Shocking heaven room 103

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Créditos Moderadora * Mona

Traductoras * * * * * *

Axcia Nelly Vanessa Malu_12 Xhessii nElshIA Clau

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Merlu Carosole Vettina Brenda Carpio Melusanti Curitiba

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Kachii Andree GraceKelly MaryJane♥ Mir Mona

Recopilación * Merlu

Correctoras * * * *

Brenda Carpio Angeles Rangel Nanis Aria

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Carosole Francatemartu Dennars Merlu

Diseño * nanuhd

* Bibliotecaria 70 * Samylinda * Elena Ashb


Índice * Sinopsis. * Prólogo.

PARTE 1: * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *

Capítulo 1. Capítulo 2. Capítulo 3. Capítulo 4. Capítulo 5. Capítulo 6. Capítulo 7. Capítulo 8. Capítulo 9. Capítulo 10. Capítulo 11. Capítulo 12. Capítulo 13. Capítulo 14. Capítulo 15. Capítulo 16. Capítulo 17. Capítulo 18. Capítulo 19. Capítulo 20. Capítulo 21. Capítulo 22. Capítulo 23. Capítulo 24. Capítulo 25. Capítulo 26. Capítulo 27.

* * * *

Capítulo 28. Capítulo 29. Capítulo 30. Capítulo 31.

PARTE 2: * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *

Capítulo 32. Capítulo 33. Capítulo 34. Capítulo 35. Capítulo 36. Capítulo 37. Capítulo 38. Capítulo 39. Capítulo 40. Capítulo 41. Capítulo 42. Capítulo 43. Capítulo 44. Capítulo 45. Capítulo 46. Capítulo 47. Capítulo 48. Capítulo 49. Capítulo 50. Capítulo 51.

* Epílogo. * Próximo libro: ‘Thrilling Heaven’. * Sobre la autora.


Sinopsis Dejando atrás su pasado, Eve Hudson se embarca en la vida estudiantil. Decidida a tomar el control de su vida y dejar atrás su turbulento pasado, Eve sólo pide nada de drama, nada de mentiras y definitivamente nada de relaciones. Hasta que conoce al profundo y voluble Jax Cooper, el vocalista de la banda local 'Room 103'. Jax es arrogante, egoísta y un dominante de corazón, pero malditamente caliente; Eve pronto encuentra su implacable búsqueda de ella, más y más difícil de resistir. Pero ambos mantienen secretos y almas torturadas, secretos que podrían hacer volar toda su vida... literalmente. Salvo que a veces no son los secretos o malos espíritus que amenazan su relación... es la vida misma. Eve pronto descubre que si vas a través del infierno, entonces la única forma de salir al otro lado, es simplemente seguir adelante. Este libro contiene escenas de sexo explícito, lenguaje fuerte y mucha angustia. Y por supuesto... un infierno de macho alfa.

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Prólogo Eve gruñó y se frotó los cansados ojos mientras los gritos la arrancaban de su sueño. Tirando de su suave edredón rosa hasta la barbilla, intentó arrastrarse de regreso al agradable sueño que estaba teniendo de Frankie, el muchacho más caliente de la escuela. Reconocía la voz de su padre pero no lograba identificar al otro hombre, el cual no sonaba nada amable. Al estar acostumbrada a momentos como este, Eve trató de cerrar su mente tanto como los ojos. Los gritos cesaron, pero las voces parecieron sentirse más cerca; justo fuera de su puerta del dormitorio de hecho De repente, todos los pelos en el cuerpo de Eve se pusieron de puntas estremeciéndola; sus alarmas internas sonando fuertemente, sin entender por qué. Su respiración se contrajo al oír las voces justo fuera de su puerta y se esforzó por escuchar pero no pudo descifrar lo que decían. Tragó con dificultad al oír el crujido de la manilla de la puerta y cerró los ojos, fingiendo dormir. —¿Eve? —le susurró su papá pero Eve se quedó callada. —Mmmm no está mal —dijo el otro hombre mientras su papá suspiraba profundamente. —Por favor, no le hagas daño —susurró y Eve no pudo evitar abrir los ojos para mirar a los dos hombres. —¿Papá? —preguntó en un susurro mientras notaba la angustiada expresión en su padre. Apartó la mirada de ella, mordiéndose los labios mientras negaba ligeramente con la cabeza. Eve se estremeció al ver la mirada de soslayo del otro hombre.

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—Hola Eve —dijo mientras se acercaba y arrojaba su enorme cuerpo junto a ella en la cama. Eve trepó arriba de la cama cuando el hombre se acercó y le acarició la mejilla con el dorso de la mano. —Hola Eve. —Sonrió de nuevo y Eve tragó saliva ante el íntimo contacto—. Vamos a divertirnos un poco, niña bonita. Los ojos de Eve se ampliaron. Miró a su padre. —¿Papá? —rogó, pidiendo que se lo sacara. No le gustaba, la asustaba y ella se hundió aún más en su cabecero cuando su mano llegó hasta su cuello. Sólo Frankie la había mirado alguna vez como este hombre la miraba. Incluso a los trece Eve podía comprender la mirada de lujuria en los ojos de un hombre y la asustaba. A medida que el extraño comenzó a llevar su mano hacia sus pequeños pechos se volvió hacia su padre. —¿Papá? —se atragantó. ¿Por qué demonios su papá se quedaba inmóvil cuando este hombre estaba tocando lugares que nadie había tocado antes? —Eres muy guapa Eve —sonrió el hombre y se volvió hacia su padre—. Es un trato —dijo con sencillez y su papá suspiró aliviado, aunque al volverse hacia Eve su rostro expresaba dolor. —Lo siento princesa. —Tragó saliva y Eve frunció el ceño. —Papá, ¿qué está pasando? —preguntó ella pero él le dio la espalda y salió por la puerta, en silencio cerrándola detrás de él y dejándola a solas con este espeluznante hombre. Eve salió disparada de su cama cuando la mano del hombre le agarró el pecho. —¿Qué estás haciendo? —tartamudeó mientras apoyaba su cuerpo contra la pared.

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—Vuelve aquí Eve —dijo el hombre pero Eve negó con la cabeza rápidamente. —¡Tienes que salir de mi habitación! —dijo, sacando el valor de alguna parte sin tener idea de dónde. —¡Cómo no vengas lo lamentarás! —exigió y Eve tembló ante la autoridad del hombre. Ella negó con la cabeza y corrió hacia la puerta, pero no fue lo suficientemente rápida cuando la enorme mano del hombre le agarró por los pelos tirando de ella hacia atrás y lanzándola de espaldas a su cama. —Ahora, quédate quieta pequeña perra —gruñó mientras se subía a su lado. ¡Oh Dios! ¿Por qué le estaba tocando las piernas por debajo camisón? —¡Papá! —gritó, pero le puso una mano sobre la boca. Eve sacudió desesperada la cabeza mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas. —¡Por favor, no! —jadeó, pero su mano siguió subiendo y subiendo—. ¡¡¡¡¡NOOOO… !!!!!

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PARTE 1


Capítulo 1 —¿Estás segura de que estas están bien aquí? —preguntó mamá y sonreí mientras le contestaba afirmativamente con un asentimiento. Ella sonrió levemente antes de colocar las cajas en el suelo y volver a mirar alrededor de mi habitación. —¿Crees que estarás tú bien aquí, Eve? —preguntó con no más que un susurro y pude oír el dolor en su voz. Sonreí suavemente y asentí con la cabeza. —Creo que sí —respondí, pero añadí un encogimiento de hombros. Las dos nos quedamos en silencio mientras mamá finalmente aceptaba mi partida. Podía sentir las lágrimas y la desesperación a través del cuarto y me dirigí hacia ella. No estando segura de qué decir, me limité a sonreír de nuevo. Ella asintió con la cabeza y contrajo sus labios, tratando desesperadamente de controlar sus emociones. Inspirando inestablemente acunó mi mejilla. —Eve —susurró y sentí que una lágrima se le escapaba ante su inquietud. —Voy a estar bien mamá. Ella asintió con determinación. —Por supuesto. —Una tensa sonrisa tiró de sus labios—. Tienes a Cam y Aaron que estarán aquí dentro de unos días. —Asentí otra vez. Esto era tan difícil. Odiaba tener que dejarla. Ella me necesitaba. Nos necesitaba a todos nosotros... después de la muerte de papá. Y ahora, sus tres niños estábamos en la universidad. Desplegando nuestras alas y dejándola atrás... sola. Mamá tragó con dificultad y tomó mis manos, deslizando sus sudorosas palmas encima de las mías. —Eve. —Su rostro se tensó mientras luchaba con las palabras—. Es... es momento de ser libre Eve, y vivir. Asegúrate de vivir, Eve. Por mí... Luché contra el nudo en mi garganta y asentí. Simplemente asentí. No había palabras que ella necesitara oír. Apoyó sus labios en mi frente. —Extiende tus alas ángel. El pasado se ha ido... déjalo atrás. Muerto. Ahora es tiempo de que florezcas. Se apartó de mí, dio un último asentimiento y se fue sin mirar atrás. Me dejé caer sobre mi desnuda cama, mi borrosa visión concentrándose en los patrones de remolino de la alfombra raída,

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mientras escuchaba el ronroneo del motor. Todavía estaba sentada en silencio cuando el familiar sonido se alejó. Sola, libre... Estaba bastante segura de no sentirme libre.

Un suave golpe me sacó de mis oscuros pensamientos y noté confundida lo oscuro que estaba todo ahora. ¿Cuánto tiempo había estado sentada aquí? —¿E? —vino una voz detrás de la puerta. Parpadeé. Otro toque me hizo reaccionar consciente y me dirigí hacia la puerta—. ¿E? ¿Estás ahí? —Sí —contesté en voz baja abriendo la puerta. Cam me sonreía, su enorme y brillante sonrisa de inmediato levantándome el ánimo y relajándome. Entró sin invitación y reí al notar su ceño fruncido, sus abiertos pensamientos sobre mi habitación representados en esos curvados labios. —Cristo, E. Es un poco... Me encogí un poco y se dio la vuelta para mirarme. —Es aceptable. —Negué con la cabeza y me miró más seriamente. —¿Cómo está mamá? —inquirió. Exhalé un suspiro e inhalé de nuevo a través de mis dientes. —Destrozada, pero... El rostro de Cam se arrugó en una mueca y negó con la cabeza. —Sobrevivirá. Le va a hacer bien… un tiempo a solas. ¡Ya nos dio bastante de él! Fruncí el ceño. —No sigas Cam. —Bufó, pero siguió adelante —De cualquier forma la pasarás más en el mío que aquí, así que... — Se encogió de hombros mientras hacía otra mueca al escrutar a mi habitación. Estaba de acuerdo con él... era una mierda. —Es un poco... frío —admití y él se rió bajo entre dientes. —¿Frío? —repitió con los ojos muy abiertos. Reí. —Es una puta mierda sería mejor, pero frío suena más... ¡humano! — rectifiqué. Echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. —Exacto, E. Además incluso mierda es bastante indulgente. Le di un puñetazo en el brazo. —Hey, esta va a ser mi casa durante el resto del año, trata de ser optimista... —lo regañé. —Optimista sería llamarlo abandonado —se burló—. Todo estará bien cuando le pongas algunas cosas y Luce no tardará en llegar. Estoy seguro de que va a hacer algo de magia. —Sonrió mirando alrededor

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de mi desolada habitación con un ligero mohín y asentí con la cabeza firmemente, intentando convencerme a mí misma, en lugar de a mi hermano mayor. —Escucha. Fiesta esta noche en la mía a las nueve. Puedo presentarte a todo el mundo. Trae a Luce. —Sonreía mientras me pasaba la dirección en un pedazo de papel y meneaba las cejas. Le devolví la sonrisa y asentí. —Por supuesto, aunque ya sé dónde vives, Cam. —Fruncí el ceño ante la hoja de papel—. Voy a ir primero a las instalaciones del bar a ver si tienen algún trabajo antes de que lleguen todos los otros —le dije. Asintió con la cabeza, frotando mi brazo. —Buena idea. La dirección es para que la des si tienes que coger un taxi. Después de todo, sólo has estado ahí una vez. —Inclinó la cabeza hacia la puerta—. Voy a ir a ponerme al día con los chicos. Retomar todo antes de que comiencen las clases. Caminó por la habitación hacia la salida, pero se volvió con una expresión sombría. —Escucha, E… —Tragó ásperamente y asentí. —Lo sé, Cam. Está todo bien. Me encogí de hombros. No podía ser de otra forma. Él sonrió suspirando pero asintiendo con la cabeza. —Sí.

12 El “Z Bar” estaba siendo temporalmente utilizado como una oficina de registro para los nuevos estudiantes y cuando entré por la puerta el ensordecedor ruido y el olor de cuerpos sudorosos y cerveza impregnaban el aire. Entrecerré los ojos ya sintiendo el inicio de un dolor de cabeza y me abrí camino hacia la barra apretándome expertamente entre la multitud a la espera de ser atendida. La despeinada chica alta y rubia, situada detrás de la desgastada losa de madera, levantó sus cansados ojos hacia mí. —¿Qué te sirvo, cariño? Dándole mi mejor sonrisa, me incliné hacia ella. —Estoy buscando un trabajo. Ella pareció hundirse en agradecimiento y alivio. —¿Tienes experiencia? —preguntó mientras miraba a un chico que golpeaba la barra—. ¡Espérate un poco! —le ladró. Asentí con la cabeza.


—Dos años de camarera, pero prácticamente vivía en el pub así que... No me dio tiempo de terminar. Señalando con barbilla a la barra, sonrió maliciosamente. —¡Genial! Veamos que tal te desenvuelves entonces. Parpadeé. —¿Ahora? Asintió con la cabeza lentamente. —Sí, linda... ¡Ahora! —confirmó alegremente y luego desapareció al otro lado de la barra para servir al hombre que golpeaba impaciente. Estirándome un poco toqué al muchacho junto a mí. Se dio la vuelta y curvó sus cejas en modo de pregunta. —Ayúdame a pasar y te atenderé primero. Me sonrió y de pronto me encontré con sus manos alrededor de mi cintura mientras me levantaba. Por suerte para mí era un hombre grande y por suerte para él yo era pequeña. Cuando me dejó del otro lado de la barra le guiñé el ojo en complicidad. —¿Qué te sirvo? —pregunté apoyándome sobre la barra. Me sonrió —Un VK Blue1. —Asentí con la cabeza y me volví, recorriendo las neveras bajas ubicadas a lo largo de la pared detrás de la barra. Localizando la botella azul hice estallar la tapa y me coloqué en la barra frente a él con una sonrisa. Me pasó un billete, pero lo rechacé. —Esta va por mi cuenta. Su sonrisa se ensanchó en agradecimiento. —¿Cómo te llamas? —preguntó, sus ojos posándose sobre mi cuerpo. —Eve —respondí mientras escribía el precio de su trago en la palma de mi mano. Asintió y me sonrió con picardía. —¿Cómo la del fruto prohibido? Le guiñé un ojo. —¡La misma!

Caminando a través de la puerta de mi dormitorio después de tres horas de servirle a adolescentes borrachos, me dejé caer exhausta en la cama aún sin hacer. Me sonreí a mí misma, estaba realmente contenta con el resultado del día. Me había mudado —aunque fuera una pocilga—, conseguí un trabajo que podía hacer y disfrutaba, y obtuve muy buenas propinas de

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Vk Blue: Un tipo de Vodka

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numerosos borrachos; todo para finalmente ganarme mi libertad... o lo que esperaba que resultara mi libertad. El fuerte tono de Lucy se hacía eco a través de las finas paredes y sonreí ante el sonido. Amaba a mi mejor amiga. ¨Le dices a todos los chicos “No” Te hace sentir bien, sí Sé que estás fuera de mi alcance Pero eso no me va a asustar, oh no Dejando mi habitación, me dirigí hacia la cocina donde podía oír a Luce cantar “Debajo de tu Belleza” de Emile Sande. Ella estaba de pie frente a la estufa, destruyendo a unos inocentes y ya no tan comestibles alimentos, cantando en voz alta y me uní detrás de ella obligándola a darse la vuelta y sonreírme mientras tomaba el control de la canción. ¨Lo has hecho por largo tiempo, No puedes parar si no lo intentas Has construido una pared tan alta Que nadie puede escalarla Pero voy a intentarlo¨. —¡E! Tu voz realmente patea traseros. Es ronca y tan sexy que podrías estar en una banda —declaró en voz algo chillona, tan clara y honesta como siempre. Me envolvió fuertemente en sus brazos, quitándome el aliento—. ¡Estás aquí! Escaneé mi propio cuerpo. —Bueno eso creo Luce, pero nunca se sabe; extraterrestres y todo eso... Rodando sus ojos se volteó de regreso hacia la cocina, mientras una chica se deslizaba dentro. Tenía un brillante cabello con las puntas teñidas de rosado, era súper delgada y la palidez de su piel la hacía parecer enferma, pero nos sonreía ampliamente. —Hola chicas. —Extendió su mano, y acepté el ofrecimiento devolviéndole la sonrisa—. Kaylee Miller. —Eve, pero me llaman E y esta es Luce —me presenté como si estuviéramos en una entrevista. Pareció aceptarnos cuando asintió. —¿Aún hay alguien más aquí? —preguntó mientras sus ojos escaneaban a través de la habitación y curvó sus labios al ver el brebaje color naranja de Luce. Me lanzó una mueca de disgusto y yo asentí en concordancia. —No. Hay un grupo que se instala hoy, pero el resto no se unen a nosotros hasta el domingo —reveló Luce mientras se volvía de nuevo hacia nosotras.

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—¿Qué cocinas Luce? —Contuve la respiración, esperando la temida información. —Bueno... es una mezcla de sopa de verduras, tocino y salchichas... Cazuela de salchichas. —Se encogió de hombros como si fuera obvio que era cazuela de salchichas. Kaylee y yo asentimos dudosas. —Uh hum —ofrecí antes de volverme para reservarme mi opinión. —Señoritas —llamó una profunda voz detrás de nosotros. Salté y todas nos giramos. Era alto, enorme de hecho, y en silencio me pregunté si sería jugador de baloncesto. Tenía un cabello castaño claro sucio que le daba el look de chico lindo y una sonrisa amplia que llenaba todo su rostro. —Hola. —Sonreí y me acerqué a él, tendiéndole la mano a modo de saludo—. E. Frunció el ceño. —¿E? —se extrañó, sus ojos examinando cada centímetro de mí. —Abreviatura de Eve. —Ahh —comprendió antes de volverse hacia las demás, su mirada clavándose en Luce, antes de regresar a mí—. Gavin White. Sonreí y asentí. —Bienvenido al Bloque Huntsman, Gavin White. Devolviéndome la sonrisa se acercó con paso majestuoso hacia Luce y miró detenidamente a la cazuela. —¿Qué demonios es eso? —Kaylee me lanzó una mirada de horror y contuve una carcajada. Luce lo miró ferozmente, produciéndole una mueca a Gavin—. Se ve muy bien... —Dio marcha atrás rápidamente, pero no había convencido a Luce. —¿Quieres probar? —Ella apretó los labios y entrecerró los ojos mientras le ofrecía un poco en una cuchara. El chico levantó las manos defensivamente, como si intentara alejar los malos espíritus que pudiesen liberarse de los vapores de la mezcla de Luce. —Gracias pero tengo que... desempacar. —Se retiró rápidamente y desapareció por la puerta. Intercambiamos miradas entre todas, y Luce se mordió los labios con enojo; una muestra de su carácter. —Bueno, me muero de hambre —intenté aplacarla, mientras me maldecía interiormente por mi blandura. Kaylee asintió como queriendo reanimarla. —Yo también. ¿Cuánto tiempo falta para que esté listo? Cuando Luce regresó su atención a la comida, le sonreí en agradecimiento. —Unos cinco minutos —respondió y ambas tragamos con aprensión. —Eso es bueno, entonces... Hey, fiesta esta noche en lo de Cam — informé, tratando de cambiar el estado de ánimo. Funcionó, la alegría regresando de inmediato a sus ojos.

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—Genial. No puedo esperar para conocer a sus compañeros de casa. Se supone que están en una banda de rock. Asentí con la cabeza. —Sí. Creo que sí. ¿Quieres unirte a nosotros Kaylee? Kaylee sonrió agradecida. —Dios, sí. ¿Una Banda de Rock sexy? —quiso saber con interés. Me reí y lo confirmé con la cabeza—. Entonces, definitivamente puedes contar conmigo. —Amplió la sonrisa, pero rápidamente decayó cuando Luce colocó un plato frente a las dos. —Wow. Juntas suspiramos en rendición.

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Capítulo 2 La puerta vibraba bajo mi puño. Con la música muy alta y la fiesta en pleno apogeo, la puerta se abrió y fuimos recibidas por Cam —E. —Sus ojos se agrandaron al ver a Kaylee. —Hola. —Rodé los ojos ante su “disimulada” apreciación. Su rostro se volvió de nuevo hacia mí e incliné la cabeza hacia el vestíbulo, esperando. Frunció el ceño, pero luego se iluminó en compresión y se apartó a un lado para dejarnos entrar. Sus ojos siguieron a Kaylee mientras pasaba. El rock retumbaba en la pista, cada rincón de la casa lleno de cuerpos bamboleantes. Cam tomó mi mano y nos llevó a través de todos ellos hacia la cocina. Alrededor de la mesa, un montón de personas se amontonaban en una competición de chupitos. Capté la mirada de Cam, quien señalaba hacia la mesa y asentí. —Chicos. Esta es mi hermanita, E. —Todo el mundo se volvió hacia mí y me encogí un poco bajo el escrutinio. Un tipo con el cabello del más puro blanco con los mechones en punta se cernió sobre nosotros. Sus ojos azules brillaban mientras examinaban mi cuerpo y su sonrisa se ensanchó. Su camiseta manga corta dejaba ver que sus brazos estaban llenos de tatuajes y noté cómo le llegaban al cuello y seguían hasta el rostro. Instintivamente supe que era un tatuaje de cuerpo completo. —Bonita —murmuró mientras sus ojos continuaban la inspección—. ¿Cómo estás Llave inglesa? —Su áspera voz me esbozar una sonrisa y él me la devolvió —¿Llave inglesa? —pregunté, Cam resopló a mi lado y fruncí el ceño. —Sí... Tú aprietas mis tuercas amorcito —explicó con una sonrisa. Luce rió a mi lado. Mis cejas se levantaron y sacudí la cabeza confundida; no parecía ser algo muy apreciativo. Sabía que no era fea, algo normal en realidad. Mi largo cabello castaño ondulado hasta la cintura era mi mejor característica y me encantaba el mechón de color rojo oscuro que decoraba el flequillo pero era pequeña, de poco más de un metro cincuenta, con pechos acorde a mi tamaño... pequeños. Mi estrecha cintura se ensanchaba para dar lugar a mis caderas, las que en mi opinión eran más grandes que el promedio.

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—E, ven a conocer a Romeo, guitarrista principal de “Room 103” —la voz de Cam cortó mis pensamientos. Romeo me tendió la mano y la tomé vacilante. —Mi verdadero nombre es Daniel Wolfe, pero todos me llaman Romeo. Tú… puedes llamarme como quieras —afirmó con un guiño. De inmediato decidí que su nombre era muy apropiado para su personalidad. Otro chico se acercó a nosotros. —Y éste es Ethan Hart, mejor conocido como Boss2, baterista y manager de Room 103. —Boss, ven a conocer a E, la hermana menor de Cam —nos presentó Romeo. Eché mis ojos rápidamente sobre Boss: se veía bastante normal. Su largo cabello rubio estaba recogido en una coleta de caballo en la nuca y por lo que podía verse sólo llevaba un tatuaje debajo de la oreja “Room 103”. Tan pronto como abrió la boca me di cuenta de que las apariencias engañaban. —Pero qué puta dulzura. ¡Mierda! —gruñó agarrándose el bulto en su pantalón. Mis ojos se abrieron ante su saludo. Cam tosió débilmente. —Boss —advirtió. Boss arrojó su cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. —Joder Cam. Nunca dijiste que tu hermana era como un puto sueño caminante. ¿Qué podía decir a esto? Luce me dio un codazo y me miró con aprensión. Sus ojos estaban llenos de humor, pero los míos no reflejaban lo mismo. Boss me daba escalofríos y rápidamente puse la mano en el antebrazo de Cam antes de arremetiera contra Boss, sacudiendo levemente la cabeza. —¡Joder, Boss! No te comportes así frente a la chica, le asusta tu mierda. Me di la vuelta a la voz y me encontré frente a un rostro lleno de piercings, unos ojos azules brillantes y una estrecha cabeza rapada. —Chase Donnelly, contrabajo, pero todo el mundo me llama Bulk. — Sonreí en agradecimiento por desviar la conversación con Boss. Como si pudiera leer mis pensamientos me guiñó un ojo. —¿Bulk? —pregunté mientras admiraba todos sus piercing. Portaba dos barras en la ceja, tres anillos en el labio, al menos ocho pendientes en cada oreja, y unos pocos en la nariz con algunas perforaciones cutáneas en el cuello. Boss resopló a mi lado. —¿Estás segura de querer saber la respuesta a esa pregunta nena? Boss: En español Jefe, todos los miembros de la banda tienen nombre que se asemejan a sus personalidades o puestos. 2

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Asentí con la cabeza ligeramente, de repente comprendiendo por qué le decían “Bulk3”... Obviamente era una referencia a sus partes masculinas. Bulk guiñó un ojo y examinó la habitación con el ceño fruncido. —¿Dónde está Jax? Todos giraron sus cabezas y luego se encogieron de hombros como si fueran uno solo, y luché contra mi sonrisa mientras veía sus simultáneos movimientos. —¡Probablemente esté follando! —declaró Boss antes de sentarse en la mesa y luego palmeó la silla a su lado—. Venga, E. Vamos a conseguir que te desvistas o te emborraches. —Él sonrió y yo fruncí los labios. Vacilante me senté junto a él, corriendo un poco la silla. Me sonrió y me dio un codazo, echándome una sonrisa socarrona. Rodando mis ojos observé al resto de los jugadores. —Arriesga, bebe o te desnudas —declaró Boss y asentí—. Hey Muñeca caliente, ¿sabes cómo jugar? —Claro. —Asentí y sonreí al sentir las manos de Cam apoyándose sobre mis hombros. Boss me señaló al resto de las personas sentadas en la mesa. —Greg, Harvey y Jess. Cada uno de ellos me sonrió y les devolví la sonrisa antes darme cuenta de que Boss ponía la moneda en el centro de la mesa. —Los más jóvenes van en primer lugar. Todos los ojos giraron hacia mí y asentí con la cabeza. —Arriesga —gritó Jess lanzando la moneda al aire. —Cara. Boss se rió cuando aterrizó en cruz. —¡Bebe o desnúdate, nena! Dándole una mirada tímida incliné hacia atrás el chupito, estampando el vaso vacío contra la mesa mientras tiraba la moneda. —Arriesga —dije y eligió cara. Salió cruz. —¡Bebe o desnúdate, nene! —Le guiñé un ojo. Acurrucándose contra mi costado dijo: —Creo que me gustas —sonrió con satisfacción. El juego continuó hasta que Boss y Greg fueron machacados quedando sólo en bóxer; Harvey estaba prácticamente fuera de sí y Jess iba por el mismo camino sólo con su ropa interior. Yo era la única que aún tenía mis pantalones y mi sujetador y tampoco estaba pasada con el alcohol. —La Campeona —declaró Boss mientras elevaba mi brazo hacia arriba.

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Bulk: Bulto, grueso, grande.

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La sala estalló en aplausos y estaba riendo de alegría cuando la puerta de la cocina se abrió de golpe con una explosión mientras una chica alta y delgada irrumpía en el cuarto. Sus maníacos ojos escanearon la habitación y se posaron encima de Boss. —¡Haz que se vaya! —espetó hecha una furia, su rostro contorsionado con la rabia. Boss arrojó su cabeza hacia atrás y soltó una desencajada carcajada. —Joder Fran, ya deberías conocerlo —replicó, ignorando por completo su argumento. Fran le gruñó. —¡Estoy tan putamente cansada! —Boss se encogió de hombros mientras salía por la puerta exterior, cerrándola con fuerza detrás de ella. —Oops —dijo una voz ronca detrás de nosotros y nos giramos para mirar. Era caliente. ¡Oh Dios, era muy caliente! Sus profundos ojos verdes se posaron en los míos antes de caer hasta mi pecho, se ensancharon al apreciar el piercing que tenía en el centro de mi esternón. Sus labios se curvaron hacia arriba antes de volver a mirarme a la cara. No llevaba camiseta, vestía sólo unos vaqueros desteñidos que colgaban de sus caderas y tenía un físico que me dejaba sin aliento. Tenía todos los músculos que debía tener un hombre; pectorales y brazos fuertes y con abdominales definidos; en el pezón derecho tenía un piercing y su brazo derecho estaba envuelto en tinta. Justo por encima de cada cadera mostraba el tatuaje de una mariposa, pero no era nada de eso lo que me hacía perder el juicio, era su rostro. Era impresionante. Su cabello negro con púas cortas remarcaba sus fuertes rasgos faciales, sus afilados ojos encajaban con su barbilla cuadrada ligeramente sin afeitar. Sus pómulos cincelados gritaban masculinidad e incluso su nariz recta se ajustaba a su imagen. Era una estrella de rock en estado puro. Pero una vez más, no podía juzgar al libro por su portada. —¡Nena! —Fue todo lo que dijo en un tono lleno y grave, enviando un escalofrío que recorrió mi columna vertebral. Con actitud chulesca, elevó sus cejas mientras sus ojos recorrían de nuevo mi cuerpo deteniéndose en mis senos cubiertos por el sujetador. Yo había sido follada con los ojos un montón de veces en mis cortos 18 años, pero nunca antes como lo estaba siendo ahora... Duro y brutal contra una pared imaginaria, a mil poderosas embestidas por segundo. Estuve a punto de tener un orgasmo sólo por la sensación de él jodiéndome con esos verdes ojos clavados en mí. ¡Cristo!

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—Jax, esta es mi hermana, E —nos presentó Cam antes de inclinarse a su oído—. Te lo advierto sólo una vez. ¡Fuera de tus límites! —Jax volvió sus ojos desafiantes a Cam con una sonrisa socarrona—. Lo que quiero decir, Jax. Ella no necesita tu mierda, hombre —le aclaró Cam y me ericé ligeramente ante la advertencia de Cam. Yo podía arreglármelas sola. Lo había estado haciendo durante mucho tiempo. Jax levantó las manos en defensa. —Seguro. —Pero él sacudió su mirada hacia mí, sus labios retorciéndose con humor. Su chulería brillaba a través de sus ojos y decidí que no me gustaba. ¡Sólo así! Desvié mi mirada hacia la mesa y me bebí otro trago. —Muñequita sexy del infierno, ¿dónde diablos metes todo eso? — preguntó Boss mientras giraba su brazo sobre mi hombro y me atraía. Le guiñé un ojo. —No me afecta... Soy inmune —revelé con una sonrisa irónica. Él se rió en voz alta y me apretó firmemente. —Joder nena, podrías haber avisado. Arrugué mi nariz y golpeé su hombro. —¿Dónde está la diversión en eso? —Mi turno —anunció Kaylee y me moví de la silla para que ella se hiciera cargo. Al darme la vuelta vi que Jax todavía seguía mirándome. Su mirada cayó sobre mi pecho mientras me ponía de nuevo mi camiseta e inclinó su cabeza en tono de disculpa. Me dedicó una sonrisa antes hacerme un guiño y desapareció de la habitación. Unas horas más tarde, Kaylee había desaparecido misteriosamente con Cam, Luce estaba tirada en un rincón del sofá inconsciente y Boss finalmente había aceptado que no iba a ceder y hacerle la felación que había estado pidiendo desde hacía horas. Así que tomé otra botella de cerveza y fui hacia fuera al aire fresco. La marihuana dentro de la casa me estaba haciendo marear un poco y me costaba enfocarme. Me incliné sobre la barandilla de la terraza y aprecié la casa de Cam por primera vez. Era un gran contraste con mi dormitorio. Con seis habitaciones, la casa unifamiliar de estilo georgiano todavía lucía algunas de sus características originales: cornisas completamente exquisitas, ventanas de guillotina y habitaciones con paneles. Los muebles eran escasos pero nuevos, estaba ocupada por seis hombres y no parecía que valoraran los objetos de decoración. En mi dormitorio, sin embargo, había yeso descascarillado, habitaciones frías, alfombras raídas y paredes delgadas pintadas con un color que apenas podía ser descripto como blanquecino. Me reí para

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mis adentros mientras comparaba las dos, sus similitudes eran mundos aparte. Un sonido desde el fondo del jardín llamó mi atención y centré mis ojos en la oscuridad. Mi respiración se detuvo al ver la fuente del ruido. Jax estaba sentado en el banco del jardín con una pelirroja a horcajadas sobre su regazo, su cuerpo violentamente subiendo y bajando, mientras su cabeza descansaba sobre su hombro tratando de ahogar sus gemidos de placer. Mis ojos se encontraron con Jax e inhalé más profundamente mientras su mirada oscura me abrazaba; sus ojos penetraron a través de mí, rechazando liberarme ya que el hedonismo erótico ardía en sus rasgos apretados. Sus dientes se hundieron en su labio inferior y sus ojos se encendieron salvajemente mientras llegaba al clímax al mismo tiempo que seguía reteniéndome con sus ojos. Una arrogante sonrisa apareció en su rostro mientras me guiñaba un ojo. Jadeé cuando finalmente logré apartarme y regresé a casa sin darle otra mirada. Tiré pesadamente de mi cerveza, cuando me encontré en la seguridad de la cocina. ¿Qué demonios había pasado? Yo estaba muy consciente de la forma en que Jax me había mirado, conectándose conmigo mientras llegaba al orgasmo. Su deseo por mí era muy evidente en su rostro. Sólo esperaba que el mío no se mostrara tan claramente como el suyo. No podía entender absolutamente cómo me sentía. Sí, deseo había sido una de las sensaciones, pero entonces la repugnancia se había filtrado a través de algún sitio. ¿Shock? Diablos, sí, pero había algo más, algo que me negaba a aceptar. Celos.

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Capítulo 3 La semana pasó demasiado rápido, la mayoría de ella llena de trabajos, visitas, encuentros y saludos en la universidad, algunos días consumidos por turnos en el “Z Bar” y unos pocos decorando finalmente mi habitación con ayuda de Luce. Disfrutaba de su arte. Era una mezcla de lo tradicional con un toque contemporáneo. Mi habitación mostraba ahora un mural de la playa, que cubría completamente la pared del fondo. La tranquila escena irradiaba serenidad, pero en el centro de la arena estaba yo, una versión rockera de mí situada en un mini escenario. Mi largo cabello ondeando sexy, mi maquillaje salvaje y sorprendente, mi cuerpo modelado por pantalones de cuero ajustados y un corsé, mientras me mecía tocando una guitarra con un micrófono de pie delante de mí. Lo adoraba. En la pared más pequeña de mi habitación colgaba una foto donde estábamos Luce y yo, las dos felices sonriendo ampliamente, pero el fondo estaba lleno de una gran variedad de nubes, todo el efecto dando la impresión de que estábamos flotando. Me encantaba. Luce había colgado luces azul eléctrico en el techo y la pequeña pared sobre la cama exponía mi orgullo y alegría. Mi guitarra 1959 Gibson Les Paul Custom firmado por el propio Lord del Riff. Era mi más preciada posesión, y probablemente valía más que mi vida.

Mi turno del sábado por la noche en 'Z' empezó bastante tranquilo hasta que la banda residente empezó a tocar a las 9:30. El grupo, Room 103, tocaba cada sábado por la noche y pronto descubrí lo popular que era. Trish, la encargada del bar que estaba trabajando conmigo esta noche, ya me había advertido que cuando la banda tocara, también lo harían los estudiantes… con fuerza. Cada miembro del grupo se acercó a la barra y cuando Boss me vio sonrió ampliamente, apoyó fuerte sus palmas sobre la barra, saltó por

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encima de ella y me levantó para darme un beso. La multitud que se encontraba en el bar aplaudió y silbó ruidosamente. —¡Se pueden joder, chicos! Voy a dedicar el show de esta noche a esta maldita chica caliente de aquí. —Me sonrío maliciosamente antes de volverse a la multitud—. ¿Quién piensa que debe iniciar su empleo en 'Z' con un ¡¡JODIDO CHUPITO SOBRE EL CUERPO!!? La sala estalló en aplausos, gritos y silbidos mientras yo rodaba los ojos. Boss sonrió e hizo gestos a la barra inclinando su barbilla. —Todo el mundo conozcan a E —gritó mientras subía y, a continuación, se volvía hacia Trish—. Adelante, Trish —exclamó mientras Dame algo de azúcar de Def Leppards llenaba la habitación en un nivel ensordecedor y la masa de estudiantes se volvía loca. Mientras me acostaba en la barra, Trish trajo los elementos necesarios y la multitud se apartó cuando Jax apareció ante mí con una sonrisa maliciosa. —¿Boss? —pregunté mientras le fulminaba con la mirada. El sacudió la cabeza lentamente. —Yo, nena. Trish me dio un codazo y asentí en confirmación, mientras colocaba el vaso entre mi escote, uno que me había arreglado para producir apretando mis senos con los brazos. Por suerte mi uniforme de trabajo consistía en una ajustada camiseta negra con cuello V, así que no tuve que despojarme de ninguna ropa. Jax sostuvo mi mirada mientras agarraba el dobladillo de la camiseta y la levantaba burlonamente sobre el pecho. Sus ojos se posaron sobre mi estómago y luego rápidamente cayeron hacia abajo, mientras pasaba su lengua lentamente alrededor de mi ombligo. Mi respiración se cortó en mi garganta ante la sensación. Como si sintiera mi reacción, sus ojos me miraron y se oscurecieron. Wow, eran casi negros y me quedé sin aliento. Desvié rápidamente la mirada mientras Trish llenó el vaso con tequila y metía suavemente la cuña del limón para que lo tomase entre mis dientes, mientras Jax vertía la sal en la parte húmeda de mi vientre. La multitud estalló en un cantico. “¡Chupito en el cuerpo! ¡Chupito en el cuerpo! ¡Chupito en el cuerpo!” Jax lamió sin prisa la sal en una pasada continua de la lengua. Cerré los ojos tragando fuertemente el deseo que me atravesaba. ¡Lucha, E! Los labios y la lengua de Jax se aventuraron sin prisa a lo largo de la caja torácica hasta llegar a la camiseta levantada. Después puso sus labios y sus dientes alrededor de la copa y echó la cabeza hacia atrás, bebiendo el alcohol en un solo trago. La multitud lo aprobó estridentemente y luego comenzaron a estampar sus pies en el suelo a un ritmo sincronizado mientras Jax

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dejaba el vaso vacío y se inclinaba envolviendo sus labios alrededor del limón. Sus ojos se incautaron intensamente con los míos mientras chupaba el limón e imitaba los movimientos de besar. Mi respiración se profundizó mientras le devolvía la mirada; la sensación de su cálido aliento sobre mí no me ayudaba a paliar la excitación. Fruncí el ceño cuando él continuó chupando el limón. Nadie podía soportarlo durante mucho tiempo. Finalmente se alejó, me dio una sonrisa que produjo una combustión en mi ropa interior mientras la multitud aplaudía con ánimo y me ofreció su mano. Sonreí débilmente, sacudí mi cabeza con diversión y puse mi mano en la suya. Una sensación me atravesó y me estremecí ante su toque. Jax frunció el ceño y entrecerró los ojos sobre mí. Agaché mi rostro mientras me ayudaba a bajar de la barra y cuando me di vuelta para bajar mi camiseta, una mano en mi brazo detuvo mi movimiento. Empecé a girar en torno a él, pero detuvo con su brazo alrededor mío y me quedé sin aliento cuando su dedo comenzó a correr delicadamente por el tatuaje en la base de mi espalda. Su boca se pegó a mi oído y cerré los ojos, conteniendo la respiración ante la intimidad. —Si estás pasando por un infierno, sigue avanzando —susurró, leyendo las palabras de mi tatuaje. —Winston Churchill —informé en voz baja. Realmente no me gustaba la sensación de su boca tan cerca de mí y puse mi cabeza lejos. —Todo es una mierda, nena. Una puta mierda —su voz ronca retumbó a mi lado. Me estremecí y cerré los ojos antes de darme la vuelta. No estaba a la vista. Se había ido. Parpadeé. Me encogí de hombros y me di la vuelta volviendo a la barra a continuar con mi trabajo. Durante la siguiente media hora, la banda instaló su equipo, mientras yo era desbordada con los pedidos pero no pude dejar de notar la horda de chicas que rodeaban a los chicos, especialmente a Jax, quien me sorprendió al descubrir que era la voz principal del grupo. Él coqueteaba con todas y cada una de ellas, devorándolas con un beso lleno. No estaba segura de cómo tomar su comportamiento descarado y lo dejé pasar, pero no antes de sorprenderlo mirándome en cada beso, girando a las chicas para que me diesen la espalda, mientras que sus ojos se clavaban sobre mí, cada vez.

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Cam, Luce y Kaylee llegaron unos veinte minutos más tarde y se encaramaron en los taburetes de la barra para hacerme compañía mientras Room 103 comenzaba a tocar. Quedé fascinada. ¡Eran jodidamente increíbles! La voz ronca de Jax sostenía cada nota perfectamente mientras trabajaba la canción, dibujándola y sintiéndola. Te traía hasta el borde con él y te envolvía con la emoción de cada palabra. Me quedé sorprendida cuando empezó a cantar notas altas y que su voz ronca pudiese llegar a ese nivel. —De acuerdo chicos y chicas —resonó la voz de Jax a través de la habitación después de varias canciones—. Todos tenemos la necesidad de joder, ¿verdad? La multitud estalló violentamente en acuerdo. —¡Entonces vamos a crear un jodido ENCANTO! La sala gritó aprobando la canción seleccionada. —¡Pero primero quiero dedicarla! Yo nunca había oído tantas palabras fluyendo de la boca de Jax, por lo general era 'Sí' o 'Nena' o “Mierda” Eso es todo lo que había logrado generar de él. —¡Claro que sí! — gritó Romeo desde el borde del escenario. La mirada de Jax se abalanzó directamente sobre mí y me encogí con la atención, muy consciente de que Cam estaba mirando con los ojos entrecerrados. —Es para E. Ella me pone jodidamente duro, chicos. Rodé los ojos cuando todas las cabezas de los hombres giraron hacia mí y vitorearon con su aprobación. Cam gruñó. Luce gritó. Kaylee silbó. Boss gritó. —¡Joder, sí! Romeo abrió con una pequeña melodía en la guitarra mientras Boss marcaba el ritmo con la batería y me sorprendí al descubrir que era una canción más lenta de las que habían tocado en toda la noche, pero que seguía siendo una canción de rock por derecho propio. Entonces Jax comenzó y quedé totalmente hipnotizada mientras sus ojos no se apartaban de mi cara durante toda la canción, su voz suave y serena. ¨Mi padre siempre dijo Ella es sólo una chica, una mujer de sangre caliente Una invitación al caos Rompe con todo chico, el encanto es sólo una emoción¨.

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La habitación se unió al coro, cada persona se balanceándose con la canción. ¨La tentación de la atracción Demasiada influencia cariño La química es loca El hambre insaciable, Te necesito, los deseos son demasiado fuertes Te siento, tus caricias maldita felicidad ¨. Para el deleite de todas las mujeres en la sala, hubo un pequeño solo de Romeo que gritaban y se acercaba a él. ¨Mi madre siempre decía: Debe ser amor, un sentimiento profundamente arraigado, La aceptación de la verdadera adoración Rompe con todo chico, el encanto es puro éxtasis¨. Admito que estaba golpeando un poco mi pie y moviendo mis caderas detrás de la barra mientras mi mano tamborileaba el ritmo contra mi muslo, aunque no se lo admitiría a Jax. Le sostenía la mirada con indiferencia. El grupo y la sala estalló en el coro de nuevo y luego Romeo y Bulk tocaron un largo riff4, cada uno mostrando sus propias y únicas habilidades de juego y yo gozaba la actuación tanto como ellos que azotaban expertamente sus instrumentos con vigor antes de que Jax cantara de nuevo. ¨Pero tú, tú siempre decías, Va a ser primordial, un romance intenso Un encuentro, cediendo a nuestra lujuria Rompe con todo chico, el encanto es solo un impulso¨. Sus ojos se oscurecieron mientras su voz gruñía las últimas líneas y mordí mi labio inferior salvajemente. ¨Pero yo siempre digo Rompe con todo chica, el encanto está jodido, E. Simplemente jodido, E¨. La multitud estalló en gritos, pero Jax se quedó quieto, sus ojos perforando lo míos, muy consciente de que había cambiado las últimas palabras. Finalmente, inclinó la cabeza en agradecimiento y guiñó un

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Riff: Serie de notas que se repiten una y otra vez.

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ojo como una sonrisa de satisfacción levantando sus labios antes de volverse hacia el resto de la banda. Cam me miró con las cejas altas y me encogí de hombros. —¡Idiota! Él asintió con la cabeza en mi descripción y yo le di una sonrisa tímida. —Maldito estúpido —reiteró y chasqueé mi lengua. —No te preocupes. No estoy interesada. Estoy aquí para vivir, no amar —le apacigüé y él asintió.

La banda empacó, el salón se vació y pronto nos encontramos sólo el personal, los amigos y la banda... junto con las chicas elegidas para pasar la noche... Jax había elegido dos, ambas de hecho colgadas a su cuello. —Ven y siéntate cosita caliente. —Boss palmeó la silla a su lado y levanté un dedo. —Dos minutos. Llenando una ronda de chupitos y colocándola en una bandeja, me acerqué a la mesa y situé las bebidas en el centro de la mesa. —¡Brindis! —anuncié sentándome y cada uno agarró una copa—. Por la libertad, mis amigos y... —... ¡Follar! —terminó Boss con una sonrisa descarada. —... Y follar. —Me encogí de hombros con una elevación de mi vaso. Iba a celebrarlo, demonios. —La libertad, amigos y follar. —Todos intervinieron y el Boss me dio un codazo con un centelleo en sus ojos—. ¿Sobre lo de follar…? Me reí a carcajadas de su esfuerzo. —Bueno, tengo algo en mi habitación a lo que Bulk y Romeo podrían querer echar un vistazo y eres muy bienvenido de unirte a nosotros Boss. Las cabezas de todo el mundo se dieron la vuelta para mirarme. —Joder, Llave inglesa —declaró Romeo sonriendo al llamarme por el apodo que me había puesto. Quitó a la chica de turno de su rodilla dejándola sobre el suelo, antes de caminar alrededor de mí y dejarse caer sobre mi regazo, colocando su brazo alrededor de mis hombros mientras plantaba un gran beso en mi mejilla. Me sentí muy mal por la chica cuando todo el mundo se echó a reír, pero ella se puso de pie, se sacudió a sí misma y se unió a otra chica en la rodilla de Bulk. ¡Lo que sea! —¿Nena? —gruñó Jax desde el otro lado de la mesa. ¡Ahí estaba otra vez! ¿No conocía acaso otra palabra? ¿Creía que era demasiado estúpida para comprender más de tres?

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Levanté mis cejas hacia él interrogadoramente cuando Luce gritó. — ¡Fiesta en nuestra casa! —Claro que sí — gritó la sala. ¡Mierda!

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Capítulo 4 —¡Santa Mierda, E! —Bulk se dejó caer en la cama pesadamente mientras sus rodillas cedían. Romeo empezó a hiperventilar y Jax me dio un usual; “¡Mierda, nena!” Boss sólo se quedó mirando. —Firmado por el propio Lord del Riff—dije con orgullo mientras todos miraban a mi bebé. Boss se acercó a mí, con la cabeza inclinada mientras miraba la guitarra. —¿Gibson? Asentí. —1959 Les Paul Gibson Custom —revelé cuando sus cabezas giraron hacia la mía. —¿Puedo tocarla? —susurró. —Sé amable con ella. —Sonreí de placer. Era bueno finalmente compartir mi tesoro con alguien que lo apreciara. Bulk pasó el dedo sobre la dedicación al leer las palabras. —Bienvenida a la jungla E... ¡Slash5! —Suspiró profundamente—. ¡Puto Wow, carajo! Apuesto a que se siente jodidamente increíble bajo la púa, hombre. Comprendí que se estaba hablando a sí mismo cuando dijo “hombre —Black Beauty6 —susurró Jax con conocimiento y yo miré con respeto. Se volvió y me sonrió, una sonrisa suave apropiada y mi corazón se encogió al verla. Asentí con la cabeza lentamente. —Sí, Black Beauty—repetí en voz baja. —¿Dónde infiernos la conseguiste, E? —preguntó Romeo y le guiñé un ojo —Conexiones. Asintió humildemente, aún sin palabras y con los ojos abiertos. Miré alrededor de la habitación, sonriendo a la conclusión de que me las había arreglado para que cuatro hombres adultos estuviesen de rodillas. —Vamos, Jax, cariño. —La chica de Jax tiraba de su brazo, obviamente aburrida con una guitarra—. Tienen cuartos libres aquí — dijo con entusiasmo. 5 6

Slash: Famoso guitarrista y cantante de hard rock. Black Beauty: Tipo de guitarra cuyo valor ha alcanzado los cuarenta mil dólares en ocasiones.

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Jax le lanzó una mirada feroz. —¿Qué carajo? ¡Entonces, no era solo a mí a quien le daba palabras sencillas! Ella se encogió de hombros ante él. —Hay camas vacías —reiteró, como si eso lo explicara todo. —¡Aquí no! —Me lanzó una mirada y me di la vuelta rápidamente. —¡Bueno, es mejor que el maldito auto, o un puto banco o un puto sofá o incluso el puto suelo! —se quejó La señorita Impaciente y Jax le gruñó. —¡Entonces vete a casa! ¡Qué clase! La Señorita Impaciente le fulminó con la mirada antes de girar sobre sus talones y salir de la habitación. —Eres tan romántico Jax —se burló Boss—. ¿Por qué diablos no follas alguna vez en tu cama? Jax se encogió de hombros, pero negó con la cabeza antes de girarse y salir. Los tres chicos negaron con la cabeza ante en el comportamiento de Jax y, para ser honesta, me pregunté lo mismo. Para eso eran las camas después de todo... Bueno para eso y para dormir. —TEQUILA —gritó Luce mientras bebía un chupito y colocaba el vaso encima de la mesa. Romeo imitó su acción y pronto todos estábamos tomando chupitos, cada uno tratando de terminar la mayor cantidad posible antes de que el temporizador de la cocina hiciese ping. Riendo me dirigí hacia el sofá de la esquina, sabiendo que Luce estaría de espaldas en unos quince minutos. Cam se colocó a mi lado y me di cuenta de que Jax dio un paso hacia atrás, alejando sus pasos hacia mí ahora que Cam había ocupado su lugar. —¿Estás bien, E? —Me empujó con el hombro y sonreí. —Sí. Él asintió con la cabeza y frunció los labios mientras deslizaba su dedo índice de un lado a otro por encima de ellos. Me di cuenta de la acción familiar cuando el discutía consigo mismo pensando si decirme algo y yo entrecerré los ojos. —¡Suéltalo! Suspiró profundamente. —Aaron me llamó. Los pelos de la nuca se levantaron mientras mis venas hormigueaban y cerré los ojos preparándome. —¿Qué ha hecho ella? —Permaneció en silencio durante un rato—. Cameron —insistí con ansiedad. Hizo una mueca y me miró con una expresión triste y oscura. Mordí mis labios exhalando fuertemente—. Por favor, dime que no lo hizo. Sus ojos se cerraron confirmándomelo y resoplé con una fuerte sacudida de la cabeza.

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—¡Qué puta! —grité poniéndome de pie y mirándolo—. Sácalo. De. Ese. Maldito. Infierno. ¡Ahora! Cam agarró mi mano. —Tranquila, E, estará aquí el lunes. —Al diablo el lunes —gruñí—. Tráele aquí Cam, por favor —le supliqué. Negó con la cabeza. —E... Yo... No puedo... —Se frotó los ojos con el pulgar y el índice. Saqué mi mano con fuerza y me tragué el nudo mientras negaba con la cabeza violentamente. —Por favor, Cam —le supliqué de nuevo con lágrimas en mis ojos. —¡Joder, E, no pienso volver allí! —rechinó entre dientes mientras apretaba los puños, con los nudillos blancos de la presión. —No podemos dejarlo, Cam. ¡No estoy allí! Ella va... Él... Él... — balbuceé cerrando mi boca cuando al darme cuenta que todo el mundo nos miraba. —¿E? —Luce se acercó a mí, la preocupación grabada en su rostro. Me aparté de ella, negándome a mirarla a los ojos—. E —preguntó mientras me agarraba del brazo. Ella tiraba de su pelo mientras las lágrimas caían por sus mejillas—. ¡Dios, E! ¡Tenemos que llegar a él! Tomé su mano. —No podemos, Luce. No podemos ir. —Su rostro se desmoronó y la atraje en un abrazo—. Él estará aquí el lunes —le susurré al oído cuando vi a todos miraban con curiosidad. Jax dio un paso hacia mí, sus ojos estrechos mientras me estudiaba. —¿Estás bien, cariño? Suspiré por sus escasas habilidades de conversación pero sonreí suavemente. —Sí —susurré mientras llevaba a Luce al sofá y me agachaba delante de ella. —Tengo que llamarle. —Ella me miró y yo asentí. —Pronto. Dale una hora. Ella asintió con la cabeza. —Pero... Lo amo, E —reveló y le sonreí mientras le cogía la cara. —Lo sé, Luce. —Sus ojos se abrieron mientras me miraban y yo me reí débilmente. —. No estoy ciega. Veo cómo le miras. Infiernos, él te mira también como un hombre hambriento en un banquete. Es bastante simple en realidad y, bueno, es mi hermano gemelo por lo que es jodidamente guapo. —Me guiñó un ojo. Un sollozo se escapó de su garganta y me sonrió entre lágrimas antes de dirigirse a Cam. —Por favor, Cam. —¡Dios, maldita sea! ¡NO PUEDO HACERLO! —le gritó a Luce y ella se estremeció cuando él cerró la puerta al salir. Sacudiendo la cabeza con tristeza, exhalé profundamente y miré a Luce.

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—¿Cuánto dinero tienes? Luce me miró y cuando se dio cuenta de lo que iba hacer, salió disparada y se apresuró a sacar la cartera de su bolso. —Cerca de 24.37$ —balbuceó contando con entusiasmo. Asentí con la cabeza y tendí la mano suspirando con cansancio. Ella lo puso en mi mano y sonrió agradecida—. Gracias —susurró—. ¡E! —Me gritó al llegar a la puerta. Sus ojos lo decían todo pero expresó sus sentimientos cuando me volví hacia ella—. Ten cuidado. Forcé una sonrisa en mi rostro y le di una simple inclinación de cabeza antes de caminar lentamente a mi habitación para coger mi bolsa. En silencio cerré la puerta detrás de mí, desmoronándome junto de la pared y apoyando la frente en ella. ¡Cristo! ¿Puedo hacer esto? Había tenido la esperanza de nunca tener que volver allí de nuevo, especialmente ahora que mamá lidiaba con mi partida y la de Aaron. —¡Mierda! —Golpeé la pared y empujé hacia atrás, soltando una respiración determinada y me metí en la chaqueta antes de agarrar mi bolso del suelo. Me di la vuelta y me estrellé directamente con Jax. Su pecho duro como una pared frente a mi cara. —Cristo —murmuré mientras daba un paso hacia atrás—. ¿No sabes llamar a la puerta? Él inclinó la cabeza mientras sus ojos vagaban sobre mí. —¿Vas a alguna parte, cariño? Me sentía honrada, ¡tres palabras seguidas! —Tengo que hacer algo —le dije mientras trataba de rodearlo para salir. —¿Algo? —Mirándome con suspicacia frunció el ceño. —Sí, algo. —Volví sobre mis pasos tratando de escapar de nuevo, pero él se mantenía firme frente a la puerta. —Te llevaré, nena. Le miré, pero luego me estremecí cuando el cerebro entendió. —No... Gracias, estoy bien... Estoy bien. —Sonreí fingidamente e hice un gesto con la barbilla hacia la puerta, pidiendo en silencio ser liberada. Sus ojos se estrecharon. —Si ofrezco algo, lo aceptas nena y me dices ¨Gracias Jax¨ —afirmó con decisión, por lo que su voz ronca me estremeció Parpadeé, rápidamente podría añadir. No estaba segura si me quedé atónita ante su autoridad o sobre el hecho de había dicho una frase entera. Mi boca se abrió ante su dominación. —Bueno... No es buena idea realmente —insistí. Un gruñido retumbó en su garganta y me estremecí. —Nena... Me encogí. —Pero tengo que ir a Chesterfield, que es en Derbyshire — le expliqué, esperando que cambiara de opinión con eso.

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—Yo sé dónde diablos está Chesterfield, nena. —Pero ¿no has estado bebiendo? —Tratando de hacerle cambiar de idea. —Dos chupitos, nena. Asentí con la cabeza —Oh... —No “Oh”... Espera aquí mientras voy a por mis ruedas —ordenó. —De acuerdo —rechiné. Él asintió con la cabeza y se fue. ¿Qué carajo le pasaba? Caí sobre mi cama, hipnotizada por lo que acababa de ocurrir. ¿Cómo demonios había acabado tomando el control sobre mí de esa manera? Me confundía mi propia sumisión. Francamente no anhelaba estar pasar horas en un auto con un hombre que no podía hilvanar más de unas pocas palabras juntas. —Oh Dios, E —gemí mientras descansaba la cabeza entre las manos. Mi puerta se abrió treinta minutos más tarde, sin golpes podría añadir, y miré nerviosamente a Jax. Me tendió la mano. —Nena... —Puse mi mano en la suya vacilante y me levantó de la cama. Me envolvió los dedos alrededor para que no pueda escapar y me preguntó—. ¿Lista? Suspiré y fruncí el ceño ligeramente. —Tengo que pedirte algo primero. —Reprimí los nervios que me afloraban y su mirada traspasó mi alma. Asintió con la cabeza, animándome a seguir adelante—. Bueno... Lo que pase esta noche... Bien yo necesito que... —tartamudeé mientras mis manos temblaba. —Escúpelo, nena. Me mordí lo labios y suspiré pesadamente. —Bueno, tienes que mantenerte al margen de ello. —Apreté mis ya destrozados nervios. Sus ojos se estrecharon con fiereza y se encogió mientras me miraba fijamente. No dijo nada, sólo me llevó a través del edificio y hacia fuera al aparcamiento. —Mierda. Un solitario coche estaba aparcado fuera de mi bloque residencial y mi boca cayó cuando mi mirada se posó en él. No era un auto normal... ¡Oh, no! Era un BMW Serie 6 Gran Coupe, en color negro brillante y era absolutamente y jodidamente hermoso. Jax tiró de mí hacia el lado del pasajero y después de desbloquearlo, me abrió la puerta. Sus cejas se levantaron cuando me quedé inmóvil, mirando a sus ´ruedas´... Claro que no se podían llamar ´ruedas´ Este auto se merecía algo... más. —¿Entras, nena? Asentí con la cabeza lentamente y me hundí en el suave tejido. Me sacudí cuando la puerta se cerró detrás de mí, el ruido haciendo que recordara cómo respirar.

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Jax se deslizó a mi lado mientras mi mirada recorría el puro lujo que nos rodeaba; entonces un pensamiento se me ocurrió. ¿Cómo diablos podía permitirse un auto así? —Es tuyo, ¿no? —pregunté tímidamente. Si se hubiera atrevido a encenderlo con los cables, lo hubiera pateado. Sus cejas se levantaron otra vez cuando encendió el motor... Oh el motor perfecto. Mi boca babeó ante el sonido de su gruñido cuando cobró vida. —Cariño, puedo ser muchas cosas, pero no soy un ladrón de autos — gruñó. Sonaba ofendido. —No —dije simplemente con un pequeño movimiento de cabeza. Respiré hondo cuando sentí su aliento en mi mejilla. —Por cierto, nena, en respuesta a tu declaración anterior... Si esta noche alguien hace algo que no me gusta, entonces voy a hacerles saber que no me gusta. Poco a poco volví mi cabeza para mirarlo. Él estaba aproximadamente a un centímetro de mí; su cálido aliento tan cerca que me provocaba cosquillas en la nariz. Sus profundos ojos bajaron hasta mi boca y luego regresó a mis ojos sosteniendo mi mirada. —¿Me oíste, nena? Asentí con la cabeza vigorosamente y murmuró algo incoherente. Una sonrisa se elevó en sus labios antes de retroceder y sacarnos de la residencia de estudiantes.

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Capítulo 5 El hombre de pocas palabras guardó silencio durante la primera parte de nuestro viaje y cuando tenía la cabeza a punto de explotar por el silencio, me incliné sobre el tablero y accioné un botón del estéreo. —iPod —me informó Jax mientras señalaba el dispositivo que se encontraba entre nosotros en la consola. Sonreí ante la idea de hurgar en sus listas de reproducción y me pregunté qué tipo de música prefería. Asentí en reconocimiento mientras buscaba. Sus gustos eran muy eclécticos e iban desde AC / DC hasta los Carpenters. Me reí mientras encontraba “Cerca de ti”. Él me miró. —¿Cerca de ti? —Sonreí. Un ceño cruzó su cara. —Eres una maldita experta, nena. Asentí con la cabeza y mordí la mejilla contra el impulso de reír e hice clic en la lista de reproducción Pink. Sonó su nueva canción Just Give Me a Reason con Nate Reuss maldiciendo a través de los altavoces y sonreí. Me encantaba esta pista y después de un tiempo no pude evitar que las palabras saliesen de mi boca mientras tocaba el ritmo de la música en mi muslo. Just give me a reason Just a little bit's enough Just a second, we're not broken Just bent And we can learn to love again It's in the stars It's been written in the scars on our hearts We're not broken just bent And we can learn to love again Mantuve mi mirada por la ventana y cuando Jax empezó a cantar en la parte de Nate sonreí y me volví hacia él. I'm sorry I don't understand where All of this is coming from I thought that we were fine -Oh, we had everything-

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Your head is running wild again My dear, we still have everything And it's all in your mind -Yeah, but this is happeningYou've been having real bad dreams Oh oh, used to lie so close to me Luego cantamos juntos, ambos sonriendo el uno hacia el otro como locos. Oh oh, there's nothing more than empty sheets Between our love, our love Oh, our love, our love Terminamos la pista y Jax rió. —Que buena puta voz tienes, nena. Sonreí ante su cumplido. —Lo mismo digo. Se rió en voz alta. —Sí —dijo simplemente. Sacando el teléfono de mi bolso me preparé mientras marcaba el número de Aaron y volvía mi cuerpo hacia la puerta tratando de ocultar mi conversación de Jax. Aaron respondió después de un par de tonos. —E —susurró y me encogí ante la angustia de su voz. —¿Estás bien Aaron? —Se quedó en silencio un rato y luego murmuró una afirmación. Le di una mirada rápida a Jax antes de hacerle la siguiente pregunta. Él estaba golpeando su muslo al compás de la canción que desbordaba en el equipo de música y no parecía estar prestando atención a mi discusión. —¿Cuántos? El sonido de Aaron succionando aire a través de sus dientes me hizo tragar con dificultad. —Sobre 8 —divulgó y siseé ante su respuesta. —¿Estás seguro, Aaron? —Cerré los ojos preparándome. —Sí E, por el momento —asentí y suspiré agradeciéndolo. —Escucha, estoy en camino con un amigo. Tardaré alrededor de una hora. Empaca tus cosas. Estarás con Luce hasta el lunes. —¿Luce? —Pude escuchar la pregunta en su voz. —Sí, Luce. No creo que ella se queje ¿no? —Sonreí—. Seremos tan rápidos como nos sea posible Aaron. Él gimió bajo. —Cristo E, no debes venir aquí esta noche. Aspiré. —Aaron, me las he arreglado dieciocho años de mierda. Estoy segura de que puedo manejar otros diez minutos. ¡Estate listo!

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Terminé la llamada antes de que pudiera seguir discutiendo, deslicé el teléfono en mi bolso y desvié mi atención por la ventana. —Dame una pista, nena —La voz de Jax fue baja deslizándose a través de la oscuridad del auto. Tragué saliva. —No puedo, en realidad no. —¿Nena? Yo sabía que tenía que darle algo, después de todo él me estaba ayudando. —Sólo... Sólo problemas con mi mamá. Vamos a recoger a mi hermano. Él asintió con la cabeza, se mordió el labio inferior y vi como deslizaba su lengua a lo largo de la pulposa carne. Nos quedamos en silencio durante un rato, y cuando sonó una canción de Derbyshire la voz de Jax me hizo saltar. —¿Naciste aquí, nena? Asentí con la cabeza y me estremecí. Sus ojos captaron la acción involuntaria y el ceño fruncido se profundizó en su rostro. —¿De dónde eres? —le pregunté, dándome cuenta de que no sabía absolutamente nada de él. —Sheffield. —Oh, no muy lejos. —Sonreí sin saber por qué. Él asintió con la cabeza. —Sí. Era como sacar sangre de una piedra... Un trabajo sangrientamente duro. —¿Familia? —pregunté, tratando de animar a cualquier tipo de conversación, pero él negó con la cabeza una vez más. Parecía justo. Apreté los labios y tomé su iPod, desplazándome de nuevo a través de su lista de reproducción sólo para tener algo que hacer. Tragué fuertemente al entrar en mi ciudad natal. —¿Por dónde, nena? —preguntó Jax y le instruí mientras nos conducía a través de la ciudad en silencio hasta que llegamos a mi antiguo hogar. Jax silbó mientras miraba la opulenta casa. —Bonita. Me encogí de hombros. —Las apariencias engañan —murmuré mientras marcaba el número de Aaron. Incliné la cabeza y él entrecerró los ojos sobre mí, pero no dijo nada sobre mis palabras. —Puerta trasera —le informé a Aaron cuando respondió. Tomando una respiración profunda abrí la puerta y me volví hacia Jax—. Voy a ser tan rápida como pueda —le dije en voz baja, mis nervios deshilachados mientras mis manos temblaban. Girando bruscamente cuando Jax salió del auto, negué con la cabeza.

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—No, ¡quédate aquí! —le advertí, pero el soltó un bufido. —Podrías tener problemas —dijo inclinando su cabeza hacia la casa. Había luz en las ventanas y la música se oía tocar con fuerza. Mordí mi labio inferior y me preparé. —Por favor, Jax. Levantó las cejas y su expresión lo decía todo... ¡Ni hablar! Suspiré con resignación cuando la humillación se apoderó de mí. ¿Podía llevarlo sabiendo lo que estaba sucediendo detrás de las paredes? Supongo que no tenía ninguna opción cuando Jax comenzó a caminar por el camino de grava. —Por la parte de atrás —le susurré. Asintió con la cabeza, no reconociendo mis palabras de otra manera. Nos arrastramos por la pared exterior a través de las grandes puertas de metal al lado de la casa y a través del jardín de atrás. Al pasar junto a la ventana del lavadero golpeé en ella ligeramente. Jax frunció el ceño. —¿Nena? Hice una mueca cuando su fuerte gruñido llenó el silencio. De inmediato me llevé un dedo a los labios para hacerlo callar, pero él tenía sus ideas. —¿Qué diablos está pasando, nena? Con el ceño fruncido hacia él, repetí mi movimiento y sin quitar el dedo de los labios. Sus ojos se suavizaron inmediatamente y sus dedos se cerraron alrededor de los míos. —No voy a dejar que nadie te hiera, E —dijo suavemente. ¡Pues al infierno! Sonreí débilmente apreciándolo y asintió una vez antes que la luz inundara la puerta de atrás apareciendo por el borde de la puerta la cabeza de Aaron. Su sonrisa iluminó mi corazón. —E —susurró en voz baja y mi sonrisa se ensanchó. Los ojos de Aaron pasaron a Jax mientras salía de la puerta con unas cuantas bolsas. —¿Estás bien? —articuló Aaron conociendo las reglas de permanecer mudo. Levanté un pulgar en respuesta mientras Jax se movía hacia delante y tomaba las bolsas de Aaron. Aaron echó la cabeza hacia Jax con las cejas altas en una silenciosa pregunta. —¿Quién demonios es? —Sonreí y asentí con la cabeza, asegurándole que era un amigo y Jax se dirigió hacia el auto. Aaron cogió las bolsas restantes mientras le seguía detrás, cerrando cada una de las puertas en silencio en nuestra escapada, mis nervios haciendo temblar mis piernas. Estuvimos tan cerca de lograrlo. ¡Dios! Tan cerca.

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Ella abrió las puertas delanteras mientras yo me apresuraba a bajar la calzada para alcanzar a los chicos, mi corazón se sobresaltó cuando me llamó por mi nombre. —¡¿EVE?! Cerré mis ojos encontrándome parada a mitad del camino hacia la libertad. —¡EVE! —repitió. Me volví lentamente, tragando mi miedo. —Mamá. —Eché un vistazo detrás de mí, agradecida de que Aaron y Jax estuvieran seguros ya en el auto. —¿Qué demonios, Eve? —Sus palabras fueron mal pronunciadas, tenía el rostro atontado mientras se tambaleaba hacia mí y apreté los dientes severamente, escuchándolos agrietar bajo la presión. Su cuerpo entero estaba inclinado casi el doble cuando separó sus rodillas y me encogí al percatarme de su apariencia. Llevaba sólo una bata de cama de color rosa, su pelo era salvaje y su maquillaje parecía haber sido aplicado con una pala. Mi corazón se congeló cuando lo vi salir de la puerta tras de ella. ¡Mierda! Empecé a dar marcha atrás poco a poco. —¡Vete a la mierda... no! —Balbuceé mientras negaba con la cabeza violentamente—. ¡No hagas esto mamá! No me oyó, no podía. Él siguió viniendo y mis pulmones comenzaron a cerrarse. Mi cabeza se sentía ligera a la vista de él y me esforzaba por moverme. Maldita sea E.... ¡Corre! Comenzó a burlarse de mí, elevando arrogantemente sus feos labios mientras caminaba hacia mí. Mis piernas estaban temblando y había empezado a jadear. Sus dedos se cerraron alrededor de mi brazo mientras se inclinaba y cerré los ojos, tragándome las náuseas ante su toque. En silencio pedía que Aaron permaneciera en el auto, pero sabía que iba a volver por mí si se daba cuenta de que tardaba en llegar. Yo quería permanecer en su lugar… ¡Era necesario! —¡Hola chica guapa! —susurró en mi oído. Su aliento rancio inundó mis sentidos y miré a mi madre rogando con mis ojos. ¡Ella estaba sonriendo con esa maldita sonrisa suya! La que siempre quería borrar de su hermosa cara. Su mano comenzó a tirar de mi brazo y presioné mis talones en la grava. —¡No! Él soltó una carcajada. —Ahora nos conocemos mejor que eso, Eve. —Negándome a abrir los ojos, un pequeño sollozo brotó de mi garganta. —¡No! —le reiteré. No sé de dónde venía el coraje, pero me alimentaba de él.

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—Ya déjame —dije, apenas en un susurro, pero todavía orgullosa de mi valentía. —Abre los ojos y mírame, puta. —Hice una mueca por su rabia, pero negué con la cabeza por el desafío. —No. Aullé cuando su mano agarró mi pelo, doblé mis dedos alrededor de su muñeca, buscando un alivio contra el dolor. —Por favor, no —le rogué, mi valentía tomando el último tren. Mi madre convenientemente había desaparecido. —¡Mierda! —Escuché a Aaron detrás de mí y me estremecí. —Vuelve al auto, Aaron —Le grité pero podía oír el crujido de la grava cada vez más fuerte mientras me agarran más fuerte del pelo—. ¡Aaron, vuelve al auto ahora! —Retira la maldita mano antes de que la mía se envuelva alrededor de tu garganta, maldito idiota —gruñó Jax detrás de mí. Mis ojos se abrieron de golpe y me quedé inmóvil, la vergüenza corriendo a través de mí. —Jax —susurró Aaron con una advertencia, demasiado consciente de lo que Keith era capaz. Keith se burló. Jax gruñó. Gemí. —¿Crees que eres un chico duro? —gruñó Keith a Jax. Jax se rió en voz alta. Parpadeé al sentir que Keith era arrancado de mi lado y fue derribado en un movimiento fluido. —¡Mierda! —susurró Aaron. Sólo parpadeé... otra vez. Jax agarró mi mano y tiró mientras miraba a un Keith inconsciente, tendido en la grava, con la sangre de su nariz salpicando su cara. —¡Ahora, nena! Asentí con la cabeza, pero mis rodillas se doblaron y caí al suelo. Jax se extendió hacia abajo y me recogió sosteniéndome cerca contra él mientras caminaba hacia el auto. —Está todo bien, nena —dijo en voz baja. —Gracias —dije en voz baja, sin saber qué más decir. Él me miró, con una sonrisa, levantando sus labios mientras asentía una vez más y mi corazón se agitó de forma involuntaria. ¡Santo Infierno! Aaron subió a la parte de atrás del auto antes de que Jax me acomodara en el asiento del pasajero a su lado y nos sacara de allí. No volví a mirar hacia atrás.

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Capítulo 6 El lunes por la mañana pasó muy rápido. El primer día de clases y conferencias me había agotado antes de que ni siquiera empezara mi turno en el Z Bar. Jax no había mencionado y ni siquiera me había preguntado acerca de lo que había ocurrido la noche del sábado y me alegraba mucho por su discreción. Aaron y Luce se guardaron del mundo el domingo por la noche, con su escandalosa forma de hacer el amor. ¡Todo se sacudía! Aaron se mudó a su propia residencia en el pueblo la mañana del lunes y todos suspiramos de alivio con la esperanza de dormir un poco esta noche. El domingo habían llegado el resto de compañeros de nuestro piso. Josh White era un tipo tranquilo de pelo rubio. Él me había informado de que estaba estudiando Lengua Inglesa con orientación a la Escritura creativa igual que yo. Nos dimos la bienvenida como compañeros de estudios y me alegré de tener un rostro familiar para que me acompañara a las clases. Austin Pearce, no podía aún decidirme acerca de él. Parecía malhumorado a veces. Riendo un minuto y bromeando con el resto de nosotros, para luego retraerse y retirarse hacia sí mismo en el otro. Gavin, el tercero, no dejaba de mover sus ojos entre Austin y yo, los dos encogiéndonos con perplejidad.

Después de las clases de lengua el lunes por la tarde, Josh y yo nos encontramos en la cafetería del campus. —Yo voy por ellos —declaró Josh, mientras asentía hacia una mesa en la esquina. Después de darle mi pedido me instalé en un asiento de la mesa que él había indicado y saqué mi teléfono del bolso, viendo tres llamadas perdidas de mi mamá. Comprobé que Josh siguiera en la cola y rápidamente marqué su número, maldiciéndome por ser tan débil. —¿Eve? —Su voz estaba tensa y áspera causando una leve punzada de culpa en la superficie.

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—Sí, mamá, soy yo. Su sollozo rasgó a través de mí y mis dientes se hundieron en mi labio inferior. —¿Estás bien? Sé que es una pregunta estúpida, pero la pregunto de todos modos. —No realmente. —Eve... —Otro sollozo se le escapó—. Eve, lo siento, yo... Podía notar su culpabilidad y apreté los ojos cerrados contra ello. La intensa y familiar presión había comenzado a construirse y luchaba para contenerla mientras escuchaba su llanto de culpabilidad. No podía hacerle frente ahora, no sería capaz de luchar contra el deseo de destruirlo, el deseo puro de la liberación que necesitaba. —Mamá, por favor... Yo... No puedo hacer esto ahora. La oí jadear y me obligué a tragar mis lágrimas mientras mis oídos comenzaban a zumbar, el estremecimiento atormentando su camino a través de todo mi cuerpo y apreté el puño, tratando desesperadamente de empujar el anhelo hacia abajo mientras me concentraba en el reloj de pared detrás del mostrador, forzando los ojos a seguir el movimiento de la aguja. Mis manos temblaban violentamente y mis ojos estaban borrosos. ¡Mierda! Terminé rápidamente la llamada de mi madre y marqué a Cam antes de que fuera demasiado tarde. Respondió después del segundo timbre. —Hey. Sacudiendo la cabeza violentamente, mi voz se distorsionó. —Cam —no fue más un bufido. —¡Mierda, E! ¿Dónde estás? Dejé caer el teléfono cuando los temblores me devastaron y cerré los ojos, todo mi cuerpo gritando con la necesidad de la liberación, desarrollando la presión a un nivel tan extremo como si fuera a explotar en cualquier segundo. Me di cuenta de que Josh estaba en cuclillas junto a mí, con el rostro y la voz ilegible mientras cogía el teléfono y hablaba por él. Me tapé los oídos y traté de controlar mi respiración. Dentro, fuera, dentro, fuera... ¡No lo necesitas, E, no lo necesitas, no lo necesitas! Una y otra vez, hasta que fue todo lo que oí. Unos fuertes brazos me rodearon y sentí que me llevaban fuera de la tienda. El olor de Jax rodeó mi cerebro, me pusieron en un auto y mi cuerpo se sacudió violentamente. Mis lágrimas y la tensión obstruían mi garganta, mis uñas cavaban profundamente en mis manos. La voz de Cam se filtraba a través de la niebla, mientras sus manos se apoderaban de las mías, abriendo gentilmente mis dedos cerrados. —¡No lo necesitas, E! ¡No lo necesitas!

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¡Sí, Cam, me lo he dicho a mí misma por la última media hora por el amor de Dios!

Volví en sí un tiempo más tarde, encerrada en los brazos de Cam mientras me mecía. —Cam. —Hey. —Su rostro apareció ante mí, su sonrisa suave y tierna—. ¿Estás bien? Me chequeé a mí misma y asentí con la cabeza ligeramente. —Buena chica. —Me besó en la frente con suavidad—. Bien hecho. Sonreí ante el orgullo en su voz y admitiré que me sentía orgullosa de mí misma por no ceder ante el deseo. —Once semanas, E. —Asentí con la cabeza en reconocimiento mientras me levanta y tomaba conciencia de mi entorno. Estábamos en el piso de Cam. —¿Qué hora es? ¡Tengo que ir a trabajar! —Las seis —oí la voz de Jax desde la puerta y me di la vuelta. El rubor se extendió por mi cuello y llenó mi rostro mientras sus ojos se deslizaban sobre mí—. ¿Estás bien, cariño? Asentí con la cabeza, el devolvió el movimiento asintiendo con la cabeza. —¿Necesitas que te lleve? —Lo miré perpleja—. ¡Al trabajo, nena! —Oh, no, está bien. —Jugueteé nerviosamente, muy avergonzada de que hubiese sido testigo de mi conducta anterior. Inclinó la cabeza. —... “¡Sí, gracias Jax!” —Recordó con una elevación de cejas, en referencia a nuestra conversación de la noche del sábado. Una pequeña sonrisa se levantó en mis labios. —Sí, gracias Jax —reformulé. Él sonrió y me guiñó un ojo antes de volverse a la cocina y regresar con sus llaves. Su cabeza señalando hacia la puerta, un gesto que indicaba que debíamos salir ahora. —E. —La mano de Cam se instaló en mi brazo—. ¿Crees que tienes que ir esta noche? Le devolví la mirada, tratando de tranquilizarlo con un simple gesto —Estoy bien. —Él frunció el ceño, pero asintió con la cabeza. —Aún es temprano —le gruñí a Jax, quien unos momentos estaba tratando de mostrar lo rápido que el auto podía moverse. Me miró con una expresión de desconcierto—. Ve más despacio —le animé en voz baja. Se encogió de hombros, pero levantó ligeramente el pie del acelerador.

