Revista Sin Pretextos #1

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REVISTA

N I S PRETEXTOS

y WWW.SINPRETEXTOS.COM ISNN 2256-5795

!


SUMARIO SUMARIO

Publicación semestral JULIO DE 2012 - NÚMERO 1 Editorial Sin Pretextos info@sinpretextos.com www.sinpretextos.com Ibagué, Colombia

EN PORTADA

embellecido por Laura Troncoso

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EN PORTADA

Smoking kids Frieke Janssens www.frieke.com

Diseño de la portada por Laura Troncoso

EDITORIAL Omar Rivera

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TAN SOLO UN NIÑO Y UNA PALOMA Karen Sarmiento

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LIBROS Laura García

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DEL “MAÑANA LE PAGO” AL “EL QUE FIABA SE MURIÓ, MALAPAGA LO MATÓ”: ACERCA DE LAS PROMESAS INSINCERAS Y LA DESCONFIANZA

ES SÓLO MI OPINIÓN

Ricardo Tello

Andrés Tafur

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LA VIDA EN LAS VENTANAS

RECOMENDADOS LITERATURA

Alberto Salcedo Ramos

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TRENES RIGUROSAMENTE VIGILADOS: UN AMOR QUE PERSISTE

AHHHH!

SORTILEGIO

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Yeison Segura

15 EL REMEDIO COMO ENFERMEDAD Darío Rodríguez

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24 COLABORADORES

Otto Zaiser

Ruben Darïo Higuera

A TRAVÉS DEL RÍO

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UN SOUVENIR DE SORTILEGIO UN SUVENIR DE

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SIERVO DE CIERVO Luis Felipe Cifuentes

mrz

Omar Rivera Director

Juan José Rubiano Dirección musical

Perico Pérez Dirección de arte

Tatiana Calero Diagramación

Sebastián Mateus Editor

Adriana Martin Dirección cinematográfica

Daniela Valencia Laura Troncoso Cate Ceballos Ilustración

Arlovich Correa Coequipero

El presente volumen de Sin Pretextos se realizó con el apoyo de la Vicerrectoría de Desarrollo Humano de la Universidad del Tolima.

seproducto permite de la la reproducción sin la Commons autorización previa de los autores y editores.3.0 Unported License. Revista Sin Pretextos No es un Editorial Sin parcial Pretextoso ytotal está del bajocontenido licencia Creative Attribution-NonCommercial-NoDerivs Por lo tanto, puedes leer, usar, regalar, mostrar nuestra revista siempre y cuando no sea con un uso comercial.


EDITORIAL CON EL PRETEXTO DE...

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uando inició inició Sin como un pequeño blog a uando SinPretextos Pretextos como un pequeño las 11:39 de unp.m 5 dede noviembre 2009, Adriana blog a lasp.m 11:39 un 5 dedel noviembre del Martin y yo no teníamos una idea mínima acerca de 2009, Adriana Martin y yo no teníamos una qué mínima publicar. acerca En una de noche conversación idea quédepublicar. En una noche de nos preguntábamos el nombre, conversación nos preguntábamos el nombre, y los y losdetemas de los para artículos temas los artículos el pequeño espacio virtual. para el pequeño espacio “Contextos, Entre Contextos, Colectivo Textos, Sobre virtual. eran “Contextos, Textos”, algunos de los torpes nombres Entre Contextos, que flotaban sobre los teclados. Luego, Textos, deColectivo un momento a otro, resultó Sobre Textos”, el mote Colectivo Cultural eran Pretextos, algunos aunque Sin de los torpes olvidáramos al instante nombres que de qué bolsa de balotas había salido. Y así los teclados. nacimos, sí señores, Luego, de un como un colectivo. momento Después, en a otro, resultó una noche de el motesobre Colectivo café el Cultural parque DucuaraSin aunque dePretextos, la Universidad olvidáramos al del Tolima, instante apenas de qué reunidos bolsa de balotas había seis estudiantes Y así nacimos, sí desalido. Comunicación señores, como un colectivo. Social, decidimos Después,como en una noche consolidarnos de café sobre el parque Ducuara de grupo y darle forma, la Universidad del Tolima, reunidos apenas entonces, a una revista. seis estudiantes de Comunicación Social, decidimos Ya no seríamos un colectivo sino consolidarnos grupo y darle una revista. Unacomo revista cultural que forma, entonces, a una revista. Ya no seríamos un colectivo sino una revista. publicaría contenido sobre arte, literatura, Una revista que blog, publicaría sobre música, cine, cultural etc.Primero luegocontenido página web. Dearte, los literatura, música, cine, etc. Primero blog, luego página artículos que disciplinadamente nos reuníamos a escribir los artículos que disciplinadamente nos reuníamos y web. luegoDe corregir en pequeños consejos editoriales citados a escribir y luego corregir en pequeños consejos editoriales en alguna casa, o bar, salían lectores que comentaban en alguna casa, nuestro o bar, salían lectoresestadístico. que comentaban y citados seguíamos desde cuadro Por y seguíamos desde nuestro cuadro estadístico. Por supuesto, supuesto, nos dimos cuenta de que nos leían más de nos dimos cuenta de nos leían más deYafuera quecuando dentro afuera que dentro deque la misma ciudad. ahí fue

de la mismasalirnos ciudad. Yde ahílos fuetemas cuandoclásicos decidimos salirnos de a decidimos y comenzar los temchistes as clásic–es os ybroma-. comenzar a contar chistes –es broma-. contar Portal talmotivo, motivo, no no es es gratis gratis que Por que en en lala portada portadadede estesalga número niña fumando. este número unasalga niñauna fumando. Desde Desde que se que se fundó nuestra revista, quisimos fundó nuestra revista, quisimos atacar sigilosamente atacar tremendos sigilosamente la doble moral, los sesgos por la los doble cuales moral, los sesgos tremendos transita nuestra sociedad, ¿cómo podría escandalizarse cuales alguno al ver una por niñalosfumar, si atransita diario nuestra sociedad, ¿cómo le vendemos paquetes de tabacos en podría y escandalizarse radio, televisión demás medios alguno al una niña masivos? En elver Tolima, por fumar, si a diario le ejemplo, nos quejamos vendemos paquetes y enojamos cuando de tabacos en radio, se refieren a nuestra televisión demás región ycomo un medios masivos? nido de flojos En el Tolima, y perezosos, por peroejemplo, estamos nos acostumbrados quejamos y enojamos a esperar, por ejemplo, a que a nuestralas región tiendas como un cercanas nido de a nuestros hogares estamos cierren acostumbrados a a la una de esperar, porla ejemplo, a abrir que tarde, para las tiendas acercanas a nuestros las cuatro –algunas hogares cierrena alas la seis-, una de la de latarde, tarde. para abrir a las cuatro –algunas a las Ocurre, sí señores,seisy no , de la tarde. Ocurre, sí señores, y no sólo con las sólo con las tiendas, sino con casi todo en Ibagué. En fin. Son dos opiniones que reflejan Y no siendo más, los dejamos aquí con parte una primera nuestra postura, o una de ella. edición que muchos disfrutarán, no sólo por la calidad de Y no siendo más, los dejamos aquí con una primera sus autores, por disfrutarán, la variedad de edición que sino muchos no sus sólotemas. por laFirmamos calidad de nosotros, el director, editor, y diferentes directores de sus autores, sino por la variedad de sus temas. Firmamos secciones yel personas han entregado su tiempo y nosotros, director,que editor, y diferentes directores dedicación consolidación esta publicación. de seccioneseny la personas que handeentregado su tiempo y dedicación en la consolidación de esta publicación. Salud. Salud. www.sinpretextos.com

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Daniela Giarratana

TAN SOLO UN NIÑO Y UNA PALOMA

H

acia las siete de la noche, la familia Buraglía estaba reunida en el comedor principal. La señora Laura se disponía a comunicar a sus hijos las próximas vacaciones de verano en su hacienda campestre. Todo estaba predispuesto, hasta el más minucioso saco de lana, para una posible noche de invierno en medio del verano, se encontraba dentro de su equipaje. Ellos eran los intelectuales de esa época; ellos, quienes hablaban de la naturaleza, como si en alguna ocasión hubieran presenciado el descenso de una hormiga por un árbol llevando a cuestas el doble de su peso, como si alguna vez una piedra en su camino trazado hubiera confirmado la torpeza de los hombres. Ellos, los que promovían el arte y las buenas costumbres aristocráticas, eligieron el destino de descanso de una familia entera. Mientras tanto, comían y bebían en el derroche más ostentoso y amable: el señor de la casa, un europeo elocuente y distinguido pasional. La señora de la gran cuidad entre el confort más extraño y significativo. Su hija mayor tan refinada y jovial; su hija mediana tan inadvertida y sensata; y su hijo menor, el pequeño Guillermo. Siete años tenía Guillermo; tan sólo era un niño decía su madre y qué bien se lo hacía saber. Llegando las siete de la mañana, la familia se situaba en el

de Karen Sarmiento

inicio de unas simples vacaciones más. El sol irradió y prometió impulsar unas fuertes oleadas de calor, el viento se elevó y se elevó llevando consigo el claro azar de una paloma perdida en medio de la hacienda. Guillermo estaba en los prados más cercanos de mamá. –Mira madre, qué blanca y valiente paloma he encontrado esta mañana– dijo Guillermo. –Sí hijo, asemeja la libertad– contestó Laura. – ¿Podría tener una paloma en casa? ¿Podría ayudarla a volar? Quiero tener esta paloma; mira madre, ¡qué hermosa es!–. Guillermo convencía siempre a su madre con esas expresiones que explica la quinésica. –Oh, por dios, hijo, no es posible eso que pides. Ese animal podría arruinar los muebles franceses que tu padre importó el mes pasado. Y qué me dices de las alfombras. Oh, no, Guillermo, lo siento– El niño rechazaba indignado los argumentos de su madre. –Madre la cuidaré, Miriamcita limpiará los excrementos y alimentos que el ave no ingiera–. El viento seguía soplando fuerte. –He sido clara contigo Guillermo, no podrás tener este animal en casa– contestó Laura. Finalmente preguntó Guillermo con tono desafiante: –Madre, entonces, ¿me la puedo comer?–. www.sinpretextos.com

