Keep you from harm

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Esta traducción está hecha sin fines de lucro, Con el único fin de traer este libro a nuestro país. Podéis apoyar a la autora comprando el libro una vez llegué a nuestras tiendas.

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Sinopsis Secretos… Te abruman. Me he mantenido en secreto durante toda mi vida. También es el secreto de mi madre. Lo heredé de ella junto con una habilidad única que solo nosotras poseemos. Ella se ha ido, otra víctima de la adicción. Si la muerte no es suficiente para ponerme de rodillas, su traición me llego a los huesos. Porque el secreto que mi madre y yo hemos estado manteniendo es solo uno de los muchos que ella mantenía. Ella nunca me dijo que tenía un hermano mayor. Y ahora está aquí, deseoso de ser mi tutor. No hay nadie más. Así que me muevo por todo el país con este extraño, mi hermano. Pero la experiencia me ha enseñado que la mayoría de los casos son temporales y los archivos adjuntos de formación solo conducen a que duela al final. Es por eso que estoy decidida a mantenerme en este nuevo sitio, tratando de parecer distante mientras me rompo silenciosamente. Entonces conocí a Lucas… Su magnetismo es difícil de resistir, y la mayoría de las chicas de la escuela no se resisten. Yo no caigo tan fácilmente, especialmente por los chicos que utilizan su belleza como un arma. Desde el principio, nuestras interacciones son tensas e inestables. Sé que es porque me estoy negando al desagradable deseo que me recorre cuando está cerca. Creo que él también lo siente. Me mira con una intensidad que amenaza a desbaratar mi resolución. Dentro de poco estará tratando de romper los muros que las heridas del pasado han construido. Pero yo no soy quien parezco ser, y no sería justo involucrarme con él. Al menos, eso es lo que me digo. Hasta que un terrible acto de violencia revela que Lucas tiene un secreto. Un secreto que nos vincula y nos ata a una historia del mal que nunca podría haber imaginado. Primer libro de Remedy Series.

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Índice Índice

Capítulo 13

Capítulo 1

Capítulo 14

Capítulo 2

Capítulo 15

Capítulo 3

Capítulo 16

Capítulo 4

Capítulo 17

Capítulo 5

Capítulo 18

Capítulo 6

Capítulo 19

Capítulo 7

Capítulo 20

Capítulo 8

Capítulo 21

Capítulo 9

Capítulo 22

Capítulo 10

Próximo libro.

Capítulo 11

Sobre la autora.

Capítulo 12

Créditos.

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1 Traducido por Júls Corregido por FOTOLIT La primera cosa extraña de la que me doy cuenta mientras me acerco a mi edificio es la ausencia de una multitud. En los años que hemos vivido aquí, nuestra escalera de entrada ha sido el hogar de un grupo rotativo de narcotraficantes y proxenetas que se congregan en torno a uno de los mayores proveedores del hampa de ambos servicios, un tipo que se llama Apollo. Vive en el primer piso justo debajo del nuestro. A pesar de que tiene un estilo de vida desagradable, ha sido decente conmigo desde que nos mudamos aquí, y tenemos una extraña amistad. Subo los escalones de cemento desiertos con mi pesada mochila golpeando contra mi coxis. Cuando llego a la cima, reviso nuestro buzón. El suelo se cubre del mismo correo basura que ayer apilé dentro. Sacándolos, los amontono debajo de mi brazo mientras pasó por la entrada principal, una puerta de cristal con un sistema de bloqueo inútil. He vivido en muchos sitios durante estos años, pero este es con diferencia el peor con sus bichos implacables y el rancio olor a sudor y cigarrillos que se filtra por las paredes. Paso el menor tiempo posible aquí. Miro hacia la puerta de Apollo cuando paso. Esta entreabierta, pero no hay ni rastro de él. Brevemente, considero llamar y preguntarle donde desapareció todo el mundo, pero lo pienso mejor. Nunca antes me he adelantado con él. El hecho es que Apollo es impredecible, y puede ser aterrador a veces, honestamente. No quiero arriesgarme a su ira hoy. A medida que paso por delante su apartamento y empiezo a subir la estrecha escalera, hay un cosquilleo inquietante en mi nuca. Algo está mal. Puedo sentirlo. Pero me muevo lentamente, con cautela, rodeando la esquina y mirando la puerta. Está cerrada y no hay nada fuera de lo común en el segundo piso. Los fluorescentes están quemados y las puertas desgastadas se ciernen sobre mí, silencioso y familiar. Cuando salgo de la escalera, me mantengo escuchando mientras saco la llave de mi bolsillo. Todo el edificio esta inusualmente tranquilo esta tarde.

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El cerrojo gira con demasiada facilidad, y me doy cuenta de que nuestra puerta no está cerrada. A veces mi madre se olvida de cerrarla a pesar de mis constantes recordatorios. Entro y empiezo a mirar alrededor. Nuestro pequeño apartamento de un dormitorio parece igual que como estaba cuando me despedí de mi madre esta mañana y fui a la escuela. Sacudo la cabeza y me regaño a mí misma por mi paranoia. Haciendo caso omiso de mi inquietud, dejo el correo y la mochila en el sofá, también cama, y me encabezo hacia la cocina para buscar algo de comida. Voy en línea recta hacia el refrigerador y localizo rápidamente el plato de pasta que sobró ayer. Cuando me vuelvo para poner el plato sobre la mesa, me congelo. El plato cae de mi mano, golpeando el suelo con un ruido metálico a la vez que jadeo por la pesadilla frente a mí. Veo a mi madre en una de las sillas de la cocina. Su cuerpo sin vida está sobre la mesa. Su cabello rubio está empapado en un charco de sangre. Estoy clavada en el sitio mientras mi comprensión está en guerra con mi negación. Cuando la horrible imagen no desaparece, las piernas me empiezan a temblar, y caigo de rodillas ante ella. Mi mirada se desplaza sobre ella mientras coloco mis dedos sobre su brazo. Su piel está helada, pero me agarro de todos modos. El único sonido que escucho es mi respiración entrecortada mientras el suelo parece inclinarse debajo de mí. He temido este momento durante mucho tiempo, pero no de esta manera. Esto no tiene sentido. Ralentizando mi respiración, la contengo tan profundamente como puedo, buscando en mi interior esa energía familiar, pero no está ahí. No hay nada. Me siento vacía. Ella se ha ido, y esta vez es para siempre.

No estoy segura de cuánto tiempo me siento ahí, en la cocina, antes de finalmente marcar el 911. No quiero hacer esa llamada. No quiero que esto sea real. Ahora mismo, casi puedo engañarme a mí misma creyendo que ella ha desaparecido de nuevo y volverá cuando esté preparada. Quiero fingir que esa es la verdad. Quiero pretender firmemente que estas imágenes de su sangre y su cuerpo sin vida han desaparecido.

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Ella ha sido como un boomerang en mi vida, equivocándose y perdiéndome, para después volver toda radiante y resplandeciente con un montón de promesas. He pasado gran parte de mi infancia odiando a mi madre durante sus ausencias y enfadada con ella por sus abandonos durante sus breves instantes de sobriedad cuando recuperó mi custodia, sacándome de la casa de acogida, y pretendiendo que seríamos una familia. Eso me obligó a callarme y obligarme a salir adelante. Y ahora no sé cómo reaccionar con normalidad a esta situación extrema, y los detectives me están mirando como si yo fuera un puzle que ellos no ven cómo resolver. He estado en la estación de policías por horas. Debería estar apesadumbrada. Ríos de lágrimas deberían estar saliendo de mí, pero en vez de eso me siento insensible y pesada, como si toda la gravedad de esta habitación cuadrada y sin ventanas estuviera concentrada en mí. Después de contestar preguntas durante toda la tarde y el inicio de la noche, los detectives finalmente me preguntan si tengo alguna familia con la que contactar. Cuando muevo mi cabeza, ellos hablan sobre llamar a los servicios sociales y yo me quedo sola esperando. Desde que he llegado aquí, he descubierto que mi madre recibió un golpe en la cabeza con un objeto desconocido. Les dije que no tenía ni idea de quien querría herirla. Es verdad. Dos años atrás, cuando ella seguía siendo una alcohólica adicta a las drogas, esa lista habría sido interminable. Pero ella ha estado limpia desde que me recuperó, y nadie sabría mejor que yo si eso había cambiado. La policía parece creer que su muerte es el resultado de su antigua vida volviendo para cazarla. Dudo que esa sea una posibilidad. Estoy segura de que Apollo y el resto de los habitantes del edificio saben algo. Me pregunto si la policía les ha preguntado. Si es así, espero que no hayan aprendido nada. Los residentes de nuestro edificio no son del tipo que creen en cooperar con la autoridad. La puerta se abre de nuevo, y el mismo detective con el que he pasado gran parte del día entra en la habitación abrazando un pequeño dosier. Su nombre es Brody. Es muy joven para ser detective, y se ve bien con un corte liso parecido a como están planchadas mis camisas. Su pelo oscuro está bien recortado, y sus ojos marrones parecen transmitir la mezcla perfecta de preocupación y gravedad. Tengo la impresión de que lo han asignado a mí porque es más cercano a mi edad que el resto de ellos. Probablemente piensan que me sentiré más cómoda con él. Es

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de idiotas por su parte pensar que me sentiré cómoda con alguien esta noche. No siento nada ahora mismo, y estoy agradecida por ello. —Tu hermano está en camino. —dice el detective Brody. Mis ojos cansados se ensanchan. Su falta de lógica me despierta como ningún despertador podría. Me pregunto a qué clase de juego está jugando. —Está volando desde Nueva York. Estará aquí mañana. Él parece serio. Me siento recta en mi silla y repito con calma—. Te lo he dicho. No tengo familia. Sus labios se presionan en una fina línea—. Acabo de saber que los Servicios Sociales han contactado con él hace una hora. Él dijo que ha estado escribiendo para tener tu custodia. Me echo atrás riendo y sacudo mi cabeza. Él está seriamente confundido—. No. Tengo. Un. Hermano. —digo lentamente, pronunciando cada palabra para que lo entienda. El detective Brody se incorpora hacia mí en su silla y pone el fino expediente en la mesa entre nosotros. Él se ve tan cansado como yo me siento—. En realidad, si lo tienes. Él ha estado presionando a la corte para tener tu custodia desde hace dos años. —Presiona su mano sobre el expediente. Mis ojos viajan desde el expediente hasta él. Sacudo la cabeza ante la certidumbre en su expresión—. Tiene que haber algún error. —¿Tu madre nunca te contó esto? —pregunta. Mi estómago se aprieta mientras la duda empieza a filtrarse. —¿Tu madre te dijo de dónde provenía originalmente? —El estado de Nueva York. —contestó, apretando mis manos debajo la mesa. Él asiente con la cabeza—. Ahí es donde tu hermano sigue viviendo con su familia. Tu madre se fue cuando él tenía seis años. Su padre, el marido de tu madre, también sigue viviendo allí. No tenían ni idea de donde estaba hasta que un hospital de aquí, San Diego, contactó con ellos hace dos años y medio. Ella estaba siendo

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tratada por una sobredosis de drogas en ese momento y encontraron su ID que los llevó hasta su esposo en Nueva York. Mi mente está procesando lo que me está diciendo, encajando en su lugar con las piezas que ya se. Sabía sobre las sobredosis de drogas y el tratamiento posterior, con el que finalmente tuvo éxito. Fue entonces cuando ella recuperó mi custodia por última vez. Yo sabía que ella era de Nueva York y que había estado casada allí. No sabía que hubiera tenido un bebé antes que yo. No sabía que todavía tuviera un marido allí. Definitivamente no sabía que ella estaba manteniendo un secreto tan grande. Toda la bondad que obtuvo de mí durante los últimos dos años comienza a evaporarse. —Parece que tu hermano ha estado intentado obtener tu custodia desde que se enteró de tu existencia. Pero ya que tu madre fue declarada capaz de cuidar de ti, su petición fue desestimada. —Hace una pausa—. ¿Realmente no sabías nada de esto? Mientras él hablaba, mis ojos se dirigieron de nuevo al fino expediente de la mesa, el cual obviamente contenía esa información sobre mi madre y yo, información que ella nunca se molestó en compartir. ¿Por qué no me dijo que tenía un hermano? ¿Era eso lo que la mantenía sobria? ¿El temor de perder mi custodia por él? De repente, la idea de este hermano se siente terrorífica. —¿Raielle? Mi cabeza da vueltas mientras buscan en mi cerebro cualquier cosa que mi madre podría haber dicho para hacer alusión a esto. Pero no hay nada. Miro al detective y niego con la cabeza—. No lo sabía. Él me mira con simpatía silenciosa. —¿Tengo que ir con él? —le preguntó de repente. Levanta las cejas hacia mí. —¿Tengo alguna opción? Sus labios están en una línea recta apretada a la que me he acostumbrado en estas últimas horas—. Eres menor de edad. Él es el único familiar del que somos conscientes, y está dispuesto a encargarse de ti. ¿Cuáles son tus otras opciones?

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Estoy a punto de decir casas de acogidas, pero sé que el sistema no me va a acoger cuando tengo a un familiar que se está ofreciendo a cuidarme. Cuando es obvio que no tengo ninguna respuesta, continua—. Servicios Sociales llegará pronto. Te llevaran a algún lugar temporal mientras todo se soluciona. Me siento en silencio mientras una tormenta se encuentra en mi interior. El entumecimiento que me ayudó durante el día de hoy es sustituido por un pánico creciente. Hemos mantenido un secreto juntas, mi madre y yo. Pero yo no sabía que ella tenía otros secretos para sí misma. Finalmente había empezado a confiar en ella, pero ella había estado guardando esto todo el tiempo. Celebramos mi decimoséptimo cumpleaños y el principio de su segundo año de sobriedad apenas la primavera pasada. Era la primera vez que me compró un pastel de cumpleaños de verdad. Ella había hecho que escribieran mi nombre en forma de hielo de color rosa. Sus pálidos ojos azules brillaban con mucha intensidad en la luz de las velas cuando me dijo que pidiera un deseo y soplará las velas. Unas manos cálidas ejercen presión sobre mis hombros, haciéndome saltar—. Estás temblando. —Dice el detective Brady—. Tal vez deberías acostarte. Te traeré un poco de agua. Sus preocupados ojos revolotean dentro de mí. Tomo una respiración profunda, y me fuerzo a mí misma a calmarme. Abro un cajón dentro de un armario familiar y me obligo a mi cuerpo a introducirse en lo más profundo de este. Esto es lo que hago. Así es como me mantengo enfocada en lo importante. Hay una infinidad de cajones en mi armario imaginario y solo puedo esperar a que nunca se derrumbe bajo el peso de lo que se esconde dentro. —¿Qué pasa con el funeral? —le pregunto, mi voz tensa pero fuerte en la habitación ahora silenciosa. Se endereza, mirándome con curiosidad. Luego se frota la mano en la parte posterior

del

cuello.

Cuando

contesta,

puedo

ver

que

está

eligiendo

cuidadosamente sus palabras—. Una vez hayamos terminado, puedes hacer los arreglos para ella. Si no tienes suficientes fondos, hay servicios que pueden ayudar para que te encargues de esas cosas. Interpreto sus declaraciones vagas como que el equipo forense todavía la tiene, y que ella puede ser enterrada junto a otras personas indigentes, una vez liberen su cuerpo.

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Entonces, una vez más, me quedo a solas con otro vaso de agua. Mis músculos están tensos. No me muevo a pesar de las terribles ganas que tengo de salir de aquí corriendo ahora mismo. Pero solo me siento, reproduciendo las palabras del detective a través de mi cabeza, sin estar segura de que significan para mí, sin estar segura de como sentirme por ese hermano aparecido de la nada. Mis pensamientos acelerados son un revoltijo, y la traición de mi madre se siente como hielo corriendo por mis venas. Necesito que todo se detenga. Quiero el entumecimiento de nuevo. No hay reloj aquí, y no sé cuánto he estado esperando hasta que una mujer baja, con cabello rizado y oscuro empuja bruscamente la puerta. Es la mujer de Servicios Sociales. Nunca he conocido a esta, pero todos tienen las mismas características: ojos cansados, una sonrisa demasiado brillante y una actitud apresurada que parece dar a entender que todo lo que están haciendo es una emergencia. Se sienta en frente mío como un viento de sedimentación. Ella no menciona a mi hermano. En cambio, me dice que me llevara a un apartamento esta noche. La policía ha traído algo de ropa para mí del apartamento. Ella la tiene. Me detengo escuchando mientras la sigo fuera. He estado en este lugar antes. Conozco el taladro. Pasivamente, me permito ser colocada en un coche, conduciendo por la ciudad y luego transportada por un edificio donde me sirven una cena que no como, y me depositan en una habitación con cuatro camas individuales, tres de las cuales ya están ocupadas por otras hoscas y silenciosas niñas. Tengo miedo de las imágenes que podría ver si cierro los ojos por la noche. Pero gracias a Dios, estoy tan agotada que el sueño viene rápidamente, y aunque es temporal, es un buen descanso de la realidad.

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2 Traducido por MoN_SooKie Corregido por Morgana Camelot Cuando lo veo, no me queda duda alguna de quién es. Los mismos rizos de color rubio oscuro que fluyen por mi espalda caen alrededor de su cabeza. Me mira con los familiares ojos de color azul pálido que mi madre y yo también compartíamos. Su alta y larguirucha constitución masculina equivale a mi estrecha figura de 1,72 de estatura. —Hola, soy Raielle. —Raielle Blackwood. Estaba deseando conocerte. —Sonríe y parece genuino, pero casi me estremezco al notar que no pronuncia mi nombre de la misma manera que lo hace la mayoría de la gente. —Él es Kyle Dean —dice el trabajador social, quien también acaba de destrozar mi nombre—. Tu hermano —añade el hombre al ver que lo estoy mirando. Nos encontramos en una pequeña habitación de la oficina de Servicios Sociales. Los brillantes rayos de sol de la mañana pasan a través de la única ventana que hay en lo alto de la pared de hormigón. Mis pertenencias están embaladas en una bolsa familiar de lona de gran tamaño, que guardaba en un armario y que ahora estaba colocada en un rincón del cuarto. Como no se me había permitido volver a la vivienda, las cosas que estaban en su interior las habían recogido unos extraños. Por lo visto, la escena de un crimen es parte de la investigación en curso, y no se puede vulnerar. —Se pronuncia Ray-elle no Rye-elle —le informo. La sonrisa de mi hermano se tambalea y mira a la trabajadora social cuya falsa sonrisa también desaparece. Por un instante, antes de volver a reaparecer. —Bueno, Raielle

—pronuncia correctamente la trabajadora mientras se

acerca caminando hacia la puerta—. Voy a dejar que os vayáis familiarizando entre vosotros mientras acabo el papeleo.

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Entonces ella se va rápidamente de la habitación. Mi mirada se traslada lentamente de la puerta cerrada al extraño que está de pie delante de mí. Nos miramos el uno al otro en un silencio incómodo, y puedo ver que él está observando las similitudes entre nosotros de la misma forma en que yo lo estoy haciendo. —He estado deseando conocerte —me dice suavemente, como si estuviera hablando con un animal asustadizo que pudiera atacar de inmediato si se le sobresaltaba. Me duele mirarlo a los ojos, pues son los ojos de mi madre. Como si él pudiera leer mis pensamientos, dice: —Siento mucho lo de tu madre. —Cuando no le respondo, añade—. Nuestra madre. —Es gracioso —le devuelvo la pelota, injustamente enfurecida por sus palabras—. Ella nunca te mencionó. Arruga la frente, y me estudia con curiosidad. —Si estás tratando de hacerme daño, lo has logrado —dice finalmente. Estoy sorprendida por su honestidad. Lo veo caminar hacia un sofá mientras lo mira molesto y lo empuja contra la pared. Se sienta, cruzando sus largas piernas y juntando las manos. —Vivo en Fort Upton, Nueva York, con mi esposa y mi hija de tres años de edad —me dice. Yo estoy de pie en medio de la habitación y sigo estudiándolo. Cuando me desperté esta mañana, una parte de mí seguía aferrándose a la esperanza de que todo esto fuera un error. Mi madre nunca mantendría en secreto algo tan importante para mí. Pero mirándolo ahora, mi garganta se aprieta. Este es, sin duda, mi hermano, y por la forma en que reaccionó a mi comentario mal intencionado, parece que incluso en su ausencia, ella también le había hecho daño. —Estamos haciendo un espacio para ti en nuestro sótano. Ya está casi terminado. Está enmoquetado y tiene calefacción. Es la sala de juegos de mi hija pero podemos convertirlo en un agradable dormitorio para ti. —Él me mira para estudiar mi reacción. —¿Por qué haces esto? —le pregunto.

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Respira profundamente y exhala con fuerza. —Porque eres mi hermana. Porque yo ni siquiera sabía que tenía una hermana hasta hace dos años cuando me enteré de que nuestra madre era una drogadicta y que te estaba descuidando. Parpadeo hacia él con suavidad, con el propósito de no reaccionar a sus palabras, pues no me gusta nada su contundente descripción de mi madre, a pesar de que saber que es la verdad. —He querido conocerte desde entonces. Quería asegurarme de que estuvieras bien. —Tú querías mi custodia —aclaro yo. Él asiente con la cabeza. —Sí, si no estabas siendo debidamente atendida quería convertirme en tu tutor. Sé que ayer te enteraste de esto. —¿Por qué crees que mamá nunca te mencionó? Él me mira por un momento antes de contestarme. —Sinceramente, no tengo ni idea. La última vez que la vi, yo tenía seis años. Tú la conocías mucho mejor que yo. Ha pronunciado sus palabras con calma, como si no tuviera sentimientos por su abandono. Además, él tiene razón. Yo conocía a mi madre, o al menos eso creía. Ella era una persona débil. Normalmente, cuando me preguntaba la razón de porque mi madre hacía o dejaba de hacer algo, la respuesta era porque lo que fuera era demasiado duro. No puedo evitar preguntarme por qué no le fue difícil alejarse de su hijo. —Me gustaría que nos fuéramos esta tarde. Me concentro en él. —Tengo el billete de avión y tus cosas. Mi esposa está tratando de conseguir que te inscriban en la escuela secundaria. Empiezo a sentir pánico de nuevo. —Pero tengo que enterrarla. Tiene que haber un funeral. Él asiente con la cabeza.

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—Ya lo he arreglado con una funeraria local. Me estoy ocupando de su entierro, pero no puedo quedarme a planificar el funeral. Tengo que volver a casa. Si lo deseas podemos hacer una ceremonia una vez que estemos en Fort Upton. —¿Qué has organizado? —He previsto que sea enterrada en el cementerio de San Marcos en las afueras de la ciudad. Ya he encargado el ataúd y la lápida. Lo miro preguntándome cuánto le ha debido costar hacerlo. Después de la forma en la que ella le abandonó, casi no puedo creer él que haya hecho esto tan rápidamente y de tan buena gana. Siento una acumulación de lágrimas quemando mis ojos porque sé que yo nunca podría haber pagado por nada de esto. —Gracias —le susurro. Su expresión resulta simpática, y en su rostro no veo más que una emoción que se asemeja bastante a la compasión. Sé que tengo que cambiar de tema antes de que pierda la compostura frente a él. —¿Has hecho arreglos para que la escuela transfiera mis documentos? —le pregunto—. Tendría que estar en el mismo nivel de clases a las que estoy inscrita en este momento. Para mi sorpresa, él casi sonríe mientras niega con la cabeza. —Han pasado menos de cuarenta y ocho horas. No he llegado a eso todavía. Asiento con la cabeza y empiezo a hacer una lista de lo que hay que hacer. —Estoy en todas las clases de colocación acelerada y avanzada. Las universidades que he solicitado van a tomar sus decisiones pronto y tengo que estar en las mismas clases en mi nueva escuela para mantener mi ranking. —Miro hacia arriba y le veo sonriendo. —Supongo que eres una buena estudiante —dice. —Sí —le informo. En general, con mis antecedentes, eso suele ser una sorpresa para la gente. Él se mantiene sobrio ante mi seriedad. Soy tan seria como un ataque al corazón cuando se trata de la escuela. Esta es mi manera de salir. Así es como sé que no voy a seguir los pasos de mi madre. Es mi constante. Cada vez que mi madre

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desaparecía, y se marchaba a un lugar nuevo, yo me concentraba en intentar conseguir todos mis aprobados académicos consecutivos. En este momento, necesitaba esta cuerda de salvamento más que nunca. —Está bien —concuerda—. Trabajaremos en eso después. No sé mucho acerca de la escuela secundaria, pero nuestro distrito escolar tiene una buena reputación. Le ofrezco una sonrisa tensa, pero agradecida. —¿Ya sabes lo que quieres estudiar en la universidad? Yo respondo de inmediato. —Quiero tomar cursos de pre-medicina. Esto parece que le intriga. —¿Quieres ser médico? Niego con la cabeza al pensar en eso. Nunca pude pasar mucho tiempo cerca de personas enfermas. —No, quiero dedicarme a la investigación para ayudar a curar enfermedades. Sus ojos se interesan en los míos. Parece como si él quisiera decir algo más, pero acaba tomando una profunda respiración y se aparta. —Vamos a ver si el papeleo está listo —dice, dirigiéndose hacia la puerta. Mientras observo como la alta figura de ese hombre que es mi hermano sale de la habitación, ya no puedo contener la avalancha de aprensión que estoy sintiendo. Estoy acostumbrada a moverme. Estoy acostumbrada a que los extraños se me lleven. Pero mi hermano es un tipo diferente de extraño. Ya me está provocando emociones desagradables que apenas reconozco. Sólo puedo imaginarme lo que sería tenerlo como un hermano mayor de verdad, como alguien que cuide de mí y que me haga sentir como en familia. Me pregunto si eso es lo que quiere. Si es así, ¿le daré la bienvenida o inevitablemente lo empujaré lejos de mí? Si él no quiere eso, ¿me quedaré decepcionada? Me sorprendo al darme cuenta de que la respuesta a esto puede que sea que sí. Me dejo caer en el mismo sofá que él acaba de desocupar y paso mis manos sobre mi cara, tratando de aclarar mis ideas. Voy a cumplir dieciocho años en unos pocos meses. No estaré en su casa el tiempo suficiente como para que se creen

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obligaciones y eso será probablemente lo mejor. Las emociones son peligrosas. También lo son las expectativas…

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3 Traducido por MoN_SooKie Corregido por Morgana Yo no había volado nunca. Me produjo una extraña sensación saber que estábamos atravesando todo el país, poniendo miles de kilómetros entre San Diego y yo. Nunca he salido del Estado y a los pocos minutos de despegar, California ya está detrás de nosotros, al igual que mi madre y la vida caótica que yo había vivido hasta entonces. Me parece que Kyle está bien. Es difícil de leer. Durante el viaje me ha explicado algunas cosas de él. Trabaja como auditor para el estado de Nueva York, que equivale a ser como un contador. Su esposa no trabaja para quedarse en casa con su hija. Me ha dicho que tuvo una infancia feliz. Le criaron su padre y la novia de éste que nunca pudieron casarse porque su padre no pudo encontrar a mi madre para obtener el divorcio. Yo sabía que mi madre no se había casado con mi padre, pero si utilizaba su apellido. Pensé que lo hacía porque quería tener el mismo apellido que yo pero tal vez lo había utilizado para poder esconderse durante todos esos años. Es ya de noche cuando Kyle se detiene en el camino de entrada de una histórica y pintoresca casa blanca. Por lo que puedo ver, está en medio de un barrio lleno de casas similares. ¿Estás seguro de que tu esposa está de acuerdo con esto? Le preguntó a Kyle por tercera o cuarta vez. Chloe está bien con ello. Ella está deseando conocerte. Cuando salgo del coche, siento un frío extraño en el aire. Es primavera, pero obviamente en Nueva York eso aún no se nota. Kyle abre el maletero y saca mi maleta de lona. Mientras él está sacando la suya, oigo voces. Miro hacia la casa de al lado. Tres chicos están de pie delante de un camión de color oscuro que está aparcado en la calzada. Todos se ven altos y atléticos. Dos de ellos están haciendo el tonto y uno empuja al otro mientras estallan en risas.

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Esos chicos son de tu edad. Myles vive allí. Él también tiene tu edad. Me explica Kyle. Cuando cierra el maletero, el chico que está de pie en silencio, al lado de los otros dos, se vuelve hacia nosotros. Es más alto y más grande que sus amigos. Está demasiado oscuro para verlo con claridad, pero en vez estar mirando hacia nosotros y a alrededor nuestro, parece que está mirando directamente hacia mí. Los conocerás cuando empieces la escuela. Kyle sigue sujetando ambas maletas mientras sube por la pasarela. La silueta de la sombra del chico me atrae como si se hubiera anclado allí y mi corazón empieza a bombear más rápido. Por su silueta, me doy cuenta de que sus anchos hombros se estrechan hasta una esbelta cintura y que sus piernas son largas y delgadas. Su pelo es grueso y tiene unas ondas rebeldes que se curvan hacia abajo justo donde acaba su cuello. Por la forma que me está mirando, inmóvil, no puedo evitar preguntarme si sus ojos me están evaluando de la misma manera que yo he hecho con él. Puedo sentir el rubor en mis mejillas y me siento agradecida por la oscuridad de la noche. No soy una loca por los chicos. Nunca lo he sido. Por lo tanto, mi reacción ante ese desconocido me toma por sorpresa y a propósito, la dejo de lado. Aparto mis ojos de él y alcanzo a Kyle. La puerta principal está abierta derramando luz sobre la pasarela. Dudo al ver que Kyle se mueve rápidamente y abraza a la mujer que ha salido a su encuentro. Ella tiene una cara redonda enmarcada por un largo cabello castaño. Lleva la raya en medio y lo tiene recogido detrás de las orejas. Ella apoya su barbilla en el hombro de Kyle. Sus ojos oscuros se ensanchan cuando me ve de pie, detrás de él y escucho su grito de asombro. Ella se suelta de su abrazo y sigue mirándome. Raielle, ésta es mi esposa, Chloe dice Kyle. Ella se parece tanto a ti susurra Chloe, mientras dirige su mirada hacia mí, en estado de shock. Él reconoce su observación con una sonrisa cansada. Vamos dentro. Chloe parece darse cuenta de que me estaba mirando y reorganiza su rostro con una tensa sonrisa. Cuando desaparece su sorpresa, se da cuenta de que la estoy evaluando.

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Es un placer conocerte, Raielle dice, antes de volver a entrar en la casa. En mi cabeza empiezan a sonar campanas de advertencia. He visto antes la mirada que tenía Chloe en la cara. Demasiadas veces y en demasiados hogares de acogida. Ella desconfía de tenerme aquí pero, libremente, esconde su renuencia dentro de una fachada de buenas maneras. Los sigo por la puerta principal hasta llegar a una pequeña zona de estar con sofás decorados con motivos florales y con las paredes pintadas de un color amarillo brillante. Siento mucho lo de tu madre dice en voz baja, mirándome. Chloe es de estatura media lo que significa que mis toscos zapatos me elevan por encima de ella. Es curvilínea y atractiva, con ojos redondos que brillan en la habitación con poca luz. Me siento incómoda y fuera de lugar, así que echó un vistazo a la casa preguntándome si he entrado en una realidad alternativa. Es el tipo de casa de clase media que se ve en las comedias y que se halla excesivamente decorada. Gracias por dejar que me quede aquí le digo educadamente. No hay necesidad de que nos des las gracias dice Chloe. Me temo que está noche tendrás que dormir en el sofá. Unos amigos nuestros tienen una cama extra que nos vas a dar pero no llegará aquí hasta mañana. Eso está bien le digo, sin molestarme en mencionar que estoy acostumbrada a dormir en el sofá. ¿Tienes hambre? Pregunta ella, como si realmente fuera a hacerme la cena si le digo que sí. Niego con la cabeza. Cenamos en el aeropuerto explica Kyle. Chloe aprieta las manos. Bueno, probablemente estarás cansada y señala detrás de él. El baño está al final del pasillo y la cocina está ahí. Penélope está durmiendo. La conocerás mañana antes de que la lleve a la guardería.

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Mañana vamos a solucionar sus papeles escolares me tranquiliza Kyle antes de que me dé tiempo a recordarlo. Puede empezar la escuela cuando ella quiera dice alegremente Chloe. Ya está todo arreglado. La escuela secundaria está a casi un quilómetro y medio de aquí. La mayoría de los chicos de esta zona van a pie, pero puedo llevarla si ella quiere, sobre todo cuando haga frío por la mañana. ¿Podría empezar esta semana? Le pido. Estoy ansiosa por hacer algo familiar, por comenzar una rutina confiable. ¿Por qué no esperas hasta la semana que viene? Sugiere Kyle. Cuando estoy a punto de defender mi caso, Chloe toma la palabra. Dejemos que descanse mañana y que comience el viernes si ella quiere. Su apoyo me sorprende y creo que también sorprende a Kyle. Pero veo que mientras él la mira, está sopesando su decisión. En ese momento, una realidad me golpea. A partir de ahora, Kyle estará a cargo de mi vida. Aunque mi entorno haya estado siempre fuera de control, yo he seguido teniendo el control sobre mis actos. Sin embargo, por primera vez, tengo la impresión de que voy a tener a mi lado a una figura de autoridad que tiene la intención de prestarme atención. Kyle suspira. Está bien. Si quieres empezar el viernes, adelante. Pero si cambias de opinión, siempre puedes comenzar la próxima semana. Sonrío por su decisión y asiento con conformidad. Entonces veo como Chloe monta el sofá para mí. Una vez que ha completado la tarea, Kyle y Chloe sonríen torpemente, como si me dijeran buenas noches. Toda la situación es extraña e incómoda. Mi hermano y su esposa me acaban de conocer y ya estoy aquí, viviendo con ellos. Pero seguimos siendo unos desconocidos y, desde luego, no me abrazan a pesar de la pausa que se produce después de que Chloe me da las buenas noches mientras parece haber estado sopesando esa posibilidad. Me siento aliviada cuando ella decide no hacerlo. A menos que yo esté leyendo mal sus dudas, parece realmente preocupada porque les vaya a robar sus cosas mientras duermen. Me encuentro a mí misma sonriendo ante ese pensamiento. Chloe parece la típica chica suburbana protegida. Algo que sin duda yo no soy. He estado expuesta a un mundo de delincuencia, pero

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personalmente nunca he cometido ningún delito. A veces he estado lo suficientemente hambrienta como para pensar en robar comida, pero no lo había hecho nunca. Cuando no tenía dinero para comprar cuadernos para la escuela, en lugar de meterme en una tienda, asaltaba las papeleras de reciclaje que estaban detrás de la escuela buscando los cuadernos desechados e incluso había llegado a escribir en mi ropa, asegurándome de no lavarla hasta después del examen. He trabajado duro para no caer en las típicas trampas de mi situación. Chloe no tiene nada de qué preocuparse pero yo me pregunto si tengo algo de qué preocuparme por lo que a ella se refiere. Por su expresión, imagino que ha aceptado a regañadientes mi llegada. Incluso si eso es cierto, y ella no me quiere aquí, no puedo culparla por ello. Yo venía de una mala situación y es evidente que ella no sabe que debe esperar de mí. Suspiro hondamente, sorprendida por lo inestable y desorientada que me siento. Después de quitarme la camiseta sudada, localizo mi cepillo de dientes y voy penosamente hasta el baño. Al encender la luz, veo un montón de azulejos azules en las paredes y en el suelo. A mi izquierda hay una bañera llena de juguetes, incluyendo un patito de goma amarillo. Sin lugar a dudas, estoy en una realidad alternativa, en un hogar lleno de clichés. Mis labios caen hacia abajo en una pequeña mueca de incredulidad antes de ir hasta el lavabo para lavarme los dientes. Al haber dormido tan profundamente anoche, estoy preparada para que, durante horas, los nervios no me dejen dormir en el sofá. Observo las manecillas del reloj moviéndose segundo a segundo de camino hacia el alba. Se está muy tranquilo aquí, no como en la ciudad. Sólo rompe el silencio el ruido de una segunda manecilla del reloj y tengo que trabajar duro para bloquear las imágenes que no consigo borrar esta noche. Ruedo de izquierda a derecha, notando las juntas de los cojines del sofá clavándose en mi costado. Finalmente me quedo dormida cuando el cielo comienza a clarear y me despierto sobresaltada por un fuerte "hola" justo al lado de mi cara. Me vuelvo para conseguir un ángulo y veo una niña con la cabeza inclinada hacia mí, como si estuviera tratando de averiguar exactamente quién soy. Hola le digo a ella, sintiéndome cansada mientras me siento con rigidez. Tengo canicas de color púrpura afirma, levantando la mano para enseñarme varias canicas que descansan en su palma.

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Eso está bien le respondo, mostrando mi diversión a través de un gran bostezo. Tú puedes tener una empuja su mano hacia mí. Extiendo la mano con cuidado y tomo una. Me sonríe antes de ponerse a correr hacia la cocina con el pelo suelto volando detrás de ella. !Le di una canica! oigo gritar a la niña. Siéntate y come tu desayuno, Penélope dice Chloe, saliendo de la cocina con un paño en la mano y mirándome. ¿Has dormido bien? Asiento con la cabeza, aunque no es cierto. Esa es Penélope. Esta semana su color favorito es el morado. Sonrío. Estoy acostumbrada a vivir con niños pequeños. ¿Quieres desayunar? Tenemos frutas y cereales me dice Chloe. Niego con la cabeza. Anoche, cada vez que cerraba los ojos, veía una cabellera rubia nadar en un charco de sangre coagulada sobre la mesa de nuestra cocina. Sé, definitivamente, que mi estómago revuelto protestará si pongo comida en el mismo. Me doy la vuelta y agarro mi bolsa de lona. Quiero una ducha y después dar un largo paseo para despejarme. Una vez que ya estoy vestida, encuentro a Chloe que todavía está en la cocina limpiando las cosas del desayuno. ¿Hay algún lugar en el centro hasta donde pueda ir caminando? Bueno, sí, dice ella, volteándose del lavaplatos para mirarme. Pero si esperas un poco, te puedo yo llevar después de dejar a Penélope en la escuela. Yo sonrió cortésmente por su oferta, pero esta mañana no quiero compañía. De hecho quiero caminar. Solo estoy buscando un destino. Oh, dice ella, viéndose insegura antes de darme de mala gana las indicaciones para llegar al centro del pueblo, que al final resultó estar a 3 kilómetros.

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Toma mi número de celular para el caso de que te pierdas. Ella se gira, buscando un pedazo de papel para escribirlo. Vale, pero no tengo un teléfono desde el que llamarte. Ella se gira de nuevo para mirarme, viéndose primero sorprendida y luego preocupada mientras me mira y se muerde el labio inferior. Luego va hacia un cajón y me entrega una llave extra de la casa. Cuando la miro, parece casi nerviosa. Me llena la inquietud al preguntarme que le está causando esa reacción. Una parte de mí solo quiere preguntárselo. Entre su actitud forzada de la noche anterior y su extraño comportamiento de esta mañana, realmente no sé qué hacer con ella. Pero, por supuesto, no le digo nada. A veces las confrontaciones funcionan, pero otras veces solo te dejan peor. Nunca he tenido problemas por no decir algo. Una vez que estoy afuera, me paro al final de la calle y miro alrededor del barrio. Es una mañana brillante sin ninguna vislumbre del frio invierno de anoche. Nunca he vivido en un lugar donde las estaciones cambien y mi pobre armario refleja eso. Me pregunto sobre la posibilidad de encontrar un trabajo. En casa yo tenía varios trabajos de medio tiempo por todo el pueblo y una vez a la semana Apollo me pagaba por sentarme en el porche y cobrar el dinero que le debían. Distintos conocidos pasaban por ahí y me daban diferentes cantidades de dinero. Se suponía que yo debía revisar sus nombres de una lista manuscrita que él me había proporcionado. Yo nunca pregunté nada y siempre le entregué cada centavo. Una vez me dijo que yo era la única persona en la que confiaba completamente. Me giré al escuchar a alguien gritar “Hey” desde la casa de al lado. El dueño de la voz tenía un largo y arenoso cabello que se echaba hacia atrás mientras se acercaba. Lleva una maleta de mensajero color oliva cruzada a través de su pecho y ésta rebota suavemente contra su cadera vestida de Caqui. Reconozco su silueta como la de uno de los chicos que vi riéndose anoche, pero definitivamente no era el alto que pensé que me estaba mirando. El chico que venía hacia mí podría pasar perfectamente por uno de los surferos que abundaban en mi escuela anterior. Se paró en frente de mí. Éramos más o menos de la misma estatura y me quedé completamente quieta mientras él me miraba descaradamente de los pies a la cabeza. Vas a ser una chica muy popular aquí dice con una sonrisa que muestra hoyuelos en las dos mejillas.

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A pesar de lo que dice, el brillo en sus ojos no es apreciativo o amenazante. Él parece más cerca de estar intrigado o divertido y me pregunto si él es popular o si tiene novia. Soy Myles y tú debes ser la hermana perdida de la que he oído hablar. Alzo una ceja. ¿Has oído hablar sobre mí? El alza sus hombros. Chloe y mi mamá son amigas. ¿Cómo te llamas? Pregunta. Raielle. Bueno Raielle, ¿vas a ir a la escuela Fort Upton? Yo asiento. Tienes que dejar que te la muestre. ¿Cuándo empiezas?” Mañana. El cambia de posición y se acerca a mí. ¿Has dejado un novio esperándote en casa, Raielle? Inclino mi cabeza hacia él. La forma en la que dice mi nombre, como si se estuviera burlando de mí, es afectuosa y molesta al mismo tiempo. No puedo decidirme entre ser sincera con él o ser sarcástica. La insinuación juguetona en su mirada café clara me hace pensar que él no se toma a si mismo muy en serio. Voy a ser sincera. No he dejado ningún novio esperándome en casa. ¿Y tú? ¿Tienes un novio? El deja escapar una risa, fingiendo que estoy bromeando. Cuando se da cuenta de que no lo estoy haciendo, sus ojos y su boca se abren antes de cerrarla rápidamente. De inmediato me doy cuenta de mi error. Oh, lo siento digo. Él me estudia por un minuto antes de aclarase la garganta y da un paso atrás. Ahora me siento mal. No te preocupes. No voy a decir nada. Sus cejas se fruncen y parece como si fuera a negarlo, pero después toma una respiración profunda y pregunta. ¿Cómo lo supiste?”

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Solo lo supe me encojo de hombros. De pronto me parece un poco tonto decir que algunos de mis mejores amigos son gays pero, de hecho, es verdad. Sonrió. Cuando me di cuenta de que ser atractiva era una desventaja en los hogares adoptivos en los que casi siempre los papás y hermanos adoptivos eran unos pervertidos o algo peor,

empecé a moverme alrededor de chicos gay.

Normalmente, ellos eran más seguros, y si tenía suerte, me protegían. El me ofrece una sonrisa de medio lado que muestran sus hoyuelos otra vez. Realmente no es algo de conocimiento común. Sólo lo sabe mi amigo Lucas. Creo que mis padres lo sospechan pero de momento no estoy interesado en tener esa conversación con ellos. El cambia de lado su bolsa de mensajero y pasa de nuevo una mano entre su cabello. Creo que vamos a tener que ser amigos para evitar que no tengas nostalgia de tus viejos amigos. Yo lo miro de arriba a abajo, fingiendo pensarlo. Sí, eso suena bien. El me sonríe de nuevo, una sonrisa completa esta vez y la forma en la que le ilumina cara me hace sentir un poco más liviana. Le ofrezco también una sonrisa y doy un paso hacia atrás. Fue un placer conocerte. No quiero retrasarte o algo así. Encuéntrame aquí mañana a la misma hora. Podemos ir juntos a la escuela.  De acuerdo. Y ahí nos separamos. Resulta que me toma menos de quince minutos explorar el centro de Fort Upton. Hay un restaurante, una lavandería, una droguería, un par de oficinas de bienes raíz, una pequeña tienda de regalos, la alcaldía y una librería. Eso es todo. Me siento decepcionada y un poco claustrofóbica. No es sólo que este pueblo esté rodeado de tierra, también es diminuto. Me doy la vuelta y regreso por el camino por el que vine. Llevo el libro de Jane Eyre en mi maleta. He perdido la cuenta de todas las veces que lo he leído. Siempre que llego a un nuevo lugar, abro el libro de Jane Eyre y me pierdo en una historia que ya me es tan familiar que la siento más mi hogar que cualquier casa en la que alguna vez haya estado. Con un día vacío frente a mí y con pensamientos que quiero mantener alejados, el deseo de perderme en las gastadas paginas me está carcomiendo.

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La casa está vacía y tranquila cuando regreso. Después de leer unos capítulos, me duermo en el sillón. Para mi sorpresa, dormí casi todo el día y no me desperté hasta la caída la tarde, cuando Chloe volvió con Penélope. Es un shock levantarme aquí, mirar a mí alrededor y ser golpeada otra vez por la realidad de mi situación. Ignoro la forma en la que mi estómago se retuerce mientras tomo una respiración profunda y me concentro en Penélope que corre en círculos por la casa con un avión de juguete. Me siento y trato de ignorar los nervios que siento por estar en casa de mi hermano. Quiero hacer lo que siempre he hecho en todas las casas de adopción, quedarme en silencio, reservarme para mí misma y ocuparme solamente de mis asuntos. Pero esta no es una casa de adopción. Esta es la casa de mi hermano y siento que tengo más que una obligación aquí. Él se está sacrificando para acogerme. Ha abierto su casa para mí. Yo debería, al menos, fingir que hago un esfuerzo. Parece que al menos les debo eso a él y a su familia. Justo después de levantarme, Kyle aparece con una cama y un colchón atados al techo de una camioneta. El y un par de amigos lo llevan al sótano y se pasa el resto de la tarde organizando mi habitación nueva. El sótano es una gran espacio rectangular con techo bajo, simples paredes blancas y una alfombra beige. Los juguetes de Penélope están amontonados en las repisas en un lado de la larga habitación y mi cama, junto con un armario y una mesita de noche, está en la pared del otro lado. También hay un pequeño baño. De hecho, es una de las habitaciones más agradables que he tenido y decido decírselo a Chloe. Una vez que lo hago, sus ojos se iluminan y Kyle me lanza una aprobadora sonrisa. Para mi primera cena oficial con la familia Dean, Chloe cocina carne y todos nos sentamos alrededor de la mesa de la cocina. Penélope se sienta en una silla elevada y balbucea toda la cena sobre Dora la exploradora y el vestido rojo que Chloe le compró hoy después de la escuela. No tengo mucha experiencia en las cenas familiares. Cuando levanto la mirada, Kyle está contemplándome. Él me sonríe antes de volverse a mirar a su hija para decirle que se termine la leche y ella lo hace

obedientemente. Me

siento como una turista

mientras

como

silenciosamente y los observo. Su fácil interacción causa dolor dentro de mi pecho. Me doy cuenta que me duele mirarlos y ver su feliz unión familiar. Yo pensaba que las familias felices eran un mito porque si no eran reales, yo no tendría que lamentar el hecho de que nunca había tenido una. Pero esta familia era real, muy real. Miro directamente mi plato y termino rápidamente la cena para poder

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excusarme. Mi decisión apresurada de que tenía que hacer un esfuerzo para conocer a Kyle y su familia va a ser más desafiante de lo que esperaba.

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4 Traducido por MoN_SooKie Corregido por Morgana Chloe está decidida a llevarme a la escuela. Me siento dividida entre sentirme feliz porque tener una amiga con quien ir caminando y a la vez decepcionada porque ella no me quiera dejar ir sola. Te ves muy atractiva para tu primer día dice alentadoramente. Gracias contesto. Para ese primer día mi uniforme son mis vaqueros favoritos desgastados, de cintura baja, combinados con unos zapatos marrones y un jersey azul marino de manga corta que ni es demasiado apretado, ni es demasiado ancho. Tengo claro que con esos pantalones vaqueros mis piernas se ven más largas, y que este equipo es perfecto para intimidar a las chicas que ya me están molestando, y que además no es ni demasiado revelador, ni me hará parecer una zorra por lo que me evitará una atención indeseada. Me temo que mi conjunto se ha quedado corto cuando Myles sale de su casa y me silba. Hoy vas a dejarlos muertos, chica de California. Definitivamente no te pareces en absoluto a las chicas de por aquí. Le echó un vistazo a mi ropa. Mi plan era intentar no llamar demasiado la atención. ¿Crees que debería cambiarme? Él une su brazo con el mío. No te molestes en hacerlo. Excepto que estés pensando en ponerte una bolsa de papel en la cabeza, lo que te pongas no importará. Además, disfrutaré de ser el hombre más envidiado de la escuela. Realmente eres un mentiroso de mierda, Myles río reclamándole mi brazo y empezando a caminar junto a él.

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Soy la persona más sincera que jamás conocerás. Por cierto, te aviso de que vamos a recoger a mi novia en la siguiente esquina. Yo me paro de golpe. ¿Tú qué? Se encoge de hombros. Todos los superhéroes necesitan un alter ego dice, y yo me echo a reír. ¿Y tu novia es consciente de ser la Lois Lane de su serio Clark Kent? Él tiene la decencia de parecer avergonzado. Todo está bien. Ella es una buena chica. Hizo un voto de castidad en su iglesia. Ajá… murmuro, sin dejar de caminar. Él me alcanza en seguida. Oye, ella no lo sabe... No te preocupes. Te dije que no diría nada y no lo haré. No es algo que sea de mi incumbencia. A medida que nos acercamos a la esquina, una pelirroja vivaz baja por las escaleras de una casa de ladrillo de gran tamaño. Hola, Myles le llama. Noto que su nariz está salpicada de pecas. La forma tan enérgica de moverse y sus gritos me hacen suponer que es una animadora. Ella se queda cortada en cuanto me ve. April, te presento a Raielle. Acaba de mudarse a la casa de al lado. Le dije que se la presentaríamos a todos. La sonrisa de April se tambalea un poco cuando Myles le dice mi nombre. Ella lo mira. ¿Quieres decir que ella es la chica cuya madre ha...? April Myles la detiene con una sola mirada antes de que ella pueda terminar la frase. Su cara se enciende.

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Lo siento le murmura a él antes de volverse hacia mí. Um, es un placer conocerte. Lo mismo digo contesto, preguntándome lo que ella puede saber sobre de mi madre y lo que sabrá el resto de la gente. April se recupera rápidamente y pasa el resto de la caminata charlando sobre lo grande que es la escuela; lo amable que es todo el mundo y lo divertido que es ser animadora. Sí, lo había supuesto bien. Hago lo que puedo para sintonizar con ella antes de que mis oídos comiencen a sangrar. A mi lado, Myles parece tener los ojos vidriosos. Cuando llegamos a la extensión de edificios y a la escuela secundaria de cemento, Myles me señala la oficina principal y se ofrece a acompañarme mientras voy a recoger mi horario. Rechazo su oferta, y por suerte, él no insiste en ello mientras entro por mi cuenta. La oficina está en silencio y me acerco a una señora mayor con el pelo corto y gris, que está sentada en el escritorio más cercano a la puerta. Hoy empiezo aquí. He venido a recoger mi horario ella me mira mostrándome una amistosa sonrisa. ¿Cómo te llamas? Raielle Blackwood. Asiente con la cabeza y mira su ordenador. Gwen llama en medio de la oficina. Una muchacha esbelta se levanta y se acerca a nosotros. Desde hoy, Raielle es una nueva estudiante. ¿Podrías mostrarle su primera clase? La mujer me entrega mi horario y sonríe. Justo en ese momento, en el pasillo de la escuela suena el timbre. Ella se agacha para coger otra hoja de papel y también me la entrega. Es un justificante de retraso explica. Echo un vistazo hacia abajo mirando el papel que tengo en la mano y veo que Historia avanzada será mi primera clase, seguida de Cálculo avanzado e Inglés avanzado. Me siento aliviada al ver que las clases que tenía en mi última escuela también las tendré aquí. Déjame verlo. Gwen extiende su mano hacia mí.

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Ahora que está a mi lado, me doy cuenta de que tiene la nariz perforada y que sus dos orejas están rodeadas de piercings. Sus uñas romas están pintadas de negro para combinar con su vestuario y con su cabello. O bien tiene el papel de Goth cada escuela tiene una o bien ella forma parte de un movimiento gótico más grande. Por aquí me dice, poniendo mi horario en la espalda y liderando el camino de salida. La escuela es un gran rectángulo de pasillos apilados en cuatro plantas —explica con una voz aburridamente plana. Los vestíbulos están en silencio y sus palabras hacen eco. Si el número del aula comienza con un uno, está en el primer piso. Si comienza con un cuatro, es que está en la... —hace una pausa y sus ojos me miran expectantes. Cuarta planta, respondo secamente. Se detiene frente a una puerta cerrada. Esta es la tuya. Te veré después. Estoy en tu clase de química y entonces ella regresa por donde hemos venido. Me detengo en el pasillo para hacer una respiración profunda. Cojo mi mochila colocándola más arriba de mi hombro y luego abro la puerta. El profesor deja de hablar y me mira, así como el resto completo de la clase. Ignoro a los estudiantes y mantengo los ojos fijos en el hombre con sobrepeso, de mediana edad, que se está acercando para coger la nota que llevo en la mano. Cuando camino, mis zapatos hacen un fuerte clic que se oye en el silencio. Él coge el papel y lo arroja sobre la mesa. Tome cualquier asiento vacío dice. Me doy la vuelta y noto un montón de ojos curiosos sobre mí, así que me concentro en una de las mesas vacías que está en la parte posterior de la clase. Se oye un silbido cuando paso por delante de la primera fila y, a continuación, desde el otro lado de la clase, escucho una palabra caliente disimulada por una tos no muy sutil. Eso provoca varias risitas. Ignoro mi segundo silbido del día, mantengo la cabeza alta y me muevo lentamente hacia el escritorio vacío. Dejo caer la mochila en el suelo, me deslizo en el asiento y pongo mi atención en el maestro. Está bien dice vamos a continuar.

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Comienza hablando de lo que reconozco como la crisis de los misiles de Cuba. Ocasionalmente, noto varias cabezas girándose hacia mí, pero las ignoro mientras abro mi cuaderno y empiezo a escribir. Cuando la clase termina, meto los libros en mi mochila y echo un vistazo a mi horario para comprobar que la clase de Cálculo está en el cuarto piso. Cuando vuelvo a levantar la vista, veo que hay un tipo corpulento que está de pie en el pasillo, bloqueando mi camino. Hola, chica nueva me sonríe. ¿Necesitas ayuda para encontrar tu próxima clase? Estoy a punto de decirle que no, gracias, pero lo cierto es que podría orientarme. Sé que es en el cuarto piso. Sólo tengo que encontrar las escaleras contesto. Entonces, estoy a tu servicio extiende un brazo, indicándome que le preceda por el pasillo hacia la puerta. Una vez que me muevo a su lado, veo a un par de tipos congregándose en la salida y que obviamente han estado observando nuestro intercambio de palabras. Ellos mantienen sus ojos en mí al acercarme. Soy Tucker dice el tipo que ahora se encuentra a mi lado. Y estos imbéciles tienen que apartarse del camino si queremos llegar a tiempo a tu próxima clase. Preséntanosla dice uno de ellos. Todavía no sé su nombre él me mira expectante. Raielle digo, comenzando a arrepentirme de haberle pedido ayuda. Ese es un nombre poco común dice otro chico. Este es bajo y me mira de forma turbia. Tucker comienza a pasar a través de ellos. Calmaros. No queremos que Raielle llegue tarde. Les sonrío con vacilación y lo sigo a él por el pasillo.

