Revista Signum 54

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Políticos y democracia: la calidad de cada uno Por: Diego García*

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odo mundo califica a los políticos, las encuestadoras, los medios de comunicación; los propios políticos se evalúan unos a otros, la sociedad misma realiza diversas valoraciones sobre los políticos. Pese a que predomina la “mala calidad” de nuestros representantes, este es un tema actualmente recurrente en las democracias, y se acentúa en Latinoamérica y en nuestro país. Lo superficial, la desvergüenza y hasta el cinismo de esta afirmación queda en evidencia cuando nos preguntamos qué atributos debe poseer un buen político. Son tantas las visiones que ni la sociedad ni la Ciencia Política tienen una respuesta clara y contundente sobre cuáles deberían ser los rasgos de un político de calidad Es complicado definir y medir la calidad del político. Establecer los estándares para una medición sobre la bondad del quehacer de los políticos resulta complejo. En el debate existen diferentes aportes que pretenden identificar rasgos que aumentan la calidad de los políticos. Por un lado, hay quienes sostienen que el acceso a la élite política se ve favorecido al poseer ciertas características como: haber nacido en determinadas ciudades, pertenecer a la clase media o media-alta y haber cursado estudios universitarios (de preferencia en instituciones de renombre), los cuales aumentan las posibilidades de alcanzar posiciones en la élite política. En una línea muy similar, otros miden la calidad de los políticos a partir de los años de formación académica, la actividad profesional previa y la experiencia política. No obstante, más allá de las características sociales, existe la necesidad de ponderar valores más subjetivos que permitan entrelazar la relación entre élites políticas y desempeño. Al respecto, en la calidad de los políticos influye un conjunto de habilidades personales y de recursos estratégicos, así como ciertas características presentes (o ausentes) en los dirigentes.

Relación entre la calidad de los políticos y la calidad de la democracia Buscar las causas y la relación de estas con la calidad de la democracia resulta muy complejo, sobre todo, cuando los rasgos de los políticos, actores principales en el andamiaje democrático, actúan como variables independientes. No podemos obviar que las instituciones están integradas en sus niveles directivos muy comúnmente por políticos. Por lo tanto, los políticos viven en el propio seno de la sociedad y de la democracia misma, por lo que, lamentablemente son ellos en gran medida quienes definen la democracia actual. Existen opiniones sobre que el surgimiento de los sistemas democráticos es gracias a una serie de pactos y acuerdos de élites, dando a sus miembros una gran influencia en el diseño y desarrollo de los propios sistemas. Por otro lado, también se ha señalado que el incremento de los valores democráticos opera como una fuerza social que consolida la integridad de la élite. La sociedad demanda ciertos atributos al político de calidad Cada quién tiene una visión muy diferente sobre lo que es un político de calidad, y estas varían enormemente de una entidad a otra e incluso, en la misma entidad, el estatus socioeconómico determina muchas veces la visión que se tiene sobre los políticos. Diversos estudios determinan cinco características para ser un buen político en términos de las demandas sociales, estas son: contar con habilidades técnicas, mostrar cercanía social, apoyar tareas grupales, estar motivado y tener habilidades sociales e interpersonales. Sin embargo, en las últimas décadas las características más apreciadas son: la moral, la posesión de


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