Los juegos del hambre

Page 181

No hace falta que me lo diga dos veces: me vuelvo y huyo de Thresh, Clove y el sonido de la voz de Cato. Cuando llego al bosque, miro atrás durante un segundo; Thresh y las dos mochilas grandes desaparecen por el llano hacia la zona que todavía no he visto. Cato se arrodilla al lado de Clove, lanza en mano, suplicándole que se quede con él. Dentro de nada se dará cuenta de que es inútil, de que no puede salvarla. Me meto entre los árboles, limpiándome sin parar la sangre que me tapa el ojo, huyendo como la criatura salvaje y herida que soy. Al cabo de unos minutos, oigo el cañonazo y sé que Clove ha muerto y que Cato estará siguiéndonos la pista a Thresh o a mí. Estoy aterrada, débil por la herida en la cabeza y trémula. Cargo una flecha en el arco, pero Cato puede alcanzar la misma distancia con la lanza que yo con la flecha. Lo único que me calma es que Thresh tiene la mochila de Cato con la cosa que necesita desesperadamente. Si tuviese que apostar por alguien, diría que Cato va a por Thresh, no a por mí. De todos modos, no freno cuando llego al agua, me meto dentro con las botas puestas y avanzo arroyo abajo. Me quito los calcetines de Rue que estaba usando como guantes y me los pongo en la frente para intentar cortar el flujo de sangre; sin embargo, se empapan en pocos minutos. No sé cómo, pero consigo llegar a la cueva; me meto entre las rocas y, a la escasa luz, me quito la mochilita naranja del brazo, corto el cierre y tiro el contenido al suelo: una caja delgada con una aguja hipodérmica. Sin vacilar, le meto la aguja a Peeta en el brazo y presiono el émbolo poco a poco. Me llevo las manos a la cabeza y las dejo caer sobre el regazo, resbaladizas por la sangre. Lo último que recuerdo es una polilla verde y plateada, de belleza exquisita, que aterriza en la curva de la muñeca.

_____ 22 _____ El sonido de la lluvia sobre el tejado de nuestra casa me devuelve el conocimiento. No obstante, lucho por volver a dormirme, envuelta en un cálido capullo de mantas, a salvo en mi hogar. Soy vagamente consciente de que me duele la cabeza, quizá tenga la gripe y por eso me dejan quedarme en la cama, aunque me da la impresión de que llevo mucho tiempo dormida. La mano de mi madre me acaricia la mejilla y yo no la


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.