Avelina Lesper: de latas y niños cuarentones Mauricio Elí*
U
na pieza de vidrio estalló frente a Avelina Lésper en Zona Maco 2020. Era febrero. Lésper visitaba aquel espectáculo de la frivolidad que caracteriza al arte plástico de nuestra época y se detuvo frente a una obra, cuyo nombre desconozco y no importa ya, de Gabriel Rico: la pieza explotó apenas acercarse. El escándalo no se hizo esperar, principalmente entre las voces que culpaban a la crítica de arte de haber “destruido la obra”. Entre esa horda estaba la misma galería donde ocurrieron los hechos, que dejaba ver su enojo en una publicación en Instagram que pasa de la denuncia al ridículo en menos de dos párrafos. "No entendemos como una supuesta crítica profesional de arte, destruyó una obra (sic)”, dicen, para continuar con la frase que me arrancó una carcajada: “A sus escasos 39 años (Gabriel Rico) ha tenido exposiciones individuales
(…)”. Escaso, según la Real Academia Española de la Lengua (RAE), significa “poco abundante en cantidad”. Pero vamos, en el arte contemporáneo todo es subjetivo, hasta la edad. Sin miedo a jurar, me atrevo a afirmar que está en sintonía con las jóvenes promesas que comenzaban a destacar en sus años de juventud. Vamos a ver: Clara Wieck, mejor conocida como Clara Schumann (su apellido de casada) estrenó su Concierto para Piano Op. 7 un par de años más joven que Rico: a los 16, cuando ya era una celebridad en Europa, iniciando su composición 3 años antes. W. A. Mozart, quien murió a los verdaderamente escasos 35 años, compondría su primera sinfonía en una edad muy cercana a la de Gabriel: tenía 8. Julia Alonso se convertiría en 1912 en la primera mujer mexicana directora de orquesta a los 23. “Pero Mauricio: eso es música, trasládalo a la plástica”. Pues bien:
SIGNUM