hola hola

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Aquí y allá

6. Clara alzó la vista y exhaló un profundo suspiro al ver la inmensa cúpula sobre su cabeza en lo alto del techo. Contemplarla le proporcionó un sentimiento de libertad a la par que de seguridad. Entrecerró los ojos para verla con claridad a pesar de las lágrimas, mientras las palabras del sacerdote resonaban en su cabeza: Hay que perdonar para ser perdonado. ¡Qué no habría escuchado aquel hombre en confesión! Historias que debía guardar para siempre encerradas en su corazón y que solo podía compartir con Jesús y con Dios, como exigía el secreto de confesión. Una pregunta cruzó fugazmente la mente de Clara: ¿Se habría confesado el asesino de su hermana? En caso afirmativo, un sacerdote sabría qué aspecto tenía, lo que había hecho, quizás incluso dónde se encontraba. ¿Existiría una persona que lo supiera todo pero que jamás podría revelarlo? Clara apartó aquel pensamiento como si se tratara de un molesto insecto. Un engendro como el asesino de su hermana no podía querer trato alguno con Dios. La imagen de la madre de Dios, ante la que ardían docenas de velas, se alzaba frente a Clara a la izquierda del altar. María llevaba al niño Jesús en brazos; bajo sus pies brillaba la luna, y sobre su cabeza resplandecían los rayos del sol. El amigo de una amiga, un historiador del arte, le había explicado a Clara en una ocasión que, en el Apocalipsis de San Juan, María inmaculada aparecía sobre una media luna: Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza. Está encinta, y grita con los dolores del parto y con el tormento de dar a luz. Y apareció otra señal en el cielo: un gran dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas. Su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las precipitó sobre la tierra. El dragón se detuvo delante de la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto lo diera a luz. Los versículos se habían gradado en su memoria, no solo porque la imagen de un voraz dragón dispuesto a devorar a un niño inocente resultaba sobrecogedora, sino porque............... a su hermana Claudia, sobre la que también se había abalanzado un maligno dragón. En la Biblia, sin embargo, el niño era salvado por el arcángel Miguel, que derrota al dragón –a Satán-, mientras que a ella el dragón le había arrebatado cuanto poseía. Si de verdad es Dios tan bondadoso como sostiene la iglesia, ¿por qué le interesamos tan poco los seres humanos?, se preguntó Clara. ¿Dónde está Dios cuando se lo necesita? ¿Es siempre la vida sufrimiento? Y si la vida es el tormento del cuerpo, ¿será el infierno el tormento del alma? Clara permaneció en silencio a los pies de la imagen de María mientras las velas convertían la penumbra del interior de la iglesia en una flotante tela de remiendos de luz y oscuridad. María, pensó. El único ser humano en la historia de la creación que vivió sin pecado, un mujer enteramente pura. Y en seguida consiguió el ascenso: madre del hijo de Dios, reina del cielo. Pero si el mundo estuviera lleno de pureza, Clara tendría que buscarse un nuevo trabajo. Echó un euro en el depósito de latón y encendió dos velas en memoria de Claudia. Nunca te olvidaré, dijo mentalmente mientras las dos llamas se sumaban al parcheado de luces y sombras en la tenebrosa bóveda. Un sonido metálico sobresaltó a Clara. Un hombre alto y fuerte también había arrojado unas monedas en el depósito y ahora encendía una vela. La agilidad de la que estaban dotados sus movimientos recordaba a Clara a los miembros de la Unidad Especial de ARENAS PLANET[EDITORIAL]

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