Guia para angustiados

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sus efectos secundarios), leer aquel libro que nos transporta o que nos entusiasma, iniciar proyectos que abran esperanzas, buscando apoyosy alivios, yendo en pos del placer, aunque esté aguado y disminuido por la ansiedad, para que su memoria revivida los vuelva plenos y de nuevo eficaces. Para que la música, la charla, la diversión sean frescos y limpios necesitamos perseverar e insistir, porque no funcionan igual cuando los buscamos heridos que sanos. En estado de salud se saborean y sientan bien al primer contacto, pero en estado de congoja, deshilvanados y aturdidos por el ruido de la angustia, nos cuesta concentrarnos, necesitamos ir por el camino algo atontados y embotados, perdiéndonos matices y cualidades, pero la paciente tolerancia con esa forma imperfecta de entrar en el placer tiene una recompensa de llegada. La cura de la angustia entonces es diferente del disfrute de estar sanados, pero nos aproxima, nos hace estar casi bien, casi relajados y no vamos a cogerle tirria al 'casi' siendo que casi todo es mucho mejor que casi nada.

Cultura emocional e Hipocondriasis En la evolución del ser humano hemos desarrollado la capacidad de modular y ampliar la respuesta emocional más instintiva tal como la podemos ver funcionar en otras especies animales. Buena parte de este control consiste en la capacidad del pensamiento de conocer, elaborar, calcular los estímulos emocionales básicos, creando sofisticadas relaciones entre la corteza superior del cerebro y la amígdala, donde se activan los esquemas más ásperos y elementales. La capacidad de poner la emoción bajo el mando del pensamiento simbólico es lo que distingue una persona con gran cultura emocional y otra que por haberse desenvuelto en un ambiente degradado (ambientes desestructurados, familiares alcohólicos, violencia, abusos, etc.) no se proporciona a los hijos una educación mínima, provocando con ello la aparición de comportamientos muy primitivos y problemáticos socialmente hablando (intolerancia, egoísmo, incapacidad de tolerar la frustración, violencia, etc.) lo que nos hace recordar que la cultura es un resultado entre la capacidad intelectual innata y un ambiente adecuado que la rellene de contenido y estimule en complejidad cualitativa. La educación despierta y edifica las capacidades musicales, matemáticas, deportivas, literarias, pero también nos provee de un lenguaje para expresar los sentimientos que nos sirve para nombrarlos, matizarlos, diferenciarlos, comunicarlos, etc., favoreciendo con ello una modulación lo bastante fina como para permitirnos vivir en sociedad. En el hogar tenemos la primera escuela de los sentimientos. Los adultos leen en nosotros como un libro abierto y van dictando sentencia: "el niño se ha enfadado...'', "mira cómo le gusta...'',''espérate un poco, no sean tan impaciente...''. Tienen interés en descubrirnos nuestro propio mundo interior como si fuera un exuberante jardín lleno de maravillas que nombrar. Por su parte los niños están deseosos de ensayar lo que imitan y aprenden, experimentando con alegría los éxitos que va reportando la versión activa de lo averiguado pasivamente.


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