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El primer hueco de la escalera está aquí abajo me lo señala mientras sigue caminando. ¿Qué clase tienes? Echo un vistazo a mi horario para estar segura. Cálculo Avanzado. Él asiente con la cabeza. Está al final del pasillo en el segundo piso. Puedo acompañarte. Para mi sorpresa, él me ha agarrado del codo. Instintivamente, le aparto. La encontraré sola. Gracias. Él se ha quedado sorprendido y hasta tal vez un poco ofendido, pero se recupera rápidamente. Sí. No hay problema. Sólo trataba de ayudarte. Intento mirarle de forma amable, tratando de compensar la incomodidad que se ha creado entre nosotros. Está bien. Ya lo tengo claro desde aquí luego subo rápidamente las escaleras, esquivando el flujo de estudiantes que está descendiendo. Encuentro mis próximas clases y fácilmente gestiono como sobrevivir a la mañana sin más incidentes. En la clase de inglés, algunos estudiantes, todos varones, se me presentan mientras que otros se limitan a mirarme lascivamente. Excepto que traten de hablar conmigo, yo realmente no me fijo en los otros alumnos de mis clases. En la parte de atrás de mi horario se encuentra un número de taquilla y su combinación. Antes del almuerzo, me dirijo hasta ella. Cuando estoy metiendo en su interior los libros de texto que he recogido antes, un hombro se apoya contra el armario junto a mí. ¿Cómo va tu primer día, chica de California? Pregunta Myles. Sonrío, feliz de ver una cara familiar. Como cualquier primer día me encojo de hombros. ¿Es tu hora de almuerzo?

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Sí, pero de hecho, tenía la esperanza de acercarme a la biblioteca para estudiar un rato. ¿Aquí está permitido hacer eso? Sus cejas se arquean hacia arriba. Supongo que si hubiera alguien que realmente quisiera pasar la hora del almuerzo en la biblioteca, podría hacerlo él me observa mientras cierro mi mochila y levanto la cabeza. ¿Qué tal un poco de vida social? Ya sabes, algo así como sentarte conmigo y con mis amigos y, ¿tal vez conseguir tú algunos nuevos? Yo me pregunto por un momento si uno de sus amigos sería la silueta alta y oscura que vi la otra noche. Pero ahora eso no importa. Tengo problemas que son más urgentes. Niego con la cabeza. Otro día. ¿Me estás diciendo que ya tienes tanto trabajo que tienes que saltarte el almuerzo? Suspiro.

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Eso parece. La clase de Cálculo

es mucho más avanzada que la clase que estaba

tomando en casa. Necesito ponerme al día rápidamente antes de atrasarme todavía más. Además, no tengo nada para comer. En mi antigua casa, nos la proporcionaba la Asistencia Social. A pesar de lo vergonzoso que era, el estado de California me garantizó poder comer diariamente un almuerzo caliente en la escuela. Pero actualmente, no tenía almuerzo, ni tampoco dinero para poder conseguir uno. Myles entorna los ojos. Entonces, será en otra ocasión. Tendré que soportarte, Raielle. Durante la hora del almuerzo la biblioteca estuvo tranquila, y me dio suficiente tiempo para conseguir reducir mi pánico por la clase de Cálculo. En la siguiente hora, veo a Gwen en mi clase de química. Ella no me saluda, pero al verme levanta la barbilla en mi dirección. Mis dos últimas clases del día son latín y Arte. Supero la clase de latín con lo que había aprendido hace tres años, y utilizo la clase de Arte para descansar mi colapsado cerebro. Al final del día, la escuela comienza a vaciarse, y mientras me encuentro recogiendo los libros de mi taquilla, escucho una voz alta hablándome.


Perdona. Me vuelvo para encontrar mirándome un extraño y pequeño ceño fruncido. Un flequillo rubio y grueso enmarca su rostro, acentuando la barbilla puntiaguda, el único rasgo facial que la melena no oculta. Debes mantenerte alejada de mi novio me informa con una mano apoyada en la cadera. Sin querer, mis ojos descienden hasta el voluminoso y casi descubierto escote que se está hinchando en mi dirección. Puedo notar como los pocos estudiantes que quedan en el pasillo se paran para mirarnos. No hay problema respondo de manera uniforme, empezando a poner mis libros en la mochila. Lo digo en serio vuelve a decir ella. Exhalo en voz alta y de mala gana le prestó atención. ¿Quién es tu novio? Ella parpadea con incredulidad ante mí. Tucker Matthews. Tucker, por supuesto. Como he dicho, no hay problema empiezo a darme la vuelta de nuevo pero ella agarra mi brazo para detenerme. Luego se acerca a mi cara. Mantente lejos de él. ¿Me entiendes? Sí. Creo que he cogido el mensaje digo soltando mi brazo de su agarre. Ya está bien, Hailey. Las dos nos giramos hacia la profunda y desconocida voz. Lo reconozco inmediatamente. El pelo ondulado, los hombros anchos, y una postura de gran seguridad. Pero ahora puedo ver que sus ojos son de un color azul oscuro y en ese momento están disparando dardos a la chica rubia llamada Hailey. Es que ella va detrás de Tucker argumenta Hailey. Él inclina la cabeza hacia ella. Tengo serias dudas de eso. Ella resopla con frustración.

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Todo el mundo la ha visto coqueteando con él. Mis ojos se abren. Él me mira, y luego se vuelve hacia Hailey. Todo el mundo vio a Tucker caminando con ella hacia las escaleras y también vieron como ella se marchaba sola. Es él que él debe preocuparte, no ella. La boca de Hailey se abre y creo que la mía, también. Me pregunto cómo lo ha

sabido

él

porque

no

ha

estado

en

mi

radar

en

todo

el

día.

¿Lucas, tú estabas allí?  Pregunta Hailey en voz baja. Él asiente con la cabeza. Hailey se desinfla visiblemente pero no se disculpa y vuelve a mirarme por última vez. Tucker está fuera de tus límites. No lo olvides advierte, antes de girar y alejarse. Creo que ambos se merecen el uno al otro murmuro en voz baja. Entonces mis ojos se vuelven hacia Lucas que está de pie en silencio, mirándome con una expresión indescifrable. Me fijo en sus carnosos labios y en su firme mandíbula cuadrada. Su cabello cae en brillantes ondas marrones levantándose sobre su frente al pasar la mano por el mismo. Es tan guapo que es difícil no mirarle. Debe ser habitual que las chicas se lo coman con los ojos y ese pensamiento me llena de una extraña decepción. La noche anterior había sentido una conexión con él y desde entonces su oscura imagen había estado acechando en el fondo de mi mente. Pero ahora que lo veo de cerca, me doy cuenta de que aquello no podía haber sido real. Él no es el tipo de persona a quien le vaya una chica como yo. A pesar de que en ese momento él no está contento con Hailey, ella si es el tipo de chica que les gusta a los tipos como él: popular, agresiva, segura de sí misma, con todos sus atributos a la vista. Probablemente se desliza entre ellos como el agua. Me pregunto si él no va a presentarse ni a decir absolutamente nada. Para mi sorpresa, no lo hace. Simplemente se aleja. Miro como avanza por el pasillo hasta que desaparece por la esquina. ¡Qué raro! Mientras tanto el resto de los alumnos desvían la mirada y siguen recogiendo sus cosas. Veo a Gwen entre ellos. Sacudo mi inquietud y me dirijo hacia la escalera.

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Ese era Lucas Diesel dice Gwen, cerrando su taquilla y poniéndose a mi lado. Es el chico más caliente que he visto en la vida real ella dice esto crujiendo su dedo. Todas las chicas de la escuela lo desean ella cruje el otro dedo. Y él ha hablado contigo en tu primer día me señala con el dedo ahora. Eso es una gran cosa. Ya que, obviamente lo has oído todo, sabes que él no me dijo ni una sola palabra. Se encoge de hombros. Pero él sabe que existes y te ha defendido. Eso es algo digno de mención. Así que, ¿es un completo snob o algo así? Le pregunto, todavía molesta porque él no ha dicho una palabra para despedirse de mí. Ella saca un paquete de chicles y me ofrece uno. Lo cojo para ser amable y me siga hablando. A pesar de mi buen juicio, siento curiosidad por Lucas. Él no es un snob continúa, pensativa. Él es solamente un chico intimidante e inaccesible. Y para el caso de que te lo preguntes, no tiene novia. No lo hago contesto rápidamente. Ya dice ella, sin creerme. Salimos fuera a la fresca luz del sol y Gwen continúa hablando sobre él. Tiene un montón de chicas, pero nunca ha tenido nada serio con ninguna. Es un auténtico rompecorazones. Si alguna vez te encuentras con una chica llorando en el baño, probablemente es por él. Su única novia, que yo sepa, ha sido Sophie Becker. Estuvieron saliendo y cortando durante todo el año pasado. Pero ahora no hay nada entre ellos,

a pesar de la manera en la que ella sigue

arrojándose sobre él. Gracias por compartir la información, Gwen digo secamente. Ahora que, básicamente, se han confirmado mis suposiciones acerca de él, ya estoy lista para un cambio de tema. Echo un vistazo alrededor de la mitad del estacionamiento vacío, preguntándome si Myles no se habrá ido a casa todavía. Antes de preguntarme, noto la risueña mirada de Gwen. ¿Necesitas que te lleve?

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Dado que no veo por ningún lado a Myles, acepto su oferta. Ella me lleva hacia un antiguo y rojo brillante VW Rabbit. Sus aletas delanteras están cubiertas de moho y el lugar donde se arquean los neumáticos parece estar desintegrándose. Ella se da cuenta de mi crítica valoración. No es bonito, pero es mi transporte. Para mi sorpresa, el interior está bastante limpio y en unas condiciones mucho mejores que la cáscara en la que está encerrado. Le digo a Gwen donde vivo y ella se incorpora al tráfico. El año pasado yo fui la chica nueva dice. La mayor parte de la gente, excepto nosotras, ha vivido aquí toda su vida. La miro y tengo la sensación de que me está diciendo que ella no ha hecho muchos amigos aquí. Nosotros vinimos de Manhattan. ¿Te lo puedes creer? Suelta una carcajada. ¿Pasar de Manhattan a aquí? Mi padre consiguió un trabajo en Albany y ahora aquí estoy.... atrapada en medio de la nada. ¿Qué hay de ti? Mudarte a un nuevo lugar para

cursar el

último año de secundaria debe verdaderamente

apestar. Cierro los ojos y respiro. Sí, sí lo hace puedo sentirla mirando de la carretera hacia mí y sé que está esperando a que yo le cuente mi historia a cambio de la suya. Cuando no lo hago, ella sólo pregunta. Entonces, ¿por qué te mudaste aquí? Le echo un vistazo. Mi madre murió. Estoy viviendo aquí con mi hermano y su familia. Puedo sentir su conmoción. Me puedo imaginar su reacción si yo no hubiera dejado de lado todos los detalles interesantes. Lo siento mucho dice en voz baja. ¿Y tu padre? Me encojo de hombros y miro por la ventana, dándome cuenta que nos estamos acercando al barrio de Kyle. Creo que también está muerto.

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Lo cierto es que cuando yo era pequeña él vivía con mi madre y conmigo. Recuerdo su pelo desaliñado y sus brazos adornados de tatuajes de arriba abajo. Él también era un adicto. Un día se marchó y ya nunca regresó. La primera vez que mi madre perdió mi custodia, los Servicios Sociales no pudieron localizarlo. Con los años, mamá se cansó de que le preguntara por él y me dijo que probablemente estaba muerto. Gwen se queda en silencio después de eso. Sea cual fuera la proximidad que había estado buscando conmigo no había salido exactamente como lo había planeado, pero tampoco le digo nada para tranquilizarla. Penélope está jugando fuera cuando nos paramos delante la casa. Así que... nos vemos el lunes dice Gwen. Parece como si ella quisiera decirme algo más, pero no lo hace. Gracias por traerme digo. En el momento en que salgo del coche, Penélope viene corriendo hacia mí. En su cabello luce una cinta para la cabeza de color púrpura y lleva puesto un vestido de color blanco cubierto de flores también púrpuras. Hola, Raielle me grita, antes de deshacerse en risitas misteriosas. Hola. Oí que tu color favorito es el morado. No dice ella, sacudiendo la cabeza. Mi color favorito es el morado y el rosa. Oh, lo siento. Mi equivoqué. ¿Cómo fue tu día? Pregunta Chloe, saliendo de un lado de la casa con guantes de jardinería en las manos. Penélope corre hacia ella y permanece a su lado. Bien respondo, con ganas de entrar. ¿Quién te trajo a casa? —Una chica de la escuela mi mochila pesa y mi estómago se queja de hambre.

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Les sonrío y me dirijo hacia la puerta. Asumo que puedo coger pan de la cocina aunque nadie me lo haya dicho. Cojo una manzana y un refresco del refrigerador y me los llevo conmigo al sótano. Me siento en la cama y le doy un mordisco a la crujiente fruta. Antes, cuando volvía a casa, me gustaba empezar mi tarea y preparar la cena para mamá y para mí. Yo siempre hacía la cena porque ella estaba demasiado cansada cuando volvía del trabajo. Ella limpiaba casas por la mañana y por la tarde y trabajaba a tiempo parcial en una oficina de seguros. La manzana se queda atascada en la garganta cuando la última imagen que tengo de ella me viene como un flash. Antes de que pueda afectarme, trato de sustituirla rápidamente por otra en mi memoria, una en la que ella está feliz y sonriente. Vuelvo a recordar mi fiesta de cumpleaños y pienso que me gustaría tener más recuerdos como ese. Trago la manzana y saco mis libros. Cuando Chloe me llama desde las escaleras para ir a cenar ya he conseguido alejar los recuerdos de mi madre y he hecho la mayor parte de mi tarea de historia. Igual que la noche anterior, nos sentamos juntos en la mesa de la cocina. Probablemente de la misma forma que lo hacen todas las noches. Ahora que ya he ido a la escuela me siento más tranquila pues ya sé lo que voy a encontrar allí hasta que levanto la vista y veo la tensión en los ojos de Kyle. Él me pilla mirándolo y cambia su expresión a una sonrisa neutral. En lugar de hacer que me sienta mejor, su sonrisa hace que mi estómago se retuerza. Me pregunto si él ha cambiado de opinión sobre mi presencia aquí. Desde que llegué no he interactuado mucho con él y tal vez ya está decepcionado conmigo. Si lo está, ¿me enviara de vuelta a San Diego y me entregarán a los Servicios Sociales? Mi apetito ha desaparecido y empiezo a empujar la comida alrededor del plato. Tú no estás en el Club del plato limpio dice Penélope, señalando mi cena con el tenedor. Mamá dice que aunque su sabor sea asqueroso tienes que terminártelo todo si quieres estar en el Club. Al otro lado de la mesa, Kyle se ríe. Tu madre no hace ninguna comida asquerosa, Penélope. Chloe no reacciona. Ella sólo sigue comiendo en silencio. Ella lo hace con las judías verdes dice Penélope. Son muy asquerosas. Son muy buenas para ti dice pacientemente Kyle.

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¿Te gustan las judías verdes, Raielle? Pregunta Penélope. Claro digo, a pesar de que en verdad no me gustan mucho. Tienen un montón de vitaminas. ¿Qué es una vitamina? Pregunta, parpadeando con sus redondos ojos hacia mí. Es algo que te ayuda a mantenerte sana y fuerte. ¿Me ayudará a correr muy rápido? —Sí, y también a saltar muy alto le contesto, sonriendo ante sus preguntas. —Me encanta saltar exclama Penélope. ¿Mamá, puedes hacerme un poco de judías verdes? El tenedor de Chloe se detiene de camino a su boca. Por supuesto. Puedo hacerlas mañana. ¡Sí! Mañana judías verdes Penélope aplaude con sus manos. El nivel de incredulidad de las expresiones de Chloe y de Kyle me complace y trato de comer un poco más de mi propia cena. Una vez que Penélope se ha bajado de su trona y dice que se va a jugar, yo me quedo en la cocina y me ofrezco para ayudar a Chloe con los platos. Cuando veo que Kyle se ha quedado, me doy cuenta de que él quiere hablar conmigo. ¿Qué has comido en el almuerzo, Raielle? Pregunta. Pongo mi plato en el fregadero y me vuelvo hacia él. Esta pregunta no es la que yo esperaba. Eh, he estudiado un poco en la biblioteca. Me dijeron que podía hacerlo. ¿Qué has comido para el almuerzo? Pregunta de nuevo. Siento como que estoy en problemas, pero no sé por qué. Eh... A mi lado, Chloe se aclara la garganta y abre uno de los cajones de la cocina. Ella saca un móvil y un billete de cinco dólares.

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Se suponía que debía darte esto esta mañana antes de que te fueras. Lo siento, se me olvidó. Oh digo, mirando las dos cosas que tiene en la mano. Kyle coge el teléfono. Puede escribir mensajes de texto y tiene un plan de telefonía básica. En realidad, también es bastante básico. Así que tenlo en cuenta. Se suponía que el dinero era para tu almuerzo su escueta forma de hablar y la tensión en el ambiente, me llevan a pensar que él está enfadado con Chloe por haberse olvidado de dármelos. Cuando él ve que no los cojo, Kyle coge mi mano y los coloca en la palma. Tú no tienes que darme esto protesto. Voy a buscar un trabajo. Chloe y Kyle se miran el uno al otro. No es necesario que busques trabajo, Raielle dice Kyle. Pero siempre he tenido un trabajo mi mirada se desplaza entre ellos. Estoy sorprendida al darme cuenta que ellos no querían echarme y que lo que querían en realidad era darme mi primer móvil y cinco dólares sin hubiera tenido que ganármelos. Siento un gran alivio y notó mi pulso bombeando en mis oídos. Me sorprende darme cuenta de las pocas ganas que tenía de que me echaran. Yo sé que has tenido que ser independiente desde hace mucho tiempo dice Kyle—. Pero las cosas son diferentes ahora. Quiero que te concentres en adaptarte. Quiero que por un tiempo seas una niña y que veas lo que se siente siéndolo. No respondo. Yo no puedo hacer lo que me está pidiendo. No sé cómo ser una niña. Y todo lo que puedo pensar cuando dice que las cosas son diferentes ahora, es en como solían serlo. ¿Has hablado con la policía de San Diego? Pregunto. ¿Saben algo más? Chloe parece incómoda y comienza a lavar los platos. Kyle niega con la cabeza mirando hacia mí.

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Los llamé esta mañana. No saben nada más pero me dijeron que ella será enterrada mañana. ¿Te gustaría ir a la iglesia o algo así para decir una oración por ella? Niego con la cabeza. Una iglesia sería el último lugar al que iría si quisiera que mi madre me escuchara.

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5 Traducido por Júls Corregido por Neptbell El sábado por la mañana, Chloe se va para llevar a Penélope a gimnasia. Penélope está más que emocionada, saltando por toda la sala de estar con sus leggins de color rosa y su camiseta morada. Una vez que se han ido, Kyle me pregunta si quiero ir con él a la ferretería. Sé que debería ir, así podría pasar tiempo con él, pero me acobardo y me excuso. Paso el resto de la mañana enfadada conmigo misma y los inexplicables nervios me consumen al pensar en conocer a mi propio hermano. Lo resolvería diciendo que sí la próxima vez que me pregunte por hacer cualquier cosa con él. Poco después, salgo fuera al porche frontal para leer el material de la escuela. Acaba de abrir mi libro de texto cuando una camioneta negra entra al camino de Myles. Lucas Diesel y otro chico salen justo cuando Myles sale de la casa a su encuentro. Todos ellos llevan uniformes grises y la insignia del equipo de béisbol. Estoy pensando en meterme dentro cuando Myles me llama. —¡Ey, Raielle! Ven aquí un momento —llama, haciéndome señales. Para entonces, sé que volver dentro sería una tontería incluso si es lo que preferiría. Dejo mi libro y cruzo el césped hacia su acera. Puedo sentir sus ojos en mí cuando me acerco. —Raielle, estos son mis amigos, Lucas y Jake. —Myles me coge del brazo y me acerca a ellos. Trato de ignorar que Lucas me mira con la misma expresión inescrutable de ayer. En cambio, Jake sonríe y da unos pasos quedando frente a mí—. Siempre estoy feliz de conocer a una chica bonita —dice. Tiene un corte de pelo oscuro y cejas gruesas arqueadas de manera agraciada sobre sus brillantes ojos verdes. Sacudo su mano y sonrío a pesar de la línea cursi.

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—Retrocede —dice Myles, en un tono de broma empujando lejos a Jake. Entonces, chasquea sus dedos en el aire—. Espera un momento. Lo olvidé. Ya conoces a Lucas. He escuchado que te salvó de un encuentro con el huracán Hailey. Levanto mis cejas ante el apodo de Hailey y por el hecho de que Myles sepa que eso ocurrió en el pasillo de la escuela—. En realidad, no lo conozco. Y no necesitaba ser salvada ayer —me giro para enfrentar a Lucas por primera vez. Su uniforme le queda muy bien, y necesito toda mi fuerza de voluntad para mantener mis ojos sobre su rostro. Su presencia me impacta. No hay razón para negarlo. Nunca he sentido nada como esto, y estoy tratando de esconderlo. Me pregunto si él también lo siente. Si es así, no lo parece. Solo espero que yo tampoco—. Pero aprecio lo que hiciste —me las arreglo para decirle. Lucas es una cabeza más alta que yo, lo que significa que tengo que levantar más la cabeza de lo que lo hago normalmente para hacer contacto visual con él. En estos momentos, sus fríos ojos azules están clavados en los míos. Decido que si me ignora y se da la vuelta de nuevo, le daré a su espalda un gesto obsceno con mi mano junto con mi mente. Pero él no me ignora. Casi deseo que lo hubiera hecho cuando levanta esos labios gruesos en una media sonrisa. Fuera la ignorancia, reemplazada por un destello de humor mientras él vaga sus ojos por mi cara y cabello. Es entonces cuando me doy cuenta de mis rizos desordenados en un moño sobre mi cabeza y que estoy usando una de las camisetas viejas de conciertos de mamá que encontré en mi bolsa de lona, The Cars escrito con letras mayúsculas azul brillante, sobre mis tejanos desgarrados. —Estamos yendo a la práctica de béisbol —dice Myles, llevando mi atención hacia él—. ¿Quieres venir con nosotros? Seguí ignorando el modo en que Lucas hacia correr mi corazón—. ¿Para veros practicar? —le pregunto a Myles. Él asiente con la cabeza—. La temporada está a punto de terminar. Deberías venir. Muchas chicas pasan el rato en las gradas para vernos practicar. Me rio y giro los ojos—. Por mucho que me encantaría admiraros con vuestras otras groupies, creo que tengo que lavarme el pelo. Myles finge sorpresa, colocando su mano sobre el pecho, pretendiendo que lo he herido. Estoy bastante segura que escucho a Lucas riendo suavemente entre dientes.

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—Tú te lo pierdes. —Myles se encoge de hombros, recuperándose milagrosamente. Agarra una bolsa junto a la puerta del garaje y se dirige a la camioneta. Me vuelvo hacia casa de Kyle—. Encantada de conoceros. —digo sobre mi hombro. —Raielle. Me detengo ante la familiar voz de ayer diciendo mi nombre que envía escalofríos a través de mí. Giro la cabeza para ver que tanto Myles como Jake ya están en la camioneta, pero Lucas no se ha movido—. De nada. —dice. Observo, clavada en el suelo, como se mete en su camioneta, se retira del camino de entrada, y se aleja sin mirarme de nuevo.

—Dime como lo estás haciendo —dice Kyle, dejándose caer en el extremo de mi cama. Cierro el libro de cálculo y lo dejo a un lado—. Estoy bien. —le digo, y creo que es verdad, considerándolo. Pasé el día poniéndome al día con las clases. Mi profesor de matemáticas me dio un poco de trabajo extra para prepararme para el examen de la semana próxima. Pasé la mayor parte del día completándolo. —¿Las clases parecen ir bien? —pregunta. Asiento con la cabeza. Se pasa la mano por la parte trasera del cuello y vacila—. Mi padre vendrá el lunes para la cena. —Me mira buscando mi reacción. Me siento realmente curiosa por conocer al marido que mamá dejó y nunca mencionó—. Está bien. —le digo. —Bien —asiente—. Le gustaría conocerte. Pero le dije que no debería hablar de Angela si te hace sentir incomoda. La verdad es que me gustaría hacerle algunas preguntas de por qué se fue. También me gustaría preguntarle a Kyle sobre la tensión que he sentido entre él y Chloe. Si ella realmente cometió un error al olvidar darme el teléfono y el dinero,

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¿por qué estaba él tan enfadado con ella por la noche? A menos, que no fuera un error. A menos que él piense que lo hizo a propósito, porque no está de acuerdo con tenerme aquí. Pero no le preguntaré porque no quiero saber la respuesta. El domingo pasa rápido. La familia Dean quiere hacer un picnic en el parque, y ellos me dicen que mi presencia es obligatoria. Desde que decidí decir que si a todo lo que me invitan, voy. Pero una vez ahí, me siento sobretodo en silencio, sin saber que decir. No parecen darse cuenta, disfrutando de la tarde soleada, viendo como Penélope juega con otros niños y cualquier perro que pasa. Me he dado cuenta que no puede estar sentada más de unos minutos. Supongo que es lo normal en un niño de tres años. Incluso aunque me siento como una intrusa entre ellos, no actúan como si lo fuera, y para el final de la tarde, me sorprendo al darme cuenta que me estoy divirtiendo. Pero el lunes por la mañana, me siento aliviada por estar yendo a la escuela. Nunca he estado con una familia que pasa el tiempo juntos. Entiendo que es algo bueno y probablemente normal, pero estoy acostumbrada a estar sola. La constante compañía me abrumaba para la noche del domingo, sintiéndose agobiante. Cojo mi mochila y paso por la cocina para decirle adiós a Chloe y Penélope. Kyle tiene un largo viaje hasta Albany. Por lo general se ha ido antes de que baje del piso de arriba por la mañana. —Adiós, Raielle —me dice Penélope. Ella tiene leche chorreando por la barbilla y hay Cheerios sobre toda la mesa y el suelo bajo la silla. Me pregunto como de difícil debe ser meter los Cheerios en su boca. Chloe me sonríe y me entrega una caja azul con una Dora sonriente en el frente. Arqueo una ceja. —Le dije a mamá que podías utilizar esa. —Dice Penélope—. Yo uso la lila. —Te das cuenta que voy al instituto, ¿cierto? —le pregunto a Chloe. Chloe se encoge de hombros—. Es todo lo que tengo. Puedo comprar unas bolsas de papel para el resto de la semana si quieres. Te he preparado un sándwich de pavo, una manzana, unas galletas y un tetrabrik de zumo. Le doy las gracias y se ríe entre dientes mientras pongo la bolsa en mi mochila. Cuando miro a Penélope, ella levanta la cuchara con cereales con leche,

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pasa de su boca y la vuelva sobre el suelo. Cuando ve que la estoy mirando, empieza a reírse. Rápidamente, estoy fuera de la puerta. No hay señales de Myles esta mañana, y en lugar de tocar a su timbre, camino sola. Estoy feliz de ver que April no está tampoco esperando en la esquina. La escuela está llena de actividad cuando llego. Ya que es mi segundo día, no conozco a nadie, pero me doy cuenta de que notan mi presencia—la chica nueva. Después de dejar la mitad de los libros y almuerzo en mi taquilla, me dirijo al primer periodo de historia. Hay un puñado de estudiantes en el aula cuando llego. Cojo el mismo asiento que el último día. Después de sacar mi cuaderno del bolso, veo a Lucas entrando por la puerta. Cruza el aula y se detiene en un pupitre junto a las ventanas a dos filas de mí. Me pregunto qué está haciendo aquí. No lo vi el viernes. Una vez está sentado, una chica muy atractiva con un corte de pelo pixie se mueve junto a él y empieza a charlar con él. Sus ojos se mueven hacia ella y llegan hasta mí. Miro rápidamente hacia abajo en mi cuaderno. Puedo sentir un latido sordo en mis oídos, y mi reacción hacia él me frustra. Es estúpido que tenga un enamoramiento por uno de los chicos más buscados e inalcanzables de la escuela. Él último novio que tuve me robó. Entonces lo arrestaron por robar dinero de sus cuidadores y trató de echarme a mí la culpa. Los chicos son una distracción que no necesito. Y tengo la sensación de que Lucas Diesel sería una gran distracción. No estoy sorprendida cuando Tucker llega y se planta en el pupitre a mi lado. —Hola, Raielle —dice. Suspiro y me vuelvo hacia él—. Tucker. —¿Cómo te va? —Hasta ahora, todo bien. Ya que aún no he sido acosada por tu novia hoy. Él parece realmente avergonzado—. Sí. Lo siento por eso. Es un poco posesiva. —Y muy loca —murmuro mientras miro al frente de la clase con la esperanza de que Tucker no me hable más. Puedo sentir que estoy siendo observada, y me atrevo a mirar por encima a Lucas. Nuestros ojos chocan. Pero esta vez, no aparto la mía y tampoco él. Solo se

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queda mirándome descaradamente. No está sonriendo ni frunciendo el ceño, solo mirando fijamente. La chica pixie que está coqueteando con él se da cuenta y mira para ver que es tan interesante para él. Cuando me ve, levanta las cejas y su boca se cierra en una línea apretada. Afortunadamente, el profesor entra y me doy la vuelta, rompiendo el extraño lazo que tiene conmigo. Respiro hondo y decido que no lo miraré otra vez. Empieza historia, me quedo con cada palabra, cogiendo muchos apuntes, sin mirar ni una sola vez en dirección a Lucas. Cuando termina la clase, meto mi portátil en el bolso y me voy tan rápido como es posible. Puedo sentir a Tucker pisando mis talones, pero no me detengo cuando él grita mi nombre. Soy la primera en llegar a Cálculo. Cojo asiento y miro por la ventana. Entonces, ausente, garabateo en mi cuaderno cuando los estudiantes empiezan a entrar. Cuando alguien se desliza en el pupitre junto al mío miro, y mis ojos se abren cuando veo que es Lucas. Él me da una media sonrisa de lado que hace que sus ojos brillen—. Parece como si hubieras visto un fantasma —dice. —¿Estás en todas mis clases? —pregunto. Él mira hacia delante en su pupitre y estira sus largas piernas. Sin mirarme, dice—Solo en las de la mañana. No respondo, pero me pregunto cómo es posible que no lo notara el viernes. Cuando el profesor de cálculo entra al aula, sé que prestar atención con Lucas a mi lado será difícil, pero sigue siendo necesario. Y presto atención, pero también soy muy consciente de él y lo que está haciendo, ya sea moviendo sus piernas, cogiendo apuntes o apoyando la barbilla en su mano. Nunca he sido tan consciente de un hombre antes, y parece como si estuviera en sintonía conmigo. Por el rabillo del ojo, me doy cuenta de que ha estado mirándome a lo largo de la clase, pero nunca hago abiertamente lo mismo. Cuando termina Cálculo, antes de que pueda ponerme de pie y salir corriendo otra vez, Lucas dice—: Ahora Inglés, ¿no? Asiento con la cabeza mientras cojo mi mochila del suelo. Una vez hago mi camino por el pasillo, veo que me está esperando al final. Entramos al ocupado pasillo juntos. Él no habla mientras caminamos a nuestra próxima clase, y nuestro silencioso paseo a inglés está empezando a hacerme sentir incómoda. Decido hacer

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una broma dirigiéndome a él y preguntándole—: Así que tú novia va a acosarme y acusarme de coquetear contigo, ¿también? Él me sonríe—. Si esa es tu forma de preguntarme si tengo una novia, la respuesta es no. Me doy cuenta de inmediato de como sonaba mi pregunta. La sonrisa de satisfacción de su rostro hace que mi cara se sienta caliente—. No lo era. Pero gracias por compartirlo —comento, esperando que no se dé cuenta de mi vergüenza. Entonces mantengo mi mirada hacia el frente y la boca cerrada durante el resto del camino. Me siento aliviada al llegar finalmente a inglés. Me siento en mi sitio, y Lucas se sienta justo a mi lado otra vez. Una chica llamativa entra y se sienta a su otro lado. Ella está vestida con unos pantalones vaqueros apretados, prácticamente pintados, y tiene el pelo tan rubio, que parece blanco. —¿Dónde estabas el sábado? —le pregunta mientras coloca sus manos con uñas rosas en su antebrazo bronceado—. Sophie tenía a un montón de gente en su casa. Era la primera fiesta de piscina de la temporada y te la perdiste. Por supuesto, él es amigo de esta chica. Estoy dejando mi pluma y mi cuaderno, mientras secretamente veo el intercambio. Lucas mueve casualmente el brazo para que sus dedos no le toquen más—. Estaba ocupado. —dice. —Vendrás el próximo fin de semana, ¿verdad? La banda de Chad está tocando otra vez en Ridgeton. Vamos todos. Lucas le da un leve asentimiento—. Sí. Ahí estaré. La chica grita de alegría, creo que me estremezco con ese sonido. La clase empieza, y me da una visión de la realidad, cuando la rubia sigue susurrándole a Lucas durante toda la clase. Cuando termina la clase, me doy prisa a salir al pasillo sola. Myles está inclinado contra mi taquilla cuando llego—. Hoy almorzamos, ¿verdad? Lo prometiste. Señalo la puerta de mi taquilla—. ¿Vas a dejarme llegar ahí? —No hasta que te comprometas a ser sociable y venir a comer. Sonrío a regañadientes—. Está bien. Da un paso hacia un lado, dándome acceso.

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—No te he visto esta mañana. —Apilo mis libros dentro y saco mi caja con el almuerzo. —Lo siento por eso. April nos llevó. Necesitaba llegar temprano para la práctica de animadoras. Te habría enviado un mensaje de texto, pero no tengo tu número. Meto la mano en mi bolsillo de atrás y pongo mi teléfono nuevo en su mano. Él comienza a golpear ligeramente la pantalla—. ¿Tú único contacto es Kyle? —Comenta con curiosidad—. Ahora me tienes a mí también. —Se llama a si mismo desde mi teléfono y me mira de nuevo—. Y yo te tengo a ti. Pongo el teléfono en mi bolsillo y sigo a Myles hacia la cafetería que solo he visto de pasada. El ruido es lo primero en golpearme. Voces altas, haciéndose ecos con platos y otras más altas. El sol deslumbra a través de una pared de ventanas, iluminando las mesas largas y cortas dispersas que hay por toda la habitación ventilada. Veo las caras de los amigos de Myles sentados en una mesa rectangular a la que, obviamente, él se está dirigiendo. Jake y April están ahí. Y la rubia de inglés. Ella está sentada junto a una chica de ojos exóticos almendrados, cabello brillante y oscuro que fluye suavemente sobre sus hombros. Sentadas una junto a la otra, el contraste de colores es más notable, sobre todo porque su estilo general y su aspecto es exactamente el mismo. Al lado de la muchacha exótica está Lucas. No parece ser amigo de ninguna de las acogedoras chicas. Veo un asiento vacío en el lado opuesto de la mesa. Es el más alejado de Lucas y decido que es más seguro sentarse ahí. —Ya conocéis todos a Raielle —dice Myles mientras coge la silla frente la mía. Está al lado de Jake y yo estoy al lado de April. Mis ojos se mueven sobre todo el mundo y sonrío, tratando de no hacer contacto visual con nadie en particular. —No, muchacho grosero, no todos la conocemos. —Dice la rubia de inglés— Soy Kellie y esta es Sophie —dice apuntando a la chica morena junto a ella. Supongo que es la misma Sophie que solía ser novia de Lucas. Saludo con la mano y empiezo a sacar el sándwich que ha hecho Chloe para mí. Nunca he tenido a nadie que me hiciera comida como esta, y hoy siento esta emoción cálida que me hace sentir tonta. Es solo una comida para llevar. —¿Has asaltado a un niño de primer grado de camino a la escuela hoy? — pregunta Myles, sonriendo ante mi bolsa.

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—¿Te estas riendo de mi bolsa de almuerzo de Dora? —me tiro hacia atrás, actuando ofendida. Estoy muy contenta en este momento de no estar sintiendo ningún tipo de vergüenza. —¿Eso es Dora? Parece un poco a un Oompa Loompa. —Oye —le señalo—. No odies a Dora. Solo es una chica postmoderna tratando de encontrar su camino en el mundo. Es una exploradora, cuando la mayoría de las chicas de su edad quieren ser princesas. Vamos a mostrarle un poco de respeto, ¿de acuerdo? Myles parpadea hacia mí, y me doy cuenta que toda la mesa nos está mirando. Entonces Jake empieza a reír. Myles niega con la cabeza y sonríe—. Eres un viaje, Raielle. Mis ojos viajan hasta el extremo de la mesa, y me doy cuenta de que Sophie y Kellie me están mirando y murmurando mientras beben sus sodas a dieta. Por lo que puedo ver, es todo lo que toman de almuerzo. Lucas está mirando hacia abajo a su bandeja, intentando, sin conseguirlo, esconder una sonrisa. Me vuelvo hacia Myles antes de que Lucas se dé cuenta de que lo estoy mirando. Doy un buen mordisco de mi bocadillo y le guiño el ojo a un Myles todavía divertido, sintiéndome casi normal hoy, o tanto como debería sentirme. No he utilizado mis habilidades desde que estoy aquí, y cuando llevo un tiempo sin tocarlas, casi puedo pretender que no existen, como si ellas no estuvieran esperando el momento oportuno para emerger y hacer desaparecer cualquier sensación de normalidad que consigo. Es solo cuestión de tiempo. Una vez termina el almuerzo, todo el mundo se dispersa. No tengo que preocuparme por Lucas tratando de caminar conmigo porque está bien cubierto por Sophie y Kellie pegadas a ambos lados de él. Mientras camino a mi taquilla, estoy decidida a dejar de ser tan consciente de Lucas Diesel.

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6 Traducido por aryastark y majuhenao Corregido por Sthefynice Estoy en casa de Gwen después del horario escolar. En química, ella me preguntó si quería acompañarla casa de nuevo, y cuando nos dimos cuenta de cuanta tarea de química nos fue asignada, me pidió que pasara, así podríamos hacerla juntas. Le envié un mensaje de texto a Myles para hacerle saber mis planes en respuesta a un sms que me había enviado antes, invitándome a un paseo con él y April... Gwen río disimuladamente del tiempo que me llevó para teclear las palabras del sms de vuelta. Soy nueva en todo esto de tener un teléfono móvil y en lo de los mensajes de texto. —En caso de duda, convierte a moles, —ella murmuro, mirando el libro de

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texto. —¿Qué? —Estamos sentadas en el piso de su dormitorio. Para mi sorpresa, es rosa. Gwen la chica semi-gótica tiene una sala rosa y una cacatúa blanca. No es tan dura como ella quiere que la gente piense. —Eso es lo que dijo el Sr. Pascorelli durante la primera clase. En caso de duda, convertir a moles. —Pero eso no ayuda en nada. —No es broma. Estoy hambrienta. Tomemos un descanso. —Ella se levanta antes que yo pueda responder y se dirige escaleras abajo. La sigo detrás, localizándola en la cocina. Sus padres trabajan, y su hermano mayor se encuentra en el colegio. Ella tiene el lugar para ella cada tarde hasta las seis, me contó. —Voy a cortar un poco de queso y unas rodajas de manzana. ¿Quieres algo? —Descansaba su cadera contra la encimera de granito. Claro—. Suena muy nutritivo, —me río. Frunce el ceño—. Nada de comida basura aquí. Regla de la casa, lamentablemente.


Echo un vistazo alrededor a la piedra y cocina de acero inoxidable mientras ella se desenvuelve, sacando alimentos de la nevera—. Así que, hoy almorzaste con Lucas y sus amigos, —dice con picardía en sus ojos. —Corrección. Almorcé con Myles y sus amigos. Él es mi vecino. Yo creo que me ha tomado bajo su ala o algo así. Se encoge de hombros—. Así que, ¿te interesa Myles o Lucas? —Ninguno de los dos. ¿Y qué hay de ti? ¿Tienes novio? ¿Estás interesada en alguien de la escuela? Vuelve su atención al queso que corta. Siento algo jugoso y me muevo para pasar a estar junto a ella—. Me puedes decir. Probablemente no sepa quién es de todos modos. El cuchillo en su mano se detiene—. No puedes decírselo a nadie. —¿A quién se lo diría? Hablo contigo y a veces con Myles. Eso es todo. Y prometo que no le diré a Myles. —Le hablas a Lucas. La gente te vio en el pasillo hoy, —dice. Proyecto mis manos en el aire—. ¡Oh, dios mío! Esta escuela es ridícula. Cada vez que hablo con un chico en el vestíbulo, lo hacen un titular. —¡Mierda! —Gwen grita, moviendo de un tirón su mano hacia atrás. Cuando con cautela la sube, veo riachuelos de la sangre que mana de su dedo, goteando abajo en el piso de madera dura. Agarro una toalla sobre la encimera y la envuelvo alrededor de su mano. —¿Qué haces? —Pregunta con voz aterrorizada—. Esas son toallas bonitas. Mi mamá va a perder los nervios. Antes de poder pensar mejor en ello, actúo por instinto. Mientras ella continuaba presionando su dedo con la toalla, coloco mi otra mano sobre la piel expuesta de su antebrazo. Puedo sentir inmediatamente su herida tirando energía dentro de mí. Mi estómago hueco y a continuación parece cambiar. Esto es similar a la sensación que se tiene cuando el ascensor se mueve hacia abajo demasiado rápido o cuando has ido demasiado alto en un columpio y bajas en el aire por un momento antes de que el columpio te atrape de nuevo. Es una sensación emocionante y gratificante que vibra a través de mí, pero disminuye rápidamente cuando quito mi mano de su brazo. Su corte era menor. Probablemente habría

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requerido sólo unos puntos de sutura. Puedo ver a Gwen pestañeando confundida. Ella sabe que ella sintió algo extraño, pero ella no está segura del qué. Mi madre me dijo que cuando estás curando a una persona, dependiendo de la severidad de la lesión, esa persona puede sentirse casi vertiginosa. Comparó la sensación con un zumbido que consigues del alcohol. Por supuesto, ella lo sentiría. Con el corte menor del dedo de Gwen, yo dudo que sintiese mucho. Esto es la primera vez que he curado a alguien desde antes de que mi madre muriera. Cada vez que lo otorgo, estoy desafiándola. Sus advertencias recorren mi cabeza ahora de nuevo. “Resiste a usarlo”, me dijo una y otra vez. Siempre hay consecuencias. Ella tenía en parte razón. He encontrado que puedo curar pequeños cortes y heridas, huesos rotos, también, sin consecuencias. Pero las cuestiones más serias, vida y muerte, no se pueden tratar de alterar. Yo vi cuando mi madre trató de curar a uno de sus novios yonqui que había sido apuñalado y apareció en nuestra puerta cubierto de sangre. Le importaba demasiado para resistirse a curarlo, pero luego su hijo murió de un aneurisma al día siguiente. Gwen cautelosamente retira la toalla de su mano y examina su dedo. No reparé completamente la herida. Esto parecería demasiado sospechoso. Pero convertí el corte más profundo en el mero corte de un papel—. Dejó de sangrar, — dice, dando la vuelta a su mano—. Supongo que no era tan fea cómo pensé. Justo en ese momento, mi bolsillo trasero suena, haciéndome chillar en sorpresa. Gwen señala y se ríe—. Eres similar a una ludita1. —Te miro con la fantástica palabra SAT, —yo me burlo—. Para tu información, no soy una ludita. Yo soy pobre. Hay una diferencia. —Entonces déjame darte un Consejo, Raielle. Si vas a mantener tu celular ahí, configúralo para que vibre. Luego disfruta de tu booty call1. —Mueve sus cejas hacia mí, y sonrío abiertamente hacia ella antes de darle la espalda para responder. Es Kyle. —¿Dónde estás? Chloe está a punto de poner la cena sobre la mesa. Te dije que mi padre iba a venir esta noche. Murmuro una maldición bajo mi aliento—. Lo olvidé. Lo siento. Estaré ahí mismo. —Finalizo la llamada sintiéndome fatal. Me doy la vuelta hacia Gwen. —He oído. Conseguiré mis llaves. 1

Booty Call: llamada nocturna en busca de consuelo sexual.

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Cuando llegamos a la casa, un coche desconocido está estacionado en la calle enfrente. Es un gran sedán blanco. Estoy a punto de abrir la puerta del coche de Gwen cuando me vuelvo hacia ella—. Tú nunca me dijiste quién te trae enamorada. Pone los ojos en blanco—. No debería decírtelo porque tú no me has contado nada. —Porque no tengo nada que decir, —argumento. Es una especie de verdad. No importa si estoy interesada en alguien, ya que no voy a actuar en consecuencia. Ella cierra los ojos—. Es Jake. Sonrío—. ¿Jake? Oye, en realidad lo conozco. —Yo sé. Has almorzado con él. —Ella parece envidiosa. —¿Dónde estabas durante el almuerzo? No te vi. —Porque tú estabas en el centro de la cafetería donde come toda la gente lista y brillante. Yo estaba sentada en la parte de atrás, en una mesa donde moran los demás peones. Niego con la cabeza—. Te equivocas, Gwen. No soy de esas personas. Nunca he sido. Si no fuera por Myles, no habría estado sentada allí en absoluto. Que yo sepa, Ellos lo pusieron recto después de comer y ahora estoy baneada4. Me mira boquiabierta—. ¿Tienes un espejo? ¿Cómo podrías no ser una de esas personas? Los chicos literalmente se paran sobre tus pies cuando caminas. Pareces ajena a la forma en que te ves, pero nunca imaginé que lo fueras en realidad. Froto mi frente. Estoy empezando a tener dolor de cabeza—. Las personas reaccionan de esa forma al principio, pero cuando se dan cuenta que no coincide con mi personalidad, soy puesta en la columna solitaria y me quedo sola. Ella inclina su cabeza hacia mí como si no me creyera. — Voy a sentarme contigo en el almuerzo de mañana, ¿de acuerdo? Prefiero comer contigo de todos modos. Sus ojos se amplían—. ¿Vas a estropear voluntariamente tu reputación? Suspiro ante su ridiculez—. O, por el contrario, podría traerte conmigo a la mesa de Myles, y tú puedes hablar con Jake.

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Enérgicamente sacude su cabeza—. No. No puedes hacer eso. Su reacción me sorprende—. ¿Por qué no? ¿Eres tímida o algo así? Gwen dirige una mano sobre su pelo negro azabache—. No soy tímida. Soy realista. Nunca estaría interesado en mí. —¿Por qué dices eso? Puso los ojos en blanco cómo si la respuesta fuese obvia. —Tienes una pésima actitud, pero eres atractiva e inteligente. Deberías dejarme hablar con él por ti. —No estoy segura de por qué estoy insistiendo. Por alguna razón, su sorprendente falta de confianza me hace realmente querer ayudarla. —¡No! ¿No tienes una cena a la que llegar? —Gruñe hacia mí. —Bien, —ruedo mis ojos—. Hagamos un trato. Cuando se trate de chicos, te despides de mí, y yo me despediré de ti. Tiene un extraño brillo en sus ojos—. De ninguna manera. No hare ése trato. Porque cuando tú y Lucas estéis juntos, va a ser épico, y quiero oír cada detalle. —¡Oh, dios mío! Estás equivocada. —Le vuelvo la espalda a ella y salgo de su coche. Escucho su risa detrás de mí antes de que arranque. Había voces saliendo del comedor cuando entre por la puerta. Después de bajar mi maleta, caminé dudosamente hacia el sonido. Chloe fue la primera que me vio. —Estás aquí. —dijo—. Te pondré la cena. Mientras ella va hacia la cocina, mis ojos viajan alrededor de la mesa, aterrizando en dos caras desconocidas, ambas mirándome. —Ella se ve justo cómo su madre, —el hombre mayor dice. Obviamente él es Alec, el papá de Kyle. Tiene grueso pelo gris con algunos mechones cafés-amarillos. Está recogido hacia atrás lejos de su gran frente. Puedo decir que es alto aunque esté sentado. A su lado está una mujer con apariencia desgastada. Ella tiene la piel curtida, y está cubierta en joyas. Grandes aros de oro cuelgan de sus orejas que combinan con el grueso collar y pulsera de oro que rodean su cuello y muñeca. —Raielle, —Kyle dice—. Éste es mi padre y ésta es Linda.

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Sonrió débilmente—. Perdón por llegar tarde. Chloe vuelve, y pone un plato al frente del asiento vacío al lado de Penélope, quién está absorta en la tarea de poner un sólo guisante en su cuchara. Me siento en la mesa y mantengo mis ojos en el plato mientras me acomodo. No estoy exactamente nerviosa, pero si me siento incómoda por alguna razón. De pronto es la forma en la que Linda me sigue echando vistazos cómo si tuviera algo malo en mi cara. Alec acaba el incómodo silencio—. A pesar de todo, Raielle, estuve muy apenado de escuchar sobre Ángela. —Gracias. —Murmuré. Cuando mis ojos se encontraron con los de él, me asombré ante su intensidad. Son de un verde profundo que me recuerda al océano en invierno y se ven igual de fríos. En contraste, su expresión es calmada y sin emociones. Se me ocurre que sus ojos se verían mejor con la cara de pocos amigos de su novia. Tal vez ellos me culpan porque él nunca pudo tener el divorcio de mi madre. Pero tal vez solo lo estoy imaginando. Tal vez quiero que éste hombre sea horrible para poder excusar lo que mi mama les hizo a él y a Kyle, porque la otra alternativa es muy dura de aceptar. —¿Cómo estás? Has tenido toda una conmoción. —Dice Alec. No quiero encontrar sus ojos otra vez, pero lo hago—. Estoy bien. Tengo suerte de que Kyle y Chloe estuvieran dispuestos a aceptarme. Estoy

muy

agradecida con ellos. —Mientras digo las palabras, me doy cuenta de lo ciertas que son. Me habría ido bien yendo al cuidado de crianza otra vez. Siempre sobreviví. Pero esto es diferente. Esto es, de alguna forma, mejor, como si fuera parte de algo en vez de ser un fantasma entrando y saliendo de la casa de extraños. Kyle y Chloe me sonríen—. No tienes por qué estar agradecida, —dice él—. Tú eres familia. Por supuesto que tenías que venir aquí. Estamos felices que estés aquí a pesar de las circunstancias. Yo asiento mientras estudio el plato otra vez. No soy muy buena en todo eso de los sentimientos y ser blanda, para nada. Escondo mi incomodidad ayudando a Penélope a coger el resto de sus guisantes en su cuchara. Kyle debe sentir mi incomodidad ya que cambia el tema al trabajo. Aparentemente Alec es contador también. Empiezan una seca discusión acerca de lo que viene en tributario de New York.

el derecho

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Yo, más que todo, sólo empujo la comida alrededor de mi plato durante la cena. Chloe se excusa para poner a Penélope en la cama, pero sólo hasta que asfixia a su abuelo en besos de buenas noches. Cuando ella se va, empiezo a recoger la mesa. Tenía casi todos los platos en la encimera cuando Chloe regresó. —Ve a la sala con el resto, —ordena—. Yo termino aquí. —Ella toma la toalla de mi mano y me impulsa afuera. En la sala, Alec y Linda están sentados en el sofá. Kyle está sentado en una silla al frente de ellos. Yo tomo el asiento al lado de él. Todos me sonríen. —Escuchamos que eres una excelente estudiante, —dice Linda, dirigiéndose a mí por primera vez. —Si señora. Ella frunce los labios—. ¿Señora? Por favor, llámame Linda. Al frente mío, Alec se inclina hacia adelante poniendo sus antebrazos en las rodillas.

Tiene el cuerpo de un atleta, con grandes brazos y amplio pecho—.

Entiendo que tu madre nunca te dijo nada sobre Kyle, —dice. Volteo a ver a Kyle y él me da una sonrisa apretada. Claro que él le iba a decir todo a su padre. —No, ella no lo hizo. —Tener un hermano debió ser una gran sorpresa. —Sí, lo fue. —Me retorcí en mi silla. No quiero decir nada negativo sobre mi madre. Alec me da una sonrisa gentil. Después se recuesta de nuevo en el sofá. Ahora que Alec había tocado el tema, yo hice mi pregunta—. ¿Por qué crees tú que ella nunca me lo dijo? El no parece sorprendido por mi pregunta. Después de un momento largo, el niega con su cabeza y suspira—. No tengo idea. No imagino abandonar a mi hijo y no volver nunca más. No me pierdo la acusación en su voz—. ¿Cómo se fue? —Pregunto. —¿Qué quieres decir? —Alec alza la cabeza hacia mí. —¿Ella solo despareció un día? El pasa una mano por su áspera mejilla. Linda toca su brazo.

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—Sí, ella solo desapareció, —Kyle responde por su padre—. Yo estaba en el colegio. Papá estaba en el trabajo. Cuando ella no apareció a recogerme, lo llamaron. Cuando llegamos a casa ella se había ido. Yo miré de Kyle a su padre. El dolor de Kyle es obvio—. ¿Ella tomaba en ésa época? —Pregunto. Como siempre, estoy pensando en una manera para justificar su comportamiento. Después de una pausa Alec dice—. Yo pensé que ella podría tener un problema. Miré hacia abajo a la alfombra. Incluso si ella estaba tomando, igual no tiene sentido. Ella siempre se arrepintió cuando me llevaban lejos.

Trataba de

recuperarme todas las veces. Mi mamá tenía sus problemas, pero abandonar a su hijo no sería algo que ella hiciera. Al menos no la persona que yo conocí. —Probablemente nunca sabremos las verdad, —dice Linda, frotando el brazo de Alec de forma tranquilizadora. —Está en el pasado ahora. —Alec pone su mano encima de las pequeñas manos de su novia. —¿Papá? Me volteo para ver a Penélope entrando a la sala, frotando sus ojos y arrastrando su manta detrás de ella. —¿Que estás haciendo despierta? —Pregunta Kyle. Penélope camina directo a Alec—. Quiero que papá me arrope. —Dice con su voz cansada. En el momento en que está cerca, Alec la carga y la pone en su regazo. La adoración en su cara cuando la mira hace que mi garganta se sienta apretada. Chloe sale de la cocina—. Se supone que deberías estar en la cama, señorita. —Está bien. Yo puedo ir a arroparla. ¿Verdad, muñeca? —Dice Alec. Penélope asiente con satisfacción. —Quiero que ésta vez te quedes en cama, —Chloe advierte mientras Alec pasa con su nieta en brazos. —Lo haré, mami, —promete.

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Aclaro mi garganta y me levanto—. Tengo tarea que hacer. Un gusto conocerte, Linda. Por favor dile a Alec que fue un gusto conocerlo a él también. Agita su mano hacia mí—. Le puedes decir tú misma la próxima vez. Nos vamos a estar viendo mucho ahora. —Buenas noches, —les digo a todos. Apenas alcanzo a llegar a mi cuarto antes de que mis ojos quemen con lágrimas. Odio sentir envidia de Penélope y la maravillosa familia que tiene. Luego me doy cuenta que ellos son mi familia también. Al menos, ellos podrían haberlo sido. Me acuesto en mi cama y miro al techo donde todos ellos aún están sentados arriba de mí. Era tan fácil odiar a mi madre cuando ella bebía. Por los últimos dos años, traté tanto de no juzgarla por sus errores del pasado. Quería un nuevo comienzo con ella tanto cómo ella lo quería conmigo, incluso aunque nunca se lo admitiera. Yo la amaba, y estaba orgullosa de su sobriedad y del esfuerzo que ella estaba haciendo por mí. Pero ahora, me estoy sumergiendo de nuevo a ése lugar de amargura y resentimiento. No quiero pensar en lo que pude haber tenido, pero es duro no hacerlo cuando se desfila al frente mío de ésta manera. Ruedo para ponerme de costado y veo los juguetes de Penélope en la esquina del cuarto. No tengo tarea que hacer, y no me molesto en desvestirme. Sólo me quedo ahí en la oscuridad, tratando de extinguir esa chispa de enojo que tengo dentro que amenaza con volverse fuego. Pero no lo puedo manejar del todo. La última imagen que tuve de ella no va a ser ignorada esta noche. Lo sigo viendo como si fuera una película que está pausada en una escena, nunca avanzando ni retrocediendo. Veo la sangre. Veo la mirada vacía. Siento la fría nada que es su piel cuando la toco. Me quedo ahí despierta, toda la noche, inquieta y en conflicto, pensando demasiado, hasta que los primeros signos silenciosos de la mañana empezaron a iluminar las oscuras esquinas de mi sótano-habitación.

