Antologia del cuento extraño 03

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Antología del cuento extraño 3

-Aquí to abandono -dijo el médico-. Siga derecho por este sendero. En el último, pabellón vive Stocker. Se le apareció bruscamente, al pisar el umbral de la puerta abierta de par en par. Bernardo Stocker, en cambio, lo había visto venir desde lejos. Estaba sentado, envuelto en don mantas escocesas: una sobre los hombros, la otra fajándole las piernas. "Don Julio, ni puedo levantarme para saludarlo -dijo-. Esta manta..." Lo reprendió por haberse molestado: "Me hubiera escrito". Después, mirán-dolo en los ojos: -¿Estuvo con el director? -Sí.

-¡Qué lata le había dado! Lo compadezco. -¿Tiene frío? -preguntó Sweitzer-. ¿Quiere que cerremos la puerta? -No; he descubierto que el frío es saludable. Me gusta. Se hizo un silencio. El señor Sweitzer tuvo la sensación de no saber con que objeto estaba allí. Había olvidado el motivo de su visita o, para ser más exactos, no quería confesárselo a sí mismo. Quedó consternado. Buscó algo que decir, una trivialidad

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