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DOSIS DE SALITRE

Por Eduardo Sáenz de Amilibia

No. 119

El fondo de la ira

Sopelana. foto: Javier Herrera

Cuidado con lo que deseas porque puede hacerse realidad. Parece una de esas frases bonitas pero vacías, difíciles de

aplicar, pero hete aquí que para mi desgracia yo si la he podido aplicar recientemente. ¿Cuántas veces hemos soñado con tener una ola perfecta en nuestra playa? Una txiki Mundaka, un Low Treslers, Jeffreys, mini Teahuppo, Little Kirra, todos hemos tenido esa húmeda fantasía, pero yo os digo que es más bonita la fantasía que la realidad. Tras estar acumulando arena durante todo el verano gracias a una corriente, mi hermosa playa amaneció un buen día con un banco perfecto de arena donde hasta el más paquete era capaz de meter 3 o 4 giros seguidos. Los primeros días la gente se pellizcaba los güevillos para asegurarse que no estaban soñando, izquierdas largas como las colas del paro donde colocar media docena de buenos giros y con una sección tubera en marea baja ¿Qué más se puede pedir? El paraíso, Shangrilá, el Edén, nos habíamos muerto y estábamos en el cielo, eso es lo que pensábamos los locales durante las primeras 48 horas… ¡¡Ilusos!! Pronto el rumor se extendió como la pólvora hasta ser una voz tronando del cielo, solo faltaban carteles de neón anunciando la ola y mi playa se convirtió en un puticlub, una bacanal de saltadas, una orgía de buitres, de tiburones que no dejaban una mísera sardina aunque las raspas ya les saliesen por

las orejas, egoistas sin alma, como diría Machado 'mala gente que cuando camina va apestando la tierra'. La peña llegaba de todos los lados del planeta y no exagero ya que tuvimos hasta un ex CT como Eric Rebiere catando la joya, el cual como dijo Mikelin, surfero local de talento y mejor persona, "El tío no me vio el lado izquierdo en ningún momento, y yo que mi perfil bueno es el derecho, nada que no se lo pude enseñar, no paró de saltar" Peleas, saltadas entre amigos, quejas, pordioses, insultos y miradas de tigre. Todos los días un cordón umbilical compuesto por no menos de 50 surfers conectaba el pico con la orilla, a todas horas y las demás olas de la playa habían desaparecido, Nirvana se había convertido en el infierno de Dante, en las Fraguas de Vulcano, pronto el agua se convertirá en Azufre Ahora los locales solo queremos que nos devuelvan nuestra playa, con sus cerrones fofos, sus picos habituales como son Patan-Patan y Nusalenolas, pero con su tranquilidad y buen rollo.

Gracias al cielo los bancos de arena duran en mi playa lo que tarda en llegar el primer maretón y a día de hoy el fondo de la ira es historia, R.I.P., no queda de él más que un vergonzoso recuerdo.

EPILOGO:

AL POBRE LE FALTAN MUCHAS COSAS; AL AVARO, TODAS. Publio Siro

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