8 minute read

Marco referencial

Next Article
Área Litúrgica

Área Litúrgica

MARCO REFERENCIAL

“Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” Jn. 10,10. Con estas palabras Jesús expresa la voluntad de Dios, que quiere sea realidad, no sólo entre los humanos, sino entre todas las creaturas, en la “casa común” también, Mc.16,15. La Iglesia, la comunidad de creyentes, que se configuró a la luz de las enseñanzas de Jesús, pero sobre todo con la vitalidad de la resurrección, está llamada a ser señal (expresión) de vida abundante, que es la voluntad del Padre, del Reino que debe establecerse; y para ser expresión de Vida, tiene como misión, única razón de ser, transmitir esta Buena Noticia – evangelizar, enseñando y más que nada, viviendo (testimonio) lo que predica. Ya San pablo lo dijo con claridad: “Ay de mi si no predicara el Evangelio” 1Cor. 9,16; también, “Porque no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el Evangelio” 1Cor. 1,17. La Iglesia existe para evangelizar y toda su actividad pastoral se debe a este anuncio. Por tanto, el mayor desafío que tenemos es

Advertisement

Llamados como estamos a hacer presente el Mensaje de Salvación a todos, tenemos que acercarnos a las fuentes de la Luz y de la Sabiduría: la Palabra de Dios, la Tradición viva de la Iglesia y su Magisterio hacer presente el Evangelio. Frente a este gran desafío, que además siempre será el desafío de la Iglesia, como Iglesia Particular, en el momento que vivimos, hemos encontrado otros desafíos, a los cuales queremos responder. Se trata de los laicos, que requieren de una adecuada formación para cumplir con su misión de cristianos; y entre ellos, de la familia que, nos hemos dado cuenta, no está cumpliendo con su cometido. También se trata de los indígenas, presencia muy importante entre nosotros; y, la necesidad de hacer realidad el “arte” de caminar juntos, inherente a nuestro ser de Iglesia. Llamados como estamos a hacer presente el Mensaje de Salvación a todos, tenemos que acercarnos a las fuentes de la Luz y de la Sabiduría: la Palabra de Dios, la Tradición viva de la Iglesia y su Magisterio, para no dar golpes en el aire Como nos exhorta San Pablo. Cf. 1Cor. 9,26.

Tenemos que ser testigos del

Señor de la Vida. Si nuestra mirada no testimonia haber visto a Jesús, entonces las palabras que recordamos de Él resultan solamente figuras retóricas vacías. Quizás expresen la nostalgia de aquellos que no pueden olvidar al Señor, pero de todos modos son sólo el balbucear de huérfanos junto al sepulcro. Palabras finalmente incapaces de impedir que el mundo quede abandonado y reducido a la propia potencia desesperada. No se necesitan «príncipes», sino una comunidad de testigos del Señor. La Virgen María nos enseña que Dios es familiar, cercano, en su rostro, que la proximidad y la condescendencia, ese agacharse y acercarse, pueden más que la fuerza, que cualquier tipo de fuerza. La familia constituye la gran riqueza social, que otras instituciones no pueden sustituir. Sólo comenzando por las familias,

acercándonos y abrazando a la como una misión, con fidelidad periferia humana y existencial y paciencia, a pesar de las de los territorios desolados, dificultades, los momentos tristes involucrando las comunidades, y las pruebas. las escuelas, las Una mirada de instituciones singular delicadeza comunitarias, se requiere para los las comunidades pueblos indígenas, políticas, las para ellos y sus estructuras de fascinantes, y no pocas seguridad; sólo veces, masacradas así se podrá culturas. Nuestra liberar totalmente Iglesia de Guaranda de las aguas en tiene necesidad de sus las cuales lamentablemente se raíces indígenas para no quedarse ahogan tantas vidas o sucumben en un enigma irresuelto. Las en una conciencia anestesiada comunidades indígenas siguen por la violencia, la corrupción, esperando que se les reconozca las injusticias y la desesperanza. efectivamente la riqueza de su La familia es el lugar del contribución y la fecundidad de encuentro, del compartir, del su presencia, para heredar aquella salir de sí mismos para acoger a identidad que les convierte en los otros y estar cerca de ellos. un pozo de sabiduría Es el primer lugar donde se del cual todos aprende a amar. No hay nada más estimulante para los hijos que ver a los propios padres vivir el matrimonio y la familia La familia es el lugar del encuentro, del compartir, del salir de sí mismos para acoger a los otros y estar cerca de ellos.

