  una  cierta  analogĂ­a  con  la  dote  siendo  considerados  como  una  aportaciĂłn  de  la  mujer  a  los  fines  del  matrimonio.  La  DonaciĂłn  Nupcial   La  donaciĂłn  nupcial  es  un  instituto  de  carĂĄcter  oriental  que  habĂ­a  penetrado  en  el  tardĂ­o  Derecho  romano  y  que  tenĂ­a  como  funciĂłn  la  de  suministrar  a  la  viuda  una  recompensa  o  subsidio  de  viudedad.  En  el  derecho  justinianeo  DVXPH FDVL OD IXQFLyQ GH FRQWUDGRWH Âłet  nomine  et  substantia  nihil  distat  a  GRWH DQWH QXSWLDV GRQDWLR´).  Se  trataba  de  donaciones  hechas  antes  del  matrimonio  "donationes  ante  nuptias"),  que  el  marido  podĂ­a  aumentar  GXUDQWH HO PDWULPRQLR \ TXH -XVWLQLDQR FRQVLQWLy TXH IXHVHQ KHFKDV Âłex  novo´ DXQ Gurante  el  matrimonio.  Fue  por  lo  tanto  cambiado  su  nombre     87 Â


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RULJLQDULR SRU HO GH Âłdonationes  propter  nuptias´ (Q HO FDVR GH TXH HO matrimonio  no  llegara  a  realizarse,  las  donaciones  hechas  antes  de  Êl,  volvĂ­an  al  marido;Íž  mientras  aquellas  otorgadas  durante  el  matrimonio,  sĂłlo  en  caso  de  divorcio  por  culpa  de  la  mujer,  retornaban  al  marido  con  la  reserva  de  la  propiedad  que  iba  a  los  hijos.   La  tutela  y  la  curatela    Generalidades   En  la  parte  general  se  ha  determinado  como  las  Personas  ³6XL ,XULV´ SRGtDQ tener  la  capacidad  de  disponer  de  sus  propios  derechos,  bien  atenuada  o  anulada,  por  diferentes  causas  (edad,  sexo,  locura,  prodigalidad).  Por  lo  que  FRQFLHUQH D OD HGDG ORV URPDQRV GLVWLQJXtDQ HQWUH Âłimpuberi´ H ÂłLQIDQWHV´ (qui  fari  non  posunt);Íž  los  primeros  podĂ­an  realizar  vĂĄlidamente  actos  MXUtGLFRV 3HUR GHEtD LQWHUYHQLU SDUD LQWHJUDU VX YROXQWDG OD Âłauctoritas  tutoris´ PLHQWUDV ORV VHJXQGRV QR SRGtDQ UHDOL]DU YiOLGDPHQWH DFWR MXUtGLFR alguno.   A  estas  dos  categorĂ­as  le  fue  aĂąadida  una  tercera  por  la  Lex  Plaetoria  (entre  HO DxR \ HO D & GH &ULVWR OD GH ORV PHQRUHV GH DxRV Âłminores  XXV  annis´ R VLPSOHPHQWH Âłminores´ D ORV FXDOHV OHV IXH HQ VXVWDQFLD reconocida  una  capacidad  atenuada  de  obrar  y  que  dio  vida  al  instituto  de  la  ³cura  minorum´ /DV PXMHUHV HVWXYLHURQ HQ SULQFLSLR VXMHWDV D OD WXWHOD Perpetua  ³WXWHOD PXOLHUXP´)  que,  sin  embargo,  en  la  Êpoca  clĂĄsica  ya  habĂ­a  desaparecido.  Los  dementes  y  los  prĂłdigos  estaban  por  determinaciĂłn  de  las  leyes  de  las  XII  Tablas,  sujetos  a  curatela.   La  Tutela  de  los  ImpĂşberes   La  tutela  de  los  impĂşberes  (pupilli)  (y  la  definiciĂłn  englobaba  posiblemente,  en  su  primera  fase,  tambiĂŠn  a  la  tutela  de  la  mujer),  podĂ­a  ser  de  tres  especies:   a)  tutela  testamentaria,  cuando  el  tutor  era  nombrado  en  el  testamento  del  ³Paterfamilias´ R FRQ SRVWHULRULGDG SRU OD PDGUH SRU HO SDULHQWH SUy[LPR por  el  patrĂłn  o  por  el  padre  natural.  La  renuncia  a  esta  tutela  se  llama  ³abdicatio  tutelae´  b)  tutela  legĂ­tima,  la  cual  era  instituida  por  falta  de  la  testamentaria.  Ella  existĂ­a  desde  las  XII  Tablas,  y  estaban  facultados  para  desempeĂąarla  en  la  Êpoca  clĂĄsica  solamente  los  agnados,  y,  con  Justiniano,  tambiĂŠn  los  cognados  88 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

c)  tutela  dativa,  LQWURGXFLGD SRU OD Âł/H[ $WLOLD´ 186  a.  de  Cristo),  era  la  constituida  por  el  pretor  urbano  (y  con  Justiniano  por  el  praefectus  urbi)  a  la  cual  se  recurrĂ­a  cuando  un  impĂşber  no  tenĂ­a  ninguna  de  las  tutelas  antes  mencionadas.   De  la  definiciĂłn  romana  de  la  tutela  se  desprende  cĂłmo  en  su  origen  ella  fue  concebida  como  una  ³3RWHVWDV´ OR que  ha  hecho  pensar  que  aquel  que  despuĂŠs  se  llamara  tutor  era  en  un  principio  el  nuevo  jefe  llamado  a  regir  a  la  familia  romana  y  designado  en  testamento,  por  lo  general,  por  el  ³3DWHUIDPLOLDV´difunto.   La  tutela  dativa  significĂł  el  cambio  de  esta  concepciĂłn  de  la  tutela  a  la  que  PiV WDUGH KD TXHGDGR FRPR WUDGLFLRQDO GH Âłmanus  publicum´ SRU OD FXDO DO tutor  dativo  no  le  estaba  permitido,  en  la  Êpoca  clĂĄsica,  liberarse  de  la  tutela  si  no  era  indicando  la  Persona  para  Êl  mĂĄs  idĂłnea  por  parentesco  o  por  dignidad  para  ocupar  su  puesto.  Con  Justiniano  las  razones  de  dispensa  (excusationes)  fueron  taxativamente  determinadas,  Pero  en  compensaciĂłn  a  ello  fueron  extendidas  a  todas  las  especies  de  tutela.  Mientras  en  el  derecho  clĂĄsico  las  mujeres  liberadas  de  la  sujeciĂłn  a  la  tutela  obligatoria  fueron,  sin  embargo,  incapaces  para  ejercerla,  en  el  derecho  postclĂĄsico  les  fue  reconocida  esta  capacidad.   Las  misiones  del  tutor  eran  sustancialmente  dos:   D Âłnegotia  gerere´ HVWR HV UHDOL]DU ORV QHJRFLRV GHO SXSLOR  E \ Âłauctoritactem  interponere´ FRPSOHWDU OD YROXQWDG GHO SXSLOR HQ OD realizaciĂłn  de  los  negocios.   La  misiĂłn  tan  delicada  del  tutor  traĂ­a  consigo  el  que  Êste  estuviera  sujeto  a  una  grave  responsabilidad  y  que  pudiera  ser  sometido  a  una  acciĂłn  especial  OODPDGD ÂłDFFXVDWLR VXVSHFWL WXWRULV´  LQIDPDQWH \ D OD ÂłActio  rationibus  distrahendis´ TXH FRQGXFtDQ DO LQPHGLDWR DOHMDPLHQWR GH OD WXWHOD \ D XQD autĂŠntica  condena  penal.  Para  proteger  al  pupilo  con  un  medio  preventivo  le  fue  impuesta  al  tutor,  asimismR OD REOLJDFLyQ GH XQD ÂłVWLSXODWLR´  particular  que  era  llamada  ³FDXWLR UHP SXSLOLL VDOYDP IRUH´ SRU OD FXDO pO UHVSRQGtD ÂłH[ VWLSXODWX´ GH OD PDOD DGPLQLVWUDFLyQ   Hacia  el  final  de  la  edad  republicana  fue,  por  otra  parte,  introducida  una  acciĂłn  infamantH OD ÂłActio  tutelae´ TXH SRGtD VHU HMHUFLWDGD SRU HO SXSLOR DO tĂŠrmino  de  la  tutela,  por  los  daĂąos  inferidos  por  el  tutor  a  su  patrimonio;Íž  inicialmente  sĂłlo  cuando  hubiera  existido  dolo,  despuĂŠs  aun,  por  culpa,  y  en     89 Â


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la  Êpoca  justinianea  tambiĂŠn  por  la  falta  de  diligencia.  Para  el  reembolso  de  ORV JDVWRV UHDOL]DGRV HO WXWRU WHQtD XQD Âłiudicium  contrarium´   La  Tutela  de  las  Mujeres   (Q HO GHUHFKR PiV DQWLJXR FRPR \D VH KD LQGLFDGR ODV PXMHUHV ÂłSui  iuris´ VH encontraban  sometidas  a  tutela  perpetua.  Ya  los  jurisconsultos  clĂĄsicos,  estando  en  su  tiempo  la  ³WXWHOD PXOLHUXP´  en  plena  decadencia,  no  llegaban  a  comprender  la  razĂłn  de  tal  instituto,  cuya  esencia  hay  que  referirla  a  la  imposibilidad  originaria  por  parte  de  las  mujeres  de  ser  titulares  del  ejercicio  GH OD SRWHVWDG IDPLOLDU 3RU RWUD SDUWH OD QHFHVLGDG GH OD Âłauctoritas  tutoris´ TXHGD HQ OD pSRFD FOiVLFD OLPLWDGD D ORV QHJRFLRV GHO DQWLJXR ÂłIus   Civile´ \ el  instituto  desaparece  en  el  siglo  IV  d.  de  C.     La  Curatela  de  los  Dementes,  de  los  PrĂłdigos  y  de  los  Menores   Establecida  por  las  XII  Tablas  la  curatela  de  los  dementes  y  de  los  prĂłdigos  ella  era  confiada  a  los  parientes  por  vĂ­a  agnaticia  y  a  los  gentiles.  El  nombramiento  de  los  tutores  (tutela  dativa)  le  fue  mĂĄs  tarde  permitido  al  pretor  y  al  ³praefectus  urbi´ \ HQ ODV SURYLQFLDV D ORV SUHIHFWRV (Q HO Derecho  justinianeo  ella  es  totalmente  identificada  a  la  tutela.   La  curatela  de  los  menores  (cura  minorum)  fue,  por  el  contrario,  instituida  como  consecuencia  de  la  protecciĂłn  que  la  Lex  Plaetoria  (193-­192  a.  de  C.)  concedĂ­a  a  los  menores  de  25  aĂąos.  Con  posterioridad  interviene  el  pretor  con  la  concesiĂłn  a  los  menores  que  no  se  hubiesen  avalado  de  la  asistencia  del  FXUDGRU HQ VXV UHVSHFWLYRV QHJRFLRV GH XQD Âłexceptio  legis  Plaetoriae´ SDUD paralizar  el  ejercicio  de  acciones  contra  Êl,  y  una  "integrum  restitutio  propter  aetatem´ TXH SRGtD VHU HMHUFLGD GHQWUR GHO DxR GH OD FRQVHFXFLyQ GH OD mayorĂ­a  de  edad.  En  la  Êpoca  clĂĄsica  todavĂ­a  el  curador  actuaba  sĂłlo  ante  negocios  especĂ­ficos,  mientras  que  la  figura  del  administrador  general  no  fue  por  Êl  asumida  hasta  el  derecho  justinianeo.   Aquellos  que  habĂ­an  cumplido  los  veinte  aĂąos,  podĂ­an  obtener  del  prĂ­ncipe  una  declaraciĂłn  de  plena  capacidad  (venia  aetatis 7DPELpQ OD Âłcura  minorum´ IXH SRU -XVtiniano  identificada  a  la  tutela.  Â

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TEORÍA DE LOS HECHOS JURÍDICOS Los hechos jurídicos La teoría de los hechos jurídicos, con su terminología correspondiente, es en gran parte una construcción de la dogmática moderna, que, sin embargo, ha utilizado largamente el material romano. Puesto que ella nos facilita el rápido y completo conocimiento de los institutos romanos, poniendo de relieve algunos principios generales en los cuales se fundamenta, expondremos aquí una breve reseña en sus términos más tradicionales. Llamase hecho jurídico a cualquier suceso, circunstancia, acto o situación al cual el ordenamiento jurídico le reconoce la creación de efectos jurídicos. Los hechos jurídicos pueden ser: positivos o negativos, según que consistan en la realización o no realización de una circunstancia;; simples o complejos, según que consistan en una circunstancia única o en una pluralidad de circunstancias ligadas entre ellas, contemporáneas o sucesivas;; Instantáneos, si consisten en un suceso único;; estados de hecho, si consisten en una situación más o menos duradera. Todos estos hechos se dividen al mismo tiempo en dos grandes categorías: hechos jurídicos naturales y hechos jurídicos voluntarios: a) Hechos jurídicos naturales o, también, hechos jurídicos en sentido propio, se llaman aquellos en los cuales el hecho o los aspectos jurídicos del hecho se producen independientemente de la voluntad del hombre. b) Hechos jurídicos voluntarios, son, por el contrario, aquellos realizados por la voluntad del hombre y de cuyos efectos se hacen depender de ella. Los hechos jurídicos voluntarios, son así, pues, los actos voluntarios del hombre y se dividen en: actos lícitos y actos ilícitos según que el ordenamiento jurídico los repute socialmente útiles y así, pues, tutele sus efectos, o bien los considere dañosos y, por lo tanto, los pené con una sanción. La categoría principal de los actos lícitos está constituida por los negocios jurídicos. Es necesario advertir que, a veces, los efectos propios de un acto jurídico son, por el derecho, referidos a un momento precedente de aquel en el cual ha 91


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tenido  plasmaciĂłn:  se  habla  en  tal  caso  de  retroactividad  (de  retro  agi).  Por  el  contrario,  los  efectos  propios  de  un  hecho  pueden  quedar  en  suspenso  hasta  que  se  verifique  otro  hecho:  se  habla  entonces  de  litispendencia.  Otras  veces,  por  el  contrario,  el  derecho  atribuye  a  un  hecho  los  efectos  propios  de  un  hecho  diverso,  que  en  el  caso  especĂ­fico  no  se  ha  verificado  aĂşn:  se  habla  HQWRQFHV GH ILFFLyQ Âłfictio")    AdquisiciĂłn  y  pĂŠrdida  de  los  derechos   Los  efectos  de  un  hecho  jurĂ­dico  pueden  consistir  en  la  adquisiciĂłn,  en  la  pĂŠrdida  o  en  la  modificaciĂłn  de  un  derecho.   Llamase  adquisiciĂłn  la  consecuciĂłn  de  un  derecho  por  un  sujeto,  el  cual  llega  a  ser  titular;Íž  pĂŠrdida,  la  separaciĂłn  del  titular  de  tal  derecho  conseguido;Íž  modificaciĂłn,  cualquier  cambio  de  un  derecho  existente,  sin  que  exista  pĂŠrdida  de  Êl  o  adquisiciĂłn  de  un  otro.  La  adquisiciĂłn,  puede  ser:  originaria  o  derivativa.  Hay  adquisiciĂłn  originaria  cuando  el  derecho  surge  ³ex  novo´ UHXQLpQGRVH D XQ VXMHWR LQGHSHQGLHQWHPHQWH GH OD UHODFLyQ jurĂ­dica  de  Êste  con  otros.  Hay,  por  el  contrario,  adquisiciĂłn  derivativa  cuando  ella  acontece  sobre  la  base  de  una  relaciĂłn  jurĂ­dica  y  puede  ser:  adquisiciĂłn  traslativa  cuando  el  derecho  ya  existente  en  un  titular  se  transfiere  a  otro;Íž  o,  bien,  adquisiciĂłn  constitutiva,  cuando  sobre  la  base  de  un  derecho  ajeno  se  constituye  en  el  adquirente  un  nuevo  derecho.  Por  lo  tanto  no  toda  adquisiciĂłn  seĂąala  el  nacimiento  de  un  derecho  ni  toda  pĂŠrdida  significa  la  extinciĂłn  de  Êl.  En  efecto,  en  la  adquisiciĂłn  traslativa  a  la  pĂŠrdida  de  un  sujeto  corresponde  la  adquisiciĂłn  de  un  otro.  La  transferencia  que  tiene  lugar  por  voluntad  de  quien  pierde  el  derecho  toma  el  nombre  de  cesiĂłn.  Cuando  por  el  contrario  un  derecho  es  Perdido  por  su  titular  sin  que  pueda  existir  mĂĄs  ni  para  Êl  ni  para  otros,  tal  pĂŠrdida  es  llamada  extinciĂłn.  En  la  adquisiciĂłn  derivativa  el  titular  del  cual  se  deriva  el  derecho  llamase  ³$FWRU´ o  FDXVDQWH´ el  titular  en  favor  del  cual  el  derecho  se  adquiere  ³FDXVD KDELHQWH´ o  ³VXFHVRU´   La  doctrina  moderna  llama,  en  efecto,  ³VXFHVLyQ´ a  la  relaciĂłn  que  se  verifica  en  las  adquisiciones  derivativas  y  distingue,  sobre  la  base  de  las  fuentes  justinianeas,  sucesiones  particulares  y  sucesiones  universales.  La  UHJOD GH ODV DGTXLVLFLRQHV GHULYDWLYDV HV TXH Âłnemo  plus  iuris  ad  alium  transferre  potest  quam  ipse  habereW´ VLQ HPEDUJR QR IDOWDQ H[FHSFLRQHV como  en  el  caso  del  acreedor  pignoraticio  que  podĂ­a  vender  la  prenda,  transfiriendo  la  propiedad  sin  ser  el  titular.  En  torno  a  las  modificaciones,  que  pueden  ser  muy  diversas,  ha  de  mencionarse  particularmente  el  consentimiento,  que  se  da  cuando  un  derecho,  no  estando  aĂşn  extinguido,  no  92 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

puede  ser  ejercido  salvo  que  al  verificarse  una  determinada  circunstancia,  haya  vuelto  a  tener  eficacia.   Los  negocios  jurĂ­dicos   Por  negocio  jurĂ­dico  se  entiende  una  manifestaciĂłn  de  voluntad  particular  dirigida  a  un  fin  prĂĄctico,  reconocido  y  defendido  por  el  ordenamiento  jurĂ­dico.  Los  dos  elementos  bĂĄsicos  del  negocio  jurĂ­dico  son  asĂ­,  pues,  una  manifestaciĂłn  de  voluntad  y  un  fin  prĂĄctico,  que  los  romanos  llamaban  FDXVD´ R ÂłMXVWD FDXVD´   La  manifestaciĂłn  de  la  voluntad  debe  principalmente  ser  de  un  particular,  porque  los  actos  de  la  autoridad  pĂşblica  no  entran  en  el  concepto  de  negocio  jurĂ­dico.  Por  otra  parte  para  que  se  dĂŠ  una  voluntad  productora  de  efectos  es  necesario  que  el  individuo  pueda  cumplir  un  acto  voluntario,  esto  es,  que  tenga  la  capacidad  de  hacer  y  que  quiera  efectivamente  hacer,  queremos  decir:  que  tenga  conciencia  del  fin  prĂĄctico  del  negocio.  La  voluntad  debe  de  ser  manifestada  y  ello  puede  realizarse  mediante  una  declaraciĂłn,  dirigida  a  hacer  conocer  la  voluntad  misma  a  otros,  o  bien  a  travĂŠs  de  un  comportamiento  que  muestre  la  determinaciĂłn  interior.   Cuando  el  ordenamiento  jurĂ­dico  o  la  estructura  pĂşblica  del  negocio  no  imponen  modos  particulares,  la  voluntad  puede  ser  manifestada  de  cualquier  forma.   Se  distingue  la  manifestaciĂłn  expresa,  de  la  manifestaciĂłn  tĂĄcita.  La  primera,  que  se  identifica  con  la  declaraciĂłn,  puede  consistir  en  cualquier  medio  que  en  el  uso  social  se  considere  como  manifestaciĂłn  explĂ­cita,  como  la  palabra,  la  escritura,  un  signo  de  cabeza  o  de  la  mano.  La  segunda  se  identifica  con  cualquier  comportamiento  del  cual  se  pueda  desprender  una  voluntad.  Por  otra  parte  el  simple  silencio  no  puede  ser  considerado  como  una  manifestaciĂłn  de  voluntad,  salvo  en  los  casos  en  los  que  el  derecho  o  la  estructura  del  negocio  le  atribuyan  el  valor  de  un  asentimiento.  En  el  Derecho  romano  la  voluntad,  para  ser  productora  de  efectos  jurĂ­dicos,  debĂ­a,  por  largo  tiempo  al  menos  lo  fue,  ser  manifestada  en  formas  fijas,  solemnes,  tradicionales,  por  lo  general  orales,  que  generalmente  permitĂ­an  una  actividad  (agere).  Por  lo  tanto  mĂĄs  que  la  voluntad  en  sĂ­  misma  y  por  si  era  tomada  en  FRQVLGHUDFLyQ SRU HO ÂłIus   Civile´ OD DFWLYLGDG GHVDUUROODGD HQ HO PRGR SUHVFULWR HVWR HV HO ÂłDFWXV´.  SĂłlo  mĂĄs  tarde,  con  la  introducciĂłn  del  ³,XV JHQWLXP´  con  la  actividad  del  pretor  y  con  la  ³LQWHUSUHWDWLR´ GH Oa  jurisprudencia,  comenzĂł  gradualmente  a  conquistar  relieve  la  voluntad  como  elemento  generador  de  efectos  jurĂ­dicos.  Este  desplazamiento  de  la  forma  a  la     93 Â


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voluntad  comienza  ya  en  la  Êpoca  republicana  y  se  desarrolla  fuertemente  en  la  edad  clĂĄsica,  menoscabando  asĂ­  la  estructura  del  ³,XV &LYLOH´ OOHJDQGR D provocar  en  la  edad  postclĂĄsica  la  caĂ­da  de  las  antiguas  formas  solemnes  y  el  mĂĄs  completo  triunfo  de  la  voluntad;Íž  para  la  manifestaciĂłn  de  ella,  por  otra  parte,  fueron  con  frecuencia  dispuestas  formas  legales,  por  lo  general,  consistentes  en  un  documento  escrito  (instrumentu),  que  segĂşn  los  casos  tenĂ­a  funciĂłn  probatoria  o  tambiĂŠn  constitutiva.  /D ÂłFDXVD´ se  identifica,  como  hemos  dicho,  con  el  fin  prĂĄctico  al  cual  la  voluntad  va  dirigida  y  que  es  reconocido  y  protegido  por  el  ordenamiento  jurĂ­dico.  No  es,  en  efecto,  necesario  que  el  particular  tenga  conocimiento  de  los  efectos  jurĂ­dicos  del  negocio,  sino  tan  sĂłlo  que  quiera  conseguir  aquel  fin  al  cual  el  derecho  le  aporta  su  protecciĂłn.  De  las  causas  son  distinguidas  las  ³FDXVDV psicolĂłgicas´ TXH KDQ LQGXFLGR D OD PDQLIHVWDFLyQ GH OD YROXQWDG \ TXH SRU OR general  no  son  tomadas  en  consideraciĂłn  por  el  derecho.  Sin  embargo,  a  veces,  el  derecho  considera  la  razĂłn  jurĂ­dica  por  la  cual  el  negocio  pudo  haber  sido  realizado.  Tal  razĂłn  llamase  ³FDXVD UHPRWD´  en  contraposiciĂłn  al  fin  prĂĄctico  del  negocio  que  entonces  llamase  ³FDXVD SUy[LPD´  Si  la  causa  remota  no  existe  el  negocio  produce  igualmente  sus  efectos,  Pero  el  interesado  puede  no  aceptarlos.  Los  negocios  jurĂ­dicos  pueden  ser  reagrupados  en  diversas  categorĂ­as,  segĂşn  que  se  considere  un  aspecto  mĂĄs  que  otro:   Unilaterales  y  bilaterales.-­  SegĂşn  que  dependan  de  la  voluntad  de  un  solo  individuo  (por  ejemplo,  el  testamento),  o  del  encuentro  de  las  manifestaciones  de  voluntad  de  dos  o  mĂĄs  partes,  fundidos  en  un  acuerdo  (consensus)  por  el  cual  se  realiza  el  negocio  (por  ejemplo,  el  matrimonio);Íž  Onerosos  y  gratuitos.-­  SegĂşn  que  la  causa  del  negocio  signifique  o  no,  para  quien  adquiere,  una  pĂŠrdida  correlativa,  o  al  menos  equivalente;Íž  Formales  y  no  formales.-­  SegĂşn  que  el  ordenamiento  jurĂ­dico  determine  o  no  la  forma  en  la  cual  debe  realizarse  la  manifestaciĂłn  de  la  voluntad.  Se  llaman  tambiĂŠn  solemnes  o  no  solemnes.  Causales  y  abstractos.-­  SegĂşn  que  la  causa  sea  puesta  de  manifiesto  por  la  estructura  misma  del  negocio,  o  bien  no  se  manifieste  claramente,  por  lo  que  el  negocio  puede  servir  para  conseguir  efectos  diversos.  Se  llaman  tambiĂŠn  tĂ­picos  o  atĂ­picos;Íž  Inter  vivos  y  mortis  causa.-­  SegĂşn  que  sean  destinados  a  producir  efectos  mientras  las  partes  tienen  vida,  o  bien  sĂłlo  despuĂŠs  de  la  muerte  del  disponente  o  de  una  de  las  partes.   En  particular  por  el  Derecho  romano  es  tenida  en  cuenta  la  distinciĂłn  entre  QHJRFLRV ÂłPRV FLYLOLV´ \ ÂłLXULV JHQWLXP´ segĂşn  que  se  encuentren  94 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

IXQGDPHQWDGRV VREUH HO ÂłIus   Civile´ R VREUH HO ÂłIus   gentium´ \ DVt SXHV dirigidos  tan  sĂłlo  a  los  ciudadanos  o  bien  a  los  extranjeros.   Mirando  a  estas  varias  categorĂ­as,  se  debe,  pues,  observar  que  los  negocios  abstractos  son  por  lo  general  tambiĂŠn  formales  y  viceversa,  y  que  en  los  negocios  causados,  si  falta  la  causa  o  es  ilĂ­cita,  el  negocio  no  produce  sus  efectos,  mientras  en  los  negocios  abstractos  por  el  contrario  la  falta  o  ilicitud  de  la  causa  no  impide  que  el  negocio  produzca  igualmente  sus  efectos;Íž  Pero  el  derecho  ofrece  diversos  medios  para  paralizar  o  remover  tales  efectos,  como  precisamente  hace  en  muchos  casos  el  pretor  respecto  a  los  negocios  IRUPDOHV GHO ÂłIus   Civile´ 7RGRV ORV PiV WtSLFRV QHJRFLRV GHO ÂłIus   Civile´ como  la  ³PDQcipatio´ \ OD Âłex  jure  cessio´ \ OD ÂłVSRQVLR´ HUDQ HQ HIHFWR formales  y  abstractos  y  los  efectos  quedaban  dependientes  del  cumplimiento  GH OD IRUPDOLGDG DQWHV TXH GH OD YROXQWDG \ GH OD FDXVD TXH VyOR HQ HO ÂłIus   gentium´ \ HQ OD SUiFWLFD SUHWRULD HQcontraron  reconocimiento  autĂłnomo  y  adecuada  protecciĂłn.   En  cada  uno  de  los  negocios  jurĂ­dicos  se  distinguĂ­an,  segĂşn  la  terminologĂ­a  de  los  intĂŠrpretes,  los  ³HVVHQWLDOLD QHJRWLL´ esto  es:  los  elementos  exigidos  por  el  ordenamiento  jurĂ­dico  para  la  existencia  de  aquel  determinado  tipo  de  negocio,  faltando  los  cuales  el  negocio  mismo  no  nace  y  son,  asimismo,   LQGHURJDEOHV ORV ÂłQDWXUDOLD QHJRWLL´ esto  es:  los  elementos  que  el  ordenamiento  jurĂ­dico  considera  como  normales,  dejando,  sin  embargo,  en  libertad  a  las  partes  para  disponer  indiferentemente;Íž  los  ³DHFLGHQWDOLD QHJRWLL´ esto  es:  los  elementos  que  el  ordenamiento  jurĂ­dico  consiente  a  las  partes  que  sean  unidos  al  negocio  para  regular  y  modificar  los  efectos.   CondiciĂłn,  tĂŠrmino  y  modo   Entre  los  elementos  accidentales  del  negocio  jurĂ­dico,  que  cuando  se  han  sumado  reciben  tambiĂŠn  valor  esencial,  hemos  de  recordar  en  particular  la  condiciĂłn,  el  tĂŠrmino  y  el  modo.  Consisten  en  declaraciones  accesorias  de  la  voluntad.  En  el  Derecho  romano  no  se  podĂ­an  oponer,  sin  embargo,  a  los  ³actus  legitimus´ HQWUH ORV FXDOHV VH HQFRQWUDEDQ -­  ademĂĄs  de  la  ³PDQFLSDWLR´ OD ÂłLQ LXUH FHVVLR´ \ OD Âłcretio´ GHVDSDUHFLGDV HQ HO GHUHFKR justinianeo  -­  OD´acceptilatio´ OD Âłenmancipatio´ OD´GDWLR WXWRULV´  y  la  ³aditio  hereditatis´ La  condiciĂłn  (condicio),  es  una  declaraciĂłn  accesoria  que  hace  depender  el  nacimiento  o  la  extinciĂłn  de  los  efectos  del  negocio  de  XQ HYHQWR IXWXUR \ REMHWLYDPHQWH LQFLHUWR (O QRPEUH GH Âłcondicio´ VH GDED WDPELpQ DO HYHQWR \ VH OODPDED ÂłFRQGLFLRQDO´ DO QHJRFLR VXMHWR D FRQGLFLyQ \ ÂłSXUXP´ DO QR FRQGLFLRQDGR 5HIHUHQWH D ORV HIHFWRV VL pVWRV TXHGDQ suspendidos  hasta  la  verificaciĂłn  o  no  verificaciĂłn  del  evento,  la  condiciĂłn  es     95 Â


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suspensiva;Íž  si  cesan,  la  condiciĂłn  es  resolutiva.  El  Derecho  romano  no  reconoce,  sin  embargo,  eficacia  a  la  condiciĂłn  resolutiva,  al  menos  en  la  edad  clĂĄsica,  si  no  es  por  vĂ­a  indirecta  uniendo  al  negocio  principal,  que  nacĂ­a  puro,  un  pacto  de  resoluciĂłn  sujeto  a  la  condiciĂłn  suspensiva,  el  cual  surgĂ­a  efecto  al  verificarse  la  condiciĂłn,  en  los  modos  y  lĂ­mites  de  la  eficacia  de  los  pactos.  Referente  a  la  causa  del  evento,  las  condiciones  se  distinguĂ­an  en  potestativas,  cuando  dependĂ­an  de  la  voluntad  de  una  de  las  partes;Íž  casuales,  cuando  dependĂ­an  de  alguna  circunstancia,  la  cual  es  equiparada  a  la  voluntad  de  un  tercero;Íž  y  mixtas,  cuando  dependen  de  la  circunstancia  y  de  la  voluntad  de  una  de  las  partes.    Referente  a  la  naturaleza  del  evento,  las  condiciones  se  distinguen  en  positivas  y  negativas,  segĂşn  que  ellas  permitan  el  verificarse  o  no  verificarse  el  evento  mismo.   Son  condiciones  aparentes:  ODV ÂłFRQGLFLRQHV LXULV´ HV GHFLU ORV UHTXLVLWRV OHJDOHV GHO QHJRFLR TXH HV VXSHUIOXR H[SUHVDU ODV Âłconditiones  in  praesens  vel  in  praeteritum´ HVWR HV DTXHOODV TXH VH UHILHUHn  a  un  evento  actual  o  pasado,  aunque  sea  ignorado  por  las  partes,  por  el  que  el  negocio  se  considera  puro  y  produce  o  no  sus  efectos  desde  el  principio;Íž  las  ³FRQGLFLRQHV QHFHVDULDV´ HVWR HV DTXHOODV TXH GHEHQ QHFHVDULDPHQWH H[LVWLU y  por  las  cuales  el  negocio  es  vĂĄlido  desde  el  principio,  aunque  sus  efectos  sean  diferidos.  Las  condiciones  imposibles,  que  son  aquellas  en  las  cuales  el  evento  no  puede  fĂ­sica  o  jurĂ­dicamente  verificarse,  y  las  condiciones  ilegales  o  deshonestas,  provocan  la  nulidad  del  negocio,  salvo  en  las  disposiciones  testamentarias  donde  se  consideran  como  no  existentes.   El  negocio  sujeto  a  condiciĂłn  suspensiva,  toda  vez  que  Êsta  no  se  haya  verificado  pero  que  pudo  verificarse  (condicio  pendet),  se  considera  existente  sin  que,  sin  embargo,  produzca  sus  efectos.  El  derecho  tutela,  no  obstante,  la  legĂ­tima  pretensiĂłn  de  la  otra  parte  y  a  veces  considera  cumplida  la  condiciĂłn,  si  la  parte  obligada  impide  dolosamente  su  verificaciĂłn.  Cuando  la  condiciĂłn  se  verifica  (condicio  existit),  si  es  suspensiva,  el  negocio  produce  sus  efectos;Íž  si  es  resolutiva,  el  negocio  cesa  de  producirlos.  Cuando  por  el  contrario  la  condiciĂłn  no  se  ha  verificado  o  no  podrĂĄ  nunca  verificarse  (condicio  deficit),  entonces,  si  era  suspensiva,  el  negocio  se  consideraba  como  no  realizado,  y  si  era  resolutiva  el  negocio  subsiste  y  tiende  a  producir  sus  efectos.   Se  discute  si  en  el  Derecho  romano  al  verificarse  la  condiciĂłn  los  efectos  se  producĂ­an  a  partir  de  aquel  momento  (ex  nunc)  o  desde  aquel  en  el  cual  habĂ­a  sido  concluido  el  negocio.  El  criterio  de  la  retroactividad,  en  especial  para  las  96 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

condiciones  resolutivas,  imperĂł.  para  algunos  casos,  en  el  derecho  justinianeo.   (O WpUPLQR ÂłGLHV´  es  una  declaraciĂłn  accesoria  que  indica  la  fecha  en  la  cual  el  negocio  producirĂĄ  o  cesarĂĄ  de  producir  sus  efectos.  En  el  primer  caso  el  tĂŠrmino  llamase  inicial  (dies  a  quo);Íž  en  el  segundo  caso,  final  (dies  ad  quem).  Se  diferencia  de  la  condiciĂłn  por  la  certeza  de  su  llegada  (certus),  aunque  sea  incierto  el  momento  (incertus  quando)  como,  por  ejemplo,  para  la  fecha  de  la  muerte  de  una  Persona.  Si  es  por  el  contrario  dudoso  que  la  fecha  pueda  llegar  a  cumplirse  (incertus  an)  como,  por  ejemplo,  el  cumplimiento  de  una  determinada  edad,  entonces,  en  realidad,  se  trata  de  una  condiciĂłn.  El  tĂŠrmino  final,  como  la  condiciĂłn  resolutiva,  se  le  hacĂ­a  operante  mediante  un  pacto  de  resoluciĂłn.   El  modo  (modus),  es  una  declaraciĂłn  unida  a  un  acto  de  liberalidad  para  imponer  a  la  Persona  favorecida  un  vamen  lĂ­cito.  El  modo  no  suspendĂ­a  la  condiciĂłn  del  beneficio,  mas  en  el  derecho  justinianeo  las  Personas  interesadas  podĂ­an  constreĂąir  al  beneficiado  a  su  cumplimiento.    Invalidez  de  los  negocios  jurĂ­dicos   La  falta  de  un  requisito  esencial  en  el  negocio  hace  que  Êl  sea  considerado  nulo  y  asĂ­,  pues,  como  inexistente.  En  otros  casos,  por  el  contrario,  el  RUGHQDPLHQWR MXUtGLFR FRQVLGHUD HO QHJRFLR Âłannullabile´ HVWR HV proporciona  a  los  interesados  los  medios  para  que  sea  reconocida  por  el  juez  la  ineficacia  y  exigir  o  impedir  los  efectos.   Los  motivos  de  invalidez  podĂ­an  consistir:  en  la  falta  de  capacidad  jurĂ­dica  del  sujeto  (cuando  ella  era  exigida),  o  de  la  capacidad  de  actuar;Íž  en  la  incapacidad  del  objeto  o  en  la  falta  del  derecho  de  disponer;Íž  en  la  discordancia  entre  la  voluntad  y  la  manifestaciĂłn;Íž  en  un  vicio  de  la  voluntad;Íž  en  la  no  observancia  de  las  formas,  cuando  Êstas  eran  prescritas;Íž  en  la  falta,  ilicitud  o  inmoralidad  de  la  causa.   Particular  relieve  asumen  los  motivos  referentes  a  la  voluntad.  La  discordancia  entre  la  voluntad  y  su  manifestaciĂłn  se  da  cuando  la  voluntad  es  tan  sĂłlo  aparente,  tanto  por  una  falta  absoluta  de  la  voluntad,  cuanto  porque  la  manifestaciĂłn  sea  consciente  o  inconsciente  diversa  de  la  voluntad  real.   La  falta  absoluta  de  la  voluntad  se  da  en  las  declaraciones  hechas  bajo  la  amenaza  de  una  violencia  fĂ­sica  (vis  copori  illata),  o  cuando  es  interpretado     97 Â


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como  manifestaciĂłn  de  la  voluntad  un  gesto  que  no  iba  dirigido  a  crear  negocio  alguno.   La  manifestaciĂłn  consciente  diversa  de  la  voluntad  real  se  da,  a  veces,  en  las  declaraciones  hechas  por  juego  (iocandi  causa),  que  no  tenĂ­an  relevancia  jurĂ­dica;Íž  en  la  reserva  mental  y  en  la  simulaciĂłn.   La  reserva  mental  que  consiste  en  declarar  cosa  diversa  de  aquella  que  se  quiere,  no  podĂ­a  ser  invocada  por  el  declarante,  y  por  tanto  el  negocio  era  vĂĄlido  en  los  tĂŠrminos  de  la  manifestaciĂłn  exterior.  La  simulaciĂłn  consiste,  por  el  contrario,  en  una  declaraciĂłn  conscientemente  deformada  y  dirigida  a  un  fin  diferente  de  aquel  propio  del  negocio,  con  la  intenciĂłn  plena  de  que  no  se  produzcan  los  efectos  (simulaciĂłn  absoluta),  o  bien  con  la  intenciĂłn  de  conseguir  los  efectos  de  un  negocio  diverso  de  aquel  simulado  (simulaciĂłn  relativa).  En  ambos  casos,  la  falta  de  voluntad  hacĂ­a  nulo  el  negocio  simulado.  TratĂĄndose,  sin  embargo,  de  simulaciĂłn  relativa,  si  los  efectos  queridos  no  eran  contrarios  al  derecho,  se  consideraba  vĂĄlido  el  negocio  disimulado  (plus  valere  quod  agitur  quam  quod  simulate  consclpitur).   La  manifestaciĂłn  inconsciente  diversa  de  la  voluntad  real  se  da  en  el  caso  del´HUURU REVWDWLYR´ esto  es:  cuando  se  quiere  una  cosa  y  se  declara  otra.    Los  vicios  de  la  voluntad  son:  el  error,  el  dolo  y  la  violencia,  cuando  ellos  determinan  una  voluntad  diversa  de  la  que  verdaderamente  se  querĂ­a  especificar.   Por  lo  tanto,  en  estos  casos,  la  manifestaciĂłn  corresponde  a  la  voluntad,  Pero  Êsta  en  su  determinaciĂłn  ha  sido  deformada  por  una  causa  Perturbadora  que  le  ha  impedido  libertad  y  conciencia.   El  error  (error)  que  es  objeto  de  consideraciĂłn  como  vicio  de  la  voluntad  es  DTXHO Âłdii  substantia´ HV GHFLU VREUH OD HVHQFLD GH OD FRVD SRU HMHPSOR cuando  se  compra  aceite  por  vino  o  plomo  por  oro.  Tal  error  hacĂ­a  invĂĄlido  el  negocio,  al  menos  en  el  derecho  clĂĄsico,  sĂłlo  cuando  era  diferente  la  funciĂłn  econĂłmica  social  de  la  cosa.  En  el  derecho  justinianeo  se  nota,  por  otra  parte,  la  tendencia  a  darle  una  mayor  valoraciĂłn.  El  error  de  derecho  y  con  Êl  la  ignorancia  de  las  normas  vigentes  no  excusaban,  salvo  para  los  menores  de  veinticinco  aĂąos,  las  mujeres  y  los  soldados.   Los  intĂŠrpretes  distinguen  diversas  clases  de  error:  98 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

a)  El  ³HUURU LQ QHJRWLR´ cuando  se  cree  cumplir  un  negocio  y  por  el  contrario  se  realiza  otro  diverso;Íž  Êl  hacia  nulo  el  negocio  realizado;Íž  E (O ÂłHUURU OD 3HUVRQD´ cuando  se  negocia  con  una  Persona  diversa  de  aquella  que  se  WLHQH ÂłLQ PHQWH´ R VH FRQWUDWD FRQ XQD 3HUVRQD FUH\HQGR TXH es  otra.  Por  lo  general  el  negocio  era  nulo,  salvo  que  la  identidad  de  la  Persona  fuese  indiferente;Íž  c)  El  ³HUURU LQ FRUSRUH´ cuando  el  negocio  es  realizado  respecto  a  una  cosa  diversa  de  aquella  querida.  El  negocio  era  nulo,  salvo  que  el  error  no  hubiera  consistido  tan  sĂłlo  en  atribuirle  a  la  cosa  un  nombre  o  una  cualidad  diversa  (falsa  demonstratio  non  nocet).    El  dolo  (dolus)  consiste  en  cualquier  comportamiento  malicioso  con  el  cual  una  de  las  partes  pone  en  error  a  la  otra  para  conseguir  una  ventaja  (omnis  calliditas,  fallada  machinatio  ad  circumveniendum,  falledum  decipiendum  alterum  adhibita).   Los  romanos  lo  llamaban  "dolus  malus´ HQ FRQWUDSRVLFLyQ DO dolus  bonus´ que  consistĂ­a  en  las  noUPDOHV DVWXFLDV FRPHUFLDOHV (Q ORV QHJRFLRV GHO ÂłIus   &LYLOH´  HO ÂłGROXV PDOXV´ QR LQYDOLGDED HO QHJRFLR 'H pO VH WHQtD VLQ embargo,  cuenta  en  los  negocios  de  los  cuales  derivaba  un  "iudicium  bonae  fidei´ 3RU RWUD SDUWH HO SUHWRU FXDQGR QR HUD SRVLEOH defender  a  la  Persona  HQJDxDGD OH FRQFHGH GHVGH HO ILQDO GH OD UHS~EOLFD XQD ÂłActio  doli´ GH carĂĄcter  penal  e  infamante,  para  remover  los  efectos  del  negocio  cuando  Êstos  se  hubieran  ya  producido  y  obtener  el  resarcimiento  del  daĂąo  a  tĂ­tulo  de  pena;Íž  y  XQD Âłexceptio  doli´ SDUD SDUDOL]DU ORV HIHFWRV GHO QHJRFLR FXDQGR QR VH hubieran  todavĂ­a  producido  y  el  engaĂąo  hubiera  sido  reclamado  en  juicio  para  el  cumplimiento.   En  el  derecho  justinianeo,  superada  la  distinciĂłn  entre  derecho  civil  y  derecho  pretorio,  el  dolo  fue  considerado  como  un  vicio  de  la  voluntad  que  invalidaba  directamente  el  negocio,  mientras  que,  finalizada  la  evoluciĂłn  FRPHQ]DGD HQ HO GHUHFKR FOiVLFR OD ÂłActio  doli´ DOFDQ]y HO FDUiFWHU GH XQD acciĂłn  general  contra  todo  comportamiento  desleal,  aun  despuĂŠs  de  la  conclusiĂłn  del  negocio.   La  violencia  (vis)  que  es  objeto  de  consideraciĂłn  como  vicio  de  la  voluntad  es  la  propiamente  moral  (vis  animo  illata),  porque  la  fĂ­sica,  como  hemos  visto,  excluye  la  voluntad  y  hace  nulo  el  negocio.   La  violencia  moral  consiste  en  la  creaciĂłn  de  una  situaciĂłn  de  temor  (metus),  mediante  la  amenaza  efectiva  e  injusta  de  un  mal.  Tal  violencia  no  invĂĄlida     99 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

VHJ~Q HO Âł,XV &LYLOH´  el  negocio,  porque  una  voluntad,  aunque  ella  hubiera  sido  violentada,  se  habĂ­a  dado.  De  ella  se  tenĂ­a,  por  el  contrario,  cuenta  en  los  QHJRFLRV TXH GDEDQ OXJDU D XQ Âłiudicium  bonae  fidei´ 6LQ HPEDUJR HO pretor,  como  para  el  dolo,  concede  su  protecciĂłn  proporcionando,  desde  el  fin  de  la  repĂşblica,  a  quien  habĂ­a  sufrido  la  violencia  tres  remeGLRV OD ÂłActio  quod  metus  causa´ GH FDUiFWHU SHQDO SRU HO FXiGUXSOR GHO YDORU GHO REMHWR GDxDGR \ GLULJLGD FRQWUD FXDOTXLHU SRVHHGRU OODPDVH SRU OR WDQWR ÂłActio  in  UHP VFULSWDP´ OD Âłrestitutio  in  integrum´ SRU OD FXDO VH FRQVLGHUDED QR realizado  eO QHJRFLR \ OD Âłexceptio  metus´ SDUD SDUDOL]DU ORV HIHFWRV GHO negocio,  cuando  Êstos  no  se  hubieren  todavĂ­a  producido  y  la  vĂ­ctima  de  la  violencia  hubiera  sido  reclamada  en  juicio  para  su  cumplimiento.  Tan  sĂłlo  en  la  edad  justinianea  la  violencia  moral  llegĂł  a  ser  considerada  como  un  vicio  de  la  voluntad  que  invalidaba  directamente  el  negocio.  Los  negocios  invĂĄlidos  podĂ­an  ser  de  varios  modos  subsanados  y  particularmente  mediante  la  impugnaciĂłn  por  parte  de  quien  tiene  derecho  a  pedir  su  nulidad,  la  confirmaciĂłn,  la  ratificaciĂłn  y  el  transcurso  del  tiempo,  cuando  se  dejan  cumplir  los  tĂŠrminos  entre  los  cuales  se  puede  impugnar  el  negocio  anulable.   La  RepresentaciĂłn   Ya  de  antiguo  el  Derecho  romano  admitĂ­a,  cuando  la  forma  del  negocio  jurĂ­dico  no  exigĂ­a  la  presencia  del  interesado,  que  la  voluntad  de  Êl  pudiera  ser  declarada  por  medio  de  otros,  considerĂĄndolo  como  simple  instrumento  de  transmisiĂłn  (nuncius)  .En  tal  caso  el  negocio  se  consideraba  como  concluido  Personalmente  por  quien  habĂ­a  autorizado  al  ³QXQcius´ \ D pO SRU lo  tanto  se  referĂ­an  los  efectos  del  negocio.   Sin  embargo,  la  representaciĂłn  verdadera  y  propia,  esto  es:  la  representaciĂłn  de  la  voluntad,  tiene  lugar  cuando  el  negocio  es  concluido  por  cuenta  ajena,  pero  mediante  la  manifestaciĂłn  de  una  voluntad  que  se  ha  determinado  en  el  representante.   En  el  Derecho  romano  durante  bastante  tiempo  no  fue  admitido  que  los  efectos  de  un  negocio  recayesen  directamente  sobre  la  Persona  representada  (representaciĂłn  directa),  sino  que  se  siguiĂł  un  sistema  mĂĄs  complejo,  por  el  cual  los  efectos  del  negocio  se  producĂ­an  tan  sĂłlo  en  la  órbita  del  representante,  sin  que  naciera  algĂşn  derecho  u  obligaciĂłn  entre  el  tercero  y  el  interesado,  y  revertĂ­an  sobre  este  último  mĂĄs  tarde  con  la  realizaciĂłn  de  otros  negocios  entre  Êl  y  el  representante  (representaciĂłn  indirecta).   La  representaciĂłn  directa  estaba,  en  efecto,  excluida  de  manera  absoluta  en  el  100 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

ÂłIus   Civile´ HQ HO FXDO UHJLD HO SULQFLSLR ÂłPer  extraneam  (o  liberam)  3HUVRQDP PLO DGTXLUL SRWHVW´.  Por  otra  parte,  en  el  derecho  mĂĄs  antiguo,  las  exigencias  a  las  cuales  responde  la  representaciĂłn  directa  quedaban  por  lo  JHQHUDO VDWLVIHFKDV SRU OD RUJDQL]DFLyQ IDPLOLDU TXH GDED DO Âł3DWHUIDPLOLDV´  los  mĂĄs  seguros  instrumentos  de  adquisiciĂłn  en  los  hijos  y  en  los  esclavos.  Por  medio  de  ellos  se  realizaba,  sin  embargo,  una  simple  representaciĂłn  de  hecho,  que  no  tenĂ­a  nada  que  ver  con  aquella  indirecta  o  directa,  en  cuanto  la  DGTXLVLFLyQ HVWDED IXQGDGD VREUH OD LQFDSDFLGDG GH ODV 3HUVRQDV ÂłAlieni  iuris´ GH VHU WLWXODUHV GH derechos  patrimoniales,  por  lo  que  todas  las  adquisiciones  recaĂ­an  necesariamente  sobre  el  jefe  de  la  familia.    3RVWHULRUPHQWH HO ÂłPater´ SXGR VHUYLUVH GH ORV TXH HVWDEDQ EDMR VX WXWHOD D~Q para  obligarse,  en  cuanto  el  pretor  concediĂł  diversas  acciones  con  las  cuales  podĂ­a  ser  llamado  a  responder  por  los  negocios  por  Êl  autorizados  o  de  los  cuales  hubiese  obtenido  una  ventaja.   Sin  embargo,  ello  no  fue  suficiente,  dadas  las  crecientes  necesidades  del  comercio  y  de  la  vida,  y  en  la  edad  clĂĄsica  se  acabĂł  por  admitir  importantes  derogaciones  al  principio  riguroso  "Per  extraneam  Personam  nihil  adquiri  SRWHVW´   En  teorĂ­a  fue  mantenido  integro,  Pero  con  una  serie  de  medios  indirectos  y  HQPLHQGDV SURFHVDOHV HO GHUHFKR KRQRUDULR \ OD Âłcognitio  extra  ordinem´ fueron  en  la  prĂĄctica  realizando  el  papel  de  la  representaciĂłn  directa.  En  el  derecho  justinianeo  -­  DXQTXH OD DQWLJXD Pi[LPD GHO ÂłIus   Civile´ IXH UHFRJLGD por  los  compiladores  en  el  Corpus  iuris,  dando  lugar  a  graves  dificultades  de  interpretaciĂłn  -­  las  excepciones  habĂ­an  llegado  a  ser  numerosas,  hasta  tal  punto  que  se  puede  decir  que  constituyeron  la  regla.   Los  Actos  IlĂ­citos   Cualquier  acto  del  hombre  que  el  derecho  considera  socialmente  daĂąoso  y  asĂ­,  pues,  penado  con  una  sanciĂłn  es  llamado  ilĂ­cito.  En  particular,  con  referencia  al  derecho  privado,  se  llaman  actos  ilĂ­citos:  aquellos  con  los  que  voluntariamente  se  lesiona  un  derecho  ajeno.   Los  elementos  del  acto  ilĂ­cito  son,  por  tanto  dos:  uno  objetivo,  que  es  la  lesiĂłn  del  derecho  ajeno,  y  otro  subjetivo,  que  es  la  voluntariedad  del  acto.  La  lesiĂłn  era  llamada  por  los  romanos  "LQLXULD´;Íž  hoy  se  llama  entuerto  o  daĂąo.    Patrimonialmente  puede  consistir  en  una  disminuciĂłn  (daĂąo  emergente)  o  en  una  falta  de  incremento  (lucro  cesante),  y  puede  suceder  como  consecuencia     101 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

directa  del  acto  ilĂ­cito  (daĂąo  directo)  o  como  consecuencia  de  particulares  circunstancias  que  concurren  con  el  acto  mismo  (daĂąo  indirecto).   La  voluntariedad  del  acto  constituye  la  culpa.  Esta  puede  derivar  del  comportamiento  doloso  del  agente  o  de  su  negligencia.  El  primero  era  OODPDGR SRU ORV URPDQRV Âłdolus´ OD VHJXQGD ÂłFXOSD´   La  culpa  se  distingue  en  ³FRQWUDFWXDO´ cuando  la  ilicitud  del  acto  consiste  en  la  violaciĂłn  de  una  relaciĂłn  obligatoria  existente  con  la  Persona  daĂąada;Íž  y  "extracontractXDO´ cuando  el  acto  es  por  sĂ­  mismo  considerado  ilĂ­cito.  Esta  ~OWLPD HV OODPDGD WDPELpQ FXOSD ÂłDTXLOLDQD´ GH OD Lex  Aquilia,  en  base  de  la  cual  fueron  regulados,  como  veremos,  los  daĂąos  infligidos  a  las  cosas  pertenecientes  a  Personas  con  las  cuales  no  se  tuviesen  vĂ­nculos  de  tipo  alguno.  Del  acto  ilĂ­cito  se  desprende  la  obligaciĂłn  de  resarcir  el  daĂąo.  Pero  de  esto,  como  tambiĂŠn  de  los  grados  de  la  culpa,  hablaremos  al  tratar  de  las  obligaciones.   El  Tiempo   MĂĄs  que  como  la  forma  de  tĂŠrmino  establecida  a  un  negocio  jurĂ­dico,  el  tiempo  ejerce  su  influencia  de  distintas  maneras,  como,  por  ejemplo,  para  la  adquisiciĂłn  de  la  capacidad  de  actuar,  con  la  consecuciĂłn  de  una  determinada  edad,  y,  principalmente,  para  la  adquisiciĂłn  y  la  pĂŠrdida  de  muchos  derechos  sobre  la  base  del  transcurso  del  tiempo.   El  cĂłmputo  GHO WLHPSR SXHGH VHU Âłnaturalis´ Âłcivilis Âłcontinuum´ \ ÂłXWLOH´  a)  Natural,  DTXHO TXH VH FXHQWD ÂłD PRPHQWR DG PRPHQWXP´  b)  Civil,  aquel  en  el  cual  las  jornadas  se  consideraban  como  una  unidad  entera  e  indivisible,  desde  una  media  noche  a  otra.  El  derecho  considera  sĂłlo  el  cĂłmputo  civil.  Por  lo  general,  la  jornada  apenas  iniciada  se  tenĂ­a  por  cumplida  (dies  inceptus  pro  completo  habetur),  Pero  cuando  la  caducidad  representaba  la  pĂŠrdida  de  un  derecho,  Êsta  se  verificaba  sĂłlo  al  tĂŠrmino  de  la  jornada  misma;Íž  c)  Continuo,  el  cĂłmputo  en  el  cual  entran  todos  los  dĂ­as  efectivamente  transcurridos;Íž  d)  Ăštil,  aquel  en  el  cual  se  tiene  en  cuenta  sĂłlo  los  dĂ­as  en  los  cuales  ha  sido  posible  realizar  el  acto  de  que  se  trata.  Â

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    DERECHOS  REALES   Generalidades   La  propiedad  romana,  no  definida  por  las  fuentes,  aparece  como  el  derecho  real  de  contenido  mĂĄs  amplio  y  es  el  único  autĂłnomo,  porque  los  otros  derechos  reales,  en  cuanto  recaen  sobre  cosas  ajenas,  presuponen  que  existe  un  derecho  de  propiedad  en  otro  titular.   Por  esto  los  modernos,  partiendo  del  tĂŠrmino  romano  "dominium",  con  IUHFXHQFLD OR FDOLILFDEDQ FRPR HO VHxRUtR PiV JHQHUDO VREUH OD FRVD´ (O tĂŠrmino"proprietas´ TXH VLJQLILFD OD 3HUWHQHQFLD VH GLIXQGH  sĂłlo  en  la  edad  imperial  en  oposiciĂłn  a  "usufructus´ /RV DQWLJXRV HPSOHDEDQ SRU OR PiV HO WpUPLQR Âłres  mea  est´ LGHQWLILFDQGR HO GHUHFKR FRQ OD FRVD   Este  seĂąorĂ­o  podĂ­a  tener  por  objeto  sĂłlo  cosas  corporales;Íž  subsistĂ­a  aĂşn  sin  una  relaciĂłn  de  hecho  entre  el  propietario  y  la  cosa,  y  comprendĂ­a  todo  uso  posible  con  tal  de  que  no  estuviese  impedido  por  limitaciones  legales  o  por  concurrentes  derechos  de  terceros,  al  cesar  los  cuales  readquirĂ­a   automĂĄticamente  su  plenitud  (elasticidad  del  dominio).  Por  tal  razĂłn  se  habla  de  seĂąorĂ­o  en  acto  o  en  potencia.   La  amplitud  y  los  caracteres  de  este  dominio  se  manifiestan  principalmente  en  la  propiedad  territorial,  que  en  su  origen  PertenecĂ­a  al  grupo  familiar  y  sobre  la  cual  era  ejercitada  una  especie  de  soberanĂ­a  territorial.  Ella  se  extendĂ­a  al  cielo  y  al  subsuelo  hasta  donde  llegaba  el  posible  disfrute  de  ella  y,  antiguamente,  no  conocĂ­a  ninguna  limitaciĂłn  que  no  derivase  de  la  propia  voluntad  del  propietario.   Por  ello  la  concesiĂłn  de  cualquier  facultad  a  un  extraĂąo  era  concebida  como  una  servidumbre  (servitus)  del  fundo  por  lo  que  se  le  consideraba  en  ese  PRPHQWR Âłservienda´   Por  otra  parte,  la  propiedad  romana,  en  su  configuraciĂłn  mĂĄs  tĂ­pica,  debĂ­a  estar  libre  de  todo  tributo  de  carĂĄcter  real  y  no  podĂ­a  estar  constituida  por  un  tiempo  determinado  o  bajo  condiciĂłn  resolutoria.  Estos  dos  principios  llegaron,  sin  embargo,  a  no  tener  significaciĂłn  alguna  en  el  derecho  postclĂĄsico.  Queda,  por  el  contrario,  siempre  vivo  otro  principio  antiquĂ­simo,  103 Â


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por  el  cual  la  propiedad  absorbe  necesariamente  cualquier  cosa  (nullius   o  aliena)  que  a  ella  se  le  incorporase.  En  un  principio  la  única  propiedad  reconocida  era  el  "dominium  ex  iure  Quiritium´ TXH HUD WXWHODGD FRQ OD ÂłreĂ­  vindicatio´ \ TXH SRGtD VHU conseguida,  sobre  las  cosas  y  en  los  modos  previstos  por  el  "Ius   Civile",  tan  sĂłlo  por  los  "cives´ D ORV FXDOHV IXHURQ PiV WDUGH HTXLSDUDGRV ORV /DWLQRV provistos  del  "commercium´   'HVSXpV GH OD LQWURGXFFLyQ GH OR PRGRV GH DGTXLVLFLyQ Âłiuris  gentium´ IXH admitido  un  derecho  anĂĄlogo  al  de  propiedad  tambiĂŠn  para  los  Peregrinos.  Estas  distinciones  quedaron  sin  fuerza  despuĂŠs  del  edicto  de  Caracalla,  del  aĂąo  212  despuĂŠs  de  Cristo,  que  concedĂ­a  a  todos  la  ciudadanĂ­a  romana.   Con  respecto  a  los  inmuebles,  podĂ­an  ser  objeto  de  propiedad  quintana  sĂłlo  aquellos  determinados  en  la  categorĂ­a  de  las  "res  mancipi´ HVWR HV ORV fundos  y  las  casas  que  estaban  exentos  de  impuestos  territoriales  por  estar  sitos  en  Italia  o  en  tierras  a  las  cuales  habĂ­a  sido  concedido  el  privilegio  .   Todas  las  otras  tierras  estaban  sujetas  a  tal  imposiciĂłn,  la  cual  era  concebida  como  una  contraprestaciĂłn  por  el  uso;Íž  de  aquĂ­  que  fuese  considerado  como  propietario  el  que  percibĂ­a  el  impuesto  y,  precisamente,  el  pueblo  romano  en  las  provincias  senatoriales  y  el  Emperador  en  las  provincias  imperiales.  Del  diverso  nombre  de  la  imposiciĂłn  los  fundos  sitos  en  las  primeras  eran  llamados  "stipendiam´ \ HQ ODV VHJXQGDV Wributa´ (O GHUHFKR GHO concesionario,  esto  es  de  aquel  que  pagaba  el  impuesto,  era  calificado  como  "possessio  vel  usufructus´ 3HUR HQ UHDOLGDG GLVIUXWDED GH XQD SRVLFLyQ anĂĄloga  a  la  del  propietario  y  era  protegido  por  una  "Actio  in  rem´ LGpQWLFD D la  "rei  vindicatio".  En  razĂłn  de  esto  hablan  los  modernos  de  una  propiedad  provincial  contrapuesta  a  la  propiedad  quintana.  La  distinciĂłn  pierde  su  fundamento  cuando  Diocleciano  grava  tambiĂŠn  a  los  fundos  itĂĄlicos,  y  Justiniano  acabĂł  con  abolir  toda  diferencia  entre  Êstos  y  los  fundos  provinciales,  que  llegaron  a  hacer  por  ello  objeto  de  "dominium".   Al  "dominium  ex  iure  Quiritium´ GH OD HGDG UHSXEOLFDQD VH OH YD contraponiendo  tambiĂŠn  la  llamada  propiedad  pretoria  o  "in  bonis  habere´ que  se  referĂ­a  a  las  "res  mancipi´ YHQGLGDV VLQ ODV IRUPDV VROHPQHV GHO ÂłIus   Civile´ (Q WDO FDVR KDVWD TXH HO DGTXLUHQWH  QR IXHVH FRQVLGHUDGR Âł'RPLQXV´  por  la  usucapiĂłn  la  propiedad  correspondĂ­a  civilmente  al  enajenante.  Si  por  el  contrario  Êste  reivindicaba  la  cosa,  el  pretor  concedĂ­a  al  adquirente  una  ³exceptio  reĂ­  venditae  et  traditae´ TXH SDUDOL]DED OD H[LJHQFLD $ continuaciĂłn,  se  llega  tambiĂŠn  a  tutelar  al  adquirente  que  hubiese  tomado  la  SRVHVLyQ GH OD FRVD DQWHV GH OD XVXFDSLyQ HQ OXJDU GH OD ÂłreĂ­  vindicatio´ TXH 104 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

no  le  competĂ­a  porque  todavĂ­a  no  era  ³'RPLQXV´ HO SUHWRU OH FRQFHGH XQD ÂłActio´ OODPDGD 3XEOLFLDQD derivada  del  nombre  de  su  creador,  en  la  cual  se  fingĂ­a  que  la  usucapiĂłn  habĂ­a  sido  completada,  lo  que  permitĂ­a  perseguir  la  cosa  contra  cualquier  tercero  y  tambiĂŠn  frente  al  propietario.  El  derecho  de  este  último  llegaba  a  ser  por  lo  tanto  ²una  vez  que  Êl  hubiera  realizado  la  ³WUDGLWLR´ GH OD Âłres  mancipi´²  un  desposeĂ­do  de  todo  beneficio,  mientras  aquel  que  tenĂ­a   la  cosa  y  gozaba  de  la  protecciĂłn  pretoria  era  el  verdadero  propietario,  aunque  no  tuviese  tal  nombre.  Precisamente  pon  esto  los  clĂĄsicos  hablaEDQ GH XQ ÂłLex  dominium´ SRU XQ ODGR HO Âłdominium´ SOHQR SRU RWUR HO Âłdominium  ³GLYLGLGR HQ Âłnudum  Ius   quiritium´ \ ´in  bonis  habere´ 3HUR habiendo  dejado  de  ser  consideradas  las  formas  solemnes  y  la  distinciĂłn  HQWUH Âłres  mancipi´ \ Âłnec  mancipi´ GHVDparecieron  tambiĂŠn  estas  GLVWLQFLRQHV SRUTXH HO Âłlii  bonis  haberes´ IXH FRQFHELGR FRPR Âłdominium´ KDVWD WDO SXQWR TXH -XVWLQLDQR DEROLy OD H[SUHVLyQ Âłnudum  Ius   Quiritium´ \D juzgada  como  superflua.   Habiendo  llegado  a  estar  capacitados  todos  los  ciudadanos  para  tener  las  cosas  en  legitima  propiedad,  desaparecida  la  distinciĂłn  entre  propiedad  quiritaria  y  provincial  y  la  de  propiedad  civil  y  pretoria,  en  el  derecho  justinianeo  se  vuelve  asĂ­,  pues,  a  un  concepto  unitario  de  la  propiedad,  que  no  tuvo  y  nunca  mĂĄs  necesidad  de  tantas  calificaciones.    Limitaciones  Legales  de  la  Propiedad   La  originaria  rigidez  de  la  propiedad  se  revela  en  el  carĂĄcter  del  fundo  romano  de  la  edad  quiritaria  (ager  limitatus)  que  constituye  un  territorio  cerrado  e  independiente,  con  confines  sagrados,  en  torno  a  los  cuales  existĂ­a  un  espacio  libre  de  por  lo  menos  quince  pies  en  campaĂąa  (iter  limitare)  y  de  dos  pies  y  medio  en  ciudad  (ambitus),  para  que  fuese  posible  el  trĂĄnsito  y  evitar  asĂ­  la  necesidad  de  imponen  servidumbres  de  paso.  En  el  interior  de  esta  unidad  territorial  el  seĂąorĂ­o  del  propietario  no  conocĂ­a  mĂĄs  que  las  limitaciones  que  voluntariamente  Êl  se  imponĂ­a.  Gradualmente,  sin  embargo,  las  exigencias  de  la  convivencia  social  impusieron  varias  restricciones  que  es  difĂ­cil  reducir  a  un  concepto  unitario,  pero  que  en  su  conjunto  seĂąalan  el  paso  de  un  rĂŠgimen  de  libertad  a  un  rĂŠgimen  de  solidaridad  territorial.  Ellas  se  pueden  agrupar  en  dos  categorĂ­as:  a)  Limitaciones  de  derecho  pĂşblico,  establecidas  por  un  interĂŠs  general,  y  asĂ­,  pues,  inderogables.  Entre  Êstas  hemos  de  recordar:  a)  la  prohibiciĂłn  de  cremar  y  enterrar  los  cadĂĄveres  dentro  de  los  muros  de  la  ciudad,  determinado  por  las  XII  Tablas;Íž  b)la  prohibiciĂłn  de  retirar  las  vigas  intercaladas  en  el  edificio  ajeno  (tignum  iunctum)  hasta  que  se  terminaran  las  obras,  determinado  por  las  XII  Tablas  y  despuĂŠs  extendido  a  todos  los     105 Â