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—¿Tienes muchos de esos? —preguntó de pronto y me encogí de hombros. —No sé de qué hablas, nene —le respondí con descaro. —Ataques de pánico, nena —aclaró, ignorando mi imitación descarada o no registrándola—. Cam dijo... que era un ataque de pánico. Le di una mirada perpleja al darme cuenta de que Cam me había cubierto. —Oh. —Desvié mi mirada mirando por la ventana—. Unos pocos. El silencio llenó el auto por unos momentos mientras estacionaba frente al Z Bar. Me volví hacia él con una sonrisa forzada. —Gracias. Sus dedos se cerraron alrededor de mi brazo cuando fui a abrir la puerta, mis ojos se levantaron hacia él y me derribó con su intensa mirada. Me bloqueó, me mantuvo inmóvil durante unos momentos antes de hablar y yo cerré los ojos con horror. —Mi padre solía tener un problema. Ansias terribles, E, que atormentaban su cuerpo cuando los temblores comenzaban. No podía respirar. —Su tono áspero se filtraba a través del calor denso del auto. Tiré mi labio inferior detrás de los dientes y tragué con dificultad. Necesitaba salir del auto, el aire estaba desapareciendo rápidamente, pero él se negaba a soltar su presa. —Sé que no es drogas, nena. ¿Qué es? Negué con la cabeza, manteniendo los ojos cerrados con fuerza. No le podía ver, así que él no podría verme, funcionaba así ¿cierto? —Por favor —le supliqué en un ronco susurro. Después de unos instantes sus dedos relajaron su control sobre mi brazo, pero me agarró la mandíbula y me volvió la cara hacia la suya. Podía sentir su aliento fresco sobre mi mejilla. —Abre tus ojos, nena. —Su voz no fue más que un gruñido áspero pero la emoción en esas cuatro palabras me robó el aliento. Hice lo que me pidió y los abrí, jadeando cuando me encontré su iris negro cerca—. La vida es lo que nos dan para vivir, E. Poséela, úsala, trabaja en eso nena. Que sea lo que tú quieres que sea. Le fruncí el ceño. Sus ojos siguieron su pulgar mientras lo pasaba sobre mi labio inferior, liberándolo de entre mis dientes mientras lo hacía. —No te muerdas el labio, nena. Me dan ganas de hacerte cosas que tal vez no creo que quieras que yo haga... aún. Un soplo que no me había dado cuenta que estaba conteniendo escapó de mis pulmones a borbotones de manera rápida y él sonrió mientras se retiraba. Prácticamente me caí del auto, mis pies sin cooperar ni un poco con mis piernas temblorosas mientras luchaba por entrar en el bar.

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—Hey, E. —Me saludó Rachel, la encargada del bar. Ella frunció el ceño y ladeó la cabeza—. ¿Estás bien, niña? Sacudiendo mí cabeza, asentí y sonreí. —Sí, sólo cansada. —Ella asintió con la cabeza. —Sí, el primer día de clases siempre es difícil. Asintiendo noté a Austin sentado en una mesa solitaria al fondo de la sala. —¿Cuánto tiempo lleva aquí? —le pregunté a Rach indicándole a quien me refería con la cabeza. —Unas cuantas horas. Para ser honesta, me estaba poniendo los pelos de punta. Sigue mirándome. Me hace apreciar lo lleno que está esta noche el Bar. Asentí mientras escaneaba la habitación. —Dios, ¿de dónde vienen todos esos? —Todas y cada una de las mesas de la sala estaban ocupada y sonreí cuando vislumbré a los miembros de Room 103 sentados en la mesa de siempre en la esquina. —Llave inglesa —gritó Romeo en señal de saludo. Levanté mi mano y sonreí. Boss saltó, su energía siempre presente alimentando la habitación. —Consígueme una cerveza, cosa caliente. —Ya estaba en ello, haciendo estallar la tapa de su bebida habitual. Él sonrió cuando se la pasé y me dio el dinero—. Guárdate el cambio, linda. Fran apareció a su lado y me di cuenta de una leve rigidez en su llegada. —Fran. —Saludó con suavidad. Ella inclinó la cabeza y le sonrió. —¿Dónde está Jax? —En casa. —Fue todo lo que dijo. Ella asintió con la cabeza y se fue. No hice caso del pequeño nudo que se apretaba en mi pecho ahora que sabía a dónde se dirigía. —Supongo que ella que no es tu persona favorita. —Me reí entre dientes cuando imitó a una mordaza. —Mierda no. No puedo soportar a la perra. ¡Es un tiburón con tetas! — Me reí en voz alta con su descripción y me sonrió—. Eso está mejor, cosa caliente, pareces un poco decaída esta noche. Arrugué la nariz y sacudí mi cabeza. —Estoy bien. Él asintió, se inclinó sobre la barra y plantó un tierno beso en mi mejilla. Le miré con desconcierto. Él se encogió de hombros, un ligero rubor tiñendo su cuello, y sonrió alegremente antes de regresar con los demás. Él estaba progresando conmigo.

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Caminando por el pueblo después de mi turno, me reía para mis adentros mientras un grupo de chicos borrachos se sentaba frente a una tienda de almacenamiento cantando lo que parecía ser un canto de fútbol, cuando una mano se apoderó de mi hombro. Chillé fuerte, antes de girar en redondo y toparme con Austin. Por Dios que tipo más raro era. —¿Estás bien, amor? —gritó uno de los muchachos borrachos y levanté la mano en confirmación, sonriendo ante su caballerosidad. —¿Volviendo a casa? —preguntó y fruncí el ceño ante su pregunta. Era bastante obvio a dónde me dirigía, pero le di una sonrisa y un guiño, sólo para ser amable. —¿Qué tal te estás yendo, Austin? Él se encogió de hombros e hizo una mueca. —Bien, supongo. Parecía ser un poco solitario. Nunca lo había visto con amigos o, pensándolo mejor, con nadie. —La próxima vez que estés solo en el bar, toma un taburete y háblame —sugerí. Me miró y sonrió ante mi oferta. Noté el tenue brillo de sus ojos y me sentí un poco triste por él—. ¿Es difícil, no? Él asintió con la cabeza, comprendiendo de lo que estaba hablando —Yo tengo suerte, en realidad. Tengo a Luce y mis hermanos así que... —Yo sólo... echo de menos... —No terminó, parecía no poder hacerlo y puse una mano en su brazo. —¿Dejaste una persona especial detrás? Su rostro se apretó fuertemente mientras sus ojos se oscurecían. —¡No alguien digno, joder! —Su brusco cambio de humor picó en mis sentidos. Parecía estar enojado y de inmediato la furia que irradiaba hizo que sonaran mis alarmas—. Esa hija de puta no merece vivir en mi jodida cabeza —escupió mientras gruñía. ¡De acueeeerdo! —Cierto. —Asentí agradecida de haber llegado a nuestros dormitorios. Su rostro giró hacia mi tan rápido que pensé que se iba a romper el cuello, tenía los ojos entrecerrados y me di cuenta de que sus nudillos estaban apretados contra su puño cerrado. —Sabes que no deberías estar sola, E, algunas personas son realmente malas acerca de... Su tono de voz hizo que un escalofrió corriera por mi espalda. Yo no sabía si tomar su declaración como una advertencia o como un consejo. Me limité a asentir; simplemente asentí con la cabeza. Ah, y quizá y hasta mojé mis bragas involuntariamente.

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Capítulo 7 La semana pasó es un borrón de conferencias y ensayos de montaje y cuando se acercó mi turno del sábado por la noche me sentía rezagada. Estábamos repletos otra vez; la atmosfera alcanzó su punto culminante cuando Room 103 empezó a tocar y Trish y yo luchábamos por mantenernos al día con los pedidos. Austin me tomó la palabra literalmente, y se encaramó en uno de los taburetes, pero a medida que la noche avanzaba y se llenaba cada vez más, no podía arreglármelas poder hablar con él y su actitud se volvía a cada rato más oscura. Trish se mantuvo disparándome miradas de preocupación ya que Austin no me quitaba la mirada de encima. Yo seguía dándole sonrisas de disculpa con la esperanza de apaciguarlo, pero mi ansiedad crecía mientras él bebía más y su cólera aumentaba. —¿Cómo lo estamos haciendo? —La voz de Jax llenó la habitación—. ¿Somos jodidamente buenos? La multitud rugió en respuesta y Jax asintió. —Quiero cambiar un poco la secuencia de esta noche. —La horda aplaudió en aprobación y me encogí cuando el rostro de Jax giró hacia el mío con una sonrisa astuta. ¡Oh mierda! —Tengo algo para compartir con ustedes. Empecé a retroceder, mi intuición me decía que no me iba a gustar lo que iba a hacer. —Tuve el placer de pasar unas horas en compañía de E y saben que chicos... —¿QUÉ? —cantó la masa. Jax sonrió ampliamente y me señaló con el dedo. Todas las cabezas se giraron hacia mí. —... Esa maldita chica... ¡PUEDE CANTAR JODIDAMENTE BIEN! Gemí. La multitud aplaudió. Trish silbó. —¡E! Trae ese pequeño culo caliente aquí, nena. Negué con la cabeza y lo miré. Sus labios se levantaron en una pícara sonrisa cuando golpeó el pie en el suelo y empezó a cantar.

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—E, E, E, E, E... —La habitación se unió, y las paredes parecieron vibrar con el estruendo. Pronto me encontré siendo agarrada por Romeo e izada hacia el pequeño escenario. Jax se acercó a mí y tomó mi mano entre las suyas, tirando hacia el centro de la plataforma mientras la multitud rugía de emoción. —¿Just give me a Reason? —me susurró Jax al oído, con los ojos brillantes y esperanzados. Dándole un leve encogimiento de hombros, me metió el micrófono en la mano y miré con nerviosismo a la masa de gente. ¡Oh Diosss! Nunca antes había cantado en frente de una audiencia y tragué las náuseas de mi estómago que gruñía con los nervios. La mano de Jax apretó la mía y le miré a los ojos. Sonrió con una pequeña inclinación de cabeza, y cuando comenzó la música me dio la vuelta y noté que había sacado un teclado de alguna parte. Cerré los ojos y respiré hondo antes de entrar en la canción. Right from the start, you were a thief You stole my heart And I your willing victim Abrí los ojos. I let you see the parts of me That weren't all that pretty And with every touch you fixed them Me relajé y empecé a sacudir las caderas al ritmo. Now, you've been talking in your sleep Oh oh, things you never say to me Oh oh, tell me that you've had enough Of our love, our love La emoción de la canción corría a través mí y mi voz se estabilizó a medida que continuaba y daba todo de mí. La multitud se balanceaba, silbando y uniéndose con las palabras y Jax se concentró en mí y se conectó conmigo mientras cantaba. En el momento en que la canción alcanzó su punto álgido, los dos estábamos cantando juntos con tanta pasión que me esforzaba por mantener el tono y muy pronto llegaron mis líneas las cuales terminaban la canción. Oh, we can learn to love again Oh, we can learn to love again Oh, that we're not broken just bent And we can learn to love again

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La sala se quedó en silencio cuando llegué a su fin y me encogí de vergüenza pero Jax sonreía ampliamente. Entonces... el Z Bar entero estalló en lo que sólo puedo explicar cómo el pandemonio. El aire vibraba, las paredes temblaban y la masa de estudiantes rugían con silbidos, gritos y cánticos de: ¡E, E, E, E...! Una energía pura, sin diluir, se apoderó de mí haciéndome sentir viva… Completamente animada y con un fuerza eufórica me volví a Jax. Estaba riendo y silbando con la multitud. Me lancé sobre él, envolviendo mis piernas alrededor de su cintura y mis brazos alrededor de su cuello, él me cogió y empezó a girarme. —Eres un maldito As nena. Su boca cayó sobre la mía y me llevó a un beso tan apasionado e intenso que ni siquiera me resistí y le devolví el beso con el mismo vigor y hambre. Electricidad me recorrió mientras profundizaba sus caricias y atacaba mi boca con su lengua, barriendo sobre mis dientes superiores, mientras me exploraba. Un gemido retumbó en mi garganta mientras su gran mano palmeaba la nuca de mi cuello y me tiraba más en profundidad, devorándome. Un gemido de él estalló en mi boca y me aparté de repente, ansiosa del deseo que se hinchaba en la boca de mi estómago. Una tímida sonrisa irradiaba su rostro. —Un beso épico, nena. Resoplé ante su elección de palabras, sonreí, luego amplié la sonrisa y luego me eché a reír en una carcajada llena. —Tienes una habilidad con las palabras, Jax. —Me guiñó un ojo y saltó fuera del escenario, tratando de pasar a través de la multitud de personas que querían darme cumplidos o felicitarme. —¿Novio? —preguntó Austin con un gruñido y señalando hacia Jax, mientras tomaba mi sitio detrás de la barra. Se veía realmente inquieto y algo en él me molestaba salvajemente. Sacudiendo la cabeza ante su pregunta tomé la orden de la chica de su lado. La reconocí de mi clase de la estilística. —Melissa ¿verdad? Ella asintió con la cabeza y sonrió. —¡E! —Sonrió recordando mientras me señalaba con el dedo. Sonreí y asentí de vuelta—. V y red Bull. Ella miró a Austin mientras me daba su orden y me estremecí cuando sus ojos recorrieron la totalidad de su cuerpo. Ella parecía interesada en él y no estaba segura de sí estaba agradecida por estar desviando su atención sobre mí o si yo estaba preocupada por ella. Había algo en él que... ¡Oh déjalo, E, probablemente sea un gran amigo cuando llegues a conocerlo!

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Boss se sentó en uno de los taburetes y se apoyó en la barra poniendo su barbilla en sus manos, mientras que con los ojos seguía cada movimiento que hacía. Sonreí para mí misma cuando él permaneció en silencio, pero continuó acechándome con los ojos. Finalmente cediendo, me acerqué a él. —¿Puedo ofrecerte algo, Boss? Su amplia sonrisa me hizo reír. Yo estaba realmente haciéndole entrar en calor. Era como un hermano mayor descarado y sabía instintivamente que debajo de toda su insinuación era exactamente como me veía, aunque no digo que rechazaría un rollo en caso de ofrecérselo. —Cosita caliente... Hay fiesta en mi casa. ¿Estás dispuesta? Levanté un hombro. —No sé Boss, estoy hecha polvo. Romeo se sentó en el taburete de su lado. —Joder, Llave inglesa, estuviste impresionante. —Sonreí en agradecimiento mientras hacía estallar las tapas de sus cervezas y se las pasaba por encima del mostrador—. En serio, deberías hacer un dúo con Jax en una de nuestras canciones. A la gente le encantaría. Negué su oferta con la cabeza. —No, así estoy bien, pero gracias. — Frunció los labios, pero se encogió de hombros con resignación. —Estoy tratando de convencerla de que venga después a nuestra fiesta. —Boss le dio un codazo a Romeo. Yo rodé los ojos. —Boss, déjame por ahora y si después de mi turno descubro algo de energía oculta entonces iré —ofrecí ligeramente. Me miró de soslayo. —¿Me lo prometes? Inhalando con frustración, hice una cruz sobre mi corazón con mi dedo y asentí con la cabeza, antes de ir al otro lado de la barra. Incliné la cabeza hacia un lado al darme cuenta de que Austin y Melissa habían desaparecido. Debían haber ligado. Para las 2:00 a.m. estaba oficialmente agotada y no estaba de humor para una fiesta. Mis pies y mi espalda me dolían y mi cabeza me estaba palpitando por lo que en lugar de ir a la fiesta, me dirigí a mi dormitorio, mandado un mensaje de texto a Cam diciéndole que después de todo no iba a ir. Él me contestó diciendo que Luce y Kaylee estaban y que los chicos tenían una barbacoa mañana por la tarde y que Boss no aceptaba un no por respuesta. Respondí que estaría allí, entré en mi dormitorio, me puse la camiseta de Guns And Roses con la que siempre me acostaba y caí en la cama. BANG BANG BANG Un grito ahogado. »Por favor, para.« BANG BANG BANG

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»¡Tómalo, puta!« BANG BANG BANG ¿Qué demonios? Me senté frotándome los ojos, fruncí el ceño con los sonidos procedentes de la habitación contigua a la mía. BANG BANG BANG »No pue... no puedo... « BANG BANG BANG »Te dije que lo tomes, puta... « Me quedé helada al escuchar lo que se estaba desarrollando a través de la pared, el aliento entró en mis pulmones mientras frenéticamente trataba de averiguar lo que estaba sucediendo. »Por favor... Para... Austin... « »¡Mierda!« BANG BANG Entonces oí un débil llanto. ¡Demonios! Me lancé fuera de la cama y hacia el pasillo y aliviada vi que un adormilado Gavin también se esforzaba para averiguar lo que estaba pasando en la habitación de Austin. —¡E! —susurró y yo asentí. —¡No me gusta el sonido de eso! Él asintió con la cabeza y luego se acercó de puntillas a la puerta de Austin y apoyó la oreja contra la madera para escuchar. Sus ojos se abrieron antes de retirarse y llamar a la puerta. —¡Austin! ¿Qué pasa hombre? Contuve la respiración mientras esperaba una respuesta, pero todo se había tranquilizado. Gavin volvió a llamar mientras me daba cuenta que Josh había abierto la puerta apareciendo en el pasillo, vistiendo sólo un bóxer. Desvié rápidamente la mirada de nuevo a Gavin y me encogí cuando Austin gritó. —¡Vete a la mierda, Gav! —No me gusta esto —dijo con aprehensión Gavin antes de poner la mano en el pomo de la puerta. Sus cejas se alzaron hacia mí consultándome si debía abrir o no. Asentí ahora preocupada por Melissa. Poco a poco abrimos la puerta luchando conmigo misma sin saber si quería ver el interior o no, pero no cedí y eché una ojeada. ¡Desearía no haberlo hecho! Melissa estaba atada a la cama de Austin boca abajo. Austin la estaba tomando analmente y ella lloraba mientras le daba con tanta fuerza que la cabecera golpeaba contra la pared. —¡Mierda! —Josh exhaló detrás de mí.

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Di un paso atrás, porque no quería ver nada y dejé que los chicos lo manejaran. —¡Cristo, Austin! —gruñó Gavin. —¡Mierda! —Escuché decir a Austin mientras Melissa continuaba lloriqueando. Los chicos entraron en la habitación y me quedé inmóvil en el pasillo hasta que Melissa apareció desnuda y llorando. Le coloqué un brazo alrededor de su hombro y la llevé a mi habitación, cerrando la puerta antes de recuperar una camiseta de mi cajón y pasársela. Ella se quedó en silencio, sólo hipando mientras se la ponía. —¿Estás bien? —le susurré. ¿Por qué siempre se hace esa pregunta cuando es obvio que la persona no está bien? Sus ojos abiertos encontraron los míos y me encogí ante el horror detrás de ellos. Me coloqué a su lado en la cama, poniendo mi mano sobre su muslo. —¿Quieres que llame a la policía? Ella negó con la cabeza. —No, yo... Yo accedí, pero... —Se chupó los labios mientras otro sollozo arrancaba de su garganta—. Yo... Él se puso un poco... —¿Bruto? —Terminé por ella. Me miró y asintió con la cabeza frenéticamente. —¿Le dijiste que parara? Ella asintió de nuevo. —Realmente creo que deberías denunciarlo —le animé pero negó con la cabeza. —No, yo... Yo no puedo. Realmente no me gustaba donde se dirigía con esto. —¿Por qué no me dejas hacerles una llamada y ver lo que dicen? Ella pareció pensárselo por un tiempo antes de darme una pequeña inclinación de cabeza. Sonriendo apreté su muslo mientras llamaba por teléfono.

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Capítulo 8 Melissa y yo salimos del coche de policía y dimos las gracias al oficial que nos había traído a casa la mañana siguiente. —¿Quieres venir a tomar un trago? —le ofrecí a ella mientras fruncía el ceño al ver a Jax apoyado contra su coche mirándome con los ojos entornados. Se apartó y se dirigió hacia nosotras. Melissa sacudió la cabeza. —Sólo quiero irme a casa y acostarme. Asentí con la cabeza comprensivamente y tiré de ella en un abrazo. Ella me abrazó fuertemente por un largo tiempo y me mordí mis labios al sentir cómo un escalofrío atormentaba su cuerpo exhausto, agradeciendo en silencio que Jax se hubiese detenido al darse cuenta que era un momento privado. Le apreté una vez más y la vi alejarse, arrastrando los pies con desolación. —¿Nena? Me volví hacia él. —Austin. Frunció el ceño ante mi simple respuesta. —Austin, el tipo... fue un poco brusco con ella. Hemos estado en la comisaria toda la noche. —¿La jodió? Asentí con la cabeza en una declaración simple. —Sí, sabía que había algo en él. Me ponía la piel de gallina. —¿Qué dice la ley? Resoplé. —No mucho. No creo que ellos incluso lo hayan arrestado todavía. Como consintió en un principio dicen que es su palabra contra la suya y no ayuda el que no haya hematomas. Pero... ya veremos. Sacó un cigarrillo y lo encendió, dándole una calada profunda antes de dirigirse a mí. —¿Seguirás viviendo aquí nena? Asentí con la cabeza y suspiré mientras un temblor se apoderaba mi cuerpo. Los ojos de Jax se estrecharon. —Ni una mierda, no te quedas aquí E. Entrecerré los ojos ante sus palabras. Realmente debía comenzar a encontrarme con él solamente en un escenario si quería tener

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conversaciones decentes. Era el único modo en el que ampliaba su vocabulario. —No es tan fácil Jax —dije mientras comenzaba a ir a mi dormitorio. Su mano se cerró alrededor de mi brazo. —Te vas a quedar en mi cuarto, cariño. Me reí, fuerte podría añadir. Su rostro me detuvo de inmediato y tragué con dificultad. ¡Oops! —Jax, no hay manera de que me vaya dejando aquí a Luce y Kaylee con él. Voy a estar bien. Inclinó la cabeza y sus ojos se oscurecieron. —“Sí, gracias Jax.” Rodé lo ojos ante su presunción habitual. —No esta vez Jax. ¿De todos modos habías venido a por algo? Gruñó ante mi negativa. —Sí, cariño. Mis cejas se elevaron mientras esperaba una explicación, pero él siguió mirándome. —¿Jax? —le insté. Aspiró con fuerza. —Te venía a recoger para la barbacoa nena —reveló finalmente. Asentí con la cabeza comprendiendo, pero suspiré. —Realmente sólo quiero dormir Jax, estoy hecha polvo. —Pero él lentamente articuló. —Te vienes, conmigo nena. —Hice un puchero con fuerza, pero él negó—. Puedes dormir la siesta en mi cama. Mis ojos se abrieron ante sus palabras, pero siguió mirándome, sus ojos oscuros e intensos, como retándome a discutir. Rodando los ojos sacudí la cabeza con exasperación. —Bien, dame diez minutos. Él asintió con la cabeza y se fue para volver a subir en su coche, mientras yo entraba en mi dormitorio. Después de refrescarme y cambiarme, me senté al lado de Jax —¿Lista nena? Inclinando la cabeza contra el reposacabezas y cerrando los ojos, murmuré una respuesta y sonreí para mis adentros al sentir el ronroneo del motor al cobrar vida.

Me desperté un poco después y me impulsé hacia arriba, tratando de reconocer dónde estaba. La habitación estaba a oscuras, pero algunos

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rayos de sol lograban filtrarse a través de las persianas y la luz de la habitación era la suficiente para echar un vistazo. Las paredes eran de un gris pizarra profunda, una TV de pantalla plana grande estaba puesta en una de las paredes, mientras que un equipo de música del tamaño de Marte se posaba en el suelo debajo de ella y una pila de CD se tambaleaba precariamente al lado. Una gran foto de una joven adolescente colgaba de la pared de la izquierda, era muy bonita, con el pelo largo y negro ondeando en el aire alrededor de su cara y una enorme sonrisa iluminaba su rostro mientras le guiñaba a la cámara. Había algo en ella que parecía familiar, aunque no podía ubicarlo. Balanceé mis piernas fuera de la cama, mis ojos abriéndose muy amplios al darme cuenta de que sólo llevaba una camiseta por encima de mi ropa interior, y sin duda no era mi camiseta; yo no tenía una camiseta de Room 103. Recorrí la habitación buscando mi ropa y la encontré doblada sobre una silla y tirando de mis pantalones, me dejé la camiseta que llevaba y recuperé una banda de mezclilla de mi bolsillo con la cual me hice una coleta alta antes de ir en busca de la gente. Al pisar la parte trasera encontré a todos en el jardín de abajo, bebiendo, comiendo y cantando en voz alta. Sonreí mientras la voz de Cam se filtraba a través de mí... a ese chico realmente no se le debería permitir dañar más tímpanos. —Llave inglesa —dijo Romeo sonriéndome directamente desde abajo. Me incliné sobre la barandilla y sonreí hacia él—. Qué bueno que te unas a nosotros E. Riéndome entre dientes bajé hacia la multitud de personas por los escalones de madera a un lado de la cubierta. Unos brazos rodearon mi cintura mientras me alzaban y me daban la vuelta. —Boss —grité. Su lengua recorrió mi cuello desnudo, trazando el tatuaje que tenía en la nuca. —Bonito tatuaje E. Esperé por si quería agregar otro comentario sobre mis tatuajes, sólo para ver si fue él quien me había desnudado, pero parecía que sólo se refería al de mi cuello. —Nunca fracasas hasta que lo dejas de intentar —susurró la voz de Jax detrás de la piel desnuda de mi cuello una vez que Boss se alejó y mientras recitaba la cita me estremecí ligeramente—. Y me encantan las estrellas nena —añadió con malicia. Cerré los ojos y suspiré antes de girarme. —Sabes que no tenías que desnudarme Jax, habría estado bien durmiendo con la ropa. Su pícara sonrisa iluminó su rostro antes de inclinarse a mi oído.

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—Todas esas lindas pequeñas estrellas, guiando todo el camino hasta la parte exterior de la pierna, desde los dedos hasta tu... Me estremecí y mordí el labio inferior. —... cadera y a través de tu pelvis a tu... Luchaba por respirar mientras su cálido aliento me excitaba en lugares que no debían ser excitados. Me sorprendió notar todas las palabras que sabía. —... fruto prohibido. Solté el aliento que estaba conteniendo con un leve gemido, pero no había terminado... ¡oh no! —Maldita nena caliente. Me dan ganas de besar todos y cada uno de esos sexys tatuajes. Otro gemido retumbó profundamente. —Seguir todo el camino hasta arriba nena, sólo para ver dónde terminan. Decidí jugar en su propio juego, así que susurré: —Terminan con un piercing de venus7 y otra pequeña sorpresa. Gruñó profundamente curvando los dedos alrededor de la parte trasera de mi cuello mientras me atraía para darme un beso ardiente, dominando y controlando el beso haciendo que mis dedos se crispasen. Un beso durante el cual mi corazón se negó a latir. —Amo las sorpresas nena. Le disparé una sonrisa mientras me alejaba, dejándolo mirar el vaivén de mis caderas mientras me dirigía hacia Luce y Kaylee y sacaba al pasar una botella de cerveza del tacho enorme lleno de hielo. —E, ¿qué diablos pasó anoche? —preguntó Luce cuando me uní a ellos. Noté que más personas se unían a la conversación, todos ellos queriendo escuchar los últimos chismes. —Sabía que había algo extraño en él. —Kaylee se estremeció. Asentí con la cabeza en acuerdo. —Él me acompañó de regreso del trabajo la otra noche y se puso un poco… sombrío cuando le pregunté por su novia, y luego pareció que me advertía pero sin advertirme, ¿sabes lo que quiero decir? —Joder E —silbó Cam detrás. Parpadeé hacia él—. Una mierda si vuelves a estar a solas con él. —Normalmente estoy en el bar cada noche cosita caliente, empezaré a acompañarte a casa todas las noches —propuso Boss, y mi corazón se llenó ante su gentileza. —En el fondo eres un blando —le chinché dándole un codazo afectuosamente. Piercing de Venus: también conocido como de Cristina, es un piercing que las mujeres se colocan en la zona vaginal. 7

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—¡Mierda! No dejes que todos lo sepan nena. Voy a ser asaltado — bromeó, pero sonrió suavemente ante mí. Rodando los ojos tomé un trago de mi botella mientras Aarón saltaba a mi lado. Le sonreí. —Hola precioso —bromeé. Era una broma habitual entre nosotros al ser ambos el espejo del otro. Era como una especie de cumplido mutuo. Siempre me había preguntado por qué, aunque éramos idénticos, él era un pie más alto que yo. ¡Celos! —Llave inglesa. Me volví para encontrar la voz que venía detrás. Romeo levantó una botella hacia mí. —Tenemos un concierto en Brandells esta noche. ¿Vienes? —Por supuesto. Me vendrá bien conseguir una buena borrachera —le guiñé un ojo. Sus cejas se juntaron. —Pensé que eras inmune Llave Inglesa. —Sólo de tequila —le revelé y él esbozó una sonrisa maliciosa. —Entonces prepárate para ser destruida. Tenía que haber una manera de derribarte. Riendo me acerqué a Bulk, que estaba a cargo de la barbacoa. —Hey —Me sonrió y me abrazó de lado, haciendo a un lado un tenedor que atravesaba una salchicha. Sonriendo apreciativamente la deslicé del tenedor y tomé un bocado. —¿Puedo hacerle una pregunta Bulk? —Asintió. Me incliné más cerca—. ¿Quién es la chica de la foto que tiene en la pared Jax? Modificó ligeramente su postura antes de rectificarse y examinar la zona cercana a nosotros. Sus ojos se encontraron con los míos y fruncí el ceño al ver la tristeza en ellos. —Su hermana pequeña. —No fue más que un susurro y supe inmediatamente que había revelado cierta información privada que Jax no estaría entusiasmado de que hubiese sido revelada. Asentí con la cabeza. —Supongo que le ha pasado algo. Antes de contestar dio vuelta a las hamburguesas y luego se volvió hacia a mí. —Sabes E, eres la primera chica que deja entrar en su cama. Me quedé de piedra al oír sus palabras e inclinando la cabeza con perplejidad lo miré suavemente. Él respiró hondo, como si se preparara de alguna manera para decir sus próximas palabras. —Es un buen tipo E. No merece ser lastimado. Trata con un montón de mierda, pero también se ocupa de mucha mierda. —Fruncí el ceño—. ¿Entiendes a lo que me refiero, E? Meditándolo por un momento, sonreí suavemente. —Sí, lo entiendo Bulk.

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Apretándome más fuerte se inclinó de nuevo. —Ella murió.

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Capítulo 9 Todos nos amontonamos en Brandell esa noche y los chicos inmediatamente se dedicaron a la instalación de sus equipos mientras Cam y Aarón iban a buscar las bebidas, y yo y las chicas nos instalábamos en una cabina en la pared trasera. Melissa se había unido a nosotros después de que hubiésemos ido a su dormitorio e insistimos en que se uniese y, para ser honesta, realmente me gustaba era divertida, amable y muy dulce. —¡Llave inglesa! —gritó Romeo a través de la habitación. Me hizo señas cuando lo reconocí, pero al acercarme me di cuenta de Jax estaba sentado en el borde del escenario hablando con una chica rubia que reía mientras le susurraba algo al oído. Mordí severamente mi labio inferior cuando él mordió el lóbulo de la oreja de la chica y pellizcó suavemente antes de tirar de ella para darle un beso. Romeo miró en la dirección de mi mirada y frunció el ceño antes de volverse hacia mí. —Jax quiere saber si deseas hacer un dúo de nuevo. ¿Qué demonios? Negué con la cabeza. —¿Estás segura? —Sacudí la cabeza una última vez. Resoplé. —Si Jax quería saberlo, entonces Jax debería haber preguntado — dije sin quitar los ojos de la exploración de Jax en la boca de Rubiecita. Romeo ladeó la cabeza y sonrió con malicia, inclinándose un poco más cerca —Entonces ¿quieres hacer un solo? —Le fruncí el ceño, sin saber si podría hacer eso. Él asintió con la cabeza alentadoramente—. Claro que puedes —respondió sin esperar mi pregunta—. ¡Vamos E!, ¡La multitud se animará hasta el cielo! Nos quieren aquí, van a disfrutar del nuevo acuerdo. Mordiéndome el labio me devané los sesos pensando en una canción; sonriendo juguetonamente me incliné para informar a Romeo de mi elección. Él sonrió y asintió con la cabeza. —¿En Do? —preguntó para saber en qué tono iba a cantar. Asentí y sonrió—. Buena chica. La banda tocó su composición habitual y después de la última canción Romeo tomó el micrófono y puso una mano en el brazo de Jax deteniéndole para que siguiera.

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—¡Hey hermanos! ¿Lo están pasando bien? —gritó a la masa. —¡Diablos! ¡Sí! —gritaron en respuesta. Romeo asintió y sonrió mientras me miraba. Lo alenté a seguir adelante mientras me dirigía hacia él. Jax tenía una expresión de perplejidad en su rostro mientras sus ojos se movían entre Romeo y yo. Salté al escenario y Romeo tendió una mano para mí. —Quiero una enorme bienvenida de Brandells para ¡Eeee! La multitud enloqueció, aullando, dando taconazos en el suelo mientras el tambor de Boss comenzaba a redoblar. Rápidamente me di cuenta de que la mayoría de ellos eran los más fieles seguidores de Room 103, quienes los seguían por las ciudades y que debían haberme reconocido de anoche. —Bueno, yo tengo un puto infierno de un regalo especial para ustedes esta noche. La multitud rápidamente formuló un canto de “E, E, E, E...”, y sonreí y les mandé un beso mientras iniciaban un rugido de satisfacción. —¡Siéntate en mi pene E!! —gritó alguien de la multitud. —¡Lo siento, yo sólo practico el sexo seguro y tú… no te ves muy seguro para mí! —repliqué en voz alta. El ambiente se volvió loco y oí la profunda risa de Jax a mi lado. Romeo se rió. —Bueno infiernos... ¿qué les había dicho amigos? Rítmicas palmadas aparecieron en el aire mientras el canto de mi nombre persistía y Romeo tenía problemas para calmarlos y poder continuar. —¿Vamos a dejar que sacuda la Habitación, eh chicos? —¡Diablos, sí! —¿Quieren oírla Hablar Sucio? Cerré los ojos ante los aplausos atronadores por la canción de Poison que había elegido. —Mierda sí nena —susurró Jax a mi lado antes de saltar a la multitud de fans. Bulk dio un paso atrás poniéndome al frente y me dejó disfrutar de mi momento de fama mientras parte del público cantaba conmigo. Sabes que nunca Nunca te he visto tan bien Nunca actúas de la manera que debieras Pero me gusta Y yo sé que te gusta demasiado La forma en que te quiero Tengo que tenerte Oh, sí, sí, quiero.

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Tan pronto como llegué al coro Jax apareció de repente a mi lado y se inclinó para compartir mi micrófono cuando comenzó a cantar: Porque nena estaremos En el autocine En Ford del viejo Detrás de los arbustos Hasta que este gritando por más En el sótano Cierre la puerta del sótano Y nena Háblame sucio. Le di una sonrisa y un codazo en el hombro mientras gruñía las palabras en mi oído. Él me devolvió la sonrisa cuando cambió una línea y señaló a Romeo. Romeo Recoge la guitarra Y háblame sucio Romeo saludó, vino al frente del escenario y las chicas se volvieron locas cuando llevó a cabo un riff en solitario, mientras se posicionaba a mi lado, acercándose y cerniéndose sobre mí. Jodiendo nos mecimos y amé cada segundo de ello. Desde luego, podría acostumbrarme a esto. La sala estalló cuando terminé y chillé cuando Jax me izó sobre sus hombros, llevándome por las escaleras y sentándome en la barra. —¡Consiga para esta chica una bebida! —le exigió al tipo detrás de la barra. Me entregó una botella y me sostuvo en el aire ante la multitud. —¡ROOM 103! —brindé a todo volumen. —¡ROOM 103! —vitorearon todos. Jax me guiñó un ojo antes de que Cam viniese a salvarme. —Cristo... E brillante. —Me sonrió, me lancé hacia abajo y mis amigos me abrazaron. —Siempre dije que tu voz era la onda E. —Luce me guiñó un ojo. No tuve necesidad de comprar una bebida en toda la noche ya que mis nuevos seguidores me abastecían rápidamente y con frecuencia. Me fui con el bolsillo lleno de números de teléfonos, amigos muy borrachos, calzoncillos de alguien en mi bolsa, 12 preservativos rellenando mi sujetador y ni idea de quién demonios era yo.

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Alguna estúpida persona encendió la luz hasta el máximo y mis ojos gritaron en señal de protesta. El propio Satanás debía haber quemado mi boca dejándola hecha cenizas. Un baterista torturaba mis oídos a ritmo constante metiéndose en mi cabeza. Y el triángulo de las Bermudas había invadido mi estómago. —Ooh Dioss —gemí para mis adentros, sin atreverme a moverme. —¿Estás bien cariño? Mis ojos se abrieron de golpe con el resto de mis sentidos. Me senté rápidamente y miré a Jax tumbado a mi lado en la cama, sin nada más que una gran sonrisa, y exponiendo un poderoso pecho. ¡Mierda! Levante el edredón, atreviéndome a echar un vistazo a mi cuerpo y me horroricé al verme sólo en bragas y sujetador blanco transparente. —¿Una golosina nena? Prácticamente morí en ese instante. —Por favor, dime que no lo hicimos —le pregunté muy tranquila, no estando segura de que me hubiese oído. Su risa retumbó profunda. —Nena, no sabías ni tu nombre como para saber si querías follar. — Asentí lentamente mientras el alivio me inundaba—. ¿Cómo te llamas nena? Le fruncí el ceño; que pregunta más estúpida. —Eve. —Entonces ¿ya sabes si quieres follar nena? —Me guiñó un ojo antes de colocar su brazo sobre los ojos. Sacudiendo la cabeza, medité exasperada cómo dispararme como el infierno de la cama sin que Jax consiguiese una vista de mis partes femeninas. —Ya te he visto nena. ¿Cómo diablos lo hace? ¿Acaso mis pensamientos se escapan por las orejas antes de tener la oportunidad de decirlo? —Bonito tatuaje por cierto. Le di un golpe fuerte en el brazo cuando se refirió al tatuaje que tenía en mi pubis. “Deseo”. —Cristo Jax. Se echó a reír dándose la vuelta y tirándome hacia abajo con un brazo alrededor de mi cintura. —Vuelve a dormir E, es demasiado temprano para follar. Debo admitir que se sentía bien estar acurrucada en un par de brazos fuertes.

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Pero con la erecci贸n presionando en mi trasero, no estaba tan segura de si podr铆a hacerlo.

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Capítulo 10 Me desperté con la cara apretada contra su pecho sólido, mi muslo a horcajadas sobre él y mi brazo alrededor de su cintura mientras su brazo me envolvía, sosteniéndome cerca. Me examiné a mí misma mentalmente y me complació darme cuenta que me encontraba un poco mejor que antes. Giré mi cabeza y mi cuello mientras abría los ojos para enfrentarme a la luz. Jax me miraba fijamente. —Hey nena —dijo en voz baja. Le di una sonrisa suave—. Buenos días. Nos quedamos mirándonos el uno al otro en silencio, hasta que un pensamiento se me ocurrió y ladeé un poco la cabeza. —¿Cuál es tu verdadero nombre exacto? Sus hombros se levantaron un poco con su suave risa. —Jaxon Cooper. —Me gusta —le susurré mientras él pasaba su dedo por mi nariz—. ¿Cuántos años tienes? —23 nena —susurró de nuevo. Aproveché su predisposición. —¿Grupo favorito? —Probablemente Sabbath pero Nirvana podría ser también. —Su dedo se arrastró a través de mis mandíbulas—. ¿El tuyo? —G N'R, Journey y Poison, pero me gusta Sabbath también—sonreí. —¿Comida favorita? —Él se rió de esta pregunta. —Me gusta todo, nena. ¿Y a ti? —Sin lugar a dudas el café. Frunció el ceño ante mi respuesta. —El café no es un alimento, nena. —Oh, por Dios, lo es. —Sonreí mientras decidía deslizarme a la pregunta que verdaderamente quería hacer, cuando comencé la conversación—. ¿Hermanos? Lo sentí tensarse al instante y fingí no darme cuenta cuando su respiración se aceleró un poco, y lo miré expectante. Su silencio era pesado, se prolongó durante mucho tiempo y mi corazón se rompió en su angustia. —Ella es muy bonita —susurré finalmente, mordiéndome el labio y orando por no presionar demasiado.

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Sus ojos recorrieron los míos y vi el dolor crudo que había en ellos. —Ella era una chica… maravillosa. —Sonrió asintiendo con la cabeza mientras recordaba. —¿Cuál era su nombre? —animé suavemente. Tragó pesadamente. —Mary Ann. —Le queda. Me sonrió. —Ella era tan alegre, tan llena de vida, nena. ―Sonreí sinceramente y deslizó su pulgar por mi labio inferior—. Te habría gustado, nena. ―Hizo una pausa y respiró tembloroso—. Ella sólo tenía 13 años cuando... cuando... —Shhh —le susurré mientras me estiraba hacia él, con la boca a la caza de la suya, mi necesidad de calmar su dolor inmensa cuando llegué a él. Él también estiró su mano alcanzándome, llevándome a su boca y tomando suavemente mi labio inferior entre sus dientes atrayéndolo entre sus labios. Gemí débilmente. Él gruñó en voz alta. Luego me dio un beso. Querido Dios qué beso. Él me poseía mientras me trabajaba, su boca aprisionándose, tomándome como rehén. La pasión que irradiaba mientras me controlaba era exactamente la misma con la que yo le devolvía el beso. Este hombre sabía besar, en realidad no me estaba besando... esto era algo completamente distinto. Él había inventado su propia forma de besar y yo quería comprar cada acción que hubiese en el mercado. Lo atraje más cerca mientras continuaba dominándome. Se dio la vuelta y me llevó con él, haciéndome sentar a horcajadas sobre él, mi pecho presionando contra el suyo; mis manos se deslizaron sobre su suave melena mientras sus dedos se retorcían alrededor de mi ondulado cabello. Él gimió de nuevo, un estruendo profundo en la parte posterior de la garganta que se disparó directamente a mi vientre antes de que sus manos se aventurasen por mi espalda para acariciar mi trasero. Él cogió mi exclamación en su boca y como resultado, sus dedos acariciaron mi piel suave. Me aparté de su boca y empecé a rozar su mandíbula con los dientes, la lengua calmando la mordedura mientras yo hacia mi camino por su cuello. —Tienes que parar, nena —sopló y apenas registré lo que él me había dicho. Seguí succionando mi camino por su garganta mientras mi lengua se deslizaba alrededor de su nuez de Adán.

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—Joder nena —gruñó mientras sus manos asaltaron ahuecando mis pechos. Gemí y empujó aún más en sus caricias, mis labios recorriendo ahora su clavícula mientras mis caderas comenzaban a moverse en contra de la tensa erección en sus pantalones cortos. Le estaba dando las gracias en silencio a su decisión de quitarse los vaqueros anoche. Su pene era enorme y el conocimiento de eso borró mis inhibiciones. —Necesito probarte —susurré contra su piercing del pezón, empezando a tirar suavemente con mis dientes del anillo de plata. Gemí en voz alta cuando él gruñó y me pellizcó el pezón rígido. —Tenemos que dejarlo E, antes de que yo no pueda parar. Me levanté, sus palabras golpeándome como un jarro de agua fría. —¿Por qué? Negó suavemente mientras su palma ahuecaba mi mejilla. —Nena, tú eres... yo no. ¿De qué demonios estaba hablando? —Estoy jodido nena, mi mente está verdaderamente jodida. Empujándome a mí misma hacia arriba salté fuera de él, herida por su rechazo, avergonzada por mi conducta lasciva y enojada por mi reacción ante sus palabras. —Nena… Sin hacerle caso, me puse la ropa que estaba apilada en la silla. Se sentó, gruñendo hacia mí: —¡E! Negué frenéticamente, negándome a mirarlo. —Está bien Jax, lo entiendo. —¡No! Nena, no. —Su mano salió disparada y sus dedos se cerraron alrededor de mi muñeca mientras intentaba llegar a la puerta lo más rápido posible. —Está bien Jax. Diablos, incluso yo sé que no soy... —Tiré de mi muñeca, tratando desesperadamente de conseguir que me liberase para que yo pudiese sacar mi humillado culo de allí. —¿No qué nena? Fruncí mis labios. —No soy tu tipo... —Me encogí de hombros, no podía hacer que mis labios pronunciasen las palabras. —No, tú no eres a lo que acostumbro. Nena, te mereces más. ¡Joder, eres más! Es por eso que no quiero hacerte daño nena. Sé que lo haré. Te jodería hasta dejarse seca... te heriría hasta que no pudieses jodidamente ni respirar. ¿Me oyes E? Fruncí el ceño ante tantas palabras juntas saliendo de su boca de una sola vez, sin estar muy segura de lo que me estaba diciendo, pero me las arreglé para que soltase mi muñeca. —Me tengo que ir de todos modos... tengo ensayos que hacer...

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Me lancé a través de la puerta y salí de la casa lo más rápido que podía moverme antes de que viese mis lágrimas.

No vi a Jax nuevamente en toda la semana. En realidad no vi mucho a nadie durante toda la semana, mis clases, mis conferencias y mi trabajo me mantenían ocupada sin cesar. La banda había estado en el bar todas las noches, menos Jax, pero había estado demasiado ocupada como para tener un momento con ellos. Boss había cumplido su palabra y aunque me acompañaba cuando salía de Z Bar cada noche, no había vuelto a ver a Austin desde el incidente. La noche del jueves, mientras Boss y yo estábamos caminando por el pueblo de nuevo hacia mi dormitorio, colocó suavemente su mano en mi brazo y me detuvo. —E. Fruncí el ceño al ver su expresión, dándome cuenta de que algo que estaba a punto de pedir o decir le era difícil. Levanté las cejas y sonreí suavemente para instarlo a comenzar y se mordió el labio antes de mirarme. —¿Qué pasó el domingo entre tú y Jax? Sentí mi perder mi compostura y sus cejas se profundizaron. —Nada. Suspiró y volvió la cabeza hacia mí. —E vamos. Jax ha estado como un oso con un maldito dolor de culo toda la semana, tú te has mantenido a distancia de todo el mundo y si Cam da a Jax otra mirada de muerte voy a tener que poner fin a una pelea seria... y realmente no quiero hacer eso cosita caliente. Ambos son mis amigos. Desconcertada, le lancé una mirada. ¿Qué diablos había entre Jax y Cam? —No te puedo ayudar con lo de Jax y Cam, pero Jax y yo... bueno, como te he dicho no pasó nada. ―Siguió mirándome, sin creer una palabra de lo que le había dicho, así que suspiré y continué poniéndome roja—: No por falta de ganas. La confusión le cubrió la cara y le di una sonrisa avergonzada. —Yo quería con él, pero él no... —Le di un encogimiento de hombros en lugar de terminar la frase. Sus cejas se elevaron. —¿Él no...? Me encogí de hombros otra vez, negando ligeramente.

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—No. Me dijo que parase. —Idiota —fue todo lo que dijo, pero continuó confundido frunciendo el ceño todo el camino de vuelta a mi dormitorio. Siendo el caballero protector que era, Boss siempre se aseguraba de que me metiera en mi habitación de forma segura antes de dejarme, sólo en caso de que Austin el agresivo, como Boss le había puesto, pudiese estar merodeando. —No estoy seguro de qué decir E —dijo al abrir la puerta para salir. Estaba mirando la pintura que Luce había hecho de mí en la playa, decidido a no mirarme a los ojos. —Está bien Boss. Malinterpreté las señales eso es todo. —No, cosita caliente, no lo hiciste. Cerró la puerta tras él y me dejé caer en la cama por el agotamiento. Yo tampoco creía haberlo hecho.

El viernes por la noche me dieron la noche libre, algo raro, así que Cam, Aarón, Luce, Kaylee, Melissa y Josh nos arrastramos hasta el centro de Huddersfield para hacer un tour por los pubs. Hacia las 03:00 a.m. todos estábamos colgando unos a otros apoyándonos de camino a casa. La casa de Cam era la más cercana y como Melissa estaba desesperada por un inodoro, decidimos continuar allí la fiesta. Todos caímos a través de la puerta de entrada en un movimiento fluido, para terminar en un montón de cuerpos en el pasillo. —Mierda de chicos, necesito hacer pis. ¡Suéltenme! —gimió Melissa desde cerca de la parte inferior de la montaña. —Yo no puedo levantarme —me reí desde la parte superior de la montaña de cuerpos. —Oh Diosss —gritó Melissa. ¡Dios mío! —No te atrevas a mearte sobre mí Mel —resopló Cam por debajo de Melissa—. No me van ese tipo de cosas. Todos nos reímos y Melissa se quejó en voz alta. —¿Te puedes impulsar hacia fuera? —le pregunté mientras apoyaba la cabeza en la espalda de Josh, que estaba directamente debajo de mí. Todo el mundo trató de levantarse y Josh me sonrió cuando logró dar un giro de 180 ° ahora quedando cara a cara conmigo. Él me sonrió, plantó su mano detrás de mi cabeza y tiró de mi boca hacia la suya. ¡Cómo si nada!

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Inclinando su boca profundizó el beso, pero cuando lamió mi labio inferior con la lengua se retiró. —Lo siento —susurró—. No me pude resistir. —Está bien —me encogí de hombros mientras sus manos se ponían alrededor de mi cintura y me levantaba, plantándome en posición vertical sobre el suelo. —Llave Inglesa. —Romeo me recibió con una enorme sonrisa en su rostro. —Romeo, Oh Romeo. —Me balanceé borracha antes de pegar un salto y lanzar los brazos y las piernas alrededor de él—. ¡Llévame a la cocina joven esclavo! —exigí. Sonrió alegremente y se dirigió hacia la habitación. —Podrías querer cerrar los ojos durante este parte Llave inglesa — advirtió con una pequeña sonrisa, pero fruncí el ceño y estúpidamente le ignoré. Abrió la puerta del salón y entró. Me hubiera gustado haberle hecho caso a su consejo. Mis ojos se centraron en el culo desnudo de Jax que bombeaba furiosamente a Fran, quien gemía debajo de él en el sofá. Mi corazón se encogió, mi garganta se cerró y mi labio se partió bajo la picadura de los dientes mientras una burbuja de presión se construía en mi sangre. ¡Mierda no! Romeo no sintió mi malestar mientras continuaba llevándome a la cocina, colocándome en la mesa en el medio de un juego de cartas que los otros miembros de la banda estaban jugando. Boss frunció el ceño y miró hacia la puerta por la que acabábamos de aparecer delante de él. Entrecerró los ojos hacia Romeo. —¿Mierda hombre! ¿Le has traído a través del salón? Desvié mi mirada mientras seguía mordiendo rápidamente mi labio inferior. Un cosquilleo en mi lengua me hizo expulsar el aliento. Romeo le dio una mirada confusa y Boss maldijo en voz baja antes de agarrarme la mano, sus ojos preocupados fijos en mí. —¿Estás bien muñeca caliente? Un estremecimiento atormentó mi cuerpo y luché contra ello. Enyesé una sonrisa falsa en mi cara y asentí con la cabeza antes de saltar fuera de la mesa y dirigirme a la nevera, sacar una cerveza y hacer estallar la tapa en el borde de la encimera. Me tragué la descarga eléctrica que sacudió mi cerebro. Boss estaba mirando a Romeo, Bulk lanzaba una desconcertada mirada entre los tres y decidí salir, necesitaba aire fresco que mordiese la urgencia familiar que se estaba empezando a construir. ¡Cristo E, ahora no!

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Me tomé un largo trago de cerveza mientras mi otra mano se agarraba a la barandilla, aplastándola bajo la fuerza de mi contención. Tratando desesperadamente de controlar mi respiración me esforzaba por detener la picazón que comenzaba a vibrar por mis venas. ¡Mierda! Sacando mi teléfono, golpeé el botón de Internet y encendí Google. Sólo una vez. Una sola vez no hará daño E, entonces lo puedes volver a dejar de nuevo. ¡Sólo lo necesitas una vez E! Entonces te sentirás bien, no esta tristeza de mierda. Mi corazón latía con rapidez y la emoción corrió por mi alma mientras Google se convertía en mi nuevo mejor amigo y la dirección del club más cercano aparecía. Entonces llamé a un taxi. Sonreí para mis adentros, cerrando los ojos mientras la tensión torcía a través de mis músculos. Dentro de poco E... a una hora. A sólo una hora y todo va a estar bien. ¡Liberación E... maldita y dulce liberación! Me temblaban las manos mientras el aire de mis pulmones comenzaba a disiparse en pequeñas ráfagas cortas y como el rugido en mis oídos llegó a ser demasiado alto, hice mi camino alrededor de la casa con las piernas temblorosas y esperé al taxi en la carretera, dando miradas ansiosas hacia la casa. ¡Por favor que no salga, por favor que no salga, por favor que no salga! La opresión en mi pecho se estaba volviendo insoportable y me clavé las uñas en las palmas de las manos para luchar contra el dolor, mientras los dientes asolaban mi labio inferior. Estuve a punto de tener un orgasmo de emoción al ver el taxi detenerse, sabiendo que estaba cerca, tan cerca de la euforia. Mi cuerpo se energizaba con fuerza, el zumbido palpitante en mis terminaciones nerviosas subía y recitaba la dirección. Oí gritar a Cam mientras nos alejábamos, pero no me di la vuelta. Oí la melodía de mi móvil sonar, pero no contesté. Por sobre cualquier cosa oía la suave voz de mi cabeza diciendo: Ya casi estamos E. La dulce, dulce rendición es tuya y yo respondí a ello entrando al club.

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Capítulo 11 Sonreía como una tonta mientras abría la puerta de mi habitación, el exquisito gozo que fluía a través de mi cuerpo causándome profunda alegría mientras me atravesaba. —Tú, estúpida tonta de mierda —rugió Cam cuando me detuve de golpe al encontrármelo. Estaba sentado en mi cama junto a Luce, ambos luciendo tan rabiosos que no podía ni siquiera comenzar a medirlo. —Ssshhh —les dije poniendo un dedo en mis labios y volviendo a reír. Pude ver el esfuerzo en el pecho de Cam mientras luchaba por contener la furia y Luce me miraba con tristeza. —No estés triste Luce, estoy bien ahora. Tan bien cariño —le sonreí mientras una lágrima perdida se deslizaba por su mejilla. —¡Quítatela! —exigió Cam. Sólo fruncí el ceño y sacudí la cabeza melodramáticamente—. ¡Te dije que te la quitaras! —No se supone que sea mi hermano quien me ordene esas palabras. Debe ser... —¡¡¡QUÍTATELA!!! Fui sacudida por su rabia, cerrando los ojos mientras lo que acababa de hacer comenzaba a penetrar mi mente. Oh Dios. ¿Qué había hecho? —¡Ahora! —gruñó lentamente. Me mordí los labios dándome la vuelta, agarré el dobladillo de mi top y lo pasé por encima de mi cabeza haciendo una mueca de dolor mientras lo hacía. —¡Santo Cristo! —Un sollozo escapó de la garganta de Luce y oí a Cam jadear. —Lo siento —susurré. —¿Tienen baño aquí? —preguntó Cam. —No, sólo duchas —respondió Luce. —¡Diablos! —despotricó—. Necesitas humectarte E. —Asentí, pero me mantuve en silencio—. ¿Tienes tu crema y aceite de baño? —Asentí de nuevo. —Maldita sea E. —Él estaba tan enfadado que hice una mueca ante el tono de su voz mientras reemplazaba mi top por una blusa suelta—. Tendrás que usar mi baño. Negué ante él.

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—No me parece bien. No había manera de que pudiera atestiguar a un par acaramelados Jax y Fran esta mañana. — ¡NO TIENES OTRA PUTA OPCIÓN! Estaba realmente furioso conmigo. Frotándose las sienes, cerró los ojos en señal de frustración. —Lo siento —repetí en un susurro. Negó con decepción y me dio una torturada mirada antes de envolver sus brazos a mi alrededor con suavidad y ternura, abrazándome. —Está bien E. Todo estará bien —susurró mientras comenzaba a temblar ya que caía desde lo alto que había estado. —Vamos. —Tendió la mano hacia mí y yo la miré. —Por favor, Cam. Realmente no me... Sacudió su cabeza y suspiré antes de sacar las cosas que tenía en la parte posterior de mi cajón; cosas que no había necesitado durante once largas semanas. Un rato después Cam abrió la puerta principal de su residencia y me sentí aliviada al encontrar la casa en silencio. Puse un dedo contra sus labios antes de que Luce me llevara por las escaleras y al baño. —Estaré abajo si me necesitas —susurró. Asentí y cerré la puerta detrás de él antes de que Luce comenzara a llenar la bañera, midiendo con gran destreza la cantidad correcta de aceite antes de verterlo bajo el chorro de agua. No dijo ni una palabra. Supe en ese momento que era más seguro no hablar con ella tampoco. Su decepción tensaba la atmósfera en la pequeña habitación mientras entraba al agua caliente, rutinariamente cruzaba los brazos sobre mi pecho y me dejaba caer lentamente. El repentino ardor me quitó el aliento, y lágrimas se formaron en la comisura de mis ojos. —Oh E —susurró Luce tristemente cuando comencé a sollozar, un desgarrador y repugnante llanto que desgarraba el alma. —Luce lo siento, yo... yo... —Ssshhh cariño, todo estará bien E. Todo se arreglará. Te lo prometo —dijo mientras me acariciaba el cabello hasta que las dos nos quedamos cansadas y gastadas. Luce me ayudó a salir de la bañera y gentilmente me indicó que me sentara dándole la espalda para poder aplicarme la crema. —Joder E, estás muy mal esta vez. —Hizo una mueca mientras trataba de decidirse en aplicar la crema, sin querer causarme ningún dolor. Asentí. —Sí... lo necesitaba... de forma primitiva. Ella silbó entre dientes y pude sentir su mano temblar. —¿Necesitas acostarte E?

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Luce sabía que por lo general estaba dividida en zonas en este momento y noté su miedo a que me desmayara mientras estaba de pie. —Estoy bien, me sostendré con el lavamanos. Tomé un gran aliento mientras me aferraba a ambos de este, y apreté los dientes. El primer toque de la bola de algodón me cortó la respiración, el segundo hizo que se me doblaran las rodillas y el tercero me hizo gemir. —Mierda E, no puedo hacer esto. —Sólo hazlo, Luce —susurré entre dientes. Ella estaba temblando mientras luchaba por mantenerme erguida pero decididamente continuó y la amé más por ello. Podía sentir cómo se deslizaba a lo largo de mi cuerpo. Todo comenzó a desdibujarse a mi alrededor. —Joder E, quédate conmigo —exclamó Luce. —Estoy tratando de.... Lu... —¡¡¡¡CAM ¡¡¡¡¡ La oscuridad me llevó al olvido.

Me desperté acostada sobre mi estómago, el aire fresco calmando mi dolor en la espalda y mi boca aplastada contra la almohada. —Urghhh. —Ssshhh nena. ¡Mierda! No me atreví a moverme. ¿Qué demonios hacía yo en la cama de Jax? ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! Su mano comenzó a acariciar suavemente a lo largo de mi cabello, calmándome. ¡MIERDA! Me empujé a mí misma sin darle un vistazo, poniéndome de pie. Cerré los ojos y me mordí la vergüenza de estar desnuda frente a él. —¡Nena! Acuéstate. Sacudiendo la cabeza corrí alrededor por mi ropa, encontrándola en su lugar habitual en la silla. —¿Por qué nena? —Tengo que irme —susurré, todavía negándome a mirarlo o responder a su pregunta mientras me ponía la blusa, haciendo una mueca cuando rozó mis verdugones. —¡Nena!

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—¡NO ME MOLESTES! —grité, con la humillación y el dolor trayendo nuevas lágrimas, las cuales me negué a dejarle ver. Sus manos agarraron mis brazos mientras me levantaba y me echaba a la cama; su poderoso cuerpo me sostenía debajo de él mientras sus furiosos ojos perforaban los míos. Volví la cabeza hacia un lado negándome a mirarlo, pero su enorme mano agarró mi mandíbula y me obligó a mirar. —Déjame ir —le dije con dientes apretados. Su cabeza se sacudió lentamente. —¡Habla! Le di mi mejor mirada. Sus cejas se elevaron en un desafío silencioso y cerré los ojos, negándole atención. Él se colocó encima de mí, poniéndose a horcajadas sobre mis muslos y cuando abrí los ojos, estaba sentado, con los brazos cruzados con un obstinado “¡No me moveré!” Su expresión era la misma que todos los días. —¡Vete a la mierda! —escupí. Él se inclinó, con el rostro a unos centímetros del mío y aun así decliné mi necesidad de mirar hacia otro lado. —¿Por qué? —Que te jodan. —¿Por qué? —¡Vete al infierno! —¿Por qué? —¡Vete a la mierda! —¿POR QUÉ? ¿POR QUÉ? —¡PORQUE LO NECESITABA MALDITA SEA! —grité finalmente. —¿POR QUÉ? —¡VETE A LA MIERDA! —¿PORQUÉ E? —¡PORQUE MALDITAMENTE ME LO MERECÍA! DE ACUERDO, ME LO MEREZCO... cada maldito pedazo de eso. Cada paliza, cada roce, cada maldito trozo de dolor... Me lo merezco... me lo merezco... El ruido quejumbroso vino de algún lugar en la habitación e incliné la cabeza para identificarlo. Un sollozo desgarrador se escapó de mí al darme cuenta de que venía de mí, con su largo paso resonando en mi cuerpo. Él me levantó, tirándome firme mientras sus grandes brazos me rodeaban y me agarraba con tanta fuerza que estaba segura de que me rompería una costilla. —Ssshhh nena —susurró mientras yo lloraba contra su pecho, su muy fuerte pecho poderoso. Un pecho que me hacía sentir segura, que me protegía y me rompía el corazón.

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Él me dejó llorar durante mucho tiempo, sus dedos acariciaban mi pelo mientras susurraba palabras de consuelo en mi oído, su implacable persistencia de calmarme atrayéndome cada vez más hacia él y sabía que tenía que liberarme. Me eché hacia atrás y levanté la cara hacia él. —Lo siento. Negó ligeramente mientras se ponía la mano en la oreja y me sostenía la cabeza. —No lo sientas nena. —Aparté la mirada, no queriendo ver lo que había detrás de sus ojos mientras trataba de liberarme pero me mantenía firme. Entonces, su dedo inclinó mi barbilla hacia atrás. Sus ojos brillaban mientras se mordía el labio inferior, en una obvia lucha para frenar lo que fuera que estuviera consumiéndolo. Su boca rozó la mía tan delicadamente que por un momento me pregunté si lo había imaginado hasta que se hizo más firme y supe que no era mi imaginación... esto era real, muy real. Su lengua exigió entrar y cuando me abrí a él soltó un pequeño gruñido y envolvió sus dedos en mi cabello, girándolo casi dolorosamente en su agarre. Le devolví la queja con un gemido y me uní a la danza, chupando desesperadamente su lengua, diciéndole lo mucho que lo necesitaba antes de que sus dientes comenzaran a acariciar mi cuello, sus rastrojos de arañazos chocando deliciosamente contra el calor de mi piel. —Joder E, necesito tanto estar dentro de ti. Gemí ante sus palabras y jalé su cabeza más hacia mí, dándole permiso a sus palabras. Caray, le daría permiso para cualquier cosa si me hacía sentir así. Sus dedos encontraron los botones de mi blusa y lenta y tortuosamente comenzó a desabrocharlos mientras en silencio lo instaba a que se diera prisa de una puta vez. —Tan jodidamente hermosa —susurró mientras abría mi blusa para revelar mis pechos desnudos. ―Su lengua rozó lentamente la punta de mi pezón y le recompensé envolviendo mis piernas alrededor de sus caderas y tirando de él—. Joder nena. —Apúrate Jax —susurré—. Necesito sentirte. Un gruñido brotó de su garganta mientras me desabrochaba los vaqueros y rápidamente los bajaba por mis piernas, junto con mi ropa interior y, como prometió, besó cada una de las estrellas que decoran el exterior de mi pierna derecha hasta el final, hasta que descubrió el pequeño diamante del piercing y el tatuaje al final del rastro. —Mierda. —Su nariz se apoyó en mi monte de venus—. Malditamente sexy nena.

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Levanté mis caderas, animándole a seguir adelante con eso. Necesitaba sentirlo, sentir su lengua en mí. ¡Cristo! ¡Sufriría una combustión en cualquier momento! Un largo y desinhibido gemido brotó de mi pecho mientras su lengua exploraba toda la longitud de mi sexo. —Oh Dioooos. —Tan buena —susurró antes de iniciar su tortura, expertamente moviendo los labios mientras chupaba mi clítoris, luego lo soltó y me folló con la lengua. Siempre tan cerca, pero sin dejar que me fuera del todo, no me quería dejar volar aún. —¡Cristo Jax! —suspiré. ¡Él se echó a reír! ¡El hijo de puta se rió! Cedió y comenzó frenéticamente a golpear su lengua sobre mi clítoris hasta que me estremecí y alcancé el borde con una explosión tan poderosa que creo que sacudí la maldita habitación. —Maldita sea sí nena, lo siento —gruñó mientras mis caderas se levantaban de la cama tan alto que me pregunté si me rompería la espalda. —Oh Jesús —dije entrecortadamente mientras él metía la mano en el cajón de su lado y sacaba un condón antes de abrirlo y ponérselo. Palmeó mi rostro tiernamente mientras se empujaba lentamente. —¿Estás lista para tomarme nena? —Se posicionó en la entrada de mi abertura—. ¿Estás lista para ser follada hasta el desmayo E? —La metió un poco—. Porque te haré gritar maldita sea, nena. Gemí y meneé ligeramente mis caderas. Mi espalda se arqueó y ambos gemimos con satisfacción cuando él se empujó hasta el fondo y me llenó completamente. —Cristo —dijo con voz áspera. Nos quedamos inmóviles, nuestros ojos conectándose y diciendo muchas en cosas en silencio antes de que él retrocediera lentamente y se deslizara de nuevo, tan fácil, tan deliberadamente y tan malditamente bueno. —Tan apretada nena, no puedo... Sus dientes se hundieron en su labio inferior mientras cerraba los ojos y apoyaba su frente contra la mía. —E —es todo lo que dijo antes de asumir el control y volvernos un lío de jadeos salvajes, gimiendo con cada poderosa embestía mientras me llevaba hasta la cama y al olvido con su implacable ritmo. —Maldita sea sí —grité cuando sentí que mi cuerpo se apretaba. —Dámelo nena, dámelo —gruñó y explotó alrededor, detonando su propio clímax violento, la inconciencia rodeándonos y nos aferramos el uno al otro, luchando por respirar—. Diaaaablos —gruñó, con la cabeza echada hacia atrás en éxtasis mientras lo jalaba, levantando mis

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caderas y agarrándolo fuertemente con mis muslos, drenando tanto pedacito de placer como pude. Su cabeza cayó sobre mi hombro mientras luchaba por estabilizarse, mientras jadeaba mi camino de regreso a la conciencia. —Cristo nena. —Se salió y giró sobre su espalda mientras me arrastraba con él, empujando mi cabeza sobre su pecho antes de tomar mi mano en la suya y apretarla con fuerza, abriendo sus dedos en los míos mientras su pulgar acariciaba con dulzura el mío. Su otra mano llegó a descansar a mi espalda, en una postura natural, pero siseé y se tensó. —Mierda nena, lo siento. Sacudiendo la cabeza apreté su mano para tranquilizarlo. El silencio nos envolvió y cuando se abalanzó un poco demasiado supe que quería hablar, así que hice lo que siempre hago. Evitarlo. —Tengo cosas que hacer —la mentira salió de mi boca con tanta facilidad que odié por ello. —¡Infiernos nena! —Levantó la barbilla para mirarme, sus ojos se estrecharon feroces mientras sacudía lentamente la cabeza—. ¡No hagas esto E! Tragándome de nuevo la réplica me lancé fuera de la cama. —Dije que tengo cosas que hacer Jax. Rió sin humor y luego susurró: —Nena. Desde donde estoy no te ves nada bien. —Me di la vuelta tan rápido que casi caigo. —¡Entonces no me mires maldita sea! El gruñido fue feroz y me mordí el labio con angustia. —Nena... Alejándome de su advertencia, apreté mis ojos cerrándolos, tratando desesperadamente de luchar contra el impulso interior de tan sólo por un momento dejar que todo saliera, pero no podía. Ese secreto tenía que irse conmigo a la tumba. Le debía eso. —¿Quién diablos te hizo eso—me preguntó. Allí estaba, la pregunta que había visto en sus ojos antes. —No te preocupes Jax, lo disfruté también. Ambos gritamos de puto éxtasis mientras lo hacíamos —escupí venenosamente. La impecable mirada que me dio me empujó tan al borde en ese momento que me arrepentí de inmediato. Su rostro se tensó mientras su mandíbula se movía, sus ojos se oscurecieron tanto que parecían ser de un negro sólido y sus puños se apretaron mientras lentamente se levantaba de la cama y se dirigía hacia mí, poco a poco arrinconándome contra la pared. Tragando fuerte cerré los ojos con rabia. —Ábrelos —gruñó.

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—No —un susurro fue todo lo que pude sacar mientras mi corazón latía con fuerza contra mi pecho. —¡ÁBRELOS MALDITA SEA! ¡Los abrí! Su furia era palpable, el grosor con que me recubría me hacía temblar y me quedé sin aliento cuando él recorrió el hueso de mi mejilla con el dedo. —¡No vuelvas a hablarme así de nuevo! —Su intensidad sacó el aliento de mis pulmones—. ¿Me escuchas nena? —Sí, te escucho —le susurré. Él asintió —Tenemos que hablar nena, pero cuando te hayas calmado carajo. —No puedo Jax. —Hice una mueca cuando sus ojos volvieron hielo. —Puedes nena, y lo harás —Se apartó de la pared, se puso los pantalones y se fue. ¡Maldita sea todo!

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Capítulo 12 —¿Estamos listos para ROCK THE ROOM? Jax empezó a meter de lleno la ruidosa multitud en la canción épica de Room 103 y me atreví a mirarlo desde mi lugar detrás de la barra. Su belleza masculina capturó mi aliento y alejé una vez más el anhelo por tocarlo. Sólo tocarlo. El deseo por él no había disminuido nada desde que me había tomado esta mañana y estaba realmente enojada conmigo misma por las cosas que sentía hacia él. Jax no tenía relaciones, diablos. Una chica tenía suerte si la invitaba a volver por un segundo y no era tan estúpida como para pensar que conmigo sería diferente. Lo observé mientras hipnotizaba la gente, los alimentaba y los ponía a su merced. “Help me feed it, feed it, serve it, the growl to open the tomb Yeah, yeah, yeahhhhhh Make me feel it, feel it, touch it, while we Rock the Room” —E —mis ojos se movieron al chico sentado en un taburete que me miraba con recelo. —Austin. —Debía haber notado la rigidez de mis hombros y la chispa de miedo detrás de mis ojos pero no respondió a ellos—. ¿Qué te sirvo? —Whiskey con cola. —Asentí y preparé su bebida. Cuando la puse en la barra delante de él sus dedos se envolvieron alrededor de los míos. Oí la voz de Jax desviarse un momento de la canción y le lancé una mirada de “estoy bien”. Él asintió, pero no nos sacó la vista de encima. Me volví hacia Austin cuando empezó a decir algo: —Yo... Dios, no soy bueno en esto... Sólo quiero pedirte disculpas, sabes... Apreté los labios y el ceño. —Necesitas pedirle disculpas a Melissa, no a mí Austin. Negó ligeramente y me di cuenta que aún sostenía mi mano bajo la suya así que la deslicé de regreso, liberándome suavemente de su agarre. —No se supone que me acerque a ella. Es por eso que estoy aquí, necesito que le digas algo...

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Negué firmemente. —No creo que sea una buena idea Austin. Sus dientes se clavaron en su labio inferior y me di cuenta del destello de enojo a través de sus ojos. Cristo, ¡este tipo realmente necesitaba invertir en algo de manejo de la ira! —Por favor, E, tienes clases con ella. —Sacudí la cabeza hacia él. —Lo siento Austin. —¡Maldita sea E! —gruñó desagradablemente. Me estremecí interiormente ante su tono, pero permanecí impasible en el exterior. No quería alertar a Jax de mi preocupación pero su mano se cerró alrededor de mi brazo y prácticamente me tiró encima de la barra; mis pequeñas piernas patearon el aire detrás de mí mientras mi cuerpo se deslizaba por las líneas de cerveza en la madera vieja del mostrador. —¡Sólo hazlo maldita sea! —gruñó mientras un chillido estridente de la guitarra salía por el altavoz y la música se detenía de pronto. Austin fue arrastrado a través de la habitación por el pelo, los dedos de Jax agarrándolo tan fuerte que se le ponían los nudillos blancos. Boss, Bulk y Romeo lo seguían detrás, su ira físicamente tangible en el aire mientras todos los ojos en la sala los miraban con conmoción. —Mierda —dijo Rachel detrás de mí, lo que me sacudió con sorpresa. —Sí... ¡Mierda! —repetí. Veinte minutos más tarde, la banda entró de nuevo, se acercó al escenario y reanudó su actuación. ¡Nada pasó aquí Oficial!

—¿Estás bien cariño? —oí la voz de Jax desde la barra mientras me agachaba debajo de los estantes de recarga. El Z Bar estaba cerrado, pero los chicos todavía estaban empacando su equipo mientras yo limpiaba y me reponía y, para ser honesta, agradecía su presencia. Miré hacia arriba para encontrarme con su rostro mirando por encima del borde del mostrador hacia mí, con una amplia sonrisa en su glorioso rostro. Le sonreí de vuelta y asentí. —... 12... 13... 14... 15... 16... —Volví mi atención a los estantes y levanté un dedo contando en voz alta para indicar que tardaría un segundo. —19... 18... 17... 16... 15... Sonreí. Cerré los ojos y conté en mi cabeza, tratando desesperadamente de dejarlo fuera.

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—... 14... 13... 12... —Arghhhh, tú... Su risa profunda me trajo una sonrisa a mi cara y me puse de pie y moví el brazo. Me agarró de la muñeca y tiró de mí a la barra... ¡Por Dios, otra vez! Su boca se estrelló sobre la mía, sus labios trabando sensualmente los míos en un caos sin sentido caliente mientras su dominante beso hacía que mis rodillas temblaran. —Sigue, no nos importa verte —gritó Boss desde el otro lado de la habitación, pero Jax no retrocedió; de hecho, pareció hacer lo contrario. Sus manos se posaron en mis brazos mientras me arrastraba totalmente sobre la barra y me sentaba en el borde. Envolví las piernas alrededor de él mientras su mano se deslizaba en mi pelo y tiraba de mí con más fuerza contra él. Mi intensa excitación me hizo gemir y Jax respondió con un gruñido. Abarcando con sus brazos mi cintura, me levantó de la barra y nos llevó hacia el almacén, sus labios nunca dejaron los míos y me pregunté, ¿cómo diablos puede ver a dónde va? Pateando la puerta la cerró detrás de él, me empujó contra la pared mientras volvía a su beso apasionado. —Piernas abajo nena —susurró contra mis labios e hice lo que me pidió, dejando caer mis pies en el suelo. Sus dedos soltaron el botón de mis jeans antes de ser barridos por mis piernas con mis bragas mientras me apresuraba a darle un tirón a sus pantalones, liberando su pene duro en mi mano. Sonreí hacia él mientras lo masturbaba lentamente arriba y abajo. —Joder sí —gruñó y tomó una de mis piernas, tirando de ella alrededor de su cadera mientras trataba de equilibrarse de puntillas mientras se colocaba a sí mismo en mi entrada. Se mordió el labio inferior entre los dientes justo cuando me empalaba brutalmente—. ¡Diablos! Eres demasiado baja. Pon tus piernas alrededor de mí, nena. Me levantó de un salto, sujetando mis piernas alrededor de sus caderas y se empujó de nuevo forzando a mi cabeza a moverse hacia atrás y golpear la pared. —Mierda, ¿estás bien cariño? Asentí. —Sí, sólo fóllame Jax. No hizo falta que se lo dijera dos veces. Sus embestidas eran duras y rápidas, nuestros cuerpos golpeaban ruidosamente uno contra el otro mientras mi espalda golpeaba a un ritmo constante la pared en sintonía con nuestros eróticos gemidos y mis dientes se hundían en su cuello, haciéndolo silbar y me libré brutalmente. Antes de que nos diéramos cuenta ambos nos venimos duro.

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—Eve —gruñó mientras su esperma golpeaba mi vientre y mi orgasmo lo ordeñaba hasta secarlo mientras gritaba mi liberación. —Oh Jesús —respiré mientras un redoble de tambor fuerte sonaba en la puerta. —Qué follada épica. Que ritmo increíble chicos —gritó Boss. Gemí cuando Jax sonrió. —Piérdete. Parpadeé y tragué. —Jax. —Con la cabeza inclinada mientras él fruncía el ceño. —¿Nena? —Condón Jax. —Hice una mueca, pero sacudió la cabeza inflexiblemente. —¡De ninguna manera nena! Lo miré. ¿Qué demonios? —Dije, no contigo. —Parpadeé de nuevo—. ¡Necesito sentirte nena! No sabía muy bien cómo tomar eso realmente. —Pero Jax... —Sus ojos se estrecharon hacia mí y su dedo pasó por mi nariz—. ¿Estás con control de la natalidad nena? —Bueno, sí, pero... —Entonces no hay peros nena. Necesitaba sentirte —repitió—, follarte a pelo nena. Me limité a asentir. ¿Qué podía decir? Entonces mi cerebro registró otros problemas con este escenario, pero mi mente se preguntaba cómo abordar el tema. —Pero... —Escúpelo nena. —Él me miró mientras se agachaba delante de mí, limpiando mis partes femeninas con un pequeño pañuelo de papel que había jalado de un rollo limpio, y luego me sostuvo las bragas abiertas para que me las pusiera. ¡Qué totalmente dulce! —Bueno, qué pasa con... ya sabes... —Ilumíname nena —frunció el ceño mientras ahora subía mi ropa interior por mis piernas y sobre mis caderas. —Ya sabes Jax... ¿Estás limpio? —finalmente logré decir, con la esperanza de no insultarlo. —Sí, nena, ¿y tú? ¡Era un poco tarde para preguntarme ahora! —Por supuesto, nunca he estado con nadie, tristemente, pero tenía que comprobarlo. ¿Entiendes? Él plantó un pequeño beso en mi nariz. —Claro nena. Te escucho —dijo y luego se sumergió abajo para ayudarme de nuevo con mis pantalones, pero me di cuenta de que su rostro se oscureció cuando apoyé mi mano en su hombro para no perder el equilibrio.

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Agarrándome la muñeca estudió el moretón púrpura dejado en mi brazo por el agarre de Austin. Estaba furioso cuando se mordió el labio inferior mientras sus ojos brillaban salvajemente. —¡Maldito! —Le acaricié el rostro, tratando de aplacarlo. —Hey, estoy bien. Él permaneció en silencio, tocó mi pie para que metiera la pierna en el pantalón antes de ponerse de pie y me miró intensamente. —Ese bastardo no debería tocarte nena. Asintiendo, estiré la mano y le di un beso en la mejilla. —Gracias por ser mi caballero de armadura —le susurré con una sonrisa feliz brillante. —Date la vuelta nena —susurró cuando se apartó. Fruncí el ceño e hice lo que me pedía, pero tan pronto me di cuenta de lo que estaba haciendo, traté de dar marcha atrás. —No nena —me advirtió. Cerré los ojos con vergüenza mientras me levantaba la camisa por mi espalda para revisar mis heridas. Me preparé para una explosión de su temperamento, pero me sorprendió cuando sus labios suavemente besaron cada latigazo en mi espalda. Una lágrima se deslizó por mi mejilla ante su ternura, sin creer realmente merecerla. —¿Te duele? —preguntó en voz baja antes de abrir la boca para otro beso. —No por el momento... no hasta después de… —Bajé la voz. Sentí su pequeña inclinación de cabeza mientras seguía acariciando mi piel lastimada. —¿Por qué el látigo nena? Hice una pausa antes de hablar. —Por favor, no hagas esto en un maldito armario Jax —le supliqué. Su barbilla descansó sobre mi hombro mientras su aliento me hacía cosquillas en la mejilla. —Lo que es necesario decir, no importa donde sea dicho. —Jax —tomé una respiración profunda antes de decir las siguientes palabras—: Mira, no te ofendas, pero casi no nos conocemos. Hemos follado dos veces... Su gruñido fue profundo y rápidamente me silenció. —Nena... pudimos haber follado una vez, pudimos haber follado un billón de veces... realmente importa una mierda el número de veces que hayamos follado... —Me di la vuelta para quedar frente a él—, pero por lo que sí doy una mierda es por el hecho de que alguien folle con mi chica. —Se inclinó un poco más cerca—, y no me gusta que a mi chica se la follen. ¿Me escuchas nena? Asentí lentamente. —Te escucho Jax.

