Revista Tdh Nº 24 2016-2017

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Tenemos dos grandes programas: uno de Salud y uno de Protección. En salud trabajamos desde nuestros inicios el programa AME -“Viaje hacia la Vida” colaborando con España y con Suiza y el proyecto de Salud Materno Infantil, que tiene tres ejes: prevención y atención a la malnutrición infantil, saneamiento y nutrición. En este último eje trabajamos la atención a mujeres embarazadas o lactantes para la mejora de la salud de la madre y del niño a través de la estrategia de los mil días, desde la concepción hasta los dos años del niño. La protección en Mauritania es realmente lo más visible y Tierra de hombres tiene mucho reconocimiento en este ámbito. Trabajamos en protección juvenil desde el año 98, acompañando al Ministerio de Justicia para la reforma de la Justicia Juvenil, para que se respeten los derechos de los niños de acuerdo a la ley. También trabajamos desde hace casi diez años en el proyecto de lucha contra la explotación de niñas domésticas, al que le estamos dando un nuevo enfoque migratorio cubriendo toda la Guinea Atlántica del país, entre Marruecos y Senegal hasta Mauritania, porque muchas de las víctimas son niñas que vienen de países extranjeros para trabajar o de otras zonas del interior del país hasta la capital. ¿En qué estado físico y mental se encuentran las llamadas Petites Bonnes cuando las identificáis? Mi equipo y el de AFCF no solo trabaja y atiende a niñas domésticas, si no a todo tipo de niños y niñas con necesidades de protección y, por ejemplo, trabajando en grupos con menores que, aparentemente no sufren ningún abuso, se dan cuenta de que tienen traumas psicológicos ya que se ponen a llorar hablando de sus derechos y esto puede ser por maltrato intrafamiliar o en el colegio. Cuanto menos se conocen los derechos más se violan dentro de los ámbitos en los que se desarrolla la infancia. Pero también hay que ver la capacidad de resiliencia de los niños y niñas, menores con tantos problemas que al final demuestran mucha alegría, muchas ganas de jugar y de participar en la vida normal. Por ejemplo, hace poco atendimos a una niña con 8 años que ha sido violada, y la ves tan sonriente, saludando muy alegre a todos... Es increíble la

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capacidad que tienen para superar sus problemas. Tierra de hombres estaba trabajando junto con el Gobierno y Unicef para crear un anteproyecto de ley sobre violencia sexual y violencia de género ¿En qué punto está esta Ley? Lamentablemente, la Ley contra la violencia de género adoptada por el Consejo de Ministro en junio del 2016 no ha llegado a ser presentada a votación en el Parlamento. Ha sido rechazada por considerar que viola la Ley Sharia mauritana y contradice muchos de los puntos de la Ley Islámica como el reconocimiento de la homosexualidad o castigar con la cárcel al tutor que dé su hija menor en matrimonio. ¿Y la de trabajo infantil? Fue sido aprobada en Consejo de Ministros en 2016 pero se tiene que adoptar en Asamblea General y en el Parlamento para su votación. Muchas veces lo que ocurre es que se aprueban leyes, pero luego se tiene que elaborar el decreto de aplicación y presupuesto, y eso es muchas veces lo que falta. Entonces, nos toca hacer un arduo trabajo de incidencia política para que se aplique la ley. ¿Qué destacaría de su trabajo como delegada de Tierra de hombres en Mauritania? Tengo muchas reuniones institucionales porque es importante mantener relaciones con las agencias de las Naciones Unidas para estar siempre al tanto de sus estrategias y así colaborar y trabajar en la misma línea. Y la coordinación también es fundamental en mi día a día: con otras organizaciones locales como AFCF o Infancia y Desarrollo o con los Ministros, a quienes hay que pedir audiencia para poder hacer incidencia política o para entender el posicionamiento del Gobierno sobre un punto estratégico que queremos desarrollar. Sabemos que siempre se ha sentido atraída por el ámbito de lo social, pero, ¿por qué entre todos los campos se decantó por la infancia? Siempre me he sentido atraída por los derechos humanos y los derechos de las mujeres y los niños, aunque a nivel personal, mi madre me ha

influido porque trabaja en la ayuda social a la infancia. Trabajé en Save the Children Mauritania y es cuando realmente descubrí la protección de la infancia y ya no he querido salir de este ámbito. Me parece muy importante, ya que si trabajas en la infancia, trabajas en el futuro de la sociedad y, además, también trabajas para las madres, para las mujeres. Creo que todo esto tiene un fuerte impacto en el desarrollo de un país, no ya a nivel económico, si no en el desarrollo de una sociedad sana, que respete los derechos de los demás, que trabaje por la tolerancia… ¿Qué cambios has notado en la sociedad mauritana desde que llegaste hasta ahora? La verdad es que los que he notado, no siempre han sido positivos. Aunque puede decirse que hay cierta parte de la sociedad que es más tolerante, menos violenta y conoce y respeta los derechos humanos y los derechos de la infancia, entre la población mauritana hay dos tendencias claras: una que defiende la visión más austera del islam porque no quieren que la moral se desborde y otra que quiere una mayor apertura al mundo, no sólo en coches y telefonía móvil, sino que les gustaría poder salir más y tener más acceso a la cultura. Y ahora hay menos oferta cultural y social que cuando llegué, así que se puede considerar una involución. La vida cada vez se hace más dentro de las casas. Cuando llegué a Mauritania había discotecas y algún teatro y ahora casi no hay. ¿Consigue la Fundación los cambios por los que lucha? A nivel de las personas, seguro. Pero creo que a nivel institucional también. El Gobierno mauritano está trabajando determinados temas como la Justicia Juvenil o el trabajo infantil porque hay una confianza con la Fundación. Ahora, por lo menos, son temas integrados en sus actuaciones. Por otro lado, en los proyectos de menores domésticas, ahora las familias tienen conciencia de que tener una niña trabajando en su casa no es algo normal y que, quizá, hay que tomar precauciones para cumplir con la ley y con su deber moral. Esto es un ejemplo concreto de cambio. Pero hay mucho trabajo aún por hacer.


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