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7 Traducido por majuhenao (SOS) y MoN_Sookie Corregido por Sthefynice Soy un zombi al día siguiente. Me estoy quedando sin dormir, y aún me siento ahogada con emociones que parecen que no puedo enterrar. Myles y yo caminamos a la escuela juntos otra vez. Me las arreglo para poner una buena cara para él. Por suerte, una vez que April se nos une yo no tengo que participar en la conversación porque ella felizmente la monopoliza. Estoy vagamente consciente de Lucas en mis clases de la mañana. Él me ofrece su usual apretada media-sonrisa cuando me mira, pero para mí alivio, no trata de caminar otra vez conmigo en el pasillo. Eso puede ser porque yo no respondo su sonrisa con la mía, a pesar de la forma en que mi pulso se acelera cuando lo veo. Yo solo estoy muy cansada para lidiar con su silenciosa intensidad hoy. —Voy a ir a sentarme con Gwen en la cafetería, —le digo a Myles cuando aparece en mi casillero antes de almuerzo. El arruga su entrecejo—. ¿Quién? —Gwen Westfield. Ella trabaja en la oficina. Tiene pelo negro y siempre se viste de negro. Él me mira de reojo—. ¿La conoces? —¿Tú no? Ésta escuela no es tan grande. —Ella sólo empezó aquí el año pasado, —se encoge de hombros—. Realmente nunca la he visto por ahí. Además ella parece rara. —Yo solo empecé aquí la semana pasada y tú estabas más que feliz de ser mi amigo. —Luego algo se me ocurre—. ¿Kyle te pidió que fueras mi amigo? Sus ojos se alejan de mí. —Oh, Dios mío. Él lo hizo. ¿Verdad?

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Él alza su mano—, él no me pidió que fuera tu amigo. Yo decidí hacer eso por mí mismo. Él sólo me pidió que te mostrara el lugar. Para hacerte sentir cómoda. Yo paso mis manos por mi cara—. ¿Él te dijo a ti y a tus amigos sobre mi madre y todo lo que pasó? ¿Eso te hizo sentir mal por mí o algo? —Espera un momento, —dice, alzando su voz ahora—. Estás equivocada. Kyle solo me dijo que se enteró sobre ti hace un par de años, y cómo tu mamá murió, tú viniste a vivir con él. Luego, él me pidió que te mostrara alrededor. Eso es todo. Fue Chloe quien llegó luego y chismoseó sobre ti y la situación con tu madre mientras April y Lucas estaban ahí. Así es como ellos saben. Yo nunca les habría dicho a ellos. Habría hecho más que mostrarte donde queda la oficina principal de la escuela si no hubiera querido ser tu amigo, lo cual quiero. ¿De acuerdo? Sólo lo miro. Estoy con una sobrecarga emocional hoy. Necesito calmarme— . De acuerdo —digo finalmente. Luego le sonrío para reforzarla. —De acuerdo, —él repite con un rápido asentimiento—. Vamos a comer. —Pero todavía estoy comiendo con Gwen. Él se detiene en caminar. —Ella es mi amiga también. Quiero sentarme con ella. Tú puedes unirte. —Tal vez lo haga, —dice, como si fuera un desafío que necesitara enfrentar. Pero cuando llegamos a la cafetería, April toca la silla al lado de ella y Myles me mira disculpándose. —Ve a sentarte con Louis Lane, —susurro, empujándolo juguetonamente en el hombro. Luego veo a Gwen sentada en una mesa redonda en el fondo con otras dos personas que no conozco. Me dirijo en su dirección fingiendo no notar los ojos de todos en la mesa de Myles siguiendo mi paso por ahí. —Hola —pongo mi lonchera de Dora al lado de Gwen. Ella me sonríe, y me doy cuenta que bajo su suéter negro está vistiendo una camisa amarilla. Tiene un poco de color para variar. Eso es interesante—. Raielle, éstos son Tyler y Lisa. Tyler y Lisa prácticamente me miran con la boca abierta cuando me siento con ellos. Tyler tiene el cabello negro y enmarañado que llega casi hasta sus hombros. Él es lindo en una forma geek tipo John Cusack. La cabeza de Lisa está coronada por una nube de pelo rojo y su piel es más que todo, pecas. Cuando

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encuentro sus ojos, sus mejillas se calientan. La pobre niña luce cómo la pequeña huérfana Annie. Todos ellos miran a Dora mientras saco todas mis cosas de almuerzo, pero no comentan. —Tengo todos los episodios de Dexter en mi DVR, —Gwen les dice a ellos, obviamente continuando la conversación que ellos estaban teniendo antes de que yo llegara—. Deberías verte las que te perdiste. La primera temporada es asombrosa. —Se voltea a mí—. ¿Alguna vez has visto Dexter? Niego con mi cabeza. —¿De verdad? Tú necesitas venir también entonces. Es un programa tan increíble. Michael C. Hall es completamente caliente de una manera psicópata peligroso. Desde que la conversación no está captando realmente mi atención, me encuentro mirando a otra mesa. Sophie y Kellie están en las mismas sillas. Se están riendo histéricamente sobre algo, y no lo puedo evitar pero pienso que es sobre mí cuando sus ojos están viendo en mi dirección. ¿Es el hecho de que esté sentada en esta mesa que es tan gracioso? Mis ojos viajan a Lucas cuya cara está parcialmente oculta por Jake. Su atención está en su bandeja de almuerzo. Él no parece estar participando en ninguna conversación. —¿Raielle? Volteo a ver a Gwen que me está mirando esperando algo—. ¿Este fin de semana? —Replica— ¿Quieres venir y tener una maratón de Dexter con nosotros? —Uh, seguro. —Súper, —me sonríe. A través de la mesa, pienso ver a Lisa tragar. Comer el almuerzo no hace nada para despertarme y casi me quedo dormida en química. En la salida le dejo saber a Gwen que hoy camino con Myles a casa. Después de su discurso de querer ser mi amigo, decidí que debo hacer el esfuerzo para devolverle su favor.

El día sin fin finalmente acaba. Me estoy moviendo lentamente cansada hacia las escaleras para encontrarme con Myles. Cantidades de estudiantes me

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están pasando en su afán por librarse de la escuela cuando alguien pasa duro sobre mi brazo. Dentro de mí, la energía se empieza a construir. Paro y cojo la barandilla. Mi estómago se vacía y cae. Aprieto los músculos del abdomen, aprisionando la oleada, tratando de frenarlo. Inconsciente de la conmoción alrededor mío, me siento aun apretando la barandilla. Una persona muy enferma me acaba de tocar. Su brazo desnudo hizo contacto conmigo, y eso puso el proceso en movimiento. La fuerza con la que esto me está golpeando quiere decir que quién sea que fuera tiene una extremadamente seria enfermedad. Contener el deseo de sanar una vez que la energía se forma es físicamente doloroso. Estoy obligada a hacerlo, y cuando no lo hago, se vuelve contra mí. Mi piel empieza a sudar frío, y una ola de nauseas me envuelve. Todos mis músculos duelen. Se siente cómo que tengo la gripa en esteroides. Mis manos están temblando, y ni siquiera puedo pensar en moverme hasta que esto pase. Esto es mi culpa. Cuando estoy en control, esto no pasa. Muchas personas sufren de diferentes males. Si esto pasara cada que entro en contacto con una persona enferma yo no podría funcionar. Hoy no estoy en control de mis emociones. Estoy cansada y bajé mi guardia. Ahora estoy pagando por eso. No sé cuánto tiempo me senté ahí, esperando que el temblor me pasara. Eventualmente las escaleras se vaciaron y la conmoción se desvaneció. Todo el mundo se ha ido. El único sonido que escucho es mi propia respiración pesada. Luego una puerta se abre y se azota sobre mí, haciendo eco en el silencio. Alguien está bajando las escaleras. Me paro en mis piernas inestables. —¿Raielle? Inmediatamente me tenso. La inconfundible voz que está diciendo mi nombre es la de Lucas. Claro que iba a ser él quien me hallara aquí. —¿Estás bien? Él está a mi lado ahora, cerniéndose sobre mí tratando de ver mi cara, la cual estoy escondiendo detrás de mi cortina de pelo. Tomo una respiración profunda y volteo hacia él, dejando que mi cabello se vaya—. Estoy bien. —Trato de sonreír. Me examina y puedo ver que no me cree. Esto es lo más cerca que he estado de él. Sus ojos están a centímetros de los míos, y decido que ellos son del mismo color del cielo en ese momento mágico cuando el sol finalmente se esconde en el horizonte, cuando el rosado y el rojo se disuelven dejando solo una oscura mezcla de azul y violeta.

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Mi teléfono suena en mi bolsillo trasero y me asusto. Lucas se asusta también y envuelve una mano alrededor de mi brazo para estabilizarme. El lugar en mi brazo que él está tocando se empieza a calentar, y puedo sentir mis mejillas empezando a quemarse. Me escondo detrás de mi pelo otra vez mientras saco mi teléfono y veo la pantalla. Mi mano está muy temblorosa para leer el mensaje de texto de Myles, pero puedo adivinar sobre qué es. Esperando que Lucas no se dé cuenta que no puedo sostener mi teléfono quieto, lo vuelvo a guardar. —Myles está afuera esperando por mí, —explico, sin encontrar sus ojos. Cuando me agacho por mi maleta me doy cuenta que él la tiene. —Yo te acompaño, —dice gentilmente. Su cálida mano es floja pero firme alrededor de mi brazo. Me siento cómo una idiota mientras descendemos lentamente las escaleras juntos. Debería inventarme una explicación. Decirle que me está dando gripa o algo, pero no encuentro mi voz. Solo lo dejo guiarme abajo, sintiéndome más fuerte y más calmada con cada paso que doy. Teniéndolo tan cerca, ayudándome, incluso cuando se está convirtiendo innecesario, es mortificante. Pero también me hace sentir segura y protegida de una forma poco familiar. No se me ocurrió reclamar mi brazo. Incluso cuando Myles no vio cruzando la puerta, y vino caminando molesto, yo no me separé de Lucas. —Pensé que me habías dejado plantado. He estado parado aquí por casi quince minutos. Te envié mensajes de texto. Dos veces. Estoy a punto de disculparme cuando Lucas habla—. Es mi culpa. Yo la entretuve. —Luego él quita su mano de mi brazo. Estoy estable sobre mis pies ahora, pero inmediatamente siento la pérdida, y no puedo evitar sonreír a su juego de palabras. Myles alza una ceja curiosa a Lucas. Luego se voltea hacia mí—. Vamos. Necesito pedir prestado el carro de mamá para poder ir a comprarle el regalo de cumpleaños a April. —¿No dijo ella que su cumpleaños había sido ayer? —Pregunta Lucas. —Sí, —responde Myles en un tono cortante. Me vuelvo hacia Lucas para agarrar mi maleta, pero él se la cuelga en el hombro—. Yo los llevo. Vamos. —Luego camina hacia el estacionamiento sin esperar a una respuesta.

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Tomo una respiración profunda y trato de no comerme con los ojos el impresionante trasero de Lucas en esos jeans que lo abrazan en los lugares indicados. Myles se está preparando para preguntarme porque Lucas me demoró, por lo que lo distraigo— ¿Olvidaste el cumpleaños de April? —Pregunto. Él hace un ceño—. Sí. —¿Por qué molestarse con esto? —le pregunto. —¿Qué quieres decir? —Se ve genuinamente perplejo. —Puedo entender que no estés listo para anunciarte al mundo, pero no necesitas una novia falsa. Además, ni siquiera creo que te guste April. Estamos cerca de la camioneta de Lucas cuando Myles para y me mira. — Ella es la que quiso salir conmigo. Y yo pensé, ¿Por qué no? Pensé que tal vez… — Duda y mira sus zapatos—. De todas formas, para el momento en que me di cuenta que ella y yo realmente no estábamos conectando, lo había dejado ir muy lejos. Ahora no hay forma de romper con ella sin herir sus sentimientos. —Se encoge de hombros—. Es el último año de todas formas. Todos van a ir en diferentes direcciones muy pronto. Nos vamos a distanciar y eso va a ser todo. Veo la tristeza en sus ojos, y lo siento por él.

A pesar de su actitud

arrogante, fingir ser alguien que tú no eres no es bueno para ti. En mi propia forma, lo entiendo. —¿Ustedes dos van a venir? —Lucas nos llamó. Está parado al lado de la puerta abierta de su camioneta. Myles camina delante de mí y empieza a entrar en el asiento de pasajero cuando Lucas extiende un brazo y lo para—. ¿Crees que estoy sosteniendo la puerta abierta para ti? Myles se queja, abre la puerta trasera, y entra mientras me subo al asiento del frente y silenciosamente le agradezco a Lucas. Él asiente y pone mi maleta en el piso frente a mí. —¿Qué le vas a comprar? —Pregunto mientras vamos saliendo del parqueadero del colegio. —Joyas, —responde Myles. —¿Qué tipo?

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—No lo sé. Un collar o algo así, —dice distraídamente. —Pensaste mucho en esto, ¿no? —Pregunto. —Vale, ayúdame entonces, —dice con reto en su voz—. ¿Qué crees que a ella le podría gustar? ¿Qué cosas te gusta a ti que te den? Dejo salir una pequeña sonrisa triste. No creo haber tenido nunca algún regalo de cumpleaños. Puedo sentir a Lucas mirándome, preguntándose qué quiere decir mi reacción ante la pregunta de Myles—. Estoy bromeando Myles, — respondo rápidamente—. Un collar suena cómo un buen regalo. En pocos minutos estamos en nuestra calle. Tanto Myles como yo abrimos nuestras puertas. Estoy a punto de salir y decir algunas gracias sobre mi hombro a Lucas cuando su mano toca mi hombro—. Espera un minuto, Raielle. —Nos vemos, —grita Myles, ya cruzando su patio. Cierro mis ojos y suspiro. Luego me vuelvo a sentar en el asiento y lo miro. Su cálida mano todavía esta posada en mi hombro. El peso de ella está radiando calor en todo mi cuerpo. —¿Quieres decirme que pasó en las escaleras? —Preguntó en voz baja. Sus ojos viendo los míos. Ni siquiera me molesté buscando una excusa. No le puedo decir a Lucas la verdad, pero por alguna razón no le quiero mentir tampoco. Cuando no le respondo, él hace otra pregunta— ¿Alguien te dijo algo o te hizo algo? —Sus ojos se endurecen mientras su pregunta queda en el aire. Niego con mi cabeza— No. Nada cómo eso. Se relaja un poco, quitando su mano de mi hombro y pasándola por su cabello. Al menos pienso que él está más relajado. Sus expresiones sutiles son difíciles de leer. —No me lo vas a decir, ¿o sí? —Dice. —De verdad no es gran cosa. Espera hasta que lo miro para decir— Puedes hablar conmigo, ya sabes. Dejo salir una risa de sorpresa. —¿Qué? —Pregunta. Luego me sonríe. Es una sonrisa genuina, no su sonrisa marca registrada.

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Pensé que él era apuesto antes, pero cuando sonríe, es devastador—. Tú eres tan accesible como un tempano de hielo, —le informo, tratando muy duro de no mirar sus rasgos perfectos. Su sonrisa se mantiene en el lugar—. Eso es porque tú has sido tan amigable cómo un Rottweiler. Mis ojos se abren con sorpresa—. ¿Me estas comparando con un perro? Su sonrisa desaparece rápidamente, y él pasa una mano sobre su cara—. Jesús, no. Eso no es lo que quise decir. Yo me río suavemente, gustándome la apariencia de un Lucas más humano—. Te estoy molestando. No estoy ofendida. Tienes razón. No he sido muy amigable, pero tú no fuiste amigable en primer lugar. —¿Entonces tú sólo has reaccionado a mí? —Pregunta con una mirada escéptica. Su pregunta me sorprendió. Me tensé, no estaba segura de cómo responder porque no solo estoy reaccionando ante su actitud hostil. Pero no le puedo decir que es porque siento una atracción por él que no quiero sentir. No le puedo decir que no tengo idea de cómo lidiar con mi reacción física a él. No le puedo decir nada cercano a la verdad. Cuando fallo en responderle otra de sus preguntas, él trata un acercamiento diferente—. Sé que estas lidiando con muchas cosas ahora. Me pongo más rígida. Él estaba en la casa de Myles cuando Chloe derramó todo sobre la muerte de mi madre. Sólo no sé qué fue exactamente lo que dijo. —Entonces, —continua, sus ojos todavía en los míos— desde que yo definitivamente no estoy hecho de hielo, si lo que pasó en las escaleras hoy pasa de nuevo alguna vez, tú puedes hablar conmigo. Es todo lo que quiero decir. Parpadeo hacia él mientras me doy cuenta de lo que él está pensando. El piensa que yo tuve una especie de ataque de pánico. Me reí tristemente y negué con mi cabeza. Se ve confuso por mi reacción. Él está siendo tan gentil. No estoy segura de cómo responder a éste Lucas dulce. Solo sé que éste Lucas es más desconcertante, y potencialmente, más peligroso para mí, que el brusco—. Gracias, —digo finalmente—. Aprecio eso. —Luego tengo la necesidad de decir—: Gracias por traerme también, —le digo tomando mi maleta, lista para salir. Se ve decepcionado. —Cuando quieras, —dice finalmente.

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Se queda parqueado en la acera hasta que estoy dentro. Me paro en la puerta y lo veo irse sintiéndome un poco desconcertada. Vi un Lucas muy diferente esta tarde, y ahora no estoy segura que pensar. Penélope viene corriendo hacia mí—. Pinté una flor en el colegio hoy y mi mamá me dejó colgarla en mi pared. ¿Quieres verla? Le sonrío—. Seguro. Ella va hacia el pasillo, y la sigo. Luego me detengo en su habitación morada y rosada, haciendo sonidos de aprobación mientras ella me muestra su pintura. Pero en mi mente, todavía estoy viendo a Lucas. Estoy oyendo su voz. Mi piel se siente cálida y muy apretada cuando pienso en él. Me pregunto qué efecto tendrá nuestra conversación en la forma en que nos vamos a tratar en el colegio mañana. ¿Me saludará amigablemente? ¿Tratará de caminar conmigo a todas las clases que compartimos juntos? Si eso pasa, ¿Qué clase de chisme va a alentar? Sophie y Kellie seguramente van a tener algo que decir sobre eso. La última cosa que quiero es llamar la atención sobre mí misma. Después de lo que pasó hoy, sé que es importante mantener mis emociones a raya. “Permanece en las aguas poco profundas”, diría mi mamá. Ella me dijo que ésa era la clave para sobrevivir cuando eras como nosotras, y me enseño desde niña cómo apagar mi instinto de curación. Me explicó que era cómo otro sentido. Era cómo cerrar mis ojos. Me volví muy buena en ello. Lo hacía instintivamente. Pero desde que estoy aquí, se siente como si revoloteara por la superficie todo el tiempo, solo esperando por algún evento que lo haga estallar. Finalmente, hoy, casi pierdo el control. —Construyamos una torre de bloques, —sugiere Penélope, sentándose en el piso, sacando su balde de bloques de madera. Me siento al lado de ella y empiezo a unir bloques encima de otros. —¿Eres mi hermana ahora? —pregunta. Miro hacia ella con sus grandes ojos cafés y su salvaje y desaliñado pelo. Chloe siempre la arregla muy bien en las mañanas, pero para cuando llega la tarde, ella está cubierta de restos de comida y su pelo luce como si hubiera pasado por un huracán—. Soy tu tía, —le digo. Me doy cuenta que nunca había pensado sobre mí misma de esa forma. Soy realmente una tía. Eso es genial—. Yo soy la hermana de tu papá.

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Ella se ríe de mí como si estuviera siendo ridícula—. Tú no puedes ser hermana de papá. Él es muy viejo. Me río con ella, preguntándome como Kyle tomaría esa noticia. Pero ella tiene un punto cuando habla de la edad. Kyle sólo tiene veinticinco años, lo que es bastante joven en estos días para estar casado con una hija de tres años. Chloe es un año menor que él. Ella debió estar apenas fuera de la escuela cuando tuvo a Penélope. Ni siquiera me puedo imaginar ser una esposa y una madre a tan corta edad, o si alguna vez lo seré. Estoy balanceando un bloque en la parte de arriba de la columna que estamos creando cuando Penélope dice— Tú puedes ser mi hermana, y cómo tu mamá no está, podemos compartir la mía. Yo suelto el bloque y mi mano cae a mi regazo. —¿De acuerdo? —Pregunta. Su voz es suave e insegura, como si fuera nuestro secreto. —De acuerdo —susurro. Me sonríe, y mi mirada deja sus ojos redondos para viajar sobre su nariz respingada y sus brillantes labios rosados. Su inocencia tira de mi corazón.

—Vienes con nosotros a Atlas, ¿verdad? —Pregunta Myles después de encontrarlo fuera en la mañana. —Dudosamente. ¿Qué es Atlas? Él me da una mirada curiosa— ¿Nadie te lo mencionó? —No sé por qué piensas que tus amigos me hablan, Myles. Ellos no lo hacen. Muéstrame que hay en la caja antes de que lleguemos a la casa de April. —Noté la caja en sus manos, y estoy muy segura que ésa era su intención. La sostiene ante mí. Luego abre drásticamente la tapa para revelar gradualmente un colgante de plata con forma de concha marina. Cuenta con una piedra azul redonda en el centro del mismo. Él está observando mi reacción. —Es hermoso. —Sonrío. —¿En serio? —parece contento.

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—En serio. Lo hiciste bien. —Sigo caminando, notando lo contento que está con mi elogio. Myles cierra la caja y la pone de nuevo en su bolsillo. —¿Dónde puedo conseguir un trabajo a media jornada por aquí? – Le preguntó. Sé que Kyle me dijo que no necesitaba un trabajo, pero no tener mi dinero propio y depender completamente de él me incómoda. Él mira hacia el cielo lleno de nubes y piensa en ello—. Podrías intentarlo con la nueva heladería que se abrió en el centro. —¿Hay una nueva heladería? —Pregunto sorprendida. Él asiente con la cabeza, distraído ahora que Abril está caminando hacia nosotros. Decido hacer un viaje al centro después de la escuela para ver este nuevo lugar. Trabajar por ahí sería perfecto ya que podría ir caminando fácilmente. Me muevo por delante de ellos para darles un poco de intimidad. Cuando oigo el grito de deleite de April, camino más rápido hacia la entrada principal de la escuela, pero no sin antes volverme para verla saltando arriba y abajo con los brazos apretados firmemente alrededor de su cuello. Después de una breve parada en mi taquilla, me dirijo a la primera hora. No puedo creer que esté nerviosa ante la idea de un encuentro inminente con Lucas. Para mi sorpresa, él ya está ahí cuando llego. Como siempre, mi corazón retumba en mi pecho ante la mirada de él. Mis dedos hormiguean cuando me doy cuenta de que las puntas de su pelo todavía están húmedas de la ducha de la mañana, y yo no quiero nada más que tocarlos. Me pregunto si mi reacción física a él volverá a acercarse a algo cercano a la normalidad. Él me ve y sonríe. Tomo una respiración profunda. Una vez más, su sonrisa apretada es historia. Su sonrisa es completamente auténtica y sorprendente. Al parecer, las cosas van a ser diferentes entre nosotros. Me debato ante la idea de sentarme en una mesa al otro lado de la habitación. Si hago eso, le estoy mostrando a Lucas que yo no quiero que seamos amigos o cualquier otra cosa. Después de la forma en que perdí el control ayer, sé que eso sería lo más inteligente a hacer si quiero mantener un estricto control sobre mis emociones. Pero yo no me atrevo a hacerlo realmente. Respondo a la sonrisa de Lucas con una propia mientras me siento a su lado.

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—Buenos días —dice, volviendo la parte superior de su cuerpo completamente hacia mí. —Buenos días. —Me agacho para sacar mi libro de texto y el cuaderno de mi mochila. Dormí bien anoche, y tuve una charla conmigo misma esta mañana. Voy a mantener el control actualmente. Ni siquiera la atención de Lucas Diesel, el objeto de desmayo en la fantástica vida de una chica de secundaria, me va a romper. Yo puedo ser amiga suya sin que afecte al Zen hoy. Eso espero. —Hola chicos —dice Tucker mientras se sienta en la mesa detrás de mí. —Hola —le respondo sin entusiasmo. Lucas no responde en absoluto. Mueve su cuerpo de nuevo hacia delante. —¿Vas a Atlas este fin de semana? —Pregunta Tucker. Como sé que él me habla, me doy la vuelta. —Es la segunda vez que oigo hablar de eso. ¿Qué es Atlas? Sus cejas se disparan de forma espectacular. —¿Qué es el Atlas? —¿Hay un eco aquí? —Pregunto secamente. Tucker se ríe. —Atlas es el único club para todas las edades por aquí. La banda de Chad Bleeker toca allí el segundo sábado de cada mes. Sabes quién es Chad, ¿verdad? Niego con la cabeza. —Es esta increíble banda llamada Isolation. Tenían una canción en la radio durante el verano. Era sólo una estación local, pero aun así. De todos modos, todo el mundo va cuando actúan. —Suena interesante. —Me vuelvo de nuevo y veo a Lucas mirándome. Está a punto de decir algo cuando la chica con el corte pixie2 que por lo general se sienta junto a él, aparece entre nosotros. —Lucas, —se queja ella—. No me guardaste un asiento. 2

Un corte pixie es un peinado, usado por las mujeres, por lo general, corto en la parte posterior y los lados de la cabeza y un poco más largo en la parte superior. El corte pixie se popularizó por primera vez en la década de 1950, cuando Audrey Hepburn lució el estilo en su película debut Vacaciones en Roma.

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Un músculo en sus mejillas se mueve. —Nunca te he guardado un asiento. El profesor llega, y la chica resopla su molestia antes de dirigirse al asiento vacío de la fila en la parte posterior. Una vez que comienza la clase, acabar la hora con él tan cerca se siente como una prueba de resistencia. Pero pongo atención y tomo notas continuamente, mientras soy dolorosamente consciente de Lucas a mi lado. Me resisto a la tentación de correr fuera de la clase cuando suena el timbre. Sólo porque estoy locamente atraída hacia él como cualquier otra chica con pulso, no debo tomar mi frustración conmigo misma sobre él. Si él puede ser agradable, yo también puedo. Me tomo mi tiempo para recoger mis cosas en caso de que planee esperar por mí, pero la chica pixie tiene un plan propio. Ella aparece en frente de él y espera hasta que él se da cuenta para preguntarle. —¿Tienes entrenamiento después de la escuela hoy? Porque estaba pensando que podrías llevarme a casa después de mi reunión del anuario. —Si puedes estar abajo en el campo a las cinco, te llevo. —Responde. —Genial. Gracias. Ella le sonríe ampliamente. Puesto que sería incómodo permanecer de pie por más tiempo, cojo mi mochila y voy hacia la puerta. —¿Vais a llegar a los playoffs estatales este año? —Oigo preguntarle a mi espalda. —Lo dudo. Nos vemos más tarde. Siento a Lucas junto a mí cuando entro en el pasillo ocupado. Cuando se mueve más cerca, me pregunta: —¿Crees que irás este fin de semana, al Atlas? —Um —no me atrevo. En realidad no estaba pensando en ello. Me pregunto si él está a punto de pedirme que fuera con él. Las mariposas toman vuelo en el estómago cuando me pongo a sopesar los pros y los contras de esa posibilidad—.

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Te invitamos a venir con nosotros. Podrías pedirle a Gwen que venga también si eso te hace sentir más cómoda. Para mi sorpresa, no me río a carcajadas de mí misma y mis pensamientos ridículos. Él, obviamente, no me invita a salir. —¿Quién es "nosotros"? —Pregunto. —¿No ha hablado Myles contigo? —Él parece dispuesto a molestarse si contesto que no. —Creo que él empezó a hablarme de ello, pero nunca terminamos la conversación—. Principalmente, porque April le estaba estrangulando con la gratitud por su regalo de cumpleaños. —Llevaré a Myles, April, y Jake —me explica— Os puedo llevar a ti y a Gwen, también. Miro hacia él. La razón me dice que debemos evitar las multitudes hasta que esté segura de que tengo mi instinto de curación bajo control. Pero la parte de mí que le gusta la idea de salir de noche, cómo a cualquier adolescente normal, quiere aceptar el paseo. Los ojos de Lucas se entrenan en línea recta a medida que maniobramos a través del pasillo lleno de gente. —Gracias. Pensaré en ello. —Le respondo vagamente, aún no está decidido. Se detiene de repente. Los estudiantes que caminan detrás de nosotros maldicen cuando casi se tropiezan con él. Me vuelvo para mirarlo allí de pie con las manos en las caderas, la irritación destella en sus ojos. —¿Pensarás en ello? Parpadeo con curiosidad, sin entender su reacción. —Sí. ¿Hay algo de malo? —Le pregunto. Él esboza una sonrisa tensa. —No. Todo es simplemente perfecto —dice, su voz plana indica que se trata de todo lo contrario. Luego continúa hacia la clase. Después de eso, se sienta a mi lado otra vez, pero deja que Kellie lo monopolice. Camina conmigo a nuestra próxima clase, pero él no mantiene ninguna conversación y no me molesta tampoco. De alguna manera hemos caído en el silencio tenso. Me pregunto si es porque no salté con la oportunidad de ir con él y

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sus amigos para Atlas. Tal vez debería haberme alegrado cuando se dignó a llevarme. Me doy una sacudida mental y decido que estoy muy por encima – de pensar en esto. Hago una línea recta hacia mi taquilla cuando suena el timbre. Yo digo hola en general a la mesa del almuerzo de Myles cuando camino junto a ella para sentarme con Gwen y sus amigos. Cuando llego, están examinando la carne de hamburguesa de sus bandejas de comida con mirada sospechosa. —Todo el mundo parece ir a Atlas este fin de semana. ¿Estáis interesados vosotros? —Pregunto cuando me siento, todavía molesta con Lucas, pero haciendo caso omiso descaradamente de mi buen juicio. Lisa frunce el ceño en respuesta, y Tyler niega con la cabeza. —Supongo que eso es un no de vosotros dos. —Me dirijo a Gwen. —¿Quieres ir? —Pregunta ella, poniendo una manzana a medio comer en su bandeja. Me encojo de hombros. —Lucas dijo que nos iba a llevar. Él ya ha quedado con Myles, April y Jake. No le digo que él tuvo un cambio de humor sin explicación después de que me preguntara. Así que la invitación puede ser revocada. —¿Iríamos con Lucas y sus amigos? —Pregunta ella con incredulidad, como si acabara de ganar la lotería. Sé que la idea de ir con Jake es sobre todo responsable de su reacción. Desde el otro lado de la mesa, veo Tyler rodar sus ojos. —Deberíais ir —dice Lisa. — Podemos hacer nuestra maratón de Dexter la noche del viernes en su lugar. Gwen se desploma en la silla. —¿En qué estoy pensando? Mis padres no me dejarán montar en un coche conducido por un chico que no conocen. —¿En serio? —Pregunto. Su cabeza se inclina miserablemente.

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—Son un poco severamente estrictos con esas cosas. ¿Tu hermano te dejará ir? Me encojo de hombros. —Nunca se me ocurrió preguntarle. —¿Qué tal si yo conduzco y los encontramos allí? —Sugiere, mirando un poco más animada. —Um, claro —Le respondo, sintiéndome aliviada y decepcionada por este nuevo desarrollo—. Así podemos irnos cuando queramos

—agrego, al darme

cuenta que tener el coche de Gwen allí podría ser útil en caso de que me pierda de nuevo. Gwen tamborilea con los dedos sobre la mesa. —Esto va a ser genial. ¿Has escuchado a Chad Bleeker ya? Niego con la cabeza. —No. Pero he oído hablar de él. —No es de extrañar que no lo conozcas. No es exactamente alguien de nuestras clases de AP, si sabes lo que quiero decir. Pero si lo vieras, te acordarías. Su cabeza está completamente afeitada y casi todo lo que hay en él está perforado, al menos todo lo que puedes ver. —Ella eleva sus cejas arriba y abajo para subrayar su punto—. Y él tiene esos tatuajes que son increíblemente intrincados. Debe haberse sentado durante semanas para hacérselos. —Esa es una descripción bastante detallada. —Comento. —No te puedes perder a ese tipo cuando está cerca. —Dice Tyler. —¿Así que quedamos el sábado? —Me pregunta Gwen. Asiento con la cabeza, sintiendo un ligero temblor de emoción. —Quedamos.

Después de la escuela, Gwen se ofrece a llevarme a la heladería. Ella ya ha empezado a preocuparse por lo que va a llevar en la noche del sábado. —¿Qué hay de ir de negro? —Sugiero.

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—Muy graciosa. Miro hacia el paisaje que pasa y veo como Gwen juega con la radio. —¿Qué pasa con esa camisa amarilla de ayer? —Pregunto—. Realmente me gustó. Parecías agradable y algo optimista. Me sorprendió. Se detiene en una canción familiar de Disturbed, "Stupify", subiéndola tanto que la conversación es imposible. Me acerco y me giro hacia abajo. —¿No me lo quieres decir? Me mira. —Fue sólo una camisa amarilla. No significa nada. —Está bien —digo, con un tono que le deja saber que no me lo creo en absoluto. Ella se mordisquea el labio mientras conduce. —Me pongo lo que se adecua a mi estado de ánimo —admite a regañadientes—. En los últimos tiempos, ha sido un montón de negro. Ayer, no sentía cómo todo negro. Eso es todo. Sonrío hacia ella. —Eso es algo que me imaginaba. Sólo quería oírte decirlo. —Siento que no estás yendo con Lucas por mi culpa —dice después de un momento—. Yo estaba pensando que podía decirles a mis padres que me iba a tu casa. De esa manera podríamos ir con todos los demás y ellos no tendrían que saberlo. —No. No les mientas a tus padres por mí. Si lo haces porque quieres ir con Jake, sin embargo, esa es otra historia. —Con Jake no va a pasar nada. —Afirma. —Tampoco con Lucas. —Pero Lucas se ofreció a llevarte. Él no haría eso si no le gustaras. — Argumenta. —Está llevando a un montón de gente, no sólo a mí. Ella suspira profundamente.

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—A él le gustas. Deja de discutir conmigo, ¿de acuerdo? Te estaba mirando durante todo el almuerzo. Niego con la cabeza al mirar por la ventana. —Eso no quiere decir nada. Lo sorprendo mirándome demasiado a veces, pero luego simplemente actúa con un humor cambiante conmigo. —Tal vez si le dieras un poco de aliento, él no actuaría de esa manera. —Yo no quiero animarlo. Además, yo estaba siendo perfectamente amable con él hoy. Fue muy amable esta mañana y todo estaba bien antes que hiciera una vuelta de ciento ochenta grados hasta ser un cretino otra vez. —Ahí está —dijo Gwen, señalando un pequeño local en la primera esquina del centro de la pequeña ciudad. El lugar se llama Scoops3 y tiene un toldo a rayas rojo y blanco. —¿Es una buena idea abrir una heladería durante la época más fría del año? ¿La gente quiere un helado durante el invierno? Gwen aparca su coche delante de la tienda. —El helado no es una cosa estacional. La Dairy Queen en Ridgeton está llena todo el año. Mira, hay una señal de búsqueda de camareros en la ventana. Gwen espera en el coche, mientras yo voy dentro. Es una heladería típica con algunas mesas de café redondas y un gran mostrador que recubre todo el lado derecho de la tienda. Debajo de una tapa de cristal hay bañeras de metal llenas de coloridos sabores de helados. Junto a él está un resumen de los diferentes toppings. La chica detrás del mostrador me da un formulario para rellenar. Cuando se lo entrego de nuevo, me dice que se lo dará al propietario. Su completo desinterés no me da mucho ánimo. —Ella no está aquí para ser nuestro servicio de guardería gratuito, Chloe – dice Kyle. —Ya lo sé. Pero podemos tenerla. Ella podría ayudar un poco. Un servicio de canguro para que podamos salir a dar un respiro no es pedir demasiado de ella.

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Scoops significa cucharas.

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Estoy flotando en el rellano que conduce al sótano. Obviamente ellos no saben que estoy aquí. Estaba de camino cuando los escuché, y su tono me hizo pensar. —Por lo menos pregúntale. —Suplica Chloe. —No voy a preguntarle. Ella va a sentirse obligada a decir que sí. No quiero ponerla en esa posición. —Estás haciendo el ridículo, la forma en que andas de puntillas a su alrededor. Penélope pasa alrededor de la esquina y me ve. —Vamos a tener pizza para cenar, Raielle. ¿Te gusta la pizza? Con eso, tanto Kyle como Chloe me ven parada allí. Kyle se frota una mano por la cara, mientras que Chloe se mueve rápidamente y comienza a poner la mesa de la cocina. Cuando nos sentamos a la mesa, todo el mundo está en silencio. Después de unos momentos, hablo. —No me importaría hacer de canguro. Kyle suspira. Chloe continúa cortando trozos de pizza a Penélope en pequeños bocados. —Gracias, Raielle. —Dice. —¿Qué tal éste sábado por la noche? —Pregunta Chloe. Mi pizza hace una pausa en el camino hacia mi boca. —De hecho, tengo planes este sábado. Pero podría hacerlo en cualquier otro momento. —¿Cuáles son tus planes? —Pregunta Kyle con curiosidad. Echo un vistazo a Chloe para calibrar su reacción, pero su atención está de vuelta en Penélope. —Mi amiga Gwen y yo vamos a un lugar llamado Atlas. Myles y sus amigos van, también. —Agrego. —¿Quién es Gwen? —Pregunta. —Una chica de la escuela. Se mudó aquí el año pasado.

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—Atlas es un club para todas las edades con música en vivo —le dice Chloe a Kyle—. Mi amiga Maya solía trabajar allí. —¿Conduce ésta Gwen? —Me pregunta. Asiento con la cabeza, preguntándome dónde va todo esto. Kyle se aclara la garganta. —Me alegro de que estés haciendo amigos, Raielle. Sólo asegúrate de estar en casa antes de la medianoche. Creo que eso es un toque de queda razonable. Estoy a punto de sonreír a lo incómodo que parece al darme un toque de queda. Por alguna razón, su incomodidad hace que el toque me parezca bien.

El resto de la semana pasa rápidamente. Lucas no es grosero nunca más, pero no es exactamente cálido y difuso tampoco. Él dice hola y, a veces caminamos entre las clases juntos, pero nuestra conversación se limita a los deberes, como "¿Terminaste los ejercicios de Inglés?". Es incómodo, pero no sé cómo solucionarlo, y creo que él tampoco. Por lo que sé, él no quiere hacerlo. Evito la escalera principal al final de cada día, saliendo por la escalera de atrás. No sé quién me rozó por la tarde, pero no quiero que vuelva a suceder. Hay una buena noticia esta semana. —¿Tus amigos tienen helado gratis? —Pregunta Gwen en el almuerzo el viernes. Recibí la llamada anoche. La tarde anterior, tuve una entrevista por teléfono con Stacy, el propietario, y al día siguiente me contrataron para trabajar tres tardes a la semana, incluidos los sábados. Yo quería más horas, pero eso es todo lo que tienen en estos momentos. Tomo un bocado de mi sándwich de pavo. —Déjame trabajar allí por un tiempo antes que comience a subsidiar tu hábito de helado. —¿Cuándo empiezas? —Pregunta ella. —La semana que viene. Trabajo los martes y jueves de tres a siete y los sábados de una a cinco. —No se lo he dicho a Kyle y Chloe todavía. Sé que Kyle no

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estará feliz, pero tengo la sensación de que a Chloe no le importará que esté fuera de casa un poco más. —¿Cómo vas a ir y venir? —Pregunta— ¿Es que tu hermano te permite coger prestado el coche? Niego con la cabeza. —Voy a caminar. Pone los ojos como platos. —¿Por la noche? ¿Tú sola? Me río ante su reacción. —Son sólo un par de kilómetros y las siete no es tan tarde. Volvía a casa en el centro de San Diego mucho más tarde que eso. —¿Qué pasa si llueve? Me encojo de hombros, indiferente. —Yo te recojo. —Dice. —¿Qué? —Dejo la patata que estaba a punto de morder—. No me vas a recoger. Gracias, pero no. —No puedo creer que no permita que cojas prestado el coche. —Dice ella, sin dejar que esto acabe por algún motivo. Suspiro. —Mira, yo no les he preguntado. No tengo carnet de todos modos. Así que no importa. Parpadea hacia mí cómo si lo que dije no tuviera sentido. —¿No tienes carnet? —Pregunta con incredulidad. —¿Quién no tiene carnet? —Pregunta Myles detrás de mí. —Raielle —dice Gwen, volviéndose a mirarlo. —¿No tienes carnet? —Repite Myles con incredulidad. Pongo los ojos en blanco hacia ellos y empiezo a empujar los restos de mi almuerzo a mi mochila.

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—Nunca lo necesité. Así pues, nunca aprendí a conducir. No es una gran cosa. —Me pongo de pie tratando de indicar que la conversación ha terminado. Él y Gwen me siguen hacia el vestíbulo. —Raielle nunca aprendió a conducir. Ella no tiene un carnet. —Reflexiona Myles. Me doy la vuelta para ver con quién está hablando. Giro a la derecha cuando veo que es Lucas. —Es un rito de paso. Es un hito importante en la vida de un adolescente — continúa Myles a medida que camina detrás de mí. —Debes apuntarte a clases de conducir —sugiere Gwen—. Creo que son después de la escuela. Vas a tener que tomar la clase con todos los estudiantes de segundo año, sin embargo. —Se ríe. —No voy a tomar clases de conducir. No tengo tiempo. —Estamos de pie en las puertas que nos llevarán a todos en diferentes direcciones. Estoy a punto de abrirme camino a través de ellos para escapar. —No tienes que tomar una clase. Te puedo enseñar. —Dice Lucas. Me doy la vuelta prácticamente boquiabierta con la mirada. —Esa es una gran idea. —Dice Gwen con alegría apenas contenida. Myles coloca una mano sobre mi hombro. —Debes conseguir tu carnet, Raielle. No puedes tener un coche, pero querrás ser capaz de conducir algún día. Echo un vistazo a ellos. Gwen y Myles sonríen solidariamente, pero Lucas estrecha sus ojos en mí, cómo si me retara a aceptar su oferta. —Bien —le respondo, con mis ojos en los suyos, frente al reto que veo en ellos. No voy a admitir que siempre he querido tener permiso de conducir. Si se tratara de Gwen ofreciéndose en lugar de Lucas, estaría saltando arriba y abajo en estos momentos. —Gracias —le digo, aunque no estoy segura de por qué hizo la oferta. Ya estoy lamentando aceptarla a pesar de las partes traidoras de mí que están en júbilo ante la idea de pasar más tiempo con él.

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Myles aprieta mi hombro antes de soltarlo. —¿Nos veremos mañana por la noche? —Pregunta. —Nos vemos allí. —Responde Gwen. Nunca llegué a decirle a Lucas que no necesitaba que me llevara él. Me pregunto si él está molesto al respecto cuando extiende la mano y toca mi brazo a la ligera. —Vamos a hacer los arreglos más tarde. —Dice. Entonces él y Myles desaparecen por las puertas. Cómo era de esperar, Gwen rebota en sus pies con una enorme sonrisa de complicidad. —Podrías haberte ofrecido a darme clases de conducir. —Le acuso. —De ninguna manera. No está en mi seguro. Mis padres me tirarían hacia fuera si te dejo conducir mi coche. Además de que tienes una mejor oferta. —Esa es una opinión subjetiva. —Murmuro, esperando que no se convierta en un desastre total.

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8 Traducido por Júls y MoN_Sookie Corregido por Sthefynice Decido usar leggins negros de pana, botas hasta la rodilla de color negro con tacones moderadamente altos y un jersey azul de manga larga. Me siento tranquila y controlada, pero estoy exponiendo la mínima piel posible para reducir la probabilidad que cualquier persona me roce. —Te ves bien. —Dice Chloe mientras sus ojos viajan por encima de mí. —¿Volverás a medianoche, verdad? —Me recuerda Kyle. Asiento con la cabeza. —¿Tienes tu móvil? —Pregunta. Vuelvo a asentir. Sus ojos me escanean—. ¿Dónde? —Justo aquí. —Mis manos están vacías, pero mis leggins tienen algunos bolsillos de cremallera traseros y laterales. Los toco para Kyle. Antes, tuve que pedirle que me prestara diez dólares para llevar algo. Me los entregó con bastante facilidad. Pero ahora que tengo un trabajo, me siento mejor sabiendo que lo puedo pagar, o al menos no tengo que preguntar. Una bocina suena en el exterior—. Nos vemos más tarde. —Grito mientras salgo por la puerta. Gwen baja la ventana y me grita—. ¡Chiiiiiica seeeeeexy! —Estoy agradecida que escuche la camioneta de Lucas irse antes. Solo puedo esperar que Kyle y Chloe no escucharan eso. —Grita un poco más fuerte. Creo que no te escucharon en Albany. —Le digo a Gwen mientras subo al coche y trato de ver en la oscuridad—. ¿Qué llevas puesto? —Negro. —Ella juega con la radio mientras se aleja de la casa. Tiene su iPod conectado al tablero. Una vez más, suena una pieza de Disturbed y me pregunto si

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escucha algo más. Es “Recuerda”. Me trago el nudo de la garganta cuando empieza el estribillo. Mi madre solía escuchar esto cuando estaba teniendo un mal momento. Casi no había pensado en ella en todo el día y el darme cuenta de eso me llena de remordimiento. —¿Tienes algún tipo de identificación? —Pregunta Gwen—. A pesar de que es para todas las edades, creo que es diferente cuando Isolation toca. Ellos dicen mucho “follar” y creo que Chad se bajó los pantalones una vez. Mi boca cuelga abierta—. ¿Hablas en serio? ¿No es eso exhibicionismo? Se encoge de hombros. Muevo la cabeza y le digo que sí tengo identificación. No le digo, sin embargo, que la única ID que tengo es falsa. Apollo me lo hizo para que pudiera entrar en los clubs para ver a las bandas en las que él tocaba. La banda era realmente buena. Solo espero que los gorilas de aquí no reconocieran mi falsa ID de California. Atlas está lleno de gente. Coches aparcando en línea en la calle mientras nos acercamos. Un letrero azul neón y rojo parpadea con el nombre del club sobre la puerta chillona con la masa de gente esperando para entrar—. Oh, dios mío. — Murmuro, mirando la línea. —He oído que viene gente de todas partes. Isolation tiene muchos seguidores por aquí. ¿Dónde diablos vamos a aparcar? ¡Ahí! —Grita, viendo como un coche se marcha. Una vez estamos en la acera, me doy cuenta de lo apretado que es el vestido negro de Gwen. A pesar que cubre desde el cuello hasta la rodilla, deja poco a la imaginación. Lo ha emparejado con botas de combate negras, lejos de su estilo habitual. En mis tacones, soy más alta que ella mientras nos unimos a las masas de la puerta. La noche esta extrañamente cálida. Nubes lluviosas se extienden en el cielo, espesando el aire con humedad—. Hey, ahí está Myles. —Dice Gwen—. Nos está saludando. Vamos. —Agarra mi mano y me lleva hacia delante. La gente nos dispara miradas sucias cuando pasamos. —Lo conseguiste. —Myles sonríe. April tiene sus manos rodeando su cintura—. Lucas y Jake ya están dentro. April quería esperar a Sophie y Kellie, pero llegan tarde con estilo. Por lo tanto, vamos a entrar.

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El gorila es un hombre alto serio con una parte delantera plana que sobresale. Mira todas las ID y deja pasar. Pero mantiene su mano para mi ID. La toma en su mano y la examina. Me quedo mirándolo con calma. Finalmente, me la devuelve, abrocha una pulsera verde en mi muñeca y me deja pasar. Una vez dentro, tengo que pagar la entrada y localizar a todos esperando por mí en otra puerta interior. Los ojos de Myles van directamente a mi muñeca—. Tienes una pulsera de veintiún años hacia arriba. Puedes conseguirnos bebidas. —No le conseguiré a nadie bebidas. —Trato de quitarme la pulsera, pero no lo consigo. Gwen me llama y me hace cruzar la otra puerta. En el momento en que se abre, un ritmo fuerte me asalta, sacudiendo nuestro alrededor. El club está iluminando con una luz tenue, y las personas en el interior se ven como sombras en movimiento al ritmo de la música. —Ésta debe ser la apertura. —Grita Gwen junto a mi oreja. Nos hacemos camino entre la multitud para poder ver mejor el escenario. Una vez que conseguimos la vista, veo a un chico con sobrepeso vestido de cuero gritando en el micrófono. En realidad, parece un poco doloroso para él. Gwen se vuelve hacia mí y pretende poner su dedo en su garganta—. Vamos a conseguir algo de beber. —Sugiere. Cuando llegamos al bar, Gwen me empuja delante de ella. —Deja de maltratarme. —Grito, tratando de hacerme oír por encima del estruendo—. De cualquier forma, no tengo dinero para bebidas. —Yo me encargo. Consíguenos un par de refrescos. —Pone algunos billetes en mis manos. Ruedo los ojos y espero a que me noten. No necesito mucho tiempo—. ¿Qué puedo hacer por ti? —Me pregunta un camarero con una camiseta negra de Atlas. Las chicas a mí alrededor, que llevaban más tiempo, me miran frunciendo el ceño. —Una Coca-Cola Light. —Respondo. Levanta las cejas con sorpresa, pero rápidamente prepara la bebida y me la da. Se la entregó a Gwen y le doy el cambio. —¿Dónde está el tuyo? —Pregunta, tomando el vaso frio. —No quiero.

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Ella entrecierra los ojos—. ¿Qué tal si luego conseguimos unas bebidas reales? —Pregunta—. ¿Te gustaría eso? Niego con la cabeza y ella frunce los labios con una leve irritación. —Eres muy útil en una multitud, californiana. —Dice Myles junto a mí, mostrando sus hoyuelos—. Te elevas por encima de todo el club. Detrás de Myles veo a Jake, quién tiene a Kellie pegada a su lado, y Lucas quién en realidad sobrepasa mis tacones. Él está increíblemente guapo ésta noche con una camiseta ajustada de manga larga negra que le queda cómo un guante exhibiendo su cuerpo musculoso. Su pelo oscuro a un lado de su rostro revela su dura frente y sus mejillas. Cuando mis ojos encuentran los suyos, siento un escalofrío caliente. Él es como un láser fijo en mí, y todo mi cuerpo empieza a calentarse. Desvío la mirada y dejo escapar un suspiro que no me había dado cuenta que contenía. No puedo hacer contacto visual con él cuando me mira de ésta manera, con un hambre que sé que debo estar malinterpretando. Por lo que sé, vuelve a estar enojado conmigo sin razón. Es entonces cuando me doy cuenta de Sophie enganchada a su lado. —Oh, dios mío. —Chilla Kellie señalando mi muñeca—. Tienes una pulsera. Puedes conseguirnos algunos tragos de limón. Están deliciosos. ¿Verdad, Soph? Sophie me frunce el ceño—. Sí. —Responde. Obviamente, quiere un trago. Lo único que lamenta es necesitarme para conseguirlo. Niego con la cabeza—. No voy a conseguirle a nadie bebidas. La boca de Kellie se abre—. ¿Por qué no? —Por qué no quiero. —Realmente, estoy empezando a lamentar haber usado aquí mi ID falsa, pero es la única que tengo. No estoy totalmente en contra de la bebida. He tenido una o dos copas en alguna fiesta. Pero las experiencias con mamá han influido en mí. Nunca compré alcohol para ella cuando me lo pidió, y no se lo compraré a nadie más. —¿Cómo has conseguido una pulsera, de todos modos? —Se burla Kellie empezando a alcanzarla. Antes de que pueda tocarme, una mano grande se envuelve en su brazo y la detiene—. Déjala en paz. —Dice Lucas.

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Kellie da un tirón para deshacerse de él, y deja que su mirada viaje entre nosotros. Entonces ella murmura un “maldito desperdicio” y da un paso atrás, despidiéndonos. Lucas se deshace del agarre de Sophie y toma mi muñeca en sus dos manos. Suavemente, él desliza los dedos por debajo la pulsera y empieza a tirarla hacia abajo. Mis ojos suben ligeramente y me encuentro con los suyos—. Junta los dedos. —Dice. Su rostro está a solo centímetros del mío. Aprieto los dedos juntos y Lucas logra deslizar fuera la pulsera. La mete en su bolsillo y frota mi muñeca. Me aclaro la garganta y trato de encontrar mi voz—. Sigues salvándome de las rubias rabiosas. —Le digo. —Y tú sigues cabreándolas. —Responde. —Bueno, gracias… de nuevo. —¿Por qué lo cogiste sino lo quieres? —Arquea una ceja curioso. Estamos casi mirándonos el uno al otro a la altura de los ojos. Él todavía es unos centímetros más alto que yo, pero se inclina hacia abajo, creando una intimidad entre nosotros en el club lleno de gente. —Mi única identificación es falsa. ¿No has oído, Lucas? Tengo un pasado con altibajos. Inclina la cabeza hacia mí. —Sí, lo he oído. Pero creo que eres chica con buen corazón. Puedo sentir su cálido aliento en mi cara. Él me mira cómo si me conociera, y yo sonrío para cubrir los nervios que me están haciendo temblar. —No se lo digas a nadie. Vas a arruinar mi reputación. —Contesto. Sus ojos, tan oscuros en el club con poca luz, se mueven a mis labios. Mi respiración se congela dentro de mis pulmones. Cuando su mirada se mueve hacia arriba de nuevo, lo que ve en mis ojos hace que sus fosas nasales se dilaten. Me pregunto si la atracción que siento está escrita por toda mi cara. De repente, aprieta mi mano y se libera, inclinándose lejos de mí.