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¿Realmente me acababa de llamar su chica? ¡Infierno Santo! ¡Pequeño baile dentro de mi vientre! Él asintió y luego tomó mi mano. —¡Mañana! Yo, tú y las palabras. ¿Está bien nena? —me informó severamente. Tragué fuertemente. —Está bien Jax.

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Capítulo 13 Pasé la mañana del domingo poniéndome al día con las tareas, ensayos y limpieza de la residencia de estudiantes. Austin no había aparecido y estaba un poco preocupada por lo que los chicos podrían haber hecho con él, así que hice una nota mental de preguntarle a Jax cuando me recogiera después. Teníamos previsto, o más bien me habían dicho, que Jax me recogería temprano en la tarde y mi estómago estaba de hecho rebelándose contra el hecho de que quería hablar. ¿Qué demonios le diría? Mi vida no era una de las más sencillas. De hecho, era condenadamente complicada y sabía que no aprobaría nada de eso, pero supongo que algo tenía que decirle. No había manera de que pudiera revelar todo; algunos secretos eran sólo eso... ¡Secretos!

—Am, fueron los colonos germanos de los Países Bajos quienes lo trajeron —argumentó Josh mientras yo mordía el final de mi pluma tan a fondo que ahora tenía extrema necesidad de una cirugía plástica. —Sí, pero en su origen fueron los anglosajones quienes los desarrollaron. —Josh puso los ojos en blanco, pero yo insistí—, y Beowulf es prácticamente el inglés más antiguo del que fue traducido. —Folklore E. Sonreí cuando él sonrió. —Tú ve por la tuya y yo iré por la mía —le guiñé un ojo mientras me levantaba de la mesa e iba a preparar un café. Josh asintió cuando levanté la taza, en silencio preguntándole si quería uno, pero luego vino y se quedó de pie a mi lado, jugueteando con sus dedos nerviosamente y me frunció el ceño. —Escucha E, sobre el viernes por la noche... —Está bien Josh, sólo fue un beso de borrachos... —¿Nena? ¡A la mierda!... Siempre pasa ¿no? Plantando una sonrisa en mi cara me volví para encontrar a Jax apoyado en el marco de la puerta mirándonos a Josh y a mí con

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atención. Sus cejas estaban altas y sabía que sería interrogada sobre el beso que Josh y yo compartimos. —Hola —sonreí cuando mis ojos se movieron hacia taza de Starbucks para llevar en su mano. Rodando los ojos me guiñó un ojo mientras pasaba junto a mí y me lo pasaba. —Cinnamon latte, extra shot —declaró y ladeé la cabeza. —¿Cómo lo supiste? Este hombre nunca dejaba de sorprenderme. —Escucho a la gente, chica. Mi sonrisa se desvaneció y mi respiración se detuvo cuando sus ojos brillaron hacia mí antes de abalanzarse y me darme un posesivo beso que sabía estaba más bien “dirigido” a Josh. Sus dedos se retorcieron por mi pelo como si le perteneciera y sujeté mis dientes suavemente sobre mi labio inferior. —Wow —respiré cuando se apartó. Su sonrisa maliciosa se adelantó a la mía—. Compórtate —susurré. Su sonrisa se ensanchó. —¿Lista nena? —Llegas un poco antes de lo que esperaba. ¿Tengo tiempo para cambiarme? —Claro nena. Volviendo de nuevo a un Josh sombrío sonreí. —¿Está bien que sigamos después? —Se encogió de hombros, pero asintió en confirmación antes de deslizar sus libros y caminar fuera de la habitación. Jax levantó las cejas hacia mí, pero me limité a no decir nada y lo llevé hacia mi habitación mientras me cambiaba. Él se dejó caer en la cama y miró la escena de la playa, mientras me ponía unos vaqueros y mi desvanecida camiseta de Mötley Crüe, y me sentarme en la cómoda para acomodar mi pelo salvaje luego. Mi corazón comenzó a acelerarse al mirar el reflejo de Jax en mi cama, acostado con los brazos detrás de la cabeza viéndose totalmente relajado, como si perteneciera a ese lugar. Me miró cuando tragué fuerte y rápidamente desvié la mirada, tirando de mi cabello en lo alto de la cabeza. —¿Estás bien cariño? Buscando sus ojos en el espejo asentí sonriendo. —Claro nene. Su sonrisa por mi expresión de cariño fue impresionante e instantáneamente me prometí hacer cualquier cosa para ganar más de él. —Mierda nena hermosa —susurró en mi oído después de quitar su magnífico cuerpo de mi cama. Nuestros ojos se encontraron en el espejo por un segundo antes de apretar los dientes suavemente sobre el

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lóbulo de mi oreja—. Tenemos que irnos antes de que te acueste sobre la cama y te folle en crudo nena. El gemido que escapó de mi boca hizo que sus ojos se oscurecieran y dieran un flashazo. —O podemos hacer precisamente eso, quedarnos aquí, me pones sobre la cama y me follas bien duro —le ofrecí con un batir de mis pestañas. Sonreí alegremente cuando él se mordió los labios para sofocar su risa. —Más tarde nena. —Agarró mi mano y me llevó a su auto, a su hermoso auto.

—¿Adónde me llevas guapo? —le pregunté mientras recorría su iPod por algunas canciones cuando nos metimos por caminos rurales. —¿Guapo? ¿En serio? —Me volví hacia él y dejé que mis ojos se perdieran por encima de su cuerpo lentamente. Dios este hombre me hacía acalorar. —Lo siento... ¿A dónde me llevas caliente y maldito macho? — rectifiqué mientras cambiaba la música a algo de AC / DC. Se rió profundamente y sacudió la cabeza divertido. —A nadar nena. Me eché hacia atrás con el ceño fruncido. —No traje mi… ―Su pícara sonrisa en respuesta fue todo lo que necesité—. ¡No contestes a eso! —lo regañé. Los dos cantamos la canción de AC / DC Highway to Hell antes de que se desviara por un camino de tierra y le dirigí una mirada de preocupación. —Ahora es cuando me dices que eres una especie de asesino pervertido ¿no? Él se rió y negó. —No, nena, sólo soy un pervertido. —¡¡Viva!! —respondí aplaudiendo alegremente—. Mi propio pervertido, donde sea, cuando se, y cómo sea—declaré con entusiasmo. —Maldita sea sí. —Me guiñó un ojo mientras conducía con cuidado a través de un claro entre unos árboles. ¿A dónde demonios me llevaba? Me preocupé un poco por su auto cuando las ramas de los árboles comenzaron a golpear el lado de él mientras conducía más profundamente en la zona boscosa. —¿Jax?

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—Tranquila nena. Mis ojos se abrieron cuando los árboles se abrieron en un pequeño claro y un hermoso paisaje nos recibió. Por sobre una roca imponente corría una cascada que fluía hacia un pequeño pero adecuado lago, rodeado por masas de flora y fauna multicolor y una gran zona de césped se extendía alrededor con una multitud de campanillas y sauces llorones en miniatura. —Oh Dios mío —jadeé mientras prácticamente tropezaba al del auto y apreciaba la escena delante de mí. Mi respiración se sentía pesada mientras permanecía inmóvil para explorar el hermoso paisaje con los ojos y en por lo menos diez minutos no me di cuenta de que Jax no se había unido a mí. Volteándome para buscarlo, mi corazón se detuvo al encontrarlo apoyado en el capó de su auto, el rostro blanco y la respiración dificultosa mientras sus puños se apretaban fuertemente. —¿Jax? Muy lentamente me acerqué hasta que me detuve enfrente de él. Sus ojos estaban fijos en la distancia, en el montón de campanillas y el dolor que había en él era crudo y real. —¿Nene? —susurré mientras le tomaba el desolado rostro—. Hey. Él me miró y sonrió con tristeza, había tanto dolor en sus ojos que me dejó sin aliento. —Mary Ann y yo solíamos venir aquí. A ella le encantaba, decía que la hacía sentir como un hada. ―Le sonreí suavemente y asentí, animándole a abrirse. Él se rió un poco—. Ella solía ocultarse entre las plantas para que no pudieran verla. —Se encogió de hombros y me sonrió—, siempre llevaba un brillante vestido amarillo. Me reí con él. —Sí, eso la ocultaría bien. Respiré hondo y le tomé la mano. —Es la primera vez que vuelvo, nena. Mi corazón se rompió por el temblor de su voz. —¿Ella todavía está aquí contigo? —pregunté en voz baja. Sus ojos giraron hacia mí, con una expresión en ellos al darse cuenta de que lo entendía que me honraba. Asintió lentamente. —Sí cariño. Le di un tirón a su mano. —Entonces, vamos a saludarla —le susurré. Sus ojos se llenaron de lágrimas pero asintió con firmeza mientras le llevaba hasta el campo salpicado en azul y me senté en un espacio vacío, acariciando el suelo a mi lado. Él se dejó caer suavemente a mi lado y estiró sus largas piernas delante de él. —Háblame de ella.

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Tragando fuerte me agarró la mano y me la apretó contra el temblor que corría a través de ella. —Era tan brillante nena, intelectual y personal. —Sonrió mientras lo imagino corriendo a través de las campanas, Jax riendo mientras la perseguía—. Siempre quería estar conmigo, ¿sabes? —No respondí, no esperaba que lo hiciera. —Su voz era... —se chupó los labios y se volvió hacia mí, con la cabeza inclinada con una pequeña sonrisa—. Como la tuya nena, ronca y baja, pero dios, tan jodidamente hermosa. —Una lágrima se deslizó por mi mejilla y él me la limpió con el pulgar mientras su rostro se entristecía—. Era cercana a papá, eran como gemelos, con el mismo sentido del humor, con los mismos gustos y disgustos, simplemente juntos. ¿Me escuchas nena? Asentí. —Te escucho, nene. —Él era tan... tan oscuro E. —Apretó su mano en la mía y me puse un poco ansiosa con su cambio de estado de ánimo, su rostro sonriente ahora había desaparecido en uno negro y sombrío tomando su lugar—. Me odiaba nena. ¿Qué podía decir a eso? Nada, por lo que permanecí en silencio. —Siempre decía que mi música era un desperdicio de espacio, nunca sería gran cosa que sólo tendría una vida de músico callejero, un drogadicto solía llamarme. —Se rió amargamente y luego—: Las drogas nunca tocaron mi vida nena, pero él no podía dejar pasar un jodido día sin ellas. —Sí —me burlé en voz baja. Él se volvió hacia mí. —¿Lo sabes nena? Asentí. —Sí, lo sé Jax. —Su mano apretó la mía mientras compartíamos una conexión, una infancia que ambos experimentamos y que habíamos vivido. —¿Tu papá? —Sí. —Solté una respiración pesada—. Y mi mamá. Asintió solemnemente. —Sí cariño, te entiendo. Nos quedamos en silencio por un tiempo, hasta que encontró el coraje para continuar. —Él amaba a mamá sin embargo. Dios, demasiado. —Su visión se volvió acristalada con sus recuerdos llevándolo de regreso a un momento horrible. Lo sabía porque su mano empezó a temblar y el sudor perló su frente. —No era sólo la manera que la amaba. ¡Demasiado intenso, demasiado negro y manipulador! ¿Me escuchas, nena?

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Le apreté la mano de nuevo. —Te escucho —le susurré, comprendiendo cada maldita palabra trágica. Suspiró profundamente antes de continuar. —Fue demasiado para ella. Después de un tiempo. Se fue. Cerré los ojos ante la angustia en su voz. —Nos dejó a todos nena. Mirando hacia él pude ver la devastación que sintió al ser abandonado. —Sólo se levantó y malditamente se fue. Me subí a su regazo, a horcajadas sobre sus muslos mientras apoyaba la frente contra la suya y le tomé ambas manos en las mías. —Él no pudo hacerle frente cuando se fue. Seguí la única lágrima que rodó por su mejilla. Sus ojos se encontraron con los míos sombríos. —Le disparó a Mary Ann y luego se pegó un tiro. ¡Oh Jesucristo! Un sollozo escapó de ambos mientras lo apretaba tan fuerte como podía, tratando de llegar lo suficientemente cerca para absorber su dolor, de tragarlo entero de él mientras su corazón gritaba desgarrando mi alma y arrancándose directamente a través del mío. —Sólo... mierda... la tomó nena. Justo delante de mí. Besé sus lágrimas; borré el peso de cada uno de ellas mientras trataba desesperadamente de asumir su dolor. Le dejé llorar, escuchando sus gritos angustiados y sintiendo cada horrible estremecimiento de su cuerpo mientras finalmente se quebraba por su hermana.

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Capítulo 14 —¿Quieres más nena? —Negué a la oferta de más comida de Jax. Había empacado suficiente como para alimentar a tres mil personas. Su espalda estaba inclinada contra un árbol mientras yo estaba encaramada entre sus piernas abiertas, con mi espalda contra su pecho mientras me alimentaba con la comida campestre que cuidadosamente había embalado él mismo. Le eché un vistazo por encima de mi hombro. —¿Puedo preguntarte algo Jax?— Sus cejas se levantaron pero dijo: —Claro cariño. —¿Cómo es que en el escenario eres como... un programa de entrevistas a toda velocidad, pero en una conversación normal... como que tienes muy poca conversación? Se rió bajito. —Mamá solía decir “Jax, tienes la habilidad de conversación de un niño tres años con puto Tourette “. Solté una carcajada y miré hacia él cuando su dedo se clavó en mi costilla. —Wow, creo que me habría gustado tu madre un infierno de mucho nene. Mujer sabia. Él se rió en voz alta, pero asintió. —No estoy tan seguro nena, sólo soy yo mismo. —Asentí con la cabeza a su declaración—. Sólo yo y siempre seré yo. Me volteé para enfrentarlo. —Bien, me gustas simplemente así Jax. Él sonrió mientras sus ojos se posaban en mi boca. —Y me gusta simplemente que seas E. Sus manos se deslizaron alrededor de un lado de mi cara mientras me daba un beso caliente y exigente, su hambre y necesidad evidentes en cada movimiento de su lengua, pero se retiró y pasó un dedo por mi nariz. —Necesito que ahora me lo digas nena. Haciendo una mueca, me di la vuelta y me quedé en silencio por un tiempo, pero él no me presionó hasta poco después, dándome el impulso de coraje que necesitaba para comenzar.

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—Sabes, esas cosas que no puedes decir podrían ser la razón por la que guardas tanto dolor nena. Él plantó un pequeño beso en la parte superior de mi cabeza. —Déjalas salir nena, libéralas. Sólo sácalo de allí, enfréntate a ellas para que finalmente puedas superarlas. Jugueteé tímidamente con mis dedos en mi regazo mientras una lágrima se escapaba con sus palabras. La mayoría de las palabras que había atestiguado de él eran las mismas palabras que necesitaba escuchar, probablemente las únicas palabras que me liberarían. —Realmente no sé si los quiero enfrentar Jax, yo no… —susurré honestamente mordiéndome el labio inferior frenéticamente. Sentí cómo se movía en mi espalda mientras sus dedos se apoderaban de los míos deteniendo mi nervioso juego. —No son más que palabras nena. Tragando fuerte atraje me llevé las rodillas al pecho y las abracé. Necesitaba ese poquito de distancia antes de poner una bola de demolición a través del pedestal en el que él me había puesto —Yo quería tanto a papá y él me amaba —suspiré, sintiendo la tristeza empezando a envolverme—. No era mi verdadero padre, mi madre tuvo una aventura, pero él... sólo nos aceptó, cuidándome a mí y a Aaron como suyos, pero yo… yo era su princesa, su “Jodida Princesa” solía llamarme. —No me había dado cuenta de que estaba temblando hasta que el dedo de Jax se deslizó por mi espalda en un acto reconfortante. —Él era un acompañante8 de Guns N 'Roses cuando nacimos y en cada oportunidad que tenía nos arrastraba con él. —¿El Gibson nena? Asentí. —Sí, prácticamente crecimos entre ellos. Eran como mi familia. Dios, fueron malditos buenos momentos. —Me reí de algunos recuerdos—. Pero mamá, ella no venía, nunca quiso acompañar a papá sin importar las excursiones o las semanas en autobús y el horario extenuante, pero mi papá y yo, infiernos era para lo que vivíamos. —Te escucho, nena. Asentí por la comprensión de Jax. —¿Lo harías de nuevo nena? —preguntó mientras su dedo pasaba a lo largo del tatuaje en mi cuello. —Dios sí. Sin un maldito pensármelo ni un momento. Pude sentir su sonrisa mientras me apartaba y me acurrucaba contra él. Dudé y suspiré antes de continuar con mi historia, pero Jax se quedó sentado pacientemente, sin presionarme, sin apresurarme. Acompañante o Roadie: persona que acompaña a bandas de rock en todas sus giras, encargándose de diversas tareas, como transportar instrumentos o instalarlos. 8

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—Tenía 13 cuando volvimos de un viaje de cinco meses y nos dimos cuenta de que pasaba algo raro con mi madre. Aaron se había quedado en casa esta última gira y se había vuelto extenuado y nervioso pero era mamá quien me asustaba. Me tragué las náuseas y el ligero cosquilleo en mis venas, pero estaban empezando a ganar; podía sentir su poder en bruto encender mi deseo, mi necesidad de eliminar el dolor. Como si él hubiera notado mi lucha, los brazos de Jax me rodearon y me jalaron apretado. —Eres buena nena. Déjalas salir. Te lo prometo E, prometo que te ayudaré. Así que tomé una respiración profunda, y le dije el resto. —Fue alrededor de seis semanas después, cuando mi padre tuvo que volver a la carretera, pero mi madre se negó a dejarme ir. Me dijo que había perdido mucha escuela y que me necesitaba con ella. Debido a que era un viaje corto papá estuvo de acuerdo. Desviando la mirada al lago cerré los ojos. —Pronto se hizo evidente que ella se había metido en las drogas... en cosas pesadas. —Le oí jalar aire por sus dientes mientras su pulgar comenzaba a trazar una figura en mi palma, ayudándome a combatir los sudores y las sacudidas. —Las cuentas empezaron a acumularse y luego papá regresó y pareció que todo estaría bien. —Dejé que una risa amarga saliera de mí mientras negaba—. Él se convirtió en un adicto junto con ella. —¡Mierda! —silbó Jax y asentí. Mi cerebro se sacudía con cada plano de electricidad que atravesaba y mis temblores se estaban convirtiendo en insoportables mientras mi pierna comenzaba crisparse rápidamente. —Supéralo nena. —Su severa voz se filtró y aspiré con dureza un par de veces, desesperada por calmar la picazón. —Crearon una deuda de drogas con la gente equivocada —le dije francamente y lo sentí ponerse rígido tras de mí—. No pudieron pagar lo que debían así que... así que... Me puse de pie con rapidez, mi pierna tocó rápidamente el suelo como un tirón en el pelo. —¡Mierda! —Lucha contra eso nena. Mis uñas se habían incrustado en mis manos y ahora la sangre goteaba de mi mano y me concentré en el goteo, goteo, goteo. —No puedo —dije ahogada. —Escúchame nena. No dejaré que gane por lo que también podrías malditamente pelear contra ello porque no hay ninguna maldita forma en que vuelvas a esa mierda E.

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Mis dientes se hundieron en mi labio inferior tanto que creo que hicieron crujir mi mandíbula mientras mi estómago se apretaba de rabia y mis ojos brillaban cuando le di la espalda. —Trata malditamente de detenerme Jax —le gruñí. Su respuesta fue que me golpeó contra el tronco de un árbol, fijando los brazos por encima de mí y metiendo su ingle contra la mía. —Oh quiero eso nena. Ni una maldito vez más.... ¿Me escuchas? —Vete a la mierda —escupí desagradablemente. —Prefiero venirme en ti nena —gruñó en respuesta y me di la vuelta. —Deja que me vaya Jax. Negando, lentamente, se inclinó un poco más cerca. —No puedo hacer eso hasta que te calmes, carajo nena. —Quítate maldita sea de encima Jax. ¡No tienes derecho a hacer esto! Él se encogió de hombros, pero se negó a dejarme ir. —Cuéntame. Cerré los ojos con fuerza y sacudí la cabeza —¡No! —Cuéntame nena. —¡NO! —DIME... ¿QUÉ… PASÓ?... ¡E! Un sollozo se me escapó, un grito desgarrador del intestino antes de que le clavara la mirada. —La perra nos ofreció como pago —le susurré. Él dejó caer sus brazos inmediatamente y me miró. —¡Cristo! Aparté la vista, no podía ver el horror en su rostro cuando tenía que luchar con mis demonios. —Ella nos ofreció para sexo para pagar sus deudas —repetí—. Simplemente dejar que nos follaran Jax... Y mi padre, quien no pudo hacerlo trató, de detenerlos pero... ellos... ellos.... Me dejé caer al suelo, mi estómago sintiendo náuseas con las palabras, mientras arruinaba todo mi maravilloso almuerzo con Jax. El dolor era terrible, como si mi corazón fuera desgarrado directamente por mi pecho mientras mi mente trataba en vano de apagar mi cuerpo contra los recuerdos. —Lo mataron porque cambió de idea y no dejó que me tocaran... lo malditamente apuñalaron como a un maldito pedazo de carne... lo dejaron sangrar por todo el piso de la habitación, Dios santo, como... ¡Cómo si valiera una mierda! Y fue entonces cuando empecé a gritar alto y con violencia, mis pulmones forzando el aire por mi boca con tanta fuerza que quemaba los lados de mi garganta. Sentí que me levantaba y me llevó hacia el estanque antes de arrastrarme sin contemplaciones con él, directo al

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centro. Hacía tanto frío que se me atoró el aliento y dejé mis gritos al instante, dejando libres mis lágrimas y angustia. Él me abrazó fuertemente, negándose a dejar que me fuera mientras me cargaba con mi dolor como si me lo pudiera quitado. —Buena chica. Mis piernas subieron hacia su cintura mientras reclamaba su boca con la mía. La necesidad de olvidar exigía su atención y le hice saber lo mucho que lo necesitaba. Necesitaba sentirlo, sentir algo que no fuera la agonía que maldecía mi cuerpo. Él respondió besándome también, su pasión, su hambre y su propia necesidad por mí reflejaban su control en mis labios, pero luego se echó hacia atrás y suavizó el beso, simplemente deteniéndose hasta que no fue más que tierno y dulce. —Necesitas calmarte nena. No follaremos, simplemente te haré el amor E. Un sonido ahogado salió de mi garganta, pero él se lo tragó todo sacándome del agua y llevándome a la masa de campanillas ante mí bajándome y mirándome de nuevo. —¿Me oyes nena? —Te escucho nene. Sus labios me devoraron antes de desabrochar lentamente mis pantalones vaqueros y con ocio fue bajándolos por mis piernas; sus ojos nunca dejaron los míos mientras viajaban por mi cuerpo. Su boca besó cada dedo de mi pie, después cada una de las plantas de mis pies, cada estrella que adornaba mi piel hasta llegar a mi ropa interior y cuando descubrió esa obstrucción las arrancó, sólo quitándolas del camino. ¡Dios mío! Respondió con una sonrisa al grito que emití al sentir cómo se calentaba mi sangre, como si estuviera en llamas. —Cristo Jax, te necesito tanto —le susurré. —Estoy aquí, nena, malditamente aquí. Justo a tu lado, y no iré a ninguna parte hasta que esté justo dentro de ti nena, amándote duro. Asentí violentamente mientras me mordía los labios y al sentir mi aún presente angustia pasó su lengua todo a lo largo de mi sexo. Mi cabeza se echó hacia atrás mientras soltaba un largo gemido. —Mírame devorándote nena. Mira cómo me como tu deliciosa vagina. Abrí los ojos y apoyé los codos para hacer lo que me pedía. —Tan jodidamente buena. Tu vagina debería ser algo ilegal, es una nena que malditamente te droga. ¡Oh Cristo! Iba a explotar. Su lengua se arremolinó alrededor de mi clítoris mientras su dedo me penetraba, su punta callosa áspera contra la pared de mi interior.

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—Oh Maldita seaaaaaaaa —jadeé cuando encontró el dulce y sensible punto en mi interior. —Oh sí, te gusta lo que te hago nena. —Dios, sí... oh mierda... ¡JAX! —Me fui, flotando en algún lugar más allá del placer y del dolor, con el shock de los dos llevándose mi respiración y mis sentidos, pero lo más importante, tomando mi hambre. Antes incluso de que hubiera vuelto a bajar del éxtasis Jax muy lentamente me estaba penetrando. Tan lentamente y tan totalmente suave que llevó lágrimas a mis ojos. —Eve —susurró mientras su boca se quedaba al lado de mi oreja. Su mejilla se pegó a la mía mientras me hacía el amor. Era tan perfecto que no quería dejarlo ir. Él tiró de mi camiseta y la levantó por encima de mi cabeza para entonces desabrocharme el sujetador y luego devorar mis pechos, adorando cada centímetro de piel e idolatrando mis hinchados pezones. —Qué hermosos senos nena —gruñó cuando empezó a acelerarse, su necesidad de reclamarme haciendo que mis caderas se levantaran con cada embestida. —Dios, tómame Jax. Él gruñó mientras sus dientes se hundían en la suave piel bajo mi oído, sus embestidas tenían un ritmo regular mientras sus caderas tamborileaban una melodía de rock suave, negándose a que fuera pesado. —Te tomaré nena porque eres mía, toda maldita mía. Eso fue todo, exploté violentamente, con fuerza y tan completa e intensamente que creo que me rompí un dedo del pie. Sentí que él se hinchaba y se endurecía dentro de mí con un grosor increíble que mi orgasmo había desencadenado en él y erupcionó con tanta fuerza que en realidad dejo de respirar. Me preocupé un poco, pero finalmente sacó una respiración entrecortada, larga y me hundí con alivio. —Pensé que me habías dejado allí nena —me sonrió. Él abrió los ojos y sonrió de una manera única e impresionante, con una sonrisa completamente devastadora que capturó cada pedazo de mi alma rota. —Yo pensaba lo mismo nene.

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Capítulo 15 —Vamos nena. —Jax se rió mientras se sumergía en el agua y emergía debajo de mis piernas, levantándome alto en sus hombros delante de mí catapultándome a través del lago y aventándome lejos en sus profundidades. —¡Hijo de puta! —Me atraganté cuando salí con su risa estridente. —No hace tanto frío nena. Mis dientes castañeteaban demasiado para discutir con él. —Jax, está malditamente congelante. —Nadé de nuevo hacia él y me envolvió a su alrededor, haciéndome ganar un poco del calor que producía cuando sus labios calentaron los míos azules. —Cristo, nena, estás congelada. Deberías habérmelo dicho. Entrecerré los ojos hacia él antes de que guiñara un ojo con picardía. Sus brillantes ojos bajaron para ver mis pezones erguidos como guijarros en la superficie del agua. —Mierda nena. Ahora quiero tomarte de nuevo —dijo antes de hacer otra cosa. Gimiendo empujé mis caderas contra él, haciéndole saber que estaba allí con él. Sus dientes rozaron delicadamente mi sensible carne y lo recompensé deslizándome hacia abajo en su rígida longitud. —Sí, cariño —gruñó―. ¡Fóllame! No discutí con él mientras lo cabalgaba con fuerza y rápido, ambos encontrando en voz alta otro orgasmo al que nos aferramos en lo más profundo del agua fría. Yo no podía tener suficiente de él y él parecía experimentar la misma obsesión. Nos sentamos en una roca, todavía desnudos pero envueltos en la manta a cuadros que él había traído para el día de campo, ambos esperando secarnos antes de volver a vestirnos. —Tengo que buscar algo nena —dijo mientras se ponía de pie y se acercaba al coche. Mis ojos siguieron cada parte de su delicioso trasero desnudo mientras se movía suavemente a través de la distancia, cada nalga sacudiéndose magníficamente con cada zancada. —Wow —susurré a mí misma en un suspiro. —Escuché eso nena.

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Todavía estaba riendo cuando él regresó con lo que parecía un pedazo de papel en la mano. Me sonrió antes de volver a colocarse junto a mí, y envolvió la manta alrededor de nosotros. Fruncí el ceño mientras me pasaba el papel. —Necesito tus pensamientos nena. Me tomó un tiempo leer lo que había escrito, pero sabía por la sensación de hormigueo en mi cuello y por el aleteo en mi estómago que esta canción sería épica, de hecho épica cómo el infierno era una mejor descripción. Lo miré. —¿Escribiste esto nene? Él asintió. —¿Acerca de mí, Jax? Él asintió otra vez. —Es... Wow... sí, sé qué quieres decir realmente Jax, pero Wow. Él asintió y frunció los labios. —Escribí esto para nosotros nena. Sus ojos se encontraron con los míos muy abiertos, en silencio que pensaba de lo que me estaba preguntando. —¿Quieres hacer un dueto conmigo? —Él asintió otra vez—. Esta canción será... ¿nuestra? —le susurré. Una pequeña sonrisa iluminó su rostro y acarició mi mejilla. —Sólo nuestra nena. —Cristo, no sé qué decir Jax. Estaba perpleja. Él había escrito una canción sólo para nosotros, pensando en nosotros. —No hay nada que decir, pero sí nena, te quiero a mi lado cuando se la presentemos a los fans. —Sus ojos buscaron en los míos una respuesta, pero realmente no tuvieron que mirar muy profundo. —Sí —le dije en voz baja. —¿Sí, nena? Fue mi turno de asentir y ahora él me recompensó con su bella sonrisa. ―Un rock duro nena. ―Sonreí ampliamente―. ¡Intenta malditamente detenerme nena! Se lanzó hacia mí, dimos vueltas mientras me reía en voz alta. —¡Supongo que te gustó que te dijera que sí, Jax! Él se volvió de espaldas y me montó a horcajadas sobre su regazo en cuestión de segundos. —Nena... —susurró mientras sus ojos se oscurecían. Asentí mientras le susurraba. —Sí, te escucho nene. Él tragó y arrugó la nariz. —Necesitas decirlo nena.

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Sus ojos se suavizaron cuando su mano acarició mi mejilla. —Está bien —resollé. —Nunca dije esto antes nena. Nunca lo sentí tampoco, pero, me ha arrastrado por ahí nena, abriéndome y hundiéndose profundo en mí, mierda profunda nena. —Tragué fuertemente, mi corazón golpeaba tan fuerte que creo que ambos veíamos su ritmo a través de mi esternón. Como si lo sintiera, él levantó un dedo para tocar mi pecho y suavemente trazó el borde del pequeño diamante rosa. Sus ojos se levantaron a los míos y la intensidad de ellos me dejó sin aliento y cada latido frenético de mi corazón brincó salvajemente. —Estoy enamorado de ti Eve Hudson. Tomando dos respiraciones pequeñas y luego una grande, tomé su cara con mis dos manos. —Y yo me enamoré de Jaxon Cooper. Él gruñó, se sentó y me envolvió en el más apasionado beso. El poder y el deseo me pusieron de rodillas, mientras que literalmente, se doblaban debajo de mí y mi trasero caía sobre su regazo. Sus fuertes brazos fueron alrededor de mí, apoyándome mientras me devoraba. Cada pieza de su corazón se expresó mientras nos conectábamos tan profundamente que nos convertimos en una sola entidad, cada uno negándose a terminar el beso, que duró una eternidad. —A la mierda nena —susurró él mientras finalmente se apartaba y apoyaba su frente contra la mía, sus ojos fijos en los míos―. Dilo otra vez E. Necesito escucharlo de nuevo nena. —Te amo Jax —dije con firmeza―. Todo de ti, nene. Tu hermoso corazón, tu alma torturada, tu dolor, placer, mente, infiernos, incluso ¡el maldito Tourette! Me sonrió y me dio un suave beso en la nariz. —No hay un sólo centímetro de tu cuerpo que no sea perfección nena. Veo a través de tu dolor E, y todo lo que veo es tu belleza, tu espíritu brillante y el corazón más grande que he conocido, y el más increíble par de senos en el planeta, nena. —Terminó con un guiño. Me eché a reír. —Sí nene, tu culo es bastante magnífico también —le guiñé también.

Jax puso una mala cara tremenda cuando le pedí que me dejara volver a mi dormitorio a principios de la noche. Quería que pasara la noche en su casa, pero después de la agitación emocional que había soportado ese día, necesitábamos el silencio de nuestros propios pensamientos.

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Su dolor cuando me habló de su hermana nunca me dejaría. Y pensaba que mi vida era un infierno. Perder a su hermana con tanta crueldad, bien, me sorprendió que no estuviera más jodido que yo. Los dos sabíamos cómo se sentía el arrastrarse por la vida. Cómo recoger los pedazos de tu alma del piso, meterlos en tu bolsillo y continuar, pero lo habíamos hecho y, para ser honesta, pensé que lo habíamos hecho muy bien, aunque tenía inclinación por los látigos. Luce sonrió ampliamente cuando entré en la cocina y encendí la caldera. —¿Estás bien linda? —le pregunté con los ojos entornados. Ella estaba tramando algo, y eso siempre me preocupaba. ―Eh, eh. Mis ojos se estrecharon aún más mientras ponía granos de café en mi taza, sosteniendo el bote de café de Luce, preguntándole si quería uno. Ella asintió y suspiró feliz. —Si esa sonrisa ha sido puesta allí por mi hermano, entonces realmente no quiero oírlo linda. Ella soltó una carcajada mientras sus ojos brillaban, pero mis ojos se abrieron cuando exageradamente frotó su mano izquierda sobre su mejilla. Un enorme diamante brillaba en su dedo anular. —¡Oh Mi Dios! ¡Oh Dios mío! Ella sonrió y gritó: —¡Vas a ser mi hermana E! Mi boca se abrió y no pude formar las palabras sin importar cualquier pensamiento. —¡Diablos Luce! Se puso de pie frente a mí mientras una expresión nerviosa se dibujaba en su hermoso rostro. —¿Estás de acuerdo con esto E?, quiero decir, ¿realmente? Y no mientas E. Negué, asombrada. —¿Estás hablando malditamente en serio? Su rostro decayó y me di cuenta de que había tomado el contexto de mis palabras por completo por el mal camino. —Hey cariño. Estoy tan emocionada que creo que sólo me haré pipí en mis pantalones. Premió mis palabras con un chillido todopoderoso mientras se arrojaba en mis brazos y me abrazaba como las mejores amigas que éramos. —Luce oh, estoy tan feliz por ti. Se apartó y limpió las lágrimas que colgaban de sus largas pestañas.

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—Él está mucho más... contento E, ahora que está aquí —dijo honestamente mientras se apoyaba en la encimera. Yo asentí mientras vertía agua hervida en nuestras tazas. —Lo sé cariño, y si de mí depende, no volverá a ese lugar. —¿Y tú E? Le di una pequeña inclinación de cabeza, pero sus ojos estrechos encontraron la verdad detrás de los míos. —Mierda E. Me mordí el labio. —Luce, ella sigue siendo mi mamá. Y lo que hizo… ya sabes. —En realidad no, no lo sé E. ¿Cómo diablos puedes...? —Se tragó el resto de sus palabras al ver mi cara y levantó las manos con rendición—. No haré esto ahora Eve Hudson. ¡Estoy demasiado feliz para perderlo! Me burlé de nuevo con una réplica y me forcé a dejar de sonreír cuando decidí darle mi propia noticia. —Tengo algo que decirte —dije en voz baja mientras caminaba hacia la mesa y me dejaba caer en una silla. Ella sonrió expectante y respiró hondo. —Jax y yo estamos... juntos. Su reacción no fue lo que esperaba cuando tragó y se mordió el labio inferior mientras sus ojos adquirían una expresión de dolor. —No hablas en serio... —escupió. —Está bien, lo intentaré de nuevo... Yo y Jax estamos juntos. — Levanté mis cejas con expectación pero ella se veía triste, o enojada, no puedo decir qué. Tal vez un poco de cada uno. —Bueno... Me puse de pie, me acerqué a la puerta y me volví. —Gracias por estar tan contenta por mí Luce. Su cara de dolor me hizo detenerme, era evidente que tenía algo que decir sobre el asunto pero que no se atrevía a decirlo. Pensé que le gustaría la noticia. Para mí abrirme a la especie masculina era algo raro, ¡pero bueno! Justo cuando estaba por abrir la puerta de la cocina habló. —¿Él te ha hablado de Fran, E? —Congelé mi mano en el pomo de la puerta, pero me negué a enfrentarla. Si tenía algo que decir, que se lo dijera a mi espalda. —¿Cuál es el problema Luce? ¿Quieres toda la atención en tu cara bonita en lugar de la mía? —le espeté. Su falta de apoyo me dolía como el infierno. —¡Vete a la mierda E! ¡Supongo que no te dijo que ella está jodidamente embarazada! ¿Qué demonios?

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Mis rodillas se tambalearon levemente y me aferré a la puerta, tratando desesperadamente de mantenerme erguida mientras mis pulmones se vaciaban de un solo golpe. —Mierda E, lo siento. No debería haberte dicho eso. Luce apareció junto a mí, pero levanté una mano y sacudí mi cabeza hacia ella. No quería oírlo ahora. Me sentía enferma y mi cabeza giraba; necesitaba salir pitando de allí. Ella seguía gritándome cuando cerré la puerta del dormitorio detrás de mí y salí corriendo a... a cualquier lugar, a maldita sea ningún lugar, todo el tiempo luchando contra el impulso familiar de ceder a mi dolor.

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Capítulo 16 —Diooos, amo esta cancióoooon —dije arrastrando las palabras al tipo sentado junto a mi lado mientras saludaba a la pista con mi copa de... lo que fuera. Era de un color rosa gracioso que se derramaba sobre el borde cubierto de azúcar y sobre mi camiseta. —Es pura habilidad amiga. ―Ambos asentimos con reverencia mientras dedicábamos un momento melancólico a apreciar la habilidad de Scorpion. .... Nena, no era fácil dejarte sola Se está haciendo más difícil cada vez que me voy Si tuviera que elegir, me quedaría No hay nadie como tú No puedo esperar a las noches contigo Me imagino las cosas que haremos Sólo quiero ser amado por ti... Las lágrimas brotaron de mí mientras cantaba la última línea. —Sólo quiero ser amada por él amigo, ¿sabes? Tipo asintió con seriedad. —Sí amiga. Es un maldito tonto, sobre todo con una voz tan caliente como la tuya. Asentí de acuerdo mientras señalaba al encargado del bar para que me trajera otra de... lo que fuera. —Quiero decir que él es tan maldito... Dios está tan jodido... ―Gemí cuando su magnífico cuerpo duro apareció en mi cabeza y suspiré. —¿Así de bueno? —suspiró Tipo junto a mí. Asentí firmemente. —Oh, sí amigo, él es jodidamente caliente. Tiene el trasero más increíble que haya visto... Oh Jesús ¡ahora estoy caliente! ... Me imagino las cosas que haremos Sólo quiero ser amada por ti No hay nadie como tú. Terminé la canción y Tipo chocó mi copa con la suya en un brindis. —¡Por los bastardos!

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Solté una carcajada y regresé su brindis mientras mi teléfono sonaba por vigésima vez. —No soy yo. Esta es una contestadora. E no puede hablar contigo ahora mismo porque ha conseguido perderse —contesté esta vez sin saber para qué, sólo pensé que sería mejor que mis amigos supieran que no estaba muerta. —¿Dónde diablos estás? —gruñó Cam por el auricular. Mi ceño se frunció y casi me caí del taburete mientras me echaba hacia atrás con su voz. —Cam, ¿sabes cuánto te amo? Su suspiro fue fuerte y prolongado, pero su voz se suavizó. —Por favor, dime que sólo estás borracha E. —Estoy borracha Cam... muy, muy borracha. ―Me reí y Tipo escupió su copa por la risa y se inclinó a mi teléfono. —Hola amigo, ¡ella está muy, muy, muy borracha! Asentí y me reí. —Muy cierto mi amigo. —E, ¿con quién diablos estás? —No tengo la menor idea, pero es mi amigo ―replicó y Tipo me sonrió. —Tú también eres mi amiga. ―Le devolví la sonrisa. —¡Por el amor de Cristo, E! ¿Dónde estás? —No tengo ni una maldita... idea... —Me reí, y luego me volví hacia joven que servía—. ¿Dónde estamos? Sus cejas se alzaron hacia mí como si fuera estúpida. —The Hell Pit —me informó. —Buen nombre. —Asentí con respeto y se rió ―Gracias bonita. Le sonreí de nuevo antes de sacudir la cabeza divertida. —Parece que estoy en un lugar muy bueno llamado The Hell Pit y es jodidamente increíble. He hecho un amigo Cam y es impresionante. Le gusto. Tipo asintió con seriedad. —Me gustas mucho amiga. Nos sonreímos felices el uno al otro como escapados del manicomio local. Cam me dijo complaciente al teléfono. —Quédate ahí E, estaré allí pronto. Asentí, aunque no podía verme y terminé la llamada. —Mi hermano vendrá a unirse a nosotros —le dije a Tipo, quien asintió con seriedad otra vez. —Eso es muy bueno amiga. Me encantaría conocer a tu hermano. ―Su rostro se iluminó mientras movía las cejas―. ¿Quieres hacer karaoke amiga? —¡Diablos, sí!

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Los dos nos tambaleamos sobre el escenario, apoyándonos uno en el otro y, mientras recogíamos los micrófonos el cuarto entero aplaudió… las cuatro personas... oh, y un perro. —¿Qué quieres cantar amiga? —me preguntó mientras mirábamos de reojo la lista de opciones. —No lo sé amigo, no puedo enfocar en ningún jodido título. —Me reí. Él asintió solemnemente. —Elegiré una y esperaremos lo mejor amiga. Asentí y tomé posición de la parte delantera del escenario y esperé a que la canción comenzara. Me reí en voz alta cuando empezó: ¿Por qué los pájaros aparecen de repente Cada vez que estás cerca? Como yo, quieren estar Cerca de ti… Tipo se hizo cargo e hice una mueca ante él mientras su tono hacía que mis oídos sangraran, pero me tambaleé feliz junto a él antes de que fuera mi turno de nuevo. El día en que naciste los ángeles se reunieron Y decidieron crear un sueño hecho realidad Así que esparcieron polvo de luna en tu cabello De las estrellas doradas en tus ojos de color azul… Tipo de nuevo: Es por eso que todas las chicas de la ciudad… Yo: Las chicas de la ciudad... Tipo: Te siguen Yo: Te siguen Tipo: A todas partes Yo: A todas partes Juntos: Igual que yo, quieren estar Cerca de ti Cerca de ti Terminamos la canción mientras Cam, Luce y Boss entraban por la puerta.

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—¡Mi familia! —declaré mientras me movía hacia ellos. Boss me sonrió. —Joder, te amo Boss —grité mientras me lanzaba fuera del escenario y saltaba directamente a sus brazos―. ¿Quieres follar Boss? —Choqué mis labios sobre los de él y le di un beso húmedo. Obviamente él me lo devolvió. —Hola chica caliente —dijo en voz baja y le sonreí mientras me regresaba a la barra y me sentaba en ella. Le palmeé la mejilla con expresión triste. —¿Por qué tan triste Boss? —Hice un puchero hacia él. —Porque te quiero de vuelta como material de primera y ahora te estás lastimando mi amor. Sus palabras llegaron hasta mi corazón e incluso en mi borrachera comprendí lo que decía. —Te entiendo Boss. Me dio un codazo. —Gran interpretación de los calientes Carpenters. Me reí y lo miré seriamente. —¿Sabes que Jax tiene esa canción en su iPod? —Le guiñé un ojo descaradamente mientras Boss me miraba con asombro. Mi estado de ánimo sombrío regresó rápidamente con el recuerdo de Jax y mi rostro se cayó con mi angustia. —Oh Dios E. —Boss envolvió sus brazos alrededor de mí mientras mis lágrimas caían. Su fuerte abrazo me sofocaba un poco pero me sentía tan segura en los brazos de mis amigos —¡Es un puto imbécil por hacerte esto! —Se lo dije Boss, le dije todo. Cada. Jodida. Cosa... —Lloriqueé mientras jugueteaba con su cola de caballo, girándola alrededor de mis dedos mientras me concentraba en él. —¿Qué le dijiste cariño? La suave voz de Boss me calmaba y lo miré tristemente —... Todo... —¿E? —preguntó Cam desde detrás de mí—. ¿Se lo dijiste? Asentí ligeramente. —Confié en él. Me contó todo sobre él y yo le conté todo sobre mí. Sabía que no estaba teniendo ningún sentido para ellos en mi estado de trance y creo que en realidad estaba racionalizándolo todo para mí en lugar de para ellos, pero tal vez eso era lo que tenía que darle sentido a todo. —Déjame llevarte a casa cosita caliente —dijo Boss dándose la vuelta indicándome que me bajara de la barra y me colgara de su espalda. Me colgué de él y busqué a Tipo, encontrándolo encaramado en un taburete con la cabeza en sus brazos descansando en la barra superior.

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—Amigo, ¿necesitas que te lleve? Él levantó la cabeza y sus ojos inyectados en sangre encontraron los míos mientras fruncía el ceño con confusión. —¿Te llevo a casa? Adonde sea que tu casa pueda estar amigo — repetí. Sonrió ampliamente. —Claro amiga. Villa para Estudiantes de Blithe, si no te saco de tu camino. —¡No, mierda! Yo también estoy allí. ―Sonreí ampliamente y él asiente con admiración. —Malditamente impresionante amiga. —Vamos. —Balanceé un brazo, haciendo un gesto para que me siguiera mientras apoyaba la barbilla en el hombro de Boss―. Llévame a casa nene. Boss me llevó hasta el estacionamiento y hacia una van blanca. —¡Santa mierda! —Respiro—. ¿Esto nos va a llegar a casa? —Hey cosita caliente, no discutas sobre el autobús de gira. Me reí histéricamente, tanto que tuve que apretar las piernas alrededor de Boss, para no orinarme en mis pantalones. ¡El autobús de gira! Él abrió las puertas traseras, se dio la vuelta y me puso en el borde del piso. Tipo y Luce se subieron adelante y me arrastré por el suelo, trepando precariamente sobre los asientos hasta que llegar a ellos. —Lo siento E —susurró Luce en mi oído mientras se sostenía con fuerza contra la errática conducción de Boss. Él parecía estar tomando las curvas a 160 kph, y los tres nos sujetábamos tomándonos unos a otros para salvar nuestras vidas. En una volanteada me di contra la pared que nos separaba de la cabina. —Mierda Boss, si no quieres que mi cara termine impresa en uno de tus tambores, ¡baja la infernal velocidad! —Bajó la velocidad—. Está bien cariño, no fue tu culpa. Ambas nos dijimos algunas cosas. Ella se encogió de hombros y se quedó en silencio por un rato. —Entonces, ¿qué vas a hacer? ¿Qué iba a hacer? ¿Encararlo? ¿Patearlo como la mierda? ¿Crear un muñeco de vudú de él y clavarle alfileres extra-grandes en los testículos? ¿Todo lo anterior? —¡Nada! Me asintió solemnemente y levantamos las cejas cuando Tipo comenzó a gemir y a hablar en su sueño intoxicado... —¡Brad, oh Dios, Brad! Es tan bueno amor.... Ella me sonrió con humor, haciendo que yo me riera, haciendo que ella soltara una carcajada y me desmayé.

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Capítulo 17 —¡Oh Dios! Me di la vuelta y puse un brazo sobre mis ojos para apagar la terrible luz, gemí otra vez mientras mi teléfono sonaba desde algún lugar en mi habitación. —Por favor, cállate. —Mi voz sonaba como el croar de una rana volteada por la mariguana, y me obligué a tragar. Ya había comenzado a rogar porque no sonara. La maldita cosa había sonado felizmente durante la última hora y estaba considerando seriamente enseñarle a volar. Colgaron. ¡Sonó otra vez! —¡Maldita sea! —Yendo a tientas por el suelo debajo de mi cama, mi mano se apoderó de la maldita cosa y lo lancé sin miramientos por mi puerta y me estremecí al escuchar el ensordecedor estruendo al caer—. ¡Mierda! Me encogí de hombros, me di la vuelta y sucumbí a las maravillas del sueño. Ooh, se sentía tan bien, tan bien que me hizo gemir de apreciación. Me encantaban este tipo de sueños. Los sueños eróticos eran siempre mucho mejores cuando eran sueños lúcidos y agradecí las maravillas del alcohol por entregármelos. —Mmmm. —Mis caderas rodaron al sentir el roce de unos dedos sobre la parte exterior de mis pantalones cortos. ¡Vamos sueño! ¡Podrías al menos haberte quitado los pantaloncillos! La presión acumulada en mi sueño respondió a mi demanda y el dedo se deslizó dentro de la firme entrepierna y directamente a mí mismo centro. —Síiii. ¡Gracias! El dedo sabía lo que hacía, rápido bombeando hasta que otro dedo se unió a él y un pulgar comenzó a rozar mi sensible clítoris, haciendo que mis manos se levantaran a mis necesitados pechos, acariciando la carne y llevándome al borde del orgasmo hasta finalmente explotar. —Demoniooooos —gruñí. Me relajé y suspiré.

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Muchas gracias Sr. Sandman9. Sonreí para mí misma, entonces mis ojos se abrieron de golpe al sentir que alguien se arrastraba hasta la cama y su cuerpo me enjaulaba entre sus brazos mientras su nariz inhalaba profundamente. —¿Qué demonios Jax? Me arrastré de la cama, casi grabando la forma de mi cabeza en la cabecera. Sus ojos se estrechan en los míos al ver mi reacción. —¿Qué demonios nena? Lo miré, mi boca muy abierta mientras mis ojos brillaban. —¿Qué demonios estás haciendo? —le pregunté, aferrándome a mi temperamento con un hilo muy fino de sangre. Se echó hacia atrás y se sentó sobre sus talones. —Bueno, aparentemente intento hacerle el amor a mi chica. Resoplé irónicamente haciendo que su mirada se oscureciera. —¿Y qué chica sería esa Jax? ¿Yo?... ¿Fran?... ¿O la que lleva en su puto vientre? —gruñí. El hilo se partió, de hecho se había roto con sangre. Sus ojos se abrieron un poco y se detuvo, pero ya había notado su expresión y él sabía que lo hice. Mis cejas se levantaron en pregunta. —¿Y bien? Respiró hondo y se dio la vuelta sentándose en el borde de la cama. —La puta madre nena. Sacudí la cabeza con disgusto al verlo pasarse los dedos por los duros picos en su cabeza —Definitivamente, “la puta madre” o tal vez podríamos probar con “el puto padre”. Él se dio la vuelta tan rápidamente que la cama crujió bajo su fuerte peso y me apreté más contra la cabecera. Sus grandes manos se aferraron a cada lado de mis temblorosos muslos mientras sus ojos se movían por cada centímetro de la rabia que estaba sintiendo. —¿Quieres repetir eso nena? Mis propios ojos se abrieron ahora. ¡Cómo se atreve! ¡Cómo mierda se atreve! —Sí... nene... “Puto Padre” —gruñí sintiéndome bastante satisfecha conmigo misma en mi espectáculo de valentía. ¡Buena Chica E! El gruñido que arranqué de su garganta me hizo gemir y tragué con dificultad, preguntándome si con respirar lo suficientemente duro podría tragarme las palabras que había dicho.

Sr. Sandman: Hace referencia a una canción Pat Ballard cuyo estribillo dice “Sr Sandman, tráigame un sueño, digo una bebida” 9

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—Si hubiera pensado que necesitabas saberlo entonces, maldita sea, te lo habría dicho nena. Su ira era palpable y sentí la necesidad de correr. Asentí con la cabeza lentamente. —¿Así que no es importante que la puta con la que llevas follando un montón de tiempo está embarazada? Lo que me parece bastante sorprendente es que recuerdo que me dijiste que con la única que no usabas condón era conmigo. —Me encogí burlonamente—. Hey, obviamente debo tener problemas para entender las cosas simples, como por ejemplo que no sentiste la necesidad de decírmelo antes de ¡COGERME! Sus estrechos ojos se incendiaron. —Será mejor que bajes un puto cambio, nena. ¡Ah ... Mi ... ¡Dios! —¿¿¿YO NECESITO CALMARME UN CARAJO???? —Estaba furiosa. Jesucristo. ¿Este hombre no tenía vergüenza? Apretó su cuerpo hacia y asintió lentamente. —No hagas esto cariño. —La advertencia no pasó desapercibida por mí, disminuí un poco la marcha. —Lo haré nene, ¡porque maldita sea lo necesito! —le gruñí―. Confiaba en ti Jax. Maldita sea, compartí... cosas contigo porque pensé que eras lo suficientemente importante como para que las compartiera. Ahora lárgate de mi habitación hasta que pienses que soy lo suficientemente importante como para compartir cosas importantes conmigo. Él silbó entre dientes y continuó mirándome, pero lo fulminé como el infierno sin retractarme. —Cristo, nena, yo sólo.... ¡mierda! —Vete —susurré dándome cuenta como mi dolor comenzaba a superar mi ira, y me desesperaba que viera mis lágrimas. No le daría eso. Una solitaria lágrima corrió por mi mejilla. Está bien, quizá le daría un par. —Nena... —susurró mientras sus dedos alcanzaban la lágrima, pero me di la vuelta y cerré los ojos, apartándome de la angustia de sus ojos y cerré los ojos a la desesperación en su rostro. No respiré hasta que la puerta se cerró detrás de él. Y después salí a cagarme a mí misma de nuevo…

La oscuridad es el olvido. ¿La luz? No tanto.

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Oh Dios, dolía. Dolía demasiado esta vez. No podía contener el vómito, mientras el lamento erupcionaba en mí, mientras mi mejilla se aplastaba contra la suciedad de la alfombra del dormitorio. La oscuridad es el olvido. La luz había vuelto. Un grito murmurado desde algún lugar me hizo gemir. Todavía duele, la agonía me quiebra, fue demasiado pronto ¡E, demasiado pronto! La oscuridad es el olvido. —E. —E. La luz vuelve. —¿Cam? No quería moverme. No me podía mover, pero sentí cómo me levantaban antes de liberar un profundo grito. Tan doloroso, tan malditamente doloroso. —Cariño, ssshhh. —¿Boss? La oscuridad es el olvido. Dios santo. Quería gritar. El dolor era una tortura y me encogía con cada terminación nerviosa de mi cuerpo demostrándome que me odiaba. Al abrir mis ojos me tragué la bilis que amenazaba con hacerme sucumbir una vez más, y los entrecerré contra el brillo de la habitación. Me encontraba boca abajo con la cara girada hacia un lado sobre una almohada con sábanas frescas. Mi espalda descubierta quedaba expuesta a la ventana abierta de la habitación, pero no aliviaba la agonía. ¿Dónde diablos estaba? Cerré los ojos y gemí... y volví a gemir. —¿E? —Mmmm —le murmuré a Cam, pero me negué a abrirle los ojos al resplandor. Aunque no lo veía podía sentirlo a mi lado. Sentí su aliento caliente mientras se acercaba y me besaba en la mejilla. Eso era increíble sorprendente. Estaba esperando su ira. —¿Cómo te sientes? —preguntó en voz baja mientras su mano acariciaba mi mejilla con ternura. —No bien —resollé. Podía sentir su dolor en el aire. Su impotencia haciéndolo físico y mi corazón se rompió por la angustia de la que era responsable. —Lo siento mucho Cam —tartamudeé―. Yo... yo... no creo estar muy bien —admití.

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¡Ahí! ¡Lo dije! Estaba ahí, abierto y dispuesto para ser diseccionado, y el peso que se levantó de mis hombros con esas pocas palabras fue inmenso. —No, tampoco creo que lo estés E. Asentí, sin saber qué más hacer. —Lo amo Cam. Entonces vinieron junto a las palabras los sollozos que desgarraban cada parte de mi alma, junto con la devastación desgarraba directamente la ternura de mi ya deshilachado corazón. Lo amaba. Sencillo. No, no era tan sencillo. Tuve que enterrar mi rostro en la almohada del frío hospital y llorar porque había hecho un desastre de mi espalda que Cam no podía soportar. No me podía consolar y eso lo destruía. —Cristo E —fue todo lo que dijo, pero se quedó sentado y me escuchó, se quedó sentado y devoró todo mi dolor, se quedó ahí y esperó tomando cada maldita pieza de mi miseria.

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Capítulo 18 Dos días más tarde me froté los ojos con cansancio mientras escuchaba a la enfermera sermonearme sobre asistir a cada una de mis citas con el psiquiatra y los malo de saltearme mi medicación, pero asentía en los momentos correctos y sonreía cuando no estaba segura qué reacción era necesaria. —Una cita se ha programado con el señor Trayson el próximo lunes, Eve. Una carta de confirmación será enviada a tu dirección. Asentí obedientemente. —Debes llamar inmediatamente a este número en caso de que sentir la necesidad de lastimarte a ti misma antes de la cita del Sr. Trayson. Sonreí cortésmente. ―Si tienes cualquier otra pregunta relacionada con los vendajes o los medicamentos Eve, entonces no dudes en contactarnos. Murmuré un: —Sí. Boss rodó los ojos detrás de ella. Yo reprimí una carcajada. Cam le dio un codazo a Boss. El hombro de Boss se estrelló contra Cam. Cam lo miró. Puse los ojos en blanco. Me quedé mirando con preocupación la van de Boss, preguntándome cómo demonios iba a subir sin abrirme la espalda de nuevo. Las manos de Boss rodearon suavemente mi cintura entonces levantándome y poniéndome en el asiento. ¿Podría amar ya a este hombre? —Gracias —dije en voz baja con una pequeña sonrisa, un atisbo de vergüenza tiñendo con rubor mi cuello y a mi cara. —No hay problema cosita caliente. —Me guiñó un ojo y cerró la puerta. Cam puso una tranquilizadora mano en mi muslo, mientras Boss metía mis maletas en la parte trasera de la camioneta. Volví la mirada por la ventana mientras me armaba de valor para decírselo. Cuando Boss se subió a nuestro lado, inhalé profundamente y mantuve mi rostro volteada hacia el borde de la carretera. —No voy a volver a los dormitorios —les dije, mientras me preparaba internamente.

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—¿Qué? ¿A dónde quieres ir entonces cosita caliente? Tragué fuertemente. —A la estación del tren. Silencio. —¿Qué? ¿Por qué? —tartamudeó Cam y se mordió un poco demasiado duro el labio inferior, pero se lo tragó y esperó. —Me voy a casa. Silencio. Más silencio. Un muy doloroso silencio. —Detén a la camioneta —dijo Cam en voz tan baja que me pregunté si lo había oído bien. Obviamente Boss no lo escuchó porque siguió conduciendo a sus habituales 160 kph. —¡DETÉN LA MALDITA CAMIONETA! Está bien, ¡aquí vamos! Boss clavó los frenos tan fuerte que tuve que interponer mi mano para evitar que mi cabeza rebotara en el parabrisas. Los dos se volvieron para mirarme; ambos sin poder comprenderlo, pero sólo uno sabiendo la razón del por qué mi decisión era una opción tan horrible. Pero tenía que irme. No podría permanecer cerca de Jax. No podía sentarme y verlo amar a alguien que no fuera yo. No habría podido observar que estuvieran... juntos. —Regresa ahí y te olvidas que existo E. —La ira que Cam emitía hacía que me dolieran los huesos. —Tengo que hacerlo Cam, no puedo... tengo que mejorar y no puedo hacer eso... aquí. Se echó a reír con una risa maníaca y amarga. —¿Y conseguirás mejorar con ellos... alrededor? Me mordí los labios y lo enfrenté. La angustia que evidenciaba su rostro me aplastaba los pulmones pero apreté los dientes y asentí. —Tengo que hacerlo Cam —contesté en voz baja, tratando desesperadamente de comunicárselo con los ojos. —¡Mierda! ¡La puta que lo parió! ¡Mierda!! Mataré a ese hijo de puta —golpeó el salpicadero con tanta fuerza que estoy segura de haber oído que se rompía. Su angustia hizo que mis ojos se humedecieran y agarré su mano, pero él la quitó, pasó por encima de mí y salió de la camioneta, dándome una última mirada de dolor antes de negar tristemente con la cabeza, secarse una lágrima y alejarse. La mano de Boss tomó la mía, y en voz muy suave preguntó: —¿Quieres decirme por qué él no quiere que vayas a casa? Su voz es tan suave y tranquila que me abro a él. —Mi madre... mi mamá... —Con la parte de debajo de mi mano enjuagué mis lágrimas pero Boss se quedó callado y fue paciente a la

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espera de que yo siguiera―. Mi mamá tiene una adicción extrema a las drogas. Asintió suavemente y levanté mis ojos borrosos a los suyos. Confiaba en él sin reservas. Sabía que era mi amigo y sabía que me quería tanto como yo lo quería a él. —Ella me pone a... complacer a su distribuidor de drogas. Él asintió, pero noté cómo su nuez de adán se movía de arriba abajo mientras sus dientes se apretaban tan severamente que oí cómo que rechinaban bajo la presión. Tragó antes de hablar. —¿Y por qué... por qué tienes que... regresar? La lucha en su voz hizo que mi corazón sangrara y apreté su mano. —Estaré bien —respondí suavemente. Él frunció el ceño y sacudió la cabeza. —Verás cosita caliente... no creo que lo estés. Mordiéndome el labio inferior suspiré. —Tengo que estarlo Boss. No tengo otro lugar a donde ir —susurré tristemente. Realmente no tenía otro sitio a donde ir. ¡Que mierda de realidad! Sus ojos encontraron los míos dolidos mientras su mano acariciaba mi mejilla. —No vayas allí E. Sé por qué no puedes estar aquí, pero no puedes volver allí cariño. Sonreí suavemente pero negué débilmente. —Tengo una casa de campo en Cornwall, bueno mis padres la tienen. Puedes ir y quedarte allí durante todo el tiempo que necesites — ofreció. —¿Qué? No puedo hacer eso Boss —argumenté sacudiendo la cabeza violentamente. Él tomó mis manos entre las suyas y sus ojos perforaron los míos. —Puedes y lo harás E. Necesitas repararte cariño y sé que no harás eso aquí o en tu casa. Pero en todo caso E, haré de mi maldita misión arreglarte porque eres un infierno de chica y necesito a esa chica de regreso cariño. Necesito a esa chica rockeando su coqueto trasero a mi lado. ¡Oh Cristo! Asentí con firmeza a través de mis lágrimas. —Está bien —me las arreglé para decir ahogadamente. —Ahora, tenemos un pequeño desvío a la casa de mi gente y luego tomaremos tus cosas y te subirás a ese tren cosita caliente. Puso en marcha el motor de nuevo y se alejó de la acera. ***

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—¿Te mostró la canción? —preguntó Boss en voz baja mientras estábamos sentados en el banquillo de la plataforma a la espera de que llegara el tren. Asentí. —Sí. Sus ojos se cruzaron con los míos mientras su dedo tocaba su muslo en un gesto nervioso. —Sé que ahora odias cada cabello de la cabeza de ese gran hijo de puta, pero prométeme que mientras estás fuera pensarás acerca de seguir haciéndolo. Suspiré profundamente. —No lo sé Boss. Tomó mi mano y la apretó. —E, cuando te paraste en ese escenario la semana pasada, algo... algo cobró vida en ti E, algo en lo profundo de ti rugió a la vida y joder, fue putamente fascinante ver cómo se desarrollaba. Eres un as ahí cariño... lo eres E y por Dios que sacudiste todas las putas almas en esa habitación. Sonreí y me sonrojé por el cumplido y tomó otra respiración. —Todo lo que puedo prometer es que pensaré en ello. Su sonrisa fue suficiente para iluminar mi corazón. —Eso es todo lo que te pido amor. »El tren de las 09,38 Huddersfield a St Ives está llegando a la plataforma 3«. —Ese es el mío. Boss asintió con firmeza y tiró con fuerza de mí. —Dios E. Necesitas vencer esto, cosita caliente. Prométemelo... Asentí con determinación, negándome a dejar que mis lágrimas aparecieran una vez más. —Te lo prometo —susurré con voz ronca mientras me levantaba para darle un beso en la mejilla. Su mano apretó la mía y respondí apretándosela también antes de darse media vuelta e irse. Lo miré, luego agarré mi caja y subí al tren.

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Capítulo 19 —Por el amor de Cristo Kellan10 —murmuré mientras apagaba mi Kindle―. ¿Qué diablos está mal con esos malditos dioses del Rock? Aún negando crucé el patio y entré en la pequeña cocina rústica. Era el paraíso absoluto aquí. Era pequeña pero adecuado con tejado de paja justo en el corazón de la costa de Cornualles, de la que inmediatamente me había enamorado tan pronto como había girado la llave hace tres semanas. Después de lograr posponer mi cita ambulatoria y obtener un certificado de enfermedad del hospital, había acordado con la universidad tener una ausencia por enfermedad de cuatro semanas y estaba profundamente en deuda con Boss, o más bien con los padres de Boss, por dejar que me quedara aquí. Estaba por regresar el lunes siguiente, tan sólo a tres días de distancia, pero por el momento todavía estaba aprovechando al máximo la tranquila local. Me había vuelta buena amiga de un chico que había alquilado la casa junto a la mía por vacaciones. Evan y yo descubrimos que teníamos muchas cosas en común, desde nuestro amor por la música de rock a las maravillas de la cerveza y del café y habíamos tenido algunas discusiones muy acaloradas con unas cuantas botellas de cerveza y una barbacoa. Nuestra amistad era puramente platónica y estábamos tan a gusto en compañía del otro que nos encontrábamos relajados y en pijama mayor parte del tiempo, viendo alguna película en la televisión o recibiendo pizza en casa para ser devorada. Yo me había hecho un nuevo tatuaje. “Aceptamos el amor que creemos merecer” ahora embellecía el interior de mi muslo izquierdo. Lo adoraba y pensé que las palabras describían mi vida a la perfección. Evan me había acompañado y había logrado hablar con él de que se hiciera el suyo y me había sentido honrada cuando se hizo una réplica de mi tatuaje en el cuello pintado sobre su nuca. Nuestra amistad estaba sellada. Mi teléfono sonó desde lo alto de la mesa de la cocina y apreté los dientes, asomándome a la pantalla. Jax me había estado 10

Frase dicha por un personaje del libro Into The Dark de Joe Miller.


bombardeando con textos y llamadas, todos preguntando dónde demonios estaba. Había estado agradecida con Boss y Cam por mantener esa pepita de información para ellos mismos, sabiendo que una vez que él supiera dónde estaba, estaría asaltando por la puerta diciendo “¿Qué mierda nena?” Con ese gruñido suyo. Había logrado llegar a un buen número de decisiones en mi convalecencia y esperaba ser lo suficientemente fuerte como para cumplirlas. Tenía que ser lo suficientemente fuerte. Había tenido algunos pequeños anhelos por el látigo, pero Evan me había arrastrado y transportado mi trasero a la taberna más cercana a lo largo de la ruta de senderismo más desagradable que había podido encontrar, cada vez que veía mis puños y apretar de dientes. Estaba reconstruyéndome poco a poco a mí misma, y para ser honesta, estaba muy orgullosa de mí. Me había abierto a Evan una noche de borrachera. Le hablé de mi compulsión por el dolor y luego le había dicho acerca de Jax. Él se había sentado, escuchando y consolado, pero entonces me dijo en términos inequívocos que estaba aquí para relajarme y recuperarme y que no hablaría nada más de esas cosas mientras estuviera aquí. Eran las palabras más sabias que había oído durante mucho tiempo. —¡Cosita caliente! —me saludó Boss cuando contestó el teléfono. Una sonrisa estalló en mi cara al oír el sonido de su voz. Poco a poco se estaba convirtiendo en uno de mis mejores amigos y lo amaba inmensamente por todo el apoyo que me había dado en las tres anteriores semanas. Nunca había olvidado llamarme cada día y me encontré esperando oír su voz todos los días. —Hola nene. —Tengo noticias E. Crucé los dedos y cerré los ojos mientras esperaba sus palabras. Room 103 se había estado acercando a la semana previa a un concierto y su participación en un gran festival al aire libre en unos meses y actualmente estaban a la espera de la confirmación de que harían una actuación en el próximo anuncio de la banda. Si lo hacían, significaba una cosa enorme para el grupo que había conseguido adueñarse de mi corazón. —¡Estamos dentro! Mi silencio se adelantó a su risa y una lágrima salió de mi ojo. —Oh. Mi. Dios. ¡Boss! —Lo sé E. Estamos. Malditamente. Dentro. Nena. Me reí, lloré y grité al mismo tiempo mientras Evan entraba por la puerta.

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Él levantó las cejas y asentí. Su sonrisa fue brillante y amplía a pesar que ni siquiera conocía a las personas que se habían hecho parte de mi familia, sólo lo que le había dicho acerca de ellos. —GRANDIOSO —gritó él por mi teléfono. Boss le regresó su agradecimiento. —Jesús Boss. Room 103 será tan jodidamente caliente. Tendrás groupies colgando de tus bolas nene. Él se rió con fuerza. —Es mi pene del que necesitan colgarse cosita caliente, no de mis bolas. Le devolví la risa. —Escucha cariño... —Apreté los labios al comienzo de su pregunta, pero me aferré a sus palabras—. ¿Ha pensado en lo que te dije? Sabía que me preguntaría y realmente lo esperaba antes, la verdad. —Así es —le contesté. Su silencio fue mi ánimo para continuar—. Lo haré. Le oí aspirar una bocanada de aire. —Entonces estás en el camino con nosotros, bebé. Mis ojos se abrieron cuando me di cuenta de lo que él estaba diciendo. —Oh diablos Boss. No creo que pueda... —Sí puedes y jodidamente lo harás. Sacudirás ese campo E y volarás el maldito techo del lugar. Bueno, ¡qué podía decir a eso! Además de que los campos no tienen techo. —Está bien —chillé.

—Entonces, E. ¿Has pensado en lo que pasará cuando vuelvas? — Evan me miró mientras hundíamos los dedos del pie en la arena, ambos construíamos pequeñas cuevas sobre cada dedo. —Algo —respondí evasivamente. Él asintió, pero dejó el tema. Suspiró con cansancio y de repente me agarró la mano. No hice caso de la expresión de dolor en su rostro que coincidía con la mía. —Te voy a extrañar —susurró mientras giraba el anillo en mi pulgar. Asentí, parpadeando para contener las lágrimas. Evan regresaba a su casa a Londres en unas horas y yo estaba disfrutando tanto de la idea de mis últimos días sola como odiando la idea de que se fuera. —Sabes, siempre puedes venir a visitarme E. En cualquier momento. En cualquier momento que te sientas... —Se encogió de hombros, un ligero rubor subió por su cuello.

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Le sonreí y apreté la mano. —Y sabes que te espero en ese festival. Él sonrió ampliamente. —Sacudirás el lugar hasta los cimientos. Él sintió mi vacilación, mientras miraba al horizonte con mis dientes superiores profundamente hundidos en mi labio inferior. —Es sólo que... será muy duro. Sabes —admití, odiándome por someterme a mis preocupaciones. ¿Podría realmente hacer esto con Jax? Estar a su lado y dejar que la pasión de la canción me llevara lejos, sabiendo que cada palabra que cantábamos juntos, lado a lado, estaba escrita para mí. —Bien, vamos mierda. Vayamos a ver un poco de porno, tener sexo loco y rodar en esa maldita antigua alfombra antes de irme. Lo miré de reojo y él se rió entre dientes. —Tan romántico —me burlé. Él asintió con severidad. —Siempre cariño. Dejé que me levantara y mientras lo hacía me moví apretada contra él, y puso sus brazos envueltos alrededor de mí como si estuviera asustado de que me fuera a caer. —Me iré ahora. Odio decir adiós y toda esa mierda E, me hace quedar como un cobarde. —Su aliento susurrado en mi oído me hizo temblar. No quería dejarlo ir. Quería tenerlo para siempre y nunca enfrentarme al mundo de nuevo. Tragué con dificultad y asentí. Él sonrió suavemente, plantó un suave beso en mis labios y se alejó. Una lágrima se escapó de mis ojos mientras veía su espalda irse. Al doblar la esquina, se dio la vuelta, me saludó por última vez y desapareció. Entonces me doy cuenta de que todavía me debe por la pizza de anoche. ¡Maldita sea!

Al bajarme del tren la mañana del lunes, suspiré pesadamente. Ya podía sentir el peso sosteniendo mi corazón. Maldición E... Sal de eso. —¡COSITA CALIENTE! Sonreí ampliamente y miré a mi alrededor inmediatamente buscando la voz que había llegado a amar tanto. Lo vi, venía a toda velocidad hacia mí y no se detendría. ¡Mierda!

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Cargó contra mí y saltó a bordo. Sus brazos se extendieron y sus hombros y piernas se envolvieron alrededor de mi cintura. Ahora, si se tiene en cuenta que mido uno cincuenta y ocho, y Boss es como de uno ochenta... ¿pueden imaginarse cómo me veía? Me aferré a su gran cuerpo, mientras ambos nos tambaleamos hacia atrás y mi trasero golpea contra el suelo con tanta fuerza, que sentí como si mi hueso del cóccix se encontrara con mis amígdalas. Boss terminó sentado a horcajadas sobre mí y estoy segura de que todos los pasajeros en la estación pensaron que era una posición del Kama Sutra. —Cristo, Boss. Necesitas bajar de peso. Bajó sus labios sobre los míos y me besó con fuerza. —Joder, te extrañé nena. Le di un codazo. —Como que yo te extrañé también. Levanté mi caja y nos dirigimos hasta el estacionamiento. Por la rigidez con que caminaba me di cuenta que se estaba guardando algo, pero casi me daba miedo preguntar. Él puso mi caja en la parte trasera de la camioneta y abrió la puerta para mí antes de subirse a mi lado. —¿Qué pasa? —le pregunté en cuanto se sentó. Él me dio una rápida mirada y pude ver la preocupación en sus ojos. Suspiró y se volvió hacia mí. —Tu mamá... ella, no estamos seguros de lo que sucede, pero ha estado en el hospital E. —Oh. Bien. No estaba segura de qué hacer con eso. Boss se mordió el labio inferior. Su ceño podía ser tanto el de un asesino como de alguien angustiado. Le sonreí y apreté su mano. —No me pondré toda triste, si eso es lo que te preocupa Boss. Él suspiró y arrugó su nariz. —Eso no es todo E. Se veía indeciso y mi sangre se agolpó en su angustia. —Ella está... ¿está bien? ¡Por favor, Dios! Asintió y sonrió tranquilizadoramente. —Dios, lo siento, sí, ella está bien ahora. La enviaron a casa días después, hicieron algunas pruebas y todo eso, pero... —¡Quieres malditamente escupirlo! —lo insté. Él levantó las manos. —Está bien. Sólo te lo diré. ¡Ya era hora! —Ella se presentó en la tuya mientras estaba en Cornwall. ¡Oh Dios!

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Lo miré encogerse y entonces todo se aclaró. Podía sentir la rabia burbujeando dentro. —¿Lo tomó? —prácticamente gruñí. Boss negó. —No. Pero no por falta de ganas. Mi puño se estrelló en su tablero de instrumentos. —Cristo. ¿Qué culpa tiene mi tablero? —resopló. —No le hará nada Boss. El autobús de la gira es algo sólido. Es como un hombre de las cavernas con ruedas —le guiñé el ojo con un poco de humor y luego le dije que lo sentía con la boca. Me acurrucó en sus brazos y me besó en la mejilla. —De acuerdo muñequita sexy. Mejor eso que mi cara. Estaba totalmente de acuerdo con él. Solté una carcajada, luego me hundí y me llevé las manos a la cara. —Entonces, ¿cómo es que ella no consiguió el Gibson? —Tienes buenos amigos E. Me volví para mirarlo con ojos muy abiertos. —¿Tu...? Asintió. —Luce llamó a Cam en estado de pánico; dijo que su mamá estaba allí tratando de tomarla. Bueno, gracias a Dios Jax tiene un coche rápido. Gemí y cerré los ojos. ¿Podría mi vida avergonzarme más con ese hombre? —¡Oh Dios mío! Un enorme rubor cubrió mi rostro. Me mortificaba que todos hubieran visto a mi madre en uno de sus “estados de ánimo”. Boss me agarró la mano. —Basta E. Somos tus amigos. Tu mierda se convirtió en nuestra mierda cuando tomaste mi tequila y te despojaste de tu sostén. Negué un poco más animada ante su comentario y le sonreí. —Te quiero cosita caliente. Incluso si te niegas a hacerme una felación —dijo tan seriamente que pensé por un momento que estaba hablando en serio. Luego sonrió y me dio un codazo. Me encantaba ese hombre. —Crees que te mereces una ahora. Sus ojos se abrieron y se iluminaron. Mis propios ojos se abrieron antes de que inclinara su mejilla en mi dirección. —Con un beso será suficiente muñeca. Me acerqué, tomé su rostro lo giré y planté un beso de lleno en la boca. —Gracias —susurré con sinceridad. Me guiñó un ojo y le dio al encendido. Y le dio de nuevo. Y una vez más.

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Lo miré cínicamente mientras apretaba mis labios. Boss me miró indiferente como si estuviera exagerando. —Dale un momento. Es su semana con síndrome premenstrual. Reprimí una carcajada y miré la ventana. —Por supuesto. Tengo chocolate en mi bolsa por si lo necesita. —El motor se encendió y finalmente no se paró. ¡Woohoo! —¿Crees que lo logre Boss? Me miró con los ojos entrecerrados, pero pude ver el humor detrás de ellos. —Es una mujer muñequita sexy. Puede hacer el trabajo incluso de espaldas. Mi boca se abrió y le di un puñetazo en el hombro. —Somos buenas para otras cosas, sabes. Asintió en acuerdo. —Por supuesto nena... nosotros, los hombres, también tenemos que comer.

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Capítulo 20 Entré al Z Bar esa noche recibiendo una ruidosa bienvenida. Todo el mundo quería saber dónde había estado, así que sólo les dije que había estado cuidando de un pariente enfermo y nada más. No había visto a Jax todavía, pero Boss me había informado que ensayaríamos la canción de esa noche en su garaje. Al parecer, ahí era donde hacían todos sus ensayos y lentamente me preparaba para lo que sabía vendría. —¿Quieres darme una mano por una hora E? —preguntó Rachel mientras tomaba órdenes. —Por supuesto. —Me subí a la barra y giré sobre mis piernas, escondí mi bolso y me volví hacia mi primer cliente. —¡AMIGA! El radiante rostro radiante de Tipo estaba justo en frente del mío. —Cristo amigo. —Le sonreí de vuelta, inclinándome sobre la barra y plantándole un húmedo beso en la mejilla. —He estado buscándote por todos los lados amiga —dijo él mientras me saludaba con un beso también. Asentí hacia él. —Estuve fuera por un par de semanas, pero ahora ya volví. ¿Algo de beber? Sus cejas se apiñaron con perplejidad. —¿Algo de beber? Ya sabes. ¿Cerveza, alcohol, un cóctel, refresco? —Oh, Dios, sí, lo siento. Tomaré un Stella y me encantaría una probada de tu nombre. Me eché a reír. —E. Abreviatura de Eve. Su cabeza se inclinó y frunció el ceño nuevo. —No eres la E de la que todo el mundo ha estado hablando, ¿verdad? ¡Oh Santo! ¿Quería escuchar eso? —No estoy segura. ¿Qué está diciendo todo el mundo? Él sonrió meneando las cejas y fruncí las mías. Hizo un gesto ante mi perplejidad y se echó a reír. —Nada malo. Sólo sobre la banda y sus fans que los extrañaron durante las últimas semanas. Mi compañero me arrastró aquí la semana pasada para escucharte, pero no estuviste aquí.