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LIBROS Laura García

Ilustración: Cate Ceballos

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sto me pasó hace unas semanas: le dije a un conocidos, novios y compañeros que me han dicho alguna tipo que no quería salir con él. Le expliqué vez que no tengo vida. Que leer no es la vida. Que la vida que me avergonzaba mucho que gastara su está «allá afuera». Allá. En otra parte, lejos de mi biblioteca. Lejos de mis libros. Leer —y escribir— han alejado de por motivos de salud me puedo comer) y discos de música mí muchas compañías, porque el principal requisito para romántica (que detesto), porque yo tenía clarísimo que leer —y escribir— es la soledad, y los solitarios somos ninguna de esas galanterías le darían algún resultado. Lo objeto de toda sospecha. Lo cierto es que los que han que no me imaginé nunca fue la reacción del tipo. Se puso dicho apreciarme y quererme, ni siquiera se han detenido a furioso y, como una forma de descargar su frustración, me echó un tremendo discurso. Me dijo todo lo imaginable, o qué sentimientos me mueven hacia los libros. La clave de todo es, precisamente, aquello con pero se puede resumir así: según él, toda la culpa de nuestra relación fallida la tenían los libros. Mis libros. Pero de todo lo que me es más difícil lidiar: la soledad. Un día, hace lo que me dijo, lo que más me llamó la atención, tanto por muchísimos años, yo estaba sola, en una casa enorme en la que había de todo y sobre todo había libros. Y yo agarré fue esto —lo cito como más o menos lo recuerdo—: «¡Sigue uno de tantos, sin más pretensión que la curiosidad natural así, pegada a esos libros! ¡Vas a terminar vieja, solterona, de una niña, lo leí y me gustó. Me gustó manosear sus sola, llena de gatos y aplastada por tu propia biblioteca!». páginas y olerlas, me gustó su tipografía y las imágenes que La salida fue dramática, con todo y portazo. lo ilustraban. Me gustó pronunciar el nombre de su autor: Por supuesto que lo que él pretendía al decirme Ju-li-o Ver-ne. Y me gustó pronunciar el título del libro: lo que me dijo era ofenderme. Por supuesto que no «El legado del Alquimista». Y lo repetía varias veces en el lo consiguió. Pero lo entiendo, porque no es la única día: «Julio Verne» y «El legado del Alquimista». Busqué la persona que se ha esfumado dando portazos y echándole biografía del autor y leí más libros suyos. Y seguí con otros libros de otros autores. Y cuando terminé con la biblioteca Ya perdí la cuenta de todos los amigos, enemigos, de mi casa, pedí más libros a quien quisiera dármelos. www.sinpretextos.com www.sinpretextos.com

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Mesa con lectura- Iratxe Lopez

Un día me desperté teniendo gustos y obsesiones propias y sentía que algo en la cabeza me crecía, tal vez era la imaginación, no lo sé. Seguramente todo lo que yo sentí es lo mismo que experimenta el músico cuando toca por primera vez un instrumento, o el pintor cuando tiene contacto con sus pinturas y lienzos. Sí, seguramente no estoy describiendo nada novedoso, pero sí estoy intentando describir un sentimiento honesto: cada vez que recuerdo esa primera vez que leí un libro, me emociono. Hoy, cada vez que toco un libro, me conmuevo. No todos los libros son buenos, claro. No todos los libros nos dicen algo y a todos no nos llegan de la misma forma los mismos libros. Da lo mismo. Lo que pretendo —y no es nada fácil— es decir que los libros no me han quitado nada, como piensan muchos de los que me conocen. Es difícil explicar, de forma que cualquiera lo entienda, que quedarse en la casa leyendo un libro, echarse en un parque a leer, gastar mis poquitas horas de descanso del trabajo en leer, no es una pérdida sino una ganancia. Es complicado explicar que yo no siento que viva menos porque salga menos y que los libros también son un medio

de transporte que a su manera cumplen con llevarnos hacia un destino final pasando por un camino único. Tengo veintisiete años y he leído tantos libros como he podido en estos años, en esta vida. No lo digo por vanagloriarme de nada. Leer no nos hace ni mejores ni peores, pero sí nos convierte en personas solitarias, un tanto aisladas, necesitadas de más y más libros mientras más y más se lee. Los que leemos con obsesión, con pasión, con gusto, con alegría, sabemos que nos gusta leer porque la vida se suspende por tanto tiempo como dura la lectura y en ese intervalo de tiempo somos otros, vivimos otra vida, una que es posible gracias al que se la inventa, al autor. A mi no me molestaría llegar a vieja viviendo mis días entre libros. A mi no me molestan los gatos ni las bibliotecas. Me gustan los hombres que leen y que tienen bibliotecas y que se aguantan a las mujeres como yo que leen y que viven entre bibliotecas. Y los libros me gustan, porque me hacen sentir viva. Confío en que no soy la única: el que esté conmigo, que levante la mano.

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Ricardo Tello

ES SÓLO MI OPINIÓN ¿

Hay ciertos estilos o géneros musicales “mejores” que otros, o la calidad del arte se trata de una cuestión meramente subjetiva? El viejo y conocido refrán “entre gustos no hay disgustos” me ha generado esta inquietante pregunta. Inquietante, claro está, para un melómano inmerso en una era de libre y constante flujo de información que, al igual que muchos jóvenes contemporáneos, encuentra en la Internet una fuente inagotable de arte, conocimiento y entretenimiento. Podría decirse que la sociedad occidental se ha moldeado a lo que es actualmente por la acción directa del comercio, el gobierno y el pueblo interactuando, comunicándose e informándose a una velocidad y con una libertad que supera los sueños de cualquier bibliotecario babilonio. Esto ha tenido como consecuencia un aumento exponencial en la circulación de contenido “basura” o spam, y somete a los usuarios a un bombardeo constante de publicidad. ¿Publicidad de qué? Pues en la sociedad capitalista la imagen y la publicidad son sin duda deidades de Piano, - Cyril Rolando adoración ineludible, todo tipo de productos, ideas, iniciativas e infinitud de factores que alteran la conducta de individuos, al punto de crear sociedades de culto. Para ejemplificar esto mencionaré dos marcas comerciales con el culto más fuerte; facebook y twitter, aunque esto no quiere decir que sean las únicas. ¿Cómo llega esto a relacionarse directamente con la música, su culto y su “calidad”? mencionaré dos palabras de común aceptación y que a mi parecer son completamente contradictorias entre sí: industria musical. Cuando el arte se convierte en industria, aparece el “artista comercial”, que es aquel intérprete o aquella banda que se encarga de sonar para la radio y para la televisión gracias a alguna innovación, excentricidad, algo inusual que atraiga a los clientes de la misma manera que funciona con cualquier otro producto. En la actualidad, es ineludible para

el artista comercial el pertenecer a los cultos comerciales anteriormente mencionados, pues debe acaparar la atención, debe evolucionar con las modas, someterse al juicio de su público, de su culto ¿Qué valor artístico tiene una obra tan fácilmente alcanzable, manipulable, igualable y poco original? Su valor comercial seguramente será inversamente proporcional al nivel artístico de la obra. Podría decirse que la opinión que daré a continuación es simplemente mi concepción subjetiva del arte, mi gusto propio, y que estoy siendo contradictorio. Así, sépase que estoy hablando de manera objetiva sobre la diferencia entre artistas y artistas comerciales, siendo un hecho que éstos existen y no se trata de una clasificación subjetiva; también me refiero a cómo la necesidad del artista comercial de evolucionar de acuerdo a su público lo hace más vulgar y elimina su visión individual de la música y su propia obra: este es un hecho innegable. Aclarados estos puntos, afirmo que agrupaciones musicales y artistas que, aunque firmaron con sellos discográficos para vender su música (en una sociedad capitalista todos necesitamos vivir de algo), sin embargo se mantuvieron fieles a sus raíces musicales, ideas propias y visión del arte sin permitir que la opinión de sus “clientes” alterara su sonido. Esta fidelidad a los ideales propios es sin duda para mí digno de mérito e incrementa el valor artístico de una composición, pues ésta representaría ideas originales de un individuo o un pequeño grupo a diferencia de los gritos del montón. Se trata de la misma diferencia entre construir una obra literaria o reenviar una cadena de correo electrónico, es más, me encuentro completamente convencido de que para ejemplificar mi conclusión bastaría con comparar a Pink Floyd con The Black Eyed Peas. En suma, mi conclusión es que mas allá de la complejidad en las composiciones, de la imagen y el performance, la integridad y el criterio de un artista permite entender la calidad de su obra, incluso si no es de nuestro agrado. Pero eso es sólo mi opinión. www.sinpretextos.com

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DEL“MAÑANA LEPAGO”AL “EL QUE FIABA SE MURIÓ, MALAPAGA LO MATÓ” :

DE

ACERCA

PROMESAS INSINCERAS LA

LAS

Y DESCONFIANZA ANDR STAFUR Daniela

É

Ilustrado por

VALENCIA


E

s recurrente, o mejor, no es raro, - de hecho es cotidiano - encontrar en cualquier tienda o mercado de barrio algún tipo de anuncio que

o medianos, jocosos o rotundos, pero siembre categóricos de acuerdo con las situaciones que presentan, esa es su función originaria. Son rojos, verdes, amarillos, azules, por

Andrés Tafur más que estrictamente contractuales, abstractas y vacías del tipo vendedor-cliente u oferta-demanda, como nos han enseñado algunas teorías del pensamiento económico. Bien, empecemos por detrás, como debería ser siempre. ¿De qué se trata la teoría de los actos de habla?

