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AYUNTAMIENTO / Entrambasaguas

Entrambasaguas

Un término municipal protector de su patrimonio

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La regidora municipal de Entrambasaguas ha sabido compaginar el patrimonio histórico tanto el inmobiliario, como el mobiliario y el inmaterial que el municipio contiene y puede mostrar no solo a los visitantes españoles, sino a los turistas que se adentran por estos parajes históricos de la comarca trasmerana. De esa conjunción de respeto por el patrimonio conservado uno de sus frutos más destacados ha sido la reciente inauguración del conocido Palacio de los Acebedos, de Hoznayo, propiedad de la Casa de Medinaceli, aunque cedido por tres décadas, a los empresarios del grupo Los Pasiegos, inaugurado en el verano de 2022. Pero el término municipal contiene más atractivos que el patrimonio histórico. Entrambasaguas como su nombre indica, es término entre dos aguas los ríos Miera y Agüanaz; como Entrambasmestas, es el patronímico y toponimia, entre dos mesetas.

La alcaldesa María Jesús Susinos, está dispuesta a llevar a cabo una labor de protección patrimonial en todos los aspectos. Esta mujer que fue diputada nacional, sabe que el patrimonio es uno de los atractivos del turismo no solo nacional, sino internacional. Un patrimonio avalado por diversos estudios concienzudos de la Universidad de Cantabria. Los templos religiosos destacan por su arquitectura llevada a cabo por los famosos canteros del solar comarcano de la Trasmiera, histórica de la que ya se tienen noticias desde el siglo VIII, en que los dos primeros alfonsíes españoles, la citan en sus documentos reales, además de otros señores feudales que afirman ser los propietarios de esas tierras y pueblos. El municipio cuenta con diez edificios religiosos de los que seis son iglesias parroquiales, dos ermitas, un santuario y un humilladero. Todo el patrimonio religioso es de primera calidad, y está bien conservado

entre otras cosas por ser de uso religioso habitual para los feligreses del municipio.

La regidora Susinos conoce que las minas de hierro instaladas en el monte Santa Marina, junto al de Cabárceno, sirvieron este mineral a los primeros hornos altos de España, instalados los dos primeros en Liérganes, que dieron las coladas para los primeros 200 cañones encargados por la Armada Española en agosto de 1628, un mes después de la muerte de Juan Curcio, el verdadero artífice y financiador de su construcción. Curcio murió en julio de 1628, un mes antes del encendido de los dos hornos para fabricar el primer pedido de la Marina española de quien dependía la primera siderurgia española. A la muerte de Curcio le sucedió Jorge de Bande, otro fundidor flamenco que construyó cinco hornos altos para fundir mineral de hierro y hacer producciones en serie capaces de fabricar cuatro cañones a la vez, por cada horno. Esta última instalación siderúrgica se montó en La Cavada y Valdelazón. Uno de los cinco se dedicó a reverbero, es decir refundir piezas defectuosas.