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dolor fueron algunos de los muchos sentimientos que experimentamos los colombianos al vernos derrotados en nuestro propio territorio. A diario la pobreza, la indiferencia, la corrupción, la violencia derrotan a millones de colombianos en su propio país, a diario se les cierran las puertas a miles de millones de compatriotas producto de la discriminación, como se le cerraron a la selección Colombia aquel día que jugó contra México. A pesar de la derro-
una utopía que Colombia clasifique a un mundial. No importa cuántas veces nos digan que estamos luchando en vano, que no vale la pena, que el país nadie lo cambia, que le dejemos eso a los gobernantes, que este país no tiene solución; así como nos han dicho que la Selección siempre es lo mismo, que Colombia no tiene cómo ir al mundial, que “esos” siempre pier-
opinión
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ta aquí estamos otra vez con nuestro corazón pintado de amarrillo, azul y rojo seguros de que esta vez Colombia sí clasifica al mundial. Pero esa pintura va sólo por fuera, porque parece que nuestro corazón se endureció, ese tricolor no es capaz de alcanzar nuestras venas, somos incapaces de creer en nuestra Colombia de una manera sincera.
Definitivamente la pobreza debería ser como el fútbol; una realidad de la que es parte todo el país; una realidad de la que participan activamente la mayoría de los colombianos, una realidad que hace saltar el corazón y genera unión. Los jóvenes de Un Techo para mi País creemos que vale la pena jugársela por la erradicación de la pobreza extrema, creemos que aunque para muchos sea una utopía, un país sin desigualdad sí es posible; como para muchos es ¿Qué pasaría si gritáramos todos juntos que estamos “mamados ” de la corrupción ?
den nuestra esperanza nunca muere. Cientos de nuestros hermanos esperan por una mano, por una voz de aliento que les brinde la posibilidad de salir de su condición, por un país que crea en ellos para que juntos logremos meterle el gol de la victoria a la pobreza extrema, y sintamos la verdadera pasión de creer en un país.
Laura Macías
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