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Asentí mientras quitaba el tapón en la botella y se la pasaba a él. —Sí. Ya estoy de vuelta ahora. Podrás verme en la actuación del sábado. Le dio un largo trago a la cerveza y asintió. —Si es algo como nuestra versión de “Cerca de ti” entonces no me lo perdería por nada del mundo. Me reí en voz alta mientras dirigía al siguiente cliente y tomaba su orden. —¿Subirías al escenario conmigo el sábado para demostrar lo que es la buena música? Él sacudió la cabeza con horror mientras terminaba su cerveza y luego sacó su teléfono —Dame tu número amiga. Intercambiamos números antes de que se fuera para volver a clases. Me dijo que su nombre era Trent pero aun así lo agendé como “amigo” de la misma forma que hizo conmigo. Trabajé hasta que la fiebre del mediodía se calmó y luego salté sobre la barra y me preparé un sándwich y una cerveza mientras me llenaba de los chismes de Rachel. —¡Llave Inglesa! Sonreí mientras tragaba lo último de mi sándwich y me volví hacia la voz. Traté desesperadamente de mantener la sonrisa en mi cara por Romeo, pero fue difícil cuando vi a Jax al lado de él. Aquí va. No estaba segura de si estaba enojada o emocionada. Tal vez ambas cosas. Esperaba que la última. Sus ojos oscuros se encontraron con los míos y tragué su intensidad. Mi cuerpo volvió a la vida a la vista de él y maldije en silencio al sentir el ruido entre mis muslos. Cada vez que lo veía, parecía volverse más caliente. Si eso era posible. Él se me quedó mirando con los vaqueros negros desteñidos, sexys y apretados, que abrazaban sus fuertes muslos y magnífico trasero tan bien y con su camiseta desgastada de Guns N 'Roses que se aferraba a cada músculo de su glorioso pecho. Sus ojos me tomaron. Romeo plantó su trasero en el taburete a mi lado y me abrazó. —¿Dónde has estado Llave Inglesa? Quité la mirada de Jax mientras lentamente caminaba a través del cuarto, viendo cada impresionante pierna haciendo una tortuosa ruta cada vez más cerca. —Yo... bueno, yo...

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Podía sentirlo detrás de mí ahora. Su cálido aliento en la nuca de mi cuello y me mordí el labio inferior con dureza por la fuerza que emitía. —¿Nos extrañaste nena? —gruñó y me estremecí ante la ronquera de eso. Los ojos de Romeo se movieron entre nosotros salvajemente y como si intuyera la tormenta que se avecinaba, aseguró sus escotillas y se largó. ¡Traidor! Jax se deslizó en el taburete desocupado de Romeo e inclinó la cabeza hacia mí en consulta, con las cejas altas mientras se chupaba el labio inferior. —¿Qué mierda nena? ¡Allí estaba! Para ser honesta, ¡lo había perdido! Bajé la cara, negándome a ver la pregunta escrita en todo él. Su dedo y pulgar se apoderaron de mi barbilla y me volví para mirarlo. —Por favor, no —insistí en voz baja. No podía manejar esto ahora. Estaba tan bien y terminaría rompiéndome de nuevo y sacando todo el dolor de nuevo a la luz. Sus ojos fueron de mis ojos a mi boca, a mi cabello y luego de vuelta a mi boca. —¿Qué carajos pasó nena? ¿Por qué tenía que seguir cavando con sangre? Él tenía una forma familiar, ¿por qué no se metía con su novia en vez de conmigo? —¿Qué diablos quieres de mí Jax? —logré balbucear, orgullosa de mí misma por poder formular una frase. Él se apoyó en la cerca y yo me tragué la necesidad de pasar mis dedos por sus picos suaves, el impulso de simplemente tocarlo era insoportable y apreté la mano en un puño para controlarme a mí misma. Apoyó su boca justo en mi oreja. —Lo que quiero, es tenerte a ti debajo de mí y que me ruegues nena. Quiero mi boca y mi lengua en el perfecto rosa de tus pezones. Quiero sumergirme tan jodidamente en ti que mi tatuaje llegue a tu vientre, nena. Quiero que mi nombre salga de tus labios cuando te haga venir duro. Lo suficiente para que me abraces tan jodidamente fuerte, que cada canto de mi pene se grabe sobre las paredes de tu deliciosa vagina, nena. Bueno, sí, eso sonaba muy bien. Gracias. Tragué y me le quedé mirando. ¿Era en realidad un párrafo? Cristo, ¡era un maldito poema! —¿Me oíste nena? —retumbó él mientras su pulgar trazaba mi labio inferior.

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—Te escuché Jax, pero no creo que me estés escuchando a mi —le susurré. Sus ojos siguieron la ruta que su pulgar estaba tomando, ya que ahora se arrastraba hacia abajo en medio de mi garganta. Estaba chamuscado demasiado cada uno de mis pequeños vellos en el camino. —Tenemos que hablar nena. Asentí. —Sí. Él asintió conmigo. —Y tienes que escuchar nena. —¿Tú harás lo mismo Jax? Sus cejas se levantaron, pero sonrió. —Sí, cariño. Le di una pequeña sonrisa a cambio. De repente saltó del taburete, pero sostuvo mis ojos. —Después del ensayo de esta noche nena —ordenó y yo asentí. —Sí. Antes de que pudiera moverme, sus labios estaban en los míos, moviéndose tan despacio y con tanta ternura que no tuve el valor ni la inclinación para rechazarlo. Dios, se sentía bien. Lo había echado mucho de menos. Mis manos finalmente cedieron y se deslizaron a través de su sorprendente y oscura suavidad, enroscándose alrededor de su grosor fuertemente. Él gimió y se robó mi boca con su lengua, atrayendo la mía a su boca y chupándola sin descanso. Uno de sus grandes manos tomaron el lado de mi cabeza y la otra se curvó alrededor de mi cuello y sabía que me estaba reclamando de nuevo, exigiendo mi atención y control. Su rodilla tocó entre mis muslos cerrados y los abrí de inmediato y lo dejé ponerse entre ellos, dejando caer mis manos alrededor de su cuello y tirando de él más cerca. Sus dos manos ahora bajaron a mi trasero y me topé con ellas hasta que envolví ambas piernas alrededor de su cintura. Él me levantó y me abrazó con fuerza mientras seguía follando mi boca con su experta lengua y gemí y lo jalé más cerca de mí, mis pezones como rocas presionando contra la firmeza de su pecho. —Mierda nena. Te necesito. Necesito follarte tan condenadamente duro. ¿Quién dijo que el romance estaba muerto? —Bájame Jax —le susurré al oído. Él gruñó en voz baja, pero quitó las manos de mi trasero y mis pies se dejaron caer al suelo. Apoyó su boca sobre mi frente.

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—A las 7:00 —fue todo lo que dijo antes de volverse e irse. ¡A las 7:00 entonces E!

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Capítulo 21 —Creo que lo tenemos cubierto Bulk —gruñó Jax después de horas de incesante práctica. Estuve de acuerdo con Jax. Sonábamos impresionante, incluso después de sólo unas pocas horas. La canción se había apoderado de todo el mundo y había fluido sin esfuerzo entre todos nosotros. Cada miembro de Room 103 y yo, estábamos sincronizados con el otro ya que todos interpretábamos nuestras piezas a la perfección. Aunque teníamos otros cuatro ensayos antes del sábado, sabíamos que lo lograríamos. —Sí. Está súper. Eso servirá para mañana. Tan pronto como las palabras salieron de los labios de Bulk, Jax caminó hacia mí, me levantó por encima de su hombro y me llevó directamente a su habitación. Las palabras “Hombre de las cavernas” y “Armario” vinieron a mi mente. Me dejó bruscamente en medio de su enorme cama y se puso de pie en la parte inferior sólo para mirarme. Se quedó allí mucho tiempo y me pregunté si habría entrado en un coma vertical. De repente, sonrió, una sonrisa enorme y sucia que levantó las esquinas de sus rosados labios mientras sus párpados caían a media asta. Palmeó la cama y se puso a gatear tranquilamente hacia mí, con las manos y las rodillas encerrándome debajo de su enorme cuerpo mientras subía más arriba en la cama. —Ah, ah, ah. No. Sin mimos hasta que te disculpes, me compres un campo de flores, me alimentes con el dedo con masas y masas de chocolate y beses mis pies —lo reprendí en broma. Él hizo una pausa en su subida y sus cejas se levantaron, pero capté el ligero temblor de sus labios. —Nena. ¿Quién necesita flores y chocolates cuando hay un maldito pene duro aquí para ti? Muy bien. ¡Eso también serviría! Me mordí el labio inferior mientras trataba de reprimir la risa que amenazaba con estallar. —Eres todo un romántico Jax.

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Él sonrió y siguió hacia mí hasta que su frente quedó descansando contra la mía. —Sólo tengo que respirarte nena. Oh Cristo. ¿Por qué tenía que decir cosas como esa cuando estaba tratando de estar enojada con él? Suavemente plantó un beso en mi frente y luego pasó su nariz hasta la mía hasta que sus labios suavemente se apoyaron contra los míos. Sus ojos se quedaron en los míos por lo que pareció una eternidad. La oscuridad de ellos se tragó a los míos y pude ver directamente en su alma, en su alma dañada y rota. La gemela de la mía. Con el tiempo se dio la vuelta y se tumbó en la cama a mi lado y me volví a mi lado, apoyando mi cabeza en mi mano para mirarlo. —No estamos juntos nena. Yo y Fran. Él abrió los ojos y se volvió hacia mí, así que ambos estuvimos al lado del otro, nuestros rostros separados por centímetros. Nuestro cálido aliento mezclándose mientras él me miraba, rogándome para ver la honestidad detrás de sus palabras. Asentí. —Pero... ¿Fue tu elección o de Fran? Él se hinchó con un respiro y arrugó la nariz. —Mía. —¿Estás contento con eso? Él frunció los labios y negó lentamente. —No, en realidad no nena. Suspiré y asentí. Levantando la mano, palmeé su rostro. —Entonces tenemos un problema Jax. Él cerró los ojos por un momento y cuando volvió a abrirlos me estremecí ante el fuego que tenía en ellos. —No, no hay problema nena. ¡Dios maldiga a este hombre! —Jax. No me pondré en medio de una relación volátil. No soy yo nene. Sus dientes tiraron de su labio mientras gruñía débilmente. —Nena, no estás escuchándome. Uno de sus dedos trazó los contornos del hueso de mi mejilla y siguió redondeándolo para perfilar mi oreja mientras avanzaba un poco más cerca. Su boca estaba ahora a un mero centímetro de la mía y no podía quitar los ojos de ella. La curva y la suavidad de sus labios estaban exigiendo mi atención. Mi cuerpo me gritaba que lo tomara, que pusiera mis labios sobre los de él y lo hiciera suplicar por misericordia. Que arrastrara su labio inferior entre mis dientes y lo mordiera hasta que me diera lo que necesitaba.

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—Te estoy escuchando Jax pero tú no me estás escuchando. No seré la perra que se lleve el hombre de alguien —le digo. Su mano se deslizó junto a mi oreja y tomó suavemente un puñado de mi cabello. —Nunca fue suyo nena. —Sus labios se cernieron sobre los míos—. Siempre fui tuyo nena, siempre... Solté un largo gemido cuando él finalmente nos unió en uno de sus magníficos besos y comenzó su implacable tortura, convirtiéndome en una temblorosa bestia suplicante. Mi cuerpo se aflojó a la vida mientras mi vientre latía violentamente, exigiendo que el latido se apretara fuerte. Envolví mis brazos alrededor de sus hombros y eché una pierna sobre la suya, rodando hasta que me encontré sentada a horcajadas sobre él, tomándolo debajo de mí mientras seguía devorándome. Él estaba comiéndome viva y quería embarrarme de su alimento favorito, así nunca se detendría, nunca retiraría su boca de mí, siempre consumiendo... todo de mí. Sus manos se deslizaron por mi espalda cuando tiré más de él y pude sentir su lista y tensa erección debajo sus pantalones vaqueros. Una de sus manos se enterró debajo de mi camiseta para desenganchar el sujetador y luego se aventuró de vuelta para tomar mi pecho, su gran mano callosa acariciándome con tanto rigor que rogué por la misma atención a mi otro seno. Gemí y me arqueé en su enorme palma, pidiendo el tipo de estímulo que siempre me hacía sentir bien. Él comprendió al instante y rodó mis pezones rígidos entre su pulgar e índice, enviando una sacudida de energía hacia abajo a mi clítoris. —Por favor... oh Dios, eso es tan bueno... por favor... —le susurré contra sus labios. —¿Deseas esto nena? ¡Qué pregunta más estúpida! No diría que no. ¡No! —Sí, Dios. Quiero todo lo que me des. —Respiré contra su boca, provocando un gruñido mientras él flanqueaba suavemente mi labio inferior con los dientes. Agarré el borde de su camiseta y se la levanté. Él se levantó un poco para poder tirar de ella sobre su cabeza, luego me senté en posición vertical y me di un festín con los ojos con la gloria de su torso desnudo... y Dios, ese torso era malditamente excepcional. Firme y caliente, duro y tan malditamente... ¡mmm! Sus anchos hombros tenían fuertes curvas por arriba de su línea de cuello, la curva de ellos haciéndome desear mordisquearle furiosamente a lo largo del borde de los mismos.

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Cada tatuaje Celta de sus bíceps y antebrazo me atraían con hambre para que se envolvieran a mi alrededor, que me sostuvieran y me protegieran. Sus poderosos pectorales me hacían agua la boca; el contraste de su pequeño pezón marrón y apretado perforado en su piel bronceada hirviéndome la sangre. Sus abdominales ondulaban fabulosamente y cada contorno de esos increíbles músculos hacía que deseara pasar mi lengua a lo largo de cada ranura. Y luego estaban las magníficas alas tatuadas en los huesos de la cadera a ambos lados de su deliciosa “V”. El mismo aspecto de cada ala, me hacía querer delinear cada pluma con mi lengua. Le palmeé el pecho y lo devoré con los ojos, entonces exploré cada contorno y forma con mis dedos, delicadamente adorando cada una de las regiones que me hacían agua la boca antes de continuar mi idolatría con mi lengua. —Joder nena. Tu lengua es malvada. Él gimió fuerte cuando seguí besando hacia abajo, y el hombre abrió el botón de sus pantalones antes de que ellos y sus pantalones cortos fueran empujados por sus caderas y por sus largas piernas. Mirando hacia él a través de mis pestañas, sonreí lascivamente antes de sin prisa besarlo y retomar mi tarea. Le acaricié el escroto con la punta de la lengua antes de tomar sus testículos y chupar suavemente cada uno. Sonreí para mis adentros mientras plantaba pequeños besos por todo el camino de su aterciopelado miembro hasta llegar a la misma punta y sus fuertes dedos se retorcieron en mi cabello mientras emitía un fuerte gemido. —Mierda nena. ¡Maldita chupada! Entonces le maté. Envolviendo mis labios detrás de mis dientes y doblando dedos alrededor de la base de su gran pene, deslicé la boca hacia abajo lo más que pude, relajando mi garganta y tragándomelo hasta golpear mis amígdalas. —Oooh Demoooonios —gruñó él mientras sus dedos se apretaban en mi cabello con movimiento. Jax agarraba mi cabeza con firmeza mientras tomaba el control, ya que cada movimiento de mi boca lo llevaba más cerca de la euforia. —Me harás venir directo en tu garganta nena. Me quejé con sus palabras enviando una vibración a través de su pene y lo obligué a llegar a su clímax. Sus caderas se levantaron y rugió su liberación mientras su caliente y cremoso líquido golpeaba la parte trasera de mi garganta con tanta fuerza, que no pude tomar todo y salió por el borde de mi boca.

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Dios, estaba tan excitada de encontrarme allí con él, sólo por el placer de su propia reacción a su orgasmo. Besando mi camino de vuelta a él, él palmeó cada una de mis nalgas, tan pronto como llegué a su cara y me besó febrilmente antes de agarrar mi camiseta y pasarla sobre mi cabeza, tirando de mi sujetador junto con ella. Él nos rodó para quedar debajo de su gran forma y frenéticamente me quitó los vaqueros, bajándolos por mis piernas con una rapidez que me hizo reír. Él me sonrió, sonrisa que llegó a los dedos de mis pies antes de que apretara los dientes suavemente sobre mi dedo pequeño y me mordiera girando la lengua alrededor de la tierna carne. Fui completamente sorprendida de encontrar esa acción extremadamente erótica y un suave gruñido brotó de mí. Sus ojos se oscurecieron mientras se hacía camino hasta mi pierna, su lengua saboreaba y jugueteaba hasta que llegar al nuevo tatuaje en el interior de mi muslo. —Carajo. ¡Me encanta! —gruñó él antes de caer justo en mi sexo y pasar su lengua desde mi ano hasta la pequeña perforación en mi montículo afeitado. —Cristo. Me estás destrozando nene. Levanté mis caderas para animarle a violarme, pidiendo con mis acciones que me llevara al punto de la explosión. Él deslizó un dedo dentro de mí, dando vueltas y vueltas, me preparé para su intrusión. Gimiendo agarré su cabello y tiré de él más hacia mí. —Jax por favor... —¿Quieres venirte con fuerza nena? —Joder sí... por favor... Dios, sí. Tan duro —le supliqué fervientemente. Él introdujo otro dedo mientras su lengua tiraba sobre mi clítoris rápidamente, instando un gemido ahogado de mi garganta. —Dios, que sabor tan épico nena. Eso fue todo. Detoné justo sobre su cara, haciendo erupción en un orgasmo poderoso mientras él gruñía y me lamía religiosamente. —Diaaaablos —grité en voz alta mientras mis caderas nos levantaban a los dos fuera de la cama. Antes de que poder recuperar el aliento él ya estaba presionando su sólido pene directamente en mí. Ambos gemimos en agradecimiento mientras él se inclinaba sobre mi vientre y yo rodaba mis caderas, metiéndome más en él. —Es tan bueno nena. Jadeé locamente mientras él salía lentamente y luego se deslizaba de nuevo con placer, nunca acelerando hasta que estuvo loco de necesidad. —Cristo Jax. Más duro. Fóllame, carajo.

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Su boca me chupó un pezón, alargándolo con los dientes y volviéndome loca. —Maldita sea —gruñí y le di un puñetazo en el brazo―. Fóllame duro. Lo necesito... por favor. Gruñí mientras comenzaba a salir y meterse de nuevo con fuerza, cediendo a mi deseo. —Más duro —lo insté de nuevo. Necesitaba sentirlo tosco, necesitaba sentir su poder al máximo cuando me tomara. Él se echó hacia atrás, gruñó, y luego se dirigió a mí con tanto vigor que me hundió en la cama. —Sí —le susurré―. ¡Más! —Toma todo nena —dijo él con voz áspera mientras me conducía hasta la cima y grité cuando tocó el cuello de mi útero. Él empujó en sus manos y siguió trabajando loco y salvaje, cada unidad de fuerza llevándome más cerca del éxtasis mientras sus ojos se clavaban en los míos, y nunca los liberaba de su intensa mirada. Gemíamos y jadeábamos salvajemente mientras follábamos como animales... crudos, primitivos y sin restricciones, mientras tomábamos lo que cada uno de nosotros dábamos; alimentándolo, devorándolo todo y luego dando un poco más. —Necesito tu orgasmo nena —gruñó él y pude ver sus dientes apretarse mientras se contenía por mí. Todo su cuerpo estaba colgado con tanta fuerza que pude descifrar donde cada uno de sus músculos terminaba y otro comenzaba. Estaba creciendo tan rápidamente que cada uno de mis músculos me gritaba por liberación, mis dientes chirriaron y mis terminaciones nerviosas zumbaban violentamente. No sé muy bien lo que sucedió entonces, pero como que nos volvimos un poco salvajes. Lancé mi cabeza hacia atrás hasta el momento en que oí crujir mi cuello, me mordí el labio inferior tan severamente que me saqué sangre, mis uñas recorrieron todo el camino de vuelta de Jax, sacándole sangre, mientras pasaban por su piel y grité tan fuerte que rompí mi garganta mientras mi flujo brotaba de mí e iba a él y mojaba la cama. —Maldito Cristo —rugió Jax mientras enseñaba los dientes y se venía con tanta fuerza como yo, con la cabeza hundida en mi hombro mientras sus dientes sujetaban la carne suave en la base de mi cuello y murmuraba una serie de maldiciones mientras bombeaba dentro de mí sin control. —Oh. Mi. Dios. —Jadeé una vez que se quedó inmóvil en mi contra. No podía respirar mientras mi cuerpo temblaba violentamente, cada uno de mis nervios, músculos y órganos caóticamente tratando de encontrar su estado correcto en mi cuerpo revuelto.

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Estaba empezando a pensar que Jax había muerto cuando no movió su cuerpo y me quedé mirando el techo hasta que de repente se movió. —¿Qué diablos nena? —Jax se quedó sin aliento cuando se dio la vuelta y me llevó a su lado. —Lo siento —le susurré mientras la vergüenza y la pena se apoderaban de mí. Él se echó hacia atrás y frunció el ceño. —¿Por qué diablos nena? Hice una mueca y bajé la cara, enterrando mis mejillas calientes en su pecho. Sus dedos levantaron mi cabeza para que lo enfrentara de nuevo y levantó las cejas en silenciosa pregunta. —¿Por qué? —repitió. —Bueno... me volví un poco... un poco... salvaje. Podría haber muerto. Nunca había actuado así durante el sexo y me mortificaba absolutamente por mi salvaje comportamiento. —¿Estás jodiendo? Me encogí de hombros y en silencio deseé que se callara antes de morir de humillación. Él rodó por lo que estaba mirando directamente hacia mí y tomó mi mano entre las suyas, con lo que descansaron en su pecho entre nosotros. —Nena. He estado follando por cerca de diez años y nunca había follado así antes. Bueno... está bien... ¡Qué alguien me ayude! Fruncí el ceño con confusión y una deliciosa sonrisa lenta estalló en su rostro frío al ver mi caliente interior. —¡Fue. Jodida. Absolutamente. Impresionante. Nena... ¡digno-dehacer-estallar-la-cabeza! —afirmó lentamente. Oh bien... eso era algo bueno para decir. —¿Sí? —le pregunté en voz baja. Él dio una carcajada. —Cristo. Malditamente explosivo nena. Me desmayé en un momento dado. Ahh, es por eso que se quedó inmóvil en mi contra. —Creo que me diste una de esas cositas de eyaculación femenina. Las cejas de Jax se levantaron con un toque de humor. —¿Cosita de eyaculación femenina? Sonreí ampliamente cuando él se echó a reír y me jaló, abrazándome estrechamente. —Cristo E. Vete a dormir ahora. Tienes clase mañana nena —me ordenó con una suave risa mientras plantaba un suave beso suave en mi frente.

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Bueno, ¡ese era un cambio brusco de dirección! Asentí y me acurruqué junto con él, ahora completamente exhausta y saciada. Pero me quedé escuchando su respiración constante durante mucho tiempo y atesorando nuestro tiempo juntos. La sensación de estar ahí para él, hizo que hubiera un brote de energía corriendo por mis venas y permanecí despierta durante mucho tiempo esa noche... simplemente íntima y fusionada con el hombre del que me había enamorado tan profunda y completamente.

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Capítulo 22 Practicamos nuestra canción religiosamente toda la semana y entre todo mi estudio, el trabajo y hace el amor con Jax, para cuando llegó la noche del sábado estaba completamente destrozada. Estaba trabajando en el bar, pero Trish había aparecido para cubrirme mientras yo cantaba, estuvo tan emocionada como todos los demás al escuchar el dúo y debo admitir que estaba un poco aterrada. Los chicos de habían sido un gran apoyo y Boss incluso me había ofrecido alivio oral para calmar mis nervios... ¡El rostro de Jax fue épico! Amigo —alias Trent— vino con su grupo de amigos y me presentó a todos y me detuve en seco cuando me pidieron autografiar sus pechos, uno incluso me pidió que le firmara una nalga... Una vez más la cara de Jax fue clásica. Me había vestido para el concierto con un vestido ajustado de cuero negro, medias de rejilla y botas hasta las rodillas de 12 centímetros, y mi maquillaje era sexy y caliente y mi cabello estaba desordenado salvajemente, incluso me había teñido las puntas del mismo color para que coincidiera con el flequillo y se veían increíbles. Cada miembro de Room 103 simplemente me había mirado inmóvil y con los ojos abiertos cuando vinieron por mí, Luce, Emoji, Kaylee, Aaron y Josh se quedaron de pie en mi dormitorio; aparte de Jax quien me arrastró de vuelta a mi habitación y me dio duro contra la puerta, mientras los chicos esperaban en la furgoneta por nosotros. No hace falta decir que lo celebraron y que Jax recibió algunas palmadas en la espalda mientras regresábamos. ¡Qué mortificación! Room 103 se llenó de sus clientes regulares y mientras se acercaba el momento de que me uniera a ellos yo era un manojo de nervios. Mi corazón latía locamente, mi sangre estaba tan caliente que quemaba cada una de mis venas y mis piernas temblaban tan violentamente que me preocupé de que fueran a tener que arrastrarme al escenario. —Z Bar. —Jax levantó un dedo en el aire y sostuvo la mano en su oreja alimentando a la multitud con atención. La sala gritó y aplaudió. —Saben lo que viene, ¿no?

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Gritos, chillidos y silbidos estallaron antes de que comenzaran los cantos. —E, E, E, E, E...—cantaron mientras con los pies pateaban el suelo rítmicamente. —Entonces traigámosla aquí. Vamos nena. Me tambaleé lentamente hasta el escenario. Boss saltó y agarró mi cintura para levantarme como si me fuera imposible subir como una dama con mi vestido corto. La multitud estalló con tanta fuerza que tuve que taparme los oídos. »¡Ven y chúpamela E!« »¡Tengo un pene duro aquí para ti E!« »¡Te amo E!« Las declaraciones siguieron llegando hasta que Jax miró serio a la multitud. —Ella es mía—gruñó y yo suprimí una sonrisa por su posesión. —Hagamos esto —gritó Boss—. ¡Un aplauso para la nuevo miembro de la banda Room 103 E quien hará un dueto con Jax con "Shocking Heaven! Tomé mi posición en el set que estaba en el lado derecho del escenario, mientras Jax se ponía a la izquierda y Romeo inició con una introducción melódica lenta, haciendo que la habitación comenzara a balancearse ya con el ritmo de la música. Jax se adelantó y entró con el primer verso, el cual era lento y suave. “Estás ahí, vista desde las estrellas Tranquila dignidad con tanta miseria callada Tratando de seguir, de respirar Quédate y no te vayas nunca Te lo ruego, necesitas creerlo” Me acerqué un poco más a él mientras me miraba y el estribillo cambiaba a una composición más rápida de rock, optimista y con un ritmo más pesado y me di cuenta de la multitud se comía cada palabra mientras se balanceaban, luego se sacudían, y luego bombearon en el aire al ritmo de nuestra música, y la pasión y la emoción se apoderaron de mis venas, iluminando cada terminación nerviosa de mi cuerpo mientras mi corazón inyectaba cada vena con electricidad. Nos juntamos para el estribillo, caminando lentamente más cerca del otro mientras cantábamos como si fuéramos uno y la emoción y la pasión que Jax expresaba con sus palabras me hicieron creer que había escrito cada palabra para mí, lo cual había hecho. “Pero si estás atravesando el infierno sigue avanzando Porque eres simplemente un impacto celestial.

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Un impacto celestial Que podría avergonzar hasta a los ángeles Sigues gritando en silencio Poniéndome de rodillas Con cada uno de sus ruegos silenciosos” Luego llegó el turno de mi solo, a un ritmo melancólico y triste otra vez mientras Jax daba otro paso hacia mí. Tocas mi mente con tu cercanía Siempre mirándome con tanto abandono Intentando regresar, intentando vivir. Ya no me queda mucho para dar Pero te lo ruego, hazme creer Nos sacudimos con el estribillo de nuevo, lo que provocó silbidos y cuerpos bailando en la masa de fanáticos antes de que Jax comenzara con otro verso. Estás aquí, en mi alma Preocupación brutal, tan tierna matanza Intentando liberarte, de huir No me dejes cuando termines Te lo ruego no dispares la maldita pistola Después de que Romeo diera un riff en solitario, ambos llegamos a la octava y nos juntamos en medio del escenario y Jax agarró mi mano, apretándola con fuerza mientras la multitud silbaba y aplaudía con aprobación. Pero estamos intentando seguir y amar Peleando suavemente el uno contra el otro por la pasión Uniéndonos como un solo, ya no somos almas solitarias Y ahora estamos impactando al cielo, simplemente impactando al cielo” Y después de otro estribillo Jax cantó el final. “Si estás pasando por un infierno, sigue avanzando Sigue adelante, sigue avanzando No pares nunca, no pares nunca Sigue adelante, sigue avanzando”

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Terminamos, Jax gruñó, me levantó y me besó apasionadamente mientras la sala estallaba en gritos y en un ensordecedor aplauso que parecía no terminar nunca. Sus explosivos niveles de ruido sacudieron las paredes. —Creo que les ha gustado nena. —Eso es porque tú has hecho un maldito buen trabajo escribiéndolo Jax. Él sonrió y acarició mi mejilla. —Has hecho un maldito buen trabajo cantándola nena. Le devolví el apasionado beso con uno de los míos, moviendo mis labios violentamente sobre los de él, diciéndole cuánto significaban sus palabras. Boss se acercó y me apartó de Jax antes de girarme alrededor y plantar un gran beso descuidado en mi mejilla. —¡Malditamente impresionante cosita caliente! —gritó en mi oído mientras Romeo me levantaba el pulgar hacia arriba. Bulk me sonrió y luego recogió los calzoncillos, condones y rosas arrojadas al escenario y me los entregó. La sensación era fenomenal. Me sentía eufórica, increíble y malditamente electrizante. La vitalidad que fluía a través de mí, me hizo sentir como si estuviera drogada mientras parte del público todavía cantaba mi nombre y el de Jax Estaba en lo más alto y en ese momento de mi vida estaba debatiendo seriamente si no sería una buena idea hacer una carrera usando mi voz. Demonios, ¿por qué diablos no?

Todos nos sentamos alrededor de mesa redonda de Room 103 después de horas. La puerta estaba cerrada y el centro de nuestra mesa estaba llena de chupitos de tequila y licor mientras celebrábamos mi iniciación oficial con el grupo. Boss y Romeo habían recogido un par de chicas, pero Boss se encontraba ahora debajo de la mesa y de hecho parecía muerto para el resto de la banda. —Parece que esta noche toca paja Boss. —Le guiñé un ojo mientras alguien hacía temblar la puerta del pub. —Sí, ¿con tu mano E? Sacándole la lengua mientras Jax le gruñía, quité el seguro y abrí la puerta un poco, justo en mi pómulo.

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—¡Qué mierda! —tartamudeé cuando fui empujada hacia atrás. Fran estaba en la puerta mirándome. —¡Maldita perra! —gritó ella mientras me empuja de nuevo. Por suerte estaba lista esta vez y me moví bastante rápido. —Lo juro por Dios Fran. Podrás estar embarazada, pero me golpeas de nuevo y vas a conocerme. ¡Sin remordimientos! —¡Whoa! —gritó Jax antes de ponerme detrás de él—. ¿Qué mierda Fran? —le gruñó a Fran. Ella se quedó allí, boquiabierta entre yo y Jax. Su rostro se contorsionó de rabia mientras miraba a la mano de Jax en la mía. —Así que eso es todo, ¿verdad? ¿Ahora tienes una nueva puta? Mi boca se abrió y tiré de la mano de Jax, para su disgusto. —¿Ves lo que te estaba intentando decirte? —le gruñí a él—. No seré esa perra Jax. Les di la espalda a los dos, pero la mano de Jax se disparó alrededor de mi brazo. —No nena. Espera. Se volvió hacia Fran, con los ojos frenéticamente moviéndose de arriba a abajo en su cara y su mano apretó la mía, tanto que estaba empezando a dolerme. —¿Qué pasa Fran? Sus ojos se movieron pero su rostro permaneció impasible. Fruncí el ceño mientras miraba entre los dos. Ella no tomaría drogas mientras está embarazada. ¿No? Apretó los labios y los frunció hacia Jax. —¿Y ahora qué? —preguntó con un encogimiento de hombros—. Me dejarás por esa... ¡asquerosa! Bien, ¡¡ahora me estaba poniendo un poco irritable!! Jax suspiró pesadamente a mi lado. —Fran. No puedo dejarte porque nunca estuvimos juntos. Sus ojos se agrandaron y su rostro se aflojó. Tuve un pequeño tirón de simpatía por ella. Sólo un poco. Ella pareció considerar sus palabras por un momento, su rostro mostró cada una de las emociones que atravesaron su mente. —Pero... Vamos a tener un bebé Jax. —Se atragantó con un susurro. —¿Y?... Está bien Jax. ¡Tal vez has sido un poco duro allí! Ella se encogió de hombros otra vez. —Y... yo... yo... Te quiero Jax. —Esta vez fue un susurro. Me arrastré sobre mis pies, incómoda. —Está bien, chicos. Dejaré que vosotros dos... —murmuré mientras intentaba alejarme. —Quédate malditamente ahí nena —dijo Jax en voz baja.

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Negué con la cabeza y le apreté la mano mientras me inclinaba para susurrarle al oído. —Jax. Necesitas arreglar esto con Fran. Ella no sabe lo que va a pasar. Está jodidamente embarazada de tu bebé... El gruñido que retumbó a través de su garganta dejó tiesas mis palabras. —Quédate. Malditamente. Ahí. Nena. ¡¡¡Qué infiernos!!! —Si no quieres que te avergüence delante de tu ex, entonces te sugiero que quites tu mano de mi brazo y dejes que me vaya de una maldita vez —le susurré. Su cabeza se volvió hacia mí con tanta lentitud que me recordó a la chica de “El Exorcista”... parecía haber heredado sus ojos también, sólo esperaba que no empezara con el vómito verde. —No te lo diré otra vez nena —gruñó. —¡Vale, está bien! —siseé entre mis dientes. ¡Iba a matarlo cuando Fran se fuera! Él se volvió hacia Fran, sus ojos estrechados y ardiendo y la vi tragar con dificultad. —E y yo estamos juntos... follando como animales Fran. Todo. El. Maldito. Tiempo. ¿Entiendes? Wow. Eso debió doler. Apreté su muslo y él me miró. —Necesitaba decir eso nena. Volví mi rostro hacia él. —No así. Arriesgué un rápido vistazo a Fran y me estremecí. Ella estaba pálida, sus puños estaban apretados y sudorosos y podía ver el temblor de sus piernas. —Tú... ¿Quieres sentarte Fran? —pregunté en voz baja. Ella me lanzó una mirada con los ojos llenos de lágrimas, pero negó con la cabeza antes de darse la vuelta e irse cerrando la puerta del pub detrás silenciosamente. Jax se encogió de hombros y volvió hacia la mesa, pero yo me quedé inmóvil, sorprendida por lo que acababa de ocurrir. Él se volvió hacia mí, frunciendo el ceño confundido mientras inclinabas la cabeza interrogante. —Ilumíname nena. Le di una mirada de incredulidad antes de negar con la cabeza hacia él. —¿Me tratarás así cuando hayas terminado conmigo Jax? Sus cejas se juntaron y sus ojos se abrieron antes de que su labio se curvara en una sonrisa malvada.

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Dio dos pasos para llegar a mí, la oscuridad en sus ojos hizo que el calor de mi estómago y mis otras partes se apretaran firmemente. Deliberadamente negó con la cabeza dos veces y se inclinó en mi oído. —Nunca dejaré de necesitarte nena... nunca. Tú siempre estarás ahí para mí, conmigo; cuando sea, como sea, y donde sea porque estás aquí nena. —Tomó mi mano y la sostuvo sobre su corazón—. Tanto como aquí. Luego puso mi mano en otro lugar... ¡usa tu imaginación! Tragué y asentí violentamente. —¿Me oyes nena? Peleé contra el nudo en mi garganta mientras respiraba. —Sí, te oigo Jax. Él me dio esa sonrisa sexy suya y me dio un beso húmedo que podía hacer volar mis medias… bueno mis calzones.

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Capítulo 23 Ya era tarde en la mañana del domingo y Jax y yo estábamos acurrucados en su cama, relajándonos bajo su esponjoso edredón, mientras me alimentaba con fruta fresca y café… aunque el café alimentaba mucho. Habíamos jurado que dejaría su cama en todo el día. Teníamos una pila de DVDs y CDs junto a la cama, una gran cantidad de chocolate que Jax corrió a buscar a la tienda por mi —dulce, ya sé—, y varios de los controles remotos para cada uno de sus dispositivos alineados junto a la cama. —¿Me vas a dar una pista, nena? —preguntó después de meter un pedazo de durazno en mi boca. —¿Qué te gustaría saber, bebé? —pregunté mientras deslizaba una mora azul entre sus muy deliciosos labios. La manera en que movió esos labios me hizo pensar que no me iba a gustar el tema de esta conversación. —¿Adónde y por qué fuiste, nena? Mis dientes superiores se hundieron en mi labio inferior mientras desviaba su atención con un pedazo de manzana. Él levantó sus cejas, diciéndome que sabía que desviaba su atención, pero me negué a mirarlo. —Sabes que necesito ir y ver a mi madre pronto. Quizás me vaya por unos días —dije cambiando de tema, usándolo como una distracción. —¡Joder, nena! ¿Cómo adiviné lo que él iba decir? —Ella está enferma, Jax. Quizás me necesite —argumenté. —Sí, ella te necesita, pero no para que la cuides… —gruñó él. —Jax… no… Escondí mi vergüenza mientras giraba mi cabeza y estudiaba el control remoto, pasando mi dedo por los botones para no mirarlo. —Nena… —Levantó mi cabeza hacia él con sus dedos, pero negué con la cabeza. —Jax, por favor, sólo… sólo no. Bufó fuertemente pero asintió. —Entonces iré contigo, nena. —No creo que sea una buena idea, Jax —le advertí y ahora fue él quien bufó.

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¡Sí, bien E! Ni una esperanza en el infierno. —Así que nena… ¿adónde? Dios este hombre era implacable. Presiona y presiona. Suspiré pesadamente. —Fui a Cornwall por unas cuantas semanas —dije mientras él fruncía el ceño. —¿Cornwall? Asentí. —¿Alguna vez piensas en encontrar a tu mamá Jax? —pregunté discretamente mientras mis dedos se enredaban en un hilo suelto del edredón. ¡Por favor, cambia el maldito tema! Él rodó sobre mí así que estaba sujeta bajo su magnífica figura, y sus manos tomaron mis muñecas y sostuvo mis brazos por encima de mi cabeza, su sólido cuerpo teniéndome prisionera bajo él. Me miró mientras simultáneamente mi corazón y mi respiración temblaban. —¿Por qué, nena? Aparté la mirada. —No importa Jax. Su nariz se movió antes de que corriera la punta por la longitud de la mía. —Creo que sí importa, nena. Necesito saber. —¿Por qué necesitas saber, Jax? Eso no te concierne. Ignoré el gruñido profundo que vino de su pecho, ¡era solo aire! —Dime, nena. —No. —Dímelo. —Nop. Su lengua trazó una delicada ruta por mi labio inferior y mi cuerpo tarareó con placer mientras mi vagina discutía conmigo sobre divulgar información. “¡Maldita sea, solo dile para que él te folle hasta el más allá!” me decía la perra. ¡Malditas hormonas! —Nena… Dime. —Jax, por favor —gemí mientras su lengua bajaba por mi garganta, mi respiración convirtiéndose en jadeos. —Necesito saber, nena. —¿Por qué? Ahora él había alcanzado el borde del cuello en forma de “V” de mi blusa y torturaba la hinchazón de mis senos, plantando muchos besos con la boca abierta por el borde del dobladillo. —Oh Dios… —suspiré mientras deslizaba mis manos alrededor de él y acunaba su glorioso trasero a través de sus shorts.

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Cristo, sus nalgas eran pecado puro y deslicé mis uñas por el músculo duro, sacándole un gemido desde muy profundo. —Dime, nena —reiteró tenazmente. —Te enfadarás —murmuré. Él se elevó ligeramente, su rostro expresaba confusión. —Nunca nena. Le asentí solemnemente antes de que su dedo se deslizara por el borde de mi rostro, con sus ojos siguiendo el movimiento. —Lo prometo, nena —murmuró gentilmente mientras acunaba mi mejilla tiernamente. Sostuvo mi mirada como si hiciera un juramento, urgiéndome a confiar en él. —Yo… Yo tuve una… recaída. Una mala —murmuré y él tuvo que girar su oreja hacia mí para oír mis palabras. El fuego se encendió en sus ojos y sus dientes se hundieron en su labio inferior tan fuertemente que pensé que iba a explotar por la presión. Por un penique… —Hice un poco de… desastre. Su respiración cambió mientras se arrodillaba y entrecerraba sus ojos hacia mí. No dijo nada, realmente no tenía que hacerlo; sus ojos me decían sus pensamientos exactos. —Me prometiste… —le recordé cautelosamente. Él hundió sus dientes pero asintió y agarró mi mano, sus hermosos ojos verdes estaban en los míos mientras luchaba con su propio temperamento. —Gírate —ordenó gentilmente. Negando con la cabeza, traté de ir hacia atrás en la cama, pero él agarró mis caderas y me giró, sin necesidad de esfuerzo. ¡Maldita su fuerza! Desesperadamente traté de escapar de su agarre pero la parte de atrás de mi blusa ya estaba en mi nuca. ¡Mierda! Él inspiró aire profundamente mientras estudiaba mis cicatrices y podía sentir que todo el cuerpo se me ruborizaba, desde la punta de mis pies hasta la cima de mi cabeza. La humillación de mis acciones ahora venía a cazarme enfrente del hombre que amaba, el hombre al que estaba tan desesperada por complacer. Su orgullo y confianza en mí significaba todo y la vergüenza de decepcionarlo hacía que me doliera el corazón. —Lo siento —dije, más severa de lo que quería. Su dedo trazó cada verdugón mientras permanecía en silencio, sus pesadas respiraciones sonaban fuertes contra el silencio de la habitación.

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—Lo siento, bebé —repetí angustiada, tratando de retener el sentimiento de fracaso. —Nena… —dijo finalmente él. Metí mi cara en la almohada mientras decía mis disculpas en un sollozo. Su cuerpo se tiró junto al mío con un fuerte golpe seco en el colchón antes de que estuviera apretada fuertemente en su abrazo protector. —Necesitas ver a alguien sobre esto ahora, nena. Asentí. —Sí. El hospital hizo arreglos para que viera a un consejero. —Me encogí de hombros. Sus dedos suavemente barrieron el lado exterior de mi brazo, arriba y abajo, arriba y abajo, hipnotizante su ritmo era extremadamente confortable y me sentí relajar con él. —Tú… ¿Hospital, nena? —dijo, y yo asentí contra él. —Sí… Digo, yo… Fue demasiado pronto después de la última sesión y como que, bueno… me rompí un poco y me desmayé… —dije mientras sentía como su posición, su cuerpo tensándose a mi lado. Sus dedos ahora se movían abajo por mi cadera, continuando sus caricias calmantes al borde de mis bragas. —¿Por qué? Le tenía pavor a su pregunta y estaba intentando frenéticamente inventar una mentira para cubrir la vergüenza de la verdad pero los pensamientos se filtraron de nuevo, mientras Jax decía: —La verdad, nena. ¡Mierda! —No lo sé realmente… Muchass cosas se habían acumulado —dije, economizando un poco la verdad. Jax asintió ligeramente luego hundió su pulgar en el borde de mis bragas. Mi coño se humedeció por la anticipación mientras mi útero gritaba que él las rompiera. —Te fuiste inmediatamente después de nuestra discusión sobre Fran —divulgó él. ¡No tenía pelos en la lengua este hombre! Tragando pesadamente cedí y asentí. —Sí —murmuré contra sus costillas. Se quedó en silencio por un largo momento e internamente trataba de calcular sus emociones pero Jax siempre se cerraba y era bueno en esconder cada cualquier maldito pensamiento que tuviera. —Te lastimé. No estaba segura de si lo escuché correctamente. —¿Qué? —dije suavemente.

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Gruñó y gentilmente me alejó de él antes de abruptamente dejar la cama, recoger sus jeans del suelo y ponérselos junto con su playera antes de cerrar la puerta de su dormitorio detrás de él. Bueno, eso salió bien. Me senté inmóvil y anonadada en medio de su cama, sin estar segura de qué hacer. Infiernos. Realmente no esperaba que él tuviera esta reacción. Pensé que estaría un poco irritado pero no anticipé esto. Parecía enfadado consigo mismo en lugar de conmigo y mi cerebro exhausto no podía averiguar cómo responder. Odiaba el hecho de que lo había molestado y me quedé sentada tranquila, sin saber qué hacer. ¿Me quedaba? ¿Me iba a casa? Solo me quedé ahí sentada apretando los botones del maldito mando a distancia. Finalmente, salí de la cama y me puse mis jeans, y bajé por café. Boss estaba sentado en la mesa de la cocina con una brillante chica rubia, ambos en silencio y mirando por la ventana en un incómodo silencio. La cabeza de Boss se giró hacia mí y el alivio brilló en su rostro como si mi presencia pudiera cambiar la incómoda atmosfera. —Hola, cosita caliente. —Sonrió un poco muy feliz. Le sonreí y sus cejas se hundieron—. ¿Estás bien, nena? La rubia bufó y se paró. —Me iré, ¿puedo? Boss y yo la miramos, sin apreciar la actitud de ella. —Seguro, nos vemos. —Boss se encogió de hombros. Ella bufó de nuevo y se fue por la puerta de la cocina. Boss negó con la cabeza como si quisiera aclarar sus pensamientos, luego se levantó y tomó el hervidor, moviéndolo hacia mí. Asentí y me senté en la silla, pasando el dedo por el borde de la mesa. —¿Qué pasa? —preguntó Boss sin girarse. —Él preguntó por qué me fui —revelé. —Ajá. —Se lo conté, él se dio cuenta que era por la discusión que tuvimos sobre Fran, lo que por supuesto no ayudó. —Suspiré y fruncí el ceño, todavía conmocionada por el comportamiento de Jax—. Luego dijo que me había herido y se fue —finalicé con un encogimiento de hombros. Boss suspiró y se sentó en la silla junto a mí, gentilmente poniéndome café delante, sobre la mesa.

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—La cosa con Jax es… él creció sin ninguna atención o algo así. Sin nada de ningún padre y la única interacción que tuvo fue con Mary Ann —empezó a explicar. Asentí, pero mi corazón estaba roto por el enorme hombre valiente que quería protegerme antes que a él, siempre antes que a él. —Sus emociones, su estado mental y sus habilidades sociales siempre han estado… atrofiadas por eso. Infiernos, incluso sus habilidades de conversación nunca se revelaron hasta pasada la infancia porque él nunca tuvo a un niño con el cual comunicarse. Boss trazó el borde de su taza con su dedo, mientras me revelaba información privada sobre su amigo; lo extraño de ello era que lo hacía sentir culpable debido a mí, ahora su amiga, justo como Jax. —Él nunca fue enviado a la escuela, sabes. —Negó con la cabeza tristemente—. Eso es el por qué empezó a cantar. Era realmente la única cosa que le podían enseñar. Eso y la guitarra. Tomé un enorme trago de mi café, sólo para forzar a que bajara el bulto que se estaba formando. —Su mamá se fue, luego su papá y Mary Ann… Bueno, fue como si él se forzara a educarse a sí mismo. Pienso que él pensaba que necesitaba probarse algo a sí mismo. Que no era un vago como su papá solía llamarlo. Ésta fue su manera de enfocar el dolor, supongo. Asentí nuevamente en silencio, mis dientes frenéticamente mordían mi labio inferior para hacer que las lágrimas se quedaran en sus conductos. —Porque, Mary Ann era su vida. Se odiaba a sí mismo cada vez que la hería porque era a la única que tenía. Ella se encerraba en su cuarto y se negaba a hablar con él… y eso lo mataba. Ellos nunca hablaron las cosas, ella sólo salía, lo abrazaba y eso sería todo. Él no sabe cómo lidiar con las emociones, sentimientos, y como que lo vuelve loco cuando tiene esos sentimientos con los cuales no sabe cómo tratar. Las lágrimas ya habían salido hace un rato, y pasé mis manos por mi rostro. Mi fuerte Dios del Rock; tan duro y confiado por fuera y tan destruido y perdido por dentro. Tan sólo emocionalmente y abandonado que no se daba cuenta cuán inteligente y compasivo era realmente y que la gente lo amaba por quién era, por exactamente cómo era. Boss agarró mi mano fuertemente. —Sé paciente con él, E. Todos lo dejan. Para él, incluso la hermana que amó desmesuradamente desapareció. Sé que ella no lo hizo intencionalmente, pero en su cabeza, ella lo dejó justo como sus padres lo hicieron. Boss frunció el ceño con sus propias palabras.

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—Le ha hecho daño porque sabe que te lastimó y sólo está intentando lidiar con ello. Quizás piense que tú lo dejarás si te lastima. No sé lo que pasa por esa cabeza suya. —Sí. —Él te ama E —declaró Boss en un susurro. —Lo sé. Lo amo más que a la vida, Boss, más de lo que mi alma puede consumir, pero no sé cómo… cómo encontrarlo. No donde se ha ido ahora, sino solo él. ¿Sabes? Asintió sombríamente y apretó fuerte mi mano. —Él se tiene que encontrar a sí mismo E. Asentí. Tenía que dar un paso atrás y dejar que Jax se estabilizara por él mismo. No por mí, no por su grupo, no por sus amigos, sino por él. Sólo esperaba que pudiera aferrarme más tiempo mientras él hacía ese descubrimiento.

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Capítulo 24 Decidí quedarme y me fui al piso de arriba, me desnudé y saqué de vieja camisa de G N'R de Jax, tirando de ella como si su musculosa masculinidad me envolviera y me acurruqué en la cama para ver algunas películas. La colección de DVDs de Jax consistía en géneros de acción, acción o acción —Oh, y unos pocos de porno—, por lo que me decidí por una película de acción después de mucha deliberación. Estaba cerca del final de mi segunda película, cuando la puerta de su habitación se abrió de repente y se quedó allí, todo dureza y sexo caliente, sexo estallando a fuego lento. ¡Dios mío! Sus estrechos ojos encontraron los míos y dobló un dedo en el aire. —Levántate. Mis ojos se abrieron y él repitió sus órdenes. —Arriba, nena. Saliendo a gatas de la cama, mantuve mis ojos fijos en él, tratando de evaluar su estado de ánimo, pero sus ojos eran como pozos negros, estanques de oscuridad y la intensidad en ellos quemaba directamente a través de su camiseta y chamuscaban cada pelo de mi cuerpo. —Quítate la camisa —gruñó hacia mí mientras su lengua se deslizaba por su labio inferior. Quería seguir esa ruta con la mía pero respondí a su demanda y levanté la camisa sobre mi cabeza, dejando al descubierto mi cuerpo desnudo. Un ruido sordo hizo temblar su pecho mientras sus ojos examinaban cada parte de mí. Tragué saliva duramente, tratando de atraer lo que quedaba de aire en la habitación. —¡Ven aquí! Me gustó esta siguiente orden. Me acerqué más a él, más cerca del sexo crudo que irradiaba. Di un traspié con el primer paso, pero me las arreglé para arrastrar mis piernas temblorosas por la habitación hasta que me puse delante de él, mi pecho agitándose con cada dura entrada de aire. De repente él levantó su propia camisa sobre su cabeza y luego se quitó el resto de su ropa, barriendo sus vaqueros y bajándolos por sus piernas mientras me ordenaba en silencio que nunca dejara su mirada.

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Su mirada severa no permitiría que mirara su cuerpo glorioso mientras me mantenía firme en sus ojos. Dio un paso más cerca y gemí involuntariamente, tratando desesperadamente de mantenerme en pie mientras todo mi cuerpo se estremecía con necesidad pura y sin adulterar. Cada bocanada de su aliento cálido encendía otra sinapsis en mi cuerpo, estimulando cada una de mis neuronas hasta que mi esencia le gritaba que me tocara. Él merodeó alrededor de mí hasta que se quedó justo detrás de mí y me sobresalté al sentir sus labios rozar el lado de mi cuello. —¿Eres mía nena? Asentí con la cabeza mientras luchaba por respirar no importaba responderle. —¿Te he preguntado si eres mía? —Su sonido áspero penetró en mi centro. —Sí —le susurré con dureza. —¿Cuánto nena? Mi pecho subía y bajaba mucho y la piel de gallina estalló sobre cada parte de mí mientras cerraba los ojos en un intento de tener algún tipo de control. —To... Toda yo. Todo lo que soy Jax. Él aspiró aire salvajemente entre dientes antes de que su dedo rozara la nuca de mi cuello, bajando directamente por mi espalda hacia mi trasero. —¿Incluso esto nena? —preguntó en voz baja mientras tomaba una de mis nalgas en su mano grande. ¡Oh Dios! ¡Oh Dios! Me chupé los labios mientras mi respiración tartamudeaba de forma violenta, directamente, junto con mi latido. —Bueno... Él mordisqueó la suave piel bajo mi lóbulo, su lengua saliendo para saborearme mientras pasaba el dedo por la ranura de mi trasero. —Necesito todo de ti nena. Tengo que tomar Cada. Parte. De. Ti Un pequeño gemido retumbó en mis pulmones mientras se desinflaban en una sola exhalación. —Necesito poseerte. Cada. Pulgada. De. Ti, Eve Hudson. ¿Podría realmente darle esta parte de mí? Una parte que nunca había sido tocada antes, una zona prohibida de mí. Quiero decir que era mi ... mi ... Oh dilo E... ¡Tú culo! —Pero... puede doler... —Me atraganté, sintiéndome completamente estúpida. Quiero decir, aquí estaba un dios del sexo que probablemente había tenido más mujeres, en más formas de las que

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nunca había soñado. Y aquí estaba la pequeña vieja yo, un desastre tembloroso porque quería... ¡tomarme allí! —No te lastimaré nena, te lo prometo —sopló en mi oído. Tomé una respiración profunda antes de asentir. —Necesito oírte nena. Tragué saliva de nuevo y me recompuse.... bueno lo intenté. —Sí —resoplé Oí que su respiración se detenía antes de que extendiera ambas manos por mi espalda y rodeara mi nuca con ellas, ambos pulgares frotando a lo largo de mi tatuaje. —Voy a hacer que te sientas tan bien nena... tan maldita jodidamente bien —gruñó. Asentí de nuevo mientras mi boca se secaba y mi interior vibraba. —Agáchate y aférrate la silla nena —ordenó en voz baja. Cerré los ojos y tomé una respiración calmante antes de hacer lo que pedía y me incliné hacia delante, colocando mis palmas extendidas en la silla que usaba al escribir sus canciones. Sentí que se arrodillaba detrás de mí y me estremecí mientras me miraba abiertamente, cada parte de mi sexo desplegado para él. —¡Joder! —dijo entre dientes—. Tan jodidamente hermosa. Mis ojos se abrieron de golpe cuando sentí que su cara se enterraba contra mí, toda su cara en mis partes femeninas. —Oh Dios —gemí. Entonces aspiró moviéndose un poco hacia atrás antes de rodear mi clítoris inflamado con su lengua, luego viajó hacia arriba y se sumergió en mi coño, lamiendo mis jugos. Gemí de nuevo antes de que él emprendiera su viaje a través de mi perineo e invadiera mi ano. Aspiré un gran suspiro tembloroso mientras insertaba un dedo en mi resbaladiza vagina. —Oh Dios mío —gemí. —Sí, te gusta eso —afirmó—. Estás sujetando mi dedo apretadamente nena. Su lengua continuó su exploración de mi culo antes de que se levantara de repente y desapareciera. —Quédate ahí —ordenó. No podía moverme aunque quisiera. Regresó con un tubo de lubricante y se deslizó detrás de mí una vez más antes de sentir su frío dedo resbaladizo provocando mi apretado agujero mientras su lengua idolatraba mi clítoris. Chupó mi pezón mientras introducía su dedo en mi agujero trasero y me quedé sin aliento ante la intrusión pero siguió adelante poco a poco, en una forma meticulosamente lenta.

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Su talentosa lengua atrajo mi atención de regreso a mi clítoris mientras rodaba su dedo dentro de mí, preparando mi ano para su penetración. Lo sacó y luego sentí un ajuste apretado cuando insertó otro dedo, aumentando la presión, así como la entrada. —Oh Demonios Jax... yo... Dios... —Era una tonta balbuceante. No esperaba el placer, pero fue muy muy bienvenido. —¿Lista nena? Asentí con la cabeza. Dios sí, ¿lo estaba siempre? Él se paró detrás de mí y sentí su punta presionar contra mí y gemí. ¡Esto iba a doler! —Relájate nena —susurró mientras se inclinaba sobre mi espalda y empujaba suavemente. ─Oh, Oh, Jax... Mierda... —Fácil. Presiónate hacia abajo y empuja contra mi nena —ordenó suavemente en mi oído. Tragando saliva, hice lo que me pidió hasta que estuvo completamente dentro de mí. Se quedó inmóvil, completamente inmóvil mientras mi cuerpo se acostumbraba a la intrusión. El dolor disminuyó y cuando su dedo encontró mi clítoris, exhalé un profundo gruñido. Mierda. ¿Acababa de hacer ese sonido? Jax gruñó en respuesta antes de que poco a poco se retirara. —¿Estás bien nena? —Su voz era un bajo carraspeo y asentí. Empujó dentro de nuevo tan lentamente que estaba cerca a la tortura. ─Bebé... Jax, por amor de Dios... ¡muévete! El gemido que salió de sus labios fue bestial e inhumano. Algo enorme cambió y me empujó de nuevo en él mientras empujaba hacia mí. —¡Jódeme maldita sea! —ordené. Su pie derecho se afianzó en el asiento de la silla al lado de mi mano y luego ¡fue por ello! ¡Cristo! ¿Fue por ello? Estábamos sudando, ruidosos y salvajes mientras tomaba mi culo virgen. Su poder y lujuria trabajaron para convertirme en un desastre jadeante. —Jax... ¡Mierda! ¡Joder! Cristo... Yo... Oh Dios. Oooh Diosss... Estoy segura de que se rió de mí... ¡Cabrón! Exploté ferozmente, gritando salvajemente mientras mi cuerpo entero se sacudía y temblaba violentamente. Jax rugió, gruñó, y luego gritó mientras derramaba su carga en mi entrada trasera, bombeando lo que pareció una eternidad. —¡Joder nena! —jadeó mientras se derrumbaba encima de mí, aplastando mi mejilla en el cojín del asiento.

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—Yo... Wow... yo... Se rió entre dientes mientras se retiraba suavemente, luego me alzó en sus brazos y nos acurrucó a los dos en la cama. —¿Estás bien nena? Asentí hacia él mientras luchaba por recobrar la compostura. Mi cuerpo vibraba deliciosamente y nunca me había sentido tan relajada en toda mi vida.

—Nena —susurró su cálido aliento contra mi mejilla y gruñí hacia él. —Piérdete Su profunda risa gutural puso una sonrisa en mis labios. —Nena. Necesitas comer. —Lo intentó de nuevo, obligando a mis ojos a quejarse mientras los abría y le daba la bienvenida a su hermoso rostro sonriente. —Mmmm —murmuré mientras palmeaba su mejilla—. Hola hermoso —le susurré. La sonrisa que iluminó su rostro agitó mi corazón. —¿Qué hora es? —me sacudí recta, arrastrándome fuera de mi sueño. —Relájate nena. Son sólo las cuatro. Asentí hacia él mientras se sentaba en el borde de la cama y me daba una taza de café. —Tengo que salir nena —me informó mientras soplaba suavemente sobre el borde de la taza antes de tomar un sorbo. Fruncí el ceño y puso mala cara. Inclinó la cabeza y se encogió de hombros en una disculpa. —Lo siento nena. —¿Me llevas de vuelta? Tengo que prepararme para el trabajo. Me besó en la frente y tomó una gran aspiración de mi olor antes de levantarse. —No hay tiempo nena. Boss te llevará de vuelta. Sonreí y asentí. —Está bien. Se volvió para irse, pero se detuvo en el umbral. Lo miré fijamente cuando no se volvió. —¿Estás bien cariño? —le pregunté tímidamente. Parecía estar luchando con algo, pero luego se volvió hacia mí y su dolor estaba escrito por toda su cara. Me incorporé y me arrodillé en la cama, con el corazón en la boca. —¿Jax?

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Él arrugó la nariz y suspiró pesadamente —Fran... Cerré los ojos ante tortura en su voz. —Oh Dios. Ve Jax —insistí. Se volvió hacia la puerta, pero luego giró hacia mí, rodeando todo mi cuerpo con el suyo mientras me besaba tan apasionadamente que pensé que estaba tratando de consumirme. Me acarició el rostro mientras se alejaba. —Yo... Aún soy tuyo nena —dijo ahogadamente. Asentí y tomé su mano. —Lo sé Jax. Y yo sigo siendo tuya, cada molécula de mí. En cuerpo y alma bebé —le aseguré. Él resopló un suspiro y apoyó su nariz en la mía. —Te amo Eva Hudson —susurró, y antes de que pudiera repetir su declaración, se había ido.

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Capítulo 25 Mi turno en el Z Bar nunca antes había sido tan lento. Había estado constantemente mirando la puerta por Jax pero para la media noche, mi período había terminado y todavía él no estaba en ninguna parte como para ser visto. Le había escrito a Boss para ver si había llegado a casa, pero tampoco lo encontré allí. —Vete Rach, yo cerraré esta noche. De todas maneras te lo debo por haberme cubierto durante mis semanas fuera —le dije a Rachel mientras ella ponía algunos vasos sucios en la encimera de la barra. —¿Estás segura linda? —preguntó seriamente, pero pude ver la emoción en sus ojos. Ella acababa de emparejarse con el miembro más caliente del equipo de futbol de la universidad y su entusiasmo por irse temprano me hizo reír. —Ve a jorobar a tu hombre, chica —le dije con un guiño. Chilló con alegría, agarró su bolso de detrás de la barra y salió disparada antes de que pudiera cambiar de idea. Apilé los vasos en el lavavajillas, limpié las mesas y me aseguré de que los estantes estuvieran repuestos antes de servirme un vaso de vodka y acomodarme en un taburete en el bar. Miré el teléfono otra vez, pero nada. Seguramente él tendría noticias para este momento. Ni siquiera estaba segura de lo que realmente había sucedido, pero supuse que había perdido el bebé. Odiando ser presionante, pero necesitando saber, me abracé a mí misma y decidí mandarle un pequeño mensaje. Yo: Hey nene. ¿Alguna noticia? Besos. Lo dejé en eso. Realmente no necesitaba nada más, pero tenía la tentación de decirle más. La simplicidad de expresarse a través de un texto era mucho más fácil que realmente decir las palabras de frente Quería decirle lo mucho que lo amaba. Lo muy orgullosa que estaba de su fuerza para seguir adelante después de perder todo lo que te mantiene centrado. Decirle que moriría por él, caminaría por el infierno por toda la eternidad sólo por ver su brillante sonrisa. Decirle que lo arrastraría de regreso de la oscuridad cuando fuera tragado por ella, pero entonces quería decirle lo asustada que estaba de nuestra


relación, y cuán totalmente consumidora era. Cómo se comía mi alma y me aterraba el poder perderlo de alguna manera o no ser capaz de mantener mi agarre sobre él. Después de otra media hora de silencio del teléfono, cogí mi mochila, cerré detrás de mí y caminé a través de la aldea de estudiantes de vuelta a mi dormitorio. Al pasar por el pasillo entre la tienda y la cancha de tenis oí el tartamudeo de un paso detrás de mí. Me giré para mirar, pero me encogí de hombros y seguí cuando no parecía haber nada allí. Allí siempre había estudiantes merodeando a todas horas, así que lo atribuí a una pareja amorosa entre los arbustos. Mientras más movía mis pies, más segura estaba que había alguien detrás de mí, mi corazón estaba empezando a subir a mi garganta, así que saqué el teléfono de mi bolso y le marqué a Jax. Sabía con todos los instintos de mi cuerpo que alguien me estaba siguiendo y mis piernas empezaron a temblar. Jax no contestó y maldije entre dientes mientras trataba de nuevo. Aceleré, desesperada por salir de la calzada y alcanzar el espacio abierto detrás de mis pasillos. —Joder Jax —regañé cuando no respondió. Le marqué a Boss y tan pronto como escuché su voz contestando, sentí una mano cubriendo mi boca, mi teléfono deslizándose a través de la vía y ser arrastrada entre los matorrales de detrás. —Hola E —dijo Austin entre dientes mientras me empujaba hacia abajo en el suelo. Mis ojos se agrandaron mientras observaba sus locas facciones. Tenía la cara roja y enfadada, mostraba los dientes, con los ojos muy abiertos y frenéticos y sus manos sudorosas temblaban contra mi cara con la adrenalina. Luché contra él, pero su agarre firme me sostuvo debajo suyo y sacudí mi cabeza tratando desesperadamente de decirle que se detuviera antes de que hiciera algo de lo que se arrepentiría. —¿Pensaste que te había dejado? —gruñó y me las arreglé para tragar la bilis que estaba surgiendo a mi garganta. Una de sus manos sudorosas acarició mi cara y sobre mi cuello, lo que provocó un gemido de mi boca aplastada. —Siempre pensaste que eras mejor que yo, ¿no E? Negué con la cabeza violentamente. ¿De qué demonios estaba hablando? —Lo único que te pedí fue que le dieras un mensaje a Melissa, pero tenías que meter a tus secuaces para... para sacar la mierda de mí. Todo por pedirte un favor E —escupió y su saliva salpicó mi cara, por lo que cerré los ojos.

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—No —murmuré bajo su mano pero dudo que me entendiera. No creía que realmente me escuchara de todos modos, parecía desfasado, en algún lugar de su propia chifladolandia. —Creo que eso merece un poco de retribución E. ¡Mierda! —Austin. No —solté ahogada bajo su mano mientras su otra mano se deslizaba más abajo y sobre mi esternón, sus ojos siguiendo la trayectoria antes de llegar a mi pecho y acariciarlo con dureza. Un sollozo rompió a través de mi garganta mientras me resistía y golpeaba debajo de él. El golpe de su puño apretado en mi pómulo escoció, mientras una lágrima se deslizaba libremente. —Mantente. Malditamente. Quieta. O esto será jodidamente doloroso —se burló. Su mano se extendió hasta el botón de mis jeans y yo negué con la cabeza rápidamente, mis ojos muy abiertos y salvajes a la vez que comenzaba a llorar. Cerré los ojos y recé mientras él agarraba la cinturilla de los jeans y les dio un codazo abajo sobre mis caderas con mi ropa interior. Grité bajo su mano y mientras se deslizaba un poco, me las arreglé para conseguir clavar mis dientes en la carne de la base de su pulgar y lo mordí salvajemente. Su sangre llenaba mi boca y me atraganté con su sabor. Él gritó y cuando quitó la mano para golpearme otra vez, grité lo más fuerte que pude. Estaba tan orgullosa de mis pulmones... cantar debe haber ayudado, porque el tono de mi grito perforó mis tímpanos, así como los de Austin. —Puta de mierda —gritó mientras su puño conectaba con el lado de mi cabeza y todo se volvió negro.

La cabeza me dolía; el dolor era una presión descomunal y gemí antes de abrir mis ojos. —¿E? —susurró Luce a un lado. —Mmmm —gemí pero todavía me negaba a abrir los ojos. —¿Estás bien? —Mmmm. Finalmente logré abrirlos para encontrar a Luce sentada a mi lado en una silla con su mano en la mía.

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Estaba buscando desesperadamente en mi cerebro tratando de recordar porqué estaba en el hospital y como si sintiera mi confusión me apretó la mano y dijo: —Estás en el hospital E. —Sí —gemí y abrí mis ojos cuando recordé exactamente el por qué estaba aquí. Retrocedí en la cama, con los ojos muy abiertos mientras el terror se asentaba y apreté la mano de Lucy con fuerza —Luce... Austin. Ella asintió y sonrió suavemente. —Sí linda, lo sé. —¿Acaso...? ¿Él me...? —le pregunté mientras me apretaba a mí misma para revisar si tenía algún tipo de dolor. —No —declaró Boss desde un rincón oscuro de la habitación y me sacudí sorprendida por su voz. —¿Boss? —Miré en la dirección de su voz y lo vi acercarse lentamente. Su sonrisa era suave, aunque sus ojos mostraban tanto dolor. —Hey, cosita caliente —dijo en voz baja mientras se inclinaba para plantarme un tierno beso en la frente. —Lo que pasó después... él me dio un puñetazo en la cabeza y no me acuerdo... No sé lo que hizo... no sé... —Estaba empezando a entrar en pánico sin saber qué me había hecho Austin después de haberme golpeado hasta dejarme inconsciente. —Hey. Ssshhh —me tranquilizó Boss—. Está bien E. Bulk, Romeo, Cam y yo llegamos antes de que él... antes de que... —Tragó con dificultad y yo tomé una respiración profunda y asentí frenéticamente. —Está bien —me atraganté y eché un vistazo alrededor de la habitación—. ¿Jax? Boss se encogió de hombros. —No hemos podido localizarlo. ¡No tengo ni una jodida idea de donde está ese maldito! —gruñó. —¿Qué hora es? —le pregunté ahora cada vez más preocupada por la desaparición de Jax. —Sólo las 5 —me informó Luce y fruncí el ceño, luego hice una mueca mientras mi pómulo palpitaba. —¡Mierda! ¿Dónde diablos estaba? Miré entre Luce y Boss —¿Lo reportaron? Boss asintió. —Sí —fue todo lo que dijo antes de mirar hacia otro lado y tomarme la mano. —¿Boss? Me rodó los ojos.

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—Bueno. Me di cuenta de que estabas en problemas cuando te escuché en el teléfono y fuimos a buscarte. Los otros como que le sacaron la mierda a patadas a ese bastardo mientras yo te recogía. La policía se los llevó. Mis ojos se abrieron y yo tuve una clase de hipo... no me pregunten por qué, pues ¡no tengo absolutamente ninguna idea! —¿Qué demonios? ¡Sólo me estaban protegiendo! —declaré mientras Boss asentía y se encogía de hombros, pero manteniendo sujeta mi mano. —E. No te culpes por ello. No es tu culpa. No pude evitarlo. Me culpé. —Pero... ¡Mierda! No debiste haberlo reportado. Él me miró con tanta fuerza que me estremecí bajo su mirada. —Eso es mentira E y lo sabes. Los chicos van a estar bien y Austin merece estar jodidamente encerrado... ¡maldito animal! —gruñó mientras se alejaba de mí. —¿Tenían alguna denuncia previa, Boss? Me di cuenta de que él se estremeció pero no respondió mientras su teléfono sonaba en su bolsillo. Lo sacó y lanzó un poderoso resoplido cuando contestó. —¿Dónde carajo estás? —rugió y pude oír el silencio en el otro extremo de la línea. Boss estaba furioso y supuse que era Jax quien lo había llamado, probablemente para averiguar por qué la casa estaba vacía a las 5 de la mañana. —E está en el hospital y es mejor que traigas tu puto culo aquí ahora. ¡Ella te necesita, imbécil! —Boss, está bien... está bien. Tenía cosas... Él me dio esa mirada asesina de nuevo. —La mierda está bien cosita caliente... Lo llamaste... tú lo llamaste —me susurró. Oí a Jax gritar por el teléfono, preguntándole qué demonios había sucedido. —Austin intentó... Joder Jax, trató de violarla... Plantó el teléfono de nuevo en el bolsillo y presumí que Jax se había desconectado en el otro extremo. Se dio la vuelta y golpeó la pared antes de desaparecer por la puerta, dejándonos a Luce y a mi mirándonos. —Creo que está enojado porque no llegó a sacarle la mierda a patadas a Austin —dijo con una pequeña sonrisa y yo asentí. —Él se preocupa mucho por ti E. Todos lo hacemos... —Las lágrimas inundaron sus ojos y parpadeó rápidamente luchando contra ellas. —Hey. Estoy bien —le susurré mientras me ponía su mano en la boca y le daba un pequeño beso, seguido de una sonrisa.

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Ella asintió rápidamente, pero apretó sus dientes. —Cuando Romeo me llamó... yo... yo realmente pensé que había... Le agarré la mano con fuerza y sacudí la cabeza. —Pero no lo hizo. Estoy bien —le susurré. Ella asintió con severidad y se limpió las lágrimas con el dorso de la mano antes de rodar sus ojos. —La policía quiere hablar contigo. Asentí. —Por supuesto —suspiré profundamente cuando la enfermera entró en la habitación. —Hola Eva. ¿Decidiste unirte a nosotros? —Sonrió amablemente y le devolví la sonrisa. —No quiero ser demasiado perezosa. —Le guiñé un ojo y luego me estremecí cuando un agudo dolor atravesó mi pupila. —No guiñes amor. Vas a tener un gran ojo negro allí. —Se rió y supe que no estaba siendo ofensiva simplemente trataba de ponerme al tanto. Ella tomó mis signos vitales y me revisó antes de darme algunos calmantes en la mano y acercarme un vaso con agua. —Esto ayudará con el dolor. Asentí y tragué mientras la puerta se abría y apareció una mujer policía. —Hola Eve. —Agachó un poco la cabeza mientras sonreía suavemente y yo gemí internamente. Odiaba la falsa compasión. Para ella yo era sólo una víctima de intento de violación. Una de muchas, un número más en las estadísticas de agresión sexual y para ser honesta... ¡esa mierda apestaba! —¿Puedes contestar algunas preguntas? —preguntó mientras se aventuraba por la habitación y arrastró la silla de repuesto por el otro lado de la cama. No parecía como si tuviera mucha elección, realmente. —Antes de responder a cualquier pregunta, quiero saber qué está pasando con mis amigos —le dije severamente. Sus cejas se elevaron un poco. —¿Tus amigos? —Sí. Se metieron en problemas por venir a ayudarme y al parecer ahora están todos detenidos en la estación de policía. Ella asintió y me miró fijamente antes de salir de la habitación y dirigirse al pasillo. Luce me frunció el ceño y entrecerró los ojos. —Necesito saber que están bien, Luce. Ellos le dieron una paliza por mí y ahora están en problemas. —Lo sé E, pero estoy segura de que todo va a estar bien.

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Me encogí de hombros. ¿Quién puede saberlo? La policía volvió a entrar en la habitación y me sonrió. —Sólo les dieron una advertencia y ya han sido puestos en libertad. Suspiré pesadamente y le sonreí. —Muchas gracias. Ella volvió a tomar su lugar en la silla y arrugó la nariz. —No hay problema amor. Puedo entender por qué te preocupa y para ser honesta me gustaría tener amigos así —me guiñó un ojo y decidí que me agradaba. —Sí. Son... —chupé mis labios cuando de repente me sentí algo emocional—. Ellos son... Ella acarició mi mano y sacudió su cuaderno para una diversión. —Está bien Eve. Soy la detective Gemma Broadley y estoy aquí para tomarte una declaración acerca del incidente que se produjo en las primeras horas de esta mañana en las inmediaciones de la aldea estudiantil Blythe Hall. ¿Estás bien como para responderme algunas preguntas? Y así empezó todo...

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Capítulo 26 Jax irrumpió en mi cuarto justo cuando Gemma terminaba de tomar mi declaración, sacar fotografías, raspar bajo mis uñas y empaquetar mi ropa como evidencia. Había sido encantadora. Sus preguntas habían sido delicadas y discretas mientras me guiaba paso a paso a través de todo el proceso, sin nunca apurarme. —Amor —fue todo lo que dije y pude verlo tragar duro mientras escrudiñaba mi rostro. —¿Tu pareja? —me susurró Gemma al oído. Asentí. Su mirada se iluminó, y gesticuló un Wow con la boca. Reí apenas un poco pero asentí y meneé mis cejas. —Me mantendré en contacto Eve —aseguró antes de irse. Luce se puso. —Los dejaré a solas. Asintió confortablemente antes de sonreírle a Jax, y se retiró. Jax se quedó quieto mordiéndose frenéticamente el labio inferior durante un momento, y luego cruzó el cuarto con tan sólo tres largas zancadas. Sus dedos acariciaron cada uno de los moretones en mi rostro, mientras el suyo se oscurecía y su respiración se profundizaba. —Estoy bien—susurré mientras levantaba mi vista hacia él. Un bajo gruñido se retumbó en su pecho, pero se sentó en la cama junto a mí, me levantó y me puso sobre su regazo. Sus dedos se enredaron en mi cabello antes de empujar mi cabeza hacia su pecho, y nos echó hacia atrás en la cama. Nos quedamos allí por lo que pareció ser una eternidad, simplemente enrollados el uno en el otro; yo confortándome en él mientras que él tomaba consuelo de mí. —Mi amor—susurró de nuevo contra mi coronilla—. Yo… ¡Demonios! —Hey, estoy bien. Los chicos llegaron justo a tiempo —lo tranquilicé pero suspiró pesadamente. —Me llamaste. Demonios. Me llamaste. Cuando ya no pude contener las lágrimas enterré mi rostro en su pecho. Su respiración se atascó mientras yo sollozaba, pero no dijo nada; ni siquiera se movió, simplemente me dejó desahogarme mientras

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tiernamente acariciaba mi espalda y mi brazo y se lo entregué todo. Cada lágrima, cada trozo de mi miedo, cada parte de mi terror y cada pedacito del alivio que sentía de que no hubiera sido peor. —Lo siento tanto, amor —exhaló eventualmente—. Yo debería… Lo miré y sacudí la cabeza. —Hey, no. Tú tenías que encargarte de Fran. ¿Cómo está ella? — pregunté mientras me volteaba y arrodillaba junto a él para verlo apropiadamente. Dejó salir una larga y pesada respiración. —Tuvo una sobredosis. Perdió el bebé. ¡Oh Dios! —Ow Jax. Lo siento tanto amor. Me senté sobre sus piernas, mis muslos delgados en comparación con los suyos, y acuné su rostro apoyando mi frente contra la suya. Chasqueó la lengua y su cara me dejó entrever muchas de sus emociones, algo que rara vez había atestiguado pero esta vez él estaba lastimado y necesitaba que yo lo supiera. Planté un gentil beso en su nariz. —Antes de que lo digas Jax… No fue tu culpa. Ella ya estaba drogada cuando vino al pub. Sabía exactamente lo que estaba pasando por su cabeza, y era crucial que lo ayudara a superar el dolor. —Pero tú lo dijiste. En el pub. Fruncí el ceño, y tomé su mano mientras gentilmente trazaba cada uno de sus dedos, lo que fuera para simplemente tocarlo e intentar absorber todos sus horribles pensamientos. —¿Qué es lo que dije amor? —Dijiste que yo fui… cruel. —Hizo una mueca como si estuviera experimentando verdadero dolor físico, y me mordí el labio deseando poder rebobinar el tiempo y llevarnos de regreso a la noche en el Z Bar cuando ella vino. Pero, ¿quién sabe si hubiera marcado alguna diferencia? Me tragué mi culpa y tomé su rostro. —Amor. Sí, existen ciertas formas para decir las cosas, pero tú eres tú y lo que sea que digas o de la manera en que la digas… sólo estás siendo tú. Fran sabe que no quisiste ser cruel. Rayos, ella entró buscando pelea. Si una persona va a comportarse de esa manera, debe esperar alguna reacción a eso. Asintió lentamente. —Bueno, pues bien que se vengó ¿no? —siseó e incliné la cabeza con incomprensión—. Me alejó de ti cuando más me necesitabas. Su voz se rompió mientras decía las palabras y mi corazón se estrujó por él.

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—Jaz, cariño. Estoy bien. Un poco shockeada, sí, un poco dolida, pero bien. Cerró los ojos. — ¿Eres aún mía nena? —preguntó en un susurró como si la respuesta lo pusiera nervioso. —En cuerpo y alma, bebé —le susurré en respuesta mientras me inclinaba hacia él y cepillaba mis labios sobre los suyos. Un gemido escapó de su garganta antes de que sus brazos me rodearan y me atrajo hacia él. —Te amo Eve Hudson —murmuró contra mis labios —Y yo te amo a ti, Jaxon Cooper. ¡Tan jodidamente mucho!