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—Vamos chicos —dice Myles, sacudiéndome de vuelta a la tierra donde me doy cuenta que nuestros amigos están allí de pie mirándonos—. Isolation está de vuelta. Me permito ser arrastrada hacia el escenario otra vez. Pero mi corazón acelerado no olvidará rápidamente lo que es tener a Lucas tan cerca, mirándome como si la conexión que siento con él fuera real, y él también la sintiera. Gwen está a mi lado ahora, y pronto pierdo su rastro. El lugar está demasiado lleno para llegar cerca del escenario, pero nos plantamos en un punto en medio de la multitud y vemos como la banda deambula por el escenario. Estalla una aclamación atronadora, y sonrío con la energía de los cohetes en las habitaciones. Descubro quién es Chad de inmediato. Se pavonea hasta el micrófono, haciendo pivotar la guitarra por debajo de sus caderas. Su camisa de tanque muestra los tatuajes en los brazos de los que he oído hablar, y su cabeza calva refleja las luces del escenario. Él grita una cuenta atrás en el micrófono y en el cuatro, la música comienza a latir con fuerza. Chad toma su lugar en el centro. Cuando abre la boca, me sorprendo de su voz. Todo el mundo estaba en lo cierto. La banda es muy buena. La multitud comienza a moverse, y los puños empiezan a golpear el aire. Gwen se vuelve hacia mí, expectante. Sonrío y asiento con la cabeza hacia ella. Mi mirada pasa de Chad al resto de los chicos en el escenario. Está flanqueado por otros dos guitarristas. Cuando mis ojos se posan en el bajista, se ensanchan. Lo reconozco. Su pelo largo y fibroso está recogido en una cola de caballo. Sólo puedo ver su perfil, pero sé que lo he visto antes. Sigo en movimiento con la música, y mis ojos se quedan en el bajista hasta que finalmente se gira en mi dirección. Jadeo y doy un paso atrás, chocando con la persona que hay detrás de mí que me da un pequeño empujón hacia atrás. Yo sé dónde lo he visto. Pero ¿cómo puede ser él? Me quedo congelada en el lugar sin estar segura de qué pensar. —¿Estás bien? —Me grita Gwen. No respondo. Me quedo mirando al hombre que vi hablando con Apolo en frente de nuestro edificio en San Diego. Pero tengo que estar más cerca. Tengo que estar segura. Groseramente empujando a través de la gente, avanzo centímetros siguiendo mi camino. Vagamente escucho que Gwen me llama, pero me mantengo en movimiento, haciendo caso omiso de las miradas sucias y los empujones

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agresivos. Estoy a tan sólo unos metros de la meta cuando siento unas manos en mis brazos insistiéndome de nuevo. —¿Qué estás haciendo? —Grita Gwen en mi oído. La multitud es más áspera aquí. Están formando un pozo, y se cierra de golpe entre Gwen y yo casi derribándome. —Vamos a pasar de nuevo. —Me suplica, tirando de mi brazo. —¿Conoces a los otros chicos de la banda? —Le pregunto—. ¿Van a la escuela? Ella niega con la cabeza. —Creo que son mayores. Cuando me estrello una vez más, decido que no hay necesidad de quedarse aquí. Puedo esperar hasta que haya terminado y luego tratar de hablar con él. A medida que nos movemos hacia atrás, empiezo a distinguir las caras conocidas de la escuela. Hailey y Tucker están aquí con los amigos de Tucker de la historia que me contó el primer día. Frente a ellos está Lucas. Él no está mirando a Isolation sin embargo. Sus ojos están explorando la multitud. A su lado está Sophie, apoyada en él. Aparto mi mirada de ella e ignoro la punzada que siento. Junto a ellos están Jake y Kellie. Kellie está sentada a cuestas en Jake, con la barbilla apoyada en la parte superior de su cabeza. Echo un vistazo a Gwen, y sus hombros caídos me dicen que ella los ve, también. Parece que las dos nos hemos fijado en chicos que están tomados. Pero mientras que Jake parece perfectamente contento con Kellie aferrándose a él, Lucas no está prestando ninguna atención a Sophie. Tomo la mano de Gwen y la conduzco hacia el borde de la multitud. Quiero estar cerca de la puerta cuando la banda salga del escenario. Estamos escuchando la música durante casi una hora. La habitación está considerablemente más caliente ahora. La condensación marca líneas en las paredes, y mi espalda está húmeda de sudor. Finalmente, después de un final que suena muy duro, todo el club aplaude, y Chad grita un "gracias" a la multitud que lo vitorea y se dirige al lado del escenario. En el repentino silencio, mis oídos comienzan a sonar. Me aprieto contra la pared para llegar a la puerta antes de que la banda desaparezca a través de ella. El bajista es el último que baja. Cuando pasa, alargo mi mano y le agarro del brazo. Está bañado en sudor, y mis dedos se deslizan sobre su piel. Al final, se vuelve. Él

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mira la mano en su brazo y luego a mí. Deja de moverse, y sus ojos se agrandan. Puedo verlo en su cara. Él me reconoce, también. Antes de que pueda decir nada, un grueso brazo se envuelve alrededor de mi cintura y me echa hacia atrás. El bajista parece recuperar sus sentidos, y desaparece rápidamente a través de la puerta abierta. Me esfuerzo para empujar el brazo hacia abajo y fuera de mí. —¡Déjame ir! —Grito con frustración. Me lleva de nuevo a la zona del bar y sin contemplaciones me tira en un taburete. —No toquéis a la banda —Dice el gorila, señalándome la cara con un dedo—. A no ser que ellos te lo pidan. —Entonces hace un guiño y se aparta. Me paro inmediatamente. —¿Qué demonios fue eso, Raielle? —Exige Gwen. Detrás de ella, veo al resto del grupo que se mueve hacia mí. La mayoría de la gente está cambiando hacia otro lado, en la dirección de la salida ya que el espectáculo ha terminado. —Si yo fuera a arrojarme a uno de ellos, no sería la prostituta del guitarrista. —Dice Kellie con muecas. Ignoro a todos ellos y empiezo a dirigirme hacia la puerta del escenario otra vez. Esta vez, es la mano de Lucas sobre mis hombros la que me detiene. —¿Qué estás haciendo? —Me pregunta. —Tengo que hablar con el bajista. —Trato de moverme a su alrededor, pero él se mueve conmigo. —¿Por qué? —Se inclina hacia abajo, colocando su rostro frente al mío. Ésta vez, evito el contacto visual con él. No sé qué decirle a Lucas. Simplemente decir que reconozco al bajista de San Diego no justificaría mi reacción. Pero él reaccionó de la misma manera que yo. Su razón para estar fuera de mi antiguo edificio de apartamentos tiene algo que ver conmigo. Puedo sentirlo. —Él no estaba interesado en ti. Exígete más —Me dice Sophie, tirando de la cintura de los pantalones vaqueros de Lucas en un intento de alejarlo. Lucas aprieta su mandíbula y aparta su mano.

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—No somos una pareja, Sophie. Por favor, deja de actuar como si lo fuéramos. Ella mira hacia él, y sus ojos se llenan de lágrimas. Lucas suspira profundamente. —Bien hecho —le echa en cara Kellie. Entonces ella pone su brazo alrededor de Sophie y la lleva lejos. —Voy a hacer el viaje de vuelta con ellas —anuncia Jake antes de ir detrás de las dos chicas. —Bueno, esto ha sido muy divertido. —Bromea Myles. Lucas se frota una mano por la cara. —¿Estás lista para irnos? – me pregunta Gwen. Mi mirada se desplaza de nuevo hacia la puerta del escenario. Entonces yo asiento. Tal vez sería mejor encontrar a Chad en la escuela y preguntarle quién es su compañero de banda. Es obvio que él sabe quién soy. Probablemente sería sabio si tratara de averiguar más en vez de asaltarlo ahí y hacer que me hable en estos momentos. A medida que nos dirigimos hacia la salida, a mi espalda escucho a Lucas preguntarle a Gwen: —¿Dónde has aparcado? —Después que ella se lo dice, él contesta—: Vamos a caminar. Una vez que damos un paso fuera, el aire sofocante de la noche se siente frío en mi piel húmeda. Mis botas hacen click sobre el pavimento. Gwen y yo lideramos el camino con ellos tres arrastrándose cerca. —¿Por qué tú y Sophie rompéis de todos modos? —Oigo que April pregunta. Trato de seguir el ritmo de Gwen, fingiendo que no estoy escuchando con atención la respuesta. Después de un largo silencio, creo que Lucas no va a responder. Pero entonces, habla. —Yo nunca iba a sentir lo que ella quería que sintiera. No era justo estar con ella así. —Guau, eso es una mierda para Sophie. —Dice April. Entonces ella se ríe.

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Echo un vistazo hacia ella preguntándome si de alguna manera consiguió tener un par de copas en sus manos. Cuando por fin llegamos al coche de Gwen, ella se vuelve y les da a todos un poco de onda. —Gracias por acompañarnos. Cuando me muevo hacia el lado del pasajero, Lucas se intensifica a mi lado. —¿Vas a decirme de qué se trataba? —Me pregunta en voz baja, por lo que sólo yo puedo oírle. —Kellie y Sophie fueron groseras conmigo, cómo siempre. —Le respondo con soltura. —Sabes que eso no es lo que quiero decir. Alcanzo la manija de la puerta deseando poder decírselo. Deseando tener a alguien en quién pudiera confiar. Sabiendo muy bien que no lo tengo. —Buenas noches, Lucas. Su rostro se tensa con fastidio. Una vez que estoy sentada, cierra la puerta del coche para mí. A través del espejo lateral, lo veo allí de pie, mirando cómo nos alejamos.

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9 Traducido por majuhenao, electra@ y Júls Corregido por Neptbell —¿Dónde encuentro a Chad Bleeker en la escuela hoy? —Myles solo me mira. —¿Qué? — pregunto. Él pasa una mano por su pelo—. ¿Por qué quieres saberlo? ¿Te estás volviendo otra fan loca de Isolation? Ya casi estamos en la casa de April. Quiero terminar esta conversación antes de que lleguemos—. Mira, solo necesito hablar con él. Nunca lo he visto en la escuela, y no tengo idea de cómo hallarlo. Te prometo que ser una fan es lo último en mi mente. —Bien, —dice negando con su cabeza como si fuera contra su mejor juicio. —Él está probablemente alimentando su hábito de nicotina bajo las gradas. —Gracias. Te veo más tarde. —Yo avanzo más rápido y saludo con la mano a April mientras troto por la calle. Una vez que la escuela está a la vista, en vez de ir a la entrada frontal, tomo un desvío hacia la parte de atrás. Seguro, en el campo trasero del edificio de la escuela, hay un grupo de fumadores congregados en el fondo de las gradas. Veo a Chad rodeado por tres chicos lucen similares a él, todos vistiendo algún tipo de estilo emo-punk con muchos tatuajes a la vista en sus muñecas y cuellos, y jeans negros apretados que desaparecen en botas de motociclistas. Todos paran de hablar para ver cómo me acerco. Con visión de túnel solo veo a Chad, quien me está mirando mientras el humo blanco sale de su nariz. Paro frente a él—. ¿Puedo hablar contigo? Alguien a mi lado silba—. Bleek tiene otra groupie. Ella es la más caliente hasta ahora. —Habla. —Ordena Chad, mirándome.

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—En privado, —agrego. Suenan más silbidos. Yo giro mis ojos hacia sus amigos y espero por su respuesta. Él tira su cigarrillo al suelo y empieza a caminar hacia el otro lado de las gradas. Yo le sigo detrás, asumiendo que él no está tratando de escaparse de mí. Una vez que estamos lejos de su círculo de fumadores, él se gira hacia mí abruptamente. —Si decido follarte, no quiero oír de ti después. ¿De acuerdo? Una vez y listo. Ese es el trato. Yo le miro sin creerlo y luego trato de no reírme. Tiene el aspecto decente de un carácter de chico malo, pero él es más que todo un cabrón con aliento a cenizas—. Esa es una oferta realmente interesante, —le digo calmadamente—. Pero yo solo quería hacerte una pregunta. Él inclina su cabeza hacia mí como si no estuviera seguro si me oyó correctamente. —Me estaba preguntando si tú me podrías contar sobre tu bajista, el chico con la larga cola. Ahora él me está entrecerrando los ojos—. ¿Quieres decir Rob? Yo asiento como si supiera quién es. —Sí, Rob… —Jarvis, —él termina por mí. —Correcto. Lo conozco de algún sitio, pero no puedo decirlo bien. —¿Te lo follaste? Mis hombros se tensan con los insultos que estoy reteniendo—. No — respondo con una expresión neutra difícil de mantener, que está de hecho haciendo doler mi cara—. ¿Es él de San Diego? Chad suelta una carcajada—. Infiernos no. —¿Ha viajado recientemente? —Estoy seguro que él nunca ha dejado el estado, —responde, volviéndose impaciente. —¿Estás seguro? Tal vez él estaba en California visitando a un amigo o algo. ¿Tal vez estaba viajando por trabajo?

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Él niega con la cabeza y se ríe de nuevo—. No creo que un trabajo de celador requiera de muchos viajes. —¿Él es celador? —pregunto sorprendida. Chad se encoje de hombros—. Ese es su trabajo de día hasta que tengamos un contrato discográfico. —¿Dónde trabaja como celador? —No recuerdo —responde Chad, y sus ojos se dirigen a mi pecho—. ¿Por qué estás tan interesada en él? Tal vez no debamos dejarlo solo en una vez mientras no seas muy pegajosa o esperes algo de mí. La indignante oferta de Chad apenas se registra en mi mente mientras empiezo a cuestionarme a mí misma. ¿Es posible que el bajista no sea la persona que yo vi hablando con Apollo?— Bueno, gracias, —respondo—. Lo pensaré. —Y con eso, camino rápidamente alejándome, preguntándome cuando va a ser mi próxima oportunidad de bañarme.

99 Cuando llego a historia, Lucas ya está ahí—. ¿Estas libre para ir a DVM después de la escuela? —él pregunta mientras me siento a su lado, con mi pensamiento todavía en la conversación con Chad. —¿Ir dónde? —pregunto, confundida. Él me mira—. El Departamento de Vehículos Motorizados, para tener lo que necesitas para tu permiso de aprendiz. —Claro, las clases de conducir. —Asiento—. ¿Que involucra tener un permiso de aprendiz? —Necesitas rellenar unos formularios, tener el libro de teoría, realizarte una revisión de vista, y pagar una cuota. —Él recita casualmente. —¿Cuánto es la cuota? —Más o menos ochenta dólares, creo. Empiezo a mordisquear mi lapicero—. No creo que eso vaya a funcionar. Veo como el entendimiento se posa en su cara—. Yo puedo pagar.


—De ninguna manera —le interrumpo—. Gracias, pero tú no vas a pagar la cuota por mí. Una vez que haya obtenido algunos pagos, yo voy y lo pago. ¿Está bien? —¿Tienes un trabajo? —pregunta. Asiento—. Empiezo mañana, en Scoops. La nueva heladería de la ciudad. El piensa un minuto—. Está bien. Entonces nos adelantaremos a la parte de conducir hoy después de la escuela. Estoy de acuerdo con eso, predeciblemente mis nervios mandan a mi corazón acelerarse con el pensamiento de estar a solas con él. Pero mi mente está todavía en otras cosas. Paso el resto de la mañana en un estado de distracción, todavía preguntándome sobre el chico que ahora sé que es Rob Jarvis, y como puedo averiguar más sobre él. Así esté equivocada o no, no puedo solo dejarlo hasta que esté segura. Por suerte, Kellie nos ignora tanto a Lucas como a mí en nuestra siguiente clase. Asumo que ella y Sophie todavía están enfadadas con él. Cuando es finalmente la hora del almuerzo, me sorprendo al encontrar a Chad Bleeker en mi taquilla. —Hola, —dice, apoyando su hombro casualmente sobre una taquilla a mi lado—. Me preguntaba si querías comer el almuerzo conmigo en una de las mesas de fuera. —¿Comer el almuerzo contigo? —repito, preguntándome si lo oí correctamente. —Hola, —dice Myles, apareciendo a mi otro lado. Sus ojos se agrandan cuando ve con quien estoy—. ¿Cómo va todo Chad? Chad difícilmente lo mira—. Va, Giles. —Myles, —le corrige con la voz apretada. —Correcto, —Chad dice, desinteresado—. ¿Qué dices? Um, lo siento, ¿Cuál es tu nombre? —me pregunta. —Raielle, — le respondo, tratando de no reírme de él pero fallando. Él lo malinterpreta y me sonríe—. Raielle, ¿quieres almorzar conmigo?

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Yo no quiero almorzar con él o hacer nada más con él—. Mi amiga ya está esperándome en la cafetería, —le explico. Me sorprendo cuando veo un atisbo de decepción en su cara—. Pero puedes venir, —añado rápidamente. Chad mira a Myles antes de responder—. Gracias pero yo realmente no voy a la cafetería. ¿Tal vez podríamos hacer algo en otro momento? Casi puedo escuchar la boca de Myles cayendo abierta a mi lado. —Claro, en otro momento, —le respondo incómodamente, no muy segura de lo que está pasando. Un momento él es un cabrón grosero y al siguiente está preguntando tímidamente para salir con él con grandes ojos de cachorrito. —Está bien. Nos vemos, —dice antes de girarse e irse por el pasillo. Cuando me giro, Myles está negando con su cabeza hacia mí. —¿Qué? —pregunto. —No pensé que él era tu tipo. —Por favor, él no lo es. Solo necesitaba preguntarle algo esta mañana. Creo que interpretó en eso más de lo que había. —Yo me encojo de hombros. Myles sigue negando mientras caminamos hacia la cafetería. —De acuerdo, para ya, —regañé— Te harás daño en el cuello. Él para frente a la entrada de la cafetería y me encara—. Mira Raielle. Sé que no eres inocente. No sé cuál es tu asunto con los chicos, pero por favor no hieras a Lucas. Es un buen amigo, y ha pasado por mucho. Si estás interesada en alguien más, no le des falsas esperanzas, ¿está bien? Por un momento, estoy muy sorprendida para responder—. No lo estoy haciendo, —digo finalmente—. Yo no haría eso. Además, Lucas no me ha invitado a salir juntos o actuado como si él lo quisiera. Myles respira profundamente. Parece decepcionado—. No te hagas la tonta, ¿de acuerdo? No es un look atractivo en ti. Luego él entra, dejándome parada ahí. Estoy taciturna y callada durante el almuerzo. Si Gwen y sus amigos lo notan, no dicen nada. Yo más que nada asiento mientras Gwen describe nuestra tarde en Atlas. Estoy pensando sobre la acusación de Myles, sintiéndome acusada erróneamente. Si Lucas le está diciendo a Myles que está interesado en mí, pero no

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me está diciendo nada a mí, no es mi culpa. Lucas es más que todo silencioso y críptico cuando está conmigo. El me lanza estas miradas calientes ocasionalmente, pero yo no soy una lectora de mentes. No he hecho nada malo. ¿O sí? Es verdad que he estado tratando de ignorar la atracción que siento por él, pero Lucas no sabe eso. ¿Verdad? Incluso si lo supiera, ¿qué espera que haga al respecto? No me voy a tirar sobre él. Si está interesado en mi él debería decir algo. De hecho no, el no debería porque no estoy lista para oírlo. Mis emociones se reflejarían por todas partes si me dejo estar involucrada con él. Solo estar cerca hace que mi pulso se acelere. No imagino lo que sería realmente besarle. Mis mejillas se ponen calientes y las palmas de mis manos empiezan a sudar solo de pensarlo. No hay duda, involucrarme con él no sería inteligente. ¿Qué diablos le dijo Lucas a Myles, de todas formas? ¿Qué quiso decir Myles cuando dijo que Lucas ha pasado por mucho? Pienso en el demasiado. Sin embargo, no sé nada sobre el chico. Estoy trabajando demasiado en esto. Necesito calmarme y limpiar mi mente para mantener mis emociones controladas. Me disculpo abruptamente y salgo rápidamente de la cafetería, sin mirar a propósito hacia la mesa donde usualmente se sientan Myles y Lucas. En clase de arte, nuestra tarea es usar pasteles en un papel para interpretar la forma en la que nos estamos sintiendo. A mi lado, Grady, un chico fornido que nunca ha hablado en clase, está dibujando dos figuras de palo que parecen estar teniendo sexo. Él tiene una pequeña sonrisa grimosa en su cara mientras ve su trabajo. La chica de mi lado está dibujando una playa. Yo saco un pastel negro y empiezo a cubrir toda mi hoja de negro. Termino en menos de cinco minutos, y paso el resto de la clase mirando el reloj. Cuando la profesora se acerca a recoger nuestros trabajos, ella está muy asombrada por el trabajo de Grady como para no notar el mío.

Me las arreglo para refrescarme a lo largo de la tarde. Pero un encuentro menor con Kellie amenaza con desbaratarme—. Entonces, es Chad ahora, —ella se burla mientras se cruza en el pasillo—. Estáis juntos. No te molestes en negarlo. — No dije nada y esperé que no fuera Myles quien está esparciendo ese rumor. Mientras estoy vaciando el contenido de mi taquilla en mi mochila al final del día, Lucas aparece a mi lado. No dice hola. Sólo se para ahí esperándome, su cara

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es una máscara de frialdad. Yo aprieto mi mandíbula y decido que Myles no tiene idea de lo que está hablando. Cierro mi mochila y automáticamente me dirijo hacia las escaleras traseras. —Estoy aparcado delante, —dice Lucas, indicando las escaleras delanteras que he estado evitando. Asiento y me doy la vuelta. Lucas viene detrás de mí mientras me muevo rápidamente por las escaleras, cuidando de no tocar a ninguno de los otros estudiantes que están descendiendo con nosotros. Finalmente me detengo y espero una vez estoy fuera en el andén frente al aparcamiento. —¿Tienes prisa? —pregunta Lucas, mirándome con lo que parece desdén. —No, —respondo, tratando de no sonar sin aliento. Él anda por delante de mí hacia su camioneta—. Pensé que podríamos conducir hasta el parque industrial, —dice sin mirarme—. Hay una sección del aparcamiento que normalmente está vacía, hay unas vías privadas en la parte de atrás que podemos usar. —Ahora es él quien anda rápido, sin molestarse en ver si estoy con él mientras habla. —Si este no es un buen momento, podemos cancelar la clase, —le ofrezco, desde que no parece muy emocionado con el tema de darme clases. Él para y se gira hacia mí—. ¿Lo quieres cancelar? Yo retrocedo, asustada por su reacción—. No. Solo que parece que tú no quieres hacer esto. Si cambiaste de opinión, no es gran cosa. Solo dime en vez de actuar como un imbécil. Para mi sorpresa, su mirada se suaviza. Luego asiente una vez—. Tienes razón. Lo siento. Estoy con un humor de perros, y lo estoy pagando contigo. Yo todavía quiero hacer esto si tú lo quieres. Considero brevemente cancelarlo, pero luego pienso en Myles diciéndome que Lucas ha pasado por mucho y decido darle un descanso. Finalmente, solo asiento hacia él y el abre la puerta del pasajero para mí. —Lo siento por llamarte imbécil, —le digo cuando ya nos estamos moviendo. Él me sonríe—. Claro que lo sientes. —Después de un momento de silencio pregunta— ¿Estas nerviosa por tu primera clase de conducir? —No es exactamente mi primera clase, —digo tímidamente.

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Él se gira, alzando sus cejas hacia mí. —A uno de los niños adoptivos con el que viví por un tiempo le gustaba abrir coches y cogerlos para pasear. Yo iba con él, y él me dejaba conducir algunas veces. Sus ojos se abrieron. Luego se rio—. No esperaba que dijeras eso. Me encogí de hombros, divertida por su reacción—. Mi accidentado pasado de nuevo. Él me sonríe, y tengo que mirar a otro lado antes de empezar a desear que yo pudiera ver esa sonrisa dirigida a mí más de continuo—. ¿Por qué estas de un humor de perros? —pregunto, viendo el paisaje por la ventana. Él suspira, poniendo mis ojos curiosos de vuelta en él. Sus dedos se abren y se flexionan antes de cerrarlos de nuevo sobre el timón—. Voy a sacarlo y ser honesto contigo, —dice él. Mis cejas se elevan—. Vaaale… Él está mirando a la carretera cuando dice—. Chad Bleeker no es lo suficientemente bueno para ti. El trata a las chicas como basura. Tú mereces algo mejor. Me hundo en mi silla y niego con mi cabeza. Esta escuela es increíble. CNN no tiene nada que hacer con estos chicos—. No estoy saliendo con Chad Bleeker. Él me mira—. ¿No lo estás? —Lo busqué esta mañana para preguntarle algo, y supongo que malinterpretó nuestra conversación. Piensa que quiero salir con él o algo así. —O algo así, —Lucas remarca secamente—. ¿Esto tiene algo que ver con que tú quisieras hablar con el bajista la otra noche? —Sí. —Si te pregunto de nuevo sobre que fue eso, ¿hay alguna posibilidad de que me digas? Mientras considero mi respuesta, me levanto el pelo de la nuca. El interior de la camioneta de Lucas de repente parece caliente y estrecho—. Sé que estabas en casa de Myles cuando supo que yo venía. Pero no sé cuánto habrás escuchado sobre lo que pasó antes de venir aquí. —Empiezo a decir.

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Los ojos de Lucas viajan desde mi nuca expuesta, a mi cara y de regreso al camino—. Sé que tu mamá tenía algunos, —hace una pausa— problemas. Por eso, mientras crecías, pasaste tiempo en hogares adoptivos. Sé que ella murió justo antes de que te mudaras aquí. Sacudo mi cabeza tristemente—. ¿Chloe le dio el rating G (todas las edades) a mi historia o lo hiciste tú? —Supongo que yo lo hice. —Un lado de su boca se curva con simpatía—. Estamos aquí —dice, maniobrando detrás de un edificio de ladrillo a un gran aparcamiento que tiene solo un puñado de coches. Después de aparcar la camioneta, él se sienta y me mira—. Realmente lo siento por tu mamá, —dice en voz baja. Suena tan sincero que de repente siento la amenaza de lágrimas. Cojo aire profundamente mientras trato de no llorar frente a él. —Gracias, —le respondo en voz baja. Todavía no estoy segura de lo que Chloe divulgó ese día, y yo no estoy dispuesta a explicar más de lo que él ya sabe. A pesar de la pequeña voz en mi cabeza advirtiéndome que no diga nada, me encuentro a mí misma haciéndolo—. Reconocí al bajista. Justo antes de venir aquí, lo vi en San Diego, hablando con alguien frente a nuestro edificio. Quería saber que estaba haciendo él ahí. Eso es todo. —Me encogí de hombros pretendiendo que no me molestaba tanto como realmente lo estaba haciendo. El arruga su frente—. ¿El bajista de Isolation? ¿Estás segura que era él? —No. No estoy cien por ciento segura, pero… —miro abajo hacia mis manos, sabiendo que Lucas me va a decir que debo estar equivocada. —Pero tú crees que sí, —termina. Yo asiento. —¿Tú averiguaste algo cuando hablaste con Chad? —pregunta Lucas. —Chad me dijo que trabaja como celador y que probablemente nunca había dejado Nueva York. Lucas no dice nada. —Cuando me acerqué la otra noche después del show y le agarré del brazo, me miró como si también me reconociera. De hecho, él se veía como un ciervo a la luz de los faros cuando me vio, y parecía como si solo quisiera alejarle de mi tan rápido como pudiera.

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—No debiste ir hacia él de esa forma, —dice con un tono serio. Asiento, a pesar que no estoy de acuerdo. No tengo idea de por qué le estoy diciendo todo esto siquiera. —Tal vez haya otra forma de averiguar más sobre él —sugiere Lucas. Lo miro, sorprendida de que al parecer él me esté tomando tan en serio— Ahora se su nombre. Rob Jarvis. Podría probar con Google ahora. —Si encuentras algo, no te acerques a él, ¿de acuerdo? Llámame y pensamos en una forma de resolverlo. Yo me rio tristemente. Estamos de vuelta a esto. No hace mucho dijo que no estaba hecho de hielo, y que podía hablar con él. Después se volvió grosero y de humor cambiante al siguiente día cuando le dije que no estaba segura de ir a Atlas. Ahora, su sugerencia es más que ridícula para mí—. Lucas, no te voy a llamar. ¿Por qué te llamaría? Él se gira hacia mí en su silla—. Porque estoy tratando de ser tú amigo aquí. —Sus ojos muestran irritación ahora—. ¿Por qué lo quieres hacer tan difícil? Me encojo ante sus palabras y aparto mi mirada. Lo escucho soltar una respiración pesada— Lo siento —suspira—. Yo solo… yo no sé cómo hablar contigo. Oyendo su tono derrotado, de inmediato me arrepiento de mis palabras. Lo vuelvo a ver, viendo sus ojos, oscuros por la frustración, y su expresión sombría, la cual no está tratando de ocultar para variar, y noto su presencia. Es pesada y potente, y carga el aire a mí alrededor. Le observo por tanto tiempo que su expresión se suaviza, y su mirada empieza a buscar la mía. —Myles piensa que te voy a herir. —le digo, no muy segura de porque lo estoy diciendo ahora. Una triste resignación se muestra en sus rasgos—. Él probablemente esta en lo cierto. —El hecho de que yo podría hacerlo me sorprende. Me ofrece una pequeña sonrisa y se inclina más cerca—. He arruinado esto de todas las maneras posibles, ¿verdad?

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Yo le estudio, pero como siempre, no encuentro una pista sobre lo que está pensando—. ¿Qué quieres decir? La intensidad con la que me he llegado a familiarizar satura su rostro. —Te vi la primera noche que viniste aquí, Raielle. Estaba oscuro, pero estabas parada bajo el farol de la calle, iluminada desde arriba como un ángel, y pensé que eras la cosa más hermosa que había visto en mi vida —su mirada deja la mía, como si estuviera avergonzado de su admisión. Mi respiración se hace más profunda mientras sus palabras pasan sobre mí, y un recuerdo de esa noche vuelve, cuando nos vimos por primera vez en la oscuridad. —Entonces tú estabas en la escuela —sus ojos se encontraron con los míos de nuevo— No podía creerlo cuando apareciste en todas mis clases por la mañana. Me imaginé que había captado tu atención y me sonreíste. Hablábamos y me hubiera gustado invitarte a salir. Pero nunca me miraste. Ni una sola vez —dijo con incredulidad—. Nunca antes había deseado a nadie tanto, y tú eras la única chica de la escuela que no quería salir conmigo. Para nada —añade con una risa miserable— Me imagino que esto debe ser el karma o algo así. Pude sentir mis latidos sonando en mis oídos. No sé si me debía tirar a sus brazos o llamarle idiota engreído. Sé por fin que la manera en que me he sentido desde el primer momento que lo vi no es unilateral. Eso es porque el aire parece como si brillara con electricidad cuando estamos juntos. Pero si admito mis sentimientos por él, sentimientos que incluso difícilmente los he admitido para mí misma, ¿que significará eso? Estoy emocionada, aterrorizada y de repente paralizada. Y por encima de todo, me doy cuenta de que estoy enfadada con él. Esa es la única emoción clara dentro de mí en este momento y yo la perfecciono. Me doy cuenta que le he estado mirando en silencio cuando finalmente dice —En fin.... —Luego pasa ambas manos sobre su pelo. —No tienes que decir nada. Solo quería decirte eso. No tiene que ser un gran problema —entonces se baja de la camioneta, deja la puerta abierta y viene a mi lado. El abre mi puerta y espera a que baje. Cuando no me muevo, dice—. Si vas a conducir, debes sentarte en el asiento del conductor.

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Está parado junto a mí con el brazo apoyado en la parte superior de la puerta del pasajero. Está tratando de parecer casual, pero puedo sentir la tensión que sale de él. —¿Es por eso que has estado tan frío conmigo? —le pregunto—. ¿Tú estabas molesto porque crees que no te quiero, a diferencia de cualquier otra chica de la escuela? Su mandíbula se tensa cuando parafraseo sus palabras de nuevo. La parte de mí que estaba muy contenta con su confesión inicialmente, está completamente superada por la parte que se siente herida por la forma agresiva en que él mismo lo ha manejado—. Ese primer día en la escuela cuando le dijiste a Hailey que me dejara sola, no me dijiste ninguna palabra. Solo frunciste el ceño y me ignoraste. Pasa la mano por su nuca, incómodo—. Lo sé. Siento mucho eso. —No importa ¿de acuerdo? Tú eres el que marcó la pauta entre nosotros. Siento no haberte notado el primer día de clases. Yo estaba un poco distraída por mi desastrosa vida. Cuando te noté eras un silencioso y desagradable conmigo. Así que no te quedes ahí y me digas que no te quiero. No sabes nada sobre lo que quiero, porque tu orgullo estaba demasiado herido para siquiera darme una oportunidad — con eso salto del coche y camino de vuelta al lado del conductor. Lucas se pone sobre mí inmediatamente. —Espera un minuto —exige—. ¿Qué significa eso? —Eres un tipo inteligente —estallo— Imagínatelo. Cuando me muevo para entrar en la camioneta, toma mi mano y me da vueltas—. Creo que ambos sabemos que tengo un coeficiente de velocidad límite cuando se trata de ti. Tú vas a tener que explicármelo. De pronto una mirada esperanzada aparece en su cara lejos de la de enojo. Suspiro y me desinflo mientras que de mi cabeza se evapora el humo, reemplazándolo por nervios y una inusual vulnerabilidad. Lucas parado frente a mí. Mis ojos se mueven hacia sus manos juntas, hacia su expectante expresión. Después de todo lo que él me dijo, tengo que ser honesta. Cualquier otra cosa sería una traición. —Lo sentí también. La primera noche que te vi —lo admito al oír el temblor nervioso de mi voz—. Esta cosa entre nosotros. Lo siento cada vez que estoy cerca de ti, Lucas.

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Su mano se estrecha alrededor de la mía y mi sangre palpita—. Pero eso no importa —susurro, tratando de recuperar mi mano. Él no me la suelta— ¿Qué quieres decir? ¿No importa? —Myles tiene razón. Voy a herirte. Y tú me vas hacer daño, también. —Toma mi mano. —Myles no tiene razón. Sacudí mi cabeza miserablemente. —Incluso si la tuviera, quizá valdría la pena —dijo y yo no perdí la súplica sutil de su tono. —Tú no entiendes — no lo puedo arrastrar a todos mis problemas. No puedo tener una relación honesta con nadie. Nunca podría decirle todo. Pensarías que estoy loca o enferma y no estaría tan equivocado. Lucas suspira con frustración y deja caer las manos—. Tienes razón, no entiendo. Su expresión de dolor atraviesa mi corazón. Necesito que sepa que no estoy diciendo esto para hacerle daño. Recuerdo la forma que mi madre usa para describir la forma en que las cosas tenían que ser. Compara la forma en que teníamos que vivir nuestras vidas con el océano y sus corrientes. Ella me dijo que nuestra preservación dependía de nuestra estancia en las aguas tranquilas y poco profundas cerca de la orilla. Si nos aventuramos fuera, nos arriesgamos a ser barridos por las corrientes y llevarnos al mar, la pérdida de control y nunca reclamar de nuevo. Si me enamoro de Lucas, corro el riesgo de perderme a mí misma, y no sé lo que podría significar eso para nosotros dos. —Mira —da un paso más cerca de mí—. Esto es lo que tengo hasta ahora. Te deseo y resulta que tú también —él me mira expectante. Cuando de mala gana asiento en acuerdo, levanta su mano y empuja un mechón de pelo de mi mejilla— Entonces déjame explicarte algo. Ahora que se cómo te sientes, no hay manera de olvidarlo o pretender que no hay nada entre nosotros. No puedo pensar en una buena razón porque me deseas. Luego se acerca la distancia que quedaba y envuelve sus brazos a mí alrededor. Al principio sigo estando rígida en sus brazos y finjo que estar en sus manos no es la cosa más increíble que jamás haya sentido. No puedo recordar la

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última vez que alguien me abrazó o tocó en una forma que expresara algún tipo de afecto. Pero es muy difícil resistirse a él, y decido no hacerlo más. Siento mis puños aflojarse mientras mis brazos se mueven alrededor de su espalda. Me hundo en él, apoyando la mejilla en su hombro. Lucas hace un ruido bajo en su garganta cuando mis brazos lo aprietan, y me devuelve el abrazo. Podría quedarme ahí para siempre absorbiendo su calor y fuerza, con los músculos estriados de su pecho y el estómago apretados contra mí. Entonces sus dedos se deslizan lentamente hacia arriba y abajo a lo largo de mi columna, y nuestro abrazo comienza a cambiar. De repente estoy hiperconsciente de cada parte de mí que está en contacto con él. Inhalo su olor a limpio, y siento un nudo en mi vientre bajo. Ningún simple abrazo jamás me hizo sentir de esa manera. Eso me hizo preguntarme como sería realmente besar a Lucas. Probablemente me romperé en mil pedazos. Perdería completamente el control. Esto me despierta y me trae a la realidad sobre mí. Yo me obligo a retroceder. Me siento culpable por que realmente no sabe en lo que se está metiendo conmigo. —Vamos a tomarnos las cosas con calma —me dice, como si leyera mis pensamientos. Me alejé totalmente e ignoré el hecho de que ya sentía la sensación de pérdida de sus brazos. —Confía en mí —dice. Sus ojos viajan sobre mí como una suave caricia. Siento como una pequeña sonrisa asoma porque por alguna razón ya estoy confiando en él. Me responde con una sexy y lenta sonrisa en sus labios—. Entonces ¿qué hay de esa clase de conducir? —me pregunta redirigiendo la conversación, tomando mi sonrisa silenciosa como su respuesta. —¿Qué pasa con eso? —repito y sus ojos brillan de satisfacción. Solo está convencido de que yo vea a donde nos llevan nuestros sentimientos, y lo sabe. Comparado con la anterior demostración, la clase de conducir es un poco decepcionante. Lucas no me dejó hacer algo interesante como quemar caucho en las curvas o tomar la salida a la autopista. Básicamente fue sobre la seguridad, aparcar en paralelo, y conducir como una viejita en las carreteras secundarias estrechas detrás del parque de oficinas. —¿Qué tal si me dejas llevarte a casa? —sugiero cuando la clase concluye.

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Niega—. No puedo, eso sería ilegal. Además, está el hecho de que no va detener a los ladrones de coches. —Está bien —hago pucheros a continuación, abro la puerta para cambiar de asiento con él. Cuando pasaba y nos reunimos tras la camioneta, Lucas me tiró hacia él. —Lo has hecho bien —dice. Luego me besa a un lado de la cabeza y me suelta. Cuando mis sentidos vuelven, me uno a él dentro de su camioneta de nuevo. La expresión de su cara me dice que sabe que su toque me afecta, y disfruta al verme nerviosa. —¿Quieres ir de nuevo el miércoles? —pregunta. Respiro para calmarme. Entonces niego con la cabeza. Sería tan fácil perderme en él, para olvidarme de todo lo demás, todo por lo que he trabajado. Por mucho que me gustara otra clase pronto, tengo que mantener mis prioridades en orden—. No lo sé. Voy bastante retrasada en mis clases. Realmente debería pasar algún tiempo tratando de ponerme al día. —Es el final del último año. Deberías estar bajo control ahora—señala. —Hasta que no tenga mi carta de aceptación de la universidad, no quiero correr riesgos. He oído que pueden solicitar trascripciones hasta el último minuto. —Ya entré en la escuela. Apliqué la aceptación temprana. —dice, como si no fuera gran cosa. Estoy tan celosa que ignoro por completo su casual arrogancia—. Felicidades. Eso tiene que hacerte sentir increíble. Él asiente con la cabeza—. Mis calificaciones no pueden venirse abajo ahora. Todavía quieren mi carta final, pero no voy a mentir. Es, definitivamente, una cuesta hacia abajo. —¿A dónde vas, pues? —Columbia. Me rio por su tono distraído—. Wow, Lucas. Esa es una universidad de la Ivy League. Se encoge de hombros—. ¿Qué hay de ti?

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—Quiero volver a California. UCLA es mi primera opción. Silba—. Esa también es una buena escuela. He oído que puedes surfear ahí. —Cállate —me rio. Él me sonríe, pero rápidamente se desvanece, y me pregunto si está pensando en que soy. Si nuestra relación realmente funciona, estaremos a casi tres mil millas de distancia el uno del otro el próximo año. Pero es realmente demasiado pronto para que mis pensamientos vayan ahí. Seguramente nos derrumbaremos y arderemos mucho antes de eso. —¿Sabes que quieres estudiar? —pregunto. Él lo piensa durante un minuto—. No estoy muy seguro. Tal vez periodismo. —¿Tienes hermanos o hermanas? —pregunto, cambiando de tema pero no del todo. Quiero saberlo todo sobre él ahora. —Un hermano pequeño, Liam —dice sonriendo—. Está en sexto grado. Su sonrisa fácil me dice lo mucho que se preocupa por su hermano—. ¿Entonces tu familia está unida? ¿Tus padres siguen juntos? Lucas no responde inmediatamente, y espero que no piense que lo estoy interrogando. El músculo de su mandíbula se tensa en una bolita apretada cuando está molesto—. Si —dice finalmente. Creo que he tropezado con un tema delicado, pero no sé por qué, y no hay tiempo para indagar por que poco después aparcamos frente la casa de Kyle y Chloe. —Quiero tu número —dice Lucas. Él saca su teléfono y espera mientras busco mi número ya que no me lo sé de memoria. Intercambiamos números. Entonces él me besa rápidamente justo en mis labios—. Nos vemos mañana en la escuela —dice. Su beso me sorprende, y puedo sentir el calor en mis mejillas mientras busca mi reacción. Una parte de mi quiere borrar la sonrisa de satisfacción que cada vez veo más en su rostro. Realmente puede ser insoportablemente arrogante. —Nos vemos mañana —le contesto, antes de salir de la camioneta, tratando de ocultar el rubor juvenil que sé que todavía me cubre. Mi reacción hacia él es ridícula. Tengo casi dieciocho años, y ciertamente me han besado antes. Pero, dios mío, nunca ha sido Lucas el que me ha besado, y el más mínimo toque de él no

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puede compararse ni de cerca con el torpe manoseo que he experimentado en el pasado. He escuchado la frase andando sobre el aire antes, pero nunca he tenido la necesidad de aplicármela a mí misma hasta ahora. Al entrar en casa, me siento más feliz, ligera y ansiosa, todo al mismo tiempo. Nunca he tenido una relación de verdad. He visto a muchas chicas en mi situación que tratan de llenar el vacío con chicos y sexo. También he visto a muchos hombres forzar una relación física con chicas como yo. De alguna manera, he tenido suerte y me las arreglé para evitar eso. Pero eso me hace muy inexperta. Estoy bastante segura que Lucas no sufre el mismo problema.

—Tengo un trabajo. —Anuncio en la cena. —Pensé que decidimos que no era necesario un trabajo —dice Kyle. —Necesito mi propio dinero. — ¿Para qué? —pregunta Chloe. Pincho un pedazo de pollo—. Por un lado, incluso si obtengo las becas por las que he aplicado, tendré gastos de la escuela el próximo año. —Raielle, siempre y cuando esté dentro de lo razonable, estamos dispuestos a pagar por esas cosas —dice Kyle. Me doy cuenta de que los ojos de Chloe se disparan hacia él. Tengo la sensación de que no han hablado de esto. —Pero hay también otras cosas —continúo—. Esta el honorario para un permiso de estudiante, y necesito algo de ropa nueva. Ya estáis haciendo mucho por mí, no puedo pediros que paguéis esas cosas. — ¿Permiso de estudiante? —pregunta Chloe. Asiento con la cabeza—. Estoy aprendiendo a conducir. — ¿No sabes conducir? —dice Kyle sorprendido—. ¿Qué quieres decir con que estás aprendiendo? Me tenso cuando el deja el tenedor en su plato, y me da toda su atención—. Lucas, el amigo de Myles, se ofreció para enseñarme. Hoy fue la primera clase.

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— ¿Lucas Diesel? —Pregunta Chloe con las cejas levantadas—. Es muy guapo. Hago una mueca al ver la expresión que Kyle me da, y me gustaría poder hundirme debajo la mesa. —Raielle, me gustaría que me hubieras dicho estas cosas que te preocupaban. Podría haberte enseñado a conducir. Y por supuesto que no me importa pagarte el permiso de estudiante y ropa nueva. ¿Qué tenemos que hacer para que confíes en nosotros? —Él niega con la cabeza—. Por favor, dime que hacer. Ayúdame algo aquí. —Su expresión se llena de decepción. Ahí está la palabra otra vez, confianza. Siento el peso de las expectativas de Kyle empujando hacia mí. No sé por qué me resulta más fácil confiar en Lucas que en mi propio hermano—. No hay nada que hacer —le digo—. No es por ti. Soy yo. Llegaste diecisiete años tarde a encontrarme. —Con eso, me levanto de la mesa y corro por las escaleras a mi habitación. La culpa que siento por hablar con Kyle con tanta dureza es todo lo que pienso mientras miro sin ver mis deberes. Finalmente me doy por vencida y cierro los libros cuando le oigo bajar las escaleras. Le miro mientras se detiene frente a mi cama y se sienta en el extremo—. ¿Dónde está tu trabajo? —pregunta. Muevo los libros al suelo y le doy mi atención—. Scoops. — ¿La heladería? Asiento con la cabeza. — ¿Cuándo estarás trabajando? —pregunta claramente. No detecto ningún juicio o censura ahí. —Dos días a la semana después de la escuela y los sábados por la tarde. Él mira hacia abajo mi libro de texto sobre la alfombra—. ¿Cálculo? —Sí —suspiro. —Siempre he sido bastante bueno en matemáticas. Supongo que por eso soy contable. —Él parece considerar sus próximas palabras con cuidado antes de hablar—. Siento lo que dije antes, sobre confiar en nosotros. Debería saber que no es solo un botón que puedas encender. Sé que la confianza tiene que ser ganada. —No tienes que sentirlo. Siento la forma en que te hablé —le digo, y lo digo en serio. Estoy decepcionada conmigo misma. Me prometí que le daría a Kyle una

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oportunidad justa. Que sería más abierta con él, pero no sé realmente como hacer eso. Me temo que no puedo ser la hermana que quiere que sea. También me preocupa no poder ser la chica que Lucas quiere. Me temo que los decepcionaré a ambos. —Supongo que ambos lo sentimos, entonces —dice sonriendo—. Raielle, todavía nos estamos conociendo. Hemos perdido mucho tiempo. No lo recuperaremos en solo unas semanas. Pero quiero que sepas que por lo que he visto hasta ahora, estoy muy orgulloso de quien eres. —Entonces me da unas palmaditas en la pierna y dice—: Buenas noches. Me siento en silencio después de que se vaya, pensando en sus palabras. Mi madre me dijo alguna vez que estaba orgullosa de mí, pero nunca significó mucho. Ella falló tantas cosas en su vida, que creo que no se necesitaba mucho para impresionarla. Pero viniendo de Kyle, se adentra en mí, y siento una punzada de orgullo ante sus palabras. Varias horas más tarde, he terminado mis deberes y estoy a punto de apagar la luz cuando mi teléfono vibra en la mesilla junto a mí. Veo que tengo un mensaje de Lucas. Quería ser la última persona con la que hablaras antes de que te fueras a dormir. Le sonrío a mi teléfono y respondo. No estamos realmente hablando, pero eres la última persona con la que estoy interactuando hoy. ¿Siempre eres tan literal? Creo que sí. Es bueno saberlo. Buenas noches. Buenas noches. Deje el teléfono a un lado y pasé un largo rato recordando mi tarde con Lucas antes de finalmente dejarme llevar por el sueño.

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10 Traducido por majuhenao Corregido por Morgana A pesar de lo que él dijo sobre tomárnoslo despacio, al día siguiente en la escuela, Lucas no me facilitó las cosas. Después de mi usual caminata con Myles y April, me encontré a Gwen cuando llegamos al patio de la escuela. Lucas apareció cuando todos nosotros estábamos ahí reunidos. Vino directamente hacia mí, puso un brazo alrededor de mis hombros y me dio un beso en la sien. Buenos días susurró en mi pelo, sintiendo su cálido aliento justo encima de mi oreja. La temperatura de mi cuerpo se elevó cuando me tocó y sentí como si una luz nos iluminara. Myles y April nos miraron silenciosamente y Gwen parecía estar capturando moscas con la boca. Tuve la sensación que todos los que estaban ahí nos estaban mirando. Miré a Lucas y no me sorprendió ver la presunción en su cara. Vamos a llegar tarde balbuceé y luego me separé de su duro brazo y me dirigí al interior. Predeciblemente, Gwen se movió a mi lado. Oh, Dios mío. ¿Cuándo pasó esto? Preguntó ella. Ayer. ¿Exactamente qué es lo que pasó ayer? Miré por encima del hombro para ver donde estaba Lucas. Él seguía parado al pie de la escalera donde Myles parecía estar tratando de sacarle la misma información.. Lucas me dio mi primera clase de conducción y hablamos. Ella me apretó el hombro. ¿Hablasteis? ¿Qué te dijo? ¿Te declaró su amor eterno? Yo me reí. No exactamente. ¿Entonces qué?

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Me encogí de hombros. El admitió cosas. Yo admití cosas. Decidimos que nos gustamos. Eso es todo. Ella soltó una risa. Esa es la cosa más aburrida que he oído. Apestas a la hora de contar detalles. Vamos. Tengo que vivir indirectamente a través de ti. Necesitas decirme más. Sentí como me sonrojaba.  ¡Lo sabía! Declaró ella. Sabía que había algo importante que no me estabas contando. Anoche me envió un mensaje de texto. Gwen chilló. ¿Él te envió un mensaje sexual? ¡Oh, Dios mío, eso es muy caliente! Yo rodé los ojos. No, sólo me decía que quería ser la última persona con la que hablara antes de irme dormir. Sonreí recordándolo de nuevo. Gwen apretó los labios. Mmm. Entonces, no era un mensaje sexual. Pero a pesar de eso, aun así es romántico. Supongo que tomaré eso. Nos separamos para ir a nuestros casilleros. Estaba cerrando el mío cuando me giré y vi a Chad ahí parado. Hola dijo. Hola repetí yo, tratando de esconder mi cautela. Él se pasó una mano por la cabeza calva. Llevaba una camiseta roja que mostraba su intrincada red de tatuajes. He pensado que tal vez podríamos salir después de la escuela dijo. Estuve agradecida de poder darle una excusa válida. Lo siento no puedo. Tengo que ir a trabajar. El rápidamente asintió sin mirarme a los ojos. Oh, está bien. No hay problema. Nos vemos luego. Luego se giró y se fue por el pasillo. Eso fue raro y rápido. Me pregunté si a lo mejor había herido sus sentimientos. Me sorprendía que aún pudiera tenerlos después de nuestro primer encuentro.

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Lucas estaba entrando en Ingles cuando yo llegué a la puerta de la clase. Me paré un momento y lo miré, casi sin creerme todavía todo lo que ayer había pasado entre nosotros. Le observé mientras se sentaba en su sitio, doblando sus largas piernas debajo del asiento. Luego se giró hacia la puerta. Sus ojos se aclararon cuando me vio. Sentí mariposas volar en mi estómago y su mirada me siguió mientras pasaba por delante de él, sentándome a su lado. Oh, Lucas, tienes que dejarme copiar tus apuntes de la semana pasada. El viernes pasado tenía el cerebro completamente muerto. Miré detrás de él y me encontré a una chica bajita parada ahí. Lucas cerró sus ojos por un momento antes de girarse. Claro, Alison dijo, mientras alcanzaba su cuaderno. Luego ella procedió a monopolizarlo con preguntas estúpidas sobre los apuntes hasta que apareció el profesor. Me pregunté si debería estar celosa, pero el obvio deseo que mostraba él por librarse de ella me divertía más que otra cosa. Al terminar la clase, ella estaba ahí de nuevo, tratando de hablar con él. Nos vemos luego dijo él despectivamente mientras caminaba a mi lado. Noté como ella me fruncía el ceño. Estaba a punto de preguntarle si alguna vez había salido con ella, cuando él interrumpió mis pensamientos. Encontré a tu chico dijo cuando ya estábamos en el pasillo. ¿Qué? Pregunté confundida. Robert Jarvis. Lo busqué. Yo me paré para mirarlo. ¿Lo buscaste en Google? El asintió. Trabaja en el Centro de Vida Asistida Spring Valley. Y a continuación me pasó un pedazo de papel en el que estaba escrito su nombre.. Yo lo miré muda. No puedo creer que hayas hecho esto dije. Él puso los dedos bajo mi barbilla y me la levantó. Claro que quiero ayudarte. Yo tragué, consciente de mi misma. ¿Fue fácil de encontrar?

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Lucas se encogió de hombros. Solo escribí su nombre y Fort Upton. Luego tuve que excavar un poco. Sobre todo, encontré varios sitios en los que se hablaba de Isolation. De hecho hay una página de fans con información personal sobre todos ellos, incluyendo a Jarvis. Este sitio de vida asistida queda justo a las afuera del pueblo, no está muy lejos de aquí. ¿Has oído hablar sobre él? Negué con la cabeza. ¿No vamos a encontrar ninguna conexión entre él y yo, verdad? El me dio una media sonrisa simpática. No, si no hay una. Doblé el papel y lo puse en mi mochila.

Tu novio me acaba de advertir que me mantuviera alejado de ti dijo Lucas, tirando su bandeja del almuerzo sobre la mesa con un sonido metálico. Los ojos de Gwen se abrieron ante su aparición. Tyler y Lisa lo miraron con muda sorpresa. ¿Hoy te vas a sentar con nosotros? Pregunté, a pesar de que ya se estaba sentando en la silla vacía que estaba a mi lado. ¿Por qué lo preguntas? Gruñó. ¿Estás cuidando este asiento para tu novio? Bajé mi sándwich. Está bien, voy a caer. ¿De qué estás hablando? Él se inclinó hacia mí. Chad Bleeker me acaba de confrontar en el pasillo. Me dijo que mejor me alejara de ti porque tú eras suya. ¿Qué? Gwen y yo alzamos la voz al mismo tiempo. ¿Hay algo que quieras decirme? Preguntó. Claro que no respondí a la defensiva. ¿Entonces porque rayos me diría eso? Estalló Lucas, lo que hizo que la gente de las mesas cercanas se girará para mirarnos. Noté como se calentaban mis mejillas. No tengo ni idea. Nunca le he alentado y el hecho de que tu pienses que lo he hecho y creas que te estoy

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mintiendo me molesta. Empecé a meter la lonchera de nuevo en mi mochila. A través de la mesa vi escabullirse a Tyler y Lisa, pero Gwen siguió pegada a su silla. Ella no se perdería este show por nada. Lucas se volvió a sentar y suspiró pesadamente. Sé que Bleeker siempre está lleno de mierda. Lo siento, ¿vale? Lo ignoré y continué recogiendo mis cosas. Raielle dijo, poniéndome una mano en el brazo. Me cogió con la guardia baja. Se paró, luchando por su próxima frase. Toda esto me ha cogido con la guardia baja. Miré hacia arriba y me di cuenta que él no sólo se estaba refiriendo a Chad. ¿Le dijiste algo? Le preguntó Gwen a Lucas. Él se pasó una mano por el cabello. Si, después de golpearlo contra la pared le dije que estaba equivocado. ¡Lucas! Gemí. ¿Qué? Preguntó, empezando a ponerse tenso otra vez. ¿Ahora lo vas a defender? Le miré, y él me devolvió la mirada. Gwen, ¿nos puedes dar un minuto? Pregunté, con una voz calmada que desmentía la forma en la que me hervía sangre. ¿De verdad? Se quejó. Le rogué con la mirada. Bien jadeó. Cuando Gwen se marchó, tomé una profunda respiración y me volví hacia Lucas. Él estaba inclinado en su silla. Su mirada feroz había desaparecido. Ahora sólo me miraba con cara de piedra. Chad me sigue invitando a salir empecé a decir viendo saltar un musculo de su mejilla. Y yo le sigo diciendo que no. Pero creo que he herido sus sentimientos, y no creo que haya ninguna necesidad de que te pelees o te pongas físico con él. El soltó una risa, pero no se veía para nada divertido. Él fue quien me amenazó. ¿No te molesta que vaya diciendo por ahí que eres suya?

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Claro que me molesta. Obviamente hay algo que está mal en él. Pero, no sé, creo que me siento un poco mal por él. ¿Te sientes mal por él? Él se tira una chica diferente cada noche. Tiene groupies colgando de él todo el tiempo. No necesitas sentirte mal por el hombreputa de la escuela.” Yo rodé mis ojos ante su reacción. Bien. Voy a hablar con él. Voy a pedirle que deje de decir cosas falsas sobre mí. Él se sentó hacia adelante. No, no lo harás. Vas a mantenerte alejada de él. Estés sobreactuando me quejé, molesta. Lo digo en serio, Raielle. Parpadeé sin creer lo que había escuchado. ¿Qué te hace creer que puedes decirme lo que puedo hacer? No te estoy diciendo lo que puedes hacer. A mí me ha sonado así. El negó con la cabeza. Solo creo que alejarte de él es la forma más inteligente de manejar todo esto. Eventualmente lo acabara entendiendo. Y si no lo hace, se lo tendré que explicar de nuevo. Todo esto es ridículo, murmuré. No me puedo creer que nos estemos peleando por esto. Lucas me alcanzó y tomó mi mano. Por el rabillo del ojo, fui consciente que la mayor parte de la gente de la cafetería estaba mirando nuestra exhibición. ¿Está mal que pelearme contigo me encienda tanto como lo hace todo lo que tiene que ver contigo? Dijo apretando su mano alrededor de la mía al creer que me iba alejar avergonzada. Pero en cambio, al sentir lo mismo, me sorprendí a mí misma sonriéndole. Cuando estamos juntos me sentía completamente viva, peleando o no. Entonces, he pensado… comenzó él, con mi mano todavía en la suya. Esta noche puedo recogerte después del trabajo y podemos ir a comer algo.