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materiales  de  construcciĂłn)  la  prohibiciĂłn  de  demoler  casas  para  vender  los  materiales;Íž  d)la  prohibiciĂłn  de  sobrepasar  en  las  construcciones  determinadas  alturas,  diferentes  en  el  tiempo  con  relaciĂłn  a  la  distancia  entre  los  edificios  mismos;Íž  e)  el  uso  pĂşblico  de  las  orillas  fluviales;Íž  f)la  obligaciĂłn  de  conceden  el  paso  a  travĂŠs  del  fundo  en  el  caso  de  estar  inservible  la  vĂ­a  pĂşblica,  hasta  que  Êsta  no  fuese  reconstruida;Íž  g)la  obligaciĂłn  de  conceden  el  paso  para  llegar  a  un  sepulcro  incomunicado  (iter  ad  sepulchrum);Íž  h)la  facultad  concedida  en  la  edad  postclĂĄsica  de  buscar  y  excavar  minerales  en  fundo  ajeno,  pagando  un  dĂŠcimo  del  producto  al  propietario  del  fundo  y  un  dĂŠcimo  al  fisco.   Se  discute  si  el  derecho  clĂĄsico  habĂ­a  admitido,  como  limitaciĂłn  general,  la  expropiaciĂłn  por  utilidad  pĂşblica  con  una  determinada  indemnizaciĂłn.  Las  fuentes  muestran  varios  ejemplos,  especialmente  para  la  construcciĂłn  de  acueductos  pĂşblicos.  De  cualquier  forma  ella  es  reconocida  por  Justiniano,  el  cual  afirma  en  esta  materia  el  principio  de  la  primacĂ­a  de  la  ³FRPPXQLV commoditas´ \ GH OD Âłutilitas  reipublicae´ VREUH HO LQWHUpV GHO SDUWLFXODU   b)  Limitaciones  de  derecho  privado,  establecidas  por  un  interĂŠs  particular  y  asĂ­,  pues,  derogables  segĂşn  la  voluntad  de  los  interesados.  La  mayor  parte  de  ellas  se  refiere  a  las  relaciones  de  vecindad  entre  fundos  rĂşsticos  o  urbanos,  de  aquĂ­  que  algunas,  en  la  edad  postclĂĄsica,  fueron  concebidas  como  ³servitutes´ OHJDOHV 8Q JUXSR GH QRUPDV DOJXQDV LQFOXLGDV SRU ODV ;,, Tablas,  regulaba  los  årboles  situados  en  las  lindes,  estableciendo  la  distancia  de  las  plantaciones,  la  corta  de  las  raĂ­ces  y  de  las  ramas  que  caen  mĂĄs  allĂĄ  de  los  propios  lĂ­mites  adentrĂĄndose  en  el  terreno  ajeno,  el  acceso  en  el  fundo  del  vecino  para  recoger  en  dĂ­as  alternos  los  frutos  caĂ­dos,  etc.  Esta  materia  fue  particularmente  tutelada  por  el  pretor  (interdicta  de  arboribus  caedendis,  de  glande  legenda).  En  el  caso  de  la  incomunicaciĂłn  de  un  fundo  a  causa  de  una  divisiĂłn  hereditaria,  se  admite  en  el  derecho  clĂĄsico  que  el  juez  pueda  imponer  por  "adiudicatio´ XQD VHUYLGXPEUH GH SDVR HQ HO GHUHFKR justinianeo  se  considerĂł  como  existente  una  tĂĄcita  servidumbre  en  todos  los  casos  de  incomunicaciĂłn.  En  el  derecho  postclĂĄsico  surge  tambiĂŠn,  junto  a  las  servidumbres  establecidas  por  las  partes,  un  minucioso  rĂŠgimen  legal  para  las  luces,  las  vistas,  la  altitud,  los  salientes  de  los  edificios.  Entre  otras,   con  Justiniano,  son  prohibidas  las  construcciones  que  impiden  el  aire  y  el  viento  necesario  e  impiden  la  vista  de  los  montes  o  del  mar.  Otro  grupo  de  normas  prohibĂ­a  alterar  artificialmente  el  curso  natural  de  las  aguas.  La  antigua  "Actio  aquae  pluviae  arcendae´ TXH serĂĄ  la  causa  para  llevar  a  cabo  toda  modificaciĂłn  del  estado  existente,  es  extendida  en  el  derecho  justinianeo  para  tutelar  el  uso  de  las  mismas  aguas,  de  las  cuales  cada  uno  puede  disponer  sĂłlo  en  los  lĂ­mites  de  su  propia  utilidad.  Para  atenuar  el  principio  general  de  106 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

que  haciendo  uso  del  propio  derecho  no  se  hacĂ­a  daĂąo  alguno  (qui  suo  iure  utitur  neminem  laedit),  con  referencia  a  las  relaciones  de  vecindad  se  habĂ­a  venido  afirmando  el  principio  de  que  todo  "Dominus"  podĂ­a  hacer  sobre  lo  suyo  aquello  que  quisiera  con  tal  de  que  no  invadiese  asĂ­,  pues,  el  fundo  ajeno.  Sin  embargo,  este  principio  tuvo  notables  excepciones.  Por  una  parte  se  admite,  en  efecto,  que  el  vecino  debĂ­a  soportar  con  humana  tolerancia  FXDOTXLHU SHTXHxD Âłimmissio´ GHULYDGD GH XQ XVR QRrmal,  como  el  humo  de  la  cocina  o  la  humedad  de  un  baĂąo  adosado  a  las  paredes  comunes;Íž  por  otro  ODGR VH SURKLELy HQ DOJXQRV FDVRV TXH HO SURSLHWDULR DXQ VLQ Âłimmissio´ pudiera  hacer  cualquier  cosa  con  el  deliberado  ånimo  de  daĂąar  lo  ajeno.  Es  todavĂ­a  tema  de  controversia  el  hecho  de  que  una  completa  teorĂ­a  de  estos  actos,  llamados  de  emulaciĂłn,  haya  sido  elaborada  y  acogida  por  el  derecho  romano,  como  serĂĄ  despuĂŠs  en  el  derecho  medieval.  Cierto  es,  sin  embargo,  que  hasta  el  final  de  la  Êpoca  clĂĄsica,  a  travĂŠs  de  la  protecciĂłn  pretoria,  y  todavĂ­a  mĂĄs  en  la  compilaciĂłn  justinianea,  consideraciones  de  equidad  y  de  utilidad  hicieron  condenar  el  malicioso  comportamiento  del  propietario  que,  sin  utilidad  propia  hubiera  ejercitado  con  fines  antisociales  su  derecho,  especialmente  en  materia  de  aguas.   Copropiedad   La  "communio´ OODPDGD SRU ORV PRGHUQRV FRQGRPLQLR R FRSURSLHGDG HUD una  particular  situaciĂłn  jurĂ­dica  en  la  cual  varias  Personas,  llamadas  "socii´ R "domini´ WHQtDQ HQ FRP~Q OD SURSLHGDG GH XQD FRVD 3odĂ­a  ser  voluntaria,  si  dependĂ­a  de  la  voluntad  de  los  copropietarios  individuales,  como  para  las  cosas  conferidas  en  sociedad  o  adquiridas  en  comĂşn;Íž  o  incidental  si  se  constituĂ­a  independientemente  de  la  voluntad,  como  por  la  herencia  o  el  legado  correspondiente  a  varios  coherederos  o  legatarios.   El  modo  de  concebir  el  derecho  de  condominio  variĂł  en  el  tiempo.  En  el  antiquĂ­simo  "consortium",  que  a  la  muerte  del  "Paterfamilias´ VH HVWDEOHFtD sobre  los  bienes  heredados  que  PermanecĂ­an  indivisos  entre  los  hijos,  cada  uno  de  estos  disponĂ­a  de  la  cosa  comĂşn  como  si  fuese  un  solo  propietario,  por  ejemplo  manumitiendo  vĂĄlidamente  al  esclavo  comĂşn.  A  continuaciĂłn  se  afirmĂł  el  principio  de  que  el  derecho  de  cada  uno  fuese  limitado  por  el  concurrente  derecho  de  los  otros,  de  aquĂ­  que  la  propiedad  se  referĂ­a  no  ya  sobre  la  totalidad,  sino  sobre  una  cuota  ideal  del  todo  (totius   corporis  pro  indiviso  pro  parte  dominium  habere),  la  cual  podĂ­a  ser  diferente  entre  los  copropietarios.   Signos  de  la  antigua  concepciĂłn  quedaron,  sin  embargo,  en  el  "Ius   aderescendi HVWR HV HQ OD H[WHQVLyQ Âłipso  iure´ GHO GHUHFKR GH FDGD    107 Â


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FRSURSLHWDULR VREUH ODV FXRWDV DEDQGRQDGDV SRU ORV RWURV \ HQ HO ÂłIus   prohibendi´ HVWR HV HQ OD IDFXOWDG GH FDGD XQR GH SRQHU VX YHWR DUELWUDGR \ absoluto  a  cualquier  iniciativa  de  los  otros  copropietarios  sobre  la  cosa  comĂşn.  (Q HO GHUHFKR FOiVLFR FDGD FRSURSLHWDULR HMHUFLWDED Âłpro  parte´ VXV IDFXOWDGHV y  era  libre  de  disponer  como  mejor  creyese  de  su  cuota  ideal.  Para  los  actos  que  repercutĂ­an  directamente  en  la  cosa  era  necesario,  sin  embargo,  el  consentimiento  de  todos:  asĂ­  para  enajenar,  gravarla  con  un  usufructo,  servidumbre,  etc.  Igualmente  sucedĂ­a  para  la  manumisiĂłn  del  esclavo  comĂşn,  la  cual  si  era  hecha  por  uno  solo  de  los  copropietarios  quedaba  sin  efecto,  y,  todavĂ­a  mĂĄs,  representaba  la  renuncia  a  la  cuota.   La  copropiedad,  que  por  su  naturaleza  es  una  instituciĂłn  transitoria  (de  aquĂ­  que  era  nulo  el  pacto  de  copropiedad  perpetua),  podĂ­a  hacerse  cesar  en  cualquier  momento  o  por  acuerdo  entre  los  copropietarios  o  mediante  un  juicio  divisorio  promovido  por  uno  cualquiera  de  ellos  con  la"  Actio  communi  dividundo´ \D GHWHUPLQDGD HQ ODV ;,, 7DEODV 6L OD FRVD HUD materialmente  divisible  el  juez  realizaba  la  "adiudicatio´ GH ODV GLYHUVDV partes,  salvo  que  tuviera  que  hacer  eventuales  compensaciones.  Igualmente  repartĂ­a  la  ganancia  de  la  venta.  Cada  uno  obtenĂ­a,  ademĂĄs,  el  resarcimiento  de  los  daĂąos  o  el  reembolso  proporcional  de  los  gastos  a  los  cuales  se  habĂ­a  llegado  durante  la  copropiedad  (praestationes  personales).   En  el  derecho  justinianeo  es  mitigado  el  "Ius   prohibendi´ HO FXDO SXHGH VHU ejercitado  sĂłlo  si  beneficia  a  la  copropiedad;Íž  mientras  que  para  los  actos  de  disposiciĂłn  material  de  la  cosa  se  tiende  a  hacer  prevalecer  la  voluntad  de  la  mayorĂ­a  de  los  copropietarios,  segĂşn  sus  respectivas  cuotas.  En  base  al  ³Favore  libertatis´ VH DGPLWH VLQ HPEDUJR TXH FXDOTXLHU FRSURSLHWDULR pueda  libertar  al  esclavo  comĂşn,  pero  indemnizando  a  los  otros.  En  suma:  la  "Actio  communi  dividundo´ SXHGH VHU HMHUFLGD WDPELpQ ÂłPDQHQWH FRPPXQtRQH´ HVWR HV GHMDQGR LQGLYLVD OD FRVD SDUD UHJXODU ODV UHFtSURFDV prestaciones  (praestationes  personales)  y  controversias  entre  los  copropietarios,  mientras  disuelta  la  copropiedad  se  puede  obtener  igualmente  el  reembolso  GH ORV JDVWRV KHFKRV FRQ OD ÂłActio  negotiorum  JHVWRUXP´   Modos  de  AdquisiciĂłn  de  la  Propiedad   Los  modos  de  adquisiciĂłn  de  la  propiedad  son  los  hechos  jurĂ­dicos  de  los  cuales  el  derecho  positivo  hace  depender  el  nacimiento  del  pleno  seĂąorĂ­o  de  una  Persona  sobre  una  cosa.  Los  clĂĄsicos  distinguĂ­an  entre  modos  de  adquisiciĂłn  de  derecho  civil,  solemnes  y  formales,  reservados  a  los  "cives´ \ modos  de  derecho  natural  o  de  gentes,  comunes  a  todos  los  pueblos.  Tal  108 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

distinciĂłn,  aunque  no  tuviera  valor  prĂĄctico  alguno  despuĂŠs  de  la  concesiĂłn  de  la  ciudadanĂ­a  a  todos  los  sĂşbditos  del  Imperio,  es,  sin  embargo,  conservada  en  el  derecho  justinianeo.  Los  intĂŠrpretes  han  sustituido  tal  distinciĂłn  por  la  de  modos  originarios  y  modos  derivativos,  segĂşn  que  la  adquisiciĂłn  tenga  lugar  por  una  relaciĂłn  directa  con  la  cosa  (ocupaciĂłn,  accesiĂłn,  especificaciĂłn,  confusiĂłn,  conmixtiĂłn,  adquisiciĂłn  de  los  frutos,  adjudicaciĂłn,  usucapiĂłn),  o  bien  sobre  la  base  de  una  relaciĂłn  con  el  anterior  propietario  (mancipatio,  in  iure  cessio,  traditio).  Algunos  de  ellos  son  comunes  tambiĂŠn  a  otros  derechos  reales.  Sobre  otros  modos  de  adquisiciĂłn  como  la  sucesiĂłn  hereditaria,  los  legados  y  las  donaciones  "mortis  causa´ hablaremos  a  su  tiempo.   Modos  originarios  de  adquirir  la  Propiedad   OcupaciĂłn  y  AdquisiciĂłn  del  Tesoro   La  ocupaciĂłn  consistĂ­a  en  la  toma  de  posesiĂłn  de  una  "res  nullius´ FRQ OD voluntad  de  hacerse  propietario.  Era  de  derecho  natural  y  de  ella,  segĂşn  los  romanos,  derivaba  la  fuente  de  la  propiedad.  En  la  Êpoca  clĂĄsica  ademĂĄs  de  las  cosas  del  enemigo  que  no  formaban  parte  del  botĂ­n  del  Estado,  podĂ­an  ser  objeto  de  ocupaciĂłn  la  "insula  in  mari  enata´ ORV DQLPDOHV VDOYDMHV R indĂłmitos  "quae  terra  mari  coeloque  capiuntur´ ODV FRVDV DEDQGRQDGDV SRU el  propietario,  las  cosas  preciosas  depositadas  sobre  las  playas  del  mar.  Todas  se  adquirĂ­an  desde  el  momento  de  la  efectiva  toma  de  posesiĂłn.  SĂłlo  para  la  caza  se  discutĂ­a  si  el  animal  herido  pasaba  a  ser  propiedad  del  cazador  que  no  hubiese  cesado  de  perseguirlo,  pero  con  Justiniano  prevalece  la  opiniĂłn  de  que  era  necesaria  la  captura.   En  lugar  anĂĄlogo  a  la  ocupaciĂłn  se  halla  la  adquisiciĂłn  del  tesoro,  esto  es,  de  una  "vetus  depositio  pecuniae´ R GH RWURV REMHWRV SUHFLRVRV TXH KXELHUDQ sido  escondidos  y  de  los  cuales  no  se  puede  identifican  al  antiguo  propietario.  En  un  tiempo  correspondĂ­a  por  entero  al  propietario  del  fundo  en  el  cual  habĂ­a  sido  hallado.  MĂĄs  tarde  (siglo  II  d.  de  C.)  le  fue  reconocido  a  aquel  que  lo  encontraba  por  casualidad  (non  data  opera)  en  el  fundo  ajeno  el  derecho  de  recibir  la  mitad,  correspondiendo  la  otra  mitad  al  propietario  del  fundo  o  al  fisco,  segĂşn  que  el  fundo  fuese  privado  o  pĂşblico.   AccesiĂłn   Sobre  la  base  del  principio  "accesio  credit  principali´ HO SURSLHWDULR GH OD cosa  principal  extendĂ­a  sus  derechos  a  cualquier  otra  cosa  que  hubiera  venido  a  sumĂĄrsele  a  ella,  llegando  a  ser  parte  o  elemento  constitutivo,  hasta  tal     109 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

punto  de  perder  la  propia  individualidad.  Si  Êsta,  por  el  contrario,  permanecĂ­a,  el  propietario  de  la  cosa  accesoria  podĂ­a  constreĂąir  con  la  "Actio  DG H[KLEHQGXP´  al  propietario  de  la  cosa  principal  a  realizar  la  separaciĂłn  y  asĂ­  a  Permitir  la  reivindicaciĂłn.  Cuando  esto  no  era  posible  el  propietario  de  la  cosa  accesoria  tenĂ­a,  al  menos  en  la  edad  justinianea  el  derecho  a  una  indemnizaciĂłn.  Los  intĂŠrpretes  agrupan  los  casos  de  accesiĂłn,  entendida  conjunciĂłn  definitiva,  en  tres  categorĂ­as:  a)  de  bien  mueble  a  bien  mueble;Íž  b)  de  bien  mueble  a  bien  inmueble;Íž  c)  de  bien  inmueble  a  bien  inmueble.   Se  consideran  en  la  primera  categorĂ­a  (de  mueble  a  mueble):  /D Âłferruminatio´ HVWR HV OD XQLyQ GLUHFWD GH GRV WUR]RV GH PHWDO delmismo  gĂŠnero,  sin  interposiciĂłn  de  plomo  (plumbatura),  que  por  otro  ladohacĂ­a  a  las  partes  separables.  El  propietario  de  la  cosa  principal  adquirĂ­adefinitivamente  la  accesoria;Íž  /D Âłtextura´ HVWR HV OD DFFHVLyQ DGPLWLGD SRU -XVWLQLDQR GH ORV KLORV ajenos  entretejidos  en  una  tela  o  en  un  vestido;Íž  3.  La  "tinctura´ OD DFFHVLyQ GHO FRORU D OD WHOD TXH FRQ pO YLHQH WLQWDGD  4.  La  VFULSWXUD´  la  accesiĂłn  de  la  tinta  al  papel  o  Pergamino  ajeno;Íž  5.  La  "pictura´ OD DFFHVLyQ PX\ GLVFXWLGD HQ HO GHUHFKR FOiVLFR GH OD WDEOD D la  pintura.   Se  consideran  en  la  segunda  categorĂ­a  (de  mueble  a  inmueble):  1.  La  "satio´  2.  la  LPSODQWD WtR´  y  3.  la  "inaedificatio´ HVWR HV OD VLHPEUD,  la  plantaciĂłn  y  la  construcciĂłn  realizadas  sobre  el  fundo  ajeno.   En  los  tres  casos  operaba  el  principio  general  superficies  "solo  cedit´ VHJ~Q el  cual  todo  lo  que  era  hecho  por  el  hombre  sobre  el  suelo  correspondĂ­a  a  su  propietario,  desde  el  momento  de  la  conjunciĂłn.  Para  los  sembrados  tenĂ­a  lugar  con  la  germinaciĂłn  y  para  las  plantas  con  la  plantaciĂłn  de  las  raĂ­ces;Íž  la  adquisiciĂłn  entonces  era  definitiva.  Los  materiales  de  construcciĂłn,  podĂ­an,  por  el  contrario,  reivindicarse  por  el  antiguo  propietario  cuando  la  conjunciĂłn  PerdĂ­a  efecto.  A  quien  de  buena  fe  hubiese  sembrado,  plantado  o  edificado  sobre  terreno  ajeno  le  correspondĂ­a  un  delito  de  retenciĂłn  por  los  gastos.  AsĂ­,  pues,  al  propietario  de  los  materiales  utilizados  por  el  propietario  del  suelo  le  fue  concedido  el  resarcirse  mediante  una  acciĂłn  por  el  doble  de  su  valor  .En  HO GHUHFKR MXVWLQLDQHR HV WDPELpQ UHFRQRFLGR XQ´Ius  tollendi´ SDUD ORV 110 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

materiales  que  fuesen  separables  sin  daĂąo  del  edificio  y,  por  lo  tanto  de  nuevo  utilizables.   c)  Se  consideran  en  la  tercera  categorĂ­a  (de  inmuebles  a  inmuebles)  los  llamados  incrementos  fluviales,  esto  es:  1.  La  "avulsio´ TXH WHQtD OXJDU FXDQGR XQ GHVERUGDPLHQWR VHSDUDED XQD parte  de  un  fundo  y  Êsta  se  unĂ­a  orgĂĄnicamente  a  otro;Íž  2.  La  alluvium,  que  era  determinada  por  la  lenta  uniĂłn  de  diferentes  partes  de  tierra  al  fundo  ribereĂąo;Íž  3.  La  "Ă­nsula  in  flumine  nata´ TXH VH GLYLGtD DXQTXH HO UtR IXHVH S~EOLFR entre  los  fundos  de  las  dos  riberas,  o  de  una  sola,  segĂşn  la  posiciĂłn;Íž  4.  El  "alveus  derelictus´ TXH Hra  el  lecho  abandonado  de  un  rĂ­o  y  se  dividĂ­a  entre   los  terrenos  de  las  dos  orillas,  segĂşn  su  frente  o  extensiĂłn,  teniendo  muy   en  cuenta  la  mediana.  El  derecho  justinianeo  admitĂ­a,  sin  embargo,  que  si  el  rĂ­o  abandonaba  el  nuevo  cauce,  Êste  tornaba  al  viejo  propietario.   EspecificaciĂłn   Se  daba  la  especificaciĂłn  cuando  una  cosa  era  transformada  en  otra  adquiriendo  una  nueva  individualidad  (speciem  facere),  como,  por  ejemplo,  haciendo  vino  de  la  uva  o  una  estatua  del  mĂĄrmol.  En  la  edad  clĂĄsica  los  sabinianos  consideraron  que  la  "nova  species´ FRUUHVSRQGtD DO SURSLHWDULR GH la  materia,  y  los  proculeyanos,  al  realizador.  Una  doctrina  intermedia,  que  fue  mĂĄs  tarde  acogida  por  Justiniano,  consideraba,  sin  embargo,  que  si  la  cosa  podĂ­a  o  no  ser  reducida  al  estado  primitivo,  habĂ­a  que  atribuirla  en  el  primer  caso  al  propietario,  en  el  segundo  al  realizador,  en  tanto  en  cuanto  no  hubiere  existido  mala  fe.  CorrespondĂ­a  en  todo  caso  a  este  último  si  la  materia  empleada  era,  aunque  fuese  en  mĂ­nima  parte,  suya.   ConfusiĂłn  y  ConmixtiĂłn   La  mezcla  de  lĂ­quidos  (confusio)  o  de  sĂłlidos  (conmixtio),  pertenecientes  a  diversos  propietarios,  cuando  ninguna  de  las  cosas  podĂ­a  considerarse  principal  y  no  existĂ­a  creaciĂłn  de  una  "nova  species´ GDED OXJDU SRU OR general,  a  un  rĂŠgimen  de  copropiedad  sobre  la  totalidad,  pero  que  podĂ­a  separarse  con  la  "Actio  comnuni  dividundo´ R FRQ XQD vindicatio  pro  parte´   La  verdadera  adquisiciĂłn  de  la  propiedad  se  tenĂ­a  sĂłlo  en  el  caso  de  la  conmixtiĂłn  de  monedas  de  diversos  propietarios  "ita  ut  discerni  non  possent´ (OODV HUDQ DWULEXLGDV DO SRVHHGRU HO FXDO VLQ HPEDUJR HUD OODPDGR a  responder  con  la  "Actio  furti´ X RWUDV DFFLRQHV SHUVRQDOHV VHJ~Q ODV relaciones  entre  las  partes.     111 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

 AdquisiciĂłn  De  Los  Frutos   Los  frutos  naturales  mientras  se  encontraban  unidos  a  la  cosa  principal  no  eran  objeto  de  un  derecho  distinto,  sino  "pars´ GH OD PLVPD FRVD (O "Dominus  ex  jure  quiritium´ GH OD FRVD ORV DGTXLUtD GHVGH HO PRPHQWR GH OD separaciĂłn,  independientemente  de  la  toma  de  posesiĂłn.  Lo  mismo  sucedĂ­a  para  el  titular  de  la  propiedad  provincial  o  pretoria,  para  el  arrendatario  del  ³ager  vectigalis´ HQ HO GHUHFKR FOiVLFR \ HO HQILWHXWD HQ HO GHUHFKR justinianeo,  y  para  el  poseedor  de  buena  fe,  con  tal  de  que  Êsta  subsistiese  en  el  momento  de  la  separaciĂłn.  Sin  embargo,  en  el  derecho  justinianeo,  este  último  era  obligado  a  restituir  al   propietario  reivindicante  los  frutos  existentes,  por  lo  que  en  realidad  sĂłlo  hacĂ­a  suyos  los  frutos  "consumpti´ 6H daba,  sin  embargo,  la  "Perceptio´ SDUD OD DGTXLVLFLyQ por  parte  del  usufructuario,  del  arrendatario  y  del  acreedor  pignoraticio  (en  el  cĂłmputo  de  los  intereses  y  del  capital).    UsucapiĂłn   La  usucapiĂłn  (llamada  por  los  modernos,  tambiĂŠn,  prescripciĂłn  adquisitiva),  es  un  modo  de  adquisiciĂłn  de  la  propiedad  a  travĂŠs  de  la  posesiĂłn  continuada,  legalmente  justificada,  de  una  cosa  por  un  PerĂ­odo  de  tiempo  determinado.   En  el  derecho  justinianeo  resulta  de  la  fusiĂłn  de  dos  institutos  que  tenĂ­an  diverso  origen  y  funciĂłn:  la  "usucapio´ \ OD praescriptio  longi  temporis´  /D XVXFDSLyQ GH Âłusucapere´ HVWDED \D GHWHUPLQDGD HQ ODV ;,, 7DEODV \ consistĂ­a  en  la  adquisiciĂłn  de  la  propiedad  a  travĂŠs  de  la  posesiĂłn  DQWLJXDPHQWH OODPDGD Âłusus´ GH XQ IXQGR SRU GRV DxRV \ GH FXDOTXLHU RWUD cosa  por  un  ano.  Era  un  modo  de  adquisiciĂłn  "iuris  civilis´ UHVHUYDGR D ORV "cives´ (Q SULQFLSLR HVWDED OLJDGD D OD JDUDQWtD DXFWRULWDV TXH HO HQDMHQDQWH GH XQD Âłres  mancipi´ VH YHtD REOLJDGR D SUHVWDU DO DGTXLUHQWH GH EXHQD IH \ que  persistĂ­a  hasta  cuando,  por  el  transcurso  del  tiempo  fijado,  la  propiedad  de  este  último  llegaba  a  ser  inatacable.  Su  funciĂłn  era  la  de  no  dejar  por  largo  WLHPSR LQFLHUWR HO GRPLQLR HQ HO FDVR GH TXH OD FRVD KXELHUD VLGR YHQGLGD Âła  non  domino´ R VLQ ODV IRUPDV SUHVFULWDV &RQ HOOD OD Âłin  bonis  habere´ VH tranVIRUPDED HQ Âłdominium  ex  iure  quiritium´ $GPLWLGD PiV WDUGH WDPELpQ SDUD ODV UHV QHF PDQFLSL´ \ SDUD FXDOTXLHU SRVHVLyQ QHFHVLWDGD GH protecciĂłn,  ella  no  se  aplicaba,  sin  embargo,  a  los  fundos  provinciales,  para  los  cuales  desde  el  siglo  u  despuĂŠs  de  Cristo  se  introduce  un  nuevo  medio,  probablemente  de  origen  griego,  como  es  la  "ORQJL WHPSRULV SUDHVFULSWLR´   112 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

Con  ella  el  poseedor  de  los  fundos  provinciales  no  llegaba  a  ser  propietario,  porque  sobre  ella  no  se  admitĂ­a  la  propiedad  privada;Íž  sin  embargo,  Êl  estaba  facultado  para  rechazar  con  una  ´H[FHSWLR´ WRGD UHLYLQGLFDFLyQ VL KXELHUD poseĂ­do  por  diez  o  veinte  aĂąos  el  fundo,  segĂşn  que  el  reivindicante  habitara  en  la  misma  o  en  otra  ciudad.   Los  dos  institutos  coexisten  en  la  Êpoca  clĂĄsica;Íž  despuĂŠs,  desaparecida  la  distinciĂłn  entre  suelo  itĂĄlico  y  provincial,  se  funden;Íž  en  el  derecho  justinianeo  la  adquisiciĂłn  de  los  bienes  muebles  tiene  lugar  a  los  tres  aĂąos  y  es  llamada  por  todo  ello  "usucapio´ PLHQWUDV OD DGTXLVLFLyQ GH ORV ELHQHV inmuebles,  que  es  llamada  "ORQJL WHPSRULV SUDHVFULSWLR´  tiene  lugar  a  los  diez  o  veinte  aĂąos  si  las  partes  habitan  en  la  misma  provincia  (Ă­nter  praesentes)  o  en  provincias  diversas  (Ă­nter  absentes).  La  estructura  de  la  ³XVXFDSLR´  clĂĄsica  es,  sin  embargo,  extendida  a  la  "praescriSWLR´  que  llega,  asimismo,  a  ser  adquisitiva,  de  tal  forma  que,  no  obstante  la  diversidad  de  nombre,  el  rĂŠgimen  es  igual.   Los  requisitos  necesarios  para  la  usucapiĂłn  y  la  prescripciĂłn  en  el  derecho  justinianeo  fueron  reunidos  por  los  intĂŠrpretes  en  el  he[iPHWUR Âłres  habilis,  WLWXOXV ILGHV SRVHVVLR WHPSXV´   Res  habilis.  Estaban  excluidos  de  la  usucapiĂłn:  a)  el  hombre  libre;Ížb)  las  cosasextracomerciales;Ížc)  las  "res  furtivae´ \ DTXHOODV VXVWUDtGDV violentamente  al  propietario  (vi  possessae)  en  manos  de  cualquiera  en  las  que  se  encontrasen;Íž  d)los  presentes  de  los  magistrados  en  las  provincias;Íž  los  bienes  del  fisco,  del  prĂ­ncipe  y  de  los  menores;Íž  e)los  inmuebles  de  las  iglesias  y  fundaciones;Íž  f)los  bienes  de  la  dote,  y  g)  toda  otra  cosa  sobre  la  cual  estuviera  prohibida  la  adquisiciĂłn  o  la  enajenaciĂłn.   En  el  derecho  clĂĄsico  ademĂĄs  no  eran  bienes  usucapibles  las  "res  mancipi´ enajenadas  por  las  mujeres  sin  la  "autorictas´ GHO WXWRU   Titulus.  Era  llamado  mĂĄs  propiamente  por  los  romanos  "justa  causa  usucapionLV´ Representaba  la  condiciĂłn  objetiva  que  era  por  si  misma  idĂłnea  para  fundar  el  dominio,  a  no  ser  que  hubiese  intervenido  una  razĂłn  H[WUtQVHFD FRPR OD IDOWD GH IRUPD R OD DGTXLVLFLyQ Âła  non  domino´ /D FDXVD justificativa  de  la  posesiĂłn  se  indicaba  con  OD SDUWtFXOD Âłpro´ \ OD PiV DQWLJXD era  aquella  "SUR HPSWRUH´  para  las  cosas  compradas,  a  la  cual  se  sumaron  la  SUR GRQDWR´ SUR GRWH´ SUR VROXWR´ SUR GHUHOLFWR´  para  los  bienes  recibidos  a  tĂ­tulo  de  donaciĂłn,  de  dote,  de  pago,  de  legado,  o  que  habĂ­an  sido  abandonados  por  quien  no  era  propietario.  En  el  antiguo  derecho  cualquier  FLXGDGDQR SRGtD XVXFDSLU ÂłSUR KHUHGH´  la  cosa  hereditaria  que  todavĂ­a  no     113 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

habĂ­a  sido  poseĂ­da  por  el  heredero;Íž  y  en  el  derecho  justinianeo,  cuando  alguno  pos  error  se  creĂ­a  heredero  o  el  heredero  creĂ­a  heredada  una  cosa  DMHQD (Q VXPD HO HStJUDIH Âłpro  suo´ LQGLFDED JHQpULFDPHQWH OD SRVHVLyQ SRU un  justo  tĂ­tulo  aunque  no  se  hallase  plenamente  especificado.   Fides.  Junto  al  elemento  objetivo  del  justo  tĂ­tulo  era  necesaria  la  idea  de  no  daĂąar  con  la  propia  posesiĂłn  el  derecho  ajeno.  Este  elemento  subjetivo,  no  H[LJLGR HQ OD HGDG PiV DQWLJXD HV OODPDGR Âłbona  fides´ 'H DTXt TXH VH llamara  "possessio  bonae  fidei´ D OD FDXVD TXH FRQGXFtD D OD XVXFDSLyQ Bastaba  que  existiese  en  el  momento  inicial  de  la  posesiĂłn,  y  no  ya  por  todo  el  tiempo  de  la  adquisiciĂłn  (mala  fides  superveniens  non  nocet).   Possessio.  Era  la  material  determinaciĂłn  de  la  cosa  con  el  ånimo  de  mantenerla  como  propia.  AsĂ­,  pues,  no  usucapĂ­an  los  que  tenĂ­an  la  obligaciĂłn  de  restituir  la  cosa,  como  el  usufructuario,  el  acreedor  pignoraticio,  el  inquilino.  Ella  debĂ­a  ser  continua.  La  interrupciĂłn  (usurpatio),  aunque  fuese  momentĂĄnea,  obligaba  a  comenzar  el  PerĂ­odo  de  usucapiĂłn.  El  heredero,  sin  embargo,  aunque  comenzaba  una  nueva  posesiĂłn,  podĂ­a  computar  a  los  fines  de  la  duraciĂłn  de  la  posesiĂłn  aquel  tiempo  iniciado  ya  por  el  difunto  (successio  possessionis).  A  continuaciĂłn  se  admite  que  tambiĂŠn  los  adquirentes  a  tĂ­tulo  particular  pudieran  computar  la  posesiĂłn  iniciada  por  el  titular  (accessio  possessionis),  toda  vez  que  existiera  buena  fe  en  el  momento  de  la  adquisiciĂłn.  En  el  derecho  justinianeo  la  usucapiĂłn  era  interrumpida  desde  el  comienzo  de  la  litis  promovida  por  el  propietario.   Tempus.  Era  el  perĂ­odo  de  tiempo  que  debĂ­a  transcurrir  para  que  tuviese  lugar  la  adquisiciĂłn,  y  del  cual  ya  hemos  especificado  los  tĂŠrminos.  Sobre  la  base  de  la  prescripciĂłn  a  los  treinta  aĂąos  de  todas  las  acciones  sancionadas  por  Teodosio  II,  Justiniano  admite  tambiĂŠn  una  "praescriptio  longissimi  temporis´ TXH SUHVFLQGtD GH OD ,XVWD FDXVD´ exigiendo  tan  sĂłlo  la  buena  fe  inicial.  Se  cumplĂ­a  por  lo  general  a  los  treinta  aĂąos  y  con  ella  se  podĂ­a  DGTXLULU OD SURSLHGDG GH DOJXQDV FRVDV SRU RWUD SDUWH QR XVXFDSLEOHV Âłres  furtivae´ OLWLJLRVDs,  etc.).   Modos  Derivativos  de  Adquirir  la  Propiedad   A  diferencia  de  cuanto  sucede  en  el  derecho  moderno,  en  el  Derecho  romano,  al  menos  en  toda  la  Êpoca  clĂĄsica,  la  simple  voluntad  de  las  partes  no  era  suficiente  para  transferir  la  propiedad  entre  vivos.  De  la  voluntad  podĂ­a  nacer  tan  sĂłlo  una  obligaciĂłn  para  realizar  la  transferencia,  como  en  el  contrato  de  compraventa,  pero  para  que  la  propiedad  cesara  en  un  titular  y  se  consiguiera  por  otro  era  necesaria  la  realizaciĂłn  de  determinados  actos,  referidos  a  este  114 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

fin,  como  en  el  derecho  clĂĄsico,  segĂşn  la  naturaleza  particular  de  las  cosas,  eran  la  ³PDQFLSDWLR´ OD LQ LXUH FHVVLR´  y  la  "traditio´ 3RVWHULRUPHQWH TXHGy VLQ HPEDUJR VRODPHQWH OD ÂłWUDGLWLR´  que  llegĂł  a  ser  el  acto  traslaticio  general  para  cualquier  cosa.   Era  principio  general  que  "nemo  plus  iuris  in  alium  tranferre  potest  quam  ipse  haberet´ $Vt SXHV HO HQDMHQDQWH GHEtD SRU OR JHQHUDO VHU HO SURSLHWDULR de  la  cosa,  Pero  tambiĂŠn  podĂ­a  enajenar  vĂĄlidamente  quien  lo  hiciera  por  voluntad  del  "Dominus´ SRU HMHPSOR HO SURFXUDWRU´),  o  por  la  facultad  reconocida  por  el  derecho  y  en  los  lĂ­mites  de  Êsta  (pon  ejemplo,  el  tutor).  En  algunos  casos,  por  el  contrario,  el  propietario  no  puede  vender  por  propia  incapacidad  (por  ejemplo,  los  dementes,  prĂłdigos  y  pupilos)  o  por  una  prohibiciĂłn  de  enajenaciĂłn  que  grava  la  cosa  en  sĂ­  (por  ejemplo,  fundo  dotal,  cosas  litigiosas).    ³0DQFLSDWLR´   La  "mancipatio´ HUD XQ PRGR DQWLTXtVLPR VROHPQH \ WtSLFR GHO Ius   Civile´ para  adquirir  la  propiedad  de  las  "res  mancipi´ \ UHVHUYDGR D TXLHQ OH KDEtD VLGR FRQFHGLGR HO ÂłIus   commercii´ (Q OD pSRFD FOiVLFD FRQVLVWtD HQ XQD ceremonia  simbĂłlica  (imaginaria  venditio),  que  se  realizaba  en  presencia  de  cinco  testigos  y  de  un  portador  de  la  balanza,  todos  ellos  ciudadanos  romanos  pĂşberes.  El  adquirente  (mancipio  accipiens),  ante  la  presencia  de  la  cosa  y  del  enajenante,  teniendo  en  la  mano  un  pedazo  de  bronce,  pronunciaba  una  fĂłrmula  por  la  cual  declaraba  que  la  cosa  era  suya  segĂşn  el  derecho  de  los  quirites,  habiĂŠndola  adquirido  con  aquel  bronce  y  con  aquella  balanza.  AsĂ­,  pues,  golpeaba  la  balanza  con  el  pedazo  de  bronce  y  la  daba  en  lugar  del  precio.  Tal  ceremonia  se  eleva  a  una  Ê  oca  muy  remota,  en  la  cual  la  compraventa  era  la  causa  mĂĄs  comĂşn  de  transmisiĂłn  del  dominio  y  el  bronce  pesado  (aes  rude),  a  falta  de  moneda  acuĂąada,  era  el  único  medio  de  cambio.    En  la  Êpoca  histĂłrica  llega  a  ser  una  formalidad  abstracta  que  fue  aplicada,  con  oportunas  modificaciones  en  el  formulario,  mĂĄs  que  para  la  adquisiciĂłn  de  la  propiedad  a  cualquier  tĂ­tulo  (donaciĂłn,  dote,  etc.),  a  muchos  otros  negocios  diversos  por  su  calidad  y  fin,  como,  por  ejemplo,  para  la  DGTXLVLFLyQ GH OD Âłmanus´ VREUH OD PXMHU PHGLDQWH OD Âłcoemptio´ OD emancipaciĂłn  de  los  hijos,  el  testamento,  la  garantĂ­a  y  la  extinciĂłn  de  una  obligaciĂłn,  etc.  Si  el  enajenante  era  "Dominus  ex  jure  quiritium´ DO PRPHQWR se  transferĂ­a  la  propiedad,  Pero  por  otra  parte  Êl,  para  el  cumplimiento  de  la  usucapiĂłn  a  favor  del  adquirente,  era  considerado  como  garantizador  (autorictas),  para  el  caso  de  que  un  tercero  pretendiera  ser  propietario  de  la     115 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

cosa,  y  con  la  "actio  autorictatis´ HUD OODPDGR D UHVSRQGHU SRU HO GREOH GHO precio.   A  la  ³PDQFLSDWLR´ VH SXHGHQ VXPDU FRQWH[WXDOPHQWH DOJXQRV SDFWRV accesorios  (leges  mancipii)  que,  segĂşn  HO SUHFHSWR GH ODV ;,, 7DEODV Âłcum  nexum  faciet  mancipiumque  uti  lingua  nuncupassit  ita  Ius   esto´ YLQFXODEDQ a  las  partes  como  si  fuesen  de  derecho  (por  ejemplo,  detracciĂłn  del  usufructo).  Sin  embargo,  en  cuanto  "DFWXV OHJLWLPXV´  no  permitĂ­a  ni  tĂŠrminos  ni  condiciones.  La  publicidad  y  la  prueba  eran  aseguradas  por  la  presencia  de  los  testigos.  Hacia  el  final  de  la  repĂşblica  se  acostumbraba  a  redactar  un  documento  que  tenĂ­a,  sin  embargo,  mera  funciĂłn  probatoria,  en  cuanto  la  ceremonia  debĂ­a  ser  siempre  realmente  realizada.   (Q HO VLJOR ,9 GHVSXpV GH &ULVWR OD Âłmancipatio´ GHVDSDUHFH MXQWR D OD distinciĂłn  entre  "res  mancipi´ \ QHF PDQFLSLÂś.  En  los  textos  clĂĄsicos  utilizados  por  los  compiladores  justinianeos  su  nombre  es  sistemĂĄticamente  substituido  por  el  de  WUDGLWLÂĄÂś   ³,Q -XUH &HVVLR´   La  ³LQ MXUH FHVVLR´ HUD XQ PRGR GH DGTXLVLFLyQ GH OD SURSLHGDG FRQVLVWHQWH en  un  simulado  proceso  de  reivindicaciĂłn,  realizado  sobre  el  esquema  de  la  DQWLTXtVLPD Âłlegis  Actio  sacramento  in  rem´ FRQRFLGR DFDVR HQ OD pSRFD  de  las  XII  Tablas.  El  adquirente  y  el  enajenante  se  presentaban  ante  el  tribunal  (in  iure),  donde  el  primero,  haciendo  de  Actor,  reivindicaba  la  cosa  como  si  fuese  suya,  y  el  segundo  no  se  oponĂ­a  (cedere).  A  falta  de  contradicciĂłn,  pues,  el  magistrado  proQXQFLDED OD Âładdictio´ HQ IDYRU GHO SUHVXQWR reivindicante,  que  llegaba  asĂ­  a  ser  pĂşblicamente  reconocido  como  efectivo  SURSLHWDULR Âłex  iure  quiritium´   /D ÂłLQ MXUH FHVVLR´  HUD WDPELpQ XQ QHJRFLR VROHPQH GHO Âł,XV &LYLOH´  UHVHUYDGR D 3HUVRQDV ÂłSui  iuris´  TXH WXYLHUDQ HO ÂłFRPPHUFLXP´ Pero  a  GLIHUHQFLD GH OD Âłmancipatio´ VH DSOLFDED WDPELpQ D ODV Âłres  nec  mancipi´ 3UiFWLFDPHQWH HUD XWLOL]DGD SDUD OD DGTXLVLFLyQ GH ODV Âłres  incorporales´ \ asĂ­,  pues,  para  la  constituciĂłn  de  servidumbres,  usufructo,  etc.,  Pero  servĂ­a  tambiĂŠn  para  fines  diversos  (adopciĂłn,  manumisiĂłn,  transferencia  de  la  WXWHOD HWF &RPR ÂłDFWXV OHJLWLPXV´  no  requerĂ­a  ni  tĂŠrminos  ni  condiciones.  AĂşn  a  finales  del  siglo  III  despuĂŠs  de  Cristo  es  utilizada,  Pero  despuĂŠs  desaparece.  En  los  textos  clĂĄsicos  los  compiladores  justinianeos  sustituyeron  HO QRPEUH GH HOOD SRU HO GH Âłtraditio´ R ELHQ HOLPLQDURQ ODV SDODEUDV Âłin  jure´ GHMDQGR VyOR OD SDODEUD ÂłFHVVLR´ R FHGHUH TXH DVXPLHURQ DVt HO significado  de  transferencia.  116 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

  ³7UDGLWLR´   /D Âłtraditio´ HUD XQ DFWR QR IRUPDO GH GHUHFKR QDWXUDO TXH HQ OD pSRFD FOiVLFD WUDQVPLWtD OD SURSLHGDG VyOR GH ODV Âłres  nec  mancipi´ (Q HO GHUHFKR justinianeo  llegĂł  a  ser,  sin  embargo,  un  modo  general  de  adquisiciĂłn  para  cualquier  cosa.  Ella  consistĂ­a  en  la  entrega  de  la  cosa  por  el  enajenante  al  adquirente,  en  base  a  una  relaciĂłn  reconocida  por  el  derecho  como  idĂłnea  para  justificar  la  transferencia  de  la  propiedad.  Sus  elementos  eran  por  lo  tanto  el  traslado  de  la  posesiĂłn  y  la  preexistencia  de  una  causa  justificativa,  OODPDGD Âłjusta  causa  traditionis´ FRPR DO LJXDO TXH OD YHQWD SRGtD VHU OD GRQDFLyQ OD GRWH HO SDJR HWF 6L IDOWDED R HUD Âłiniusta´ HVWR HV QR reconocida  por  el  derecho,  como  en  las  donaciones  entre  cĂłnyuges,  la  propiedad  no  se  transferĂ­a.  La  adquisiciĂłn  podĂ­a  estar  sumida  a  tĂŠrminos  o  condiciones  suspensivas.  La  toma  de  posesiĂłn  fue  por  largo  tiempo  entendida  en  sentido  material  (corporalis  traditio)  -­  Para  las  cosas  muebles  era  necesaria  la  efectiva  transferencia  de  mano  a  mano;Íž  para  las  inmuebles,  la  entrada  personal  en  el  fundo  o  en  la  casa.  Pero  ya  la  jurisprudencia  clĂĄsica  introdujo  en  algunos  casos  algunas  atenuaciones,  de  aquĂ­  el  elemento  espiritual,  esto  es:  la  voluntad  de  transferir  y  de  adquirir  que  acabĂł,  con  frecuencia,  por  tener  mayor  importancia  que  la  propia  aprensiĂłn  de  la  cosa.  En  el  derecho  justinianeo,  preludiando  al  derecho  moderno,  se  llegĂł  a  reconocer  en  otros  casos  el  paso  de  la  propiedad  por  mutuo  consentimiento.  La  doctrina  medieval  reasumiĂł  unos  y  otros  en  la  llamada  ³traditio  ficta´ que,  segĂşn  la  terminologĂ­a  de  los  intĂŠrpretes,  comprende:  1.-­La  ³WUDGLWLR V\PEROLFD´ esto  es:  la  consigna  de  las  llaves  de  un  negocio  como  equivalente  de  la  entrega  de  la  mercancĂ­a;Íž  2.-­La  ³WUDGLWLR ORQJD PDQX´ esto  es:  la  indicaciĂłn  de  la  cosa  a  distancia.  3.-­La  ³WUDGLWLR EUHYL PDQX´ cuando  alguno,  poseyendo  la  cosa  por  otro  tĂ­tulo  (por  ejemplo,  usufructo),  comenzaba  con  el  consentimiento  del  propietario  a  poseerla  como  propia.   El  ³FRQVWLWXWXP SRVVHVVRULXP´ cuando,  a  la  inversa,  el  propietario,  con  el  consentimiento  del  adquirente,  continuaba  detentando  la  cosa  en  nombre  de  Êl  bajo  otro  tĂ­tulo.  Difundido  el  uso  de  la  redacciĂłn  de  documentos  para  atestiguar  la  transferencia,  se  admite  que  la  propia  consignaciĂłn  (traditio  instrumentorum)  del  documento  sustituyera  a  la  de  la  cosa,  especialmente  en  las  donaciones.   Para  los  bienes  inmuebles,  venidas  a  menos  las  exigencias  de  las  antiguas  formas  solemnes,  bajo  la  influencia  provincial  se  afirmĂł  siempre  mĂĄs  la  necesidad  del  acto  escrito  y  de  su  inscripciĂłn  en  los  archivos  pĂşblicos     117 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

(insinuatio  apud  acta),  como  tutela  de  las  partes  y  de  los  terceros.  Y  es  de  esta  formalidad  de  la  que  en  el  derecho  justinianeo  se  hizo  dependen  la  adquisiciĂłn  de  la  propiedad  inmobiliaria.   PĂŠrdida  de  la  Propiedad   HacĂ­an  perder  la  propiedad:  la  pĂŠrdida  de  la  capacidad  jurĂ­dica  del  sujeto;Íž  la  disminuciĂłn  de  la  capacidad  del  objeto,  si  la  cosa  llegaba  a  hacerse  incomerciable  o  si  era  destruida;Íž  la  enajenaciĂłn  regularmente  realizada;Íž  el  paso  legal  de  la  cosa  a  otro  propietario  y  el  abandono.  Respecto  a  esta  última  se  discutĂ­a  entre  Sabinianos  y  Proculeyanos  si  la  propiedad  cesaba  por  el  acto  del  abandono  o  en  el  momento  por  el  cual  los  otros  la  adquirĂ­an  por  la  ocupaciĂłn.  Justiniano  recoge  la  primera  soluciĂłn.  En  el  derecho  justinianeo,  admitida  la  posibilidad  de  una  propiedad  temporal,  Êsta  se  perdĂ­a  al  finalizar  el  tĂŠrmino  o  al  verificarse  la  condiciĂłn  resolutoria  (revoca  reale).  No  se  perdĂ­a  por  el  contrario  por  prescripciĂłn  extintiva.   Defensa  de  la  Propiedad   El  propietario  normalmente  es  tambiĂŠn  poseedor  de  la  cosa.  Por  este  tĂ­tulo  en  el  Derecho  romano  eran  de  su  competencia  los  interdictos  posesorios,  paradefenderse  de  todos  los  obstĂĄculos  que  pudieran  oponĂŠrsele  al  disfrute  de  suposesiĂłn.  DisponĂ­a  asĂ­,  pues,  de  numerosas  acciones  que  le  PermitĂ­an  defenderse  de  cualquier  lesiĂłn  o  daĂąo  a  su  derecho.   La  mĂĄs  tĂ­pica  y  general  acciĂłn  de  defensa  de  la  propiedad  que  la  distinguĂ­a  GH WRGR RWUR GHUHFKR HUD OD ÂłUHLYLQGLFDWLR´ esto  es:  la  acciĂłn  real  y  civil  con  la  cual  quien  era  propietario  exigĂ­a  el  reconocimiento  de  su  seĂąorĂ­o  frente  a  cualquiera  que  poseyese  ilegĂ­timamente  la  cosa,  para  que  se  la  restituyesen  o  OH SDJDUDQ HO SUHFLR /D HVWUXFWXUD GH OD ÂłUHLYLQGLFDWLR´  sufriĂł  varias  transformaciones  en  el  paso  de  las  antLJXDV Âłlegis  Actiones´ DO SURFHGLPLHQWR del  último  perĂ­odo,  pero  mantiene  siempre  su  carĂĄcter  de  acciĂłn  ejercitable  tan  sĂłlo  por  quien  fuera  propietario.  En  un  principio  se  dirigĂ­a  sĂłlo  contra  quien  detentaba  la  cosa,  pero  mĂĄs  tarde  tambiĂŠn  contra  quien  hubiese  dolosamente  cesado  de  poseerla.  Para  conseguir  que  el  demandado  SUHVHQWDVH OD FRVD Âłin  jure´ FXDQGR VH KDEtD RFXOWDGR R DJUHJDGR D RWUD HUD QHFHVDULD OD ÂłActio  ad  exhibendum´ TXH WHQtD DVt SXHV IXQFLyQ SUHSDUDWRULD Si  el  demandado  no  se  oponĂ­a  a  la  reivindicaciĂłn  el  magistrado  consentĂ­a  al  Actor  el  apoderarse  de  la  cosa.  Si  sucedĂ­a  lo  contrario  se  llegaba  a  la  ³OLWLV FRQWHVWDWLR´  y  el  Actor  debĂ­a  dar  pruebas  de  su  derecho.  Demostrado  Êste,  si  el  demandado  no  restituĂ­a  voluntariamente,  se  procedĂ­D D OD Âłlitis  DHVWLPDWLR´ mediante  un  juramento  deferido  al  Actor  sobre  el  valor  de  la  118 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

cosa  (Ius   iurandum  in  litem),  ya  que  dada  la  estructura  del  proceso  clĂĄsico  toda  condena  debĂ­a  ser  pecuniaria.  SĂłlo  en  el  procedimiento  ³H[WUD RUGLQHP´ del  último  perĂ­odo  se  admite  la  condena  sobre  la  cosa  objeto  de  la  controversia,  con  una  relativa  ejecuciĂłn  directa.  Pero  tambiĂŠn  en  el  sistema  precedente  el  condenado  podĂ­a  liberarse  restituyendo  la  cosa  con  todas  las  accesiones.  El  respondĂ­a,  asimismo,  de  los  frutos  y  de  los  daĂąos,  en  diferente  medida  segĂşn  que  hubiera  sido  poseedor  de  buena  o  mala  fe;Íž  siendo  la  condena  mĂĄs  dura  en  el  derecho  justinianeo.  Por  el  contrario,  el  propietario  debĂ­a  resarcirlo  por  los  gastos  necesarios  y  útiles,  tambiĂŠn  en  diferente  medida  segĂşn  que  el  poseedor  hubiera  sido  de  buena  o  mala  fe;Íž  siendo  el  resarcimiento  mĂĄs  cuantioso  en  el  derecho  justinianeo.   2WUD DFFLyQ IXQGDPHQWDO SDUD OD WXWHOD GH OD SURSLHGDG HUD OD ÂłActio  QHJDWLYD´ o  ³QHJDWRULD´ tambiĂŠn  civil,  mediante  la  cual  el  propietario  afirmaba  la  inexistencia  de  un  derecho  que  otros  pretendiesen  ejercitar  sobre  la  cosa  (por  lo  general  a  tĂ­tulo  de  servidumbre  o  usufructo).  Bastaba,  sin  embargo,  que  el  propietario  probase  su  propiedad;Íž  mientras  que  le  correspondĂ­a  al  demandado  demostrar  el  fundamento  de  su  pretensiĂłn.  Si  esta  demostraciĂłn  no  tenĂ­a  Êxito,  el  propietario  podĂ­a  exigir  que  fuese  garantizada  para  el  futuro  mediante  una  ³FDXWLR GH DPSOLXV QRQ WXUEDQGR´   $~Q PiV IXHUWH TXH OD ÂłActio  negativa´ HUD OD ÂłActio  exhibitoria´ DFDso  justinianea,  con  la  cual  el  propietario  afirmaba  la  propia  facultad  de  prohibir  a  otros  el  ejercicio  de  un  derecho  sobre  la  cosa.  Contra  las  pequeĂąas  perturbaciones  de  la  propiedad,  especialmente  determinadas  por  las  relaciones  de  vecindad,  correspondĂ­an  al  propietario  otros  medios,  esto  es:  D /D ÂłRSHULV QRYL QXQFLDWLR´ o  denuncia  de  obra  nueva,  probablemente  deorigen  civil,  Pero  largamente  reelaborada  por  el  pretor,  la  cual  podĂ­a  ser  ejercitada  por  cualquiera  que  considerara  tener  derecho  para  oponerse  (Ius  prohibendi)  a  que  fuese  conducida  a  tĂŠrmino  una  obra  nueva,  bien  que  fuera  Êsta  una  construcciĂłn  o  una  demoliciĂłn,  considerada  lesiva  o  perjudicial  para  el  propio  interĂŠs.  ConsistĂ­a  en  un  acto  extrajudicial  realizado  con  una  intimidaciĂłn  formal  sobre  el  lugar  del  trabajo  (in  re  praesenti).  A  ello  debĂ­a  VHJXLUOH OD GHPRVWUDFLyQ MXGLFLDO GHO GHUHFKR (O ÂłQXQWLDWXV´ GHEtD HQ  este  tiempo  interrumpir  la  obra,  salvo  que  el  pretor  le  concediese  la  facultad  de  continuarla  bajo  garantĂ­a  de  remociĂłn  para  el  caVR HQ TXH HO QXQWLDWXV´  llegara  a  probar  su  pretensiĂłn.  b)   /D ÂłFDXWLR GDPQL LQIHFWL´ Es  un  instituto  pretorio,  con  dudosos  orĂ­genes  civiles.  El  propietario  de  un  fundo  que  temĂ­a  por  un  daĂąo  que  todavĂ­a  no  habĂ­a  acaecido  (infectum)  a  causa  de  un  edificio  en  ruinas  en  el  fundo  contiguo  o  por  trabajos  en  Êl  realizados,  podĂ­a  dirigirse  al  pretor,  para  obtener     119 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

que  el  propietario  del  edificio  o  quien  realizaba  el  trabajo  se  obligara  con  una  promesa  solemne  (cautio)  de  resarcir  el  daĂąo  si  Êste  se  verificaba.  Si  el  vecino  se  negaba  a  hacer  la  promesa,  el  pretor  otorgaba  al  requirente  la  posesiĂłn  del  inmueble  (missio  in  possessionem  ex  primo  decreto),  y  si  GHVSXpV GH XQ DxR OD SURPHVD QR VH KDEtD KHFKR FRQILUPDED OD SRVHVLyQ Âłex  secundo  decreto´ TXH FRQVWLWXtD ÂłMXVWD FDXVD XVXFDSLRQLV´ \ D~Q XQ FDVR GH propiedad  pretoria.  Con  Justiniano  esta  posesiĂłn  se  cambiĂł  en  dominio.  F (O ÂłLQWHUGLFWXP TXRG YL DXW FODP´ Era  un  medio  pretorio  que  tendĂ­a  a  obtener  en  el  plazo  de  un  aĂąo  la  remociĂłn  de  obras  que  uno  mismo  sobre  el  suelo  propio  o  ajeno  hubiera  realizado  ilĂ­citamente  contra  la  prohibiciĂłn  del  interesado  (vi)  o  a  ocultas  (clam).  G /D Âł$FWLR DTXDH SOXYLDH DUFHQGDH Era  una  acciĂłn  civil,  ya  conocida  por  las  XII  Tablas  y  con  posterioridad  muy  extendida,  especialmente  en  el  derecho  justiniĂĄneo,  que  competĂ­a  al  propietario  de  un  fundo  para  regular  elrĂŠgimen  de  las  aguas  de  lluvias  provenientes  del  fundo  vecino.  H /D Âł$FWLR ILQLXP UHJXQGRUXP´ Era  en  el  derecho  justinianeo  una  acciĂłn  para  obtener  entre  vecinos  la  regulaciĂłn  de  los  confines  que  se  hubieran  borrado  o  fueran  objeto  de  litigio.  El  juicio  tenĂ­a  carĂĄcter  divisorio  y  ILQDOL]DED FRQ OD Âładiudicatio´ TXH HQ HVWH FDVR VLQ HPEDUJR HUD WDQ VyOR declarativa.   Para  la  tutela  de  la  propiedad  provincial,  hasta  cuando  ella  desapareciĂł,  se  van  adaptando  oportunamente  las  acciones  civiles  que  competĂ­an  H[FOXVLYDPHQWH DO´Dominus´ TXLULWDULR $Vt HO SRVHHGRU GH XQ IXQGR HVWLSHQGDULR R WULEXWDULR WHQtD XQD ÂłActio  in  rem´ DQiORJD D OD Âłreivindicatio´ 3DUD OD WXWHOD GH Oa  propiedad  pretoria  es,  sin  embargo,  FUHDGD FRPR VH KD GLFKR OD ÂłActio  publiciana´ HVWR HV XUQD DFFLyQ UHDO pretoria  que  era  en  sustancia  una  ³UHLYLQGLFDWLR´ EDVDGD VREUH HO SUHVXSXHVWR ILFWLFLR GH TXH HO SRVHHGRU Âłex  Iusta  causa´ KXELHVH \D XVXFDSLGR  la  cosa.  En  el  derecho  justinianeo  fueron  concebidas  diversas  formas  de  la  ³UHLYLQGLFDWLR´ para  la  tutela  de  algunas  obligaciones  que  tenĂ­an  eficacia  real,  principalmente  para  regular  la  revocaciĂłn  del  dominio.   Las  Servidumbres   Para  los  clĂĄsicos  eran  servidumbres  sĂłlo  las  limitaciones  de  la  libertad  de  un  fundo  en  favor  de  otro.  En  el  derecho  justinianeo  esta  nociĂłn  es  ampliada  hasta  llegar  a  comprender,  mĂĄs  allĂĄ  de  algunas  limitaciones  legales,  otros  derechos  sobre  la  cosa  ajena,  dispuestos  no  ya  en  beneficio  de  un  fundo  (praedium),  sino  en  favor  de  una  Persona.  Por  tanto  los  compiladores  MXVWLQLDQHRV DOWHUDQGR ORV WH[WRV FOiVLFRV GLVWLQJXLHURQ ODV Âłservitutes´ HQ GRV FDWHJRUtDV \ FDOLILFDURQ GH Âłservitutes  praediorum´ R Âłrerum´ ODV 120 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

verdaderas  y  antiguDV VHUYLGXPEUHV \ OODPDURQ Âłservitutes  personarum´ DO usufructo  y  a  los  derechos  anĂĄlogos  de  uso,  habitaciĂłn  y  obra,  que  para  los  clĂĄsicos  habĂ­an  sido  figuras  autĂłnomas  de  derechos  reales  sobre  cosas  ajenas.   Llegaron  asĂ­  a  ser  comunes  a  ambas  categorĂ­as  algunas  reglas  que  habĂ­an  sido  acuĂąadas  bien  para  las  unas  o  bien  para  las  otras:  D ÂłNemini  res  sua  servit´ Establecida  para  las  servidumbres  prediales,  expresaba  el  principio  de  que  no  podĂ­a  existir  una  servidumbre  en  favor  del  propietario  de  la  cosa,  poUTXH HOOD HMHUFLWDED FXDOTXLHU IDFXOWDG Âłiure  dominii´ 'H pVWD GHULYy FRPR YHUHPRV OD H[WLQFLyQ GH OD VHUYLGXPEUH SRU confusiĂłn.  E ÂłServitus  in  faciendo  consistere  nequit´ 7DPELpQ HVWDEOHFLGD SDUD ODV servidumbres  prediales,  expresaba  el  principio,  absolutamente  fundamental,  de  que  el  deber  del  propietario  de  la  cosa  gravada  por  la  servidumbre  podĂ­a  consistir  sĂłlo  en  permitir  una  actividad  ajena  sobre  la  cosa   o  en  la  abstenciĂłn  del  ejercicio  de  determinadas  facultades  (non  facere).  Si,  en  efecto,  la  Persona  del  propietario  hubiera  sido  obligada  a  un  comportamiento  activo  se  hubiera  dado  no  un  derecho  real  sobre  la  cosa,  sino  un  derecho  de  crĂŠdito  en  favor  de  Êl.  F ÂłServitus  servitutis  esse  non  potest´ (Q XQ SULQFLSLR OD Pi[LPD KDEODED GH Âłfructus  servitutis´ \ H[SUHVDED OD LPSRVLELOLGDG GH HVWDEOHFHU XQ usufructo  sobre  una  servidumbre.  La  generalizaciĂłn  fue  debida  al  derecho  justinianeo.    Las  Servidumbres  Prediales   Las  servidumbres  prediales  eran  derechos  reales  sobre  cosa  ajena,  consistentes  en  la  sujeciĂłn  permanente  de  un  fundo,  llamado  sirviente,  en  beneficio  de  otro  fundo,  llamado  dominante.  Eran  consideradas  inherentes  a  los  fundos  y  de  ellas  inseparables;Íž  asĂ­  que,  una  vez  constituidas,  si  no  intervenĂ­a  una  causa  extintiva,  subsistĂ­an  independientemente  de  la  sucesiĂłn  de  diversas  Personas  en  la  propiedad  de  los  fundos.  Cualquiera  que  fuese  propietario  del  fundo  dominante  o  del  sirviente,  era,  en  cuanto  tal,  titular  o  gravado  de  la  servidumbre,  la  cual  se  transmitĂ­a,  activa  y  pasivamente,  con  el  fundo  mismo.  En  cuanto  constituidas  para  beneficio  no  de  una  Persona  sino  de  un  fundo,  las  servidumbres  podĂ­an  ser  ejercidas  sĂłlo  en  los  lĂ­mites  de  la  utilidad  objetiva  de  Êste.  Eran  indivisibles,  debĂ­an  tener  una  causa  perpetua  y  no  podĂ­an  estar  (al  menos  en  el  derecho  clĂĄsico)  constituidas  para  un  tiempo  determinado  o  bajo  condiciĂłn.  Su  ejercicio  debĂ­a  ser  posible,  lo  que  a  menudo  exigĂ­a  la  contigĂźidad  o  la  vecindad  de  los  fundos.      121 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

