memoria de mi pasión, la útil contrición de los pecados, la guarda del propio corazón, el firme propósito de aprovechar en la virtud. Te trae muchos pensamientos malos para disgustarte y atemorizarte, para desviarte de la oración y de la lección sagrada. Desagrádale mucho la humilde confesión; y si pudiese, haría que dejases de comulgar. No le creas, ni hagas caso de él; aunque muchas veces te arme lazos para seducirte. Cuando te trajere pensamientos malos y torpes, atribúyelos a él, y dile: Vete de aquí, espíritu inmundo; avergüénzate, desventurado; muy sucio eres, pues me traes tales cosas a la imaginación. Apártate de mí, malvado engañador; no tendrás parte ninguna en mí; mas Jesús estará conmigo como invencible capitán, y tú estarás confundido. Más quiero morir y sufrir cualquier pena que condescender contigo. Calla y enmudece, no te oiré ya aunque más me importunes. El Señor es mi luz y mi salud. ¿A quién temeré? Aunque se ponga contra mi un ejercito, no temerá mi corazón. El Señor es mi ayuda y mi Redentor. 7. Pelea como buen soldado; y si alguna vez cayeres por flaqueza de corazón, procura cobrar mayores fuerzas que las primeras, confiando de mayor favor mío, y guárdate mucho del vano contentamiento y de la soberbia. Por eso muchos están engañados, y caen algunas veces en ceguedad casi incurable. Sírvate de aviso y de perpetua humildad la caída de los soberbios, que locamente presumen de sí.
Capítulo VII: Cómo se ha de encubrir la gracia bajo el velo de la humildad. Jesucristo: 1. Hijo, te es más útil y más seguro encubrir la gracia de la devoción, y no ensalzarte ni hablar mucho de ella, ni estimarla mucho; sino despreciarte a ti mismo, y temer, porque se te ha dado sin merecerla. No es bien estar muy pegado a esta afección; porque se puede mudar presto en otra contraria. Piensa cuando estás en gracia, cuán miserable y pobre sueles ser sin ella.
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