hasta llegar, cuatro horas después al rancho La Playa localizado en la boca de entrada del Río Bavispe a la presa, donde amablemente nos recibe su propietario Rubén García Carreón, quien, sorprendido de nuestra presencia, nos da instrucciones de cómo seguir nuestro camino hacia el mineral El Tigre. Nos informa también de un nuevo camino que están construyendo desde el mineral, que sale hacia el norte y llega al poblado Colonia Morelos. La entrada rumbo a El Tigre la hacemos por el cañón de un arroyo que lleva agua fresca de los deshielos y después de una travesía de dos horas más, llegamos finalmente a donde instalaremos el campamento: el rancho Campo Bonito, localizado un kilómetro aguas abajo de las ruinas del mineral, y que hace más que honor a su nombre, es una belleza de lugar. La noche del domingo, después de que los técnicos de la CONANP instalan una enorme carpa militar que sirve de cocina, sala de reunión y secadero de plantas, cenamos opíparamente, nos vamos a dormir a nuestras casas de campaña al borde del desmayo por el agotamiento del viaje. La mañana del lunes, mientras los científicos se preparan para planear sus recorridos por la sierra, Enrique Yescas explora la casa del rancho, corrales y documenta el viaje con algunas fotos mientras este narrador toma algunas notas acerca de la organización que respalda este viaje; después de levantar nuestro campamento y de un sabroso desayuno, nos disponemos a emprender nuestro regreso muy en contra de nuestra voluntad. Tatando de hacer menos tiempo y viajar de regreso por mejor decidimos tomar el camino nuevo que el ranchero Rubén García Carreón nos mencionó y partimos rumbo al norte, con la idea de salir a la Colonia Morelos, luego, seguir más al norte hasta llegar a Agua Prieta. El camino bordea la sierra de Pilares de Teras que nos ofrece unos paisajes indescriptibles, yo que me vanaglorio de conocer todo Sonora, nunca imaginé recorrer esos terrenos que descubro me eran ignotos. En un paraje del camino, al llegar a un parte aguas en lo más alto de la sierra, no resistimos la tentación de bajar del carro, caminar unos cien metros de cuesta empinada hasta llegar a la cima del cerro y darnos el privilegio que cualquier ser humano quisiera vivir: contemplar el panorama a los cuatro puntos cardinales. Hacia el oeste vemos la figura serpenteante del río Bavispe que baja hacia la presa La Angostura que ha quedado muy atrás. Al sureste vemos el camino que vamos dejando con la sierra El Tigre al fondo. Al norte el paisaje es espectacular, en primer plano se ve la Colonia Morelos y su valle inconmensurable y hacia el infinito y más allá, se divisan las cumbres nevadas de la sierra Chiricahua en Arizona. Nos quedamos un momento embelesados contemplando el paisaje, imaginándonos cuándo volveremos a tener otra oportunidad como ésta, tomamos fotografías, respiramos a fondo oxígeno de los cuatro vientos y volvemos al camino. En el trayecto encontramos una bifurcación que lleva a las ruinas de otro mineral antiguo abandonado: Pilares de Teras, que fue propiedad del señor Jesús Soto, padre de don Ignacio Soto, quien fue Gobernador de Sonora. Después de tres horas de recorrido llegamos a las goteras de la Colonia Morelos donde nos espera aún una sorpresa mayor. El río Bavispe lleva un gran torrente que abarca unos cincuenta metros de ancho y para colmo, en el vado donde planeamos cruzar se encuentra una troca vieja embancada con sus pasajeros en el cofre y el agua hasta arriba de las llantas en medio del río.
30
Rancho la Playa visto de sur a norte, donde se empieza a formar el lago de La Angostura.
Enrique, no se anima a lanzar su potente carro a la corriente embravecida, mientras los de la troca, sentados sobre el capacete
Nacho en la cima con visión 360 grados (www.sonoraes.com/360)
de su carro inmovilizado, lo animan con gritos señalando la rodada de paso, y yo desde su lado, lo animo diciéndole que hace 25 años estudié una maestría en hidrología y conozco de ríos, por fin se atreve a lanzarse y la Hummer cruza campante como si fuera por cualquier camino de terracería. Después de tantos caminos fragosos recorridos las últimas 48 horas, aquel obstáculo es “pan
Río Bavispe, en Colonia Morelos.
comido” para nuestro vehículo todo terreno. Después de cruzar el río, nos reconfortamos del susto con un trago de bacanora de una “caramayola” perdida entre nuestros arreos de viaje. Finalmente salimos hasta Agua Prieta a donde llegamos a eso de las cuatro de la tarde tras de recorrer 80 kilómetros de permanente y para las nueve de la noche, después de una escala familiar en Cananea, estamos de vuelta en nuestras casas, con el cuerpo herido y maltratado, pero el alma y el corazón fortalecidos. Ignacio Lagarda Lagarda;Viajero, escritor e historiador aficionado. Presidente de la Sociedad Sonorense de Historia. ignaciolagarda@gmail.com