Las  servidumbres  romanas  eran  tĂ­picas,  esto  es,  respondĂ­an  a  tipos  fijos,  cuyo  nĂşmero  fue  poco  a  poco  aumentando  Pero  que  tan  sĂłlo  en  algunos  aspectos  accesorios  podĂ­an  ser  modificadas  por  la  voluntad  de  las  partes  (modus  servitutis).    Los  tipos  mĂĄs  antiguos  fueron  las  servidumbres  de  paso  (iura  itinerum,  consideradas  como  iter,  actus  y  via),  y  de  acueducto,  cosas  que  eran  FDWDORJDGDV HQWUH ODV ÂłUHV PDQFLSL´  Pero  cuando  surgieron  nuevas  figuras   HOODV IXHURQ VLQ HPEDUJR FRQVLGHUDGDV FRPR Âłnec  mancipi´ (Q OD pSRFD FOiVLFD IXHURQ DJUXSDGDV HQ Âłservitutes  praediorum  rusticorum´  \ Âłservitutes  SUDHGLRUXP XUEDQRUXP´,  Pero  el  criterio  distintivo,  fundamentado  sobre  la  naturaleza  de  la  relaciĂłn  jurĂ­dica,  no  fue  siempre  claro  del  todo.   Se  consideraban  entre  las  rĂşsticas,  ademĂĄs  de  las  cuatro  arriba  seĂąaladas,  las  servidumbres  de  tomar  agua  (s.  aquae  haustus);Íž  de  pasto  (s.  pecoris  pascendi);Íž  de  abrevadero  (s.  pecoris  aquam  adpulsus);Íž  de  cocer  la  cal  y  de  extraer  arcilla  o  arena  para  las  necesidades  del  fundo  dominante  (s.  calcis  coquendae,  s.  cretae  exlmimendae,  e.  harenae  fodiendae).   Se  consideran  entre  las  servidumbres  urbanas:  las  que  regulan  la  salida  de  las  DJXDV GH OD OOXYLD \ ORV GHVDJ HV ÂłLXUD VWLOOLFLGLRUXP´ FRPR ODV Âłservitus  cloacae´ ODV GH VRVWpQ \ GH DOHUR ÂłLXUD SDQLHWXP´),  y  las  que  tenĂ­an  como  fin  asegurar  luces  y  viVWDV LXUD OXPLQXQ FRPR OD Âłservitute  altius   non  WROOHQGL´   Las  servidumbres  prediales  se  constituĂ­an:  por  la  voluntad  de  los  propietarios  de  los  predios;Íž  por  disposiciones  de  última  voluntad;Íž  por  adjudicaciones  y  por  prescripciones  adquisitivas.   En  toda  la  Êpoca  clĂĄsica,  para  los  predios  situados  en  suelo  itĂĄlico  era  necesario  un  hecho  expreso  y  formal:  la  ³PDQFLSDWLR´ R OD Âłin  iure  cessio´ SDUD ODV VHUYLGXPEUHV ÂłLQ PDQFLSL´ \ OD Âłin  iure  cessio´ SDUD WRGDV ODV demĂĄs.  La  constituciĂłn  podĂ­a  hacerse  tambiĂŠn  por  el  acto  civil  de  la  HQDMHQDFLyQ GH XQ SUHGLR PHGLDQWH OD Âłdeductio´ HVWR HV OD UHVHUYD GH OD servidumbre  en  favor  del  enajenante.  Para  los  predios  provinciales,  que  no  exigĂ­an  de  los  modos  civiles,  se  supliĂł  Êsta  mediante  pactos  seguidos  de  estipulaciones  (actiones  et  stipulationes),  que  despuĂŠs  fueron  en  el  derecho  postclĂĄsico,  desaparecidas  las  formas  solemnes  y  la  distinciĂłn  entre  pro  piedad  itĂĄlica  y  provincial,  el  modo  general  de  constituciĂłn  de  cualquier  servidumbre.  En  el  derecho  justinianeo  se  acabĂł,  en  efecto,  por  admitir  que  el  consentimiento  tĂĄcito  (patientia)  al  disfrute  de  la  servidumbre  era  suficiente  para  constituirla.  122 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

 Por  disposiciĂłn  de  última  voluntad  el  testador  podĂ­a  imponer  vĂĄlidamente  servidumbres  entre  los  predios  dejados  a  los  herederos  o  legatarios  diversos.  En  el  derecho  justinianeo,  tambiĂŠn  sin  disposiciĂłn  expresa  se  reconoce  como  tĂ­tulo  constitutivo  el  estado  de  dependencia  eventual  existente  entre  predios  diversos  antes  de  la  muerte  del  único  propietario.   Por  adjudicDFLyQ HQ ORV MXLFLRV GLYLVRULRV Âłcommuni  dividundo´ \ HO MXH] podĂ­a,  cuando  fuera  necesario,  constituir  una  servidumbre  entre  los  predios  UHVXOWDQWHV GH OD GLYLVLyQ $QWLJXDPHQWH ODV VHUYLGXPEUHV Âłmancipi´ SRGtDQ ser,  acaso  porque  eran  consideradas  corporales,  usucapidas;Íž  Pero  esto  fue  SURKLELGR SRU XQD ÂłLex  Scribonia´ GHO ILQDO GH OD UHS~EOLFD \ KDVWD TXH QR VH extendiĂł  el  concepto  de  posesiĂłn,  aun  a  las  cosas  incorporales,  las  servidumbres  no  pudieron  constituirse  ³XVX´  En  el  derecho  justinianeo,  reconocida  plenamente  la  ³SRVVHVVLR´ GH ORV GHUHFKRV VH DGPLWH TXH ODV VHUYLGXPEUHV SXGLHUDQ DGTXLULUVH LJXDOPHQWH SRU Âłlongi  temporis  praescriptio´ PHGLDQWH HO GLVIUXWH WHQLGR GXUDQWH GLH] DxRV HQWUH SUHVHQWHV \ veinte  entre  ausentes.   AcciĂłn  tĂ­pica  de  defenVD GH ODV VHUYLGXPEUHV HUD OD Âłvindicatio  servitutis´ OODPDGD SRU -XVWLQLDQR ÂłActio  confessoria´ HQ FRQWUDSRVLFLyQ D OD ÂłActio  negatoria´ 5HIHUtDVH DO SURSLHWDULR GHO SUHGLR GRPLQDQWH SHUR IXH extendida  aĂşn  al  enfiteuta,  al  superficiario  y  al  acreedor  pignoraticio.  Era  ejercida  sĂłlo  contra  el  propietario  del  predio  sirviente  y  tendĂ­a  al  reconocimiento  de  la  servidumbre.  Para  la  tutela  de  las  servidumbres  podĂ­an  ser  utilizados  tambiĂŠn  numerosos  interdictos  que  el  Pretor  concedĂ­a  para  regular  la  relaciĂłn  entre  diferentes  predios,  en  especial  en  materia  de  paso  y  de  agua.  En  el  derecho  justinianeo  se  admite  tambiĂŠn  la  constituciĂłn  de  servidumbres  prediales  en  favor  no  ya  de  un  predio,  sino  de  una  Persona,  OODPDGDV SRU HVWR Âłservitutes  Personales´ R WDPELpQ,  por  los  modernos,  servidumbres  irregulares.   El  Usufructo  y  los  Derechos  Antiguos   El  usufructo  (usus  fructus)  era  un  derecho  real  consistente  en  la  facultad  de  usar  de  una  cosa  ajena  y  Percibir  todos  los  frutos,  sin  cambiar  la  estructura  y  funciĂłn  econĂłmica  de  ella  ³,XV $OLHQLV UHEXV XWHQGL IUXHQGL VDOYD UHUXP VXEVWDQWLD´   PodĂ­a  constituirse  indiferentemente  sobre  cosas  muebles  o  inmuebles,  con  tal  de  que  fuesen  no  -­consumibles.  Este  instituto,  en  un  principio,  habĂ­a  tenido  funciĂłn  alimenticia,  y  asĂ­,  pues,  a  diferencia  de  las  servidumbres  prediales,     123 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

era  constituido  en  favor  de  una  Persona  (en  el  derecho  justinianeo  tambiĂŠn  de  3HUVRQDV MXUtGLFDV OODPDGD Âłfructuarius´ R ÂłXVXIUXFWXDULXV´   El  propietario  de  la  cosa  gravada  por  el  usufructo  (Dominus  proprietatis)  FRQVHUYDED VREUH HOOD OD Âłnuda  proprietas´ TXH SRGtD VHU SRU pO DVLPLVPR enajenada  sin  que  ello  variase  el  derecho  del  usufructuario.  Este,  sin   embargo,  aun  teniendo  la  plena  disponibilidad  material  de  la  cosa  (Ius   in  corpore),  era  considerado  como  simple  detentador  y,  por  lo  tanto,  no  podĂ­a  nunca  adquirir  la  propiedad  por  usucapiĂłn.  El  derecho  del  usufructuario  (a  YHFHV FRQFHELGR FRPR Âłpars  dominii´ FRPSUHQGtD WRGR SRVLEOH JRFH TXH fuese  compatible  con  el  derecho  del  propietario  de  que  la  cosa  no  fuese  destruida  o  transformada.  El  usufructuario  no  podĂ­a  enajenar  su  derecho,  pero  a  Êl  le  estaba  permitido  el  ceder  a  otros  el  ejercicio.  DebĂ­a  procurar  la  conservaciĂłn  ordinaria  de  la  cosa  y  sĂłlo  en  el  derecho  justinianeo  le  fue  concedida  la  facultad  de  realizar  innovaciones  para  mejorar  el  rĂŠdito.  El  usufructuario  adquirĂ­a  los  frutos  naturales  con  la  percepciĂłn  y  los  civiles  a  PHGLGD TXH GHYHQJDEDQ &XDQWR H[FHGtD GHO FRQFHSWR GH Âłfructus´ \ DVt pues,  los  hijos  de  la  esclava,  las  accesiones,  etc.)  correspondĂ­a  al  propietario.   El  usufructo  era  constituido,  por  lo  general,  por  el  legado.  A  Êl  le  fueron  mĂĄs  tarde  asimiladas  tambiĂŠn  las  formas  de  constituciĂłn  de  las  servidumbres  SUHGLDOHV HVWR HV HQ HO GHUHFKR FOiVLFR OD DGMXGLFDFLyQ \ OD Âłdeductio´ HQ HO momento  de  la  enajenaciĂłn  de  la  cosa,  y  en  el  derecho  justinianeo,  aĂşn  tambiĂŠn,  cualquier  acuerdo  tĂĄcito.  En  algunos  casos  era  dispuesto  por  la  ley  SRU HMHPSOR D IDYRU GHO ÂłPater´ VREUH HO SHFXOLR DGYHQWLFLR (O SURSLHWDULR podĂ­a  constreĂąir  al  usufructuario  a  prometerle  solemnemente  usar  de  la  cosa  ³vir  bonus´ \ UHVWLWXLUOD DO FHVDU GHO XVXIUXFWR HQ ODV PLVPDV FRQGLFLRQHV HQ las  cuales  la  habĂ­a  recibido  (cautio  usufructuaria).  Para  la  defensa  del  XVXIUXFWXDULR H[LVWtD XQD ÂłActio  in  rem´ OODmada  por  los  clĂĄsicos  ³vindicatio´ R´ SHWLWLR XVXIUXFWXV´ DQiORJD D OD Âłvindicatio  servitutis´ (O ejercicio  de  hecho  era  tutelado  por  algunos  interdictos.   Como  derecho  constituido  en  favor  de  una  Persona  el  usufructo  se  extinguĂ­a  principalmente  con  la  PXHUWH GHO XVXIUXFWXDULR R VX ÂłCapitis  deminutio´ (mĂĄxima  y  media  en  el  derecho  justinianeo,  aunque  mĂ­nima  en  el  derecho  clĂĄsico),  siempre  que  no  hubiera  sido  fijado  un  plazo  mĂĄs  corto.  Para  las  Personas  jurĂ­dicas  no  podĂ­a  durar  mĂĄs  de  cien  aĂąos.  Se  extinguĂ­a  asimismo:  a)por  renuncia,  b)por  destrucciĂłn  o  transformaciĂłn  de  la  cosa,  c)por  finalizar  HO WpUPLQR R UHDOL]DUVH OD FRQGLFLyQ UHVROXWRULD G SRU HO Âłnon  usus´ \ HQ VXPD H SRU OD Âłconsolidatio´ HVWR HV FXDQGR HO XVXIUXFWXDULR DGTXLUtD OD propiedad  de  la  cosa.   124 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

En  el  principio  de  la  edad  imperial,  en  contraposiciĂłn  con  la  esencia  del  instituto,  pero  por  razones  prĂĄcticas,  se  admite  tambiĂŠn  una  forma  especial  de  usufructo  sobre  cosas  no  -­consumibles,  llamado  ³TXDVL XVXIUXFWXV El  casi  usufructuario  adquirĂ­a  la  propiedad  de  las  cosas  consumibles,  obligĂĄndose  con  la  ³FDXWLR´ D UHVWLWXLU DO ILQDO GH OD UHODFLyQ XQD FDQWLGDG LJXDO \ GHO mismo  gĂŠnero  de  las  cosas  recibidas.    Identificados  con  el  usufructo,  con  el  cual,  sin  embargo,  presentan  variantes,   tenemos  los  derechos  de  uso,  habitaciĂłn  y   obra:   a)  El  ³XVXV´ en  principio,  era  el  derecho  real  de  usar  de  una  cosa  ajena  sin  percibir  los  frutos  (uti  potest,  frutĂ­  non  potest).  MĂĄs  tarde  se  le  reconoce  al  usuario  la  facultad  de  hacer  suyos  aquella  cantidad  de  frutos  que  le  fuesen  necesarios  a  Êl  y  a  su  familia;Íž  y  hasta  tratĂĄndose  del  ³XVXV´ de  una  casa,  de  poner  en  alquiler  las  estancias  sobrantes.  Se  constituĂ­a  y  extinguĂ­a  como  el  usufructo.  b)  La  ³KDELWDWLR´ fue  configurada  como  figura  autĂłnoma  sĂłlo  por  Justiniano,  confundiĂŠndose  antes  con  el  uso  o  el  usufructo.  ConsistĂ­a  en  el  derecho  real  de  habitar  una  casa  o  darla  en  alquiler.  No  se  extinguĂ­a  por  el  no  XVR QL OD ÂłCapitis  deminutio´  F /DV ÂłRSHUDH´ se  distinguĂ­an  en  obras  de  los  esclavos  y  obras  de  los  animales  y  consistĂ­an  en  el  derecho  de  obtener  ventajas  de  las  unas  y  de  las  otras,  sirviĂŠndose  de  ellas  directamente  o  dĂĄndolas  en  arrendamiento.  Eran  constituidas,  por  lo  general,  por  el  legado,  y  en  derecho  clĂĄsico  era  punto  discutido  si  se  trataba  de  usufructo  o  de  uso.  Justiniano  llegĂł  a  hacer  de  ella  una  figura  autĂłnoma  de  derecho  real.   +LSyWHVLV LQYHUVD DO Âłnana´ HUD OD GHO ÂłIUXFWXV VLQH XVX´ HVWR HV HO GHUHFKR de  percibir  los  frutos  sin  usar  de  la  cosa.  Repudiada  como  imposible  por  los  clĂĄsLFRV HV DGPLWLGD SRU ORV MXVWLQLDQHRV TXH FRQFHGLHURQ XQ Âłuti´ OLPLWDGR D OD H[LJHQFLD GHO Âłfruti´   La  Enfiteusis  y  la  Superficie   La  enfiteusis  y  la  superficie  son  dos  institutos  que  tuvieron  origen  y  desarrollo  diversos,  pero  que  presentan  notables  analogĂ­as  de  estructura  y  funciones  en  el  derecho  justinianeo,  donde  se  realiza  su  total  evoluciĂłn.  Inspirados  ambos  en  la  superaciĂłn  de  la  concepciĂłn  clĂĄsica  del  dominio,  son  considerados  derechos  reales  que  limitan  un  derecho  de  propiedad  ajena  y  asĂ­,  pues,  ³LXUD LQ UH DOLHQD´ pero,  al  mismo  tiempo,  pueden  ser  concebidos  como  casos  de  propiedad  limitada.       125 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

 Enfiteusis   La  enfiteusis  es  un  instituto  que  tiene  origen  griego,  pero  tambiĂŠn  tiene  QRWDEOHV UDVJRV URPDQRV GH OD Âłpossessio´ GHO ager  publicus´ \ especialmente  en  la  "locatio´ GHO DJHU YHFWLJDOLV´  esto  es:  de  los  terrenos  "municipia´ R coloniae´ TXH HUDQ FRQFHGLGRV D SDUWLFXODUHV WUDV HO SDJR GH un  respectivo  canon  (vectigal).  El  derecho  del  concesionario  era  transmisible  a  los  herederos  y  tutelado  SRU XQD DFFLyQ UHDO DQiORJD D OD Âłreivindicatio",  llamada  "Actio  in  rem  vectigalium".  Los  poseedores  llegaron  asĂ­,  pues,  a  ser  titulares  de  un  derecho  real  en  parte  anĂĄlogo  a  la  posesiĂłn  de  los  predios  estipendiados  y  tributarios,  con  los  cuales  por  otra  parte  no  se  confunden.  Entretanto,  a  partir  del  siglo  IV  despuĂŠs  de  Cristo,  se  difunde  en  las  provincias  orientales,  bajo  el  impulso  de  exigencias  econĂłmicas,  el  uso  de  conceder,  en  un  principio  sobre  las  tierras  de  dominio  de  los  Emperadores  y  mĂĄs  tarde,  tambiĂŠn  sobre  las  tierras  privadas,  derechos  de  goce  mĂĄs  o  menos  ³Perpetuos  ius  Perpetuum´ \ ÂłIus   emphiteuticum´ DXQTXH HVWH ~OWLPR OOHJy a  desaparecer),  por  los  cuales  los  concesionarios  pagaban  una  anualidad  respectiva  canon  y  se  obligaban  al  mejoramiento  de  los  terrenos.  Se  discutĂ­a,  al  igual  que  por  los  "agri  vectigales´ VL VH WUDWDED GH DUUHQGDPLHQWR R YHQWD Una  cĂŠlebre  constituciĂłn  del  Emperador  Zenon  aproximadamente  del  aĂąo  480  d.C.,  eliminĂł  la  cuestiĂłn,  estableciendo  que  el  contrato  de  enfiteusis  no  era  ni  arrendamiento  ni  venta,  sino  que  tenĂ­a  estructura  propia.  Justiniano,  en  suma.  fundiĂł  la  enfiteusis  con  la  "locatio´ GH ORV agri  vectigales´ (Q HO derecho  Iustinianeo  la  enfiteusis  es  un  derecho  real,  enajenable  y  hereditario  que  atribuye  el  pleno  disfrute  de  un  predio  con  la  obligaciĂłn  de  no  deteriorarlo  y  de  pagar  un  canon  anual  invariable.   El  enfiteuta  podĂ­a  enajenar  a  toda  Persona  idĂłnea  y  solvente  y  debĂ­a  denunciar  al  propietario  toda  transferencia  que  no  fuese  por  herencia  a  fin  de  que  Êste  pudiera  elegir  entre  el  ejercicio  de  un  derecho  de  prelaciĂłn  en  las  mismas  condiciones  o  un  porcentaje  a  su  favor  del  dos  por  ciento  sobre  el  precio  o  valor  de  la  enfiteusis  (laudemum).   El  derecho  se  constituĂ­a  por  contrato;Íž  por  acto  de  última  voluntad  (legado  o  GRQDFLyQ Âłmortis  causa´ DFDVR SRU DGMXGLFDFLyQ \ XVXFDSLyQ (UD esencialmente  perpetuo,  pero  podĂ­a  estar  sometido  a  tĂŠrmino  o  a  condiciĂłn  resolutoria.  Como  tutela  de  sus  derechos  el  enfiteuta  tenĂ­a  normalmente  todas  las  acciones  competentes  del  propietario,  pero  no  la  protecciĂłn  interdictal.   La  enfiteusis  cesaba:  a)  por  la  destrucciĂłn  del  predio;Íž  b)  confusiĂłn  de  los  sujetos;Íž  c)  liberaciĂłn  renuncia;Íž  d)  cumplimiento  del  tĂŠrmino  o  realizaciĂłn  de  la  condiciĂłn:  "non  126 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

nene´ D OR TXH OH FRUUHVSRQGtD  una  "usucapio  libertatis´ \ HQ ILQ H SRU OD pĂŠrdida  de  los  derechos.  La  pĂŠrdida  de  derechos  sucedĂ­a:  a)  por  el  deterioro  grave  del  predio,  b)  por  no  haber  cumplido  la  obligaciĂłn  que  tenĂ­a  de  notificar  la  enajenaciĂłn  llevada  a  cabo  y  c)  por  la  falta  del  pago  del  canon  por  tres  aĂąos  consecutivos  (dos  para  los  fundos  eclesiĂĄsticos).    Superficie   6HJ~Q HO ÂłIus   Civile´ GHO GHUHFKR GHO SURSLHWDULR VH H[WHQGtD iure  accessionis´ D WRGR OR TXH HUD HULJLGR VREUH HO VXHOR Âłsuperficies  solo  FHGLWÂś .  Sin  embargo,  bien  pronto  por  las  exigencias  de  la  urbanizaciĂłn  se  llegĂł  a  reconocer,  en  un  principio  sobre  el  suelo  pĂşblico,  despuĂŠs  sobre  el  privado,  la  posibilidad  de  conceder  a  otros  el  derecho  de  construir  por  sus  propios  medios  y  disfrutar  por  cierto  tiempo  o  a  perpetuidad  del  edificio,  tras  el  pago  correspondiente,  que  podĂ­a  ser  anual  o  único.  La  propiedad  del  edificio  correspondĂ­a,  sin  embargo,  al  propietario  del  suelo  y  el  concesionario  y  sus  herederos  tenĂ­an  tan  sĂłlo  el  derecho  de  usar  en  base  a  la  relaciĂłn  que  era  generalmente  considerada  un  arrendamiento  del  suelo  o  una  venta  del  GHUHFKR GH GLVIUXWH SRU OR TXH ODV DFFLRQHV HMHFXWDEOHV HQWUH HO ÂłDominus  soli´ \ HO Âłconductor´ HUDQ WDQ VyOR SHUVRQDOHV $ FRQWLQXDFLyQ FXDQGR HO pretor  protege  al  arrendatario  de  la  superficie  con  un  interdicto  posesorio  de  "superficibus´ \ DFDVR WDPELpQ FRQ XQD DFFLyQ UHDO FRPHQ]y OD transformaciĂłn  del  derecho  del  arrendatario,  el  cual  antes  que  titular  de  un  derecho  de  obligaciĂłn  va  siendo  considerado  como  titular  de  un  derecho  real.    Se  discute  si  la  tutela  real  de  la  superficie,  esto  es,  la  "$FWLR LQ UHP´  mencionada  en  el  Digesto,  era  clĂĄsica  o  justinianea.  Con  todo  ello,  es  tan  sĂłlo  en  el  derecho  justinianeo  donde  tal  instituto  se  determinĂł  especĂ­ficamente,  aunque  manteniendo  algunos  puntos  inciertos.   Las  "VXSHUILFLHV´  GH Âłsuper  facere´ HV FRQVLGHUDGD FRPR XQ GHUHFKR UHDO enajenable  a  los  herederos,  que  atribuĂ­a  al  titular  la  facultad  de  construir  sobre  el  predio  o  edificio  ajeno  y  de  gozar  de  la  construcciĂłn,  corrientemente  tras  el  pago  de  una  respectiva  anualidad  (solarium).   La  superficie  aparece,  pues,  como  entidad  distinta  del  suelo,  mientras  la  posiciĂłn  del  superficiario  se  asemeja  a  la  del  propietario.  A  Êl  le  fueron  extendidas  activa  y  pasivamente  las  acciones  y  los  remedios  que  correspondĂ­an  a  los  propietarios  o  eran  ejercitables  contra  ellos  por  las  relaciones  de  vecindad.       127 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

La  superficie  se  constituĂ­a:  a)  por  legado)  por  adjudicaciĂłn;Íž  c)  por  usucapiĂłn  y,  d)  especialmente  por  ³WUDGLWLR´ R DFDVR WDPELpQ SRU Vimple  convenciĂłn.  Era  susceptible  de  ser  condicionada  a  tĂŠrmino  o  condiciĂłn  resolutoria.  Una  YH] FRQVWLWXLGD SRGtD VHU WUDQVIHULGD SRU KHUHQFLD R SRU ÂłWUDGLWLR´.  El  superficiario  podĂ­a  usar  personalmente  del  edificio  o  darlo  bajo  cualquier  titulo  en  disfrute  a  otros;Íž  conseguirle  o  imponerles  servidumbres;Íž  gravarlo  con  prenda  o  hipoteca;Íž  alterarlo  y  destruirlo.   El  derecho  de  superficie  se  extinguĂ­a  en  general  por  las  mismas  causas  de  la  enfiteusis,  salvo,  acaso,  por  la  falta  de  pago  del  canon.    La  Prenda  y  la  Hipoteca   La  prenda  y  la  hipoteca  tenĂ­an  en  comĂşn  la  funciĂłn  de  asegurar,  mediante  la  preconstituciĂłn  de  un  derecho  real  sobre  la  cosa  del  deudor,  el  cumplimiento  de  una  obligaciĂłn  que  no  habĂ­a  sido  realizada  a  su  tiempo.  Al  vĂ­nculo  Personal  de  la  obligaciĂłn  y  a  las  eventuales  garantĂ­as  Personales  se  sumaba  esta  especial  forma  de  garantĂ­a  que  recaĂ­a  directamente  sobre  una  cosa  (obligatio  rei  o  res  obligata).  En  contraposiciĂłn  a  los  derechos  reales  hasta  aquĂ­  examinados,  dirigidos  a  asegurar  el  disfrute  de  una  cosa,  la  prenda  y  la  hipoteca  son  llamados  derechos  reales  de  garantĂ­a.   /D IRUPD PiV DQWLJXD GH JDUDQWtD UHDO ÂłIus   Civile´ KDEtD VLGR OD ILGXFLD TXH consistĂ­a  en  la  transferencia  al  acreedor  de  la  propiedad  de  una  cosa  del  deudor  mediante  la  "mancipatio´ R OD in  iure  cessio´ 8Q SDFWR UHJXODED OD restituciĂłn  de  la  cosa  cuando  hubiera  sido  satisfecha  la  deuda  y  el  deudor  cumplidor  podĂ­a  retenerla  con  la  "Actio  fiduciae´ 3DUD WDO LQVWLWXWR TXH desaparece  junto  a  las  formas  solemnes  y  no  llegĂł  nunca  a  dar  vida  a  una  nueva  figura  de  derecho  real,  la  cosa  era  transferida  en  propiedad,  aunque  por  lo  general  permanecĂ­a  en  las  manos  del  deudor  a  tĂ­tulo  de  precario  o  de  arrendamiento.  Derechos  reales  de  nueva  especie  se  dieron,  por  el  contrario,  con  la  prenda  y  mĂĄs  tarde  con  la  hipoteca,  con  los  cuales,  aun  sin  transferencia  de  la  propiedad,  se  creĂł  un  vĂ­nculo  real  en  favor  del  acreedor.   En  un  principio  la  prenda  consistĂ­a  simplemente  en  la  transferencia  material  (datio  pignoris)  de  una  cosa  mueble  o  inmueble  del  deudor  al  acreedor,  el  cual  la  detentaba  hasta  que  su  crĂŠdito  no  hubiera  sido  satisfecho.  Hacia  el  final  de  la  repĂşblica  esta  relaciĂłn  de  hecho  fue  tutelada  por  el  pretor,  ora  protegiendo  la  posesiĂłn  del  acreedor,  ora  dando  al  deudor  una  acciĂłn  para  la  restituciĂłn  de  la  cosa  despuĂŠs  de  extinguida  la  obligaciĂłn.   Posteriormente  se  admite  la  constituciĂłn  de  la  prenda  por  simple  convenciĂłn  sin  transmisiĂłn  de  128 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

la  cosa  (conventio  pignoris  o  pignus  conventum,  que  en  Êpoca  mĂĄs  tardĂ­a  fue  llamada  hypotheca).   Esta  forma  de  constituciĂłn  se  afirmĂł  desde  un  principio  en  el  arrendamiento  de  los  predios  rĂşsticos.  Era  corriente  convenir  que  las  cosas  introducidas  por  el  arrendatario  para  el  cultivo  (invecta  et  illata),  constituyeran  garantĂ­a  del  alquiler  y  el  Pretor  concediĂł  al  arrendador  adeudado  la  facultad  de  tomar  la  posesiĂłn  con  el  "interdictum  Salvianum´ \ GH UHFXSHUDUOD IUHQWH DO WHUFHUR con  la  "Actio  Serviana´ (VWD DFFLyQ IXH PiV WDUGH H[WHQGLGD D FXDOTXLHU FRQVWLWXFLyQ HQ JDUDQWtD ÂłActio  quasi  Serviana´,  llamada  tambiĂŠn  "hypothecaria´ R pignoraticia  in  rem´ \D VHD HQ FDVR GH OD datio´ FRPR de  la  "conventio  pignoris´ \ GH DTXt TXH SUHQGD H KLSRWHFD OOHJDUDQ D VHU GHUHFKRV UHDOHV TXH HO DFUHHGRU SRGtD KDFHU YDOHU Âłerga  omnes´ PrĂĄcticamente  la  única  diferencia  entre  la  prenda  ir  la  hipoteca  era  aquella  por  la  cual  en  la  primera  el  acreedor  obtenĂ­a  rĂĄpidamente  la  posesiĂłn  de  la  cosa,  y  en  la  segunda  al  momento  del  eventual  incumplimiento,  lo  que  la  hacĂ­a  particularmente  apta  como  garantĂ­a  sobre  los  inmuebles.  En  su  estructura  pretoria  la  prenda  y  la  hipoteca  representaban  tan  sĂłlo  un  "Ius   possidendi´ DFWXDO R HQ SRWHQFLD HQ IDYRU GHO DFUHHGRU HO FXDO DGTXLUtD HO derecho  de  poseer  la  cosa  hasta  que  no  hubiese  sido  satisfecha  la  deuda,  pero  no  la  de  hacerla  propia  o  de  venderla  en  caso  de  incumplimiento.  Para  tal  fin  fue  necesario  durante  mucho  tiempo  el  consentimiento  del  deudor  determinado  en  pactos  especiales,  llamados,  respectivamente,  "pactum  commissorium´ \ Âłpactum  de  distrahendo  pignore´ (VWH ~Otimo,  desde  la  edad  de  los  Severos,  es  considerado  implĂ­cito  en  toda  constituciĂłn  de  garantĂ­a,  salvo  pacto  en  contrario.  MĂĄs  tarde,  Constantino  prohibiĂł  el  pacto  comisorio  como  demasiado  gravoso  para  el  deudor,  mientras  Justiniano  acabĂł  por  considerar  el  derecho  de  venta  (Ius   distrahendi)  como  un  elemento  esencial  e  inderogable  de  la  relaciĂłn.  La  prenda  y  la  hipoteca  eran  derechos  accesorios  que  presuponĂ­an  un  crĂŠdito  civil  o  natural,  aunque  condicionado  a  tĂŠrmino  o  condiciĂłn  que  garantizar.  Se  podĂ­a  dar  en  prenda  e  hipoteca  toda  cosa  enajenable,  corporal  o  incorporal,  presente  o  futura,  y  aĂşn  HVWDED SHUPLWLGD OD SUHQGD GH FUpGLWR ÂłSLJQXV QRPLQLV´)  y  la  prenda  de  SUHQGD ÂłVXESLJQXV´),  que  eran  en  realidad  formas  de  cesiĂłn  del  crĂŠdito  y  del  derecho  de  prenda.  Se  podĂ­a  tambiĂŠn  constituir  en  garantĂ­a  una  "universitas  rerum´ FRPR XQ UHEDxR \ OD WRWDOLGDG GHO SDWULPRQLR 7DQWR HO GHUHFKR GH prenda  como  la  hipoteca  eran  indivisibles  y  se  extendĂ­an  a  todas  las  accesiones  de  la  cosa.   La  prenda  y  la  hipoteca  se  constituĂ­an:  a)  por  la  voluntad  privada;Íž  b)  por  la  disposiciĂłn  del  magistrado  o  por  las  leyes.      129 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

Por  la  voluntad  privada  se  constituĂ­an  mediante  la  convenciĂłn,  sin  formalidad  alguna,  o  bien,  principalmente  tratĂĄndose  de  la  hipoteca,  tambiĂŠn  por  el  legado.  PodĂ­a  ser  hecha  por  el  deudor  o  por  un  tercero  a  su  favor.  En  el  derecho  postclĂĄsico  se  difundiĂł  el  uso  de  hacer  constar  la  constituciĂłn  de  ellas  en  un  documento  escrito  que  era  inserto  en  las  actas  de  un  magistrado  (apud  gesta).  Tal  forma  no  era  obligatoria,  Pero  la  prenda  asĂ­  constituida,  que  se  llama  "publicum´ JR]DED GH SDUWLFXODUHV SULYLOHJLRV ORV FXDOHV VH YLHURQ extendidos  en  el  derecho  justinianeo  al  acto  escrito  firmado  por  tres  testigos,  SRU HO FXDO WRPDED YLGD XQD SUHQGD Âłquasi  publicum´ 3RU OD GisposiciĂłn  del  magistrado,  la  prenda  se  constituĂ­a  en  el  caso  de  que  se  fuese  a  dictar  una  VHQWHQFLD Âłpignus  in  causa  iudicati  captum´ (Q HO GHUHFKR MXVWLQLDQHR tambiĂŠn  la  "missio  in  possessionem´ IXH FRQVLGHUDGD FRPR Praetorium  pignus´ R SUHQGD MXGLFLal.  La  constituciĂłn  por  ley  (pignus  tacitum  o  hypotheca  tĂĄcita),  se  desarrollĂł  particularmente  en  el  derecho  postclĂĄsico  y,  en  general,  vinculaba  a  todo  el  patrimonio  del  deudor  (por  ejemplo,  en  favor  del  fisco  por  los  impuestos,  de  la  mujer  sobre  los  bienes  del  marido  por  la  dote,  de  los  pupilos  sobre  los  bienes  de  los  tutores,  etc.).  El  acreedor  pignoraticio  no  tenĂ­a  derecho  a  usar  de  la  cosa  sin  el  consentimiento  del  pignorante;Íž  si  asĂ­  lo  ejercitaba  cometĂ­a  "furtum´ 6L VH WUDWDED GH FRVDV fructĂ­feras  adquirĂ­a  los  frutos  con  la  "perceptio",  pero  debĂ­a  cargarlos  en  la  cuenta  de  los  intereses  y  capitales.  La  propiedad  le  correspondĂ­a  al  pignorante,  que  podĂ­a  vĂĄlidamente  enajenar  la  cosa.  Satisfecho  el  crĂŠdito,  la  prenda  debĂ­a  ser  restituida  al  propietario.  El  (PSHUDGRU *RUGLDQR HQ HO G & HVWDEOHFLy VLQ HPEDUJR XQ ÂłIus   retentionis´ HQ IDYRU GHO DFUHHGRU TXH WXYLHUD RWURV FUpGLWRV QR JDUDQWL]DGRV (prenda  gordiana).  En  el  caso  de  incumplimiento  el  acreedor  podĂ­a  apoderarse  de  la  cosa,  si  no  la  tenĂ­a  va  en  sus  manos  y,  despuĂŠs  de  dos  aĂąos  de  la  intimidaciĂłn  hecha  al  deudor  venderla  restituyendo  el  sobreprecio.  Si  no  encontraba  comprador,  podĂ­a,  despuĂŠs  de  una  última  intimidaciĂłn,  adjudicĂĄrsela,  pero  con  la  obligaciĂłn  de  restituir  el  sobre  precio  de  la  estima  judicial  y  dejando  al  deudor  la  facultad  de  poder  rescatarla  en  el  plazo  de  dos  aĂąos.   En  la  prenda  la  consigna  material  de  la  cosa  excluĂ­a  que  ella  pudiera  corresponder  a  mĂĄs  acreedores;Íž  ello  no  ocurre  en  la  hipoteca.  Se  aplicaba  HQWRQFHV OD UHJOD Âłprior  in  tempore  posterior  in  iure´ SRU OD FXDO HO VHJXQGR garantizado  podĂ­a  hacer  valer  sus  derechos  sĂłlo  despuĂŠs  de  que  hubiese  sido  satisfecho  el  primero,  el  tercero  despuĂŠs  del  segundo  y  asĂ­  sucesivamente.  Sin  embargo,  en  el  derecho  justinianeo,  la  hipoteca  resultante  de  un  acto  pĂşblico  o  firmado  por  tres  testigos  prevalecĂ­a  con  respecto  a  las  otras.  ExistĂ­an  tambiĂŠn  algunas  otras  causas  de  prioridad  legales.   130 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

La  prenda  y  la  hipoteca  se  extinguĂ­an  normalmente  con  la  total  extinciĂłn  de  la  obligaciĂłn  o  con  la  venta  de  la  cosa.  Igualmente  por  la  destrucciĂłn  de  ella  y  por  la  confusiĂłn  de  los  sujetos;Íž  venta  de  la  cosa  por  parte  del  primer  acreedor;Íž  renuncia  expresa  o  tĂĄcita  (restituciĂłn  de  la  cosa);Íž  prescripciĂłn  adquisitiva  en  favor  del  adquirente  de  buena  fe.    La  PosesiĂłn   El  ejercicio  de  hecho  de  un  poder  sobre  la  cosa  serĂĄ  llamado  por  los  romanos  ³SRVVHVVLR´  GH ÂłSRVVLdeo´ (Q OD pSRFD DUFDLFD HVWH HMHUFLFLR HUD WDPELpQ FDOLILFDGR FRPR ÂłXVXV´  y  parece  que  este  tĂŠrmino  indicaba  una  nociĂłn  mĂĄs  amplia,  con  referencia  a  cualquier  otro  poder.  La  posesiĂłn  es  esencialmente  una  relaciĂłn  de  hecho,  con  la  cual,  sin  embargo,  se  conjugan  algunas  determinadas  consecuencias  jurĂ­dicas  y  cuya  existencia  es  por  lo  tanto  regulada  por  el  derecho.  Bajo  este  aspecto  es  asĂ­,  pues,  una  relaciĂłn  jurĂ­dica.  Corrientemente  propiedad  y  posesiĂłn  estĂĄn  reunidas  en  la  misma  Persona,  de  aquĂ­  que  la  posesiĂłn  haya  sido  considerada  como  imagen  exterior  y  posiciĂłn  de  hecho  de  la  propiedad.  Pero  la  propiedad  puede  encontrarse  desunida  de  la  posesiĂłn  y  la  posesiĂłn  de  la  propiedad.  Por  ello  los  romanos  consideran  a  la  propiedad  y  a  la  posesiĂłn  como  entidades  conceptualmente  distintas  (nihil  commune  habet  proprietas  cun  possessione);Íž  y  calificaban  a  la  primera  como  ³res  iuris´ PLHQWUDV TXH D OD VHgunda  la  llamaban  ³UHV IDFWL´ en  cuanto  presuponĂ­a  una  relaciĂłn  de  hecho  con  la  cosa,  en  la  cual  el  elemento  material  de  la  detentaciĂłn  era  considerado  en  primer  plano  respecto  al  substratun  jurĂ­dico.  En  efecto;Íž  en  algunos  casos  el  ordenamiento  jurĂ­dico  protegĂ­a  a  la  posesiĂłn  independientemente  de  la  propiedad,  consideraba,  esto  es:  el  estado  de  hecho  prescindiendo  del  estado  de  derecho  y  asĂ­,  pues,  aun  en  contra  de  Êste.  Cuando  se  hablaba  de  posesiĂłn  se  hacĂ­a  abstracciĂłn  del  derecho  de  poseer.   La  tutela  de  la  posesiĂłn,  que  es  tutela  de  la  paz  social,  se  afirmĂł  en  Êpoca  PX\ DQWLJXD SUREDEOHPHQWH SDUD OD GHIHQVD GH ORV SRVHHGRUHV GHO Âłager  publicus´ \ IXH SODVPDGD \ GHVDUUROODGD SRU HO SUHWRU FRQ OD LGHD GH LPSHGLU las  arbitrarias  perturbaciones  del  estado  de  hecho,  debiendo  cada  uno  conseguir  el  reconocimiento  de  sus  propias  pretensiones  por  vĂ­a  judicial.  Ella  representĂł  asĂ­,  pues,  una  progresiva  reducciĂłn  de  la  defensa  privada,  que  fue  eliminada  del  todo  en  el  derecho  justinianeo,  salvo  que  fuera  para  defenderse  de  una  violencia  momentĂĄnea.   No  toda  posesiĂłn  disfrutaba,  sin  embargo,  de  la  misma  protecciĂłn;Íž  antes  bien,  existĂ­an  situaciones  en  las  cuales  Êsta  desaparecĂ­a.  Para  que  la  protecciĂłn  fuera  acordada  era  necesario  que  el  poseedor  de  la  cosa  tuviese     131 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

intenciĂłn  de  tenerla  como  propia  ³DQLPXV UHV VLEL KDEHQGL DQLPXV possidendi´ 6L HVWD LQWHQFLyQ IDOWDED VH WHPD OD SXUD \ VLPSOH GHWHQWDFLyQ TXH ORV URPDQRV OODPDEDQ Âłpossessio  naturalis´ R ÂłFRUSRUDOLV´ &DVRV WtSLFRV de  simple  detentaciĂłn  eran  las  situaciones  en  que  se  encontraban  aquellos  que  hubieran  recibido  la  cosa  en  arriendo,  comodato  o  depĂłsito.  La  posesiĂłn  del  detentador  no  disfrutaba  de  protecciĂłn  pretoria.  Se  consideraron  como  excepciones  en  el  derecho  clĂĄsico  la  posesiĂłn  del  acreedor  pignoraticio,  la  del  depositario  de  lo  embargado  y  la  del  precarista,  la  cosa  para  un  disfrute  y  que  era  en  cualquier  momento  revocable);Íž  y  en  el  derecho  justinianeo  la  posesiĂłn  del  usufructuario,  del  superficiario  y  del  enfiteuta.  En  estos  casos,  en  efecto,  aunque  era  en  rigor  sĂłlo  una  simple  detentaciĂłn  sin  intenciĂłn  de  tener  la  cosa  como  propia,  por  razones  histĂłricas  y  prĂĄcticas,  le  es  dada.  la  protecciĂłn  de  defensa  contra  los  terceros.   /D Âłpossessio´ SURSLDPHQWH GLFKD VH WHQtD FXDQGR DOJXQR DGHPiV GH detentar  la  cosa  no  importa  la  forma  a  travĂŠs  de  la  cual  la  hubiere  obtenido,  VH FRPSRUWDED IUHQWH D HOOD FRPR SURSLHWDULR (VWD Âłpossessio´ VH OODPDED ÂłIusta´ VL HO SRVHHGRU QR OD KDEtD DGTXLULGR HQ VX UHODFLyQ FRQ HO DGYHUVDULR por  la  violencia,  clandestinamente  o  por  concesiĂłn  precaria  (nec  vi  nec  clan  QHF SUDHFDULR VL OD KDEtD FRQVHJXLGR GH RWUD PDQHUD HUD Âłiniusta´ R Âłvitiosa´ 3HUR QR REVWDQWH DXQTXH IXHVH´iniusta´ WHQtD VX SURWHFFLyQ IUHQWH a  terceros  porque  la  posesiĂłn  era  tutelada  por  sĂ­  misma,  haciendo  abstracciĂłn  del  derecho  de  poseer.  En  este  sentido  la  tutela  posesoria  se  extendĂ­a  tambiĂŠn  al  ladrĂłn  y  al  ratero,  en  cuanto  ella  no  estaba  subordinada  a  la  demostraciĂłn  de  un  justo  tĂ­tulo.   La  ³SRVVHVVLR´ WXWHODGD SRU HO SUHWRU VH FDOLILFy SRU ORV DQWLguos  intĂŠrpretes  FRPR Âłpossessio  ad  interdicta´ \ FXDQGR HVWDED IXQGDGD VREUH XQD Âł,XVWD causa´ FRPR Âłpossessio  civilis´ /D Âłpossessio  civilis´ GLVIUXWDED DO Pi[LPR de  la  protecciĂłn,  porque  no  sĂłlo  estaba  tutelada  por  los  interdictos,  sino  aun  SRU OD´Actio  publiciana´ \ SRU PHGLR GH OD XVXFDSLyQ WHUPLQDED SRU WUDQVIRUPDUVH HQ SURSLHGDG 3RU HOOR HV OODPDGD SRU ORV LQWpUSUHWHV Âłpossessio  ad  usucapionem´ \ HQ FXDQWR OD XVXFDSLR H[LJtD OD EXHQD IH HUD OODPDGD WDPELpQ ÂłSRVHVVLR ERQDH ILGHL´   3HUR OD Âłpossessio´ HQ FXDQWR UHODFLyQ GH KHFKR HUD SURWHJLGD independientemente  de  la  existencia  de  una  causa  justificativa,  que  podĂ­a  sernecesaria  para  que  de  la  posesiĂłn  nacieran  ulteriores  acciones  y  efectos  SRU HMHPSOR OD´Actio  publiciana´ \ OD ÂłusucapiĂłn´ SHUR Qo  para  obtener  la  protecciĂłn  interdictal,  que  era  exigida  en  consideraciĂłn  del  estado  de  hecho  y  solamente  por  Êl.  Los  requisitos  para  la  adquisiciĂłn  de  la  posesiĂłn  eran,  por  una  parte:  un  elemento  material,  esto  es,  la  relaciĂłn  fĂ­sica  con  la  cosa  132 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

(possessio  corpore),  y  por  otra:  un  elemento  espiritual,  esto  es,  la  intenciĂłn  de  tener  la  cosa  como  propia  (animus  possidendi).  Ambos  requisitos  debĂ­an  concurrir,  ya  que  cualquiera  de  los  dos  por  sĂ­  mismos  eran  insuficientes  para  determinar  el  estado  de  hecho  que  el  pretor  tutelaba  .Este  elemento  material  fue  en  un  principio  entendido  en  un  sentido  realista  (corpore  et  tactu),  Pero  desde  la  edad  clĂĄsica  se  comenzĂł  a  admitir,  y  desde  entonces  mĂĄs  profusamente,  que  Êl  se  daba  en  tanto  que  la  cosa  se  encontrara  a  disposiciĂłn  de  aquel  que  intentaba  poseerla,  anĂĄlogamente  a  cuanto  ya  hemos  visto  para  OD Âłtraditio´ (Q FXDQWR D OD QHFHVLGDG GHO HOHPHQWR HVSLULWXDO OOHYDED FRPR consecuencia  que  no  pudieran  adquirir  la  posesiĂłn  ni  os  dementes  ni  los  menores.  La  posesiĂłn  pRGtD WHQHUÂś OXJDU WDPELpQ SRU PHGLR GH LQWHUPHGLDULRV FRPR ORV ÂłILOLLIDPLOLDV´ ORV SURSLRV HVFODYRV \ ORV procuradores  y,  al  menos  en  el  derecho  justinianeo,  tambiĂŠn  por  cualquier  3HUVRQD H[WUDxD \ OLEUH 3HUR HQ JHQHUDO HUD QHFHVDULD OD ÂłVFLHQWLD´  de  la  Persona  en  favor  de  la  cual  se  realizaba  la  adquisiciĂłn,  o  cuando  menos  su  ratificaciĂłn.   La  cosa  debĂ­a  tener  una  individualidad  propia  y  ser  objeto  del  comercio.  Dados  los  requisitos  necesarios  para  su  nacimiento,  toda  posesiĂłn  se  configuraba  como  una  adquisiciĂłn  originaria,  aunque  la  cosa  fuese  transmitida  a  otro  a  travĂŠs  de  la  tradiciĂłn  o  sucesiĂłn;Íž  asĂ­,  por  ejemplo,  el  heredero  para  llegar  a  ser  poseedor  de  las  cosas  heredadas  debĂ­a  tomar  posesiĂłn  ³H[ QRYR´ La  doble  exigencia  del  elemento  material  y  espiritual  era  necesaria  para  la  conservaciĂłn  de  la  posesiĂłn;Íž  de  aquĂ­  que  se  perdiera  al  mantenerse  sĂłlo  uno  de  los  dos  elementos.  Sin  embargo,  no  se  tardĂł  mucho  en  admitir  que  ella  podĂ­a  ser  conservada  aun  sin  la  relaciĂłn  material  con  la  cosa.  BastĂł  en  un  pULQFLSLR TXH FXDOTXLHU WHUFHUR OD GHWHQWDVH Âłnostro  nomine´ FRPR HO DUUHQGDWDULR R HO GHSRVLWDULR 0iV WDUGH \D HQ HO GHUHFKR clĂĄsico,  se  admite  que  ella  podĂ­a  ser  retenida  solo  animo,  cuando  la  ³possessio  corpore´ HUD PRPHQWiQHDPHQWH LPSHGLGD 7DO SULQFipio  se  va  extendiendo  tanto,  que,  en  el  derecho  justinianeo  la  base  realista  de  la  posesiĂłn  puede  decirse  que  se  abandona.  La  posesiĂłn,  por  otra  parte,  se  perdĂ­a  por  la  muerte  del  poseedor  y  por  la  pĂŠrdida  de  la  capacidad  del  objeto  y  del  sujeto.   La  defensa  de  la  posesiĂłn  queda  determinada  en  el  derecho  clĂĄsico  mediante  los  ³LQWHUGLFWD´ HVWR HV yUGHQHV SURYLVRULDV TXH HO SUHWRU GDED VREUH OD peticiĂłn  del  interesado  en  base  al  presupuesto  de  que  fuesen  verdaderas  las  circunstancias  aducidas,  salvo  la  posterior  demostraciĂłn  de  Êstas  en  un  juicio  normal.  Los  interdictos  se  indicaban,  por  lo  general,  con  las  palabras  iniciales  de  cada  uno  y  me  dividĂ­an  en  dos  categorĂ­as  principales:     133 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

D Âł,QWHUGLFWD UHWLQHQGDH SRVVHVVLRQLV´ Ellos  defendĂ­an  la  posesiĂłn  contra  cualquier  turbaciĂłn  o  molestia  realizada  a  quien  poseĂ­a  la  cosa.  En  el  derecho  clĂĄsico  eran  doxa)  ³XWL SRVVLGHWLV´ para  los  inmuebles,  que  servĂ­a  para  mantener  en  la  posesiĂłn  actual  a  quien  la  hubiera  conseguido   respecto  al  adversario;Íž  b)  ³XWUXEL´ para  las  cosas  muebles,  que  otorgaba  la  posesiĂłn  a  quien  la  hubiese  poseĂ­do  respecto  al  adversario  por  la  mayor  parte  del  último  DxR 5HVSHFWR D ORV WHUFHURV H[LVWtD WDPELpQ OD Âłvitiosa  possessio´ (Q HO GHUHFKR MXVWLQLDQHR VXEVWDQFLDOPHQWH HO ÂłXWUXEL´ HUD LGHQtificado  al  ³XWL possidetis´ \ QR VH H[LJtD OD GXUDFLyQ Pi[LPD  E ´ OQWHUGLFWD UHFXSHUDQGDH SRVVHVVLRQLV´ Defendia  a  aquel  que  habĂ­a  sido  desprovisto  violentamente  de  la  posesiĂłn  de  un  predio  o  de  una  casa  (deiectio)  .  En  el  derecho  clĂĄsico  eran  dos:  a)  ³GH YL FRWWLGLDQD´ y  b)  ³GH YL  DUPDWD´ segĂşn  que  el  despojo  hubiera  tenido  lugar  con  simple  violencia  o  a  mano  armada,  en  cuyo  caso  el  que  despojaba  debĂ­a  restituir  siempre  la  cosa  VLQ SRGHU RSRQHU OD Âłexceptio  vitio  possessioni´ DXQTXH HO GHVSRMDGR OD hubiera  tenido  bajo  la  relaciĂłn  de  ³YL´ Âłclam´ R Âłpraecario´ (Q HO GHUHFKR MXVWLQLDQHR HVWD Âłexceptio´ HV H[WHQGLGD D WRGR GHVSRMR \ ORV GRV LQWHUGLFWRV son  fundidos  en  un  único  interdicto.  Otros  interdictos  tutelaban  situaciones  particulares.  Entre  estos  H[LVWtDQ DOJXQRV OODPDGRV Âładipiscendae  possessionis´ TXH VHUYtDQ SDUD DGTXLULU OD SRVHVLyQ TXH QR VH KDEtD WHQLGR todavĂ­a,  como  para  las  cosas  sobre  las  cuales  se  hubiera  convenido  la  prenda  (interdictum  Salvianum).  AnĂĄlogamente  a  la  propiedad,  que  admitĂ­a  el  condominio,  en  la  posesiĂłn  se  admitĂ­a  la  coposesiĂłn,  esto  es:  que  varias  Personas  pudieran  tener  en  comĂşn  la  posesiĂłn  de  una  misma  cosa  por  partes  alĂ­cuotas  indivisas  Pero  determinadas  en  la  totalidad  (certa  pars  pro  indiviso).  En  suma;Íž  se  pone  en  relieve  que  la  posesiĂłn,  dada  su  estructura,  no  habrĂ­a  podido  existir  mĂĄs  que  sobre  cosas  corporales.  Sin  embargo,  en  el  derecho  clĂĄsico,  la  tutela  posesoria  es  extendida  al  ejercicio  de  hecho  del  usufructo  y  de  algunas  servidumbres.  En  estos  casos  se  hablaba  de  ³TXDVL SRVVHVVLR´ que,  sin  embargo,  era  todavĂ­a  concebida  como  posesiĂłn  de  las  cosas  al  finalizar  el  ejercicio  del  usufructo  o  de  la  servidumbre,  no  como  posesiĂłn  del  derecho  relativo.  Esta  nociĂłn  se  va  mĂĄs  adelante  alterando  en  la  edad  clĂĄsica  y  justinianea,  en  las  que  se  consideran  a  veces  como  objeto  de  posesiĂłn  WDPELpQ D ODV Âłres  incorporales´ HVWR HV D ORV GHUHFKRV possessio  iuris).  La  gĂŠnesis  y  los  lĂ­mites  de  esta  especial  figura  de  posesiĂłn  son  objeto  de  controversia.  Â

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      DERECHOS  DE  OBLIGACIONES    Concepto  de  ObligaciĂłn   La  obligaciĂłn  era  considerada  por  los  romanos  como  un  vĂ­nculo  jurĂ­dico  ³YtQFXOXP LXULV´  por  el  cual  una  Persona  era  constreĂąida  a  realizar  una  prestaciĂłn  a  favor  de  otra.  En  la  concepciĂłn  primitiva  este  vĂ­nculo  tenĂ­a  FDUiFWHU HIHFWLYR FRPR VH GHVSUHQGH QR VyOR \D GH OD SDODEUD Âłobligare´ GH Âłligare´ VLQR GH WRGD OD WHUPLQRORJtD FRUUHVSRQGLHQWH \ SULQFLSDOPHQWH GH OD IRUPD PiV DQWLJXD GH JDUDQWtD HO ´QH[XP´  que,  como  se  verĂĄ,  consistĂ­a  en  el  sometimiento  de  la  PeUVRQD ItVLFD GHO ´obligatus´ (VWH HUD OODPDGR Âłdebitor´ R WDPELpQ ÂłReus´ PLHQWUDV OD 3HUVRQD TXH WHQtD GHUHFKR D H[LJLU OD SUHVWDFLyQ OODPiEDVH Âłcreditor´   Se  discute  si  el  origen  de  las  obligaciones  debe  hallarse  en  la  responsabilidad  SHQDO Âłex  delicto´ R ELHQ FRPR SDUHFH PiV SUREDEOH HQ XQ DFXHUGR Âłex  contractu´ &RPR TXLHUD TXH VHD HV FLHUWR TXH HQ XQ SULQFLSLR \ SRU ODUJR WLHPSR HO Âłobligatus´ UHVSRQGtD FRQ OD SURSLD 3HUVRQD *UDGXDOPHQWH VH IXH  desarrollando,  sin  embargo,  una  concepciĂłn  patrimonial  de  la  obligaciĂłn,  hasta  que  se  reconoce  que  sĂłlo  el  patrimonio  constituĂ­a  la  garantĂ­a  del  crĂŠdito  ³bona  debitoris  non  corpus  obnoxium  esse´ \ TXH VyOR FRQWUD HO patrimonio,  ya  nunca  mĂĄs  contra  la  Persona,  debĂ­a  referirse  el  procedimiento  ejecutivo.  Esta  evoluciĂłn  se  habĂ­a  ya  realizado  al  final  de  la  repĂşblica  y  FRQRFLy HWDSDV DQWHULRUHV OD DEROLFLyQ GHO Âłnexum´ SRU OD /H[ 3RHWHOLD GHO aĂąo  326  a.  de  C.,  y  asĂ­,  pues,  la  introducciĂłn  de  la  venta  en  bloque  del  patrimonio  del  deudor  en  caso  de  incumplimiHQWR ÂłERQRUXP YHQGLWLR´).  Sin  embargo,  la  ejecuciĂłn  judicial  sobre  la  Persona  permanece  siempre  como  subsidiaria,  aun  en  el  derecho  justinianeo.   (O FRQFHSWR GH Âłobligatio´ VH PDQWXYR DVt SXHV SDUD VLJQLILFDU OD REOLJDFLyQ jurĂ­dica  que  recae  sobre  un  sujeto  y  sĂłlo  en  sentido  traslativo  es  usada  la  misma  palabra  para  indicar  el  deber  jurĂ­dico  al  cual  Êl  quedaba  obligado,  que  PiV SURSLDPHQWH VH OODPDED Âłdebitum´ (O GHUHFKR GHO DFUHHGRU VH LQGLFDED FRQ ODV SDODEUDV Âłcreditum´   135 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

La  obligaciĂłn  jurĂ­dica  se  actuaba  mediante  la  acciĂłn,  que  representaba  el  elemento  dinĂĄmico  y  la  posiciĂłn  avanzada  de  la  obligaciĂłn.  A  diferencia  de  OD ÂłActio  in  rem´ TXH WXWHODED ORV GHUHFKRV UHDOHV \ HUD FRQVLGHUDGD  ³HUJD RPQHV´ SDUD ODV REOLJDFLRQHV VH WHQtD XQD ÂłActio  in  Personam´ FRQWUD XQD Persona  determinada,  que  era  la  del  obligado.  /D QRFLyQ GH Âłobligatio´ SHUPDQHFH SRU ODUJR WLHPSR FLUFXQVFULWD D ODV VLQJXODUHV ILJXUDV GH ODV REOLJDFLRQHV WtSLFDV UHFRQRFLGDV SRU HO DQWLJXR ÂłIus   Civile´ \ WDQ VyOR SDUD pVWD ORV FOiVLFRV  con  un  rigorismo  estrecho,  hablaban  GH ÂłREOLJDWXV´  Sin  embargo,  asĂ­  como  junto  a  la  propiedad  quintana  el  pretor  GLR YLGD D DOJ~Q QXHYR WLSR GH SURSLHGDG FRPR IXH OD SURSLHGDG Âłin  bonis  habere´ R SURSLHGDG SUHWRULD DVt MXQWR D ODV REOLJDWLRQHV GH GHUHFKo  civil  el  mismo  pretor  va  poco  a  poco  reconociendo  y  protegiendo  una  serie  de  relaciones  en  las  cuales,  aun  no  existiendo  una  verdadera  y  propia  ³obligatio´ pO FRQFHGtD LJXDOPHQWH XQD ÂłActio´ QR \D FLYLO SHUR Vt honoraria.  AsĂ­,  pues,  estas  relaciones,  eQ ODV TXH QR H[LVWtD XQ Âłopertere´ VLQR WDQ VyOR XQD ÂłActio  teneri´ IXHURQ HQ ILQ FRQVLGHUDGDV FRPR ÂłREOLJDWLRQHV´  La  igualdad  es  completada  en  el  derecho  justinianeo,  donde,  sin  embargo,  precisamente  por  la  equiparaciĂłn  que  habĂ­a  tenido  lugar,  se  quiere  distinguir  ODV Âłobligationes  civiles´ GH ODV Âłobligationes  Praetoriae´ WHQLHQGR HQ cuenta  el  origen  histĂłrico  diverso,  el  cual  ya  habĂ­a  Perdido  toda  importancia  prĂĄctica.    Objeto  de  las  Obligaciones   Llamase  objeto  de  las  obligaciones  al  acto  que  el  deudor  debe  realizar  a  favor  del  acreedor  y  del  cual  Êste  puede  pretender  su  cumplimiento.  SegĂşn  el  HVTXHPD GH OD IyUPXOD GH OD DFFLyQ HVWH REMHWR SRGtD FRQVLVWLU HQ XQ Âłdare  RSRUWHUH´,  esto  es:  en  la  obligaciĂłn  de  transferir  la  propiedad  u  otro  derecho  sobre  XQD FRVD HQ XQ Âłfacere´ R Âłnon  facere  oportere´ HVWR HV HQ OD obligaciĂłn  de  cumplir  o  no  cumplir  cualquiera  otra  actividad  no  consistente  HQ XQ Âłdare´ \ HQ ILQ HQ XQ ´praestare  oportere´ GH Âłpraestare´ HVWDU garantizado),  que  indicaba  en  un  principio  la  garantĂ­a,  y  mĂĄs  tarde  la  UHVSRQVDELOLGDG SRU HO LQFXPSOLPLHQWR GH OD REOLJDFLyQ 'HVSXpV Âłpraestare´ fue  utilizado  tambiĂŠn  en  un  sentido  general  tanto  para  el  ³GDUH´ FXDQWR SDUD HO ÂłIacere´ GH GRQGH GHULYD HO WpUPLQR SDUD GHVLJQDU DO REMHWR GH OD obligaciĂłn.    Para  que  la  obligaciĂłn  fuese  vĂĄlida  la  prestaciĂłn  debĂ­a  tener  determinados  requisitos: Â

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IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

D ÂłEsse  possibilis´ PDWHULDO \ MXUtGLFDPHQWH HQ HO PRPHQWR HQ HO FXDO HUD contraĂ­da  la  obligaciĂłn;Íž  de  no  ser  asĂ­  Êsta  era  nula  (impossibilium  nulla  obligatio  est);Íž  la  imposibilidad  debĂ­a  ser  objetiva  y  absoluta.  b)  ³(VVH OLFLWD´ HVWR HV ÂłQRQ FRQWUD ERQRV PRUHV´  F ÂłEsse  determinata´ R GHWHUPLQDEOH HQ EDVH D HOHPHQWRV REMHWLYRVSUHYLVWRV desde  el  nacimiento  de  la  obligaciĂłn,  como  podĂ­a  ser  la  voluntad  (arbitrium)  de  un  tercero.  Por  lo  general  asĂ­,  pues,  no  podĂ­a  ser  dejada  a  lavoluntad  del  acreedor  o  del  deudor  la  determinaciĂłn  de  su  contenido,  salvo  en  algunos  negocios  para  los  cuales  se  admite  que  una  de  las  partes  pudiera  determinar  segĂşn  la  equidad.  d ÂłPresentar  un  interĂŠs´ SDUD HO DFUHHGRU YDORUDEOH HQ GLQHUR  Con  referencia  a  la  prestaciĂłn  las  obligaciones  podĂ­an  ser,  segĂşn  la  terminologĂ­a  de  los  intĂŠrpretes:  simples,  genĂŠricas,  alternativas,  divisibles  e  indivisibles.   Las  obligaciones  se  clasifican  en:  a)  Simples:  Eran  las  obligaciones  que  tenĂ­an  por  objeto  la  prestaciĂłn  de  una  cosa  individualmente  determinada  (species),  como  tal  esclavo  o  tal  fundo.  Si  la  cosa  perecĂ­a  por  caso  fortuito  antes  de  la  prestaciĂłn,  la  obligaciĂłn  se  extinguĂ­a  (Peremptione  rei  certae  debitor  liberatur).  b)  GenĂŠricas:  Eran  las  obligaciones  que  tenĂ­an  por  objeto  la  prestaciĂłn  de  una  cosa  determinada  tan  sĂłlo  en  el  gĂŠnero  (genus),  prescindiendo  de  su  individualidad,  como,  por  ejemplo,  un  esclavo  cualquiera  o  tambiĂŠn  una  cosa  fungible.  En  tal  caso  la  selecciĂłn  del  objeto  o  de  la  calidad,  si  no  habĂ­a  sido  por  otra  parte  convenida,  correspondĂ­a  al  deudor.  En  el  derecho  justinianeo  Êste  no  podĂ­a  dar  el  objeto  de  peor  calidad,  al  igual  que  si,  por  el  contrario,  la  elecciĂłn  correspondĂ­a  al  acreedor,  Êste  no  podĂ­a  exigir  la  mejor;Íž  asĂ­  que  se  mantuvo  el  criterio  de  la  especificaciĂłn  de  una  calidad  media.  Salvo  que  el  ³genus´ QR IXHVH PX\ UHVWULQJLGR YDOtD SDUD HVWDV REOLJDFLRQHV HO SULQFLSLR Âłgenus  perire  non  censetur´ DVt TXH OD SpUGLGD GH ODV Âłres´ REMHWR GH OD obligaciĂłn  no  libraba  al  deudor.  c)  Alternativas:  Eran  las  obligaciones  por  las  cuales  el  deudor  se  libraba  exigiendo  una  de  entre  dos  o  mĂĄs  prestaciones  determinadas  (plures  res  sunt  in  obligatione  una  tantum  in  solutione).  TambiĂŠn  aquĂ­,  por  lo  general,  si  no  habla  otra  cosa  convenida,  la  selecciĂłn  correspondĂ­a  al  deudor,  el  cual,  sin  HPEDUJR WHQtD HO GHUHFKR GH FDPELDUOD ÂłIus   variandi´ KDVWD HO PRPHQWR de  la  prestaciĂłn;Íž  si  correspondĂ­a  al  acreedor,  Êste  podĂ­a  cambiarla  hasta  el  PRPHQWR GH OD Âłlitis  contestatio  ³HQ HO GHUHFKR FOiVLFR \ D~Q GHVSXpV GH HOOD en  el  justinianeo;Íž  si  esta  remitida  a  un  tercero,  Êste  no  podĂ­a  ya  cambiar  la  selecciĂłn  hecha,  pero  hasta  que  no  hubiera  sucedido  la  obligaciĂłn  se  consideraba  como  condicionada  y  asĂ­,  pues,  se  extinguĂ­a  si  el  tercero  no  querĂ­a  o  no  podĂ­a  elegir.  Si  una  de  las  prestaciones  no  podĂ­a  llegar  a     137 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

realizarse,  la  obligaciĂłn  se  concentraba  sobre  las  otras  y  asĂ­,  pues,  quedaba  una  sola  obligaciĂłn,  se  hacĂ­a  simple;Íž  sin  embargo,  si  la  selecciĂłn  correspondĂ­a  al  deudor  Êste  podĂ­a,  en  el  derecho  justinianeo,  librarse  pagando  la  valĂ­a  de  la  prestaciĂłn  considerada  imposible  de  realizar.  Si  tambiĂŠn  la  última  llegaba  a  hacerse  imposible  por  la  misma  circunstancia  del  caso  fortuito  el  deudor  era  liberado;Íž  Pero  se  reconoce  al  acreedor  el  derecho  de  ser  resarcido  en  cualquier  momento  si  una  de  las  prestaciones  hubiese  llegado  a  ser  imposible  por  culpa  del  deudor.  De  la  obligaciĂłn  alternativa  ha  de  distinguirse  la  obligaciĂłn  simple  con  facultad  de  soluciĂłn  alternativa  en  la  cual  una  sola  prestaciĂłn  era  deducida  como  obligaciĂłn,  Pero  el  deudor  podĂ­a  liberarse  cumpliendo  otra.  e)  Divisibles:  Eran  las  obligaciones  en  las  cuales  la  prestaciĂłn  podĂ­a  ser  cumplida  por  partes.  Esto  sucedĂ­a  especialmente  en  las  obligaciones  FRQVLVWHQWHV HQ XQ ÂłGDUH´  salvo  que  se  tratase  de  la  constituciĂłn  de  una  servidumbre.  f)  Indivisibles:  La  distinciĂłn  entre  divisibles  e  indivisibles  tenĂ­a  gran  importancia  principalmente  cuando  existĂ­an  varios  acreedores  o  deudores  de  una  misma  obligaciĂłn,  como,  por  lo  general,  sucedĂ­a  por  la  divisiĂłn  ³LSVR MXUH´  de  los  crĂŠditos  y  dĂŠbitos  hereditarios  entre  varios  coherederos.  En  las  divisibles,  si  existĂ­an  varios  deudores,  cada  uno  se  libraba  cumpliendo  ³SUR SDUWH´  la  prestaciĂłn;Íž  y  si  existĂ­an  varios  acreedores,  cada  uno  no  podĂ­a  exigir  mĂĄs  allĂĄ  de  la  parte  que  le  correspondĂ­a.  En  las  indivisibles,  por  el  contrario,  cada  uno  de  los  acreedores  podĂ­a  exigir  a  cada  uno  de  los  deudores  el  total  cumplimiento  de  la  prestaciĂłn.    Sujetos  de  las  Obligaciones   En  toda  obligaciĂłn  se  dan  al  menos  dos  sujetos  contrapuestos:  el  deudor  y  el  acreedor.  Normalmente  tales  sujetos  eran  individualmente  y  para  siempre,  determinados  desde  el  momento  mismo  en  el  cual  nacĂ­a  el  vĂ­nculo;Íž  los  romanos,  en  efecto,  no  admitĂ­an  que  se  pudiera  tener  una  obligaciĂłn  sobre  sujeto  indeterminado  o  variable.  AsĂ­,  aun  cuando  la  determinaciĂłn  de  uno  de  los  sujetos  tuviera  lugar  en  un  momento  posterior,  en  realidad  era  desde  ese  momento  cuando  la  obligaciĂłn  se  consideraba  nacida.   Sin  embargo,  en  algunos  casos  extremos  la  determinaciĂłn  de  uno  de  los  sujetos  podĂ­a  depender  de  encontrarse  ellos  en  una  relaciĂłn  directa  con  una  FRVD REOLJDWLRQHV ÂłSURSWHU UHPϫ R FRQ XQD 3HUVRQD $Vt OD UHVSRQVDELOLGDG naciente  del  delito  privado  cRPHWLGR SRU XQ Âłfilius   familias´ R SRU XQ esclavo  (en  el  derecho  justinianeo  sĂłlo  por  Êste)  recaĂ­a  sobre  quien  tenĂ­a  la  potestad  en  ese  momento  en  el  cual  se  habĂ­a  realizado  la  acciĂłn  delictiva  (noxa  caput  sequitur);Íž  pero  si  el  considerado  responsable  no  querĂ­a  resarcir  el  138 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

GDxR SRGtD OLEHUDUVH FRQVLJQDQGR DO FXOSDEOH ÂłQR[DH GHGLWLR´).  AsĂ­,  la  ³Actio  quod  metus  causa´ SRGtD VHU HMHUFLWDGD FRQWUD FXDOTXLHUD TXH SRVH\HVH OD FRVD GDxDGD FRQ OD YLROHQFLD ÂłActio  in  rem  scriptam´ DVt OD obligaciĂłn  de  pagar  el  ³tributum´ HO Âłstipendio´ \ HO Âłvectigal´ LQFXPEtD D cualquier  poseedor  de  los  predios  gravados.  Una  misma  obligaciĂłn  podĂ­a  recaer  activa  o  pasivamente  sobre  varios  sujetos,  esto  es:  podĂ­an  ser  varios  los  deudores  o  los  acreedores.  SegĂşn  el  modo  por  el  cual  la  relaciĂłn  era  regulada  se  distinguĂ­an  las:  a)  Obligaciones  parciarias,  asĂ­  llamadas  por  los  intĂŠrpretes  porque  en  ellas  el  derecho  de  cada  uno  de  los  deudores  estaba  limitado  a  una  parte  (pro  parte,  pro  rata)  de  la  prestaciĂłn  total,  asĂ­  que  en  realidad  se  tenĂ­an  tantas  obligaciones  autĂłnomas  fraccionadas  cuantos  eran  los  acreedores  o  los  deudores,  lo  cual  exigĂ­a  la  divisibilidad  de  la  prestaciĂłn.  b)  Obligaciones  solidarias,  llamadas  asĂ­  por  los  intĂŠrpretes  porque  cada  uno  de  los  acreedores  tenĂ­a  el  derecho  de  exigir  a  cada  uno  de  los  deudores  la  prestaciĂłn  en  su  totalidad  (Ius   solidum).  Las  obligaciones  solidarias  son  subdivididas  por  los  intĂŠrpretes  en:  b.1)  Obligaciones  solidarias  cumulativas,  en  las  cuales  cada  uno  de  los  acreedores  podĂ­a  pretender  por  entero  la  prestaciĂłn  sin  que  el  pago  efectuado  a  uno  liberase  al  deudor  respecto  a  los  otros  acreedores,  por  lo  que  cada  uno  de  los  deudores  era  obligado  a  cumplir  la  prestaciĂłn  en  la  totalidad  sin  que  ello  liberase  a  los  otros  deudores.  Este  duro  rĂŠgimen  encontraba  aplicaciĂłn  especialmente  en  la  responsabilidad  por  delito  o  por  acto  ilĂ­cito.  Aunque  aquĂ­  existĂ­a  en  realidad  una  pluralidad  de  obligaciones  las  cuales,  antes  que  fraccionarse,  sin  embargo,  se  acumulaban.   b.2)  Obligaciones  solidarias  electivas,  llamadas  tambiĂŠn  obligaciones  correales  (de  co-­Reus  en  las  cuales  cada  uno  de  los  acreedores  podĂ­a  exigir  la  total  prestaciĂłn  (obligaciones  correales  activas),  y  cada  uno  de  los  deudores  era  obligado  a  ella  (obligaciones  correales  pasivas),  pero  que  una  vez  cumplida  la  prestaciĂłn  en  favor  de  uno  de  los  acreedores  o  bien  la  obligaciĂłn  por  uno  de  los  deudores,  se  extinguĂ­a  en  la  relaciĂłn  de  todos.  Se  tenĂ­a  asĂ­,  pues,  una  sola  obligaciĂłn  y.  una  sola  acciĂłn,  pero  cada  acreedor  podĂ­a  tomar  la  iniciativa  para  el  cumplimiento  de  la  obligatio  total  o  cada  uno  de  los  deudores  podĂ­a  extinguir  por  sĂ­  solo  la  total  obligaciĂłn.  La  correlaciĂłn  activa  y  pasiva  nacĂ­an  por  lo  general  de  un  contrato,  principalmente  de  la  ³stipulatio´ R SRU XQ OHJDGR GLVSXHVWR HQ IDYRU de  varios  beneficiarios  o  que  recaĂ­a  gravosamente  sobre  vados  herederos.  Todas  las  causas  extintivas  que  se  referĂ­an  al  objeto  de  la  obligaciĂłn  surtĂ­an  efecto  en  las  relaciones  de  todos  los  acreedores  o  deudores;Íž  si,  por  el  contrario,  la  extinciĂłn  iba  referida  hacia  uno  de  los  sujetos,  ello  no  perjudicaba  o  beneficiaba  a  los  otros.  Teniendo  cada  uno  derecho  u  obligaciĂłn  a  la  prestaciĂłn  total,  en  el  derecho  clĂĄsico  no  habĂ­a  posibilidad  de  resarcimiento  entre  los  coacreedores  y  los  codeudores,     139 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

salvo  que  Êste  naciera  de  la  relaciĂłn  preexistente  entre  los  sujetos  (mandato,  sociedad,  comunidad,  etc.).    $O ILQDO GHO V ,9 G GH & VH DGPLWH HO Âłbeneficium  cedendarum  Actionum´ esto  es,  que  el  deudor,  antes  de  extinguir  la  obligaciĂłn  podĂ­a  pretender  que  el  acreedor  le  cediese  la  acciĂłn  contra  los  otros  deudores.  En  el  derecho  justinianeo  una  serie  de  acciones  tutelĂł  a  los  codeudores  y  a  los  coacreedores  para  el  regreso  o  la  reparticiĂłn  y  se  acabĂł  por  admitir  el  ³EHQHILFLXP divisionis´ HV GHFLU TXH HO DFUHHGRU QR podĂ­a  pretender  de  cada  uno  de  los  codeudores  mĂĄs  que  una  parte  idĂŠntica,  con  lo  que  la  correlaciĂłn  pasiva  se  transformĂł  en  una  especie  de  mutua  garantĂ­a.   Fuentes  de  las  obligaciones   ³Causae  obligationum´ R HQ HO OHQJXDMH PRGHUQR IXHQWHV GH ODV obligaciones,  eran  los  hechos  jurĂ­dicos  de  los  cuales  el  derecho  hacĂ­a  depender  el  nacimiento  de  una  obligaciĂłn.  Eran  numerosas,  pero  dada  la  WLSLFLGDG GH ODV ÂłREOLJDWLRQHV´ no  infinitas.  Poco  a  poco  fueron  reconocidas  las  figuras  singulares  y  desde  el  final  de  la  edad  republicana  se  hace  una  primera  clasificaciĂłn,  por  la  cual  se  decĂ­a,  como  mĂĄs  tarde  enseùó  Gayo,  que  ODV REOLJDFLRQHV QDFtDQ Âłex  contractu´ R Âłex  delicto´ VHJ~Q TXH VH fundamentaran  sobre  un  acuerdo  reconocido  vĂĄlidamente  para  producir  un  vinculo  obligatorio  o  fuesen  producidas  por  un  hecho  ilĂ­cito,  por  el  cual  el  culpable  debĂ­a  pagar  una  pena  pecuniaria  a  quien  hubiera  sido  lesionado.   -XQWR D HVWDV GRV IXHQWHV IXQGDPHQWDOHV IXHURQ UHFRQRFLGDV Âłvariae  causarum  figurae´ TXH QR HQWUDEDQ HQ QLQJXQD  de  las  precedentes  categorĂ­as.  En  la  compilaciĂłn  justinianea,  ademĂĄs  de  esta  divisiĂłn  tripartita  de  Gayo,  se  encuentra  tambiĂŠn  una  cuatripartita  que  se  considera  de  origen  bizantino,  pero  que  encierra  notables  sĂ­ntomas  clĂĄsicos,  segĂşn  la  cual  las  obligaciones  QDFtDQ ÂłH[ FRQWUDFWX´ ÂłH[ GHOLFWR´ R ÂłH[ PDOHILFLR´ ÂłTXDVL H[ FRQWUDFWX´ \ ÂłTXDVL H[ GHOLFWR´ R ÂłTXDVL H[ PDOHILFLR %DMR HVWDV GRV ÂłTXDVL´ HVWR HV las  dos  últimas,  son  comprendidas  respectivamente  algunas  obligaciones  derivadas  de  una  relaciĂłn  lĂ­cita  que  podĂ­a  asemejarse  a  uno  de  los  contratos,  pero  sin  que  hubiera  existido  un  acuerdo;Íž  y  algunas  obligaciones  derivadas  de  un  hecho  ilĂ­cito  pero  que  no  entraban  en  la  consideraciĂłn  de  delitos,  pero  por  las  cuales  se  estaba  obligado  igualmente  a  pagar  una  pena  pecuniaria.   AdemĂĄs  de  estas  fuentes  existĂ­a  la  de  la  ley,  por  la  cual  podĂ­a  directamente  nacer  la  existencia  de  un  vĂ­nculo  obligatorio.  De  cada  una  de  las  cuatro  fuentes  tradicionales  hablaremos  particularmente  a  continuaciĂłn.  Por  ahora  140 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

basta  tener  presente  que  la  fuente  de  mĂĄs  importancia  y  al  mismo  tiempo  frecuente,  era  el  contrato.   Cumplimiento  de  las  obligaciones   El  cumplimiento   de  la  obligaciĂłn  consistĂ­a  en  la  exacta  ejecuciĂłn  de  la  prestaciĂłn.  En  cuanto  se  rompĂ­a  el  vĂ­nculo  se  decĂ­a  TXH KDEtD ÂłVROXWLR´  Si  no  tenĂ­a  carĂĄcter  Personal  la  ³VROXWLR´ SRGtD VHU UHDOL]DGD SRU XQ WHUFHUR SRU cuenta  del  deudor,  y  aunque  estuviese  incapacitado  o  no  lo  deseara  de  buen  grado.  DebĂ­a  ser  realizada  en  favor  del  acreedor  o  de  una  Persona  autorizada  por  Êste  o  por  la  ley.  Esta  Persona  podĂ­a  ser  designada,  desde  el  nacimiento  GH OD REOLJDFLyQ SRU FRQWUDWR HQ OD GREOH ILJXUD GHO Âładstipulator´ TXH UHVSHFWR DO GHXGRU HUD FRPR XQ DFUHHGRU DGMXQWR \ GHO Âładiectus  solutionis  causa´ XQ VLPSOH HMHFXWRU DXWRrizado.   La  prestaciĂłn  debĂ­a  ser  cumplida  integralmente  en  el  lugar,  en  el  tĂŠrmino  y  con  las  modalidades  establecidas.  Salvo  que  el  tĂŠrmino  fuese  puesto  en  interĂŠs  del  acreedor,  el  deudor  podĂ­a  anticiparlo.  Si  no  era  fijado  o  no  estaba  implĂ­cito  en  la  naturaleza  misma  de  la  obligaciĂłn  (por  ejemplo,  construir  un  edificio),  Êsta  debĂ­a  cumplirse  inmediatamente.  No  se  podĂ­a  constreĂąir  al  acreedor  a  aceptar  una  prestaciĂłn  parcial,  salvo  determinaciĂłn  judicial,  mil  el  deudor  podĂ­a,  sin  el  consentimiento  del  acreedor,  cumplir  una  prestaciĂłn  diversa  aunque  ella  fuese  de  mayor  valor.  En  el  derecho  clĂĄsico  se  discutĂ­a  si,  efectuada  con  el  consentimiento  del  acreedor,  se  extinguĂ­an  la  obligaciĂłn  ³ipso  iure´ 6DELQLDQL X Âłope  exceptionis´ 3URFXOH\DQRV -XVWLQLDQR DFRgiĂł  OD WHVLV VDELQLDQD \ DGPLWLy WDPELpQ XQD Âłdatio  in  solutum  necessaria´ SDUD cuando  el  deudor  tuviera  sĂłlo  bienes  inmuebles  que  no  conseguĂ­a  vender.  Desde  los  tiempos  de  Marco  Aurelio  y  principalmente  en  el  derecho  justinianeo,  el  heredero  podĂ­a  obtener  la  reducciĂłn,  con  el  consentimiento  de  la  mayorĂ­a  de  los  acreedores  determinado  por  el  valor  de  las  cuotas,  de  todas  las  deudas  heredadas  de  modo  proporcional  (pactum  quo  minus  solvatur).  A  algunos  deudores  (cuando  fuesen  socios,  padres  e  hijos,  prometientes  de  dotes,  militares,  etc.),  les  estaba  concedido  el  no  ser  obligados  a  pagar  mĂĄs  que  dentro  de  los  lĂ­mites  de  sus  posibilidades  (taxatio  in  id  quod  facere  potest (VWH OODPDGR Âłbeneficium  competentiae´ HV H[WHQGLGR SRU Justiniano.  En  nuevos  casos,  lo  cual  permite  por  otra  parte  la  deducciĂłn  de  aquello  que  era  necesario  para  el  sustento  del  deudor.  La  obligaciĂłn,  sin  embargo,  no  se  extinguĂ­a,  y  mejorando  las  condiciones  de  quien  se  habĂ­a  DSURYHFKDGR GHO Âłbeneficium´ HUD REOLJDGR D SDJDU HO UHVWR 6L el  deudor  tenĂ­a  mĂĄs  deudas  hacia  el  mismo  acreedor  le  correspondĂ­a  a  Êl  declarar  cuĂĄl  de  ellas  deseaba  extinguir  con  un  determinado  pago;Íž  faltando  su  indicaciĂłn,  el  acreedor,  no  obstante,  debĂ­a  limitarse  a  ciertos  criterios,  que  fueron  poco  a     141 Â


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poco  siendo  mĂĄs  rigurosos.  El  cumplimiento  se  probaba  a  travĂŠs  de  testigos  o  por  medio  de  los  recibos  dados  por  el  acreedor,  los  cuales  en  el  derecho  justinianeo  tenĂ­an  plena  eficacia  liberatoria  si  no  habĂ­an  sido  impugnados  en  HO SOD]R GH WUHLQWD GtDV FRQ OD Âłexceptio  QRQ QXPHUDWDH SHFXQLDH´    Incumplimiento  de  las  obligaciones   El  incumplimiento  de  una  obligaciĂłn  podĂ­a  verificarse  por  culpa  del  deudor  o  sin  ella.   Se  daba  el  segundo  caso  por  la  destrucciĂłn  de  la  cosa  o,  por  lo  general,  por  la  sobrevenida  imposibilidaG GH OD SUHVWDFLyQ GHELGD D XQD ÂłYLV PDLRU´ R Âłcasus  fortuitus´ HVWR HV FXDOTXLHU DFRQWHFLPLHQWR Âłcui  resisti  non  potest´ 6DOYR TXH VL HO GHXGRU QR KXELHVH YROXQWDULDPHQWH DVXPLGR HO ULHVJR de  la  obligaciĂłn  entonces  se  extinguĂ­a  (obligatio  resolvitur).  Si  por  el  FRQWUDULR HO LQFXPSOLPLHQWR HUD LPSXWDEOH DO GHXGRU ÂłPer  eum  Stare  quominus  praestet´ pO UHVSRQGtD HQ PHGLGD WDO VHJ~Q HO JUDGR GH VX responsabilidad  y  la  naturaleza  de  su  obligaciĂłn.   La  responsabilidad  existĂ­a  siempre  en  caso  de  dolo  al  cual  era  equiparada  la  ³FXOSD ODWD´  (magna  culpa  dolus  est),  Pero  a  menudo  se  respondĂ­a  tambiĂŠn  HQ FDVR GH FXOSD OHYH TXH SRGtD GDUPH SRU XQ DFWR SRVLWLYR Âłculpa  in  IDFLHQGR´ R WDPELpQ SRU RPLVLyQ Âłculpa  in  omittendo´ /D ÂłFXOSD ODWD´  era  una  extrema  negliJHQFLD ÂłLG HVW QRQ LQWHOOLJHUH TXRG RPQHV LQWHOLJXQW´ PLHQWUDV OD Âłculpa  levis´ FRQVLVWtD HQ QR XVDU OD IRUPDO GLOLJHQFLD GHO KRPEUH PHGLR FRQVLGHUDGR HQ DEVWUDFWR R FRPR GHFtDQ ORV URPDQRV GHO Âłdiligens  Paterfamilias´ (VWD GHWHUPLQDFLyQ GH ORV JUDGRV  de  culpa  fue  en  gran  parte  debida  a  Justiniano  que  introdujo  tambiĂŠn,  en  algunas  relaciones,  una  medida  GH FXOSD DWHQXDGD OODPDGD SRU ORV LQWpUSUHWHV Âłculpa  in  concreto´ SRUTXH era  comparada  a  la  diligencia  que  el  culpable  solĂ­a  usar  en  sus  cosas  (diligentia  quam  suĂ­s);Íž  en  contraposiciĂłn  a  ella  se  llama  ³FXOSD LQ DEVWUDFWR´ a  la  culpa  leve.  Por  lo  general  en  el  derecho  justinianeo,  si  la  obligaciĂłn  era  en  beneficio  exclusivo  del  deudor  o  de  ambos  contrayentes,  la  responsabilidad  se  extendĂ­a  hasta  la  culpa  leve  o  en  concreto;Íž  y  si  era  en  interĂŠs  sĂłlo  del  acreedor  quedaba  limitada   la  culpa  lata.  Del  dolo  no  sĂłlo  se  UHVSRQGtD VLHPSUH VLQR TXH HUD QXOR WDPELpQ HO Âłpactum  de  dolo  non  SUDHVWDQGR´  El  deudor  respondĂ­a  tambiĂŠn  del  hecho  ajeno  si  no  habĂ­a  elegidR FRQ GLOLJHQFLD FXOSD LQ HOLJHQGR R QR KDEtD YLJLODGR Âłculpa  in  Vigilando´ D ODV 3HUVRQDV GH ODV FXDOHV VH KDEtD YDOLGR SDUD HO cumplimiento  de  la  prestaciĂłn.   &RQ UHVSHFWR D OD ÂłFXVWRGLD´  esto  es,  la  responsabilidad  para  la  conservaciĂłn  de  las  cosas  que  debĂ­an  ser  restituidas,  el  deudor  respondĂ­a   independientemente  de  su  culpa  (responsabilidad  objetiva).  Una  142 Â


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consecuencia  de  la  responsabilidad  del  deudor  era  que  la  obligaciĂłn  se  SHUSHWXDED Âłquoties  culpa  intervenit  debitoris  perpetuam  obligationem´).  /D Âł3HUSHWXD REOLJDWLR´  significaba  que  el  acreedor,  aunque  hubiera  sido  considerada  imposible  la  prestaciĂłn,  podĂ­a  proceder  para  obtenerla  por  el  valor  de  ella  (aestimatio),  y  a  veces  por  su  interĂŠs  ³LG TXRG LQWHUHVW´).  En  el  derecho  justinianeo  el  resarcimiento  no  podĂ­a  ser  superior  del  doble  del  valor  de  la  prestaciĂłn  si  Êsta  en  verdad  no  dependĂ­a  del  delito.  Un  caso  particular  GH LQFXPSOLPLHQWR HUD OD ÂłPRUD´ HVWR HV OD GLODFLyQ YROXQWDULD GHO GHXGRU HQ el  cumplimiento  de  la  prestaciĂłn.  Para  que  sH GLHVH OD ÂłPRUD´ HUD QHFHVDULR no  sĂłlo  que  la  obligaciĂłn  fuese  vĂĄlida  y  exigible,  sino  tambiĂŠn  que  el  acreedor,  al  menos  en  el  derecho  justinianeo,  hubiese  intimidado  al  deudor  SDUD HO FXPSOLPLHQWR GH HOOD FRQ XQD Âłinterpellatio´ (VWD HQ DOJXQRV FDVRV no  era  necesaria,  como  en  las  obligaciones  por  delito  y  especialmente  para  ODV TXH WHQtDQ XQD IHFKD GHWHUPLQDGD ÂłDOLRV LQWHUSHOODW´  /D Âłmora´ SHUSHWXDED OD REOLJDFLyQ DVt SXHV VL OD FRVD FUHFtD QDWXUDOPHQWH despuĂŠs  de  la  mora,  el  deudor  quedaba  obligado  igualmente  a  la  prestaciĂłn,  salvo  que  probara  que  la  cosa  hubiera  perecido  igualmente  estando  en  posesiĂłn  del  acreedor.  De  no  ser  asĂ­,  se  veĂ­a  obligado  al  resarcimiento  del  GDxR FDXVDGR SRU OD ÂłPRUD´  y  de  los  frutos  producidos  por  la  cosa  ³SRVW PRUDP´.  LD ÂłPRUD´ FHVDED SXUJDWLR PRUDH FRQ HO RIUHFLPLHQWR GH TXH VH iba  a  realizar  la  prestaciĂłn  en  su  totalidad.  Al  igual  que  la  dilaciĂłn  del  deudor  ³PRUD LLL VROLHQGR´  SRGtD GDUVH XQD GLODFLyQ GHO DFUHHGRU Âłmora  in  DFFLSLHQGR´)  cuando  Êste,  sin  causa  justa,  se  negaba  a  aceptar  la  prestaciĂłn.  Desde  el  momento  de  la  oferta  el  peligro  de  la  pĂŠrdida  no  dolosa  de  la  cosa  recaĂ­a  sobre  el  acreedor  y  en  el  derecho  justinianeo  el  deudor  podĂ­a  liberarse  GH OD REOLJDFLyQ GHSRVLWDQGR OD FRVD Âłin  publico´   Entre  los  efectos  de  la  dilaciĂłn  del  deudor,  si  la  obligaciĂłn  tenĂ­a  por  objeto  una  suma  de  dinero,  existĂ­a  el  de  hacer  vencer  los  intereses  (usara),  que  habĂ­an  sido  establecidos  por  el  juez  (officio  iudicis).   En  el  derecho  clĂĄsico  HVWR VXFHGtD WDQ VyOR HQ ORV Âłiudicia  bonnae  fides´ \ OD WDVD OHJDO HUD GHO GRFH por  ciento,  reducido  al  seis  por  ciento  por  Justiniano,  que  por  otra  parte  SURKLELy HO DQDWRFLVPR HVWR HV HO LQWHUpV VREUH ORV LQWHUHVHV \ ODV Âłusurae´ que  sobrepasarĂĄn  el  total  del  capital.  Los  acreedores  insatisfechos  tenĂ­an  derecho  para  hacer  rescindir  los  actos  que  el  deudor  hubiera  realizado  en  fraude  de  sus  intereses.  Ello  podĂ­a  tener  lugar  en  el  derecho  clĂĄsico  con  dos  PHGLRV HO ÂłLQWHUGLFWXP IUDXGDWRULXP´  que  se  ejecutaba  contra  el  tercero  para  obligarle  a  restituir  cuanto  hubiese  adquirido  del  deudor,  si  estaba  FRPSOLFDGR HQ HO IUDXGH \ DFDVR XQD Âłrestitutio  in  integrum´ R ELHQ XQD  ³$FWLR LQ IDFWXP´ (Q HO GHUHFKR MXVWLQLDQHR HVWRV GLYHUVRV PHGLRV VH fundieron  en  una  sola  acciĂłn,  a  veces  indicada  con  el  nombre  de  "Actio  Pauliana´ GLULJLGD D OD UHVFLVLyQ GH ORV DFWRV IUDXGXOHQWRV SDUD ORV    143 Â


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acreedores.  Presupuestos  de  la  acciĂłn  eran:  el  ³FRQVLOLXP IUDXGLV´ HVWR HV que  el  deudor,  en  el  momento  en  el  cual  habĂ­a  cumplido  el  acto,  hubiera  estado  consciente  de  realizar  con  ello  algĂşn  perjuicio  a  sus  acreedores;Íž  el  ³eventum  damni´ TXH VH GDED FXDQGR KDELpQGRVH SURFHGLGR D OD YHQWD GH ORV ELHQHV GHO GHXGRU ÂłERQRUXP YHQGLWLR´  ellos  fueron  insuficientes  para  VDWLVIDFHU D WRGRV ORV DFUHHGRUHV \ OD Âłscientia  fraudis´ SRU SDUWH GHO adquirente,  no  necesaria,  sin  embargo,  cuando  el  acto  era  a  tĂ­tulo  gratuito.  La  acciĂłn  se  dirigĂ­a  sĂłlo  contra  el  adquirente  y  se  podĂ­a  ejercer  dentro  de  un  aĂąo  GH OD ÂłYHQGLWLR´  frente  a  sus  herederos  y  despuĂŠs  del  aĂąo  se  concedĂ­a,  sin  HPEDUJR XQD ÂłActio  in  factum´ HQ OD PHGLGD GHO HQULTXHFLPLHQWR    TransmisiĂłn  de  las  obligaciones   Por  su  naturaleza  de  vĂ­nculo  personal,  en  un  principio  las  obligaciones  eran  absolutamente  intransmisibles,  tanto  que  no  pasaban,  ni  activa  ni  pasivamente,  ni  tan  siquiera  a  los  herederos.  La  sucesiĂłn  hereditaria  en  las  deudas  y  en  los  crĂŠditos  es,  sin  embargĂł,  admitida,  en  la  mayor  parte  de  las  obligaciones,  en  una  Êpoca  muy  remota,  Pero  fuera  de  este  caso  no  era  posible,  en  el  sistema  del  ³,XV FLYLOH´  cambio  alguno  en  los  sujetos  de  la  relaciĂłn.    HabiĂŠndose  considerado  primordial  el  carĂĄcter  patrimonial  de  la  obligaciĂłn,  las  necesidades  del  comercio  hicieron  nacer  varios  medios  para  realizar  transferencias  del  crĂŠdito  de  un  sujeto  a  otro.  La  primera  de  ellas  es  la  ³delegatio´ HVWR HV OD HVWLSXODFLyQ HQWUH HO FHVLRQDULR \ HO GHXGRU FRQ autorizaciĂłn  del  acreedor  cedente.  El  objeto  de  la  obligaciĂłn  no  llega  a  variar  SHUR HO Âłvinculus  iuris´ SULPLWLYR VH H[WLQJXH \ QDFH RWUR SRU OR TXH formalmente  al  menos,  no  hay  cesiĂłn,  sino  extinciĂłn  de  una  obligaciĂłn  y  nacimiento  de  otra.   MĂĄs  prĂĄctico  era,  sin  embargo,  constituir  al  cesionario  procurador  por  cuenta  del  acreedor  con  la  intenciĂłn  de  que  Êl  ejercitase  el  derecho  de  Êste  en  su  propio  beneficio,  de  aqXt TXH HUD OODPDGR Âłprocurator  in  rem  suam´ 3HUR aun  este  procedimiento  tenĂ­a  sus  inconvenientes,  porque  como  titular  del  FUpGLWR KDVWD HO PRPHQWR GH OD ÂłOLWLV FRQWHVWDWLR´  quedaba  siempre  el  acreedor  cedente,  con  la  doble  consecuencia  de  que  entretanto,  si  se  recibĂ­a  directamente  el  pago  se  extinguĂ­a  el  mandato  por  Êl  conferido  al  cesionario;Íž  mandato  que  por  otra  parte  era  siempre  revocable.  Tutelando  la  posiciĂłn  del  cesionario  los  Emperadores  clĂĄsicos  y  Justiniano  mismo,  acabaron  con  hacer  de  este  procedimiento  un  autĂŠntico  instituto  autĂłnomo.  En  tal  momento  se  GLVSRQH TXH VL HO FHVLRQDULR OH KXELHUD KHFKR DO GHXGRU XQD Âłdenuntiatio´ GH la  cesiĂłn,  Êste  no  podĂ­a  ya  pagar  al  acreedor  cedente.  Por  otra  parte,  con  una  144 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

serie  de  acciones  se  asegurĂł  al  cesionario  la  realizaciĂłn  de  su  derecho  no  ya  VyOR FRPR SURFXUDGRU VLQR WDPELpQ FRPR HIHFWLYR WLWXODU GHO FUpGLWR ÂłActio  XWLOLV VXR QRPLQH´ .  Por  lo  general  se  podĂ­a  hacer  la  cesiĂłn  de  cualquier  crĂŠdito  y  Êsta  podĂ­a  tener  lugar  por  las  causas  mĂĄs  varias  (venta,  dote,  donaciĂłn,  etc.).  Si  era  hecha  a  tĂ­tulo  oneroso  el  cedente  respondĂ­a  de  la  existencia  del  crĂŠdito  (vertun  nomen)  pero  no,  sin  embargo,  de  su  cumplimiento  (bonun  nomen).  En  el  derecho  postclĂĄsico  y  justinianeo  para  impedir  las  vejaciones  se  prohibiĂł  la  ³cessio  in  potentiorem´ HVWR HV OD cesiĂłn  a  Personas  de  rango  mĂĄs  elevado  que  el  del  acreedor  originado;Íž  y  para  LPSHGLU ODV HVSHFXODFLRQHV GH ORV Âłredemptores  litium´ VH VDQFLRQy TXH HO deudor  no  fuese  obligado  a  pagar  al  cesionario  mĂĄs  de  cuanto  Êste  hubiera  dado  al  cedente.  ExistĂ­an  algunos  casos  de  cesiĂłn  obligatoria,  como  en  el  ya  recordado  de  la  cesiĂłn  de  las  acciones  en  las  obligaciones  correales.  En  cuanto  a  la  transmisiĂłn  de  las  deudas  podĂ­a  generalmente  realizarme  tan  sĂłlo  con  una  nueva  obligaciĂłn  asumida  por  parte  de  quien  fuese  a  hacerse  cargo  de  ella  (expromissio).    Llamase  causa  de  extinciĂłn  de  la  obligaciĂłn  a  cualquier  hecho  jurĂ­dico  por  el  cual  el  vĂ­nculo  pierde  su  fuerza  como  tal.  Algunas  causas  operaban,  anulando  directa  y  definitivamente  a  la  obligaciĂłn  con  todas  las  relaciones  accesorias;Íž  otras,  por  el  contrario,  fundamentadas  sobre  la  protecciĂłn  que  en  GHWHUPLQDGDV FLUFXQVWDQFLDV HO SUHWRU FRQFHGtD DO GHXGRU RSHUDEDQ Âłope  exceptionis´ /D GLVWLQFLyQ EDVDGD FRPR WDQWDV RWUDV VREUH HO dualismo  del  ³Ius   Civile  -­  Ius   Praetorium´ \ VREUH HO PHFDQLVPR GHO SURFHGLPLHQWR formulario,  no  tiene  valor  sustancial  en  el  derecho  justinianeo.  La  obligaciĂłn  se  extinguĂ­a  normalmente,  como  ya  hemos  visto,  por  el  cumplimiento.  En  el  derecho  quiritario  parece,  sin  embargo,  que  aĂşn  en  este  caso,  si  la  obligaciĂłn  habĂ­a  sido  constituida  por  un  contrato  solemne,  para  obtener  la  cesaciĂłn  del  vĂ­nculo  era  necesaria  una  anĂĄloga  e  inversa  solemnidad.   La  ³VROXWLR SHU DHV HW OLEUDP´ consistĂ­a  en  un  acto  formal  deO ÂłIus   Civile´ que  se  desarrollaba  con  el  mismo  rito  de  ³HPPDQFLSDWLR´ (O GHXGRU pronunciaba  una  fĂłrmula  por  la  cual  se  proclamaba  independiente  y  liberado  del  vĂ­nculo  y  golpeando  la  balanza  con  un  trozo  de  bronce  lo  consignaba  al  DFUHHGRU Âłveluti  solvendi  causa´ (Q XQ SULQFLSLR HUD XQ DFWR GH SDJR efectivo  por  cada  obligaciĂłn,  despuĂŠs  se  transformĂł  en  un  medio  formal  y  simbĂłlico,  aplicable  a  pocos  casos,  hasta  que  desapareciĂł  en  la  edad  postclĂĄsica.   La  ³DFFHSWDWLR´ GH Âłacceptum  ferre´ FRQVLGHUDU UHFibida),  consistĂ­a  en  una  respuesta  del  acreedor,  que  sobre  la  pregunta  del  deudor,  declaraba  el  haber  recibido  el  pago.  En  un  tiempo  sirviĂł  para  extinguir,  despuĂŠs  de  efectuado  el     145 Â


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SDJR ODV REOLJDFLRQHV FRQWUDtGDV Âłverbis´ 3HUR PiV WDUGH VH WUDQVIRUPy tDPELpQ HQ XQD Âłimaginaria  solutio´ OOHJDQGR D VHU XQ PHGLR IRUPDO GH UHPLVLyQ GH OD GHXGD WDQWR SDUD ORV FRQWUDWRV ÂłYHUEL´  cuanto,  mediante  una  anotaciĂłn  en  los  libros  de  contabilidad  del  acreedor,  para  los  contratos  ³OLWWHULV´  A  fin  de  que  pudiera  ser  empleada  tambiĂŠn  para  las  otras  REOLJDFLRQHV VH DFRVWXPEUDED D FDPELDU pVWDV HQ XQ FRQWUDWR ÂłYHUELV´  por  PHGLR GH XQD Âłstipulatio´ TXH IXH OODPDGD $TXLOLDQD SRU HO QRPEUH GHO jurista  republicano  Aquilio  Gayo  el  cual  fue  el  primero  en  sugerir  tal  procediPLHQWR (Q HO GHUHFKR MXVWLQLDQHR GHVDSDUHFLGD OD DQWLJXD Âłobligatio  OLWWHULV´  TXHGy VyOR OD ÂłDFFHSWLODWLR YHUELV´ $GHPiV GH pVWDV HO Âł,XV &LYLOH´ FRQRFtD RWUDV QXPHURVDV FDXVDV GH H[WLQFLyQ TXH RSHUDEDQ Âłipso  MXUH´ La  ³QRYDGR´ que  era  la  constituciĂłn,  mediante  un  contrato  formal,  de  una  nueva  relaciĂłn  de  obligaciĂłn  destinada  a  sustituir  y  anular  la  precedente  ³SULRULV GHELWL LQ DOLDP REOLJDWLRQHP WUDQVIXVLR DWTXH WUDQVODWLR´  La  nueva  obligaciĂłn  del  derecho  clĂĄsico  debĂ­a  tener  idĂŠntico  objeto  (idem  debitum);Íž  asĂ­,  pues,  el  nuevo  elemento  podĂ­a  consistir  en  el  cambio  de  la  modalidad  de  la  prestaciĂłn  o  en  el  cambio  de  la  Persona  del  acreedor  (delegatio)  o  del  deudor  (expromissio).  En  el  derecho  justinianeo  podĂ­a  realizarse  sĂłlo  por  la  ³stipulatio´ \ VH VXSHUy HO SULQFLSLR GHO Âłidem  debitum´ UHFRQRFLpQGRVH posible  el  cambio  aĂşn  del  objeto.  Para  juzgar  cuando  se  tenĂ­a  una  novaciĂłn  o  bien  la  constituciĂłn  de  una  nueva  y  diversa  obligaciĂłn,  nacida  junto  a  la  DQWLJXD HUD QHFHVDULD OD LQGDJDFLyQ VREUH HO Âłanimus  novandi´ HVWR HV OD intenciĂłn  de  las  partes,  que  con  Justiniano  debĂ­a  declararse  explĂ­citamente.  La  sobrevenida  imposibilidad  del  cumplimiento,  de  la  cual  el  caso  mĂĄs  comĂşn  era  la  destrucciĂłn  de  la  cosa  debida.  Para  que  la  obligaciĂłn  se  extinguiese  era  necesario,  sin  embargo,  que  la  imposibilidad  no  fuese  imputable  al  deudor,  ya  que  de  otra  forma  la  obligaciĂłn  se  mantenĂ­a.   /D ÂłFRQIXVVLR´ esto  es:  la  conjunciĂłn  en  la  misma  Persona,  generalmente  por  sucesiĂłn  hereditaria,  de  la  condiciĂłn  del  deudor  y  el  acreedor;Íž  el  ³FRQFXUVXV FDXVDULV´ que  se  daba  cuando  el  objeto  de  la  prestaciĂłn  consistĂ­a  en  una  cosa  individualmente  determinada  (species),  la  cual  entraba  en  el  dominio  del  acreedor  por  otra  causa.  En  el  derecho  justinianeo  la  extinciĂłn  fue  limitada  sĂłlo  a  las  causas  lucrativas,  esto  es,  a  aquellas  que  no  hubiesen  reportado  al  acreedor  onerosidad  alguna;Íž  en  otro  caso,  el  deudor  permanecĂ­a  REOLJDGR SRU HO YDORU GH OD FRVD ÂłDHVWLPDWLR´ HO ÂłFRQWUDFWXV FRQVHQVXV´ que  implicaba  la  voluntaria  rescisiĂłn  por  ambas  partes  de  un  contrato  consensual,  como  la  compraventa,  antes  de  que  hubiera  habido  ejecuciĂłn  (re  ad  hoc  integra);Ížla  ³&DSLWLV GHPLQXWLR´ GHO GHXGRU contra  la  cual,  sin  embargo,  el  pretor  concedĂ­a  al  acreedor  algunas  acciones  para  hacerle  posible  la  consecuciĂłn  de  su  derecho;Íž  la  muerte  de  uno  de  los  sujetos,  cuando  Êsta,  excepcionalmente,  extinguĂ­a  la  acciĂłn,  como  sucedĂ­a  principalmente  en  las  146 Â


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obligaciones  ³H[ GHOLFWR´ Oas  causas  especiales  de  extinciĂłn  inherentes  a  las  obligaciones.    En  el  derechR FOiVLFR H[LVWtD RWUD FDXVD GH H[WLQFLyQ Âłipso  iure´ TXH HUD OD ÂłOLWLV FRQWHVWDWLR´ que  determinaba  en  el  procedimiento  formulario  una  especie  de  novaciĂłn  de  la  relaciĂłn  deducida  en  juicio,  extinguiendo  la  antigua  obligaciĂłn,  cualquiera  que  ella  fuese,  y  haciendo  surgir  en  su  lugar  una  nueva,  consistente  en  el  deber  de  someterse  a  la  condena  del  juez,  sin  que  por  otra  parte  dejaran  de  ser  consideradas  las  garantĂ­as  de  la  antigua.  Perdido,  SRU HO FDPELR GHO SURFHGLPLHQWR HO FDUiFWHU IRUPDO GH OD Âłlitis  contestatio´ ĂŠsta  causa  de  extinciĂłn  desaparece  en  el  derecho  justinianeo.  Sin  embargo,  SRU pO HV FRQVLGHUDGD HQWUH ODV FDXVDV GH H[WLQFLyQ ÂłLSVR LXUH´  la  compensaciĂłn,  que  en  el  derecho  clĂĄsico,  mantenida  la  autonomĂ­a  de  cada  una  de  las  obligaciones,  en  el  procedimiento  formulario,  habĂ­a  sido  considerada  por  el  pretor  tan  sĂłlo  en  los  juicios  de  buena  fe  y  operaba  sĂłlo  en  FDVRV SDUWLFXODUHV SRU HMHPSOR SDUD ORV ÂłDUJHQWDULL´  es  decir,  en  las  relaciones  bancarias).   /D ÂłFRPSHQVDWLR´ consistĂ­a  en  un  ³GHELWL Ht  crediti  ínter  se  contributio´ TXH tenĂ­a  lugar  cuando  entre  dos  Personas  coexistĂ­an  relaciones  recĂ­procas  de  deuda  y  de  crĂŠdito,  por  lo  que  el  derecho  de  una  quedaba  un  tanto  neutralizado  por  lo  que  ella  debĂ­a  a  la  otra.  Para  que  la  compensaciĂłn  pudiera  oSHUDU Âłipso  jure´ HUD QHFHVDULR DGHPiV GH OD LGHQWLGDG GH ORV VXMHWRV OD validez  y  la  exigibilidad  de  los  respectivos  crĂŠditos  y  la  homogeneidad  de  las  prestaciones.  No  permitĂ­an  la  compensaciĂłn  las  obligaciones  nacidas  por  depĂłsito,  violencia,  hurto,  los  crĂŠditos  del  fisco  y  los  derivados  del  mutuo  o  legados  en  favor  de  los  municipios.  SĂ­  se  admitieron,  en  compensaciĂłn,  las  obligaciones  naturales.   /DV FDXVDV GH H[WLQFLyQ Âłope  exceptionis´ HUDQ QXPHURVDV \ VH UHIHUtDQ D ORV vicios  del  contrato  (exceptio  metus  e  doli)  o  a  institutos  especiales  (por  ejemplo,  exc.  sc.  Vellaeani,  exc.  sc.  Macedoniani,  exc.  rei  iudicatae,  etc.).    Entre  las  que  tenĂ­an  una  significaciĂłn  mĂĄs  singular  recordamos:  a)  El  ³SDFWXP GH QRQ SHWHQGR´ el  cual  consistĂ­a  en  un  acuerdo  entre  el  deudor  y  el  acreedor,  por  el  cual  este  último  se  obligaba  a  no  exigir  la  prestaciĂłn.  Era  un  modo  de  remisiĂłn  no  formal,  que  tenĂ­a  una  funciĂłn  DQiORJD D OD GH OD ÂłDFFHSWLODWLR´  GH OD FXDO QDFtD WDQ VyOR XQD ÂłH[FHSWLR´  ³H[FHSWLR SDFWL FRQYHQWL´).  En  el  derecho  justinianeo  se  denominaba  ³LQ UHP´  R ÂłLQ SHUVRQDP´  segĂşn  que  favoreciese  a  los  obligados  y  a  los  herederos  del  deudor  o  tan  sĂłlo  a  la  Persona  de  este  último.     147 Â


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b)  La  prescripciĂłn  treintenal  de  todas  las  acciones  sancionadas  por  Teodosio  II  y  acogidas  por  Justiniano.   GarantĂ­as  de  las  Obligaciones   Para  asegurar  el  cumplimiento  de  la  obligaciĂłn  o  para  reforzar  el  vĂ­nculo  podĂ­an  aĂąadirse  otras  relaciones  eventuales  y  accesorias,  que  los  intĂŠrpretes  llamaron  garantĂ­as  y  llegaron  a  distinguir  en  reales  y  personales.   Las  garantĂ­as  reales  eran;Íž  la  ³ILGXFLD´ HO ÂłSLJQXV´ \ OD ÂłK\SRWHFD´ de  las  cuales  ya  se  ha  tratado  al  hablar  de  los  derechos  reales.  Las  garantĂ­as  Personales  podĂ­an  ser  prestadas  por  el  mismo  deudor  o  por  un  tercero.  Las  garantĂ­as  Personales  prestadas  por  el  deudor  eran  las  arras,  la  clĂĄusula  penal,  el  juramento  y  la  constituciĂłn  del  dĂŠbito  propio.  Las  arras  (arrha  confirmatoria),  consistĂ­an  en  una  suma  de  dinero  o  un  objeto  que  el  deudor  consignaba  al  acreedor  obligĂĄndose  a  no  reclamarla  en  el  caso  de  incumplimiento.  ServĂ­an,  en  especial  en  la  compraventa,  para  ratificar  la  realizaciĂłn  del  contrato.  Al  deudor  incompetente  y  requirente  el  acreedor  SRGtD RSRQHU XQD Âłexceptio  pacti  conventi´ (Q HO GHUHFKR SRVFOiVLFR \ justinianeo,  por  la  influencia  oriental,  asume  carĂĄcter  de  penalidad  por  la  que  si  el  que  la  habĂ­a  recibido  no  deseaba  el  cumplimiento  a  su  vez  de  la  prestaciĂłn,  podĂ­a  liberarse  de  ella  restituyendo  el  doble  (arrha  poenitentialis).   La  clĂĄusula  penal,  consistĂ­a  en  un  acto  aĂąadido  a  un  negocio  de  buena  fe  o  en  una  estipulaciĂłn  (poenae  stipulatio),  con  la  cual  el  deudor  se  obligaba,  principalmente,  a  dar  una  suma  de  dinero  u  otro  objeto,  determinĂĄndose  asĂ­  preventivamente  la  medida  de  su  responsabilidad.  PodĂ­a  ser  aĂąadida  tambiĂŠn  a  una  disposiciĂłn  testamentaria.   El  juramento,  prestado  por  un  menor  de  veinticinco  aĂąos,  servĂ­a  como  garantĂ­a  accesoria  para  la  obligaciĂłn  contraĂ­da  por  Êl.  Si  no  cumplĂ­a,  despuĂŠs  de  haber  hecho  juramento,  caĂ­a  en  la  infamia  y  perdĂ­a  la  posibilidad  de  exigir  la  ³LQ LQWHJUXP UHVWLWXWLR´   El  ³FRQVWLWXWXP GHELWL SURSUL´ era  la  promesa  hecha  por  el  mismo  deudor  de  cumplir  segĂşn  nuevas  modalidades  una  prestaciĂłn  en  dinero  u  otra  cosa  fungible  ya  debida.  Esta  promesa,  extendida  por  Justiniano  a  cualquier  objeto  HUD WXWHODGD SRU XQD ÂłActio  de  pecunia  constituta´ D OD FXDO TXHGDED OLJDGD una  acciĂłn  penal  por  la  mitad  de  la  deuda.   Las  garantĂ­as  Personales  prestadas  por  un  tercero  (Ă­ntercessiones)  eran  de  148 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

diversos  tipos,  segĂşn  que  la  obligaciĂłn  del  tercero  sustituyera  a  la  del  deudor  HQ OD IRUPD \D YLVWD GH OD Âłexpromissio´ R ELHQ VH DFXPXODVH D OD GHO deudor,  ya  sea  por  medio  de  un  vĂ­nculo  solidario,  en  cuyo  caso  el  tercero  no  se  distinguĂ­a  de  un  comĂşn  codeudor,  ya  sea  por  medio  de  una  obligaciĂłn  independiente  y  subsidiaria.  Reenviando  a  cuanto  ya  se  ha  dicho  sobre  las  obligaciones  solidadas,  veamos  aquĂ­  las  garantĂ­as  Personales  subsidiarias  SUHVWDGDV SRU XQ WHUFHUR TXH HUDQ LQGHSHQGLHQWHV OD Âładpromissio´ HQ VXV WUHV IRUPDV GH Âłsponsio´ GH Âłpromissio´ \ Âłfideius  sio´ HO Âłconstitutum  debiti  Alieni´ \ HO PDQGDWR GH FUpGLWR /D ÂłVSRQVLR´ ÂłILGHSURPLVVLR´ y  ³ILGHLSURPLVVLR´ tenĂ­an  en  comĂşn  la  caracterĂ­stica  de  ser  obligaciones  FRQWUDtGDV ÂłYHUELV´  (mediante  una  interrogaciĂłn  oral  por  parte  del  acreedor  a  la  cual  correspondĂ­a  una  respuesta  tambiĂŠn  oral  del  fiador),  y  la  de  aĂąadirse  a  una  obligaciĂłn  precedente  del  deudor.  En  el  derecho  clĂĄsico  tenĂ­an  tambiĂŠn  diversidad  de  rĂŠgimen,  debido  a  la  mayor  antigĂźedad  de  las  dos  primeras.  Por  HMHPSOR OD Âłsponsio´ FRPR QHJRFLR VROHPQH GHO ÂłIus   Civile´ TXHGDED UHVHUYDGD VyOR SDUD ORV FLXGDGDQRV SRU RWUD SDUWH OD Âłfidepromissio´ SRGtD DxDGLUVH H[FOXVLYDPHQWH D XQD REOLJDFLyQ FRQWUDtGD Âłverbis´ TXH REOLJDED DO fiador  aunque  la  obligaciĂłn  principal  fuese  nula,  y  duraba  sĂłlo  dos  aĂąos  y  no  era  transmisible  ni  activa  ni  pasivamente,  a  los  herederos.   La  ³ILGHLXVVLR´ surge  posteriormente,  en  la  Êpoca  republicana,  y  acabĂł  por  suplantar  las  formas  precedentes,  llegando  a  ser  en  el  derecho  justinianeo  la  ~QLFD ILJXUD GH Âładpromissio´  (Q VX HYROXFLyQ OD Âłfideiussio´ WUDQVPLVLEOH D los  herederos  y  que  puede  garantizar  cualquier  obligaciĂłn,  consistĂ­a  en  una  asunciĂłn  total  o  parcial  de  la  obligatio  principal  por  parte  del  fiador.  En  un  principio  el  acreedor  podĂ­a  exigir  la  prestaciĂłn  indiferentemente  al  deudor  principal  o  al  fiador  y,  si  Êstos  eran  vados,  a  uno  cualquiera,  ya  que  todos  ellos  eran  considerados  solidariamente.  Al  fiador  no  le  competĂ­a  acciĂłn  alguna  de  regreso,  pudiendo  solamente,  si  era  llegado  el  caso,  actuar  con  la  acciĂłn  de  mandato  o  de  gestiĂłn  de  negocio.  A  continuaciĂłn  se  precisĂł  mejor  HO FDUiFWHU DFFHVRULR \ VXEVLGLDGR GH OD Âłfideiussio´ SRU OD FXDO VH UHVSRQGH solamente  en  el  caso  del  incumplimiento  de  la  obligaciĂłn  principal  y  por  la  parte  efectivamente  incumplida,  por  lo  que  el  acreedor  deberla  referirse  primero  contra  el  deudor  (benefici  excussionis),  y,  sĂłlo  en  el  caso  de  su  insolvencia  o  ausencia,  contra  el  fiador.  Se  introduce  por  otra  parte  el  ³EHQHILFLXP GLYLVLRQLV´ para  el  caso  de  que  existieran  mĂĄs  fiadores  solventes  entre  los  cuales  fuera  posible  fraccionar  lis  deuda.  Por  último,  con  el  ya  VHxDODGR Âłbeneficium  cedendarum  Actionum´ HO ILDGRU TXH SDJDED SRU cuenta  del  deudor  podĂ­a  hacerse  ceder  del  acreedor  la  acciĂłn  contra  el  obligado  principal.       149 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

El  ³FRQVWLWXWXP GHELWL $OLHQL´ era  anĂĄlogo  al  del  dĂŠbito  propio  y  consistĂ­a  en  un  pacto  por  el  cual  alguno  se  obligaba  a  pagar  una  deuda  ajena  en  el  momento  en  el  cual  se  cumplĂ­a  el  plazo,  segĂşn  nuevas  modalidades  que  lo  hacĂ­an  independiente  de  la  obligaciĂłn  principal  y  Êsta  no  se  consideraba  renovada.  La  obligaciĂłn  nueva  no  se  acumulaba  con  la  antigua  y  en  el  GHUHFKR MXVWLQLDQHR VH DSOLFy WDPELpQ D HVWH FDVR HO ÂłEHQHILFLXP GLYLVLRQLV´  TXH DVHPHMy HO ÂłFRQVWLWXWXP´ D OD Âłfideiussio´   El  ³PDQGDWXP SHFXQLDH FHGHQGDH´  llamado  por  los  intĂŠrpretes  ³PDQGDWR cualificado´ QR HUD PiV TXH XQ FDVR GH PDQGDWR D WUDYpV GHO FXDO HO ILDGRU  (mandante)  daba  encargo  al  acreedor  (mandatario),  de  dar  en  prĂŠstamo  una  suma  de  dinero  al  deudor.  Con  ello  el  acreedor  tenĂ­a  acciĂłn  tanto  contra  el  deudor  por  el  prĂŠstamo,  como  contra  el  fiador  por  el  mandato;Íž  asĂ­,  pues,  para  recobrar  su  prĂŠstamo,  podĂ­a  dirigirme  contra  uno  u  otro.  Con  la  extensiĂłn  WDPELpQ HQ HVWH FDVR GHO ÂłEHQHILFLXP H[FXVVLRQLV´  \ GHO Âłbeneficium  GLYLVLRQLV´  HO Âłmandato  cualiILFDGR´  acabĂł  en  el  derecho  justinianeo  por  DVHPHMDUVH D OD Âłfideiussio´ (Q WRUQR DO ILQDO GH OD HGDG LPSHULDO DXQ ODV PXMHUHV ÂłSui  iuris´ SRGtDQ OLEUHPHQWH SUHVWDU JDUDQWtD HQ IDYRU GH XQ WHUFHUR Pero  en  el  aĂąo  46  d.  de  C.  a  raĂ­z  del  senado-­consulto  Veleyano  que  les  SURKLEtD GH ÂłLQWHUFHGHUH SUR DOLLV´  esto  es,  de  garantizar  en  cualquier  modo  XQD GHXGD DMHQD SRGtDQ D WUDYpV GH XQD Âłexceptio  senatoconsulti  Velleani´ concedida  por  el  pretor,  paralizar  la  exigencia  del  garantizado,  con  lo  que  fue  prĂĄcticaPHQWH DQXODGD OD JDUDQWtD PLVPD -XVWLQLDQR GHFODUy QXODV Âłipso  iure´ las  intercesiones  de  las  mujeres  en  favor  del  marido  y  las  que  no  estuvieran  redactadas  en  instrumento  pĂşblico  firmado  por  tres  testigos;Íž  Pero  aun  en  tal  FDVR SRGtD VHU RSXHVWD OD ÂłexcepWLR´   Las  Obligaciones  del  Contrato   El  Contrato  En  General   El  contrato,  que  fue  acaso  la  fuente  originaria  de  las  obligaciones,  fue  siempre  la  figura  mĂĄs  importante  sobre  la  cual  se  elaborĂł  la  mayor  parte  de  la  doctrina.  La  nociĂłn  de  contrato,  no  definida  por  los  textos  romanos,  sufriĂł  desde  su  origen  hasta  el  derecho  justinianeo  una  progresiva  transformaciĂłn,  que  determinĂł  la  primacĂ­a  del  elemento  del  acuerdo  de  la  voluntad  (conventio),  respecto  al  elemento  de  la  forma  del  negocio  (negotium  contractum),  que  en  un  principio  y  por  largo  tiempo  fue  considerada  primordial.   7RGDYtD HQ HO GHUHFKR FOiVLFR ORV FRQWUDWRV HUDQ VyOR ORV SURSLRV GHO ÂłIus   Civile´ \ GHO Âł,XV JHQWLXP´  y  consistĂ­an  en  figuras  tĂ­picas,  cada  una  de  las  150 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

cuales  debĂ­a  responder  a  determinados  requisitos;Íž  por  otra  parte,  aun  siendo  el  acuerdo  de  la  voluntad  el  vĂ­nculo  obligatorio,  el  contrato  no  surgĂ­a  del  todo.  El  pretor  y  el  derecho  imperial,  sin  embargo,  reconocieron  cada  vez  PiV LQWHQVDPHQWH YDORU D ORV Âłpacta´ HVWR HV D ORV DFXHUGRV  no  revestidos  de  formalidades  que  estaban  privados  de  toda  eficacia  segĂşn  el  derecho  civil.  Por  otra  parte,  en  la  Êpoca  clĂĄsica  y  mĂĄs  intensamente  con  Justiniano,  junto  a  las  figuras  tĂ­picas  de  los  contratos  reconocidos  por  el  derecho  civil  fueron  admitidDV QXHYDV ILJXUDV DWtSLFDV OODPDGDV ÂłFRQWUDWRV LQQRPLQDGRV´  hasta  que  se  llega  a  admitir  en  la  prĂĄctica  que  de  cualquier  acuerdo  de  la  voluntad  por  una  causa  no  reprobada  por  el  derecho  pudiera  surgir  una  obligaciĂłn.  SegĂşn  que  de  la  relaciĂłn  naciera  un  vĂ­nculo  obligatorio  en  favor  de  una  sola  GH ODV SDUWHV R GH DPEDV ORV FRQWUDWRV VH GLVWLQJXtDQ HQ ÂłXQLODWHUDOHV´ como  HQ HO PXWXR \ ÂłELODWHUDOHV´ (o  sinalagmĂĄticos)  como  en  la  compraventa.  En  estos  últimos  cada  una  de  las  partes  era  al  mismo  tiempo  deudora  y  acreedora,  por  lo  que  nacĂ­an  acciones  reciprocas.   A  veces,  el  contrato  unilateral,  cuando  la  parte  acreedora  tiene  ella  misma  algunas  obligaciones,  se  llama  bilateral  imperfecto.  Por  otra  parte  se  distinguen  los  contratos  a  tĂ­tulo  oneroso  de  los  a  tĂ­tulo  gratuito,  segĂşn  que  la  causa  justificativa  del  contrato  estuviera  o  no  fundada  sobre  un  beneficio  de  ambos  contrayentes  o  de  uno  solo.  Todos  los  contratos  bilaterales  eran  a  tĂ­tulo  oneroso  y  todos  aquellos  a  tĂ­tulo  gratuito  eran  unilaterales,  Pero  no  siempre  sucedĂ­a  lo  contrario.  Algunos  contratos  son  llamados  por  Justiniano  ³contractus  bonae  fidei´ HQ FXDQWR OD DFFLyQ TXH ORV WXWHODED GDED YLGD HQ HO derecho  clĂĄsico  a  un  ³LXGLFLXP ERQDH ILGHL´ HQ HO FXDO HO MXH] YDORUDED OD relaciĂłn  segĂşn  los  principios  de  la  buena  fe  y  de  la  equidad,  teniendo  en  rigurosa  cuenta  el  comportamiento  de  las  partes  y  de  cualquier  circunstancia  TXH VH GLHUD DXQTXH pVWD IXHVH LUUHOHYDQWH SDUD HO ÂłIus   civile´ FRPR HO GROR de  alguno  de  los  contrayentes  o  la  existencia  de  pactos  aĂąadidos  a  la  relaciĂłn  principal.  Estaban  sometidos  a  este  rĂŠgimen  particular,  entre  los  contratos,  la  compraventa,  el  arrendamiento,  la  sociedad,  el  mandato,  el  depĂłsito,  el  comodato,  la  fiducia  y  los  contratos  innominados.  Sin  embargo,  la  cualificaciĂłn  no  tenĂ­a  gran  valor  prĂĄctico  ya  que  cualquier  acciĂłn  debĂ­a,  VHJ~Q HO GHUHFKR MXVWLQLDQHR VHU MX]JDGD ÂłH[ ERQR HW DHTXR´   /RV FRQWUDWRV TXH VHJ~Q HO GHUHFKR FOiVLFR HUDQ IXHQWHV GH ÂłREOLJDWLR´  se  dividĂ­an  en  cuatro  categorĂ­as:  D Âł9HUELV´ esto  es,  mediante  el  pronunciamiento  de  fĂłrmulas  solemnes.  (UDQ Âłcontratos  verbales´ HO  ³QH[XP´ la  ³VSRQVLR´ la  ³VWLSXODWLR´  la  ³GRWLV GLFWLR´ \ OD  ³SURPQLVVLR LXUDWD OLEHUWL´  E Âł/LWWHULV´ esto  es,  mediante  determinadas  formas  de  escritura.  Eran  ³FRQWUDWRV OLWHUDOHV´ HO Âłnomen  transcrĂ­pticium´ ORV Âłchirographa´ \ ORV     151 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

ÂłVLQJUDSKD´  F Âł5H´ HVWR HV PHGLDQWH OD HQWUHJD GH XQD FRVD (UDQ´FRQWUDWRV UHDOHV´ OD Âłfiducia´ HO Âłmutuo´ HO Âłcomodato´ HO ÂłdepĂłsito´ \ OD Âłprenda´  G Âł&RQVHQVXP´ esto  es,  mediante  un  acuerdo  de  las  voluntades  que  creaba  XQD REOLJDFLyQ ELODWHUDO (UDQ Âłcontratos  consensuales´ OD Âłcompraventa´ HO  ³arrendamiento´ OD Âłsociedad´ \ HO Âłmandato´   Tal  clasificaciĂłn  se  mantiene  en  el  derecho  justinianeo  y  asĂ­,  pues,  estudiaremos  individualmente  cada  una  de  estas  categorĂ­as  despuĂŠs  de  que  KDEOHPRV GH ORV Âłcontratos  innominados´ \ GH ORV Âłpacta´   Es  necesario,  sin  embargo,  determinar  algunas  acciones  sobre  los  contratos  en  favor  de  terceros  y  sobre  la  representaciĂłn  en  los  contratos.  El  carĂĄcter  Personal  del  vĂ­nculo  hacĂ­a  que,  por  lo  general,  fuese  nulo  el  contrato  en  favor  de  un  tercero  extraĂąo  al  negocio  (alteri  nemo  stipulari  potest).  SĂłlo  indirectamente  se  podĂ­a  constreĂąir  al  obligado  a  realizar  la  prestaciĂłn  en  favor  de  un  tercero  mediante  la  clĂĄusula  penal,  pero  el  tercero  no  tenĂ­a  derecho  alguno  ni  ninguna  acciĂłn.  Lo  mismo  sucedĂ­a  s  la  obligaciĂłn  debĂ­a  VXUWLU HIHFWR ÂłSRVW PRUWHP´  en  las  relaciones  de  los  herederos  de  las  partes  contrayentes  ³REOLJDWLR DE KHUHGLV 3HUVRQD LQFLSHUH QRQ SRWHVW´  Ya  en  el  derecho  clĂĄsico  y  mĂĄs  extensamente  en  el  derecho  justinianeo  se  admitieron,  sin  embargo,  algunas  excepciones,  especialmente  cuando  la  prestaciĂłn  en  favor  de  un  tercero  representaba  un  cierto  interĂŠs  para  el  otorgante  y  se  acabĂł,  por  otra  parte,  por  reconocer  la  validez  de  cualquier  contrato  en  favor  de  los  herederos.   En  cuanto  a  la  representaciĂłn,  ella  no  era  generalmente  admitida  en  el  derecho  clĂĄsico  mĂĄs  que  por  medio  de  los  hijos  y  los  esclavos  sometidos  a  la  ³Potestas´ GHO ÂłPaterfamiOLDV´  por  lo  que  ellos  adquirĂ­an  necesariamente  los  crĂŠditos  derivados  de  los  negocios  en  los  cuales  hubieran  intervenido,  pero  no  los  dĂŠbitos,  salvo  cuando  se  hubieran  obligado  en  los  negocios  de  terceros  en  ejecuciĂłn  de  una  orden  o  de  un  encargo  de  Êl  recibido  o  bien  en  los  lĂ­mites  del  peculio.  Para  estas  hipĂłtesis  el  pretor  va  creando  una  serie  de  acciones  TXH ORV LQWpUSUHWHV OODPDURQ´Actionis  adiecticiae  qualitatis´ FRQ ODV FXDOHV HO ÂłPater´ HUD REOLJDGR D UHVSRQGHU FXDQWDV YHFHV ODV GHXGDV FRQWUDtGDV,  por  los  que  estĂĄn  bajo  su  Patria  potestad,  derivaran  de  los  negocios  realizados  con  su  autorizaciĂłn  o  que  le  habĂ­an  proporcionado  beneficios.  AsĂ­,  pues,  en  medio  GH OD ÂłActio  quod  Ius´ HO Âł3DWHU´ UHVSRQGtD GH OD WRWDOLGDG GHO GpELWR LQ solidem)  siempre  que  hubiera  autorizado  al  tercero  a  contratar  con  el  hijo  o  el  HVFODYR LJXDOPHQWH UHVSRQGtD SRU OD ÂłActio  exercitoria´ SRU ODV GHXGDV contraĂ­das  por  el  hijo  o  por  el  esclavo  por  Êl  puestos  al  frente  de  un  negocio  PDUtWLPR R SRU OD ÂłActio  institoria´ VL D  ellos  les  habĂ­a  confiado  la  gestiĂłn  de  152 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

XQ QHJRFLR FRPHUFLDO (Q RWURV FDVRV VLQ HPEDUJR OD REOLJDFLyQ GHO Âł3DWHU´  quedaba  limitada  a  cierta  medida;Íž  asĂ­,  si  Êl  habĂ­a  concedido  al  hijo  o  al  HVFODYR XQ SHFXOLR UHVSRQGtD D WUDYpV GH OD ÂłActio  de  peculio´ Vylo  de  la  cuantĂ­a  de  Êste;Íž  si  mĂĄs  tarde  habĂ­a  consentido  que  del  peculio  se  hiciera  objeto  de  especulaciĂłn  comercial,  respondĂ­a  en  mayor  medida  a  travĂŠs  de  la  ³Actio  tributoria´ 3RU ~OWLPR FRQ OD Âł$FWLR GH LQ UHP YHUVR´ HO Âł3DWHU´ HUD llamado  a  responder  en  todos  los  otros  casos  en  los  cuales  su  patrimonio  se  hubiera  beneficiado  del  negocio  y  del  cual  la  deuda  derivaba  y  en  la  medida  del  enriquecimiento.  Sin  embargo,  las  exigencias  del  comercio  desde  la  Êpoca  clĂĄsica,  y  en  mayor  medida  a  continuaciĂłn,  hicieron  superar  el  SULQFLSLR ÂłPer  extraneam  Personam  nihil  adquirĂ­  potest´ SRU OR TXH GH XQ lado,  para  las  deudas,  se  extendieron  y  adaptaron  algunas  de  las  acciones  ya  recordadas  en  los  casos  de  representaciĂłn  cuando  fuera  realizada  Êsta  por  Personas  libres  \ DMHQDV DO QHJRFLR ÂłActio  quasi  institoria,  ad  instar  o  ad  H[HPSOXP LQVWLWRULDH´),  y  del  otro,  para  los  crĂŠditos,  se  admite,  especialmente  en  el  derecho  justinianeo,  que  la  Persona  en  nombre  de  la  cual  alguien  habĂ­a  negociado,  pudiera  dirigir  una  acciĂłn  hacia  los  terceros;Íž  sin  que  por  otra  parte  ni  para  los  dĂŠbitos,  ni  para  los  crĂŠditos,  llegaran  a  ser  desestimadas  las  acciones  en  contra  y  en  favor  del  representante.    Los  contratos  verbales   Elemento  esencial  y  constitutivo  de  los  contratos  verbales  era  el  SURQXQFLDPLHQWR GH ORV ÂłYHUED´  que  debĂ­an  ajustarse  a  los  esquemas  fijados  por  la  tradiciĂłn,  alterados  los  cuales  no  nacĂ­a  la  obligaciĂłn.  Se  formaban  PHGLDQWH XQD GHPDQGD \ XQD UHVSXHVWD ÂłH[ LQWHUURJDWLRQH HW UHVSRQVLRQH´),  o  por  una  declaraciĂłn  unilateral  (uno  loquente).  Todos  ellos  eran  formales  y  FRPSUHQGtDQ HO Âłnexum´ OD Âłsponsio´ OD Âłstipulatio´ OD Âłdotis  dictio´ \ OD Âłpromissione  iurata  liberti´  .  (O ÂłQH[XP´ era  la  forma  mĂĄs  antigua  de  contrato,  que,  como  va  se  ha  visto,  consistĂ­a  en  el  sometimiento  de  la  Persona  del  deudor  o  de  uno  de  los  ³filiifamilias´ DO DFUHHGRU SRU PHGLR GH XQD IyUPXOD VROHPQH SURQXQFLDGD HQ HO FXUVR GH XQ DFWR Âł3HU DHV HW OLEUDP´  DQiORJR D OD Âłmancipatio´ VL ELHQ QR se  identificaba  plenamente  con  ella.  ServĂ­a  como  garantĂ­a  de  un  prĂŠstamo  y  KDVWD TXH pVWH QR VH KXELHUD H[WLQJXLGR R QR KXELHUD LQWHUYHQLGR OD Âłsolutio  3HU DHV HW OLEUDP´ HO ÂłREOLJDWXV´  permanecĂ­a  en  idĂŠntica  condiciĂłn  a  la  del  esclavo  y  el  acreedor  podĂ­a  tenerlo  encadenado  o  hacerle  trabajar  para  su  propio  beneficio.  Abolido  el  sometimiento  o  enajenaciĂłn  Personal  con  la  ³/H[ 3RHWHOLD´ GHO DxR D GH & HO Âłnexum´ GHFDH UiSLGDPHQWH KDVWD llegar  a  desaparecer  del  todo  aun  en  su  funciĂłn  de  contrato.      153 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

/D ÂłVSRQVLR´ \ OD ÂłVWLSXODWLR´ pueden  considerarme  como  formas  diversas  GH XQ ~QLFR LQVWLWXWR &RPR HO ÂłQH[XP´  tambiĂŠn  la  ³VSRQVLR´  era  antiquĂ­sima  y  en  un  principio  acaso  tenĂ­a  sĂłlo  una  funciĂłn  de  garantĂ­a.  Como  LQVWLWXWR GHO ÂłIus  civile´ TXHGDED UHVHUYDGR WDQ VyOR D ORV FLXGDGDQRV ConsistĂ­a  en  una  demanda  del  futuro  acreedor  (por  ejemplo ÂłFHQWXP GDUH VSRQGHR´ D OD FXDO HO IXWXUR GHXGRU UHVSRQGtD ÂłVSRQGHR´  Habiendo  tenido  lugar  la  pronunciaciĂłn  de  la  palabra  el  vĂ­nculo  obligatorio  quedaba  constituido;Íž  pero  el  rigor  formalista  era  de  tal  naturaleza  que  ningĂşn  otro  verbo  podĂ­a  ser  utilizado  eficazmente.  Ya  en  la  remota  edad  republicana  se  DVHPHMy D HOOD OD Âłstipulatio´ TXH LQWURGXFLGD Âłjure  gentium´ \ DVt SXHV DFFHVLEOH WDPELpQ D ORV Âł3HUHJULQL´  y  no  llegada  a  un  rigorismo  tan  estrecho,  acabĂł  por  sustituirla  casi  enteramente.   /D Âłstipulatio´ VH H[WLHQGH \ VH KDFH HQ HIHFWR HQ WRGR HO PXQGR URPDQR OD forma  mĂĄs  general  y  difundida  del  contrato;Íž  era  susceptible  de  diversas  aplicaciones,  ya  sea  para  la  garantĂ­a  y  tutela  de  las  diferentes  relaciones,  ya  sea  en  el  derecho  pretorio  y  justinianeo,  para  la  constituciĂłn  de  derechos  reales  como  las  servidumbres,  el  usufructo  y  el  uso.  Cualquier  verbo  podĂ­a  VHU XVDGR HQ OD Âłstipulatio´ HMHPSOR Âłdebis"´ ÂłGDER´ ²  ³IDFLHV"´  ³IDFLDP´  ²  ³SURPLWWLV"´ ÂłSURPLWWR´  ²³ILGHLXEHV"´  ³fideiubeo´ \ HVWDED SHUPLWLGR DXQ HO HPSOHR GH OD OHQJXD JULHJD /D HVWUXFWXUD GH OD ÂłVWLSXODWLR´ H[LJtD OD SUHVHQFLD GHO LQWHUURJDQWH ÂłVWLSXODWRU 5HXV VWLSXODQGL´)  que  OOHJDED D VHU DFUHHGRU \ GHO UHVSRQGHQWH Âłpromissor,  Reus  promittendL´)  que  llegaba  a  ser  deudor;Íž  por  otra  parte,  dada  la  oralidad,  no  podĂ­a  ser  realizada  por  quien  no  podĂ­a  hablar  u  oĂ­r  (mudos,  sordos),  o  por  quien  no  estuviera  en  grado  de  entender  como  los  dementes  y  los  menores  de  edad.  Pregunta  y  respuesta  debĂ­an  especificarse  sin  interrupciĂłn  de  tiempo  ³FRQWLQXXV DFWXV´)  y  debĂ­an  ser  perfectamente  congruentes,  sin  divergencia  de  forma  ni  sustancia  ya  que  si  no  era  nulo  todo  el  acto.  En  el  derecho  clĂĄsico,  sin  embargo,  el  consentimiento  llegĂł  a  tomar  mayor  relieve  que  la  ³sollemnia  verba´ \ DVt SXHV HO IRUPDOLVPR VH IXH DWHQXDQGR KDVWD TXH HQ el  derecho  post-­FOiVLFR \ MXVWLQLDQHR VH DGPLWLy TXH OD ÂłVWLSXODWLR´  podĂ­a  ser  KHFKD ÂłTXDOLEXVFXPTXH YHUELV´  igualmente  no  solemnes  y  que  valiera,  en  caso  de  discrepancia  sustancial  entre  la  pregunta  y  la  respuesta,  la  parte  de  la  declaraciĂłn  que  podĂ­a  salvarse.   A  este  progresivo  relajamiento  de  la  forma  solemne  cooperĂł  en  mucho  el  uso  difundido  desde  el  final  de  la  repĂşblica,  de  acompaĂąar  la  estipulaciĂłn  oral  con  un  documento  escrito  (instrumentum),  que  sirviese  de  prueba.  Tal  documento  no  deberĂ­a  de  haber  tenido  valor  alguno  cuando  hubiera  faltado  la  efectiva  pronunciaciĂłn  de  las  palabras;Íž  Pero,  por  otra  parte,  se  fue  admitiendo  gradualmente  que  salvo  casos  excepcionales  Êl  diera  absoluta  fe  154 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

de  la  estipulaciĂłn  realizada.  A  ello  se  llegĂł,  sin  embargo,  tan  sĂłlo  en  la  edad  SRVWFOiVLFD /D ÂłVWLSXODWLR´  cuando  tenĂ­a  por  objeto  una  suma  de  dinero  (certa  pecunia)  u  otra  cosa  determinada  (certa  res VH GHQRPLQDED ÂłFHUWD´  Pero  si  faltaba  Êsta  determinaciĂłn  o  por  el  contrario  la  prestaciĂłn  consistĂ­a  en  XQ Âłfacere´ VH GHQRPLQDED Âłincerta´ (VWR WUDMR XQD GLYHUVLILFDFLyQ HQ ODV DFFLRQHV TXH VXUJtDQ OODPDGDV UHVSHFWLYDPHQWH Âłcondictio  certae  pecuniae´ \ ÂłFRQGLFWLR FHUWDH UHL´  SDUD OD ÂłstipuODWLR FHUWD´  \ Âł$FWLR H[ VWLSXODWX´  para  OD Âłincerta´   Dado  el  carĂĄcter  formalista  de  la  ³VWLSXODWLR´ HO YtQFXOR REOLJDWRULR QDFtD FRQ la  pronunciaciĂłn  de  las  palabras  independientemente  de  la  causa.  En  tal  sentido  era  un  negocio  abstracto;Íž  sin  embargo,  FRQ OD Âłexceptio  non  QXPHUDWDH SHFXQLDH´ cuando  el  prometiente  se  habĂ­a  obligado  sin  que  GHVSXpV HO RWRUJDQWH OH KXELHVH GDGR OD VXPD HQ SUpVWDPR \ FRQ OD Âłexceptio  dolis´ HQ FXDOTXLHU RWUR FDVR HO GHXGRU FRQYHQLGR SRGtD SDUDOL]DU OD exigencia  del  acreedoU TXH TXLVLHUD KDFHU YDOHU XQD ÂłVWLSXODWLR´  carente  de  justo  tĂ­tulo  o  que  tenĂ­a  un  tĂ­tulo  inmoral.   &RPR DSOLFDFLRQHV SDUWLFXODUHV GH OD ÂłVWLSXODWLR´  nos  encontraremos:  la  ³ILGHSURPLVVLR´  OD Âłfideiussio´ OD ÂłGRWLV SURPLVVLR´  OD Âłstipulatio  poenae´ y  la  ³VWLSXODWLR $TXLOLDQD´  etc.  Se  hace  necesario  distinguir  las  estipulaciones  convencionales,  libremente  realizadas  por  las  partes,  y  las  necesarias,  porque  eran  propuestas  por  el  pretor  o  por  el  juez  como  garantĂ­a  contra  los  daĂąos  y  las  Perturbaciones,  llaPDGDV SRU HOOR Âłstipulationes  cautionales´ R Âłcautiones´ FRPR OD Âłcautio  usufructuaria´ OD Âłcautio  damni  infecti´ OD Âłcautio  de  amplius   non  turbando´ HWF   La  ³GRWLV GLFWLR´ HUD XQD SURPHVD RUDO \ VROHPQH GH GRWH ÂłXQR ORTXHQWH´  hecha  al  marido  por  OD PXMHU ÂłSui  iuris´ R ELHQ SRU HO SDGUH SRU HO DEXHOR Paterno  o  por  el  deudor  de  Êl.  ExigĂ­a  el  uso  de  palabras  determinadas  y  podĂ­a  usarse  para  cosas  muebles  o  inmuebles  sin  que,  por  otro  lado,  se  conozca  bien  cuĂĄles  fueron  todos  sus  efectos.  Pierde  vigencia  con  las  otras  formas  solemnes  en  la  edad  postclĂĄsica  y  desaparece  en  el  derecho  justinianeo,  en  el  FXDO SHUPDQHFLy VyOR HO QHJRFLR QR IRUPDO GHO Âłtractum  dotis´    /D ÂłSURPLVVLR LXUDWD OLEHUWLPÂś era  el  único  caso  por  el  cual,  por  la  supervivencia  del  antiguo  derecho  sagrado,  surgĂ­a  por  el  juramento  una  obligaciĂłn  civil.  ConsistĂ­a  en  una  promesa,  confirmada  por  el  juramento,  con  la  cual  el  liberto  se  obligaba,  ³XQR ORTXHQWH´ KDFLD HO VHxRU SDUD UHDOL]DU obras  y  entregar  dones  por  la  manumisiĂłn  recibida.       155 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

Los  Contratos  Literales   En  los  contratos  literales  el  elemento  esencial  y  constitutivo  de  la  obligaciĂłn  era  la  redacciĂłn  de  una  escritura.  Se  consideraban  en  esta  categorĂ­a,  en  el  derecho  clĂĄsico,  el  ³QRPHQ WUDQVFULSWLFLXP´ ORV ÂłFKLURJUDSKD´ \ ORV ÂłVLQJUDSKD´  en  lugar  de  los  cuales  en  el  derecho  justinianeo  se  encuentra  indirectamente  reconocida  una  hipĂłtesis  de  obligaciĂłn:  ³VFULSWXUD´   (O ÂłWUDQVFULSWLFLXP´ consistĂ­a  en  un  registro  del  crĂŠdito  hecho  por  el  acreedor  en  su  libro  de  entradas  y  salidas  (Codex  accepti  et  expensi).  Para  TXH IXHVH XQD Âłobligatio  litteris´ \ QR XQD VLPSOH DQRWDFLyQ GH XQD obligaciĂłn  preexistente  de  cualquier  otra  forma  contraĂ­da,  era  necesario  que  el  cambio  de  la  causa  (transcriptio  a  re  in  Personam)  o  de  la  Persona  del  dHXGRU Âłtranscriptio  a  Persona  in  Personam´ WUDMHVH FRQVLJR XQD QXHYD obligaciĂłn.  Reservada  generalmente  sĂłlo  a  los  ³FLYHV´  podĂ­a  tener  por  objeto  exclusivamente  una  suma  de  dinero  y  no  admitĂ­a  condiciĂłn  alguna.  Existen  muchas  inseguridades  sobre  el  funcionamiento  y  la  estructura  de  tal  instituto,  el  cual  desaparece  completamente  hacia  el  final  de  la  edad  clĂĄsica.   ³&KLURJUDSKD´ \ ÂłVLQJUDSKD´ eran  las  formas  de  las  obligaciones  literales  propias  de  los  Peregrinos.  ConsistĂ­an  en  una  testificaciĂłn  de  la  deuda  redactada  respectivamente  en  un  ejemplar  único  firmado  por  el  deudor,  o  en  un  ejemplar  doble  firmado  por  ambas  partes.  Tal  testificaciĂłn,  siempre  que  no  hubiera  sido  hecha  una  ³VWLSXODWLR´ WHQtD YDORU FRQVWLWXWLYR LQGHSHQGLHQWH  TambiĂŠn  estas  formas  de  ³obligatio  litteris´ GHVDSDUHFLHURQ HQ OD HGDG postclĂĄsica,  en  la  que  por  otro  lado,  el  documento  testificador  de  la  estipulaciĂłn  realizada  tiende  a  desvincularse  mĂĄs  y  mĂĄs  de  la  efectividad  del  acto.  En  el  derecho  justinianeo,  en  lugar  de  las  antiguas  obligaciones  ³litteris´ VH HQFXHQWUD WDQ VyOR XQD REOLJDFLyQ JHQpULFD Âłscriptura´ TXH nacĂ­a  siempre  que  alguno  se  hubiera  declarado  por  escrito  deudor  de  una  suma  no  recibida  y  no  hubiera,  dentro  de  los  dos  aĂąos,  impugnado  la  validez  de  la  obligaciĂłn  con  la  ³TXHUHOOD QRQ QXPHUDWDH SHFXQLDH´   Los  Contratos  Reales   Elemento  esencial  de  los  contratos  reales  era  la  entrega  de  una  cosa  al  deudor,  el  cual  estaba  obligado  a  restituirla.  El  hecho  constitutivo  de  la  obligaciĂłn  era  precisamente  el  paso  de  la  cosa  del  acreedor  al  deudor,  con  los  diferentes  efectos  segĂşn  el  tipo  de  contrato,  pero  siempre  con  el  acuerdo  para  la  restituciĂłn,  aunque,  sin  embargo,  Êsta  podĂ­a  quedar  subordinada  en  algunos  casos  a  que  se  dieran  determinadas  circunstancias.  Se  consideraban  156 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

comR FRQWUDWRV UHDOHV OD ÂłIiducia´ HO Âłmutuo´ HO ÂłFRPRGDWR´ HO ÂłdepĂłsito´ \ OD ÂłSUHQGD´   En  la  ³ILGXFLD´ una  parte  transmitĂ­a  a  la  otra,  a  travĂŠs  de  la  forma  de  laÂłPDQFLSDWLR´ R GH OD ÂłLQ LXUH FHVVLR´  la  propiedad  de  una  cosa,  con  la  obligaciĂłn  de  que  Êsta  debĂ­a  ser  transferida  al  transmitente  al  realizarse  determinadas  circunstancias  o  que  debĂ­a  ser  utilizada  para  un  fin  especĂ­fico.  Tal  negocio  tuvo  en  un  principio  una  gran  aplicaciĂłn  para  los  fines  mĂĄs  diversos,  aĂşn  fuera  de  las  relaciones  patrimoniales,  como  era  por  ejemplo  para  la  tutela  y  la  adquisiciĂłn  de  la  ³PDQXV´ VREUH OD PXMHU (Q HO FDPSR SDWULPRQLDO VH GLVWLQJXtD OD ÂłILGXFLD FXP FUHGLWRUH SLJQRULV LXUH´  para  FRQVWLWXLU XQD JDUDQWtD UHDO \ OD ÂłILGXFLD FXP DPLFR´  a  tĂ­tulo  de  depĂłsito,  comodato,  etc.  Del  ³SDFWXP ILGXFLDH´ QDFtD HQ IDYRU GHO FRQVWLWX\HQWH XQD Âł$FWLR ILGXFLDH´  que  llega  a  ser  civil  y  era  infamante.  ServĂ­a  para  obtener  la  restituciĂłn  de  la  cosa  (salvo  que  no  se  hubiera  transmitido  al  esclavo  con  la  ³fiducia´ VLQR TXH KXELHUD VLGR  manumitido)  y  contra  toda  violaciĂłn  del  SDFWR /D ÂłILGXFLD´  desaparece  en  la  edad  postclĂĄsica  cuando  pierden  importancia  las  formas  solemnes  de  transferencia  de  la  propiedad.   El  (mutuum),  era  el  contrato  real  por  el  cual  una  de  las  partes  (mutuante,  mutuo  dans)  consignaba  a  la  otra  (mutuario,  mutuo  accipiens)  una  determinada  cantidad  de  dinero  y  otras  cosas  fungibles,  transfiriendo  la  propiedad  y  con  acuerdo  de  que  le  debĂ­a  ser  restituida  una  cantidad  igual  en  gĂŠnero  y  calidad  .El  mutuo  requerĂ­a  la  efectiva  transferencia  de  la  propiedad  y  asĂ­,  pues,  el  mutuante  debĂ­a  ser  propietario  de  la  cosa  objeto  del  mutuo,  pero  no  era  necesario  la  entrega  directa  ya  que  bastaba  que  ella  fuese  puesta  a  disposiciĂłn  del  mutuario.  Por  otra  parte  la  ³GDWLR´ GHEtD IXQGDPHQWarse  sobre  la  concorde  voluntad  de  las  partes  para  constituir  el  mutuo,  de  tal  ferina  que  Êste  no  nacĂ­a  si  existĂ­a  algĂşn  equĂ­voco  sobre  la  causa  de  la  transferencia.   Dada  la  naturaleza  del  contrato  el  mutuo  podĂ­a  constituirse  sĂłlo  sobre  cosas  fungibles  y  era  absolutamente  unilateral,  porque  la  obligaciĂłn  gravaba  sĂłlo  al  mutuante,  y  era  gratuito,  porque  no  se  podĂ­a  obligar  a  restituir  una  cantidad  superior  a  la  recibida.  Si  se  querĂ­a  establecer  interĂŠs  (usurae)  era  necesario  crear  una  obligaciĂłn  independienWH PHGLDQWH XQD ÂłVWLSXOODWLR XVXUDUXP´  que  proporcionaba  al  acreedor  una  acciĂłn  separada.  Del  mutuo  nacĂ­a  solamente  XQD DFFLyQ SDUD OD UHVWLWXFLyQ GH OD FDQWLGDG GDGD \ pVWD HUD OD ÂłActio  (o  condictio)  certae  creditae  pecuniae´ SDUD XQD VXPD GH GLQHUR \ OD´condictio  FHUWDH UHL´ para  toda  otra  cantidad  determinada  de  cosas  fungibles.  Esta  última  fue  llamada  por  los  justinianeos  tambiĂŠn  ³FRQGLFWLR WULWLFDULD´,  del  mutuo  de  grano  (triticumn).      157 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

Para  evitar  la  necesidad  de  ejercer  dos  acciones  distintas  una  para  el  capital  y  otra  para  los  intereses  se  acostumbraba  a  confirmar  la  obligaciĂłn  del  mutuo  junto  a  la  que  constituĂ­a  la  obligaciĂłn  de  los  intereses,  en  una  estipulaciĂłn  ~QLFD ÂłVWLSXODWLR VRUWLV HW XVXUDUXP´  .  Una  figura  especial  de  mutuo  era  la  ³pecunia  traiecticia´ R Âłfoenus  nauticum´ SDUD VXPDV GHVWLQDGDV D VHU transportadas  a  travĂŠs  del  mar  en  dinero  contante  o  cambiadas  en  mercancĂ­as.  En  este  llamado  prĂŠstamo  marĂ­timo,  el  riesgo  corrĂ­a  a  cargo  del  mutuante,  antes  que  del  mutuario,  el  cual  quedaba  obligado  a  restituir  tan  sĂłlo  si  la  nave  llegaba  felizmente  a  su  destino;Íž  los  intereses  podĂ­an  ser  establecidos  por  simple  pacto  y  aun  en  una  medida  superior  a  la  tasa  legal.   El  senadoconsulto  Macedoniano  del  siglo  1  d.  de  C.  prohibiĂł  dar  dinero  en  calidad  de  PXWXR D ORV Âłfilius  familias´ ORV FXDOHV SRGtDQ DVt SXHV FRQ XQD Âłexceptio  senatoconsulti  Macedoniani´ SDUDOL]DU HO UHTXHULPLHQWR GH TXLHQ OH hubiera  prestado  dichas  sumas.  La  obligaciĂłn,  sin  embargo,  era  vĂĄlida  si  el  hijo  hubiera  recibido  el  prĂŠstamo  en  representaciĂłn  del  padre  o  por  una  autorizaciĂłn  tĂĄcita  de  Êl.  Diversas  mitigaciones  fueron  poco  a  poco  siendo  DFRJLGDV ELHQ SDUD IDYRUHFHU OD FDSDFLGDG GH ORV Âłfilii´ ELHQ SDUD OD WXWHOD GH los  acreedores.    El  ³FRPRGDWR´ ÂłXWHQGXP GDUH R FRPQPRGDWXP´ ,  era  el  contrato  real  por  el  cual  una  de  las  partes  (comodatario)  consignaba  a  la  otra  (comodante)  un  bien  mueble  o  inmueble,  aunque  inconsumibles  (no  consumible),  a  fin  de  que  Êsta  usara  gratuitamente  de  ella  en  el  modo  convenido  y  despuĂŠs  la  restituyera.  TambiĂŠn  en  el  comodato  el  contrato  nacĂ­a  por  la  entrega  de  la  cosa,  pero  antes  que  la  propiedad  se  transferĂ­a  la  simple  detentaciĂłn  y  por  ello  podĂ­a  ser  hecho  por  cualquier  poseedor.  La  gratuidad  era  una  nota  esencial  del  comodato;Íž  algunas  veces,  sin  embargo,  se  configuraba  como  un  arrendamiento  de  la  cosa.  El  comodatario  estaba  obligado  a  no  excederse  en  el  uso  de  la  cosa  dentro  de  los  lĂ­mites  normales  o  pactados  para  no  incurrir  en  XQ Âłfurtum  maius´ \ D UHVWLWXLUOD HQ HO WpUPLQR FRQYHQLGR R D H[LJHQFLD del  comodante  con  todas  las  accesiones  y  los  eventuales  frutos.  Su  responsabilidad  por  la  conservaciĂłn  de  la  cosa  se  extendĂ­a,  en  el  derecho  clĂĄsico,  hasta  la  ³FXVWRGLD´ \ HQ HO GHUHFKR MXVWLQLDQHR KDVWD OD FXOSD OHYH \ algunas  veces  ³LQ FRQFUHWR´  Pero  no  respondĂ­a  por  el  deterioro  derivado  del  uso.  El  comodato  era  un  contrato  bilateral  imperfecto.  De  Êl  nacĂ­a  en  favor  GHO FRPRGDQWH SDUD UHFXSHUDU OD FRVD XQD ÂłActio  comodatis´ HQ XQ SULQFLSLR ÂłLQ IDFWXP´  \ GHVSXpV Âłin  iuris´ TXH GDED OXJDU D XQ MXLFLR Ge  buena  fe.  ,JXDOPHQWH OH FRPSHWtD DO FRPRGDWDULR XQD´Actio  comodati  contraria´ SDUD cuando  la  cosa  le  hubiera  sido  arrebatada  intempestivamente  o  en  otras  hipĂłtesis  particulares  para  las  cuales  le  es  concedida  el  ³GLPH UHWHQWLRQLV´ por  los  gastos  extraordinarios.  158 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

 El  ³GHSyVLWR´ (depositum),  era  el  contrato  real  por  el  cual  una  de  las  partes  (depositante)  consignaba  una  cosa  mueble  a  otra  Persona  (depositario)  que  se  obligaba  a  custodiarla  gratuitamente  y  a  restituirla  cuando  le  fuese  exigida.  El  elemento  constitutivo  del  contrato  de  depĂłsito  era  la  entrega  de  la  cosa  de  la  cual,  sin  embargo,  el  depositante  transferĂ­a  al  depositario  tan  sĂłlo  la  simple  detentaciĂłn  y  asĂ­,  pues,  era  indiferente  que  Êl  fuese  o  no  propietario.  La  funciĂłn  del  contrato  de  depĂłsito  consistĂ­a  en  la  custodia  (servandum  dare,  custodiendum  dare),  de  tal  forma  que  el  depositario  no  podĂ­a  hacer  uso  de  la  FRVD \D TXH VL QR FRPHWtD Âłfurtum  nene´ /D JUDWXLGDG HUD XQ HOHPHQWR esencial  del  depĂłsito  ya  que  si  no  se  transforma  en  arrendamiento  de  obra.  Sin  embargo,  se  admite  que  pudiera  pactarse  una  compensaciĂłn  a  tĂ­tulo  de  honorarios,  antes  que  de  prestaciĂłn.   El  depositario  debĂ­a  restituir  la  cosa  con  todas  las  accesiones  y  los  eventuales  frutos  a  peticiĂłn  del  depositante  antes  del  tĂŠrmino  convenido.  Por  la  pĂŠrdida  o  el  deterioro  de  la  cosa  respondĂ­a,  en  el  derecho  clĂĄsico,  sĂłlo  en  el  caso  de  TXH KXELHUD KDELGR GROR OR FXDO VH HTXLSDUy D OD Âłculpa  lata´ \ HQ HO derecho  justinianeo  respondĂ­a  hasta  la  ³FXOSD LQ FRQFUHWR´ 3HUR VL KDEtD hecho  uso  de  la  cosa  era  responsable  aĂşn  en  el  caso  fortuito.  El  depĂłsito  era  un  contrato  bilateral  imperfecto.  El  depositante  tenĂ­a  contra  el  depositario  la  ³Actio  depositi´ TXH SRGtD VHU ÂłLQ IDFWXP´  R Âłin  Ius´ \ GDED OXJDU D XQ MXLFLR de  buena  fe  y  llegaba  a  considerar  infame  al  condenado.  A  su  vez  el  GHSRVLWDULR SRGtD HMHUFHU OD Âł$FWLR GHSRVLWL FRQWUDULD´ SRU ORV JDVWRV \ ORV daĂąos  eventuales  producidos  por  la  cosa.  En  el  derecho  clĂĄsico  se  tenĂ­a  WDPELpQ HO ÂłIus  retentionis´ 3HUR HOOR GHMD GH VHU FRQVLGHUDGR en  el  derecho  justinianeo,  debiendo  restituir  la  cosa  en  cualquier  momento  y  en  su  totalidad.  )LJXUDV HVSHFLDOHV GHO GHSyVLWR HUDQ ÂłHO GHSyVLWR QHFHVDULR´ HO ÂłGHSyVLWR LUUHJXODU´ \ HO ÂłVHFXHVWUR´  a)  El  depĂłsito  necesario  era  el  constituido  en  un  caso  de  necesidad  por  tumulto,  incendio,  naufragio  u  otra  calamidad.  No  siendo  libre  la  elecciĂłn  del  depositario;Íž  Êste  en  caso  de  que  no  cumpliera  la  restituciĂłn,  era  condenado  al  doble  del  valor  (in  duplum)  .  b)  El  depĂłsito  irregular,  era  un  depĂłsito  de  dinero  u  otra  cosa  fungible  sobre  la  que  le  estaba  Permitido  el  uso  al  depositario,  generalmente  un  banquero,  que  se  obligaba  a  restituir  otro  tanto  y  eventualmente  con  intereses.  En  el  derecho  clĂĄsico  no  se  diferenciaba  del  mutuo.  c)  El  secuestro,  era  el  depĂłsito  de  una  cosa,  aunque  fuese  inmueble,  realizado  SRU YDULDV 3HUVRQDV Âłin  solidum´ KDFLD XQ WHUFHUR TXH OODPiEDVH ÂłsequesteU´ el  cual  debĂ­a  restituirla  a  una  de  ellas  al  cumplirse  una  condiciĂłn,  o  por  la  decisiĂłn  de  un  juez.  El  secuestratario  antes  que  la  simple  detentaciĂłn  tenĂ­a  la     159 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

SRVHVLyQ GH OD FRVD GHIHQGLGD SRU ORV Âłinterdicta´ \ HVWDED REOLJDGR D UHVWLWXLUOD SRU OD ÂłActio  sequestrataria´   La  ³SUHQGD´ (pignus),  era  el  contrato  real  por  el  cual  una  de  las  partes  (pignorante)  consignaba  a  la  otra  (pignoratario)  una  cosa  en  garantĂ­a  de  un  crĂŠdito,  con  la  obligaciĂłn  para  el  que  la  recibĂ­a  de  restituirla  cuando  el  crĂŠdito  le  hubiera  sido  satisfecho.    Hemos  hablado  ya  de  la  prenda  bajo  su  aspecto  de  derecho  real  de  garantĂ­a.  AquĂ­  traemos  en  consideraciĂłn  el  vĂ­nculo  contractual  por  el  cual  el  pignoratario,  llamado  acreedor  pignoraticio  en  cuanto  titular  del  crĂŠdito  garantizado,  se  obligaba  a  restituir  la  cosa  y  por  ello  llegaba  a  ser  al  mismo  tiempo  deudor  de  la  cosa  hacia  el  pignorante.  Elemento  constitutivo  de  la  obligaciĂłn  de  la  prenda  era  la  ³GDWLR´ TXH WUDQVIHUtD OD SRVHVLyQ \ HUD GHIHQGLGD SRU ORV ÂľLQWHUGLFWD´ GHO SLJQRUDWDULR HO FXDO VLQ HPEDUJR QR SRGtD hacer  uso  de  la  cosa  ya  que  si  no  caĂ­a  en  ³IXUWXP QHQH´ (O SLJQRUDWDULR respondĂ­a  por  la  conservaFLyQ GH OD FRVD KDVWD OD ÂłFXOSD OHYH´  y  acaecida  la  extinciĂłn  del  crĂŠdito  garantizado  debĂ­a  restituirla  con  todas  las  accesiones  y  los  frutos  eventuales,  salvo  que  Êstos  no  hubieran  sido  computados  en  cuenta  a  los  intereses  y  al  capital  del  crĂŠdito  garantizado  (antichresis).  Ya  hemos  visto,  hablando  de  la  prenda  como  derecho  real,  como  venĂ­a  regulada  la  relaciĂłn  en  el  caso  del  incumplimiento  de  la  obligaciĂłn.  El  contrato  de  prenda  era  bilateral  imperfecto,  esto  es:  la  obligaciĂłn  recaĂ­a  toda  ella  sobre  el  pignoratario  Pero,  el  pignorante  podĂ­a  ser  obligado  a  responder  hasta  de  ³FXOSD OHYH´  por  la  idoneidad  de  la  cosa  para  servir  de  garantĂ­a  y  por  los  gastos  necesarios  pagados  por  el  pignoratario.  Por  lo  tanto  del  contrato  de  prenda  nacĂ­an  dos  acciones:  una  a  favor  del  pignorante  contra  el  pignoratario  para  recuperar  la  cosa  despuĂŠs  que  se  hubiera  extinguido  el  crĂŠdito  JDUDQWL]DGR OODPDGD ÂłActio  pignoraticia  in  Personam´ SDUD GLVWLQJXLUOD GH OD Âłin  rem´ TXH FRUUHVSRQGtD DO DFUHHGRU SLJQRUDWLFLR SDUD OD GHIHQVa  de  su  derecho  real),  y  otra  en  favor  del  pignoratario  contra  el  pignorante  llamada  ³$FWLR SLJQRUDWLFLD FRQWUDULD´   Los  Contratos  Consensuales   (Q ORV FRQWUDWRV FRQVHQVXDOHV OD ÂłREOLJDWLR´  nacĂ­a  del  simple  acuerdo  de  las  partes  (consensus),  cualquiera  que  fuese  la  forma  en  que  se  hubiese  manifestado.  Este  valor  del  consentimiento  como  elemento  constitutivo  de  un  ³contractu´ IXH UHFRQRFLGR D WUDYpV GH WRGD OD pSRFD FOiVLFD VyOR SDUD FXDWUR ILJXUDV WtSLFDV GHO ÂłIus   gentium´ 3HUR DXQTXH HQ HO GHUHFKR MXVWLnianeo  se  reconoce  valor  contractual  a  otros  acuerdos  voluntarios,  Êstos  no  fueron  comprendidos  en  la  categorĂ­a  tradicional  de  los  contratos  consensuales,  que  160 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

permaneciĂł  asĂ­,  pues,  limitada  a  la  compraventa,  arrendamiento,  sociedad  y  mandato.    Por  la  absoluta  libertad  de  la  manifestaciĂłn  del  consentimiento  se  conseguĂ­a  que  estos  contratos  pudieran  ser  concluidos  tambiĂŠn  entre  Personas  no  SUHVHQWHV HQ HO PLVPR OXJDU GH YLYD YR] SRU FDUWD SHUVRQDOPHQWH R ÂłPer  QXQFLXP´   Las  acciones  derivadas  de  los  cuatro  contratos  consensuales,  daban  lugar  a  juicios  de  buena  fe.   Compraventa  (emptio  venditio)  .Era  el  contrato  consensual  por  el  cual,  una  de  las  partes  (venditor)  se  obligaba  a  consignar  una  cosa  a  otra  Persona  (emptor)  y  Êsta  se  obligaba  a  pagarle  en  correspondencia  una  suma  de  dinero  (pretium).  Para  entender  la  compraventa  romana  era  necesario  tener  bien  presente  que  el  contrato  no  implicaba  la  transferencia  de  la  propiedad  de  la  cosa  vendida,  como,  sin  embargo,  sucede  en  el  derecho  moderno,  sino  que  generaba  tan  sĂłlo  dos  obligaciones  recĂ­procas,  por  las  cuales  de  un  lado  el  vendedor  tenĂ­a  el  derecho  al  precio,  y,  de  otro,  el  comprador  tenĂ­a  el  derecho  a  recibir  la  cosa.  Era  asĂ­,  pues,  un  contrato  bilateral  por  cual  nacĂ­an  dos  acciones  distintas  y  contrarias  para  la  realizaciĂłn  de  los  respectivos  crĂŠditos  del  vendedor  y  del  comprador,  pero  no  efectos  reales.  Para  que  el  contrato  fuese  perfeccionado  bastaba  el  consentimiento  de  las  partes  sobre  la  cosa  y  sobre  el  precio.  El  consentimiento  podĂ­a  manifestarse  de  cualquier  modo,  pero  era  corriente  que  se  confirmara  el  contrato  con  arras  y  documentos  escritos,  que,  sin  embargo,  tenĂ­an  mera  funciĂłn  probatoria.  En  la  Êpoca  postclĂĄsica,  no  obstante,  si  se  habĂ­a  convenido  realizar  un  acto  escrito,  el  contrato  se  perfeccionaba  solamente  si,  en  efecto,  Êl  era  realizado.  El  objeto  GH OD FRPSUDYHQWD OODPiEDVH Âłmerx´ /D PHUFDQFtD SRGtD VHU FXDOTXLHU FRVD mueble  o  inmueble,  corporal  o  incorporal,  presente  o  futura.  Para  las  cosas  IXWXUDV VH GLVWLQJXtD OD Âłemptio  rei´ \ OD Âłemptio  reĂ­  speratae´ VHJ~Q TXH HO objeto  radicase  en  la  esperanza  de  que  la  cosa  se  produjese,  o  bien  en  la  cosa  misma  que  se  esperaba  que  se  produjese.  En  el  primer  caso,  aunque  la  esperanza  no  se  verificase  el  comprador  estaba  obligado  a  pagar  el  precio,  porque  sustancialmente  habĂ­a  adquirido  la  posibilidad  de  su  existencia;Íž  en  el  segundo,  el  contrato  se  consideraba  condicionado  a  la  efectiva  realizaciĂłn  de  la  cosa.  La  inexistencia  del  objeto  o  su  consideraciĂłn  de  incomercialidad  hacĂ­an  nula  la  venta  en  el  derecho  clĂĄsico.  En  el  caso  de  la  pĂŠrdida  parcial  de  la  cosa  antes  del  contrato  Êste  se  restringĂ­a  y  se  referĂ­a,  pues,  a  la  parte  existente  con  la  reducciĂłn  proporcional  del  precio.  Para  las  cosas  fuera  de  comercio,  en  cuanto,  como  ya  se  ha  dicho,  la  venta  no   significaba  transferencia  de  dominio  sino  sĂłlo  creaciĂłn  de  obligaciones,  se  admite  en  el     161 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

derecho  justinianeo  que  si  el  comprador  ignoraba  tal  incomercialidad  el  vendedor  debĂ­a  indemnizarle.  Igualmente  el  vendedor  estaba  obligado  a  UHVDUFLU HO Âłid  quod  interest´ DO FRPSUDGRU HQ HO FDVR GH OD YHQWD GH FRVD ajena,  y  por  ello  no  se  producĂ­a  la  nulidad  del  contrato.   El  precio  debĂ­a  ser  determinado  (certum)  o  determinable  y  consistir  en  una  suma  de  dinero  ya  que  de  no  ser  asĂ­  habĂ­a  donaciĂłn  y  no  compraventa.  Si  era  remitido  al  arbitrio  de  un  tercero  el  contrato  se  consideraba  en  el  derecho  justinianeo  como  condicionado.  En  el  derecho  clĂĄsico  no  era  necesario  que  fuese  proporcionado  al  valor  de  la  cosa  (Iustum)  con  tal  de  que  no  existiese  ånimo  doloso  y  siempre  que  la  venta  no  significara  un  precio  irrisorio  con  el  fin  de  enmascarar  una  donaciĂłn  prohibida,  como  entre  los  cĂłnyuges  solĂ­a  darse.  En  el  derecho  justinianeo  se  dispuso,  sin  embargo,  que  cuando  el  precio  de  un  inmueble  fuese  inferior  a  la  mitad  del  precio  justo,  el  vendedor  podĂ­a  obtener  la  rescisiĂłn  del  contrato  al  menos  de  que  Êl  comprador  no  prefiriese  reintegrar  la  totalidad.   Perfeccionado  el  contrato  con  el  consentimiento  sobre  la  cosa  y  sobre  el  precio  y  si  no  existĂ­an  algunas  otras  condiciones,  el  riesgo  por  la  pĂŠrdida  fortuita  de  una  cosa  pasaba  al  Comprador  ³3HULFXOXP UHL YHQGLWDH VWDWLP DG HPSWRUHP 3HUWLQHW´),  por  lo  que  Êste  estaba  obligado  a  pagar  el  precio  aunque  la  cosa  hubiĂŠrase  perdido  antes  de  la  entrega  y  aunque  el  vendedor  no  fuese  el  propietario;Íž  por  otra  parte,  sin  embargo,  le  correspondĂ­a  a  Êl  todo  incremento  de  la  cosa  que  hubiera  tenido  lugar  entre  la  conclusiĂłn  del  contrato  y  la  entrega.  Cuando,  sin  embargo,  el  objeto  hubiera  consistido  en  cosas  fungibles,  todavĂ­a  no  separadas  de  las  del  vendedor,  el  riesgo  recaĂ­a  sobre  este  último  hasta  el  momento  de  la  separaciĂłn.  Del  contrato,  hemos  dicho,  nacĂ­an  dos  acciones:  una  del  comprador  contra  el  vendedor  (Actio  empti),  y  otra  del  vendedor  contra  el  comprador  (Actio  venditi).  El  contenido  de  estas  dos  acciones  determinaba  las  recĂ­procas  obligaciones.  El  vendedor  estaba  obligado,  principalmente,  a  consignar  la  cosa.  Esto  es  entendido  literalmente  en  el  sentido  de  que  su  obligaciĂłn  no  era  sĂłlo  aquella  de  transferir  la  propiedad  de  la  cosa,  sino  que  se  limitaba  a  transferir  sĂłlo  la  ³YDFXD SRVVHVVLR´ R OD SDFtILFD SRVHVLyQ habere  licere),  lo  cual  tenĂ­a  lugar  PHGLDQWH OD ÂłWUDGLWLR´  Esta,  en  el  derecho  clĂĄsico,  si  la  cosa  era  ³QHF mancipi´ \ GH DEVROXWD SURSLHGDG GHO YHQGHGRU KDFLD FLHUtamente  que  el  comprador  llegara  a  ser  propietario  en  tanto  en  cuanto  la  compraventa  FRQVWLWXtD ÂłMXVWD FDXVD WUDGLWLRQLV´ Si  por  el  contrario  era  una  "res  mancipi"  FRQ OD WUDGLWLR´ HO FRPSUDGRU DGTXLUtD VyOR OD SRVHVLyQ KDVWD OD XVXFDSLyQ dando  lugar  en  Êste  intervalo  a  la  particular  situaciĂłn  protegida  por  el  pretor  TXH VH OODPy ÂłIus   bonis  habere´ \ GH OD FXDO \D KHPRV KDEODGR DO H[DPLQDU 162 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

la  propiedad  pretoria.  No  parece,  en  efecto,  que  el  vendedor  pudiera  ser  constreĂąido  a  realizar  la  ³PDQFLSDWLR´ R OD ÂłLQ LXUH FHVVLR´  En  HO GHUHFKR MXVWLQLDQHR GHVDSDUHFLGD OD GLVWLQFLyQ HQWUH Âłres  mancipi´ \ Âłnec  mancipi´ \ ODV IRUPDV VROHPQHV SDUD OD WUDQVIHUHQFLD GH OD SURSLHGDG OD ÂłWUDGLWLR´ VLHPSUH TXH OD FRVD IXHVH GHO YHQGHGRU WUDQVIHUtD HQ WRGRV ORV casos  la  propiedad  al  comprador.  Se  discute  si  en  el  derecho  clĂĄsico  para  tal  adquisiciĂłn  era  necesario  o  no  el  pago  del  precio  o  al  menos  una  garantĂ­a  por  parte  del  comprador;Íž  tal  pago  parece,  sin  embargo,  exigido  en  el  derecho  justinianeo,  salvo  cuando  el  vendedor  se  hubiera  confiado  a  la  honestidad  del  comprador.   En  un  principio,  consignada  la  cosa,  el  vendedor  no  tenĂ­a  ninguna  otra  obligaciĂłn,  aunque  hubiera  entregado  una  cosa  que  no  le  fuera  propia  y  aunque  la  tal  hubiera  sido  reivindicada  por  el  propietario  (evictio).  Si  habĂ­a  realizado  la  ³PDQFLSDWLR´ UHVSRQGtD VLQ HPEDUJR FRQ OD Âł$FWLR auctoritatis´ 3DUD FUHDU XQ YtQFXOR GH JDUDQWtD FXDQGR QR H[LVWLHUD ÂłPDQFLSDWLR´  R OD FRVD IXHVH ÂłQHF PDQFLSL´  se  introdujo  el  uso  de  aĂąadir  a  la  FRPSUDYHQWD DOJXQDV Âłstipulationes´ DFFHVRULDV SDUD HO FDVR GH HYLFFLyQ OD PiV FRP~Q GH ODV FXDOHV OOHJD D VHU OD Âłstipulatio  duplae´ FRQ OD FXDO HO vendedor  se  obligaba  a  devolver  el  doble  del  precio.  La  difusiĂłn  de  estas  garantĂ­as  accesorias  fue  tal  que  acabaron  por  ser  consideradas  como  elemento  estructural  del  contrato,  asĂ­  que  el  vendedor  no  sĂłlo  fue  obligado  a  consignar  la  cosa,  sino,  tambiĂŠn,  a  garantizar  al  comprador  el  resarcimiento  en  caso  de  HYLFFLyQ WRWDO R SDUFLDO GH OD FRVD \ UHVSRQGtD FRQ OD ÂłActio  empti´ KDVWD HO  doble.   AdemĂĄs  de  por  la  evicciĂłn  el  vendedor  respondĂ­a  de  los  vicios  ocultos  de  la  cosa.  TambiĂŠn  en  este  caso  se  acostumbrĂł,  en  un  principio,  a  garantizar  al  comprador  con  determinadas  estipulaciones,  con  frecuencia  aĂąadidas  a  aquellas  para  la  evicciĂłn.  MĂĄs  adelante,  para  la  venta  de  los  esclavos  y  de  los  animales  los  ediles  curules,  que  ejercĂ­an  la  jurisdicciĂłn  sobre  los  mercados,  FRQFHGLHURQ DO FRPSUDGRU XQD ÂłActio  redhibitoria´ SDUD H[LJLU HO FXPSOLPLHQWR GHO FRQWUDWR R VL DVt OR SUHIHUtD XQD ÂłActio  aestimatoria´ R ÂłTXDQWL PLQRULV´  para  la  reducciĂłn  proporcional  del  precio.  Estas  acciones  fueron  mĂĄs  tarde  extendidas  por  Justiniano  a  cualquier  cosa  y  aun  a  las  inmuebles,  mientras  que  en  el  derecho  clĂĄsico  se  habĂ­a  admitido  que  los  vicios  ocultos  pudierDQ VHU UHFODPDGRV PHGLDQWH OD ÂłActio  empti´ OR TXH sirviĂł  para  actuar  contra  todas  las  obligaciones  del  vendedor.   La  obligaciĂłn  del  comprador  era  la  de  pagar  el  precio  transfiriendo  la  propiedad  de  las  monedas.  Por  otra  parte,  si  el  precio  no  era  pagado,  Êl  estaba  obligado  al  pago  de  los  intereses  desde  cuando  le  hubiera  sido  consignada  la  cosa,  independientemente  de  la  mora.  Entre  los  principales  pactos  que  se  SRGtDQ DxDGLU D OD FRPSUDYHQWD UHFRUGDPRV D OD Âł/H[ FRPPLVVRULD´ con  la     163 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

cual  el  vendedor  se  reservaba  la  posibilidad  de  declarar  resuelto  el  contrato  y  exigir  la  cosa  si  el  precio  no  le  habĂ­a  sido  pagado  en  los  tĂŠrminos  fijados;Íž  b)  la  ³LQ GLHP DGGLFWLR´ con  la  cual  el  vendedor  se  reservaba  el  derecho  de  rescindir  el  contrato  si  dentro  de  un  cierto  tĂŠrmino  hubiera  recibido  una  oferta  mejor  c)  el  ³SDFWXP GLVSOLFHQWLDH ´ con  el  cual  el  comprador  se  reservaba  la  facultad  de  restituir  la  mercancĂ­a  y  pretender  la  restituciĂłn  del  precio  si  dentro  de  un  cierto  plazo  no  hubiera  resultado  de  su  agrado;Íž  d)el  ³SDFWXP GH UHWURHPHQGR´ y  ³GH UHWURYHQGHQGR´ con  los  cuales  el  vendedor  y  el  comprador,  respectivamente,  se  reservaban  por  un  cierto  tiempo,  el  derecho  de  readquirir  del  comprador  o  de  revender  al  vendedor  la  misma  cosa  por  el  mismo  precio.    Arrendamiento  (locatio  conductio)  .Era  el  contrato  consensual  en  virtud  del  cual  una  de  las  partes  se  obligaba  a  proporcionar  el  goce  de  una  cosa  (locatio  rei)  o  bien  la  prestaciĂłn  de  una  serie  de  servicios  (locatio  operarum)  o  de  una  obra  determinada  (locatio  operis),  contra  la  obligaciĂłn  por  parte  de  la  otra  de  XQ FRUUHODWLYR HQ GLQHUR TXH OODPiEDVH Âłmerces´ Âłpensio´ R Âłcanon´ (Q OD Âłlocatio  rei´ \ HQ OD Âłoperarum´ OD SDUWH TXH HQWUHJDED OD FRVD R SUHVWDED ORV VHUYLFLRV OODPiEDVH ÂłORFDWRU´  \ OD TXH UHFLEtD ÂłconduFWRU´ (Q OD Âłlocatio  operis´ ORV WpUPLQRV HUDQ LQYHUWLGRV \D TXH OODPiEDVH ÂłconductoU´ D TXLHQ HVWDED REOLJDGR D UHDOL]DU OD REUD \ Âłlocator´ D TXLHQ OD UHFLEtD DFDVR SRUTXH por  lo  general  tenĂ­a  la  propiedad  de  la  materia  con  la  cual  la  obra  era  realizada.  La  ³ORFDWLR UHL´ podĂ­a  tener  como  objeto  cualquier  cosa  mueble  o  inmueble,  aunque  ciertamente  inconsumibles  o,  tambiĂŠn,  el  ejercicio  de  un  derecho  real  sobre  cosa  ajena  como  el  usufructo  o  la  superficie.  Si  era  una  casa,  el  ³FRQGXFWRU´ OODPiEDVH Âłinquilinus´ \ VL HUD XQ IXQGR ÂłFRORQXV´ (O ÂłORFDWRU´ HVWDED REOLJDGR D KDFHU TXH HO ÂłconductoU´ QR IXHVH SHUWXUEDGR HQ HO GLVIUXWH GH OD FRVD SHUR HO ÂłFRQGXFWRU´ HUD VLPSOH GHWHQWDGRU HQ QRPEUH del  ³ORFDWRULÂś,  y  sin  embargo,  a  Êl  le  estaba  concedido,  excepcionalmente,  el  ³interdictum  de  vi  armata´ WRGD YH] TXH KXELHUD VLGR Âłeiectus´ FRQ OD IXHU]D de  las  armas,  del  fundo  arrendado.  En  todo  caso  Êl  era  titular  tan  sĂłlo  de  un  derecho  de  obligaciĂłn  que  podĂ­a  ejercitar  exclusivamente  contra  el  arrendador.  AsĂ­  es  que  si  Êste  vendĂ­a  la  cosa,  el  adquirente  no  estaba  obligado  a  reconocer  el  derecho  del  arrendatario,  el  cual,  sin  embargo,  podĂ­a  actuar  contra  el  arrendador,  para  el  resarcimiento.  El  arrendador  estaba,  en  efecto,  obligado  a  dejar  al  arrendatario  la  cosa  por  el  tiempo  convenido,  que  podĂ­a  ser  determinado  o  indeterminado  (locatio  perpetua)  o,  tambiĂŠn,  para  siempre  (locatio  in  perpetuum);Íž  a  responder  por  la  evicciĂłn  de  la  cosa;Íž  a  mantener  la  cosa  en  condiciones  de  servicio  normal,  sin  cambios,  y  a  pagar  los  impuestos.  El  arrendatario  estaba  obligado  a  pagar  el  precio  pactado,  que  tratĂĄndose  del  arrendamiento  de  un  fundo  podĂ­a  consistir  en  una  parte  de  los  frutos  (parte  quota),  o  en  una  cantidad  preestablecida  de  vĂ­veres  (pare  quanta).  En  el  164 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

primer  caso  se  tenĂ­D OD Âłcolonia  partiaria´ TXH PiV SURSLDPHQWH VH asemejaba  al  contrato  de  sociedad.  El  arrendatario  debĂ­a  usar  de  la  cosa  con  la  diligencia  de  un  buen  padre  de  familia,  y  restituirla  al  finalizar  el  contrato  sin  deterioros  que  no  fueran  derivados  del  uso  normal.  RespondĂ­a  tambiĂŠn  de  OD ÂłFXVWRGLD´  En  el  derecho  clĂĄsico  si  abandonaba  el  fundo  sin  una  causa  justa  antes  del  plazo  estaba  obligado  al  pago  total  de  la  contraprestaciĂłn,  y  en  el  derecho  postclĂĄsico  tan  sĂłlo  del  daĂąo  realizado.  HacĂ­a  suyos  loe  frutos  de  la  cosa  con  la  percepciĂłn  si  el  arrendador  era  propietario;Íž  podĂ­a  subarrendar  si  no  se  habĂ­a  pactado  lo  contrario;Íž  tenĂ­a  derecho  al  resarcimiento  en  el  caso  de  que  no  llegara  a  gozar  por  una  causa  imputable  al  arrendador  y  a  la  remisiĂłn  o  al  reembolso  del  precio  en  el  caso  de  un  impedimento  derivado  de  fuerza  mayor.  En  el  derecho  clĂĄsico  tenĂ­a  facultad  para  ser  reembolsado  por  los  gastos  necesarios,  y  en  el  derecho  justinianeo  aun  por  aquellos  que  fueran  considerados  útiles.  Si  el  arrendamiento  era  a  plazo  determinado  se  resolvĂ­a,  salvo  en  los  casos  de  desistimiento  acordado,  al  finalizar  tal  plazo;Íž   pero  si  el  arrendatario  continuaba  gozando  de  la  cosa  sin  que  el  arrendador  se  opusiera  VH GDED HQWRQFHV XQD Âłne  locatio´ WiFLWD FRQ YDULDGD GXUDFLyQ 6L era  a  plazo  indeterminado,  por  lo  general,  se  transmitĂ­a  a  los  herederos  y  cesaba  por  la  rescisiĂłn  de  una  u  otra  parte.   Dado  que  la  compraventa  romana  no  era  traslativa  de  la  propiedad,  a  veces  HUD GLItFLO GLVWLQJXLUOD GHO DUUHQGDPLHQWR /D Âłlocatio  operaUXP´ tenĂ­a  por  objeto  servicios  generalmente  de  carĂĄcter  manual  anĂĄlogos  a  aquellos  propios  GH ORV HVFODYRV ÂłRSHUDH LOLEHUDOHV´  por  lo  que  las  actividades  profesionales  FRPR ODV GHO PDHVWUR GHO PpGLFR GHO DERJDGR ÂłRSHUDH OLEHUDOHV´  no  se  incluĂ­a  en  ella  y,  por  largo  tiempo,  quedaron  sin  la  protecciĂłn  jurĂ­dica,  la  cual  IXH GHWHUPLQDGD WDQ VyOR HQ OD HGDG LPSHULDO SRU OD Âłcognitio  extra  ordinem´ FRQ pO UHFRQRFLPLHQWR GH XQ GHUHFKR D ORV Âłhonorarium´ (Q OD Âłlocatio  operis´ HO DUUHQGDGRU GHEtD UHDOL]DU ODV Âłoperae´ FRQYHQLGDV SHUVRQDOPHQWH \ por  ello  su  obligaciĂłn  no  se  transmitĂ­a  a  sus  herederos.  La  obligaciĂłn  del  arrendatario  consistĂ­a  en  el  pago  de  la  contraprestaciĂłn  establecida  y  pasaba  a  sus  herederos  por  lo  que  la  muerte  de  Êl  no  extinguĂ­a  la  relaciĂłn  establecida.  /D ÂłORFDWLR RSHULV´ consistĂ­a  en  el  cumplimiento  por  parte  del  arrendatario  con  trabajo  propio  o  ajeno,  de  una  obra  determinada  sobre  la  cosa  del  arrendador.  El  concepto  de  obra  era  muy  vasto  y  podĂ­a  consistir  en  la  transformaciĂłn,  manipulaciĂłn,  restauraciĂłn,  limpieza,  custodia,  transporte  de  la  cosa  y,  aun  en  la  instrucciĂłn  de  un  esclavo.  Si  la  cosa  hubiera  sido  del  arrendatario  en  lugar  de  arrendamiento  habĂ­a  compraventa;Íž  por  ello  no  se  daba  en  la  construcciĂłn  de  un  edificio,  en  la  cual  los  materiales  podĂ­an  ser  puestos  por  el  arrendatario  y  el  suelo  por  el  arrendador  de  la  obra.  El  arrendador  estaba  obligado  a  realizar  la  obra  convenida  segĂşn  el  contrato  y  si  Êste  o  la  naturaleza  de  la  obra  lo  permitĂ­an  podĂ­a  realizarla  a  travĂŠs  de  otros  o     165 Â


