Seminario 2 el yo en la teoría de freud [jacques lacan]

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MAS ALLA DE LO IMAGINARIO, LO SIMBOLICO

PREGUNTAS AL QUE ENSEÑA

cosas se concede, más es al otro, a ese muerto, a quien las concede, y se ve eternamente privado de toda especie de go~e de la cosa. Si el obsesivo no comprende este paso, no hay mnguna posibilidad de que salga usted airoso del asunto. U sted le dice que es un fino recorte. ¿Y después? ¿Cree usted que esta filosofía posee en sí misma un val?r catártico? Por ciert~ que no. Cualquiera que sea su menospreclO por la pregunta, s~ra imposible que no la vea reproducirse eternamente. No hay nmguna razón para que el sujeto acabe ~o teni~ndo yo, salv.o en u.na posición extrema tal como la d~ Edlpo al fmal de su eXlsten~la. N adie estudió nunca los últlmos momentos de un obseslvo. Valdría la pena. Quizá se produce entonces una revelación. Si quiere usted obtener una revelación algo más precoz, no lo logrará ciertamente mediante el abandono de la palabra.

Sr. LEFEBVRE-PONTALIS: - Sin embargo en la realidad hay, no como cosa sino como categoría, como norma, algo más que en los otros órdenes. La realidad no es el conjunto del símbolo.

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Sr. LEFÉBRE-PONTALIS: - Siento cierto malestar. Aquí se habla mucho de lo simbólico y de lo imaginario, pero ya no se habla bastante de lo real. Y las últimas preguntas muestran que a lo real se lo ha perdido un poco. Es llamativo lo que decía Colette Audry: menos mal que Edipo no supo demasiado pronto lo que supo sólo al final, porque igual fue preciso que llenara s~ vida. Está muy bien advertir que un montón de cosas que przmeramente se tomaban por lo real están en una red, en un sistema de varias entradas, en el cual yo (je) representa un lugar. ¿Dónde se sitúa la realidad sino en un movimiento entre todas estas dimensiones? Dicho de otro modo, es preciso que el reconocimiento del deseo pase por cierto número de mediaciones, avatares, formaciones imaginarias, ignorancias o desconocimientos de orden simbólico. Finalmente, ¿es esto lo que usted llamaría realidad? Sin duda alguna. Eso es lo que todo el mundo llama realidad. 326

Voy a hacerle una pregunta. ¿Se ha dado usted cuenta de hasta qué punto es raro que un amor naufrague por las cualidades o defectos reales de la persona amada? Sr. LEFEBVRE-PONTALIS: - No estoy seguro de poder contestar que no. No estoy seguro de que sea una ilusión retrospectiva. Dije que era raro. Y de hecho, cuando sucede, parece ser más bien del orden de los pretextos. Uno quiere creer que esa realidad fue alcanzada. Sr. LEFEBVRE-PONTALIS: - Más aún. Eso equivale a decir que nunca hay concepción verdadera, que sólo vamos de correctivos en correctivos, de espejismos en espejismos. Creo, en efecto, que esto es lo que ocurre en el registro de la intersubjetividad donde se sitúa toda nuestra experiencia. ¿Acaso alguna vez alcanzamos un real tan simple como esos límites de la capacidad individual a que intentan llegar las psicologías? Por otra parte, esto no es fácil de alcanzar, porque el dominio de la medida halla muy difícilmente sus hitos, en el orden de las cualidades individuales, tan pronto como se las coloca en un nivel suficientemente elevado y se procura hallar un cierto número de constancias, eso que llaman constituciones, temperamentos, con los cuales se intenta calificar las diferencias individuales como tales. A pesar de todo, no le diré que la psicología espontánea esté afectada de una impotencia fundamental, ya que cada uno, en tanto que psicólogo, pone notas a sus contemporáneos, y la experiencia prueba que es perfectamente capaz de ello. Se consigue por cierto algo interrogando a una 327


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