TAST volume I - Guts / Budells / Tripas

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tast.

guts budells tripas

Flash Fiction Fanzine

Queralt Guinart

#1


Abans hi ha la felicitat. Es situa al sostre de l’estómac i mengem perquè volem el omplir fins arribar allà dalt. Els budells actuen d’òrgans que donen temps al cos i a la ment per assumir fets, experiències i contes. Són una cadena de teixits que s’estira i arronsa. I a vegades es fa massa llarga com per arribar a gaudir del sabor de les coses. Però potser la felicitat de debò és la que es troba quan s’ha buidat l’estómac. I no perquè s’escursi el budell serà més immediat. Benvinguts a TAST. Nur Costa

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I have always found fascinating how there is an element of chance in collaborative creation. The same chance that composed Dadaistic poems and mosaics, or the same chance that operated David Bowie’s Verbasizer to write song lyrics. With TAST we want to repeat the experience: a fanzine with a common topic but different perspectives; both visual and poetic - composing a carefully crafted product, a literary barbecue with its pieces delicately threaded onto an invisible stick. And the first images which come to me with the mention of a barbecue are those of slimy pieces of insides, or guts, dripping liquid onto the fire, making it crackle and causing sparks to fly. Alina Cvetkova

Me explicó P. que digerir una comida copiosa puede llevarnos hasta doce horas. Consulté la entrada en la Wikipedia sobre la digestión. Me fascinaron la fase gástrica y la secretina, la primera hormona descubierta. El otro día me empeñé en que A. soltara el tenedor al masticar cada bocado. Quería que aprendiera a masticar lentamente y sin engullir. No es prudente ni siquiera engullir un bombón, porque entonces no sabe a nada. Lo mismo con los textos cortos e ilustraciones aquí incluidas. Así que os aprovechen ;) Jennifer Camacho


Us donem la benvinguda

Esperem que tot sigui del vostre gust. O no. Comencem la primera edició degustant els budells. Feu una ullada a la nostra carta, amb els plats i begudes més selectes. No cal que n’esculliu només un. Ni que els tasteu tots avui. Què són els budells per a vosaltres? Us deixarem uns minuts per decidir. Si em necessiteu, només cal que m’aviseu.

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Autors / Authors /Autores: Ainara Lehane, Ale Oseguera, Alina Cvetkova, Asun Lopez, Bea Aguilar, Ellen Robledo, Erika Trujillo, Ignasi Mena, Ioana Cristina Casapu, Isabel Sira, Jennifer Camacho, Judith Chinaski, Marta Sala, Neus Porredon, Nur Costa. Il¡lustracions / Illustrations/ Ilustraciones: Ella Moe, Elara Elvira, Juandiego Calero, Irene Matarrodona, Isabel Loureiro, Rosa Gomez, Queralt Guinart. Editors/ Editors/ Editores: Alina Cvetkova, Jennifer Camacho, Nur Costa. Director d’Art/ Art Director/ Director de Arte: Eudald Van der Pla TAST fanzine, Edicio #1: Budells Barcelona, 2017


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starters

Irene Matarrodona


UNTITLED Think that my pupils are completely black Now from pain but I am not sure. Then finally we separate, from our Siamese state. There is blood, There are pieces of torn flesh hanging from Both our sides With a stink, Dropping strange-coloured liquids. But then you raise your head and realise You’ve gotten bigger’. You are one of your own now. Look how pertinent your chest is! How it rises breathing. It’s a chest of a champion. Alina Cvetkova

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SEMBLA QUE Sembla que, per aquest amor, sempre tingui un budell buit. Quina gana i quina capacitat de menjar-me qualsevol cosa: orgull, món, mocs, paraules. Sembla que, per un amor com aquest, tots els òrgans siguin entranyes. Que tot és susceptible de ser engolit pel temperament de les vísceres i digerit amb acidesa o bé migdiada per, expulsat el romanent, alimentar una noia guapa. Sembla, amor, que en aquesta membrana hi viu la música d’un llaüt, un violí, alguns efectes i quatre reverbs. És la música que m’agrada a mi. Hi posaré cap, però que em vibri el ventre. Marta Sala


SÍ En vez de que rozaras tu rodilla contra la mía en el cine, me hubiera gustado que usaras las manos. En vez de hablar tan bien sobre mí a todas esas personas que no conocía, hubiera preferido que me mantuvieras en secreto. Y que hubiéramos tenido algo especial de verdad. Hubiera sido lo ideal aunque menos idílico y romántico. Pero ser una mujer práctica es mi especialidad. —Camarada, ¿todo en orden

con el paciente?

