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EMPRESARIO DEL MES
EMPRESARIO DEL MES EFRAÍN BECERRA MARTÍNEZ UNDO SKIN
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Texto: Somos Altos
Quizá pocos conocen a Efraín Becerra Martínez pero su huella empresarial es enorme. Él fue una pieza clave en el éxito comercial de la marca de ropa deportiva Atlética que llegó muy lejos. Ahora con 19 años llenos de diferentes sabores de boca y muchas anécdotas que contar posee una empresa de uniformes deportivos e institucionales que todos conocemos como Undo Skin, de la cual son clientes más de 200 colegios de renombre nacional y algunos otros fuera de México.
A continuación, Efraín nos cuenta de su trayectoria profesional y personal.
¿Tienes formación académica?
Desgraciadamente nada más estudié hasta la secundaria y un semestre de preparatoria. Tuve que ponerme a trabajar para seguir viviendo. Y digo desgraciadamente por la situación económica. Me perdí de una buena universidad y claro el resto de la preparatoria; sin embargo, la vida me premió con un buen mentor, una buena mujer, grandes experiencias… Creo que la universidad no me ha sido necesaria hasta hoy. ¿Qué nos puedes contar de tu familia?
Mis padres son originarios de San Miguel el Alto, Jalisco. Él era curtidor y mi madre atendía una panadería. Allá por el año de 1954 o 1955 se mudaron a Los Ángeles, California. Durante toda su vida mi padre fue rielero en el ferrocarril y mi madre limpiaba salones de colegio. Mi primaria la hice en Los Ángeles y a mis 12 años, los cinco hermanos nos mudamos a Guadalajara con la intención de que posteriormente mis padres nos alcanzarían. Ellos vendieron casa y propiedades para regresar a México, pero por problemas de la aduana en tres intentos de mudanza, mi padre se desesperó y decidió quedarse en Los Ángeles. Los hermanos nos quedamos en Guadalajara y en un lapso de 4 años ellos se fueron casando hasta quedarme solo.
En el año de 1977 regresé a Los Ángeles con 17 años. Duré dos años y medio allá y regresé a casarme a San Miguel con mi esposa, a quien conocí en Guadalajara. Ella también es de padres alteños. Tuvimos tres hijos: Verónica, Efraín, Ana Laura.

¿Cómo fueron tus inicios en la industria textil?
En 1979 mi tío José Martínez, fundador de varias empresas, entre ellas Atlética, fue a la ciudad de Los Ángeles y me pidió que lo 28 recogiera en el aeropuerto. En ese contacto me ofrece trabajar con él para poner un depósito de telas, hilos, acrílicos, playeras y suéteres en Moroleón, Guanajuato. Él
S fabricaba todo eso.
O M O S Haciendo un paréntesis en la entrevista, nos gustaría que nos hablaras del origen de la actividad textil de San Miguel el Alto. ¿De
A dónde proviene?
L T O S Sin duda el precursor es el Sr. José Martínez. Él vivió en México y ahí aprendió sobre la venta de ropa pues tenía una tienda de bonetería en sociedad con un judío. Luego de un fracaso económico en el que su socio lo dejó sin nada, regresó a San Miguel el Alto en el año de 1964. Puesto que sabía vender calcetín y bonetería, terminó comprando un taller pequeño en Villa Hidalgo y se lo trajo junto con dos empleados. Empezó a tejer suéteres. Le fue muy bien, fue comprando más maquinaria. En 1970 se va a Europa y compró una fábrica usada para tejer tela… la terlenka, un material muy novedoso en México.
“Tu buena Alrededor de 1972 se lanzó a la compra de maquinaria fama es buen patrimonio”. de hilatura, es decir, fabricar su propio hilo para tejer tela, de la cual saldría su propia ropa. Buscaba redondear el negocio.

Poco después esa fábrica se quema, pero al estar asegurada, se levanta de nuevo y a partir de entonces, ya nadie lo paró. Terminó con ocho o nueve fábricas en San Miguel y le daba trabajo a alrededor de 1500 familias hacia los inicios de los ochenta.
En medio de este entorno, sus empleados se iban independizando y establecían talleres de confección de ropa. Allí mismo podían surtirse de materia prima proporcionada por mi tío José.

¿Cuál fue tu inspiración para emprender tu propia marca?
Ya te mencioné cómo mi tío me invitó a trabajar con él. Él me dio trabajo y también me dio la enseñanza.
Luego de la invitación, me pagó el vuelo para que fuera a ver la ciudad donde viviría, tratamos, acepté, vendí lo poco que tenía allá y regresé a México. Pero antes de mandarme a Moroleón me capacitó para vender. Me enseñó a distinguir qué cliente era bueno, qué cliente era malo, cómo distinguir quién paga y quién no.


