Cuentos fábulas retahílas para terapias lúdicas UNICEF

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quemase sus pobres andrajos. Entonces el hombre comprendió que, por aquel día, no se llevaría los táleros y se marchó diciendo: –En mi vida he visto hombre como éste. El muchacho siguió su camino y otra vez volvió a decirse en voz alta: ¿Cuándo querrá Dios que yo sepa lo que es temblar?” Un carretero que venía detrás de él oyó esto y le preguntó: –¿Quién eres muchacho? –No lo sé –respondió el joven. ¿Quién es tu padre? –No lo puedo decir. –¿Qué palabras son esas que vas mascullando? –¡Ah –respondió el joven– . Digo que quisiera aprender a temblar, pero nadie quiere enseñarme. –Detente un momento –dijo el carretero– y vente conmigo, que yo puedo enseñarte lo que tanto deseas. El joven se fue con el carretero, y al caer la tarde llegaron a una posada, donde decidieron pasar la noche. El chico seguía diciendo: –¡Oh, si yo pudiese aprender a temblar, si yo pudiese aprender a temblar!. El posadero, que le oyó, se echó a reír y dijo: –Si no quieres más que eso, aquí tendrás buena ocasión de temblar. –No tengo nada que oponer –añadió la posadera–. Pero más de un muchacho atrevido ha pagado esa osadía con Cuentos, Fábulas, Retahílas y Trabalenguas para Terapias Lúdicas 39


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