—El sujeto no es apto.

Ahora te querías clonar. Estabas desnudo y profundamente dormido sobre mi camilla para pasar mi inspección.

Yo te hubiera dicho que sí a tantas cosas, sí a todo. En otro tiempo.

Ahora querías que hubiera dos en este mundo como tú. Imagino todo el tiempo que habrás ahorrado. Ahora, tras tantos meses sin vernos, necesitabas mi «sí» rotundo para que el proceso pudiera continuar.

En el informe lo justificaré como una problemática insalvable con el aparato digestivo. Nunca clonamos a los pacientes con el colón irritable.

Jennifer Camacho

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NO I hung up. More like, he hung up. I thought of all the things I could say “no” to. Recent ones. Often I achieved that purpose. Looking back at when I said “no”, it was like I didn’t mean it. It was only a mouthful. No sound came out, really. There is only a hole in my mouth, incapable of speaking and that is why I love Laura Marling’s album I speak because I can. I often admire what I do not have. Maybe. I think. I guess. If you want. Almost all my sentences finish or begin with these words. I guess. I go to the bathroom and sit on the sink. I

look down at my stomach and remember when my dad cut it open with a surgery knife under tight clean white sheets. I do not remember anything because I was asleep the whole time. He helped me, he said. He cured me, they said. You could do it if you want, my mother halfasked him. I was never in that conversation so I couldn’t say “no”. The next day I ran across the hospital corridor. I was soon spinning. Laughing. Making other patients jealous. It never occurred to me that I might have lost a part of me. I was too young to care about the

definition of an instinct. I was unaware of what it meant. A trigger. It is supposed to make you do something. I never felt that urge in my blood although I often check what’s in there. Curiosity kills time. I stopped feeling and started thinking. I think I started to fear all the knives. I was enchanted by my father’s hands. So I walked where his fingers pointed all the time. I never questioned his direction. I guess, I never said “no” for an answer. Nur Costa


UNA BOLA DE RABIA El muy caradura no va y me dice: «Haz tú la cena, que siempre la hago yo». ¿Perdona? ¿Será que se me han taponado los oídos y no oigo bien? La frase ha desatado un huracán en mi interior, y noto cómo, poco a poco, mi estómago comienza a hincharse. A medida que estos pensamientos surgen en mi mente, él sigue escupiendo sandeces. Que él cocina todas las noches, dice, con todo el morro. ¿Pero se piensa que soy tonta, o qué coño se cree? Estas preguntas, que giran a

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la velocidad de un tornado, provocan que todo mi cuerpo comience a inflarse. Y le contesto: «Pero cómo puedes tener tanta cara, si todas las noches cocino yo, que parezco tu sirvienta». La rabia me nubla la vista: siempre es igual, nunca cambia. Yo, por mi parte, he cambiado. Literalmente. He aumentado: observo, ojiplática, que ocupo el doble. Él sigue pronunciando estupideces que mis sentidos ya no captan (en un gesto de defensa propia, creo). El

MY DOCTOR ASKED ME TODAY My doctor asked me today: “Are you fulfilled as a woman?” I guess not, I blurted, Without the usual critical thinking that’s become both my weapon and my shield. Tonight I want to brush down all the weight of the world off my shoulders. Lay in the tub without wondering when I’ll be able to measure my financial independence by the quantity of water within - deep enough to cover both my knees and my breasts. How many tears fit inside a 6-feet tall Chinese bowl? And mostly, How do we love again this old body of work, the soul? Ioana Cristina Casapu

odio visceral, que me hincha el estómago, ha llegado a tal punto que parezco un globo aerostático; pero él actúa como si nada, como es usual, como si yo no estuviera mostrando mi enfado, y a duras penas consigo percibir cómo mi extraordinariamente voluminosa tripa aplasta su cara contra los azulejos mientras la frase «que hagas tú la cena, que siempre la hago yo» se pierde en el ambiente. Ellen Robledo