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subarrendarla.  La  obra  debĂ­a  ser  hecha  en  el  tiempo  fijado  o  necesario  y  en  el  lugar  establecido.  El  arrendatario  respondĂ­a  sĂłlo  de  la  culpa  y  a  veces  de  la  custodia.  El  arrendador  estaba  obligado  a  pagar  la  contraprestaciĂłn  una  vez  realizado  el  trabajo,  salvo  que  hubiera  sido  convenido  de  otra  forma.  El  contrato  se  extinguĂ­a  con  la  ejecuciĂłn  de  la  obra  y  por  la  muerte  del  arrendatario  tan  sĂłlo  si  habĂ­a  sido  determinado  en  consideraciĂłn  a  su  calidad  personal.   El  arrendamiento  era  un  contrato  bilateral  del  cual  nacĂ­an  obligaciones  a  ambas  partes  y  asĂ­,  pues,  dos  acciones  distintas:  D /D Âł$FWLR ORFDWL´ que  correspondĂ­a  al  arrendador  contra  el  arrendatario,  y  b)  LaÂł$FWLR FRQGXFWLV´ que  correspondĂ­a  al  arrendatario  contra  el  arrendador  para  la  regulaciĂłn,  ambas,  de  toda  pretensiĂłn  derivada  de  la  relaciĂłn  creada.   Una  aplicaciĂłn  particular  de  estas  acciones  es  realizada  por  la  jurisprudencia  con  respecto  a  la  regulaciĂłn  de  las  averĂ­as  consiguientes  en  el  transporte  marĂ­timo,  que  era  uno  de  los  tantos  casRV GH OD Âłlocatio  operis´ 3DUWLHQGR del  complejo  de  normas  consuetudinarias  del  derecho  marĂ­timo  mediterrĂĄneo  TXH WRPD HO QRPEUH GH Âł/H[ 5KRGLD´  y  que  regulaba  la  indemnizaciĂłn  correspondiente  a  los  propietarios  de  las  mercancĂ­as  arrojadas  al  mar  para  aligerar  y  llevar  a  cabo  el  salvamento  de  la  nave,  se  concede  a  ellos  la  ³$FWLR locati´ FRQWUD HO DUPDGRU \ D pVWH OD ÂłActio  conducti´ FRQWUD ORV SURSLHWDULRV de  las  mercancĂ­as  salvadas,  para  que  contribuyesen  en  una  participaciĂłn  proporcional,  al  daĂąo  derivado  del  abandono  y  hecho  en  interĂŠs  comĂşn.  El  mismo  principio  es  extendido  a  cualquier  sacrificio  sufrido  por  las  mercancĂ­as  o  por  la  nave  en  interĂŠs  comĂşn.   La  Sociedad  (societas).  Era  el  contrato  consensual  en  virtud  del  cual  dos  o  mĂĄs  Personas  (socii)  se  obligaban  entre  ellos  a  poner  en  comĂşn  bienes  o  prestaciones  personales  para  conseguir  un  fin  licito  y  para  ellos  ventajoso.  La  voluntad  concorde  de  dar  vida  a  la  sociedad  y  de  mantenerla  llamĂĄbase  ³affectio  societatis´ /D VRFLHGDG FUHDED XQ Âł,XV TXRGDP  modo  IUDWHUQLWDWLV´  entre  los  socios,  derivado  de  la  forma  mĂĄs  antigua  de  sociedad  OHJtWLPD FRPR HUD HO ÂłFRQVRUWLXP´  familiar.  Este  se  establecĂ­a  DXWRPiWLFDPHQWH HQWUH ORV Âłfiliifamilias´ VREUH HO SDWULPRQLR SDWHUQR LQGLYLVR D OD PXHUWH GHO ÂłPater´ R FRPo  reflejo  de  Êl  era  creado  entre  extraĂąos.  Era  XQ LQVWLWXWR GHO ÂłIus   Civile´ UHVHUYDGR D ORV Âłcives´ \ TXH GHFD\y HQ OD pSRFD DQWLJXD VLHQGR VXSODQWDGR SRU OD ÂłVRFLHWDV´  GHO Âł,XV JHQWLXP´  en  la  cual  confluirĂĄn  diversas  figuras  tanto  por  su  origen  como  por  sus  funciones.    Los  dos  tipos  principales  de  sociedad  eran:  166 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

D /D´ VRFLHWDV RPQLXP ERQRUXP´ en  la  cual  los  socios  cedĂ­an  sus  patrimonios  con  todos  los  bienes  presentes  y  futuros,  y  b)  La  ³VRFLHWDV XQLXV QHJRWLL´ en  la  cual  las  aportaciones  eran  hechas  para  una  determinada  actividad.   6L VX ILQDOLGDG LED GLULJLGD D XQ OXFUR SHFXQLDULR VH OODPDEDQ Âłsocietates  TXDHVWXDULDH´ Cada  socio  se  veĂ­a  obligado  al  cumplimiento  de  las  aportaciones  prometidas.  Tales  aportaciones  podĂ­an  ser  de  diferente  significaciĂłn  entre  socio  y  socio  y  de  diferente  naturaleza,  en  tanto  en  cuanto  uno  podĂ­a  aportar  bienes  y  otro,  prestaciones  de  trabajo;Íž  pero  todos  debĂ­an  obligarse  a  una  prestaciĂłn.  La  prestaciĂłn  efectiva  no  era,  sin  embargo,  necesaria  para  el  perfeccionamiento  del  contrato,  toda  vez  que  Êste  era  ³consensu  contrahitur  nudo´ /RV ELHQHV FRQIHULGRV SRGtDQ FRQVLVWLU HQ cosas,  crĂŠditos  y  uso  de  cosas.  Para  las  cosas,  en  el  derecho  clĂĄsico  era  necesario  que  fuesen  utilizados  los  modos  de  transferencia  de  la  propiedad  idĂłneos  para  establecer  sobre  ellas  el  condominio  con  los  otros  socios  en  las  FXRWDV HVWDEOHFLGDV H[FHSWR TXH IXHVH HQ OD Âłsocietas  omnium  bonorum´ donde  bastaba  el  simple  consentimiento  para  realizar  la  transferencia.  Las  ganancias  y  las  pĂŠrdidas  podĂ­an  ser  diversamente  distribuidas  segĂşn  fuesen  acordadas  y  si  faltaba  el  acuerdo  se  dividĂ­an  en  partes  iguales  cualquiera  que  fuese  la  proporciĂłn  de  las  aportaciones.  Alguno  de  los  socios  podĂ­a  estar  exento  de  las  pĂŠrdidas,  pero  no  podĂ­a  ser  excluido  de  las  ganancias,  ya  que  si  QR VH FDtD HQ ODV ÂłVRFLHWDV OHRQLQD´  que  era  nula.   Cada  uno  de  los  socios,  salvo  pacto  en  contrario,  podĂ­a  realizar  por  sĂ­  solo  los  actos  de  administraciĂłn  para  el  fin  social.  Los  efectos  recaĂ­an  sobre  Êl,  Pero  tenĂ­a  la  obligaciĂłn  de  considerar  como  comunes  las  adquisiciones  hechas  y  por  otra  parto  el  derecho  de  ser  indemnizado  por  los  consocios  por  las  pĂŠrdidas  que  hubiera  sufrido  en  la  administraciĂłn  de  la  sociedad.  El  tercero  que  habĂ­a  negociado  con  Êl  no  podĂ­a  dirigirse  contra  los  otros  socios,  salvo  en  el  derecho  justinianeo,  a  pesar  de  que  las  ganancias  hubieran  recaĂ­do  en  la  sociedad.  La  responsabilidad  de  cada  uno  de  los  socios  hacia  los  respectivos  consocios,  que  en  el  derecho  clĂĄsico  se  limitaba  tan  sĂłlo  al  dolo,  es  extendida  en  HO GHUHFKR MXVWLQLDQHR KDVWD OD FXOSD Âłsin  concreto´ $ FDGD XQR GH ORV VRFLRV OH FRPSHWtD FRQWUD ORV RWURV OD Âł$FWLR SUR VRFLR´  para  el  cumplimiento  de  las  obligaciones  derivantes  de  la  relaciĂłn  creada  entre  ellos.  La  condena  que  recayese  sobre  algĂşn  socio  portaba,  ciertamente,  a  la  infamia  para  el  que  la  sufrĂ­a,  Pero  no  se  extendĂ­a  mĂĄs  allĂĄ  de  tales  lĂ­mites  (beneficium  competentiae).  Para  la  divisiĂłn  de  las  cosas  comunes  se  podĂ­a  ejercer  la  ³$FWLR FRPXQL GLYLGXP´       167 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

La  sociedad  se  disolvĂ­a:  D Âł([ 3HUVRQLVÂś SULQFLSDOPHQWH SRU OD PXHUWH R SRU OD Âłcapitis  deminutio´ de  uno  de  los  socios;Íž  E Âł([ UHEXV´ por  la  pĂŠrdida  o  consideraciĂłn  de  que  la  cosa  objeto  de  la  sociedad  estĂĄ  fuera  del  comercio  o,  tambiĂŠn,  porque  se  ha  alcanzado  el  fin  de  ella,  e,  igualmente,  por  la  imposibilidad  o  ilicitud  del  fin;Íž  F Âł([ YROXQWDWHÂś por  el  desacuerdo  de  las  partes  (dissensus);Íž  por  abandono  de  uno  de  los  socios  (renunciatio),  con  tal  de  que  no  fuera  por  cauca  dolosa  o  intempestiva,  y  por  finalizar  el  plazo  determinado;Íž  G ÂłEx  $FWLRQH´ SRU OD WUDQVIRUPDFLyQ GH OD VRFLHGDG PHGLDQWH Âłstipulatio´ R ELHQ SRU HO HMHUFLFLR GH OD ÂłActio  pro  socio´    Mandato  (mandatum)  .Era  el  contrato  consensual  en  virtud  del  cual  una  de  las  partes  se  obligaba  a  realizar  gratuitamente  una  gestiĂłn  que  le  habĂ­a  sido  conferida  por  otra  persona.  Para  los  actos  realizados  por  un  tercero  gracias  a  su  iniciativa  y  posteriormente  aprobados  por  el  interesado,  la  ratificaciĂłn  (ratihabitio),  equivale  al  mandato.  Quien  confiaba  la  gestiĂłn  llamĂĄbase  ³mandans´ R ÂłDominus  negotii´ TXLHQ LED D UHDOL]DUOD ÂłLV TXL PDQGDWXP suscepit´ PDQGDWDULR R Âłprocurator´ (O PDQGDWR \ OD SURFXUD HUDQ HQ HO derecho  clĂĄsico  institutos  distintos  en  tanto  en  cuanto  que  el  mandato  era  la  gestiĂłn  de  un  servicio  singular  y  se  agotaba  cuando  Êsta  era  realizada;Íž  y  la  procura,  por  el  contrario,  consistĂ­a  en  confiar  por  largo  tiempo,  generalmente  DO SURSLR ÂłOLEHUWR´,  la  administraciĂłn  del  patrimonio  total  con  las  mĂĄs  DPSOLDV IDFXOWDGHV ÂłSURFXUDWRU RPQLXP ERQRUXP´).  Desde  el  derecho  clĂĄsico  se  revelĂł  la  tendencia  a  considerar  al  ³SURFXUDWRU´ FRPR XQ mandatario  general  hasta  que  en  el  derecho  justinianeo  los  dos  institutos  aparecen  fundidos  y  para  alguna  de  las  facultades  mĂĄs  sobresalientes  del  DQWLJXR Âłprocurator´ VH H[LJLy XQ PDQGDWR HVSHFial,  tal  como,  por  ejemplo,  para  enajenar,  presentarse  en  juicio,  etc.   El  mandato  podĂ­a  tener  por  objeto  cualquier  gestiĂłn,  con  tal  de  que  no  fuese  ilĂ­cita  o  inmoral,  y  podĂ­a  consistir  en  el  cumplimiento  de  una  actividad  jurĂ­dica  (adquirir  o  vender,  presentarse  en  juicio,  dar  en  mutuo,  etc.)  o  de  hecho  (desempeĂąar  una  administraciĂłn,  construir  un  edificio,  transportar  una  cosa,  realizar  una  plantaciĂłn,  lavar  ropa,  etc.).  Por  lo  general  era  conferido  en  interĂŠs  del  mandante  o  de  un  tercero,  pero  en  ambos  casos  podĂ­a  estar  íntimamente  ligado  tambiĂŠn  a  un  interĂŠs  del  mandatario.   La  gratuidad  era  elemento  esencial  del  mandato  y  debido  a  ella  se  diferenciaba  del  arrendamiento,  de  la  aceptaciĂłn  que  estaba  determinada  por  HO ÂłRIILFLXP´ Sin  embargo,  a  veces,  se  introduce  la  costumbre  de  retribuir  al  PDQGDWDULR FRQ XQD UHPXQHUDFLyQ D WtWXOR KRQRUtILFR Âłhonorarium,  munus,  168 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

salarium´ TXH VL VH KDEtD FRQYHQLGR SRGtD VHU H[LJLGD FRQ XQD ÂłActio  in  factum´ R SRU PHGLR GHO SURFHGLPLHQWR Âłextra  ordinem´ (O PDQGDWDULR estaba  obligado  a  cumplir  el  mandato;Íž  a  no  excederse  de  los  lĂ­mites  y  de  las  instrucciones  recibidas  y,  a  falta  de  Êstas,  a  actuar  de  acuerdo  con  los  intereses  del  mandante;Íž  a  entregar  todas  las  adquisiciones  hechas,  transfiriendo  el  dominio  con  sus  frutos  respectivos;Íž  a  restituir  lo  no  gastado;Íž  a  entregar  los  intereses  percibidos  y  a  rendir  cuentas  de  tal  manera  que  nada  quedase  como  beneficio  suyo.  PodĂ­a  realizar  el  mandato  no  ya  personalmente  y  su  responsabilidad,  que  en  el  derecho  clĂĄsico  quedaba  limitada  al  dolo,  fue  extendida  en  el  derecho  justinianeo  hasta  la  culpa  leve.   El  mandante  estaba  obligado  hacia  el  mandatario  por  los  gastos  por  Êl  contraĂ­dos;Íž  por  las  pĂŠrdidas  sufridas  y  por  los  intereses  de  las  sumas  anticipadas  y  debĂ­a,  asimismo,  asumir  las  obligaciones  pasivas  por  Êl  contraĂ­das  en  la  realizaciĂłn  del  mandato.  En  las  relaciones  con  los  terceros,  ya  que  no  estaba  admitida  la  representaciĂłn,  el  mandatario  adquirĂ­;Íž  derechos  y  asumĂ­a  obligaciones  personales;Íž  sin  embargo,  como  ya  hemos  visto,  fueron  dadas  acciones  útiles  al  tercero  contra  el  mandante  y  tambiĂŠn  se  concede  a  Êste  la  facultad  de  actuar  contra  el  tercero.   De  este  contrato,  que  era  bilateral  imperfecto,  nacĂ­an:  D /D Âł$FWLR PDQGDWL GLUHFWD´ para  el  mandante  contra  el  mandatario  y,  al  menos  en  el  derecho  justinianeo;Íž  E /D´$FWLR PDQGDWL FRQWUDULD´ para  el  mandatario  contra  el  mandante.  La  condena  en  la  primera  de  las  dos  acciones  era  infamante.   El  mandato  se  extinguĂ­a  por  el  cumplimiento  de  la  gestiĂłn;Íž  por  la  voluntad  comĂşn;Íž  por  la  revocaciĂłn  del  mandante;Íž  por  la  renuncia  del  mandatario  y  por  la  muerte  de  una  de  las  partes.  Tan  sĂłlo  en  el  derecho  justinianeo  se  reconociĂł  validez  al  mandato  consistente  en  una  gestiĂłn  que  habĂ­a  de  cumplirse  despuĂŠs  de  la  muerte  del  mandante  (mandatum  post  mortem).  En  cuanto  a  la  revocaciĂłn  y  la  renuncia  si  la  realizaciĂłn  de  la  gestiĂłn  no  se  habĂ­a  comenzado  el  mandante  estaba  obligado  al  pago  de  los  gastos  anticipados  del  mandatario  y  Êste  por  los  daĂąos  que  podĂ­an  derivarse  en  perjuicio  del  mandante.  Por  otra  parte,  lo  primero  surgĂ­a  efecto  desde  el  momento  en  el  cual  el  mandatario  hubiese  tenido  conocimiento  de  la  revocaciĂłn.   Los  Contratos  Innominados   Es  la  categorĂ­a  de  contenido  mĂĄs  rico  y  variado  en  tanto  en  cuanto  son  infinitas  las  relaciones  que  abarca.  Los  contratos  innominados  eran  convenciones  que  producĂ­an  obligaciones  y  se  transformaban  en  contrato     169 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

cuando  una  de  las  partes  habĂ­a  realizado  la  prestaciĂłn  a  la  cual  se  habĂ­a  obligado;Íž  desde  aquel  momento  la  otra  parte  quedaba  obligada  para  la  ejecuciĂłn  o  tramitaciĂłn  de  la  suya.  Ello  le  aproximaba  a  los  contratos  reales  en  los  cuales  la  obligaciĂłn  nacĂ­a  de  la  prestaciĂłn  realizada  por  un  sujeto,  Pero  divergĂ­an  de  ellos  por  su  origen  histĂłrico  y  porque,  por  lo  general,  tenĂ­an  el  fin  de  obtener  una  cosa  diversa  o  tambiĂŠn  diversa  prestaciĂłn.   Por  otra  parte,  el  reconocimiento  de  los  efectos  obligatorios  de  tales  convenciones  como  contratos  es  muy  tardĂ­o,  acaso  tan  sĂłlo  sea  propio  de  la  edad  justinianea.  En  el  derecho  clĂĄsico,  siendo  considerados  como  contratos  VRODPHQWH ODV ILJXUDV WtSLFDV UHFRQRFLGDV SRU HO ÂłIus   Civile´ \ SRU HO ÂłIus   gentium´ D TXLHQ KDEtD UHDOL]DGR OD SUHVWDFLyQ OH FRUUHVSRQGtD VL OD RWUD SDUWH HUD LQFXPSOLGRUD XQD Âłcondictio  ³SDUD UHFXSHUDU DTXHOOR TXH KDEtD GDGR R XQD ÂłActio  doli´ Sara  obtener  el  resarcimiento  del  daĂąo  derivado  de  la  prestaciĂłn  hecha  y  nada  mĂĄs.  Sin  embargo,  en  algunos  casos,  que  podĂ­an  ser  considerados  junto  a  las  figuras  de  los  contratos  ya  reconocidos,  se  FRQFHGH XQD ÂłActio  in  factum´ SDUD REOLJDU D OD RWUD SDUWH al  cumplimiento  de  OD REOLJDFLyQ \ WDPELpQ DO PLVPR ILQ XQD ÂłActio  civilis  incerti´ HQ OD FXDO no  teniendo  el  compromiso  un  nombre  especĂ­fico,  se  le  determinaba  PHGLDQWH XQD SUHPLVD SUDHVFULSWLR SRU OR TXH VH OODPDED Âłpraescriptis  YHUELV DJHUH´ HabiĂŠndose  perfilado  una  nociĂłn  de  contrato  que  comprendĂ­a  toda  convenciĂłn  lĂ­cita,  ellas  fueron  asumidas  entre  los  contratos,  y  mĂĄs  tarde  en  el  derecho  justinianeo,  las  innumerables  hipĂłtesis  de  contratos  innominados,  algunos  de  los  cuales  tienden  a  su  vez  a  configurarse  como  figuras  tĂ­picas,  fueron  subdivididas  en  cuatro  grupos,  tomando  como  fundamento  el  diferente  contenido  de  las  recĂ­procas  prestaciones  que  implicaban:  ³'R XW GHV ²Es  la  transmisiĂłn  de  una  cosa  para  obtener  otra;Íž  ³'R XW facias.  ²Ea  la  transmisiĂłn  de  una  cosa  a  cambio  de  una  actividad;Íž  ³)DFLR XW GHV´ ²Es  el  cumplimiento  de  una  actividad  para  obtener  la  transmisiĂłn  de  una  cosa;Íž  ³)DFLR Xt  IDFLDV´ ²Es  el  cumplimiento  de  una  actividad  a  cambio  de  otra  actividad.   Cuando  una  de  las  partes  habĂ­a  realizado  su  prestaciĂłn  tenĂ­a  derecho  a  exigir  de  la  otra  el  cumplimiento  de  la  contraprestaciĂłn  mediante  la  ³$FWLR praescriptis  verbis´ DFFLyQ JHQHUDO SDUD WRGDV ODV FRQYHQFLRQHV TXH D YHFHV en  las  fuentes  justinianeas,  se  encuentra  mencionada  tambiĂŠn  con  otros  nombres  y  que  era  de  buena  fe.  Por  otra  parte,  si  la  prestaciĂłn  realizada  consistĂ­a  en  una  ³GDWLR´  podĂ­a  exigir  la  cosa  mediante  la  rescisiĂłn  del  contrato,  y,  si  se  trataba  de  un  injustificado  retraso,  la  contraprestaciĂłn  con  la  170 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

¾´Fondictio  ex  poenitentia´ R ELHQ FXDQGR OD RWUD SDUWH IXHVH LQFXPSOLGRUD FRQ OD Âłcondictio  causa  data  causa  non  secuta´   Los  contratos  innominados  que  principalmente  asumieron  un  aspecto  tĂ­pico  fueron:  la  Permuta,  el  contrato  estimatorio,  la  transacciĂłn  y  el  precario.   La  Permuta  (Permutatio)  .Ella  se  daba  cuando  una  parte  transferĂ­a  la  propiedad  de  una  cosa  a  la  otra,  la  cual  se  obligaba  a  transferir  la  propiedad  de  otra  cosa.  En  el  derecho  clĂĄsico  los  Sabinianos  la  consideran  como  compraventa;Íž  pero,  sin  embargo,  prevaleciĂł  la  tesis  negativa  de  los  Proculeyanos.  Profunda  era,  efectivamente,  la  diferencia  entre  los  dos  institutos,  no  obstante  desempeĂąar  una  funciĂłn  anĂĄloga;Íž  principalmente  porque  el  requisito  de  la  compraventa  era  el  precio  en  dinero,  ya  que  si  no,  no  implicaba  la  transferencia  de  la  propiedad  y  se  perfeccionaba  tan  sĂłlo  con  el  consentimiento,  mientras  que  en  la  Permuta  la  obligaciĂłn  nacĂ­a  mediante  la  transferencia  de  la  propiedad  de  una  cosa  y  se  perfeccionaba  por  la  transferencia  de  otra.  Si  alguno  se  obligaba  solamente  a  dar  o  bien  daba  una  cosa  ajena  el  negocio  asĂ­  realizado  era  nulo.  A  la  Permuta  fueron,  por  otra  parte,  asimiladas  las  reglas  de  la  compraventa  sobre  la  evicciĂłn,  los  vicios  ocultos  y  el  riesgo  a  cargo  del  acreedor.  En  el  derecho  justinianeo  la  Permuta  HV FRPSUHQGLGD HQWUH ORV FRQWUDWRV Âłdo  ut  des´ \ SURYLVWD GH OD ÂłActio  praescriptis  verbis´ HQ OXJDU GH OD ÂłActio  in  factum´ R GH OD VLPSOH Âłcondictio´ FRUUHVSRQGLHQWH HQ HO GHUHFKR FOiVLFR D TXLHQ KDEtD HQWUHJDGR OD cosa.   El  contrato  estimatorio  (aestimatum)  .Se  daba  cuando  una  de  las  partes  consignaba  una  cosa  a  la  otra  a  fin  de  que  la  vendiese,  y  Êsta  se  obligaba  a  dar  el  valor  determinado  o  bien  a  restituir  la  cosa  invendida.  Se  discutĂ­a  en  el  derecho  clĂĄsico  si  se  trataba  de  venta,  mandato  o,  bien,  arrendamiento  de  FRVD R GH REUD 3DUHFH TXH HO SUHWRU FRQFHGLy \D XQD ÂłActio  in  factum´ OODPDGD Âłde  aestimato´ HQ IDYRU GHO SURSLHWDULR GH OD FRVD (Q HO GHUHFKR MXVWLQLDQHR D WUDYpV GH OD ÂłActio  praescriptis  verbis´ SRGtD REOLgarse  al  cumplimiento  du  la  prestaciĂłn  que  se  habĂ­a  determinado.   La  transacciĂłn  (transactio)  .Era  una  convenciĂłn  a  travĂŠs  de  la  cual  las  partes  ponĂ­an  fin  a  un  litigio  comenzado  o  evitaban  su  nacimiento,  haciendo  concesiones  recĂ­procas.  En  el  derecho  clĂĄsico  ella  era  causa  de  actos  abstractos  con  los  cuales  las  partes  realizaban  transferencias  (mancipatio)  o  asumĂ­an  obligaciones  (stipulatio);Íž  Pero  de  la  convenciĂłn  determinada  como  VLPSOH SDFWR QR QDFtD QDGD PiV TXH XQD Âłexceptio  pactis´ 3RU RWUD SDUWH podĂ­a  ser  realizada  tan  sĂłlo  antes  de  la  sentencia  del  juez.  En  el  derecho  justinianeo  fue  comprendida  entre  los  contratos  innominados  y  provista  de     171 Â


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XQD Âł$FWLR SUDHVFULSWLV YHUELV´ correspondiente  a  la  parte  cumplidora  y  podĂ­a  ser  realizada  sĂłlo  hasta  que  no  existiese  una  sentencia  definitiva.   El  Precario  (precarium)  .Era  un  negocio  por  el  cual  una  de  las  partes  concedĂ­a  gratuitamente  el  uso  de  una  cosa  de  un  derecho  a  otra,  la  cual  se  obligaba  a  restituir  la  cosa  o  a  cesar  en  el  uso  de  ella  a  peticiĂłn  del  concedente.  La  posesiĂłn  del  precarista  se  consideraba  viciada  en  las  relaciones  del  concedente  de  tal  forma  que  Êste  en  el  derecho  clĂĄsico  podĂ­a  REWHQHU OD UHVWLWXFLyQ GH OD FRVD FRQ HO Âłinterdictum  de  precario´ DGHPiV GH QDWXUDOPHQWH FRQ OD Âłrei  vindicatio´ TXH OH FRUUHVSRQGtD HQ FXDQWR HUD propietario.  Sin  embargo,  de  la  relaciĂłn  no  nacĂ­an  efectos  obligatorios.  Estos  fueron  reconocidos  sĂłlo  con  el  derecho  justinianeo  cuando  el  precario  fue  encuadrado  entre  los  contratos  innominados,  pudiendo  entonces  el  concedente  hacer  valer  su  derecho  de  obligaciĂłn  contra  el  precarista  PHGLDQWH OD Âł$FWLR SUDHVFULSWLV YHUELV´   Los  Pactos   El  ³SDFWLR´ R ÂłSDFWXP´ es  definido  en  las  fuentes  romanas  como  el  acuerdo  de  dos  o  mĂĄs  Personas.  Sin  embargo,  segĂşn  el  antiguo  Derecho  romano,  semejante  acuerdo  podĂ­a  generar  ³REOLJDWLR´ VyOR VL HUD UHDOL]DGR HQ ODV IRUPDV LQGLFDGDV SRU HO Âł,XV &LYLOH´  o  por  una  de  las  causas  reconocidas  por  el  ³,XV JHQWLXP´ ya  que  de  otra  forma  no  producĂ­a  efecto,  y  de  aquĂ­  SURYLHQH OD Pi[LPD Âłnuda  pactio  obligationem  non  parit´ 1R REVWDQWH HO derecho  pretorio  y  el  imperial  reconocieron  cada  vez  mĂĄs  intensamente  cierta  protecciĂłn  a  los  pactos  que  no  fuesen  contra  las  leyes  o  en  fraude  de  una  de  las  partes,  concediendo  asĂ­  una  exceptio  en  favor  del  contratante  cuando  la  otra  parte  actuaba  judicialmente  en  contradicciĂłn  a  los  acuerdos  GHWHUPLQDGRV ÂłH[FHSWLR SDFWL FRQYHQWL´).  Ello  sucedĂ­a  generalmente  cuando  el  pacto  se  adherĂ­a  a  un  contrato  principal,  pudiendo  ser  concluido  en  el  momento  del  contrato  (ex  continenti),  o  posteriormente  (ex  intervallo).  En  este  segundo  caso  tenĂ­a,  sin  embargo,  eficacia  sĂłlo  si  se  daba  en  favor  del  contratante.  El  mĂĄs  tĂ­pico  de  ellos  era  el  "pactum  de  QRQ SHWHQGR´ con  el  cual,  como  ya  hemos  visto,  el  acreedor  se  comprometĂ­a  a  no  exigir  al  deudor  el  pago.  3DUD ORV SDFWRV DFFHVRULRV Âłex  continenti´ D XQ FRQWUDWR TXH GDED OXJDU D XQ juicio  de  buena  fe  en  el  que  debĂ­a  el  juez  valorar  ³H[ ILGH ERQD´  el  comportamiento  de  las  partes  y,  asĂ­,  pues,  sus  acuerdos,  el  Actor  y  el  contratante  podĂ­a  hacerlos  valer  directamente.  En  otros  casos  el  pretor  FRQFHGLy XQD DFFLyQ SRU OR JHQHUDO VLQ Âłfactum´ FRQ HO ILQ GH DVHJXUDU OD protecciĂłn  a  las  relaciones  que  tenĂ­an  su  fundamento  tan  sĂłlo  sobre  un  acuerdo  de  las  partes,  independientemente  de  la  existencia  de  un  contrato  al  172 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

cual  se  habĂ­a  adherido.  En  el  derecho  postclĂĄsico  y  justinianeo  se  dio  aĂşn  PD\RU UHFRQRFLPLHQWR D ORV Âłpacta´ TXH DXQTXH HUDQ DFFHVRULRV D OD ÂłVWLSXODWLR´ IXHURQ FRQVLGHUDGRV LQKHUHQWHV D HOOD \ IXH SRU ~OWLPR coQFHELGR FRPR ÂłSDFWXP WDFLWXP´  cualquier  acto  del  cual  fuese  posible  deducir  una  determinada  voluntad.  Por  otra  parte,  por  la  desapariciĂłn  del  procedimiento  formulado,  por  la  fusiĂłn  entre  el  derecho  civil  y  pretorio  y  por  la  amplitud  conseguida  por  la  nociĂłn  del  contrato,  los  pactos  fueron  sustancialmente  asimilados  a  los  contratos  y  cada  uno  de  ellos  es  estimado  FRPR XQ DXWpQWLFR ÂłSDFWXP´   /RV Âłpacta´ WHQtDQ VLQ HPEDUJR XQD IXQFLyQ PiV DPSOLD TXH OD GH ORV tĂ­picos  contratos,  pudiendo  crear  no  sĂłlo  relaciones  de  obligaciĂłn  sino,  aĂşn,  constituir  algunos  derechos  reales.  En  el  derecho  justinianeo,  la  parte  que  hubiese  realizado  la  prestaciĂłn  a  la  cual  estaba  obligada  por  el  ³SDFWXP´  podĂ­a  siempre,  si  faltaba  una  acciĂłn  particular  de  tutela  de  la  relaciĂłn,  exigir  HO FXPSOLPLHQWR GH OD FRQWUDSUHVWDFLyQ PHGLDQWH OD ÂłActio  praescriptis  verbis´ HQ FXDQWR HO SDFWR YDOtD FRPR FRQWUDWR LQQRPLQDGR (QWUH ORV SDFWRV PiV LPSRUWDQWHV UHFRUGDPRV SRU KDEHUORV \D GHVFULWR DGHPiV GHO Âłpactum  GH QRQ SUHWHQGR´ HO Âłpactum  hypothecae´ ORV SDFWRV SDUD OD FRQVWLWXFLyQ del  usufructo  y  de  las  servidumbres;Íž  el  ³FRQVWLWXWXP GHELWL $OLHQL´ \ HO GH Âłdebiti  propri´ ORV SDFWRV DFFHVRULRV D OD FRPSUDYHQWD \ HQWUH ORV TXH HQ VHJXLGD YHUHPRV HO Âłpactum  donationum´ QDFLGRV WRGRV HOORV  en  Êpocas  diversas,  desde  la  edad  clĂĄsica  al  derecho  justinianeo,  y  con  diferentes  protecciones.   Particular  menciĂłn  se  harĂĄ  aquĂ­  de  algunos  otros  pactos  que  creaban  relaciones  especiales  como  el  juramento  voluntario,  el  compromiso  y  el  ³UHFHSWXP´  Se  daba  el  juramento  voluntario  (Ius   iurandum  voluntarium)  cuando  las  partes  litigantes  se  ponĂ­an  de  acuerdo  para  dirimir  la  controversia  haciĂŠndola  depender  del  juramento  de  una  de  ellas.  Para  la  realizaciĂłn  del  SDFWR TXHGDED HVSHFLILFDGD XQD ÂłH[FHSWLR´  y  una  ³Actio  in  pactum´ 6H GDED el  compromiso  (compromissum)  en  tanto  en  cuanto  las  partes  se  ponĂ­an  de  acuerdo  para  someter  la  decisiĂłn  de  una  controversia  a  un  tercero,  llamadoÂłDUELWHU´  En  el  derecho  clĂĄsico,  para  constreĂąir  a  las  partes  a  observar  el  compromiso  existĂ­an  estipulaciones  penales;Íž  mientras  en  el  derecho  justinianeo  fueron  concebidas  una  ³H[FHSWLR´  y  una  ³$FWLR LQ factum´ TXH SURSRUFLRQDURQ HILFDFLD DO SDFWR HQ Vt PLVPR  6H GDED HO ÂłUHFHSWXP´ cuando,  mediante  un  pacto,  una  de  las  partes  asumĂ­a  unD UHVSRQVDELOLGDG DVt HQ HO Âłreceptum  arbitri´ FXDQGR DOJXQR VH REOLJDED D DFWXDU FRPR iUELWUR HQ XQD FRQWURYHUVLD HQ HO ÂłUHFHSWXP DUJHQWDULL´  IXQGLGR SRU -XVWLQLDQR FRQ HO ÂłFRQVWLWXWXP GHELWL´  cuando  un  banquero  se  obligaba  a  pagar  una  suma  por  cueQWD GH XQ FOLHQWH HQ HO ´acceptum     173 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

nautarum´ Âłcauponum´ Âłstabulariorum´ FXDQGR ORV DUPDGRUHV GH XQD nave,  los  posaderos  o  los  encargados  de  las  caballerizas  asumĂ­an  una  responsabilidad  particular  por  la  sustracciĂłn  o  el  daĂąo  de  las  cosas  a  ellos  confiadas.  En  todos  estos  casos  ya  en  el  derecho  clĂĄsico  el  pretor  concedĂ­a  a  travĂŠs  de  su  edicto  una  acciĂłn  para  hacer  cumplir  las  responsabilidades  a  quien  se  habĂ­a  comprometido.   Las  Promesas  Unilaterales   Por  cuanto  ya  hemos  visto  hasta  aquĂ­  resulta  que  las  obligaciones  derivadas  del  contrato  exigĂ­an  un  acuerdo  de  las  voluntades  Tan  sĂłlo  y   H[FHSFLRQDOPHQWH HQ HO FDVR GH OD Âłdotis  promissio´ \ GH OD Âłpromissio  iurata  liberti´ VH GDEDQ SURPHVDV XQLODWHUDOHV Âłuno  loquente´ TXH VH FRQVLGHUDEDQ entre  los  contratos  por  la  solemnidad  de  la  forma.  A  estas  dos  excepciones  se  pueden,  sin  embargo,  sumar  otras  dos,  que  en  cierto  sentido  significarĂ­an  para  ellas  lo  que  los  ³SDFWD´ VLJQLILFDQ SDUD ORV FRQWUDWRV \ pVWDV VRQ HO Âłvotum´ \ OD Âłpollicitatio´ TXH QR VRQ FLHUWamente  contratos,  sino  promesas  unilaterales,  y  de  las  cuales,  excepcionalmente,  nacĂ­a  una  obligaciĂłn.   El  ³YRWXP´ era  una  promesa  unilateral  hecha  a  una  divinidad,  en  la  cual  elsacerdote  parece  que  podĂ­a  actuar  contra  el  que  prometĂ­a  para  obligarlo  a  la  prestaciĂłn  prometida.  La  promesa  unilateral  de  edificar  una  construcciĂłn  S~EOLFD R GH HQWUHJDU XQD VXPD D XQD FLXGDG SRU XQD ÂłIusta  causa´ FRPR por  ejemplo,  por  haberle  sido  otorgado  o  que  se  le  va  a  otorgar  un  honor,  o  un  gesto  de  liberalidad.  Ella  podĂ­a  ser  obligada  a  su  cumplimiento  mediante  OD Âłcognitio  extra  ordinem´ \ OD REOLJDFLyQ QDFtD VHJ~Q OD FDXVD GHVGH HO momento  de  la  promesa  o  bien  desde  aquel  en  el  cual  se  habĂ­a  comenzado  su  incumplimiento  Se  discute  si  era  necesaria  la  aceptaciĂłn.  La  obligaciĂłn  se  transmitĂ­a  en  algunos  casos  a  los  herederos.   /DV 2EOLJDFLRQHV 1DFLGDV Âł4XDVL ([ &RQWUDFWX´   Como  ya  hemos  seĂąalado,  la  denominaciĂłn  de  esta  categorĂ­a  de  obligaciones  se  atribuye  a  los  justinianeos,  que  bajo  tal  forma  comprendieron  diferentes  figuras  de  obligaciones  las  cuales  derivaban  de  hechos  lĂ­citos  y  podĂ­an  ser  identificadas  a  algunos  de  los  contratos.  Entre  ellos,  sin  embargo,  tenĂ­an  de  comĂşn  tan  sĂłlo  el  hecho  de  no  ser  ni  contratos,  ni  delitos.  De  ellas  se  dice  que  nacĂ­an  ³TXDVL H[ FRQWUDFWX´  y  los  intĂŠrpretes  terminaron  por  llamarlas  ³TXDVL FRQWUDWRV´ (QWUH HOODV HQ HO 'HUHFKR URPDQR VH HQFRQWUDEDQ OD gestiĂłn  de  negocios,  la  tutela,  los  legados,  el  pago  de  lo  indebido,  la  FRPXQLGDG LQFLGHQWDO \ OD ÂłLQWHUURJDWLR LQ LXUH´   174 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

 La  gestiĂłn  de  negocios  (negotiorum  gestio)  consistĂ­a  en  la  asunciĂłn  de  la  administraciĂłn  de  uno  o  mĂĄs  negocios  ajenos  sin  que  se  hubiera  recibido  el  PDQGDWR SDUD HOOR /D 3HUVRQD TXH DGPLQLVWUDED OODPiEDVH Âłnegotiorum  gestor´ DTXHOOD HQ FX\R LQWHUpV HUD UHDOL]DGD OD administraciĂłn  ce  llamaba  ³'RPLQXV QHJRWLL´ 5HFRQRFLGD HQ XQ SULQFLSLR SDUD ORV FDVRV SDUWLFXODUHV IXH SURWHJLGD SRU HO SUHWRU FRQ XQD ÂłActio  negotiorum  gestorum´ TXH HUD GH EXHQD IH \ FRQVLGHUDEiVH Âłdirecta  ³FXDQGR HVWDED GLULJLGD FRQWUD HO JHVWRU ÂłFRntraria´ FXDQGR HUD GLULJLGD FRQWUD HO Âł'RPLQXV´ 7DO LQVWLWXWR IXH UHFRJLGR HQ HO ÂłIus   Civile´ \ QR REVWDQWH IDOWDU HO DFXHUGR FRQWUDFWXDO IXH siempre  equiparado  en  sus  efectos  a  la  figura  del  mandato,  con  el  cual  tenĂ­a  muchos  presupuestos  en  comĂşn.  De  la  relaciĂłn,  que  era  bilateral,  nacĂ­an  obligaciones  reciprocas.  El  gestor  estaba  obligado  a  llevar  a  cabo  el  negocio  TXH KDEtD FRPHQ]DGR D GDU FXHQWD GH pO D WUDQVIHULU DO Âł'RPLQXV´  todos  los  efectos.  Su  responsabilidad  se  extendĂ­a  generalmente  hasta  la  culpa  leve,  Pero  se  restringĂ­a  al  dolo  y  a  la  culpa  lata  si  el  negocio  no  permitĂ­a  retardo  alguno  (necessitate  urgente),  y  se  extendĂ­a,  aĂşn,  al  caso  fortuito  si  era  de  aquellas  gestiones  a  las  que  el  ³'RPLQXV´  estaba  acostumbrado  a  realizar.  El  ³'RPLQXV´ estaba  obligado  a  su  vez  a  reconocer  la  gestiĂłn  que  le  hubiera  sido  realizada  con  utilidad;Íž  a  librar  al  gestor  de  las  obligaciones  asumidas  con  motivo  de  la  gestiĂłn;Íž  al  resarcimiento  por  los  gastos  y  los  daĂąos  presentes  y  futuros.   Se  consideraban  requisitos  esenciales:  a)  uno  o  varios,  actos  de  administraciĂłn  que  podĂ­an  consistir  en  una  actividad  MXUtGLFD R PDWHULDO \ UHIHULUVH D WRGR HO SDWULPRQLR GHO Âł'RPLQXV´  b)  la  inalienabilidad  del  negocio  realizado;Íž  c)  la  falta  de  mandato;Íž  G OD XWLOLGDG GHO Âł'RPLQXV´ HQWHQGLGD HQ HO VHQWLGR GH TXH pO GHEHUtD GH haber  realizado  el  acto,  Pero  no  de  que  tal  acto  debĂ­a  de  dar  necesariamente  un  resultado  útil.   Por  lo  general,  era  por  otra  parte  exigida  la  intenciĂłn  del  gestor  de  realizar  la  administraciĂłn  no  en  beneficio  propio,  sino  en  beneficio  ajeno.  Sin  embargo,  se  admite  en  el  derecho  justinianeo  que  cuando  hubiera  sido  realizada  en  interĂŠs  del  propio  gestor,  pero  que  igualmente  hubiera  sido  beneficiosa  aun  SDUD HO Âł'RPLQXV´  la  gestiĂłn  fuera  considerada  en  los  lĂ­mites  del  HQULTXHFLPLHQWR TXH KXELHUD SUHVXSXHVWR VL HO ÂłDominus´ HVWDED HQ conocimiento  de  la  gestiĂłn  comenzada  y  no  se  opone  a  ella,  Êsta  se  WUDQVIRUPDED HQ PDQGDWR 6L SRU HO FRQWUDULR VH GDED OD JHVWLyQ Âłprohibente  domino´ HQ HO GHUHFKR FOiVLFR VH GiscutĂ­a  en  quĂŠ  medida  correspondĂ­a  la  acciĂłn  al  gestor;Íž  Pero  en  el  derecho  justinianeo  le  es  negada  del  todo.      175 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

Un  caso  particular  de  gestiĂłn  se  daba  cuando  alguno  tomaba  a  su  cargo  el  entierro  de  un  muerto,  o  ³SLHWDWLV FDXVD´ VLQR VXVWLWX\HQGR D TXLHQ HVWaba  obligado,  pudiendo  en  tal  caso  exigir  de  Êste  el  reembolso  de  los  gastos  que  WXYLHURQ OXJDU FRQ OD ÂłActio  funeraria´ HMHUFLWDEOH DXQTXH KXELHUD VLGR H[SUHVDPHQWH Âłprohibitio´ HO HQWLHUUR   La  tutela  de  los  impĂşberes  daba  lugar,  por  lo  que  se  refiere  a  la  cuestiĂłn  patrimonial,  a  una  relaciĂłn  de  gestiĂłn  de  negocio  en  la  cual  el  tutor  actuaba  como  gestor.  La  acciĂłn  correspondiente  al  pupilo  contra  el  tutor,  que  OODPiEDVH Âł$FWLR WXWHODH´  HUD VXVWDQFLDOPHQWH XQD ÂłActio  negotiorum  gestorum´ \ KDVWD TXH QR VH DGPLWH XQD Âł$FWLR WXWHODH FRQWUDUtD´ HMHUFLWDEOH contra  el  pupilo  por  los  honorados  de  la  gestiĂłn,  el  tutor  frente  a  Êl  ejercitaba  XQD ÂłActio  negotiorum  gestorum´ (Q HO GHUHFKR MXVWLQLDQHR ODV REOLJDFLRQHV UHFtSURFDV IXHURQ HQFXDGUDGDV FRPR OD Âłnegotiorum  gestio´ HQWUH ODV TXH QDFtDQ ÂłTXDVL H[ FRQWUDFWX´   Lo  mismo  se  puede  decir  para  las  obligaciones  derivadas  de  la  gestiĂłn  de  los  tutores  del  demente,  del  prĂłdigo,  del  menor  de  edad,  que  en  el  derecho  FOiVLFR VH KDFtDQ YDOHU FRQ XQD ÂłActio  negotiorum´ SUREDEOHPHQWH FRQFHGLGD RILFLDOPHQWH \ HQ HO GHUHFKR MXVWLQLDQHR PHGLDQWH XQD ÂłActio  in  Personam´ GLULJLGD FRQWUD HO KHUHGHUR 'H WRGR HOOR KDEODUHPRV PHMRU DO tratar  de  las  sucesiones.   El  pago  de  lo  indebido  (indebiti  solutio)  se  daba  cuando  alguno,  considerĂĄndose  obligado  a  entregar  una  suma  o  una  cosa,  la  hubiera  transferido  a  la  Persona  que  se  consideraba  acreedora.  HabiĂŠndose  transferido  la  propiedad  y  no  pudiĂŠndose  asĂ­,  pues,  ejercitar  la  ³reivindicatio´ OH HUD FRQFHGLGD D TXLHQ KDEtD SDJDGR XQD ÂłActio  in  Personam´ EDMR HO QRPEUH GH Âłcondictio  indebiti´ /D UHODFLyQ QDFLGD GHO hecho  del  pago  se  consideraba,  pues,  como  una  obligaciĂłn,  que  segĂşn  Gayo  VH FRQVWLWXtD Âłre´ FRPR HQ HO PXWXR (O IXQGDPHQWR GH OD REOLJDFLyQ GH Justiniano  es,  por  el  contrario,  situado  en  el  indebido  enriquecimiento  de  quien  habĂ­a  recibido  la  prestaciĂłn  no  debida  y  que  estaba  obligado  a  restituirla  con  las  accesiones  y  los  frutos.  El  pago  podĂ­a  ser  indebido  por  falta  o  nulidad  del  crĂŠdito;Íž  porque  contra  Êl  se  habĂ­a  opuesto  una  ³H[FHSWLR´  porque  debĂ­a  ser  realizado  por  otra  Persona  o  a  una  Persona  diversa;Íž  porque  tratĂĄndose  de  una  obligaciĂłn  bajo  condiciĂłn  (condicionada),  Êsta,  sin  embargo,  no  era  verificable.  En  tales  casos,  no  obstante,  como  veremos  en  las  obligaciones  naturales,  el  pago  indebido  era  irrepetible  y  asĂ­,  pues,  al  menos  en  el  derecho  justinianeo,  si  habĂ­a  sido  realizado  sin  error,  considerado  como  una  donaciĂłn.  Por  analogĂ­a  con  el  pago  indebido  pueden  ser  comprendidas  entre  las  obligaciones  nacidas  cuasi  contrato  otros  casos,  en  los  cuales  se  176 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

GDED XQD Âłdatio´ TXH KXELHUD OOHYDGR D TXLHQ KDEtD UHFLELGR OD WUDQVIHUHQFLD de  la  propiedad,  a  un  enriquecimiento  injustificado  por  falta  o  ilicitud  de  la  causa.  En  tutela  de  la  obligaciĂłn  asĂ­  nacida  es  determinada  una  ³FRQGLFWLR´ la  cual  se  cualificaba  diversamente  en  las  diferentes  hipĂłtesis.    Recordamos  aquĂ­:  D /D ÂłFRQGLFWLR RE FDXVDP GDWRUXP´ ejercitable  cuando  se  habĂ­a  transferido  la  propiedad  de  una  cosa  en  vista  de  una  contraposiciĂłn  que  mĂĄs  tarde  no  habĂ­a  sido  realizada,  como  en  los  contratos  innominados,  o  de  un  suceso  que  despuĂŠs  no  se  habĂ­a  verificado;Íž  b)  La  ³FRQGLFWLR RE WXUSHP YHO LQLXVWDP FDXVDP´ ejercitable  cuando  se  habĂ­a  entregado  para  una  causa  desaprobada  por  la  ley,  o  bien  para  que  otros  realizaran  un  acto  contrario  a  la  moral  o  al  derecho,  o  para  que  se  abstuviese  de  cumplirlo  mediante  una  compensaciĂłn.  La  inmoralidad  debĂ­a  ser  sĂłlo  de  quien  hubiese  recibido,  por  otro  lado  en   ³SDQ FDXVD WXQSLWXGLQLV PHOLRU HVW FRQGLFLR SRVVLGHQWLV´  c)  La  ³FRQGLFWLR VLQH FDXVD´ ejercitable  cuando  se  habĂ­a  dado  para  una  relaciĂłn  inexistente,  imposible  o  cesada.   d)  La  ³FRPXQLGDG LQFLGHQWDO GH ELHQHV´ (communio  incedens),  que  ya  hemos  visto  al  tratar  del  condominio  o  copropiedad  como  un  derecho  real,  era  fuente  de  relaciones  obligatorias  entre  aquellos  que  sin  su  propia  voluntad,  por  herencia  u   otra  causa,  se  vieran  cualificados  como  copropietarios  de  una  misma  cosa;Íž  en  una  situaciĂłn  anĂĄloga  asĂ­,  pues,  a  la  que  se  daba  en  la  comunidad  establecida  por  un  contrato  de  sociedad.  Aun  en  este  caso  la  ³DFWtR FRPPXQL GLYLGXQGR´ R WUDWiQGRVH GH FRKHUHGHURV OD ÂłActio  familiae  erciscundae´ VHUYtD SDUD UHJXODQ OD GLYLVLyQ GH ORV EHQHILFLRV GH ORV JDVWRV  \ GH ORV GDxRV D HOOD VH DxDGH HQ HO GHUHFKR MXVWLQLDQHR OD ÂłactĂ­o  negotiorum  JHVWRUXP´.  Las  obligaciones  recĂ­procas  (praestationes  Personales)  entre  copropietarios  en  la  comunidad  incidental  de  bienes  son  consideradas  por  Justiniano  como  derivadas  del  cuasi  contrato.  H /D Âłinterrogatio  LQ MXUH´ consistĂ­a,  en  el  derecho  clĂĄsico,  en  una  pregunta  KHFKD ELHQ SRU HO SUHWRU R SRU HO $FWRU HQ OD IDVH Âłin  iure´ GHO SURFHVR DO contratante,  sobre  una  circunstancia  importante  para  la  decisiĂłn  de  la  FRQWURYHUVLD (O FRQWUDWDQWH TXHGDED YLQFXODGR SRU VX Âłresponsio´ (Q HO derecho  justinianeo,  desaparecida  la  distinciĂłn  entre  la  fase  ³LQ LXUH´ \ OD ÂłDSXG LXGLFHP´,  la  pregunta  podĂ­a  ser  hecha  en  cualquier  momento  del  proceso  y  llegaba  a  ser  un  medio  de  prueba  vĂĄlido  para  todo  caso,  considerĂĄndose  la  respuesta  como  fuente  de  una  obligaciĂłn  ³Tuasi  ex  contractu´ TXH OLJDED DO FRQWUDWDQWH DO $FWRU        177 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

  Las  Obligaciones  Nacidas  del  Delito   Nociones  Generales   Junto  al  contrato  y  en  contraposiciĂłn,  sin  embargo,  a  Êl,  la  otra  gran  fuente  de  ODV REOLJDFLRQHV HUD HQ HO 'HUHFKR URPDQR HO Âłdelictum´ (Q OD HGDG primitiva  el  acto  delictivo  hacĂ­a  legĂ­tima  la  venganza  privada,  que  mĂĄs  tarde  quedĂł  limitada  al  taliĂłn.  DespuĂŠs,  la  venganza  fue  sustituida  por  una  ³FRPSRVLFLyQ´ HQ XQ SULQFLSLR YROXQWDULD \ GHVSXpV OHJDO TXH VH transformĂł  en  pena  pecuniaria,  fija  para  cada  tipo  de  delito,  impuesta  por  el  juez  sobre  la  acciĂłn  del  ofendido  y  en  favor  de  Êste.  Del  delito  nacĂ­a,  pues,  una  ³REOLJDWLR´ TXH OLJDED DO RIHQVRU \ DO RIHQGLGR \ WHQtD FRPR REMHWR WLQD pena  pecuniaria  de  carĂĄcter  privado  que  habrĂ­a  de  ser  pagada  a  la  parte  lesionada,  la  cual  tenĂ­a  por  otro  lado  derecho  a  proceder  para  obtener  el  resarcimiento  cuando  hubiera  habido  tambiĂŠn  un  daĂąo  patrimonial.   TambiĂŠn  otros  muchos  delitos  llegaron  a  ser  considerados  desde  la  Êpoca  remota  como  lesivos  de  un  interĂŠs  de  la  colectividad,  dando  lugar  a  una  pena  pĂşblica,  la  cual  podĂ­a  ser  corporal  o  patrimonial,  y  esta  última  dispuesta  en  IDYRU GHO HUDULR /D HVIHUD GH ORV GHOLWRV S~EOLFRV TXH OODPiEDQVH ÂłFULPLQD´ se  fue  poco  a  poco  extendiendo  y  absorbiĂł  mĂĄs  tarde  muchos  de  los  antiguos  delitos  castigados  con  la  pena  privada,  dejando  a  veces  existir  a  Êsta  junto  a  la  pena  pĂşblica.  La  categorĂ­a  de  los  delitos  privados,  que  llamĂĄbanse  ³GHOLFWD´ R Âłmaleficia´ VH YD SRU FRQVHFXHQFLD OyJLFD GH OR DQWHULRU reformando,  asĂ­  que  en  la  edad  clĂĄsica  y  justinianea  sĂłlo  comprendĂ­a  cuatro  figuras  de  culpabilidad:  el  hurto,  la  rapiĂąa,  el  daĂąo  y  la  injuria,  en  las  que  la  represiĂłn  fue  dejada  a  la  iniciativa  de  la  parte  lesionada,  a  cuyo  favor  se  extendĂ­a  una  pena  pecuniaria.  Ella  constituĂ­a  el  residuo  de  la  antigua  ³composiciĂłn´ \ WHQtD XQD IXQFLyQ SXQLWLYD EXVFDQGR SULQFLSDOPHQWH OD expiaciĂłn,  mientras  que  con  los  otros  medios  el  ofendido  buscaba  el  resarcimiento  del  daĂąo  sufrido.  SĂłlo  en  el  derecho  justinianeo,  cuando  para  casi  todos  los  delitos  fue  establecida  una  pena  pĂşblica,  la  antigua  pena  privada  asume  igualmente  la  funciĂłn  de  resarcimiento.  El  estudio  de  los  ³crimina´ FRUUHVSRQGH SULQFLSDOPHQWH DO GHUHFKR S~EOLFR URPDQR PLHQWUDV que  es  objeto  de  nuestro  estudio  VyOR ORV Âłdelicta´ HQ WDQWR HQ FXDQWR VRQ fuentes  de  obligaciones,  esto  es:  aquellos  actos  ilĂ­citos  que  se  continuaron  considerando  lesivos  tan  sĂłlo  de  un  interĂŠs  privado.  Como  en  todo  acto  LOtFLWR VH H[LJtD SDUD TXH H[LVWLHVH Âłdelictum´ \ DVt SXHV RbligaciĂłn,  la  lesiĂłn  de  un  derecho  y  la  voluntariedad  del  acto,  esto  es:  la  culpa.  Las  obligaciones  nacidas  del  delito  tenĂ­an  la  caracterĂ­stica  de  la  acumulatividad,  178 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

ya  que  si  varios  eran  los  culpables  de  un  mismo  delito  cada  uno  era  obligado  por  la  totalidad  de  la  pena;Íž  y  de  la  intransmisibilidad,  por  la  que  no  se  transferĂ­a  ni  activa  ni  pasivamente  a  los  herederos.  Sin  embargo,  la  intransmisibilidad  activa,  esto  es,  aquella  en  favor  de  los  herederos  del  ofendido,  es  mĂĄs  tarde  limitada  a  aquellos  casos  en  los  que  era  mĂĄs  evidente  la  funciĂłn  vindicativa  de  las  acciones,  mientras  la  intransmisibilidad  pasiva,  esto  es,  aquella  que  recaĂ­a  sobre  los  herederos  del  ofensor,  es  mantenida,  concediĂŠndose,  sin  embargo,  al  ofendido  la  facultad  de  actuar  para  obtener  cuanto  le  hubiera  sido  daĂąado  por  consecuencia  del  delito.  Para  todas  las  obligaciones  nacidas  del  delito  imperaba,  por  otra  parte,  el  principio  por  el  FXDO VL HO DFWR GHOLFWLYR KDEtD VLGR FRPHWLGR SRU XQ Âłfilius  familias´ R SRU XQ esclavo,  de  Êl  respondĂ­a  aquel  que  tuviera  la  potestad  en  el  momento  en  que  IXHUD HMHUFLGD OD DFFLyQ TXH SRU WDO PRWLYR OODPiEDVH ÂłActio  noxalis´ (O TXH ejercĂ­a  la  potestad  podĂ­a,  no  obstante,  liberarse  de  la  obligaciĂłn   abandonando  al  culpable  a  la  venganza  del  ofendido  (noxae  debitio),  y  de  no  ser  asĂ­  sufrĂ­a  la  pena  pecuniaria.  Esta  facultad  se  mantuvo  hasta  el  derecho  MXVWLQLDQHR SDUD ORV HVFODYRV PLHQWUDV TXH GHVGH OD pSRFD FOiVLFD ORV ÂłILOLL´ tuvieron  que  responder  personalmente,  razĂłn  por  la  cual  Justiniano  aboliĂł  para  elloV OD ÂłGHGLWLR´  \ DGPLWLy OD DFFLyQ GLUHFWD (O SULQFLSLR GH OD ÂłActio  noxalis´ VH DSOLFDED WDPELpQ D ORV GDxRV FRPHWLGRV SRU ORV DQLPDOHV domĂŠsticos  sin  culpa  del  patrĂłn.  Las  acciones  con  las  cuales  se  podĂ­a  actuar  eran  penales,  Rei  Persecutorias  y  mixtas.  Con  las  Actiones  penales  se  exigĂ­a  HO SDJR GH OD SHQD SHFXQLDULD SULYDGD &RQ ODV ÂłActiones  rei  Persecutoriae´ se  exigĂ­a  el  resarcimiento  de  lo  ilĂ­cito  en  el  campo  de  los  contratos.  Las  unas  y  las  otras,  al  menos  en  el  derecho  clĂĄsico,  se  podĂ­an  acumular.  Las  ³$FWLRQHV PL[WDH´ LEDQ GLULJLGDV D H[LJLU DO PLVPR WLHPSR HO UHVDUFLPLHQWR \ la  pena.  El  valor  clĂĄsico  de  esta  distinciĂłn  fue  en  parte  alterado  en  el  derecho  justinianeo  por  introducirse  el  concepto  de  que  la  pena,  calculada  en  un  mĂşltiplo  del  valor  de  la  cosa  en  el  momento  del  delito,  comprendiese  tambiĂŠn  el  resarcimiento.   El  Hurto   La  nociĂłn  del  hurto  (furtum)  fue,  para  los  romanos,  mĂĄs  amplia  que  lo  es  en  el  derecho  moderno.  Ella,  despuĂŠs  de  la  edad  republicana,  comprendĂ­a,  en  efecto,  no  sĂłlo  la  substracciĂłn  fraudulenta  de  una  cosa  mueble  ajena  (furtum  rei),  sino  tambiĂŠn  el  uso  ilĂ­cito  (furtum  usus)  o  la  apropiaciĂłn  indebida  (furtum  possaessionis)  de  una  cosa  mueble  que  se  detentase  con  el  consentimiento  del  propietario.  Las  diferentes  hipĂłtesis  son  expresadas  por  ORV URPDQRV FRQ OD SDODEUD Âłcontrectatio´ TXH VLJQLILFDED GHVGH OD separaciĂłn  material  (amnotio)  a  la  simple  manifestaciĂłn  de  un  cambio  de  la  voluntad  respecto  a  una  cosa  que  desde  un  cierto  momento  se  deseaba  poseer     179 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

para  sĂ­  (intervetere  possessionem).  El  hurto  se  fundamentaba  sobre  un  HOHPHQWR REMHWLYR TXH HUD SUHFLVDPHQWH OD Âłcontrectatio´ \ VREUH XQ HOHPHQWR VXEMHWLYR OODPDGR Âłanimus  furandi´ TXH VH PDQLIHVWDED HQ OD dolosidad  del  acto  y  en  el  fin  de  lucro.  El  acto  debĂ­a  ser  contrario  a  la  voluntad  del  titular  de  un  derecho  sobre  la  cosa,  ya  fuese  Êste  el  propietario,  o  bien  cualquiera  que  tuviera  interĂŠs  en  la  conservaciĂłn  de  ella  como  el  arrendatario,  el  comodatario,  el  acreedor  pignoraticio.  Se  admite  tambiĂŠn  que  el  mismo  propietario  respondiera  de  hurto  si  habĂ­a  sustraĂ­do  la  cosa  propia  a  quien  tenĂ­a  sobre  ella  un  derecho  real  o  de  retenciĂłn  por  la  posesiĂłn  de  buena  fe.  No  fue,  sin  embargo,  aceptada  la  opiniĂłn  de  que  se  pudiera  cometer  el  hurto  de  un  inmueble.  SĂ­  era  posible,  no  obstante,  el  hurto  de  una  Persona  libre.  Se  daban  diversos  tipos  de  hurto  que  implicaba  cada  uno  de  ellos  una  diversa  responsabilidad.  La  mĂĄs  importante  distinciĂłn,  conocida  ya  por  las  ;,, 7DEODV HUD DTXHOOD HQWUH Âłfurtum  manifestum´ FXDQGR HO ODGUyQ HUD coJLGR HQ IODJUDQWH GHOLWR \ HO ÂłIXUWXP QHF PDQLIHVWXPÂś.  Si  era  realizado  el  hurto  de  noche,  el  ladrĂłn  podĂ­a  ser  matado  aunque  se  hallara  desarmado;Íž  si  de  dĂ­a,  tan  sĂłlo  si  iba  armado  y  la  Persona  robada  hubiera  pedido  socorro  infructuosamente.  Este  último  elemento  fue  exigido  en  el  derecho  justinianeo  tambiĂŠn  para  poder  matar  al  ladrĂłn  nocturno.   Antiguamente,  para  el  ladrĂłn  manifiesto  existĂ­a  la  pena  capital;Íž  en  las  XII  7DEODV HO D]RWDPLHQWR \ OD Âładdictio´ DO UREDGR PiV WDUGH OD SHQD GHO cuĂĄdruple  del  vDORU GH OD FRVD VL VH H[LJtD FRQ OD Âł$FWLR IXUWL PDQLIHVWL´  PLHQWUDV HQ WRGR RWUR FDVR VH WHQtD GHUHFKR D OD SHQD GHO GREOH FRQ OD ÂłActio  furti  nec  manifesti´ (Q DOJXQRV FDVRV SDUWLFXODUHV OD SHQD VH HOHYDED KDVWD HO triple  o  el  cuĂĄdruple  y  recaĂ­a  tambiĂŠn  sobre  los  que  hubieran  ayudado  al  ODGUyQ HQ OD UHDOL]DFLyQ GH VX GHOLWR /D ÂłActio  furti´ VH SRGtD LJXDOPHQWH ejercitar  contra  los  instigadores  y  los  cĂłmplices.  Para  recuperar  la  cosa  el  OHVLRQDGR SRGtD HMHUFLWDU OD Âłreivindicatio´ R ELHQ OD Âłcondictio  furtiva´ OD primera  como  una  acciĂłn  real  al  es  que  era  propietario,  y  la  segunda  como  una  acciĂłn  personal  que  implicaba  al  ladrĂłn  la  obligaciĂłn  de  restituir  la  cosa  robada  (ĂŠsta  era  un  tanto  anormal  respecto  a  las  otras  ³FRQGLFWLRQHV´ HQ cuanto  no  era  concebible  la  obligaciĂłn  de  dar  una  cosa  de  la  cual  el  acreedor  fuera  ya  propietario).   (Q HO GHUHFKR MXVWLQLDQHR OD Âł$FWLR IXUWL´  es  la  única  acciĂłn  que  habĂ­a  conservado  estricto  carĂĄcter  penal,  permaneciendo  distinta  de  las  acciones  de  resarcimiento  y  acumulables  con  ella  para  obtener  la  pena  pecuniaria,  que  era  del  cuĂĄdruple  para  el  hurto  manifiesto,  y  del  doble  en  todo  otro  caso  y  contra  FXDOTXLHU 3HUVRQD /D ÂłActio  furti´ OOHYDED WRGD OD LQIDPLD DO FRQGHQDGR /H correspondĂ­a  tambiĂŠn  a  los  herederos  del  que  hubiera  sufrido  el  hurto,  pero  no  se  ejercĂ­a  contra  los  herederos  del  ladrĂłn,  hacia  los  cuales,  por  otra  parte,  180 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