pasado siglo que viene del empirismo inglés tradicional, y sobre todo del pensamiento de Bertrand Russell, quien acuñó pasar desapercibidos. Se escriben con fuentes de gran una tesis: “todo enunciado con sentido es, o verdadero, o tamaño y en negrita para que se impriman en los intestinos, falso”. Es decir que el tradicional “Hoy no fío, mañana sí”, o en lo más profundo de la memoria, y luego forrados en y cualquier tipo de enunciado, desde el punto de vista de contact para hacerlos prácticamente inmunes y muy, muy Russell, tendría valor exclusivamente lingüístico en tanto perdurables. La idea, claro está, es que esta especie de tributo pudiera ser constatado como verdadero o falso, nada más. al kitsch, no pueda no llamar la atención – están hechos Tal constatación depende, más que de su correspondencia para eso -. De ahí que podamos establecer que su razón de ser y estar es explícitamente una: realizar una acción. Este es el panorama sobre el que se abre Jhon Austin. Tales anuncios no sólo cuentan con una buena El “viejo plan”, como lo llamara él mismo, o la “línea dura” cantidad de formas y estilos de presentarse o de presentar un estado de cosas, sino también de contenidos y de fuerza a la una serie de tesis a partir de las cuales pensaba y estudiaba hora de instaurar lo que quieren decir. No solamente dicen, lenguaje perfecto, esto sino que paralelamente hacen. De esta manera podemos es, una suerte de esquema o modelo que lo ordenara en su encontrar algunos con una escueto, pero categórico: “Hoy relación denotativa con las cosas, sin tener en cuenta su no fío, mañana sí”, o algunos más joviales, pero no menos dimensión concreta, es decir, los distintos contextos o usos “Sólo le fío a mayores de 90 años que de las expresiones. Austin impugnará estos postulados con , “Que le fíe... no jodás miras a construir una teoría nueva, la teoría de los actos de [sic], sigamos siendo amigos”; de corte “lógico-deductivo” habla: “Lo que necesitamos además de la vieja doctrina como, “Fiar es cosa ingrata, se pierde el amigo y se pierde la plata”; “Como es tan duro pagar y tan penoso cobrar las posibles fuerzas de las emisiones (…)” (Austin, 1989); , “Si fío pierdo lo mío, si doy, a la ruina tener voy. Si presto, al cobrar molesto”; certeza ellas, sino que no se puede perder de vista la fuerza con la que . Algunos otros evasivos: “El que fía son dichas, los efectos que producen y las circunstancias y no está aquí: salió a cobrar” convenciones que comprometen. Para Austin, las palabras, y directos: los actos lingüísticos, antes que cualquier cosa, sea en de contado”; ; “Páguelo en tres contados: Sacando, contando y pagando”; “Si promesa, juramento, consejo, argumento, consideración, veto, saludo, etc., etc., invocan una acción. Son un Si bien todos los “letreros” que aparecen y desaparecen hacer. Afectan el mundo. Es en este contexto en el que en las tiendas pueden servir para pensar cosas a partir de la teoría de los actos de habla, y así me lo he propuesto en la desde una perspectiva no exclusivamente lingüística sino medida en que su decir es directamente un hacer (sin letrero también moral, que es en donde radicaría su fuerza como no hay promoción, no hay rebaja, no hay excusa, ni circular ni felicitación – son convencionales); paralelamente el que Hoy no fío, sino que también no con-fío en usted, desarrollo de este artículo no dejará de estar puesto sobre que la necesidad a la que apela a mí me tiene sin cuidado. los fenómenos morales que estos comprometen, dado que lo Y el mérito de Austin, y de su equipo de trabajo, es que está de fondo son relaciones interpersonales, humanas, haber descubierto este tipo de enunciados, a los que llamó www.sinpretextos.com

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enunciados performativos. Estos enunciados no describen, no informan sobre la realidad sino que realizan lo que ellos expresan o lo que ellos significan, por oposición a los otros enunciados que describen o informan sobre la realidad, a los que el mismo autor denominó constatativos. Los enunciados performativos son actos: no describen la realidad de manera verdadera o falsa, tampoco describen acciones, no describen actos que yo haya realizado, que realizo concomitantemente con lo que digo, o que voy a realizar, sino que ellos mismos son actos. Ellos, por decirlo de otra manera, instauran una situación que no existía antes de su emisión. Es a lo que nos referimos cuando pensamos en los anuncios de las tiendas, puesto que no solamente informan sobre una decisión de sus propietarios, “La Admon”, no simplemente describen un estado de cosas, sino que instauran una realidad concreta: la desconfianza: una forma de ser y de relacionarse con el mundo. Sin embargo, para realizar el acto de manera afortunada se requiere el concurso de determinadas condiciones. El hecho de pronunciar o escribir las palabras no compromete la realización del acto per sé, sino que es preciso, además, que las palabras se emitan en condiciones apropiadas. Austin establece seis condiciones que agrupa en tres clases: A, B y Γ. La cuestión es que un fracaso en las condiciones A y B invalida totalmente el acto; en cambio, un fracaso en las condiciones Γ no lo invalida, simplemente lo hace insincero. En esta oportunidad hablaremos de los infortunios de la clase Gamma (Γ), por tratarse de presupuestos cercanos a lo que se está exponiendo en este artículo. Sin embargo digamos a vuelo de pájaro que cuando falla alguna de estas seis condiciones el acto se considera infortunado, puesto que, para el caso de A, se requiere que el procedimiento sea convencional y aceptado; y que las personas y las circunstancias particulares sean las apropiadas para recurrir al procedimiento particular que se emplea. Y en el caso de B, que el procedimiento se lleve a cabo por todos los participantes en forma correcta, y que sea realizado en todos sus pasos. Las condiciones Γ.1 y Γ.2 son condiciones de sinceridad. Será pertinente advertir que este es el tipo de infortunio que tenemos en el caso de quien promete cumplir con la obligación de responder por el fiado, pero en todo caso no será el del tendero o cantinero que de manera muy sincera cuelga su “letrero” para ahuyentar a los “malapaga”. La condición Γ.1 se refiere a aquellos casos “en que, como sucede a menudo, el procedimiento requiere que quienes lo usan tengan ciertos pensamientos o sentimientos, o está dirigido a que sobrevenga cierta conducta correspondiente de algún participante, entonces quien participa en él y recurre así al procedimiento

debe tener en los hechos tales pensamientos o sentimientos, o los participantes deben estar animados por el propósito de conducirse a la manera adecuada, y, además, (Γ.2) los participantes tienen que comportarse efectivamente así en su oportunidad.” (Austin, 2008, pág. 60). Lo anterior establece básicamente que todo acto lingüístico requiere de pensamientos o sentimientos que impliquen pragmáticamente que estoy dispuesto a realizar lo que digo. Si te felicito implico pragmáticamente que me siento complacido. Si te doy el pésame implico pragmáticamente que me solidarizo con tu pena. Si te prometo implico pragmáticamente que tengo la intención de hacer lo prometido. Si te apuesto implico pragmáticamente que tengo intención de pagar. Si te aconsejo hacer tal cosa implico pragmáticamente que pienso que el acto aconsejado es benéfico para ti. Una falta en los sentimientos, pensamientos, creencias, intenciones, etc., requeridos, produce un acto, pero insincero… Y valga señalar que si cuelgo un letrero que dice “no se fía”, pues implico que no confío en nadie, que no puedo vender a crédito. Que desconfío. *** Había dicho que me interesaba pensar el asunto de las promesas ordinarias en la vida cotidiana, porque comprometían el problema de las relaciones humanas, dejando atrás el artificio de las relaciones puramente contractuales que propone el mercado, al tanto de considerar el problema de la desconfianza como punto central, por ser lo que pone de manifiesto la forma y el contenido de los anuncios. Pues bien, para ello daremos un giro al planteamiento del problema inicial, puesto que no se trata de una situación que aparece en el sentido más literal e inocente del verbo “aparecer”, sino que es un estado de cosas al que se llega, debido precisamente al problema de las promesas insinceras. O sea, de la gente que no le paga al tendero. Por supuesto no será esta la oportunidad, y quizá ninguna si lo repasamos seriamente, de formular hipótesis acerca del por qué de los “malapaga”, la cosa de que si efectivamente no tienen cómo pagar, o de si lo olvidan, o si es que no les da la gana, o si naturalmente no pagan ni dándoles la plata, etcétera. No obstante, valga anotar que esa transición del “mañana le pago”, o, por el lado del tendero (a), del paso de conservar un espacio privilegiado para el libro de anotaciones y fiados; al odioso “El que fiaba se murió, malapaga lo mató”, no tiene que ver solamente con


botar el cuaderno y hacer un letrero o forrar la tienda con calcomanías, sino que pone de manifiesto la entronización de un nuevo ethos… esos nuevos y malditos tiempos puestos en evidencia por los reclamos de los abuelos cuando recuerdan “el tiempo” en que la palabra y la plata valían. Pues bien, digamos, para concluir, que el problema tiene que ver con eso, de allí que pusiéramos nuestra vista sobre lo moral. Se trata de una nueva forma de ser, pensar y relacionarse que se impone, que por supuesto trae para ello un reluciente conjunto de valores. La desconfianza no crece en los árboles, ni la defecan los animales, para decir que no es natural. La desconfianza es un valor – o un antivalor, para darle gusto a los psicólogos moralistas- que se cultiva: existe una disposición en torno de ella, tiene una procedencia, y por ser precisamente de esa manera tiene también la posibilidad de ser causa y a la vez efecto de problemas, manifiesta en acto y reconocible en potencia. ¿Cuál es su procedencia? ¿Cuál es su base material? Bajo un régimen económico y político en el que la única posibilidad de relacionarnos se nos presenta bajo los principios racionales del dinero y la ley, la posibilidad de hacerlo de acuerdo con los sentimientos y los valores de

la confianza y la estima, se presenta como excepción, si no como cosa de tontos. En una sociedad en donde cada vez es más legítimo comunicarse en los términos del lenguaje fluctuante y artificial del dinero, y donde cada vez es más legítimo que las relaciones con el Estado – y los otros – se tengan que dar (o digamos que adquieren un teórico criterio de validez) bajo el rasero de las notarías, se pone de manifiesto que confiar en los demás no tiene ninguna garantía ni resultado, que el otro no es aquella forma otra universal y a la vez concreta de hombre con quien estoy en constante relación y quien posibilita el carácter humano que le queda a la existencia, sino que es un virtual tramposo, o un ladrón, o un asesino, o un malapaga en potencia. Bibliografía Austin, J. (2008). Cómo hacer cosas con palabras . Barcelona: Paidós. Austin, J. (1989). El significado de una palabra. En J. Austin, Discursos filosóficos. Madrid: Alianza Editorial. Giraldo, A. L. (1992). Breve tratado sobre la mentira. . Santiago de Cali: Centro editorial Universidad del Valle. Giraldo, A. L. (2000). Seis conferencias sobre teoría de la argumentación. Bogotá: AC Editores.