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Isabel Loueiro

Main Course


SEIS KILOS MENOS Anteayer me di cuenta de que estaba vacía. Cogí la báscula para comprobarlo: pesaba seis kilos menos exactamente. Me senté unos momentos en el sofá para reflexionar. Bien mirado, no había ningún drama que montar, ahora nada podría atacarme el colón desaparecido. Y salí a la calle a pasear presa de una euforia que no estoy acostumbrada a sentir. Aquella noche caí rendida y me dormí con la ropa puesta.

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Por la mañana me quedé embobada mirando por la ventana cómo la gente salía de casa a toda prisa. Me embargó una sensación de extrañeza, no me apetecía desayunar. No había ningún tambor en mi interior que me indicara con un rugido que debía alimentarme. Ningún órgano que pudiera recibir, procesar y absorber los nutrientes de las

tostadas con mermelada que solía comer recién levantada. Ni siquiera me preparé el café. Fui a trabajar. Estuve toda la mañana intentado hacer la reposición del material vendido, pero me desconcentraba cada diez minutos para mirar el reloj e intentar descubrir si ya tenía hambre. Tampoco me tomé el café de media mañana. Noté que al estar sentada y tan vacía, el vientre se hundía hacia dentro como un remolino en el mar. Las dos horas que tengo para comer las empleé en dormir y soñar con agujeros negros. También soñé con unas gruesas cuerdas a las que me sujetaba para escalar una montaña cuya cima se perdía en las nubes. Y volví al trabajo para intentar acabar lo que había empezado durante la mañana. Pero de nuevo, cada pocos minutos, me acordaba de lo vacía que estaba y mi cuerpo me asombraba. Porque al no

tener aparato digestivo cada paso era como un despegue en un mundo ingrávido; levantar los brazos para colocar libros, un movimiento lánguido que se prolongaba a cámara lenta durante años; las personas hablaban en eco desde la lejanía, el tiempo moría como si fuéramos incapaces de extraer todo el líquido del cuentagotas. Las ocho. Me sentí vacía totalmente. Esta vez no fue la ausencia de vísceras, ni el apetito inexistente. No tenía sentido aparecer en aquel restaurante en el que había quedado con aquel extraño que había conocido en las redes sociales. Ya no tenía hambre. Ni de pizza ni de aventuras. Ya no quería sentirme saciada ni satisfecha. Y volví a casa sola. Dentro de mi cuerpo nada me reclamaba. Jennifer Camacho

Ella Moe


HABITAR EL POEMA Yacen tus recuerdos muertos bajo mi almohada, pero no hay suficiente carne debajo de la cama para satisfacer mis ganas de tragarme el mundo. No hay objeto o animal vivo o muerto en este cuarto que pueda habitar el poema. El verso está buscando proclamarse libre y soberano llevar traje de gala y lentejuela, fundar una nación libre de estrellas. Pero no hay olor ni tarea en esta cárcel que pueda alojarse en el poema. No hay noción y el calendario es un antiguo aeroplano dispuesto a colisionar con el recuerdo, tres fósforos conmemorando nuestra guerra: el del presente continuo, el del futuro siempre unidos, el del nunca más te volveré a engañar. No hay en ningún ladrillo

de esta fortaleza de barro vestigios de esperanza que puedan habitar el poema. Éramos nosotros el poema. Y con la escasa carne fresca que hay debajo de la cama busco convertirte en la amenaza que ansía devorar Saturno. Calmar lo insaciable, estafar a legiones de amantes, obviar los relámpagos sordos que anuncian tu tormenta sobre mí. Porque sin ti, del universo solo queda el desastre de tu piel calcinada. Y sin ti nunca más habrá verso que pueda, ni mínimamente, habitar cualquier poema. Ale Oseguera