VH WHQtD HO GHUHFKR GH GLULJLU OD ÂłFRQGLFWLR IXUWLYD´  en  cuanto  se  les  hubiera  prevenido.   La  rapiĂąa   /D UDSLxD ÂłYL ERQD UDSWD´)  se  diferenciĂł  del  hurto  hacia  el  final  de  la  repĂşblica,  constituyendo  una  hipĂłtesis  de  Êl  agravada  por  la  violencia  ejercitada  por  el  ladrĂłn,  con  el  auxilio.  de  otros  o  bien  solo.  De  ella  nacĂ­a  una  ³Actio  vi  bonorum  raptorum´ TXH LPSOLFDED XQD SHQD GHO FXiGUXSOH GHO Yalor  de  la  cosa  si  ella  era  ejercida  en  el  plazo  de  un  aĂąo,  y  del  ³VLPSOXP´  si  mĂĄs  tarde  del  aĂąo.  La  acciĂłn  era  infamante  para  el  condenado,  y  en  el  derecho  clĂĄsico  tenĂ­a  carĂĄcter  exclusivamente  penal,  siendo  distinta  de  las  acciones  para  el  resarcimiento  y  con  ellas  acumulable;Íž  sin  embargo,  en  el  derecho  justinianeo  asume  carĂĄcter  mixto,  comprendiendo  al  resarcimiento  dentro  del  mismo  cuĂĄdruple,  del  cual  tres  cuartas  partes  eran  consideradas  como  pena  y  un  cuarto  como  resarcimiento.  Por  otra  parte,  en  el  derecho  clĂĄsico,  el  robado  TXH KDEtD HMHUFLWDGR OD ÂłActio  furti´ SRGtD LJXDOPHQWH HMHUFHU OD ÂłActio  vi  bonorum  raptorum´ DO PHQRV GHQWUR GH FLHUWRV OtPLWHV TXH QR VRQ ELHQ conocidos;Íž  en  el  derecho  justinianeo  sĂłlo  hasta  la  concurrencia  del  cuĂĄdruple.  Igualmente  del  cuĂĄdruple  se  respondĂ­a  por  las  cosas  de  las  cuales  se  hubiesen  apoderado  violentamente  aprovechĂĄndose  de  un  desastre  (incendio,  naufragio,  etc.).   El  DaĂąo   (O GDxR ÂłGDPQXP LQLXULD GDWXP´)  era  la  figura  mĂĄs  general  del  delito  privado  y  la  fuente  mĂĄs  significativa  de  las  obligaciones  nacidas  de  un  acto  ilĂ­cito.  Puede  definirse  como:  la  lesiĂłn  o  destrucciĂłn  de  la  cosa  ajena  realizada  con  dolo  o  culpa;Íž  y  se  diferencia  del  hurto,  principalmente,  en  que  no  presupone  provecho  alguno  para  el  que  lo  realiza,  y  de  la  injuria  en  que  no  lleva  consigo  una  ofensa  personal  sino  perjuicio  patrimonial.  El  desenvolvimiento  de  este  delito  procede  de  la  Lex  Aquilia,  del  siglo  III  a.  de  C.,  la  cual  completĂł  algunas  figuras  particulares  ya  existentes  en  las  XII  Tablas  ³$FWLR GH SDXSHULH´ SRU ORV GDxRV SURGXFLGRV SRU ORV FXDGU~SHGRV Âł$FWLR GH SDVWX SHFRULV´  por  los  daĂąos  producidos  en  el  pasto  sobre  el  fundo  DMHQR Âłacto  de  arboribus  succisis´ SRU OD FRUWD GH ORV iUEROHV \ HO GDxR D ODV SODQWDFLRQHV ÂłActio  de  aedibXV LQFHQVLV´  por  el  incendio  de  una  casa).    La  Lex  Aquilia  establecĂ­a  en  tres  capĂ­tulos:  1)  que  quien  hubiera  ³LQLXULD´ PDWDGR D XQ VLHUYR DMHQR R D XQ DQLPDO perteneciente  a  un  rebaĂąo  ajeno  debĂ­a  al  propietario  el  valor  mĂĄximo  que  tuvieran  en  el  último  aĂąo;Íž      181 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

TXH TXLHQ HQ FDOLGDG GH Âładstipulator´ KXELHUD SRU IUDXGH OLEHUDGR DO deudor,  debĂ­a  al  acreedor  el  valor  del  crĂŠdito;Íž   TXH TXLHQ KXELHVH Âłiniuria´ LQIOLJLGR GDxRV D FRVDV DMHQDV GHEtD DO propietario  el  valor  que  ellas  tuvieran  en  el  último  mes.  Partiendo  del  primero  y  del  tercer  capĂ­tulo,  la  jurisprudencia  ampliĂł  notablemente  la  esfera  de  aplicaciĂłn  de  la  ley  ya  sea  con  la  introducciĂłn  de  nuevas  hipĂłtesis  del  daĂąo  y  la  concesiĂłn  de  acciones  en  casos  y  a  Personas  no  previstas,  ya  sea  con  la  extensiĂłn  de  la  valoraciĂłn  del  daĂąo  al  interĂŠs  directo  o  indirecto  que  la  cosa  tenĂ­a  para  el  propietario.  Para  la  aplicaciĂłn  de  la  ley  se  exigĂ­a:  a)  una  acciĂłn  positiva  que  hubiera  proporcionado  un  daĂąo,  no  bastando  la  simple  omisiĂłn;Íž  b)  que  la  acciĂłn  fuese  reaOL]DGD ÂłLQLXULD´ esto  es,  no  en  el  ejercicio  de  un  derecho  o  por  autorizaciĂłn  del  propietario,  ni  por  necesidad  o  legĂ­tima  defensa;Íž  c)  que  existiese  dolo  o  al  menos  culpa,  DXQTXH pVWD IXHVH PtQLPD ÂłLQ OHJH $TXLOLD HW OHYLVVLPD FXOSD YHQLW´);Íž  d)  que  existLHVH XQ Âłdamnum  corpori  datum´ HVWR HV PDWHULDOPHQWH RFDVLRQDGR SRU la  gente  y  de  tal  naturaleza  que  daĂąara  directamente  a  la  cosa;Íž  e)  que  existiese  un  nexo  de  causalidad  entre  la  acciĂłn  y  el  daĂąo.   Pero  ya  en  el  derecho  clĂĄsico  y  aĂşn  mĂĄs  en  el  derecho  justinianeo  se  admite  que  se  pudiera  actuar  con  acciones  útiles  o  ³LQ IDFWXP´ SRU ORV GDxRV realizados  no  ³FRUSRUH´ R QR ÂłFRUSRUL´ HVWR HV LQGLUHFWDPHQWH /D ÂłActio  OHJLV $TXLOLDH´  correspondĂ­a  sĂłlo  al  propietario  de  la  cosa,  pero,  al  menos  en  el  derecho  MXVWLQLDQHR IXH FRQFHGLGD XQD ÂłActio  in  factum´ FUHDGD VREUH HO modelo  de  la  anterior,  al  poseedor  de  buena  fe,  al  acreedor  pignoraticio,  al  usufructuario,  al  usuario  y  al  colono.  Si  el  demandado  confesaba,  la  acciĂłn  OOHYDED D OD FRQGHQD Âłin  simplum´ VL  por  el  contrario,  negaba  sin   IXQGDPHQWR OD FRQGHQD HUD Âłin  duplum´ VHJ~Q HO SULQFLSLR Âłlis  infitiando  FUHVFLW LQ GXSOXP´,  acaso  sancionado  por  la  ley  misma  para  esta  acciĂłn  y  mĂĄs  tarde  extendido  tambiĂŠn  a  otras.  En  el  derecho  justinianeo  se  considerĂł  como  autĂŠntica  negativa  el  no  pagar  espontĂĄneamente,  y  de  aquĂ­  que  cuando  HUD QHFHVDULR HMHUFLWDU OD DFFLyQ OD SHQD HUD VLHPSUH Âłin  duplum´ \ comprendĂ­a  tanto  a  la  pena  como  al  resarcimiento.  En  suma,  en  el  derecho  MXVWLQLDQHR IXH FRQFHGLGD XUQD ÂłActio  in  factum  generalis´ TXH DQiORJDPHQWH D OD ÂłActio  praescriptis´ HQ PDWHULD FRQWUDFWXDO DVXPH ensustancia,  la  funciĂłn  de  una  acciĂłn  de  resarcimiento  por  cualquier  daĂąo  extracontractual  asĂ­,  pues,  producido  por  culpa  de  alguien.   La  Injuria   La  injuria  (iniuria),  entendida  en  el  sentido  especĂ­fico,  era  una  lesiĂłn  fĂ­sica  infligida  a  Persona  libre  o  esclava,  o  cualquier  otro  hecho  que  significara  un  ultraje  u  ofensa  (contumelia).  La  nociĂłn  se  fue  ampliando  hasta  llegar  a  182 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

comprender  no  sĂłlo  los  golpes,  los  ultrajes  al  pudor,  las  difamaciones  verbales  o  escritas,  la  violaciĂłn  de  domicilio  sino  cualquier  lesiĂłn  al  derecho  de  la  Personalidad,  y  el  impedimento  al  uso  de  una  cosa  pĂşblica.  Las  injurias  VH FRQVLGHUDEDQ ÂłDWURFHV´ FXDQGR DVXPtDQ SDUWLFXODU JUDYHGDG SRU OD  naturaleza  del  hecho  (ex  facto),  por  el  lugar  (ex  loco),  o  por  la  posiciĂłn  social  del  ofendido  (ex  Persona).   Las  lesiones  personales  ya  fueron  determinadas  por  las  XII  Tablas,  la  cual  admitĂ­a  por  la  separaciĂłn  de  un  miembro  o  la  inutilizaciĂłn  de  un  órgano  ³PHPEUXP UXSWXP´),  el  taliĂłn,  esto  es,  una  venganza  igual,  salvo  la  FRPSRVLFLyQ YROXQWDULD \ VDQFLRQDED SRU OD IUDFWXUD GH XQ KXHVR Âłos  IUDFWXP´)  una  composiciĂłn  fija  de  trescientos  ases  si  habĂ­a  sido  causada  en  un  hombre  libre,  y  de  ciento  cincuenta  si  a  un  esclavo;Íž  y  para  las  lesiones  menores  una  indemnizaciĂłn  de  veinticinco.  MĂĄs  tarde  el  pretor,  con  un  edicto  general  y  algunos  de  carĂĄcter  particular,  sustituyĂł  en  estos  casos  y  concediĂł  HQ RWURV XQD ÂłActio  iniuriarum´ OODPDGD ÂłDHVWLPDWLR´  con  la  cual  el  ofendido  recibĂ­a  una  pena  pecuniaria  por  Êl  mismo  estimada  en  relaciĂłn  a  la  ofensa  recibida,  salvo  eventuales  reducciones  aportadas  por  el  juez,  el  cual  MX]JDED Âłex  bono  et  aequo´ (Q ODV Âłiniurias  atroces  ³OD ÂłDHVWLPDWLR´ HUD hecha  por  el  pretor.  La  condena  era  infamante  y  la  acciĂłn  no  se  transmitĂ­a  ni  activa  ni  pasivamente  a  los  herederos.  Las  injurias  atroces  infligidas  a  un  esclavo  se  consideraban  hechas  al  seĂąor,  el  cual  actuaba  por  sĂ­  mismo.  Igualmente  se  podĂ­a  actuar  por  sĂ­  mismo  por  las  ofensas  hechas  a  los  hijos  que  estuvieran  bajo  su  propia  potestad,  a  la  mujer,  a  la  prometida,  a  la  memoria  o  al  cadĂĄver  de  la  Persona  de  la  cual  se  fuese  heredero,  mientras  en  algunos  casos  era  concedido  el  actuar  tambiĂŠn  a  la  Persona  libre  de  toda  potestad.  A  veces  las  acciones  se  acumulaban.   3RU RWUD SDUWH D SDUWLU GH OD Âł/H[ &RUQHOLD GH LQLXULLV´  del  último  siglo  de  la  repĂşblica  y  para  casos  siempre  mĂĄs  numerosos  en  la  edad  imperial,  la  represiĂłn  pĂşblica  concurre  con  la  PersecuciĂłn  privada.  El  ofendido  tenĂ­a  asĂ­  DELHUWD XUQD GREOH YtD Âłcriminaliter  agere  vel  civiliter´ (Q HO GHUHFKR MXVWLQLDQHR OD Âł$FWLR LQXULDUXP´ pierde  el  carĂĄcter  de  acciĂłn  exclusivamente  penal,  para  comprender,  aĂşn,  el  resarcimiento  del  daĂąo.   Las  Obligaciones  Nacidas  del  Cuasi  Delito   En  la  clasificaciĂłn  cuatripartita  de  Justiniano  sobre  las  fuentes  de  las  obligaciones  son  calificadas  como  nacidas  del  cuasi  delito  algunas  obligaciones  que  derivan  de  hechos  considerados  ilĂ­citos  por  el  pretor,  y  por  los  cuales  se  incurrĂ­a  en  una  pena  pecuniaria.  Los  casos  recordados  por  Justiniano  son:     183 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

a)  ³(IIXVLV HW GHLHFWLV´ que  se  daba  cuando  desde  un  edificio  fuese  lanzada  a  un  lugar  pĂşblico  cualquier  cosa  por  la  cual  se  hiciera  un  daĂąo.  La  acciĂłn  correspondĂ­a  contra  el  inquilino,  y  cuando  fuesen  varios  todos  ellos  eran  considerados  solidarios.  La  pena  era  el  doble  del  valor  del  daĂąo  realizado  a  las  cosas  y  dependĂ­a  de  la  estima  judicial  para  las  heridas  hechas  a  un  hombre  libre,  y  se  elevaba  a  cincuenta  mil  sestercios  (o  cincuenta  åureos  en  el  derecho  justinianeo)  por  la  muerte.  En  el  derecho  justinianeo  se  exigĂ­a,  sin  embargo,  la  culpa.   b)  ³3RVVLWXP HW VXVSHQVXP´ que  se  daba  cuando  era  expuesta  o  suspendida  al  exterior  de  un  edificio  una  cosa  que  podĂ­a  caer  en  suelo  pĂşblico  ocasionando  un  daĂąo.  La  acciĂłn  correspondĂ­a  a  cualquier  ciudadano  y  se  ejercitaba  contra  los  inquilinos  solidariamente.  La  pena  era  de  diez  mil  sestercios  (o  diez  åureos).  TambiĂŠn  en  este  caso  se  exigĂ­a  en  el  derecho  justinianeo  la  culpa.  c)  ³6L LXGH[ OLWHP VXDP IHFHULW´ que  se  daba  cuando  el  Juez  por  dolo,  y  mĂĄs  tarde  tambiĂŠn  por  negligencia,  hubiera  emitido  una  sentencia  fraudulenta  o  errada.  Se  podĂ­a  ejercer  en  contra  suya  una  acciĂłn  para  el  resarcimiento  del  valor  del  litigio.  d)  5HVSRQVDELOLGDG GHO ÂłQDXWD´ ÂłFDUSR´ HW ÂłVWDEXODULXP´ Independientemente  de  la  responsabilidad  contractual  asumida  con  HO´receptum´ ORV DUPDGRUHV SRVDGHURV \ HQFDUJDGRV GH ODV FDEDOOHUL]DV respondĂ­an  con  el  doble  del  valor  por  los  hurtos  o  daĂąos  cometidos  por  sus  propios  dependientes  sobre  las  cosas  de  los  clientes,  aunque  ellas  no  hubieran  sido  consignadas.  La  responsabilidad  se  hacĂ­a  derivar  de  la  culpa.    A  estos  cuatro  casos  se  pueden  sumar  otros  no  considerados  por  los  MXVWLQLDQHRV HQWUH ODV REOLJDFLRQHV Âłquasi  ex  delicto´ SHUR FX\RV HOHPHQWRs  son  anĂĄlogos:  a)  Responsabilidad  del  agrimensor  que,  como  årbitro  de  una  controversia  o  en  una  divisiĂłn  o  en  un  dictamen  pericial,  hubiera  asignado  partes  no  FRUUHVSRQGLHQWHV R GDGR PHGLGDV IDOVDV ÂłActio  adversus  mensorem  qui  IDOVXP PRGXP GLFLW´).  Era  necesario  el  dolo  y  se  respondĂ­a  del  daĂąo;Íž   E 5HVSRQVDELOLGDG SRU HO VRERUQR GRORVR GHO VLHUYR Âł$FWLR VHUYL FRUUXSWL´  TXH IXH H[WHQGLGD HQ YtD OHJDO WDPELpQ DO VRERUQR GHO ÂłILOLXV IDPLOLDV´ /D pena  era  del  doble  del  daĂąo  efectivo;Íž  c)  Responsabilidad  pRU OD YLRODFLyQ GRORVD GHO VHSXOFUR ÂłActio  sepulchri  YLRODWL´).  La  pena  era,  generalmente,  determinada  por  el  arbitrio  del  juez;Íž  G 5HVSRQVDELOLGDG SRU ÂłGamna´ HVWR HV FXDQGR VH KXELHUD UHFLELGR GLQHUR para  molestar  a  algunos  con  procesos  o  bien  para  abstenerse  de  ellos.  La  pena  era  del  cuĂĄdruple  de  la  suma  recibida;Íž Â

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IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

e)  Responsabilidad  del  recaudador  de  contribuciones  (publicanus)  que  sin  un  motivo  justo  se  hubiera  apropiado  de  algunas  cosas  del  contribuyente.  La  SHQD HUD Âłin  duplum´ HQ HO SOD]R GH XQ DxR H Âłin  simplum´ GHVSXpV GHO DxR   Las  Obligaciones  Naturales   Hemos  visto  hasta  aquĂ­  que  la  caracterĂ­stica  principal  de  toda  obligaciĂłn  era  la  de  estar  provista  de  una  acciĂłn,  mediante  la  cual  se  podĂ­as  constreĂąir  al  obligado  al  cumplimiento  de  su  prestaciĂłn.  Estas  obligaciones,  cualquiera  que  fuese  su  origen,  eran  denominadas  en  el  derecho  justinianeo  con  el  QRPEUH GH Âłobligationes  civiles´ SDUD GLVWLQJXLUODV GH ODV RWUDV UHODFLRQHV TXH VH GHQRPLQDEDQ ÂłREOLJDWLRQHV QDWXUDOHV WDQWXP´   Estas  eran  las  relaciones  en  las  cuales,  por  incapacidad  de  los  sujetos  o  por  otras  razones,  faltaba  una  acciĂłn  de  tutela  de  la  relaciĂłn  misma,  pero  de  la  cual  nacĂ­an  algunos  efectos  jurĂ­dicos,  el  mĂĄs  importante  de  los  cuales  era  el  de  derecho,  para  aquel  que  hubiera  recibido  la  prestaciĂłn,  de  retenerla  ³VROXWLR UHWHQWLR´ VLQ TXH SXGLHUD VHU REOLJDGR D OD Âłcondictio  indebiti´  El  åmbito  en  el  cual  este  principio  se  desarrollĂł  desde  el  derecho  clĂĄsico  fue  en  el  de  las  obligaciones  de  los  esclavos  hacia  un  extraĂąo  o  hacia  el  ³'RPLQXV´  \ HQ HO GH ODV REOLJDFLRQHV HQWUH HO ÂłPaterfamilias´ \ ORV ÂłIilii´ R GH ORV Âłfilii´ HQWUH HOORV (VWDV REOLJDFLRQHV HUDQ FLYLOPHQWH QXODV SHUR cuando  habĂ­a  existido  una  relaciĂłn  que  en  otras  condiciones  habrĂ­a  dado  lugar  a  una  obligaciĂłn  jurĂ­dicamente  vĂĄlida  entonces  se  decĂ­a  que  existĂ­a  una  ³REOLJDWLR QDWXUDOLV´   En  el  derecho  justinianeo  fueron  tambiĂŠn  encuadrados  en  el  concepto  de  ³REOLJDWLR QDWXUDOLV´ RWURV FDVRV PX\ KHWHURJpQHRV HQ ORV FXDOHV \ DO LJXDO que  en  el  derecho  clĂĄsico,  admiWtD OD Âłsolutio  retentio´ SDUD ODV SUHH[LVWHQWHV relaciones  de  obligaciĂłn.    Recordamos:  D /RV SUpVWDPRV FRQWUDtGRV SRU HO Âłfilius  familias´ HQ FRQWUD GHO senadoconsulto  Macedoniano;Íž  E /DV REOLJDFLRQHV DVXPLGDV SRU HO SXSLOR VLQ Âłautorictas  tutoris´  c)  /DV REOLJDFLRQHV H[WLQJXLGDV SRU ÂłCapitis  deminutio´ DXQTXH pVWD IXHVH ÂłmĂ­nima´ SRU Âłlitis  contestatio´ SRU LQMXVWD DEVROXFLyQ \ DFDVR SRU prescripciĂłn,  asĂ­  como  las  obligaciĂłn  es  nacidas  del  nudo  pacto.    Entre  los  efectos  jurĂ­dicos  mĂĄs  destacados  que  producen  las  obligaciones  QDWXUDOHV DGHPiV GH OD VROXWLR UHWHQWLR´ WHQHPRV HO TXH SRGtDQ VHU compensadas  y  servir  como  fundamento  de  una  relaciĂłn  jurĂ­dica  accesoria     185 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

como  es  la  prenda,  la  hipoteca  y  la  fianza.  En  suma,  sĂ­  la  invalidez  no  dependĂ­a  de  la  incapacidad  de  las  partes,  la  obligaciĂłn  natural  podĂ­a  ser  transformada  en  una  obligaciĂłn  vĂĄlida  mediante  la  novaciĂłn  o  el  UHFRQRFLPLHQWR GHO GpELWR /D ÂłVROXWLR UHWHQWLR´  sin  una  precedente  obligaciĂłn  ni  tan  siquiera  natural,  se  daba  tambiĂŠn  en  algunos  casos  en  los  que  el  pago  habĂ­a  sido  hecho  porque  se  le  consideraba  impuesto  por  un  deber  moral  o  social.  Ello  sucedĂ­a,  por  ejemplo,  cuando  la  mujer  se  hubiera  determinado  una  dote  porque  se  creĂ­a  obligada  a  Êl;Íž  cuando  el  liberto  hubiera  prestado  servicios  o  hecho  donativos  al  seĂąor  sin  que  se  viera  obligado;Íž  FXDQGR VH KXELHUDQ SUHVWDGR DOLPHQWRV ÂłSLHWDWLV UHVSHFWX´  sin  que  se  vieran  obligados  por  ley  alguna.  Las  prestaciones  realizadas  se  consideraban  irrepetibles.  En  el  derecho  justinianeo  se  tiende  a  encuadrar  estos  casos  entre  las  obligaciones  naturales,  pero  la  falta  de  un  vĂ­nculo  preexistente  hace  que  VHDQ FDOLILFDGRV SRU ORV KHUHGHURV FRPR ÂłREOLJDFLRQHV QDWXUDOHV LPSURSLDV´   Causas  Generales  de  la  AdquisiciĂłn   Los  manuales  romanĂ­sticos  acostumbran  a  reagrupar  las  sucesiones  y  las  donaciones  bajo  un  único  tĂ­tulo  que  comprende  las  causas  generales  de  la  adquisiciĂłn.  TambiĂŠn  el  cĂłdigo  civil  (italiano)  ha  vuelto  a  la  tradicional  sistemĂĄtica  romana,  situando  las  donaciones  en  el  libro  de  las  sucesiones  (libro  II)  del  cual  integra  el  tĂ­tulo  V,  mientras  el  cĂłdigo  de  1865  consideraba  a  las  donaciones  entre  los  contratos.   La  razĂłn  de  esta  sistematizaciĂłn  radica  en  el  hecho  de  que  tanto  las  VXFHVLRQHV ÂłPRUWLV FDXVD´  cuanto  las  donaciones  son  causa  de  adquisiciĂłn  que  pueden  aplicarse  a  todo  derecho  patrimonial,  ya  sea  real,  ya  sea   obligatorio,  esto  es:  que  ambas  son  tĂ­tulo  justificativo  de  la  adquisiciĂłn.  Ellas  no  agotan,  sin  embargo,  toda  la  tabla  de  causas  adquisitivas  de  la  propiedad,  debiĂŠndose  incorporar  entre  ellas,  por  lo  tanto,  tambiĂŠn  a  la  dote,  que  es,  no  obstante,  considerada  dentro  del  derecho  de  familia.   Â

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    SUCESIONES    1RFLyQ GH Âł6XFFHVVLR´   ³6XFFHVVLR´ HV HO WpUPLQR TXH HQ HO 'HUHFKR URPDQR FOiVLFR LQGLFDED OD sustituciĂłn,  gracias  a  un  hecho  único,  y  en  las  mismas  circunstancias  de  una  Persona,  en  el  complejo  de  sus  relaciones  patrimoniales,  por  otra,  esto  es,  que  el  sucesor  se  sitĂşa  en  la  misma  posiciĂłn  jurĂ­dica  que  el  causante  (de  cuius).  De  esta  nociĂłn  es  fĂĄcil  destacar  cĂłmo  en  el  Derecho  romano  clĂĄsico  el  WpUPLQR Âłsuccessio´ WHQtD XQ VLJQLILFDGR DEVROXWDPHQWH HVSHFtILFR TXH indicaba  una  sucesiĂłn  en  la  universalidad  del  patrimonio,  que  se  realizaba  JHQHUDOPHQWH Âłmortis  causa´ \ HQWUH YLYRV VRODPHQWH HQ HO FDVR GH OD Persona  reducida  a  la  esclaviWXG HQ OD Âładrogatio´ \ HQ OD Âłconventio  in  manum´ GH OD PXMHU ÂłSui  iuris´ (O VLJQLILFDGR JHQpULFR TXH HOOD DVXPH HQ HO derecho  moderno,  en  el  cual  tambiĂŠn  es  aplicable  a  los  negocios  traslaticios  de  carĂĄcter  particular,  tiene  correspondencia  sĂłlo  en  el  derecho  justinianeo  en  HO TXH SRU VXV HVSHFLILFDV FDUDFWHUtVWLFDV HV GHVLJQDGD FRPR Âłsuccessio  in  XQLYHUVXP ,XV ´ /D VXFHVLyQ SXHGH VHU GLVSXHVWD SRU HO ÂłGH FXLXV´  por  testamento,  y  entonces  tenemos  la  sucesiĂłn  ³WHVWDPHQWDULD´ SXHGH VHU tambiĂŠn,  cuando  falta  el  testamento,  dispuesta  por  la  ley,  y  tenemos  entonces  OD VXFHVLyQ ÂłOHJtWLPD´  \ SXHGH GDUVH LJXDOPHQWH XQD VXFHVLyQ Âłcontra  el  WHVWDPHQWR´  siempre  que  las  disposiciones  de  la  ley  prevalezcan  sobre  la  voluntad  del  difunto.    Existe  controversia  en  la  doctrina  acerca  de  si  en  el  Derecho  romano  prevalecĂ­a  la  sucesiĂłn  legĂ­tima  o  la  testamentaria.  Mientras  Bonfante,  partiendo  de  su  concepciĂłn  polĂ­tica  sobre  la  familia  romana,  considera  que  anĂĄlogamente  a  cuanto  sucedĂ­a  en  el  derecho  pĂşblico  en  el  cual  tenĂ­a  aplicaciĂłn  general  del  sistema  de  la  designaciĂłn  en  la  sucesiĂłn  de  las  cargas,  prevalecĂ­a  la  sucesiĂłn  testamentaria  respecto  a  la  legĂ­tima;Íž  Arangio  Ruiz,  observando  que  en  el  pueblo  mĂĄs  afĂ­n  en  cuanto  a  la  raza  y  en  las  concepciones  familiares  al  pueblo  romano,  esto  es,  en  Grecia,  la  primacĂ­a  es  del  derecho  sucesorio  exclusivo  de  los  descendientes,  considera  que  anĂĄlogo  principio  prevalecĂ­a  igualmente  en  el  Derecho  romano.   En  realidad  es  de  considerar  que  en  el  derecho  clĂĄsico  la  sucesiĂłn  testamentarĂ­a  prevalece  sobre  la  legĂ­tima  y  que  las  influencias  griegas  habĂ­an  187 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

principalmente  ejercido  su  influencia  sobre  el  Derecho  romano  post-­clĂĄsico,  en  el  cual  la  primacĂ­a  de  la  sucesiĂłn  legĂ­tima  sobre  la  testamentaria  es  indudable.  Una  caracterĂ­stica  peculiar  de  la  sucesiĂłn  romana  (hereditas,  de  heres)  es  aquĂŠlla  en  virtud  de  la  cual  la  sucesiĂłn  se  realiza  sĂłlo  en  cuanto  sea  atribuido  a  alguno,  por  la  ley  o  por  la  voluntad  del  testador,  el  tĂ­tulo  de  KHUHGHUR \ pVWH HV HO PRWLYR SRU HO FXDO OD Âłheredis  institutio´ HV Âłcaput  et  IXQGDPDQWXP´  del  testamento.  La  sucesiĂłn  hereditaria  romana  puede  GHILQLUVH SRU OR WDQWR FRPR Âłla  adquisiciĂłn  de  un  tĂ­tulo  Personal´ HO FXDO HV condiciĂłn  necesaria  y  suficiente  para  situarse  en  la  misma  posiciĂłn  jurĂ­dica  del  difunto  en  orden  al  patrimonio  y  a  las  responsabilidades  privadas  de  Êl.   En  la  costumbre  la  sucesiĂłn  testamentaria  prevalece  por  largo  tiempo,  y  no  puede  negarse  que  esta  prevalencia  tuviera  una  sanciĂłn  jurĂ­dica  en  el  SULQFLSLR OHJDO GH GLItFLO VROXFLyQ Âłnemo  pro  parte  testatus  pro  parte  LQWHVWDWXV GHFHGHUH SRWHVW´,  que  excluye  la  posibilidad  de  aceptar  la  sucesiĂłn  legĂ­tima  siempre  que  exista  un  testamento,  esto  es,  un  nombramiento  de  los  ³KHUHV´ HQ HO FXDO HO WHVWDGRU KD\D DWULEXLGR DXQTXH VyOR VHD XQD SDUWH GH ORV bienes  propios.  Una  excepciĂłn  era,  sin  embargo,  observada  en  favor  de  los  militares  para  los  cuales  las  dos  sucesiones  podĂ­an  coexistir.  En  el  derecho  justinianeo  el  principio  clĂĄsico  desaparece  por  completo.   La  sucesiĂłn,  entendida  como  la  posibilidad  de  subrogarse  el  heredero  en  la  misma  posiciĂłn  jurĂ­dica  del  difunto,  hace  ciertamente  que  Êl  llegue  a  ser  titular  no  sĂłlo  de  los  derechos,  sino  tambiĂŠn  de  las  obligaciones.  Se  daba,  en  sustancia,  una  confusiĂłn  entre  los  dos  patrimonios  hasta  tal  punto  que  el  heredero  estaba  obligado  al  cumplimiento  de  las  obligaciones  aĂşn  mĂĄs  allĂĄ  del  total  del  activo  de  la  herencia  (ultra  vires  hereditatis).  En  este  caso  los  URPDQRV KDEODEDQ GH Âłhereditas  damnosa´   Para  aliviar  las  graves  consecuencias  que  el  principio  de  la  confusiĂłn  de  los  patrimonios  producĂ­a,  pasado  el  tiempo  fueron  afirmĂĄndose  los  institutos  a  favor  de  aquellos  que  eran  llamados  a  suceder  necesariamente  (heredes  Sui  et  necessarii).   Tales  institutos  son:  a)  El  ³EHQHILFLXP DEVWLQHQGL´ SRU HO FXDO HO Âłheres´ TXH VH DEVWHQtD GH tomar  los  bienes  hereditarios  no  adquirĂ­a  los  derechos,  pero  no  era  tampoco  responsable  de  las  obligaciones;Íž  b)  El  ³EHQHILFLXP VHSDUDWLRQLV´ por  el  cual  en  el  caso  de  que  el  heredero  estuviese  cargado  de  deudas  propias,  los  acreedores  del  difunto  tenĂ­an  la  posibilidad  de  exigir  la  separaciĂłn  de  los  dos  patrimonios;Íž  188 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

c)  El  ³EHQHILFLXP LQYHQWDULL´ introducido  por  Justiniano,  y  por  el  cual  todo  heredero  podĂ­a  obtener  la  separaciĂłn  del  patrimonio  del  difunto  del  suyo  propio  y  de  no  ser  REOLJDGR Âłultra  vires´ FRQ WDO GH TXH JDUDQWL]DVH FRQ XQ inventario  a  los  acreedores  del  difunto.  La  transferencia  al  heredero  de  todas  las  relaciones  patrimoniales  del  difunto  sufrĂ­a,  sin  embargo,  una  excepciĂłn  en  lo  que  se  referĂ­a  al  usufructo,  al  uso,  la  habitaciĂłn,  los  privilegios  Personales,  ODV ÂłActiones  vindictam  spirantes´ \ OD SRVHVLyQ KDFLHQGR GH HOODV XQD relaciĂłn  jurĂ­dica  de  mero  hecho.   Requisitos  de  la  SucesiĂłn   Los  requisitos  exigidos  para  que  pudiera  tener  lugar  la  sucesiĂłn  hereditaria  eran  los  siguientes:  D /D PXHUWH GHO Âłde  cuius´ HVWR HV GHO WHVWDGRU  b)  La  capacidad  del  difunto  para  determinar  un  heredero.  En  el  derecho  FOiVLFR HVWD FDSDFLGDG SHUWHQHFtD VRODPHQWH D ORV FLXGDGDQRV URPDQRV ÂłSui  iuris´ (Q HO GHUHFKR MXVWLQLDQHR IXH UHFRQRFLGD WDPELpQ SDUD ORV Âłfilius  IDPLOLDV´  c)  La  capacidad  de  suceder.  En  el  derecho  clĂĄsico  se  exigĂ­a  ser  ciudadano  y  3HUVRQD ÂłSui  iuris´ /RV VLHUYRV \ ORV ÂłILOLLIDPLOLDV´  si  quedaban  instituidos  por  el  testamento,  sucedĂ­an  necesariamente  al  ³3DWHUIDPLOLDV´  G /D GHODFLyQ (V QHFHVDULR GLVWLQJXLU HQWUH ÂłGHODFLyQ´ \ ÂłVXFHVLyQ´ VLHQGR OD SULPHUD XQ SUHVXSXHVWR GH OD VHJXQGD /D ÂłGHODWLR´  era  la  posibilidad  de  poner  a  disposiciĂłn  del  llamado  a  suceder,  la  propia  herencia  (delata  hereditas  intellingitur  quam  quis  potuit  adeundo  consequi);Íž  mientras  que  la  sucesiĂłn  era  el  fenĂłmeno  de  la  efectividad  de  la  subrogaciĂłn  del  heredero  en  la  misma  posiciĂłn  jurĂ­dica  del  difunto.  6HJ~Q TXH OD Âłdelatio´ WXYLHUD OXJDU SRU WHVWDPHQWR R IXHVH GHWHUPLQDGD FRQ consentimiHQWR R VLQ pO SRU OD OH\ ORV URPDQRV KDEODEDQ GH ÂłGHODWLR WHVWDPHQWDULD´ \ GH ÂłGHODWLR OHJLWLPD´ \ DVt SXHV GH OD ÂłVXFFHVVLR WHVWDPHQWDULD´  \ ÂłOHJLWLPD´.  Como  ya  se  ha  dicho,  podĂ­a  alguna  vez  la  sucesiĂłn  legĂ­tima  prevalecer  sobre  la  testamentaria  y  asĂ­  tenĂ­a  lugar  la  que  VXHOH OODPDUVH ÂłVXFHVLyQ OHJtWLPD FRQWUD HO WHVWDPHQWR´ 7DO ,QVWLWXWR HV VLQ embargo,  de  Êpoca  bastante  reciente.  La  delaciĂłn  siempre  tuvo  en  el  Derecho  romano,  aĂşn  en  el  de  la  Êpoca  postclĂĄsica,  carĂĄcter  estrictamente  Personal  y  era  por  lo  tanto  inalienable  e  intransmisible  a  los  herederos.  Pero  si  el  heredero  habla  aceptado  la  herencia,  sus  herederos  le  sucedĂ­an  a  Êl,  mĂĄs  no  eran  considerados  como  sucesores  del  causante.  Ahora  bien,  si  el  heredero  no  habĂ­a  aceptado  la  herencia,  los  bienes  que  la  constituĂ­an  no  podĂ­an  ser  de  ningĂşn  modo  transferidos  a  sus  herederos.   MĂĄs  tarde,  el  Pretor  y  los  Emperadores  aportaron  algunas  excepciones  a  esta     189 Â


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regla  entre  las  cuales  la  mĂĄs  notable  fue  la  introducida  por  el  mismo  Justiniano  la  cual  consentĂ­a,  en  el  caso  de  que  el  heredero  hubiese  muerto  antes  de  la  aceptaciĂłn  o  de  la  renuncia  de  la  herencia,  que  sus  -­  herederos  pudieran,  dentro  del  plazo  de  un  aĂąo,  realizar  por  sĂ­  mismos  estĂĄs  exigencias,  es  decir,  la  aceptaciĂłn  o  la  renuncia.   En  torno  a  la  adquisiciĂłn  de  la  herencia  los  romanos  distinguĂ­an:  D $ ORV Âłheredes  necessarii´ HVWR HV D DTXHOORV TXH VXFHGtDQ necesariamente  sin  necesidad  de  aceptaciĂłn  o  sin  la  posibilidad  de  la  renuncia.  A  tal  categorĂ­a  pertenecĂ­an  los  esclavos  instituidos  herederos  por  el  ³'RPLQXV´  y  manumitidos;Íž  los  hijos  varones  y  las  hembras  asĂ­  como  sus  GHVFHQGLHQWHV VRPHWLGRV D OD Âł3RWHVWDV´  GHO Âłde  cuius´ OODPDGRV Âłheredes  Sui  et  necessarii´ /D VLWXDFLyQ SDUWLFXODUPHQWH JUDYRVD GH HVWRV KHUHGHURV que  no  podĂ­an  en  modo  alguno  renunciar  a  la  herencia  fue  atenuada  por  el  SUHWRU FRQ OD LQWURGXFFLyQ GHO Âłbeneficium  abstinendi´ GHO FXDO \D KHPRV hablado.  E $ ORV Âłheredes  extranei  o  voluntarii´ TXH HUDQ WRGRV ORV KHUHGHURV TXH QR estaban  obligados  a  recibir  la  herencia  necesariamente.  Para  que  tuviera  lugar  la  sucesiĂłn  en  orden  a  esta  segunda  categorĂ­a  era  necesario  que  los  herederos  aceptaran  la  herencia,  esto  es:  era  necesaria  la  aceptaciĂłn  (aditio  hereditatis).  Ella  no  estaba  subordinada  a  tĂŠrmino  alguno,  pero  el  pretor  introdujo  el  OODPDGR ÂłVSDWLXP GHOLEHUDQGL´  (abolido  mĂĄs  tarde  por  Justiniano  una  vez  que  fue  introducido  el  instituto  del  beneficio  a  tĂ­tulo  de  inventario),  por  el  cual,  a  exigencia  de  los  acreedores  del  difunto,  le  era  fijado  al  heredero  un  termino  de  tiempo  para  aceptar.   La  aceptaciĂłn  exigĂ­a  los  siguientes  requisitos:  a)  La  capacidad  de  hacer:  b)  La  existencia  de  una  voluntad  seria  y  determinada,  esto  es:  la  necesidad  del  pleno  conocimiento  de  la  existencia  de  la  herencia  y  de  su  contenido.   Ella  no  tenĂ­a,  sin  embargo,  necesidad  de  declaraciĂłn  alguna  en  forma  solemne,  siendo  suficiente  que  el  heredero  iniciase  de  hecho  la  gestiĂłn  del  patrimonio  hereditario  (pro  herede  gestio)  la  cual  se  tomaba  como  manifestaciĂłn  tĂĄcita  de  la  voluntad.  No  obstante,  en  la  Êpoca  mĂĄs  antigua  se  acostumbraba  a  acudir  a  la  forma  solemne  de  la  toma  de  posesiĂłn,  acompaĂąada  por  el  pronunciamiento  de  una  forma  llamada  ³FUHWLR´ y  el  testador  ponĂ­a  generalmente  un  plazo  dentro  del  cual  el  heredero  debĂ­a  aceptar  por  medio  de  ella.  Aun  la  simple  declaraciĂłn  de  la  aceptaciĂłn  sin  formalismos  (aditio  nuda  voluntate  o  sola  animi  destinatione)  era  suficiente  SDUD OD FRQVHFXFLyQ GH ODV PLVPDV UHODFLRQHV MXUtGLFDV GH OD ÂłFUHWLR´  o  de  la  ³pro  herede  gestio´  190 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

 Para  que  tuviera  lugar  la  sucesiĂłn  en  orden  a  esta  segunda  categorĂ­a  era  necesario  que  los  herederos  aceptaran  la  herencia,  esto  es:  era  necesaria  la  aceptaciĂłn  (aditio  hereditatis).  Ella  no  estaba  subordinada  a  tĂŠrmino  alguno,  SHUR HO SUHWRU LQWURGXMR HO OODPDGR Âłspatium  deliberandi´ DEROLGo  mĂĄs  tarde  por  Justiniano  una  vez  que  fue  introducido  el  instituto  del  beneficio  a  tĂ­tulo  de  inventario),  por  el  cual,  a  exigencia  de  los  acreedores  del  difunto,  le  era  fijado  al  heredero  un  tĂŠrmino  de  tiempo  para  aceptar.   Renuncia  a  la  Herencia   Igual  que  la  aceptaciĂłn  tampoco  la  renuncia  a  la  herencia  estaba  sujeta  a  formas  particulares.  Ella  es,  sin  embargo,  irretractable,  pero  el  pretor  concedĂ­a  los  medios  necesarios  para  cuando  ella  hubiera  sido  obligada  con  dolo  o  violencia  o  se  hubiera  conseguido  de  un  menor  de  edad  sin  la  ³autorictas  tutoria   La  Herencia  Yacente   Cuando  los  herederos  voluntarios  no  habĂ­an  todavĂ­a  aceptado  la  herencia  ella  quedaba  evidentemente  sin  titular.  Este  fenĂłmeno  era  llamado  por  los  romanos  con  el  tĂŠrmino  ³KHUHGLWDV LDFHQV´  y  las  cosas  hereditarias  eran  FRQVLGHUDGDV VLQ GXHxR Âłres  nullius  ³ 6LQ HPEDUJR EDMR DOJXQRV DVSHFWRV no  siendo  suficiente  esta  concepciĂłn  para  resolver  algunas  situaciones,  Justiniano  acabĂł  por  darle  a  la  herencia  yacente  una  estructura  que  se  aproxima  mucho  a  la  figura  de  la  Persona  jurĂ­dica,  considerando  a  ella  misma  WLWXODU GHO GHUHFKR LQKHUHQWH D OD KHUHQFLD KDEODQGR DVt SXHV GH ´Personam  YLFHP VXVWLQHW GHIXQFWLV´.  Otras  veces,  se  encuentra  a  la  herencia  yacente  considerada  como  representante  del  heredero  en  el  sentido  de  que  es  Êl  mismo  el  que  adquiere  derechos  y  acciones  durante  la  yacencia.    ³8VXFDSLR 3UR +HUHGH´   El  instituto  de  la  usucapiĂłn  tenĂ­a  importancia  muy  en  particular  en  lo  referente  a  las  sucesiones  y  daba  lugar  a  lo  que  los  romanos  llamaban  ³XVXFDSLR SUR KHUHGH´  Se  trataba,  en  sustancia,  de  la  usucapiĂłn  de  los  bienes  hereditarios  hecha  por  la  Persona  que  estuviera  en  legĂ­tima  posesiĂłn  de  ellos,  de  manera  ininterrumpida  durante  un  aĂąo.  Ella  merece  particular  menciĂłn  porque  se  identifica  casi  plenamente  con  los  modos  de  adquirir  la  KHUHQFLD 6H H[LJtD TXH HO SRVHHGRU WXYLHVH OD Âłtestamenti  factio´ SDVLYD HVWR HV OD FDSDFLGDG GH VHU KHUHGHUR /D Âłusucapio  pro  herede´ SRGtD GDUVH DXQ cuando  existiera  un  heredero  verdadero  y  propio  que  no  hubiera  aceptado  la     191 Â


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herencia;Íž  ello  determinaba  que  el  adquirente  se  situase  en  una  posiciĂłn  contraria  respecto  al  heredero  mismo  el  cual  podĂ­a  evitar  esta  usucapiĂłn  tan  sĂłlo  con  la  aceptaciĂłn  de  la  herencia.  La  posesiĂłn  ilegĂ­tima  del  adquirente  que  en  principio  era  reconocida  como  vĂĄlida  a  los  fines  de  obligar  al  heredero  a  aceptar,  poco  a  poco  acabĂł  por  provocar  una  reacciĂłn  contra  el  instituto  KDVWD WDO SXQWR TXH HQ HO WLHPSR GH $GULDQR VH HVWDEOHFLy TXH OD ÂłXVXFDSLR´  fuese  revocable  en  caso  de  mala  fe,  esto  es,  cuando  el  adquirente  conocĂ­a  que  la  cosa  era  ajena.  A  esta  caracterĂ­stica  se  referĂ­a  la  figura  justinianea  que  es  considerada  como  norma  comĂşn  por  la  que  se  exigĂ­a  en  el  poseedor,  como  para  toda  usucapiĂłn,  la  buena  fe.    ³+HUHGLWDWLV SHWLWLR´   La  caracterĂ­stica  de  la  sucesiĂłn  que  implicaba  la  posibilidad  de  subrogarse  en  OD SRVLFLyQ MXUtGLFD GHO Âłde  cuius  ´ KDFtD FLHUWDPHQWH TXH ORV URPDQRV QR estimaran  suficiente  como  tutela  de  la  posiciĂłn  del  heredero  solamente  la  concesiĂłn  de  las  acciones  singulares  relativas  a  las  especificas  relaciones  jurĂ­dicas  en  las  cuales  el  heredero  habĂ­a  subrogado  al  difunto.  Por  lo  tanto,  al  heredero  le  fue  reconocida  la  posibilidad  de  ejercer,  en  defensa  de  esta  FXDOLGDG XQD DFFLyQ GH FDUiFWHU JHQHUDO OODPDGD Âłhereditatis  petitio´ OD FXDO tendĂ­a  al  reconocimiento  de  la  situaciĂłn  de  heredero  y  al  restablecimiento  de  la  situaciĂłn  jurĂ­dica  en  plena  conformidad  con  ella.  Ella  tenĂ­a,  pues,  carĂĄcter  universal  y,  asimismo,  estructura,  fĂłrmula  y  rĂŠgimen  procesal  idĂŠntico  del  WRGR D OD´UHLYLQGLFDWLR´.   Puesto  que  la  ³KHUHGLWDWLV SHWLWLR´ WHQGtD FRPR \D VH KD GLFKR FRPR objetivo  principal,  al  reconocimiento  del  tĂ­tulo  de  heredero  toda  vez  que  Êl  habĂ­a  sido  impugnado,  en  su  origen  fue  admitida  sĂłlo  contra  todo  aquel  que,  en  calidad  de  heredero  aparente,  poseyese  la  herencia  (possessor  pro  herede);Íž  Pero  esta  concepciĂłn  fue  ampliĂĄndose  en  el  sentido  de  que  llegĂł  a  ser  asĂ­  considerada  capaz  de  ser  ejercida,  no  ya  sĂłlo  contra  aquel  que  poseĂ­a  la  herencia  sin  pretensiĂłn  de  ser  heredero  (possessor  pro  possessore),  sino  tambiĂŠn  contra  el  poseedor  hereditario,  cuando  Êste  se  negara  a  otorgar,  contestando  a  la  peticiĂłn  del  heredero  autĂŠntico,  esta  cualidad.  Naturalmente  hasta  que  no  fuese  reconocida  la  tal  cualidad  de  heredero  eran  suficientes  las  acciones  especĂ­ficas  para  las  relaciones  semejantes.   La  posiciĂłn  del  poseedor  de  frente  a  la  ³KHUHGLWDWLV SHWLWR´ QR HUD VLHPSUH OD misma.  En  efecto,  al  final  del  aĂąo  129  d.  C.,  mientras  el  poseedor  de  buena  fe  respondĂ­a  frente  al  heredero  en  los  lĂ­mites  del  enriquecimiento,  el  poseedor  de  mala  fe  se  veĂ­a  obligado  a  hacerlo  por  la  totalidad.  Para  los  frutos,  la  pĂŠrdida  de  la  cosa  y  los  gastos  se  aplicaban  las  normas  comunes.  192 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

 Derecho  de  Acrecer   El  carĂĄcter  absorbente  de  la  sucesiĂłn  testamentaria  excluĂ­a  a  la  legĂ­tima,  de  tal  forma  que  la  parte  de  la  herencia  de  la  cual  el  testador  no  habĂ­a  dispuesto  iba  automĂĄticamente  a  aumentar  aquella  otra  determinada  por  testamento.  A  esta  hipĂłtesis,  que  era  caracterĂ­stica  de  la  estructura  romana  de  la  sucesiĂłn,  se  sumaba  tambiĂŠn  esta  otra,  mĂĄs  conocida  porque  ha  pasado  a  la  moderna  legislaciĂłn,  por  la  cual,  y  partiendo  de  la  concepciĂłn  de  igualdad  de  todos  los  llamados  a  la  sucesiĂłn,  la  parte  de  aquel  que  no  hubiera  podido  o  querido  aceptar  la  herencia  iba  a  aumentar  la  de  los  otros  coherederos  (concursu  partes  fiunt).  En  la  sucesiĂłn  legĂ­tima  el  derecho  de  acrecer  operaba  sin  mĂĄs  en  favor  de  aquellos  que  se  encontraban  en  la  misma  posiciĂłn  de  aquel  que  no  habĂ­a  podido  aceptar.  Esto  es:  tenĂ­an  la  posibilidad  los  herederos  del  heredero  de  subrogarse  a  Êl  con  las  limitaciones  ya  expuestas  a  propĂłsito  de  la  herencia.  En  la  sucesiĂłn  testamentaria  este  derecho  de  acrecer  encontraba  un  lĂ­mite  en  la  conjuntiva  (coniunctium):  ³coniunctium  heredes  instituit  aut  coniunctium  legant  hoc  est:  totam  hereditatem  et  tota  legata  singulis,  partes  autem  concursu  fient´   Si  no  existĂ­a  la  conjuntiva  la  cuota  vacante,  mientras  en  el  derecho  moderno  se  devuelve  a  los  herederos  legĂ­timos,  en  el  Derecho  romano  recae  sobre  todos  los  otros  coherederos  testamentarios,  toda  vez  que,  como  se  ha  dicho,  si  existĂ­an  herederos  testamentarios  no  podĂ­an  existir  herederos  legĂ­timos.  (VWH SULQFLSLR WXYR XQD H[FHSFLyQ SRU REUD GH OD ÂłLex  Julia  et  Papia´ OD FXDO estableciĂł  que  las  cuotas  vacantHV GH ORV LQ FDSDFHV OODPDGDV ÂłFDGXFD´ fueran  adquiridas  por  todos  los  coherederos  testamentarios  independientemente  de  la  conjuntiva  y,  mĂĄs  tarde,  con  Caracalla,  que  ellas  SDVDUDQ DO ILVFR (O VLVWHPD GH ORV ÂłFDGXFD´ IXH DEROLGR SRU -XVWLQLDQR /RV gravĂĄmenes  sobre  la  cuota  vacante,  propios  de  la  sucesiĂłn  hereditaria,  pasaban  a  los  herederos  en  proporciĂłn  a  las  cuotas  definitivamente  adquiridas.   Las  Colaciones   Este  instituto  tuvo,  en  el  PerĂ­odo  clĂĄsico,  la  funciĂłn  de  minar  la  situaciĂłn  favorable  en  la  que  se  encontraban  los  hijos  emancipados  respecto  a  los  que  estaban-­  VXMHWRV D OD 3DWULD Âł3RWHVWDV´ GDGR TXH DTXHOORV KDEtDQ WHQLGR OD posibilidad  de  formar  su  propio  patrimonio.  El  pretor  les  obligaba  a  aportar  a  la  masa  hereditaria  cuanto  hubieran  adquirido  despuĂŠs  de  la  emancipaciĂłn  si  es  que  querĂ­an  optar  a  la  herencia  Paterna.  Naturalmente  el  instituto  estaba  íntimamente  ligado  con  la  sucesiĂłn  pretoria,  de  la  cual  hablaremos  mĂĄs     193 Â


Teresa Da Cunha Lopes y Ricardo Chavira Villagómez

adelante, que representaba la posibilidad de que fuesen llamados a la sucesión todos los hijos independientemente del hecho de estar sujetos o no a la potestad del padre y así, pues, comprendía también a los emancipados que HVWDEDQ H[FOXLGRV GH OD VXFHVLyQ FLYLO -XQWR D OD ³collatio bonorum´ HO SUHWRU introdujo también la ³FROODWLR GRWLXP´ El instituto sufrió una profunda transformación que se concluyó con Justiniano. Ella dio lugar al instituto moderno por el que se sancionó la obligación de asignar toda donación hecha por el ascendente al descendiente y que se aplicó tanto a la sucesión legítima como a la testamentaria. División de la Herencia Tanto en la sucesión legítima como en la testamentaria mientras los créditos eran fraccionados entre los varios coherederos en proporción a las cuotas hereditarias, sobre las cosas corporales se llegaba a constituir una comunidad en la cual cada uno de los coherederos participaba en proporción a su propia cuota. Esta comunidad cesaba por medio de la división;; la cual podía ser voluntaria cuando todos los coherederos estaban sobre ella de acuerdo, o judicial, para obtener la cual era necesario ejercer una específica acción OODPDGD ³$FWLR IDPLOLDH HUFLVFXQGDH ´ Si la división no se refería a la totalidad de la herencia sino tan sólo a determinados objetos de ella era, por el contrario, ejercida la ³$FWLR FRPPXQL GLYLGHQGR´ Como ya se ha dicho, una característica de las acciones divisorias era la de que no conducían a la condena de una de las partes (condemnatio), Pero sí a la atribución de las cuotas (adiudicatio). La Sucesión Testamentaria Concepto y Caracteres El testamento era el negocio de última voluntad a través del cual cualquier Persona podía disponer de sus cosas para después de su propia muerte ³mentís nostrae insta contestatio in íd sollemniter facta ut post mortem nostram valeat;; voluntatis nostrae insta sententia de eo quid post mortem DQD ILHQ YHOLW´). En la definición del instituto clásico es necesario abstenerse a toda referencia patrimonial toda vez que la esencia del testamento romano es la designación o institución del heredero mientras las determinaciones de carácter patrimonial constituían un elemento accesorio que el testamento podía o no contener, estando su finalidad íntimamente ligada con la institución del heredero. 194


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

 La  conciencia  social  romana  consideraba  al  testamento  como  el  acto  mĂĄs  importante  de  la  voluntad  del  ciudadano.  Por  lo  tanto,  la  sucesiĂłn  testamentaria  estaba  mucho  mĂĄs  difundida  que  la  sucesiĂłn  legĂ­tima  y  se  presentaba  asĂ­,  pues,  en  la  prĂĄctica  aunque  no  desde  un  punto  de  vista  estrictamente  jurĂ­dico,  como  preeminente.   De  estas  caracterĂ­sticas  deriva  el  fenĂłmeno  tĂ­pico  del  Derecho  romano  llamado  ³IDYRU WHVWDPHQWL´  constituido  por  la  tendencia  de  la  jurisprudencia  en  el  intento  de  salvar  a  toda  costa  el  testamento  y,  en  la  legislaciĂłn,  de  emanar  normas  que  tiendan  a  favorecer  este  instituto.  El  testamento,  SUHFLVDPHQWH SRU VX FDUiFWHU GH WUDQVPLVLyQ GH OD Âł3RWHVWDV´ IDPLOLDU QR VH encuadra  Perfectamente  en  el  Derecho  romano  mĂĄs  antiguo  en  los  institutos  de  derecho  privado  y  es  acaso  mĂĄs  fĂĄcil  comprender  su  esencia  refiriĂŠndose  al  instituto,  muy  en  uso  en  el  derecho  pĂşblico  romano,  de  la  designaciĂłn  del  sucesor  por  parte  del  predecesor.  A  esta  caracterĂ­stica  es  necesario  sumarle  algunas  otras  para  revelar  la  especĂ­fica  individualidad  de  Êl.   Ellas  determinan  que  es  un:  D DFWR ÂłLXULV FLYLOLV´ esto  es:  el  acto  regulado  y  reconocido  por  el  derecho  civil  y  accesible  tan  sĂłlo  a  los  ciudadanos  romanos;Íž  b)  acto  esencialmente  Personal,  lo  que  significa  que  excluye  la  posibilidad  de  que  Êl  pueda  ser  realizado  a  travĂŠs  de  un  representante  o  de  un  simple  intermediario;Íž  c)  acto  formal,  esto  es:  que  es  necesario  que  la  voluntad  sea  manifestada  especĂ­ficamente  en  los  modos  establecidos  por  la  ley;Íž  d)  acto  unilateral,  lo  que  implica  que  Êl  es  eficaz  sĂłlo  por  la  exclusiva  voluntad  del  disponente  y  la  aceptaciĂłn  de  la  herencia  no  es  exigida  para  la  existencia  jurĂ­dica  del  acto,  sino  que  es  solamente  necesaria  a  los  fines  de  la  adquisiciĂłn  por  parte  del  heredero;Íž  e)  acto  mortis  causa,  quiere  decir  que  su  fin  es  el  de  crear  una  relaciĂłn  jurĂ­dica  despuĂŠs  de  la  muerte.  Es  asĂ­,  pues,  un  acto  en  el  cual  la  muerte  actĂşa  no  como  condiciĂłn  de  eficacia,  sino  como  condiciĂłn  de  existencia;Íž  f)  acto  revocable,  en  el  sentido  de  que  el  disponente  puede  cambiar  su  YROXQWDG Âłusque  ad  vitae  supremum  exitum´   Diversas  Formas  De  Testamento   El  derecho  quiritario  conocĂ­a  tres  formas  de  testamento.  Las  mĂĄs  antiguas  HUDQ ODV OODPDGDV Âłcalatis  comitiis´ H Âłin  procinctu´ /D SULPHUD VH efectuaba  delante  del  pueblo  reunido  en  los  comicios  curiales:  la  segunda,  por  el  contrario,  se  realizaba  ante  el  pueblo  en  armas  ante  la  inminencia  de  la     195 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

batalla.  Esta  forma  pĂşblica  demuestra  toda  la  importancia  social  que  le  fue  reconocida  al  testamento.   Junto  a  estas  dos  formas  citadas,  y  dada  la  complejidad  para  su  realizaciĂłn  porque  necesitaba  de  la  agrupaciĂłn  de  mucho  pĂşblico,  fue  desarrollĂĄndose  en  el  Derecho  romano  arcaico  una  forma  mĂĄs  simple.  Quien  querĂ­a  hacer  testamento  por  temer  una  muerte  prĂłxima  tenĂ­a  la  posibilidad  de  enajenar  en  vida  su  patrimRQLR SRU PHGLR GH OD ÂłPDQFLSDWLR´ D XQ DPLJR TXH DGHPiV GH convertirse  en  propietario,  por  causa  del  negocio  realizado,  dejaba  al  testador  disfrutar  de  sus  bienes  mientras  viviera  y  sĂłlo  a  su  muerte  los  transferĂ­a  a  la  Persona  que  el  testador  habĂ­a  designado.  De  esta  forma,  que  no  representaba  VLQR XQD DSOLFDFLyQ GH OD ÂłPDQFLSDWLR´  nace  el  testamento  tĂ­pico  en  el  Ius  civile,  para  toda  la  edad  clĂĄsica,  llamado  ³WHVWDPHQWXP SHU DHV HW OLEUDP´.  El  se  desarrollaba  ante  la  presencia  de  cinco  testigos.  Naturalmente  la  fĂłrmula  VROHPQH GHO WHVWDPHQWR QR HUD OD PLVPD TXH HQ OD Âłmancipatio´ WRGD YH] TXH la  fĂłrmula  de  este  negocio  tenĂ­a  aspecto  traslaticio  tan  sĂłlo  a  favor  del  adquirente,  mientras  que  en  el  testamento  era  necesario  asegurar  el  efecto  traslaticio  en  favor  del  heredero.  Por  lo  tanto,  el  valor  jurĂ­dico  prevalente  de  la  fĂłrmula  no  estaba  en  la  ³PDQFLSDWLR´ YHUGDGHUD \ SURSLD VLQR HQ OD fĂłrmula  a  travĂŠs  de  la  cual  el  testador  tendĂ­a  a  asegurar  los  efectos  de  su  última  voluntad.   MĂĄs  tarde,  se  admitiĂł  la  posibilidad  que  el  testador  pudiera  redactar  un  documento  escrito  (tabulae  testamenti)  el  cual  era  presentado  a  los  testigos  y  firmado  por  ellos.  Un  desarrollo  posterior  en  torno  a  esta  materia  de  la  sucesiĂłn  testamentaria  nos  es  ofrecido  por  el  pretor  el  cual  introduce  el  testamento  llamado  pretorio,  que  ademĂĄs  de  presentar  una  gran  simplicidad  en  la  forma  (no  era  necesaria  la  ³PDQFLSDWLR´ \ EDVWDED TXH VH HIHFWXDUD delante  de  siete  testigos),  daba  la  posibilidad  de  instituir  heredero  a  cualquier  Persona  aun  QR HVWLPDGD SRU HO ÂłIus  civile´ WRGD YH] TXH HO SUHWRU GHFODUDED FRQFHGHU OD Âłbonorum  possessio´ D DTXHO TXH HUD GHWHUPLQDGR FRPR KHUHGHUR en  un  documento  suscrito  como  mĂ­nimo  por  siete  testigos.   Y  es  tal  la  importancia  de  esta  innovaciĂłn  realizada  por  el  derecho  pretorio  que,  mientras  que  en  un  principio  el  testamento  civil  prevalecĂ­a  sobre  el  pretorio,  ya  con  Antonino  PĂ­o  se  observa  el  fenĂłmeno  contrario  y  si  coexistĂ­an  los  dos  testamentos  se  llegaba  a  considerar  que  Êl  tenĂ­a  mayor  eficacia  y  que  el  testamento  posterior  aĂşn  podĂ­a  revocar  al  precedente  independiente  de  su  naturaleza.  En  el  Periodo  postclĂĄsico  se  admite  tambiĂŠn  la  validez  del  testamento  olĂłgrafo,  esto  es:  del  testamento  escrito  por  el  propio  puĂąo  del  testador  prescindiendo  de  la  existencia  de  testigos.  Con  el  derecho  justinianeo  existe,  por  lo  tanto  un  testamento  oral,  realizado  ante  la  196 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

presencia  de  siete  testigos  y  un  testamento  escrito  en  el  cual  la  presencia  de  Êstos  se  limita  al  momento  de  la  consigna  del  testamento  y  de  la  declaraciĂłn  de  que  Êl  contiene  las  disposiciones  de  última  voluntad.  Junto  a  esta  forma  de  carĂĄcter  privado  nace  en  la  Êpoca  clĂĄsica  tambiĂŠn  el  testamento  en  su  formulaciĂłn  pĂşblica  (testamentum  apud  acta),  y  judicial  (testamentum  principi).  Particular  menciĂłn  es  necesario  hacer  del  testamento  militar  (testamentum  militis TXH VH SUHVHQWD FRPR XQ ÂłIus   singulare´ 3RU UD]yQ GH las  concesiones  realizadas  por  algunos  Emperadores  (CĂŠsar,  Tito,  Domiciano,  Nerva  y  Trajano),  los  militares  tenĂ­an  la  facultad  de  hacer  testameQWR Âłquomodo  velint  vel  quomodo  possunt´ &RQ -XVWLQLDQR HO testamento  militar  asume  una  nueva  caracterĂ­stica:  la  de  privilegio  de  carĂĄcter  subjetivo  aplicable  a  todos  los  militares,  y  ello  es  mantenido  sĂłlo  para  los  militares  ³LQ H[SHGLWLRQLEXV RFFXSDWL´  llegando  a  ser  asĂ­  una  forma  extraordinaria  nacida  por  las  particulares  contingencias  en  las  cuales  el  militar  podĂ­a  encontrarse.   La  Capacidad  de  Testar  y  de  Recibir  por  Testamento   La  capacidad  puede  referirse  tanto  a  quien  hace  testamento,  y  entonces  tendremos  la  ³7HVWDPHQWL IDFWLR´ DFWLYD FRPR D DTXHO TXH HV OODPDGR D recibir,  dando  lugar  Êsta  a  la  ³7HVWDPHQWL IDFWLR´  pasiva.   Tal  capacidad  de  testar  puede  depender  de  impedimentos  naturales  (no  podĂ­an  testar  los  dementes,  los  impĂşberes,  loe  sordomudos  en  los  testamentos  orales),  y  de  impedimentos  jurĂ­dicos  (eran  incapaces  los  esclavos,  los  extranjeros,  los  ³FDSLWH GHPLQXWLL´ ORV ÂłILOLLIDPLOLDV´  los  prĂłdigos  y,  en  el  nuevo  derecho,  los  reos  de  libelo  difamatorio,  los  apĂłstatas  y  los  maniqueos).  En  el  derecho  justinianeo  los  ³ILOLLIDPLOLDV´ WLHQHQ VLQ embargo,  la  capacidad  de  testar  cuando  se  trata  del  peculio  castrense  y  cuasi  castrense.  En  el  derecho  antiguo  eran  incapaces  de  testar  tambiĂŠn  las  mujeres;Íž  con  el  Emperador  Adriano  les  fue  concedida  esta  facultad,  Pero  siempre  con  el  auxilio  de  la  ³DXWRULFWDV´ GH VX WXWRU   Todo  el  que  hacia  testamento  debĂ­a  tener  la  capacidad  de  testar  en  el  mismo  momento  en  el  que  se  efectuaba  la  redacciĂłn  del  testamento.  Los  impedimentos  que  sobrevenĂ­an  se  consideraban  de  forma  diversa  segĂşn  que  fuesen  naturales  o  jurĂ­dicos.  Pero,  mientras  que  los  impedimentos  naturales  sobrevenidos  no  ejercĂ­an  ninguna  influencia  sobre  el  testamento  ya  GHWHUPLQDGR ORV MXUtGLFRV OR LQYDOLGDEDQ 'H OD Âłtestamenti  factio´ SDVLYD quedaban  H[FOXLGRV ORV H[WUDQMHURV ORV KLMRV GH ORV ÂłPerduelles´ FXOSDEOHV de  alta  traiciĂłn),  los  reos  de  libelo  difamatorio,  los  apĂłstatas  y  los  maniqueos;Íž  los  esclavos  del  testador,  por  el  contrario,  podĂ­an  ser  instituidos  herederos     197 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