El viernes a la tarde llegó muy rápidamente y Jax y yo nos encontramos cantando fuertemente una canción del Rey León mientras regresábamos a lo de mi mamá. Había decidido ir a su casa por una noche con Jax supervisándome. La última cosa que necesitaba era presionar a mi suerte para que mi madre se comportara por más tiempo que eso. Le había avisado que iba, así que esperaba que no tuviera ningún tipo de orgía planeada, especialmente con Jax estando conmigo… Hubiera muerto, y me sentía optimista en cuanto a que estuviera limpia. Bueno no optimista, más bien… esperanzada. —¿Nunca has pensado en encontrar a tu madre, Jax? —pregunté cuidadosamente después de terminar nuestro cuarto dueto. Suspiró y pareció considerar mi pregunta, pero no se vio ofendido por esta. —No sé, nena. Lo intenté una vez cuando Mary Ann y mi papá murieron, pero… —su voz se fue apagando al ponerse a revisar los espejos y supe que eso era una distracción. Bueno, yo era experta en distracciones. Le di un vistazo y comencé a buscar en su iPod, intentando parecer despreocupada. —Entonces, ¿qué? Simplemente no pudiste encontrarla o ella… No quería terminar la oración. Su boca hizo muchos movimientos seguidos. Se lamió los labios, los mordió y los chupó como si tuviera que luchar con sí mismo para abrirse a mí. Finalmente me dirigió una mirada estrecha y suspiró. —Ella no… quiso venir. Desesperadamente intenté que mis cejas no se curvaran. ¿Qué clase de madre no querría asistir al funeral de su propia hija?

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¡¡Maldita sea!! De pronto me sentía tan furiosa con esa mujer. Quería cazarla y hacerle daño… mucho; castigarla como si hubiera castigado a sus hijos sólo por estar ahí, sólo por respirar. Quería arrastrarla a su casa de los pelos y decirle, instruirla, en lo maravilloso y cuidadoso que era su hijo. ¿Cuánto dolor autoinflingido cargaría él a causa de sus acciones?; por su maldito egoísmo. De todas las cosas que había descubierto sobre ella… esto las superaba todas. Exhalé y asentí. Tenía que ser fuerte por él, y no flipar cada vez que confiara lo suficiente en mí como para compartir un poco de su sufrimiento conmigo. —Sólo dilo, nena —dijo quedamente y al principio no entendí lo que estaba diciendo—. Sola-mente ¡dilo! —rugió esta vez, y pude entender cada palabra y cada emoción. —No creo que sea una buena idea Jax —repliqué. Extendió su brazo y tomó mi mano, dándome un rápido vistazo. —¡Que lo digas, te dije! Cerré los ojos, internamente conteniendo cada jodida cosa que quería decir… No. Gritar. —No puedes decirlo porque yo también lo pienso… todo el jodido tiempo, nena. Asentí y tragué pero de pronto ya no podía decir nada, no podía dejar que las palabras salieran porque estaba llorando audiblemente. Llorando por este hermoso y amoroso ejemplo de hombre. Un hombre que hubiera tenido mucho potencial en la vida, de no haber sido por tener un padre de mierda. Y vaya yo que sabía de eso. Sollocé en el silencio en el coche junto a él siempre sosteniendo su mano y no queriendo soltarlo nunca.

Estacionamos en la entrada a mi vieja casa. Un pellizco de presión recorrió mi columna, comenzando a sentir la aprehensiva bienvenida. —¿Estás bien amor? —susurró Jax junto a mí y me sobresalté. Asentí, respiré hondo y me bajé del auto. Jax se encargó de sacar nuestros bolsos de la cajuela y se paró junto a mí. Sentí un escalofrío atravesarme y chirrié mis dientes en contra de este. No lo dejaría ganar esta vez, no le permitiría regresar. Había visto a mi psicólogo en un par de sesiones esta semana, y hasta ahora no me había beneficiado con nada de lo que habíamos discutido, pero supuse que tenía que darle tiempo.

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—Enfréntalo, nena —dijo rudamente mientras tomaba mi mano. Exhalé pesadamente y le sonreí. —Sí. Estoy bien. Sus labios se acercaron a los míos cuando se inclinó hacia mí. —Estoy aquí, amor. Si lo necesitas, solo di la palabra. Tragué con dificultad y tiré de él tomándolo con la boca, recitando cada una de las emociones que sentía mientras controlaba el beso y le agradecía físicamente su seguridad. La puerta de frente se abrió y ahí estaba mi madre con una enorme sonrisa en el rostro; rápidamente estudié su rostro para ver qué humor la manipulaba hoy. Se veía bien, pero entonces quién podría estar seguro con mi madre… ella era la reina de la bipolaridad. —Eve —chilló mientras bajaba por los muchos escalones frente a nuestra opulenta e inmaculada casa, la fachada de un hogar feliz. Caminé hacia ella con Jax flanqueándome, su presencia relajándome cuando mi madre me envolvió en sus brazos. Noté su frágil menudencia y la abracé levantando una ceja por esto. Mi madre siempre había sido hermosa, despampanante incluso ahora a los 37 —sí sólo era una adolecente cuando me tuvo. Las drogas habían marchitado su cuerpo, dándole un angulado rostro y una contextura delgada pero aún seguía siendo llamativa. Me solté de ella y me aventuré a la casa. Todo mi cuerpo se tensó cuando di un paso al interior y Jax debe haberlo notado, porque sentí su confortadora mano instalarse en la base de mi espalda con un pulgar acariciándome ligeramente. Volviéndome hacia mi madre me encogí al verla chequeando a Jax. Sus ojos escrudiñaban lentamente su cuerpo de arriba abajo con sus labios levantándose en una sonrisa sexual. —Bueno, hola a ti —exhaló. ¡Por Cristo Madre! Una vez groupie, groupie por siempre. Tosí ligeramente y ella se volvió hacia mí, sus ojos estrechos y fríos. Vi que Jax me levantaba una ceja, inconsciente del abierto coqueteo de mi mamá. —Mamá, este es mi novio Jax Cooper. Jax, mi madre Lisa Hudson — los presenté. —Un placer conocerte cariño —susurró con voz ronca mientras se aproximaba a él y se estiraba para besar su mejilla. Jax sonrió tensamente y asintió, pero no devolvió el saludo. ¿Acababa de darle una mirada a la entrepierna de Jax? Cristo, lo hizo. Estaba chequeando si había tenido una reacción a su beso. Gracias a Dios no la había tenido. Le di un vistazo sólo porque si, ¿de acuerdo? No porque en realidad pensara que podría tenerla, pero necesitaba la información para poder asegurártelo.

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—Eve, ¿por qué no llevas tus bolsos a tu cuarto, mientras yo y Jax charlamos un poco? —sonrió. Demonios, terminaré en prisión por asesinar a mi propia madre antes de que termine la semana. —Jax no charla mamá. —Sus cejas se levantaron en su dirección, pero Jax sólo se encogió de hombros. —¿Por qué no pones la tetera, mamá? Estamos sedientos. — Prácticamente gruñí. Ella pareció sacudirse algún pensamiento antes de sonreírme y caminamos hacia la cocina. Siempre había odiado este cuarto, los fríos electrodomésticos de acero y los accesorios me hacían sentir como si estuviera en un laboratorio de hospital y siempre esperaba encontrarme con algún muchacho joven atado al desayunador de metal en el centro del gran cuarto; su extra demasiado grande polla erecta mientras ellas experimentaba con él. Me senté en un banquito en la barra de desayuno y Jax se acomodó junto a mí. Él se encogió cuando mi mamá se volteó para hacernos café y le dirigí una mirada de disculpas. —Tú quisiste venir —gesticulé. Él devolvió mi mirada con una expresión de resignación y sonreí ante la enorme y torpe vergüenza de mi hombre. Mi mamá se subió en otro de los banquitos luego de entregarnos nuestras bebidas, y la estudié; su decolorado cabello rubio estaba arreglado profesionalmente arriba en su cabeza, su maquillaje expertamente aplicado en su rostro y sus ropas prácticamente gritaban dinero, pero había algo diferente en ella y no podía darme cuenta de qué. Su mirada aterrizó en Jax de nuevo y sus ojos se estrecharon. —Me parece reconocerte de algún lado, Cariño —ronroneó y rodé mis ojos. Jax apretó los dientes y sus propios ojos se estrecharon. —Nos hemos conocido —gruñó con ese rudo timbre suyo. Mi madre pareció complacida por su sexy y baja vos, y sonreí cuando se removió en su banquito. —¿Lo hicimos? —dijo con entusiasmo. —Sí, cuando intentaste robarle a E’s Gibson —sonrió. La sonrisa en el rostro de mi madre decayó un poco y un destello de algo atravesó su rostro, pero se las arregló para recomponerse rápido. —Sí… Me disculpo por eso. Debo admitir que no fue uno de mis mejores momentos. No pude contener mi bufido ante eso y ella se volvió hacia mí, pero antes de que pudiera decir algo me le adelanté. —¿Me vas a decir que sucedió? —le pregunté. Arrugó los labios y se encogió de hombros. —

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Sólo me pasé un poco de la raya Eve. Sacudí mi cabeza. —Mamá, tú siempre te pasas de la raya, pero nunca habías terminado en un hospital —insistí y me detuvo con la palma de su mano. —Estoy bien Eve. ¡Ya olvídalo! Entrecerré mis ojos al ver la mentira en sus ojos pero decidí dejarlo, visto que estaba a la defensiva. —Entonces, ¿por cuánto tiempo te quedarás cariño? —preguntó, su comportamiento metamorfoseando a la personalidad de una madre amorosa. —Sólo hasta mañana. Tengo trabajo, y Jax tiene una presentación. Ella asintió, pero vi la desilusión en su rostro y sentí la usual culpa asomarse. Se volvió hacia Jax. —¿Eres parte de una banda cariño? Él solo asintió. Ella asintió ausentemente y amé que no estuviera consiguiendo la atención que quería de él. Dejé mi taza vacía en la mesada. —Llevaré a Jax arriba. Probablemente necesita refrescarse después del viaje —me excusé ante ella pero la verdad es que realmente quería que Jax pasara unos minutos sin sus ojos encima de él. Jax se disparó del banquito, como si estuviera aliviado de que lo arrastrara hacia otro lado. Recogió nuestros bolsos mientras lo guiaba hacia mi cuarto y suspiré pesadamente tras cerrar la puerta detrás de nosotros —Por Cristo, nena —suspiró y yo hice una mueca. —Sí, lo siento. Debería haberte advertido cómo era. Dejé que Jax husmeara por mi cuarto de la adolescencia mientras yo visitaba el baño. Tras cerrar la puerta me incliné sobre el lavatorio, agarrándolo tensamente y respiré hondo. La urgencia me superaba y luché por controlarla. Abrí el agua fría, esperé hasta que estuviera bien helada y puse mis muñecas debajo, conté hasta llegar a treinta. Mis manos estaban azules para cuando las saqué, pero la picazón aún se sentía en mis venas y cada folículo velloso de mi cuerpo molestaba. —¡Mierda! Comencé de nuevo con agua fría y el conteo, pero esta vez di un golpecito con mi pie con cada número que contaba. Había llegado a 24 cuando entró y me sentí avergonzada de que me atrapara. —Nena, ¿te pasa algo? Asentí y seguí la cuenta hasta llegar a cuarenta. Jax había comenzado a llenar la bañera y la llenaba con una buena cantidad de crema de baño. Tomó mis manos y las llevó a ambas hacia su boca, plantando un beso en cada palma.

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—Necesitas distracción, amor —susurró con una sonrisa. Le sonreí en respuesta, y le devolví sus afectuosos besos con uno propio, —¿Sigues siendo mío bebé? —le pregunté necesitando escuchar que me lo reasegurara. —En cuerpo y en mi jodida alma, nena. Sus manos agarraron el borde de mi camiseta, y la levantó sobre mi cabeza. Sus ojos se posaron sobre mi pecho y llevó sus labios hacia mi piercing antes de pasar su lengua sobre el borde de mi corpiño. —Eres tan malditamente sexy, amor. —Su respiración se aceleró cuando sus dedos alcanzaron mi espalda para sostenerme. Mientras me tiraba hacia abajo, su boca ya había tomado ventaja de mi piel desnuda chupándome un pezón, haciéndome gemir cuando sus dientes gentilmente lo mordieron. —Eso se siente bien —susurré mientras enredaba mis dedos en su cabello, y empujaba su cabeza más hacia mí. Él continuó hacia mi otro pecho, mientras me quitaba mis pantalones y comenzaba a moverse empujado mis jeans y bragas sobre mis caderas. De pronto se hizo hacia atrás y revisó la bañera, cerrando el grifo y revolviendo el agua. —Adentro —señaló con su barbilla y tras quitarme el resto de mi ropa me sumergí. Observé hambrientamente a Jax, mientras se quitaba la ropa, revelando una nueva deliciosa parte con cada prenda que removía. —Eres hermoso —le dije y fui recompensada con una encantadora sonrisa. Se metió detrás de mí, y me tiró hacia su pecho mientras comenzaba su labor con la esponja, enjabonándola en un extremo antes de proceder a lavarme. Su religiosa dedicación a cada centímetro de mi piel me relajó y pronto me encontré a mí misma suspirando e inclinándome más hacia él. Su boca se colocó sobra mi cabeza. —¿Es siempre así, nena? Sabía que estaba hablando de mi madre, y me tensé de nuevo. Si Jax sintió el cambio, su postura no lo delató. Asentí. —Sip. Ella siempre ha tenido… un alto… Tú sabes… Se quedó callado por un momento. —¿Apetito sexual? —terminó por mí. Lo afirmé nuevamente, y lo sentí asentir ligeramente. Soltó la esponja y siguió con el baño con sus propias manos, ambas enormes palmas ocupándose de mis pechos, mientras sus pies jugueteaban alrededor de mis tobillos y me abrían ampliamente las piernas. —Que ricas tetas, amor. Jax, siempre tan romántico. Me sonreí a mí misma.

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—Que rica polla, bebé —repliqué al sentir su pene levantar su atención hacia mí. Rió conmigo pero yo me estremecí al sentir sus dedos moverse sobre mi caja torácica, pasando por mi estómago y bajando hasta alcanzar el piercing en mi pelvis. Trazó el borde de este y yo levanté mis caderas, rogándole que llevara sus dedos más abajo. —Te necesito Jax —jadeé y entonces gemí cuando uno de sus dedos comenzó a acariciar hacia abajo y empezó rodear mi pulsante clítoris. —¿Cuánto nena? Gemí de Nuevo e intenté levantar mi trasero para colocarlo a él en la posición donde lo necesitaba. —Dios, demasiado Jax. Su boca encontró mi cuello y comenzó a succionar mi suave carne mientras sus dedos se hundían en mi interior. —Sí, gracias… Aah, eso es tan… Oh, Dios Jax. ¡Aaah! ¿Cómo es que este hombre podía transformarme siempre en un titubeante desastre cada vez que me ponía un dedo encima? Yo jadeaba, gemía y prácticamente le rogaba que me hiciera venir. Estiré mi brazo hacia atrás y tomé su ponderosa erección con mi palma. Gruñó profundamente en mi oído y nos encendimos el uno al otro llevándonos hacia el olvido que ambos habíamos cavado. —Hazme correr Jax, por favor… Necesito… —le rogué mientras mi mano se movía más rápido y duro. Él sabía qué hacer. Sus dedos se curvaron contra la pared de mi vagina acariciando mi punto G, mientras que con su pulgar golpeteaba a ritmo constante mi clítoris. Me deshice en pedazos sobre él. Gruñó, mordió mi cuello y bombeó su propio orgasmo justo en mi espalda. —Cristo… Sí… —se atragantó mientras yo arqueaba mi espalda y levantaba mis caderas del fondo de la bañera para forzar mi clímax. Acosté mi cabeza en su hombro y él besó mi nariz cuando volví mi rostro hacia él. —Te amo Eve Hudson. —Sonreí ampliamente nunca cansándome de oír esas palabras salir de sus labios—. ¿Me oíste nena? Suspiré feliz. —Te oí bebé. Extendí ambas manos hacia atrás y las uní tras su cuello. —Te amo Jax Cooper.

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Capítulo 27 Bajamos por la escalera una hora después, y mi madre estaba preparando la cena en la cocina. Nos sonrió como si supiera exactamente lo que habíamos estado haciendo, pero preferí ignorarla. Demonios, ella lo hacía más que yo. —¿Necesitas que te ayude? —le pregunté, pero negó con la cabeza. —No hace falta. Siéntense, ya casi está listo —respondió, mientras me montaba sobre un banquito junto a Jax. Escuché un teléfono sonar en alguna parte y miré con interrogación a Jax, pero sacudió la cabeza. Luego, divisé un móvil al borde de la encimera y lo alcancé, revisando el nombre en la pantalla. —Mamá, Frankie. —Extendí el teléfono hacia mi madre cuando se volteó ante mi llamado. Palideció y lo rechazó tragando con dificultad. —Sólo déjalo. Se dio vuelta hacia los platos, pero podía sentir su tensión físicamente en el cuarto. —¿Estás bien? —le pregunté. No se volteó, pero asintió. —Por supuesto cariño. —La sonrisa en su rostro se notaba forzada y excesiva cuando colocó la comida en la encimera—. Disfrútenlo —dijo y salió de la habitación. Me giré rápidamente. —¿No vas a comer con nosotros? Negó con su cabeza. —No, no. Tengo que… salir. Tengo que salir. —¿Mamá? —le urgí, pero sonrió falsamente de nuevo y se fue. Algo estaba realmente mal y me preocupaba que estuviera volviendo a las andanzas, y se involucrara con las personas equivocadas de nuevo. —¿Nena? —Miré a Jax frunciéndome el ceño—. ¿Estás bien nena? —repitió. Le sonreí y asentí. —Sí amor, estoy bien. Pero en realidad no lo estaba y la sensación se intensificó al oír la puerta delantera aporrearse.

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Jax y yo yacíamos en la cama luego de hacer el amor… fue realmente increíble, puedo agregar. Luego hizo una pregunta que cambiaría mi vida para siempre, o más bien, los eventos que le siguieron a esa pregunta, alterarían el curso de mi vida. ¡Simplemente no lo sabía aún! —¿Nena? —Mmmm —le murmuré en respuesta pero pude sentir su vacilación. —¿Es este el cuarto donde tu papá murió? Me tensé de inmediato pero no se disculpó o intentó cambiar la pregunta; simplemente se quedó pacientemente esperando a que se la respondiera. —No —dije—. Nos mudamos aquí luego de su muerte. Mamá no podía esperar a gastar el dinero del seguro —agregué amargamente. Nos quedamos en silencio un rato. Los dedos de Jax acariciaban rítmicamente mi espalda de arriba a abajo mientras descansaba su boca en mi cabello. —¿Alguna vez los encontraron? Sacudí mi cabeza, pero me debatía en abrirme y decírselo todo, mi gran secreto, decirle el último deseo de mi padre y el terror puro que me había perseguido por los últimos cinco años a causa de lo que me dijo. —¿Jax? —dije muy bajito. —¿Nena? —¿Tú… estás conmigo? Hizo una pausa y al principio, creí que no había comprendido el contexto de mis palabras, pero respondió lenta y confiadamente. —Nena, si estuviera más contigo de lo que ya estoy creo que me trasformaría en tu alma. —Necesito algo. Salí de la cama y me metí en el baño antes de recuperar la pequeña navaja que tenía en mi gabinete, y la apoyé contra el frente de la bañera. Tanteé a lo largo de las tablas de madera hasta sentir la ligera elevación que corría por el borde de una de ellas y clavé el cuchillo ahí, haciendo que el pequeño trozo de madera se levantara. Buscando en el pequeño espacio, extendí mis dedos en el agujero y saqué una pequeña pieza. Lo di vueltas con mis dedos un par de veces antes de volver a pararme y dirigirme al cuarto. Jax estaba inclinado contra el marco de la puerta, observándome silenciosamente. —Mierda, Jax. —Me asusté. Sus ojos estaban entrecerrados e inclinó ligeramente la cabeza. —Explícame. Asentí.

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—Eso es lo que estoy haciendo, Jax —susurré. Frunció el ceño. —Amor, ¿por qué susurras? Respiré hondo y tomé su mano, guiándolo de regreso a la cama, recogiendo mi laptop del escritorio en el camino. —Siéntate —le dije. Me estudió, pero se empujó al centro de la cama y me acomodé junto a él de rodillas, mirándolo seriamente. —Lo que te voy a mostrar y contar, no puede saberlo nadie más, Jax. Entrecerró los ojos, pero asintió —Necesito que lo digas, bebé. —Necesitaba la confianza de las palabras dichas antes de ir más lejos. —Te escucho —dijo, mientras tomaba mi mano y la apretaba. Podía sentir mis nervios, y acarició mis nudillos con su pulgar firmemente. —Cuando tenía doce, me llamaban terriblemente las cosas de criminales y espías y toda la mierda CSI. —Jax sonrió suavemente, y le di un puñetazo juguetón—. Hey, tenía doce —me defendí—. Bueno, para navidad ese año mi papá me compró todo tipo de clase de cosas de espionaje. Tú sabes, lapiceras de tinta invisible, sensores y cosas, pero uno de los presentes era una video cámara que podía hacerse pasar por un libro. Me bajé de la cama, caminé hacia mi cómoda y tomé la pieza de nuevo para Jax. Retomé mi posición junto a él, pero mantuve el libro en mi regazo, sonriéndole a la cosa y odiándola en lo más profundo de mi ser. Jax notó el dolor en mi rostro, y descansó su mano en mi muslo. Le sonreí y continué. —Cuando cumplí trece, me volví una adicta a las películas igual que cualquier adolescente normal, y durante muchas noches me quedaba encajada en mi cuarto para ver DVD tras DVD y me suplí de una buena cantidad de reserva de dulces y chocolate para pasar lo que fuera que estuviera viendo. Las cejas de Jax se levantaron y me sonrió maliciosamente. —Mi mamá me hubiera matado si se enteraba de toda esa basura, así que la oculté. —Dejé salir un nervioso suspiro y Jax pacientemente esperó a que continuara, su pulgar ahora dibujando gentiles patrones en mi muslo desnudo—. Luego de un par de noches, noté que mi reserva disminuía demasiado rápido y supe que Cam o Aaron me lo estaban robando así que… Me detuve y Jax chasqueó la lengua. —Instalaste la cámara y grabaste tu cuarto —terminó por mí. Asentí lentamente y me lamí los dientes. Jax cerró los ojos dolorosamente y

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siseó—: Los grabaste, ¿cierto? —dijo lentamente, más como una declaración que una pregunta. Asentí de nuevo. —Ss… sí —prácticamente tartamudeé. Alcancé mi laptop, puse mi USB y reproduje el video, mi corazón latía demasiado rápido cuando comenzó. Un gemido se escapó de mí mientras mi sombrío cuarto aparecía en la noche de la muerte de mi padre. Jax agarró mi mano, y se acercó más a mí hasta que su muslo estuvo descansando contra el mío mientras observaba a una versión de trece años de mí durmiendo. Las voces se escuchaban a través de los pequeños parlantes de mi laptop mientras se abría la puerta y mi padre entraba con el hombre. Mi yo adolecente retrocedía en la cama mientras el hombre se sentaba junto a mí y acariciaba mi espalda. Jax se tensó junto a mí, mientras miraba pero yo no podía quitar la mirada de la borrosa imagen de mi maravilloso padre, el hombre que me había amado incondicionalmente a pesar de mis muchas fallas como hija. El cortometraje continuaba para mostrar al hombre explorar mi poco desarrollado pecho mientras discutía de algo con mi padre y entonces mi papá dejó el cuarto. Jax gruñó cuando el video mostró a mi yo joven, salir de la cama y arrinconarme contra la pared mientras el hombre me gritaba. Prácticamente rugió cuando el hombre me agarró de los pelos y me tiró de regreso a la cama, cuando quise correr. —Mierda —ladró Jax, y me miró con una mueca, como si la imagen de lo que sucedía en la laptop le quemara los ojos. —Sigue mirando —rechiné. Cerró sus ojos un momento y luego regresó su agonizante mirada a la pantalla. Ahora mostraba como el hombre intentaba levantar mi pequeño camisón sobre mi pecho. Jax comenzó a temblar. —No puedo mirar esto, amor… mierda… es… Apoyé mi palma en su pecho y asentí alentándolo. —Está bien, termina en un momento. Justo después del punto en que grito. Y lo hizo. Dejó de mostrar como era abusada y ahora mostraba a mi papá irrumpiendo en el cuarto, con otro hombre pisándole los talones como si quisiera impedir que entrara. Yo luchaba ahora por respirar mientras observaba con horror, como mi padre arrancaba al hombre de encima de mí, lo cual desató una pelea.

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Observé en un torturado silencio mientras mi padre luchaba contra dos enormes hombres. Hice un extraño sonido de ahogo cuando mi padre de pronto cayó al suelo y los dos hombres se pararon sobre él, uno con un cuchillo en su mano y el otro apuntando un arma a mi cabeza. —Oh Cristo… —Jax se ahogó con sus propios gemidos. Me estaba poniendo un poco histérica. Habían pasado casi cinco años desde que lo había visto por última vez, y me traía tantos… tantos… El video expuso entonces como uno de los hombres me agarraba de los pelos y me siseaba que si alguna vez le decía a alguien me cazarían y me torturarían lentamente. Jax estaba ahora luchando con su compostura junto a mí, y me subí a su regazo para consolarnos a los dos. Los hombres salieron de mi cuarto y ahora me encontraba de rodillas junto a papá, mi oído sobre su rostro mientras tosía sus últimas palabras. —¿Qué te dijo? —me preguntó Jax, con un susurro. Tragué el nudo en mi garganta y toqué el rostro de mi padre en la pantalla congelada. —Me dijo que me amaba mucho y entonces dijo… dijo… “ten cuidado Eve. Úsalo como un seguro, porque te van a lastimar, princesa. Te lastimarán realmente mucho si se enteran de que lo tienes”. Las lágrimas corrían por mi rostro mientras escuchaba las últimas palabras de mi padre, fuerte y claro en mi cabeza, mientras lo miraba morir en la puñetera pantalla de la computadora, ¡una y otra vez! Jax dejó la computadora en el piso, mientras me apretaba fuertemente. —Debe haber sabido que estaba grabando, porque la cámara solía mostrar una luz roja mientras lo hacía, así que presumo que la notó —le expliqué entre desconsoladas arcadas. —Sshh mi vida —susurró en mi oído mientras dejaba que todas mis emociones fluyeran por mi gran secreto siendo revelado; no sólo por primera vez, sino a un hombre en el que confiaba impecablemente. El secreto que me había torturado por años, el secreto que, si alguna vez se revelaba, sin duda me costaría la vida. Jax me sostuvo y me susurró cosas amorosas y nos quedamos así, sosteniéndonos y amándonos hasta que ambos nos quedamos dormidos, emocional y físicamente exhaustos.

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Capítulo 28 Mi atontado cerebro registró un sonido pero no podía distinguir si era parte de mi sueño o algo fuera de este. Abriendo mis ojos, pronto encontré la razón. No me pude mover, mi cuerpo y mi cerebro se congelaron al ver a mi madre sentada en el piso junto a la cama, con la laptop sobre sus rodillas mientras miraba mi grabación. Solté un sonido incoherente con la nariz mientras mi cerebro finalmente reaccionaba y salía de la cama total y completamente desnuda y arrancaba la pantalla de su horrorizado rostro. Mirando la pantalla me espanté al descubrir que ya había visto toda la filmación. Sus ojos se encontraron con los míos y se ampliaron en shock. —E… E… Eve… —¡Mierda, mamá! —grité—. ¿Qué diablos haces aquí? Jax se despertó detrás de mí y gruñó al comprender lo que estaba sucediendo. —Demonios —siseó. Me giré hacia él. —No deberías haberlo dejado ahí. No deberías haber dejado que nos durmiéramos con eso… ahí. —Apunté duramente hacia el piso mientras le gritaba. Hizo una mueca y asintió. —Nena… Sacudí la cabeza exageradamente y me volví hacia mi madre. —¿Y bueno? ¿Qué mierda estás haciendo aquí? —le ladré. Ella parecía estar en shock mientras se mantenía inmóvil y en silencio. Me acerqué y coloque mis manos en sus hombros sacudiéndola como a una muñeca. —¡Joder! —grité mientras me ponía mis jean y mi camiseta, dejando de lado cualquier ropa interior. Entonces algo se me ocurrió y estreché los ojos hacia ella—. ¿Estabas espiándonos para obtener un vistazo de Jax? —pregunté fríamente. Algo brilló en sus ojos y supe que la había atrapado. —¡Demonios mamá! —espeté en disgusto y finalmente se paró en sus desestabilizados pies y me derribó de un golpe

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—Nunca se te ocurra volverme a hablar de esa manera de nuevo, tú perra desagradecida. —Su saliva volando para todos lados, y me di cuenta de que estaba drogada mientras me escurría de regreso hacia la cama, sabiendo exactamente lo violenta que se podía volver cuando estaba ida. Jax salió de la cama con tan sólo un largo movimiento y agarró a mi mamá por la camiseta y la arrastró fuera del cuarto, dejándome en el piso pasmada por la acción de ambos. ¿Qué demonios iba a hacer? Sabía que iba a usar esto a su favor de alguna manera, así que antes de que regresara escondí el USB de regreso donde había estado silenciosamente durante cinco años. Jax regresó y fue entonces cuando me di cuenta de que estaba en toda su Gloria. —Cristo Jax. Eso es exactamente por lo que vino, y se lo serviste en un maldito plato —le grité mientras abría nuestros bolsos y metía todo lo que habíamos traído dentro. Sus cejas se levantaron y suspiró. —Asumiré que nos volvemos antes de tiempo. —Qué chico listo —le ladré, absolutamente furiosa con él aunque sabía que no era culpable de nada. De pronto me encontraba metida debajo de él en la cama. —Cálmate de una maldita vez, nena—dijo calmadamente, pero sacudí mi cabeza y lo golpeé en el brazo mientras el familiar hormigueo comenzó a vibrar en mis venas. —¿Te das cuenta de lo que va a hacer con esto? Retrocedió y frunció el ceño. —¿Qué? ¿Qué es lo que puede hacer? Me reí con incredulidad y lo miré. —Conseguir contactos, Jax. Jodidos traficantes de drogas, y ahora tiene información para ellos. ¡Información que puede matarme! ¿Qué otra maldita cosa podría hacer con esto? La comprensión cruzó por su rostro y se arrodilló, liberándome de su agarre. —Carajo —siseó pasando sus dedos a través de su cabello con frustración. Asentí lentamente—. ¿Lo guardaste nena? Asentí de nuevo y suspiré al ver la culpa llenar su rostro. —Lo siento Jax. No es tu culpa, y no debería… haberte gritado. Se encogió de hombros y asintió. —Te entiendo, mi vida. Se puso su ropa y se volvió hacia mí con una expresión seria. —¿Te solía golpear mucho? Aguanté un aliento.

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—Cuando estaba drogada, sí. O cuando estaba sacada o ebria, o cuando no abría mis piernas para sus proveedores, o cuando no estaba de humor… Chasqueó la lengua y juró bajo su aliento mientras acariciaba mi moretón nuevo en la mejilla. —¿Nunca deseaste irte con ellos, Jax? —pregunté suavemente. Frunció el ceño, comprendiendo a lo que me refería. —A veces nena. —Cubrió mi mejilla con su palma, las emociones en su rostro partiéndome el corazón—. La extraño más y más cada día pero… se fue, amor. Igual que tu papá, y no hay nada que podamos hacer para regresarlos. Suspiré mientras una lágrima se me escapaba y tiró mi cabeza hacia atrás. —Pero seguirlos no significa que te unirías a ellos. —Lo miré mientras sus palabras penetraban mi cerebro y asentí—. ¿Me entiendes, amor? — preguntó suavemente, su boca descansando contra mi frente. —Te entiendo, Jax. —¿Sigues siendo mía? —En cuerpo y alma—susurré mientras sus labios encontraban los míos. Sus besos eran todo lo que necesitaba por ahora, suaves, tiernos y tan llenos de amor que me emocionaban hasta las lágrimas. —Te amo, Eve Hudson —exhaló contra mi boca y su mano se colocó en la base de mi cuello—. Malditamente mucho. Te llevo dentro mío E, me perteneces, me posees y tienes poder sobre mi… sobre cada maldita fibra de mi ser, en cada latido de mi corazón y en cada aliento que tomo. Son tuyos porque yo soy tuyo. Agarré su cabello y tire de él hacia mí. Los sentimientos en su beso y en sus palabras habían hablado, ahogando todas las vibraciones en mi sangre, toda la corriente que se había estado construyendo en mi cerebro y en toda la comezón de liberar el dolor. —Y yo siempre seré tuya, nene. Donde sea que esté, o lo que sea que esté haciendo. Soy tuya. Toda yo, cada centímetro de mi cuerpo, cada pedazo de mi alma y de mi corazón, porque también te amo Jax Cooper.

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Capítulo 29 TRES MESES DESPUÉS

—¡Oh Dios mío! No puedo hacer esto Bri —le dije entrecortadamente a Brian, el nuevo técnico de Room 103. Lo habían contratado a tiempo parcial para afinar todos los instrumentos ahora que había cada vez más reservas de dinero para los conciertos. Room 103 se había vuelto muy popular en los últimos tiempos, incluso la televisión y la radio local los habían arrastrado a entrevistas y presentaciones y los chicos estaban arrasando a lo grande. Por suerte sólo seguía cantando “Shocking Heaven” con ellos y estaba muy agradecida por eso cuando me paraba a un lado del escenario esperando para unírmeles en la canción de Jax y mía mientras ellos cantaban sus primeras cuatro canciones en el festival. El lugar estaba abarrotado, los niveles de ruido eran astronómicos y el ambiente también. Sonreí mientras veía a Jax arrasar allí arriba. Estaba en su elemento, con mucha facilidad había sacudido e interactuado con la multitud. Había por lo menos 70,000 personas y Room 103 los había embelesado a todos y cada uno de ellos. Estaba muy orgullosa. —Vas a estremecerlos dulcemente hasta los jodidos calcetines — suspiró Bri mientras se hacía a un lado para que el hombre del sonido comprobara mi micrófono y mi auricular. Asentí cuando sintonizó con la acción en el escenario. Aaron me apretó el brazo, le di una sonrisa temblorosa y se echó a reír levantando el pulgar mientras Jax me apuraba desde el grupo, listo para mí. El tipo de escenografía me hizo un gesto para que subiera las escaleras así que me acerqué hasta estar pegada al escenario, me guiñó un ojo sonriendo cuando se me escapó un gemido. —Será como si todo desapareciera cuando llegues allí. No te preocupes amor. Asentí y me revisé a mí misma otra vez.


Había elegido unos ajustados jeans negros a la cadera y un Basque11 fresco de cuero blanco. Todo el mundo había abierto las mandíbulas hasta el piso cuando había salido de los vestidores desde una de las cabinas portátiles. Me había dejado el pelo suelto, pero Luce lo había recogido hacia arriba antes de aplicar el maquillaje, ya que mis manos temblaban tanto que yo no podía aplicarlo sin parecer un payaso. El equipo del escenario estaba frenético colocando nuestros accesorios para la escena mientras Jax comenzaba la introducción de la siguiente canción. Una mujer con una mirada severa me hizo pasar y yo me senté en una pequeña mesa de hierro forjado que era parte de nuestro set. Iba a estar sentada, sola, en una pequeña mesa de una cafetería de cartón bebiendo un café, mientras Jax se sentaría sobre una moto en el otro lado del escenario rodeado de chicas. Había costado una fortuna contratar a los bailarines y coreógrafos, pero cada centavo había valido la pena cuando contratamos al profesional para filmar el video musical que, en el último recuento, había tenido 817, 592 visitas en YouTube. Levanté la mano e hice un signo de aprobación al tipo de sonido cuando me preguntó si estaba lista a través del pequeño auricular pegado a mi oído. Comenzó la cuenta regresiva con los dedos y mientras él levantaba cada uno de ellos mi pulso se aceleró. Y a continuación, la sección media del escenario comenzó a subir y lo mismo hizo mi estómago. —¡Denle todo a la jodidamente increíble Eve Hudson...mi jodidamente hermosa mujer y vamos a estremecer a estos jodidos ángeles! Puse los ojos en blanco ante la introducción de Jax, pero la multitud rugió cuando aparecí desde abajo, Jax cruzó la habitación para sentarse a horcajadas en la moto y el escenario se llenó de hermosas mujeres en trajes diminutos que rodearon a Jax y a la moto. Apostaba a que estaban congeladas... ¡era maldito Febrero! Miré a Jax mientras Romeo comenzaba la canción con una lenta cadencia y me hizo un guiño rápido. Agarré mi falsa taza de café y fingí beber mientras Jax cantaba su primera estrofa. Yo miraba hacia otro lado y él me miraba a mí. Cuando Boss cambió el ritmo en su batería a uno de rock para introducir a Jax al primer estribillo, pude sentir que me tranquilizaba mientras se acercaba mi parte.

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Basque: Marca de ropa para mujer.

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Jax desvió su atención a las chicas al mismo tiempo que yo lo miré y canté mi verso. Me sentí fluir y abrirme, mi sangre corrió rauda a través de las venas cuando la multitud rugió su aprobación y, noté que nuestros fieles seguidores habían comenzado una moda cuando la multitud comenzó el canto regular de 'E, E, E, E...’ Jax y yo nos miramos el uno al otro a través del escenario mientras ambos nos adentrábamos en el estribillo juntos, su sonrisa era increíble mientras cantaba y yo no podía dejar de sonreír. Desvié mi mirada de nuevo cuando Jax cantó otro verso en solitario y después de otro estribillo, Romeo entró con su solo. Yo me puse de pie y di un paso hacia Jax. Él imitó mi movimiento después de bajar de la moto y poco a poco nos acercamos el uno al otro, nos encontramos justo a tiempo a la mitad de la sección 8. La multitud se balanceaba mientras cantábamos. Cuando Jax cantó el final, la multitud rugió, silbó y aplaudió. Entonces Jax me abrazó y me besó como si se le fuera la vida en ello. Estaba preparado y bombeando. —Voy a follarte duro nena. Va a ser jodidamente épico. Siempre tenía habilidad con las palabras. Me reí en voz alta mientras la multitud seguía aplaudiendo y Boss, Romeo y Bulk se adelantaban para recibir el aplauso, todos juntos, ahora que su parte había terminado. Todos caminamos fuera del escenario hasta donde Cam, Luce, Aaron y Brian ya abrían el corcho de una botella de Champán y brindamos por el éxito de Room 103. Un hombre alto se acercó a Jax y le tendió la mano. —¿Jaxon Cooper? Jax asintió al tipo y él sonrió. —Hola. Harry Galloway, RMG. Cada ojo en nuestro grupo se amplió mientras mirábamos hacia el hombre de la firma de grabación británica más famosa. —Oh... hola... —tartamudeó Jax. Harry sonrió ante la expresión atónita de Jax. —Me preguntaba si podríamos ir a algún lugar para discutir un contrato con nosotros. La mandíbula de Jax cayó y me pareció que Boss gemía mientras se quedaba inmóvil. Harry se giró hacia mí. —Esto la implica también a usted Señorita Hudson. Queremos promover su dúo “Shocking Heaven”. Tosí y mis piernas temblaron. —¿Me quieren a mí? —me atraganté. Se rió y asintió felizmente.

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—Sí señorita Hudson. También la queremos a usted. Mis ojos se abrieron y lo único que pude pensar era si conseguiría mi blanqueamiento de dientes. ¿Tal vez? es decir, que se verían mejor a pesar de que estaban bastante decentes. Un poco de blanqueador no les haría daño. Seis semanas más tarde, nuestra canción se disparó al número uno en las listas británicas y se mantuvo allí durante nueve semanas.

Durante los próximos seis meses, Room 103 tuvo tres hits en primer lugar, hizo un álbum que se disparó directamente al puesto número dos y ahora estábamos de gira por las Islas Británicas, actuando en las principales ciudades de norte a sur... y en un mejorado bus de tour. Habíamos hecho videos, entrevistas en los programas más importantes y muchas sesiones de fotos, e incluso nos habían pedido que actuáramos en un concierto de beneficencia. Yo había dejado la universidad y me había convertido, o en la cantante de apoyo para Jax o en la voz solista en pequeñas partes de algunas canciones. Tenía un pequeño solo en la nueva canción “Bring it home” pero sobre todo, lo que me había sorprendido a lo largo de los meses anteriores era la atención que había recibido de nuestros fans. Parecían adorarme. Por alguna extraña razón. Recibía regalo tras regalo y su aprecio cuando cantaba en los conciertos e incluso había sido contactada por una empresa de cosméticos importante, preguntando si me gustaría ser la cara de uno de sus productos. Todo era abrumador y un poco surrealista, pero estábamos haciéndolo muy bien y nos enfrentábamos a todo como profesionales. Lo único que no me gustaba era la falta de privacidad y las malditas groupies que se colgaban de Jax como sanguijuelas a cada maldito momento, aunque sabían que éramos pareja. Mi relación con Jax había ido fortaleciéndose y fortaleciéndonos y el amor había llegado a un nivel que ninguno de los dos quería romper. Nos consumía igual que nos alimentaba, yo lo amaba con toda el alma y él me amaba con todo su corazón. Boss había estado insinuando que Jax iba a pedirme la gran cosa y yo lo había golpeado por dejar que se le escapara, pero en secreto estaba muy emocionada y cada vez que me sacaba y teníamos un momento romántico estaba en ascuas esperando que me preguntara.

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Estábamos en Londres justo después de realizar el último concierto de la gira de verano cuando recibimos una llamada telefónica que lo cambiaría todo. Jax y yo acabábamos de subir a la cama, agotados por meses de concierto tras concierto pero desesperados por un rapidito, cuando oí un grito desde el área del living del autobús de tour. Boss y Bulk estaban gritando como niños salvajes algo sobre números E12 y Fizzy pop13. Jax gimió mientras se levantaba de entre mis pechos. Rápidamente atraje su cabeza de nuevo. —No les hagas caso, Bulk debe haber averiguado el marcador de FIFA14. Jax se rió entre dientes mientras metía un pezón de nuevo en su boca y yo gemí de agradecimiento. Su lengua lo rodeó mientras sus dientes mordisqueaban y pronto me tuvo retorciendo la mano bajo sus bóxers y tirándolos hacia abajo por sus piernas. Los dos estábamos siempre calientes después de un concierto y ahora sabía por qué los otros miembros de la banda conectaban con tantas groupies. La adrenalina de un espectáculo siempre se convertía rápidamente en excitación una vez que bajábamos de lo alto, y Jax era como un animal... nunca estaba muy segura de dónde sacaba toda su energía sexual. No es que me quejara... ¡por supuesto! Rodando sobre él me senté a horcajadas y me lo deslicé adentro inmediatamente, provocando que los dos gimiéramos de satisfacción. Lo monté duro mientras él me agarraba las caderas y se balanceaba hacia arriba clavándose brutalmente. —Joder, sí —gruñó mientras me giraba para que mi espalda estuviera hacia él y continué bombeando salvajemente. Se sentó detrás de mí y puso las manos alrededor de mis pechos jugando con mis pezones mientras mi orgasmo se construía rápidamente. —Joder Jax —gemí cuando de repente me encontré a cuatro patas y Jax ahora empujaba en mí profunda y duramente. 12

Números E: son los códigos de los productos químicos que pueden ser utilizados como aditivos alimenticios para su uso en la Unión Europea y Suiza (el "E" significa "Europa") 13 Fizzy pop: Bebida gaseosa azucarada. 14 FIFA: Fédération Internationale de Football Association / Federación Internacional de Fútbol) Es el organismo rector del fútbol internacional.

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—Estás. Tan. Apretada —rugió entre cada embestida mientras me tomaba del pelo y me tironeaba a la posición vertical—. Móntame nena —ordenó y yo no discutí. Nos pusimos salvajes y cuando mi clímax explotó, la puerta del dormitorio repentinamente se abrió. Típico. —¡Arghhhh! —grité. Las manos de Jax escondieron mis pechos de Boss mientras yo me retorcía para taparme con la sábana. —¿Qué carajos, Boss? —Jax lo fulminó con la mirada pero estaba en las nubes y no lo notó. O no le importó. Solo sonreía ampliamente. —Estados Unidos nos quiere —soltó directamente. Mi cabeza se inclinó como si no lo hubiera oído bien. —¿Qué? Él no podía quitar la sonrisa de la cara. —Red Music acaba de contactar con Gary. ¡Nos quieren! ¡Quieren a Room 103 para enloquecer al maldito Estados Unidos! Me quedé sin aliento y sólo pude seguir mirándolo. —¿Estás jodiéndonos Boss? —le pregunté. —No —sacudió la cabeza lentamente—. En grande. La hicimos en grande bebé. —Oh. Dios. Mío —respiré y caí de nuevo sobre Jax que acababa de colocar un suave beso en mi cuello. —¿Quieres esto bebé? —preguntó y yo le fruncí el ceño. —¿Tú no bebé? Sonrió y asintió pero parecía un poco tenso. —¿Estás seguro Jax? Porque si no quieres no tenemos que hacerlo bebé. —Sólo quiero que seas feliz nena —fue todo lo que dijo. Tomé su cara entre mis manos cuando me volví hacia él, sonrió ampliamente y me pregunté si lo que había leído estaba equivocado. —Soy feliz Jax —le aseguré. —Entonces lo haremos, nena. —Sonrió mientras asentía. Boss chilló y dejó la habitación en busca de los otros y Jax nos acurrucó de vuelta bajo la sábana. Apoyé la mejilla en su pecho duro y dejé escapar un suspiro. —¿Aún eres mía nena? —Completamente. En cuerpo nene —susurré. Jax siempre necesitaba oír esto cada vez que se sentía inseguro o infeliz así que sabía que había algo dando vueltas en su mente, pero después de numerosos empujones esa noche y como nunca reveló lo que le estaba molestando lo atribuí a los nervios. Mudarse a Estados Unidos era un cambio de vida enorme aunque fuera temporal y sabía que iba a extrañar a mi familia y a Luce, pero

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también era algo que la banda necesitaba para empezar a encontrarse a sí mismos. Era una gran oportunidad y Jax se daba cuenta de eso, aunque yo todavía tenía la sospecha de que él no la quería tanto como los demás. Pero Jax era Jax y apretaba los dientes con tal de ver felices a los demás. El contrato fue firmado unos días después y en un plazo de cuatro semanas seríamos oficialmente estrellas de rock estadounidenses. Se habían hecho todos los arreglos. Dónde íbamos a vivir, nuestro programa, el comienzo de la gira en la que había sido planeado cada minuto de cada día. El estudio ya había sido reservado. Nos habían programado una serie de entrevistas y numerosas presentaciones en canales musicales. Todo nuestro equipo personal había sido contratado, desde el guardaespaldas hasta los asistentes personales y todo era extremadamente excitante.

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Capítulo 30 La semana antes de que nos tuviéramos que ir recibí una llamada telefónica desde el hospital para decirme que mi madre estaba ahí. Aaron y yo estábamos en la sala de espera del médico para discutir su situación. —¿Ya estás lista E? —preguntó Aaron para distraernos de la espera. —Sí —asentí sonriendo—.Tengo sólo una o dos cosas de las que ocuparme. Me gustaría que vinieras con nosotros Aaron. Me apretó la mano. —No, E. Tengo que terminar mi licenciatura y no dejaré a Luce. Asentí. Lo comprendía. —Sí, lo sé, es sólo que voy a extrañarte hermano. Eché un vistazo alrededor de la sombría habitación, el sofá roto y el papel despegado me daban un mal presentimiento y no pude evitar sumirme en esa sensación inquietante. —Entonces, veo que Cam llegó —dije retorcida. Aaron se burló. —Sí, bien E. ¿Tú lo esperabas? —respondió y en eso el médico entró en la habitación y ambos nos paramos de un salto. —¿Son ustedes dos la familia de Lisa Hudson? —preguntó mientras se sentaba en el sofá y nos hacía señas para que hiciéramos lo mismo. El estómago se me cayó hasta el culo. Sólo había una razón por la que un médico te pediría que te sentaras y era para que no te cayeras como la mierda cuando la noticia te golpeara. Él respiró hondo y yo agarré la mano de Aaron. —Me temo que su madre ha tenido una hemorragia gastrointestinal causada por el cáncer. Fruncí el ceño y luego reí. —Lo siento mucho, ¿doctor...? —Waters —dijo. —Doctor Waters, pero creo que tiene a la familia equivocada. Mi madre no tiene cáncer. Me sentí muy mal por él, podría tener problemas por un error como este. —¿Señorita Eve Hudson? —preguntó y yo asentí. —Sí. Mi madre es Lisa Hudson.

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Él asintió y tomó mi mano pero yo se la arranqué y sacudí la cabeza. —Su madre fue diagnosticada con cáncer gástrico hace unos tres meses, pero se ha negado a ningún tratamiento hasta la fecha. Sus palabras se convirtieron en algo físico, se sintieron como si se transformaran en un ser sólido que me hubiera dado una bofetada en la cara. —No, lo siento doc., pero realmente debería tener la información correcta antes de venir aquí y asustar a la gente —lo regañé mientras Jax entraba. Echó una mirada a mi rostro ceniciento y vino inmediatamente a mi lado y puso el brazo alrededor de mi cintura. Me giré hacia él y me reí. —Este estúpido médico tiene al paciente equivocado. —Me reí sofocada con Jax. Su rostro estaba angustiado. —No me mires así, está bien. Él solo se equivocó. Eso es todo —le informé y Jax se giró hacia el doctor Waters. —¿Doc.? —preguntó. Incluso frente a un profesional nunca hablaba apropiadamente. —¿Tú eres? —preguntó el doctor Waters. —Su esposo doc. —le informó Jax y yo rápidamente cubrí mis dedos de la mano izquierda. El médico asintió pero no era estúpido. Lo dejó pasar. —La señora Hudson fue diagnosticada con cáncer de estómago hace tres meses. Ella se negó a tener cualquier tipo de cirugía y está de acuerdo en que no hay nada que podamos hacer. Sufrió una hemorragia gástrica ayer y hemos drenado la sangre para que esté más cómoda por el momento. —No. Mire, quiero hablar con su superior. No estaré sentada aquí más tiempo escuchando sus tonterías —le escupí. Jax tragó y Aarón guardó silencio. —Nena. —Jax giró mi cara para que lo mirara pero yo salté hacia atrás. —¡NO! No Jax... no... no... no... Jax me abrazó cuando un grito ahogado brotó de mi garganta. —¡Noooo! —Estoy aquí, nena —me susurró Jax al oído mientras me quebraba y lloraba contra él. —Les daré un momento. Vengan y búsquenme cuando estén listos para discutir las opciones de su madre —escuché que le decía el médico a Aaron. —Sí —dijo él en voz baja.

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—No Jax, no puede. ¿Por qué tiene que ser tan malditamente egoísta todo el jodido tiempo? —lloré. —Shh cariño. Me llevó hasta el sofá y me senté en su regazo, tratando desesperadamente de trepar dentro de él para que pudiera absorber todo mi dolor, llevárselo lejos y detener el tormento que sentía en ese momento. Sí, era una perra y nunca había sido una gran madre pero hubo momentos, cuando yo era pequeña, en los que me traía muñecas y nos sentábamos en el jardín y teníamos un picnic con los osos de peluche. O cuando se enrollaba los pantalones y saltaba conmigo en los charcos los días de lluvia, o ese cuando ambas habíamos decorado el cobertizo de mi padre con salpicaduras de pintura en las paredes; nos divertimos mucho ese día. Ella seguía siendo mi madre y había sido buena hasta que había encontrado la alegría en la heroína. —No puede Jax. No ¡no voy a permitirlo! —Nena, habla con ella —me insistió, pero yo moví la cabeza. —¿Por qué habría de hacerlo? No me ha dedicado un segundo pensamiento —rugí. Él asintió con solemnidad, pero en el fondo yo sabía que tenía razón. Aaron todavía estaba en silencio. Le eché un vistazo. Estaba sentado en el sofá con la cabeza entre las manos y el verlo tan derrotado me rompió; él era mi hermano gemelo y yo estaba aquí para ayudar a protegerlo. No había manera de que pudiera protegerlo de los horrores del cáncer. Cerré los ojos un segundo pero luego agarré mi bolso y fui en busca de mi madre. *** Estaba dormida cuando entré en su habitación y miré su figura devastada. No la había visto desde la noche en la que Jax y yo nos habíamos quedado. Verla fue un shock y me trajo un suspiro involuntario. Había perdido un montón de peso, sus ojos parecían hundidos y su rostro estaba largo y anguloso. Abrió los ojos y me miró en la oscuridad. —¿Eve? Tragué saliva y me acerqué lentamente porque mis piernas gelatinosas no me dejaban ir más rápido. —Hola —dije simplemente. Extendió la mano y yo se la apreté suavemente notando lo huesuda y áspera que estaba. —¿Por qué no me lo dijiste? —le pregunté en voz baja.

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Ella apartó la mirada como avergonzada por sus acciones, pero cuando volvió a mirarme vi su propio dolor y desolación. —Porque no estabas Eve. Te fuiste y no... —se tragó sus palabras y de repente yo estuve enojadísima con ella. —¿Y por qué no iba a irme madre? ¿Por qué? ¿Porque metiste tus ojos en el cuerpo de mi novio antes de golpearme y decirme puta? —le escupí—. Sabes mamá, aguanté mucha de tu mierda durante años y siempre te he apoyado, siempre tomé lo que repartiste, siempre recibí cada jodido golpe que me diste, siempre me tragué cualquier abuso que me dijiste. —Entonces me incliné cerca para que no se perdiera mis próximas palabras— ¡y siempre pagué tus deudas de drogas! ¿qué clase de madre le hace eso a su única hija? Se estremeció físicamente, la vi encogerse y eso me desquició. —¡Maldita sea madre! ¡No me apartes otra vez! ¡Tenemos que hablar de esto! —le grité. —Me estoy muriendo Eve... ¡ESTOY JODIDAMENTE MURIENDO! ¡¿NO TE ES SUFICIENTE?! —gritó. Me quedé en silencio escuchando su respiración entrecortada y frunciendo mis malditos labios como una malhumorada niña de cuatro años que quiere a su mamá. —Pero te necesito —le susurré. Ella se burló en voz alta. —Nunca me has necesitado, Eve. ¡Tu padre se aseguró de eso! Di un paso atrás ante la amargura en su voz. —No te atrevas a arrastrarlo en esto. —¿Por qué no Eve? ¡No era el maldito santo que pensaste que era! —me escupió y yo apreté el puño. —¡No! Ese hombre murió por ti. ¡Murió porque trató de detener a tu maldito proxeneta de saldar su deuda! La risa que brotó congeló mis huesos. —Crees eso Eve, porque yo te he dejado creer eso. Di otro paso atrás. —No hagas esto. —Me ahogué. —¿Por qué Eve? Me has culpado los últimos cinco años ¿Realmente no quieres saber lo que pasó esa noche? Negué rápidamente. —No. Fue tu culpa. Tomaste demasiado madre, maldita sea, siempre tomaste demasiado. Tomaste, tomaste, tomaste y nunca diste una jodida cosa a cambio—le grité. Su rostro se contorsionó de rabia. —Tu precioso padre hizo que tres hombres me follaran esa noche Eve. ¡Sólo porque quería sus jodidos puntos! ¡Y se los debía a esos bastardos que te querían a ti... no a mí, Eve! ¡No a mí! —me gritó y yo caí hacia atrás, mis piernas finalmente cediendo.

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—¡Mientes! Ella sacudió la cabeza con tristeza. —¿Por qué crees que nunca llegué a ayudarte? No pude llegar a ti después de que... ¡después de que lo mataran! Me arrastré hacia atrás desesperada por escapar de sus mentiras. Mi papá era un hombre bueno que no haría... no haría eso... —No... —le susurré. Su rostro se arrugó de dolor por mi dolor. —Pero tú, tú me los dejaste después de que él muriera... —le discutí. Ella suspiró profundamente. —Sí Eve, lo hice. Era demasiado tarde para mí en ese momento. Sabía que era una madre de mierda, infiernos, soy una madre de mierda. Había seguido a tu padre durante tantos años porque no me había dado otra opción. ¡Siempre había que hacer lo que decía Robert! —dijo con resentimiento—. Haz esto Lisa, haz aquello Lisa. Haz a estos hombres felices Lisa. Tengo que anotar puntos Lisa. Abre las piernas Lisa... —¡BASTA! —grité, tapándome los oídos con las manos. —¡NO EVE! ¡Ya es hora de que lo sepas! Tu verdadero padre... él... Negué rápidamente, me tapé los oídos y empecé a cantar en voz alta. —Por favor, para... —gemí. Las lágrimas corrían por nuestras mejillas cuando finalmente lanzó su secreto mejor guardado, su mayor dolor y su más grande pena. —Él me amaba Eve, tan condenadamente tanto. Él adoraba el suelo que pisaba. Me hacía sentir como una princesa. —Tenía los ojos vidriosos por los recuerdos—. Iba a dejar a Robert por él. Estaba tan enamorada de él. Era mi único ¿sabes? Como tú y Jax Eve... tan jodidamente enamorados. Él era mi alma, mi vida. —Un enorme y sucio sollozo mocoso escapó de sus labios—. Robert, él... él lo cazó Eve, él lo cazó como a un animal y... y... y yo nunca lo volví a ver. Lo apartó de mí... Iba a vomitar. Busqué frenéticamente por la habitación cualquier cosa en la que hacerlo pero era demasiado tarde. Estalló por todas partes, junto con mi mente. Vi a mi madre caerse de la cama y empezar a gatear hacia mí, sus manos y rodillas arrastrándose en el frío suelo de baldosas con el soporte del goteo rodando detrás de ella mientras trataba de alcanzarme. Me quedé inmóvil mirándola fijamente mientras se acercaba. El rostro blanco reflejaba su obvia agonía, pero fue su dolor emocional el que me rasgó cuando finalmente me sujetó y por fin, por fin, sostuvo a la hija que sólo quería su amor. Finalmente me amaba. Y me lo dijo una y otra y otra vez.

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La angustia estaba escrita por toda su cara y supe entonces que no se había hecho el tratamiento porque no quería estar aquí más tiempo. Había tenido suficiente y al final, estaba desesperada por dejar que todo se fuera. Quería ser libre.

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Capítulo 31 Lentamente caminé de regreso hacia el hombre al que amaba... a romper su corazón. Mis piernas pesadas no querían hacer el viaje que terminaría con mi vida. Supo tan pronto como abrí la puerta de la sala de espera que iba a hacerle daño porque negó con la cabeza, violentamente al principio y luego más lentamente con un sollozo mientras tomaba mis manos entre las suyas. —Yo... ella me necesita aquí Jax —susurré mientras él lloraba sobre mi pecho, sus manos tirando frenéticamente de mi ropa mientras nos dejábamos caer al suelo de la sala de espera. —No nene no, no, no... —No voy a irme nena —dijo, pero negué con la cabeza y sujeté su rostro. —Bebé, no puedes echarte atrás. El contrato ya ha sido firmado y no te permitirán salirte sin una buena guerra judicial, todo está preparado en Estados Unidos y, sobre todo, no puedes hacerles eso a los chicos. Ellos han trabajado tan duro como nosotros por esto. Lloré junto con él. Sabía que no podía ir. Mi madre me necesitaba ahora. Ella había cedido y finalmente accedido a hacerse una cirugía y comenzar un tratamiento de quimioterapia y no había manera de que pudiera dejarla pasar por eso sola. Mi alma se rompió en mil pedazos ese día en la sala de espera del hospital junto con la de mi amante. Y mi vida terminó ese día, mientras estaba sentada en las rodillas del amor de mi vida y fui testigo del final de su propia vida, justo a mi lado.

La noche antes de que la banda se fuera Jax me había llevado a una cena romántica y ahora estábamos sentados con las piernas cruzadas en medio de su cama, apenas tocándonos. Nuestros dedos se exploraban entre sí guardando cada maldita ranura, cada cresta, cada bulto y mancha en su memoria.

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Buscó tras de sí y abrió el cajón de su mesilla, sacando una pequeña caja azul. Se giró hacia mí y me cogió la mano, su cara luchando contra cada una de sus emociones. —¿Eres mía nena? —Completamente, en cuerpo y alma bebé —le susurré en respuesta. Él asintió y abrió la caja. Se me cortó la respiración. Dentro estaba el más exquisito anillo de platino que había visto nunca, una alianza de amor eterno. Era absolutamente impresionante. Se mordió los labios. —Queríamos que fuera una boda de banda bebé, pero... bueno... lo haremos cuando yo vuelva. Lo sacó y lo puso en mi dedo. Había hecho su tarea, porque ajustaba perfectamente. —Es hermoso —suspiré. —Casi tan hermoso como la mujer que lo lleva —susurró mientras ahuecaba mi rostro y llevaba mi boca a la suya. Fundí su beso en mi mente, asegurándome de que recordaría exactamente lo perfecto que él era y lo que sentí cuando nuestras bocas se unieron. Me aprisionaba hacia atrás sobre su cama mientras me consumía con su beso, como si quisiera disfrutar cada parte de mi alma. Mis manos encontraron su pelo mientras lo sostenía con toda mi vida, sujetándolo contra mí, deseando poder tenerlo para siempre. Él gimió en mi boca mientras yo le sacaba la camiseta por la cabeza desesperada por tocar su piel, por sentir cada centímetro de su cuerpo, y eso es exactamente lo que hice. Le di la vuelta e idolatré cada parte de él, tortuosamente lento porque no quería dejar de hacerlo. Me arrodillé entre sus piernas mientras él se arrodillaba delante de mí y desabrochaba mi camisa lentamente despegándola de mis hombros antes de que sus dedos me estudiaran, trazando el borde de mi sujetador, mi esternón y a lo largo de mis clavículas. Sus pulgares corrieron lentamente por mi garganta, a través de mi mandíbula, sobre mis labios y mis mejillas antes de que su boca repitiera el viaje. Quitó el sujetador y tomó mis pechos con sus manos grandes, entonces se sentó y me miró, sus manos me los acariciaron tiernamente. Yo arqueé la espalda y los empujé contra él con un suspiro. —Tan hermosa —susurró antes de que su boca situara besos húmedos sobre la curva de mis pechos y luego hacia mis pezones mientras los adoraba suavemente.

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Deslizó la cremallera de mi falda y la bajó por mis caderas mientras yo me retorcía para salir de ella junto con mi ropa interior. Pasó un dedo por el centro del pecho y el estómago hasta llegar a mi piercing de venus, girándolo alrededor de su dedo mientras sus ojos encontraban los míos. —Esto siempre será mío—dijo. Cubrí su mano con la mía. —Siempre bebé. Siempre tuyo. Él asintió ante mi tranquilizadora promesa y deslizó su dedo más abajo hasta mi vagina. —Mío. —Tuyo —gemí mientras mis ojos se cerraban. —Necesito verte nena. Necesito ver tu alma. Abrí los ojos y lo miré mientras él sonreía suavemente. Agarró la parte superior de mis brazos y me atrajo encima de él mientras yacía de espaldas en la cama y me daba un beso eterno. Me deslicé hacia él y le hice el amor con ternura, tortuosamente lento y con tanto amor que ninguno de nosotros quería que terminara. Él se dio la vuelta hasta que estuvo encima de mí y continuó con actos gentiles, todo el tiempo sosteniendo mis ojos con los suyos. Sus dedos se deslizaron a un lado de mi cabeza. —Te amo tanto Eve Hudson. Nunca voy a dejar de hacerlo. Donde quiera que esté, siempre te amaré. Una lágrima se deslizó por mi mejilla cuando Jax se corrió con fuerza y mi propio clímax estalló, en ese momento odié el orgasmo con todo lo que tenía porque sabía que iba a ser el último que Jax volvería a darme.

—Voy a extrañarte, cosita caliente —dijo Boss contra mi oído mientras me abrazaba firmemente en la sala de espera privada del aeropuerto de Heathrow a la mañana siguiente. Ya le había dicho adiós a Romeo y Bulk y ahora estaba diciéndole adiós a uno de mis mejores amigos. —También voy a extrañarte, Boss. —Se echó hacia atrás y me estudió—. Cuida de él por mí Boss —le susurré mientras besaba su mejilla. Me apretó la mano y caminó atravesando la puerta. Y luego estaba mi hombre, parado delante de mí, su bello rostro blanco por el dolor y la pena mientras ambos nos mirábamos en silencio el uno al otro. Dio un paso hacia mí y sentí mi garganta cerrarse.

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Dios, no puedo hacer esto. Es jodidamente duro. Me dio un beso de corazón, tan desgarrador, que los dos estuvimos bebiendo las lágrimas que se deslizaban por mi cara, sobre mis labios y en nuestras bocas, con su salinidad penetrando en nuestras papilas gustativas. —Te amo Eve Hudson. Siempre te amaré nena. Estás en mi corazón tan profundamente que un pedazo de ti se inyecta en mis venas con cada latido. Estás en mi cabeza con tanta intensidad que cada vez que cierro los ojos veo tu cara bonita y estás tan completamente en mi alma que te siento dentro de mí. ¡Cristo! Esto era tan injusto... tan jodidamente injusto. Quería clavar las garras en él, arañarlo con las uñas sólo para mantener una parte de él debajo de ellas. Quería aprender el arte de la ósmosis15 para poder absorberlo. —¿Me oyes, nena? —se ahogó, su voz ronca y sexy taladrándome. —Te escucho Jax. Siempre te escucharé, donde quiera que estés bebé. ¡Te amo jodidamente demasiado Jaxon Cooper y nunca lo olvides! No podía ver a través del océano de lágrimas que derramaba y frenéticamente las limpié. Necesitaba ver su hermoso rostro, grabarlo en mi memoria y tomar tanto de él como pudiera mientras aún estaba cerca. Mi corazón se rompió y ahora mi alma moría mientras daba un paso hacia atrás, su mano todavía apretando la mía mientras me aferraba desesperadamente a él. Dio un paso hacia mí y apretó los labios en mi frente. —Cristo... —sollozó. —Ve... —le susurré—. Por favor... —No podía dejarle ver cómo me caía en pedazos, no lo dejaría ser testigo de mi ruptura y no quería que oyera mis gritos. —¿Eres mía nena? —Completamente, en cuerpo y alma bebé. Él asintió, se acercó a la puerta, se giró, atravesó mi alma con la suya... y luego se fue. Me dejé caer al suelo. Mi corazón en fragmentos rotos a mi alrededor cuando Cam me levantó y me abrazó. Yo gritaba y gritaba y lloraba y lloraba y lo llamaba, aullando porque regresara. Me negué a moverme durante tres horas en caso de que cambiara de idea y regresara a casa, volviera a mí. No lo hizo. Ósmosis: El movimiento de un disolvente, usualmente agua, a través de una membrana que separa dos soluciones de diferentes concentraciones. El disolvente del lado de la concentración más débil normalmente se mueve hacia el lado de la concentración más fuerte, diluyéndolo hasta que las concentraciones de las soluciones son iguales en ambos lados de la membrana. 15

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No podía. Nunca lo haría.

Jax llamó por teléfono todos los días durante las primeras cuatro semanas. Luego fue una vez el mes siguiente. Llamó una vez en las siguientes seis semanas. Y entonces, el teléfono nunca volvió a sonar. Nunca volvió a casa. Mi mamá murió seis meses después de que Jax se fuera. Cam se fue para seguir una carrera en Australia. Aaron y Luce se fueron a vivir juntos. Caí de nuevo en mi vieja rutina de someterme al látigo del odio a mí misma, junto con el odio a Jax. El día en que enterré a mi madre, puse una rosa color rosado en su ataúd y juré que no llegaría a estar como ella, desesperada por algo, cualquier cosa en su vida. Así que saqué mi teléfono y marqué el número de alguien especial. —Saúl... necesito tu ayuda...

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PARTE 2


Capítulo 32 Dos años más tarde

—Cristo Leah —me sacudí mientras me retocaba el maquillaje—. Es una maldita entrevista de radio. Nadie me va a ver. —Pete Burrows va a verte —asintió frenéticamente mientras untaba brillo labial sobre mis labios ya pintados. —¿Estás lista Eve? —preguntó un técnico y luego me hizo pasar al estudio. Pete me hizo un gesto con la mano mientras hablaba por el micrófono y luego alguien me hizo tomar el asiento frente a él y puso un par de auriculares en mi cabeza. ¡Demasiado para el peinado de Leah! —¿Estás bien Eve? —preguntó Pete mientras esperaba que finalizara una pista—. Sólo voy a hacer preguntas de rutina Eve, cosas aburridas realmente —sonrió y me relajé un poco. Este tipo de cosas no era lo mío y odiaba hacer entrevistas, pero Radio 1 era el éxtasis y cuando mi manager, Brent Howard, accedió a hacerla para mi disgusto, sabía que era necesario. Jugueteé con los auriculares mientras Pete me presentaba y enseguida comenzó la entrevista. P: Ahora tenemos una exclusiva especial que sé que todos han estado esperando durante semanas, así que no lo posterguemos más. Demos una enorme bienvenida a Eve Hudson de Hell´s Eden. E: Hola chicos. P: ¿Cómo estás Eve? E: Estoy bien gracias, aparte de estos malditos auriculares, que realmente hacen doler los oídos, ya saben. P: (Risas) Bueno, nosotros aquí en Radio 1 estamos muy emocionados desde que supimos que nos darías esta exclusiva. Qué año tan vertiginoso has tenido. Cinco números uno, uno de los “Let me Breath” está en el número 1 de esta semana, y el álbum más rápidamente vendido en los últimos diez años. ¿Cómo ha sido eso para ti?

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E: Dios, completamente loco. Ha sido genial y simplemente todo gracias a mis fans… ¿qué puedo decir?...Salvo que Dios, gracias. A todos y cada uno de ustedes. Los amo. P: Lo que todo el mundo quiere saber es ¿qué se siente hacer un dúo con el único y original Sed Tyler de Platform 2? E: Él es genial. Al principio estaba muerta de miedo, pero él es todo un amor, y me hizo relajarme al instante y esa voz... Dios, esa voz le hace cosas a una chica, sabes. P: (risas) Apuesto a que sí. Su dúo sale mañana y tendremos una exclusiva al final de esta entrevista amigos, pero puedo contarles que es un poco obscena. Ahora, he visto el video Eve y puedo decir que me gusta mucho tu ropa. E: Pensé que podrías, Pete. P: Esta cantarás junto a Sed tu nuevo tema de estreno en el Bafta, por favor dime que vas a vestir ese traje. E: Dios no, creo que me arrestarían por exposición indecente, pero algo bastante cercano. P: (Risas) He escuchado que Room 103 están por todo estados unidos y también se presentarán esta noche. Nadie olvida el épico número 1 Shocking Heaven, que hiciste con ellos. Sabemos que valoras tu privacidad Eve, pero he oído que estabas bastante cerca antes de que llegaran a las grandes ligas. Oh Dios. Oh Mierda. Él estaría allí... ¡esta noche! No lo había visto en dos años, salvo en el televisor. E: Bueno. Es cierto que canté un par de canciones con ellos mucho antes de que fueran famosos en Estados unidos, y sí, les debo mucho. Ellos fueron los que me dieron el valor para subir a un escenario, y bueno, realmente no estaría aquí sin ellos. Pete asintió con la cabeza. P: ¿Qué se sentirá volver a verlos después de… ¿Cuántos han sido, 2 años? E: Sí, alrededor de dos años, y será genial ver a los chicos de nuevo. P: ¿Puedes decirnos por qué nunca fuiste a Estados Unidos con ellos? E: Fue por problemas personales que estaba teniendo en ese momento. P: Eras bastante cercana a determinado miembro de Room 103. ¡Mierda! ¡Desviar! E: Boss y yo nos hicimos buenos amigos. Él trata de dar a entender que es más o menos un tipo duro, pero déjame decirte Pete... es todo suave y pegajoso. Pero no le digas a nadie que te dije, porque me amarraría para golpearme.

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P: (Risas) Entonces, ¿qué está sucediendo en tu vida en este momento Eve? E: Bueno. Acabo de terminar mi gira, por lo que voy a descansar por un par de semanas relajada en casa y concentrarme en la nueva canción y frotar a Bruce hasta el infierno. P: ¿Bruce? E: Mi cocker spaniel. Lo extraño tanto cuando estoy lejos. Él es mi monstruo. P: Justamente tengo que dispararte rápidamente las preguntas calientes que me mandan los oyentes, tengo que decir, algunas de las preguntas me han hecho estremecer, así que prepárate. Por cierto que no se puede pasar. Gemido. P: ¿Lista? E: Dispara. P: ¿Bikini o traje para la nieve? E: Bikini. P: ¿Rock clásico o el rock duro? E: Los dos, cualquier clase de rock. P: ¿Amor o sexo? E: Definitivamente sexo. P: Termino a las 4. E: No puedo esperar tanto. P: Voy a buscar quien me cubra. E: (Risas) P: ¿A quién prefieres en la cama, Sed Tyler o Jax Cooper? Demonios. ¡Ya lo he hecho con los dos! E: ¡Dios! Uno de ellos, el otro puede ver. P: Ahh, pero ¿cuál? E: De cualquier forma. P: ¿Chocolate o fruta? E: Soy una chica... chocolate. P: ¿Pecho o Trasero? E: Definitivamente soy una chica de traseros. P: ¿Contra la pared o en la cama? E: Cristo. ¿Quién envió esto? Ambos. P: ¿Qué es lo más raro que un fan te ha enviado? E: Oh Dios, no creo poder decírtelo en vivo y al aire. P: Adelante, ese es mi trabajo. E: Bueno, un tipo me envió su... su prepucio. P: (risas) ¿Estás bromeando? E: Nop. Acababa de hacerle circuncisión y pensó que me gustaría… su posesión más preciada.

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P: Okayyyyy. Pregunta final, ¿estás lista para esto… ¿Tienes piercing y tatuajes en tus partes femeninas... ¿sí o no? E: OMD! No pueden preguntarme eso. P: Parece que podemos. (Risas) E: Bueno... Oh Dios... está bien... sí. P: Oh Cristo... Les dejaré saber a todos lo que me dijo mañana, amigos. E: (Risas) P: Bueno, un inmenso gracias a la única y original Eve Hudson. Ha sido un auténtico placer. Buena suerte con tu nuevo sencillo y aquí está nuestra exclusiva de Eve Hudson y Sed Tyler cantando, “Compláceme Nena”. —Eso es Eve. Muchas gracias. —Pete me tendió la mano, yo se la estreché y le sonreí. Leah me impulsó a través del edificio, cuando salí del estudio. — ¡Dios Leah! No tengo ruedas. —Tenemos que dar una vuelta en la sede de Bafta y probar sonido antes de los ensayos —dijo severamente. Dios, estaba hecha polvo. Ella prácticamente me empujó hacia el coche donde los chicos de mi banda ya estaban esperando. —E. ¿Cómo te fue? —Ángel, el guitarrista principal preguntó, su cabello totalmente blanco apuntando en diferentes direcciones. Cada vez que me miraba, me hacía sonreír. Esa era la razón por la que obtuvo el apodo de “Ángel”. —Sí, estuvo bien —Bostecé, mientras que Leah me lanzaba en el regazo cierta correspondencia para ordenarla. Patrocinar una línea de ropa... No. Patrocinar a una línea de cosméticos... No. Dúo con Ted Candy... Definitivamente no. Asistir a una entrevista de televisión con alguien de quien nunca había oído hablar... No. Tocar en un evento de caridad del cáncer... Sí. Responder a correo de H.A.S.H.T.A.G.... Sí. A.T.O.C.A.L. era una fundación benéfica en contra de las auto lesiones de la que era presidente. Su nombre representaba las siglas en inglés de Ayuda, Terapia, y Orientación Contra Auto Lesiones. Cuando me había decidido a tomar el control de mi vida hace dos años, ellos habían sido una gran ayuda y consuelo, y ahora le pusieron mi nombre a su empresa. Hasta ahora había logrado recaudar más de 2 millones de euros para ellos.

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Le entregué los papeles a Leah y vi a Hunter, el tecladista de Hell´s Eden, mirándome, los numerosos piercings en sus cejas levantados hasta lo alto de su frente. Levanté una ceja en señal de pregunta y él me sonrió. —¿Vas a darme una pista Hunt? Él sonrió con picardía. —Room 103. Esta noche. Me encogí de hombros y le miré por la ventana. —En realidad, creo que tengo la suite del Penthouse, no la habitación 103 —le sonreí. Mad16—quien en la vida real se llamaba Gavin pero puedes adivinar por qué lo llamamos Mad. Aunque era suave como un cepillo conmigo—, mi baterista, puso su mano en la mía. —¿Vas a estar bien E? Sonreí ampliamente y asentí. —Sí, todo bien —mentí. ¿Lo estaba? Cristo, no lo creo.

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Mad: Enojón en español.


Capítulo 33 Me había encerrado en mi vestidor desde que llegué a Southbank Center en caso de que me encontrara con... gente que no quería. Llamaron a la puerta y Jack, uno de mis chicos de seguridad, la abrió y habló en voz baja con alguien. —Están casi listos para ti, E —dijo mientras se volvía hacia mí. Asentí, sonreí y fui al pasillo donde Sed me estaba esperando. Sonrió con suficiencia al ver mi ropa. —¿Te gusta? —pregunté irónicamente, antes de ponerme mi chaqueta de cuero y subir el cierre. Mi equipo de vestuario me había equipado en pantalones negros de cuero ajustados, un sostén de cuero negro y un top holgado transparente, con botas largas hasta la rodilla de diez centímetros. “Súper sexy”, había dicho Mad. —Me gusta lo que está debajo, E —susurró Sed en mi oído. —Sé que sí, chico sucio —le guiñé un ojo cuando nos acercamos al escenario y tomamos nuestras posiciones. La actuación era en un pub. Una barra larga estaba en el fondo y unas pocas mesas estaban esparcidas alrededor. El bailarín ya había tomado posición en sus mesas y estaba por sentarme en un taburete. Sed me lanzó un beso mientras caminaba hacía su lugar y me senté en el taburete, toqué el anillo que estaba escondido en mi sostén, y me susurré a mí misma “En cuerpo y alma, nene” mi ritual antes de cualquier actuación. —Y aquí con una actuación exclusiva de su nuevo single ‘Compláceme, nena, Sed Tyler y Eve Hudson —nos presentó Tom Holder. La multitud aplaudió cuando la luz nos enfocó y el guitarrista de Sed le dio la entrada. Giré en mi taburete, con las piernas cruzadas provocativamente mientras trataba de hacer una pose sexy, y Sed empezó su verso. Me conmueves, nena Me haces vibrar, nena Exigiéndome de rodillas Rogándome tu liberación El placer de tan condenadamente genial Voy a llevarte al infierno.