LA NECESIDAD DE EXPRESARME La necesidad de expresarme me crea tal ansiedad que ni el sobrevalorado miedo a la muerte la entendería. Afiladas garras me desgarran las entrañas sin piedad, ardientes y hambrientas cuchillas mi sangre enfrían. Una insaciable y sofocada fiera habita en mi interior, y no existe palabra mágica alguna para liberarla. A veces la música y la danza le sirven de alimento, y otras solo la poesía o el dibujo pueden calmarla. Mi cabeza se asemeja a un bosque deforestado de tanto intentar entender su atragantado mensaje. Me apresuro a buscar un lugar tranquilo y aislado

Antes de arrancarme todo el pelo y parecer un monje. Me cobijo a la sombra de un árbol solitario sus ramas desprenden un olor a instinto maternal en mi piel se penetra su lenguaje milenario acunando a mi fiera como al agua el manantial. Las flores se pelean por prestarme sus hojas y tinta Se turnan extasiadas para dictarme su divertido recital. Ellas eligen el color de las palabras y las rimas, y el viento se encarga de los párrafos y del punto final. Ainara Lehane

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FANTASÍA

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La madre se inclina sobre el niño acostado y le da un beso en la frente. El niño pone cara de tristeza: —¿Me cuentas un cuento? La madre, sentada a los pies del niño, acaricia su barriga y susurra: —¿Cuál quieres? El niño parpadea: —Algún cuento nuevo, y que sea bonito, por favor. La madre se aparta el pelo de la frente, mira hacia el techo y murmura: —¿El del león, quizás? El niño parpadea. - ¿Es un león bonito? La madre sonríe: —Es el mejor león. La madre sigue: —El cuento trata de la bondad del león. Así se llama: “La bondad del león”. Ya verás qué bueno es. El niño, todo ojos, se cubre la boca con las manos y aguanta la respiración. La madre empieza: «Esta es la historia del león que reinó en Madrid hace muchos años, miles de años, millones de años. El león pudo reinar porque no había más leones que él. Era un león muy querido en la ciudad porque era bondadoso, respetuoso y muy justo. Sus moralejas eran conocidas en todo el mundo y venían de todas partes a pedirle consejo. Se dice que no había animal más parecido a un dios que ese. Y la gente peregrinaba a la ciudad a besarle las patas y a recibir de él la bendición». El niño apoya la mejilla en el cojín y mira la pared. «El león solía pasear por el Retiro en los días de sol. El Retiro era antes una montaña muy verde y muy alta que tenía un árbol arriba, en la cima; el león se detenía bajo la sombra del árbol y contemplaba la ciudad desde lo alto. En ocasiones recibía la

visita urgente de sus palomas mensajeras, pero el león solía estar solo. Sus paseos eran sagrados, porque disfrutaba del silencio y de la naturaleza y podía descansar». La madre se acerca un poco más al niño y le susurra a un palmo de la cara, de manera que le echa el aliento: «Sólo una vez alguien se atrevió a molestar al león. Alguien hizo lo que nadie se atrevía a hacer». Una pausa. La madre hunde las manos como garras en la sábanas. Su voz se ha convertido en un murmullo que suena muy, muy lejano. «Alguien molestó la paz del león». El niño se vuelve hacia la madre. La madre sonríe. «Fue un niñito como tú, que se había perdido. El niño descubrió la bondad del león.” La madre se echa sobre el niño, lo aplasta. El niño empieza a gritar. La madre hunde su boca en la cara del niño. La madre repite: «Fue un niño pequeño, como tú». Y la madre arranca una porción de cara al niño y el niño empieza a sangrar y a luchar pero las garras lo apresan y lo aplastan y el niño apenas puede respirar y mira hacia el techo hacia las alturas y levanta las manos hacia arriba como si quisiera asirse a algo. El niño forcejea durante unos instantes contra la madre. Le golpea el cuello, los brazos, la espalda y los pechos. La madre sonríe. El niño lucha y llora y grita y muerde y las sábanas ondean como si fueran el mar. El niño poquito a poco queda inmóvil. Se hace el silencio. La madre se funde poquito a poco con el niño, sonriendo, y