necesitamos beber. El envío de los setenta y dos discípulos (Lc. 10,1-12), nos ilumina bien en la misión evangelizadora y que la debemos llevar a cabo sinodalmente. Las instrucciones que el Señor les da no se refieren tanto a lo que deben decir, sino a cómo deben ser, es decir, no acerca del “guion” que deben decir, sino, sobre al testimonio de vida, el testimonio que han de dar más que a las palabras que han de decir. Los llama a evangelizar por medio de su comportamiento. Y la primera acción concreta con la que los discípulos llevan a cabo su misión es precisamente la de ir de dos en dos. Los discípulos no son ‘francotiradores’, predicadores que no saben ceder la palabra a otro. Es ante todo la vida misma de los discípulos la que anuncia el Evangelio: su saber estar juntos, su respeto mutuo, su no querer demostrar que son más capaces que el otro, su referencia unánime al único Maestro. Se pueden hacer planes pastorales perfectos, poner en marcha proyectos bien elaborados, organizarse hasta el más mínimo detalle; se pueden convocar multitudes y disponer

de muchos medios; pero si no hay disponibilidad para la fraternidad, la misión evangélica no avanza. Si no hay disponibilidad para la fraternidad, para trabajar juntos, la misión evangélica no avanza. La misión evangelizadora no se basa en el activismo personal, es decir, en el “hacer”, ¡no!, sino sobre el testimonio de amor fraterno, incluso a través de las dificultades que conlleva convivir con otro. Así que podemos preguntarnos: ¿cómo llevamos la buena noticia del Evangelio a los demás? ¿Lo hacemos con espíritu y estilo fraterno, o a la manera del mundo, con protagonismo, competitividad y centralidad en la eficacia? Preguntémonos si tenemos la capacidad de colaborar, si sabemos tomar decisiones juntos, respetando sinceramente a los que nos rodean y teniendo en cuenta su punto de vista, si lo hacemos en comunidad, no solos. (Ángelus, 3 de julio de 2022).

El Señor envía al Espíritu Santo. Y el Espíritu no viene trayendo el orden del día, viene como fuego. Jesús no quiere que la Iglesia sea una maqueta perfecta, que se complace de su propia organización

y es capaz de defender su buen nombre. Pobres esas iglesias particulares que se afanan tanto en la organización, en los planes, intentando tener todo claro, todo distribuido. A mí me hace sufrir. Jesús no vivió así, sino en camino, sin temer las sacudidas de la vida. El evangelio es nuestro programa de vida, allí está todo. Nos enseña que las cuestiones no se enfrentan con la receta ya lista y que la fe no es una hoja de ruta, sino un “Camino” (Hechos 9: 2) que hay que recorrer juntos, siempre juntos, con espíritu de confianza. En la discusión de la primera Iglesia, la unidad siempre prevalece sobre las diferencias. Para cada uno, el primer lugar no corresponde a las preferencias y estrategias propias, sino al ser y sentirse Iglesia de Jesús, reunida alrededor de Pedro, en una caridad que no crea uniformidad, sino comunión. “Permanezcan en mi amor” (Jn 15, 9): es lo que Jesús pide en el Evangelio. ¿Y cómo se hace? Debemos estar cerca de Él, Pan partido. Nos ayuda a estar ante el tabernáculo y ante los muchos tabernáculos vivos que son los pobres. La Eucaristía y los pobres, tabernáculo fijo y tabernáculos móviles: allí se permanece en el amor y se absorbe la mentalidad del pan partido. (Homilía XXI Asam. General de Cáritas 23 mayo 2019). Estamos invitados a no caer en la paralización de dar viejas respuestas a las nuevas demandas. Nuestro pasado es un pozo de riquezas donde excavar, que puede inspirar el presente e iluminar el futuro. Es necesario no desperdiciar la herencia recibida, custodiándola con un trabajo constante. Nuestros antepasados: obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, fieles «hasta el final», han ofrecido la vida para que la Iglesia pudiese cumplir la propia misión. Nuestro reto es:

Nuestros antepasados: obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, fieles «hasta el final», han ofrecido la vida para que la Iglesia pudiese cumplir la propia misión.

lanzar una mirada amplia sobre el campo del Señor para planificar la siembra y esperar la cosecha. Los invito a cansarse, a cansarse sin miedo en la tarea de evangelizar y de profundizar la fe mediante una catequesis mistagógica que sepa atesorar la religiosidad popular de su gente. Nuestro tiempo requiere atención pastoral a las personas y a los grupos, que esperan poder salir al encuentro del Cristo vivo. Solamente una valerosa conversión pastoral –y subrayo conversión pastoral– de nuestras comunidades puede buscar, generar y nutrir a los actuales discípulos de Jesús (cf. Documento de Aparecida, 226, 368, 370).

Nuestro tiempo requiere atención pastoral a las personas y a los grupos, que esperan poder salir al encuentro del Cristo vivo.

NORMAS DIOCESANAS

This article is from: