Viaje al Centro de la Tierra (Julio Verne)

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EDITORIAL DIG ITAL - I M PRENTA NAC IONAL costa rica

Encontrábame un poco fatigado, y fui a sentarme entonces en la extremidad de un promontorio a cuyo pie las olas venían a estrellarse con estrépito. Desde allí mi mirada abarcaba toda aquella bahía formada por una escotadura de la costa. En su fondo existía un pequeño puerto natural, formado por rocas piramidales, cuyas tranquilas aguas dormían al abrigo del viento, y en el cual hubieran podido hallar seguro asilo un bergantín y dos o tres goletas. Hasta me parecía que iba a presenciar la salida de él de algún buque con todo el aparejo desplegado y que lo iba a ver navegar a un largo, empujado por la brisa del Sur. Empero esta ilusión disipóse rápidamente. Nosotros éramos los únicos seres vivientes de aquel mundo subterráneo. En ciertos recalmones del viento, un silencio más profundo que el que reina en los desiertos descendía sobre las áridas rocas y pasaba sobre el océano. Entonces procuraba penetrar con mi mirada las apartadas brumas, desgarrar aquel telón corrido sobre el fondo del misterioso horizonte. ¡Cuántas preguntas acudían en tropel a mis labios! ¿Dónde terminaba aquel mar? ¿Dónde conducía? ¿Podríamos alguna vez reconocer las orillas opuestas? Mi tío, por su cuenta, no dudaba de ello. En cuanto a mí, lo temía y lo deseaba a la vez. Después de contemplar por espacio de una hora aquel maravilloso espectáculo, emprendimos otra vez el camino de la playa para regresar a la gruta: y bajo la impresión de las más extrañas ideas, me dormí profundamente.

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