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ningún minuto, pero su nombre empezó a ser conocido en el viejo Continente. Eran numerosas las “novias” de Ronaldo, pero tan solo una podría llevarse al hábil delantero del campeonato brasileño.
De la mano de Frank Arnesen, Ronaldo recaló en 1994 en Holanda, para jugar con la camiseta del PSV Eindhoven. Su
periplo en los Países Bajos fue muy dulce: su potente carrera, su magnífica definición y una tremenda habilidad para romper las redes le permitieron coronarse como uno de los jóvenes valores del fútbol de la época. Ronaldo seguía batiendo su propio registro: 42 goles en 46 partidos facilitaron que el astro brasileño se alzase con su primer título europeo, la Eredivisie, en dos años. En el plano individual, Ronaldo pasó de ser un joven con futuro a una estrella mundial. El premio al máximo realizador en la temporada 1994-1995 era la invitación a abandonar Holanda. El jugador se declara en rebeldía y es el Fútbol Club Barcelona quien paga su cláusula para que vistiese los colores azulgranas.
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EL ASTRO BRILLA CON LUZ PROPIA EN ESPAÑA 2.500.000 millones de pesetas fue el coste total de su traspaso. Su temporada con los blaugranas fue magnífica. 34 goles en 37 partidos avalan su trayectoria con el Barça. Indiscutible pichichi de la temporada, Ronaldo se supera nuevamente así mismo y ofrece un amplio repertorio de movimientos y detalles técnicos que dejan atónitos a los espectadores. En la retina aún se refleja la moviola de su gol en el Multiusos de San Lázaro, donde Ronaldo recoge un balón en el centro del campo, se zafa de dos defensas del Santiago de Compostela, y emprende su carrera al área rival, esquivando empujones, agarres y patadas por detrás. El ‘9’ se plantó dentro del área, se deshizo del último defensor con un quiebro de cintura, y antes de caerse, anota un gol antológico.
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Ronaldo rechazó una oferta del Flamengo por no poder costearse los viajes en bus.