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UNSUVENIR SOUVENIRDE DESORTILEGIO SORTILEGIO UN Yeison Segura

UN SUVENIR DE SORTILEGIO Yeison Segura etrás del biombo de topacio

D

Envuelto en un murmullo de fuente Mojandoras en secreto el aire que no arda en los hombros, el biombo depara amatista, leo susenlabios en un beso rouge. Envuelto un murmullo dede fuente Tomo servilleta porarda las puntas, Mojando en secreto el airelapara que no en los hombros, y siento mis labios a leer el beso. leo sus labios en un beso de rouge. Leo en su hermosura un rastro, un primor, un viento. Tomo la servilleta por las puntas, y siento mis labios a leer el beso. en sus tajos, Leo en su hermosura unLeo rastro, un primor, un viento. en sus acequias transparentes y abiertas Leo en sus tajos, como acequias abiertas al beso de la lluvia al beso de la lluvia ras el biombo de amatista, Leo en el calco de su boca la pira sexual en que ardí de pie con cada roce de sus labios. Leo en el calco de su boca, en un murmullo Por tanto, quiero que Envuelto todos tengamos el besode defuente su boca en el bolsillo, la flameante pira sexual en que ardí de pie con en cada roce de sus labios. Mojando en secreto el aire para que no arda Menos usted que no ha de besar excusando el temorlosa hombros, las fiebres. Por tanto, leo quiero que todos tengamos el beso de su boca en el bolsillo, en un beso de Ni usted, a quien a sus tirolabios de haber besado se rouge. le reseca el encanto. Menos usted ha de besar excusando el temor a las fiebres. servilleta porque lasnopuntas, y siento mis tanto labios a leer el beso. Y menos Tomo usted,laque desborda saliva por su boca de pensamiento acallado. Ni usted, a quien a tiro de haber besado se le reseca el encanto. Leo en su hermosura rastro, blanco. un primor, un viento. Pliego elun océano Y menos usted, que desborda saliva por su bocaalde tantode pensamiento LeoAdentro, en sus tajos, como abiertas beso la lluvia acallado. el beso de acequias coral reanima sus peces dormidos. Se pliega el océano Leo en el calco su bocaeléctricas la pira sexual en que ardí lo deblanco. pie con roce de sus labios. Lasdeanguilas se vienen desde hondo delcada principio El beso de coral, desde el pozo sin fondo de las entrañas, reanima sus peces dormidos. Por tanto, quiero que todos tengamos el beso de su boca en el bolsillo, A mordisquear mis dedos indefensos. Las arpías eléctricas, danzan, reptantes, hasta la superficie iluminada por un tenue cante solar. Menos usted que nosuhabeso de besar excusando el temor a las fiebres. Con de rouge en mi bolsillo, Rodean el cuerpo, que se hace débil y al olvido, y entonces muerden a ojos indefensos. Ni usted, a quien tiro de besado le reseca el encanto. Ganoacada vezhaber más las aguasseprofundas Se alimentan de recuerdos moribundos. ` Y menos usted, que desborda por su boca de tanto pensamiento acallado. Desaliva su atlántico recuerdo. Con su beso de rouge yéndose en mi bolsillo; apenas ansío la fatalidad del náufrago: Pliego el océano blanco. Gano cada vez más las aguas profundas Adentro, el beso de coral reanima sus peces dormidos. De su atlántico recuerdo.

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Las anguilas eléctricas se vienen desde lo hondo del principio www.sinpretextos.com 12 | 12 www.sinpretextos.com A mordisquear mis dedos indefensos.


RECOMENDADOS LITERATURA Verónica resucitada, de Carlos Orlando Pardo Una mujer que esconde profundos secretos abandona a su marido y sus dos hijas, una de ellas con tan solo pocos días de nacida. A partir de su inesperada fuga, se inicia en una vida de rebeldía poco común en las costumbres femeninas de los inicios del siglo XX, hasta terminar siendo una leyenda como trapecista de circo. De otra parte, su esposo abandonado se convierte en cofundador del Partido Comunista Colombiano, y la mayor de las hijas goza del prestigio que le otorga ser una de las más aclamadas artistas de la televisión colombiana durante los años 80’. No obstante, 60 años después de la noticia de la muerte de Verónica, esta retorna a las vidas de quienes dejara antaño, trayendo a cuestas las consecuencias del abandono y el desasosiego, así como la incertidumbre, para todos los personajes. En esta novela, el escritor tolimense Carlos Orlando Pardo nos pone en diálogo con los miedos más comunes del ser humano y nos involucra de cabeza con una increíble historia de arrepentimiento, donde la vida de los personajes se sobrepone a los achaques del azar, a saber que somos nosotros los únicos Editorial: Pijao Editores Año de publicación: 2012 Páginas: 295

El cuervo blanco, de Fernando Vallejo Rufino José Cuervo, uno de los filólogos más importantes de la lengua castellana, fue un hombre poco

a Francia y abandonar para siempre su país. No obstante, es allí donde escribe la obra Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana, siendo esta una clara muestra de la erudición de un hombre autodidacta que siempre se caracterizó por un inmarcesible amor por el idioma. En este libro, el escritor colombiano Fernando Vallejo, autor entre otros de La puta de Babilonia y La

Editorial: Alfaguara Año de publicación: 2012 Páginas: 380

Los templarios, de Piers Paul Read

¿Quiénes fueron los Caballeros de la Orden del Temple, y a qué se debió su veloz ascenso y caída? Venerados sin condiciones gracias a su notado ascetismo, los templarios representan uno de los ejércitos más poderosos de toda la historia. Liderados por los ideales cristianos, fueron los protagonistas de las cruzadas religiosas, hasta que su expansión económica y capacidad militar despertó temor en la iglesia del papa Clemente V y en el rey Felipe IV de Francia, el Hermoso. A partir de allí, se desencadena toda una campaña de desprestigio contra los caballeros, así como una sangrienta persecución y la disolución total de la orden en el Concilio de Vienne, durante el mandato del último Gran Maestre, Jacques de Molay. Piers Paul Read, historiador y novelista, nos ofrece en este libro Editorial: Byblos Año de publicación: 2006 Páginas: 508 www.sinpretextos.com

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La vida en las ventanas

Alberto Salcedo Ramos

Alberto Salcedo Ramos

La vida en las ventanas

R R

ecientemente viajé de Bogotá a Cartagena al lado de uno de esos seres híper conectados que abundan hoy. El tipo, de aproximadamente 30 años, usaba al mismo tiempo su computador portátil y su teléfono BlackBerry. Íbamos sentados en la fila de dos puestos. Al otro lado del pasillo se encontraban tres subalternas suyas. El ejecutivo les impartía órdenes, les lessolicitaba solicitabadocumentos. documentos. Mientras revisaba Mientras revisaba cada cada diagrama le pasaban, enchufado a sus diagrama que leque pasaban, seguía seguía enchufado a sus aparatos aparatos tecnológicos el moribundo a sudetanque de tecnológicos como el como moribundo a su tanque oxígeno: oxígeno: a un interlocutor por elcelular, teléfono celular, regañaba regañaba a un interlocutor por el teléfono continuaba continuaba en su laptop. tecleando entecleando su laptop. Todos conocemos aa esos esos adictos adictosaalalatecnología tecnologíaque que pululan en la la fauna fauna humana humanacontemporánea. contemporánea.Indiferentes Indiferentesalal entorno, andan siempre siempre conectados conectados aa algún algúncachivache, cachivache,yy convierten cada espacio por por el el que quetransitan transitanen enuna unasimple simple prolongación de sus oficinas o de sus cuartos de ocio. Para estos individuos individuos dispersos dispersos no no es es ningún ningún problema problema realizar simultáneamente las las más más disímiles disímiles actividades: actividades: oyen música en en su su walkman, walkman, chatean chatean por por Messenger, Messenger, montan fotos en Facebook, Facebook, trinan trinan en enTwitter, Twitter,ven venvideos videosen en Youtube, preparan un un informe informe en en formato formatoWord Wordyyescriben escriben un mensaje mensaje de de texto textoenenelelteléfono teléfonocelular. celular. Además Además de de ser ser difusos, temerarios: cierran los ojos dentro los difusos, son son temerarios: cierran los ojos dentro de losdebuses buses lo peligroso es hacer esoColombia en Colombia – – con –locon peligroso que esque hacer eso en – para para disfrutar las canciones de susuben Mp4;lassuben las disfrutar mejormejor las canciones de su Mp4; escaleras escaleras con la vistaen enterrada susu Ipad, o en eléctricas eléctricas con la vista enterrada su Ipad,en o en Nintendo su DF.yLa sabemos, DF.Nintendo La adicción la adicción sensatez, yyalalosensatez, sabemos,yanolosuelen ir de no suelen ir de la mano. la mano. El fotógrafo Camilo Camilo Rozo Rozo me me contó contóque quehace hacepoco poco una pareja parejaenenununrestaurante restauranteelegante elegantedede Bogotá. vio aa una Bogotá. En

En la mesa había la mesa había velas, velas, flores rojas, viandas exquisitas. exquisitas. Sin Sin embargo, ninguno embargo, de los novios parecía interesado en la atmósfera romántica que los envolvía: ambos tecleaban de manera compulsiva en sus respectivos BlackBerrys. Abochornado por la escena, Rozo consideró su deber elevar una plegaria urgente por los dos enamorados: – Ay, Dios mío – suspiró –:¡ojalá que por lo menos estén chateando entre ellos! El nombre del software que nos comanda no es gratuito: Windows. Prender el computador, en efecto, es abrir las ventanas para que entre aire fresco, es iluminar lo que parece oscuro. Puede que este aparato sea útil para escribir una novela o para elaborar un informe financiero, pero no nos engañemos: el computador nos sirve, sobre todo, para fugarnos de las tareas pendientes, de los problemas cotidianos. A estas alturas Windows ya no es un simple programa informático sino un plan de vida. Consiste en suponer que para zafarnos de la rutina basta con dar click y abrir una ventana. Todos los artefactos que hemos ido acumulando en nuestra fiebre tecnológica, desde el teléfono iPhone hasta el disco duro externo, responden a ese criterio escapista. Nos abruma el universo real con sus criaturas trilladas, nos desespera este presente tan previsible. Entonces fisgoneamos la mansión de Michael Jackson para desertar de nuestra propia casa. O le subimos el volumen al walkman para que se oiga más aquel viejo bolero y menos la voz carrasposa de nuestro vecino, que insiste en hablarnos de sus deudas.