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Está bien respondí, dejando disolverse mi irritación. Kyle me había dicho que vendría a recogerme después de mi turno, pero no creí que le molestara cuando le dijera que Lucas y yo íbamos a salir después. Recogimos nuestras cosas y juntos dejamos la cafetería. Le escribí un mensaje de texto a Kyle dejándole saber que Lucas me recogería después del trabajo y que teníamos planes para ir a cenar y él me sorprendió texteandome una respuesta corta, diciéndome que las noches de escuela tenían que estar en casa a las diez. Tuve la sensación de que no estaba contento.

Gwen me estaba esperando en mi casillero al acabar las clases. Me informó que me iba a llevar al trabajo y que durante el trayecto tenía que explicarle lo mío con Lucas. ¿De verdad que aún no lo has besado? Preguntó mientras estábamos detenidas por el tráfico, esperando para salir del aparcamiento de la escuela. Negué con la cabeza. Ella ya había descartado el pico que él me había dado catalogándolo sólo como una muestra. Ha pasado hace menos de veinticuatro horas. Hasta entonces sólo nos habíamos peleado reí. Ella se aclaró la garganta y me miró. Hoy escuché algo, pero no estoy segura si debo decírtelo o no. Dijo, cubriéndose las espaldas. ¿Decirme que? Le pregunté, evidentemente. Después del almuerzo, escuché hablar a Sophie y Kellie en sus casilleros Básicamente, decían mierda sobre ti. Eso no es exactamente una gran sorpresa respondí, encogiéndome de hombros. Luego mi curiosidad pudo conmigo. ¿Qué decían? Ella no respondió. ¿Gwen?

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Ella sopló su pelo fuera de sus ojos y me miró cautelosamente. Sobre todo, fue Kellie. Dijo que básicamente eras una cualquiera, y la única razón por la que tienes a Lucas detrás de ti es porque te estás moviendo alrededor de su pene. Genial murmuré, apoyando mi cabeza en el asiento. Si Lucas oye esto, se va a volver loco.” Lo hará dijo ella. ¿Cómo me he visto arrastrada en todo este drama? Yo solo quería ser discreta y terminar mi último año. Se trata de la escuela, Raielle. Drama es una materia requerida en el programa. Ella se paró delante de Scoops y se giró hacia mí. Entonces, ¿estáis en eso? ¿No vas a negarlo?¿No vas a fingir más que no hay nada entre Lucas y tú? ¿Vas a ir a por ello? Yo me reí de ella. Si, supongo que es lo que voy a hacer. No podría negarlo aunque quisiera. Chica lista dijo ella. Gracias, Gwen. Por ser de tanto apoyo. Me sabía mal que Jake estuviera tan obviamente interesado en Kellie y que Gwen estuviera pretendiendo que eso no le importaba mucho. ¿Qué piensas de Tyler? Pregunté. ¿Qué quieres decir? Respondió, arrugando su nariz hacia mí. ¿Me estás preguntando si me gusta? Asentí. Él es adorable de una manera sutil. No creo que esté pasando nada entre Lisa y él. Ella negó con la cabeza como si eso fuera una loca sugerencia. No hay forma de que pase. Ahora vete. Vas a llegar tarde. ¿Vas a pensártelo? Estoy bastante segura de que él está interesado en ti. Lo he pillado mirándote muchas veces. Esta noticia pareció sorprenderla, pero luego meneó su cabeza con resolución. Nop, dijo haciendo énfasis en la P.

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Yo fruncí el ceño ante su respuesta. Luego, después de darle las gracias por llevarme, me dirigí a Scoops. Soy Stacy –me saludó la dueña. Ella era extremadamente baja y pequeña, con una masa de cabello oscuro y rizado que descansaba rígidamente sobre sus hombros. Esta noche solo estamos tu y yo. Los sábados trabajarás con Jacinda. Es mi sobrina. Os llevaréis muy bien. Stacy me hizo llenar todos los documentos de los empleados, y luego procedió a enseñarme donde se encontraba todo. Me informó de que cantidad de helado usar por cada tamaño de copa o cono. Luego me mostró la caja registradora. Con lo que no había contado era con el frío que iba a hacer en la tienda, algo que por supuesto debí anticipar. Stacy es burbujeante y amigable, y desapareció por la parte de atrás después de la breve orientación. Mi primera noche fue bastante tranquila. Sólo entró un puñado de personas. Tenía tanto frio que ni siquiera me sentí tentada a comer helado. De hecho estaba temblando cuando Lucas llegó a las siete para recogerme. Jesús, hace frio aquí dentro dijo. ¿Qué tal tu primer día? Bien respondí. Metí la cabeza en la parte de atrás y le dejé saber a Stacy que me estaba yendo. Una vez que estuvimos en la camioneta de Lucas, puse la calefacción lo más alta posible. Él me miró. Necesitas vestirte más abrigada cuando vayas a trabajar. Si, esa es la principal lección de mi primer día. Por cierto, Kyle dijo que las noches de escuela tengo que estar en casa a las diez. El soltó una pequeña risa sorprendida. Está bien. Sólo vamos a ir a un lugar pequeño que conozco en Ridgeton. Eso debería traerte de vuelta a tiempo. Gracias. Ciertamente estoy muerta de hambre dije, poniendo mis manos congeladas en el ventilador de la calefacción. Mientras estés a mi cuidado, no podemos tenerte con hambre. ¿Qué diablos? Murmuró, mirando por el retrovisor. ¿Qué pasa? Pregunté, girándome para ver lo que miraba.

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Es Grady Callahan y

alguno de sus amigos idiotas. Están detrás de

nosotros en la carretera. Miré hacia atrás y vi un Mustang cerca de nosotros. De repente, el motor rugió a la vida y se movió para pasarnos por el lado izquierdo. Cuando el coche llegó a nuestro lado, un chico sacó su cabeza por la ventana del lado del pasajero y nos gritó de alegría antes de tirar una lata de cerveza vacía a la carretera. El Mustang nos adelantó rápidamente y aceleró, desapareciendo en la curva. Tontos murmuró Lucas. Peligrosos añadí yo. Grady está en mi clase de arte. El hizo un dibujo obsceno el otro día. Creo que espantó a la profesora. ¿Te espantó a ti también? Dijo, elevando una ceja hacia mí. Si respondí. El pensamiento de Grady teniendo sexo y posiblemente procreando me espanta.” Lucas se río, y fue un sonido profundo y retumbante que vibró a través de mí. Sonriendo, dejé vagar mis ojos por el contorno de su rostro, siguiendo la línea definida de su mandíbula, oscurecida por su barba de tres días, que desaparecía bajo las brillantes ondas de su largo cabello. Luego seguí la curva de su hombro hacia abajo donde se expandía el bíceps y luego disminuía hasta su musculoso antebrazo. Cuando mi mirada se asentó en la fuerte mano que agarraba el volante, imaginé esa mano sobre mi piel y a sus largos dedos tocándome. Justo en ese momento, él me miró y mis ojos se encontraron con los suyos. A pesar de la oscuridad, reconocí la mirada que vi en sus ojos porque estaba segura que era un espejo de la mía. Deseo. Cuando Lucas se giró hacia la carretera, sus ojos se agrandaron. ¡Mierda! Gritó, presionando el freno y poniendo su mano delante de mí para mantenerme contra el asiento. Asustada, miré por el parabrisas y vi el Mustang de Grady parado en medio de la carretera. La parte delantera del coche estaba doblada sobre sí misma como un acordeón. Lucas condujo la camioneta a un lado de la carretera, y vi al chico que había sacado la cabeza por la ventana tropezando alrededor del vehículo y cayendo sobre sus rodillas. Su cara estaba cubierta de sangre. Llama a una ambulancia me ordenó Lucas mientras saltaba de la camioneta e iba hacia el Mustang.

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Con mano temblorosa, marqué el 911 y les di cuenta de nuestra ubicación, explicando lo que había pasado. Luego salí y me acerqué al coche. Lucas estaba en el otro lado, tratando de abrir la puerta del lado del conductor. Huelo a gasolina. ¡Vete! Gritó Lucas. Sintiendo mi cuerpo llenarse de adrenalina, corrí los últimos metros hacia el coche. Cuando alcancé al chico en el suelo, una explosión de energía brillante fluyó a través mío, pero lo sobrepasé. Miré a través de la ventana y vi a Grady desplomado sobre el volante. !Dije que te mantuvieras malditamente alejada! Lucas alcanzó la ventana abierta del lado del conductor y trató de coger a Grady. La puerta estaba doblada e imaginé que no la había podido abrir. Vi cómo se rendía y corría hacia el otro lado, donde yo estaba. La puerta del pasajero se abrió fácilmente, y Lucas empezó a sacar a Grady por ahí. Yo me puse a su lado y alcancé a desenredar la pesada bota de Grady que estaba encajada debajo del volante. También hay alguien en la parte trasera le dije a Lucas. Él gruñó bajo el peso de Grady, finalmente liberándolo y poniéndolo sobre el pavimento. Cuando presioné el asiento delantero hacia adelante y alcancé a la persona que estaba en la parte de atrás, ésta gimió y empezó a sentarse. Me asusté cuando los brazos de Lucas me cogieron por la cintura y me tiró hacia atrás, sin palabras, poniéndome a un lado mientras él se inclinaba para coger a esa última persona. Yo volví junto al primer chico que todavía estaba en la carretera. Puse una mano debajo de cada uno de sus brazos y empecé a tratar de alejarlo del coche. El olor a gasolina era fuerte y pude oír el líquido goteando al suelo debajo del Mustang. Tiré de él con más urgencia, y en el momento en que mis dedos rozaron su piel desnuda, no hubo nada que pudiera hacer para detener la atracción que sus heridas tuvieron en mí. Mientras nos movíamos, mis dedos se quedaron en la piel de sus brazos y su cabeza sangrienta colgaba sobre mi estómago. Sabía que le estaba curando las heridas; el corte de la cabeza, algunas costillas rotas y el derrame interno. Me sentí mareada y energizada mientras lo dejaba con cuidado en el suelo y lo soltaba. Él ya estaba sentándose, mirando a su alrededor y pareciendo confundido. Me giré y vi a Lucas luchando de alejar a Grady del coche. La tercera persona ya se está moviendo sola, viéndose aturdida. Cuando alcancé a Lucas para

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ayudarlo con Grady, me congelé. Grady estaba muy mal herido. Había sangre saliendo de su oreja y la parte delantera de su frente parecía abollada. Estaba luchando por su vida. Sabía que no podía tocarlo. No podía arriesgarme a sanar a alguien que se suponía que no podía recuperarse. Justo cuando estaba retrocediendo, escuché las sirenas acercándose. Estaba luchando contra mi instinto natural que se estaba vengando. Me recosté en el capó, mirando a través de una neblina de miseria, mientras Lucas hablaba con los paramédicos que acababan de llegar. Mi piel empezó a sudar frio, y caí sobre mis rodillas. El chico al que había curado caminaba pesadamente alrededor, gritándole al paramédico que estaba tratando de examinarle. Escuché más sirenas y vi como llegaba un camión de bomberos. La noche estaba iluminada con luces estroboscópicas rojas y densas y con sonidos de voces con estática sonando por las radios. El frente del Mustang emitió un fuerte golpe justo antes de prenderse en llamas. Escuché más gritos y miré a Lucas que de repente parecía frenético, sus ojos rodando por toda la escena. Cuando su mirada llena de pánico cayó sobre mí, su alivio fue claro. El corrió hacia mí, pasando junto a los bomberos y su equipamiento pesado. Mientras ellos rociaban niebla blanca sobre el vehículo. Lucas se agachó delante de mí. ¿Estás bien? Gritó por encima de ruido del lugar. Su cara brillaba con sudor y su camiseta gris estaba llena de manchas de sangre. Asentí y vi que cuando sus ojos viajaron sobre mí, se abrieron. Cuando miré hacia abajo, me di cuenta de que estaba empapada de sangre. Estoy bien le dije. Se sentó en el suelo y me tiró hacia él en un apretado abrazo. Por encima del hombro de Lucas, vi que se llevaban a Grady en una camilla. Una vez que desaparecieron dentro de la ambulancia, mi cuerpo empezó a calmarse. Mis sentidos se clarificaron de nuevo mientras la niebla desaparecía, y me recosté en Lucas, sintiendo sus brazos apretarse a mi alrededor. ¿Por qué no te quedaste alejada del coche como te pedí? Dijo en mi oído. Me alejé y le miré a los ojos. Realmente, esa es una pregunta estúpida. Casi sonreía cuando me tocó la mejilla con la mano. Luego, lentamente me detuvo. Me han dicho que la policía tiene que hacernos algunas preguntas.

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Los dos nos giramos cuando el paramédico que estaba peleando con el amigo de Grady se acercó. Él está bien. No sé de donde salió toda la sangre comentó con otro paramédico. El amigo se acercó a nosotros. Grady está bien muerto dijo, negando con la cabeza. Sus padres se van a enfurecer cuando vean el coche. Increíble murmuró Lucas, tomándome la mano y alejándome de él. Durante la siguiente media hora, nos quedamos en la escena y respondimos las preguntas de la policía. A pesar de haber escuchado las negaciones de los dos pasajeros de Grady, Lucas y yo les dijimos a los oficiales la verdad. Estábamos exhaustos cuando nos dijeron que ya nos podíamos ir. Nuestra primera cita no fue de la manera que había planeado dijo Lucas frunciendo el ceño mientras nos acercábamos a casa de Kyle. Supongo que mentía cuando te dije que no te dejaría pasar hambre cuando estuvieras conmigo. Está bien. He perdido el apetito. Mientras Lucas aparcaba, Kyle salió por la puerta de delante y vino hacia la camioneta. Dije diez en punto, Raielle. ¿Sabes qué hora es? Lucas salió del coche y lo rodeó para encontrarse con Kyle. Al mismo tiempo yo abrí la puerta y me bajé. Los ojos de Kyle se abrieron impactados cuando nos vio. ¿Qué rayos ha pasado? Nos encontramos con un accidente de coche cuando íbamos a cenar. Paramos para ayudar explicó Lucas mientras Kyle miraba mi camisa ensangrentada. Sentía que iba a salirme fuera de mi piel si no me quitaba rápidamente esa ropa. ¿Los dos estáis bien? Preguntó Kyle, con la mirada pasando de uno al otro. No estamos heridos respondí. Realmente, sólo estamos cansados. Ven adentro dijo Kyle poniendo su brazo a mi alrededor. Buenas noches, Lucas dijo despectivamente.

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Lucas parecía dividido, como si no quisiera dejarme. Estaba a punto de quejarme del tratamiento que le había dado Kyle, pero Lucas negó con la cabeza, deteniéndome. Luego me dio las buenas noches antes de subirse a la camioneta. Podías

haber

sido

más

agradable

con

Lucas

dije

mientras

entrábamos. Lo que pasó no fue su culpa. Hablaremos de él más tarde. Ve a cambiarte, y luego me podrás explicar que pasó esta noche.” Estaba en la ducha viendo como el agua roja se acumulaba a mis pies antes de aclararse e irse por el desagüe. Recordé la mesa de nuestra cocina y la última vez que vi tanta sangre. No fue una decisión difícil no curar a Grady esta noche. No tenía ninguna conexión emocional con él. Pero, ¿qué habría pasado si ese día hubiera vuelto a casa un poco más temprano, mientras mi madre todavía respiraba, mientras todavía me quedaba tiempo para hacer algo? A pesar de todo lo que ella me había dicho sobre no cambiar el destino y no jugar a ser Dios, yo lo habría ignorado todo para salvarla. A la mierda con las consecuencias. Nunca entendí porque tenía tanta necesidad de curar si no podía usarlo. Si una persona estaba realmente destinada a morir, ¿por qué cada parte de mi quería curarla tan intensamente? Cuando salí de la ducha, Kyle y Chloe me estaban esperando en la cocina con una taza de té. Yo estaba más allá de exhausta, y lo último que quería hacer era revivir esa noche hablándoles a ellos sobre lo que había pasado. Tiré mi ropa hecha una bola a la basura antes de sentarme con ellos. No toqué el té, y les hice el resumen más breve posible. Finalmente, Kyle se dio cuenta de mi humor y me dijo que me fuera a la cama, añadiendo que no tenía que ir a la escuela mañana si no me sentía bien. Cuando saqué mi celular de mi mochila para cargarlo, vi un mensaje de texto de Lucas esperando por mí. ¿Estás bien? Le respondí. Si, ¿y tú? Bien. Grady es un idiota pero espero que esté bien. Yo también. Duerme algo, preciosa. Buenas noches.

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MirĂŠ su mensaje de texto durante mucho rato antes de responder: Buenas noches.

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11 Traducido por Júls Corregido por Sthefynice —¿Cómo te sientes esta mañana? —Pregunta Kyle. Estoy sorprendida de verlo aún en casa cuando llego arriba. Por el pasillo, puedo oír a Chloe preparando a Penelope para la escuela—. Estoy bien. —Veo mi bolsa de almuerzo ya lista preparada en el mostrador. —¿Puedo hablar contigo un momento? —Él se sienta en la mesa de la cocina y espera a que me una a él. Tengo un mal presentimiento que esto sea acerca de Lucas o de mi trabajo otra vez—. ¿Estás viendo a Lucas Diesel? —Pregunta con el ceño profundo. Estoy descorazonada por haber adivinado correctamente, aunque su evidente desaprobación es sorprendente—. Supongo. —Le respondo, no siendo intencionalmente vaga, sino que todavía no sé lo que Lucas y yo estamos haciendo exactamente. —¿Supones? —Pregunta. —Ayer por la noche fue nuestra primera salida. —Fue una noche bastante agitada para tu primera cita. —Comenta—. Raielle, no soy tu padre. Eso lo sé. Sé que has tenido poca figura paterna y pocas reglas a seguir la mayor parte del tiempo. —Se inclina hacia delante, aclarándose la garganta y apoyando los codos sobre la mesa—. He estado jugando a esto del guardián de oído desde que llegaste. Pero por la dirección que tienen algunos chicos, creo que tenemos que poner algunas reglas. Él espera mi reacción. Como no tengo ni idea de lo que está a punto de decir, no reacciono en absoluto. Solo tengo que esperar y ver, mientras él trata de no dejar mostrar su malestar. — ¿Estás…? —Empieza y se detiene—. ¿Necesitas…? —Se detiene de nuevo.

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Detrás de mí, oigo a Chloe liberar un suspiro exagerado. Me giro en mi silla, sorprendida. No la había oído entrar—. Lo que está tratando de decir, es que si te acuestas con Lucas o con cualquier otro chico, esperamos que estés siendo segura acerca de ello. Me vuelvo para vez a Kyle estremeciéndose ligeramente. Pero también parece estar aliviado de que ya se ha dicho y él no tenía que decirlo. Me puede faltar experiencia, pero he aprendido sobre el sexo desde el principio, probablemente mucho antes que la mayoría de chicas. Mi madre nunca fue tímida o discreta. Eso también es como me enteré de que cuando el sexo es algo más que el amor, podría hacer que te sientas bastante vacío—. No estoy teniendo relaciones sexuales. —Declaro claramente para ambos—. No hay nada por lo que debas preocuparte. —Vale. Bien. —Dice Kyle bruscamente, listo para huir. Besa a Chloe, a Penélope, y luego me besa rápidamente la mejilla, sorprendiéndome por completo, antes de salir para el trabajo. Una vez se ha ido, Chloe me tiene como objetivo de una mirada escéptica—. Si te acuestas con Lucas, deja que te lleve a control de natalidad. No te ofendas, pero realmente no necesitas quedarte embarazada en éste momento. Me quedo de pie, no sorprendida, pero de algún modo decepcionada—. No me puedo quedar embarazada si no estoy teniendo sexo. —Decido no llevar el desayuno que me hizo, y salgo fuera a encontrarme con Myles. —Todo el mundo está hablando de como tú y Lucas fueron héroes ayer por la noche. —Dice Myles cuando lo alcanzo en la acera. —Yo no hice nada. Fue Lucas. Niega con la cabeza hacia mí—. Hablé con él esta mañana. Dijo que estuviste tan metida como él. —¿Es así como te enteraste? ¿Por Lucas? —Estoy sorprendida que él llamara a gente a primera hora de la mañana para contarles eso. Niega con la cabeza—. April me lo dijo ayer por la noche. —¿Cómo lo descubrió? —Su hermano pequeño es amigo de Chris Andover. He oído que también estaba en el coche.

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Supongo que era uno de los pasajeros. Es increíble lo rápido que las noticias viajan aquí. Gwen está sobre mí en el momento en que llegamos a la escuela—. Acabo de enterarme. ¿Por qué no me llamaste? —Pronto, los estudiantes, los cuales sólo me habían mirado desde que empecé aquí, se me acercaron por primera vez y me preguntaron por más detalles. Incluso la persona que yo creo que es Chris Andover pasea junto a mí como si fuéramos mejores amigos—. ¿Puedes creerlo? Fui fichado por consumir bebidas alcohólicas. —Dice, riendo—. Grady esta en serios problemas. —Añade en un tono sorprendentemente despreocupado por su amigo. — Lo sé. —April chilla—. He oído que está en coma o algo así. Lara me dijo que su habitación está junto al final del pasillo junto a Derek Hoffman. Justo la semana pasada estaban los dos en la escuela y ahora están en el mismo piso del hospital. Te hace apreciar lo que tienes, ¿no? —Le pregunta a Myles, colocando su brazo alrededor de su cintura. Él asiente con la cabeza sin decir nada. Me doy cuenta de que éste Derek debe ser el que me chocó en el hueco de la escalera. —¿Escuché que el coche estaba en llamas cuando Lucas estaba tirando fuera a Grady? ¿Es cierto? Es tan valiente. —Me pregunta una chica que no conozco, agarrando mi brazo mientras habla. Niego con la cabeza y trato de alejarme de ella, pero me encuentro con otra persona en mi otro lado. Hay demasiadas personas tocándome y tratando de hablar conmigo, es abrumador e incómodo, y necesito un poco de espacio. Me doy la vuelta y paso por medio de las personas apiñadas detrás de mí—. Hey. —Alguien me grita. Con la cabeza baja, sigo caminando hacia la entrada de la escuela. Estoy casi en la puerta cuando una pared de músculos se interpone y planta sus dos manos en mis hombros—. ¿Cuál es la prisa? —Pregunta Lucas. Exhalo, aliviada de que sea él—. Somos famosos ésta mañana. Él asiente con la cabeza de manera cortante—. Parece que sí. —No me puedo creer lo rápido que todo el mundo se ha enterado.

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—Aquí tienes a Fort Upton. —Dice, anunciándomelo cuando pasamos por la puerta con una mano en mi espalda baja. —Idiotas. —Dice Gwen detrás de nosotros—. No te han dicho una palabra hasta hoy. Ahora que quieren todos los trapos sucios, actúan como si fueran tus mejores amigos. —Se calmarán pronto, y encontrarán algo más de que hablar. —Dice Lucas. Luego se vuelve hacia mí—. ¿Hoy estas bien? —Estoy bien. ¿Tu? Sus ojos se detienen en los míos mientras da un paso más cerca de mí—. Estoy bien. —Entonces se acerca, rozando con su mano mi mejilla. Gwen se aclara la garganta—. Así, um, sí. Os veré después, chicos. Le doy a Gwen un avergonzado saludo, pero Lucas no parece darse cuenta de su partida. —Quiero otra oportunidad. —Dice. —¿Otra oportunidad? Él asiente con la cabeza—. De nuestra cita. Éste viernes por la noche. ¿Estás dentro? Él está de pie tan cerca, me siento mareada—. Estoy dentro. —Respondo, feliz que mi voz suene normal a pesar de los gritos de alegría de colegiala que suenan en el interior de mi cabeza.

Me estoy muriendo de hambre cuando llego a casa. No tomar el almuerzo de Chloe por despecho era un movimiento estúpido. Me mantuve lejos de la cafetería porque no quería hablar más del accidente. La gente seguía acercándose a mí todo el día. Hice lo que pude para ignorarlos y rápidamente me miraron con desdén y me evitaron como a mí me gusta. Lucas lo manejó mejor. Era evidente que no estaba disfrutando de la atención, pero al menos les respondía y no era demasiado grosero. No puedo decir lo mismo de mí. En la cena de esa noche, Kyle hace el día de Penélope—. Vamos a casa de Papa el viernes para su cumpleaños. —Anuncia.

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—¡Sí! —Aplaude—. ¿Puedo ayudarle a soplar sus velas? —Por supuesto. —Chloe sonríe. Penelope estalla en aplausos de nuevo. Kyle me mira mientras su tenedor se detiene en el aire—. Estás invitada, también, Raielle. A mi padre realmente le encantó verte la otra noche. A él le gustaría si pudieras estar allí. Me trago mi lasaña—. Um, gracias, pero ya tengo planes. —¿Con Lucas? —Pregunta Chloe. Asiento con la cabeza. —Tráetelo. —Sugiere. Echo un vistazo a Kyle por su reacción. Él asiente con la aprobación. —Ven a la fiesta de cumpleaños de Papa con nosotros, Raielle. —Dice Penelope—. Pooooooorfavoooor. —Añade. —Lo están teniendo pronto para Penelope. Podréis tener un tiempo para vosotros dos después. —Sugiere Chloe. —Le preguntaré. —Contesto—. Y… gracias por invitarnos. Llamo a Lucas cuando regreso a mi habitación en la planta baja—. No puedo creerlo. —Dice cuando responde—. Mrs. Raielle Blackwood me está llamando por teléfono. Me rio de él. Nunca hemos hablado antes por teléfono. Por alguna razón, tener su voz directamente en el oído se siente más íntimo de lo que debería. —Ésta es la primera vez que tú has iniciado una conversación conmigo. — Dice con toda naturalidad. —¿Lo es? —Finjo no darme cuenta de ello incluso aunque sé que es cierto. Solo llamarlo me tomo un poco de charla interna. —Cierto es. Espero que se convierta en una costumbre. Me rio antes de tomar una profunda respiración decepcionada—. Acerca de la noche del viernes. —Empiezo—. Kyle y Chloe quieren que vaya con ellos a la fiesta de cumpleaños del padre de Kyle.

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Después de unos segundos de silencio, finalmente responde—: Está bien. — Dice con una voz plana. No estaba segura de sí extender su invitación imaginándome que él no querría ir, pero su sutil tono herido me hizo cambiar de idea—. Pero no quiero cancelar nuestros planes. Solo me estoy haciendo un lío con todo. Me dijeron que podía invitarte, pero lo entiendo completamente si no quieres ir. —¿Quieres que vaya contigo a la fiesta de cumpleaños, Raielle? —Suena inseguro. Cierro los ojos y sacudo la cabeza. Ahora le he hecho pensar que no quiero que venga conmigo. Realmente soy terrible en esto—. Sí. —Le contesto. Entonces le oigo reír en voz baja—. ¿Qué? —pregunto confundida. —Fue muy duro para ti admitirlo, ¿verdad? —No. —Le digo, con el ceño fruncido hacia el teléfono—. Estoy muy feliz de divertirte, Lucas. —Él es tan molesto. Ahora me pregunto si estaba algo herido—. Voy a terminar mi tarea. —No te entretendré. Pero siéntete libre de llamarme de nuevo si me echas de menos. —Bromea. —Sí. Deberías esperar junto al teléfono. Ríe, bajo y profundo—. Buenas noches, preciosa. Suspiro—. Buenas noches, Lucas. Después de otra hora estudiando, apago la luz, me acuesto en mi cama y miro las sombras del techo, mi mente demasiado ocupada para reducir mis posibilidades de dormirme. Siento el aleteo nervioso de mariposas persistentes desde mi conversación con Lucas. Él me llamó preciosa esta noche es ése tono de voz rico que trae toda la intensidad a su alrededor sobre mí. Todavía estoy teniendo un tiempo difícil creyendo lo que está pasando entre nosotros. De vuelta a casa, evitaba con facilidad establecer relación con las personas que me rodeaban. Iban y venían. Cuando se iban, no era gran cosa para mí. Pero aquí, es diferente. No estoy segura de cuál es su lugar, pero no quiero empujar lejos a Lucas como lo haría antes. No quiero que la forma en que me hace sentir desaparezca. Sé que es arriesgado estar con él, pero por una vez, quiero dejar de ser prudente y empezar a vivir mi vida. No quiero alejarme de la gente de Fort Upton. Si tuviera que irme mañana, las echaría de menos. Éste hecho debería asustar la mierda de mí. Pero no

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lo hace. Siento como una pequeña semilla de felicidad crece dentro de mí. Podría ignorarla o podría hacer algo realmente aterrador—podría alimentarla. Tal vez, incluso, podría verla florecer.

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12 Traducido por majuhenao y lausodie Corregido por Maia8 El plan es que nos reunamos con Lucas en la casa. Él y yo vamos a seguir a Kyle en su camioneta. Alec y Linda viven en Fort Upton, pero después de que Kyle tratara sin éxito de darme direcciones, decidimos que irnos en caravana era la mejor idea. Penelope está saltando arriba y abajo, emocionada de estar vistiendo su nuevo vestido rojo de pana con las mariquitas bordadas. —¿Te gusta mi vestido? —pregunta muchas veces. No me había dado cuenta que este era un asunto elegante, y yo aparezco en jeans oscuros y una camisa cuello de tortuga negra. Chloe me asegura que me veo bien. Pero no me siento bien. Me siento sorprendentemente nerviosa pensando que pasare toda la tarde con Lucas y mi nueva familia, a los que no conocía ninguno hace un mes. Se siente casi como si estuviera viviendo la vida de alguien más. El timbre suena justo a tiempo a las cinco en punto. Abro la puerta para encontrar a Lucas parado ahí viéndose tan satisfecho y perfecto que no puedo quietar mis ojos de él. Su rico cabello castaño está más peinado de lo usual, pero los olas rebeldes se mantienen tercamente donde la parte más larga se encuentra con el cuello de su camisa. Está vistiendo jeans desteñidos y una camisa Henley azul oscuro que complementa sus ojos azules oscuros. Esos mismos ojos están viajando a través de mí, y brillan con travesura cuando se encuentran con los míos, atrayéndome con esa electricidad que siempre zumba entre nosotros. —Hola —dice en una voz suave. Yo le sonrió justo cuando Kyle aparece a mi lado. —Hola Lucas. Él se vuelve un poco más sobrio mientras le devuelve el saludo a Kyle. Chloe y Penelope salen de detrás mío para saludar. Después de que Penelope obtiene un elogio de su vestido de Lucas, todos nos dirigimos a nuestros autos.

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—Relájate Ray —me susurra Lucas mientras caminamos hacia su camioneta. Yo tomo una gran bocanada de aire y le asiento. —Llame a los padres de Grady —dice una vez que nos acomodamos dentro—. Me dijeron que está en coma. Supongo que los rumores son ciertos. —Oh no —respondo, hundiéndome en mi silla, recordando la forma en la que se veía mientras Lucas lo sacaba del auto. —Tiene una inflamación en el cerebro, me dijo su papa. Todavía no saben si va a estar bien. —¿Cómo sonaba su papa? Lucas se encoge de hombros. Luego desliza su mano a través de la silla y envuelve sus dedos alrededor de los míos. —Sonaba como esperarías, no muy bien. Yo muevo mi mano hacia él a través de la silla para que no tenga que estirarse tanto para mantener su agarre en la mía. —Entonces, ¿esta fiesta es por el padre de Kyle? —pregunta, después de aclarar su garganta. —Sí —asiento. —Tu mamá estaba casada con él, ¿pero nunca lo conociste antes de venir aquí? —No. Nunca conocí a Kyle tampoco. —Él no se ve sorprendido por esto. Entonces asumo que lo sabía, probablemente por Chloe. —¿Cómo te estás llevando con Kyle y su familia? —Aprieta mi mano tranquilizadoramente. Tengo el presentimiento de que cree que no voy a responder a sus preguntas. Pero, para mi sorpresa, no me importa. —Nos estamos llevando bien. Kyle es muy bueno. Por alguna razón, creo que realmente quiere ser mi hermano. Lucas me mira sorprendido. —¿Por qué lo pones de esa forma?

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Yo miro hacia abajo a nuestras manos unidas, y me doy cuenta que me siento cómoda con él, incluso segura. Es tan inusual para mí sentirme de esta manera que me toma un momento para reconocerlo. —¿Raielle? —replica cuando no respondo. Pongo mis errantes pensamientos a un lado. —No lo sé —digo—. Nuestra madre huyó de él. Ella nunca me lo mencionó. Él no me debe nada. Yo no lo culparía si me resintiera. —¿Te resintiera? —pregunta sorprendido—. Tú no tienes nada que ver con eso. —Lo sé. Es sólo que todo esta tan confuso. Supongo que es duro saber cómo nos deberíamos sentir o que deberíamos ser el uno para el otro. Las luces de freno de Kyle brillan, y veo que está estacionando en frente de una verja desgarbada en la parte trasera alejada de la carretera. —Aquí debe ser —comenta Lucas, mirando con atención por el parabrisas a la entrada con columnas blancas y la calle circular. El patio tiene césped delantero circular con arbustos perfectamente podados. Mientras nos estamos bajando de nuestros autos, la puerta del frente se abre, y Alec sale. —¡Papá! —grita Penelope y corre a sus brazos que la están esperando. Veo muchos autos llenando la calle, y me pregunto si han invitado a otras personas. Cuando nos encontramos en la puerta del frente, Kyle presenta a Lucas a Alec y luego a Linda quien aparece en la entrada, haciéndonos entrar. —Tenemos algunos amigos aquí, también. Creo que los conocer a todos Kyle. Caminamos por una brillante alcoba iluminada por un tragaluz en el techo abovedado. El nivel del sonido aumenta mientras Linda nos guía dentro de una sala formal con una chimenea y dos grandes sofás beige que están uno frente al otro. Una pareja mayor se levanta cuando entramos, y siento a Lucas tensarse a mi lado. Yo lo miro con curiosidad, pero él no me reconoce. Asiento a cada persona que me presentan, y luego inmediatamente olvido sus nombres mientras ignoro la forma en la que sus ojos permanecen en mí.

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Imagino que debe haber habido mucha habla sobre mí cuando se dieron cuenta que me estaba mudando aquí. —Conocemos a Lucas —dice la mujer. Su cabello gris es corto, y tiene gruesos lentes salpicados con diamantes de imitación—. ¿Cómo están tus padres?—le pregunta. —Bien, gracias —responde él en ese frío tono sin emociones que viste como una armadura. Es el tono que usaba conmigo al principio y el que espero que nunca este dirigido a mí de nuevo. Yo me acomodo al lado de él en un sillón en la esquina de la habitación y tomo su mano en la mía. Esta vez soy yo la que lo está tranquilizando. Él me ofrece una sonrisa inquieta que no llega hasta sus ojos. Veo mientras Penelope corre alrededor, emocionada de estar aquí, preguntando cuándo vamos a tener el pastel de cumpleaños. Linda explica que hizo una cena buffet y nos dice que pasemos a servirnos. —¿Estás bien? —le pregunto a Lucas una vez que todos se empiezan a dirigir al comedor. Él asiente. —¿Quiénes son esta gente? —Conocen a mi familia por la iglesia —responde. —Pareció como si estuvieras molesto por verlos. —No ahora. ¿Está bien? —dice secamente, soltando mi mano y parándose. Por un momento, estoy muy sorprendida para moverme. Pero luego me paro también, propulsada por mi reacción a su tono. Lucas ha sufrido otro trasplante de ánimo. Decido poner un poco de espacio entre nosotros y me muevo hacia la chimenea donde hay muchas fotografías. Veo a un Alec más joven parado con un desgarbado Kyle adolecente quien está sosteniendo una pelota de fútbol. Luego hay una de Alec, Linda, y muchas otras personas paradas detrás de Kyle quien esta vestido con un birrete rojo y una toga. Al lado de esa hay una fotografía de Penelope abrazando a Alec. Cuando mis ojos vuelven a la foto de la graduación de Kyle, observo más cerca y jadeo. Pongo la foto abajo para verla mejor. —¿Qué pasa? —pregunta Lucas, moviéndose a mi lado para mirar la foto. Estoy viendo a una sonriente mujer rubia parada cerca de Kyle.

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—Ella se ve justo como mi madre. —Me giro con la foto en mi mano. Cuando veo a Penelope pasando, la paro—. Pen, ¿sabes quién es la mujer de esta foto? — Señalo la rubia. Ella la mira. —Esa es la abue. No la he visto en un largo tiempo. —¿Abue? —repito. —Esa es tu abuela Raielle —dice Chloe viniendo de atrás de Penelope. Miro a Chloe y luego de nuevo a la foto. —¿Cuándo murió? —pregunto, tratando de averiguar cuántos años tiene en la foto. Mi madre nunca me mostró ninguna foto de mi abuela. —Ve a buscar a papi —le dice Chloe a Penelope. Penelope mira a su mamá insegura—. Ve —la urge Chloe. Cuando Penelope se va, Chloe se gira hacia mí—. Ella no ha muerto. Pero no llevamos a Penelope a verla ya. Es senil, y no reconoce a Penelope. Eso las altera a las dos. —Está viva —susurro, y se siente como si mi corazón acabara de saltar hacia mi garganta—. Mi madre me dijo que sus padres habían muerto hace mucho tiempo. Chloe aprieta sus labios con desaprobación. —¿Dónde vive? —pregunta Lucas. —Está en una residencia de ancianos. —Los ojos de Chloe viajan entre Lucas y yo—. Siento mucho que no te lo hayamos dicho, Raielle. No nos dimos cuenta de que pensabas que estaba muerta. Ella no sabría quién eres de todas formas. Su mente se ha ido. —¿Qué residencia?—pregunta Lucas. —Es un lugar llamado Spring Valley. Pero realmente pienso que deberías hablar con Kyle sobre eso si quieres ir a verla. Asiento, recordando las palabras escritas en un pedazo de papel que Lucas me pasó en la escuela ese día. De alguna forma, sabía que iba a decir ese lugar. Antes de que las palabras dejaran su boca, lo sabía. Chloe sonríe dudosamente y se va hacia el comedor. —Ahí está tu conexión —afirma Lucas.

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Yo meneo mi cabeza tratando de procesar esto. —Mintió sobre tantas cosas —murmuro cerca de las lágrimas—. ¿Por qué mi madre fingiría no tener familia? Ellos han estado aquí todo el tiempo. —No lo sé —dice suavemente. Siento su brazo rodearme tranquilizadoramente. —Ahora tenemos una conexión, pero ¿qué quiere decir? —pregunto—. Necesito verla. La quiero ver de todas formas. —Ruedo mi cara hacia la de él—. Ella se ve tanto como mi madre. Si hubiera tenido la oportunidad de envejecer, se vería probablemente así. Sus ojos azules reflejan mi imagen aturdida. —Deberías hablar con tu hermano. Decirle que la quieres ver —dice. Yo asiento, sintiéndome confundida y traicionada por ella otra vez. Lucas entierra su nariz en mi cabello. —¿Ya hemos estado el tiempo suficiente? —pregunta. Está de vuelta en sí mismo otra vez, y yo decido no cuestionarlo mientras tomo

una

respiración

temblorosa,

sintiendo

mi

cuerpo

respondiendo

automáticamente a su cercanía. Estoy sorprendida por las libertades que se toma conmigo ahora, la forma en la que me toca y se para tan cerca de mí. No estoy acostumbrada a eso y de alguna forma incluso si me está volviendo intranquila, estoy disfrutando de ello. —No hemos comido todavía —digo. Suspira dramáticamente, pero me guía hacia el comedor. No tengo mucho apetito, pero la comida se ve muy buena. Linda puede cocinar, y obviamente se esforzó por Alec. Aprendí que Alec cumplió cincuenta y seis ayer, lo que lo hace casi una década mayor que mi mamá. Ella tenía sólo veinte cuando se casó con él y veintiuno cuando tuvo a Kyle. Era tan joven cuando empezó una familia aquí y luego huyó de ella. Terminamos quedándonos hasta después que Penelope y Alec soplan las velas de número cinco y número seis. Penelope hincha sus cachetes y sopla viento por sus labios redondos, aplaudiendo y chillando cuando las brillantes llamas se disuelven en humo. Mientras los aplausos mueren, Linda bromea que no puede encontrar un pastel tan grande como para que quepan cincuenta y seis velas

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individuales. Después de que pedazos de pastel se pasan alrededor, Lucas y yo nos despedimos y nos dirigimos hacia la fría oscuridad. —Tenía un plan para esta noche, pero estoy llamando a una audición —dice una vez que estamos en la carretera. —Está bien —respondo, viendo con atención por la ventana, sonriendo por su hablado en jerga de futbolista, preguntándome si esto es algún tipo de prueba. Mi mamá salió con suficientes fans de fútbol que yo inevitablemente absorbí el inservible conocimiento, aunque es muy conveniente en este momento—. ¿Cuál era el plan original y cuál es el nuevo? —pregunto. Cuando no responde de inmediato, me giro para ver su hermosa sonrisa. —¿Qué? —pregunto inocentemente. —Sabes que es llamar a una audiencia —dice, claramente impresionado. Yo me río, dándome cuenta que estaba en lo cierto sobre el tonto test. —Eres tan chico. Me señala. —No lo olvides. —Entonces, ¿los planes? —Pregunto, rodando mis ojos—. ¿Me vas a decir sobre ellos? —No. Voy a guardar mi primer plan como una sorpresa para otro momento. Esta noche, te quiero llevar a un lugar al que me gusta ir. —¿Dónde? —Ya verás. —Me mira y sus ojos brillan en la oscuridad. Algunas millas después, Lucas gira a una vía despavimentada y para detrás de una valla de cadena. Cuando miro por el parabrisas, veo un campo con un diamante de béisbol. Le doy a Lucas una mirada curiosa. —Aquí es —dice. Luego se gira hacia atrás y agarra una manta antes de salir de la camioneta. Yo apenas estoy poniendo mis pies en el piso cuando viene y coge mi mano. —Esto no es donde tu equipo juega, ¿verdad? —pregunto. Pensé que la escuela tenía su propia cancha de béisbol. Lucas se ríe.

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—No. Este es un pequeño campo de liga. Es donde yo jugué cuando era un niño. Miro las bajas gradas detrás de la primera y tercera base y trato de imaginarme a Lucas niño balanceando el bate y corriendo por las bases. —¿En qué posición jugabas tú? —Primera base, en ese entonces y ahora. —No tenía la impresión de que te gustara tanto el béisbol —comento mientras me guía abajo hacia una pequeña colina de prado. —Me encanta. Nosotros prácticamente no tenemos equipo aquí. El hockey es lo que se lleva en nuestro instituto. El béisbol ni siquiera se acerca. Me lleva a las gradas y una vez estamos los dos sentados en el banco de metal frío, se estira y me cubre los hombros con la manta. Me quedo quieta bajo ella,

preguntándome

cuántas

chicas

más

han

usado

esta

manta

tan

convenientemente guardada en el asiento trasero. Pero voy entrando en calor y eso me ayuda a apartar esos injusto e indeseados pensamientos de mi cabeza. —¿No tendrás frío? —le pregunto mientras me rodeo con la manta y me acurruco. Él parece sorprendido por mi preocupación, pero entonces sus labios se elevan. —Yo no tengo tu piel suave de la Costa Oeste. —Eh. —Finjo ofenderme antes de ofrecerle un sincero “gracias”. Entonces lanzo la mirada hacia el dosel de estrellas que titilan sobre nuestras cabezas, y me siento atraída por la belleza de ese lugar—. Esto es increíble. En la ciudad, nunca verás estrellas así —digo con la voz llena de reverencia. Lucas se acerca lentamente a mí para que nuestros hombros y nuestras piernas se toquen. Un escalofrío me recorre y soy superconsciente de que cada parte de su cuerpo estaba en contacto con el mío. —Te debo una disculpa —dice. Me giro hacia él y le miro a los ojos. Veo la misma intensidad que siempre parece estar ahí, pero esta noche está moderada por una dulzura que me sorprende. Su mirada está llena de una ternura que sé que no muestra a menudo, y

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no puedo evitar preguntarme por qué está ahí para mí. Me pregunto cómo me la he ganado. —Cuando me preguntaste quién había en la fiesta, no debí haberme cerrado en banda así —continúa. —Disculpa aceptada —digo sin dudar. Su sinceridad es demasiado obvia y la noche demasiado bonita para arruinarla guardando rencor. Él parece sorprendido. —¿Y ya está? —Y ya está. —Inclino la cabeza hacia él—. ¿Soy tan combativa que esperas una pelee por cualquier cosa? Me sonríe ampliamente. —Básicamente, sí. Me inclino más hacia él y me río. —Cállate. Su brazo rodea mi hombro, y me acercó a él. Después de estar sentados así en silencio durante un momento, Lucas dice—: La gente de la fiesta conoce a mis padres. —De la iglesia, dijiste. —Sí—.Deja escapar un profundo suspiro. Me incorporo y me giro hacia él. —Para que lo sepas, dudo que haya algo que puedas decir que vaya a escandalizarme o hacer que cambie lo que siento por ti. Roza mi mejilla con su mano. —No hablo de mi familia. La gente del pueblo o sabe la historia o no la sabe, pero nunca la oyen de mí. —Está bien. No tienes que contármelo, Lucas. —A pesar de su calma externa, veo la lucha interna en sus ojos—. Siento que las cosas vayan mal en casa. Él se encoge de hombros. —Está bien, normalmente. Pero odio cuando la gente me mira como lo hacían esta noche, joder.

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Su desdén repentino me sorprende. —¿Y cómo lo hacían? No me he dado cuenta. Me mira atentamente. —Me ven a tu lado como si tuviese todo bajo control, pero en el fondo saben que es mentira porque saben exactamente de dónde vengo. Me reclino para estudiar su cara. —No piensas eso de verdad, ¿no? —Frunce el ceño—. He visto lo rápido que se expanden los rumores aquí, pero no he oído ni una pala palabra sobre tu familia. —Ni la oirás —dice—. Eres una forastera. Además, tu hermano y su mujer se mueven en círculos distintos. Ellos tampoco podrían saber nada sobre mi familia. Pero eso posiblemente cambie pronto. Le dedico una mirada seria. —Sabes que sea lo que sea, a mí no me importa, ¿verdad? —No puedo evitar pensar que lo que quiera que sea que pasa en su familia, no puede ni acercarse a lo mala que es la mía. Pero aun así, desearía que confiase en mí lo suficiente como para contármelo. Su respuesta es un silencio escéptico—. Además —digo queriendo relajar el ambiente—, no parece que le importe a ninguna de las chicas del instituto. La última vez que lo comprobé, tu estatus de machote seguía vigente. Esto le saca una pequeña sonrisa. —Sólo hay una chica en el instituto que me interesa. —¿En serio? ¿Quién? Su sonrisa desaparece mientras acerca su cara a la mía. —Tú, Ray. Sólo tú —susurra. Puedo sentir su cálido aliento en mi mejilla. —Parece un nombre obvio —digo, también en voz baja—. Pero nadie me había llamado Ray antes. Creo que me gusta. Sus ojos recorren mi cara, parándose en mi boca, y empiezo a sentir un hormigueo en los labios como si estuviese besándome de verdad. —Eres mi rayo de sol —dice suavemente.

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Con eso me deja sin habla. Nunca hubiese adivinado que a Lucas se le daría tan bien ser cursi, pero sus palabras me encienden por dentro. Su expresión cambia al ver mi reacción, y me doy cuenta de que debe estar perfectamente claro para él cómo me siento. Sus ojos se vuelven líquidos mientras acerca sus labios a los míos. Sigo envuelta en la manta cuando siento que sus brazos se aprietan contra mí. Mi respiración se entrecorta en mi pecho cuando anticipo el momento en que sus labios tocarán los míos. Cuando finalmente lo hacen, su tacto es suave como una pluma, apenas tocando los míos. Nuestras respiraciones se entremezclan mientras besa sólo el lado de mi boca, muy despacio antes de rozar mis labios con los suyos hasta acabar en el otro lado, donde planta otro suave beso. Siento su mano subir por mi hombro hasta la parte trasera de mi cabeza. Sus dedos se enredan en mi pelo cuando usa su mano para acercar más mi cara a la suya. Entonces sus labios se apoyan sobre los míos, ejerciendo más presión esta vez, y toda la espera y la incertidumbre quedan satisfechas por la realidad de tener su boca firmemente contra la mía. Ahora me aprieto contra él, deslizando mis manos poco a poco fuera de la manta para llegar hasta él. Cuando enrollo su cuello con los brazos, su boca se abre, persuadiendo a mis labios para que hagan lo mismo, y nuestras lenguas se tocan vacilantes al principio, antes de empezar un baile lento e íntimo. Lucas me rodea por todas partes. Su olor, su tacto, su calidez me consumen, y todo lo que nos rodea se desdibuja y desaparece. Todo parece disolverse en la oscuridad y lo único que existe somos nosotros, en ese momento. Puedo decir con absoluta certeza que nunca he besado a nadie así, con todo mi corazón, con todo lo que soy. Y al darme cuenta de esto, sé que mis muros han caído. Si Lucas tiene algún tipo de herida ahora mismo, no puedo evitar esta acumulación de energía. En el fondo de mi mente entiendo lo peligroso que es, pero principalmente estoy agradecida de que Lucas sea un espécimen muy saludable de perfección física. Su cálida mano se desliza por mi hombro, y extiende sus dedos por la parte superior de mi camiseta, justo sobre mis pechos. Mi corazón continúa bombeando fuerte, y me pregunto si puede sentirlo en la palma de su mano. Empieza a deslizar su mano hacia abajo, por dentro de la manda, y mis dedos se tensan alrededor de los ricitos de su cuello. Su lengua sigue moviéndose contra la mía y su mano cubre mi pecho. Me recorre una sacudida y me sorprendo a mí misma cuando gimiendo en su boca. Esto parece desencadenar algo en él, y rodea completamente mi pecho mientras con su pulgar empieza a hacer círculos sobre mi pezón a través de la tela

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de mi suéter. Me arqueo en su mano, ansiando más. Hay una dolorosa necesidad entre mis piernas y junto mis muslos. Mi cuerpo sabe lo que quiere incluso mientras mi cabeza da vueltas con la sensación persistente de miedo de que esté perdiendo el control sobre mí misma. Mi mano se mueve hacia abajo por el pecho de Lucas hasta que encuentro el final de su camisa. La muevo un poco hacia arriba y deslizo mis dedos dentro. Los músculos de su estómago dan un brinco cuando mis dedos entran en contacto con su cálida piel. Presiono completamente mi mano contra los músculos de su abdomen, disfrutando de la sensación en mis dedos, cuando él inesperadamente agarra mi muñeca para detenerme. Sin ningún tipo de aviso, Lucas se zafa de mí, separándome cuidadosamente de él. Los dos estamos respirando fuerte, y él parpadea frente a mí como si no lograse verme enfocada. Masculla algo que no consigo entender antes de pasarse una mano por el pelo. —Necesitaba parar. Se estaba poniendo… —se detiene y me dedica una sonrisa sexy aunque sacuda la cabeza al mismo tiempo. Mi tensión interna es difícil de aliviar y cierro los ojos intentando deshacerme de ella. —¿Estás bien? —pregunta vacilante—. Lo siento si ha sido demasiado… —No, no lo ha sido —le interrumpo, abriendo los ojos y viendo su mirada preocupada y su desaliñado pelo. Debería avergonzarme mi comportamiento, pero no es así. Mi única preocupación es que ha parado, que ha sabido controlarse mejor que yo. Se restriega las manos por la cara unas cuantas veces. —Se está haciendo tarde —dice. Yo asiento. —Debería llevarte a casa. Ninguno de los dos se mueve. Dejo que la manta se caiga. De repente, tengo demasiado calor bajo ella. Lucas coge mi mano y acerca su cara a la mía. Me vuelve a besar. Esta vez es suave y tierno, pero ahora se está conteniendo. Entonces se levanta, arrastrándome con él, y me rodea con los brazos. Apoyo mi cabeza en su hombro mientras lo abrazo, sintiendo los duros músculos en su espalda bajo mis manos. Nunca me he permitido sentirme así por otra persona. Es a la vez aterrador y estimulante. Me digo a mí misma que es porque nunca he conocido a alguien como Lucas. Hasta cierto punto, estoy orgullosa de mí misma. Mi incapacidad de

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crear conexiones ha sido mencionada por muchos trabajadores sociales y profesores. Si pudiesen verme ahora… Bueno, igual no ahora mismo, me sonrío. Lucas me suelta, y entonces se agacha para coger la manta. Todavía siento todo mi cuerpo ruborizado mientras caminamos de la mano de vuelta a su camioneta. En el silencio, mi mente ya está repitiendo la noche una y otra vez, y recuerdo cómo empezó. Deseo que me hubiese contado lo de su familia. No entiendo cuál podría ser el gran secreto. Pero yo tampoco le he contado todo sobre mí. Los dos hemos ocultado secretos esta noche. —¿Vas a hablar con Kyle de tu abuela? —pregunta una vez hemos llegado a la camioneta. Cuando se gira a mirarme mi temperatura se dispara cuando recuerdo la sensación de sus labios en los míos. Entonces me doy cuenta de que está esperando a que conteste su pregunta. —¿Qué pasa? —pregunta. —Nada —contesto sonriéndome. Recuerdo su pregunta y otra que ha estado preocupándome esta noche—. Si mi abuela está tan senil, me pregunto si de alguna forma el conserje se está aprovechando de ella o algo. Ya no hay duda de que es la persona que vi en San Diego. O quizás Kyle conoció a Rob Jarvis en la residencia y lo mandó a San Diego para vigilarnos. Kyle sabía de nosotros hacía un par de años por entonces, y había intentado conseguir mi custodia. Quizás él lo contrató para reunir información para la solicitud de la custodia. —Quizás podrías centrarte en el hecho de que tienes una abuela a la que vas a ver por primera vez y no preocuparte por el resto ahora mismo. Respiro hondo y le sonrío. —Lo sé. Es una sensación agridulce por lo que Chloe dijo sobre que posiblemente no sabrá quién soy, pero me alegra poder verla. ¿Tus abuelos siguen vivos? —pregunto. —Sí. Están jubilados en Florida. Solíamos ir a verlos cuando era un niño. Fuimos a Disney World juntos un año. —Guau —me río—. Eso suena tremendamente normal, Lucas. Él sonríe melancólicamente mientras mira la carretera. —Sí, ¿verdad?