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Salté del taburete cuando que el guitarrista tocó una armonía y lentamente me desabroché la chaqueta, manteniendo mis ojos en Sed, y la hice a un lado antes de empezar con el estribillo. Envuélveme, nene Sólo siénteme Sí, sí, sí Sólo siénteme, nene Sí, sí, sí Déjame aliviarte Sólo eres tú, nene Oh, sí. Cautivé a la multitud, y a mí misma, cuando tomé el gran poste en el centro del escenario y me enrosqué en él, mientras empezaba a bailar alrededor, mientras Sed cantaba la siguiente estrofa. Eres un tesoro Me haces tener ganas de probarte Siempre como una gran provocación Me das la necesidad de complacerte La emoción es malditamente genial Siempre me haces morder el anzuelo. Empecé el coro mientras me deslizaba por el poste hacia un Sed que esperaba atrás y a la parte final del coro, Sed tomó mi top y lo desgarró justo por el centro dejándome sólo en sostén negro. La sonrisa sensual en su rostro me encendió. La multitud rugió cuando hice mi propio verso. Voy a dártelo, nene Hazme sentir Cede a mi tentación Cede a mi coqueteo Mi toque te hará un chico malo Pero te haré sentir tan malditamente bien. Sed y yo cantamos el coro juntos esta vez, con nuestras manos vagando el uno sobre el otro, mientras molíamos nuestras caderas, y luego Sed cantó su último verso, mientras bailaba para él mientras se arrodillaba delante de mí, como si me adorara. Me conseguiste nena Me haces querer tocarme

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Rendirme ante el deseo profundo Necesitando apagar este fuego La necesidad es malditamente dura Sé que siempre voy a estar marcado. La multitud se puso loca, cuando terminamos juntos. Compláceme nena Compláceme Alíviame, nena Sólo compláceme Compláceme Facilita mi liberación y compláceme. El público se puso de pie cuando Sed y yo fuimos a la parte delantera del escenario y nos llevamos los aplausos. Tom Holder se acercó a nosotros y esperó a que los aplausos se detuvieran antes de hablar. —Wow chicos —fue todo lo que dijo. La multitud rugió de nuevo. —Tengo la sensación de que te va a quitar el primer puesto Eve — bromeó Tom—. ¿Cómo estás? —preguntó mientras ponía su micrófono frente a mí. —Muy bien, gracias, ¡pero estas botas están matándome! ¿A alguien le importa si me las quito? Tom y el público se rieron mientras Sed sacudía la cabeza con humor. —¡Anda! —dijo Tom. Sonreí mientras bajaba la cremallera y luego me las quité. —Oh Dios, sí. La multitud aclamó y cuando me di vuelta para sonreírles, vi a un radiante Boss de pie frente al escenario. Me saludó. —Sexy —articuló con un guiño. Una pequeña burbuja estalló en mi pecho y me tragué el nudo. Antes de que pudiera pensar en ello estaba corriendo por el escenario, saltando fuera del borde y me lancé a sus brazos, envolviendo mis piernas con fuerza alrededor de su cintura mientras nos daba vuelta. —Dios, te extrañé cosita caliente —gritó en mi oído mientras la multitud estallaba en aplausos, silbidos y aprecio. Las lágrimas estaban cayendo, pero no me importaba una mierda lo que parecía. Había extrañado a este hombre con toda mi alma. —¡Boss! —susurré. Me apretó con fuerza. —Eso fue jodidamente épico E. ¿Cómo estás, nena? Me alejé un poco y asentí con la cabeza mientras secaba mis lágrimas con su mano, nuestras miradas decían todo lo que sentíamos.

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Podía ver a Jack, mi guardaespaldas junto a nosotros y lo miré con el ceño fruncido. —Está bien Jack —le aseguré. —Tienes regresar E —dijo mientras mi cabeza entraba en acción y eché una mirada alrededor a todas las personas que nos miraban. Boss me bajó los pies al suelo, palmeé su mejilla y sonrió suavemente. —Nos pondremos al día después, cosita caliente —dijo mientras Jack me ayudaba a regresar al escenario. —Asegúrate de encontrarme en el after-party. Asintió. Tom me sonrió cuando le sonreí con culpa y caminé hacía él. —Lo siento por eso. Tom negó con la cabeza. —No hay problema Eve. ¿Supongo que sabes que es el baterista de Room 103? Asentí sonriendo. —Sí. Algo así —dije en voz baja. Tom se volvió hacia Sed. —Entonces, Sed. ¿Cómo es haber hecho un dúo con la diosa Edén Infernal Eve Hudson? ¿Diosa? ¿En serio? ¡Chupamedias! Sed levantó las cejas y sonrió. —¡Divertido! Le saqué la lengua, pero le di una sonrisa y un guiño. ¡Habíamos pasado un buen rato! —Divertido —repitió Tom y le sonrió a Sed, como si comprendiera la insinuación en las palabras. Negué con la cabeza antes de que Tom se volviera hacia mí. —¿Y tú estarás de vuelta en poco tiempo para una nueva canción de caridad que escribiste, Eve? —Lo haré. Te diré todo sobre ello más adelante. —Sonreí en confirmación. —Está bien. Saluden a Sed Tyler y Eve Hudson —dijo Tom a la audiencia y aplaudieron fuertemente cuando salimos del escenario. Leah estaba dando vueltas como siempre cuando bajé las escaleras del escenario. —Rápido. Tienes que estar cambiada para tu próxima canción — dijo nerviosa. —Dios, Leah. Tengo cuarenta y cinco minutos todavía. Todo lo que tengo que hacer es sacarme esta ropa y ponerme otra. Me miró como si le hubiera dicho que el primer ministro era travesti y rodé mis ojos.

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—Tu cabello. Tu maquillaje —se burló mientras señalaba cada parte de mí con un gesto de su mano. —Por supuesto, Leah. Lo siento mucho. Sed me dio un codazo y lo retuve cuando Leah se apresuraba por delante. —¿Quieres ponerte al día después? —preguntó en voz baja y le sonreí. —¿Ponerse al día? ¿De qué quieres hablar Sed? —bromeé mientras caminaba delante de él y balanceaba mis caderas seductoramente. Escuché su gruñido detrás de mí y se rió cuando doblé el pasillo y me estrelló contra Romeo. —¡Llave Inglesa! —gritó, me reí y sonreí. —Cristo. ¡Romeo! Me levantó y me abrazó con fuerza. —Joder E. Parece haber sido siempre —suspiró mientras se negaba a dejarme ir. Podía sentir a Sed esperando pacientemente detrás de mí, pero seguía abrazando este enorme hombre. —Lo ha sido —suspiré—. ¿Cómo has estado? —pregunté cuando me bajó. Asintió con decisión. —Bien E. Te he estado siguiendo. Lo has hecho muy bien. Jax... —se detuvo y pareció maldecir en voz baja. Sentí su malestar por lo que desvié rápidamente. —Romeo, este es Sed Tyler. Sed, este es Romeo, el guitarrista principal de Room 103 —los presenté. Sed ladeó su cabeza. —Nos hemos visto —dijo con desprecio y fruncí el ceño por su comportamiento. Romeo arqueó las cejas hacia él, pero no dijo nada. —¿Algún problema, Sed? —pregunté con un tono de advertencia. No le permitiría ofender a mis amigos; ellos siempre estaban antes que Sed. Sed me miró y negó ligeramente. —No con él. ¿Con su vocalista? Oh, sí. —¿Por qué? —pregunté con vacilación. Romeo se veía realmente incómodo y de repente no sabía si quería saber el motivo del desprecio de Sed. —Digamos que, el idiota no puede mantener sus manos fuera de las mujeres de otras personas —dijo entre dientes. Mis cejas se levantaron y Romeo me miró con inquietud. —No te preocupes por eso, Romeo. No esperaba que él... —Desde luego que no iba a revelarlo—. Infiernos, estaría muerta antes que eso —añadí con resentimiento.

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Romeo me dio una mirada de dolor, mientras Sed nos miraba, y me agarró la mano. —Yo... yo... Mierda E... Arrugué la nariz y sacudí mi cabeza con tristeza. —Lo sé Romeo. No te preocupes. —Estoy bien. —E —gritó Leah desde una puerta del pasillo y le sonreí a Romeo. —Me tengo que ir. ¿Nos vemos más tarde en la fiesta? Sonrió y asintió con la cabeza. —Por supuesto, E. Bebida gratis —guiñó un ojo. Acarició su pulgar sobre mi mejilla, como pidiendo disculpas por dejarme, con sus ojos en los míos y pidiendo perdón en silencio. Asentí con la cabeza y sonreí suavemente antes alejarme.

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Capítulo 34 La gente de vestuario se había quejado conmigo cuando volví a mi vestidor, lloriqueando sobre el tiempo limitado que tenía para cambiarme. Cristo. Esta gente realmente me molestaba a veces. No era una diva ni mucho menos, es por eso que no podía entender toda la conmoción sobre no tener al menos una hora para salir de algún pantalón corto y un sujetador, y deslizar un vestido sobre mi cabeza. Me habían puesto un vestido de seda azul oscuro estilo chino. Lo admito, era exquisito y me había gustado tan pronto como había llegado. Estaba a la altura de la rodilla con una abertura hasta mi cadera en el lado derecho, mostrando los tatuajes de estrellas esparcidas en todo el camino. Era con cuello alto, pero había una parte en forma de lágrima recortada en el pecho, que mostraba mi piercing y la curvatura de mis pechos. La espalda estaba completamente ausente y yo había especificado esto como una exigencia cuando ordené el vestido por una razón específica. A lo largo del dobladillo y alrededor de la división lateral estaba adornado con un diseño de un árbol de cereza hermoso. Lo adoraba y llevaba tacones rosa pálido. Los estilistas habían tirado mi cabello hacia atrás en un riguroso moño, hasta que cada hebra gritara de dolor. Lucía elegante por primera vez, lástima que mi bocaza no lo fuera. Mad saltaba sobre sus talones al lado mío cuando nos dieron el visto bueno para salir al escenario. —Mad, relájate. Me pones nerviosa —lo discipliné suavemente. Él suspiró pesadamente. —Lo siento. Sólo estoy realmente nervioso por ti, E. Asentí. —Sí. Mi estómago está como en el maldito Triángulo de las Bermudas. ¿Estoy haciendo lo correcto Mad? Estaba totalmente nerviosa por lo que estaba a punto de hacer.


La gente me amaría o me odiaría y sabía que la declaración que estaba a punto de hacer causaría alboroto. Pero tenía que hacerlo… por mí y por algunas personas que había conocido recientemente. El técnico del grupo levantó sus brazos y todos nos establecimos en nuestros lugares. Me di vuelta y les sonreí a los violinistas quienes me saludaron en bienvenida. Entonces, contemplé a Hunt quien me dio los pulgares hacia arriba en el piano; Angel, y Mad asintieron desde sus lugares. Tom comenzó a presentarnos. —Ahora tenemos otra presentación de Eve Hudson y su banda, Hell’s Eden. Pero esta canción es especial y dejaré a Eve contarles todo sobre ella. Tom dio la vuelta para mirarme y asintió. Di un paso hasta el micrófono mientras tocaba mi anillo, esta vez en la palma de mi mano porque necesitaba la fuerza que siempre recibía de él. —En cuerpo y alma nene —susurré antes de tomar una gran respiración. Las luces en la muchedumbre se apagaron y un proyector apareció sobre mí. Sonreí y me tragué los nervios. —Hola a todos —comencé. Todos gritaron “Hola”, e hice una señal con la cabeza en agradecimiento. —Hace aproximadamente siete años, comencé a autolesionarme —confesé sin rodeos. Los jadeos y murmullos sobresaltados se extendieron por el lugar y les di a todos tiempo para asumir mis palabras. Mis piernas y voz se tambaleaban, pero apreté mis dientes y continué. —El atractivo de autolesionarse es diferente de víctima a víctima. Digo víctima porque eso es lo que somos. Somos las víctimas de cualquier razón por la que cada uno se daña. Las luces del lugar se elevaron un poco por lo que podía distinguir a todas las personas en el lugar. —¿El atractivo para mí? Bien, es un poco difícil de explicar pero haré lo posible. Cada ojo en el lugar estaba enfocado en mí y parecía que estaba siendo completamente tragada, cada uno de los individuos queriendo un pedazo de mí pero necesitaba hablar para crear conciencia de algo que era considerado tabú, innombrable y desconcertante para la mayoría. —Cada víctima de autolesión lo hace de diferentes maneras. Algunos se cortan, algunos se queman, algunas personas incluso se

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quedan en relaciones violentas por ello. Mi método personal de autolesionarme era ser flagelada… severamente. Mi voz se quebró y apreté mis puños para controlarme pero me di vuelta y les mostré a todos las cicatrices sobre mi espalda. El proyector iluminó mi espalda y la imagen fue reflejada sobre una enorme pantalla detrás de mí. Los jadeos sonaron otra vez y por el rabillo de mi ojo, vi a alguien caminar a través del escenario hacia mí. Di vuelta para ver a Boss cruzar de un tranco hacia mí con una suave sonrisa sobre su rostro. Cuando me alcanzó, deslizó su mano en la mía y la apretó antes de asentir hacia mí para continuar. En aquel momento no podía querer más a ese hombre. Incluso después de dos años él seguía apoyándome y amándome. El maldito bulto en la garganta que había aparecido al mismo tiempo que Boss, estaba resultando difícil de quitar. Dejé escapar un largo suspiro mientras volvía a girar. —¿Por qué lo hacemos? No puedo hablar por cada individuo, pero según estadísticas recientes nos dicen, para la mayoría de nosotros, esto nos ayuda a enfrentarnos con algún tipo del dolor emocional o físico. Hice una pausa y miré alrededor del lugar. —Desde un incidente que pasó en mi niñez, tuve un montón de dolor y rabia interior. Para mí, el dolor interno en realidad parecía un dolor físico. A veces crecía hasta tal punto que mi cuerpo físicamente parecía hervir. Mis venas me gritarían que se quemaban con la agonía. Mi cerebro enviaría sinapsis eléctricas a mis terminaciones nerviosas que en realidad, para mí, parecían genuinos choques eléctricos y mis huesos literalmente vibrarían mientras una presión dentro de mí se construiría hasta un grado ardiente. Di otra exploración al lugar y todas las personas me estaban dando su completa atención. Me di cuenta de que algunas personas, en su mayoría mujeres, estaban llorando y mi corazón se disparó ante su comprensión. —Alguien una vez me preguntó por qué el azote. Bueno para mí, el dolor físico externo parecía, aunque fuera sólo durante unas horas, sepultar el dolor interno. Pero no era solamente eso. Voy a tratar de ser descriptiva ahora porque necesito, ayudarles a entender. Hice una pausa para ver si alguien quería dejar el lugar pero todo el lugar permanecía quieto y en silencio. Boss se inclinó hacia mí mientras hice una pausa. —Estoy orgulloso de ti, cosita caliente. Me volví hacia él y fueron justo esas palabras las que trajeron mis lágrimas. Tomé otra respiración y él asintió firmemente, alentándome a hacer esto, entonces lo hice.

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—Cada vez que el látigo ponía a fluir mi sangre, esto liberaba toda la acumulación de presión y dolor. Cada gota de sangre que caía libraba un pequeño fragmento de tortura y cada vez que el látigo cortaba a través de mi espalda, esto me hacía sentir que me arrepentía por alguna culpa que llevaba en mi interior. Enfrenté a Boss para mis siguientes palabras. —Hace bastante tiempo, caí en un lugar muy malo y si no fuera por mi amigo aquí, no habría sobrevivido al episodio al que me sometí. Boss acarició mi barbilla con su pulgar y sonrió tiernamente y lo apreté. —Cada autolesionador necesita un amigo. Todos y cada uno de nosotros. Cerré mis ojos y aspiré con mis labios antes de continuar porque sabía que mis siguientes palabras harían daño a algunas personas en este mismo lugar. —Hace dos años, caí realmente con fuerza después de un período muy angustioso, y el daño que me hice fue tan malo, que este fue un punto decisivo en mi vida. Estaba pasando por algunos problemas personales realmente terribles. Además de perder a mi madre por cáncer de estómago, descubrí algunos secretos escalofriantes que se habían mantenido ocultos por muchos años. Secretos que cambiaron mi perspectiva sobre mi niñez y en ese mismo momento, perdí… algunas personas muy cercanas… en mi vida. Apreté la mano de Boss porque sabía que iba a estar torturándose sobre esto y él devolvió el apretón. —En este punto el dolor era demasiado inestable, demasiado intenso y se sentía como si todo mi cuerpo explotaría si no encontraba la liberación e hice algo estúpido… le dije a la persona que me azotaba que no se detuviera. Ellos eran lo suficientemente estúpidos para escucharme y casi sangré hasta la muerte —terminé sin rodeos. Boss me miraba fijamente, sus ojos bordeados con lágrimas pero sacudí mi cabeza hacia él antes de que volver al frente. Había muchas personas llorando ahora y cuando eché un vistazo alrededor del lugar, mi corazón tartamudeó violentamente y mi estómago cayó, cuando vi la espalda de Jax en retirada a través de una puerta en la parte trasera del lugar. Habían pasado dos largos años desde que lo había visto de nuevo, pero lo reconocería en cualquier parte y todos los viejos sentimientos me abrumaron mientras mis piernas se tambalearon. Boss captó mi reacción por Jax y pasó su brazo alrededor de mi cintura para apoyarme. —Gracias —susurré. Sacudió su cabeza y comprendí que no podía hablar porque estaba sumamente emocionado por mis palabras. Envolví su rostro con mis manos. —Oye. Estoy bien. Estoy aquí y estoy mejor.

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Asintió y mordió su labio inferior antes de que reasumiera mi declaración. —Sé que probablemente piensan que hago esto demasiado personal pero se los estoy contando por una razón. Muchos autolesionados sufren en silencio, asustados de contarle a la gente porque el asunto es sumamente tabú y muchas personas están horrorizadas por la idea misma de ello, pero si mi honestidad, mi franqueza sobre mi enfermedad, ayuda incluso a una de aquellas personas entonces he logrado algo con mi vida. Miré alrededor del lugar otra vez y sonreí. —Después de pasar un tiempo en el hospital estaba muy sola. Me sentía tan aislada y solitaria, que habría hecho cualquier cosa para escapar de aquella habitación y hacerlo todo de nuevo. El dolor dentro de mí era tan malo que solamente quería… bueno, entienden lo esencial. Di vuelta hacia el borde del escenario donde una mujer se acercó hacia mí y le sonreí ampliamente. Ella acarició el hombro de Boss mientras lo pasaba, agradeciéndole silenciosamente por estar allí para mí, se puso de pie a mi lado mientras tomaba mi otra mano, una vez que había puesto mi anillo en mi dedo. —Me gustaría presentarles a Isla Gregory, la señora que salvó mi vida. Una ronda ensordecedora de aplausos estalló en el lugar e Isla se ruborizó furiosamente mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Me uní a los aplausos así como a las lágrimas. Esperé a que el ruido se extinguiera antes de continuar. —Isla es una voluntaria para la maravillosa organización benéfica A.T.O.C.A.L. . que significa “Ayuda, Terapia, y Orientación Contra Auto Lesiones”. Otra ronda de aplausos estalló y ambas sonreímos felices ante la atención que la organización recibía. —Isla es la mujer que cambió mi vida. Ella habló conmigo, me escuchó, me guió y se convirtió en mi amiga. Algo que todo autolesionador necesita… un amigo. Simple y llanamente. Necesitamos alguien con quien hablar, alguien que nos escuche sin juzgar y, demonios, incluso alguien que diga palabrotas y se moleste. Isla asintió y me señaló mientras la sala reía y yo rodaba mis ojos. —A.C.O.T.A.L. es una fundación de beneficencia sin fines de lucro y necesitan toda la ayuda que puedan conseguir. Isla asintió otra vez. —Ellos tratan a cada lesionador como a una persona, un individuo y no como a un leproso. Dan orientación, apoyo, y organizan la terapia pero sobre todo escuchan. Y créanme cuando les digo que pueda hablar realmente mucho.

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Tanto Boss como Isla asintieron esta vez y les di un codazo a ambos. —La canción “Endure”, que voy a cantar para ustedes ahora, es una que escribí un par de meses después de mi primer año sin hacerme daño. La muchedumbre se levantó y me felicitó con una ovación de pie, mientras el técnico de sonido corría con un soporte para mi micrófono, Isla besó mi mejilla antes de que cruzar de un tranco el escenario. Boss se apartó pero lo mantuve fuerte, a lo cual él frunció el ceño pero negué con mi cabeza. Di vuelta hacia la banda y los violinistas y todos estaban con los pulgares arriba. Parada ante el micrófono miré alrededor de cada sección del lugar. —Todos los ingresos, y quiero decir todos, incluyendo toda la grabación y gastos individuales, de esta canción van a A.C.O.T.A.L. y estará disponible para su descarga y compra al público mañana. Un enorme agradecimiento a RMG Music por renunciar a esos honorarios. El salón aplaudió. —Pero esta presentación está dedicada a mi increíble amigo Boss, el baterista de Room 103, quien una vez me recogió del piso de mi dormitorio en la universidad, rota y sangrando y me llevó al hospital mientras sostenía mi mano, luego pateó mi trasero y me envió para recuperarme a su casa de verano. Escuché algunas ovaciones desde la parte trasera de la sala y vi a Romeo y a Bulk que aclamaban a Boss mientras sonreían ampliamente. Di vuelta hacia un Boss llorando. —Esta vez es mi turno para dedicártelo —le dije mientras el técnico del escenario le traía un taburete. Una vez que se hubo encaramado en el a mi lado, levanté mi dedo hacia Hunter, que entró con una melodía lenta sobre el piano mientras tocaba mi anillo y cerré mis ojos. En cuerpo y alma. La canción era una pista tan enormemente lenta y melancólica que cerré mis ojos para el primer verso. “Te he visto disfrazar la agonía Esforzándote por proteger la aflicción La esencia misma de tu alma Destruida por su corrupción Tu corazón masacrado por su veneno La culpa que tienes tan cerca El dolor que luchas por soportar” Angel tocó un riff en solitario mientras Mad tamborileaba a un ritmo apagado y luego entré con el coro.

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Resiste la tortura Resiste el tormento Porque voy a llevarme tu dolor Lo llevaré, lo romperé y lo destruiré Podrás liberarte Te ayudare a rejuvenecer Te devolveré a la vida, a la vida Volverás a mí, a mí Toda la banda y el violinista tocaron juntos en una parte triste mientras cantaba el segundo verso. He sido testigo de la oscuridad llevándote El ansia que tu conciencia dicta La fuerza absoluta de tu espíritu Tullida por su depravación Tu confianza destrozada hasta el hueso La culpa que crees que es tuya La quemadura que luchas por resistir Angel y Hunt se unieron a mí vocalmente en el siguiente coro y luego cuando llegó el momento de cantar la última parte, fue elevado y la banda entera se unió en conjunto cuando canté en voz alta el verso final. Pero ahora te traigo la luz La liberación que tu cuerpo exige El mismo centro de tu corazón Acariciado por mi devoción La dicha, es tuya El amor, es tuyo El amor, es tuyo para resistir Tuyo para resistir Porque acabo de ponerte en libertad Eres libre de desafiar tus sueños”. Los violinistas terminaron la canción y el lugar entero rugió, las paredes y el piso se sacudieron y cuando observé a la multitud, él estaba ahí… mirándome. No liberó mis ojos, solamente me sostuvo sin tocarme. Mi respiración se contuvo mientras lo miraba. Mi cuerpo entero y alma rugieron a la vida, y mi corazón dejó de latir por una fracción de segundo, incluso cuando mi sangre bombeaba frenéticamente por mis venas.

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Cada vello sobre mi cuerpo se irguió en atención y la piel de gallina explotó por todas partes de mí mientras mi alma extendía la mano a su compañero. Pero di la vuelta y me alejé mientras una lágrima se escapaba.

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Capítulo 35 —Dale media hora después de que yo me vaya, entonces ven — susurré en el oído de Sed mientras bailábamos en la after-party. Él gimió mientras sus manos se deslizaban abajo por mis caderas y tiro de mí hacia él más cerca, dándome una caricia de su dura erección. —¿Podemos hacerlo en diez minutos? Estoy tan condenadamente duro que podría desnudarte y tomarte justo aquí. —Siempre estás tan condenadamente duro Sed —reprendí juguetonamente. —Sólo por ti nena. Me estremecí. —¡Sed, te he dicho, que no me llames así! Él suspiró pesadamente y sostuvo sus manos arriba al romperse mi humor y dejamos de bailar. —E… mierda… —gimió siguiéndome al bar. Sonreí al barman al inclinarme y darle mi orden mientras Sed estaba de pie junto a mí, disculpándose una y otra vez. — ¡Bien, lo entiendo! Cristo —grite. Él se hizo hacia atrás y sacudió su cabeza —Ven a buscarme cuando los humores se hayan calmado E —dijo él y se alejó, ¡probablemente a buscar a alguna otra puta sin rostro! Resoplé y tragué mi bebida, cerrando mis ojos en desesperación por salir de la habitación actualmente llena de celebridades creídas y aspirantes. Jack apareció a lado de mí y me abrazó de lado. —¿Estás bien chica? Arrugué mi nariz. —Nah. ¿Estás bien si me voy? ¡He tenido suficiente de estos idiotas egoístas! —me quejé. Él soltó una carcajada pero asintió. —Dame dos minutos para traer el auto. Sostuve en alto un dedo al barman e hice un gesto de uno más. ¡¡Sólo mientras esperaba a Jack!! Mi cuerpo pareció sentirlo antes de que lo sintiera y cerré mis ojos en angustia mientras contenía un gemido que quería vocalizar. Sus dedos cepillaron arriba por mi espalda y todo mi cuerpo cosquilleó con su toque, el toque que había ansiado por más de dos años.

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Él se inclinó en mi oído, su cálido aliento desencadenando un indeseado deseo que inundó mi sistema. —Nena. No sabía si reír o llorar cuando escuché… ese maldito “nena”, lo cual era todo en lo que habían consistido mis sueños por los últimos dos años. —Jax —respondí fríamente, sin girarme hacia él. Él apareció junto a mí, su enorme estructura masculina apoyándose en la barra mientras me miraba, sus ojos bebiéndome al echar un vistazo sobre cada centímetro de mí. Mantuve mi rostro hacia el frente y me rehusé a mirarlo. Mis ojos estaban demandando que me girara para que ellos pudieran tener su cuota. Habían estado retirados por demasiado tiempo. No iba a mirar. ¡¡¡No iba a mirar!!! Yo malditamente miré. ¡Maldita sea! —Maldita canción épica nena —gruñó en su único tono ronco y mi cuerpo completo se convirtió en un desastre líquido. ¡¡¡¡MIERDA!!!! Me había prometido que no haría esto. —¿Querías algo Jax? Sus cejas se elevaron e inclinó su cabeza pero Jack interrumpió sus siguientes palabras. —Ha habido algún problema en el Gran E. Hay que darle otra media hora —declaró. ¿Por qué siempre pasa esto? ¡¡Cada vez que estás desesperado por escapar!! Asentí y suspiré. —No hay problema, Jack. Ven a buscarme cuando esté listo. Él asintió y desapareció, dejándome sola con un calmado Jax. Hice una seña para otra bebida y el camarero asintió en reconocimiento. —¿Nena? —preguntó Jax y me volví hacia él, mis ojos ardiendo al aumentar mi respiración. —¿Qué Jax? ¿Qué? Cerró sus ojos y tragó antes de trazar mi dedo anular con el suyo y supe lo que estaba preguntando. Me burlé amargamente. —Jodidos anillos de eternidad que no esperan realmente una eternidad Jax —le espeté mientras me empujaba de la barra y escapaba a través de la habitación a encontrar a quien fuera… cualquiera que no fuera el hombre que estaba aplastando mi corazón en ese exacto momento.

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Pateando fuera mis zapatos y quitándome mi vestido caminé a través de mi suite de hotel desnuda aparte de una tanga de encaje negro, y me paré frente a la enorme ventana mirando afuera a la vida nocturna de Londres con mi café con leche de canela, con un shot extra, en mano. Cerrando mis ojos, me concentré en mis técnicas de meditación para ahogar el zumbido en mis venas. Levantando el control remoto del sistema del sonido, encendí algo de música y comencé a balancearme con ella mientras soplaba algunos respiros profundos y simplemente me perdí a mi misma en el ritmo. Puedes vencer esto. Dieciocho meses Eve. No lo pierdas ahora. No lo dejaría ganar. Inhala, exhala, balancéate a la izquierda, balancéate a la derecha, golpea el muslo izquierdo, golpea muslo derecho, inhala, exhala. Si alguien de abajo podía ver a través de la ventana debía verme como un pato. Bebí mi café mientras continuaba balanceándome con “Everybody loves me” de One Republic. ¡Balancéate y respira E! —Eso es sexy. Baile bebé —dijo Sed detrás de mí y me giré, derramando café sobre él. —Maldito seas, ¿no tocas nunca? —me enfadé—. ¿Quién te dejó entrar? —Jack. —Se encogió de hombros—. Él está acostumbrado a mí para ahora hermosa. —Sonrió lascivamente balanceándome a través de la habitación hacia mí, emparejando cada uno de mis movimientos ansioso. ¡Dios, él era tan sexy! Su suave cabello rubio estaba resaltado con ligeras mechas cafés. Su delgado pecho no estaba demasiado inflado pero aún tenía un cuerpo fantástico y cada vez que mis ojos se posaban en él, mi centro se calentaba al instante. No pude detener la sonrisa por sus movimientos. Sus caderas moviéndose de izquierda a derecha mientras el tiraba de su camisa sobre su cabeza, meneando sus cejas cuando me reí de él. Alcé mis brazos y me moví hacia él, ambos meciendo nuestras caderas en sincronía y ritmo cuando sus manos se contonearon junto a sus caderas a ritmo de la música.

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Cuando nos unimos, tiró de mí cerca contra él y se meneó contra mí, mientras cantaba las palabras en mi oído. Gire alrededor así mi espalda quedaba contra su pecho y refregué mi trasero abajo por su cuerpo, rotando mis caderas hasta quedar en cuclillas frente a él. Me giré e hice mi camino arriba. El palmeó mis pechos, sus pulgares rozando mis pezones erguidos mientras sus labios encontraban los míos y tomó control sobre mí en un beso ardiente, volviéndome salvaje de la necesidad. —¡Mierda! Eres una maldita perra sexy —gruñó cuando sus manos sujetaron mi trasero y lo empuje fuera. Rodando mis caderas contras su impresionantemente dura entrepierna, sujeté su grueso cabello rubio y tiré su cabeza atrás con firmeza antes de recorrer mi lengua arriba por su garganta. —Fóllame contra la ventana —jadeé. —¡Jesús! —gimió mientras mordía a lo largo de su mandíbula. Nos hizo bailar hacia atrás hasta que mi espalda golpeó el claro cristal y jadeé ante la fría sensación. Él me sonrió al torcer los bordes de mi tanga y arrancarla. Tomé su pezón entre mis dientes y lo torturé al desabrochar los botones de sus vaqueros y deslizarlos sobre sus caderas. —¿Me quieres E? ¿Quieres mi duro pene dentro de ti? —dijo entre dientes cuando empuñé su erección. —Sabes que sí —susurré besando abajo su pecho y sobre su estómago hasta que tuve su rígido pene en mis labios. Lo miré lascivamente mientras recorría mi lengua sobre su punta, lamiendo la pequeña cantidad de líquido pre seminal que se había escapado sólo para mí. Aspiré aire a través de sus dientes y sujetó mi cabello cuando hundí mi boca sobre él, mis rodillas amplias a cada lado de sus rodillas. —Maldición sí. Chúpame E —gruñó. Lo trabajé duro, arriba y abajo, mis manos provocando sus bolas; saboreándolo, provocándolo y disfrutando de su sabor adictivo hasta que gruñó en voz alta y me alejo antes de girarme y empujarme contra la ventana. Su boca descansó junto a mi oído. —¿Cuan duro quieres follar E? —¡Duro! —gemí mientras sus dedos cepillaban abajo la raja entre mis nalgas y entonces dentro de mi vagina. —Tu dulce coño está jadeando por mi E. También lo estaba yo, ¡¡¡maldita sea!!! —Por favor… —gemí. —¿Cuan duro E? —repitió poniéndose un condón. ¿No le había dicho ya? Estaba segura que sí —Fóllame duro. ¡Brutal, fóllame hasta que grite! Me empaló en una sola poderosa embestida y ambos gruñimos ruidosamente, mis palmas extendiéndose en la ventana.

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—¡Maldición sí! —gruñó mientras pulsaba dentro de mí, cada uno de sus feroces empujes haciendo que mi mejilla golpeara el frío cristal. Sus manos sujetaron mi cabello mientras se sujetaba fuerte, cada uno de sus golpes llevándome más profundo dentro del éxtasis mientras yo luchaba por sujetar el cristal con mis palmas sudorosas. —Maldita sea. ¡Sí, sí eso es, más fuerte Jax! Ambos nos quedamos quietos inmediatamente y cerré mis ojos, estremeciéndome intensamente. ¡Oh Dios! Él salió y no me atreví a girar para mirarlo. Sólo permanecí desnuda y aplastada contra la maldita ventana. Tragué audiblemente y me arriesgué. —Yo… yo… bueno… yo quise decir… Sed… —Mi voz se fue apagando hacia el final y su nombre apenas lo gemí. Él se quedó de pie mirándome en shock, sus ojos amplios y brillantes. —Lo siento —susurré. En verdad no sabía que más decir. Él tomó un paso atrás y me miró como si acabara de morderle la polla. —¿Acabas de llamarme Jax? —farfulló. —Bueno… —Tiré de mi labio superior detrás de mí labio inferior. —¿Bueno? —ladró tan intensamente que me sacudí. —No fue mi intención Sed. Sólo… bueno, es sólo porque lo vi esta noche y…bueno y… —Fruncí mis labios y me estremecí cuando recogió mi taza de café y la lanzó a través de la habitación. Rebotó contra la enorme pintura —esperaba que no de Picasso—, que adornaba la pared trasera, y salpicó todo el papel tapiz de tres mil libras el rollo. ¡Mierda! Ese es mi depósito perdiéndose. ¡¡Estúpido hombre!! —Sed, mira… —Joder no te molestes E. Sólo no lo hagas, ¿está bien? —Se puso su ropa de vuelta y se fue, cerrando la puerta tan fuerte que rebotó de la pared y rompió una bisagra. ¡Bueno, eso salió realmente bien E! Cuando comencé a levantar la loza rota mi teléfono sonó de algún lugar y escaneé la habitación buscándolo. ¿Dónde demonios estaba? Por suerte continúo sonando hasta que lo encontré y vi el nombre de Aaron en la pantalla y tomé un enorme respiro antes de responderlo. —¡Adelante! —¡Una niña! Chillé en voz alta y salté arriba y abajo. —¡Oh mi maldito Dios! —sonreí felizmente—. ¿Cómo están ellas?

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Aaron se rió ruidosamente y no pude contener la enorme sonrisa en mi cara. Alguien estaba cuidándome esta noche porque esto era exactamente lo que necesitaba. —Ambas están genial. Ella es tan hermosa E… una pequeña belleza, se parece a Luce. Un sollozo se atascó en mi garganta. —¿Cuán grande? —Ella pesa tres kilogramos seiscientos. Su cabello pesa al menos dos kilos de eso. —Se rió y reí por lo bajo. —Oh Aaron… —Lo sé E. queremos llamarla Evie Kara. Hizo un gracioso ruido estrangulado y dejé caer mi trasero en la afelpada alfombra del hotel… a la mierda mi desnudez, ellos podían permitirse limpiadores de alfombras. —Quieres nombrarla por mí y… Oh Aaron. Él hizo una pausa. —Roger me llamo después de tu actuación de Bafta E. —Roger era uno de los chicos técnicos de Hell’s Eden y uno de los buenos amigos de Aaron. Me quedé callada. No sabía realmente que decir. —Estoy tan orgulloso de ti hermano. También de Luce. Lo que has logrado en los últimos dos años, especialmente después de todo lo que perdiste. —Bueno, si mi hija tiene una fracción de tu espíritu, ella será una maldita alegría —dijo en voz baja. —¿Sabes que también estoy orgullosa de ti Aaron? —Lo sé. Me detuve y luego suspiré. —Él está aquí Aarón —susurré y miré alrededor de la habitación como su hubiera un malditos espía para la CIA. Se quedó en silencio por un momento. —¿Te habló? —dijo entre dientes. Debido a que Jax nunca regresó a mí, Aaron lo había odiado por lo que me hizo y él fue quien me sostuvo noche tras noche, cuando yo sollozaba con mi corazón torciéndose de dolor por mi amante perdido. —Sí, pero no lo dejé decir mucho. Sólo lo dejé de pie ahí y volví al hotel. —Por favor no cedas ante él E —pidió y yo me mofé. —Aaron, nuestras vidas son completamente diferentes ahora. Él no se sentirá de la misma manera acerca de mí ya. Si lo hiciera hubiera respondido mis llamadas y venido a mí, ¿cierto? —Mmmm —murmuró silenciosamente. —Escucha. Dale a mis dos chicas un beso y estaré ahí mañana —le dije.

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—¿Vienes mañana? —preguntó, y pude escuchar la sonrisa en su voz. —Sí. Sólo tengo un par de cosas que hacer, pero puedo ver esas en la mañana y entonces iré en la tarde. Tengo que hablar contigo acerca de algo de cualquier manera. Llevaré a Bruce sin embargo porque lo he extrañado jodidamente. —Está bien. Mándame un mensaje cuando estés aquí. Te amo E. —También te amo Aaron. Dile a Luce y Evie que las amo. Adiós. Suspiré y atraje mis rodillas arriba abrazándolas, de repente sintiéndome sola. Era bastante cercana con mis compañeros de banda pero extrañaba tanto a Aaron y Luce. Cam y yo video chateábamos cada domingo, pero aparte de eso no tenía a nadie. Nunca sabías en quien confiar en la industria de la música y tenías que ser precavido de cualquiera que quisiera ser tu amigo. La mayoría sólo quería una historia que vender a los periódicos sobre ti, y esa sería mi peor pesadilla. Mi teléfono sonó, un mensaje a través y una sonrisa llorosa estalló en mi cara: Aaron me había enviado una foto de Evie. Ella era hermosa y respondí diciéndole exactamente eso. Luego reenvié la foto a cada uno de mis chicos —así llamaba a los miembros de mi banda—, caminé a la recámara y saqué una bata antes de ir a prepararme un baño. Justo cuando el baño alcanzó la mitad, todos ellos entraron en mi habitación, cada uno levantándome y girándome alrededor antes de hacer estallar el corcho de una botella de champaña. Ellos eran buenos conmigo. Me cuidaban y me arrastraban a través de la oscuridad turbia cuando lo necesitaba, especialmente Mad, quién se había vuelto bastante cercano a mí y había comenzado tener el sentimiento de que quizás fuera algo más que platónico de su lado. Esperaba que no porque no lo veía así, y no quería arruinar nuestra amistad explorando esos sentimientos. Ordenamos pizza, jugamos cartas y bebimos mucha champaña hasta que todos nos quedamos inconscientes borrachos y exhaustos. Sip. Amaba a estos chicos.

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Capítulo 36 ¡Oh wow! Me sentía tan áspera como me veía y de mala gana me bajé de la cama, frunciendo el ceño al darme cuenta que cada uno de los chicos estaba unido a mí. Bueno, ¿por qué no? Sin duda era la suficiente grande y suspiré cuando me di cuenta de que llevaba pantalones cortos y chaqueta. Ellos otra vez, no sería ser la primera vez que me hubiera despertado con estos chicos, cuando ellos estaban desnudos después de una noche en el juego. Me tropecé hacia el área de la cocina y ordené al servicio de habitación, incluido tres cafés con leche con cafeína extra en cada uno. —Jesús, nena. Luces como la mierda —gruñó Jax desde mi sofá. Grité fuerte al voltearme y encontrarlo en el sofá, un tobillo apropiadamente sobre su rodilla mientras bebía café y leía el periódico de la mañana, tranquilamente recostado entre los cojines. —¿Qué… Diablo, Jax? —tartamudeé. Movió su cabeza. —¿Siempre duermes con los miembros de tu banda, nena? —¿Qué diablos, Jax? Sí, tenía que decirlo una vez más. Lentamente se puso de pie y merodeando hacia mí causando que mis rodillas se doblaran por el puro sexo que emanaba de él. Sus fuertes pectorales ondeaban con poder a su pegada camisa aferrada a su delicioso contorno, y mi boca se hacía agua mientras lo veía acercarse. Sus tatuados y sólidos brazos se levantaron para sostener la parte superior de mis brazos cuando me alcanzó y me puso contra su pecho y su nariz olfateó mi pelo. —Necesitaba respirarte, nena. Estaba demasiado débil para moverme, muy enamorada de él para decir no, y muy desesperada por sentirlo como para no olerlo. Cerré mis ojos y sólo lo tomé, apropiándome de todo lo que me estaba dando en este preciso momento. Todo mi cuerpo vibraba de placer mientras mi alma se complementaba con la de él. —¿Eres mía, nena? ¡Wow! ¿Qué diablos? Eso arruinó el momento. Me eché hacia atrás y lo miré con incredulidad.

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—Lo fui —escupí. Él succionó aire a través de sus dientes y asintió. —Las estupideces pasan, nena. ¿Era eso? ¿Era toda la excusa que iba a obtener? Me reí amargamente. —Oh sí, Jax. Las estupideces definitivamente pasan. ¡Lárgate! Entrecerró sus ojos hacia mí y lo fulminé. —Necesito una respuesta, nena. —Sacudí la cabeza en confusión. —¿Respuesta a qué? —La banda. ¿Duermes con ellos, nena? ¡Oh Dios mío! —Sí, Jax. Jodo con todos ellos. ¡Duro, salvaje y con todos al mismo tiempo! ¡Jodiendo asexuales, nene! —Me burlé. Un gruñido retumbó muy profundo en él y tomó un gran paso hacia mí, mirando hacia abajo con sus ojos azules. —Cálmate, carajo, nena. Hice muchas expresiones con los asombrosos pensamientos que pasaban por mi cerebro. —¿Qué? —pregunté suavemente, no muy segura de que él me hubiera escuchado. Me estudió intensamente y luego levantó su mano y su dedo recorrió mi quijada y bajó hacia mi garganta. —¿No ha habido nadie últimamente, nena? ¡¡¡Cristo todopoderoso!!! ¿Tenía algún límite? —Jax. Necesitas irte ahora, antes de que me enoje seriamente y te pateé las jodidas bolas —le advertí. Sus cejas se levantaron en su rostro con una sonrisa antes de que él viera las botellas de champán alineadas detrás del sofá. —¿Celebrando, nena? ¿Estaba simplemente ignorando mi petición de que se fuera o era simplemente ignorante? —Sí —suspiré—. Aaron y Luce tuvieron una niña anoche —le conté. Su sonrisa hizo que mi corazón agitara. —Mierda, nena. Yo sonreí y asentí. —Ellos la llamaban Evie. Voy a subir y apretujarla más tarde. No puedo esperar. ¡Espera un momento, E! ¿Por qué demonios le estás diciendo todo esto? Su rostro pareció retorcerse de dolor por un momento antes de que él se aclarara y nos mirando fijamente el uno al otro. Nuestros ojos diciendo todo lo que nuestras bocas no podían. Su mano acarició mi rostro con ternura y ambos suspiraron pesadamente en el contacto de caricias.

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—Te he hecho daño, nena —susurró y no pude contener el sollozo que hizo erupción. —Sí. —Estuve de acuerdo. —Tomaste el látigo de mí, nena. —Fue por un montón de razones, Jax. No te preocupes por eso —le susurré. —Nunca me dejaste, Eve Hudson. Nunca escapaste de aquí. — Levantó la mano y la puso sobre su corazón—. Era demasiado, nena. El espacio, el anhelo, la gran necesidad de ti. Demasiado jodidamente doloroso, mi cuerpo me dolía, nena. Yo... Yo... no podía soportar que vi... Levanté una mano para calmarlo y se alejó antes de volver a mirar por la ventana. —Vamos, Jax. Yo no quiero escucharlo. Son dos años después… Se quedó en silencio por un segundo. —Siempre serás mía, nena — dijo en voz baja antes de irse. —En cuerpo y alma, nene —le susurré cuando la puerta se cerró detrás de él.

—Llegaste a los periódicos —me informó Leah tan pronto como le contesté el teléfono. Gruñí a Hunter, quien en ese momento estaba tratando de robar mi café. —¡Bien! Esa era la idea. —Sonreí, pero mis nervios estaban inquietos sobre lo que estaba por venir. —Bueno, debe haber sido una buena idea, E, debido A.C.O.T.A.L. ha sido inundada con donaciones. Desde ayer por la noche que han recibido unos 250,000 euros en contribuciones. Podía sentir su sonrisa a través de mi teléfono, pero no comparaba con la mía, no podía... La mía era toda una milla más amplia. —¿Me estás jodiendo, Leah? Se burló ruidosamente. —Nope. Y eso fue sólo antes de la canción. —Eso es fantástico. —Le sonreí mientras Mad me sonreía, obviamente escuchando mi conversación—. Escucha Leah. Necesito que te encargues de mis tareas por unos días. —Me encogí mientras sonreía falsamente. —¿Estás bromeando, E? —Se rió de nuevo. —No. Silencio... Silencio mortal. Esperé a que hiciera clic en su lugar.

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—No estás bromeando —afirmó lentamente y dio una palmada en silencio. —No —repetí. —¿Qué demonios, E? No puedo presionar un botón de pausa y suspender el próximo itinerario de tres días. —No me importa lo que tengas que hacer, Leah, pero estoy yendo al norte para pasar unos días pasa con mi nueva sobrina. Necesito que lo resuelvas y sé lo fabulosa que eres, así que lo arreglarás. —Me encogí mientras me desconectaba. Los tres chicos me miraban, con expresiones de asombro en sus rostros y se encogieron de hombros. —Lo siento muchachos, pero necesito estos pocos días. —Hice un puchero y agité mis pestañas—. No les importa, ¿verdad? Cada uno de las seis cejas se levantaron ante mi coqueteo pero sonrieron. —¡A por ello, creo que todos podemos tener un descanso —dijo Ángel. —¿A dónde vas? —preguntó Mad con indiferencia. Me di cuenta de algo en sus ojos, pero no pude averiguar de qué se trataba. —Huddersfield. Es el lugar donde viven Aaron y Luce... ah y Evie. Tengo una casa allí para cuando los visito —añadí con una sonrisa. Él asintió con la cabeza y sonrió con fuerza mientras Tom, mi otro hombre de seguridad personal entraban en la suite. —E, un grupo de chicos que quieren verte —me informó y me frunció el ceño. —Sé que soy una diosa, pero normalmente ningún grupo de chicos viene por mí —bromeé. Él sonrió mientras Hunter soltaba una carcajada sarcástica producida por una mirada de mí hacia él. —Miembros de la banda Room 103 —me informó Tom y me sonrió ampliamente. —Pues hazles pasar —insté vertiginosamente. Él asintió con la cabeza y habló por el teléfono y diez minutos más tarde, todos entraron y Bulk me recogió por primera vez como si no lo hubiera visto ayer. —Dios mío, E. Mírate, cuanto has crecido. —Guiñó un ojo y le di una palmada a su brazos —Mírate, Bulk, estás exactamente igual. —Guiñé de vuelta. Jax se adelantó y me pasó una taza para llevar de Starbucks. —Café con leche, con extra shot, nena —me sonrió y no pude contener la sonrisa porque se había acordado de la bebida que prefería.

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—No nos vas a presentar, E —preguntó Mad, con un toque de brillo en sus ojos mientras examinaba a Jax de arriba a abajo. Entrecerré los ojos hacia él en señal de advertencia, pero hice las presentaciones. Jax dio un paso más cerca de mí, llevando al alcance su mano mientras revisaba a Mad. Era como un par de pistolas a punto de ser disparabas y sofoqué una sonrisa cuando vi la expresión humorística de Boss mientras miraba el par de oponentes concentrados el uno al otro. Boss me sonrió y guiñó un ojo juguetonamente. —¿Sabes una cosa, cosa caliente? Negué con la cabeza en la vacuidad antes de que sus ojos se deslizaran a Jax y luego a nuevo a mí. —Iremos a Hud contigo. Entrecerré los ojos en él y ladeé la cabeza. —¿Qué? —Huddersfield, nena —aclaró Jax y me di la vuelta a él poco a poco, con las cejas levantadas. —Lo siento, ¿qué? —repetí, un poco aturdida. Escuché a Boss burlándose y Romeo tenía una expresión divertida en sus labios, ya que todos veían a Jax y yo. —Volvemos a casa, nena. ¡Irreal! Asentí con la cabeza lentamente mientras apretaba los labios. —¡Sólo te tomó dos malditos años Jax! —escupí. Él aspiró aire a través de los dientes con fuerza y dio un respingo, pero dio un paso hacia mí y se inclinó hacia mi oído. Cálmate, nena —susurró. Me reí amargamente y lo miré con asombro. —¿Que me calme, Jax? No te molestaste en ponerte en contacto durante dos años de mierda, no llamaste, no contestaste a mis llamadas, no... ¡No diste una santa mierda por dos malditos años largos! Y luego apareces de la nada como si hubiéramos... Como si... como si... ¡Mierda! Mis manos temblaban por la ira y les mantuve en la boca mientras la angustia empezaba. No me importaba que todo el mundo me mirara. ¡Estaba condenadamente demasiado enfadada! Boss se acercó a mí con una expresión de dolor y tomó mi mano, me condujo a través de la suite y en mi habitación, cerrando la puerta tras nosotros. Suspiró profundamente y se volvió hacia mí con una mirada triste. —Ha sido difícil para él, E —dijo en voz baja y me burlé. —¿Sí? —dije con amargura. —E... Él no pudo hacer frente así a la distancia. Lo golpeó con fuerza y él... Él de… E, ¡maldita sea! ¡Se dio por vencido cuando tú...!

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—¿Se dio por vencido? —interrumpí sus palabras cuando la ira se apoderó de mí—. ¿Sabes qué, Boss? ¿Quieres saber lo DIFICIL que fue para mí...? ¿Quieres saber? —grité en voz alta, todo el dolor de los últimos dos años, finalmente llegando a un punto crítico. —Él me lo prometió, maldición Boss, me prometió que iba a volver a casa y ¿sabes qué? Malditamente que lo esperé. Lo esperé durante dieciocho meses como una jodida triste, idiota desesperada porque no podía dejarlo ir —lloré. —Me senté en ese piso en el aeropuerto por tres jodidas horas, rogándole que volviera, Boss... Tres jodidas largas y tortuosa horas, porque mi corazón y mi alma se fueron con él ese día, y que no he podido respirar, no he podido respirar desde que entró por esa maldita puerta en ese maldito aeropuerto! Él miró al suelo para protegerse de mi enojo y mi dolor. —Perdí a mi madre, mi hermano, mis amigos, mi amante, mi fe en mi padre y mi... En seis meses y lo único que quería hacer era morir... ¡Jodidamente morir! Y estás aquí, diciéndome que no lo pudo afrontar. Bueno, ¿sabes qué, Boss? Yo estaba en el extremo de un teléfono... Sólo a una simple presión de trece botones y habría estado ahí para él. O incluso si hubiera terminado de contestar mis malditas llamadas. Él chupó los labios y asintió con la cabeza en la desesperación. —Él no quería hablar después... —Boss —gruñó Jax en advertencia detrás de nosotros y me sacudí. —¿Cuánto tiempo has estado allí? —pregunté secamente mientras sus ojos se encontraban con los míos. —Lo suficiente, nena —dijo en voz baja y aparté la mirada sin incomodidad—. Boss. Danos un minuto —dijo y Boss asintió y se fue. —Siéntate —ordenó y lo miré con los ojos muy abiertos, pero me negué a moverme. Apretó los dientes y me miró. —Siéntate de una puta vez, nena. Me quedé inmóvil, mirando con asombro, boquiabierta y mi ojos redondos. Asomó la lengua entre los dientes y mordió, como para controlar su ira. —Nena —gruñó suavemente. —¿Y quién diablos es lo que realmente piensa que estás haciendo, Jax? No eres nada para mí, así que no tienes ningún derecho a darme órdenes —dije lentamente. Cerró los ojos y vi que sus puños se apretaron mientras sus fosas nasales flamearon. —No me estás escuchando, nena. —Bueno... No, no creo que te hayas escuchado durante dos jodidos años, Jax, por lo que no hay nada nuevo, ¿verdad? —Sonreí,

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ahora pasa el punto de importarle si lo termina y no porque estaba casi listo para volar. El gruñido que retumbó profundamente dentro de él, hizo que mis dedos se doblaran y puso sus ojos negros en mí. —Voy a pedirlo una vez más, nena. ¡Siéntate de una puta vez! Me eché a reír. No pude evitarlo. Me reí... En voz alta, con humor y sin control. Diez segundos después, me encontré de espaldas en la cama, atrapada bajo su cuerpo... su fuerte delicioso y jodido fabuloso cuerpo. ¡Gemí! Ya fuera por el miedo o el deseo, no estaba segura. Ambos pechos se encontraron uno sobre el otro mientras su cuerpo me enjaulaba, y sus ojos estaban más oscuros que nunca su ira, su dolor y su obsceno deseo ardiendo en ellos desesperadamente. ¡Y luego me rompí! Grité y lo golpeé. La pena de dos años de odio llegó a la superficie y golpeé salvajemente a la mierda fuera de él, golpeándolo con mis puños, grité y grité. —¡Hijo de puta! ¡Te odio, te odio, te odio. Joder! —grité Se quedó allí, inmóvil y mirándome mientras tomaba cada uno de mis golpes, tomó cada pieza de odio y todo lo que me devolvió fue la paciencia, ternura y amor. Sí, el amor estaba justo en frente de su cara y esto fue lo que hizo que lo hiciera. Agarré su pelo con las dos manos y tiré su boca en la mía. Él gimió en voz alta y me besó con tanta pasión que pensé que me iba a desmayar. Sus dedos se retorcieron dolorosamente en mi pelo mientras su lengua invadía mi boca y luchaba frenéticamente con la mía. Tomé todo lo que me dio: toda su alma y su espíritu se estrelló contra mí, ya que brutalmente chocamos nuestras bocas juntas, lloriqueando y gimiendo la una sobre la otra, después de tanto tiempo sin conectar. Se apartó un segundo y sus ojos eran tan intensos, que eran líquidos. Sus puños apretaron mi chaleco y me lo sacó de un contundente tirón. Di un grito ahogado y comencé a desabrochar el cinturón de sus pantalones vaqueros, desesperada por él, con ganas de sentirlo, ser tomada él y reclamarlo. —Jódeme, Jax. Fóllame duro salvaje. Te necesito dentro de mí — gruñí mientras bajaba sus pantalones vaqueros de un tirón y mis pantalones cortos. Tirando de mis pantalones cortos hasta que estuvieron fuera, él se inclinó sobre mí y luego me penetró.

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Los dos gimiendo en voz alta y arqueándonos en conjunto con satisfacción. Una profunda sensación intensa de llegar a casa se apoderó de mí cuando nuestras almas bailaron y nuestros cuerpos rotos se fusionaron Tenía los ojos en los míos, sosteniéndome mientras me llevaba, me devoraba con la mirada mientras nos convertimos en una entidad completa una vez más. —Tú... —Él empujó con fuerza—. Eres... —Empujó—. Jodidamente… —Empujó—. Mía… —Empujó—. Eve… —Empujó—. Hudson… ¡MIA! Rugió la última palabra, y ambos nos vinimos de manera dolorosa y violenta. Todo mi núcleo se iluminó a niveles extremos, mi cuerpo se estremeció con fuerza debajo de él, mis caderas levantándose para encontrarlo. Rodé mis ojos hacia la parte de atrás de mi cabeza cuando se resistió y se sacudió violentamente, sus dientes hundiéndose en su labio inferior mientras gritaba mi nombre y me llenó de una parte de él una vez más. ¡Y entonces lloré!

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Capítulo 37 Él se salió y me abrazó, pero me aparté. —No lo hagas, Jax. Inclinó la cabeza y frunció el ceño. —¿Nena? —Suspiré y me senté en el borde de la cama, de espaldas a él. —No lo hagas... Se colocó detrás de mí, con sus largas piernas flanqueando las mía mientras sus brazos se deslizaban alrededor de mi cintura y sus manos tomaban las mías. —Por favor, no hagas esto, Jax —supliqué y él suspiró. —Dame un pista, nena —susurró a mi oído mientras barría el pelo por encima de mi hombro. —Esto... —Hice un gesto entre nosotros con la mano—. Fue sólo sexo, Jax. No hagas de esto nada más. Se quedó en silencio un rato y luego el tono de su voz me hizo estremecer. —A la mierda el sexo, nena. ¡Siempre diferente, siempre es más contigo y lo sabes! Chasqueé mi lengua y suspiré. —Te vas a Norteamérica pronto, Jax, y yo no puedo hacer toda esa mierda de nuevo. Ambos tenemos vidas diferentes ahora. Besó la suave piel bajo mi oído. —Te sientes tan bien, nena. Hueles bien. Cristo, nena, incluso suenas bien, esos pequeños quejidos y gemidos que me das, iluminan mi jodido núcleo nena. No puedo simplemente... Simplemente no... Me levanté y busqué a través de la cómoda por algo de ropa interior limpia justo cuando la puerta se abrió y Mad entró disparado. —¿Qué diablos, Mad? —me burlé mientras Jax se paraba frente a mi cuerpo desnudo, con su figura desnuda. Mad se quedó en silencio mientras observaba la escena de desnudo de Jax y mía. Sus ojos estaban furiosos, pero opté por no hacerle caso y ponerme unos vaqueros y una camisa. —¿Deseas algo, Mad? —le pregunté, animándole a seguir adelante. —Sólo comprobando, E. Has estado aquí mucho tiempo pero ahora es bastante obvio por qué —dijo con un dejo de disgusto.

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Oí un gruñido en el pecho de Jax e inclinó la cabeza. —Bueno, ya sabes... Déjanos. —Jax... —le advertí y Mad lo fulminó con la mirada. —Bueno, me estaba preguntando... —Parecía un poco nervioso y me frunció el ceño—, si te importa si voy a Huddersfield contigo para ver a Aaron y Luce... Le sonreí suavemente. —Por supuesto. Les gustaría eso —dije suavemente para calmar sus nervios—. ¿Viajarás conmigo? Sonrió y asintió. —Sí, supongo que es seguro tomar mi auto. —Sonrió a Jax, pero Jax no tenía nada de eso. —Él puede viajar con los chicos y yo compartiré contigo, nena — ordenó Jax y giré hacia él con las cejas levantadas. —Bueno, eso está bien Jax, pero tengo que recoger a Bruce primero y probablemente no querrás ir con él —divulgué. Sus ojos se estrecharon en mí. —¿Bruce? Sonreí con picardía. —Mmmm, Bruce... Terminando con el caso empecé a empacar mis pertenencias cuando vi la sonrisa maliciosa de Mad. —Sí. Un tipo algo grande y un poco raro con la gente que no conoce —le informó, pero Jax se encogió de hombros y me siguió de nuevo a la sala de estar dónde todos estaban holgazaneando. —Me arriesgaré, nena. Puse los ojos en blanco y me encogí de hombros. —Lo que sea —concedí, el rostro de Mad enfureciéndose. —¿Tienes algún lugar para quedarte allí? —le pregunté a Boss que me sonrió al ver el enorme mordisco de amor que Jax me había dejado en el cuello. —En un hotel, cosita caliente. Hurgando en mi bolso, saqué la llave y se lo pasé a él con una dirección. —Esta es mi casa allí. Hay un montón de espacio para todos, pero voy a llegar un poco más tarde. Tengo algunas cosas que hacer en primer lugar. Eso sí, no destrocen el lugar al llegar allí —advertí en broma. Se disparó a levantarse del sofá y me abrazó. —Voy a tener un poco de diversión, nena —sonrió juguetonamente. —¿Por qué estaría preocupada, Boss? —Me reí mientras rodeaba a los demás. —Mad irá contigo —dijo Jax y Mad suspiró profundamente. —Déjame conseguir algunas cosas y te veré en el vestíbulo —le dijo a Boss quien asintió con la cabeza. —Por supuesto. No es un problema. —Boss se encogió de hombros.

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Ángel y Hunter me dieron un abrazo. —¿Estarás el jueves para lo de MTV? —preguntó Hunter y asentí. —Sí. Vuelvo el jueves por la mañana —le aseguré. Ambos asintieron y se fueron con el resto de Romm 103 y Mad, dejándonos solos a Jax y a mí. —¿No tienes algún bolso que llevar, Jax? —Buena idea. Estaré de vuelta en media hora —dijo mientras se acercaba hacia mí, con una sexy sonrisa en su rostro. —No hay prisa. Voy a ir casa y recoger algunas cosas y luego te encontraré aquí —ofrecí, pero negó con la cabeza mientras su dedo corrió por mi labio inferior. —Creo que tengo competencia, nena —murmuró y miré con confusión—. Mad. —Mad es sólo un amigo... Y tú también —le reiteré mis palabras de antes. Se burló y se alejó. De alguna manera no creo que él me hubiera tomado en serio.

Me detuve frente a la casa de mi vecino y apagué el motor antes de girarme hacia Jax. —Sólo serán dos minutos, si quieres ir a la mía y esperar. Él frunció el ceño. —¿Por qué? —Porque tengo que buscar algo primero —expliqué lentamente. Cristo. Era como vivir con tus padres. ¿Qué, por qué, quién? —Voy contigo —ordenó y no tuve fuerzas para discutir. —¡Lo que sea! —Suspiré y me bajé del auto y me dirigí hasta el camino, Jax me siguió obedientemente detrás y sabía que sus ojos estaban en mi culo. ¡Una chica sabe estas cosas! Pete abrió la puerta y me sonrió. —Eve, nena —declaró mientras me acurrucaba en un poderoso abrazo. —Me alegro de verte. ¿Cómo has estado? —le pregunté, y los ojos de Pete cambiaron a Jax, a continuación se abrieron cuando se dio cuenta de quién era. —¡Oh, Dios mío! Jaxon Cooper —declaró alegremente. Me incliné hacia él, y guiñé un ojo. —Pensé que me agradecerías mi pequeña adición. —Me reí. —¡Joder, pequeña! Es el jodido hombre... cada glorioso centímetro de él —babeó y le di un codazo antes de girarme hacia Jax.

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—Jax este es Pete. Pete este es Jax —Los presenté antes de abrirme paso entre Pete y dirigirme al interior. —Cosita de mamá —grité. Eso fue todo lo que necesitó. Bruce salió a toda velocidad desde una columna y supe que no se detendría. Chocó con mis piernas a 100 mph y luego saltó directamente a mis brazos, besándome con avidez, con una enorme sonrisa en su cara de perro. —Mi chico —me reí mientras le devolvía el beso con tanto entusiasmo—. ¿Dónde está mi canción? —le pregunté y él entonó un aullido, sus labios caninos formando una "O" perfecta. —Ahí está —sonreí, me tambaleé a la cocina de Pete para recuperar su regalo de la caja. —¿Bruce? —Jax preguntó detrás de mí. Cuando me volví sonreí enormemente y miró a Bruce. —Bruce, este es mi amigo Jax. Ahora te tiene que gustar porque él se queda con nosotros durante unos días —le dije en serio. Las cejas de Jax se pegaron a la línea del cabello como si estuviera completamente loca por tener una conversación con un perro de cinco años. Bruce miró a Jax y sabía que se sentía amenazado por este enorme hombre que quería toda la atención de su mamá. —No te preocupes, sigues siendo mi chico favorito —le susurré al oído. Él pasó a otra canción y me uní a él, los dos cantando a Fun Some Nights. Besé a Pete, dejé la casa, caminé un poco por el camino y entré en la mía. Jax me siguió y me dirigí a la cocina. —¿Quieres beber algo antes de irnos? —le pregunté, pero negó con la cabeza mientras daba un vistazo. —Fantástico, nena. Sonreí en agradecimiento. —Gracias. Sólo voy a obtener algunas cosas. Siéntete como en tu casa. Asintió mientras miraba a Bruce preocupado, pero supuse que estaría bien por unos pocos minutos, mientras empacaba algunas cosas para el viaje y los dejé. ¡Supuse mal! Bajé diez minutos más tarde para encontrar un Jax pálido acorralado en una silla de la cocina y un enojado Bruce, mirándole con una ligera curvatura de los labios, cuidando sus galletas. Tuve que cerrar los ojos por un segundo para detener la risa que amenazaba como un estruendo al ver la cara de Jax. —Buen chico —le dije mientras trataba desesperadamente de controlar mi risa. Bruce me dio una mirada y luego retrocedió lejos de Jax.

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—¿Le dijiste que me odiaras, nena? —preguntó estrechando los ojos y me reí. —Él piensa que eres una amenaza para su mami —le expliqué y Jax sonrió. —Perro sabio. —Fue todo lo que dijo y elegí ignorarlo, recogí las cosas de Bruce en su bolsa de viaje. —Vamos a ver al tío Aaron —le dije a Bruce que ladraba de acuerdo y fui a recoger su arnés para auto que estaba cerca de la puerta. Había encontrado a Bruce, un Cocker Spaniel negro y rojizo, en la parte trasera de un callejón hace un año después de un concierto y me había ahogado en amor y gratitud desde entonces. No podía entender cómo alguien podía abandonar un perro tan inteligente. Todo lo que le había enseñado lo había aprendido en un par de días, y cada vez que dominaba otro truco me sorprendía. A pesar de que sólo tenía un ojo y la mitad de la oreja derecha le faltaba... Era feo, pero para mí era adorable. Me había sorprendido una y otra vez y yo le había arropado en amor y consuelo sólo por ser él. ¡Era genial! Él corrió detrás de mí e hizo pis en un pequeño árbol en el frente, antes de subirse al asiento de atrás y me dio su arnés, su lengua teniendo sexo con mi oreja mientras lo reprimía. Jax observaba desde mi lado y pude ver el respeto en su expresión, pero no dijo nada. —¿Listo? —le pregunté a Jax. Bruce ladró cuando Jax estuvo a punto de confirmar y reprimí una risa; cada vez que Jax abría la boca Bruce ladraba. Mi perro le estaba diciendo a Jax quién era el jefe. ¡Buen chico! ¡Qué maravilloso viaje tuvimos en la M1! Bruce ladraba cada vez que Jax trataba de hablar o tocarme. Jax en realidad empezó a retroceder a los gruñidos de Bruce y se puso tan mal que ya se gruñían el uno al otro antes de llegar a Sheffield. Bruce ladró a la radio para la mitad de la jornada, lo que enfureció a Jax y traté de dejar de hacer pis todo el maldito camino. Mis muchachos se odiaban mutuamente... ¡Épico!

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Capítulo 38 —Romeo me envió un mensaje de texto. Se han ido directamente al Z Bar. Van a reunirse con nosotros en tu casa más tarde —me informó Jax cuando entramos en Huddersfield. Asentí mientras mi estómago gorgoteaba de emoción por estar cerca de casa. El teléfono de Jax había estado sonando constantemente todo el camino y cada vez había sido rechazado por él, levantando mis sospechas de que era alguien con quien evidente no quería hablar delante de mí, lo que me hizo empezar a preguntarme por qué. —¿Cuándo vuelves a casa? —pregunté con indiferencia, pero en realidad estaba preparándome para su respuesta. —¿Casa, nena? —Sí. Estados Unidos. Casa, Jax —hice eco. Pareció confundido por un momento mientras me miraba. —Huds siempre ha sido casa, nena. ¿En serio? ¡Tenía que estar bromeando! Asentí y lo dejé así antes de decir algo que me haría arrepentirme mientras me giraba hacia un camino de tierra. Jax me miró y luego miró en el horizonte hacia mi casa. —¡Joder, nena! —tartamudeó mientras tomaba la vista de mi casa. Bruce ladró con fuerza y comenzó a jadear cuando olió la casa y sonreí a través del reflejo. —Casa, Bruce —declaré y me respondió con un prolongado aullido. Girándome hacia las puertas dobles, introduje el código PIN en el panel de seguridad, conduje por el camino de grava y contuve un aliento reconfortante a través de mi ventana. ¡Casa! —Bienvenido a casa, chico —sonreí a Bruce mientras lo dejaba escapar. Saltó inmediatamente hacia el prado y sabía a dónde iba—. ¡Vuelve sucio y estarás corriendo hacia tu propio baño! —grité detrás de él. Ladró y meneó su cola antes de desaparecer sobre la pequeña colina hasta el pequeño arroyo; su deseo de atormentar a los patos que allí residían llevó a sus pequeñas patas a ir tan rápido como podían.

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Jax se quedó en silencio, asombrado, mirando fijamente mi hermosa casa y de repente estaba bastante nerviosa por su opinión. ¿La odiaría? —¿Qué piensas? —pregunté en voz baja. Me había enamorado de ella tan pronto como la había visto. La había comprado regalada porque había estado muy descuidada, pero ahora mirar la estructura blanca impresionante, con sus numerosas ventanas de celosía y la hiedra cubriendo el ladrillo, me envolvía en calma y confort. Jax se giró hacia mí, con la mandíbula caída y los ojos suaves. —Tú la renovaste, ¿verdad? —dijo y le miré conmocionada. —¿Cómo lo supiste? Él sonrió y acarició mi mejilla. —Porque es tan hermosa como tú, nena. Se siente como tú. ¡Joder! ¿Por qué siempre decía cosas que me daban ganas de llorar? Sonreí con tristeza y asentí. —Sí. Mi madre y yo la encontramos antes de su muerte y ambas supimos que... que aquí era donde tenía que estar. Sus ojos estaban tristes mientras se paraba delante de mí. Continuó ahuecando mi mejilla, pero su pulgar corrió por mi labio inferior. —Le dijiste a Boss que habías perdido la fe en tu padre. Asentí y miré hacia la colina donde Bruce había desaparecido otra vez, mientras estaba de pie en silencio debatiendo cuánto decirle. Siempre había sido capaz de decirle a Jax todo y él siempre me había escuchado. —Sí. Ella... Mamá me dijo algunas cosas que... bueno, que cambiaron todo un poco —revelé dolorosamente—. Cosas que no he tenido oportunidad de tratar todavía, pero espero hacerlo esta semana, bueno... Su mano se deslizó en mi pelo y se acercó a mí mientras sostenía mis ojos con los suyos. —Estoy aquí, nena —susurró y luego me besó. ¡Dios, me besó! Despacio. Con ternura. Con amor, y me rompió el corazón de nuevo, pero le reflejé todo cuando agarré su pelo y me aferré a él como si eso salvara mi vida. Un sollozo estalló de mi garganta ante su adoración suave y gentil en mi boca. Él gimió cuando su lengua buscó la mía y le toqué tan cariñosamente como él lo hacía. —Nena... —susurró contra mis labios antes de que me envolviera en sus brazos y me atrajera hacia sí. Coloqué mi cabeza en su pecho mientras mirábamos hacia la pradera. Él se echó hacia atrás un poco y se quedó mirándome fijamente. —Jacintos —dijo simplemente.

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Su respiración se detuvo cuando asentí. —Son las que me atrajeron aquí —le dije, y luego tomé su mano—. Quiero mostrarte algo —dije mientras inhalaba profundamente. Tenía que hacerlo. Lo conduje hacia el prado y nos abrimos paso a través de la masa de campanillas hacia un enorme árbol que se extendía por la parte trasera. Era un gran y dominante Major Oak y era absolutamente perfecto para el monumento memorial que necesitaba que fuera. Lo acerqué a él y se lo mostré. —Es para todos los que son especiales para mí —le susurré mientras sus dedos recorrían el nombre “Mary Ann” que había tallado con amor en el tronco. Se quedó en silencio mientras leía el nombre de su hermana a un lado del de mis padres y luego miró más abajo en el tronco. Pude ver la confusión en su rostro antes de que la comprensión le golpeara. Palmeó el árbol por apoyo cuando lo vio, pero luego cayó de rodillas. —Oh, Cristo... —se ahogó mientras leía el nombre. “Kara Ann Cooper” —No lo supe hasta después de que te habías ido —susurré tristemente—. La perdí a las 22 semanas y ella ya era tan absolutamente hermosa. Su cabeza colgaba, y me levanté cuando Bruce llegó corriendo, pero él siempre mostraba respeto hacia el árbol y se sentó de inmediato. —No te lo dije porque quería darte una sorpresa cuando llegaras a casa, pero... nunca lo hiciste... y... y ella murió. —Deberías haberme llamado cuando ella... cuando perdiste a la bebé. Me burlé en voz alta. —¿Qué? Lo intenté, Jax, pero ellos no querían que me comunicara contigo, tu maldito secretario siguió rehusando mis llamadas a ti —le expliqué y lo vi ponerse rígido. Soltó un sollozo, una simple exhalación de un grito ahogado, y caí de rodillas junto a él y me afligí con él por la hija que nunca conoció. —¿El látigo? —susurró mientras tomaba mi mano y me miraba. Asentí y sonreí con tristeza. —Sí. Todo era un poco... demasiado y después de que Kara murió... bueno... quería irme con ella. —Me temblaban las manos y el cuerpo, pero él me la sostuvo apretadamente—. Ya no puedo tener. Tuvieron que hacer una histerectomía cuando la sacaron. Todo ahí dentro estaba demasiado devastado como para ser salvado, y ahora... ahora nunca voy a... tener mi propio... Me abrigó y me abrazó tan fuerte como siempre lo había hecho.

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—Nena... yo... nunca saliste de mi corazón o de mi cabeza. Siempre estuviste conmigo, E. Levantó su camisa sobre su cabeza y le miré fijamente su pecho con la boca bien abierta. Un tatuaje ahora firmaba el músculo de su pectoral izquierdo, justo encima de su corazón. “En cuerpo y alma, nena.” Mi dedo trazó las palabras y se apoderó de mi mano y lo siguió conmigo. —¿Eres mía, nena? —susurró. —En cuerpo y alma, nene —le susurré mientras me sacaba el zapato y levantaba el pie para que pudiera ver la planta de mi pie. Entintado en el centro estaba las palabras: En cuerpo y alma, nene. —Está escrito en mi alma —revelé, dándole la razón por lo que estaba bajo mi pie. Su frente se posó sobre la mía y nos quedamos allí por un tiempo, nuestros ojos sólo sosteniendo el del otro hasta que finalmente Bruce ladró y nosotros nos reímos.

Caminamos de regreso a la casa de la mano y en silencio, pero cuando abrí la puerta mi respiración se derramó fuera. —Mierda —susurré mientras captaba el estado de mi casa. Bruce gruñó y se fue al frente, protegiéndome como de costumbre. —Mierda... —escupió Jax mientras agarraba mi brazo y me ponía detrás de él—. Quédate aquí —ordenó pasando para ver la casa. Todo estaba tirado por todas partes. Los muebles habían sido machacados, el contenido de cada uno de los cajones de la casa dispersado por todas partes. La nevera y los armarios habían sido limpiados, pero por suerte no habían contenido mucha comida porque había estado lejos. Las alfombras habían sido arrancadas y todos los cuadros de las paredes lanzados por la habitación. —Estaban buscando algo —le dije lentamente a Jax mientras mis ojos abarcaban toda la habitación. Se dio la vuelta, ya que no me había oído entrar detrás de él. —Joder, nena. Me quedé en silencio y calma mientras entrecerraba los ojos. —Ella les dijo. —¡Mierda! —dijo Jax entre dientes y se acercó a mí—. ¿Te dijo que les había dicho?

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Negué con la cabeza y mordisqueé mi labio inferior con furia. —No... ¡Si ella no estuviera muerta, la mataría ahora mismo! —gruñí. ¡Estaba tan condenadamente enfadada con ella! —¿Cómo pudo hacerme esto? ¡Después de todo lo que solucionamos antes de que muriera! Me acerqué a la chimenea y cogí la foto rota de Aaron, Luce y yo, tomada en el vigésimo cumpleaños de Luce. —¡Maldita sea! —grité mientras lo lanzaba a través del cuarto. Bruce comenzó a ladrar salvajemente y Jax me levantó una mano para decirme que iría a investigar. Hundiéndome en mi sofá arruinado, miré alrededor de mi casa. Todo en lo que había trabajado, cada pieza de amor y devoción que había puesto aquí, se había ido... arruinado. Sabía que no habían encontrado lo que buscaban, pero también sabía que no iban a parar su caza hasta recuperar a su presa... ¡yo! —Mierda, cosita caliente —jadeó Boss cuando entró en la habitación. Levanté la vista hacia él y me encogí de hombros. —Son sólo cosas ahora. Me dio una mirada de dolor y vino y se sentó a mi lado. —Desventaja de ser famosa, E —dijo Y yo me burlé: —Desventaja de tener una madre como la mía — rectifiqué. Me dio una expresión confusa, pero negué con la cabeza mientras los demás entraban. —Tengo que limpiar —dije sin emoción y Jax agarró mi mano. —Pondré a alguien a eso, nena —ofreció, pero negué con la cabeza. —No, Jax. Son mis cosas —dije, y entonces lo vi y mis pulmones se rindieron. Jax me cogió y siguió mi mirada a la pequeña foto enmarcada que había sido partida en dos. Chillé destrozada mientras él recuperaba los dos pequeños trozos de papel con las huellas de los pies de nuestro bebé. Sus dedos corrieron suavemente a través de la pintura color rosa, seca hacía mucho tiempo, mientras se mordía el labio inferior y su pecho se agitaba. Se acercó a mí, me los pasó, y luego desapareció. Sólo caminó fuera. Sólo... se fue.

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Capítulo 39 Lo chicos habían sido encantadores, y en tan sólo unas horas mi casa estuvo habitable de nuevo y Mad habría recorrido el Internet y ordenado una réplica de algunos muebles, pero nada reemplazaría las huellas de mi bebé y estaba el hecho además de que un hijo de puta fue lo suficientemente cruel como para hacer algo así para herirme. Para advertirme de con quién estaba tratando. ¡Bastardos sin piedad! Jax había vuelto una hora más tarde con los ojos inyectados de sangre y los hombros rígidos, pero se lo había tragado de nuevo y lanzado a ayudar a todos los demás después de que Boss lo arrastrada a una habitación a solas para sermonearlo. Mad había empezado a preocuparme. Estaba frecuentemente surcando mi atención frente a los demás, tocándome y con ganas de estar cerca de mí continuamente, y sabía que era debido a la presencia de Jax. Incluso había agarrado el dormitorio junto al mío antes que los demás pudieran reclamar uno; causando que Jax lo mirara pero Mad terminaba sonriendo en respuesta. Boss y Bruce se habían hecho mejores amigos. ¡Ninguna sorpresa ahí! Jax sabiamente se mantuvo fuera del camino de Bruce mientras trabajaba su camino alrededor de mi casa y yo me detuve en la puerta de mi habitación mientras veía a Jax en silencio mirar la foto enmarcada de él y yo cuando habíamos asistido a una cena-baile de caridad, volviendo cuando Room 103 se había hecho a lo grande en el Reino Unido; él en toda su magnificencia mientras llevaba un esmoquin y yo me había embutido en un ajustado vestido de cóctel rojo. —Estabas tan hermosa ese día —dijo en voz baja sin darse la vuelta, sintiendo mi presencia detrás de él—. Todavía lo eres, nena. —Como lo eras tú. Como lo eres tú —le respondí y se giró hacia mí, una pequeña sonrisa se levantó en sus labios mientras sus ojos brillaban. —¿Jax? —dije en voz baja. —¿Nena? —Yo… realmente estoy luchando en estos momentos —le confesé torpemente. Levantó sus ojos a los míos y el dolor de ellos era indescriptible. —¿Lo necesitas, nena?