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DarĂ­o Rodriguez / Ilustrado por: Laura Troncoso

El remedio como enfermedad


Darío Rodríguez

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obres de aquellos que se graduaron en la Escuela para Lectores Daniel Pennac. Triste destino el de quienes pusieron su fe lectora sobre los diez “Derechos imprescriptibles del lector” que se encuentran en “Como una novela”, relato, manual, ensayo acerca del fomento y el ejercicio de leer. Internet se apropió de estos “derechos” hasta instrumentalizarlos o pervertirlos, convirtiéndolos en comodín de relajación, superficialidad y franca pereza. Quien hoy asuma en serio estos derechos corre el riesgo de abandonar la lectura para siempre. El presente escrito pretende probar la discordancia entre las propuestas de Daniel Pennac y nuestros usos pedagógicos cotidianos, tan próximos a la revolución digital, en cuanto al acto lector se refiere; quiere mostrar cómo los postulados de Pennac, Internet mediante, van en detrimento de lo que pretenden defender o estimular. Así mismo ofrecerá sencillas respuestas, no por literarias menos dignas de consideración, a esas problemáticas. Antes de iniciar nos ponemos en manos de dos maestros antiguos, quienes jamás fueron profesores de la Escuela para Lectores Daniel Pennac, la una por estar dedicada a sus labores domésticas, el otro por enfermedad: Virginia Woolf y Marcel Proust. Esta, autora de ensayos y reseñas en medio de un ambiente hostil para la lectura, para la creación. Aquél, lector beligerante del paladín de los críticos Sainte – Beuve a cuyos textos enfrentó con el aplomo de quien valora al contrincante porque no quiere adueñarse de la razón, ni entiende la polémica como una sarta de gritos, de violencia. A la luz de estos dos grandes lectores comentaremos las tablas de la ley Pennac, e iremos proponiendo alternativas a los vicios que han provocado al ser llevadas a la práctica. El inocente impulso de leer Nacemos con el impulso de la interpretación, de la curiosidad investigativa. Tal inclinación, para algunos pedagogos, padres y directores de conciencia es una opción más del individuo después de su periodo formativo. Si así lo desea puede prolongarla o profundizarla, o detenerla. Llega el momento en el cual se considera al alumno o al profesional como formado y los presuntos sabios que lo educaron suponen que ya ese individuo no necesita más guías: para suplirlas están sus propios deseos, su criterio en apariencia educado. Si quiere, leerá, seguirá leyendo; o no. Quienes dan a leer durante la primera pulsión, la más inocente, después la impiden y obstaculizan gracias a

la omisión y a la indiferencia. Han leído a Pennac cuando escribe que tenemos el pleno derecho a no leer, si queremos. Y, aunque no lo hubieran leído, con el desparpajo propio de la relajación mental, le dicen a los posibles lectores: “Si quiere, no lea, o si quiere, lea; nada le va a pasar en cualquiera de los dos casos.” Lo que ignoran estos maestros tan tranquilos es la enseñanza de los siglos. Desconocen que a Occidente lo gestaron, además de con guerras y saqueos, con lectura. Son más los siglos en que se ha leído como para que ahora vengan a decirnos que no leer también es una opción, y no sólo eso: en algunos casos, la mejor. ¿Para qué leer?, se preguntan aquellos que en alguna oportunidad padecieron el impulso lector pero les fue anulado. Gentes edificadas en la vida práctica, el esplendente mundo de los negocios y el trabajo como dogma. Empero, tal interrogante es perentorio para nuestra reflexión. Se lee en orden a formular de modo más sólido las preguntas eternas, esos enigmas con los que todos nos hemos topado. Aquí se trata del impulso de leer. Y no importa si en principio se lee la novelita de Paulo Coelho o el periódico regional mal redactado. Nuestros formadores de lectura, deconstruidos por el audiovisual – que, según dicen los entendidos, también se lee aunque de otros modos – se valen de la prescripción Pennac y proclaman: también se puede vivir sin leer. Pero seremos más fáciles presas de la manipulación que no indaga si no leemos. Entonces sí que pasa algo si no se lee. Es tan angustioso el mandato social y su decreto de no detenernos, de seguir en nuestra carrera frenética, que leer para no disipar el impulso se vuelve una forma de aplacar esa carrera. La apuesta inicial es por volver al deseo de leer. Lo que sea. Durante el tiempo que sea. Pero recuperar ese deseo en nosotros. Aunque sean los subtítulos de un film o un manual de instrucciones para armar bicicletas estáticas, pero revivir esa pulsión de leerlos bien, con empeño y seriedad. Leer nos permitirá dudar, y dudar es vivir: preguntar por qué, para qué, cómo. No leer es simple y llanamente comer, dormir y pagar servicios, obedeciendo por dentro como se obedece por fuera. Los dóciles no leen Leer textos completos El exceso, lo pantagruélico, la gula, son permitidos y aconsejados en diversas actividades de tejido social y de fortalecimiento del progreso como el alcoholismo, la drogadicción y los reality shows televisivos. Concebidas www.sinpretextos.com

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para no tener fin (siempre hay posibilidad de pedir otro trago, por ejemplo), las desmesuras están aprobadas por la constitución política y los códigos. Además son promovidas por el estado. Se parte de una idea según la cual el consumidor quiere más, y es insaciable. Entonces ¿por qué se recorta, se parcela lo que debe leerse? ¿Por qué se promueve la cultura de “lo bueno, si breve, dos veces bueno”, sentencia de Baltasar Gracián propicia para justificar los océanos de lectores frankenstein que dicen “sólo leo hasta esta página y nada más”? La culpa tal vez la tiene ese discurso lúdico del entretenimiento y la diversión, esa peste que manda: si el libro no es entretenido, si no divierte, lo mejor es saltarse las páginas aburridas y seguir en pos del placer. Tal como lo sugieren los mandamientos Pennac. No obstante, lo aburrido, lo letárgico, son también formas de aprendizaje y de formulación de preguntas. El hecho de que muy pocos emprendan tales caminos no quiere decir que sean sendas deficientes. Al contrario: es muy interesante, por meritorio, por exigente, concluir un vasto volumen sin excluir ninguna de sus páginas. Hay algo de iniciático, de cultual incluso, en un texto que se presenta delante de nosotros como extenso, con rellenos y sobrantes, porque al leerlo nos veremos obligados a extractar todo nuestra artillería pesada interior: lo cognitivo, lo sensorial, lo intuitivo. Cuán abundantes frutos hemos perdido en el rechazo de lo largo o lo tedioso. La novela de Georges Perec Un hombre que duerme, símbolo del atafago y del tedio narrado nos enseñaría, si abordáramos su sopor, la complejidad y riqueza de perder significados. Otra novela enmarañadora, macilenta, como Doctor Pasavento de Enrique Vila – Matas, con la idea de la desaparición repetida mil veces en sus páginas nos daría el preciso valor de lo insignificante. Nos hemos perdido del aburrimiento y de sus inquisiciones porque cuesta mucho y va en contravía de nuestras sociedades tan satisfechas de sí mismas, tan autocomplacientes. Saltarse páginas: buena descripción del ejercicio lector en nuestro tiempo. El zapping como estrategia de lectura. No está mal, mientras no se convierta en metodología. Cuando eso sucede algo del exigirse a uno mismo se pierde. Ese fragmento del Gran Inquisidor dentro de Los Hermanos Karamasov, tan aburrido, tan saltable a los quince años de edad, será fundamental a los treinta y cinco. Por desgracia nada, nadie nos garantiza que el lector retorne a ese trozo en el cual se habla del mal en este mundo y de por qué la redención no es una temática religiosa. Sin embargo, en el fondo, con sinceridad, el problema es más cáustico: nadie nos ha

formado para la lentitud, para la dificultad de lo que no corre. Un temor anexo al del letargo es el de la carencia de esfericidad. Esperamos del texto un cierto sentido de conclusión. Un lector convencional, cuando en la narración no hay movimiento o no cierra, se harta. En otras palabras, nos vendieron la mitad de la historia. Lo aburrido, lo tedioso, todavía son caminos vírgenes. Valen la pena. Y nos están esperando.Valen la pena. Y nos están esperando. Terminar los libros que se inician Nadie nos obliga a terminar, enseñó Pennac. Así mismo, nadie nos obliga a no terminar. Con el mérito adicional de que terminar ciertos libros es idéntico a llegar al pico de la montaña tras una larga escalada. El cariz heroico del lector que concluye es uno de los pocos signos épicos que nos quedan en este Occidente enfermo. Quien termina un libro: he ahí al héroe. No obstante, la sugerencia de no terminar es casi una tradición. “Si no me agrada el libro, lo dejo” dice Borges que Montaigne dijo. El diálogo con el libro se le hacía a Montaigne, de pronto, insostenible. No podía soportar ciertas cargas, lo cerraba y releía, por ejemplo, a Píndaro. Ese era el caso de un adicto, de alguien que sin libros no conseguía vivir. Pero tratar de establecer un paralelo entre Montaigne y nuestras sociedades adolescentes, o ya francamente locas, a las que debe satisfacerse de una vez, que piden enganches rápidos durante los primeros cinco segundos de lectura, es arbitrario. Aunque nos cueste creerlo, algunos se planteaban hace mucho tiempo la lectura de libros hasta el final. Sobre las páginas iniciales se juraban dar término a esa lectura, les costara lo que les costara. Muchos podrían dar testimonio, en el presente, de la dicha experimentada al terminar un volumen, sin importar su extensión, y al que le han invertido tiempo o esfuerzo. Es difícil describir esa emoción cercana a la epifanía, pero puede decirse que el galardón se encuentra en el libro mismo, en lo que ofrendó, en la compañía que brindó. Quizás el audiovisual o la revolución industrial, o el diablo nos acostumbraron mal. Somos niños insaciables y además malcriados. Una manifestación de esta mala crianza o maña tiene que ver con el acuerdo o desacuerdo producido por el libro leído. Si el lector no está de acuerdo con las ideas del autor, bota el libro a la caneca de la basura. Y luego, se lamenta. Olvidamos que el desacuerdo es, también, una manera de construir; el disenso y el debate nacen justo del desacuerdo. No terminar un libro debido a desacuerdos es negar la posibilidad del diálogo autor – lector. www.sinpretextos.com