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Cuando llegamos a casa de Kyle, veo que las han dejado las luces de fuera encendidas para mí, y hay un ligero brillo en la ventana de la sala de estar. —Te acompañaré a la puerta —dice—. Quiero que tu hermano sepa que soy un caballero. —Me guiña un ojo antes de salir y dirigirse hacia mi puerta. La abre y me lleva por el camino de entrada con la mano ligeramente apoyada en la parte inferior de mi espalda—. Lo he pasado muy bien —dice. —¿A pesar de haber tenido que asistir a un cumpleaños familiar? — pregunto. —Cualquier momento que pueda pasar contigo es bueno, Ray. Puedo sentir mis mejillas sonrojarse. Cuando él saca su sonrisa traviesa, sé que se ha dado cuenta. —Buenas noches. —Me besa en la mejilla y entiendo que es porque puede que tengamos público. —Buenas noches. —Entro dentro y espero a que Lucas esté de nuevo en la camioneta antes de cerrar la puerta. La casa está en silencio. No veo signos de que haya nadie despierto. Apago las luces y bajo a mi habitación. Mi cabeza está llena de pensamientos sobre Lucas mientras me cambio para meterme a la cama. Nunca pensé que podría sentirme tan conectada con alguien en tan poco tiempo. Es como si esos espacios vacíos que hay dentro de mí y que yo he aceptado como parte de quien soy desapareciesen cuando estamos juntos. Solía mirar con desaprobación a las chicas que hablaban con entusiasmo de sus novios y no podían soportar alejarse de ellos. Yo nunca sería así, pero quizás ahora las podía entender un poco mejor. Me quedo dormida sin un mensaje de buenas noches de Lucas por primera vez en toda la semana. Pero me acaba de dejar en casa, y un buenas noches en persona es mucho mejor de todas formas.

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13 Traducido por Júls y electra@ Corregido por Neptbell —¿Te lo pasaste bien en la fiesta de cumpleaños, Raielle? —pregunta Penélope. —Claro. ¿Y tú? —pregunto mientras me siento en el sofá de la sala de estar detrás de ella. Ella está sentada en la alfombra, pintando un libro de colorear con lápices. Se sienta para mirarme—. Ayudé a Papá a soplar las velas. ¿Me viste? —Lo hice. Hiciste un gran trabajo. —Puedo ayudarte a soplar tus velas en tu fiesta de cumpleaños también. — dice ella. —Realmente apreciaría la ayuda. Gracias. —El cumpleaños de Raielle no es hasta verano, ¿no? —Dice Kyle, entrando en la habitación. —Junio. —confirmo. Me alegro de verle ya que es a quien estaba buscando cuando llegué aquí. —Mi cumpleaños es en Octubre. —me informa Penélope. —¿Puedo hablar contigo un momento? —le pregunto a Kyle. Él asiente con la cabeza—. Vamos a dar un paseo. —Termina de pintar, Penélope. Mamá quiere darte el baño cuando termines. —Kyle juega con su pelo cuando pasa por su lado. Ella se ríe en respuesta. Es una mañana brillante. Una cálida brisa empuja algodonosas nubes en el cielo. Sigo a Kyle a la acera, y camina lentamente hasta que llego a él. — ¿Se trata de Lucas? —pregunta. —No, en realidad, es sobre la abuela. ¿No te lo dijo Chloe? Él asiente con la cabeza rápidamente—. Cierto. Sí, lo hizo.

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—Me gustaría verla. —¿Chloe dijo que Ángela te dijo que estaba muerta? —pregunta, su disgusto por nuestra madre es obvio en la mueca de su cara. Asiento. Kyle niega con la cabeza por la mentira de nuestra madre—. Puedo llevarte a verla si quieres, pero no podrás tener una conversación real con ella. Podría incluso no darse cuenta de que estás ahí. —Todavía me gustaría ir. —Bien, entonces. —dice, mirando pasar un coche. —¿Eras cercano a ella? —le pido, temiendo la punzada de celos que estaba esperando si respondía sí. Piensa por un minuto antes de contestar. Entonces él se encoge de hombros—. En realidad no. Era una persona difícil para acercarse. Nunca fue la abuela estereotipada que hornea galletas y cosía suéteres. —¿Cómo era ella? —Era una especie de mariposa social. Tenía un montón de amigos. Siempre había gente a su alrededor. Nuestro abuelo murió hace mucho tiempo, en la época en la que Ángela todavía estaba aquí. Así que la abuela vivía sola, pero ella siempre tenía la casa llena por sus amigos. —¿Hace mucho tiempo está en la residencia de ancianos? —pregunto. —Alrededor de dos años. —¿Sabía dónde estaba mamá? ¿Sabía sobre mí? Suspira—. No. No sabía más de lo que nosotros lo hacíamos. —No lo entiendo. —le digo, sintiendo la familiar frustración brotando dentro de mí—. ¿Por qué me hizo creer que ella era la única familia que tenía? Kyle se detiene, y me doy cuenta de que yo también me había detenido. Él coloca sus manos sobre mis hombros—. No lo sé, Raielle. Me gustaría saberlo. Siento mucho lo que te hizo pasar. Doy un paso atrás para romper nuestro contacto—. No tienes que sentir lástima por mí. Ella me quiso, Kyle. A su modo masivamente desordenado, sé que lo hizo.

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Se frota una mano por la cara—. No quieres decir nada malo sobre ella. Te admiro por eso, por tu lealtad. Pero es posible que tengas que enfrentarte al hecho de que ella te mantuvo lejos por sus propias razones egoísta. —¿Qué razones? —le pregunto, intentando controlar mi temperamento brusco. Él me mira con simpatía—. Tal vez nunca sepamos la respuesta a eso. Quiero gritarle que está equivocado, pero me trago las palabras con las lágrimas que amenazan a formarse. Kyle tiene sus propias razones para odiarla, pero de alguna manera, creo que está equivocado en esto. Mi madre siempre me dijo que nos teníamos la una a la otra en este mundo y que nosotras éramos las únicas que podíamos hacer lo que hacíamos, curar a la gente. Ella dijo que era importante que no le dijéramos a nadie. Eso era bastante fácil de creer cuando pensaba que solo estábamos nosotras dos. Pero ahora que sabía que teníamos toda una familia aquí, de la que ella no se molestó en hablarme, no puedo evitar preguntarme si también me mintió sobre nuestro poder—. ¿Podemos verla el domingo? —pregunto. —No puedo el domingo. Penélope tiene una fiesta de cumpleaños y Chloe quería aprovechar el par de horas sin niños para hacer unos recados. —responde—. ¿Qué hay de la noche del lunes? Asiento, tragando mi impaciencia—. Está bien. Lunes. —Ahora, acerca de Lucas. —comienza Kyle. Su tono serio me dice que este tema no aligerará mucho el ambiente—. Aprendí algunas cosas sobre su familia la última noche. Me doy cuenta de inmediato de que la gente de la iglesia de Lucas habló con Kyle anoche, lo que es exactamente lo que Lucas temía. —¿Te contó sobre su madre? —pregunta Kyle. Niego con la cabeza. Una parte de mi quiere detenerlo, porque oír la información de esta manera parece una traición. Pero quiero saberlo con demasiada fuerza como para hacerlo. Kyle desliza sus manos en los bolsillos, y sus ojos se vuelven cautelosos—. Está enferma, Raielle. Eso es lo que los amigos de Alec nos dijeron ayer. Lo miro con curiosidad—. ¿Y? ¿Qué significa eso? ¿Qué está mal con ella?

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Exhala con fuerza—. Ella es una enferma mental. —aclara—. Tengo entendido que es peligrosa. No creo que quiera que la conozcas, honestamente. — ¿Qué es exactamente lo que los amigos de Alec te dijeron? —La han visto caminando por su barrio, gritando cosas al azar, murmurando para sí misma. Ella se pone de pie en la iglesia gritando sobre el mal que hay dentro de ella. Se lastima y quiere hacerle daño a su familia. Estoy mirando a Kyle pero estoy de vuelta a la noche anterior, y a la renuencia de Lucas de contarme nada de eso—. ¿Qué quieres decir con que quiere hacer daño a su familia? —pregunto. —Ella intentó quemar su casa con todos dentro. Mi boca se abre—. ¿Qué? —Fue en algún momento del año pasado, me dijeron. Ella comenzó el incendio en el sótano. Entonces salió a la calle y se sentó en el césped delantero para verlo. Eran las dos de la mañana. El resto de la familia estaba durmiendo en sus habitaciones. —Oh, dios. —me llevo la mano a la boca abierta—. Pero nadie salió herido, ¿verdad? —Una alarma de incendios se activó antes de que se extendiera demasiado. El padre de Lucas fue capaz de apagarlo. La enviaron a una institución después de eso para que consiguiera ayuda. Pero ella volvió hace tiempo y aparentemente no ha cambiado mucho. Aparto la mirada de Kyle, mirando las grietas irregulares de la acera en su lugar. Mi corazón se está rompiendo por Lucas. No tenía ni idea de que estaba lidiando con algo como esto. Nunca me dio ningún indicio de ello. Pero luego me doy cuenta. Me pregunto si podría ayudarla. Me pregunto si una enfermedad mental es como una física. Nunca he usado mi don de curación para algo como esto antes, porque nunca me encontré con algo así. Lo más cerca que estuve de algo así fue cuando le pregunté a mi madre si podía curar su adicción. Ella se rio de mí, diciendo que había estado tratando de hacer eso durante años y me reto a probarlo. Lo hice, pero nada ocurrió. No había nada roto, o desgarrado, o diferente dentro de ella haciendo que abusara de las drogas y el alcohol. No había nada que curar. Irónicamente, tampoco podíamos curarnos a nosotros mismos. La razón tenía algo que ver con necesitar dos fuentes de energía, como una especie de Ying y Yang que

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se requería para crear la reacción necesaria. Nunca lo entendí del todo porque mi madre no podía explicármelo de forma coherente, haciéndome creer que ella tampoco lo entendía en realidad. Yo tampoco entiendo cómo podemos ser las únicas personas en el mundo con el don para curar. Eso no tiene sentido. Pero no podía colocar exactamente anuncios en el periódico buscando a los otros, y en Google no había ningún tipo de ayuda. ¿Pero imaginar que podía curar a la madre de Lucas? Si había algo en su cerebro que pudiera curar, simplemente tocándola ya lo sabría. —No quiero que vayas ahí. —dice Kyle con rigidez, con lo que llevo mi atención a él. Lo miro, dándome cuenta lentamente de que me lo está ordenando. —Él puede venir aquí y podéis ir a sitios juntos, pero no te quiero en su casa o en ningún sitio cerca de ella. ¿Me entiendes, Raielle? Quiero reír con incredulidad ante su repentina orden. Estoy lista para protestar y decirle lo ridículo que es, pero entonces lo pienso mejor. He estado corriendo toda mi vida por mucho tiempo. Si él quiere pensar que ha hecho bien su trabajo, seguiré adelante y lo dejaré, solo que yo lo sabré mejor—. Bien. —le digo. Sus cejas se levantan—. No quiero ser injusto con Lucas, pero no es de él de quien tengo que preocuparme. Es de ti. —sigue explicando. Asiento—. Lo entiendo. Si lo que has oído es verdad, estoy segura de que él no está exactamente corriendo para invitar a sus amigos de todos modos. —Probablemente tienes razón. —Se pasa la mano por encima de la cabeza antes de meterla de nuevo en el bolsillo, viéndose incómodo. Luego cambia de tema—. ¿Necesitas un aventón al trabajo hoy? —No, está bien. Caminaré. Cuando entramos, reviso mi teléfono. Tengo un mensaje de Gwen, pero de nadie más. Quiero llamar a Lucas, pero no estoy segura de sí debería. Fingir no saber nada sobre su madre parece el camino que debería seguir. Pero si le llamo, ¿qué voy a decirle? Al final, me decido por no llamar en este momento y preocuparme por ello después.

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Jacinda es una estudiante universitaria que ha optado por tomarse un año sabático para descansar. Eso es lo que me dijo cuándo se presentó como la sobrina del dueño y mi compañera en la heladería durante la mañana. Pensé que era una especie de juego de palabras cuando lo dijo, pero su parloteo ajeno me dijo todo lo contrario. Rápidamente, me di cuenta que podría crear una conversación con la pared si yo no estuviera aquí—. Mi novio me llevará a algún sitio esta noche, por lo que tendría que irme un poco pronto si esto te parece bien. —Dice cuando apenas llevamos media hora de nuestro turno. —Um, está bien. —respondo, dándome cuenta de que al ser la sobrina del jefe, se toma más libertades. —Tengo un nuevo tatuaje sorpresa para él. ¿Quieres verlo? —pregunta. Ella es atractiva, con el pelo largo y ondulado recogido en una cola de caballo. Los vaqueros ceñidos revelan el tipo de curvas por la que los chicos se vuelven locos. Junto a ella, probablemente parece ante los ojos de la gente, que tengo mucho que madurar. Vacilo—. Eso depende. ¿Dónde está el tatuaje? Ella se ríe—. Relájate. No me voy a bajar los pantalones ni nada. Este justo aquí. —Se me acerca, levantando el borde de su camiseta negra por encima un lado de su torso. Allí, viéndose roja y enojada, está el tatuaje con costras incrustadas de una pantera que abarca desde el lado de su cabeza junto al ombligo hasta la cola levantada dirigida hacia la columna vertebral. —Wow. —Me estremezco mientras admiro el arte de esta—. Tuvo que doler. —Como una perra. —ríe. —¿Cuál es el significado de la pantera? —Es bruja. —dice ella—. Así es como me llama mi novio. —Ahh —asiento con la cabeza, no estoy segura que me gusta ese apodo, pero lo que sea. —Tu nunca volviste a mi. —En la puerta de paletas que se columpiaban abiertas, haciendo que el aire frío del exterior flotara dentro. Me vuelvo para ver a Gwen, vestida con lo que parece un traje escocés de colegiala, camino hasta el mostrador—. Lo sé, lo siento. Jacinta esta es mi amiga Gwen.

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Jacinta le da un poco de coba—. Voy a reponer los ingredientes —dijo. Luego desapareció en la parte posterior. —¿Y? —pregunta Gwen con impaciencia—. ¿Cómo estuvo tu cita con Lucas? Justo en ese momento, la puerta se abre y entran un par de adolescentes andando. Ellas están hablando la una a la otra y enviando mensajes de texto al mismo tiempo. Gwen espera mientras pongo una bola en sus conos y les doy el total. Una vez que se fueron, sus ojos están expectantes. —Fue realmente agradable —dijo y sentí mis mejillas enrojecer. —Oh mi dios. Mírate. Estuvo más que agradable. Le sonreí. Estaba segura que no sabía sobre la mamá de Lucas o me lo hubiera dicho. —Así ¿Qué hiciste exactamente? —pregunto, descansando su brazo encima del mostrador. —¿Quieres que te bese y te lo diga? —bromeo. —¿Eso es todo lo que hiciste? ¿Un beso? —ella levanta sus cejas sugestivamente—. ¿Y cómo fue eso? —pregunta, pareciendo más decepcionada por lo que no sucedió. —Fue memorable —evadí. Nunca he tenido una charla de chicas como esta y hasta el momento, no era muy cómodo para mí. —Uh, uh y si tú te cayeras por un precipicio, probablemente dirías al golpearte en el suelo que picaba un poco —ella río de su propia broma. Me encojo de hombros con una sonrisa, pensando que es una buena comparación. Caída libre por un precipicio es una perfecta manera de describir como me sentí cuando Lucas me estaba besando. —Así que, ¿vais a salir de nuevo este fin de semana? —preguntó, bajando su voz mientras Jacinta reaparece con los cubos de dulces. —No, no lo creo. No he hablado con él desde anoche. —¿Quieres venir? ¿Podemos ver una película o algo así? —ella mira la galleta de oreo que Jacinda está vertiendo en un recipiente de vidrio.

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—Seguro. Um, ¿te gustaría un helado Gwen? Volvió su atención a mí—. ¿Qué? No, mejor no. Este trabajo tuyo podía ser peligroso si vengo aquí muchas veces. Te recojo después.

Decidí llamar a Lucas el domingo por la tarde. No he sabido de él desde que me dejó el viernes por la noche, pero eso no fue hace mucho. Odio esto de estar mirando el teléfono, queriendo que me llame. Mi instinto me dice que si todo estuviera bien, él me habría llamado. Pero mi cabeza está diciendo que eso es ridículo. Nosotros no nos conocemos mucho. No estamos en el Chat cada día. Pero tengo una buena razón para estar en contacto con él. Quiero decirle que Kyle me lleva a visitar a mi abuela después de clase mañana. Cuando escucho su buzón de voz, vacilo un poco antes de decir—. Hey soy Raielle. Espero que hayas tenido un buen fin de semana. Llámame si puedes. Tengo algunas noticias. Luego vuelvo a estudiar. La casa está en silencio. Estoy sola en casa. Ahora veo mi teléfono aún más cerca, lista para tirar el pedazo de metal y plástico completamente silencioso por la ventana al momento de la cena. Esta vez, sé que algo no está bien y con lo que sé sobre su mamá ahora, me estoy empezando a preocupar. Como no tengo planeado acechar su casa o preguntarle a Myles sobre él, no tengo ninguna manera de averiguar lo que está pasando hasta el lunes. En el mejor de los casos, todo está bien y yo soy una completa paranoica y muy obsesiva por él. Eso en realidad me hace sonreír. ¿Quién hubiera pensado que me iba a desmayar por un chico? Por lo general soy conocida como alguna variación de la reina del hielo en todos los colegios en los que he asistido. Pero de alguna manera Lucas ha cambiado eso. ¿Entonces por qué mi instinto está inquieto diciéndome que algo está mal? De camino al colegio la mañana siguiente, hay una tensión palpable entre April y Myles. Ella suelta monosílabos en respuesta a sus intentos de conversación, él solo está en silencio mientras caminamos hacia el edificio, les adelanto mientras me anoto mentalmente preguntar a Myles sobre qué diablos pasa entre ellos cuando lo vea más tarde. Lucas no me devolvió la llamada de ayer, me siento ansiosa ante la idea de volverlo a ver. Superé la primera clase, casi me animo cuando Tucker llega y se sienta al otro lado de la habitación con la chica que generalmente habla con Lucas. Trato de

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no mirar hacia la puerta cuando entra. Mi corazón empieza a martillar cuando le veo. Levanta la vista, me mira y luego mira hacia otro lado cuando le sonrío. Mi sonrisa se tambalea a medida que veo que estudia la habitación, pareciendo inseguro de donde sentarse. Luego se apodera de él un tipo de resignación, coge el asiento vacío a mi lado, todo ello sin mirarme. Agarro mi lápiz con fuerza mientras me doy cuenta que mis instintos estaban en lo cierto. No haber escuchado nada de él desde el viernes por la noche significaba que algo estaba mal. ¿Algo así como arrepentimiento de su parte quizá? —Hey —le dije en voz baja. Sus ojos se desplazaron a mí—. Hey — respondió con voz monótona. Como si estuviera hablándole al cartero. —Te dejé un mensaje —dije confundida por su frialdad. Si estuviera arrepentido de lo que pasó entre nosotros, debería decírmelo, no actuar así conmigo. El asintió—. Si lo recibí —luego sacó su lápiz y cuaderno de la bolsa y mantuvo los ojos sobre ellos cuando los colocó sobre el escritorio. —¿Está todo bien? —pregunté, ignorando la sensación de hundirme dentro de mí y todavía queriendo darle el beneficio de la duda. —Claro ¿Por qué no lo estaría? —responde, volviéndose hacia mi casualmente, antes de descartarme nuevamente. Volvió ese tono carente de emociones en su voz y escucharlo es como un cuchillo que perfora mi corazón. Sacudí mi cabeza y sonreí a mí misma miserablemente. Debería haberlo sabido mejor. No crear vínculos personales porque la gente siempre te falla. Así es como funciona siempre. Debería haber recordado esto antes de tirar todas mis lecciones duramente aprendidas por la ventana por Lucas Diesel, soy una idiota. Una sesión de besos increíbles y estoy lista para saltar a una relación con él. En realidad estaba esperando que me llamara. Estaba esperando cosas de él. Bueno, si él quiere actuar de esta manera, recibirá lo mismo que da. Puede actuar como quiera, pero desde ahora todo lo que obtendrá de mi parte será una actitud más fría que el hielo. Pasé el resto de la clase intentando pensar una resolución cuando sonó la campana, soy capaz de recoger mis cosas y dirigirme a la puerta tan calmadamente

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como sea posible. No me echo a llorar cuando Lucas se dirige hacia la chica duendecillo, se pone a charlar con ella, sin hacer caso de mí como el resto de la gente. Así es como voy a sobrevivir el resto del día, fingiendo que estoy bien, incluso mientras mis lágrimas nadan justo debajo de la superficie. Ignoro a Lucas toda la mañana y hasta donde yo sé, él tampoco intenta hablar conmigo. Me siento y me río con Gwen en el almuerzo, sin hacer alusión al nudo de decepción retorciéndose dentro de mí. Incluso me agarro de Myles al final del día y le pregunto qué está pasando con April. —Conocí a alguien. —dice con una sonrisa vacilante. Alzo las cejas, curiosa hacia él. —Trabaja en la tienda de mascotas donde adquirimos la comida de DJ. Comenzó la semana pasada… —¿DJ? —Pregunto—. ¿Tienes un perro? —Tortuga. Me río, y es la primera sonrisa auténtica que he tenido durante todo el día— ¿Tienes una tortuga de mascota? Parece ofendido—. Tengo un acuario. Las tortugas son grandes animales domésticos. Son tranquilas y no tienes que salir con ellos. No comen mucho tampoco. —Bueno es genial Myles. Estoy feliz de que conocieras a alguien— le digo, y lo digo en serio. Es una persona realmente agradable. La gente agradable merece ser feliz. Normalmente no funciona de esa manera. —April está de acuerdo. —¿Cuál fue su reacción cuando se lo dijiste? ¿Ella tenía alguna idea? —En realidad —se evade—. Solo le dije que deberíamos ver a otras personas. Esto me sorprende, y no puedo evitar sentirme decepcionada con él, de todos los chicos en realidad—. Deberías decirle la verdad. Si ella verdaderamente siente algo por ti, se lo debes —enganché mi bolso sobre mi hombro, completamente molesta. Eso hace que diga cosas que no tenía intención de decir— Por cierto, la advertencia que me diste sobre no retener a Lucas. Se lo diste a la persona equivocada. Me mira confundido.

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—Te veo después. —tras eso, empiezo mi camino a casa. Cuando me llama, sin girarme, levanto mi brazo con un saludo descuidado y continuo andando, decidida a poner mis prioridades en orden.

El centro de asistencia de Spring Valley es un edificio de ladrillos bajísimo a diez kilómetros de Fort Upton en un pueblo llamado Springfield. Es una noche un poco fría, y estoy temblando miserablemente en el asiento del pasajero mientras Kyle aparca en el lugar, prácticamente vacío. Lo sigo al vestíbulo del edificio. Es un cubículo con un escritorio de asistente, pero es luminoso y cálido, suspiro de alivio cuando el frío disminuye.

Mirando alrededor, me pregunto si Rob Jarvis está

trabajando esta noche y cuál sería su reacción si me ve. —Vinimos a visitar a Cora Crawford —dice Kyle al hombre mayor que nos mira a ambos. Mis oídos se animan ante el apellido de mi abuela. Sabía que su primer nombre era Cora, pero creo que nunca había oído su apellido. Debe ser el nombre de soltera de mi madre, también. ¿Cómo podía no saberlo? Kyle le dio información, y cuando el encargado localiza algo en el ordenador, hace un gesto para que vayamos al interior. —¿Por qué necesitan seguridad aquí? —Pregunto mientras avanzamos hacia un pasillo con ascensor. Hay un olor fuerte a antiséptico en el aire. —Cualquiera puede entrar y tratar de aprovecharse de los residentes. Muchas de estas personas no recuerdan a sus familiares ni quiénes son. Supongo que es con la intención de mantenerlos a salvo. —Cuando se abre el ascensor, entramos y Kyle presiona el botón de la tercera planta. Subimos en silencio. Cuando las puertas se deslizan para abrirse, veo que hay otro escritorio y una sala de estar en el comienzo de un largo pasillo. Una mujer de pelo corto está tras un escritorio, parecía que reconocía a Kyle—. No te hemos visto por aquí desde hace un tiempo. —comenta mientras sus ojos viajan hacia mí y se agrandan. —Ella es mi hermana, Raielle —hace un gesto en mi dirección, pero parece desconfiar.

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Ella asiente—. No veo el parecido. No sabía que tenías una hermana. — entrecierra sus ojos mirándonos. —¿Cómo está mi abuela? ¿Está despierta? —pregunta. Me alivia saber que no va a molestarse con la historia de mi repentina aparición aquí en la ciudad. —Está despierta. La he sentado frente a la ventana, como siempre. —Vamos —me dice. Empiezo a seguirlo por el pasillo. Puedo sentir los ojos de la mujer en mi espalda todo el camino. —Aquí. —dice antes de llevarme a una pequeña habitación poco iluminada. Miro alrededor y veo una cama de hospital frente a un gran ventanal que da a la carretera lejana. Fuera, las luces blancas y rojas iluminan el paso, viajando en direcciones opuestas. Entre la cama y la ventana hay una silla. Está de espaldas a nosotros, y desde atrás puedo ver que hay una mujer con el pelo fino desordenado. —Hay alguien a quien tienes que conocer, abuela. —dice Kyle. Se mueve hasta quedarse frente a ella, la espalda apoyada en la ventana y señalándome. Ando despacio, con los ojos sobre ella mientras rodeo la silla. Una vez la veo de perfil, su parecido con mi madre es inmediatamente evidente. La inclinación de la nariz y la elevación de la barbilla son familiares para mí. Pero su pelo despeinado y sus desenfocados ojos azules pertenecen a un extraño. Es ligera y está encorvada, sentada rodeada por un camisón blanco que la cubre desde el cuello hasta los tobillos. En ningún momento se mueve o nos indica que sabe que estamos allí, pero sus ojos parecen seguir las luces moviéndose en el exterior de su ventana. Puedo ver los puntos reflejados en su mirada vidriosa. —Esta es Raielle, tu nieta. —explica Kyle. Ambos la miramos y observamos su inmovilidad. Él me mira y me sonríe con tristeza. —¿Esto se debe a la senilidad? —susurro con escepticismo. Ella parece catatónica. Él se mueve incómodo—. Es lo que los médicos nos dicen. No han sido capaces de encontrar nada más—. —¿Apareció lentamente? —pregunto. —Empezó con cosas pequeña, como olvidar donde puso las cosas, pero fue evolucionó rápidamente. Finalmente, tuvimos que traerla aquí, y desde el último año, ella ha estado así.

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Estoy junto a Kyle y la miro. Pasan algunos momentos de silencio antes de que un escalofrío ansioso pase por mí. Siento un aleteo suave en mi estómago, pero no es la sensación familiar que tengo cuando estoy cerca de una persona enferma. Sin embargo, sí que es algo similar. De repente, una abrumadora necesidad de coger a mi abuela me recorre—. ¿Puedo pasar unos minutos a solas con ella? — pregunto. Los ojos de Kyle se ensanchan con sorpresa. Esas palabras habían salido de mi boca incluso antes de que las pudiera pensar. Me apresuro a decir una excusa creíble—. Es como un gran momento. Me gustaría estar un rato con ella, a solas. ¿Te importa? Él parece indeciso mientras me estudia—. Está bien. —dice finalmente—. Voy a estar en el pasillo junto al ascensor para cuando termines. —Gracias. —le respondo, aliviada pero también nerviosa. Miro la lenta respiración de mi abuela mientras Kyle hace su camino hacia el pasillo. Una vez estoy segura de que su audición está fuera del alcance, llevo mis dedos a ella. Su mano marchitada, salpicada por manchas por la edad, descansa en su regazo. Paso mis dedos ligeramente por su piel, y de inmediato una intensa vibración viaja de mi a ella. Me doy cuenta de que gira su cabeza a mí, y salto hacia atrás, agarrando mi mano, asustada. Pero entonces ella se vuelve de nuevo hacia la ventana y se queda mirando, como si ese momento no acabara de ocurrir. La miro con curiosidad, sin ver ninguna evidencia de conciencia. Entonces decido volver a probar, pero esta vez ya estaba preparada para la sensación. Vacilante, me inclino hacia delante, llevando solo la punta de mis dedos sobre la parte superior de su mano. La vibración reaparece, fuerte al principio pero estableciéndose en un leve zumbido. Tengo la cara cerca de la suya, y la veo parpadear, una vez, luego dos, y luego unas cuantas de manera rápida. Ella inspira profundamente y sus ojos se mueven hasta encontrase con los míos. —Ángela. —susurra, y su aliento rancio se cierne sobre mí. Con los dedos todavía en su mano, me recuesto contra la ventana, poniendo más distancia entre nosotros. —Soy su hija. —le digo—. Mi nombre es Raielle. Sus ojos azules se mueven por encima de mi cara—. Raielle. —Su voz uniforme diciendo mi nombre me perturba—. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Dónde

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está Ángela? —Luego mira hacia abajo y ve mi mano sobre la de ella. El entendimiento aparece en sus ojos—. Tú estás haciendo esto. —susurra. Cuando asiento con la cabeza, ella ríe con un sonido áspero y húmedo—. Eres poderosa. Puedo sentirlo. Más poderosa de lo que alguna vez lo fui yo. Tal vez más poderosa que tu madre. —¿Tú también podías hacerlo? ¿Podrías sanar? —pregunté, permaneciendo en el exterior tranquila mientras en mi interior mis entrañas se agitaban con una mezcla de incredulidad y emoción. Ella inclina la cabeza hacia mí—. ¿Tu madre no te lo dijo? Niego con la cabeza. —¿Dónde está? —Mira alrededor de la habitación y luego de nuevo a mí. —No está aquí. —le contesto vagamente. Ella vuelve a mirar nuestras manos conectadas—. Tan fuerte. —susurra—. Podrías conseguir un buen trato. —dice, su mirada encontrando la mía. —¿Qué? —le pregunto, preguntándome si la había escuchado bien. —Dinero, querida. Podrías llegar a ser muy rica con tu poder, ¿sabes? —dice ella, sus labios curvándose en una sonrisa delgada—. He hecho un montón de dinero curando pequeños y tontos resfriados, pero no podía hacer esto. No podía curar las enfermedades mentales. Lo intenté, pero nunca funcionó. Recupero

mi

mano

mientras

me

pregunto

si

había

escuchado

correctamente—. ¿La gente te pagaba para curarles? —Por supuesto. Había gente en mi puerta día y noche. Pero tu madre era mucho más poderosa que yo. Podía deshacerse de cosas terribles, enfermedades pagadas en montañas de dinero para ser curadas. Pero ella siempre fue muy delicada con esto. No quería coger dinero por ello. Entonces algo sucedió y se negó a seguir. —¿Qué quieres decir? ¿Qué pasó? Sus ojos llorosos pasan a los míos, y veo malicia en ellos. Incluso antes de que ella responda, siento nauseas arrastrándose en mi interior—. Ella le quitó la leucemia a un niño y se la pasó a su padre. Mi primera reacción es la incredulidad.

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Notando mi expresión, explica—. Tenía las manos en ambos al mismo tiempo. Le quitó la enfermedad al niño y entonces el padre la tocó y entró en él. — Ella se ríe, y puedo sentir la bilis subiendo en mi garganta—. Murió rápidamente, más o menos un mes más tarde. Ella tenía miedo de intentar curarlo, miedo de donde acabaría después. La familia nos odio, esos ingratos. Ella salvó la vida de su hijo. Ella coge mi mano de nuevo, y está sorprendentemente fuerte. Puedo sentirla tratando de sacar energía de mi—. No es de extrañar que seas tan fuerte. Tu padre era el curandero más fuerte que nunca he visto. Su energía podía curar casi cualquier cosa. Tuvo muchos seguidores. —dice ella. —¿Conociste a mi padre? —estoy prácticamente boquiabierta mientras ella acaricia mis dedos. —Podríamos trabajar juntas. —Reflexiona, haciendo caso omiso a mi pregunta, agarrando mi otra mano antes de que pudiera alejarla—. Ahora que me has curado, podemos trabajar juntas y hacer una fortuna. Tu madre perdió el gusto por ello. Entonces conoció a tu padre, y se escapó con él. Una vez ella se fue, la gente dejó de venir. —No. Conoció a mi padre en San Diego mucho después de irse de aquí. Mi abuela sacude su cabeza—. Él era de Los Ángeles. Dejó a Alex y lo siguió por ahí. Luego te tuvieron. —Te equivocas. —No lo hago. —Dice con voz firme—. Alec te lo puede decir. Estoy segura que lo recuerda. Lo hizo quedar como un tonto. ¿Podía ella estar diciendo la verdad? Me preguntaba mientras observaba su frágil figura. Alec nunca lo mencionó cuando pregunté por qué mi madre se fue. ¿Por qué tendría que guardárselo ahora? ¿Qué diferencia había ahora? Empiezo a sentirme cansada. Mi cabeza se vuelve pesada sobre mis hombros. De alguna manera, ella está quitándome energía contra mi voluntad. Estoy fascinada incluso cuando estoy alejando mis manos de ella. —Puede que tengamos que ir a otro lugar. —continúa—. Esta ciudad podría no darnos bienvenidas nunca más. —¿Todo el mundo sabe sobre nosotras? ¿Lo que podemos hacer? — pregunto—. ¿Lo sabe Kyle?

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—Por supuesto que todo el pueblo lo sabe. —Ella se ríe de mi—. Puse un anuncio en el periódico local. ¿Dónde está tu madre? ¿Por qué te mantuvo en la oscuridad de esta manera? —Ella está muerta. —le respondo, ni siquiera queriendo mantener la verdad lejos de ella por más tiempo. Ella hace una mueca y yo tiro con más fuerza, tratando de conseguir que me libere—. Ella fue asesinada. —le digo, sin rodeos—. ¿Has enviado a alguien tras ella? —Le pregunto, pensando en Rob Jarvis, inclinándome hacia ella, hablando en un susurro enojado. El miedo comienza a filtrarse en sus ojos—. No. —Responde ella, sacudiendo la cabeza—, No. —repite. La verdad, es que ha estado así durante más de un año, ella no podría ni haber hablado con el portero y enviarlo después tras nosotros. —Tienes que tener cuidado. —susurra—. Con un poder como el tuyo, todo el mundo querrá un poco. Sácame de aquí, así podré protegerte. Finalmente, libera una de mis manos e intenta empujarse a sí misma de la silla—. Por favor, ayúdame a levantarme. Tenemos que irnos. Tengo tantas cosas a enseñarte. —¿Cómo llegaste a ser de este modo? —pregunto—. ¿Qué está mal contigo? Ella parpadea, confundida. Luego sus ojos se abren—. Traté de curar enfermedades que eran demasiado graves. Pero el dinero era demasiado bueno para rechazarlo. No sabía que podía hacerme daño. Casi me mata. —sonríe—. Pero ahora estas aquí. Estas aquí y seremos imparables. Ayúdame. —ella hace una mueca mientras intenta ponerse de pie de nuevo. —No trabajaré contigo. No cogeré el dinero de la gente. Ella niega con la cabeza—. Hablas igual que tu madre. Harás lo que yo diga o le hablaré a todo el mundo sobre ti y los enfermos empezarán a acudir a tu puerta. De cualquier manera, no puedes ocultar tu talento. ¿Por qué quieres hacerlo? Pongo mis manos sobre ella. No puedo dejarla irse de aquí. No puedo permitir que se lo cuente a nadie. El pánico me recorre mientras ella toma una respiración profunda, como si estuviera a punto de gritar. Me concentro en la vibración que todavía viaja entre nosotras. Me concentro en el sentimiento, lo localizo y lo aprovecho. Entonces uso todas mis fuerzas para llevarlo de nuevo a su cuerpo. La enfermedad viaja entre nosotras, comenzando a perder el control sobre

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ella, ya que deja su cuerpo, adentrándose en el mío ahora, y lo fuerzo a fluir de nuevo, por mis brazos y mis dedos, arrastrándose hacia ella como una serpiente y deslizándose de nuevo en su interior. Sus dedos caen sin fuerza mientras me libera. Sé en el momento en el que caigo atrás y golpeo la ventana, que se ha ido. Esta egoísta mujer venenosa está perdida dentro de sí misma de nuevo.

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14 Traducido por electra@ y MoN_Sookie Corregido por Maia8 Alguien golpea la puerta —¿Puedes atender, Raielle? —me dice mi mamá desde la cocina. Es después de las diez y estoy sentada en el sofá rodeada de mis tareas. Me salgo con cuidado para no desordenar los papeles que había organizado cuidadosamente para mi estudio de grupo mañana. Abro la puerta, y Kevin cae sobre mí, aterrizando contra mí. Mis rodillas se doblan mientras vuelvo a la sala de estar, arrastrándolo conmigo. —¡Mamá! —¿Quién es? —pregunta bruscamente. Luego sus ojos se abren con horror, y llega otra vez para sacarme de nuevo el novio adicto—. Cierra la puerta, Raielle —me manda mientras tiende un gimiente Kevin sobre el suelo. Una vez que su peso esta fuera de mí, miro hacia abajo y me doy cuenta que está cubierto de sangre. —Oh Dios —susurro en estado de shock. —Cierra la puerta —me manda de nuevo. Me lanzo a la puerta y la cierro de un golpe, haciendo una mueca por el fuerte sonido antes de volverme hacia ellos. Mi ropa está mojada y pegajosa, aferrándose a mí con llamativa calidez. —Kevin —llora mientras baja hasta el suelo junto a él—. ¿Qué pasó? Su respuesta es una tos húmeda. La sangre se filtra por su boca. Mamá jadea y me mira. —No debería hacer esto —susurra—. No debería hacer esto Luego saca unos centímetros de su camisa mojada, revelando la piel cortada de su estómago. Lentamente, pone sus manos sobre él, y cierra los ojos.

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—Me lo llevo dentro. Lo voy a llevar dentro de mí. —¿Qué? —Jadeo—. ¡No! —Lo siento —susurra, volviendo sus ojos llorosos a los míos—. Lo siento mucho. Me siento arriba de la cama, luchando por respirar. Echo un vistazo al reloj, veo que es casi la hora de prepararme para la escuela. Trato de tranquilizar mi respiración y calmar mis temblorosos músculos. El sueño era tan real, cada detalle tan agudo, hasta la diadema de leopardo que mi mamá siempre lleva en su espeso pelo rubio. Ella nunca fue la misma después de esa noche. Sanó a Kevin, pero al día siguiente, su hijo murió, no mi madre. No fue capaz de tomar sus heridas en su propio cuerpo. En vez de eso, habían encontrado a su hijo. Un aneurisma cerebral lo mató al instante, y Kevin sabía que de alguna manera fue hecho por mi mamá. Fue entonces cuando ella comenzó a advertirme que alguna muerte no podía ser curada, que las cosas terribles sucedían cuando lo intentas. Pienso en la historia de mi abuela sobre el chico con leucemia. Mi mamá pensó es que si se usaba a sí misma como una especie de recipiente, la inminente muerte de Kelvin podía ser contenida dentro de ella. Estaba dispuesta a morir por él. Pero cayó sobre su hijo. Su suposición había sido equivocada. Fue un error mortal. Froto mi cara con las manos. Mi obviamente inconsciente abuela me dijo muchas cosas interesantes anoche. Curaba a la gente como si fuera un truco de salón de entretenimiento. Anunciaba sus servicios en el periódico local por el amor de dios, y, obviamente todo el mundo lo sabía. Tal vez no lo tomaba en serio. Quería preguntarle a Kyle lo que pensaba sobre el negocio que tenía mi abuela, pero no puedo hacer eso sin revelar cómo lo sé. ¿Cómo lo iba a saber a menos que mi catatónica abuela me lo dijera? No puedo preguntar sobre ello sin revelarme ante él. Nunca le digas a nadie. Mi madre perforó eso en mí. Necesito saber más antes de que haga caso omiso de ella. ¿Qué hay sobre mi padre? ¿Lo había mi mamá realmente conocida aquí y siguió a Los Ángeles? Obviamente, nada de lo que me dijo, que nunca fue mucho de todos modos, podía ser creído. ¿Es posible que mi padre estuviera vivo y tuviera estas habilidades, también? No podía confiar ahora en nada de lo pensaba que sabía.

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¿Qué hacer cuando un proverbial terremoto sacude y suelta más secretos de tu pasado? ¿Vas a la escuela como cualquier otro día? Mi mente sigue girando sobre todo lo que oí ayer por la noche cuando cierro mi casillero y hecho un vistazo para encontrar a Lucas de pie a mi lado. —¿Conociste a tu abuela? ¿Eran las noticias de lo que estabas hablando en tu mensaje? —pregunta. ¿Qué mierda? Ahora me estaba hablando de nuevo como si lo que ocurrió ayer nunca hubiera pasado. Lo miré fijamente, sorprendida y nerviosa. Estreché mis

ojos—.

En

serio.

—Entonces

me

vuelvo

y

camino

a

la

clase.

Desafortunadamente, tenemos la misma clase. —Espera un minuto —dice, agarrándome—. Siento lo de ayer, y siento no haberte devuelto la llamada. Lo ignoro y sigo caminando. —Para, por favor —suplica, colocando su mano en mi brazo. Me detengo y miró fijamente su mano. De mala gana la retira. Luego toma una profunda respiración y se pasa la misma mano por su pelo. —Mira, después de la noche del viernes, necesitaba algo de tiempo para pensar. Supongo que necesitaba un poco de espacio. Estuve cerca de reírme mientras lo miraba a través de una bruma de dolor. —¿Necesitabas espacio después de una cita? Aprieta su mandíbula. —No minimices esa noche, Ray. Fue intenso y lo sabes. —Fue intensamente decepcionante. —digo, incluso cuando no lo siento. Entonces me doy la vuelta y vuelvo a caminar. Me atrapa de nuevo, colocándose adelante mío, obligándome a detenerme de nuevo. —Los dos sabemos que eso no es cierto. Nunca te tomé por una mentirosa. Aparto los ojos porque tiene razón. —Sólo escúchame, ¿de acuerdo? Sus ojos buscan los míos, y yo lo permito.

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—Después de esa noche, decidí que sería mejor si me mantenía lejos de ti. Dejo mis ojos clavados en él y no lo dejo ver lo mucho que sus palabras me hieren. Pasa otra vez su mano por el pelo. Su rostro es una combinación entre frustración y remordimiento. —Tengo un montón de mierda ahora y con todo lo que ya estás lidiando no me pareció justo añadir esto. No me quedé lejos para hacerte daño intencional. Estaba tratando de protegerte de mí. Estaba tratando de ser desinteresado. Pero no soy generoso, Ray. Soy totalmente lo contrario en lo que a ti concierne. Porque después de unos pocos días no puedo hacerlo más. No puedo estar lejos de ti, y no quiero. Nunca lo quise. A pesar de mi dolor y rabia, una parte de mí podía entender lo que estaba diciendo, y mis emociones me traicionaron al saber que todavía me quería. Pero no merecía la forma en que me trató, y no puedo pretender que todo está bien. Me mira con incertidumbre. No quiero hacerle más daño de lo que me hizo. Pero quiero explicarme algo que no trató de hacer. —Podrías habérmelo dicho, Lucas —dije, sorprendida por la calma de mi voz—. Soy una persona razonable. Te hubiera escuchado. Si te hubieras explicado, tendría la capacidad de entenderte. Pero en vez de eso, te convertiste en el más gilipollas que he conocido y me trataste como basura. Su mandíbula se aprieta por mis palabras. —Y ahora no puedo estar segura que no lo harás de nuevo, pero sí sé que no lo voy a permitir. —Me hago a un lado y comienzo a caminar alrededor de él. —¿Lo sabes, no? —afirma detrás de mí—. Las personas de la fiesta le dijeron a tu hermano. Bengalas de ira fluyen a través de mí, y me giro. —Sí, lo sé y si crees que eso tiene algo que ver con lo que acabo de decirte, no me has entendido nada en absoluto. ¿Cuándo te vas a dar cuenta que no has hecho nada bien? —Y con eso me voy rápido a clases.

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—Sophie está prácticamente pegada a Lucas de nuevo. Es repugnante. — Gwen arruga su nariz en la dirección que antes me ofrecía una mirada de simpatía. No quiero mirar hacia la mesa en que almuerzan, pero no puedo evitarlo. Ahí vi a Sophie charlando con Lucas, apoyándose en él, y él está básicamente ignorándola, como siempre. Cuando mira otra vez en mi dirección, aparto mi mirada, pero no antes de que se diera cuenta que lo miraba. —Maldición —murmuro, dando un mordisco a mi sándwich. —No lo puedo creer. Se terminó incluso antes de comenzar. —continúa Gwen. —No quiero hablar de eso, Gwen. —Bien, entonces déjatelo todo para ti. A veces, hablar de las cosas ayuda, sabes Suspiro. —¿Te he dicho que Kyle me está dando clases de conducir ahora? Voy a conseguir mi permiso de aprendiz en un par de semanas Se anima. —Eso es genial. Ya sabes, el sigue mirando hacia aquí. Me desplomo en la silla. Por supuesto que ese exactamente a quien se refiere. —¿No vamos a hablar sobre él o hacia dónde está mirando, ya? —¿Estás segura que fue quien te despreció, porque realmente parece que quiere venir aquí y hablar contigo? Lanzo mi sándwich de vuelta a mi bolsa. Me siento como bajo un microscopio está jugando con mi apetito. —Me voy, te veo en química. Desde la esquina de mi ojo, noto que Lucas se para cuando yo lo hago. En el momento que llego a la puerta, el esta ahí. —¿Así que eso es todo? —Dice, parado frente a mí—. ¿No les das a las personas una segunda oportunidad? ¿No tengo permitido cometer un error?

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No dudo de su sinceridad, y puedo ver claramente su remordimiento. También hay miedo en sus ojos, teme que no lo vaya a perdonar. Estuve a un paso de hacerlo. La extraña atracción que siento cuando estoy cerca de él, no ha desparecido, ni mucho menos. Puede ser incluso más fuerte ahora. Mi corazón quiere que me lance a sus brazos y sentir su calor alrededor de mi otra vez. Pero la razón me dice que es mejor así. Después de lo que me hizo, no me atrevo a darle otra oportunidad de hacerlo de nuevo. —No Lucas —respondo en voz baja, con calma, no revelando lo que estoy a punto de hacer que me está matando—. No hay segundas oportunidades. Veo la ira llenar sus ojos a medida que se aleja por el pasillo. Cuando me mira de nuevo, están cubiertos de hielo, me enfría hasta los huesos, y me alejo de él, porque no quiero reconocer el daño que infligí. Estuve como una sonámbulo el resto del día sabiendo que lo que había echo era lo correcto, pero me sentía miserable de todas manera. Se pone peor cuando Chad me para en el pasillo para preguntarme de nuevo. Por supuesto, Lucas camina por ahí en ese momento y me ve hablando. No se va lejos. En vez de eso sus ojos se clavan en mí. Cuando llego a casa, hago mi tarea y con indiferencia me siento a cenar. Entonces Kyle me saca para otra lección de conducir. Es la misma ruta que tomamos la noche anterior después de dejar la residencia de ancianos. Siente algo que estaba mal y de la nada me pregunta si quiero volver a casa. Ahora vamos a salir unas pocas veces en la semana, me promete. Cuando estamos solos, me tienta preguntarle lo que sabe acerca de la capacidad de curación que tiene nuestra familia. ¿Qué daño podría haber en preguntar? Entonces recuerdo las advertencias firmes de mi madre y me callo.

Lucas no está en la escuela al siguiente día. Me preocupo, pero no pregunto a nadie por él. Anuncios del baile de graduación han aparecido por toda la escuela y parece que todo el mundo está zumbando sobre eso. —Iremos todos juntos —exclama Gwen en el almuerzo—. Los cuatro no tenemos cita. Luego Lisa se aclara la garganta.

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—En realidad, tengo una cita. Esta es una noticia para Gwen y yo. —Voy a ir con Jared, de mi trabajo. Le pregunté ayer. —Se sonroja de un rojo profundo y mira hacia abajo, a su bandeja de almuerzo. —Yo en realidad te iba a preguntar —afirma Tyler con sorprendente confianza. Los niveles de Gwen llegan a una expresión de asombro hacia mí que luego transfiere hacia Tyler. —¿Le estás preguntando a Raielle? Tyler se ríe. —No. No te ofendas Raielle, pero le estoy preguntando a Gwen. Su boca se abre. —¿Lo estás? Él asiente con la cabeza y ella se vuelve hacia mí, pareciendo buscar mi aprobación. —Di que sí, idiota —me río de ella. Se ríe, tratando de mantener la calma a pesar de su evidente entusiasmo. —Bueno, sí —dice—. Pero, ¿qué pasa con Raielle? Ella puede venir con nosotros, ¿verdad? Tyler duda, pero yo no. —De ninguna manera. No me voy a colar en vuestra fiesta. Ir y divertirse. —Pero, ¿qué hay de ti? —me pregunta Gwen. —Yo realmente no voy a bailes. Nunca he estado en uno, y no quiero romper mi récord ahora. —le digo, de buen humor, tratando de hacerles creer en lo que digo. Es cierto que nunca he estado en un baile, pero no puedo dejar de imaginar cómo sería ir con Lucas. Inmediatamente me castigo porque he decidido no pensar en él hoy. Tomando un día terrible a la vez, estoy decidida a purgar todos mis sentimientos hacia él. Ellos se quedan con los ojos abiertos hacia mí.

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—¿Nunca has estado en un baile? —dice Lisa, verbalizando todos sus pensamientos, llevándome de vuelta a la conversación. —Que yo sepa, no era un requisito para la graduación —bromeo. Terminamos la comida hablando de la contratación de limusinas y la compra de vestidos. Por lo menos, ellos hablan de eso. Yo como en silencio, forzando alguna sonrisa cada vez que alguien me mira.

Lucas llega a la escuela al día siguiente con un yeso en su brazo y miseria en su expresión. Sus ojos están hundidos en él, y puedo sentir el dolor de su lesión en el momento en que pasa por la mesa junto a mí durante la primera clase. La habitación está todavía medio vacía, y después de la forma en que me miró cuando rechacé su disculpa del otro día, yo habría pensado que él se sentaría lo más lejos posible de mí. Pero él se sienta obstinadamente a mi lado, ignorándome. —¿Qué te pasó? —le pregunto. Él no se mueve, y decido que no va a responder cuando finalmente me mira y se encoge de hombros. —Fue un accidente. Estaba arreglando una teja suelta en el techo y me caí. —¿Te caíste desde el tejado de tu casa? —le pregunto, con incredulidad. —Sí —murmura con los labios apretados. —Tienes suerte de que sólo te hicieras daño en el brazo. ¿Está roto? Suspira y se vuelve hacia mí. —¿Estamos hablando de nuevo? Odio la ira que despierta en sus ojos a pesar de su calma exterior. —Nunca hemos estado sin hablarnos. —Sólo no saliendo —dice, haciendo una mueca ligeramente cuando su escayola golpea de nuevo el escritorio. —Correcto —le respondo en voz baja—. ¿Estás tomando algo para eso? ¿Alguna aspirina tal vez? —No es de tu incumbencia. —Mira hacia delante de nuevo, despidiéndome.

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Es el brazo derecho, y veo como él lucha para tomar notas con la mano izquierda. Siento la familiar atracción hacia él, pero no hay más debajo de ella ahora. La empatía por aquellos que están sufriendo es otra parte de mi poder que trato de controlar. Pero yo sé que no puedo con Lucas. No tiene sentido ni siquiera intentarlo. Sería tan fácil de arreglar su brazo. La fijación de un hueso roto es como andar en bicicleta para mí, tan fácil como puede serlo. Él hace una mueca de nuevo cuando el profesor pide las tareas que mandó la semana pasada y Lucas las coge con su brazo derecho, golpeando la escayola que va desde el codo hasta la muñeca contra la mesa de nuevo, esta vez más fuerte, emitiendo un ruido sordo. En ese momento, me decido a sanarlo. Las consecuencias serán malditas. Yo no lo puedo ver en este estado miserable cuando sé que puedo hacer algo al respecto. He reparado miembros rotos de muchos amigos, haciéndoles creer que nunca fue tan malo como los médicos pensaban. Es interesante ver cómo fácilmente la gente creía lo improbable sobre ello, al ser imposible que yo los curase. Después de que suene el timbre, Lucas me mira con sorpresa cuando me pongo a caminar junto a él en el camino a nuestra próxima clase. —Entonces, ¿qué es esto? ¿Tengo que romperme algo y entonces tú serás agradable conmigo? —me pregunta con su sonrisa familiar. —Nunca quise que dejáramos de ser amables con el otro —explico sin llegar a mirarlo. Me choca ligeramente con el brazo bueno haciendo que me dirija a él. —Lo siento mucho —dice. Asiento con la cabeza. —Lo sé. Pasamos el resto de nuestra mañana con torpe, amabilidad contenida, y puedo decir que Lucas no está muy seguro de dónde se encuentra conmigo. No le puedo ayudar, porque yo tampoco estoy segura. Sé que lo echo de menos, y me gustaría que fuéramos amigos, pero tengo miedo de querer más. Antes del almuerzo, Lucas se queda después de clase para recoger los deberes que se perdió ayer. Le espero en la puerta mientras el pasillo se calma y los estudiantes se dispersan bien a otra clase o bien a la cafetería. Cuando termina, parece sorprendido pero contento de verme esperando junto a la puerta.