Aprendí a hablar mejor el español, que lo hablaba muy mocho. Adquirí experiencia y a los dos meses, la persona con la que yo viajaba desapareció con todo y camioneta. Nunca supimos más de él. Fue el momento en que me tuve que lanzar solo. Mi tío me dio una lista con productos y precios. Me fui sin ayuda. Gracias a Dios, me empezó a ir bien. Mi tío me preguntaba cómo me había ido, me pedía reporte y quedaba muy contento. Total, pasaba el tiempo y mi tío no me mandaba a Moroleón. Habían pasado seis años desde su invitación en 1979 y seguía de vendedor. No fue sino hasta de 1985 que le renuncié pero mi tío, en vez de aceptar, me ascendió como gerente de la fábrica de telas. Seguí. La manejé durante tres años. En 1988 le renuncié nuevamente.
En ese año empecé mi propio negocio que se llamaba Consigatex. Yo conocía a la perfección el mundo textil y sabía dónde conseguir el material, dónde mandarlo a hacer y solucionar la necesidad del cliente. Sin embargo todo vuelve a cambiar a partir de 1990 cuando un primo hermano me ofrece la dirección de la fábrica de hilatura. Mi tío no acepta la oferta de mi primo y me pide que le ayude a dirigir otra fábrica, la de confección. Me cambió la jugada.
Para mí fue un balde de agua fría. Sabía de hilos y telas, pero de confección de ropa tenía cero experiencias.
Aprendí a conocer absolutamente todo lo relativo a la empresa, comenzando por las debilidades para gozar luego de lo bonito. Aprendí mucho. Por entonces la fábrica de confección se llamaba Compañía Manufacturera La Joya, a la cual las grandes tiendas departamentales ni siquiera volteaban a ver. No nos daban ni cita porque no éramos ni marca. Cuando convertimos esa fábrica en marca Atlética, gocé el hecho de que a esas tiendas como Liverpool, Palacio de Hierro, Sears, etc. no las busqué… ¡nos buscaron!
Me mantuve en Atlética durante diez años. ¿De esa relación con tu tío, qué rescatas?
Rescato estas tres reglas: ser el primero en llegar y el último en retirarte de tu negocio. Segundo, siempre cuida a tu proveedor, si eres ágil puedes trabajar con dinero de tu proveedor y puedes ser exitoso. Y la tercera: saberte etiquetar… no supe a qué se refería, pero me explicó: “si te sabes etiquetar como empresario honesto, gente que no conoces y ni te conoce más que de palabra o referencia va a querer venderte. Tu buena fama es buen patrimonio”. Lo entendí, cosa que he llevado al pie de la letra en los 19 años que llevo de mi negocio Undo Skin.
¿Qué valores consideras claves en tu experiencia empresarial?
Aparte de los anteriores, ser muy humilde, no dejar de pisar suelo. Se trata igual a la persona más humilde que al más encumbrado. Entendí que cualquier persona que quiera hablar conmigo, por muy humilde que sea, le debo recibir para ver si le puedo servir en algo o me puede servir en algo. Es una enseñanza que más de alguna vez la he puesto en práctica.
Otra cosa: tener confianza en mí mismo en los peores momentos, en los momentos más críticos en los negocios. Yo los llegué a pasar y me sirvió mucho.
¿Actualmente a qué dedicas tu tiempo?
A dirigir mis dos empresas y a preparar la sucesión familiar. Una se llama textiles Bemar, S.A de C.V. a la que pertenece la marca Undo Skin y la otra Imprexcel S.A. de C.V.
En el caso de Undo Skin se trata de una marca que inicia en el 2000, especializada en uniformes personalizados para escuelas, instituciones o clubes deportivos. Es importante aclarar este
punto de personalizados porque China trae muchos uniformes escolares o deportivos a gran escala y de un solo color. No tocan mi mercado porque el mío es el de los colegios de media escala. Yo hago proyectos particularizados para que ningún otro colegio lo tenga. Las cantidades pueden ser desde 15 000 prendas hasta diez prendas.
En lo que se refiere a Imprexcel, se dedica a las prendas en colores, marcas, logos etc. y a través de esta última le doy servicio a empresas de carácter nacional como Charly, Adidas, Pirma Brasil, Voit, Squalo, Señor Frogs, etc. Puedo decir que tengo a la gente más experimentada en México en impresiones. Los propios maestros que nos enseñaron han acudido a nosotros para resolver problemas. No somos los más grandes pero sí somos los mejores. Ambas empresas están aquí con nosotros en San Miguel el Alto.
¿Qué valores te sustentan en relación a tus clientes?
Puedo decir que al 90 % de mis clientes en la República Mexicana no los conozco personalmente. ¿Cómo le hago? Por medio de referencias, llamadas telefónicas, correos electrónicos, redes sociales. A base de puras referencias estamos en alrededor de 222 instituciones educativas. Mandamos a USA a la Alianza de Fútbol, una liga latina parecida a la Copa Coca Cola en México. Entregamos el uniforme completamente personalizado a cada jugador con su número y nombre.
¿Qué valores te sustentan como empresario?
Servicio, entrega, dedicación pero sobre todo he tratado de ser humano con mis colaboradores. Desde que fui director de Atlética, he tenido la satisfacción de contar con el aprecio y el cariño de ellos. No sé qué he hecho pero tengo el gusto de ser festejado cada cumpleaños por todos ellos con una comida. El festejo se presta para que ellos de manera espontánea se acerquen a mí y me platiquen de su vida y situaciones. Los cimientos de un negocio son los colaboradores.
Y hablando de servicio, esa es mi gran fortaleza. Más que bonito, bueno o barato, lo que ofrezco es servicio. No conozco un solo caso en el que no haya cumplido. Si no puedo cumplir, lo rechazo con una disculpa muy grande.

¿Qué experiencia vives ahora que estás pasando la estafeta a tu familia?
El retiro se tiene que dar y hay que ponerle fecha. En mi caso, es una satisfacción difícil de comunicar, teniendo tres hijos. Soy muy creyente y le pido a Dios que me ilumine, que me enseñe el camino. Creo que estoy haciendo lo correcto y parece que mis hijos se están amoldando.
He platicado con amistades, con empresarios, pero terminé tomando mi propia decisión, en empezar desde ahora a apuntar quién se queda con qué. Yo superviso que cada quien toma su propio camino para que cuando yo falte se ayuden, se apoyen, se aconsejen pero totalmente independientes.
Después de mucho pensar, decidí dejar a cada quien de acuerdo a sus aptitudes. Me ha costado trabajo, pero creo que estoy llegando a mi meta en la distribución y que haya armonía, pero cada quien a lo suyo.