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Darío Rodríguez ¿Qué es releer? Parece algo tan simple que merecería comentarios breves. Pero detengámonos un momento, auscultemos esa actividad, volver a leer lo que alguna vez se leyó, y notemos en principio que no es tan sencillo ni tan simple. Pennac señala el acto de releer en clave hedónica. Nuestra impresión es que el regocijo de regresar a las páginas amadas posee otros ribetes que van más allá de lo placentero. Releer es también un retroceso racional – aunque este adjetivo resulte un poco pesado en épocas de absolutismos emocionales y, o, sentimentales-. Es una forma de autocontrol y de autoevaluación. Si hay un momento en que un texto pide cuentas a su lector es la relectura. Siddharta de Hermann Hesse, leído, no es el mismo que se releerá. Su lector ya es otra persona al instante de releer, no sólo por el concepto foucaulteano de que la persona no es una sola, es muchas, sino por el trabajo de Cronos en libro y lector. La relectura es el ejercicio de más alto refinamiento que pueda interponerse al decálogo de la Escuela Pennac. Cuando decimos refinamiento apuntamos en especial a la actitud aristócrata de quien anda prevenido ante lo que lee, como Proust, de quien elige bien y sabe establecer jerarquías, idéntico a Virginia Woolf. Elegir con responsabilidad lo que se relee es demostrar que hay claridad. La relectura es una sorpresa destinada a quien sabe elegir del mejor modo. Si algo aporta leer mucho, o leer a secas, es una intuición, una visión panorámica que ayuda a saber desde antes qué se releerá. No es solo repetir. Podemos voltear la moneda y decir: tan clave como releer es decidir lo que no debe releerse. Habría que preguntarse por las consecuencias del releer. ¿Qué respuestas daremos a nuestras relecturas? Si el libro nos transformó la reacción debe ser concomitante con tales cambios, pasar de la emoción primaria a elaborar una suerte de balance creativo. Así, una lectura es germinante si nos conduce a otras y a nuevas lecturas. Si algo sólido posee la lectura es la relectura. No se puede leer cualquier cosa Daniel Pennac escribió el quinto derecho, “Leer cualquier cosa”, durante una época insólitamente ya lejana en la cual no cundía el influjo de Internet. Una cosa era aconsejarle al incauto la lectura de cualquier libro antes de la Red, y otra, muy diferente, peligrosa además, es aconsejárselo ahora en pleno auge del ciberespacio. Convencerse de

leer cualquier cosa en una época que le voltea la espalda al lector tradicional –ese que roba dos horas de tiempo valioso para el libro, o los libros – es, por sí, una diminuta liberación. Un acto que cuestiona, de entrada, la pasividad analfabeta. El problema empieza cuando ese lector de cortos mensajes web se conforma con esa manera unívoca de lectura. Un progreso que haya lectura, sí. Pero seguir durante el resto de vida útil leyendo posts de redes sociales, y suponer que eso es leer, resulta un despropósito. Ahí surge el interrogante de si debe leerse cualquier cosa. No antes, sino después de haber iniciado a leer. La pregunta incluiría una más tajante: cómo leer sin miserias, sin atrofiarse. Olvidamos que la lectura es también una labor, un trabajo. Aunque algunos maestros o sabios insistan en que se trata sólo de un jueguito en orden a pasar ratos agradables. Leer es vivir, y vivir no es cualquier cosa. Y si quiere evitarse la miopía de los cerebros no debe leerse cualquier cosa. Y que los defensores del pensamiento débil y demás posmodernidades perdonen. Parece tonto pero uno debe saber qué va a leer. Si el criterio de un lector se reduce a leer un librito porque está en boga y ha vendido muchos ejemplares, ese lector está siendo quizás engañado. El mercado está decidiendo por él. La anticipación y el juicio crítico previos no son opcionales. No todos tenemos estas virtudes. Es fácil confundir el discernimiento de la crítica clásica con el gusto. Cuando un lector se plantea con exactitud qué va a leer, está reconociendo dentro de sí que sabe con antelación, desde antes, que ese libro no lo va estafar. Un libro pude cambiar a su lector. Entonces sí es una responsabilidad. Cómo saber lo que debe leerse, en quién confiar si no se tiene el olfato del lector veterano. En los críticos. Sí. No se ha leído mal: en los críticos. En esos individuos con tan mala prensa. No en los autores de reseñas bibliográficas, porque cualquiera emite opiniones acerca de lo que lee. Hasta las escriben. Un reseñista no es ni será un crítico. El crítico ubica al lector. Y lo forja. Acompaña al gusto, que es formado por el lector, lo acera. Lo último que le dice a un lector es “lea cualquier cosa”, de hecho, si es serio, nunca dice eso. Es un pedagogo sutil: le enseña al lector por qué debe preferir a Idea Vilariño sobre Mario Benedetti. La crítica es una forma de vida, un vivir en la argumentación. Por eso no todos podemos ser críticos. Y el gusto se educa a partir de la crítica justa. Opinar lo hacemos todos, pero lanzar juicios de valor no es un impulso espontáneo como toser o estornudar. Dos famosas www.sinpretextos.com

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Darío Rodríguez declaraciones pretenden dar al traste con esto: “Toda opinión es respetable” y “Entre gustos no hay disgustos”, banderas de quienes prefieren evitar el duelo de pensar por sí mismos. Ya los pensadores de la Ilustración nos enseñaron lo contrario: no toda opinión es respetable, debe discutirse, debatirse. Del mismo modo los gustos, porque si no se debaten ni comparan con otros gustos caemos en el riesgo de considerar arte a cualquier cosa, incluso a lo dañino y enajenante. Si se carece de un criterio afilado del gusto, se leerá cualquier cosa. Entre los críticos y las lecciones de los clásicos podremos madurar nuestro gusto. La conversación con otros lectores también ayuda. ¿El derecho a leer, sin atención, en cualquier parte? Se puede leer en cualquier parte. El problema es otro, está más oculto. Es la falta de atención. Tras veinte años de Como una novela uno de los grandes cambios que hemos experimentado es el cognitivo. La atención en tiempos de Pennac no dependía de una condición locativa, o de la multiplicidad de locaciones. Ahora sí. Nuestra atención (compromiso con las ideas, personajes y propuestas de los libros) por desgracia depende de nuestras ocupaciones y se elabora a partir de elementos circunstanciales. Pennac aconseja leer en cualquier parte. Pero cualquier parte resulta inútil ante el hecho tajante de que no vamos a permanecer ahí por mucho tiempo. Pueden reunirse todas las condiciones físicas para lograr la lectura, la dificultad es otra: el lector estará en otro lugar. La ubicación física al libro le tiene sin cuidado. Nuestra ubicación emocional como lectores es decisiva, hay que lucharla justo porque nos han venido educando en desubicarnos. Para Pennac el problema no existía: irse a leer era irse a leer, no importaba dónde. Después de Internet el problema se agudizó, irse a leer es disponer de unos minutos y, es inevitable, pensar al mismo tiempo en lo que se abandonó por ir a leer, pagar deudas, defenderse de los enemigos. Tratar de leer, en estos días, es contar con que se pensará en mil obligaciones más, en lo urgente. Sin embargo, la falta de atención quizás encuentre una veta de alivio en el ejercicio mismo de la lectura. Pennac tiene razón cuando afirma que leer es un acto de resistencia. Si los imperios audiovisuales nos obligan a observar caudales desproporcionados de imágenes conduciendo nuestra atención a su nivel Cero, ahí está el libro que sí exige atención, invita sin forzar a

prestarle atención a una sola temática por vez, y por grados. Paulatinamente. Sin importar dónde se lo lee. A problemas de lectura, pues, soluciones de lectura. Joseph Brodsky, inolvidable poeta ruso, en un discurso de grado, dio uno de esos consejos que debiera alguien grabar en oro: para adquirir el hábito de la lectura, debe empezarse por leer textos cortos. El poeta aconseja no perder la costumbre de leer, o adquirirla, leyendo cuentos muy cortos, aforismos, poesía, flores de brevedad. Una vez el lector esté familiarizado con este tipo de textos, poco a poco pasará a textos más largos. El derecho a leer en cualquier parte para alguien que trabaja en sitios infernales, por una paga injusta, con jefes despreciables, ya no es un derecho. Es una obligación. Adiós al picoteo El del picoteo o picotazo, ese mirar o leer un poco del texto, abandonarlo y seguir en otros menesteres, no sólo es una respuesta a un problema de tiempo. Pennac lo justificaba, en la misma línea de Brodsky, por la lectura de materiales afines al picotazo: piezas cortas. La culpa de esta cultura picotera es también de quienes hacen los libros como de quienes los proveen al público lector. La queja obvia contra esta gente es que los libros son muy costosos. Pero siempre es posible adquirir libros usados, vividos, amados por otros. Una comunión con ilustres desconocidos. O están las bibliotecas públicas, arcano del solitario profesional y de los escolares; en una biblioteca pública se halla el programa de estudios auténtico. Es cierto: entre la televisión, Internet y la disipación de la rutina no existe tiempo, ni hay cómo administrarlo. Tras la conquista de dos preciadas horas para el libro, el lector se topará con el obstáculo mayúsculo, con Goliath: los señores que fabrican libros y quienes los venden conciben al lector como comprador. Los editores, en especial, desconocen que sus lectores necesitan tiempo. Piensan en términos financieros, producen novedades sin pausa. Deseosos de vender bien, sus criterios actuales de edición son la agilidad, la lectura como consumo, libros o textos de rápido deleite. Nuestra propuesta es sencilla: nada mejor que volver a los clásicos, y a los clásicos extensos, desconociendo por completo esta ola editorial que comprime. Y sí hay tiempo. Está cautivo entre nuestras alternativas de entretenimiento y espectáculo y ocio. Pero podemos robar cuando menos una hora del día para leer. No sólo libros, por favor. Ver un film de Ingmar Bergman no es algo que www.sinpretextos.com

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Las cosas en cuanto al leer en alta voz han cambiado Las cosas en cuanto al leer en alta voz han cambiado de medio a medio. No es un simple gesto de cortesía con los de medio a medio. No es un simple gesto de cortesía con los analfabetos ni con el respetable público circundante. Hoy analfabetos ni con el respetable público circundante. Hoy leer en voz alta significa para el poeta un jam, un performance en el que se exhibe sin piedad y para el orador la posibilidad en el que se exhibe sin piedad y para el orador la posibilidad de ofrecerse en venta. La Escuela para Lectores Daniel de ofrecerse en venta. La Escuela para Lectores Daniel Pennac enseña: leer en voz alta es exhibirse, exponerse. Pennac enseña: leer en voz alta es exhibirse, exponerse. ¿Quién quiere exponerse, durante los días que corren, ¿Quién quiere exponerse, durante los días que corren, con una intención distinta de la puramente comercial? con una intención distinta de la puramente comercial? La otra cara de la moneda, desde el punto de vista La otra cara de la moneda, desde el punto de vista Pennac, es leer en voz alta a un destinatario íntimo. Sin Pennac, es leer en voz alta a un destinatario íntimo. Sin embargo, hay elementos fundamentales de la lectura embargo, hay elementos fundamentales de la lectura silenciosa que ya querría tener la lectura en voz alta privada. silenciosa que ya querría tener la lectura en voz alta privada. Tienen que ver con la comunión, con el diálogo interno, Tienen que ver con la comunión, con el diálogo interno, lejos del estruendo. Lo que sólo el autor puede decirle a lejos del estruendo. Lo que sólo el autor puede decirle a su lector silencioso. Por supuesto, la degustación de las su lector silencioso. Por supuesto, la degustación de las palabras dichas a viva voz – más en frente del ser amado o palabras dichas a viva voz – más en frente del ser amado o querido a quien se lee – es loable sí y sólo si en verdad hay querido a quien se lee – es loable sí y sólo si en verdad hay alguien interesado en oír esa lectura. Y eso sucede pocas alguien interesado en oír esa lectura. Y eso sucede pocas veces. En cambio, la comunión, la comunicación silenciosa veces. En cambio, la comunión, la comunicación silenciosa entre lector y autor, no tiene parangón, porque el autor entre lector y autor, no tiene parangón, porque el autor le habla a su lector y sólo a él. Perder esta comunicación le habla a su lector y sólo a él. Perder esta comunicación directa por una indirecta – dirigida a un público directa por una indirecta – dirigida a un público específico, o a un escucha que quizás olvide, no es grato. Quizás hasta que aprendamos el arte de leer en silencio Quizás hasta que aprendamos el arte de leer en silencio podremos estar preparados para la lectura en voz alta cacareada podremos estar preparados para la lectura en voz alta cacareada por Pennac. Entonces leer en voz alta se convertirá en por Pennac. Entonces leer en voz alta se convertirá en experiencia epifánica gracias a que antes se leyó para sí mismo. experiencia epifánica gracias a que antes se leyó para sí mismo.