Pero  debĂ­an  ser  manumitidos  al  mismo  tiempo  como  no  fuese  que  se  tratara  de  esclavos  ajenos  en  cuyo  caso  el  que  adquirĂ­a  era  el  seĂąor.   En  cuanto  a  las  Personas  inciertas,  esto  es,  a  aquellas  cuya  existencia  se  halla  dependiente  de  un  acontecimiento  futuro  e  incierto,  como  por  ejemplo,  los  ³nascituri´ HQ XQ SULQFLSLR VH OHV UHFRQRFtD OD LQFDSDFLGDG SDUD VHU designados  herederos,  pero  mĂĄs  tarde,  en  el  derecho  clĂĄsico,  fue  hecha  una  excepciĂłn  en  favor  de  los  hijos  nacidos  despuĂŠs  de  la  constituciĂłn  del  testamento  (postumi  Sui).  Con  Justiniano  tal  capacidad  fue  reconocida  en  IDYRU GH ODV FRUSRUDFLRQHV \ GH ORV Âłpostumi  Alieni´ /D LQFDSDFLGDG GH ODV mujeres  para  recibir  mĂĄs  de  una  determinada  medida  o  cantidad  fue  abolida  por  Justiniano.  La  capacidad  para  suceder  debe  de  existir  no  tan  sĂłlo  en  el  momento  de  la  instituciĂłn  del  testamento  sino  tambiĂŠn  en  el  momento  de  la  delaciĂłn  y  de  la  adquisiciĂłn  (TrĂ­a  momenta).  Diferente  de  la  falta  de  la  ³WHVWDPHQWL IDFWLR´ SDVLYD HUD FRQVLGHUDGD SRU ORV URPDQRV OD IDOWD GH OD Âłcapacitas´ TXH VH GHWHUPinaba  por  algunas  leyes  que  prohibĂ­an,  a  aquellos  que  se  hallaban  bajo  las  condiciones  por  ellas  HVWDEOHFLGDV GH Âłcapero  mortis  causa´ 0LHQWUDV TXH HQ HIHFWR IDOWDQGR OD ÂłWHVWDPHQWL IDFWLR´ la  herencia  era  transferida  a  aquellos  que  eran  titulares  por  FXDOTXLHU RWUD FDXVD IDOWDQGR OD Âłcapacitas´ ODV FXRWDV QR DVLJQDGDV (caduca)  pasaban  a  las  Personas  determinadas  por  la  Ley.  Por  otra  parte,  PLHQWUDV SDUD OD Âłtestamenti  factio´ HUD H[LJLGD VX H[LVWHQFLD \D VHD HQ HO momento  de  la  formulaciĂłn  del  testamento,  ya  en  el  momento  de  la  muerte  del  testador,  y,  aun,  en  el  momento  de  la  aceptaciĂłn  de  la  herencia,  la  ³FDSDFLWDV´  se  referĂ­a  al  momento  de  la  aceptaciĂłn  y  podĂ­ase  aĂşn  adquirir  con  posterioridad  a  Êsta.   (O FDVR PiV LPSRUWDQWH GH IDOWD GH ÂłFDSDFLWDV´ Hra  el  previsto  por  la  Lex  Julia  et  Papia,  que,  para  favorecer  los  matrimonios,  prohibĂ­a  la  herencia  y  los  OHJDGRV D ORV Âłcoelibes´ FRPSUHQGLGRV HQWUH GHWHUPLQDGRV OtPLWHV GH HGDG concediendo,  sin  embargo,  a  ellos  cien  dĂ­as  para  contraer  matrimonio  por  el  cual  adquirĂ­an  la  capacidad.   (O UHTXLVLWR GH OD ÂłFDSDFLWDV´ SHUGLy VX IXHU]D HQ HO GHUHFKR MXVWLQLDQHR Diferente  de  este  instituto  es  el  de  la  indignidad  como  consecuencia  de  una  sanciĂłn  civil,  consistente  en  la  pĂŠrdida  del  legado,  que  castigaba  al  heredero  o  al  legatario  que  se  hubiera  confesado  culpable  de  determinados  actos  contra  el  difunto.  Se  trata,  asĂ­,  pues,  de  una  situaciĂłn  totalmente  subjetiva  y  la  cuota  del  indigno  no  era  entregada  a  los  otros  herederos  sino  que  revertĂ­a  al  fisco.     198 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

Contenido  del  Testamento   El  contenido  del  testamento,  consistente,  en  un  principio,  segĂşn  la  teorĂ­aampliamente  admitida  por  la  doctrina,  en  la  instituciĂłn  del  heredero,  fue  en  el  Derecho  romano  ampliĂĄndose  mĂĄs  y  mĂĄs  hasta  llegar  a  comprenden  en  el  momento  de  mĂĄximo  desarrollo  aĂşn  los  eventuales  desheredamientos,  los  legados,  las  manumisiones  de  los  esclavos,  el  nombramiento  del  tutor  y,  SRU ~OWLPR ORV ILGHLFRPLVRV 6LQ HPEDUJR HQ HO ÂłIus   Civile´ SHUPDQHFLy VLHPSUH FRPR SUHHPLQHQWH OD Âłheredis  institutio´ TXH HUD  OODPDGD Âłcaput  et  fundamentum  totius  testamenti´ SRU OR FXDO FXDQGR HOOD IDOWDED QLQJXQD disposiciĂłn  testamentaria  tenĂ­a  valor.  Tal  principio  fue  derogado  por  el  pretor  y  la  legislaciĂłn  imperial,  reconociendo  validez  a  las  disposiciones  testamentarias  aun  a  falta  de  la  instituciĂłn  de  heredero,  y  este  fue  el  rĂŠgimen  acogido  por  Justiniano,  el  cual,  sin  embargo,  en  homenaje  formal  a  la  norma  GHO ÂłIus   Civile´ VH FRQVLGHUy FRPR FRGLFLOR FXDOTXLHU DFWR GH ~OWLPD voluntad  que  no  contuviese  la  instituciĂłn  de  heredero.   La  caracterĂ­stica  de  la  instituciĂłn  de  heredero  era  la  de  designan  a  aquel  que  debĂ­a  situarse  en  la  misma  posiciĂłn  jurĂ­dica  del  difunto.  Ella  era  asĂ­,  pues,  PiV ELHQ GHWHUPLQDQWH GH XQ Âł6WDWXV´ TXH QR GH XQ EHQHILFLR SDWULPRQLDO toda  vez  que  la  herencia  podĂ­a  sin  simplemente  onerosa.  Dada  esta  caracterĂ­stica  y  la  importancia  fundamental  que  asumĂ­a  en  el  Derecho  romano,  la  instituciĂłn  de  heredero  debĂ­a  ser  hecha  en  forma  solemne  (sollemni  mores FRQ OD IyUPXOD Âł7LWLXV KHUHV HVWR´   Estos  requisitos  formales,  a  los  cuales  los  romanos  le  daban  tanta  importancia,  desaparecieron  en  la  Êpoca  postclĂĄsica  por  una  ley  de  Constancio  del  339,  en  la  cual  se  disponĂ­a  que  la  voluntad  pudiera  PDQLIHVWDUVH ÂłTXLEXVFXPTXH YHUELV´  La  norma  no  asume  solamente  una  importancia  formal,  en  cuanto  no  siendo  posible  determinar  la  figura  del  heredero  en  base  al  tĂ­tulo  solemnemente  atribuida  acabaron  por  prevalecen  los  intereses  patrimoniales,  en  el  sentido  de  que  era  considerado  heredero  aquel  que  era  designado  a  suceder  en  la  parte  mĂĄs  importante  del  patrimonio.  El  testador  podĂ­a  designar  tambiĂŠn  varios  herederos  ya  sea  atribuyendo  especĂ­ficamente  a  cada  uno  una  parte  (heres  cum  parte),  ya  sea  determinĂĄndolos  conjuntamente  (heres  sine  parte),  en  cuyo  caso  todos  ellos  reciben  por  partes  iguales.  El  complejo  hereditario  era  llamado  por  los  URPDQRV ÂłFDV´  y  podĂ­a  dividirse  en  fracciones  que  tenĂ­an  cada  una  nombre  propio.  PodĂ­a  suceder  que  el  testador  distribuyera  todo  el  complejo  hereditario  o  bien  sĂłlo  una  parte,  o  tambiĂŠn  que  en  la  distribuciĂłn  se  excediese  de  los  propios  lĂ­mites  de  la  totalidad.  En  estos  dos  últimos  casos  se     199 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

producirĂĄ  el  fenĂłmeno  del  aumento  (derecho  de  acrecer),  y  el  de  la  reducciĂłn  de  las  cuotas  hereditarias.   Un  rĂŠgimen  particular,  que  deriva  de  la  concepciĂłn  que  tenĂ­an  los  romanos  GH OD LQVWLWXFLyQ GH KHUHGHUR WHQtD OD ÂłLQVWLWXWLR KHUHGL H[ UH FHUWD´ &RQ HVWH tĂŠrmino  se  determinaba  el  caso  en  el  cual  uno  hubiera  sido  nombrado  heredero,  pero  se  hubiese  al  mismo  tiempo  determinado  la  parte  para  la  cual  este  tĂ­tulo  tenĂ­a  valor.  A  falta  de  otros  coherederos  y  por  el  carĂĄcter  absorbente  de  su  posiciĂłn  de  heredero,  la  jurisprudencia  romana,  frente  a  las  contradicciones  insanables  entre  la  situaciĂłn  general  del  heredero  y  la  singularidad  de  la  designaciĂłn,  coQVLGHUy TXH OD GHWHUPLQDFLyQ GH OD ÂłUHV´ QR habĂ­a  tenido  lugar  y  el  designado  era  asĂ­,  pues,  estimado  heredero  por  entero.  SĂłlo  con  la  introducciĂłn  del  fideicomiso  fue  posible  remediar  tal  consecuencia  que  no  tenĂ­a  en  cuenta  la  voluntad  del  difunto,  en  cuanto  el  GLVSRQHQWH SRGtD LPSRQHU DO KHUHGHUR Âłex  re  certa´ HO FRQWHQWDUVH VyOR FRQ ĂŠsta,  restituyendo  el  resto  de  la  herencia  a  los  herederos  legĂ­timos.  Hemos  visto  cĂłmo  en  el  Derecho  romano  fue  principio  general  el  de  intentar  salvar  por  todos  los  medios  la  voluntad  del  testador.  Naturalmente  que  esta  voluntad  debĂ­a  ser  seria,  efectiva  y  completa,  Pero  si  la  forma  usada  no  identificaba  lo  exteriorizado  con  el  pensamiento  autĂŠntico  del  testador  le  correspondĂ­a  a  los  juristas  romanos  llevar  a  cabo  la  realizaciĂłn  de  la  autĂŠntica  voluntad  y  la  prevalencia  de  Êsta  sobre  la  forma  exterior  (falsa  demonstratio  non  necet),  ³SOHQLXV YROXQWDWHV WHVWDQWLXP LQWHUSUHWDWXU´   Al  testamento  le  podĂ­an  ser  aĂąadidas  condiciones.  El  rĂŠgimen  de  alguna  de  ellas  presentaba  ciertas  particularidades  dignas  de  menciĂłn.  La  condiciĂłn  SRWHVWDWLYD QHJDWLYD SRU HMHPSOR ÂłVL &DSLWROLXP QRQ DVFHQGHULV´),  que  podĂ­a  considerase  verificada  sĂłlo  a  la  muerte  del  individuo,  harĂ­a  prĂĄcticamente  inactuable  la  disposiciĂłn  testamentaria.  Para  evitar  este  resultado,  que  se  manifestaba  en  realidad  contrarĂ­o  a  la  voluntad  del  disponente,  los  romanos  introdujeron  una  ³FDXWLR´ particular  llamada  ´PXFLDQD´ GHO MXULVFRQVXOWR Quinto  Mucio)  con  la  cual  el  heredero  obligado  adquirĂ­a  la  herencia,  Pero  se  comprometĂ­a  a  restituirla  siempre  que  hubiera  realizado  el  acto  prohibido  por  el  testador.  AsĂ­,  por  cuanto  se  refiere  a  las  condiciones  imposibles  los  MXULVFRQVXOWRV VDELQLDQRV GHWHUPLQDURQ TXH HOODV GHEHUtDQ WHQHUVH Âłpro  non  scriptae´ \ TXH HO KHUHGHUR REOLJDGR  entrase  sin  mĂĄs  en  la  posesiĂłn  de  la  herencia.  Para  las  condiciones  ilĂ­citas  y  deshonestas,  por  el  contrarĂ­o,  el  pretor  para  evitar  que  el  heredero  obligado  fuese  inducido  a  realizarlas  para  conseguir  la  posesiĂłn  de  la  herencia,  lo  dispensaba  del  cumplimiento.  MĂĄs  tarde,  el  rĂŠgimen  de  ellas  se  hace  anĂĄlogo  al  de  las  condiciones  imposibles.  La  condiciĂłn  resolutiva  no  podĂ­a  ser  aĂąadida  a  la  instituciĂłn  testamentaria  y  lo  mismo  sucede  para  el  tĂŠrmino  inicial  o  final.  200 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

Las  Sustituciones   El  testador  podĂ­a  determinar  en  el  testamento  la  hipĂłtesis  de  que  si  el  heredero  por  Êl  designado  no  pudiera  sucederle,  le  sucediera  otro  que  Êl  tambiĂŠn  determinaba.  La  sustituciĂłn  podĂ­a  ser:  ³9XOJDU´ asĂ­  llamada  porque  era  la  mĂĄs  difundida,  se  daba  cuando  el  testador  instituĂ­a  un  segundo  heredero  para  el  caso  en  que  no  pudiese  serlo  el  primero  designado.  La  sustituciĂłn  como  era  natural  excluĂ­a  el  derecho  de  acrecen  en  cuanto  la  cuota  no  asignada  al  primer  heredero  revertĂ­a  en  el  segundo.  ³3XSLODU´ era  aquĂŠlla  con  la  cual  el  ³3DWHU IDPLOLDV´  nombraba  un  VXVWLWXWR GHO ÂłILOLXV IDPLOLDV´  impĂşber,  para  el  caso  de  que  Êste  muriese  antes  de  haber  alcanzado  la  pubertad.  ³&XDVL SXSLODU´ introducida  por  Justiniano  era  aquella  que  se  hacĂ­a  en  nombre  de  un  disponente  demente  y  sin  intervalos  de  lucidez,  para  el  caso  de  que  Êste  llegara  a  morir  en  estado  de  locura.  En  este  tipo  de  sustituciĂłn  no  era  exigido,  contrariamente  a  lo  que  sucede  para  la  sustituciĂłn  pupilar,  que  el  WHVWDGRU IXHVH HO Âł3DWHUIDPLOLDV´   Invalidez  del  Testamento   (O WHVWDPHQWR SRGtD VHU QXOR Âłipso  jure´ R DQXODEOH /RV URPDQRV WHQtDQ HQ HVWD PDWHULD XQD WHUPLQRORJtD PX\ YDULD \ DVt KDEODEDQ GH Âłnon  iure  factum´  Eran  causas  de  nulidad  del  testamento:  la  incapacidad  del  testador  en  el  momento  de  la  redacciĂłn  del  testamento;Íž  la  falta  de  las  formalidades  SUHVFULWDV \ OD SpUGLGD GH OD FDSDFLGDG SRQ OD ÂłCapitis  deminutio´ (exceptuando  a  los  prisioneros  de  guerra  y  a  los  beneficiarios  del  ³,XV postliminii´ \ GH OD Âłfictio  legis  Corneliae´   Cuando  el  heredero  morĂ­a  antes  del  testador  o  PerdĂ­a  la  capacidad  o  revocaba  OD KHUHQFLD ORV URPDQRV KDEODEDQ GH WHVWDPHQWR Âłdestitutum´ R ÂłGHVHUWXP´  Dada  su  naturaleza  de  negocio  jurĂ­dico  de  última  voluntad  era  obvio  que  el  testador  podĂ­a  modificar  siempre  esta  voluntad  hasta  el  momento  de  su  muerte  (ambulatoria  est  voluntas  defuncti  usque  ad  vitae  supremun  exitum),  y  que  no  tuviese  eficacia  alguna  la  clĂĄusula  de  irrevocabilidad  del  testamento.  En  el  PerĂ­odo  mĂĄs  antiguo,  dada  la  primacĂ­a  de  la  sucesiĂłn  testamentaria  respecto  a  le  legĂ­tima,  aquel  que  hubiera  hecho  testamento  podĂ­a  anular  tal  disposiciĂłn  sĂłlo  mediante  la  redacciĂłn  de  un  testamento  posterior.  El  GHUHFKR SUHWRULR PRGLILFy VXVWDQFLDOPHQWH HVWH ÂłPDQFLSLR´  llegando  a  no  consideran  como  tal  al  heredero  instituido  en  un  testamento  siempre  que  el  testador  hubiera,  por  otra  parte,  demostrado  que  aquĂŠl  no  querĂ­a  mantener  la  ³ERQRUXP SRVVHVLR´  y  se  la  concedĂ­a,  por  el  contrario,  a  los  herederos  ³DE    201 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

LQWHVWDWR´ Una  importante  innovaciĂłn  en  esta  materia  fue  introducida  en  la  Êpoca  romano  helĂŠnica  por  virtud  de  la  cual  el  testamento  posterior,  aunque  fuese  imperfecto,  el  cual  se  refiere  a  los  herederos  legĂ­timos  no  considerados  en  el  primer  testamento,  era  considerado  vĂĄlido  y  apto  para  revocar  el  testamento  anterior.  Esta  validez  deducida  de  un  criterio  inverso  a  aquel  del  ³IDYRU WHVWDPHQWL´  es  índice  de  que  en  el  derecho  justinianeo  la  sucesiĂłn  legĂ­tima  prevaleciĂł  sobre  la  testamentaria.   Los  Legados  y  los  Fideicomisos   Al  igual  que  la  herencia  y  la  donaciĂłn  tambiĂŠn  el  legado  era  en  el  Derecho  romano  un  modo  general  de  adquisiciĂłn,  pero  mientras  la  herencia  tenĂ­a,  como  hemos  visto,  un  carĂĄcter  estrictamente  jurĂ­dico,  el  legado  tenĂ­a  carĂĄcter  patrimonial.  Esto  significa  que  el  legatio  no  entra,  respecto  a  la  cosa  legada,  en  la  misma  situaciĂłn  jurĂ­dica  que  el  difunto,  sino  que  Êl  es  un  puro  y  simple  adquirente  a  tĂ­tulo  patrimonial.  En  el  Derecho  romano  clĂĄsico,  por  tal  FDUDFWHUtVWLFD HO WpUPLQR Âłsuccessio´ QR OHV HV QXQFD DWULEXLGR D ORV OHJDGRV y  es  tan  sĂłlo  en  el  PerĂ­odo  justinianeo  cuando  se  habla  de  ³VXFFHVVLR LQ UHV VLQJXODUHV´ (O OHJDGR HUD GHILQLGR SRQ ORV URPDQRV FRPR Âłdonatio  quaedam  a  defuncto  relicta  ab  herede  praestanda´ HVWR HV ÂłXQ DFWR unilateral  de  liberalidad,  pon  virtud  del  cual  el  difunto  desea  beneficiar  a  una  Persona  a  cargo  de  otros  beneficiados  por  la  herencia.  El  testador  llamĂĄbase  ³autor´ \ GHEtD WHQHU OD ÂłWHVWDPHQWL IDFWLR´  y  aquel  que  era  gravado  para  el  OHJDGR OODPiEDVH Âłonerato´ (O REMHWR GHO OHJDGR SRGtD VHU FXDOTXLHU HQWLGDG patrimonial  y  asĂ­,  pues,  cosas  corporales  o  incorporales,  presentes  o  futuras,  singulares  o  complejas,  propias  o  ajenas,  transferencia  de  relaciones  jurĂ­dicas  H[LVWHQWHV R FRQVWLWXFLyQ GH GHUHFKRV ÂłH[ QRYR´  y  aun  modificaciĂłn  de  las  relaciones  existentes.  En  el  legado  de  cosa  ajena,  que  a  primera  vista  puede  parecer  extraĂąo,  se  exigĂ­a  que  el  autor  conociera  la  alienabilidad  de  la  cosa  y  HQWRQFHV HO OHJDGR LPSOLFDED OD REOLJDFLyQ D FDUJR GHO Âłonerato  ³GH DGTXLULU la  cosa  de  los  terceros  a  quienes  pertenecĂ­a  para  consignarla  al  legatario  o  de  SDJDU OD ÂłDHVWLPDWLR´  de  ella.   Los  romanos  conocĂ­an  igualmente  algunos  tipos  singulares  de  legados.  AsĂ­  era  llamado  ³OHJDWXP RSWLRQLV´ HO TXH DWULEXtD DO OHJDWDULR OD HOHFFLyQ HQWUH YDULDV FRVDV Âłlegatum  partitionis´ HO TXH WHQtD SRU REjeto  una  cuota  de  la  KHUHQFLD Âłlegatum  debiti´ HO TXH VH UHIHUtD D XQD GHXGD GHO WHVWDGRU KDFLD HO legatio  (tal  legado  era,  sin  embargo,  vĂĄlido  sĂłlo  en  el  caso  de  que  el  legatario  encontrase  asĂ­  reforzada  su  propia  situaciĂłn  y  tuviese  por  lo  tanto  interĂŠs  en  DFWXDU ÂłH[ WHVWDPHQWR´  antes  que  ³H[ SUtVWLQD REOLJDWLRQH´ Âłlegatum  OLEHUDWLRQLV´  cuyo  objeto  era  la  extinciĂłn  de  una  deuda  que  el  legatario  tenĂ­a  202 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

KDFLD HO WHVWDGRU Âłlegado  de  alimentos´ HO TXH UHFDtD VREUH WRGR OR TXH HUD necesario  para  el  sostenimiento  de  una  Persona.   En  el  Derecho  romano  clĂĄsico  se  conocĂ­an  diversas  formas  de  legados,  los  cuales  tenĂ­an  cada  uno  su  propia  estructura  y  efectos:  1)  Legado  ³3HU YLQGLFDWLRQHP´ HUD HO OHJDGR WUDVODWLYR GH SURSLHGDG R FRQVWLWXWLYR GH ÂłIus   in  re  aliena´ 3RU HO REMHWR GHO OHJDGR SDVDED D OD PXHUWH del  testador  inmediatamente  a  disposiciĂłn  del  legatario,  el  cual  quedaba  legitimado  para  el  ejercicio  de  las  acciones  reales.  Dadas  sus  caracterĂ­sticas  con  Êl  podĂ­an  transmitirse  solamente  cosas  de  absoluta  propiedad  del  autor  tanto  al  momento  de  la  redacciĂłn  del  testamento  como  al  momento  de  su  muerte.  2)  /HJDGR ÂłPer  damnationem´ HUD DTXHO FRQ HO FXDO VH FRQVWLWXtD XQD obligaciĂłn  sobre  el  heredero  y  en  favor  del  legatario.  El  podĂ­a  tener  por  objeto  aĂşn  cosDV DMHQDV R IXWXUDV (O OHJDGR ÂłPer  vindicationem´ LQYDOLGDGR por  falta  de  algunos  requisitos,  por  determinaciĂłn  del  senadoconsulto  1HURQLDQR PLWDG GHO VLJOR SULPHUR SRGtD WHQHU YDORU FRPR OHJDGR ÂłPer  GDPQDWLRQHP´  3)  /HJDGR Âłsinendi  modo´ FRQ pO VH FUeaba  simplemente  la  obligaciĂłn  al  heredero  de  permitir  tomar  al  legatario  la  cosa  legada.  4)  /HJDGR ÂłPer  praeceptionem´ HUD HO UHDOL]DGR HQ IDYRU GH XQR GH ORV coherederos,  el  cual  quedaba  autorizado  a  retirar  (praecipere)  de  la  masa  hereditaria  la  cosa  legada.   La  posterior  evoluciĂłn  histĂłrica  identifica  los  cuatro  tipos  de  legados  reduciĂŠndolos  sustancialmente  a  dos:  legado  de  propiedad  o  de  derechos  reales,  y  legados  de  obligaciones.  Por  obra  de  Justiniano  tiene  lugar  un  nuevo  proceso  de  fusiĂłn  en  un  únLFR WLSR GHO FXDO GHULYDEDV WDQWR OD ÂłActio  in  rem´ como  la  ³$FWLR LQ 3HUVRQDP´   La  SustituciĂłn  Fideicomisaria   Un  instituto  que  merece  especial  menciĂłn  es  el  de  la  sustituciĂłn   fideicomisaria  mediante  la  cual  el  testador  imponĂ­a  al  heredero  o  al  legatario  la  obligaciĂłn  de  restituir  a  su  muerte,  total  o  parcialmente,  la  herencia  o  el  legado  a  un  tercero  que  habĂ­a  sido  designado.  Tal  instituto  adquiere  especial  consideraciĂłn  por  cuanto  concierne  a  la  transmisiĂłn  de  la  herencia  (herencia  fideicomissia),  la  cual  fue  tan  sĂłlo  admitida  por  la  jurisprudencia  y,  en  la  legislaciĂłn,  por  el  senado-­consulto  Trebelliano,  ya  que  no  era  posible,  de  acuerdo  con  los  autĂŠnticos  principios  del  ³,XV &LYLOH´ realizar  la  transferencia  de  la  cualidad  de  heredero  al  fideicomisario;Íž  pudiendo  ella  resolverse  tan  sĂłlo  mediante  la  venta  (nummo  uno)  de  los  especĂ­ficos  objetos     203 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

de  la  herencia.  Dada  la  particular  estructura  de  este  instituto  era,  sin  embargo,  necesario  que  el  heredero  fiduciario  aceptase  la  herencia  toda  vez  que  el  heredero  fideicomisario  debĂ­a  necesariamente  sucederle  (Ordo  successivus).  Es  lĂłgico  que  no  teniendo  interĂŠs  en  adquirir  la  herencia  el  heredero  fiduciario  podĂ­a  no  aceptarla  haciendo  inĂştil  la  instituciĂłn  fideicomisaria.  El  senado  consulto  Pegasiano,  cuida  de  reservar  al  heredero  fiduciario  una  cuarta  parte  de  la  herencia.  Justiniano  derogĂł  formalmente  el  senado  consulto  Pegasiano,  pero,  en  realidad  introdujo  un  sistema  mixto  en  el  sentido  de  que  el  fideicomisario  era  considerado  como  heredero  por  su  parte,  peno  el  fiduciario  tenĂ­a  al  mismo  tiempo  el  derecho  de  retener  un  cuarto,  en  el  caso  de  que  hubiera  aceptado.  De  este  modo  se  creaba  un  interĂŠs  en  el  heredero  fiduciario  para  aceptan  la  herencia.  Particular  aplicaciĂłn  del  fideicomiso  hereditario  es  la  que  cRQVWLWX\H HO OODPDGR Âłfideicomiso  familiar´ FX\R ILQ era  el  que  se  mantuviese  en  el  seno  de  la  familia,  por  un  tiempo  indefinido,  la  herencia  o  determinadas  cosas.  Justiniano  estableciĂł  que  los  bienes  fueran  considerados  libres  despuĂŠs  de  la  cuarta  generaciĂłn,  habiendo  pasado  ello,  con  algunas  notables  limitaciones,  a  nuestro  CĂłdigo  Civil.   AdquisiciĂłn  y  Efectos  del  Legado   Estando  el  legado  en  íntima  relaciĂłn  con  la  sucesiĂłn  testamentaria,  cuando  Êsta  no  se  llegaba  a  realizan,  el  legado  pendĂ­a  toda  su  eficacia.  Sin  embargo,  los  romanos,  para  mitigar  estas  inicuas  consecuencias  derivadas  de  una  concepciĂłn  eminentemente  rĂ­gida  de  la  sucesiĂłn  testamentaria,  distinguĂ­an  el  ³dies  cedens´ TXH OOHJDED D OD PXHUWH GHO WHVWDGRU D WUDYpV GHO FXDO DO legatario  le  era  asegurada  una  cierta  situaciĂłn  jurĂ­dica  para  una  futura  adquisiciĂłn,  y  el  ³GLHV YHQLHQV´  que  se  daba  en  el  momento  de  la  aceptaciĂłn  de  la  herencia.  El  legado  se  consideraba  adquirido  en  el  primero  caso  y  podĂ­a,  por  lo  tanto,  transmitirse  a  los  herederos;Íž  pero  tan  sĂłlo  en  el  segundo  caso  podĂ­a  ser  exigido.  Este  era  el  expediente  que  hacĂ­a  posible  la  transmisiĂłn  del  legado  a  los  herederos.   Acerca  de  la  necesidad  de  la  aceptaciĂłn  del  legado,  para  que  fuese  posible  su  disposiciĂłn,  mientras  que  ningĂşn  problema  podĂ­a  nacer  para  el  legado  ³3HU  GDPQDWLRQHP´  y  para  los  otros  tipos  que  necesitaban  para  su  actuaciĂłn  la  iniciativa  del  heredero  condicionado,  para  el  legado  ³3HU YLQGLFDWLRQHP´  sucedĂ­a  que  para  los  Sabinianos,  era  sin  duda  alguna  operativo  de  la  transferencia  de  la  propiedad,  mientras  que  para  los  Proculeyanos  era  necesaria  la  aceptaciĂłn  por  parte  del  heredero  condicionado  y  opinaban  que  en  el  intervalo  la  cosa  era  ³UHV QXOOLXV  ´   204 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

En  cuanto  a  la  responsabilidad  del  heredero  condicionado,  mientras  en  el  derecho  clĂĄsico  respondĂ­a  por  d  dolo  y,  mĂĄs  tarde,  aĂşn  por  las  negligencias,  en  el  derecho  justinianeo  la  extensiĂłn  de  esta  responsabilidad  se  mantuvo  sĂłlo  para  el  caso  en  el  que  Êl  recibiese  un  beneficio  de  la  disposiciĂłn  testamentaria.  En  el  derecho  clĂĄVLFR OD ÂłActio  ex  testamento´ HUD LJXDO D ODV que  conducĂ­an  a  una  condena  del  doble  (infitiando  crescit  in  duplum).  En  el  Derecho  romano  mĂĄs  antiguo  no  encontraba  lĂ­mite  alguno  la  facultad  de  disponer  a  travĂŠs  del  legado,  por  lo  que  podĂ­a  suceder  que  repartido  todo  el  SDWULPRQLR KHUHGLWDULR HQ OHJDGRV OD KHUHQFLD VH UHGXMHVH D XQ Âłinane  nomen  heredis´ 6LQ HPEDUJR HQ HO FXUVR GHO 'HUHFKR URPDQR VH QRWD XQD evoluciĂłn  tendente  a  limitar  tal  facultad  de  disposiciĂłn.   Entre  las  muchas  leyes  emanadas  en  este  sentido,  la  mĂĄs  notable  e  importante  HV OD Âł/H[ )DOFLGLD´ GHO DxR D & OD FXDO HVWDEOHFLy TXH VyOR ODV WUHV cuartas  partes  del  patrimonio  hereditario  calculado  al  neto,  podĂ­an  ser  asignadas  en  legados,  prescribiĂŠndose  que  en  caso  de  excedencia  deberĂ­an  ser  Êstas  debidamente  reducidas.  Una  cuarta  parte  del  activo  del  matrimonio  hereditario  era  asĂ­,  pues,  reservado  al  heredero.  En  cuanto  a  la  nulidad  del  OHJDGR HOOD SRGtD DFRQWHFHU Âłde  iure´ VL HUD SRU FDXVDV UHFRQRFLGDV SRU HO Âł,XV &LYLOH´ FRPR SRU HMHPSOR HO OHJDGR GH ODV FRVDV Âłextra  commercium´ Âłope  exceptionis´ VL HUD HO SUHWRU HO TXH OR LQYDOLGDED SRU PHGLR GH OD ÂłH[FHSWLR GROL´   La  jurisprudencia  romana  en  esta  materia,  negaba  la  posibilidad  de  aplicaciĂłn  de  la  convalidaciĂłn  sucesiva,  por  lo  cual  el  legado  inicialmente  nulo   permanecĂ­a  como  tal  aunque  mĂĄs  tarde  la  causa  de  su  invalidez  llegara  a  desaparecer  (regula  Catoniana).  Como  acto  de  última  voluntad  el  legado  era  esencialmente  revocable.  Mientras  en  un  principio  era  exigida  la  revocaciĂłn  del  testamento  que  contenĂ­a  el  legado,  en  tiempos  posteriores  los  romanos  reconocieron  la  posibilidad  de  revocan  el  legado  aisladamente  con  una  manifestaciĂłn  de  la  voluntad  (ademptio  legati  o  translatio  legati)  que  podĂ­a  VHU IRUPXODGD Âłquibuscumques  verbis´ R FRQ XQD DFFLyQ GH OD TXH VH desprendiese  inequĂ­vocamente  tal  voluntad  de  revocaciĂłn.  Igualmente  el  legado  podĂ­a  ser  revocado  en  tanto  en  cuanto  concurrieran  las  circunstancias  de  absoluta  enemistad  e  ingratitud.   En  el  Derecho  romano  clĂĄsico  podĂ­a,  entre  los  diferentes  legatarios,  darse  el  GHUHFKR GH DFUHFHU HQ HO OHJDGR ÂłPer  vindicationem´ VL pO HUD GHMDGR ÂłFRQLXQFWLXP´ \ HQ HO OHJDGR ÂłPer  praeceptionem´ GH FXDOTXLHU IRUPD  En  el  derecho  justinianeo  tal  derecho  de  acrecer  fue  siempre  reconocido.  El  legado  en  favor  del  heredero  o  del  mismo  heredero  condicionado  llamase  ³SUHOHJDGR´ \ VH FXPSOtD PHGLDQWH HO OHJDGR Âł3HU SUDHFHSWLRQHP´     205 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

 /D 6XFHVLyQ ÂłAb  Intestato´   La  sucesiĂłn  intestada  es  una  de  las  materias  en  las  que  aparece  con  mĂĄs  nitidez  el  dualismo  entre  derecho  civil  y  derecho  pretorio,  y  la  sustancial  primacĂ­a  de  Êste  sobre  aquĂŠl.  Se  hace,  pues,  preciso  distinguir  entre  la  sucesiĂłn  civil  y  la  pretoria.   La  SucesiĂłn  Civil   ³6XL KHUHGHV´  eran  las  Personas  que  se  encontraban  bajo  la  Patria  potestad  o  OD ÂłPDQXV´ GHO ÂłPater  familias´ HQ HO PRPHQWR GH VX PXHUWH Sustancialmente  esta  sucesiĂłn  era  tĂ­pica  de  la  familia  romana  en  tanto  que  tenĂ­a  estricta  cuenta  del  ligamen  de  la  ³3RWHVWDV´ SUHVFLQGLHQGR GH FXDOTXLHU vĂ­nculo  de  sangre.  Ya  hemos  visto  como  ellos  sucedĂ­an  necesariamente  y  como  fueron  mĂĄs  tarde  introducidas  ciertas  modificaciones  con  el  fin  de  HYLWDU HVWD JUDYH OLPLWDFLyQ /D SRVLFLyQ GHO Âłsuus´ FRPR Âłhere  necessarius´ tenĂ­a  especial  significaciĂłn  aun  en  lo  referente  al  testamento  en  cuanto  no  le  HUD OtFLWR DO WHVWDGRU ROYLGDU D ORV Âł6XL´ sino  que  debĂ­a  contarlos  entre  los  herederos  o  desheredarlos.  Siempre  que  no  existiese  esta  categorĂ­a  de  sucesores,  le  correspondĂ­a  heredar  al  ³DJQDWXV SUR[LPXV´ teniĂŠndose,  aun,  en  este  caso,  mĂĄs  en  cuenta  el  OLJDPHQ HQ Vt TXH HO YtQFXOR GH VDQJUH &XDQGR IDOWDEDQ ORV Âłagnati´ OH VXFHGtDQ ORV Âłgentiles´ HVWR HV DTXHOORV TXH IRUPDEDQ SDUWH GHO FRPSOHMR IDPLOLDU GH XQ PLVPR MHIH 6HJ~Q HO ÂłIus   Civile´ D XQD FDWHJRUtD GHWHUPLQDGD no  podĂ­a  sucederle  otra  difHUHQWH Âłin  legitimis  hereditatibus  successio  non  HVW´ SRU OR FXDO FXDQGR HO Âłagnatus  proximus´ QR DFHSWDED SDUD HO Âłsuus´ tal  fenĂłmeno  no  podĂ­a  darse  porque  era  heredero  forzoso)  la  herencia  no  UHYHUWtD HQ ORV Âłgentiles´ VLQR TXH TXHGDED YDFDQWH   La  SucesiĂłn  Pretoria  y  sus  Posteriores  Desarrollos   (O VLVWHPD GHO ÂłIus   Civile´ TXH QR WHQtD HQ FXHQWD HO YLQFXOR GH VDQJUH HVWR es,  que  automĂĄticamente  excluĂ­a  de  la  herencia  al  hijo  emancipado  y  a  la  mujer  que  no  estuviese  ³LQ PDQX´ FRQGXMR DO SUHWRU D LQtroducir  un  nuevo  sistema  fundamentado  sobre  el  vĂ­nculo  de  sangre,  el  cual,  por  la  misma  naturaleza  del  derecho  pretorio,  no  podĂ­a  considerar  herederos  a  los  que  quedaban  excluidos  de  la  sucesiĂłn  legĂ­tima,  aunque  no  obstante  instituĂ­a  en  favor  de  ellos  la  posibilidad  de  adquisiciĂłn,  protegida  por  el  mismo  pretor,  de  los  bienes  hereditarios  (bonorum  possessio),  que  para  los  hombres  libres  no  sujetos  por  tanto  a  la  potestad,  olvidados  en  el  testamento,  era  llamada  ³ERQRUXP SRVVHVVLR FRQWUD WDEXODV´  206 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

 Las  categorĂ­as  determinadas  por  el  pretor  eran  cuatro:  a)  ³Liberti´ (UDQ ORV KLMRV VH KDOODVHQ R QR VXMHWRV D OD 3DWULD SRWHVWDG /D ÂłERQRUXP SRVVHVVLR´ FRQFHGLGD SRU HVWH WtWXOR OODPiEDVH Âłbonorum  possessio  unde  liberia´ /D VXFHVLyQ VH GD SRU HVWLUSHV \ QR SRU  jefes  segĂşn  el  sistema  acogido  en  el  derecho  moderno.  b)  ³Legitimi´ 6LHPSUH TXH IDOWDVH OD FDWHJRUtD GH ORV KLMRV HUDQ OODPDGRV  a  la  sucesiĂłn  aquellos  que  se  incluĂ­an  en  la  sucesiĂłn  propia  del  derecho  civil,  GHMDQGR IXHUD D OD FDWHJRUtD GH ORV Âł6XL´ TXH eran  considerados  ya  dentro  de  OD FDWHJRUtD GH ORV ÂłOLEHULD 3HUR SXHVWR TXH OD FDWHJRUtD GH ORV ÂłJHQWLOHV´ habĂ­a  desaparecido  pronto,  ya  que  se  hallaba  ligada  a  institutos  arcaicos,  esta  FDWHJRUtD GH ORV ÂłOHJLWLPL´ VH HQFRQWUDED SUiFWLFDPHQWH FRPSXHVWD SRr  los  ³DJQDWL´ /D Âłbonorum  possessio  ³FRUUHVSRQGLHQWH VH OODPDED Âłbonorum  possessio  unde  legitimi´  c)  ³Cognati´ )DOWDQGR ODV SUHFHGHQWHV FDWHJRUtDV OD ÂłERQRUXP SRVVHVVLR´ UHYHUWtD HQ ORV SDULHQWHV GH VDQJUH GHO ÂłGH FXLXV´ \ SUHFLVDPHQWH HQ ORV descendientes,  ascendientes,  colaterales  hasta  el  sexto  grado  aun  por  vĂ­a  de  la  mujer,  y  al  sĂŠptimo  en  los  descendientes  de  primos  hermanos  (bonorum  possessio  unde  cognati).  d)  ³Vir-­  et  uxor´ <D TXH HO PDULGR \ OD PXMHU WHQtDQ HQWUH HOORV XQ GHUHFKR recĂ­proco  de  sucesiĂłn  (bonorum  possessio  unde  vir  uxor).  En  el  derecho  pretorio  era,  pues,  posible  la  sucesiĂłn  entre  las  órdenes  y  los  grados  en  el  sentido  de  que  siempre  que  los  llamados  de  una  categorĂ­a  no  DGTXLULHUDQ OD Âłbonorum  possessio´ HOOD UHYHUWtD HQ ORH OODPDdos  de  la  categorĂ­a  siguiente,  y,  en  la  misma  clase,  en  los  grados  sucesivos.   Posteriores  reformas  fueron  introducidas  por  los  Senadoconsulto  Tertuliano  (del  tiempo  de  Adriano)  y  Orficiano  (del  178  de  C.).  Por  el  primero  de  ellos  la  madre  cuando  tuviese  tUHV KLMRV VL HUD ÂłLQJHQXD´ \ SRU VL HUD ÂłOLEHUWDVÂś HUD OODPDGD D OD VXFHVLyQ GH ORV KLMRV FRQ SUHIHUHQFLD VREUH ORV ÂłDJQDWL´ SRU HO segundo  eran,  por  el  contrario,  los  hijos  llamados  a  la  sucesiĂłn  de  la  madre  con  preferencia  a  la  categorĂ­a  determinada  de  los  sucesores.  Una  reforma  fundamental  en  esta  materia  fue  la  introducida  por  Justiniano  con  las  novelas  118  (aĂąo  543)  y  127  (aĂąo  548)  que  establecieron  cinco  clases  de  sucesores:  a)  Descendientes;Íž  componiĂŠndose  en  esta  categorĂ­a  tambiĂŠn  a  los  descendientes  por  parte  de  la  mujer  en  cualquier  grado  que  estuviesen;Íž  b)  Ascendientes;Íž  que  concurrĂ­an  a  la  sucesiĂłn  juntamente  como  la  categorĂ­a  anterior;Íž  c)  Hermanos  y  hermanas;Íž  d)   Colaterales;Íž  e)  CĂłnyuge  superviviente;Íž  en  concurrencia  con  los  otros  sucesores  y  tan  sĂłlo  como  usufructuario  en  el  caso  de  que  existiesen  hijos.     207 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

 La  SucesiĂłn  LegĂ­tima  Contra  el  Testamento   La  prevalencia  absoluta  de  la  sucesiĂłn  testamentaria  sobre  la  sucesiĂłn  legĂ­tima  encuentra  una  gran  limitaciĂłn  en  este  instituto.  En  la  Êpoca  mĂĄs  arcaica  no  se  concebĂ­a  la  posibilidad  de  limitar  la  voluntad  del  difunto,  el  FXDO HVWDED REOLJDGR H[LVWLHQGR ORV ÂłKHUHGHV´  a  desheredarlos  explĂ­citamente  en  el  testamento,  ya  que  si  no  Êste  era  nulo.  Tal  principio  no  imperaba  para  los  emancipados  que  fueran  ³KHUHGHV 6XL´  y  fue  introducido  HQ VX IDYRU SRU HO SUHWRU HQ HO VHQWLGR GH TXH OD Âłpraetentio´ GH HOORV OHV FRQGXFtD D OD FRQVHFXFLyQ GH XQD Âłbonorum  possessio´ TXH DFRVWXPEUDED D FDOLILFDUVH Âłcontra  tabulas´ (O VLVWHPD GH OD QHFHVLGDG GHO GHVKHUHGDPLHQWR SDUD OD H[FOXVLyQ GH ORV Âłheredes  Sui´ QR FRQVWLWXtD VLQ HPEDUJR GHUHFKR alguno  en  favor  de  los  ³6XL LXULV´ HPDQFLSDGRV HQ OD VXFHVLyQ GHO SDGUH HQ cuanto  la  falta  de  desheredamiento  explĂ­cito  les  proporcionaba  plena  ventaja  ya  que  se  creaba  asĂ­  la  situDFLyQ LGyQHD SDUD LQWURGXFLU OD VXFHVLyQ Âłab  intestato  PraetorĂ­a´ TXH OHV VLWXDED HQ OD SULPHUD FDWHJRUtD GH ORV VXFHVRUHV   Siempre  que  el  testador,  sin  motivo  justificado,  no  dejase  parte  de  su  patrimonio  a  determinados  familiares,  los  romanos,  bajo  la  ficciĂłn  de  que  el  testamento  habĂ­a  sido  realizado  por  una  Persona  en  estado  de  demencia,  admitĂ­an  la  posibilidad  de  la  impugnaciĂłn  por  medio  de  una  acciĂłn  particular  OODPDGD´accusatio  o  querella  inofficici  testamenti´ $ WUDYpV GH HVWH PHGLR nace,  en  sustancia,  el  instituto  de  la  legĂ­tima,  esto  es,  de  la  necesidad  de  que  una  parte  del  complejo  hereditario  fuese  reservada  a  los  mĂĄs  prĂłximos  sucesores.  La  legĂ­tima  fue  en  un  principio  reservada  sĂłlo  a  los  descendientes  y  ascendientes,  pero  mĂĄs  tarde  se  extendiĂł  a  las  otras  categorĂ­as  de  sucesores;Íž  pero  siempre  recayendo  en  la  mĂĄs  prĂłxima  y  excluyendo  a  las  restantes.  Ella  fue  fijada  en  un  cuarto  de  la  totalidad  de  la  herencia.  Ello  era  posible  sola  mente  anulando  el  testamento,  y  es  Êste  el  motivo  por  el  cual,  siempre  que  el  testamento  hubiera  sido  rescindido  por  no  haber  tenido  en  cuenta  a  los  herederos  legĂ­timos,  ellos  sucedĂ­an  segĂşn  los  principios  de  la  sucesiĂłn  intestada  y  no  en  la  medida  propia  de  la  legĂ­tima.  Justiniano  llegĂł  a  admitir  que,  en  la  hipĂłtesis  de  que  el  testador  hubiera  dejado  la  legĂ­tima  inferior  de  lo  que  les  correspondĂ­a,  el  intestado  no  pudiera  exigir  la  anulaciĂłn  del  testamento  sino  sĂłlo  la  concesiĂłn  de  la  legĂ­tima.   /D GRWH \ ODV GRQDFLRQHV GHO Âłde  cuius´ TXH KXELHUDQ GLVPLQXLGR OD OHJtWLma  podĂ­an  ser  anuladas.  Una  reforma  importante  en  esta  materia  fue  la  introducida  por  Justiniano  con  la  novela  115  (aĂąo  542),  en  el  sentido  de  que  fueran  taxativamente  establecidos  los  motivos  por  los  cuales  podĂ­a  llegar  a  208 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

GDUVH OD Âłexheredatio´ \ TXH IXHran  elevadas  las  cuotas  del  complejo  hereditario  reservadas  a  los  herederos  mĂĄs  prĂłximos.    Las  Donaciones    Concepto  y  Requisitos   La  donaciĂłn   era  una  causa  general  de  adquisiciĂłn,  en  cuanto  cualquier  relaciĂłn  era  suficiente  para  que  fuese  realizada  y  tenĂ­a  como  elemento  esencial,  la  gratuidad  de  la  transferencia.  Ella  puede  asĂ­,  pues,  definirle  como   cualquier  acto  a  travĂŠs  del  cual  alguien  (donante,  donator)  en  favor  de  otro  (donatario)  y  sin  contraprestaciĂłn  alguna,  entregaba  parte  de  su  propio  patrimonio.   Los  requisitos  para  su  existencia  eran  los  siguientes:  1)  Enriquecimiento  de  un  patrimonio  en  detrimento  de  otro.  2)  Existencia  de  un  espĂ­ritu  de  liberalidad  (animus  donandi).  Cualquier  acto  que  tuviera  o  hubiera  tenido  estos  dos  requisitos  era  considerado  por  los  URPDQRV FRPR HIHFWLYR GH ÂłGRQDWLRQLV FDXVD´  era  en  otros  tĂŠrminos,  una  donaciĂłn.  Es  asĂ­,  pues,  evidente  que  bajo  el  tĂ­tulo  de  la  donaciĂłn  podĂ­an  transferirse  derechos  reales,  se  podĂ­a  obligar  a  entregar  alguna  cosa,  o  se  podĂ­a  renunciar  a  una  obligaciĂłn  del  donatario  hacia  el  donante.  Se  GLVWLQJXtDQ SRU OR WDQWR ODV ÂłGRQDFLRQHV UHDOHV´ ODV ÂłGRQDFLRQHV REOLJDWRULDV´ SURPHVDV GH GRQDU \ ODV ÂłGRQDWLRQHV OLEHUDWRULDH ´  Para  cada  una  de  ellas  era  necesario  el  uso  de  las  formas  prescritas  en  concordancia  a  la  naturaleza  del  derecho  que  se  deseaba  transferir.  AsĂ­  para  WUDQVIHULU HQ GRQDFLyQ OD SURSLHGDG GH XQD Âłres  mancipi´ HUD QHFHVDULD HQ HO GHUHFKR FOiVLFR OD Âłmancipatio´ PLHQWUDV TXH HQ HO GHUHFKR MXVWLQLDQHR EDVWDED OD VLPSOH Âłtraditio´  para  obligarse  a  dar  alguna  cosa  a  tĂ­tulo  de  GRQDFLyQ HUD QHFHVDULD HQ OD pSRFD FOiVLFD XQD Âłstipulatio´ PLHQWUDV HQ HO derecho  justinianeo  era  suficiente  un  simple  pacto,  y  para  rescindir  una  REOLJDFLyQ VROHPQH HQ HO GHUHFKR FOiVLFR VH H[LJtD OD Âłacceptilatio´   Podemos,  pues,  determinar  que  una  autĂŠntica  donaciĂłn  de  la  totalidad  del  patrimonio  (donaciĂłn  universal)  no  existĂ­a  en  el  Derecho  romano  clĂĄsico,  a  no  ser  bajo  la  forma  de  donaciĂłn  obligatoria,  ya  que  para  la  transferencia  de  los  derechos  singulares  era  necesario  el  uso  de  las  formas  connaturales  a  los  derechos  mismos.  Ella  fue,  no  obstante,  introducida  en  el  derecho  justinianeo.  Las  donaciones  podĂ­an  ser  puras  o  simples  o  bien  sujetas  a  una  modalidad  (sub  modo)  en  el  sentido  de  que  al  donatario  le  podĂ­a  ser  impuesta  una  determinada  prestaciĂłn,  que  no  debĂ­a,  sin  embargo,  identificarse  a  una     209 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

contraprestaciĂłn,  equivalente  a  la  donaciĂłn,  ya  que  si  no,  no  habrĂ­a  donaciĂłn,  ni  a  una  condiciĂłn,  pues  si  fuese  asĂ­  la  donaciĂłn  estarĂ­a  indisolublemente  unida  al  cumplimiento  o  no  cumplimiento  de  la  condiciĂłn  misma.  Fue,  sin  embargo,  admitido  que  el  donante  y  sus  herederos  pudieran  perseguir  al  donatario  incumplido,  y  a  este  respecto,  en  el  derecho  justinianeo,  fue  FRQFHGLGD OD ÂłActio  praescriptis  verbis´ ,JXalmente  no  podĂ­a  considerarse  FRPR DXWpQWLFD GRQDFLyQ OD ÂłGRQDFLyQ UHPXQHUDWRULD´ D QR VHU TXH consistiese  en  donativos  que  el  donante  no  se  hallaba  obligado  a  entregar  como  contraprestaciĂłn  a  los  servicios  o  beneficios  recibidos  por  parte  del  donatario.   /DV 'RQDFLRQHV Âł,QWHUYLYRV´   Las  donaciones  podĂ­an  ser  entre  vivos  (Ă­nter  vivos),  y  a  consecuencia  de  la  PXHUWH /DV GRQDFLRQHV ÂłtQWHU YLYRV´  como  medios  que  encubrĂ­an  el  peligro  de  explotaciĂłn  no  fueron  bien  vistas  por  los  romanos.  La  primera  ley  que  se  RFXSy GH HOODV IXH OD ÂłLex  Cincia  de  donis  et  munenibus´ GHO DxR D & que  vetĂł  la  posibilidad  de  hacer  o  recibir  donaciones  que  sobrepasen  una  cierta  medida  (ultra  modum)  excepto  que  ellas  tuvieran  lugar  entre  parientes  de  sangre  (cognati)  hasta  un  cLHUWR JUDGR /D Âł/H[ &LQFLD´ HUD VLQ HPEDUJR un  tĂ­pico  ejemplo  de  ley  imperfecta,  esto  es,  de  norma  privada  de  sanciĂłn,  en  tanto  en  cuanto  no  implicaba  ni  la  nulidad  de  la  donaciĂłn  hecha  en  desestima  de  sus  normas  ni  penas  para  los  transgresores  ´SURKLEet,  exceptis  quibusdam  FRJQDWLV HW VL SOXV GRQDWXP VLW QRQ UHVFLQGLW´).  La  defensa  de  la  prohibiciĂłn  GH OD OH\ &LQFLD HUD DVt SXHV FRQILDGD D XQD Âłexceptio´ YiOLGD VRODPHQWH para  paralizar  aquellas  donaciones  cuyo  objeto  no  se  hallaba  aĂşn  bajo  la  dispRQLELOLGDG MXUtGLFD GHO GRQDWDULR /D LQHILFDFLD GH OD Âł/H[ &LQFLD´ HUD por  otra  parte,  agravada  por  el  hecho  de  que,  en  los  tiempos  de  Severo  y  &DUDFDOOD OD Âłexceptio  legis  Cinciae´ DVXPH XQ FDUiFWHU 3HUVRQDO SRU YLUWXG del  cual  los  herederos  del  donante  no  podĂ­an  oponerla.  Esto  es  lo  que  se  GHQRPLQDED Âłmorti  Cincia  removetur´ /D /H[ &LQFLD FRQVLGHUDED D ORV FyQ\XJHV HQWUH ODV Âł3HUVRQDH H[FHSWDH´  a  aquĂŠllas,  queremos  decir,  entre  ODV FXDOHV HUD OtFLWR GRQDU Âłin  infinitum´ 6LQ HPEDUJR QDFH HQ OD FRVWumbre  (que  fue  mĂĄs  tarde  sancionada  por  la  legislaciĂłn  augustea)  la  prohibiciĂłn  de  la  donaciĂłn  entre  cĂłnyuges  para  evitan  que  el  afecto  conyugal  hubiere  impulsado  al  mĂĄs  indulgente  de  ellos  a  empobrecerse  en  favor  del  otro.  La  necesidad  de  determinar  los  lĂ­mites  de  esta  prohibiciĂłn  condujo  a  los  juristas  a  una  minuciosa  investigaciĂłn  sobre  el  concepto  de  la  donaciĂłn  y  es  Êsta  la  razĂłn  por  la  cual  asume  gran  relevancia  en  el  derecho  romano  tal  instituciĂłn.  La  prohibiciĂłn  conducĂ­a  a  la  absoluta  nulidad  de  las  donaciones,  Pero  como  todos  los  institutos  demasiado  rĂ­gidamente  concebidos,  ella  experimentĂł  DOJXQDV H[FHSFLRQHV SRU HMHPSOR SDUD ODV GRQDFLRQHV Âłhonoris  causa´ HVWR 210 Â


IntroducciĂłn  HistĂłrica  al  Derecho  Romano Â

es,  las  que  la  mujer  hacĂ­a  al  marido  para  sostener  los  gastos  de  un  cargo  pĂşblico;Íž  paUD ODV Âłmortis  causa´ TXH HVWDEDQ FRQGLFLRQDGDV D OD SUHPRULHQFLD GHO GRQDQWH SDUD ODV Âłdivortii  causa´ ODV FXDOHV SRU RWUD SDUWH SRQ HVWDU hechas  en  el  momento  del  divorcio,  caĂ­an  fuera  sustancialmente  del  campo  de  las  donaciones  entre  cĂłnyuges.   La  mĂĄs  importante  de  las  derogaciones  en  torno  a  las  consecuencias  de  la  SURKLELFLyQ IXH OD DSRUWDGD SRU XQD ÂłRUDWLR´ GH 6HYHUR \ &DUDFDOOD GHO DxR 206  d.C.  que  introdujo  una  forma  de  consolidaciĂłn  de  la  donaciĂłn  si  el  cĂłnyuge  llegaba  a  morir  sin  revocarla.  En  sustancia  ella  hace  puramente  3HUVRQDO \ DVt SXHV OLPLWDGR DO GRQDQWH HO ÂłIus   poenitendi´ HV GHFLU HO derecho  de  revocar  y  anular  las  donaciones  hechas.  Hemos  puesto  de  relieve  cĂłmo  en  el  Derecho  romano  clĂĄsico  la  donaciĂłn  no  se  consideraba  como  negocio  jurĂ­dico  en  sĂ­  mismo,  sino  cĂłmo  ella  podĂ­a  constituir  la  causa  jurĂ­dica  de  cualquier  negocio  todas  las  veces  que  Êl  tuviera  el  fin  prĂĄctico  de  enriquecer  a  un  contrayente  para  empobrecer  al  otro.  Ella  adquiere,  sin  embargo,  propia  autonomĂ­a  cuando  mĂĄs  tarde  es  prescrito  por  los  Emperadores  Constancio  Cloro  y  Constantino,  un  requisito  especial  para  aquellas  donaciones  que  superaran  cierta  medida  (500  sueldos),  consistente  en  la  en  los  registros  pĂşblicos.  Las  donaciones  de  poco  valor  considerĂĄndose  Perfectas  con  la  simple  promesa.  Fue  asĂ­  sustituido  el  originario  criterio  de  TXH OD IRUPD GHO´negotium  donationis´ IXHUD GHWHUPLQDGD SRU HO REMHWR GH OD GRQDFLyQ SRU HO TXH ÂłLQVLQXDWLR´ HVWR HV HQ OD UHGDFFLyQ GH XQ GRFXPHQWR \ en  la  transcripciĂłn  de  Êste  tenĂ­a  presente  sĂłlo  el  criterio  del  valor.  La  revocaciĂłn  de  la  donaciĂłn  por  ingratitud  fue  introducida  en  el  PerĂ­odo  clĂĄsico  para  las  donaciones  hechas  por  el  liberto  al  seĂąor.  Ella  fue  extendida,  despuĂŠs  de  un  largo  proceso  que  se  desarrollĂŠ  en  el  PerĂ­odo  postclĂĄsico,  por  Justiniano  a  todas  las  donaciones  hechas  por  el  seĂąor  al  liberto,  mientras  se  admitiĂł  igualmente  la  revocaciĂłn  por  la  supervivencia  de  los  hijos.   /DV 'RQDFLRQHV ÂłMortis  Causa´   En  el  caso  de  que  la  donaciĂłn  hubiera  estado  condicionada  al  hecho  de  que  el  GRQDQWH SUHPXQLHUD DO GRQDWDULR OD GRQDFLyQ OODPiEDVH Âłmortis  causa´ Dado  el  carĂĄcter  de  causa  general  de  adquisiciĂłn  de  la  donaciĂłn,  los  medios  procĂŠsales  que  el  donante  tenĂ­a  a  su  disposiciĂłn,  en  el  caso  de  que  el  donatario  le  hubiera  premuerto,  para  asegurar  la  restituciĂłn  de  la  cosa  GRQDGD HUDQ R OD ÂłPDQFLSDWLR´ FRQ HO Âłpactum  fiduciae´ HO FXDO OR VLWXDED HQ FRQGLFLRQHV GH SRGHU HMHUFHU OD ÂłActio  fiduciae´ R OD HVWLSXODFLyQ GH OD restituciĂłn  de  la  cosa,  la  cual  lo  legitimaba  para  XQD Âł$FWLR H[ VWLSXODWX´  A  HVWRV PHGLRV -XVWLQLDQR OH DxDGH OD ÂłFRQGLFWLR LQFHUWL´  OD Âła  proscriptis  verbis´ \ OD ÂłreĂ­  vindicatio´ 8QD LGHQWLILFDFLyQ SDUFLDO HQWUH ORV OHJDGRV \ ODV    211 Â


Teresa  Da  Cunha  Lopes  y  Ricardo  Chavira  VillagĂłmez Â

ÂłPRUWLV FDXVD GRQDWLRQHV´ TXH VH GLR HQ HO GHUHFKR FOiVLFR IXH H[WHQGLda  SRU -XVWLQLDQR D WRGRV ORV FDVRV GH GRQDFLyQ ÂłPRUWLV FDXVD´  lo  que  dio  posibilidad  para  que  ellas,  ademĂĄs  de  por  los  motivos  ya  vistos  para  las  GRQDFLRQHV Âłinter  vivos´ SXGLHUDQ UHYRFDUVH FRPR FXDOTXLHU QHJRFLR GH Ăşltima  voluntad  si  es  que  habĂ­a  habido  arrepentimiento  (ex  poenitentia).  Â

212 Â


BIBLIOGRAFĂ?A    ARANGIO  RUIZ,  Vicente.  Historia  del  Derecho  romano.  Madrid,  Editorial  Reus,  1994,   CRUZ,  SebastiĂŁo.  Direito  Romano  (Ius   Romanum).  Tome  I.  4ème  Êd.,  Coimbra,  1984,   'Âś256 ĂˆOYDUR  Derecho  romano  Privado.  Pamplona,  EUNSA,  1997;Íž   KASER,  Max.  Sur  la  MĂŠthode  des  Jurisconsultes  Romains.  In:  Romanitas.  Revista  de  Cultura  Romana  (LĂ­ngua,  Instituiçþes  e  Direito).  Rio  de  Janeiro,  Romanitas  Livraria  EditĂ´ra  Ltda,   KUNKEL,  Wolfgang.  Historia  del  Derecho  romano.  Barcelone,  Ariel,1991   PETIT,  Eugene,  Manual  de  Derecho  romano,  PorrĂşa,  MĂŠxico,  reed.   SCHULZ,  Fritz.  PrincĂ­pios  del  Derecho  romano.  Madrid,  Civitas,  1990,   VILLEY,  Michel.  Le  Droit  Romain.  &ROOHFWLRQ Âł4XH VDLV-­MH"´ 3DULV 3UHVVHs  Universitaire  de  France,  9ème  Êd.,  1993           213 Â





Editado: 7 de diciembre de 2009 Título: Introducción Histórica al Derecho romano 1ª. Edición /500 ejemplares &ROHFFLyQ ³7UDQVIRUPDFLRQHV -XUtGLFDV \ 6RFLDOHV HQ HO 6LJOR ;;,´ 3ª serie/No. 2 Coordinadores de la Colección Hill Arturo del Río Ramírez Teresa M.G. Da Cunha Lopes María Teresa Vizcaíno López ISBN: 978-­0-­557-­21655-­0

Copyright ©: Teresa Da Cunha Lopes, Ricardo Chavira Villagómez, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales /UMSNH Impreso por: Lulu.com | 3101 Hillsborough St | Raleigh, NC 27607-­5436


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