Fraude 2012 exceder el tope de gastos de campaña que fue aprobado por el órgano electoral. La otra cara de esta empresa defraudadora radica en los apoyos que, por acción u omisión, lograron los defraudadores ante la actitud omisa e indolente del IFE, órgano que debió fungir como árbitro y como garante de lo que los actores políticos partidistas se apegaran a la constitución y las leyes. Por el contrario, cuando Andrés Manuel López Obrador o los representantes de los partidos de la coalición de izquierda llamaron la atención del IFE sobre los riesgos de que se realizaran acciones contrarias a las leyes (algunas, de hecho, ya en marcha) y pidieron acciones cautelares de diverso tipo para evitarlas, la respuesta del “árbitro” fue tardía o de rechazo infundado, a veces rayando en el abierto desdén. (HDP)
Y ahora, ¿qué sigue? Los testimonios que se han ofrecido en las páginas de este texto muestran algunas de las prácticas empleadas antes y durante la elección de 2012. La inducción y la compra descarada del voto, la turbia operación financiera destinada a canalizar fondos de dudosa procedencia para favorecer a un candidato, el uso de las encuestas y aquellos medios de comunicación que representan al poder para fines de propaganda, pero, sobre todo, el rebasamiento abrumador de los topes legales de recursos destinados a las campañas, fueron los principales medios utilizados en esta ocasión para inducir un resultado: el que favorece a los poderes fácticos del país. A través de los siglos, México ha sido un país expoliado por sus élites. Los formalismos de las instituciones políticas y los procedimientos supuestamente democráticos sólo han servido para legitimar a quienes dominan y, por esa vía, mantener el status quo. Sólo las formas de control han cambiado. Duran—42—