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—Hola. —Me sonríe. —He cogido todos los apuntes de nuestras clases de ayer por la mañana. Los tengo en mi taquilla si los quieres—.En realidad, me apresuré a dejarlos antes de la clase para tener una excusa para estar a solas con él y tocarlo. —Claro. Gracias. —Posa sus ojos en mí, inseguro. Mi comportamiento amistoso, obviamente, lo confunde. Caminamos juntos hasta mi taquilla. El hall está en silencio ahora, mientras espera pacientemente a mi lado, mirando como meto la combinación y abro tirando de la puerta metálica. Puedo sentir sus ojos viajando por encima de mí, y yo trato de contener el rubor, consciente de que colorea mi cara. Agarro los papeles sueltos y me vuelvo hacia él. Cuando alarga su brazo sano, en lugar de colocar las hojas en la mano que espera, le toco con mi palma de la mano. Inmediatamente, mi estómago se agita con anticipación. La agradable sensación de zumbido comienza, y puedo sentir la energía creciendo. Alcanza un máximo dentro de mí antes de desenrollarse y fluir hacia Lucas. Contiene el aliento, y su mano se sacude en la mía. Su antebrazo está realmente roto en dos lugares y esas secciones se fusionan de nuevo juntas cuando exhalo lentamente. Pero entonces sucede algo más. Empiezo a ver una escena en mi cabeza. Veo a una mujer que viene hacia Lucas con un bate de béisbol. Tiene la boca abierta en un grito. Su cabello castaño oscila salvajemente alrededor de su cara. Levanta el bate sobre su cabeza, y su brazo se eleva para protegerse. Cuando el bate baja y le golpea, escucho algo como un resorte en el antebrazo de Lucas justo antes de que su rostro se arrugue por el dolor. Con una fuerte inhalación de aire, quito mi mano de la suya, dejando que las páginas del cuaderno caigan sobre su palma abierta. Sé que acabo de ver la verdad de su lesión. No sé cómo, pero lo hice. Cuando me permito mirar su cara, veo el asombro absoluto allí. Sus ojos están muy abiertos y salvajes mientras me mira fijamente. Cuando curo heridas, sé que la otra persona siente el mismo regocijo que yo, pero esta vez, no estoy segura de lo que Lucas sentía. Sé que sus huesos se han curado, ¿pero tenía que volver a vivir su última hora conmigo? ¿Es eso lo que pasó? —Si tienes algún problema para leerlos, sólo házmelo saber —le digo con voz temblorosa, señalando los apuntes que descansan ausentes en su mano, tratando de volver a la normalidad. Lucas parpadea en un intento de comprender lo que acaba de suceder. Él vuelve su mano, y los papeles revolotean en el suelo. Luego levanta el otro brazo, el

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que está con la escayola, y baja la vista hacia ella, flexionando los dedos y dándoles la vuelta. Sus ojos encuentran los míos de nuevo, y se estrechan en mí. —Ray —susurra antes de mover su brazo frente a él, mirándolo—. ¿Qué demonios ha pasado? —¿Qué quieres decir? —Me río, y no es precisamente para recibir un Oscar como actriz ganadora. Entonces doy un paso atrás—. Me voy a comer. —Espera —dice él. Me quedo ahí viendo como el shock cambia a confusión. Quiere decirme algo, preguntarme algo, pero no lo hace. Sólo me mira como si estudiarme durante bastante tiempo le pudiera dar las respuestas que está buscando. Finalmente, termina el enfrentamiento. Me agacho, recojo los papeles, y los mantengo frente a él. Pero no los recoge. —Así que, um, puedo guardar esto por ti —le digo, actuando como si nada extraño estuviera pasando. Entonces doy un paso más hacia atrás y meto los papeles en mi mochila—. Te veré más tarde —le muestro una sonrisa antes de pasar, y me dirijo por el pasillo, ansiosa de poner distancia entre nosotros, para hacerle pensar sobre lo que pasó, y para descartarlo como loco mientras él decide ser feliz de que su brazo ya no está roto. Eso es lo que pasa. Eso es lo que siempre ha sucedido antes. Pero nunca he sanado a Lucas antes, y nunca he tenido la visión de lo que causó la lesión en mi cabeza. Saber lo de Lucas, me hace temer que no voy a dejarlo pasar como hago con la mayoría de la gente. Creo que no puedo dejarlo ir ahora que sé que su madre le hizo esto. No veo ninguna señal de Lucas durante el resto del día. Él no hace acto de presencia en el almuerzo, y me encuentro mordisqueándome el labio tanto como mi sándwich. ÉL puede estar confundido, pero sé que físicamente está bien ahora. Sobre su reacción, una pequeña semilla de preocupación comienza a brotar dentro de mí. ¿Y si se lo dice a alguien? Si lo hace, lo negaré. La probabilidad de que alguien le crea es escasa de todos modos. A medida que la ansiedad se apodera de mí, empiezo a lamentar la curación de su brazo. Reparar los brazos rotos. Yo no tenía que intervenir, y sólo puedo esperar que no explote en mi cara. Pero nunca podría soportar ver a la gente sufriendo aunque sea de la forma más pequeña. No he comenzado a procesar la visión que acompañó a la curación de esta mañana. Eso nunca ha sucedido antes, y yo no sé por qué lo hizo ahora. No tengo a nadie

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con quien hablar de nada de esto. Las preguntas se arremolinaban en mi cabeza, y las respuestas están completamente fuera de mi alcance. Después de la escuela, acompaño a Gwen a su casa para que podamos terminar el trabajo de química. Ella está dudando sobre sí que Tyler le pidiera ir al baile de graduación significa que le gusta o no, y me siento bien sumergiéndome en temas típicos de adolescentes por la tarde. Las cartas de aceptación de la universidad van a llegar pronto y como yo, Gwen comprueba nerviosamente su buzón de correo cada día. A diferencia de Lucas, el resto de nosotros estamos en ascuas. Gwen quiere regresar a Manhattan y ha solicitado sólo las escuelas de la ciudad. Me preocupa que mis cartas no me vayan a encontrar aquí en Fort Upton. Kyle me aseguró que él se encargaba de tener todo el correo dirigido a mí remitido aquí. Tomé el paso adicional de llamar a las escuelas para darles mi cambio de domicilio. Por lo tanto, las cartas deben llegar bien. Pero hasta ahora, no lo han hecho.

El día ha terminado, y me dirijo a mi habitación, cuando suena el timbre. Como soy la más cercana a la puerta principal, me dirijo a abrirla cuando me encuentro a Lucas de pie en la oscuridad al otro lado. —¿Quién es? —Pregunta Kyle, colocándose a mi lado—. Hola, Lucas —dice con el ceño fruncido. Lucas le ofrece una sonrisa tensa. —Vine a ver si Raielle quería ir a dar una vuelta. Kyle duda y me mira. No puedo leer nada en la cara estoica de Lucas, pero sé que tenemos que hablar, y aniquilada como me siento, prefiero acabar de una vez. —Se supone que la tormenta va a ser fuerte después. Tal vez otra noche sería mejor. —sugiere Kyle. Lucas está a punto de decir algo cuando le interrumpo. —No tardaremos mucho. —Entonces cojo mi abrigo, sin esperar la respuesta de Kyle. Se mantiene de pie en silencio mientras me pongo la chaqueta y puesto que parece que no va a detenerme, me dirijo hacia la puerta.

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Es una noche fría y húmeda. El aire está cargado de humedad a pesar de que la lluvia no ha comenzado todavía. Sigo a Lucas en silencio hasta su camioneta, y me doy cuenta de que su escayola ha desaparecido. Él abre la puerta para mí, y me meto dentro, sin recibir ninguna lectura de su estado de ánimo ya que su rostro es una máscara de neutralidad. Su silencio es probablemente una mala señal, sin embargo. Una vez que salimos de mi barrio, me dirijo a él. —¿Dónde vamos? —No demasiado lejos —dice, con los ojos en la carretera. Las gotas de lluvia pronto comienzan a golpear el parabrisas. Lucas tira hacia un puente que cruza sobre el río y deja los parques al lado. En la distancia, puedo ver las luces brillantes del horizonte de la ciudad. —Eso es Albany —dice él. —No sabía que era tan grande —comento, mirando por la ventana a los edificios brillantes que se extienden hacia arriba, desapareciendo en las nubes bajas. Debajo de nosotros, los torrentes de agua son una masa oscura moviéndose. —Vamos a tener que hablar en la furgoneta —dice—. Tenía la esperanza de poder llevarte allí abajo. —Hace un gesto hacia la zona de césped justo debajo del puente—. Hay algunos bancos. En una noche clara, la vista es bastante increíble. Tomo el hecho de que él quiere compartir unas vistas increíbles conmigo como una buena señal. No está lloviendo demasiado fuerte todavía, pero las pesadas gotas alrededor de nosotros dejan tierra en el camión. Lucas mantiene la calefacción en marcha, y yo siento el tenue aroma de su perfume picante en el aire. Sus intensos ojos se encuentran con los míos. Están brillando hacia mí en la penumbra. Me he dado cuenta de que la humedad aumenta los rizos en su pelo, como me sucede a mí. Él gira su cuerpo hacia mí, apoyando su brazo derecho sobre el respaldo del asiento detrás de él. —Corté la escayola esta tarde —dice él, subiendo y bajando el antebrazo—. Como no la necesito más. Le sostengo la mirada en silencio, decidiendo dejarle dirigir la conversación. No parece enojado o nervioso, pero si determinado. —¿Siempre has sido capaz de hacer eso? —pregunta. Cuando no respondo de inmediato, aclara él mismo—. ¿Curar huesos rotos?

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Si yo voy a negarlo, ahora es el momento de hacerlo. Será feo, y él sabe que estoy mintiendo, pero eso es el curso más inteligente para tomar aquí. En lugar de ello, inexplicablemente, me encuentro a mí misma asintiendo con la mirada. Él no parece estar sorprendido, pero se tensa, y el músculo de su mejilla salta. —¿Sólo huesos rotos, o puedes curar otras cosas? Mientras espera a que le responda, una parte de mí quiere saltar del camión y huir. Esta es mi última oportunidad de alejarme y alejarle a él por completo. En cambio, casi no puedo comprender lo mucho que quiero dejarlo entrar, no quiero estar sola en esto más, pero no puedo confiar en él, no del todo, no con la forma en que actuó antes. Nunca he querido estar tan cerca de alguien como quiero estarlo de Lucas. No lo entiendo, pero cada parte de mí quiere dejarse llevar y abrazarlo. —Ray —me llama, usando mi apodo de esa manera tan tierna en que lo usa. Eso por sí sólo es suficiente para debilitar cualquier decisión a la que todavía pudiera agarrarme. —No sólo huesos rotos —digo finalmente, sintiendo que estoy pisando un precipicio. Él me mira expectante. —Puedo curar casi todo, creo. Se inclina hacia mí. —¿Todo? ¿Eso crees? —Yo no uso mucho, mi capacidad —vacilo antes de continuar—. Mi madre me dijo que era una maldición, y que usarlo siempre conlleva un precio. Así que era más seguro no usarlo. Pero yo la he visto hacer cosas increíbles y cosas terribles, también. Sé que podría hacer lo mismo si me lo propongo. Lucas aprieta los ojos cerrados y se frota las manos por la cara. No tengo idea de lo que está pensando. Él baja las manos y parpadea hacia mí en la oscuridad. —El nombre de tu abuela es Cora, ¿no es así? Lo miro. —¿Cómo sabes eso? Respira profundamente.

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—Mi padre llevó a mi madre a verla. Tu abuela decía que ella podía curar a la gente. Esto fue hace mucho tiempo, justo después del nacimiento de Liam. Mi padre le pagó cinco mil dólares por curar la depresión posparto de mi madre. —¿Qué? —le susurro, con sus palabras hundiéndose lentamente. —Nada podía sacarla de eso, dijo mi papá. La llevó a un grupo de especialistas, pero nada funcionó. Le dijeron que esta mujer en la ciudad, Cora, podía ayudar a la gente, incluso cuando los médicos no lo hacían. Que ella los había curado de todo, desde la gripe hasta el cáncer. Entonces, llevó a mi madre a verla. Puedo sentir que me hundo más abajo en mi asiento, inclinándome lejos de él, porque no quiero escuchar lo que me temo que viene a continuación. —Ella se deshizo de la depresión —afirma, con la amargura forzando su voz—. Pero le destruyó en el proceso. Se convirtió en lo que es ahora. Tu abuela es la razón de que mi familia esté tan jodida. Sus duros ojos se fijan en mí, y puedo ver la acusación en ellos. Empiezo a hundirme bajo el peso de su mirada. Puedo sentir el edificio sollozando en mi interior, y de repente no puedo sacar suficiente aire de mis pulmones. Alcanzo la manija de la puerta y cierro los dedos alrededor de ella. Entonces empujo la puerta y veo que los ojos de Lucas se ensanchan con alarma justo antes de caer hacia abajo sobre el pavimento mojado. Aterrizo con un golpe duro sobre mi cadera y me recupero levantando la parte superior de mi cuerpo con los brazos. Las gotas de fría lluvia se vierten sobre mí cuando me pongo de pie. La necesidad de huir es fuerte y sin ningún pensamiento racional, empiezo a correr por el puente. Oigo el sonido de las gotas de lluvia a mí alrededor, pero ahora sé que las palabras de mi madre eran la verdad. Nuestra capacidad es una maldición, y mi abuela lo utilizó para lastimar a la gente. Este es mi legado. Esto es lo que yo tengo, y no puedo aceptarlo. No quiero ser parte de ello. Una mano agarra mi brazo, y yo trato de tirar para librarme. —Ray, para. ¡Alto! —grita Lucas. Y lo hago. Mis piernas dejan de moverse cuando mi repentino pánico desaparece, dejando tras de sí un nudo de torsión en la miseria. Me desplomo sobre mis rodillas, y Lucas me sigue, de rodillas en frente de mí. Está empapado. Ambos lo estamos. Sus manos calientes rozan mis mejillas, y me obligó a mirarlo.

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—Lo siento —le digo con un susurro ahogado—. Lo siento mucho. Levanta mi cara de nuevo hacia él cuando trato de darle la espalda. —No tienes nada que lamentar. Cuando no respondo, él se inclina más hacia mí. —Escúchame. No lo tendría que haber dicho de esa manera. Lo descubrí hace poco. Nunca me creí la historia que mi padre me dijo hasta que vi lo que hiciste hoy. No te estaba culpando. Sé que no eres tu abuela. No eres para nada como ella. Mi corazón se llena de dolor por Lucas. Puede que no lo haya hecho yo misma, pero es la fuente de mi familia la que alejó a su madre de él. No puedo evitar preguntarme a cuántas otras personas pudieron haberles hecho daño mi abuela, cuántas vidas arruinó por su dinero. No puedo mantenerlo más tiempo. El sollozo desgarra mi interior tan pronto como mis lágrimas se mezclan con la lluvia que corre por mi cara. Los brazos de Lucas me rodean, y me presiona contra él, murmurando en voz baja para mí, me dice que va a estar bien. Pero yo no estoy llorando por lo que hizo mi abuela. Estoy llorando por mi madre y por lo mucho que la echo de menos. Estoy llorando por un terrible legado del que yo no quiero ser parte. Estoy llorando porque he estado en la oscuridad durante mucho tiempo, y ahora estoy simplemente dándome cuenta de lo inocente que era la oscuridad. Lucas me está sosteniendo con fuerza. Puedo sentir lo mucho que se preocupa por mí, y no puedo entender por qué lo hace, sobre todo con lo que sabe ahora. Con ese terrible pensamiento que persiste en mi mente, de repente soy muy consciente de la húmeda y fría noche, y me pongo a temblar, mis dientes castañeando sin control. —Jesús —murmura Lucas—. Vamos a llevarte de vuelta al interior de la furgoneta. —Cambia su brazo alrededor de mi espalda, y el otro lo coloca por debajo de mis rodillas. Siento que me alza, y quiero protestar, pero no puedo formar las palabras. De alguna manera, él consigue abrir la puerta del lado del conductor y me coloca en el interior, entrando detrás de mí. Como estoy sentada yo en el asiento, coge la manta de la parte trasera, la desdobla y me envuelve con ella sobre mis hombros. Luego enciende la calefacción, poniéndola a la temperatura máxima, antes de pasar sus manos por el pelo mojado que cuelga sobre sus ojos.

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—¿Qué va a pensar Kyle cuando te lleve a casa de esta manera? —Dice Lucas, torciendo los labios en una sonrisa que no llega a sus ojos—. Esto no va a hacer que le caiga bien. Él está tratando de aligerar el ambiente, y no puedo dejar de apreciar sus esfuerzos a pesar de su fracaso. —Mi abuela está catatónica ahora —le digo en voz baja—. Totalmente fuera de sí. Lo siento mucho por lo que hizo. —Tú no tienes que sentirlo por ella. Lo digo en serio, Ray. No te hagas eso a ti misma. Tiro de la manta con fuerza sobre mis hombros, apreciando sus palabras aunque no puedo hacer lo que dice. —¿Puede todo el mundo de tu familia curar? —me pregunta. Mi temblor va desapareciendo por la manta seca y el calor empieza a hacer efecto en mí. —No lo sé. Ya te hablé de mi madre. En cuanto al resto, no me mencionó que pudieran. —¿Sabes por qué eres así? ¿De dónde viene ese poder? Sonrío con tristeza. —Yo no sé mucho sobre él, Lucas. Él se acerca y toma mi mano de debajo de la manta. —¿No quieres saber? —me pregunta. —Sí... y no. —Echo un vistazo a mi mano junto a la suya—. Le pregunté a mi abuela cuando la visité. Curé su senilidad, y hablé con ella. Sus ojos se abren con interés. —Cuando me di cuenta de lo que era, lo que quería de mí, le di la espalda. Lucas frunce el ceño. —¿Qué quieres decir? —Ella quería volver a los negocios, curando por dinero conmigo a su lado. Ella dijo que si no estaba de acuerdo, me expondría a mí y a mis habilidades. Así que, de alguna manera, dejé la energía curativa que se estaba ejecutando entre

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nosotras, y empujé su propia energía a la vez. Nunca había hecho eso antes. — Inclino mi cabeza hacia él—. Al igual que nunca he tenido una visión cuando curando antes. No hasta hoy cuando te curé. Lucas me suelta la mano. —¿Una visión? —pregunta. Asiento con la cabeza. —Vi cómo se rompió tu brazo. Vi a tu madre con el bate. Sus labios se estrechan en una línea recta. —¿Qué? Estoy un poco aliviada por su airada reacción. Tenía miedo de lo que podía haber visto él, también, y me hubiera odiado por haber hecho que reviviera eso conmigo. —¿Ha hecho algo así antes? Ella no puede permitirse hacerte daño. ¿Está recibiendo alguna ayuda? Él se aleja de mí. —Yo no sé lo que crees que viste, pero... —Lucas, no —declaro—. Estoy siendo completamente honesta contigo. Nunca he hablado con nadie de esta manera sobre mis capacidades. Por favor, sé honesto conmigo, también. Cierra los ojos. Luego se pasa la mano por el pelo otra vez y asiente con la cabeza lentamente, como si él mismo tuviera que renunciar al hecho de que conozco su secreto. —La nueva enfermera que mi padre contrató la fastidió. Mezcló el medicamento. Eso es por lo que sucedió. Pero está bien ahora. —Pasa la mano a lo largo de su antebrazo ahora sanado. El tono de su voz me dice que no está bien a pesar de sus palabras—. Visiones —susurra, como si no pudiera creer en ello—. ¿La viste haciéndolo? Asiento con la cabeza. —¿Y eso nunca ocurrió antes? —No. Nunca.

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—¿Tu abuela te dijo algo más? —pregunta. Meto mi brazo frío de nuevo bajo la manta. —Ella me dijo que mi madre conoció a mi padre aquí y no en San Diego como yo pensaba. Ella dijo que podía curar, también. —Niego con la cabeza—. Yo ni siquiera sé si es la persona que vivía con nosotros cuando yo era una niña, la persona que me dijo que era mi padre, no sé si lo es realmente o no. —¿Qué pasa con Rob Jarvis? ¿Has encontrado algo fuera de él? Me encojo de hombros. —No sé nada definitivo, pero supongo que alguien de mi familia se reunió con él en el asilo y lo contrató para encontrarnos. Sé que Kyle había estado tratando de obtener mi custodia durante un par de años. Tiene sentido que él enviara a alguien a vigilarnos, para conseguir tal vez alguna evidencia de la falta de habilidades maternales de mi madre. —Podríamos intentar rastrearlo —me sugiere—. Preguntarle qué estaba haciendo allí. Hace unos minutos, estaba completamente sola, y ahora las palabras entre nosotros y las que salen de la boca de Lucas, parecen una cosa normal de cada día. Siento una sensación de alivio inundando mi interior y pasando a través de mí. —Está bien —le respondo—. Me gustaría hablar con él. —¿Puedo hacerte otra pregunta? Su tono vacilante me hace dudar. —Parece que no hay mucho que no vaya a responder esta noche. Se inclina más cerca. —¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué me curaste a pesar de lo que te dijo tu madre y sabiendo que estarías revelándome tu secreto? Muerdo mi labio inferior, tratando de pensar mi respuesta. Sus ojos se mueven a mis labios, haciéndome muy consciente de ellos mientras trato de explicarme. —Esta energía se acumula dentro de mí cuando la gente está sufriendo. Tengo esta profunda necesidad de ayudar. No podía verte sufrir y no querer evitártelo.

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Algo en la forma en que me mira cambia, y reconozco el calor en sus ojos. Recuerdo el sabor de él y la sensación de él, y también me acuerdo de cómo me dio la espalda después. Siento que vacilo. Si me doy a él, y él me da la espalda otra vez, me va a arrasar. No puedo perder esta cercanía que hemos restablecido esta noche. La amistad es más segura, y es mejor que nada. Rompo el contacto visual para mirar los números brillantes en el reloj del salpicadero. —Se está haciendo tarde. Le dije a Kyle que no tardaría Probablemente deberíamos volver. Parpadea sus ojos, y el calor en ellos estalla una vez más antes de desaparecer en algo que se asemeja a la decepción. Pero camufla rápidamente sus sentimientos. La indiferencia fingida que lleva como una máscara está de vuelta en su lugar, y estoy empezando a entender lo que está debajo de ella. En este momento, parece que es el arrepentimiento. —No vas a hablarle a nadie sobre mí , ¿verdad? —pido, necesitando que esto quede claro. Me lanza una mirada molesta. —Por supuesto que no. —Agarra el volante y gira la llave—. Así que, cuando llegues a casa, ¿cómo vas a explicar el hecho de que estás empapada? —Me pregunta mientras da marcha atrás con la furgoneta por el puente—. ¿Y puedes decirle algo a Kyle que no haga que piense que soy un idiota? —Voy a decirle que nos fuimos a dar un paseo y nos atrapó la lluvia. Levanta las cejas hacia mí. —Supongo que eso es un no. Cuando llegamos a casa, Lucas quiere acompañarme hasta la puerta, pero le convenzo para que se quede en la furgoneta y corro a través de las gotas de lluvia. Kyle y Chloe están sentados en la cocina cuando asomo la cabeza para decir buenas noches. Sus ojos se abren, fijándose en mi apariencia. —Nos pillo la lluvia —digo, encogiéndome de hombros, porque realmente no hay una excusa mejor, y luego voy abajo para cambiarme. Los oigo hablar el uno con el otro mientras bajo las escaleras y estoy bastante segura de que escucho el nombre de Lucas, pero no me quedo para

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escuchar a escondidas. Sigo hacia abajo, ansiosa de deslizarme fuera de mi ropa mojada. Tengo dificultades para conciliar el sueño esa noche mientras mis pensamientos siguen cayendo a través de mí. De mala gana, recuerdo la sensación que tuve después de estar con Lucas aquella noche en las gradas. Estaba segura de que estábamos empezando algo que iba a ser increíble. Pero luego se asustó de mí. Decidió acabar con nosotros sin consultarme. Entiendo por qué lo hizo, y yo sé que él lo lamenta, pero por mucho que me gustaría recuperar esa emocionante sensación de tener algo con él, me va a tomar tiempo confiar en él de nuevo. Pienso en esos mensajes de buenas noches que recibí de él cuando admitimos nuestros sentimientos por el otro, y tengo en mi mano el teléfono. No hay mensajes esta noche. Pero ¿por qué los habría? Trató de abrir la puerta de nuevo, y yo, básicamente, se la estrellé en la cara. Pero no puedo evitar la decepción que siento cuando me permito desplazarme por los principios de esos mensajes, pensando que debería eliminarlos, pero sabiendo que nunca lo haré.

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15 Traducido por MoN_Sookie Corregido por Maia8 Al día siguiente en la escuela, al dar la vuelta a la esquina camino de la clase, veo a Lucas y Sophie de pie, junto a su taquilla abierta. Sólo hay un goteo de estudiantes pasando por el pasillo, y la voz de Sophie llega fácilmente hasta mí. En lugar de pasar junto a ellos, me agacho a la vuelta de la esquina, a la espera de que se vayan. Pero ellos no se van. Continúan con su conversación. —¿Estás con alguien más? —le pregunta, aunque suena más como una acusación. —No estoy con nadie en este momento —responde, sonando mucho más tranquilo que ella. Siento una leve molestia por la manera tan imperturbable que tiene de ser Lucas. —Entonces, ¿por qué no quieres ir conmigo? —dice Sophie con incredulidad —. He hablado sobre el baile de graduación contigo durante todo el año. El plan siempre era ir juntos. Podemos ir sólo como amigos si quieres. Solíamos ser buenos amigos, Lucas. —Su voz se suaviza. —Lo sé, Soph. Eso no tiene que cambiar, pero otras cosas sí lo tienen que hacer. Ella gruñe en voz alta. —Es por la chica nueva, Rachel, o como se llame. —Su nombre es Raielle —lo corrige, y mi pulso se empieza a acelerar, a la espera de que Sophie comience a hablar mal de mí. —Estás haciendo el ridículo con ella. Lo sabes, ¿verdad? Ella no está interesada en ti. —¿Y cómo sabes en quién está interesada? —Le pregunta Lucas—. Lo último que sabía, es que ustedes dos no son exactamente las mejores amigas. Sophie se ríe, pero no suena divertido.

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—Si estás pensando en pedirle que vaya al baile de graduación contigo, es demasiado tarde. Ella ya ha quedado con Chad. Mi boca se abre, y sólo escucho silencio en el pasillo. Entonces Lucas finalmente responde. —¿Quién te dijo eso? —pregunta, deslizando la calma ligeramente ahora. Me acercó un poco más al borde de la pared, con ganas de escuchar la respuesta a esto por mí misma, ya que es nuevo para mí. —Toda la escuela lo dice, Lucas. Todo el mundo lo sabe —dice, con aire de suficiencia. —¿Me estás diciendo que él le preguntó y ella dijo que sí? —Eso es exactamente lo que te estoy diciendo. Ella ya tiene una cita. ¿No te gustaría venir conmigo? Sabes que lo pasaremos bien. —Sophie prácticamente ronronea la última frase—. Vamos, Lucas. —Hay un momento de silencio, y tengo una terrible sensación de que le está tocando ahora—. Es nuestro último año — continúa su persuasión—. No quiero ir con nadie más. Siempre ha sido tú y yo. Fuimos amigos primero. Buenos amigos. ¿No podemos tener eso de nuevo? Después de un largo silencio en el que he apretado la mandíbula, él responde. —Está bien, iremos juntos —dice al final. Mis manos se curvan en puños. Sophie no se desanima a pesar de su respuesta poco entusiasta. —Por supuesto que lo haremos. Así es como se supone que debe ser —dice con satisfacción—. Podemos compartir una limusina con Kellie y Jake. Cogeré las entradas hoy. Nos vamos a divertir mucho —suena vertiginosa. —Tengo que ir a clase —afirma Lucas. Entonces oigo sus pasos resonando por el pasillo. Un momento después, oigo los pasos de Sophie yendo en otra dirección. Abrazo mis libros contra mi pecho mientras mi garganta se aprieta. Sophie mintió para manipular a Lucas y que la llevara al baile de graduación, y funcionó. Él creyó que yo le había dicho que sí a Chad. No tengo derecho a estar enfadada con él. Eso lo sé. No le di ánimos anoche. ¿Qué esperaba? Pero sé la respuesta a eso. Soy una idiota porque me esperaba que siguiera intentándolo, y me esperaba que

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yo misma comenzara finalmente a confiar en él. En lo que no pensé es que Lucas no tiene que seguir tratando de ganarme cuando tiene tantas otras opciones, y por lo menos una de esas opciones está dispuesta a jugar sucio. Cuando llego a clase, le dedico una sonrisa tensa a Lucas cuando me siento a su lado. Si no hubiera escuchado su conversación, probablemente estaría torturándome, preguntándome por qué parece tan distante de nuevo esta mañana. Caminamos juntos entre clase y clase, y tomo una decisión consciente simplemente para que todo sea normal a su alrededor, y no a estar deprimida o decirle a Lucas que yo no voy a ir al baile de graduación con Chad. —Estaba pensando. —comienzo, antes de llegar a la case de historia, mientras sigo trabajando duro en la normalidad—. Me has dado vía libre para preguntarle a Kyle acerca de los negocios de curación de mi abuela. Si quiero saber lo que sabe, puedo decirle que me dijiste lo que mi abuela solía hacer y luego ver cómo responde. Antes, no podía mencionarlo sin dar a conocer el hecho de que mi abuela me contó lo suyo. Lucas me detiene poniendo una mano en mi brazo. Mi piel se calienta cuando me toca. Cuando sus ojos se encuentran con los míos, mi reacción hacia él es inmediata, y espero que mi cara no esté tan sonrojada como la siento. Mis esperanzas se desvanecen cuando sus orificios nasales se abren en respuesta. Se aclara la garganta y aparta la mano. —Creo que deberíamos hablar con Jarvis antes de hacer eso. Me tomo un momento para entender sus palabras. —¿Por qué? —Si Kyle lo contrató, deberíamos saberlo primero. Inclino mi cabeza ante la preocupación en su rostro. Los estudiantes pasan a nuestro lado, yendo a clase, y Lucas espera a que se vayan. —Hablemos de esto más tarde, ¿de acuerdo? De mala gana, asiento, y nos dirigimos a la clase. Me paso la hora pensando en lo que ha dicho Lucas. Está preocupado porque hable con Kyle. ¿Pero cuáles son sus sospechas en lo que concierne a Kyle? Si Kyle ya sabe lo que puedo hacer, ¿es que piensa que yo he recogido los negocios de mi abuela donde los había dejado?

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¿Tiene miedo de que Kyle trate de utilizarme de alguna manera o me exponga? Antes de que me dé cuenta, suena el timbre, y yo sólo he pasado toda la clase dentro de mi cabeza. Después de clase, Lucas es todo negocio. —Dile a Chad que quieres ir a ver un ensayo del grupo. Cuando te enteres de cuándo y dónde es el ensayo, dile que se reúna contigo allí, y yo iré contigo. Hablaremos con Jarvis luego. La última cosa que quiero hacer es pedirle a Chad poder ver el ensayo del grupo y darle una idea equivocada. Por supuesto, Lucas no sabe que yo no hablo con Chad en una base regular. Pero estoy de acuerdo con él porque es una buena idea, y una parte de mí está enojada con él por haber aceptado ir al baile con Sophie. A medida que nos acercamos a mi taquilla, veo a Gwen allí, esperándome. Lucas me da lo que parece ser un saludo sarcástico, y luego asiente hacia Gwen, mientras continúa por el pasillo. —¿Qué pasó con su escayola? Pensé que él se había roto el brazo —dice Gwen. —Supongo que al final no —murmuro. —Entonces, ¿están juntos de nuevo? —Me pregunta—. No puedo llevar la cuenta. —No, somos amigos, creo —me aparto de la vista fascinante de su espalda alejándose y abro mi taquilla. —Ya, ya —dice con escepticismo. Entonces ella me golpea ligeramente en el brazo—. ¿Por qué no me dijiste que Chad te pidió ir al baile? —Porque no lo hizo. —Pongo los ojos en blanco mientras dejo mis libros y cierro la puerta de la taquilla. —¿No lo hizo? —Su frente se arruga—. Pero Sharon me dijo que lo hizo. Me vuelvo para mirarla. —¿Quién diablos es Sharon? —¿No sabes quién es Sharon? Ella es mayor. Trabaja en la oficina conmigo. Se lo escuchó decir a Hailey.

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Busco dentro de mi mochila, tratando de localizar mi almuerzo. —¿El huracán Hailey? ¿Ella comenzó este rumor? —No lo sé. Ella es amiga de Sophie y Kellie. Así que, es posible, supongo. Es sólo un rumor, ¿entonces? —Parece decepcionada. Niego con la cabeza, y no puedo ayudar a que mi sonrisa parezca divertida. —¡Qué maraña tejen! —Así que, si no te lo preguntó, ¿por qué está todo el mundo diciendo que lo hizo? —Pienso que Sophie comenzó el rumor porque quería ir al baile con Lucas, pero Lucas no quería ir con ella. Al menos ese era el caso hasta que ella le dijo que yo iba con Chad. Una sonrisa ilumina el rostro de Gwen. —¿Lucas quería ir contigo? Suspiro. —Te estás perdiendo lo importante aquí. Lucas va a llevar a Sophie al baile. —No cuando le digas que es una perra que le mintió. Entonces querrá llevarte a ti —dice con sencillez. Respiro hondo y libero el aire lentamente. —Pero si no estaba involucrada en el inicio del rumor, entonces no miente. —Niego con la cabeza—. De todos modos, no quiero ser parte de esto. Es demasiado drama para mí. Extiende un brazo hacia mí. —Quieres ir con él, ¿verdad? —Te lo dije. No voy a los bailes —le respondo, mientras dentro de mi cabeza gritó ¡Por supuesto que quiero ir con él! Pero la realidad es que esto no es algo que yo me hubiera imaginado a mí misma haciendo. El ir a mi fiesta de graduación con un muchacho del que estoy completamente enganchada, y que está enganchado de mí también. Esa no es mi vida. Eso nunca estuvo destinado para mí. Ella frunce los labios como un maestro de escuela decepcionado.

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—Hay algo mal en ti, Raielle. Pongo los ojos en blanco una vez más. —Dime algo que yo no sepa. —No te culpo por estar indecisa después de la forma en la que te trató. Pero no dejes que tu orgullo se interponga en tu camino si él se arrastra lo suficiente y quiere otra oportunidad. Resoplo una carcajada y niego con la cabeza. —¿Qué? —pregunta ella. —Él no se está arrastrando, exactamente. Pero ya se disculpó, y creo que aún está interesado. —Entonces, ¿a qué diablos estás esperando? Ve a hablar con él —dice, con un tono serio. Echo un vistazo hacia el suelo, sabiendo que no tengo las agallas para hacer eso. —Voy a pensar en ello. —Eso espero. —Apunta su dedo hacía mí. —¿En qué tienes esperanza? —pregunta Myles, que aparece junto a Gwen. Sutilmente, sacudo la cabeza hacia ella, pidiéndole con los ojos que se mantenga en silencio. —En ti —afirma, mirándolo—. ¿En qué estabas pensando cuando emparejaste esa camisa con esos pantalones esta mañana? Con eso, expulso el aliento que había estado conteniendo. Realmente no necesito más voces que se añadan al coro de “dale a Lucas otra oportunidad”. Los ojos de Myles me miran con preocupación, y me pregunto si Lucas le contó lo que está pasando con nosotros o si ha oído los rumores del baile, también. Sabiendo cómo será, probablemente, la reunión en la mesa del almuerzo, decido que ahora es un buen momento para hablar con Chad. —¿Saben dónde come Chad durante el almuerzo? —pregunto porque nunca le vi en la cafetería.

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Su reacción ante mi pregunta es cómica. Gwen entrecierra sus ojos hacia mí, mientras que las cejas de Myles se disparan hacia arriba. —¿Por qué quieres saber eso? —me pregunta. —Tengo que hablar con él. —Es verdad, ¿entonces? Lo del baile de graduación —me dice, con evidente desaprobación. —No es cierto —dice Gwen por mí—. No veo cómo hablar con él resuelve nada, pero se sienta detrás del edificio A. Hay algunas mesas de picnic allí. —Gracias. —Evito el contacto visual con Myles y no pierdo el tiempo, yendo en esa dirección. A pesar de que el calendario indica que es primavera, el día me hace sentir escalofríos, y ojala me hubiera llevado mi abrigo. Parece que Nueva York no puede decidir en qué estación quiere estar. Niego con la cabeza, comparando el tiempo aquí con el clima templado del sur de California más de lo habitual. Fácilmente descubro una fila de mesas de picnic que han visto mejores días, colocadas a la sombra del edificio A. Aquí es, obviamente, donde los estudiantes que piensan que el negro es un color primario, vienen a comer. Veo la cabeza calva de Chad en la mesa más concurrida. Él está rodeado de chicas, que parecen groupies, hablando maravillas sobre él. Una de ellas me ve y frunce el ceño mientras avisa al resto del grupo de mi aparición. La cabeza de Chad inmediatamente aparece, y se para. Cuando llego a la mesa, no hago caso de las miradas sucias que estoy recibiendo y mantengo mis ojos en él. —¿Podemos hablar un minuto? —le pido. Él asiente con la cabeza. —Por allí —levanta la barbilla hacia la mesa vacía al final de la fila. Una vez que estamos instalados uno frente al otro, me dice. —Así que, me enteré de que te voy a llevar al baile de graduación. —Sonríe con diversión. —Escuché eso también. Él descansa sus brazos sobre la mesa.

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—¿Comenzaste tú ese rumor, para que te lo pida? Yo trabajo duro para no mirarlo. —No, Chad. No lo hice. Pensé que tal vez tú lo empezaste. —Nah. —Niega con la cabeza—. El baile no es lo mío. Pero aún podemos pasar el rato. Mi mano está sobre la mesa delante de mí, y me doy cuenta de que está deslizando sus dedos hacia allí. Muevo de inmediato mi mano hacia atrás y veo cómo cambia de petulante a curioso. Le hago sonreír, preguntándose qué diablos estoy haciendo aquí. —El baile no es gran cosa para mí tampoco —le digo y miro como sus ojos viajan hasta mi pecho, donde se estancan con rudeza. Mi mandíbula se tensa, y cruzo los brazos delante de mí. —Pero realmente me encanta tu música. —Fuerzo a mi sonrisa a aparecer de nuevo—. Me preguntaba si podía ver a tu grupo ensayando alguna vez. Se frota la mano por la barbilla desaliñada y se encoge de hombros descuidadamente. —Por supuesto, los fans vienen a nuestros ensayos todo el tiempo. Nos reunimos en la casa de Desmond los jueves por la noche. —Eso es esta noche —le digo, fingiendo saber quién es Desmond. Él asiente con la cabeza. Luego me mira de reojo. —Maldita sea, estás congelada. Toma mi chaqueta. Para mi sorpresa, él se levanta, se quita su chaqueta de cuero y me la pone encima. —No, estoy bien —protestó. Pero él la coloca sobre mis hombros y se sienta en el banco junto a mí. —Adelante. Pon tus brazos a través de las mangas. Lo hago porque estoy muy asombrada de su preocupación inesperada. —¿Tienes un lápiz? Te escribiré la dirección para esta noche. —Su cara está incómodamente cerca de la mía, y no me gusta la forma en que sus ojos vagan hasta mis labios.

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—Lo voy a poner en mi teléfono. Entonces, innecesariamente, desaparece el centímetro de distancia entre él y yo mientras sacó el teléfono de mi bolsillo. Golpeo en su dirección y me doy tiempo. Cuando miro hacia arriba, me doy cuenta de que se acerca de nuevo. Por el rabillo del ojo, veo que tenemos un público absorto. —Um, Chad, no estoy muy interesada en empezar nada en este momento — le digo torpemente, manteniendo mi voz baja. Por alguna razón, no quiero avergonzarlo. Él se ríe. —Eso pasa a ser exactamente lo que me interesa hacer. Me doy cuenta de que se inclina para besarme. —Y además, soy lesbiana —dejo escapar. Esto le hace hacer una pausa. —Eso es caliente —respira, y el centímetro de distancia desaparece de nuevo, y me doy cuenta que mi reticencia finalmente no funciona con él. —¿En serio? —me pregunta, mirándome como si no se lo creyera. Trato de no temblar mientras estoy acostada con la cabeza. —No me digas . Nunca he conocido a una lesbiana antes. Eso está bien. —Se encoge de hombros—. Tiene sentido. —Luego sonríe con picardía—. Trae a tus amigos esta noche. ¿De acuerdo? —Por supuesto. —Me encojo de hombros en su chaqueta, preguntándome por qué él piensa que tiene sentido. Entonces me doy cuenta de que probablemente está refiriéndose al hecho de que sigo dándole largas. Lo que le hace ser un ególatra. Y tengo la intención de traer a un amigo. Aunque no es él que está esperando. —Entonces, nos vemos más tarde —le digo, poniéndome de pie y viendo como sus ojos se mueven sobre mí. —Sí. Más tarde —Vuelve a su mesa. Una vez que estoy lo bastante lejos, miro por encima de mi hombro y noto las miradas de sus compinches curiosas hacia mí. Sé exactamente lo que él les ha

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dicho. Me río de mí misma. Acabo de agregar otro rumor a la pila, y me pregunto cuánto tiempo va a tomar antes de que éste se ponga de nuevo a mí. Estoy programada para trabajar esta noche, pero yo llamo al Scoops, y le pregunto a Stacy si sabe de alguien que pueda querer cambiar su día conmigo. Resulta que, Jacinda está allí, y ella se ofrece para hacer mi turno si yo hago el suyo mañana. Así que, ahora voy a trabajar la noche del viernes, una de las más concurridas, me dice Jacinda con alegría apenas contenida, ahora que he tomado su turno. Le envió un mensaje de texto a Lucas para decirle cuándo y dónde es el ensayo. Me escribe pocos minutos después para hacerme saber que me recogerá a las ocho. En la cena de esa noche, Kyle no se alegra cuando le digo que voy a salir con Lucas. —Es una noche de escuela —afirma—. Y estuviste con él anoche. Creo que todo esto se está moviendo demasiado rápido. —No está pasando nada. Sólo somos amigos. Él me lanza una mirada escéptica. —No te miento, Kyle —afirmo, enfadándome por su desconfianza a pesar de que sus instintos no están exactamente equivocados. El hecho de que no pase nada no significa que Lucas y yo no queramos que lo haga. Esto parece desinflarle. —Sé que no lo haces —dice. —Tu nariz crecerá si mientes, como a Pinocho. —Penelope señala hacia mi nariz. —Eso es verdad. Mentir es muy malo —le digo. Ella asiente con gravedad. —Come tu cena —le dice Chloe a Penelope, ayudándola a meterse un bocado con el tenedor. —Vuelve a las diez —afirma Kyle. Asiento con la cabeza, de acuerdo y me apresuro a terminar mi cena.

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Salgo corriendo cuando Lucas se detiene, y ya tengo mi mano en el tirador de la puerta, cuando aparece junto a mí. —Yo iba a abrirla por ti —dice. El bajo y retumbante sonido de su voz envía un escalofrío a través de mí. Lleva un jersey negro de manga larga que se detiene justo encima de la cintura de sus vaqueros de poca elevación. Lleva puesto un jersey de cuello alto, negro con pantalones de mezclilla, también. Sonrío mientras mis ojos viajan por su ropa y por último hasta su fuerte línea de la mandíbula y el pelo revuelto. —Tenemos que estar en la misma longitud de onda esta noche —le digo, señalando nuestra ropa. Él me da una sonrisa rígida. —Eso sería un buen cambio. Lo estudio y me pregunto si Myles le ha dicho la verdad sobre que Chad no es mi cita para el baile. Si es así, yo creo que estaría atenuando la actitud. Doy un paso hacia la camioneta y lo dejo que cierre la puerta tras de mí, mientras me siento demasiado cansada para jugar al "Adivina mi cambio de humor” con él esta noche. —¿Sabes quién es Desmond? —preguntó una vez que arranca. —El batería. Solía ir a nuestra escuela. Creo que se retiró. El paseo continúa en silencio después de eso. Me concentro en ver pasar el centro de la ciudad por la ventana. —Muchos me han preguntado por mi escayola hoy —dice, haciendo que mis ojos se muevan de la ventana a su antebrazo musculoso. —¿Qué le dices a la gente? —Dejó que mis ojos se mantengan en su cara, es tan guapo de perfil. Me mira. —Que los médicos se confundieron y no estuvo roto nunca. —¿Cómo te la has quitado?

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—Utilicé las herramientas eléctricas de mi padre, sobre todo la sierra circular. Liam me ayudó. Mis ojos se abren por la preocupación de que él haya utilizado una sierra sobre sí mismo, pero el aspecto perfectamente sano de su brazo me detiene de hacer comentarios. Abre su mano y la cierra en el volante. —¿Puedo hacerte una pregunta? Me pongo tensa de inmediato. Cuando él pide permiso para hacer una pregunta, es una mala señal. A pesar de mi preocupación, asiento con la cabeza. —¿Qué se siente cuando se está curando a alguien? ¿Te duele? Se me forma un nudo en el estómago. Después de pasar mi vida sin hablar con nadie sobre esto aparte de mi madre, me siento mal haciéndolo ahora. Pero es demasiado tarde para echarse atrás. Él ya sabe mi secreto, y yo sé el suyo. En el fondo me alegro. Yo no podía manejar esto sola por más tiempo y por alguna razón, confío en Lucas con esto aunque no estoy segura de que puedo confiar en él con mi corazón. —Me duele no curar —le contesto por fin. Él frunce el ceño pensando en las posibilidades mientras me mira fijamente. —Cuando me encontré contigo en la escalera ese día, acababa de rozarme contra alguien que se encontraba en muy mal estado. Creo que se trataba de Derek. Pero yo no usaba mi poder para ayudar y me contuve, así que me sentí enferma. —¿Enferma? Eso es un eufemismo. Usted estaba temblando como una hoja y apenas podía mantenerse en pie —señala. Asiento con la cabeza. —¿Eso sucede cada vez que no curas a un enfermo que entra en contacto contigo? —Su pregunta incrédula es comprensible. No podría vivir mi vida si así fuera cómo funciona. —No obtengo la llamada de todas las enfermedades. Si la enfermedad de alguien no ha progresado lo suficiente como para afectar su salud, no voy a sentirlo. Pero si estoy cerca de una persona muy enferma, alguien que está sufriendo dolor, puede pasar cuando bajo la guardia. Sé cómo bloquearlo la mayor

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parte del tiempo por lo que no me siento inundada o abrumada. Pero cuando estoy molesta o estresada, las cosas a veces se cuelan. Parpadea durante un minuto como si estuviera procesando algo. —Dios, es por eso que Chris estaba cubierto de sangre esa noche, pero los paramédicos no pudieron encontrar un rasguño. Lo tiraste al otro lado de la carretera para mantenerlo lejos del auto, y lo curaste. —Fue involuntario, pero sí, lo hice. Esa noche, sin duda está clasificada muy arriba en la escala de estrés. Se pasa la mano por la mejilla y me mira . Puedo sentir su indecisión . —¿Qué ocurre? —le pregunto. —¿Por qué no ayudaste a Grady? Se encontraba en un estado mucho peor que Chris. Él todavía lo está. Yo apenas entiendo mis propias habilidades. Es difícil encontrar las palabras adecuadas para explicárselo a él. —Hay reglas —le digo. Continúa mirándome mientras conduce, esperando a que le explique eso. —La regla número uno es no juegues con la muerte. Lucas agranda sus ojos mirándome, por demasiado rato esta vez, y tiene que desviarse en el último minuto para no salirse de la carretera. Maldice en voz baja y aparca a un lado la camioneta. —Tenemos que llegar al ensayo —protesto, mirando fijamente su reloj del salpicadero. —Hay tiempo. —Lucas gira su cuerpo para colocarse frente al mío—. ¿Qué quiere decir, no juegues con la muerte? Mis palmas comienzan a sudar con toda su atención puesta en mí ahora. Yo me muevo incómoda en mi asiento. —Yo no tengo que curar a nadie que se supone que debe morir, al igual que en la matriz de forma inminente. No puedo tratar de revertir eso. —¿Por qué? ¿Qué pasaría? ¿Se morirá de todos modos?

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—No. Yo podría salvarlos, pero la muerte encontraría a alguien más, cercano a ellos, por lo general un miembro de la familia, un pariente de sangre. Lo he visto ocurrir con mi madre y luego mi abuela me habló de ello, también. Esa noche, podía sentir lo cerca que estaba Grady de la muerte. Yo sabía que no podía tocarlo. Si lo hubiera traído de vuelta desde el borde o algo así, la muerte podría llevarse a alguien más de su familia en su lugar. No podía correr el riesgo. Lucas está sacudiendo lentamente la cabeza, y no estoy segura de lo que está pensando exactamente. —¿Estás diciendo que la muerte realmente saltaría a otra persona? —Sé que parece una locura, pero así es como funciona. —Froto mis manos húmedas sobre mis tejanos. Lucas se mueve hacia mí. —Tienes que aprender más acerca de esto, Ray. Necesita saber de dónde viene para que puedas entender por qué funciona de la manera en que lo hace. No puede ser sólo una maldición. Debe haber alguna razón de ser de la misma, un propósito más elevado. Miro hacia abajo a mis manos, y niego con la cabeza. —¿De verdad crees que mi abuela tenía un propósito superior? Él tira suavemente de mi brazo, haciendo que le mire a los ojos. —Las personas abusan del poder todo el tiempo. Eso no significa que el poder en sí sea malo, sólo el portador de él. Le sonrío, tan inteligente y razonable, a pesar de todo lo que le he dicho. —No importa —le digo—. No hay manera de saber más. Mamá se ha ido, y no pienso hablar con mi abuela de nuevo. Me doy cuenta de que me está estudiando. —Pero Kyle puede saber algo, y siempre está tu padre. Podríamos tratar de averiguar más sobre él. Me siento inmediatamente resistente ante esa idea, y empiezo a sacudir la cabeza. —¿No quieres saber más? —me pregunta.

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—No quiero abrir una caja de Pandora. Mi madre me advirtió de todo esto por una razón —siento las lágrimas de frustración encendiéndose detrás de mis ojos, y las empujo drásticamente. Realmente no quiero llorar delante de él otra vez. —Estoy seguro de que estaba tratando de protegerte, pero también te ha dejado en la oscuridad. ¿Es ahí donde quieres estar? —Su voz es tan tranquila mientras mi presión arterial está por las nubes, que no puedo evitar sentirme irritada. Vuelvo a mirar por la ventana más allá de la noche. Él está verbalizando todos los pequeños pensamientos susurrantes que ya están en mi cabeza. No es fácil hacer caso omiso a que no sé nada de mis habilidades. He estado haciendo esto por siempre. Es más difícil ignorar el hecho de que no sé prácticamente nada acerca de mi padre. Mi abuela contradecía lo que me dijo mi madre, y mi madre me mintió acerca de tantas cosas. ¿Quién sabe cuál es la verdad? Existe la posibilidad de que mi padre esté vivo en alguna parte, y que tenga estas habilidades y tal vez algunas respuestas, también. —Ray, lo siento —dice suavemente—. Sólo estoy tratando de ayudar. —Lo sé. —No has contestado a mi primera pregunta —dice Lucas—. ¿Qué se siente cuando curas a alguien? Me vuelvo hacia él y respiro hondo notando las palabras, en su mayoría inadecuadas, estallando en mi cabeza. —Se siente bastante increíble. Es como la emoción de montar en una montaña rusa y la calma pacífica de una cálida brisa, todo envuelto en una sensación. Comienza como una vibración que baja y me llena y luego sale de mí, y me siento completamente consciente de todo. Entonces se transforma en ráfagas de luz, como fuegos artificiales que salen fuera desde mi interior, hormigueando en contra de todas mis terminaciones nerviosas. —Niego con la cabeza, sintiéndome tonta—. Es que es tan difícil de describir. —Suena como un orgasmo —afirma Lucas. Mis ojos se abren hacia él. —Creo que entiendo lo que estás diciendo —continúa—. Eso es lo que sentí también, mientras estabas curándome. Justo lo que acabas de describir. Fue increíble. Estaba completamente conectado a ti, como si estuviéramos

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compartiendo algo íntimo sin ser realmente íntimos. ¿Cómo puede algo que estás obligada a hacer, sentirse tan increíble mientras lo estás haciendo, siendo una maldición? Me aclaro la garganta —No lo sé —puedo sentir su escrutinio sobre mí. —Tú has tenido un orgasmo, ¿verdad? Ladro una risa incómoda a modo de respuesta, y siento como mis mejillas se encienden. No puedo creer que me acabe de preguntar eso. —No lo has tenido. ¿O sí? —Su voz está tranquila y llena de incredulidad—. Tú no eres virgen. ¿Lo eres, Ray? Esto es demasiado. —Eso no es de tu incumbencia. ¿Podemos ponernos en marcha? Vamos a perdernos el ensayo. —Mmmm, lo eres —decide él. Vuelvo la cara roja hacia él, y veo que no se está riendo de mi o sonriendo. Sólo está mirando a través del parabrisas y moviendo la cabeza como si fuera algo demasiado difícil de comprender para él. No sé por qué estoy tan avergonzada. No soy la única chica de diecisiete años virgen en el mundo. —¿Y qué si lo soy? —Declaro a la defensiva—. ¿Eso es una gran cosa, o algo así? Vuelve su mirada brillante hacia mí, y no veo más que la ternura y el cariño que hay. —Sí, es una especie de gran cosa. Pero no por la razón que piensas. — Entonces, se balancea y pone la camioneta de regreso en la carretera sin añadir nada más sobre el tema. Me quedo sin habla, mirando su perfil.

—Debe ser ahí. —Lucas para detrás de una fila de coches.

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Si no estaba ya preocupada antes de llegar, nuestra conversación en el camino hasta aquí me tiene con todos mis estados alterados. —Tenemos que llegar delante de él antes de que me vea e intente irse —le digo, tratando de concentrarme en la tarea en cuestión. —Tal vez deberías esperar en el auto —sugiere. —¿Qué? —Le miró fijamente—. Agradezco que hayas venido conmigo, pero esto en realidad no tiene nada que ver contigo. ¿Por qué iba a esperar en el auto? Su expresión se endurece. —Caramba, no sé. ¿Por si es peligroso o algo así? Estoy a punto de lanzar una observación sarcástica hacia él cuando deliberadamente me detengo. No quiero discutir con él nunca más. —Gracias por tu preocupación, pero no voy a esperar en el auto. —Quédate a mi lado todo el tiempo que estamos allí —ordena, saliendo de la camioneta sin esperar mi respuesta. En lugar de erizarme, mantengo la calma, entendiendo que su repentina brusquedad deriva de su preocupación, a pesar de que no me gusta que él tenga ese tono conmigo. No sé cómo los vecinos pueden soportar el ruido. A partir de dos casas más abajo, ya puedo oír la música que vibra y el sonido de las voces que se levantan por encima del estruendo. A medida que nos acercamos, me doy cuenta de que la gente se mezcla en el césped. Todas las casas de esta calle son similares, como cajas pequeñas con tablas de madera de un solo nivel, agrupadas muy juntas. Lucas coge mi mano mientras nos acercamos a la puerta. Nadie se da cuenta o se preocupa de nuestra aparición aquí. Se parece más a un concierto que a un ensayo. La puerta principal está entornada, y Lucas pasa dentro, manteniendo un firme control sobre mi mano. Inmediatamente, me golpea el humo de los cigarros que llena el aire caliente y lo vuelve pesado en el interior. Nadamos entre la horda de personas que se reúnen en el interior de las pequeñas habitaciones de la casa. El suelo vibra bajo mis pies con la música que el grupo está tocando. Sé que están cerca, pero no veo ninguna señal de ellos. Lucas nos mueve entre la multitud poco a poco. Reconozco algunas caras conocidas de la escuela cuando se sorprenden al vernos.

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—¿Qué pasa, tío? —Un chico desconocido palmea a Lucas en el hombro cuando pasa a nuestro lado. Por último, más allá de las cabezas de la multitud, descubro a Chad. Parece que el grupo está tocando en un porche cerrado en la parte trasera de la casa. Lucas se detiene y se inclina para acercar su boca a mi oído. —Vamos a acercarnos más. Quédate detrás de mí. Asiento con la cabeza hacia él, con la sensación de su cálido aliento en mi oído persistiendo mientras me empuja hacia adelante. Me tropiezo y me empujan, pero finalmente terminamos al frente de la multitud. Sigo escondida detrás de Lucas mientras mis ojos encuentran a Rob Jarvis. La actuación es fuerte, pero mucho más tranquila que la del club. Soy capaz de estudiar realmente a Jarvis. Su pelo largo y fibroso, está peinado con en una cola de caballo baja, y su camiseta sin mangas revela un tatuaje tribal en bandas alrededor de su estrecho bíceps. Su cuerpo es largo y enjuto. Sé que es a quien vi de vuelta a casa. Me gustaría poder llamar a Apollo y preguntarle qué demonios estaba hablando con Jarvis. Pero yo nunca he llamado a Apollo, y así es como a él le gustaba. Tenía un teléfono diferente con un nuevo número cada semana. —Hey, es la chica nueva. —A mi lado, me doy cuenta de que hay un par de chicas de la mesa del almuerzo de Chad. —Hola —Sonrío vacilante, sospechando de su amistad. Echan un vistazo a las personas que me rodean. —Chad dijo que ibas a traer a algunas de tus amigas. ¿Dónde están? —me dice una de las chicas. —No pudieron venir. Traje a Lucas en su lugar. Ella mira a Lucas antes de evaluarme a mí. —No te ves como una lesbiana. —Levanta la voz y un poco de su saliva sale disparada en mi dirección, justo a mi cara. Delante de mí, Lucas comienza a toser. Fuerte. Definitivamente escuchó eso. La chica se vuelve hacia el grupo, que ya ha terminado su actuación y la multitud ruge aprobándolos.