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Asentí y apreté los puños —Ha pasado más de un año, pero esto… y la foto de Kara… eso… eso me está comiendo Jax, me ahoga. Reprimí un gemido, pero sabía lo que iba a venir, amenazando con destrozarme. Él se me acercó y me tomó cada mano en las suyas. —¿Cómo te sientes cariño? Fruncí el ceño, confundida, pero el asintió levemente, animándome a decirle, pero no me ayudaba, decir las cosas en voz alta. Nunca lo hizo. —Enojada. Asustada. Consumida. Vacía. Con cada una de mis palabras plantaba pequeños besos en mi mandíbula, su lengua chasqueando para probar mi piel y cada uno generando un resoplido de aire de mis labios. —Sin amor. Culpable, Disgustada. Triste. Sólo quería seguir adelante para ganar otro dulce pero caliente beso. Mi cuerpo estaba funcionando a toda máquina mientras su boca se deslizaba más cerca de la mía; cada individualmente erótico roce lanzaba otro silbido de aire de mis pulmones. Podía sentir la picazón volviendo a mi sangre caliente y la presión que pulsaba a través de mi cuerpo transformándose en excitación, cada una de mis palabras y cada uno de sus besos humedecidos por el deseo de liberación y construyendo el hambre en él. —Caliente. Excitada. Desesperada. Necesitada. Estimulada. Él gimió antes de que sus labios se estrellaran en los míos y gemí con el contacto, pero me aferré a él, alimentándome mientras me devoraba con avidez y dominantemente. —Jax. Respiré mientras su boca bajaba por mi garganta, sus labios calientes mojando una ruta hacia mi clavícula y me aferré fuerte a sus bíceps para sostenerme. —Nena… —murmuró mientras se encontraba en la curva de mis pechos por encima de la V en mi camiseta y pasaba la lengua por el borde—… hueles tan jodidamente bien. Te necesito E. Todo el maldito tiempo nena, necesito respirarte, necesito sentirte. Necesito consumirte y tomarte. Tomarte debajo de mí hasta que pierdas tu maldita mente y encontrar la mía. ¡Santa Mierda! Me sentía en llamas. —Yo también te necesito, bebé —le susurré. Su pecho retumbó ruidosamente cuando el regresó y tomó mi boca, haciéndome el amor sólo con su lengua. No podía tener suficiente de él por más que luchara, los dos en un duelo apasionado mientras nuestras manos vagaban por el otro,

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explorando vorazmente el cuerpo del otro, tomando nuestra ración después de una tan larga abstinencia. Mi espalda chocó contra la pared y salté y abracé su cintura con mis piernas, tirando del él más cerca. Era como si pudiera respirar, finalmente, después de dos largos años, como pudiera tomar un respiro, una gran inhalación, un trago descomunal de aire que se estrellaba contra mis pulmones e inundaba la vida por todo mi cuerpo. Las sinapsis encendieron mi cerebro y trajeron mis terminaciones nerviosas secas devastadas a la vida, alimentando cada una de ellas con voracidad y mi corazón, finalmente, dio un golpe, como un rayo descongelándose y reiniciándose. Él giró y nos llevó a la cama, poniéndonos lentamente mientras continuaba con su propia marca de besos. La marca que pensé que se había quebrado y agotado hace mucho tiempo. Mi camisa se levantó por encima de mi cabeza mientras él estaba junto a mí, con los ojos vagando por cada centímetro de mi torso desnudo con una llama que encendía mi propio fuego. Tomó mis pechos con ambas manos, acariciándolos suavemente mientras su boca encontraba mis costillas y su lengua viajaba húmedamente hasta la cintura de mis vaqueros donde continuó idolatrándome alrededor del borde de la banda. Mis manos encontraron su pelo y gemí cuando el desabrochó el botón y los bajó por mis caderas con mis bragas, inmediatamente deslizando un dedo dentro de mí, lo que me provocó un fuerte gemido. Las quitó por completo, luego se arrastró de vuelta a mí y colgó cada una de mis piernas sobre sus hombros y gruñó… profunda y bruscamente. ¡Cristo! ¿Por qué hacía eso? Yo estaba, prácticamente mendigando. Gemí largo y fuerte cuando su lengua recorrió mi longitud. —Extrañaba tu miel, nena —susurró mientras su lengua comenzaba a follarme y me arqueé hacia él, mi coño controlando mis caderas mientras las alzaba más en su boca. Él me trabajó en un salvaje, jadeante lío mientras su lengua se movía rápidamente a mi clítoris y sus dedos acariciaban mis paredes internas, forzando a mi orgasmo a construirse a toda prisa. —¿Estás lista para gritar, nena? Me sonrió de manera sexy, antes de deslizar su dedo en mi ano y envolviera sus labios alrededor de mi pezón y lo chupara. Y yo hice justo lo que él había predicho… grité, en voz alta, sin aliento y violentamente mientras mi cuerpo luchaba entre el placer y el dolor.

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—Jesús —susurré cuando, de repente, él se puso a horcajadas sobre mi cuerpo, su enorme polla en su mano, mientras la bombeaba con urgencia hasta que disparó su semen por todo mi pecho. Él líquido cremoso caliente cubrió la totalidad de mis pechos y llegué al clímax otra vez sólo ante la visión de él. —Eve —rugió él mientras echaba su cabeza hacia atrás con fiereza y flexionaba sus caderas hasta vaciar todo lo que tenía. Se quedó abarcado por encima de mí mientras colocaba la palma de su mano en su propio semen y comenzaba a extenderlo alrededor de la parte superior de mi cuerpo, manchando sobre mis pechos y mi garganta. Era totalmente dominante y descarado y me encantó. Tomé su mano y la lamí con toda mi lengua, de abajo hacia arriba, devorando cada gota de él. Sus ojos se oscurecieron mientras su polla saltaba a la vida y antes de que tomara un respiro él estaba dentro de mí, sus caderas meciéndose en mí urgente y desesperadamente, mientras nuestro apetito carnal nos gobernaba y nos montábamos entre sí, duro; él sobre mí, yo sobre él, de vuelta al pecho, las manos y las rodillas y luego pecho a pecho cuando me senté a horcajadas sobre sus caderas mientras él se arrodillaba delante de mí. Sus manos y su boca estaban por todas partes, probando y tocando cada centímetro de mí mientras gemía palabras eróticas y peticiones vergonzosas en mi oído y mi cuerpo amó cada maldito segundo de ello. Mi clímax se construyó tan rápido que me sorprendió cuando se apoderó de mí e hice algo estúpido mientras estaba superada por el momento… ¡Le dije que lo amaba! En voz alta, con enojo y pasión. Simplemente gritándoselo allí, no a él. De hecho, creo que le grité y tan pronto como salió de mi boca él explotó dentro de mí, un fuerte grito brotó de él mientras golpeaba mi centro, rebotando y luego llenando cada parte de mí con su esperma. Me había puesto rígida en cuanto lo dije y Jax me miró con curiosidad, después de haber regresado a la tierra —¿Nena? Sonreí con fuerza y sacudí al cabeza. —Estoy bien. Él suspiró y se dio la vuelta, pero luego se puso de lado y me miró profundamente, sus ojos clavados en los míos y buscando mi alma. —Necesito escucharlo de nuevo, nena. Me encogí y sacudí mi cabeza. —Sólo fue un hábito, Jax —mentí.

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Su respiración se profundizó y vi su pecho subir y bajar pesadamente mientras se mordía el labio inferior como si su vida dependiera de ello. —¿Qué carajo, nena? —Maldita sea, Jax ¿Qué diablos quieres de mí? Salté de la cama y me puse todo de nuevo mientras él yacía allí y sólo me miraba —A ti nena. Sólo a ti. Lo miré con incredulidad. —¿Vas a renunciar a América por mi entonces, Jax? ¿Quedándote aquí y rompiendo los corazones de los chicos? Su cara lo dijo todo. ¡No! —No. No lo creo. Me giré apartándome de él, así no podía ver el dolor en mi cara. Era tan estúpida. Tan imbécil por dejarlo entrar de nuevo una vez más. Sabía que él me iba a romper de nuevo y no debería haberme arriesgado, debería haber puesto un poco atrás las ganas pero él era como una maldita droga, mi necesidad de él era demasiado intensa y no podía luchar contra el hambre y el dolor. Había cambiado una adicción por otra y está sería difícil de superar. Ésta podría matarme. —Tengo que ir al hospital. Es casi la hora de visita —dije sin rodeos antes de salir de la habitación, dejándolo inmóvil y tranquilo en mi cama, mientras se daba cuenta de la verdad de mis palabras. Los dos estábamos atrapados en un círculo vicioso. Nuestras carreras destruían nuestros corazones.

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Capítulo 40 Evie estaba acurrucada contra su mamá cuando yo y todos los chicos entramos en la habitación del hospital, cargados de globos, peluches y chocolates. Sólo había sido porque eran famosas estrellas se rock que la hermana de servicio nos lo había permitido y yo había rodado mis ojos en cada una de sus bromas coquetas para absorberla. Me levanté y tomé una respiración constante antes de acercarme a ella. Mi corazón se había disparado y roto al mismo tiempo. Luce me dio una sonrisa triste pero alentadora cuando emocionalmente acomodé mi mano en sobre la masa de pelo castaño de mi sobrina. —Es hermosa —le susurré. Luce se puso de pie y me la dio, reclinándose en mis brazos para que yo pudiera acunarla. —Hey Evie —susurré cuando Jax se acercó a mí, su enorme cuerpo apoyándome tanto física como emocionalmente. Esto debería haber sido con mi hija, pero ahora, nunca lo sería y Jax sabía exactamente como me sentía cuando él se inclinó hacia mí. —Serás una tía genial —murmuró y yo sonreí y asentí. Él estaba en lo cierto. Yo sería la tía genial, la tía que Evie podría ir cuando necesitara hablar de sexo y novios, cuando no pudiera contarle a su madre. La tía que la llevaría al parque y al zoológico y la bañaría en regalos que sus padres rechazarían darle. Sería esa tía. Y la amaría todos los días. —Evie Kara Hudson —le dije a Jax cuyos ojos se abrieron y una dulce sonrisa se levantó en sus labios. —Evie Kara Hudson —repitió en voz baja mientras palmeaba su pequeña cabeza. —Jax —murmuró Aaron desde la esquina de la habitación y gemí cuando Jax se giró y Aaron inclinó la barbilla hacia el pasillo de afuera demandando a Jax salir de la habitación. Jax simplemente asintió y lo siguió fuera y Luce puso su mano en mi brazo mientras otro tipo vino para mirar a Evie. Se la pasé a Romeo cuando Luce me llevó hasta la esquina de la habitación, sus ojos brillando de ira. —¿Qué demonios estás haciendo E? Me aparté de su ira y sacudí mi cabeza.

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—Nada está sucediendo Luce. —Mierda. Incluso puedo olerlo jodidamente en ti. Me burlé. —¿Qué eres, un maldito vampiro? —ladré con amargura, pero encogiéndome cuando ella dejó escapar un suspiro pesado. —No E. No tomes la mierda conmigo. ¡No te atrevas a burlarte de mí! ¿Quién demonios te recogió cuando él se fue y nunca regresó? ¿Quién te mecía para dormir noche tras noche mientras gritabas por él? ¿Quién se sentó y tomó tu resentimiento, tomó tu dolor de corazón y tomó tu ira? Asentí y chupé mis labios. —Lo siento —susurré y ella agarró mi mano. —Simplemente no quiero verte pasar por todo eso otra vez E, cuando él se vaya. Porque lo hará. Él se irá y te dejará de nuevo y tú serás a la única que dejará atrás. Vas a ser la que luche con el maldito látigo. ¡No yo! Sabía que tenía razón, pero sus palabras me cortaban, la verdad de ellas me golpeó duro, pero entendía su resentimiento. Había sido ella la que había tratado de sacarme de la oscuridad, cada uno de sus intentos en su defecto y haciéndola sentir como un fracaso una y otra vez. Y eso es lo le había hecho daño, su incapacidad para ayudar a su mejor amiga. Asentí y la abracé de lado. —Lo sé. Las dos lo sabemos… sólo… Puso su dedo sobre mis labios para silenciarme mientras sus ojos me mostraban su dolor. —Termínalo E. Y acaba con ello ahora, antes de que sea demasiado malditamente doloroso —instó y suspiré, pero asentí.

Nos amontonamos todos en el Z Bar para celebrar el nacimiento de Evie y se sentía como si estuviera visitando a la abuela: familiar, acogedor y confortable. Una gran ronda de aplausos estalló y cánticos de “Room 103” y “E.E.E.E…” golpearon el techo y sacudieron el lugar. Las bebidas fueron compradas para nosotros y nos alineamos en la barra mientras la noche avanzaba, todos cayeron en un estado de ánimo feliz y relajado. Nadie nos trataba como grandes celebridades. Sólo éramos los antiguos Room 103 y eso es lo que nos encantaba del lugar. Después de aproximadamente una hora Rod, el gerente, le preguntó a Room 103 si harían un par de canciones para recordar los

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viejos tiempos. Sonreí cuando aceptaron y Rod arrastró sus antiguos instrumentos del almacén y el lugar estalló cuando vieron que los ubicaba. Me instalé en un taburete junto a Mad mientras los chicos trepaban en el escenario y tomaban su lugar. —¡Z Bar! —gritó Jax—, Dios. Es bueno estar de vuelta, gente. La multitud aplaudió y Jax miró alrededor de la habitación, una ligera expresión de nostalgia en su rostro y luego suspiro fuertemente. —Los he extrañado a todos, ¿saben eso, no? Todo el mundo aplaudió en reconocimiento. —Voy a empezar con una de las viejas, chicos, una que significa mucho para mí porque una vez la dedique a una chica. Una chica, que me tomó como soy, se llevó toda mi mierda y mi dolor y me hizo suyo. Y ahora, una vez más, voy a dedicarle ésta a E. Ella rezuma al muchacho, ella me pone duro… ella ES malditamente cautivante. Me guiñó un ojo con una sonrisa descarada. Ignoré la maldición de Mad a mi lado. La banda empezó a tocar mientras la masa de gente gritó de aprobación en la elección de la canción cuando Jax empezó, sus ojos en los míos todo el camino y una vez más él terminó con una línea alterada. Pero yo siempre digo Rompe con todo chico, está jodido el encanto E, Sólo jodido E. Todo el mundo estaba sobre sus pies mientras Room 103 tocaba un par de canciones más, un par de nuevos éxitos y un par de los viejos, sacudiendo la habitación en la órbita y amé cada minuto, observando y sacudiéndome con la multitud. Cuando terminaron su última canción, Jax sonrió y tomó el micrófono en su mano. —¿Quién piensa que deberíamos tener aquí a Eve jodida Hudson? La sala estalló en un alboroto mientras cada cabeza del lugar se giraba hacia mí y de repente encontré a mi pequeño cuerpo pasando de persona a persona hasta que llegué al escenario. Lo fulminé juguetonamente pero le sonreí cuando se acurrucó a mi lado y se giró hacia la multitud. —¿Cualquier petición? —sonrió burlonamente Jax. —Shocking Heaven —gritaron desde cada boca en el edificio. ¡Mierda! Sacudí la cabeza y Jax me frunció el ceño. —¿Nena? Sacudí mi cabeza y tomé el micrófono de Jax. —Lo siento chicos. No esta noche. Escojan otra —les dije.

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Después de una ronda de “Boo” Todos gritaron “Let me breathe”, ésta era mi única actual en las listas, que estaba fresca en sus mentes. —No puedo. Room 103 no conoce la… La banda me sorprendió cuando comenzaron a tocar mi canción perfectamente y me giré a ellos con la boca abierta. Encogiéndome de hombros, me di la vuelta hacia la sala. —Supongo que sí —sonreí. Una gran ovación resonó en la sala y pillé la cara de Jax. Él estaba enojado, no, él estaba furioso y sabía que era porque me había negado a cantar esa canción con él. Lo superaría. Boss empezó golpeando los tambores mientras el primer verso era cantado con solo un latido del tambor y por toda la canción sostuve la mirada de Jax. Porque, sin él saberlo, había escrito esta canción para él. Me quedé aquí en la oscuridad Esperando por tu llamada Esperando a que el dolor se acabara Pero ni siquiera te atreviste Ni siquiera intentaste Sólo me dejaste en la oscuridad Sola y rota El resto de la banda entraba ahora con el coro y pude ver como la compresión se disparó en Jax mientras leía mis ojos. Así que sólo márchate y déjame respirar Sólo márchate y déjame respirar Porque no voy a dártelo nunca más No te abriré la puerta Está cerrada y muerta Del mismo núcleo Derecho a mi núcleo vacío Su expresión era de dolor cuando golpeé el segundo verso y capté la pregunta en sus ojos. Siento todo el dolor Odiando el vacío que dejaste Anhelando el fuego que tomaste Pero arrancaste todo lejos Lo robaste lejos Dándome sólo todo el odio

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Sola y rota Él definitivamente lo sabía ahora, y cuando entré de nuevo en el coro, podía ver su nuez de adán flotando sobre él locamente mientras su pecho se agitaba con grandes tragos. Él último verso, una vez más, era cantado acompañado con el ritmo del tambor y entonándosela a él, quemándolo con ella, le hice sentir cada centímetro de mi dolor. Pero ahora he quemado el dolor Trayendo mi alma a la vida Cerrando mi corazón a tu mundo Porque eso es lo que hiciste Cuando tú volaste Sólo volaste y me dejaste morir Vacía y estéril Jax cerró de golpe la puerta del bar yéndose, saliendo furioso mientras todos ovacionaban en agradecimiento. Boss me miró con recelo y Mad sonrió felizmente. ¿Pero yo? Yo me rompí toda de nuevo.

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Capítulo 41 El zumbido en mis oídos enviaba dolorosas sacudidas a través de mi pobre cerebro aturdido. Todavía estaba oscuro afuera y estaba acurrucada demasiado cómodamente para ser arrancada tan fastidiosamente de mi sueño. Había estado soñando durante aproximadamente una hora de encendido y apagado, y había estado maldiciendo la maldita cosa en mi pobre estado de resaca. Finalmente cediendo, mi mano se disparó en la oscuridad para agarrar el elemento infractor, antes de que fuera tentada a romperlo con mi puño, y respondí sin siquiera abrir los ojos. ¡Qué habilidad! —E. ¿Dónde carajo estás? —gruñó Sed por el auricular. Mis cejas se levantaron, pero mis ojos se quedaron como estaban... pegados cerrados. —En casa. —Esto era todo lo que mi boca gomosa logró escupir. —¿Dónde diablos es eso? —Está bien Sed. ¿Algo te hizo enojar porque realmente suenas como si lo estuvieras? —pregunté y fui recompensada con un sonoro huff. Hice rodar mis ojos, debajo de mis párpados. Más habilidad. —¿Es una broma E? —ladró. Él realmente estaba en un pésimo estado de ánimo—. ¿Después de lo que hiciste? —Mira Sed. Te dije que lo sentía y realmente... lo siento. Yo no debería haberte llamado... dije lo que siento, ¿pero no sé lo que quieres que te diga? Él suspiró e hizo una pausa antes de continuar: —Sólo pensé... bueno, tontamente pensé que teníamos una cosa buena —dijo lentamente y me encogí. —Lo tenemos Sed. Es bueno, pero creo que estás pensando que hay más de él que lo que hay. ¿Tenía eso sentido? Porque no me parece. Su silencio era fuerte e hice nuevamente una mueca. —¿Sigues ahí? —le pregunté en voz baja. —Sí E. Siempre estoy jodidamente aquí —respondió con sarcasmo.

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—Cristo, Sed. Te dije esto cuando nos involucramos. Siempre iba ser sólo sexo entre nosotros. Y dijiste que eso es lo que querías, así que... así que... nos lanzamos. Si hubiera sabido que iba ser un problema para ti, bien, yo no tendría... Se quedó en silencio otra vez y luego la llamada se cortó. ¡Genial, simplemente genial! —¿Jodiste con Sed Tyler? —La voz de Jax gruñó a través del cuarto oscuro y mis ojos finalmente se abrieron. ¡Muy, muy rápidamente! —¿Qué demonios estás haciendo Jax? —farfullé cuando mis ojos se acostumbraron a la oscuridad y lo vi sentado en un rincón de mi habitación, en la mecedora que había comprado cuando había descubierto que estaba embarazada. —¿Necesitaba escucharlo nena? —reiteró en voz baja. Suspiré profundamente, realmente no quería hacer esto ahora, pero apreté los dientes y fui por ello. —Sí. Le oí aspirar aire a través de sus dientes. —¿Lo jodiste mientras me jodías, nena? No podía descifrar su estado de ánimo a través de sus palabras. Estaba muy tranquilo e hice una pausa antes de contestarle. —No Jax. Sus ojos finalmente se encontraron con los míos mientras encendía la lámpara al lado de él, pero yo todavía no podía leerlo. Se levantó de la silla y se dirigió al otro lado de la habitación. Sus pasos eran pesados y lentos y me mordí el labio mientras se acercaba, su mirada fija en mí, halando todo mi aliento con su intensidad. Se paró a mi lado, mirándome con un brillo en sus ojos y la cabeza inclinada. —No más cariño. Mantente alejada de él —exigió sin rodeos y mis cejas se alzaron. —¿Perdón? —Eres mía, nena. Tú. Eres. Toda. Jodidamente. ¡Mía! Cada hermosa pulgada de ti. Es sólo que... no nena —gruñó en voz baja mientras sacudía la cabeza firmemente. Mi excitación aumentó en su dominio, pero mi ira se levantó con ella y lo miré. —¿Follaste a alguien más Jax? Estrechó sus ojos en mí y palmeó el colchón, cada una de sus manos al lado de mi cabeza. —Sí. Jodí, cariño, pero ahora soy tuyo y nos amamos, no follamos. Así que, ¿ahora? ¡No, yo no jodo!

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—Eso no fue lo que pregunté Jax y tú lo sabes —lo asalté, pero por supuesto no me hizo caso. Sus rodillas ahora se colgaron cada una a mi lado y él se inclinó hacia mí, con la boca apoyada en mi cuello. —Tú me das todo lo que tienes nena, y voy a tomarlo todo. Devorar cada maldita gota de ti, cada fragmento y trozo de ti y luego te entregaré todo lo que soy. ¿Me escuchas nena? Sus ligeros besos sobre mi piel me enloquecía y él sabía muy bien lo que estaba haciendo, y sabía que iba a funcionar. —Te escucho —le susurré mientras deslizaba mi cabeza hacia un lado para darle un mejor acceso. Él gimió bajo y me chupó la carne, sus dientes mordiendo mientras me reclamaba, me marcaba dominante, mientras sus manos recompensaban mi respuesta, y adoraban a mis pechos. —Jax... Respiré profundamente, pero él rodó sobre su costado y me miró con los ojos entornados. Yo sabía lo que venía, así que me arrastré fuera de la cama antes de que él lo preguntara. Su mano se cerró alrededor de mi antebrazo antes de que llegara a un punto seguro. ¡Malditas sean sus reacciones! —Palabras, cariño. Necesito escucharlas —afirmó mientras me tiraba sobre la cama. ¡Sí! ¡Necesitaba jodidamente aprender algunas! —¿Qué pasa Jax? Resopló y me miró —La canción nena. Me encogí de hombros y traté de escapar de nuevo, pero él estaba convencido de que no iría a ninguna parte. —Nena —prácticamente gruñó. Me acomodé a su lado y suspiré: —Era demasiado... Se quedó inmóvil, expectante, su silencio notificando que continuara mientras trataba de encontrar las palabras para explicar. Froté las manos sobre mi cara, suspiré de nuevo y lo miré con vacilación. —Simplemente se convirtió en... muy difícil de escuchar… ¿sabes? Cuando te fuiste, parecías estar tocando sangrientamente en todas partes a las que iba. En el pub, en el coche, en la televisión, hasta los malditos médicos tararearla, y era... era dañino Jax. Cada vez que la escuchaba. Al final, todo mi cuerpo relacionaba esa canción con el dolor y no pudo soportar... Él asintió como si mis palabras le hubieran herido físicamente. —Yo cada vez que la escuchaba, me alegraba E. Porque era nuestra, sólo nuestra. Algo de nosotros dos —dijo mientras desviaba su mirada a la ventana oscura.

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Nos quedamos en silencio por un momento, pero luego se volvió hacia mí: —Eso dolió nena. Le fruncí el ceño, insegura de a que él se refería. —¿Qué parte? —le pregunté tímidamente. —Cuando... cuando me olvidaste. ¿Qué demonios? ¿Cómo mierda se atreve? —¿De qué diablos estás hablando Jax? Yo nunca te olvidé... ¡nunca! Todo el sangriento tiempo, que estuviste allí, pero nunca aquí. Sólo... no. Estaba malditamente obsesionada porque no podía conseguir sacar el maldito olor o la sensación de ti fuera de mí. No podía sacar tu rostro de mi cabeza o el recuerdo de cómo solía sentirte dentro de mí, amándome, besándome... Salté encima, absolutamente furiosa con él. Después de dos años de congelar mi vida, esperando simplemente que caminara de nuevo por esa puerta y tiene el maldito coraje de decir que me olvidé de él. —No te tomó mucho tiempo para seguir adelante, ¿no es así, nena? —se burló, sus ojos llenos de ira y acusación. Sacudí la cabeza con desconcierto. —Jax, sólo di de lo que estás hablando porque los dos estamos leyendo un libro diferente aquí. Trepó en la cama y recogió su teléfono en la mesa lateral y después se desplazó a través de él, obviamente, buscando algo, y lo empujó en mi cara. Quedé mirando la foto de mí en los brazos de David, y luego volví a mirar a Jax, encogiéndome de hombros —Sí. David. ¿Y? Él me miró con los ojos y su boca abiertos. —Siete semanas después de haberte dejado nena. Quiero decir, mierda E. Luego lo cerró. —¿David es la razón por la que nunca regresaste? —le pregunté en voz baja. Volvió su atención a la ventana antes de responder. —Sí, nena. ¡Dolió como el carajo! Yo no podía hablar. ¡Increíblemente jodido! —¡Maldito estúpido! —le rugí. Él abarcó el espacio en un instante y antes de mi próximo aliento fuera exhalado fui clavada en la pared, su cuerpo duro presionado en mí. Mi ira se hinchó y mi palma golpeó su mejilla con tanta fuerza, que su cabeza disparó a un lado. No hice caso de su gruñido, porque no podía escucharlo por los golpes en mis oídos.

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—¡Era el enfermero de mi madre Jax! —le grité—. Estaba jodidamente reconfortándome porque me enteré de que ella no iba a sobrevivir a la cirugía. Esa foto que algún imbécil te envió, fue el día que supe que mi madre iba a morir. ¿Crees que lo jodí? Empujé mis manos contra su pecho con fuerza cuando él no respondió, necesitando alejarlo de mí. Esto era demasiado inverosímil y estaba sorprendida hasta mis huesos, como toda mi mente No podía concebir lo que él acababa de decirme. ¡Santo sangriento Infierno! —¡Dos años de sangrienta angustia porque eras jodidamente terco como para recoger un sangriento teléfono y preguntar! ¡¡SOLO MALDITAMENTE PREGUNTAR!! Se quedó en silencio y pálido, jodidamente mirándome. —¿Sabes lo que más duele, Jax? El hecho de que tú tuvieras... celos sobre una persona en una foto que ni siquiera sugiere nada aparte de un abrazo o el hecho de que no confiaras en mí. —Cariño... —se ahogó. Su sorpresa era tan grande como la mío, pero sacudí la cabeza con disgusto. —Solamente vete Jax. No puedo soportar verte —le susurré. El dolor y el remordimiento en su rostro era sólo una ligera indicación de cómo se sentía, pero en ese momento no podía darle el perdón que necesitaba. —Sal —repetí alejándome de él. Todo el dolor de los últimos dos años se ha doblado, de hecho se triplicó, ya que podría haber sido tan fácilmente evitado. Ni siquiera había tratado de solucionar el problema. Eso es lo que más me dolía. Una conversación de diez minutos en el teléfono podría haber salvado a nuestra relación, pero él había decidido creer en cualquiera, probablemente Fran, antes que en la mujer que se suponía había amado. —Te pedí que te fueras —le dije sin volverme. —Nena, mierda... Podía oír la desesperación en su voz, pero me negué a voltearme a fin de cuentas. Tan pronto como la puerta se cerró detrás de él, dejé que las lágrimas fluyeran.

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Capítulo 42 Aaron y yo caminamos por el camino de grava a nuestra antigua casa, cogidos de la mano. La necesidad de apoyarnos el uno al otro era increíble y contuvimos el aliento mientras Aarón deslizaba la llave en el agujero. Cuando mamá murió, me fui y no volví; simplemente todo se quedó como estaba. Lo mismo sucedió con Aarón, pero él se había negado a entrar, incluso antes de su muerte. —¿Lista E? —dijo suspirando y asentí. —Sí. Tenemos que hacer esto. Sabía que había sido saqueada. Lo sabía antes de abrir la puerta. Desde que descubrí cómo mi casa había sido registrada supe que también debían haber estado aquí, pero Aaron no lo sabía y fue un gran shock para él mientras sus rodillas se doblaban en la puerta al absorber la imagen frente a él. —Oh Dios —sopló y deslicé mi mano en la suya para apoyarlo. —Está bien, vamos —le dije con suavidad. Entrecerró los ojos hacía mí, pero no cuestionó mi compostura mientras nos llevábamos el uno al otro al interior de la casa. El lugar había sido mucho más destruido que el mío y comprendí que debían haber estado aquí primero. Aaron se acercó a la cocina, pasando cuidadosamente por encima de los marcos rotos en el suelo y me aventuré en el salón. Mi respiración se detuvo al ver un sobre con mi nombre, clavado en la pared sobre la chimenea. Me las arreglé para guardarlo en el bolsillo antes de que Aaron entrara —¡Joder E! —Sí —suspiré mientras miraba alrededor de la habitación—. ¿Crees que deberíamos llamar a la policía E? —preguntó Aaron pero negué con la cabeza. —No, ya es demasiado tarde. Esto se hizo hace años. Se nota por el polvo que cubre todo —mentí. Por suerte, se lo creyó y se inclinó para recoger una foto arrugada en el suelo. Frunció el ceño y me lo pasó, su rostro en silencio preguntándose si sabía quién era el hombre de la foto. Alisándolo un poco con mis dedos, sonreí débilmente. Yo nunca había visto esta foto antes, pero sabía exactamente quién era.

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Eché un vistazo a Aaron con una suave sonrisa. —Es nuestro padre. Sus ojos se abrieron de manera significativa mientras me miraba. — Pero pensé que era un... que sólo había sido una vez. Negué con la cabeza, merecía saberlo tanto como yo. —No, me lo dijo antes de morir. Ellos tenían algo serio y ella lo amaba tanto como él la amaba a ella. Muchas emociones cruzaron su rostro y le di un momento mientras le pasaba la foto y subía las escaleras. Había sido toda una sorpresa para mí cuando mi madre me lo dijo, así que sabía cómo se sentía Aaron y necesitaba llegar a un acuerdo consigo mismo. No había nada que pudiera hacer o decir que le ayudara a comprender que, después de años de pensar que su padre había sido un pervertido muerto a golpes, era en realidad un hombre amoroso y cariñoso, que había amado a mi madre por completo. Sería una sensación agradable, una vez que llegara a un acuerdo con el hecho de que su vida se había basado en una mentira. Me dirigí a mi habitación y al baño, encontrándome con las maderas frente a la bañera arrancadas. ¡Chica inteligente E! Había movido el video a una caja de seguridad cuando había lanzado mi primer sencillo. Sabía que la condición de ser una figura pública atraería un poco de atención que no apreciaría, pero no había previsto que iba a tener que estar escondiéndome de esta gente. Escuché a Aaron abajo caminando alrededor en la cocina, cerré la puerta de mi cuarto y saqué la carta de mi bolsillo. Me senté y miré con atención durante unos minutos antes de que me armara de valor para abrirla.

Eve Hudson Sabemos que lo tienes. Llama ahora al 09978345123 Ni siquiera pienses ignorarnos. Realmente no vale la pena perder una pierna o incluso la vida. Mis ojos se cerraron involuntariamente, como si las palabras quemaran y hubiesen sido absorbidas en un gran aliento. ¡MIERDA!

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Maldita mi madre. Después de todo lo que resolvimos entre nosotras, pensé que nos habíamos dicho adiós con la conciencia tranquila. ¿Por qué no me dijo que les había dicho? Podría haber estado preparada entonces. Aaron golpeó la puerta, me sobresalté con alarma y me golpeé la cadera con la esquina del tocador. —Pasa —le dije rápidamente, mientras me sobaba mi cadera y tiraba de la cadena como un encubrimiento. —Es una pérdida de tiempo tratar de hacer algo aquí —declaró Aaron cuando abrí la puerta para él. Asentí con la cabeza, suspiré. —¿Qué quieres hacer? Se encogió de hombros y miró alrededor de mi habitación —¿Hay algo que quieras mantener? —Nop —respondí con tristeza. Aaron correspondió. —Sí. Yo tampoco. ¿Qué tan triste era eso? —¿No quieres buscar fotos de papá? —preguntó y yo negué con la cabeza. —No —le contesté con demasiada facilidad. Él entrecerró los ojos, pero no dijo nada. Nos fuimos como llegamos. Cogidos de la mano. Y nunca miramos hacia atrás.

262 —Tú niño sucio —regañé a Bruce con una sonrisa mientras salía al arroyo y me salpicaba con barro y agua—. Loquito de mami —dije juguetonamente. Se sentó frente a mí y gimió en lamento pero sabía que era jugando; su frenética cola meneándose hacia todos lados lo delataba. Ladró en respuesta antes de que sonriera y tirara su vara otra vez. La vio volar directamente a través del banco y golpear en el medio de la corriente. Estoy segura de que sonrió maliciosamente antes de dispararse de sus patas traseras y saltar al agua. —Oh Cristo, Bruce. —Suspiré. —Hey E —dijo Mad detrás de mí. Sonriendo me volví hacia él antes ponerme de pie, pero él negó con la cabeza y se acomodó en el suelo a mi lado. —Supongo que Bruce está en una de sus misiones —se rió al mirar mi ropa cubierta de barro. Asentí con él, pero fruncí ligeramente el ceño. Su voz estaba un poco rara y sabía la razón pero no dije nada.


Me sonrió maliciosamente y señaló la barbilla hasta el arroyo. —¿Disfrutarías de bañarte desnuda? Lo miré con incredulidad, se puso de pie y tiró de su camisa sobre su cabeza. —Vamos E. Te reto —saltó sobre sus pies y me tragué lo que quería decirle. A continuación se quitó los pantalones y empecé a entrar en pánico. —¡Mad! ¿Qué demonios estás haciendo? —Vamos E —dijo emocionado de por más y se apoderó de mi mano y me levantó. Negué con la cabeza hacia él, mirándolo como una idiota, pero entonces sentí un atisbo de miedo. Sus ojos chispearon cuando al dar un paso hacia mí, yo di un paso hacia atrás. —¿Mad? Él siguió avanzando mientras arrugaba su nariz. —Vamos E... desnúdate. —¡Whoaaa! —Levanté mis manos y continué mi camino hacia atrás. Él seguía acercándose con los ojos desorbitados y su pecho subía y bajaba escandalosamente. Al no poder ver por dónde iba, mi pie se enganchó con una raíz en la hierba y me tropecé hacia atrás, aterrizando en mi trasero con un ruido sordo. De pronto él se encontraba encima de mí, sus manos agarrando el dobladillo de mi camisa mientras trataba de quitármela. —¡Mad! ¡Cristo! Basta ya —exclamé, pero él era demasiado fuerte. —Vamos E. Ese maldito cuerpo caliente tuyo debería estar en una puta pantalla. Apoyándome sobre mis manos, comencé a arrastrarme con el trasero a través del barro. —¿Qué demonios te pasa? —le grité. Se las había arreglado para que mi camisa estuviera sobre mis pechos y se echó hacia ellos. —Joder sí, E. Mira... Jodidamente impresionantes. ¡Oh Mierda! —Mad, por favor. Me estás asustando ahora. ¡Sólo detente! Sus ojos brillaban y supe que había tomado demasiado en esta ocasión, él estaba muy por encima de las nubes y frenéticamente miré a su alrededor para ver si había alguna manera de escapar. Estaba trepando encima de mí ahora, sus dedos explorando en mis pantalones vaqueros. —Oh, vamos E. ¿Sabes lo que siento por ti? Seríamos jodidamente increíbles juntos —se quejó. Intentó besarme, pero volví mi cabeza hacia un costado. Agarró mi barbilla con dureza y giró la cara para que lo enfrentara y lo intentó de nuevo, pero me negué a devolverle el beso.

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—Joder bésame E. ¡Maldita sea! Vas a follar con todo el mundo, menos conmigo. ¿Cómo mierda se atrevía a ser tan grosero? —Mad por favor. —Gemí cuando una de sus manos me agarró un pecho con dureza y la otro comenzó a bajarme los pantalones vaqueros. Bruce salió de la nada y clavó sus dientes en el pie de Mad antes de que pudiera llegar más lejos. Él gruñía y tiraba para alejarlo de mí y me dio un respiro para alejarme, pero duró poco ya que el otro pie de Mad aplastó con fuerza la cabeza de Bruce. Dio un último grito y se quedó inmóvil y en silencio en el suelo. —¡Noooo! —grité arrastrándome hacia su cuerpo sin vida. Mad tropezó en posición vertical y vio con horror como recogí a Bruce. Acerqué mi oído a su hocico, y gemí de esperanza al sentir su aliento superficial. Levantándolo conmigo, corrí hacia la casa lo más rápido que pude. Mis malditos pantalones caían por mi trasero y mi camiseta seguía por encima de mis pechos, pero me importaba una mierda. —¡BOSS! —grité mientras corría hacia la casa—. ¡Boss! —grité de nuevo. Llegó apresurado desde la cocina y se detuvo en seco cuando me vio sosteniendo un Bruce muerto. —¡La puta! —declaró mientras se ponía las botas a toda prisa. Los dos nos apresuramos a mi auto y le tiré las llaves a Boss mientras yo me acurrucaba en el asiento de atrás con Bruce en el regazo. —Vamos, grandulón. Quédate conmigo, joder. Mamá te necesita —lloré mientras Boss salía de la calzada. —¿Qué demonios ha pasado? —preguntó mientras chirriaba las ruedas en la intersección con la carretera principal. —¡El hijo de puta de Mad pasó! Boss frunció el ceño a través del espejo y luego sus ojos se agrandaron al ver mi expresión de disgusto. —¿E ...? Mordí rápidamente en mi labio inferior y sólo lo miré. —¿Bruce estaba protegiéndote? —Hice una mueca y asentí violentamente—. ¡Hijo de puta! Sabía que había algo extraño en él. Mi mano estaba acariciando desesperadamente a Bruce, mientras alisaba cada sección de su pelaje hacia abajo. —Tienes que lucir bello para el veterinario y apuesto. Tienes que conseguir a todas las perritas calientes de las demás señoras, ¿sí? Todas ellas persiguen a mi muchacho. ¿Cantemos una canción Bruce? ¿Qué te gustaría? No me contestó.

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No podĂ­a, pero yo le cantĂŠ al oĂ­do en voz baja hasta llegar a los veterinarios.

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Capítulo 43 Boss cerró silenciosamente la puerta detrás de nosotros y fue directamente a la cocina y sacó el whisky. No preguntó si quería uno, no necesitaba hacerlo. Me pasó un vaso y levantó el suyo hacia mí. Brindamos y bebimos. Él me lo volvió a llenar y lo bebí también. Entonces lloré. En voz alta y con el corazón dolorido; me tiré al suelo, y recé por mi niño. Boss se sentó a mi lado, me llevó a su regazo y me acurrucó con fuerza, balanceándome de un lado a otro mientras yo lloraba y lloraba. —Él va a estar bien E. Te lo prometo —susurró Boss en mi pelo y yo asentí. —¿No sé qué hacer Boss? —¿Qué crees que deberías hacer cosita caliente? —preguntó suavemente, su mano ahora limpiando las lágrimas de mi rostro. Me encogí de hombros pesadamente. —Es sólo que... la banda, demonios ¿qué les digo? "Hey chicos, Mad trató de violarme, entonces casi mató a mi perro” ¡Mierda! ¡Es un desastre! —¿Adónde diablos se fue de todos modos? —preguntó Boss, echando un vistazo alrededor de la cocina, como si esperara que Mad saltara desde detrás de la nevera, blandiendo una espada samurái y agitándola alrededor salvajemente. Me encogí de hombros. Me tenía sin cuidado, y luego me puse de pie dando vueltas alrededor de la cocina, en realidad no sabía qué hacer conmigo. Todo estaba demasiado tranquilo, muy tranquilo y demasiado vacío. Sonreí con tristeza mientras miraba hacia su percha, el arnés del coche y su correa allí esperando por él. Sentí la mano de Boss en mi brazo antes de que en silencio saliera de la habitación y yo aún me quedaba inmóvil, mirando las cosas de Bruce. Tomando sus galletas, le serví un poco en su plato. —Date prisa en volver a casa cariño antes de que el pato venga a robar tus galletas —susurré mientras le lanzaba un beso y me retiré a mi dormitorio.

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La noche iba a ser la más larga de mi vida mientras esperaba noticias y silenciosamente le cantaba, cantaba para que volviera vivo a casa.

Me desperté en la oscuridad con dos fuertes brazos envueltos a mí alrededor y me apreté más a él, necesitando de su cercanía y comodidad. —Nena —susurró contra la parte de atrás de mi cabello. —Hola —susurré. —¿Está bien nena? —No en realidad, Jax. ―Me encogí y me abrazó más fuerte. —¿Te hizo daño nena? —Escuché la frialdad en su tono y suspiró pesadamente. —No. Pero Bruce... Bruce... —Ssshhh nena. Él tiernamente acarició mi pelo y estuvimos en silencio durante un rato. —¿Y la banda nena? —preguntó Jax cautelosamente y me encogí de hombros. —No tengo idea —dije con sinceridad. —¿Pero ellos lo saben? —No, todavía no, pero tengo que hacérselo saber. Tenemos un concierto benéfico el sábado. ¿Cómo demonios voy a tocar con él...? —No te acerques a él de nuevo, nena. Encuentra un nuevo baterista —ordenó. ¡Oh tan fácil! Me burlé en voz alta. —¿Antes del sábado? —Boss, nena. Nosotros no vamos a volver hasta el lunes. Es todo tuyo. Me puse tensa ante sus palabras. —¿Te vuelves el lunes? —pregunté, tratando desesperadamente de mantener mi voz calmada. —Sí, nena —respondió en voz baja. Asentí, pero no dije nada, aunque mi corazón estaba gritándome. ¿Qué podía decir? Además de “aquí vamos de nuevo”. Mi teléfono sonó y estiré mi mano para recogerlo deslizando la pantalla incluso antes de ponerlo en mi oído. —¿Bill?

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—Lo está haciendo bien Eve —dijo Bill en voz baja y un sollozo de alivio surgió de mi garganta. Jax se escabulló detrás de mí y me agarró por detrás en una reconfortante posición, asentí con la cabeza y le sonreí. —Él no está fuera de peligro todavía, Eve. Nos las hemos arreglado para drenar el sangrado, pero aún queda algo de hinchazón alrededor de su cerebro —continuó Bill y me reí. ―Infiernos Bill, ¿había uno? Bill soltó una risa —Sip. Definitivamente tenía uno, así que creo que ha estado jugando contigo todo este tiempo Eve. —Sonreí y asentí a pesar de que sabía que él no podía verme. —Voy a llamar por la mañana para que me actualices. Muchas gracias Bill. Eres el ángel de la guarda de Bruce y me aseguraré de que te de uno de sus besos únicos. —No te molestes —jadeó Bill antes de que finalizara la llamada. —¡Oh, Dios mío! —Exhalé y Jax acarició mi cuello. —¿Está bien nena? —preguntó en mi oído. Suspiré y asentí. —Sólo tengo que esperar, pero Bill parece optimista. —Eso es bueno nena. Creo que necesitas relajarte —susurró, y un escalofrío me atravesó todo el cuerpo cuando plantó besos húmedos a lo largo de mi piel. Dios, este hombre podría llevarme de cero a un millón en segundos, yo gemía contra él mientras acariciaba su cabeza. —¿Eres mía nena? —susurró mientras me mordía con sus dientes a lo largo de mi mandíbula. —En cuerpo y alma nene. Oh eso se siente bien. Sí, justo ahí Jax. — Gemí. Sentí su sonrisa contra mi cuello mientras sus dientes mordisqueaban a lo largo de mi garganta. —¿Quieres más nena? ¿Era estúpido? Por supuesto que quería más. Lo quería todo. —Todas los malditos corazones y flores Jax —susurré. Se tensó inmediatamente y de repente me di cuenta de que no se refería a lo que yo había pensado que quería decir. ¡Joder! ¡Mierda! Cerré los ojos y me senté rápidamente, desesperada por ocultar mi humillación. —Nena —se atragantó y negué con la cabeza. —No sé de dónde salió eso Jax. —Me reí nerviosamente mientras corrí alrededor de la sala, recogiendo mi ropa. —Nena. —Gruñó mientras hacía un intento por agarrarme, pero me desvié apresurándome hacia el cuarto de baño.

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De pie frente al lavabo, abrí el grifo de agua fría y mantuve mis muñecas debajo de ella, contando fuerte mientras luchaba contra la presión y el dolor. Y sí, la angustia estaba en la parte superior. ¿Cómo pude haber sido tan malditamente estúpida? No había ningún lugar adonde ir con nuestra relación. Existía algo que se conocía como una larga distancia, y luego estaba una jodida estúpida larga distancia. ¡Nuestra distancia era una increíblemente jodida estúpida extra larga distancia! —¿Nena? —preguntó Jax mientras sacudía el pomo de la puerta, pero lo ignoré—. E. ¡Joder nena! —Dieciséis, diecisiete, dieciocho... Él se ponía cada vez más enojado y escandaloso. —Voy a tirar la puerta nena —gruñó y yo solté un bufido. —Buena suerte con eso nene. —Sonreí. Después de siete intentos, se detuvo y me eché a reír. Eso fue bastante divertido en realidad. Jax no sabía que la puerta que estaba golpeando con su cuerpo era una puerta de seguridad que había instalado cuando compré el lugar, por si acaso era atacada. Algo así como una habitación del pánico, sólo la mía era un cuarto de baño de pánico... muy útil cuando te haces pis en tus pantalones mientras tu atacante intenta asesinarte. —¿Renuncias tan pronto bebé? —Reí entre dientes cuando oí sus gruñidos detrás de la puerta. —¿Qué carajo nena? Bueno, diré algo acerca de él, no era un desertor, me di cuenta cuando continuó golpeando la puerta con su gigante cuerpo. —Jax. Realmente necesitas parar. —Me reí en voz alta. —Nena. ¡Sal ahora mismo! —Exigió y me reí para mis adentros. —¿Te estás empezando a sentir solo nene? —¿Quién carajo hizo esta puerta? ¿Ironman? ―Ladró y comencé a doblarme de la risa. Se quedó en silencio por un momento y luego habló. —Nena... ¡Mi pene está tan jodidamente duro ahora mismo! Bien. Dejé de reír al instante y escuché. Pero… ya sabías que lo haría ;) —¿En serio? —dije en voz alta. La puerta amortiguaba cada una de sus palabras y pude oír cada una, cuando dijo. ―Sí, nena. Tan... Malditamente… Duro. Mi mano está lentamente acariciando arriba y abajo mi rígida longitud. Hay un poco de leche en la punta nena y es toda tuya. Lamí mis labios involuntariamente, mientras imaginaba la sabrosa golosina estaba en la punta de su pene.

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—Desliza el pulgar por el extremo Jax y recógela para mí —dije, sin aliento. Escuché su gemido a través de la puerta y mi coño se sacudió cuando me lo imaginé masturbándose para mí. —Muévela más fuerte Jax. Imagínate que es mi mano, deslizando arriba y abajo tú pene. Apretando en la punta y luego deslizando hacia abajo. Tan, tan lentamente bebé. —Joder nena. —Gruñó y deslicé mi mano entre mis piernas, jadeando por mi propia humedad. —¿Se siente bien Jax? Él volvió a gemir y todo mi cuerpo se estremeció ante el sonido. Deslizando un dedo dentro de mí y apoyando mi frente contra la puerta gemí con él. —Oh Dios Jax —murmuré. —¿Te estás tocando ese dulce coño nena? —Sí ―susurré mientras mi mano se movía más rápido, llevándome cerca, pero nunca lo suficiente para alcanzarlo. Estaba demasiado lejos, demasiado lejos de mi alcance y frenéticamente bombeé más fuerte. —¿Nena...? ¡A la mierda con esto! Abrí la puerta y me lancé hacia él. —Fóllame Jax. Duro y malditamente furioso —exigí. Él no perdió el tiempo y de repente estábamos contra la cama, sus manos alrededor de mis caderas mientras empujaba violentamente en mí. —Jodeeeerrrrr —dijo entre dientes al embestir más adentro y duro dentro de mí. —Cristo sí —grité—. Más duro. ¡Fóllame Jax! Sus embistes llegaron más duros y más feroces mientras golpeaba en mí poderosamente. Una mano tiró de mi pelo mientras él me ponía en posición vertical luego sus brazos rodeaban mi cintura y me llevaba a la pared. —Las manos detrás de tu espalda —Ordenó severamente. Mi excitación voló violentamente y gemí de deseo haciendo lo él me pedía. Rápidamente ató mis muñecas con algo y luego me empujó contra la pared, su duro cuerpo presionando contra mí, cuando su boca llegó a mi oído. —No lo hagas. Aún no. Joder. Te correrás. ¡Una vez más! —gruñó. ¡Cristo! Yo estaba en llamas. Una palabra más y alcanzaría el orgasmo sin necesidad de su toque. —¿Me oyes nena? Asentí frenéticamente.

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—Te escucho —susurré. Él palmeó mis nalgas y extendió sus manos por todo el lugar. —Abre tus piernas nena. Mis piernas se abrieron impulsivamente, sin necesidad de motivación, y gemí en voz alta cuando su dedo recorrió a lo largo de mi sexo, burlándose en mi entrada al pasar, luego llegó a mi clítoris. Moví mis caderas, tratando de que su dedo diera a donde lo necesitaba. —Ah, ah, ah. No lo mereces. ¡Has sido una mala nena! —Sonrió desde detrás de mí y gemí, esforzándome aún por conseguir su toque a donde yo lo quería. —Dios Jax... —me quejé mientras su dedo hacia círculos alrededor de mi clítoris, pero sin tocarlo. —¿Cuánto lo quieres nena? —dijo lentamente mientras sus dientes mordían suavemente sobre mi trasero. —Dios. Con todo lo que tengo Jax. Lo necesito. Por favor — supliqué. Su boca subió por mi espalda, sus labios suaves idolatraron mi tatuaje antes de viajar todo el camino por mi espina dorsal hasta mis hombros. —¿Y cuánto me quieres nena? —agregó y fruncí el ceño. —No estoy segura de lo que quieres conseguir con eso, Jax —dije mientras su dedo se hundía dentro de mí. Los dos gemimos con fuerza por su intrusión y me empujé contra él, desesperada por la estimulación. —Estás tan malditamente húmeda nena. —Respiraba pesadamente, su boca ahora en mi oído—. ¿Me quieres nena? Todo de mí. ¿En cuerpo y alma nena? Rodó su dedo dentro de mí, encendiendo un rugido a través de mi cuerpo. —Joder Jax. Tú sabes que lo hago. Todo de ti, cada maldito pedazo de ti. ¡En cuerpo y alma bebé! Un gruñido bajo retumbó en su pecho antes de que bruscamente entrara dentro de mí otra vez, y su pene duro como una roca llenara cada surco dentro de mí. —¡Sí! —susurré. ¡Ya era hora! Mi cabeza rebotó contra la pared mientras comenzaba a bombear en mí, su ira y su pasión conduciéndolo salvajemente. —Vente conmigo —gritó mientras seguía follándome sin piedad. Me había ido demasiado lejos para reconocer su pedido, así que sólo empujé contra él, recibiendo cada uno de sus contundentes embistes. —¡Eres mía Eve Hudson! ―rugió mientras estallaba dentro de mí. Su esperma golpeó hasta lo más profundo de mí y provocó mi propio

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clímax. Me retorcí violentamente contra él mientras sus brazos rodeaban mi cintura y me atrajo aún más hacia su palpitante pene, lo que me hizo tomar cada gota de él, ambos estamos exprimiéndonos mutuamente. Su cabeza se colocó en mi espalda, ambos luchábamos por respirar. —Joder nena —jadeó. Desató el cinturón del albornoz de mis muñecas y me levantó de nuevo, entonces nos puso suavemente en la cama. Se acostó a mi lado, por su parte, mirándome cuando levantó la mano y sus dedos tiernamente quitaron el pelo de mi cara. —¿Vienes conmigo nena? —repitió su anterior pregunta y fruncí el ceño con desconcierto. —Creo que no te entiendo Jax. —América nena. —Su expresión era informal, como si acabara de preguntar que quería para el almuerzo y yo lo miré con asombro. —Jax. Yo... Yo no puedo dejar todo e irme. Sus cejas se alzaron hacia el nacimiento del pelo e inclinó su cabeza. —¿Por qué nena? —Dios mío Jax. No es tan simple. Tengo una carrera, una familia, mi banda, mi organización benéfica... Es imposible. —Suspiré profundamente mientras me miraba herido. —Estabas dispuesta hace dos años E. Negué con la cabeza y me burlé —Sí Jax. Y prometiste volver hace dos años, pero eso no ocurrió tampoco. —Tú sabes por qué nena. —Parecía enfadado ahora y chasqueé mi lengua. —¿Sabes lo que no entiendo Jax? Si nuestra relación había significado tanto para ti, cuando viste esa foto, ¿por qué no luchaste por mí? ¿Por qué no llamaste y exigiste saber lo que estaba pasando? — pregunté y noté un destello en sus ojos. Una chispa que hizo que mi estómago se apretara. Erguí mi espalda, mirándolo. —Saliste y follaste a alguien. ¿No es así? Su expresión lo decía todo y me mordí el labio inferior. —Bueno jódeme. Viste una foto de mí abrazando a alguien, entonces fuiste y tuviste una follada en venganza ¿eh? Sólo pensantes 'Jódela' Puedo hacerlo mejor. Rodó sobre su espalda y resopló —Has estado jodiendo a Sed nena —dijo secamente, como si con eso debería tolerar sus acciones. —¿Qué demonios Jax? He estado durmiendo con Sed durante tres semanas. Eso es todo —dije enfadada.

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Se volvió a mirarme con los ojos muy abiertos. —¿Estás diciéndome que no te acostaste con nadie hasta Sed? ―Podía escuchar el escepticismo en su voz y lo fulminé con vehemencia. —Dieciocho malditos meses Jax. ¡La primera vez que folle después de ti! Dieciocho largos malditos meses y todavía se sentía como traición incluso entonces —le grité—. ¡No te atrevas a girar esta conversación en mi contra sólo para hacerte sentir mejor! Pareció triste por un momento, sus dientes superiores mordían furiosamente su labio inferior —¿Has esperado mucho tiempo por mí nena? —Sí Jax —dije en voz baja—. Y ahora... No creo que pueda simplemente dejar todo aquí por esto. Te moviste demasiado rápido Jax —dije tristemente—. Y... para mí nuestra relación lo era todo. Mi vida, mi alma entera, sólo respiraba por ti Jax, pero tú... tú acabaste dándote por vencido con nosotros demasiado pronto. Él frunció el ceño aún sumido en sus pensamientos y vi las muchas emociones que cruzaban su rostro. —No fue así nena. Nunca me olvidé de ti, nunca te olvidé, y nunca te saqué de mi corazón. Simplemente porque me folle a alguien no significa que yo no te amara nena. —Sin embargo, estabas dispuesto a pensar eso de mí Jax —planteé en voz baja. La tristeza en sus ojos se apoderó de mi corazón, pero tenía que ser fuerte. Tenía que hacerle comprender lo que había hecho. —Sí —dijo, asintiendo débilmente. Ahora estaba hundiéndose, el dolor en su rostro me partió en dos, pero no había nada que pudiera hacer o decir para cambiarlo. Nuestra relación estaba condenada al fracaso, inalcanzable e imposible. —No creo que pueda hacerlo de nuevo nena —susurró suavemente mientras sus ojos perforaban los míos y fruncí el ceño. —¿Hacer qué? —pregunté en voz baja mientras tomaba su mano en la mía, tratando de aliviar algo de su dolor. —Dejarte nena. Cerré mis ojos y suspiré pesadamente. —Lo sé bebé, pero tenemos que hacerlo. No puedes dejar a los chicos tirados y yo no puedo hacerle eso a mí muchacho —dije con tristeza. La angustia en su rostro reflejaba la mía mientras ambos aceptábamos lo inevitable. Nuestras mentes reconociendo que no podíamos estar juntos, pero nuestros corazones se rebelaban contra la verdad.

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El lunes por la maĂąana finalmente nos tocarĂ­a aceptar la muerte de nuestra relaciĂłn, de una vez por todas.

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Capítulo 44 Jax, Boss y yo estábamos camino a ver a Bruce. Yo estaba conduciendo, pero mi teléfono no paraba de sonar, así que eventualmente cambié a Bluetooth ya que Leah había estado tratando de contactarme incesantemente durante diez minutos. Cuando la llamada se produjo de nuevo, me las arreglé para conectarme y su voz llenó el coche. —E. Dios, maldición. ¡He estado tratando toda la sangrienta mañana! —se quejó y yo rodé mis ojos. —Diez minutos Leah. Haz estado llamando durante diez minutos. —Sí, bueno, pareció como toda la mañana para mí. De todos modos, necesito confirmar la entrevista de MTV mañana y la presentación del sábado, ah y Elizabeth quiere conocerte. Sed Tyler ha estado llamando constantemente y el gerente del Halo se ha puesto en contacto acerca de ti para hacer una mención especial con ellos. Ella hablaba con entusiasmo sucesivamente. —Bien... —intenté, pero ella me seguía hablando. —Barney Graves ha estado detrás de una reunión contigo, y Wesley quiere almorzar el próximo miércoles. Finalmente se tomó un respiro y abrí mi boca para hablar, pero no fui lo suficientemente rápida. —Ah, y un tipo raro ha estado torturando tú línea personal. Traté de hacer que dejara un mensaje y realmente no me gustó su tono E, pero no quiso dejar uno. Antes de que me olvide, he abastecido tu nevera y cogí la ropa de la tintorería. Ah, y no olvides que tienes esa sesión de fotos para la revista Grey’s el lunes... —Mujer de Cristo. ¡Cállate...! —declaró Jax en voz alta y le sonreí. Boss, que estaba sentado en la parte trasera, gruñó. —Estoy de acuerdo. ¿Respiras o sólo absorbes oxígeno a través de tu lengua? Me reí en voz baja a su jadeo. —Disculpa. ¿Quién eres tú? —dijo horrorizada. —Los hombres con los oídos sangrando —gritó Boss y solté un bufido, pero a tope antes de que ella se pusiera demasiado molesta. —Leah todo está bien, pero necesito que rechaces a Wesley y a Halo. Barney, ¿puedo hacerlo en un par de semanas y organizar lo de

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Elizabeth para probablemente ¿finales de la próxima semana? — terminé con una consulta. Ella sopló y resopló mientras iba sobre mi agenda y rodé mis ojos otra vez. —No, E. El jueves tienes la actuación en Scottish TV por la mañana y luego tienes el programa de entrevistas con Keith Kershaw no se te olvide y el viernes tienes que viajar, por lo que tendrá que ser a partir de la semana siguiente. Soltando un gran aliento confirmé con ella y “accidentalmente” desconecté la llamada. Jax estaba mirándome y yo lo miré. —¿Todo bien Jax? Enarcó sus cejas hasta arriba mientras se burlaba. —Nena. ¿Tienes una vida privada? —Me reí amargamente al escuchar eso y sacudí la cabeza cuando mi teléfono sonó de nuevo. Gimiendo golpeé aceptar en el tablero. —Cristo Leah. ¿Y ahora qué? —Bueno, bueno, bueno. La puta de Eve Hudson. —La voz del hombre gruñó y yo supe instintivamente quien era. ¡Mierda! Lancé una mirada de reojo a Jax y me estremecí. —Estoy en Bluetooth y tengo compañía. ¿Puedes darme diez minutos para que llames de nuevo? —pregunté nerviosamente. —Cinco. Está preparada —ordenó mientras colgaba. —¿Nena? —preguntó Jax suspicazmente. —Es sólo una llamada privada que necesito tomar Jax —le dije mientras estacionaba en un área de descanso y arranqué mi teléfono del soporte mientras abría la puerta. —No voy a demorar. Al salir del coche, mis piernas temblaban y me maldije por mostrar mi nerviosismo frente a Jax y Boss. Caminé a la acera y esperé. No estaba muy segura de cómo iba a manejar esto y casi se me cayó mi teléfono cuando sonó. —Estoy aquí —le dije. —Estas jodiendo mí tiempo —gruñó y me alejé de Jax y las miradas inquisitivas de Boss. —Es la primera vez que suena —argumenté mientras mantenía mi voz calmada. —Pero se suponía que tú eras la que me iba a llamar, ¿no es así? Suspiré con fuerza. —¿Qué quieres? Se rió en voz alta y esa era la clase de risa que enviaba escalofríos por tu espina dorsal y través de tu sangre. —Tú sabes lo que queremos Eve.

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―Mira. He tenido la maldita cosa por siete años y no se lo he mostrado a nadie. Puedo prometerte que no lo haré —ofrecí, pero se rió de nuevo. —Bueno, no necesitas guardarlo entonces —se burló y me mordí el labio ansiosamente. —Sabes que no voy a dártelo así que... ¿cómo vamos a resolver esto? —Cerré mis ojos, como para esconderme de él a pesar de que sabía que no podía verme de todos modos. Soltó otra carcajada. —Vamos a resolverlo dándonos eso a nosotros —demandó casualmente. Pasándome los dedos por el pelo, giré mi cuello hacia los lados y moví mis ojos alrededor para asegurarme de que no estaba siendo vigilada... o apuntada. —Yo no puedo hacer eso —dije en voz baja. Chasqueó la lengua burlonamente. —Verás, esa no es una decisión muy sabia Eve. Vas a hacer de mi jefe un hombre muy infeliz —advirtió y tragué con dificultad—. Es una pena cuando tienes una voz tan hermosa —terminó y se cortó la llamada. ¡Oh mierda! Me quedé mirando el teléfono durante unos minutos, como si esperara la cuenta regresiva para que estallara, luego hice mi camino de vuelta al coche. Los chicos estaban en silencio mientras me observaban entrar y ponerme el cinturón de seguridad. —Danos una pista nena —pidió Jax con los ojos entornados, pero puse una sonrisa y me volví hacia él. —Todo está bien. Sólo es algo que tenía que organizar con alguien. ¡Cristo! Incluso la persona más crédula no habría caído en eso. El coche se quedó en silencio por un momento y puse mi atención en la carretera, comprobando repetidamente mis espejos para desviar la atención de la espesa atmósfera a mí alrededor. —Mentira nena —dijo Jax finalmente, pero lo ignoré. El silencio se hizo aún más grueso y se estaba haciendo difícil respirar así que abrí mi ventana un poco, desesperadamente tratando de llevar un poco de aire a mis pulmones apretados. Le agradecí a Dios en silencio cuando nos detuvimos en el aparcamiento del veterinario y estuve fuera del coche antes que los chicos, mis piernas prácticamente corriendo por el camino, pero todavía podía sentir la mirada de Jax a través el espacio entre nosotros. Bill sonrió ampliamente cuando entramos y yo le sonreí. —Justo a tiempo Eve. Está despierto y hasta el momento luce bien —dijo con un rostro radiante. —Bill. Te debo una grande —dije mientras lo abrazaba con fuerza.

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Frotó mi brazo y señaló hacia la parte de atrás con su mentón. —Vamos pasa. Reboté emocionada cuando asomé mi cara en la esquina de la puerta. Podía oír el ruido sordo de su cola en la pared de la jaula antes de escuchar su ladrido. —Mi niño hermoso —susurré mientras las lágrimas se agrupaban en mis ojos y me senté en el suelo delante de él. Intentó arrastrarse hacia mis rodillas cuando abrí la puerta, pero se lo impedí. —Oh no, no lo hagas. Quédate ahí grandote, yo iré por ti ―le dije severamente mientras serpenteaba mi brazo y lo rascaba detrás de su oreja. —Hey chico —dijo Boss detrás de mí mientras me colocaba una mano sobre mi hombro—. ¿Lo ves cosa caliente? Te dije que estaría bien. —Asentí y sonreí volviéndome hacia él. Bruce gimió una melodía y supe lo que quería. —¿Qué quieres hoy, entonces? —pregunté Él respondió con un aullido bajo, fue todo lo que pudo, pero yo estaba tan orgullosa de él. Comencé con “Sweet Child of Mine” y su cola empezó a menearse con ritmo justo cuando Bill entraba. —No lo desgastes Eve. No va a dormir mientras que tú estás aquí y necesita descansar —dijo y volví a asentir. Mi teléfono estaba sonando sin parar en mi bolso y apreté fuerte mis dientes. Estaba pasando un precioso momento con mi niño y algunas personas necesitaban aprender de respeto. Lo sé, probablemente no supieran que estaba ocupada en este momento, pero aun así me parecía grosero. Me incliné y besé a Bruce, al igual que Boss y caminamos de regreso a la recepción. —Me tengo que ir regreso a Londres mañana, pero Aaron estará aquí. Sólo tienes que enviarle la factura a Leah y ella lo arreglará, pero estaré de regreso el domingo si le das el alta para entonces —le informé a Bill. Él sonrió suavemente —Para el sábado ya debería estar bien, así que trataré con Aarón. Sonreí con fuerza mientras el teléfono volvía a sonar, y justo en ese momento los de Jax y Boss sonaron también. Todos nos miraron con cautela, sabiendo que algo andaba mal, porque era imposible que esto fuera una coincidencia. Mientras sacaba el mío de mi bolso, fruncí el ceño al ver el número de Romeo en la pantalla. —Hola —respondí. Mi piel se erizó al oír sirenas en el fondo—. ¿Romeo? —pregunté vacilante.

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—¡¡¡JODER!!! —gritó Jax a mi lado mientras hablaba con alguien en su teléfono, me hizo ponerme aún más preocupada. —¿Romeo? —pregunté de nuevo. —Jax te dirá, me tengo que ir —dijo antes de desconectarse. Jax estaba mirándome, con el rostro lleno de angustia y mi corazón tartamudeó. —Sólo dime —grité. —Nena... —Tragó. —¡Dios, maldita sea! ¡Dime! —exigí. —Tú casa nena. Abrí mis manos con un gesto de “¿Qué?”, mientras miraba el rostro blanco de Boss. —¿Qué diablos pasa con mi casa? Yo estaba seriamente consiguiendo enojarme ahora, ya que ambos me miraban. —¡Se ha ido nena! —me informó Jax y fruncí el ceño dubitativamente hacia él —¿Qué diablos quieres decir? Boss le disparó a Jax una mirada antes de que Jax tomara mi mano y me llevara hacia una silla de la sala de espera. —Simplemente explotó nena —dijo en voz baja. Solté una carcajada y frunció el ceño. —Jax. No soy tan estúpida. Inténtalo de nuevo. Boss se agachó delante de mí poniendo una mano en mi muslo. —Él no está bromeando cosita —susurró. Mis ojos se movieron del uno al otro, y me hundí. —Oh, Dios mío. Eso fue rápido —dije para mí misma. —¿Qué fue rápido nena? ―preguntó Jax suspicazmente. —¿Qué? —Fruncí el ceño. —Nena. Esta mierda es grave nena. Dame una pista. —insistió con firmeza pero seguí mirándolo en shock. —Los chicos —grité cuando se me ocurrió que estaban en la casa. —Están bien E —me aseguró Boss rápidamente. —Nena. Necesito que me expliques —me urgió Jax. Negué con la cabeza hacia él. —Yo... Yo... ¡Oh, Dios! —De repente estaba luchando por respirar y me agarre mi pecho mientras mis pulmones gritaban en agonía. —Respira nena —pidió en voz baja—. Mírame E. —Sus manos ahuecaron mi cara suavemente cuando me volví a mirarlo. Imitó tomar aliento —inhalar, sostenerlo y exhalar—, y lo seguí. Lo repetimos varias veces, sus ojos fijos en los míos suavemente mientras seguía todos sus movimientos. —Buena chica. —Asintió mientras repetía una última técnica de respiración.

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Bill apareció a mi lado con un vaso de vidrio que contenía un trago de whisky y lo bebí mirándolo con escepticismo. —Lo guardo para Bruce. —Bromeó con una sonrisa ladeada y yo resoplé y asentí con picardía. Mi teléfono estaba sonando una y otra vez, gruñí sabiendo que sería Leah porque el sistema de alarma le hubiera notificado de su activación. Jax lo sacó de mi bolso y lo contestó. —Ella lo sabe —fue todo lo que dijo antes de colgar. Boss se burló de la franqueza de Jax, pero Jax sólo se encogió de hombros. Sonó otra vez y él me miró fijamente. —¡Así es siempre para ti? —preguntó y asentí. ―Esa es mi vida ―dije con indiferencia. —¡A la mierda nena! ¡Incluso Room 103 no se conforman con este tipo de mierda! —me reprendió pero me encogí de hombros de nuevo. —Necesitas reducir la velocidad de una puta vez nena —me dijo antes de contestar el teléfono otra vez. Dándome la espalda, caminó al otro lado de la habitación y me estremecí al notar que sus hombros se tensaban. La repentina ira que él irradiaba me ahogó y yo tragué desesperadamente otra vez. Boss me miró y luego de vuelta a Jax, cuando Jax se dio la vuelta. Se veía furioso mientras me miraba e inmediatamente supe que eran "ellos" informándome lo que habían hecho. Dejó caer el teléfono de su oreja y salió enfadado de la habitación hacia mí, sus furiosos ojos nunca dejando los míos mientras su mandíbula estaba apretada con fuerza y sus dientes mordiendo su labio con vehemencia. —Palabras nena. Ahora —gruñó mientras se cernía sobre mí y me echaba hacia atrás en la silla. Boss miraba a Jax cautelosamente y Bill dio un paso lejos de la ira de Jax. —No te concierne Jax —dije con más confianza de la que sentía. —¡No me jodas nena! —dijo entre dientes y parpadeé contra su ira—. ¡O me dices E, o voy a llamar al maldito y ordenárselo yo mismo! — advirtió y me encogí. —Realmente no quieres hacer eso Jax. No son gente buena —le advertí en voz baja. Él se echó a reír entonces, indignado, en voz alta y con sarcasmo. —Eso piensas nena —se burló. Aparté la mirada de él y miré al piso, a cualquier lugar, haciendo tiempo para no estar mirando su cara furiosa. —A la mierda nena. Deberías haberme dicho algo —se quejó y me encogí de hombros.

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—¿Y que ibas a hacer Jax? ¿Ir y vencerlos? ¿Ponerle un par de balas en sus cabezas? ¿Amarrarlo a los rieles del tren? —me burlé. ¿Pueden adivinar lo que pasó no? Sip, en cuestión de segundos estaba jalándome a través de la puerta principal del veterinario, cruzando directamente el aparcamiento y luego metiéndome a empujones en la parte trasera del coche, arrinconándome en el reducido espacio. —No me jodas nena —gruñó y me empujó contra su pecho, la lucha por el espacio entre nosotros. —No me jodas tú a mí ahora Jax. ¡Muévete! Su pecho subía pesadamente mientras tomaba unas cuantas respiraciones, tratando de calmarse antes de mirarme. Ignoré la preocupación y la angustia en su rostro y miré detrás de él. No había nada que pudiera hacer para ayudar. Era así de simple. —Mira nena. Sé que amabas a tu padre y sé que te amaba, pero... Aspiré con fuerza en esa línea y Jax entrecerró los ojos mirándome. —¿Nena? Me maldije por mi falta de control y negué con la cabeza hacia él. Respiró hondo y agarró mi barbilla. —Nena. Estás atrapada en aquellas palabras otra vez y realmente necesitas escucharme ahora. Quiero ayudarte nena. —Cristo Jax. ¿Por qué molestarse? ¿Eh? Estás jodidamente de vuelta en América el lunes. Voy a estar en el parte de atrás de tus pensamientos mientras follas a otra chica así que... ¡así que sólo vete a la mierda y déjame sola! —le grité, finalmente poniéndole freno a su persistente interrogatorio. Gruñó de una manera que estoy segura podía oírse en las afueras del coche y di un respingo en su contra. —¡Carajos nena! Su puño se estrelló contra el reposacabezas a mi lado antes de lanzarse fuera del auto. Me senté en el coche, mirando su cuerpo reducirse más lejos en la distancia, sus largas piernas llevándolo rápidamente por el camino y antes de doblar la esquina, y estrellar su puño contra la pared con fuerza. Entonces las lágrimas vinieron. Lágrimas por nuestra relación condenada, lágrimas por mi casa, lágrimas por la preocupante multitud con la que estaba tratando y finalmente lágrimas por mí, por mi jodida vida. Había luchado tanto en los dos últimos años para hacer algo de mí misma, mi promesa final a mi madre, pero si era honesta conmigo misma, ¿era eso todo lo que quería?

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Cuando miré en la dirección a donde Jax había desaparecido estaba de repente preguntándome si ¿era mi carrera tan importante como otras cosas?

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Capítulo 45 Boss miró a través de la ventanilla del auto antes de subirse a mi lado. Me había movido al asiento del conductor, pero me había quedado mirando a la nada por un largo tiempo. —¿Jax? —preguntó Boss mientras se ponía el cinturón. Me encogí de hombros y luego golpeé mi mano contra el volante, sólo por el placer de hacerlo. Boss apretó mi muslo y le sonreí tristemente. —¿Por qué nosotros Boss? Negó con la cabeza, la tristeza cubriendo su rostro. —No sé cosita caliente. Ustedes dos han nacido para estar juntos, pero a veces el destino es un poco bastardo y tiende a destruir todo. Asentí con la cabeza firmemente, completamente de acuerdo con él. —Yo... yo lo amo demasiado, ¿sabes? —le dije abiertamente—. Siempre es todo tan difícil con Jax. Dos años y todavía no puedo olvidarle. Los dos nos quedamos en silencio por un rato hasta que Boss habló. —Me dijo que te había pedido que vinieras con nosotros. Sonreí y asentí con la mirada. —Sí, pero... la vida tiende a ponerse en el camino —suspiré cuando volví mi rostro hacia la ventana, ocultando el dolor en mi rostro. —La vida es lo que tú haces E. Sólo tú lo puedes controlar, luchar por el ti y por él, tomarlo. Joder, tómalo E. Toma lo que puedas, porque nadie por allí te lo dará. Le fruncí el ceño y sonreí —¿Cuándo te volviste tan inteligente? Se encogió de hombros. —Comí cereales fortificados esta mañana — me dijo, asintiendo con respeto por sí mismo—. Con una banana — agregó serio, muy impresionado con él ahora mismo. Lo miré por un rato, y luego ambos nos echamos a reír, fuertes carcajadas que trajeron lágrimas a mis ojos. Dios, como quería a este hombre. —Vas a necesitar reservar un hotel Boss, tengo algo que tengo que hacer en primer lugar. —Le dije mientras nos sentamos y me miró con escepticismo. —Si crees que te voy a dejar sola cosita caliente, puedes pensarlo de nuevo —sonrió de manera significativa y rodé mis ojos.

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—Boss, no voy a ceder después de dieciocho meses. Sólo tengo que... Él levantó la mano. —No me importa nena. Yo estoy contigo —dijo casualmente y se apartó de mí para poner fin a la discusión. Suspirando pesadamente puse el motor en marcha. —Pero te quedas en el auto. —Se volvió hacia mí y asintió feliz mientras empezaba a revisar mi iPod—. ¿No necesitas ir al baño antes? Es un viaje larguito —le pregunté sarcásticamente. Él se burló en voz alta. —Arbustos, cosita caliente —declaró sin echarme un vistazo. ¡¡¡Hombres!!!

Detuve el motor tras estacionar junto al cementerio y Boss resopló con fuerza. —Si piensas que me quedaré esperando aquí tendrás reconsiderarlo cosita caliente —me dijo con una severa sacudida de la cabeza. Lo miré con desconcierto y me di cuenta que no estaba bromeando. —Boss, creo que estarás a salvo en el auto… ¡en las afueras del cementerio! —Reí y me miró ante mi humor. Me mordí los labios para reprimir la risa, pero estaba tan blanco como una sábana y mis ojos se abrieron con asombro. Un gran bruto como él y tenía miedo de estar solo en un cementerio. —De acuerdo —resoplé. Él asintió con la cabeza frenéticamente y trepó fuera del auto, mirando el cementerio con cautela. —¿Quieres tomar mi mano Boss? —me burlé pero asintió de nuevo y agarró mi mano. Se me hacía muy difícil reprimir la risa, así que sólo caminé hacia donde tenía que estar. —¿Tu mamá? —preguntó Boss al sentir el fallar en mi paso cuando nos acercamos a una lápida. Asentí con la cabeza solemnemente. —Y mi papá. Apreté la mano de Boss y dejó la mía. —Sólo necesito un momento —le pedí. Él asintió con la cabeza y dio unos pasos hacia atrás, pero no demasiado. Sonreí al ver sus temerosos ojos revolotear de lápida a lápida con horror. —Vas a estar bien —le dije mientras tomaba un paso más cerca de mis padres.

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—Hey, mamá —empecé mientras trazaba su nombre en la piedra—. Te gustará saber que gracias a ti, ahora tengo una banda de bastardos despiadados saltando sobre las cosas que me rodean —le dije con sarcasmo. Yo casi esperaba el bofetón en mi mejilla, pero todo se mantuvo tranquilo, así que continué. —Jax está de vuelta. Él quiere que me vaya por todo el mundo con él, pero... bueno, tú entiendes. Tú eres la que la entendería, pero no estás aquí para decirme lo que... —Me senté en el borde de la tumba y comencé a arrancar todas las malas hierbas y limpiando del terreno —No debería haberte puesto aquí con él. Lo siento, no lo pensé en ese momento. He estado tratando de encontrar el lugar de descanso de mi padre para ti, pero no ha habido suerte hasta ahora. Es muy difícil cuando todo lo que tengo es un nombre y “Gerry Smith” es muy común... ¿quién sabe? Tomando una respiración profunda, me trasladé a la otra persona en el lugar en el suelo con mi madre. —Papá. —Las palabras parecieron luchar para salir y miré fijamente a su nombre por un tiempo. —Te amaba papá. Demonios, te idolatraba, pero... —Solté un profundo suspiro mientras el hormigueo en mis venas se transformaba en comezón y mi cerebro soltaba las habituales chispas de electricidad —¿Cómo pudiste...? —susurré mientras una lágrima rodaba por mi mejilla—. Trece años confiando, trece años de adorar el suelo que pisabas. Arruinaste su vida, tomaste todo de ella, lo que a su vez arruinó la mía. Tú... Alejaste a mi padre de mí, te llevaste el amor de mi madre, pero lo que más duele es... tomaste mi vida al enviar a los hombres dentro de mí... me convertiste en algo que no... no me gusta. Sentí a Boss sentarse a mi lado y me di cuenta de que estaba llorando más fuerte de lo que pensaba. No dijo nada, ni siquiera me miró, sólo tomó mi mano apoyándome. Tragué fuerte y me quedé mirando el grabado en la lápida. —Yo... yo... no sé qué hacer papá ¿Quieres que ceda y se los de a ellos? ¿Quieres que me lo quede? Yo... sólo... Cristo, esto era un desastre, y lo único que necesitaba era un poco de sentido, pero sabía que no iba a conseguir nada aquí hoy. —¿Vale la pena? —terminé en voz baja. Boss me apretó la mano con fuerza y me devolvió el gesto. —Creo que te perdono papá, pero nunca voy a olvidar lo que le hiciste a mi madre o a mi padre... nunca. Pero soy yo quien tiene que vivir con eso, no tú. Yo soy a quien dejaste atrás para hacer frente a la traición, el egoísmo y todas las mentiras, los secretos malditos que cambiaron mi vida para siempre.

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Arranqué las últimas malezas de la tierra, y pasé los dedos por ambos nombres. —De todos modos, estoy aquí para decir adiós. No voy a regresar. Estás en mi cabeza y mi corazón, no aquí, en el suelo, bajo la maleza y suciedad. Mi corazón —susurré. Soplé un beso a cada uno y me alejé. La mano de Boss me abrazó con fuerza mientras me guiaba hacia el auto. Tomó las llaves de mí antes de que ambos subiéramos y después de desplazarse a través de su iPod reprodujo "Recordaré" de Amy Grant mientras nos alejábamos.

Gemí al ver todos los paparazzi acampados fuera del hotel pero Boss me llevó a una calle secundaria y se detuvo en el aparcamiento subterráneo. Por suerte mi auto tenía vidrios polarizados, por lo que el pequeño grupo que se había instalado en esta parte no sabía quiénes éramos, cuando condujimos directamente delante de ellos. Fruncí el ceño al ver a Jack esperando al lado del ascensor y Boss se encogió de hombros. —¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté mientras me salía. —Oí lo que pasó, así que pensé en venir. —Sonreí con admiración hacia él. —Me vuelvo mañana sin embargo. Él asintió con la cabeza en reconocimiento. —Sí, lo sé, pero he venido a solucionar todo con la gente de la policía y el seguro. Después de lo que pasó, me necesitas aquí, E. Suspiré y asentí mientras entrábamos en el ascensor y subí al vestíbulo principal. La recepcionista sonrió ampliamente mientras me acercaba. —Oh, Eve Hudson —aventuró demasiado efusiva y me sonrió. Se inclinó hacia delante—. Sé que probablemente esté harta de esto, pero ¿podría firmar algo para mi hija?, ¡ella te adora! Asentí con la cabeza y firmé una hoja de papel, añadiendo un mensaje personal para su hija, antes de que me diera mi tarjeta. —El Sr Cooper y sus amigos ya han llegado y se encuentran en este momento en la residencia —me dijo y yo asentí. Jack me acompañó al ascensor, con la mano colocada en la parte inferior de la espalda protectoramente. —Espera —dijo mientras revisaba el ascensor antes de entrar. Rodando los ojos, lo seguí.

