Bacanal #115

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Metallica reservó un vagón sólo para ellos, y que hace unos meses era posible cruzarse con Richard Gere en el andén. sabor local En los dos coches comedores, se distribuyen dos filas de asientos tapizados, para cuatro o dos pasajeros. Justo en el centro se despliega una mesa coqueta, cubierta con manteles de lino blanco, con un servicio que incluye platos de porcelana y copas de cristal, y unas pequeñas lámparas que completan la ambientación. El vagón bar ofrece tragos tanto clásicos como otros especialmente diseñados para este viaje, como el “Cholito” o el “Machu Picchu”, elaborados con plantas locales y pisco. Para los que quieran más diversión y ritmo junto a una vista panorámica, está el último vagón llamado “Observatorio” por sus grandes ventanales, desde donde el paisaje parece colarse en el tren. El ritmo lo impone el trío Sabor y sentimiento, que acompaña gran parte del trayecto interpretando canciones del mundo. “¿De dónde es usted?”, le preguntan a cada pasajero. Y al instante, un tema de ese país empieza a sonar.

Los que prefieren sólo admirar las postales a través de las ventanillas se quedan en su asiento en el vagón restaurante. La vida andina transcurre más allá de los cristales. Así, pasan los campos sembrados de maíz o papa, mientras los lugareños saludan al tren con la mano y sonríen si uno les devuelve el saludo. Las mujeres plantan papas, otras lavan su ropa en el río. En cada tramo, los colores van cambiando de verdes a marrones salpicados por rocas rojizas. Las terrazas agrícolas aparecen como cayendo de las montañas, dando señales de que la sabiduría de los incas se mantuvo por años. Cada tanto aparecen casitas hechas de adobe con techos de tejas rojas, herencia que los españoles dejaron por esta zona. Y el compañero de siempre, el río Sagrado o Urubamba, que corre paralelo a las vías con su caudal generoso: por momentos se embravece entre rocas, por momentos se calma entre los altos valles, donde el “kikuyo” (pasto) colorea el paisaje. Y aunque no sea una planta autóctona, los eucaliptos se ven aquí y allá. “Fueron introducidos con fines ornamentales desde Australia en el 1800 por los ingleses para construir los dur-

Los lectores de la biblia de los viajeros, la Condé Nast Traveler, lo eligieron como el “Mejor tren del mundo”. Metallica reservó un vagón sólo para ellos, y hace unos meses era posible cruzarse con Richard Gere en el andén.

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BACANAL septiembre 2014


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