Antes de callar tendremos que haber dado de leer a Antes de callar tendremos que haber dado de leer a alguien. Tendremos que haber enfrentado, hasta vencer, alguien. Tendremos que haber enfrentado, hasta vencer, nuestra propulsión a ver utilidad y practicidad en lo que nuestra propulsión a ver utilidad y practicidad en lo que leemos. Si no conocemos el profundo valor poético de la leemos. Si no conocemos el profundo valor poético de la inutilidad, no podremos callarnos. inutilidad, no podremos callarnos. Han pasado veinte años desde la publicación de Como Han pasado veinte años desde la publicación de Como una novela. Sus derechos imprescriptibles se han vuelto una novela. Sus derechos imprescriptibles se han vuelto prescriptibles gracias al frenesí que estamos atravesando. prescriptibles gracias al frenesí que estamos atravesando. Detrás de la estampa leve que los grandes medios informativos Detrás de la estampa leve que los grandes medios informativos quieren endilgarle al lector de hoy se encuentra la posible quieren endilgarle al lector de hoy se encuentra la posible desaparición del auténtico lector tal como lo conocieron las desaparición del auténtico lector tal como lo conocieron las edades del pasado, y la gestación de uno quizás dinámico, edades del pasado, y la gestación de uno quizás dinámico, mejor informado, pero paralítico, balbuciente, dormido. mejor informado, pero paralítico, balbuciente, dormido. Mientras el lector a la antigua muere, observémoslo Mientras el lector a la antigua muere, observémoslo por unos momentos. Ahí está, náufrago de quinientos por unos momentos. Ahí está, náufrago de quinientos desastres que a veces parecen uno solo: la economía, la desastres que a veces parecen uno solo: la economía, la enajenación. Naufragó, pero ha podido refugiarse en una isla enajenación. Naufragó, pero ha podido refugiarse en una isla presuntamente desierta donde está solo. Donde sobrevive presuntamente desierta donde está solo. Donde sobrevive mientras entiende sus enloquecidas circunstancias a punta mientras entiende sus enloquecidas circunstancias a punta de descifrar símbolos, signos que se le aparecen cuando de descifrar símbolos, signos que se le aparecen cuando menos lo espera. Róbinson Crusoe es su nombre, y nota que menos lo espera. Róbinson Crusoe es su nombre, y nota que sólo un libro, o unos libros, pueden salvarlo. Lo piensa un sólo un libro, o unos libros, pueden salvarlo. Lo piensa un poco mejor, mesa su barba descuidada, sacude sus ropas de poco mejor, mesa su barba descuidada, sacude sus ropas de diario, y concluye que esa salvación tiene unos pigmentos diario, y concluye que esa salvación tiene unos pigmentos contrarios a los esperados. Concluye que el libro redentor, contrarios a los esperados. Concluye que el libro redentor, es la isla desierta. Esto lo tranquiliza. Y sigue leyendo. es la isla desierta. Esto lo tranquiliza. Y sigue leyendo.

“ese era el caso

de UN aDICTO,

DE

ALGUIEN QUE

LIBROS podia

SIN

Leer en silencio Leer en silencio

Antes de callarnos Antes de callarnos

NO

vivir

a picotazos pueda hacerse con seriedad. Oír completo, sin a picotazos pueda hacerse con seriedad. Oír completo, sin picoteos ni interrupciones, el disco Live in Japan de John picoteos ni interrupciones, el disco Live in Japan de John Coltrane es una experiencia de lectura. Los textos dignos de Coltrane es una experiencia de lectura. Los textos dignos de leerse no fueron creados para ser abordados por pucheros. leerse no fueron creados para ser abordados por pucheros. La mayoría de las lecturas a picotazos es inane. No La mayoría de las lecturas a picotazos es inane. No permite rumiar debido a que impide una visión de conjunto, permite rumiar debido a que impide una visión de conjunto, panorámica. Esa capacidad de abarcar todo el campo del libro panorámica. Esa capacidad de abarcar todo el campo del libro es una virtud que se está perdiendo. La idea de totalidad, propia es una virtud que se está perdiendo. La idea de totalidad, propia de la Modernidad, agoniza ante nuestros ojos estrangulada de la Modernidad, agoniza ante nuestros ojos estrangulada por un absorbente principio de sinécdoque: tomamos el por un absorbente principio de sinécdoque: tomamos el todo por la parte. Se trata de un problema de contexto. todo por la parte. Se trata de un problema de contexto. En últimas, el picoteo es decisión del lector. Él elige En últimas, el picoteo es decisión del lector. Él elige si va a seguir leyendo pedacitos por el resto de sus días, o va si va a seguir leyendo pedacitos por el resto de sus días, o va a dedicarse a leer libros completos. Que es, en el fondo, leer a dedicarse a leer libros completos. Que es, en el fondo, leer mundos completos. mundos completos.

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Ruben Darío Higuera Rubén

TRENES RIGUROSAMENTE VIGILADOS: TRENES RIGUROSAMENTE VIGILADOS: UN AMOR QUE PERSISTE UN AMOR QUE PERSISTE

L

a vi por primera vez en 2004, una noche de septiembre, en un salón oscuro. Recuerdo la fecha con exactitud porque los grandes encuentros, tanto como los grandes amores, son imborrables. La sala estaba llena de mujeres jóvenes, en su mayoría estudiantes. Yo estaba allí para hacer lo que acostumbraba a hacer mientras era estudiante de música y perdía paulatinamente mi irresponsabilidad de querer ser pianista: veía cine. Lo veía a diario. Me había acostumbrado a él gracias a una enfermedad pasajera que me dejó en cama durante dos meses y con la que, para mi bien, según algunos médicos, era conveniente el reposo, con lo que se me recomendó ausentarme de los libros y la lectura. Entonces, sin más remedio, cedí al cine. A diario veía películas, cuatro, seis; incluso llegué a ver ocho en un solo día. Bien lo recuerdo: en la mañana Bresson con su Les Dames du Boulogne (1945) (1945) yy la genial Un condamné à mort Bois de Boulogne s'est échappé (1957). Ya al borde del medio día Sunset Boulevard (1950) de Billy Wilder, película con la que ha surgido una alianza indestructible, pese a los años, y a la que me he mantenido fiel. A esas alturas del día, mis ganas por ir a la biblioteca en busca de algún libro eran demasiado fuertes, pero la vigilancia constante de mi madre, inteligente como es, impedía que ese amor me perjudicara. Un día, bien lo recuerdo, me dijo que empezara a leer relatos hasta que el dolor de cabeza fuera aplacándose, y ella misma trajo, no sé desde qué librería, un ejemplar bellísimo de los cuentos completos de Nabokov. Y así empecé de nuevo mis

relaciones con la literatura, esa mala amante de la que no he sabido ni he querido nunca separarme. Pero volvamos de nuevo, démosle final a ese día en que mis ojos adheridos en el asombro completaron una jornada frente a la pantalla del televisor sin que me levantara un momento de mi cama. Wild at at heart (1990) del polémico, La cuarta película fue Wild para mí impoluto, director norteamericano David Lynch. La cosa es que así seguí toda la tarde y gran parte de la noche, y de esta forma fui conociendo ese universo de luces, bandas sonoras y planos, que yo, muy injustamente, había rechazado, pues siempre me había negado al cine por una razón que aún hoy sigo desconociendo. Esa misma tarde descubrí al culpable de mi encadenamiento con el séptimo arte: Jean Luc Godard. Vi cuatro de sus películas: Le petit soldat (1963), Vivre sa vie (1962), con la que descubrí mis primeras lágrimas cinematográficas y el encantamiento verdadero de un hombre convertido en quién sabe qué cosa; Bande àà part (1964), película con la que me enamoré de un imposible: Ana Karina y À bout de soufflé (1960), con la que maldije los amores imposibles y los posibles, y en la que descubrí que la poesía está, puede estar, también en unos ojos de mujer. Así que vean no más, aquella noche de septiembre yo estaba inmerso, ya, en una de mis adicciones, la menos fuerte, claro, porque hay otra (aquella mala amante) que ha empezado a envejecerme y a robarme el sueño. Y entonces la vi por primera vez, llena de gracia, de humor, de trágica comedia. Su nombre: Trenes rigurosamente vigilados