del amasijo sale su voz . «El león recibió al niño con desconcierto. No esperaba ninguna visita. Lo miró acercarse y sentarse junto a él. El león le preguntó que qué hacía allí. Y el niño respondió: “Estaba con mis padres, señor. Pero me he perdido”». La voz se hunde en las heridas del niño y le habla desde dentro, hacia dentro, hacia el cerebro, y el niño siente como la voz habla por él y a través de él hacia el exterior. «El león miró al niño con una expresión incomprensible. Luego se inclina hacia él, le huele y le dice: “Nadie antes se había atrevido a subir hasta aquí y a perturbar mi descanso. Me sorprende tu insensatez. Pero también me gusta. Así que te ofreceré un regalo. Podrás acercarte a mí y achucharme. Verás qué suave soy.”» Una de las orejas del niño empieza a moverse: de ella sale una lengua. Y uno de los ojos del niño se hunde y es succionado por la voz, y deja tras de sí un agujero negro. «El niño se tumbó sobre el león y le acarició el pelambre; le acarició las patas y sintió la respiración y el latir de su corazón en todo él. El niño cerró los ojos sobre el pelo suave y abundante del león y lo abrazó. El león se dejó abrazar. Cuando el niño se quedó medio dormido, el león le preguntó, en un susurro, si podía lamerlo. El niño no contestó, de tan dormido como estaba. El león lamió al niño en la frente. Le lamió el pelo. Lo hacía con tanto silencio, con tanta paciencia, que se oían de lejos los pájaros cuando no los eclipsaba el viento. Entonces, de manera imprevista, las tripas del león rugieron. Y así el niño despertó.» Ignasi Mena


CONOCIMIENTO POR ENTRAÑAS Otra vez suena el despertador. Puntual, nada lo retrasa ni le hace olvidar que tiene que sonar siempre a la misma hora. Uno, dos, tres, cuatro…. Pasan los segundos impasibles, dan forma a los minutos, a las horas y a los días. Nueve mil ochocientos cincuenta y cinco días han pasado para mí y sigo sin ver la manera de escapar del tiempo. Me levanto de la cama preguntándome por qué. Me ducho, me visto y salgo; no tengo tiempo para mucho más, nadie tiene tiempo para mucho más.

nos devoran por el mismo motivo: conocimiento por entrañas. No entiendo lo que dice. Lo miro a los ojos, sus rizos dorados enmarcan una cara llena de dolor, y sus ojos tienen la mirada cansada. El bus frena con brusquedad y caigo sobre él. Mi frente golpea el asiento de delante; está vacío. Llego al trabajo distraída; no puedo quitarme de la cabeza la conversación con el extraño.

– No dejes que te devore – dice.

Paso el día entre reuniones y papeleo sin dejar de sentir unos pinchazos a la altura del hígado que parecen desgarrarme por dentro. El dolor se mantiene constante durante todo el día. Conocimiento por entrañas, pienso una y otra vez.

Extrañada le miro: tiene las manos apoyadas a la altura del hígado, como si se estuviera sujetando las entrañas. Su camiseta está manchada de sangre.

Las horas se me pasan lentas, pero por fin mi jornada laboral termina. Salgo de la oficina apretándome la barriga a la altura del hígado.

–¿Quién?–le pregunto.

El bus no tarda en llegar. Volvía a estar lleno de gente silenciosa y agotada. Miro al fondo: allí está el hombre estatua. Me siento

En el bus nadie habla, nadie se mira. Al fondo un hombre llama mi atención; parece una estatua griega que ha cobrado vida. Me siento enfrente de él.

