Cap 1 el fin del diseño argumentos y fundamentos

Page 13

El resultado de esta situación es que raramente se le concede al arquitecto el mismo reconocimiento que a otros especialistas con una educación similar. Muchos le consideran como un «mal necesario», cuyo único deber es componer las ideas del cliente; además, se le señala como responsable de los inconvenientes y de la monótona confusión del ambiente actual. Por otra parte, muchos arquitectos prestan poco respeto al gusto y a los deseos del cliente, manteniendo que ha de ser "educado.” La situación es lamentable. La falta de confianza mutua entre las partes interesadas y la imposibilidad de cooperar sobre una base común reducen, sin duda, las posibilidades de que los nuevos edificios y trazados puedan cumplir sus objetivos satisfactoriamente. Para los propios arquitectos es descorazonador tener que trabajar sin crítica ni autocrítica objetivas. Tratemos con más detalle los diversos puntos, uno por uno. En la crítica –ordinaria- (Llamaremos Crítica ordinaria al juicio de valor efectuado por las personas en general, no especialistas en la Crítica arquitectónica u artística) del cliente son frecuentes palabras como «poco práctico", «feo» y «antieconómico. La crítica (ordinaria) práctica o funcional se basa en la falta de correspondencia entre el modo normal de vida y el Marco arquitectónico» existente; Ésta puede provenir, por supuesto, de deficiencias en el marco arquitectónico, que no permite que se lleven a cabo ciertas funciones. Pero, también puede ocurrir que el hombre prefiera un modo de vida «anticuado», aunque así entre en conflicto con el entorno y no pueda acceder a nuevos valores. Sabernos que determinadas necesidades ambientales pueden inducir al hombre a aceptar condiciones de vida -poco prácticas.- Esto nos sugiere que el arquitecto no debería limitarse a satisfacer, sin más los deseos funcionales y ambientales del cliente. La crítica estética (ordinaria) se dirige también contra las desviaciones de lo habitual. La mayoría de las nuevas soluciones se desprecian y se etiquetan como caprichos del arquitecto, sin más justificación; o van al otro extremo y hablan de "vulgaridad» y «monotonía.» Así, el profano nos pide, al mismo tiempo, una arquitectura «normal» y poco usual. En cualquier caso, es probable que no encuentre satisfacción en la llamada «arquitectura moderna. » Pero no está nada claro lo que ve en la añorada arquitectura del pasado. Su punto de vista raramente coincide con el del historiador del Arte. En un examen más detenido, se basa en unos pocos atributos característicos a los que asocia determinados significados. Estos significados le parecerán generalmente al arquitecto superficiales y primitivos, y es un hecho que tanto arquitectos como artistas reaccionan en contra de seguir el «gusto imperante". Sin embargo, el problema no se simplifica diciendo que la crítica estética del cliente se debe a sus prejuicios. La crítica (ordinaria) económica hace referencia a lo que uno obtiene por su propio dinero. Estamos dispuestos a pagar más si conseguimos la satisfacción de nuestras necesidades ambientales subjetivas. Las condiciones económicas, por tanto, son más absolutas que relativas — con ciertos límites—: ni siquiera la economía nos proporciona directrices claras sobre cómo construir; en la mayoría de los casos, incluso podemos elegir entre muchas soluciones diferentes con el mismo precio. Aunque la crítica ordinaria del cliente sobre los arquitectos y sus proyectos sea imprecisa y subjetiva, no debemos considerarla irrelevante. Se ha desarrollado a partir de situaciones concretas y nos muestra, mejor que cualquier otro síntoma, que la arquitectura actual no participa de forma natural de un ambiente unitario y ordenado. Pero podemos afirmar que, en la mayoría de los casos, la crítica demuestra cierta estrechez de miras. Generalmente, el cliente criticará basándose en sus necesidades personales, sin reconocer que su proyecto, por muchos conceptos, forma parte de un conjunto mucho mayor; no consciente de ello, es dócil a las nuevas posibilidades que el arquitecto pueda ofrecerle, y que sólo pueden ponerse de manifiesto tras un largo período de familiarización con la obra terminada. El hombre tiene un carácter conservador; hoy experimentamos la existencia de un «vacío comunicacional» entre la mayoría de la gente y aquellos arquitectos que están, siquiera ligeramente, por encima de las soluciones más convencionales. Al mismo tiempo, es un hecho que un número creciente de arquitectos están


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.