Ilustracion: Cate Ceballos

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(1966). Jiri Menzel su director. Me enamoré en seguida, con las primeras imágenes y la voz en off de un joven cuyo nombre era Milos Hrma, pero más me enamoró su deseo, ese espejo que me proyectaba sin vanidad ni zozobra: Milos Hrma deseaba, al igual que sus antepasados, no hacer nada salvo estar en un andén haciendo señales y evitar, de esta forma, todo esfuerzo, mientras otros tienen que pujar y sudar, por esto, el joven Milos asiste a un curso de transportes para ser controlador de trenes. Pasan imágenes, transcurre la historia; una historia sencilla en un marco de guerra, pues a ese país en el que suceden las cosas, los nazis, ese cáncer del salvajismo y osadía, lo están invadiendo. Se libra entonces una guerra, la segunda mundial de la que los personajes apenas llegan a enterarse debido al escenario lumpen en el que trabajan, una estación de trenes apartada, pequeñita e insignificante. Pero Trenes rigurosamente vigilados es también un libro, una bellísima novela escrita por Bohumil Hrabal, un hombre que se dejó cautivar siempre por las cosas sencillas de la vida, hacedor de una literatura limpia, sin grandilocuencias ni excesos, que ha sido, al lado de Milan Kundera, uno de los mayores exponentes de la literatura checa de la segunda mitad del siglo XX. Durante la lectura de esta novela el lector no podrá separarse nunca de la comedia que sucede dentro de la estación de trenes en donde nos encontramos con personajes variopintos que dibujan, con exactitud, la miseria de los hombres y cada uno de los individuos en medio de una guerra. Un jefe de estación que cría palomas en el techo de su lugar de trabajo; Habička un hombre que se recrea en la admiración del cuerpo de las mujeres y que, mientras las ve y habla de ellas, va filosofando, tejiendo y destejiendo sus amores y su mismísima existencia; una telegrafista atractiva y torpe; un narrador (el mismo Milos de la película) que entregado al descubrimiento de los placeres de la vida, desde la quietud de una estación, conoce la desventura

amorosa y la ilusión sexual que se convierte en su tormento. Al libro llegué años después, luego de varios intentos, todos vanos, de buscarlo en las librerías de mi ciudad. Nunca me di por vencido. Hace poco una mujer (¡Ay las mujeres y sus favores!) viajó a Argentina y le recomendé el libro que allá, le dije, con seguridad estaba. Y estuvo. Lo encontró en una librería no muy cercana del lugar en el que dormía y hoy está en mis manos. Nunca dejaré de agradecérselo. Yo a Hrabal lo había leído anteriormente y estaba seguro de que no descansaría hasta adquirir su, según de él él Una Una soledad soledad demasiado los críticos, mejor novela. Leí de ruidosa, y la fascinante obra Leyendas y romances de ciego, de la que jamás he escuchado ni leído crítica alguna, gracias a Dios. Bien saben los que me conocen, que son pocos, que yo no hago caso, más bien desdeño, a los críticos, ni tengo en cuenta sus comentarios surgidos por la falta de oficio. Leí a Hrabal y me gustó tanto como cuando descubrí el cine de Jiri Menzel. De ellos supe, poco después, que habían hecho más colaboraciones artísticas aparte de la adaptación cinematográfica de Trenes rigurosamente vigilados, la novela de Hrabal. Supe entonces de la existencia de otra película, Alondras en el alambre (1969), que tenía que ver Anuncio una una casa casa donde con un relato perteneciente al libro Anuncio ya no quiero vivir del escritor checo, y me enteré, asimismo, de la adaptación cinematográfica de una de las novelas más exquisitas de Hrabal, Yo serví al al rey rey de de Inglaterra. Inglaterra. De uno Yo serví y de otro no he podido separarme, Menzel me enseñó que se puede hacer cine de denuncia política con la fantasía ampulosa del amor en una habitación oscura, y Bohumil Hrabal me dio una de las enseñanzas que más atesoro desde el primer día que tuve un libro suyo en mis manos, que a menudo las grandes obras tanto como la más atractiva belleza, carecen de maquillaje. Los dos me enseñaron que se puede ser feliz en la tristeza o, mejor, que se debe ser feliz en ella

Rubén Darío Higuera.

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COLABORADORES

Colaboradores

Embellecido por Laura Troncoso

Laura GarcĂ­a

Karen Sarmiento

NaciĂł en Cartago, Colombia, pero vive en el Ăşltimo pasillo del mundo: Chile. Escribe un blog para el diario chileno La Tercera, es corresponsal para AmĂŠrica Latina de la revista OtroLunes.com (EspaĂąa, Alemania). en Lengua Castellana en Colabora regularmenteKaren con laestudia ediciĂłn Licenciatura impresa la Universidad del Tolima y es autora del cuento Tan de El Espectador, el semanario mexicano La solotantas un niĂąo y unaimpresas paloma. y online. Jornada Semanal, y otras revistas Ricardo Tello es un estudiante nacido en BogotĂĄ, melĂłmano y coleccionista de adicciones entre AndrĂŠs las cualesTafur se destacan las caminatas ecolĂłgicas, los libros y las guitarras. Sus intereses son la $QGUpV 7DIXU HV XQ VHU KXPDQR TXH SURFXUD relaciones conacabaron el planeta, “la bebida yvitales el diablo conlasel personas, restoâ€?. los animales y las preguntas. Es comunicador social, trabajador, y actualmente adelanta su tesis GH )LORVRItD VREUH VHQWLPLHQWRV PRUDOHV HQ XQD XQLYHUVLGDG D OD TXH QR OH JXVWDQ ORV ÂżOyVRIRV RubĂŠn DarĂ­o Higuera

NaciĂł en Cartago, Colombia, pero vive en el Ăşltimo pasillo del mundo: Chile. Escribe un blog para el diario chileno La Tercera, es corresponsal para AmĂŠrica Latina de la revista OtroLunes.com (EspaĂąa, Alemania). Colabora regularmente con la ediciĂłn impresa de El Espectador, el semanario mexicano La Jornada Semanal, y otras tantas revistas impresas y online. AndrĂŠs Tafur es un ser humano que procura relaciones vitales con el planeta, las personas, los animales y las preguntas. Es comunicador social, trabajador, y actualmente adelanta su tesis de FilosofĂ­a sobre sentimientos morales en una

RICARDO TELLO DARIO RODRIGUEZ

$VHJXUD TXH ODV DQDORJtDV OR FRQIXQGHQ 6DOH D FDPLQDU HQ OD QRFKH SDUD LU WUDV SHUVRQDV TXH QR FRQRFH SRUTXH VHJ~Q GLFH VHJXLU UDVWURV HV XQD IRUPD GH FRQRFLPLHQWR universal. El vino, la mĂşsica clĂĄsica y la literatura son Escritor colombiano. Quiso, como cualquiera, su mayor pasiĂłn. Actualmente es editor de la revista ser poeta. Ha pasado con mĂĄs pena que gloria por bogotana Cartel Urbano

XDOTXLHUD JORULD SRU HLV ÂżOPHV ninguna dzinski le para la productora Nadien. JamĂĄs, bajo ninguna RPSHQGLR circunstancia ni accidente, Daniel Mordzinski le SHTXHxDV ha tomado una fotografĂ­a. PublicĂł el compendio bogotana Luis Felipe Cifuentes de poemas CapĂ­tulo (2007) y la novela Cuaderno invisible (2011) con pequeĂąas editoriales, y en lay actualidad es colaborador permanente NaciĂł en IbaguĂŠ vive en BogotĂĄ. Ha participado en losde la revista bogotana Cartel talleresUrbano. del Maestro Wilson Guevara, Maestro DarĂ­o Ortiz Robledo, Maestro Julio Cuitiva y en el taller del Maestro NiĂąo BotĂ­a. Ha expuesto en el Congreso de la RepĂşblica ALBERTO SALCEDO GH &RORPELD \ HQ OD *DOHUtD *OHQKLUVW GH %UHQWIRUG (CanadĂĄ), entre otros. Considera como enigmĂĄtica su hoy uno REUD \ D OR ~QLFR TXH DOXGH HQ HO PRPHQWR GH SLQWDU HV D s leĂ­dos. lo ridĂ­culo y a lo grotesco. Alberto Salcedo Ramos es hoy por hoy uno Cronistas de los cronistas colombianos mĂĄs leĂ­dos. caciones Forma parte del grupo Nuevos Cronistas R 3DUGR Otto Zaiser de Indias y ha trabajado en publicaciones Oro y la como SoHo, El Malpensante y Gato Pardo. +D VLGR DĂ­cese de gordito bribĂłn y petulante de vida Su mĂĄs reciente libro se llama ‘El Oro y la HO 3UHPLR burguesa con ideales en bancarrota. Nacido por error de Kid PambelĂŠ. Ha sido Oscuridad’, y en el aborda la vida gloriosa y trĂĄgica D &iPDUD de cĂĄlculo por en Curitiba-Brasil en 1982,deyPeriodismo criado en Rey de EspaĂąa, el Premio distinguido el Premio Internacional UH RWURV MorĂłn, Argentina. Historietista, editor, diseĂąador Nacional de Periodismo SimĂłn BolĂ­var (cuatro veces), el Premio de la CĂĄmara JUiÂżFR WpFQLFR PHFiQLFR \ WHVWDIHUUR GH del AĂąo, entre otros. Colombiana del Libro al Mejor Libro de(GLWRU Periodismo DXWRUHV LQGHSHQGLHQWHV EDMR HO VHOOR GH %XUOHVTXH Ediciones. Suele pulular en ambientes donde haya comida y bebida gratis.

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laura garcia

RAMOS

andres tafur

ruben dario higuera Asegura que las analogĂ­as lo confunden. Sale a caminar en la noche para ir tras personas que no conoce porque, segĂşn dice, seguir rastros es una forma de conocimiento universal. El vino, la mĂşsica clĂĄsica y la literatura son su mayor pasiĂłn. Actualmente es editor de la revista bogotana Cartel Urbano

luis felipe

cifuentes

ruben dario higuera

NaciĂł en IbaguĂŠ y vive en BogotĂĄ. Ha participado en los talleres del Maestro Wilson Guevara, Maestro DarĂ­o Ortiz Robledo, Maestro Julio Cuitiva y en el taller del Maestro NiĂąo BotĂ­a. Ha expuesto en el Congreso de la RepĂşblica de Colombia y en la GalerĂ­a Glenhirst de Brentford (CanadĂĄ), entre otros. Considera como enigmĂĄtica su obra y a lo Ăşnico que alude en el momento de pintar es a lo ridĂ­culo y a lo grotesco.

yeison segura

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Usualmente ha dicho que escribe sus poemas con la misma intensidad con que lava su cuerpo

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Dibujante, ademĂĄs de colombiano. Guarda maullidos y trinos en su cuaderno de dibujo. Su gatito duerme cincuenta centĂ­metros debajo de la tierra. silenciosoy Dibujante, ademĂĄs de colombiano. GuardaEsmaullidos cuandoenimagina los saltos de unSuconejo. Sus cĂłmics trinos su cuaderno de dibujo. gatito duerme cin/ juegan centĂ­metros por los rincones de lahttp://zombiedibujando. cuenta debajo de tierra. Es silencioso cuando imagina los saltos blogspot.com/, terminade el de un conejo. SuscalentĂĄndonos cĂłmics juegan mientras por los rincones http://zombiedibujando. invierno. blogspot.com/, calentĂĄndonos mientras termina el invierno.

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Otto zaiser

DĂ­cese de gordito bribĂłn y petulante de vida burguesa con ideales en bancarrota. Nacido por error de cĂĄlculo en Curitiba-Brasil en 1982, y criado en MorĂłn, Argentina. Historietista, editor, diseĂąador Ediciones. Suele pulular en ambientes donde haya comida y bebida gratis.

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