–En mi mundo es un águila. En el tuyo la rutina, el sistema, pero

enfrente de él otra vez. –¿Duele, verdad? –dice. Sigue apretándose la barriga. Ahora la camiseta está totalmente manchada de sangre y las manos apenas se le ven, ocultas por el espeso líquido rojo. – Sí, mucho– contesto. Me miro las manos: están limpias. – A la noche cicatrizan, pero es un falso respiro; mañana volverán. Sin embargo, es inevitable que la esperanza de escapar se apodere de ti, intenta que no te engañe. El grito del chófer anunciado el fin de línea hace que me levante de un salto; delante de mí camina una chica de pelo rosa, yo soy la última en salir. Me bajo y me dirijo a casa; no hay pinchazos. Las farolas empiezan a encenderse: ya es de noche. ¿Y si dejo mi trabajo, mi rutina y doy la vuelta al mundo? Las palabras de Prometeo vienen a mi mente como un rayo: — La esperanza de escapar… Bea Aguilar

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Ella Moe


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Ella Moe

Dessert


ON S’AMAGA LA POR

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Sé que he estat dormint perquè si miro el sostre, les estrelles que hi ha enganxades no estan il·luminades. Es carreguen de la llum natural i quan ja han passat unes hores, deixen de brillar. Aquest efecte de foscor total representa la nit. La meitat d’un somni. La soledat. Però al cap d’una estona, si m’hi fixo bé, diviso els mobles de l’habitació. Sé on està tot. El primer dia que em vaig aventurar, vaig descobrir que el meu superpoder era caminar a través de la foscor. No em cal allargar els braços per tocar les parets quan faig això. Puc avançar amb passos ràpids. D’aquí poc és Nadal. Encara ha d’arribar el tió. El nostre entra per la porta, mai pel balcó. Vull que arribi i he promès a la mare que no tindré por. Que a partir d’ara no aniré cada nit a la seva habitació a dormir quan tothom s’hagi posat al llit. Sol passar pels voltants de mitja nit. És quan pot passar de tot. L’hora de la por. Quan el món dóna la volta i els vius s’intercanvien amb els morts. Sento el rellotge del menjador tocar les dotze. Quan han acabat les campanades, el

meu nom. Dit amb corre cuita. Núria, escolto. Miro els peus del llit. Sóc jo. El meu cap, amb el mateix pentinat de bolet que duia llavors, surt ajudat per les meves mans i ha—he?—cridat el meu nom. Núria, de nou. Tanco els ulls i el meu cor s’accelera. Pica fort i vol sortir del meu cos. El sento més avall del pit. A l’estomac. S’ha amagat potser perquè està espantat. Se m’ha desplaçat i a dia d’avui encara no el sé situar. Vull obrir els ulls però podria ser que em tornés a trobar-me als peus del llit. Sense adonar-me’n, m’he recobert amb la manta i noto com l’escalfor de la meva respiració m’ennuvolen la visió. Aleshores encara no era miop. Podia veure-hi a la perfecció, és a dir, a través de la foscor. Confiava amb els meus ulls però alhora no. No volia obrir-los perquè la foscor ja no era foscor. La foscor em protegia però ja no podia confiar-hi si no hi veia més enllà. I vaig pensar: el tió no havia arribat. No hi havia cap pacte a trencar. Vaig mantenir els ulls tancats i vaig treure’m la manta per saltar

del llit. No em vaig posar les sabatilles, no hi havia temps. Caminar sobre marbre m’envia un petit llampec fred de la planta del peu fins les espatlles. Una sensació que em despertava a cada passa. Aleshores encara no havia descobert el parquet. Dreta. Surto de la meva habitació. Camino passadís avall. Esquerre. Entro a l’habitació dels meus pares. Dreta. M’enfilo al seu llit. Gatejo amb precaució. La mare se’n dóna compte de seguida i em tapa amb la manta. El pare s’aparta però no es desperta. Segueix roncant. La mare no diu res perquè potser capta amb la mirada el buit legal de la nostra promesa. Dormim. O fem veure que dormim durant els primers minuts. Quietes. Ni gosem empassar saliva. Després desistim. L’endemà arriba el tió perquè això no torni a passar. Però els somnis continuen. El meu cor no sé on està i el que veig s’ha esborronat en aquests darrers anys.

