MANUAL DE METODOLOGÍA DE ENSEÑANZA DE LENGUAS

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escrito. Depende de cuanto castellano dominan los niños para que los textos sean mas o menos variados o extensos. También el docente juzgará si las pautas escritas que da son suficientes. Por ejemplo, tal vez sea necesario dar vuela cometa, se enreda, se trepa y no las formas verbales en infinitivo. De las redacciones dirigidas y con trabajo oral previo, en los grados mas avanzados se pasa a la expresión escrita libre, redacción personal para la que puede prescindirse del ejercicio oral anterior. Las composiciones de temas imaginativos, creativos son un buen punto de partida para la redacción; sin embargo, para que hagamos de la escritura un instrumento de comunicación “para la vida”, debemos ejercitar a los estudiantes en redacciones mas bien técnicas o con fines utilitarios. Estas son necesarias para el mismo trabajo escolar, por lo tanto, los niños entenderán su utilidad inmediata. Nos referimos a la redacción de resúmenes,’ la exposición de un punto de vista, el informe sobre un acontecimiento, un artículo de tema científico. También forma parte de este ejercicio el aprender a escribir telegramas, cartas formales, solicitudes, oficios, actas, recibos, llenar formularios. Este tipo de redacciones se practicará en los últimos años de primaria y en secundaria. La mejor guía para que el docente sepa cuando y qué ejercicios presentar, será su observación cuidadosa del uso que la comunidad hace del castellano escrito: qué es lo que los adultos necesitan escribir en castellano con más frecuencia. Observe, pregunte, inclusive pida la participación de los padres de familia o de las autoridades para orientar su trabajo de selección de temas y tipos de redacción. No está de más insistir en que la práctica del castellano escrito no debe desplazar el ejercicio escrito en la lengua materna y también en la diversidad que hemos señalado.

4. EI uso de la L2 en la enseñanza-aprendlzaje de los contenidos currlculares Al referirnos al uso de la lengua indígena como instrumento de educación, pusimos énfasis en la necesidad de su desarrollo para que esta lengua cumpla la nueva función educativa. Las posibilidades de utilizar una lengua vernácula como medio de instrucción crecerán en la medida que el propio código Iingüístico enriquezca su léxico. En lo que concierne al uso del castellano como lengua instrumental, no existen problemas con el código en sí, que lleva varios siglos cumpliendo funciones educativas, sino en el manejo que de ese código puedan hacer los estudiantes de lengua indígena, para quienes el castellano es una nueva lengua, una segunda lengua (o tal vez una tercera). De esto debe estar muy conciente el docente, pues las posibilidades de enseñar en castellano dependen de cuánto de esa lengua dominen . Al planear sus lecciones sobre contenidos de matemáticas, ciencias naturales, historia, geografía, etc., el docente debe tener claro sus objetivos de enseñanza y no permitir que la lengua que utiliza en el proceso, sea un obstáculo para lograrlos. Para esto, es fundamental recordar que los niños se enfrentan al doble reto de adquirir conocimientos diversos a la vez que aprenden la lengua castellana, a expresarse en ella para dar cuenta de su asimilación de los contenidos curriculares. El docente debe preveer las difícultades lingüísticas de sus estudiantes para aprender tal o cual tema curricular y planificar cómo superarlas. La exigencia de esta obligación es mayor en los primeros grados de primaria, pero no podemos prescindir de ella sino hasta estar seguros que los estudiantes entienden básicamente todo lo que se les intenta enseñar en castellano. La conciencia sobre el lenguaje que usa para enseñar es un reto novedoso para todo docente en un programa de educación bilingüe, reto que no es difícil vencer. Toma cierto tiempo acostumbrarse a

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