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—E, Cristo, tienes que estar más alerta ahora —me regañó y asentí obedientemente—. Te voy a conducir de vuelta a Londres mañana así que enviaré a alguien para tu coche. Leah ya envió algo de ropa y artículos de primera necesidad a tu habitación aquí —me dijo y sonreí a la iniciativa de mi asistente. Ella a veces era una maldita molestia, pero sabía que no sobreviviría ni un día sin ella. —Dios bendiga a Leah —le dije, y Jack asintió con la cabeza y se volvió hacia Boss—. También envió algunas cosas para usted. Boss se echó hacia atrás y lo miró. —Wow. He cambiado de opinión acerca de tu asistente, E. —Se rió entre dientes y asintió con picardía hacía él—. Le daré eso, es malditamente eficiente. Estaba de acuerdo. Boss me abrazó fuerte cuando nos detuvimos en la puerta de camino a mí habitación. —Me voy por la mañana las 4 am, así que voy a verte por allí —le dije. Él asintió con la cabeza antes de que me dirigiera a mi habitación. Jack entró antes que yo y revisó minuciosamente mi habitación antes de dejarme sola, pero antes de relajarme, llamé por teléfono a todo el mundo, entonces me quité los zapatos y después de pedir el café, me dejé caer en el sofá. Luego de que mi café fuera entregado, me quité la ropa y me metí en la ducha disfrutando de la sensación del agua en la espalda. Suspiré de relajación mientras la corriente masajeaba mi dolor de espalda y las piernas. Antes de que supiera lo que estaba haciendo, me estaba hundiendo en el suelo, mi cuerpo sacudiéndose en llanto desgarrador, ya que todo lo que había pasado en el día se terminó de asentar en mi agotada cabeza. Sabía que la razón principal de mi angustia era la idea de tener que decir adiós a Jax y a los chicos de nuevo. Mi corazón estaba sufriendo ya y que esperaba mi mini-desglose de ahora fuera suficiente para que no sucediera después. No te mientas E. ¡Sabes muy bien que esto no será suficiente para desahogarte! De repente fui levantada y puesta sobre el regazo desnudo de Jax. Lo miré con sorpresa por un momento y luego lloré incontrolablemente en él, mientras tomaba toda mi tristeza y dolor. —¿Cómo has entrado? —dije eventualmente. Sonrió suavemente mientras sus pulgares limpiaban bajo mis ojos y quitaban las lágrimas. —Estamos compartiendo nena —afirmó sin rodeos. Oh, bien.

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Sus dedos comenzaron a masajear el cuero cabelludo mientras me daba la vuelta para que mi espalda quedara hacia él y gemí de placer. —Eso está bien —respiré. Se rió entre dientes y me sonrió con picardía mientras sentía su erección crecer debajo de mí. —¿Te gusta demasiado Jax? —sonreí. Gruñó juguetonamente mientras alcanzaba el champú. Mis gemidos se hicieron más fuertes mientras continuaba lavándome el cabello, entonces me levantó y me dejó caer sobre su firme pene. —Oooh, eso es incluso mejor —suspiré mientras gemía cuando la punta se topó contra mi centro. No nos movimos. Sólo se quedó así, dentro de mí mientras terminaba mi pelo. —Te siento nena —me susurró al oído mientras tomaba mi lóbulo entre sus dientes y mordía suavemente—. Te siento demasiado, amor —repitió. Sus manos recorrieron mi espalda y sobre los hombros y hacia abajo hasta que llegó a mis pechos—. Dios, me encantan tus senos nena. Gemí y me removí en su regazo cuando él tomó mis pezones entre sus dedos jugueteando, al mismo tiempo que su boca incitaba más mi excitación explorando la suave piel de mi cuello. —Te escucho nena —susurró a mi oído mientras mis gemidos se hacían más fuerte y comencé a moverse más sobre él. —Necesito verte E —dijo mientras me levantaba, me volvió hacia él, entonces me bajó de nuevo sobre él. Su boca encontró la mía mientras me besaba en su particular forma, su lengua dominando la mía y tomé su rostro mientras nos conducíamos al olvido, mi cuerpo instintivamente tomando el control subiendo y bajando, más rápido y más duro con cada rose. Mis muslos se apretaron aún más cuando tomó uno de mis pezones en su boca y lo saboreó con la lengua y los dientes. —Te amo Eve Hudson —gruñó mientras sus ojos penetraron en mí. Sus palabras me llevaron al clímax y me hice pedazos encima de él, gritando su nombre mientras él hacía lo mismo y arremetía contra mí. Su eyaculación pareció durar una eternidad, mientras continuaba bombeando dentro de mí. —¡Mierda! ¡Cristo! —gruñó mientras tiraba violentamente contra mí—. Puedo sentir tu corazón latiendo a través de tu pecho nena —jadeó mientras descansaba su frente contra mi esternón. —Te amo demasiado Jaxon Cooper —le susurré. Él gimió y cerró los ojos como si estuviera disfrutando de mis palabras y grabándolas a su memoria—. Yo siempre te amaré Jax. Hasta que mi alma se marchite y muera. Lo que probablemente sea el lunes, cuando abordes el avión de regreso a Estados Unidos.

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Suspiró profundamente y tomó mi mejilla con la mano. —Nena... te necesito. Necesito todo de ti, conmigo E. No puedo... me duele demasiado malditamente mucho... Asentí con la cabeza y presioné mis labios a los suyos. —Lo sé, nene. Frotó su nariz alrededor de la punta de la mía. —¿Eres mía nena? Sonreí suavemente —En cuerpo y alma. Siempre y para siempre.

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Capítulo 46 ♥

El jueves por la tarde me encontraba frente a la puerta de la habitación que contenía a los miembros Hell’s Eden en los estudios de MTV. Leah me miró con irritación mientras mi mano se movía sobre la manija de la puerta con indecisión. —E. ¿Qué diablos te pasa? —dijo entre dientes antes de tomar un gran suspiro y abrirla por si misma. Estaban sentados alrededor de una pequeña mesa bebiendo café y mi mal humor aumentó al ver a Mad, riendo y bromeando con ellos. Cada uno de ellos se volvió hacia mí y me sonrió cuando entré, pero mis ojos siguieron pegados a Mad. —Fuera. ¡Estás despedido! —dije simplemente. Angel y Hunter se rieron y empujaron a Mad pero Mad sabían por mi cara que no estaba bromeando. —¿Puedes hacer eso E? —sonrió y sonreí con picardía. —Bueno, eres tú o yo Mad y creo que para Brent será más fácil sustituir a un baterista —escupí. Angel y Hunter nos miraron de reojo, preguntándose qué demonios estaba pasando, pero Mad y yo nos mirábamos el uno del otro. —¿Y bien? —provoqué y mi respiración se detuvo al ver a los miembros de la sala 103 entrar en el habitación. Cada uno de ellos se acercó en silencio a Mad y lo arrastraron desde la sala. Sin decir una sola palabra. Ángel se puso de pie con rapidez, la silla volando detrás de él, pero me paré frente a él y sacudí la cabeza. —Siéntate, tenemos que hablar —le informé. —¿Qué demonios está pasando? —preguntó Hunter y suspiré sentándome delante de ellos. —Mad trató de violarme antes de casi matar a Bruce —dije sin rodeos. Las cejas de ambos tocaron la línea de sus cabellos, pero sólo me miraron en estado de shock. Les conté mientras estaban en silencio y ambos gruñeron cuando les dije lo que le había hecho a Bruce. Encantador. Ninguna reacción por mi parte. Ambos suspiraron cuando terminé pero fue Leah quien habló desde detrás de mí.

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—Espero que los muchachos patearan la mierda de él —dijo enojada y asentí. —¿Qué pasa con la cosa de caridad del sábado? —preguntó Ángel. —Boss lo va a reemplazar. Pero he tengo estado con Brent y él ya está buscando un nuevo baterista—les dije. —¿Así que Brent ya sabía? Asentí. —Lo siento, le dije primero, pero necesitaba saber si tenía su apoyo, antes de caminar sobre todos ustedes. Hunter hizo una cosa muy rara entonces. Se puso de pie, me abrazó y me besó suavemente en la mejilla. —Siempre, E. Sonreí agradecida hacia él y Ángel asintió. —Necesidades sus bolas. Sabía que tenía una cosa por ti, pero… Asentí de acuerdo justo cuando uno de los hombres de estudio vino a buscarnos. —¿Anunciamos que se va ahora? —preguntó Angel pero sacudí la cabeza. —No, Brent lidiará con el comunicado de prensa. —Santa mierda E. No sé cómo sigues viva después de estos últimos días —se burló Hunter. No serían los últimos días lo que me mataran. Sería el lunes.

291 Jack me estaba esperando cuando salí del estudio y fruncí el ceño. —Pensé que iba con Angel y Hunter. Él negó con la cabeza. —Cambio de planes E. Leah me dijo que te recogiera y te llevara a una sesión improvisada. Angel y Hunter ya terminaron —me dijo mientras sostenía la puerta abierta para mí. Gemí mientras Hunter y Angel se reían. Se metieron en su auto esperando frente mío y les saqué la lengua antes de subir al mío. —Oh, dame el teléfono un minuto E, tengo un nuevo número —dijo Jack mientras se giraba para enfrentarme desde el asiento delantero. Me encogí de hombros y se lo entregué. —Pudiste haberme dado el número, Jack y yo lo guardaría —dije mientras buscaba en mi teléfono. Miré por la ventana durante cinco minutos y luego volví a mirar a Jack.


—¿Qué estás haciendo? Te está tomando años —pregunté mientras me movía para mirar por encima de su hombro. Me pasó el teléfono y sonrió. —Tu teléfono es diferente al mío y no podía encontrar la manera de hacerlo —se rió entre dientes. Salió del tráfico y miré por la ventana. —¿Dónde es el rodaje? —pregunté, pero Jack se encogió de hombros—. ¿En qué lugar queda entonces? —intenté, pero se encogió de hombros. —No sé, me acaban de pasar la dirección —dijo simplemente y fruncí ceño. Así no era Jack, por lo general sabía todo hasta el más mínimo detalle. —¿Todo está bien, Jack? Asintió otra vez y estaba empezando a sentir un poco sospechosa cuando él sólo me miró a través del espejo, pero al final lo dejé y me recosté y cerré los ojos, con la esperanza de atrapar media hora de sueño antes del rodaje.

Un pitido me despertó de mi sueño y parpadeé un par de veces para aclarar mi vista para poder echar un vistazo adonde estábamos. Una mansión nos recibía mientras Jack se detenía en un gran camino circular y fruncía el ceño. —¿El rodaje es aquí? —Bostecé, tratando desesperadamente de despertarme. A los maquillistas les daría un ataque si llegaba con los ojos inyectados en sangre, pero por lo general tenía algunas gotas que lo curaban, así que no me preocupó demasiado. Jack no dijo nada, pero se detuvo delante de la puerta doble y salió del coche. Nunca esperaba por él, así que abrí la puerta y salí. Era extrañamente tranquilo y miré a Jack dubitativamente. —¿Estás seguro de que tienes el lugar correcto? No hay nadie más aquí —dije mientras daba vuelta y examinaba los jardines. —Sí —dijo en voz baja y se acercó a las puertas. Encogiéndome de hombros lo seguí y entré en un gran vestíbulo después de él. Silbé entre dientes mientras tomaba una rápida inspección. El lugar gritaba dinero, desde sus suelos de mármol a sus grandes escaleras y lámparas de gota masivas. Se podía decir por un vistazo rápido que el

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mobiliario era caro y la decoración era tan opulenta como el resto del lugar. —Bueno, si el rodaje es aquí, espero que la gente piense que es mi casa —me reí para mis adentros. Jack se burló y negó con la cabeza hacia mi mientras una puerta se abría al final del pasillo. Me quedé en estado de shock mientras miraba una cara que no había visto desde hace mucho tiempo. —Hola Eve —dijo y mi boca se abrió. —¡Oh Mi Dios! Evan!! —declaré con una enorme sonrisa. ¿Te acuerdas de Evan? Él fue el chico que conocí cuando pasé las semanas en Cornwall. Inclinó la cabeza y me miró con una sonrisa intimidante y todos los pelos en la parte posterior de mi cuello se erizaron ante la vista de él. Él rezumaba desprecio y maldad y sus ojos tenían un odio que no había estado allí dos años atrás —¿Evan? —pregunté con cautela mientras empezaba a caminar hacia mí. Retrocedí un poco, la visión de él asustándome y mi instinto me dijo que corriera. Jack se puso detrás de mí y agarré su brazo. —Jack. Tenemos que salir de aquí —susurré. Agarró la parte superior de mis brazos con las dos manos y volví la cabeza para mirarlo. —¿Qué estás haciendo? —dije entre dientes, pero negó con la cabeza. —Eres una chica inteligente E. Adivina —sonrió y me quedé sin aliento. —Oh Dios Jack. ¿Qué has hecho? Se encogió de hombros con frialdad, como si no le importara. —Cuentas que pagar E. Familia que mantener. Ya sabes cómo es — dijo con franqueza y mi estómago se revolvió ante su actitud despiadada. Evan nos había alcanzado ya y apreté mi espalda en Jack ya que era el peor de los dos males. —¿Qué quieres Evan? Sus cejas se levantaron y soltó una carcajada sin humor. —E... ya sabes lo que quiero —se burló y lo miré inquisitivamente. —¿Quieres el video? Estaba totalmente confundida. Evan era mi amigo y de la misma edad que yo, él no era uno de los hombres que entraron en mi habitación y no podía comprender su implicación en el asunto. —¡Por supuesto que quiero el maldito video! —escupió en mi cara y parpadeé rápidamente contra su furia. —No lo entiendo —tartamudeé.

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Me miró como si fuera estúpida. Lo que obviamente era. —Mi padre, perra estúpida, ¡el video es de mi papá! Mis ojos se abrieron y mi ira surgió. —Debes estar muy orgulloso de él —me burlé. Su puño conectó con mi pómulo, y me mordí el labio por el dolor mientras lo miraba. —Tu padre trató de violar a una niña de trece años —le espeté. Su rostro estaba cerca del mío y la malvada curvatura de sus labios me heló la sangre. —Yo no trataré. Me estremecí en contra de su malicia y decidí ignorarlo mientras examinaba mi cuerpo con ojos hambrientos. —De hecho, yo también podría divertirme mientras estás aquí — sonrió. Tragué con dificultad y miré hacia otro lado mientras agarraba mi barbilla con dureza en sus dedos. —Dos opciones E y sabes cuales son —ofreció. Levanté mis ojos hacia él y sonreí con frialdad. —Acabas de dispararte en el pie. Tenía la jodida cosa en mi casa —le gruñí. Sus ojos se estrecharon y luego se echó a reír antes de golpearme de nuevo. Me tambaleé de nuevo y Jack me agarró. —Evan, contrólate compañero —dijo en mi defensa, pero la frialdad en los ojos de Evan hizo que Jack dejara caer sus manos lejos de mí. —¿Quieres tu paga Jack? —Sí —reconoció Jack con un suspiro y se quedó de pie junto a la puerta principal. Evan tiró de mi pelo y me arrastró hacia la habitación de donde salí y arrastré mis pies en el suelo. Pateó la puerta cerrándola detrás de nosotros, me empujó a un enorme sofá de felpa y se puso encima de mí antes de que supiera lo que estaba pasando. Hurgó en mi ropa y hundió sus dientes en mi labio inferior, exigiendo que los abriera a él. Lo empujaba con todo lo que tenía, pero era demasiado fuerte y sus manos me arrancaron la camisa mientras sus dientes ahora se hundían profundamente en mi cuello. —Por favor, Evan —grité pero no quiso ceder y se mantuvo sobre mí, sus manos ahora tratando de quitar mi sujetador. De repente se levantó de mí y estuvo volando a través de la habitación antes de que pudiera parpadear. Me quedé con los ojos abiertos al golpear una mesa antigua y lo partió por la mitad, ambos aterrizando en un montón en el suelo. —¡Contrólate! —gritó un hombre mayor y mi corazón se detuvo cuando al darme cuenta de quién era.

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Rápidamente me puse de espaldas y me empujé contra el brazo del sofá y se volvió a mirarme. —¿Q…q.. qué de…monios? —balbuceé mientras sacudía la cabeza con incredulidad. —Hola Eve —dijo en voz baja. Mi mandíbula temblaba con cada una de mis respiraciones, las cuales se convirtieron en un jadeo. —Eres mi…eres mi…. Todo se volvió negro. ¿No era el olvido maravilloso?

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Capítulo 47 Estaba oscuro cuando volví en mí y me disparé hacia adelante cuando todo se precipitó en mi cerebro a 200 mph. Estaba en una cama suave en una habitación lujosa en alguna parte, mi cuerpo vestido de nuevo, pero descalza. —Bienvenida de vuelta —dijo alguien desde la esquina de la habitación detrás de mí. Me volví rápidamente para encontrarme con un hombre de piel oscura. Él se levantó de la silla y caminó hacia mí, la parte blanca de sus ojos brillaban a la luz de la lámpara y me alejé de él cuanto más se acercaba. —No tengas miedo de Eve. No te lastimaré —dijo con suavidad y lo miré cautelosamente. Se acomodó ligeramente en el borde de la cama junto a mí y me sonrió. La ternura de sus ojos me sorprendió, pero todavía lo miraba con vigilancia. Suspiró profundamente y miró hacia la ventana. —Todo lo que quiero es la grabación Eve, luego puedes ir a casa. Me quedé en silencio y me di cuenta de una ligera capa de suavidad en sus ojos —Estás haciendo esto muy difícil para ti Eve. ¿Qué te importa si lo tengo? No es que sea de alguna utilidad para ti realmente, ¿verdad? —¿Mi… padre...? —me atraganté. Se volvió hacia mí luego, sus ojos llenos de bondad de nuevo y sonrió cálidamente. —Sí. Qué sorpresa ¿eh? Asentí con la cabeza ligeramente y me sorbí los labios. —No entiendo —dije en voz baja. Él suspiró y asintió. —No esperaba que lo hicieras realmente. Todo es un poco complicado, pero esa es la historia de tu papá Eve no mía. —Pero... pero... trató de matarme —me ahogué, imaginando mi casa en escombros. El hombre frunció el ceño ligeramente y sacudió la cabeza. —No Eve. Sabíamos que nadie estaba en casa. Fue sólo una advertencia —explicó luego riendo por lo bajo—. No nos servirías de mucho muerta, ¿verdad? —agregó con humor. ¡Sí, graciosísimo!

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—Sin embargo, la he tenido años y no he hecho nada con ella, así que ¿por qué ahora? —pregunté y frunció los labios. —Bueno, yo no sabía que lo tenías hasta que tu maravillosa madre se puso en contacto y dijo que tenía algo de material que valía mucho para mí. —Su rostro se ensombreció por un segundo antes de continuar—.Ella, tu madre, no mantiene sus promesas, ¿verdad? Él frunció el ceño, como si las acciones de mi mamá estuvieran directamente vinculadas a mí. Negué con la cabeza hacia él. —Pero, luego murió así que... —Se encogió de hombros y lo miré con asombro—.. Sí, eso no ayuda. ¡Puta egoísta! —Resoplé burlonamente. Su mano abarcó el ancho de mi garganta apretadamente de pronto y traté de tragar por el dolor y el shock pero su agarre era demasiado apretado. —No jodas conmigo Eve. Puedo causarte realmente mucho dolor y no queremos arruinar esa cara bonita, ¿verdad? —escupió en mi cara. Negué con la cabeza tanto como pude y liberó su mano. Mis propios dedos llegaron hasta mi cuello para calmar el dolor. Se puso de pie y caminó hacia la puerta, pero se volvió hacia mí antes de atravesarla. —Piensa en ello un poco Eve. Volveré más tarde, pero sólo voy a dejar saber que, esta es tu última oportunidad para hacer lo correcto — dijo, entonces entrecerró los ojos en mí y sonrió—. Tú sobrina es una cosa realmente linda ¿no es así? Mis ojos se abrieron ante su advertencia pero guiñó un ojo y se fue. Santa mierda. Este era un gran problema, y yo cerré los ojos angustiada. Sabía lo que tenía que hacer, no arriesgaría a Evie o cualquiera de mi familia, por lo que la elección ahora era más fácil. Mi vida estaba fuera de control rápidamente. Todo estaba sucediendo al mismo tiempo y mi pobre y desconcentrado cerebro estaba luchando para hacer frente a los miles de pensamientos que giraban a través de él. La puerta se abrió de nuevo y mi padre se paró en el marco. Su rostro era difícil de leer, pero sus ojos estaban llenos de algo que no quería aceptar. Amor. Sacudí con la cabeza y me negué a reconocerlo pero entró en la habitación y silenciosamente cerró la puerta detrás de él. ─E... —¡No me llame así! Sólo los amigos y familia me llaman E. ¡Puede llamarme Eve... o señorita Hudson sería más apropiado! —dije con tanto desprecio que pude reunir. Él silbó entre dientes y suspiró al mismo tiempo. —Eve —corrigió—. Tenemos que hablar. Solté un bufido.

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—Está unos veinte años demasiado tarde, me temo. No quiero escucharlo. Simplemente dígale a su jefe que conseguiré el maldito video para él y luego no quiero volver a verle nunca. —Por favor. Sólo deja que te explique —intentó pero me di la vuelta— . Conocí a tu madre hace veinte años.... —empezó pero tapé mis oídos y cerré los ojos mientras empezaba a cantar. Muy adulto E. Sus manos sujetaron las mías y las empujó a medida que se acercaba a mi cara. —Escúchame Eve. Me aparté de él, pero dejé de cantar y me quedé tranquila mientras se sentaba a mi lado en la cama y continuaba sosteniendo mis manos. Se quedó en silencio por un momento, y luego respiró hondo. —Tu madre era la criatura más hermosa que alguna vez había conocido, incluso su risa era hermosa y me enamoré al instante. Tuvimos lo que llamarías a un tumultuoso romance, pero esa mujer... estaba decidida a autodestruirse e intenté de todo para ayudarla. Sacarla de las drogas, pero... bueno ya sabes Eve. Su mirada se posó en la ventana con los ojos vidriosos como si estuviera físicamente en el pasado, y mi corazón se encogió un poco ante el dolor crudo en su rostro. —Un día teníamos que encontrarnos con un acreedor. Nos reunimos en una pequeña tienda de café y recuerdo su orden como si fuera ayer, café negro y un espiral de canela, el cuál cubriría con azúcar moreno de uno de esos pequeños paquetes de papel. —Se rió entre dientes, más para sí mismo que para mí y me encontré sonriendo con él. Suspiró profundamente y sus ojos se oscurecieron. —Ella nunca apareció... pero Robert lo hizo. Podía oír el desprecio en su voz cuando dijo el nombre de mi papá. —¿Puedes creer que el hombre me puso una pistola en el estómago por debajo de la mesita en una pequeña y vieja cafetería —se burló—. Ten en cuenta que fue hace veinte años, Eve y yo era un repartidor de pizza de mierda. Sin nadie respaldándome, ni dinero, ni educación... ¡maldición todo! —afirmó enojado mientras me miraba tristemente. —En resumidas cuentas, me dijo que si no dejaba a Lisa tranquila, acabaría conmigo y la haría pagar dolorosamente. Y sabiendo con qué clase de hombre estaba tratando. —Se encogió de hombros y exhaló—. ¿Qué habrías hecho tú? No le contesté, no creo que esperara que lo hiciera. Se levantó de la cama y se acercó a la ventana, mirando hacia la oscuridad con una expresión de dolor, como si mi madre estuviera allí esperándolo. —Nunca la volví a ver.

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—Sé todo esto —dije con la mirada vacía, todavía sin darle la satisfacción de poner alguna emoción en mis palabras. Asintió y luego se volvió hacia mí. —Ni siquiera sabía que estaba embarazada Eve. Nunca supe de ti y de Aaron hasta hace unos meses cuando fui alertado de alguien haciendo comprobaciones sobre mí. —reveló mientras encontraba mis ojos de nuevo. —Mi mamá sólo me habló de ti seis meses antes de su muerte, pero pensó que estabas muerto y... bueno, quería encontrar tu tumba. —Me reí en voz alta—. No es de extrañar por qué nunca jodidamente la encontré. El dolor cruzó su rostro y estreché mis ojos en él. —No finjas que te importa Gerry. Estás en todo este lío también. Destrozaste mi casa. Mi casa que tú destrozaste contenía el único recuerdo que tengo de mi hija muerta. ¿Sabes lo que se siente? — espeté con disgusto. ─Oh Dios, Eve... yo... Levanté mis manos para detenerlo. —No, simplemente no. Como he dicho, voy a darte lo que necesitas, pero luego déjame sola. No quiero tener nada más que ver contigo. ¡Me das asco! Asintió con la cabeza y exhaló con cansancio. —Le diré a Sal que has cambiado de opinión —dijo en voz baja mientras caminaba hacia la puerta, pero se volvió al llegar—. Lo siento, Eve. Todo esto es más grande que yo. Lo creas o no, fueron indulgentes contigo, por mí. Me reí y sacudí la cabeza con repugnancia mientras cerraba la puerta. Me acosté en la cama y me acurruqué apretadamente, ocultándome a mí misma de toda la mierda que estaba pasando. Todo parecía demasiado increíble y seguía sin entender cómo mi padre podía hacerme eso. ¿Qué demonios les pasaba a mis padres? Cada uno me había utilizado para sus propias podridas necesidades. Me entregué a la tranquilidad del sueño, sabiendo que iba a necesitar cada pizca de energía que tenía mañana, pero mientras me dejaba ir, lo único que soñé fue en el lunes y un avión volando alto. Un avión que contenía todo lo que mi corazón atesoraba. Incluso después de todo lo sucedido hoy, mi corazón todavía dolía por mi alma gemela y sentí las lágrimas mojar la almohada antes de apagarme profundamente.

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Entré en el banco a la mañana siguiente con la mano de Sal presionada pesadamente a mi espalda y rodé mis ojos en él. —No voy a hacer una huida. Sólo quiero terminar con esto —susurré. Se rió y llevó su boca cerca de mi oído. —Vas a tener que perdonarme si no me fío de ti Eve. —Se burló y curvé mis labios con disgusto. —Me gustaría ver mi caja de seguridad, por favor —le dije a la mujer detrás del mostrador. —Sus papeles —dijo metódicamente. Le entregué los papeles y mi identificación antes de desaparecer en una habitación. Un momento después, un hombre vino a acompañarme a mi caja. —Sólo usted señora, me temo que no se permiten escoltas en las salas de depósito —me dijo y miró a Sal. Él asintió y fue a sentarse en una silla mientras era guiada a una habitación simple. —Llave —me ladró el guardia y salté con su acelerada voz. Le pasé la llave y desapareció y regresó con una pequeña caja de metal, antes de que dejar la habitación para darme un poco de intimidad. Suspiré mientras desbloqueaba el contenedor y tomaba el USB, luego retiré el otro elemento que estaba almacenado allí. Llamando a la puerta, escuché que desbloqueo y esperé hasta que el guardia hubo devuelto mi caja y luego caminé de regreso a Sal. Echó un vistazo a mi mano cuando entré por la puerta y resoplé. —Te dije que confiaras en mí. Sólo quiero terminar con esto. Asintió y le entregué el USB. —¿Es esta la única copia? —preguntó y suspiré con frustración. —Sí. No tengo necesidad de copias. Asintió otra vez y salió a la calle hacia el coche esperándolo. —Puedes irte por tu lado ahora, Eve. Estoy muy contento de que tuvieras sentido común. Me gustas —sonrió Sal. Mis cejas se levantaron con sorpresa pero le entregué en la mano el elemento que había sacado de la caja. —¿Le puede dar a esto a mi padre y decirle que si alguna vez lo veo otra vez, entonces usaré la pistola de la que tengo una licencia. Sal me miró fijamente y luego se rió ruidosamente antes de fruncir el ceño ante el montón de cartas que le había dado. —Son las que mi mamá escribió para él. A pesar de que me traicionó, aún ama a mi madre y sé que ella lo amaba. Pertenecen a él, por el amor de mi madre, no mío o suyo. Sal suspiró y me miró.

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—Él es un buen hombre de Eve, pero trabaja para mí. —Se encogió de hombros, como si pensara que eso lo explicaba todo. Apreté los labios, pero asentí. —¿Quieres que te deje en alguna parte? —preguntó y lo miré como diciendo, “¿en serio?”. —Cuidate Eve —dijo mientras me pasaba su tarjeta de presentación—. Si alguna vez necesitas algo… —agregó y me reí con asombro, pero asentí con resignación. —Adiós Sal. Él sonrió y guiñó un ojo, luego subió a su auto y se alejó, dejándome mirando a la parte trasera del coche mientras desaparecía por la esquina. Sacando mi teléfono de mi bolsa, gemí cuando leí la pantalla “Por favor, inserte SIM” ¡Gracias Jack! Un taxi se detuvo en la acera enfrente de mí y estuve punto de morir en sorpresa al primer atisbo de suerte que había tenido en días. —¡Oh Dios mío, eres Eve Hudson —dijo el taxista con entusiasmo mientras me acomodaba en el asiento trasero. —Lo soy. —Sonreí tensamente Frunció el ceño a través del espejo hacia mí. —¿Estás bien amor? —Él realmente parecía preocupado y tuve que contener las lágrimas hacia su simpatía. Lo último que necesitaba era su historia, de cómo Eve Hudson había llorado cubos en su asiento trasero, embarrado en los periódicos del domingo. —Sólo un poco enferma —mentí—. Te daré otros veinte si se puedes llevarme a casa en quince minutos —le ofrecí. Su sonrisa pícara dijo todo mientras se deslizaba en el tráfico, casi estrellándose contra un autobús, y cerré mis ojos todo el camino a casa preguntándome si realmente lograría llegar a casa en una pieza.

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Capítulo 48 Entré directamente a la cocina, saqué el vodka del congelador y me serví una considerable cantidad antes de tragármelo y volver rellenarlo. Pasos tronaron en las escaleras y Jax apareció en la puerta, con el rostro pálido mostrando muchas emociones mientras todo su cuerpo parecía inclinarse hacia mí. No dijo nada, mientras me revisaba, como si comprobara si me faltaba algún miembro u oídos y ojos, pero su rostro se oscureció cuando sus ojos escaneando se posaron en mi mejilla magullada. Tomé pequeños pasos a través de la habitación hacia él. Su presencia jalándome y cuando lo alcancé, caí contra él, desesperada sólo para sentirlo, para que me abrazara y protegiera. Me envolvió cuando empecé a sollozar sin control y moqueando, me llevó directamente hacia arriba por las escaleras y nos puso en la cama, mientras me dejaba liberarme de mis demonios y tomar todo su consuelo —Nena —susurró mientras su nariz se instalaba en mi pelo—. Necesito respirarte nena —se atragantó y me di cuenta entonces de lo mucho que este hombre se había preocupado por mí, su alivio por mi presencia era palpable mientras nos consolábamos el uno al otro. —Mi padre está vivo —le dije sin rodeos entre hipidos. La mano que había estado acariciando mi brazo tiernamente, se quedó inmóvil mientras mis palabras tocaban fondo. —¿Nena? Incliné mi cara a la suya. —Mi verdadero padre, no mi papá. Jax siguió frunciendo el ceño y me di cuenta de que todavía no tenía ni idea de lo que estaba hablando, así que lo actualicé, a partir del día en el hospital con mi madre. —¡Qué demonios nena! —se sobresaltó cuando terminé. Asentí lentamente y suspiré profundamente. —¿Quién tiene padres como los míos, eh? —Me reí amargamente y el abrazo de Jax se tensó. —Bastardo —gruñó, pero negué con la cabeza. —Ya está hecho Jax. De una vez. Me dejarán en paz ahora y para ser honesta, realmente no importa lo que hacen con la grabación. La traición de mi padre me duele más que su muerte. Eso podría ser una cosa terrible de decir, pero... bueno ¡Es la verdad! —admití.

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Jax se arrastró hacia abajo, hasta que estuvo al nivel de mi cara y pasó el dedo por el puente de mi nariz con ternura. —Estás herida en este momento nena. Necesitas tiempo y, luego, ponerte en contacto de nuevo. Él es tu papá nena. Lo miré como si tuviera tres cabezas. —¿Tú perdonarías a tu papá para tomar la vida de Mary Ann? —me burlé. Su rostro se ensombreció, pero suspiró suavemente. —No es una cuestión de perdón nena. Está hecho. No puedo hacer nada al respecto, pero no tuve la oportunidad de hacer lo correcto. ¡Tú la tienes! Tragué saliva al escuchar sus palabras como si una parte de mí estuviera de acuerdo con él, pero todavía quedaba una porción más grande que jamás le perdonará lo que hizo. —¿Me oyes nena? —Te escucho, Jax —dije en voz baja mientras se inclinaba hacia mí. —Pasé por un infierno, nena —confesó mientras tragaba profundamente—. Tú solo desapareciste y pensé... yo... Acuné su cara y se acarició en mí. —Estoy bien Jax —susurré mientras cepillaba mis labios sobre los suyos. El dolor y la angustia que cubrían su rostro rasgaban profundamente y sólo necesitábamos sentir. Me tomó bajo su boca en uno de sus besos excepcionales y suspiré profundamente ante la sensación de él. La estructura suave de sus labios, mientras se unían a los míos, hizo que el deseo corriera por mis venas y gemí suavemente en su boca. Su mano se colocó alrededor de mi garganta con suavidad y lo jalé acercándolo a mí, recorriendo con mi lengua su labio inferior. Se abrió a mí inmediatamente y envolvió mi lengua alrededor de la suya, acariciando sus músculos íntimamente mientras conducía nuestra lujuria al siguiente nivel. —Necesito sentirte nena —sopló contra de mi boca—. Necesito tomarte, necesito poseerte, sólo necesito amarte nena. Gemí y agarré el dobladillo de su camisa, desesperada por sacarla de una vez por su cabeza para que pudiera sentir su piel. Se levantó un poco, lo que me permitió hacer lo que necesitaba, y mientras mis dedos se asentaban en su pecho desnudo gimió débilmente. Se estremeció mientras pasaba mis dedos por su tatuaje y luego sus propias manos estaban tirando de mi camisa. Mi sujetador fue el siguiente y lo arrojó al otro lado de la habitación con mi camisa. —Mierda. Tus tetas siempre me ponen duro nena —gruñó antes de que su boca se posara en uno y chupara la carne suave al lado de mi pezón mientras su otra mano masajeaba mi otro pecho con ternura. Gemí y arqueé mi espalda, empujándome hacia él mientras su boca se detenía sobre mi piercing y tomaba mi otro pezón. Su lengua lo

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rodeó implacablemente mientras sus labios succionaban y haciéndolos endurecer con necesidad. —Oh Dios, eso es bueno. Muérdeme Jax —me quejé. Él gimió y luego hizo lo que le pedí, hundiendo sus dientes suavemente contra mi duro pezón mientras su lengua aliviaba el dolor. Mi excitación aumentó con el placer del dolor y pronto estaba tirando de sus pantalones vaqueros, frenéticamente a empujándolos sobre sus caderas. —Jódeme nene —le supliqué. —No te voy a joder nena —dijo mientras sus dedos desabrochaban el botón de mis jeans y los sacaban de mis piernas, junto con mi ropa interior. Le fruncí el ceño y luego gemí cuando su nariz se posó en mi montículo. —Voy a tomarte, a enterrarme dentro de ti y volverte malditamente salvaje nena. ¿No era lo mismo? —Voy a amarte nena, no a joderte. Te voy a amar con tanta fuerza, que te olvides de respirar. Voy a amarte tan profundo que sentirás la punta de mí en tu corazón. —dijo mientras su lengua ahora rodeaba mi clítoris. Sus ojos me miraron y se sonrieron maliciosamente cuando separó mis piernas y frotó la punta de su nariz en mi clítoris. —Oh Dios, Jax, tan bueno. Justo allí, sólo un poco más duro... —dije entrecortadamente mientras golpeaba mi protuberancia sensible con la punta de su lengua. —¿Me escuchas nena? —Te escucho nene. Por favor... jodidamente ámame —le rogué mientras levantaba mis caderas, rogándole que me acercase. —Mírame E. Obsérvame adorarte nena —exhaló y me empujé sobre mis codos para mirarlo atacarme. Mis ojos rodaron mientras su lengua idolatraba cada parte de mí, desde mi ano hasta mi piercing y me sacudí mientras sus labios rodeaban mi clítoris y lo chupaba duro. —¡Oooh Sí Jax, Oh Dios, joder! Nene voy a.... Gemí profundamente cuando me vine alrededor de su rostro dura e intensamente, todo mi cuerpo estremeciéndose en éxtasis mientras me devoraba. De repente estaba subiendo a la cama en cuatro patas sobre mí, pero antes de que pudiera entrar en mí, me arrastré por debajo de él hasta su magnífica polla estaba gloriosamente descansando en mi cara. Golpeé la punta de él con mi lengua, lamiendo el semen que estaba esparcido en la corona de él. Gimió y me miró desde arriba y le sonreí felizmente. Se rio y bajó su mano hasta mi cara para suavemente

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acariciar mi mejilla, pero pronto me agarró del pelo con fuerza cuando lo devoré por completo. Lo trabajé con fuerza y rápido mientras su respiración se hacía más pesada y sus gemidos se hicieron más fuertes y de pronto estaba jalándose lejos de mí —Necesito enterrarme dentro de ti nena —susurró mientras se arrastraba hacia abajo, depositando pequeños besos suaves mientras descendía. Los dos exhalamos con fuerza mientras se empujaba dentro de mí. —¡Joder nena! Se siente tan malditamente bueno —siseó entre dientes mientras empezaba a moverse. Encontré cada uno de sus golpes con experiencia mientras él aceleraba y me golpeaba con furia. Pequeñas gotas de sudor adornaban su frente mientras trabajaba dentro de mí y justo mientras alcanzaba el borde de mi orgasmo, me giró sobre mi estómago y empujó mis rodillas hacia arriba, para dejarme en cuatro patas. Sentí la punta de su empujón contra mi trasero y me quedé sin aliento. —Necesito todo de ti nena —susurró en mi oído mientras se inclinaba sobre mí. Asentí con la cabeza y empujé hacia atrás contra él, permitiéndole la entrada mientras me obligaba a relajarse y dejarlo entrar. Ambos estábamos jadeando mientras avanzaba y pronto el placer superó el dolor y estaba balanceándome de nuevo en él. —Más duro Jax —dije, pero su mano se acomodó en mi nuca. —Todavía no nena. Simplemente siénteme primero. Oh, lo sentía bien. ¡Muy bien! Continuó amándome despacio y con ternura, sus empujones y tirones suaves y lentos, antes de su propia hambre se hiciera cargo y aceleró hasta que finalmente golpeaba con tanta fuerza, que estaba saltando de la cama. Nuestros orgasmos golpearon juntos y ambos gritamos de placer, mientras nuestros cuerpos se apretaban alrededor del otro y al mismo tiempo se estremecían violentamente con euforia, ambos cubiertos de sudor y jadeando. —Oh Cristo, nena —susurró mientras su boca besaba su camino por mi espalda hasta que estaba en mi oído—. Te amo Eve Hudson. Siempre nena, estás conmigo para siempre. Tragué con dureza como respuesta a sus palabras, hundiéndome profundamente para contener las lágrimas que querían salir a la superficie y volví mi rostro al suyo. —Y te amo Jaxon Cooper. Nunca me dejaste y nunca lo harás. Soy tuya nene, en cuerpo y alma.

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Nos dio la vuelta y me besó con tanta pasión que me dejó sin aliento y me robó el alma. Tiernamente, barrió el pelo de mi cara y me besó en la nariz. —¿Seguro que no puedes venir conmigo nena? —preguntó, pero la expresión de su rostro revelaba que ya sabía la respuesta. —No puedo Jax. Sabes que no puedo nene. Dios, si mi vida fuera más simple, ni siquiera tendría que pensar en ello, saltaría a tu espalda y atravesaría un maldito desierto contigo Jax. Asintió con la cabeza y suspiró tristemente, pero besó en mi frente con suavidad comprendiéndolo. —Domingo. Tu y yo nena. Todo el puto día. No dejaremos mi cama hasta que te haya hecho el amor tantas veces, que estés gritando frases incoherentes y rogándome que me detenga. ¿Me escuchas nena? Sólo gemí.

Todo el sábado, Boss ensayó nuestras canciones para estar listos para la función de caridad Animal esta noche y Jax nos acompañó, sólo para pasar tiempo conmigo. Acordé cantar dos canciones con Hell´s Eden y el nuevo sencillo con Sed. Sin embargo, no lo había visto desde esa noche desastrosa después de Bafta y estaba preocupada por cómo iba a comportarse, especialmente alrededor de Jax. No tuve que esperar mucho para averiguarlo. Se acercó una hora antes de nuestra presentación, acompañado de su sequito y una actitud del tamaño de Canadá. Esto debería ser divertido. Me sonrió ampliamente mientras se dirigía a mí, y justo en frente de Jax, deslizó su mano alrededor de mi nuca y tiró de mi boca a la suya. Me aparté, pero me tenía apretada y luché mientras trataba de empujarlo. —No hagas esto Sed —advertí contra su boca. Nunca había visto las habilidades de lucha de Sed pero sabía sin duda que no era competencia contra Jax, especialmente un Jax enojado. —¿Estás lista para mí bebé? —Me sonrió pecaminosamente, mientras Jax se precipitaba a través de la habitación y antes de que pudiera detenerlo, Jax había lanzado Sed contra la pared y le había golpeado con fuerza. —¡JAX! —grité y agarré su brazo antes de que pudiera lanzar otro puñetazo.

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Sed sonrió y se puso incorporó el mismo. —Bueno, bueno, bueno. Si es Jax Cooper. ¡Aunque dudo que Helen esté tan encantada de que te estés follando otra perra cuando te casas con ella en ¡tres meses! ¿Has oído eso? ¿Porque estaba segura de que había entendido mal lo que dijo? La mandíbula de Jax se cerró herméticamente y me quedé mirando fijamente la pequeña contracción en su mejilla mientras mi mundo se estrellaba a mi alrededor. Se volvió hacia mí y me di cuenta por la expresión de dolor en su rostro que Sed no estaba mintiendo. —¿Jax?... —me atraganté. Cerró los ojos en señal de angustia y levantó la mano para mí, pero di un traspié hacia atrás. Afortunadamente Boss estaba detrás de mí y me levantó en sus brazos, antes de que me cayera de culo e hiciera una tonta aún más grande de mí. —Tengo que salir de aquí Boss. —Tragué con dificultad. —No hay problema Cosita Caliente —susurró en mi oído mientras nos sacaba de la habitación y directamente fuera del edificio, hacia un coche esperando. Le dio una dirección al conductor pero, en mi mente jodida, no oí a donde. Nos quedamos en silencio y sólo me quedé mirando por la ventana, viendo a la gente mientras me negaba a reconocer el eco de las palabras de Sed en mi cabeza. ¿Cómo demonios me había perdido eso? Incluso me había pedido que mudara allí con él. ¿Pensaba que sería la otra mujer? ¿La mujer que se quedaba en casa todo el día esperando para ver si su amante casado se presentaba ese día? Ni siquiera me di cuenta de que estábamos en una suite de hotel hasta que Boss me pasó un vaso con una rodaja de whisky. —¿Qué demonios acaba de pasar Boss? —le susurré en estado de shock. —No es lo que parece E. Tienes que darle la oportunidad de explicarte. —Me reí en voz alta. —¡Ni una puta, Boss! Limpié frenéticamente la lágrima perdida que rodó por mi mejilla y me encogí de hombros. ─Hey, no importa de todos modos. Él vuelve el lunes y ese es el final de nosotros de todos modos. ¿A quién diablos estaba engañando? El vaso resbaló de mi mano y se hizo añicos en el suelo, junto con mi corazón, y rápidamente fue seguido por estremecimientos incontrolables que atormentaron mi cuerpo.

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—Mierda nena —susurró Boss mientras levantaba los cristales, y me ponía en el sofá. Se puso en cuclillas delante de mí y tomó mi mano—. E. Por favor, deja que te explique. —Debería haberlo explicado antes de que yo durmiera con él, Boss. Siempre supo que yo no era una de esas chicas que follan los hombres no disponibles. Infierno, me dijo que me amaba. Quiero decir... ¡mierda! Mi teléfono estaba enloqueciendo y sabía que iba a ser Brent o Leah y de repente me di cuenta de que me había salido del evento de caridad. —Boss. Mierda. Tengo que volver. Él asintió con la cabeza mientras contestaba el teléfono. —No Leah, simplemente no lo hagas. Estoy en mi camino de regreso. Ordena las cosas ahí. Estaremos en treinta minutos. —Terminé la llamada antes de que pudiera arruinar mi cabello con sus gritos. —¿Estás segura E? —preguntó Boss mientras me dirigía a través de la puerta y de nuevo al carro. Era como si fuera un pedazo de elástico y me sentía mareada. —Es por caridad, Boss. No voy a defraudarlos. Un concierto propio, sí, pero no a estos chicos. Él suspiró y se detuvo antes de mirarme entornando los ojos. —¿Alguna vez piensas en ti primero cosita caliente? Le fruncí el ceño y luego pensé en lo que hacía para mí. ¡Nada! Bueno, esto era una novedad y una notica bastante amarga. —Yo... bueno... yo... —suspiré profundamente y luego me encogí de hombros con resignación y Boss aspiró aire a través de sus dientes. —Nena. Vas a tener que reducir la velocidad antes de que te caigas, porque lo harás E, malditamente duro. Apretando los labios lo miré con aire de culpabilidad. —Me ayuda. Él frunció el ceño y ladeó la cabeza. —¿Ayuda a qué? —Olvidar... —Me di la vuelta, avergonzada por mi admisión pero Boss me agarró de la barbilla y me obligó a mirarlo. Sus ojos se clavaron en mí y estoy segura de que podía leer mi alma. —Te ayuda a olvidar a Jax —dijo sinceramente. Me limité a asentir, no necesitaba palabras para que él entendiera—. Mierda E. ¿Tan malo ha sido? Me encogí de hombros y me sonrojé furiosamente. Estaba enojada conmigo mismo sin que Boss estuviera enojado conmigo también. —Traté Boss, de verdad que sí, pero simplemente no podía... es como si él estuviera soldado a lo más profundo de mi corazón y por mucho que trate de arrancarlo, se aferró duro —revelé, completamente disgustada con mi falta de restricción en lo que se refería a Jax. Él asintió con una sonrisa triste mientras salíamos del coche y luchábamos a través de la seguridad para volver a entrar. Nos

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apresuramos rápidamente hacia el backstage y no me encontré con Jax en ningún punto en nuestro recorrido hacia este. Fue la peor actuación de mi vida, pero por suerte el público no había notado mi estado de ánimo y había disfrutado de las canciones, pero enseguida venía la gran prueba... ¡Sed! Me dirigí enfurecida dentro de su camerino, golpeando la puerta contra la pared mientras me lanzaba sobre él y le golpeaba con fuerza en la barbilla. —¡Maldito idiota! —me enfurecí. Se echó hacia atrás al ver mi ira y sus guardias de seguridad tenían sus manos en mis brazos antes de que pudiera colocar otro golpe sobre él. —¿Qué mierda te pasa E? —gruñó mientras se frotaba el punto dolorido en su barbilla—. Sólo estaba haciéndote saber que él te estaba jodiendo nena. Me burlé y sacudí la cabeza con disgusto. —Bueno, ciertamente no es contigo. Hacemos esta presentación Sed, y la actuación para el video, nada más. No le di oportunidad de responder cuando me di vuelta y salí pisoteando hacia mi camerino. Gemí interiormente cuando me encontré con una habitación llena de gente que deseaba arreglar cada centímetro de mí. Mi pelo fue jalado en todas las direcciones, mi rostro pintado en cada una pulgada. Estaba adornada con ropa sexy y muchas piezas exquisitas de joyería. Mis pies estaban apretados en tacones de cinco pulgadas, pero nadie se tomó la molestia de mirarme... ni siquiera un vistazo rápido para ver la E debajo de todo. De haberlo hecho, me habrían visto morir una muerte lenta y tortuosa. Una muerte de la que nunca volvería a ser resucitada, mientras mi corazón finalmente dejaba de latir y mi alma una vez por todas, se iba para cielos más azules. La soledad estaba de regreso y la urgencia del látigo vino con ella.

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Capítulo 49 Sed fue todo un profesional durante nuestro acto sin importar que le había encajado un golpe y a nadie se le hubiera ocurrido decir que habíamos discutido. Tan pronto como terminamos y nos llevaron fuera del escenario, mis dedos estaban marcando el nuevo número anónimo. —William, Eve Hudson. ¿Tienes a alguien para mi esta noche? — pregunté mientras cerraba los ojos con hambre, mientras que mis manos temblaban y mi pulso se aceleraba. —Eve. ¿Estás segura de esto? —preguntó William con preocupación. —Sólo una sesión rápida William. Te prometo que no voy a ir demasiado lejos. Suspiró profundamente, pero concedió. —Seguro. Joel está dentro esta noche. Le di las gracias, y corté la llamada, tras lo cual le marqué a un taxi y me escabullí fuera del edificio a través de la puerta trasera. Todo el mundo estaría esperando que regresara al vestuario para cambiarme, así que no tenía mucho tiempo y suspiré de alivio cuando vi que el taxi ya me esperaba. Trepé en la parte de atrás y le di la dirección mientras Jax salía de las sombras y, al darse cuenta de lo que estaba haciendo salió corriendo hacia mí. —¡Avance, rápido! —grité al conductor. ¡Era un maldito buen conductor! Las ruedas chirriaron y doblamos la esquina antes de Jax nos hubiera dado alcance. —Gracias —respiré y el conductor asintió con la cabeza—. No te preocupes amor. —Frunció el ceño y luego su rostro se iluminó cuando cayó en la cuenta de quién era yo. Le sonreí tímidamente y me maldije cuando me di cuenta de que ya le había dado a mi destino. —Mira, voy a hacer que valga la pena si se mantiene esto como nuestro secreto. —Traté de con optimismo. Me sonrió. —Claro amor. Puse uno de cien en su palma cuando salí y crucé mis dedos rogando que mi rostro no salpicara en todos los periódicos de mañana entrando en un club de sexo.

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“La Pantera Negra “ estaba abarrotada cuando entré en la zona del bar y sonreí ampliamente cuando William se acercó a mí. Me abrazó con fuerza y me sostuvo hacia atrás para inspeccionarme con su rostro entristecido. —E, estabas haciéndolo muy bien cariño. Asentí con la cabeza y me mordí el labio inferior. —Sólo estoy teniendo un mal día William. Asintió con comprensión antes de conducirme hasta una de las habitaciones. William siempre cerraba la zona para mí debido a mi status de estrella, nada de fotos riesgosas tomadas por otros clientes dirigiéndose a la cima. Siempre pagué William espléndidamente por sus consideraciones y él siempre uso a sus empleados más leales para tratar conmigo. Todo mi cuerpo temblaba con anticipación mientras mis venas ardían ferozmente y mi cerebro lo ansiaba. Mordí mi lengua contra el temblor acumulado en mis huesos y William me miró con inquietud —No dejes que te lleve E. Sólo deja que se reduzca, ya he advertido Joel de no ir demasiado lejos —dijo suavemente. Sabía que no quería decir sus palabras de forma ofensiva, que sólo estaba cuidándome después de lo que había sucedido antes en su otro club en Leeds. Dejé escapar un suspiro cuando entré en la habitación y mi corazón dolorido por mi fracaso. Joel me sonrió ampliamente. —Hola E. Asentí, pero no hablé mientras sacaba mi corsé de cuero y William frotaba mi hombro con ternura. —No olvides lo que dije Joel —dijo antes de cerrar la puerta tras de sí. Joel hizo un gesto a la estructura de madera con su barbilla y de repente no pude hacer el viaje a través de la habitación, pero cuando la sacudida golpeó mi cerebro, me encontré tropezando hacia la estructura con impaciencia. Levanté las manos y Joel ató mis muñecas y atado mi pelo hacia atrás para mí; entonces lo colocó por encima de mi hombro, así estaría fuera de su camino. Respirando inestablemente, mi frente se perlada de sudor mientras mi cuerpo gritaba para que se diera prisa de una puta vez, pero todavía había algo en mi corazón que gritaba que me detuviera. Respiré hondo y traté de manejar la incertidumbre. —¿El látigo o la fusta E? —preguntó Joel detrás de mí. Tirando en un enorme aliento, le contesté. —La fusta.

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Me escondí todo el domingo, negándome a reconocer el timbrado constante de mi teléfono o el maltrato incesante de la puerta principal. Finalmente apagué mi teléfono, cerré las cortinas y luego vi viejas películas en blanco y negro, mientras comía pizza y helados durante todo el día. Después de que el flujo ofensivo de Jax se calmó, fruncí el ceño cuando después de unas horas de paz, oí una llave en la puerta principal. Incorporándome del sofá esperando Jax no hubiera sacado mágicamente una llave, me sentí aliviado al encontrar a Bruce cojeando vuelta de la esquina. La visión de su cabeza vendada trajo mis lágrimas y me tiré al suelo para abrazar a mi pobre niño roto. Aaron le seguía con una expresión severa y me quedé sin aliento cuando me agarró los brazos y me tiró en posición vertical. Sus manos agarraron la parte posterior de mi chaleco y me puso de espaldas antes de jalarlo para arriba. —¿Qué mierd...? —resopló y me giré y lo golpeé. —¿Qué demonios estás haciendo? —le espeté pero él continuó mirándome confundido—. Jax me llamó y me dijo que habías ido al maldito club y no que no pudo detenerte. —Jax no tiene ni un puto derecho de llamarte. Él y yo hemos terminado, así que lo yo haga no tiene nada que ver con él —grité. —Pero... pero, no hay ninguna cicatriz allí E —dijo Aaron asombrado. ¡¡¡¿Cómo malditamente se atreven?!!! —No lo hice, por eso —le grité. Se echó hacia atrás en silencio aturdido al principio, luego sus labios se curvaron en una sonrisa enorme y no pude contener mi propia sonrisa viéndolo. —¡No me jodas! Qué jodido orgullo E —se atragantó con un sollozo mientras me acurrucaba fuertemente. Me di por vencida y le regresé el abrazo. —No preguntes lo que me detuvo. Era algo que había dentro de mí que decía “No”... así que lo escuché para variar. —Sonreí ante su feliz y aliviado rostro antes me volver mi atención a mi hijo. —Cántame Brucey bebé. —Le sonreí y se zambulló directamente en una canción para mí. Arrugué mi nariz hacia él, y Aarón y yo nos unimos, felizmente cantando a todo volumen "Trains Bruises” mientras lo mimaba. —¿Vas a decirle adiós antes de que se vaya E? —preguntó Aaron cuando nos sentamos con un café y negué con la cabeza—. Nope. Demasiado dolor, Aaron. No puedo... yo... Su mano se posó sobre la mía y él asintió. —Lo sé, pero tal vez deberías escucharlo...

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Negué con la cabeza. —No puedo por el hecho de que haya pasado más de una semana en mi casa, que haya compartido mi cama y mi cuerpo, y aun así no me lo haya dicho. Se volvió para mirar por la ventana a Bruce cavando en mis gladiolas, yo gruñí, pero lo dejé hacerlo. Ese chico podría tener un plato dorado de galletas para todo lo que importaba... estaba vivo y en casa y eso era todo lo que interesaba. —Simplemente no quiero verte sufrir como la última vez E. —Tragó como si tuviera dolor y le estrechó la mano. —Tengo que seguir adelante con esto Aaron. Como dice mi tatuaje “Si estás pasando por un infierno, sigue avanzando" y tengo la intención de jodidamente correr para atravesarlo. Aaron me miró con escepticismo. —Pero cuanto más rápido corras más duro te caerás E. En lunes por la mañana vino y se fue y lo llené de tantas las cosas que me distrajeran como pude. Bañé Bruce, que siempre era muy divertido, limpié mi armario y el armario debajo de las escaleras, que no era divertido. Entonces me preparé unas magdalenas, para disgusto de Bruce cuando traté de hacer que comiera uno; y en poco rato, el tiempo pasó y su avión había despegado. Entonces me senté y lloré, odiándome por perder la oportunidad de decir adiós de una vez por todas. El lunes por la tarde me vi en el estudio entrevistando a nuevos bateristas y la mayoría eran impresionantes, pero ninguno era Boss. Al final elegimos un tipo llamado Kirk, a quien apodé como Blade porque tenía una cosa por los cuchillos. ¡No pregunten! El lunes por la noche me encontré llorando sobre mi almohada con un preocupado Bruce gimiendo a mi lado mientras yo lloraba hasta enfermarme. Cedí y me puse la vieja camiseta de GN´R de Jax. Nunca me la había quitado y se había negado a dejar mi espalda durante unas tres semanas, la última vez que se fue. Él continuó telefoneando y texteando por el resto de la semana, pero nunca respondí, ni leí ninguno y después de un par de semanas estaba flaqueando. La preocupación de los muchachos creció por mi aspecto demacrado y mis cambios de humor y el siguiente lunes llamaron a una reunión. Todos me miraban con preocupación y enojo cuando entré en la habitación y me desplomé cansadamente en una silla. —Tenemos que resolver esto ahora E. —Hunter habló primero y los otros se me quedaron mirando. —Estoy bien —espeté y Angel se burló en voz alta. —¿Has visto el estado en el que estás E? Estas malditamente cayéndote mientras te pones de pie y nos está rompiendo contigo.

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Me mordí el labio y alejé la mirada de ellos. —E. Te amamos chica y esto no está funcionando. Estás gestando un infierno de tormenta y no me quiero ahogar contigo —añadió Hunter y me lancé en posición vertical. —Entonces compren un maldito flotador —susurré mientras intentaba salir de la habitación, pero Leah sonrió maliciosamente mientras meneaba la llave a mí cuando llegué a la puerta. —Sólo déjame salir, Leah —exigí, pero negó con la cabeza lentamente. La gran pantalla en la pared parpadeó a la vida y el rostro de Brent se presentó ante nosotros. —Siéntate, carajo E —gruñó hacia mí y estreché mis ojos a mi manager, olvidando que él podía verme tanto como yo lo veía. Resoplé y me senté, hundiendo las uñas en la palma de mi mano para controlar mi temperamento. —Estás hundiéndote E y tenemos que resolverlo ahora. Quiero saber ¿qué es lo que quieres? —preguntó de manera abierta y me encogí de hombros. —Nada Brent, no hay nada que puedas darme que yo quiera, créeme. Brent apretó los labios y asintió lentamente. —¿Así que Red Music tampoco tendría lo que quieres? —sonrió y mis ojos se movieron hacia él. —¿Qué...? —jadeé con un soplo. Ángel sonrió y asintió con la cabeza. —Es nuestro si quieres hacerlo E. Miré de hombre a hombre a Leah y todos ellos sonreían y asentían. —Estados Unidos es nuestro E, pero ¿lo quieres? —Mi corazón se disparó, pero mi cerebro envió una advertencia a mi mente. Él se iba a casar, ¿cómo podría quererme? ¿Sería capaz de asentarme allá? Era una forma completamente diferente de la vida. —E —dijo Brent y lo miré—. Nunca fracasas hasta que dejas de intentarlo —sonrió mientras recitaba el tatuaje que cruzaba por mi nuca.

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Capítulo 50 Bruce me lamió la cara mientras estaba sentada sobre el montículo en el parque y tiré su palo por él de nuevo. Saltó colina abajo detrás de él, y entonces supe que lo había perdido cuando su novia, un setter rojo bajo el nombre de Ruby, vino a flirtear con él. Era un típico chico, su lengua colgaba fuera de su boca con impaciencia mientras su nariz se unía al trasero de ella y el movimiento me recordó a Jax. Amanda, la dueña de Ruby, se acercó y se sentó a mi lado. —Buenos días, E. —Sonrió dulcemente y sonreí ampliamente hacia ella. Luego me encogí con horror cuando Bruce decidió que quería más que amistad con Ruby. —¡Bruce! —grité, pero Amanda se echó a reír—. Déjalo, Ruby es una loca. No me sorprendería si le hubiera ofrecido una galleta por un rapidito. —Se echó a reír. La miré fijamente y luego me eché a reír. —Sexo y comida. Mi niño está en el cielo. —Sonreí. —¿Cómo estás, E? —preguntó Amanda y me encogí de hombros. Amanda había sido mi pilar de recuperación por las últimas semanas, ya que nos habíamos encontrado todas las mañanas en el montículo. —Tengo la oportunidad de mudarme a Estados Unidos —le dije con franqueza. Ella asintió con la cabeza una vez. —Estáaa bieeenn y... —Y... —Me encogí de hombros y miré a lo lejos—. Él se va a casar, Amanda. Ver que suceda eso, finalmente va a matarme —revelé. Ella colocó su mano sobre mi rodilla y la apretó, mientras ambas hacíamos una mueca cuando Bruce logró manipular a Rubí en una posición que parecía un poco dolorosa. Las cabezas de ambas se inclinaron hacia un lado y nuestras expresiones mostraron el mismo asombro. —Vaya —dijo Amanda y me quedé boquiabierta. Nos sacudimos y desviamos la mirada mientras un estremecimiento se acumulaba a través de las dos. —¿Qué dice tu corazón dice, E? —preguntó en voz baja y fruncí el ceño e incliné la cabeza. —Dice ve a por ello.

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Ella se encogió de hombros, como si eso fuera todo lo que importaba. —Pero mi cabeza dice: Maldición mujer, no te lo hagas de nuevo. Ella se mofó: —E. Si ninguno de nosotros tomara un riesgo de vez en cuando, la población de toda la tierra moriría. Los hombres vienen con su propio código, un código tan difícil de descifrar, con el que incluso Dios se dio por vencido cuando los creó y simplemente los dejó como estaban. Asentí con la cabeza seriamente de acuerdo. —Pero las mujeres tenemos algo único. La miré inquisitivamente y ella me sonrió: —Tetas, querida. La miré con asombro, y luego me reí en voz alta y con entusiasmo, hasta que las dos estábamos llorando de su humorada. —¿Estás segura de que nunca conociste a Jax? —le pregunté. Parecía saber lo que lo dictaminaba íntimamente. Ella se echó a reír y luego me consideró seriamente: —Hablando en serio E, sólo eres tú quien puede decidir qué hacer con su vida, pero realmente necesitas sentarte con Bruce y discutir tus opciones. —Bueno, eso es otra cosa... Bruce. —Me preocupé. Ella frunció el ceño con confusión. —Bruce se asentará donde quiera que esté, E. —Sí, pero están todas esas leyes sobre viajar y todo eso —le dije preocupada. —Es sólo papeleo fácil ahora, E. La mayoría de los países aceptan animales con una simple documentación de su veterinario, siempre y cuando estén al día con las vacunas y esas cosas, entonces es directo —me informó y apreté los labios con sorpresa, esperando cuarentenas y todo ese lío. Mi teléfono sonó en mi bolso y fruncí el ceño cuando no reconocí el número. —Hola —pregunté vacilante. —Hola, ¿es Eve? —la suave voz de una mujer apareció en la línea. —Sí —declaré lentamente. —Esto es un poco difícil de verdad, así que simplemente voy a lanzarlo. Mi nombre es Helen Jenkins y soy la prometida de Jax —se dio a conocer y mi estómago se encogió. Amanda frunció el ceño y articulé hacia ella quién era antes de poner en altavoz para ella pudiera oír. —Está bien —murmuré y ella suspiró. —Siento mucho llamarte así, pero... pero, bueno estoy un poco preocupada por Jax desde que llegó a casa —dijo ella en voz baja y miré a Amanda con desconcierto. Ella se encogió de hombros y esperó a que Helen continuara.

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—Él me habló de ti Eve y dijo que sabías acerca de nosotros, pero no sabes la historia. Mis pelos de punta aumentaron un poco ante eso, pero me quedé en silencio. —No estamos enamorados, demonios, ni siquiera nos hemos besado —reveló y Amanda me miró con las cejas elevadas, pero las mías estaban fruncidas con confusión. —Sólo somos amigos y Jax me está haciendo un gran favor. No hay boda, Eve, todo es una farsa y me siento muy mal que se haya interpuesto entre ustedes dos. Jax es un gran tipo y está tan lastimado ahora, Eve. —Me burlé en voz alta y la oí inhalar—. Por favor, sólo escucha —instó y yo suspiré profundamente. —Continúa —concedí. —Jax y yo nos conocimos cuando vino por primera vez a Estados Unidos. Se veía un poco perdido, así que le ayudé a instalarse, le mostré los lugares de interés y le enseñé la jerga, ya sabes, ese tipo de cosas. Bueno, nos convertimos en buenos amigos, absolutamente platónico, Eve. Me mordí las uñas mientras ella continuaba y mi corazón comenzó a derretirse un poco. —Bueno, al mismo tiempo empecé a ver este tipo... —Ella tomó un gran respiro antes de continuar y pude sentir su angustia a través de la línea—. Después de un tiempo avanzamos hacia la convivencia, compartir facturas y todo tipo de cosas, sabes cómo va. Pero de todos modos después de unos meses, él como que... bueno, empezó a ser agresivo. Apreté los labios y suspiré mientras ella se quedaba en silencio. —¿Estás bien? —pregunté suavemente. —Sí, lo siento... Jax comenzó a notar los moretones, pero no dijo nada al principio, pero después de unos meses se puso peor, y yo no podía salir de la relación. Él era uno de esos hijos de puta que piensan que eres de su propiedad tan pronto como comienzas a vivir con él. Amanda y yo asentimos para nosotras mismas comprendiendo completamente a Helen. —Me enteré que estaba embarazada... —agregó y me encogí por ella—. Así que, por supuesto, Sed... —Vaya.... —Le detuve allí—. ¿Es de Sed Tyler de quien estamos hablando? —Sí —dijo sin rodeos y todo el aire almacenado en mis pulmones estalló en una sola ráfaga. —Mierda. —Sí. Jax me dijo que te involucraste con él, esa es otra razón por la que te llamé, sólo para advertirte, Eve.

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—No te preocupes, Helen. Sed y yo hemos terminado completamente, hace mucho tiempo. Ella dejó escapar un gran suspiro de alivio. —Oh, gracias a Dios. Él es malo Eve, tan malo. No me dejaba irme y cuando se enteró de que estaba embarazada se puso peor y bueno, un día finalmente me abrí a Jax —dijo con un poco de hipo—. Jax se puso loco, salió hecho una furia y lo reventó a golpes, pero aun así Sed no captó el mensaje y no me dejaría tranquila, así que... así que Jax le dijo que estábamos enamorados, nos casaríamos y que el bebé era suyo —terminó con un resoplido. Bueno, esto era diferente y el rostro de Amanda mostraba tanta conmoción como el mío. Yo no sabía muy bien cómo digerir esto e hice una pausa por un largo rato. —¿Funcionó? —le pregunté finalmente. —Sí —dijo sin rodeos—. Pero por favor no le digas Sed que no es real —añadió desesperadamente y le prometí que no lo haría—. Él te ama tanto, Eve. Es un desastre y, sinceramente, no sé qué hacer con él. —Entonces necesito un favor Helen.

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Capítulo 51 2 SEMANAS DESPUÉS

—Jesucristo, E. —Harry, uno de los técnicos de Room 103, me abrazó con fuerza—. No me jodas chica, han sido años —gritó en mi oído mientras parte del público en el Madison Square Garden se volvía loco mientras Room 103 comenzaba una de sus canciones más populares. Mi alma palpitaba violentamente con el sonido de los tonos de Jax a través del aire. —¿Él no sabe que estoy aquí? —le pregunté a Harry, quien negó con la cabeza y me llevó al lado del escenario donde estaba el resto del equipo. Todos sonrieron ampliamente y cada uno me abrazó, incluso los tipos nuevos que no me habían visto antes. El tipo de sonido se acercó a mí. —¿Estás lista, Eve? Boss sabe qué hacer —dijo mientras me daba un micrófono y me llevaba a los escalones al lado del escenario. Mi corazón tartamudeó salvajemente cuando lo vi. Había perdido peso y su rostro estaba más pálido pero seguía siendo mi precioso Dios rockero y mi corazón explotó dentro de mi pecho. Me temblaban las manos y las piernas, mientras terminaban su canción. Boss se acercó a Jax y le dijo algo al oído. Jax se encogió de hombros y le respondió, pero Boss meneó la cabeza y levantó las manos en un gesto de “no me preguntes”. Pude distinguir a Jax decir: “No sé si puedo Boss”, pero Boss asintió con firmeza antes de regresar a su batería. —Oigan, gente —Jax se dirigió a la multitud que rugía en reconocimiento—. Hay un pequeño cambio. Alguien quiere que toquemos “Shocking Heaven” —le dijo a sus fans, quienes aplaudieron y gritaron en voz alta. —Van a tener que tener paciencia conmigo porque tengo que cantar... tengo que cantar la parte de E —se ahogó y tomé el aire necesario tan rápidamente como pude. La masa aplaudió en señal de aprobación antes de que él se volviera y señalara a Romeo.

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Romeo entró con su riff lento y la gente ya se tambaleaba junto con él mientras Jax se atragantaba con la primera línea, pero luego pareció ir con la corriente de nuestra canción. Estás ahí, vista desde las estrellas Tranquila dignidad con tanta miseria callada Tratando de seguir, de respirar Quédate y no te vayas nunca Te lo ruego, necesitas creerlo Suspiré profundamente; cuando Jax comenzó a cantar el estribillo entré en el escenario desde un lado y el foco seguidor me encontró mientras me unía a él en el estribillo. Su rostro fue memorable mientras su mandíbula caía y sus rodillas temblaban. La multitud rugió, atronó, cantó y gritó mientras yo sonreía y le cantaba a mi hombre. Pero si estás atravesando el infierno sigue avanzando Porque eres simplemente un impacto celestial. Un impacto celestial Que podría avergonzar hasta a los ángeles Sigues gritando en silencio Poniéndome de rodillas Con cada uno de sus ruegos silenciosos Yo había llegado a él para entonces y se quedó en estado de shock, con los ojos rozándome y absorbiendo cada centímetro de mí mientras entraba en mi verso. Con cada uno de sus ruegos silenciosos” Tocas mi mente con tu cercanía Siempre mirándome con tanto abandono Intentando regresar, intentando vivir. Ya no me queda mucho para dar Pero te lo ruego, hazme creer Se las arregló para unirse a mí en el próximo estribillo y, finalmente, una gran sonrisa estalló en su cara mientras cantaba su siguiente verso con tanta emoción, que una lágrima se deslizó de los dos. Estás aquí, en mi alma Preocupación brutal, tan tierna matanza Intentando liberarte, de huir No me dejes cuando termines

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Te lo ruego no dispares la maldita pistola Me tomó la mano y le besó el dorso antes de reunirnos para la siguiente sección. Pero estamos intentando seguir y amar Peleando suavemente el uno contra el otro por la pasión Uniéndonos como un solo, ya no somos almas solitarias Y ahora estamos impactando al cielo, simplemente impactando al cielo Entonces Jax cantó el final. Si estás pasando por un infierno, sigue avanzando Sigue adelante, sigue avanzando No pares nunca, no pares nunca Sigue adelante, sigue avanzando —¿Qué mierda, nena? —gritó por encima del estruendo de la apreciación de los fanáticos. Sonreí ampliamente y palmeé su mejilla. —¿Eres mío, nene? —susurré contra sus labios. Se quedó sin aliento mientras sus dos manos se deslizaban en torno a cada lado de mi cabeza y me susurró mientras yo lo inhalaba. —En cuerpo y alma, nena.

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Epílogo JAX

E se volvió y me miró con esos malditos enormes y hermosos ojos suyos y me tomó de la mano, uniendo sus largos y delgados dedos con los míos. —Tranquila, nena —le dije, pero sus ojos comunicaban todo lo que estaba sintiendo. —Pero Jax, ¿qué pasaría si...? Puse un dedo sobre sus suaves labios color rosa y la hice callar. —No hay un qué pasaría, nena. Ella estaba empezando a entrar en pánico y me dolía el corazón verla así. —E, ellos no estarán aquí hasta dentro de dos horas. Respira, nena. Asintió con la cabeza frenéticamente y la vi tirar de uno de sus deliciosos labios gruesos entre los dientes. Mi polla se movió ante esa vista y no pude apartar los ojos. —Mierda nena —susurré mientras gruñía y mordía ese labio con mis propios dientes y tiraba de él hacia mi boca. Ella gimió débilmente y sus manos se deslizaron por mi cabello mientras agarraba un puñado. Esa simple acción hizo que mi polla presionara contra la cremallera de mis pantalones y le devolví el gruñido con uno de los míos. —Te necesito Jax —susurró contra mi boca, me incliné hacia abajo y la levanté. Ella siguió a besándome de la única forma que podía besar; suave, flexible y tan condenadamente erótica que nunca podría resistirla después de que me dominara con sus labios. Ella sabía a gloria y ángeles, pero con tanto delicioso pecado; la inspiración para la canción escribí para ella. Ella nunca supo que era su beso el que me había inspirado y nunca lo sabría, pero se daba cuenta lo que sus besos me hacían y yo sabía que ella los usaba cuando quería salirse con la suya. Yo no podía decirle que no... nunca. Pero, entonces, nunca quería. La acosté suavemente en la cama y lentamente le quité todas las piezas de ropa, exponiendo su pequeño cuerpo impresionante a mí.

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Era tan hermosa, cada centímetro de ella. Di un paso atrás y asimilé todo de ella. La visión de sus malditas tetas exquisitas hizo que la sangre bombeara potentemente a mi pene. Eran simplemente perfectas: pequeñas pero absolutamente suculentas y esos pezones, Dios esos pezones. Nunca había visto pezones como los de E, tan rosados y regordetes y mi boca babeaba cada vez que los exponía para mí. Me incliné hacia ella y tomé uno en mi boca para idolatrarlo, dándole vueltas con la lengua mientras lo chupaba. Sabía que esto la volvía loca y ella se arqueó hacia mí. —Ooh Jax, eso es tan... ¡oh vaya! Tan lindo, bebé, sí, muérdeme, Jax... Siempre me hacía reír por dentro cuando empezaba a farfullar y sabía que la tenía húmeda y lista para mí cuando se ponía así. —Excelentes malditas tetas, nena —le dije. Siempre ayudaba halagarla, y un poco de romance no hacía daño a nadie, así que lo hacía siempre que podía, sólo para ver esa maldita impresionante sonrisa suya. Sus dedos comenzaron a hurgar en mi cinturón, le ayudé y los bajé para ella antes de colocar mi palpitante polla en la entrada de su coño delicioso. Ella levantó las caderas. Rogándome que la tomara y me sonrió mientras yo empujaba dentro. Siempre se sentía tan jodidamente increíble y ambos gemimos de satisfacción, cuando nos fusionamos. —Maldición, nena. Siempre es jodidamente increíble. Ella asintió de acuerdo, pero me preguntaba si en realidad me había oído mientras sus ojos se ponían en blanco y su labio inferior temblaba. Maldición, eso siempre me volvía salvaje y comencé a moverme dentro de ella. Ella se apretó a mi alrededor mientras yo golpeaba su centro y rebotaba de nuevo. —Joder Jax... eso es, bebé... ámame... Oh, la amaba bien. Toda ella, cada uno de sus malditos fragmentos. Su corazón, su alma, su piel, su cerebro, su mente, demonios, incluso su respiración era jodidamente enviada de Dios. Ella levantó sus caderas hacia mí, mientras yo le daba lo que necesitaba y la follaba con fuerza. Ella gritó fuerte y pude sentir su orgasmo acercándose mientras su coño se apretaba tanto que amenazaba con ahogar mi polla. —Amor.... —gritó ella mientras se corría alrededor de mi polla y yo la seguí por el borde, saliendo a chorros casi dolorosamente dentro de ella mientras gritaba su nombre. Siempre se corría salvajemente y fuerte, siempre lo había hecho así, desde el primer día que la había reclamado, y hacerle el amor sólo parecía ponerse cada vez mejor.

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Ella era jodidamente increíble y me había jurado que nunca más volvería a estar fuera de mi vista. La había tomado por esposa hacía dos años. Había estado absolutamente angelical ese día en la playa. Su pelo suave fluyendo en la brisa y su cuerpecito caliente envuelto en un sencillo vestido blanco. Me había impresionado al verla y mi corazón se había atrofiado, literalmente, cuando la vi sonreírme feliz. —Jax... —susurró en mi oído y miré sus ojos suaves. Salí de ella y corrí mi nariz a lo largo de la suya. —Amor deja de preocuparte. Te prometo que van a estar aquí —le dije y ella asintió con confianza ante la sinceridad de mis palabras. Se sentó en el borde de la cama a mi lado y jugueteó con sus uñas, un hábito que tenía cuando estaba nerviosa. Me senté detrás de ella y flanqueado sus piernas con las mías. —Tienes que escucharme, nena. —Lo hago, bebé, te escucho. Sólo estoy nerviosa, Jax. Asentí, eso era comprensible. Demonios, incluso yo estaba nervioso, pero sabía que esto la completaría, que nos completaría. Se apartó de la cama y comenzó a vestirse. Me senté y observé cada uno de sus movimientos mientras se vestía y grababa su cuerpo en mi memoria hasta la próxima vez que pudiera conseguir tenerla debajo de mí. Seguí sus movimientos y me vestí antes de que bajáramos de nuevo y esperáramos con impaciencia. —¿Tenemos todo listo? —dijo ella nerviosa mientras rascaba detrás de las orejas de Bruce. Yo rodé los ojos y asentí en respuesta a esa pregunta por enésima vez ese día. El timbre sonó y vi su flexible cuerpito dispararse hacia el techo y evité soltar una risa. No creía que apreciaría que me riera de ella en ese momento. Ella dejó escapar un gran suspiro y me miró con tal nerviosismo que tomé su mano y la llevé a la puerta principal. Su mano temblaba mientras tocaba la manija y abría la puerta. Oí su respiración saltar mientras un pequeño sollozo ahogado resonaba a través de su pecho. Rowena le sonrió a E y entregó la preciosa carga. —Sr. y Sra. Cooper, bienvenidos a la paternidad —dijo mientras E sostenía a nuestra hija adoptiva de dos semanas de edad, Lily. Limpié las lágrimas de E de su cara y le susurré al oído. —¿Las dos son mías, nena? Se volvió hacia mí y me robó el corazón de nuevo con la sonrisa que adornaba su hermoso rostro. —En cuerpo y alma, bebé.

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Thrilling Heaven La historia de Boss. “Cada hombre es como lo ha hecho el cielo, y a veces un grande tiene que pasar por lo peor”. Boss, el baterista del aclamado grupo Room 103, entiende esta frase. Demasiado bien. Él ha estado enamorado de la misma mujer desde que tenía 16 años. Ella era su alma gemela, su amante, su corazón y una parte esencial de él. Pero ella nunca fue suya, y aun así siempre lo será. ¡Nueve años! Nueve largos y solitarios años han pasado desde la última vez que la vio, desde la última vez que abrazó su chispa de vida única y nueve malditos años desde que probó su pasión. Y entonces BANG. Ahí estaba, parada frente a él como una visión, como un regalo entregado por Dios. ¿Y qué hizo cuando la vio? Corrió. Corrió, porque sabía que si la tocaba de nuevo entonces no le daría la oportunidad para que desapareciera de nuevo, para que lo destruyera una vez más o lo matara un poco más. Pero esta vez, hará del tenerla su misión, de sostenerla y finalmente hacerla suya. Por completo. Haría cualquier cosa por ella, y lo hace. Hace la única cosa que la pierde. Así que ahora necesita pelear. Con un poco de ayuda de sus amigos y compañeros de banda, su particular manera de ver la vida, y con un poco de gracia de Dios, sonríe ampliamente, ruega sin vergüenza y usa sus encantos sólo de la manera en que Boss puede hacerlo. Jen pertenece a Boss… simple. Métete en su camino, y vas a ver lo que es bueno.

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Este libro contiene escenas de sexo explícitas, abuso doméstico, lenguaje adulto y violencia… ah y un infierno de rockero dulce.

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D.H. Sidebottom

327 Sus Obras: * ‘NSC Industries’. * ‘Heart Of Stone’. * ‘Room 103’.



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