Nur Costa


NÁUSEA Pero sé que no puedo. Sé que no podría mantener los ojos cerrados. Que me cansaría de danzar. Por una vez, y aunque torpemente, voy a dejarme llevar por los sentidos. Voy a perderme. Quizá voy a añadir ingredientes a lo que voy a ser. Es la primera vez que me desnudo ante alguien. Es la primera vez que alguien me toca. Es la primera vez que siento ese calor que es sólo mío. Lo que me vendieron cuando era pequeña no es tan absoluto, ni tan puro, ni tan estricto. La confusión y el caos han sustituido el temor. Siento tripas retorciéndose,

siento un nudo que se comprime y se desata. Náuseas. Este nudo. Esto es vida. Y yo siempre creí que estaba un poco apartada de ella. Se apaga la última de las luces de las casas colindantes. Cyl y Carl hace mucho que duermen. Ella es demasiado joven y él está demasiado cansado… Pero mientras él estaba en su interior, ambos tenían la misma edad. Ninguna. Asun Lopez

TUB VIU BBRRRRRRRRUPPPDURUUUUP! Sortia merda aigualida, desfeta, digerida i redigerida, redirigida amunt i avall del tub intestinal, fins que era treta a escopetades. Doloroses punxades. Papallones assassines d’ales negres vellutades, i de ben segur cossos espantosos, lepidòpters que volien romandre quiets en un arbre sense fulles. Però no, enlloc d’això van acabar donant pel cul... donant-me pel cul. Era una merescuda incontinència fecal. Cagada abismal, caiguda brutal. Em sentia bruta. XUUUUUUUUUUUFFFFFFFFF... Ara entra aigua del ruixador de la dutxa enfocat directe al forat del tub, mulla i remulla, fent relliscar les restes.

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Esperat silenci intestinal. Fi dels moviments en massa i les recargolades. Sols tub. Sembla que ara sento una buidor plena. GRRRRRRRRRRRRRR... Però... potser hauria d’ingerir sòlid en breus? O potser hauria d’esperar? Per una banda hauria de pensar que he perdut molt de líquid, i crec que diuen que mors deshidratada després de 24 sense aigua. Però per altra banda, m’imagino el tub encara irritat... potser no està preparat, i torna a l’atac. Quin merder! I mentre embadalida em miro la bossa d’arròs, sento ma mare cridar, no t’ho pensis tant, si et ve de gust no et farà mal. Neus Porredon


TRISTEZA ENJAULADA La tristeza es un pájaro enjaulado. Tiene alas, pero no le sirven para nada. Se aburre, dibuja círculos con el pico, y a veces hasta canta, aunque las plumas se le caigan. Tristeza desplumada, ave olvidada, solo sabe que está viva porque de vez en cuando escucha que, desde aquella jaula, otra tristeza canta. Erika Trujillo

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BREAKUP 2.0 Juandiego Calero

“You did the right thing”, she says. “We weren’t meant to be”, she says. I understand that it’s time to wrap up this party; I just can’t dwell on the negative feelings anymore. I realise that it’s over. I mean, I really do. I also realise I am too much of an optimist and I have kept the hope alive, I have kept this thought at the back of my mind. I have secretly hoped that this will end well, like in the movies. You know, when things go wrong for the main character and then there is the climax, but eventually something happens and all sorts itself out happily. The end. It’s not gonna sort itself out. I see myself as a little blue ball of fire moving around and leaving this fire trace behind me. So what if i close it in on myself. What if I connect the two ends and stop projecting this burning

whirlwind around. I’ll project it inside of me. I feel an abrupt stomach pain and I have to sit down. A thousand random images rush to my mind, just like they say happens before you die. Her hands. Hey eyes. Our room. Our trip. Our dance. That little cafe on the corner. Her hands again. How they feel. Every flashback feels like a muted blow somewhere in the guts of my consciousness, and I know that now is the “Before” and the “After”. Before, when I used to have hope. Before, when I used to have innocence. Before, when I thought that every story has a happy ending. And after, which starts now. Alina Cvetkova


