¡Bruuuum! sonó el agua al caer sobre las olas frías. Con el choque, el barco se rompió y el soldadito solo dijo en un suspiro: ¡Me ahogo! ¡Adiós para siempre, mi linda bailarina! Pero en ese momento un pez abrió la boca y se lo tragó. En el vientre del pez el soldadito estaba muy incómodo, pero se consolaba pensando que así se había salvado de morir ahogado. Allí pasó mucho tiempo. Un día sintió que el pez daba grandes saltos y se retorcía. Luego quedó todo quieto. Después sintió un ruido como algo que se rajaba, vio la luz y oyó un grito: ¡Un soldado de plomo!
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