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Juandiego Calero

Drinks


ORANGE JUICE

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I desperately needed to pee. I ran into the first shop on the way, which happened to be SandwiChez on Sant Antoni. I almost started walking straight down to the toilets, but then felt guilty and cowardly and decided to buy something first. A juice. A juice is what you need when you need to pee. I ordered my juice from a sleepy looking shop assistant. A fresh cold-pressed hipster juice. The assistant didn’t seem to be in a hurry, and he cut each fruit up very slowly, then very slowly placed it into the juicer, paused to talk to his companion, then looked at his phone. I felt like strangling the guy. After what seemed like ages, I finally got the damned juice, grabbed it and quickly ran downstairs to the bathroom, pressing hands to my groin. The way to the bathroom seemed like a maze. Turn left, turn right, steps

up, steps down, and then - there, I finally reached it. I ran into the cubicle and slammed the door close. I lowered my pants and started peeing. Oh-hhhhh. The act seemed like liberation, like the best thing on Earth. I enjoyed the gurgling sound of the stream, smiling happily. A few seconds in, I heard another person entering the bathroom. It was a lady with a kid. I could tell by the squeaky capricious sounds the offspring was producing. “It is occupied”, said the lady. There was silence for a moment. Then there was a sudden banging on my door. “Now, don’t do that Victor”, I heard the lady say. Victor didn’t seem to give a fuck, and continued banging. “Victor, stop it this very moment!”, I heard again. But the kid wouldn’t stop. “You little asshole”, I thought to myself. “ There is no way I am

INSTRUCCIONES DE LAVADO Dónde quedaron las costuras, las etiquetas, las recomendaciones de lavado. Se fueron por el desagüe o las corté un día. Dónde está el país de origen; quién me vende un botón de recambio. Esta vida está descosida y por error le puse lejía. Erika Trujillo

coming out. You’ll have to wait till you wet yourself and learn some manners”. But I was already done and there was nothing else to do in the cubicle, so I flushed. More banging. I put on my pants veeeery slowly, did the belt even slower. As slowly as the shop assistant preparing my juice. The kid banged some more. I sat on the toilet reading my WhatsApp messages. Eventually I exited the cabin to face the apologetically looking mother and her annoying kid, who didn’t show any signs of remorse and rushed into the cubicle past me. I went on to wash my hands, eyeing my reflection in the mirror and then suddenly had a wild desire to start banging on their locked toilet door too. I sighed, gave the middle finger to the door and left the bathroom. Alina Cvetkova


RECORDATORIO De donde sale el dolor. Mi propia centrifugadora personal que agita desde dentro y sube a la cabeza, mientras las náuseas colapsan mi garganta. Duele y agota y provoca un sufrimiento más allá del físico. Donde siento el amor. Mariposas que vuelan mil veces en sonrisas que explotan en mi boca, alas que me hacen flotar durante semanas, meses, y mil colores que revientan la vida gris en que queda convertido todo mi pasado hasta que llegó esa persona. Donde agarra la rabia. Las ganas de pegar y de matar. De

acabar con todos y con todo. Que lleva el rojo a mi piel, hincha venas en el cuello, agarrota mi voz en un rugido casi inaudible, potencia la fuerza que nadie piensa que tengo. Lo que me dice que no. Avisa de en quién no debo confiar, me comprime como si mi cuerpo pudiera desaparecer dentro de mí y así protegerme de quienes no parecen venir con buenas intenciones. Late el corazón pero palpitan mis entrañas. Debería hacer caso de mis tripas, para que la mente no nublara el instinto animal que

me permitiría una supervivencia más halagüeña. Al menos, más sencilla sin los retorcidos laberintos por los que me engaña el pensamiento, para acabar en el estrés, en el desengaño, en la ira contenida que me destroza por dentro… Si escuchara mis tripas, si las quisiera, quizás ellas, por fin, me querrían a mí y dejarían de convertirme en un despojo a los suelos de este frío baño. Isabel Sira

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Rosa Gomez


HEM DE PARLAR 22

Cagant he tingut una revelació: no ets tu, sóc jo. Així que s’ha acabat. No més cafè i no més tabac. Judith Chinaski


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Alina Cvetkova


Elara Elvira

juliol, julio, july 2017


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