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—Vamos. —Lucas no pierde el tiempo, nos mueve a través de las personas que permanecen en el porche y nos coloca directamente frente a Jarvis que se inclina hacia abajo para desconectar su bajo. Me doy cuenta de que es nuevo y perfecto, comparado con los destartalados de Chad y los demás. Cuando se detiene, Jarvis me mira casualmente, y luego disimula antes de borrar su evidente sorpresa de su cara. —Nos gustaría hablar contigo —dice Lucas. Él y Jarvis son de la misma altura y Lucas se mueve hacia delante cuando Jarvis da un paso atrás. —Puedo firmaros autógrafos después de que haya guardado mi equipo — murmura Jarvis, concentrándose en recoger los cables y el equipo. Chad sonriente, aparece a mi lado. —¿Dónde están tus amigos? —Tiene una cerveza en la mano y los ojos inyectados en sangre, dejando claro que no es la primera que se toma. Echo un vistazo a Jarvis, que parece ser el único miembro del grupo preocupado por recoger deprisa su equipo. —No han podido venir. Lucas vino conmigo. Chad mira detrás de mí. —Ten cuidado con ese —advierte—. Tiene mucho temperamento. ¿Le has dicho que prefieres a las chicas? Decido seguirle el juego. —No. ¿Crees que debería hacerlo? Él asiente. —Por supuesto. Alguien tiene que bajarle los humos. Luego, una chica alta y rubia le tiende una emboscada a Chad desde atrás, envolviendo sus brazos a su alrededor. —Hola cariño —le canta ella, metiéndole la lengua en el oído—. Vamos a buscar una habitación. Con eso, soy olvidada. Chad se da la vuelta y se la lleva lejos. Lucas se está enfadando mientras vigila a Jarvis con los brazos cruzados.

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—Si esto te va a llevar un tiempo, podemos hablar contigo aquí —dice en un tono innecesariamente alto. Jarvis se endereza y lanza un suspiro exagerado. —Está bien. Vamos afuera. Él se da vuelta y se dirige a la parte trasera del porche. Lucas va justo detrás de él mientras sale por una puerta y desaparece en la oscuridad. Me temo que va a tratar de correr, pero cuando llego fuera, lo veo de pie tranquilamente en la hierba, mirándonos. Nos detenemos frente a él y Lucas se vuelve hacia mí, esperando que yo diga algo. No dudo. He querido hablar con él durante mucho tiempo. —¿Sabes quién soy? —le pregunto. Sus ojos viajan por mi cuerpo. —Debería —responde con una sonrisa lasciva. Puedo sentir a Lucas tenso a mi lado, y decido ir al grano. —Mira, te vi en San Diego, cuando vivía allí con mi madre. Te vi hablando con Apollo un día frente a nuestro edificio. También sé que trabajas como conserje en la residencia de ancianos donde vive mi abuela. No es posible que todo sea una coincidencia. Yo no quiero meterte en problemas ni nada, pero me gustaría saber qué estabas haciendo en San Diego. Jarvis pasa su mirada de Lucas a mí. —No sé de qué coño estás hablando. Amigo, tu novia no está jugando con toda la baraja. Lucas se pone frente a él. —Sabemos que estuviste allí. Sólo queremos saber por qué. Así que corta el rollo. Jarvis frunce el ceño y empuja a Lucas con una mano en el pecho, apartándole de él. Lucas entorna los ojos hacia Jarvis, y la tensión se eleva inmediatamente. Antes de que Lucas se la devuelva, me meto entre ellos. —Por favor, ¿no me dirás si alguien de mi familia te envió a buscarme a mí y a mi madre? No voy a decirle nada a nadie. Te lo prometo. Sólo necesito saberlo.

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Me mira otra vez. —Yo no te estoy diciendo una mierda. Toda tu familia está loca. Tu abuela, tu madre, y por lo que veo, tú no eres diferente. Mi sangre corre fría. —¿Mi madre? ¿Qué sabes tú acerca de mi madre? —Ya he terminado con tu familia. ¡Tenéis que dejarme en paz ya, joder! — Frunce el ceño y trata de alejarse de nosotros. Lucas se adelanta, y el puño de Jarvis se estrella en su mandíbula. Yo suspiro cuando la cabeza de Lucas vuelve a su lugar. Pero rápidamente se sacude, y con un rugido, se lanza sobre Jarvis, empujándolo sobre la hierba, golpeándole en la cara. La gente se apresura a acercarse por detrás de mí y Lucas sigue encima de él. Tan pronto como Lucas se levanta, Jarvis se pone de pie y se tambalea. Está escupiendo, enojado, de pie y se limpia la sangre de la boca con el dorso de la mano. Lucas parece estar bien, pero la cara de Jarvis es un caos sangriento. Abruptamente, Jarvis se vuelve y comienza a correr hacia el patio vecino. —¡Espera! —le grito. Necesito saber cómo se ha involucrado con mi familia, con mi madre. Empiezo a ir tras él, cuando Lucas me agarra del brazo. Me esfuerzo por apartarme de él a medida que veo a Jarvis desaparecer. —¡Suéltame! —No tiene sentido. Él no va a decirnos nada. —Pero sabe algo. Está involucrado con mi familia de alguna manera. Lucas me agarra de la cintura con la otra mano, tratando de dar la vuelta. —Escúchame. Tenemos que hablar. Me giro furiosamente pero me detengo cuando veo el labio inferior y el lado derecho de su cara que comienzan a hincharse. La lucha desaparece en mí, y hago una mueca de dolor ante la vista que tengo de él. —Te dio un buen golpe. —Y se lo devolví. Vamos Ray. Vámonos. Asiento con la cabeza y dejo que me lleva más allá de los curiosos que siguen dando vueltas y preguntando por qué había una pelea. Nosotros vamos por

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el lado de la casa para llegar a la carretera principal, donde está aparcada la camioneta de Lucas. Mi adrenalina todavía está bombeando y ambos nos movemos rápidamente. —¿Y si le dice al que lo contrató que vine a buscarlo? —le pregunto sin aliento. Todavía hay coches en la línea de la carretera, pero está más tranquilo ahora. Sólo oigo el eco de los ladridos de un perro a lo lejos cuando llegamos a la camioneta. Lucas pone sus manos sobre mis hombros y me vuelve hacia él. —Estás haciendo la pregunta equivocada. Debes preguntarte por qué Jarvis estuvo tan a la defensiva y tan decidido a mantener la boca cerrada. Si él fue enviado allí para encontrarte o para obtener información sobre ti, ¿por qué iba a reaccionar de esta manera con nosotros? Mis músculos se tensan cuando empiezo a comprender su implicación. Pero yo no quiero dejar que mis pensamientos se dirijan allí. Es demasiado terrible para tenerlo en cuenta. Comienzo a sacudir la cabeza hacia él de inmediato. Mi rechazo no le hace cambiar. —Sólo piensa en ello. No es una conclusión loca. Doy un paso de distancia, pero se queda conmigo. Sigo moviéndome hasta que mi espalda golpea con el lado de su camioneta. Sus manos se mueven hacia abajo por mis brazos y me mira fijamente con sus ojos azules afilados. Ellos me miran serios y decido decir lo que pienso. —¿Crees que él mató a mi madre? —le susurro. Él no responde. Los dos sabemos que eso es lo que quiere decir. —¿Pero por qué? —pregunto—. ¿Por qué habría de hacerlo? ¿Por qué alguien en este pueblo la querría muerta? Ella se fue y salió de sus vidas durante casi veinte años. —¿Cuál fue el resultado de su muerte? —me pregunta. Parpadeo mis ojos y siento que las lágrimas se arrastran por mis mejillas. —Esto me ha traído hasta aquí —le contesto de mala gana.

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A pesar de que las palabras salen de mi boca, estoy gritando en el interior que eso no es posible. —Kyle no podía hacer esto. No podía matar a nuestra madre. ¿Sólo para traerme aquí? No tiene ningún sentido. La mano de Lucas se alza, y él acaricia mi mejilla con el pulgar. —Tal vez no fue Kyle. Tal vez fue tu abuela. Tal vez tenía un momento de claridad y realizo el movimiento. —No. Ni siquiera sabía que yo existía. —¿Qué pasa con Alec? Lo descarto de inmediato, también. —¿Cuál sería su motivo? Él tardo mucho tiempo en conseguir su divorcio, y no puedo pensar ninguna otra razón por la que él querría que ella muriera o que yo estuviera aquí. Visiones de entrar en la cocina y encontrar a mi madre, con la cabeza rodeada de su propia sangre son todo lo que puedo ver mientras hablamos acerca de su asesino. Es la misma escena que he visto muchas veces estando despierta y dormida, excepto que ahora, mi cuerpo empieza a temblar cuando yo veo a Jarvis allí, también, levantando sus brazos, listo para asestar un golpe mortal. —Yo no sabía que fuiste la que la encontró —dice Lucas, con la voz cargada de emoción, y me doy cuenta de que debo haber dicho algo de eso al menos en voz alta mientras tiraba de mí hacia él. —Traté de hacerla volver —le alcanzo y agarro su camisa con mis manos, necesitando aferrarme a algo—. A pesar de todo lo que ella me dijo sobre eso, puse mi mano sobre ella y traté de hacerlo. Pero su piel ya estaba fría. Llegué demasiado tarde. Sus dedos se mueven arriba y debajo de mi espalda en un lento y suave patrón. —Siento mucho que tuvieras que pasar por eso. Me apoyo en él. Pensaba que estaba bien, pero no tenía ni idea de lo mucho que necesitaba esto tan reconfortante. Me quedo de esta manera, cerca de él, y me dejo sentir el dolor, sabiendo que estoy en un lugar seguro. En toda mi vida, nunca me he sentido tan segura como lo hago cuando estoy con él. Está bien dejarme caer

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un poco, porque si tengo a Lucas, voy a ser capaz de levantarme de nuevo cuando esté lista. Su calor se filtra en mí, y yo empiezo a relajarme en sus brazos. No estoy segura de cuánto tiempo me sostiene de esta manera antes de que mi suave llanto por fin se calme. Pero él no me suelta. Continúa manteniéndome cerca mientras mi dolor comienza a cambiar a algo más. Me vuelvo demasiado consciente de sus duros músculos presionando contra mi pecho y estómago. Sus labios están al lado de mi oído, y sé que sólo tengo que girar la cabeza un centímetro para recibir el beso que ahora estoy deseando. Pero yo no lo puedo usar de esa manera. No puedo dejar que mis emociones me desarmen y engañarlo cuando yo sé que no estoy lista para saltar a algo con él de nuevo. Lamentablemente me muevo hacia atrás y trato de pensar razonablemente sobre lo que pasó aquí esta noche. —Rob Jarvis puede ser su asesino, pero no hay nada que yo pueda hacer al respecto. No puedo ir a la policía con sólo mi sospecha, ¿o sí? —pregunto, soltando su camiseta y subiendo mi mirada a él. El niega con su cabeza, de acuerdo conmigo. —No creo que quiera que vuelvas a la casa de Kyle —dice. —¿Qué otra opción tengo? ¿A dónde más iría? No tenía respuesta. No ofrece su casa, y los dos sabemos por qué. —Kyle no me hará daño —razono—. De alguna forma sólo lo sé. Siento que estamos dejando pasar algo. Para saber lo que es, necesito volver y actuar como si todo fuera normal. Deja salir un suspiro de frustración y pasa sus manos por su cabello. —Hay un problema con tu plan, si Jarvis les cuenta que nosotros lo confrontamos, y ellos empiezan a preocuparse por lo que nos pudo haber dicho. —Dijo que ya había terminado con mi familia. No creo que el corra hacia ellos ahora. Lucas me mira, viéndose dividido. —Mira, si vas a volver, necesito una forma para asegurarme que vas a estar bien. —Piensa por un momento—. Vamos a dejar nuestros celulares prendidos. Conectamos una llamada toda la noche y si algo pasa, lo voy a oír. Aprecio el gesto, pero parece un poco extremo. —¿Dejar nuestros celulares prendidos toda la noche?

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Asiente. —Tengo que saber que estas bien Ray. Luego, inesperadamente, se mueve hacia adelante, fijándome sobre la camioneta. Yo inhalo bruscamente mientras su cuerpo se presiona en el mío. Apoya su frente en la mía. Puedo sentir su cálida respiración en mi cara. Me congelo cuando sus labios susurran por mi mejilla. Se mantiene de esta forma, apiñándome, rodeándome. Cada parte de su cuerpo que toca el mío se siente como si estuviera en fuego. Mi corazón comienza un agotador latido. Parece mucho tiempo, esperando por su próximo movimiento, preguntándome si él me va a besar, necesitando que lo haga. Finalmente, lo hace, vacilante al principio como si estuviera esperando a ver si yo lo paro. Cuando no lo hago, la repentina presión de sus labios sobre los míos se siente tan perfecta que gimo suavemente. Él lo escucha, y ahora tiene todo el ánimo que necesita. Profundiza el beso, dando todo su querer y deseo que tuviera reprimido mientras su lengua acaricia la mía. Todavía estoy asegurada sobre la camioneta, mi espalda enterrándose en la dura superficie. Pero difícilmente lo siento. Lo único que siento es que tanto Lucas me quiere, y debajo de eso, también ciento un leve dolor, su dolor. Alzo mis brazos para enrollarlos alrededor de su cuello. Reúno mi energía, dejando que se construya, antes de enviársela a él. Puedo sentir el momento en que le llega. Se pone quieto, y sé que la hinchazón de su cara ya está bajando. —Ray —susurra si apodo para mí, y me besa otra vez, pero esta vez es más rudo, mas demandante. El peso de su cuerpo, moldeado al mío, me está volviendo loca. Una necesidad dolorosa crece muy dentro de mí. Su mano se mueve por mi lado, y agarra la parte de atrás de mi muslo, poniendo mi pierna hacia arriba, y envolviéndola a su alrededor. Cuando el presiona sus caderas contra las mías, lo agarro de su cabello y doy un gritito por el placer que eso me produce. Sus cálidos dedos están debajo de mi suéter, deslizándose por mi piel expuesta, y de repente no es suficiente. Quiero sus manos en mí por todas partes. Todo mi cuerpo duele por él. —¡Consigan una habitación! —grita alguien. Luego escucho sonidos de risas pasar. Los dos lo oímos, pero se demora un momento en caer en cuenta. Estamos parados en medio de la calle, y Lucas tiene mi suéter empujado casi hasta mis hombros, pero yo continúo besándolo sin vergüenza. Finalmente, su mente se hace

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presente y nos detiene. Se separa de mí, bajando mi pierna gentilmente y acomodando mi suéter en su lugar. Mi respiración es pesada en mis oídos, y puedo ver su pecho elevándose y cayendo mientras se pone a si mismo bajo control. Mis ojos se enfocan lentamente en él. El Lucas calmado y frio se ve tan destrozado como yo me siento. Su mano sube a explorar la ahora perfectamente curada mejilla y labio. —Gracias —dice con una sonrisa incrédula, como si todavía se estuviera acostumbrando a lo que puedo hacer. —Un placer —le sonrió de regreso, sorprendida de que pueda sonreír después de todo lo que paso esta noche. —El mío también. Eso fue un beso —dice astutamente, pasando sus dedos por sus labios. Pero luego sus ojos reganan concentración, y ellos se endurecen hacia mí. Toma una respiración antes de decir—: Mira, necesito saber que estamos en la misma página. No quiero verte en la escuela mañana y volver a donde estábamos. No estoy luchando más contra esto. Y¿ tú? Su voz envuelve desafío, como si me estuviera retando a negar lo que hay entre nosotros. Pero no me puedo imaginas luchando contra esto tampoco, no después de lo que acaba de pasar. Hacerlo sería deshonesto porque ya se ganó mi confianza de nuevo. Es sólo mi miedo lo que me detiene ahora. Pero no quiero rendirme al miedo nunca más. —No. —Niego con mi cabeza, todavía sintiéndome sobrecalentada. —Bien —asiente, viéndose aliviado. Luego recuerdo la forma en la que caminó hacia mí en la escuela y puso su brazo posesivo a mi alrededor el día después de nuestras clases de manejo. Recuerdo la atención no deseada que me trajo, y luego la simpatía que tuve de Gwen cuando termino tan rápido. De verdad preferiría no lidiar con ninguna de esas reacciones de nuevo. —Pero sinceramente Lucas, no quiero el drama que trae la muestra publica de afecto . No estoy realmente en eso de todas formas. Entonces, tal vez nosotros podemos sólo mantenerlo relajado cuando estemos en la escuela —sugiero. Lucas no se ve contento con mi requerimiento. Pero luego me sonríe.

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—Además también puede enredar tu vida de lesbiana. ¿Me quieres explicar eso? Yo suspiro, todavía sintiéndome mal por mentir. —Quería que Chad parara de pedirme que saliéramos, pero no quería herir sus sentimientos. Entonces le dije que era lesbiana. Trata de no reírse, pero una risa se escapa. —¿Y te creyó? Yo asiento, incapaz de prevenir mi propia sonrisa avergonzada. —Sobre Sophie —empieza, pasando una mano por su áspera mejilla mientras su alegría desaparece—. Cree que la estoy llevando al baile de graduación. —Lo sé. Parece sorprendido al principio, pero luego el asiente. Está probablemente asumiendo que lo oí a través de la ajetreada vida de escuela. —Le voy a decir que no puedo ir con ella. Quiero ir contigo si me dejas llevarte. Esto es lo que pensé que quería, ir al baile con Lucas. Pero aceptar de esta forma no parece correcto. Pase la mayoría de mi vida con una mujer que era incapaz de seguir nada. En un esfuerzo para no ser nada como ella, soy patológicamente determinada a honrar mis compromisos. Necesito saber que Lucas es alguien que cree en hacerlo también. Además, esta tarde escuché a Sophie hablando con un grupo de chicas en la escuela sobre cómo ha estado esperando el momento de su graduación desde su primer día en primer año. Por más que me gustaría arreglarme y pasar una romántica noche con Lucas, el baile en si no tiene un significado real para mí. Si no me hubiera mudado aquí, estoy segura que Lucas y Sophie irían al baile juntos. También estoy segura que Hailey empezó el rumos de Chad, no ella. Si Lucas cancela con ella ahora, sería una bola de loco cayendo, y no quiero ser la razón de eso. Me abrazo a mí misma por su reacción. —Tú le dijiste que irías. Pienso que deber llevarla como está planeado. No me decepciona con su expresión incrédula. —¿Quieres que vaya con Sophie?

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—No, claro que no. Pero no es correcto echarse para atrás. Deja salir una respiración frustrada. —Yo siempre quise ir contigo. Iba a preguntarte, pero todavía estaba tratando que me perdonaras. Luego Sophie me dijo que ibas a ir con Chad, y estaba enojado por eso. Ahí fue cuando dije que iría con ella. Nunca fue una proposición romántica. —Yo nunca iba a ir con Chad. Su cara se llena de arrepentimiento. —Ahora lo sé. Tanto Myles como Gwen me lo dijeron. Yo me mantengo firme. —Igual, dijiste que llevarías a Sophie. Por tanto, debes hacerlo. Niega con su cabeza y se ríe con incredulidad. —Jesús, Ray. ¿De verdad eres tan desinteresada o todavía me estas castigando? Cruzo mis brazos y dirijo mis ojos hacia la acera. Estoy sorprendida por cuanto eso me duele. De repente se siente como si no me conociera para nada. —No te estoy castigando Lucas. Murmura una maldición antes que sus brazos me rodeen. —Lo siento. Sé que no estás haciendo. Tú eres una buena persona. Eres mejor de lo que alguna vez seré. Y eso es un poco desafortunado para mi ahora. Yo comprendo su frustración. —Te puedes ir temprano y podemos hacer algo después —sugiero. —¿No vas a ir entonces? Está acariciando un lado de mi cabeza, y puedo sentir su cálida respiración en mi cabello. Me recuesto en él. —No. No me importa el baile de graduación. —Me doy cuenta que los autos en la calle están empezando a dispersarse—. ¿Qué hora es? —pregunto. Lucas saca su teléfono. —Mierda. Son casi las diez. —Con eso, me hace entrar a la camioneta, y luego camina alrededor a su lado para arrancar en la vía.

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—Vamos a empezar la llamada antes de que vayas dentro —dice mientras navegamos fácilmente por las calles vacías—. Si Jarvis hablo con Kyle, deberíamos saberlo bastante rápido. Dejo salir un suspiro. Estaba esperando que se olvidara de eso. —Sólo para que sepas, no estoy llevando el teléfono dentro del baño conmigo.—Veo a Lucas, esperando una sonrisa, pero él está en modo serio. —Sí, lo harás. Siléncialo sólo cuando te resulte incómodo. Pero no te olvides de volver a ponerlo con sonido. Si lo haces, me encontrarás llamando a tu ventana en medio de la noche. Trato de no sonreír ante la seriedad con la que se está tomando esto. Sé que debería hacerlo, también, pero me parece que no puedo tenerle miedo a Kyle. Espero que no esté siendo ingenua con él. Cuando llegamos a la casa, las luces exteriores se han quedado encendidas para mí, como de costumbre. Aunque todavía estamos en el interior de la camioneta, Lucas llama a mi teléfono, y lo dejo sonar mientras se dirige a mi puerta. Ha sido otro torbellino de noche con él. Todo el tiempo que pasamos juntos parece ser extremo de alguna manera. Me pregunto si podemos ser tan volátiles y seguir trabajando. Sé una cosa... que nunca vamos a estar aburridos. —Buenas noches, hermosa —dice antes de inclinarse para besarme. Yo espero un casto beso, como la última vez, por si tenemos audiencia. Pero tengo una hambrienta, exigencia de Lucas, y le persuado con mi boca abierta a que hunda su lengua en ella. Me toma un segundo ponerme al día, pero cuando lo hago, me entusiasmo al satisfacer sus necesidades con las mías. Cuando de repente se aleja, me deja algo aturdida y temblorosa. Después de un momento, levanta las cejas y sonríe divertido. Me doy cuenta de que sólo estoy de pie mirándolo en lugar de ir hacia dentro. —Hablamos más tarde —murmuro, sintiendo mis mejillas calientes mientras me dispongo a entrar en casa. Entonces no puedo dejar de mirar por encima del hombro y ver cómo se aleja, admirando su paso confiado de piernas largas y la forma en que los vaqueros se abrazan a sus estrechas caderas. Casi puede hacerme olvidar la agitación que me trajo hasta aquí y todavía me rodea.

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La casa está en silencio, y parece que todo el mundo está dormido. Apago las luces y estoy a punto de bajar las escaleras cuando escucho a Chloe. —Hueles a cigarrillos. —Está de pie en el rellano por encima de mí, vestida con su albornoz. —Yo no estaba fumando. Entrecierra los ojos en mí. No me cree. —Quería decirte que Alec y Linda nos han invitado a una barbacoa el domingo. Nos gustaría que te unas a nosotros. No tienes otros planes, ¿verdad? Niego con la cabeza. —Bueno. Esto es sólo para la familia. No hay otros invitados. —Me mira, esperando mi conformidad. —Está bien —le respondo, sabiendo que me lo está diciendo para que no invite a Lucas. Chloe me da las buenas noches, y yo desaparezco de la planta baja sabiendo que Lucas escuchó nuestra conversación. Sé que Chloe no está exactamente emocionada porque yo esté aquí. Siempre he sentido eso. Supongo que a veces es difícil para ella fingir lo contrario. —No es una verdadera dama cálida y difusa, ¿verdad? —La voz independiente de Lucas me sobresalta. —Ella está bien —le contestó en voz baja—. ¿Estás en casa? —Justo entro ahora. Oigo trajín y ruido estático en su lado de la línea. —Voy a quitar el sonido ahora; Volveré en un par de minutos. Voy al baño. Me cambio y me lavo los dientes. Tengo un montón de tareas esperando por mí, pero estoy demasiado cansada para hacerles frente esta noche. Pongo el teléfono en la mesilla de noche junto a mí y lo conecto al cargador para que la batería no se descargue. Una vez que apago la luz y me acuesto en la cama, pongo la voz de nuevo. —¿Estás ahí? —pregunto. —Justo aquí. ¿Todo bien? —pregunta su voz profunda en la oscuridad.

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—Hasta ahora. Así que bueno. ¿Puedo hacerte una pregunta? —Acabas de hacerlo. Sonrío en la oscuridad. —Eres un listillo. —¿Era eso tu pregunta? Porque sonaba más como una declaración. Me río. —Sí, esa era yo afirmando lo obvio. —Su tranquila risa me llega a través del teléfono—. Ahora, aquí va la pregunta. Dijiste que no sabías que encontré a mi madre. Así que, ¿qué sabes? ¿Qué te dijo Chloe cuando fue a la casa de Myles ese día? —Vamos a ver —comienza—. Dijo que la chica más hermosa que había visto en mi vida iba a vivir aquí y que iba a golpearme hasta en el trasero. Me río en voz baja. Me gusta este lado lúdico de él. —Cierto. ¿Por qué no lo intentas de nuevo? Esta vez que no se te olvide utilizar el filtro de tonterías. —Ey, ese era yo afirmando lo obvio. Un agradable calor fluye a través de mí. Estoy a punto de decirle que va en ambos sentidos. Pero luego me doy cuenta de algo. —¿Estás evitando la pregunta? —le pregunto—. ¿Qué demonios te dijo? ¿Fue tan malo? Le oigo crujir. —Eso fue antes de conocerte. Estoy seguro de que —hace una pausa—. Ya sabes, ve las cosas de manera diferente ahora. Me incorporo. —Después de la declinación, tienes que decirme lo que ella dijo. Se produce un silencio en su extremo. —Lucas, por favor. —Está bien. Pero sólo conocía los hechos en ese momento, que habías estado dentro y fuera de casas de acogida, que tu madre era alcohólica y drogadicta, y que tu vida había sido bastante inestable. Tenía miedo de que fueras

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una chica en mal estado que llegarás a ser una mala influencia para Penelope. Pero obviamente no eres ninguna de esas cosas. No tenía nada de qué preocuparse. Me muerdo el labio, pero no es de extrañar que ella pensara eso de mí. —Creo que es jodidamente impresionante —dice. —¿El qué? —Que no eres la persona que esperaba Chloe. Que estés tan bien adaptada a pesar de cómo creciste. Me río. —No diría que estoy bien adaptada exactamente. —Bueno, no eres la delincuente que podrías haber sido. Ya sabes, aparte de la alegría de montar en coches robados —bromea. Me río en voz baja. Con las bromas de Lucas y la voz coqueta fluyendo sobre mí, mi molestia por Chloe no echa raíces demasiado profundas. —¿Te vas a dormir ahora? —pregunta después de un tiempo. —Creo que lo voy a intentar. ¿Y tú? —Lo intentaré también. Buenas noches, Ray. —Buenas noches, Lucas. —En el momento en el que esas palabras salen de mis labios, empiezo a preguntarme cómo duerme. Me lo estoy imaginando con un bóxer ajustado. Nunca le he visto sin camiseta, pero he sentido las crestas duras y planas de su pecho y estómago, así que estoy llenando los espacios en blanco bastante bien. Me doy la vuelta y ahogo un gemido. ¿Cómo voy a ser capaz de dormir cuando se siente justo aquí, conmigo en la habitación? Casi una hora después, todavía estoy girando sin descanso bajo mis sábanas. —¿Ray? —susurra Lucas. —¿Sí? —¿No puedes dormir? —No. Se produce un silencio en su extremo. Entonces él dice.

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—Tengo una idea. —Oigo un ruido susurrante, y supongo que ha salido de la cama. Entonces oigo una música suave que comienza a sonar. Reconozco los sonidos suaves que llegan a través del teléfono. —¿Acabo de mejorarlo o empeorarlo? —me pregunta. —¿Es M83? —Sí. ¿Está bien? Sonrío en la oscuridad. —Es bueno. —Vamos a tratar de dormir un poco. —Está bien. Cierro los ojos y dejo que la música empuje a codazos la tensión. La suave melodía fluye sobre mí como una brisa suave. Parece que Lucas está teniendo problemas para dormir, también, y tal vez es debido a su conocimiento sobre mí. Casi no puedo procesar la manera que me siento estando allí, escuchando la misma música que él, sabiendo que él está conmigo, incluso si él no está realmente conmigo. Pronto, puedo sentir cómo me resbalo en el sueño.

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16 Traducido por MoN_Sookie Corregido por Maia8 Durante el desayuno, Kyle me pregunto si quiero otra clase de conducir esta noche, después del trabajo. Chloe se levantó temprano e hizo tortitas para todos, lo cual es inusual entre semana, cuando todos tenemos tanta prisa por irnos. Kyle incluso ha retrasado su partida para comer alguna. Todo se siente muy bien, mejor que bien esta mañana, y pienso que los temores de Lucas no han llegado a ocurrir. Me ofrezco para lavar los platos del desayuno. Una vez que he terminado, me dirijo afuera y encuentro a Myles esperándome. Desde su pelea con April, Myles ha estado yendo en auto al instituto, y yo he estado paseando por mi cuenta. Mis sospechas se forman de inmediato cuando lo descubro en la acera. —Buenos días, chica de California —me saluda. Arqueo una ceja extraña hacia él. A pesar de que finalmente me quedé dormida la noche anterior, cuatro horas de sueño no hacen que una mañana sea feliz. —Estás alegre hoy —comento. Se encoge de hombros, con una sonrisa permanente en sus labios, y él empieza a dirigirse hacia el instituto. —¿Por qué caminas esta mañana? —le pregunto. —Siempre voy caminando. —No los últimos días —señalo—. ¿Alguien te pidió que fueras caminando conmigo hoy? Myles me mira y sus hoyuelos destellan. —Me alegro de que hayan arreglado las cosas. Pongo los ojos en blanco. Esto es obra de Lucas. Sé que él no le revelaría mi secreto a Myles o le contaría sobre nuestro encuentro con Jarvis, así que me pregunto qué es lo que le ha dicho exactamente.

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—¿Por qué piensa que tengo que ser escoltada al instituto? —le pregunto. Myles se encoge de hombros. —Me dijo que estáis bien ahora, pero que todavía está atrapado en lo de ir al baile con Sophie. Me dijo que te lo contó anoche, y quería que me asegurara de que estas bien con él. Ya sabes, sobre sentirte fuera. Pero no le digas que te lo he dicho. Decido que es una historia plausible. —Dile que estoy bien con eso. Él me mira con curiosidad. —¿Lo estás de verdad? —Sí. Entiendo la posición en la que está. Dile que está bien. ¿Vas a ir al baile? Myles se ríe ante eso. —No lo creo. Me ofrecí a llevar a April, pero ella ya le preguntó a un tipo de su iglesia. —Podrías traer a tu chico nuevo. Sus ojos se abren. —Sí, claro. —¿Cómo van las cosas con eso? —le pregunto. Poco a poco, sus labios se curvan hacia arriba. Me río. —Guau. Qué bien, ¿no? Él asiente con la cabeza, mirándome avergonzado. —Sí, está bien. Me paró y lo miro a los ojos. —Estoy feliz por ti —le digo. —Sí, yo también. Por ti y Lucas. —Se mueve incómodamente—. Sobre lo que dije, ya sabes, de mantenerlo atado. Lo siento. Me pasé de la raya. —Sí, lo hiciste. —Pero no estaba completamente lejos de la verdad, pienso. — Pero está bien.

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Me sorprende cuando me da un abrazo rápido y luego trota por el césped principal del instituto. Tras separarme de Myles, voy hacia dentro, directa a mi taquilla. Estoy cogiendo los libros y cuadernos para mis clases de la mañana, cuando escucho una voz familiar hablándome. —Hola. Mis sentidos se agudizan de inmediato, y las mariposas pululan dentro de mi estómago. Todavía no puedo creer lo que su cercanía hace en mí. —Buenos días —sonrío, esperando que él me escuchara ayer, cuando le dije que no a las muestras públicas de afecto en el instituto. Decido que lo hizo porque no me toca físicamente cuando cierro mi taquilla y me giro hacia él. Aunque, por la forma en que sus ojos me están mirando, él podría estar acariciándome. —Raielle. —Una voz vacilante pronuncia mi nombre a mi espalda, rompiendo el hechizo de los ojos de Lucas sobre mí. Me vuelvo para encontrar al nivel de mis ojos un pecho masculino delgado. Cuando miro hacia arriba, veo una cara vagamente familiar mirándome con ansiedad. Es alguien del equipo de baloncesto, creo. Recuerdo haberlo visto con el uniforme una vez. Un mechón de pelo oscuro cae sobre su frente, y él, con aire ausente, lo voltea hacia atrás con un movimiento rápido del cuello. Sé que está en una de mis clases, pero no sé decir en cuál. —Hola —le digo. Él me está observando muy de cerca cuando se da cuenta de que no sé quién es. —Soy Aaron. Tenemos latín juntos. —Ah, cierto. Hola —oigo la risita de Lucas. —Bueno, mmmm. —Mira hacia el suelo y luego levanta la mirada hacia mí de nuevo—.Me preguntaba, ya que rompiste con Chad, si no tienes otra cita, claro, si tal vez te gustaría ir al baile conmigo… Miro hacia él, y estoy demasiada sorprendida para formar una respuesta. A mi lado, Lucas se pone rígido y da un paso hacia adelante. —Me ves aquí de pie. ¿Verdad, Aaron?

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La reacción de Lucas me hace desear que el suelo se abra y me trague. Aaron parece confundido por la pregunta. —Sí —dice. —Ahora mira esto. —Antes de que me dé cuenta de lo que se trae entre manos, Lucas se inclina hacia mí, toma mi cara entre sus manos y me besa plenamente en los labios. Entonces me libera y vuelve a mirar a Aaron con una sonrisa satisfecha. Los asombrados ojos de Aarón viajan de Lucas a mí y luego de vuelta a Lucas. —Lo siento, amigo. Oí que habías vuelto con Sophie. —Oíste mal, amigo. Se encoge de hombros. —Supongo que tengo mis cables cruzados. Finalmente encuentro mi voz. —Gracias por preguntar, Aaron. Eso fue muy amable de tu parte. Él asiente y parece avergonzado. Lo veo alejarse, y me siento mal. Me dirijo a Lucas. —No tenías que demostrarle nada así. Yo no iba a decir que sí. Lucas extiende sus brazos a ambos lados con una mirada de incredulidad en su rostro. —Yo estaba de pie aquí y te ha pedido ir al baile. —Deja caer los brazos y niega con la cabeza—. Esto no va a funcionar, Ray. Dios sabe cuántos otros chicos están planeando preguntarte. La gente necesita saber que estamos juntos. —No hay otros chicos planeando preguntarme —me burlo. —Al diablo si no lo piensan. Pero después de hoy, sabrán que no estás disponible. —Estira su mano hacia mí—. Vamos a clase. Dudo, y él me mira con paciencia. Al final, cedo y cojo su mano con la mía. Me preocupa que fingir que no estamos juntos cause más problemas que el hecho de estarlo. Lucas camina por el pasillo, llevándome con él. Después de unos pocos pasos, pienso en lo que dijo Aaron.

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—¿Qué quiso decir con que Chad y yo terminamos? ¿De dónde viene eso? ¿Cuándo hemos estado Chad y yo saliendo? ¿Cómo no me di cuenta? Lucas me sonríe. —Creo que tu historia lésbica no cuajó. —Supongo que no. Rumor lésbico fallido.

Antes del almuerzo, Lucas me dice que tiene que pasar por la oficina. Cuando le pregunto por qué, él se muestra evasivo, y se limita a decir. —Tengo que tener controlar algunas cosas. Así que, camino a la cafetería con Gwen, como de costumbre. —Habéis vuelto de nuevo, ¿pero sigue llevando a Sophie al baile? —me pregunta, con sus ojos llenos de incredulidad. —Quería echarse para atrás, pero le dije que no lo hiciera. —Encontramos nuestros asientos habituales. Lisa y Tyler ya están allí. —¿Por qué? Me encojo de hombros y abro mi bolsa del almuerzo. —Es lo correcto. —Eso es una excusa. No debería escucharte. Tendría que actuar por sí mismo y llevarte a ti. —Gwen abre su refresco y toma un sorbo. —¿De qué hablan? —pregunta Tyler. —Lucas y Raielle están juntos ahora. Pero Sophie le preguntó a Lucas si iría al baile con ella antes de que ocurriera este acontecimiento monumental. Por tanto, va con su ex en lugar de con ella. Es un desastre total. —Eso es una mierda —dice Lisa, mirando en dirección a la mesa habitual de Lucas. Miro por encima, también, y veo que no está ahí, pero Sophie está mirándome. Vuelvo rápidamente mi atención a mi almuerzo. —Hablando del diablo —susurra Gwen.

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Lucas se dirige hacia nosotros con su bandeja del almuerzo y Myles a su lado. —Hola —dice, poniendo su comida en la mesa y sentándose junto a mí. Myles se sienta en el asiento vacío frente a él. Gwen levanta las cejas ante su aparición en nuestra mesa. —Problemas en el paraíso, ¿chicos? Lisa y Tyler se ven menos sorprendidos al estar sentados con Lucas de cómo lo estuvieron la primera vez que ocurrió, pero siguen demasiado interesados en sus productos para el almuerzo. —¿Arreglaste tus cosas? —le pregunto a Lucas. Ignora mi pregunta. —Te tengo una cita para el baile —afirma. —¿Qué? —preguntamos Gwen y yo al mismo tiempo. —Soy yo —anuncia Myles. Mi cabeza se gira en su dirección. —¿Tú? Él asiente con la cabeza y me sonríe. —Eso es perfecto —exclama Gwen. Lucas puede ver que estoy a punto de protestar. —No te puedes perder la fiesta de graduación, Ray —dice—. No es justo. De esta manera, los dos estaremos allí, y podré bailar contigo. —Yo no bailo —le digo débilmente, pero no puedo evitar la emoción que siento al saber que Lucas ha organizado esto para mí. Por supuesto, él se beneficia, también. Una vez pensado esto, él no tiene que preocuparse acerca de que otros chicos me pidan que vaya con ellos. Se encoge de hombros. —Yo no bailo tampoco, pero estoy seguro de que podemos arreglarlo. —Me hace un guiño. Luego señalo otro problema.

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—No tengo vestido. —Eso es un problema real. Tendré mi primer sueldo esta semana, pero quería guardarlo, no usarlo en un vestido que nunca voy a volver a usar. —Iremos de compras este fin de semana —dice Gwen con demasiado entusiasmo. Lucas me está escudriñando, tratando de averiguar lo que estoy pensando. De repente tengo la sensación de que quiere ofrecerse a pagar mi vestido. Cambio de tema antes de que pueda decir nada. —¿Estás seguro de que quieres hacer esto? —le pregunto a Myles. —Yo no lo haría de otra manera. Estaba un poco desanimado en realidad por no ir. Entonces a Lucas se le ocurrió esta idea, y le dije que lo haría. Es una buena solución. —Cualquier chica a la que se lo pidieras habría ido contigo —le digo. Me he dado cuenta de que él tiene un montón de admiradoras femeninas a pesar de que él es ajeno a ellas. Se encoge de hombros. —Pero yo no iba a pedírselo a nadie. Me siento caer. Ahora que es una opción real, yo quiero ir. En realidad estoy un poco emocionada. Adiós primer sueldo, hola noche de graduación. —Está bien —le digo, y Gwen chilla mientras me da un abrazo. Lucas me sonríe y me derrito por la adorable manera en que sus ojos se arruga en las esquinas cuando su sonrisa es genuina y no sarcástica. —¿Cuándo es? —pregunto. Gwen pone los ojos en blanco. —Es el próximo fin de semana, idiota. Mis propios ojos sobresalen al oír eso. —¿Qué? ¿Tan pronto? Pero si acaban de hacer la publicidad. —La fecha ha sido planeada durante todo el año y estoy bastante segura de que los folletos han estado funcionando durante un tiempo —responde ella.

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Entonces ella y Lisa empiezan a discutir sobre que tienen que conseguir una limusina más grande para que Myles y yo podamos ir con ellos, pero Myles prefiere ir en su auto, y estoy de acuerdo con él. No quiero gastos adicionales para la noche. El resto del día transcurre sin novedad para mí, pero no tanto para Lucas. En química, Gwen me cuenta que Sophie se acercó a él en la clase y le dijo algo que le hizo marcharse como una fiera. Ella no sabía que le había dicho. Al final de las clases, Lucas aparece en mi taquilla y deja caer sus llaves en mi mano. —Una clase de conducir y un viaje al trabajo. Es un dos por uno —afirma, orgulloso de su idea. Ya que me gusta mucho conducir su furgoneta, e incluye estar con él, es una oferta que no puedo rechazar. Adoro el interior de la furgoneta de Lucas. Es muy como él, con asientos blandos que parecen abrazarte cuando te sientas en ellos. El aroma especiado de la limpieza permanece en el interior haciéndome pensar en la otra noche, cuando me tenía sentada en este mismo lugar, y lo único que podía sentir y oler era a Lucas. —¿Irá Kyle a buscarte cuando termines? —pregunta, haciéndome parpadear de vuelta al presente, y afilo mi concentración para poder sacar mi vehículo favorito fuera de su plaza de aparcamiento. Asiento con la cabeza. Espera hasta que estoy fuera de la parcela, en la carretera, para traer a colación el tema siguiente. —Creo que debemos mantener una convocatoria abierta de nuevo esta noche. Niego con la cabeza en respuesta. He repasado los acontecimientos de la noche anterior en mi cabeza todo el día, y no estoy de acuerdo. —Realmente no creo que esté en peligro. Todo en la casa parece bastante normal. Me he estado preguntando si estamos exagerando sobre Jarvis. Por lo que sabemos tiene una personalidad combativa. Creo que sacamos conclusiones precipitadas anoche. Es posible que él estuviera allí para encontrarnos a mi madre y a mí, y eso es lo que hizo. Mi madre no era un ángel. Es más probable lo que la policía pensó en un principio. Ella tenía un pasado sórdido y se reencontró con él.

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Lucas no responde. Él mantiene sus ojos en el parabrisas. —Además. —Sigo, girando por la calle que me lleva al centro—, estoy aquí para un par de meses. Sólo necesito graduarme, y luego me mudaré a California. Nada va a ocurrir en ese tiempo. —¿Ya te han respondido de UCLA? —me pregunta. —No. Pero cada universidad que solicité está allí. De cualquier modo, voy a volver. Cumplo 18 en Junio y entonces podré estar por mi cuenta. Sabía que sólo tenía un corto tiempo con Lucas antes de que ambos nos fuéramos, pero decirlo en voz alta hace que un nudo se forme en mi garganta. He pasado toda mi vida viajando, pero esta vez será diferente. Sé que debería estar ocultando algo y no permitirle a Lucas llegar a mí como lo hace, pero el esfuerzo sería en vano. No puedo luchar contra la conexión inexplicable que existe entre nosotros. Aunque lo intente, Lucas no lo toleraría. Estaría en mi puerta pidiendo una mierda en dos segundos planos. —¿Cuándo de Junio? —pregunta. Me tomo un momento para registrar la pregunta. —20 de Junio. ¿Cuándo es tu cumpleaños? —pregunto, aparcando en la entrada del Scoops. —22 de Enero, lo que significa que soy más viejo y más sabio que tú. Entonces, se quita el cinturón de seguridad y sale de la furgoneta. Unos segundos más tarde, él está en mi puerta, abriéndola. Cuando salgo, en lugar de caminar hacia el Scoops, me dirijo a Lucas, envuelvo mis brazos a su alrededor, y le abrazo. Se estira, inmóvil en un primer momento, sorprendido por mi gesto. Pero él se adapta rápidamente mientras sus brazos me rodean y me abraza fuertemente contra él. Estoy pensando en cómo se las arregló para que pudiera asistir a mi primera fiesta de graduación, y cómo se peleó con Jarvis por mí. Entonces él se quedó conmigo en el teléfono toda la noche porque estaba preocupado por mí. Él hizo todo esto a pesar de lo que mi abuela le hizo a su madre y todas las preguntas pendientes que tiene en casa con ella. No sé lo que hice para merecer tenerlo en mi vida. Sí sé que no quiero dejarlo. Pero eso es probablemente lo que va a pasar. Nos dejaremos el uno al otro, porque así es la vida. Siento que mis ojos comienzan a humedecerse, y respiro hondo, tratando de controlar las lágrimas antes de que caigan.

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—Oye, ¿qué ocurre? —pregunta en voz baja cerca de mi oreja. —Nada —le digo—. Todo —susurro un momento después. Entonces lo libero y doy un paso atrás esperando que no se fije en mis ojos brillantes. Su mirada azul busca en la mía, tratando de averiguar lo que estoy pensando. —He oído que te peleaste con Sophie hoy —suelto de golpe, esperando que el comentario desvíe la inundación de emoción que está sobre mí todavía. Funciona. La calidez de sus ojos se enfría considerablemente. —¿Qué pasó? —le pregunto. —Nada. —Se pasa una mano por el pelo. —¿No me lo vas a decir? —No vale la pena repetirlo. —Sus manos se meten en sus bolsillos. —Ella dijo algo sobre mí —declaro. Cuando muestra en su cara esa máscara de neutralidad que me parece tan frustrante, sé que tengo razón, pero decido no insistir. Si es tan malo, no creo que me gustara saberlo. Yo podría reconsiderar mi política inflexible para honrar los compromisos. —Llámame esta noche. Antes de ir a dormir. —Me besa en los labios. —Te llamo, pero no durante toda la noche. Necesito dormir. —No puedo tenerle prácticamente en mi habitación toda la noche otra vez. —¿Por qué no puedes dormir? —pregunta con una sonrisa pícara. Cruzo los brazos y le miro de arriba abajo. —Voy a pensar en ello —dice encogiéndose de hombros antes de volver a meterse en la furgoneta, me despido antes de que pueda discutir con él sobre eso. Una vez dentro, veo mi cheque de pago en la habitación de atrás dentro de un sobre con mi nombre escrito en él. Lo doblo cuidadosamente y lo meto en mi bolsillo preguntándome cuanto costara un vestido de fiesta. El primer par de horas son bastante tranquilas. Estoy trabajando con una chica llamada Sarah que va a la escuela secundaria en la ciudad de al lado. Ella me sigue advirtiendo que las noches de viernes son una locura, pero yo no entiendo

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realmente lo que significa hasta que dan las siete de la tarde. Entonces, de la nada, el lugar está atestado de repente y una media hora después de eso, una línea comienza a formarse por la puerta. No es de extrañar que Jacinda estuviera tan ansiosa por cambiarme el turno voluntariamente. El siguiente par de horas pasan en una bruma de actividad. Todavía estoy agotada por la falta de sueño, y ahora mis manos están entumecidas por el frío de sacar las cajas de helado del congelador para cambiar las que se acaban durante toda la noche, por no hablar de los dolores musculares en mi brazo. Gracias a Dios la noche del viernes no es mi turno habitual. En el momento en que Kyle llega, estoy a punto de caer. —Te ves cansada —comenta. Mi respuesta es un gruñido cansado, y él se ríe de mí. Una vez que estoy en la cama, llamo a Lucas. Estoy demasiado cansada para hacer algo más que gruñirle, también. Dice algo sobre recogerme después del trabajo mañana y llevarme a cenar. Murmuro algo de vuelta sobre estar deseándolo, y luego le digo que voy a colgar y eso es todo. Me siento aliviada cuando él no discute conmigo, y estoy dormida un segundo más tarde.

Cuando suena mi teléfono, me quedo fija con los ojos abiertos para encontrar un rayo de luz, lleno de partículas de polvo que fluye desde abajo de la ventana hasta lo alto de la pared. Echo un vistazo al reloj de la mesita de noche y me doy cuenta que son casi las diez de la mañana. ¿Cómo ha pasado el tiempo tan rápido? Mi teléfono suena de nuevo, y lo agarro. —¿Cuándo vamos de compras? —pregunta Gwen. Me froto los ojos. —Buenos días. Ella ignora mi saludo. —No tenemos mucho tiempo para encontrar un vestido. ¿Puedes ir esta tarde? —No, trabajo.

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—¿Y mañana? —pregunta ella. —Tengo una barbacoa familiar a la que ir. Oigo su frustración al respirar. —¿A qué hora sales del trabajo hoy? —A las cinco, pero Lucas y yo vamos a salir. —Bueno, entonces te recojo en media hora. Parece que tendremos que lograrlo esta mañana. Ella cuelga antes de que pueda protestar. Veo un mensaje de texto que llegó un par de horas antes de Lucas. Buenos días. Le envío un Buenos días de vuelta, y luego me meto en la ducha. Una vez que estoy vestida, encuentro a Kyle en la cocina. Él tiene las puertas de la nevera abiertas y está luchando con la parrilla en la parte inferior. —¿Qué estás haciendo? —le pregunto. Se sobresalta y se golpea la cabeza contra la puerta abierta. —Oops. Lo siento —me estremezco. Él se sienta y me mira. —Estoy tratando de reemplazar el filtro de esta cosa, pero parece como si lo hiciera mal. —¿Dónde están Chloe y Penelope? —Todavía puedo oler el desayuno cocinado esa mañana. —En otra fiesta de cumpleaños de uno de los amigos de la escuela de Penelope. ¿Qué vas a hacer hoy? —Me voy con Gwen a comprar un vestido de fiesta. Me sonríe. —¿Acaso Lucas te lo pidió? —No. Voy con Myles. Él levanta una ceja. —Como amigos —agrego—. Él y April están peleados. Por lo tanto, vamos como amigos.

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Él parece confundido cuando procesa esto. Luego se pone de pie y comienza a sacar su cartera. —¿Necesitas algo de dinero? Levanto mi mano. —No. Me pagaron ayer por la noche. Voy bien. —¿Estás seguro? —me pregunta, —Gracias, pero estoy segura. Él asiente con la cabeza hacia mí y luego coge el filtro, dándole la vuelta en la mano, escudriñando en la escritura en él. —Tengo que trabajar, y luego saldré. Así que, llegaré a casa más tarde hoy — le informo. —¿A dónde vas y con quién? —pregunta, todavía examinando el filtro. Me encojo de hombros. —No estoy segura de a dónde vamos, pero estaré con Lucas. —Entonces veo su arruga en la frente. —¿Puedo preguntar por qué no vas al baile con Lucas? No me atrevo. Yo no contaba con tener que explicar esto a Kyle. —Lucas va con otra persona. —¿Tú y él siguen siendo sólo amigos? —pregunta. Cambio de un pie al otro. —Bueno —siseó—. Tal vez algo más ahora. Inclina la cabeza hacia mí. —¿Pero él va con otra persona? —pregunta confundido. —Su ex novia le preguntó antes de que él y yo nos volviéramos algo más. — Jugueteo con el fondo de mi suéter. Me sorprende cuando él niega con la cabeza y se ríe. —Estoy tan contento de haber acabado el instituto. Bien, es bueno que vayas. Y Myles es un buen chico. Os divertiréis.

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—Eso espero. —Sonrío, aliviada. Entonces no pienso en decirlo. De alguna manera, simplemente lo suelto—. Lucas me ha contado algo acerca de su madre. Kyle había estado jugando con un tope en el filtro, pero sus dedos se detienen. —Me dijo que su padre la trajo a ver a nuestra abuela. Él dijo que se rumoreaba que tenía habilidades de curación. ¿Lo sabías? Él baja el filtro y me da toda su atención. —Algo sabía. Ella no fue capaz de ayudar a su madre, sin embargo, ¿lo hizo? Niego con la cabeza preguntándome si él sabe la mitad de ella. —Ya sabes —dice—, ese rumor se remonta incluso antes de la abuela. Se dice que un miembro de cada generación en nuestra familia ha tenido el poder de curar a los enfermos. La gente decía que nuestra madre lo tenía. Él me mira con tanta atención ahora, que siento que me retuerzo. —¿Era cierto? —pregunta sin rodeos, sorprendiéndome. Quiero mentir, reír como si su pregunta fuera ridícula, pero hacer eso no va a ayudar a averiguar lo que sabe. —Lo tenía. Y ella lo odiaba. La arruinó —le respondo. Hay un momento de silencio. —¿Es por eso que ella se comportó como lo hizo? —pregunta. Asiento con la cabeza. Sé que era por lo menos parte de la razón. —¿Qué hay de ti? —Da un paso hacia mí—. ¿Lo tienes? —me pregunta en voz baja, con sus ojos estudiándome. Estoy a punto de dejar de respirar. Por alguna razón, en estos momentos, siento que es importante que mienta acerca de esto. Si no lo hago, me temo que todo va a cambiar. —No, no —le contesto de manera uniforme—. ¿Tú sí? Algo en sus ojos cambia, como si no me creyera del todo. Luego eso desaparece y él sonríe. —No.

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Nos miramos el uno al otro por un momento, y no puedo decir lo que está pensando. Kyle mira hacia otro lado primero, cogiendo de nuevo el filtro y suspirando. —Buena suerte con la compra del vestido —dice antes de sentarse en el suelo de nuevo, delante de la nevera. Libero un suspiro de alivio, pero no estoy realmente aliviada en absoluto. Estoy inquieta.

Gwen llega y me dice que vamos al centro comercial. Le digo que tengo que parar en un banco para cobrar mi cheque. Me siento nerviosa, como si acabara de beberme un par de cafés. Kyle sabía lo de mamá y creo que él sabe de mí, también. Pero no sé qué significa eso, si es que significa algo. Al igual que una mujer con una misión, Gwen marcha a la derecha en Macy, que para mi sorpresa, tiene un departamento entero dedicado a los vestidos de fiesta. Hay de diferentes formas y colores. Busco inmediatamente los que están rebajados y empiezo por ahí. La mayoría de ellos son horribles, en tonos terribles de color rosa y verde azulado. —¿Qué tal este? —pregunta Gwen, alzando un vestido largo de color rojo. Es de palabra de honor con una raja en la parte delantera. —Es una broma, ¿verdad? —¿Qué? —Pregunta—. Es sexy. —Es ridículo. —Niego con la cabeza. Ella vuelve unas cuantas veces más con vestidos ridículos, mirándome como si estuviera lista para estrangularme cuando yo rechazo todos. Ella está empezando a nombrar otras tiendas en las que podemos probar cuando me encuentro con un vestido azul hielo que yo no odio. Tiene cuello alto, pero es sin mangas y se reúne en capas en la cintura antes de caer en ondas hasta el suelo. Lo más importante, el precio y el tamaño me convencen. Gwen me sigue de nuevo a los probadores. Es un poco difícil llegar por encima de mi cabeza, pero una vez que lo hago, se desliza con facilidad. La cintura es un poco grande, pero por lo demás, tiene un buen ajuste. Me vuelvo hacia el

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espejo y me examino a mí misma. Nunca me he visto con un vestido así, y me temo que me veo ridícula. —Venga. Enséñamelo —me llama Gwen. Abro la cortina del probador y salgo. Sus ojos se abren. Ella sólo mira y no dice nada. —¿Qué? —le pregunto, mirando hacia abajo por el vestido—. ¿Es horrible? Ella se ríe de mí. —No, idiota. Te ves increíble con ese. Es exactamente del mismo color que tus ojos. Es perfecto, Raielle. Cógetelo. Echo un vistazo atrás en el espejo, insegura e incómoda. —¿De verdad crees que está bien? —Sí, lo creo. Lucas te verá y tendrá un paro cardíaco. Sonrío. Espero que le guste sin llegar a desplomarse. —¿Cómo es tu vestido? —le pregunto. —Me pondré uno que encontré en la ciudad en verano. Es de color amarillo con flores cosidas en la parte superior. Estoy tan emocionada de que finalmente pueda llevarlo a algún lugar. Paso los dedos por el suave material del vestido. —Entonces, ¿Tyler te habla más ahora que vais al baile juntos? Ella niega con la cabeza, pareciendo decepcionada. —No. No más de lo habitual. Creo que sólo quiere que seamos amigos. —¿Tal vez es tímido? —sugiero. Ella se ríe. —Yo no creo que sea eso. De todos modos, no importa. La escuela secundaria está por terminar. Me han contestado de NYU. Me muevo como un torbellino alrededor de ella. —¿En serio? ¿Cuándo? Ella duda. —Hace unos pocos días.

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Vaya. Mi estómago se hunde por ella. —¿No te han cogido? —¡Sí, lo han hecho! ¿Puedes creerlo? —Salta de emoción. —¡Apestas! —Lloro antes de agarrarla y abrazarla—. ¿Por qué no me lo has dicho antes? Ella da un paso atrás, buscando culpables. —Tenía la esperanza de que te hubieran contestado ya, también. No quería causarte ansiedad ni nada. —No estaba ansiosa, pero ahora que lo dices... Ella mira horrorizada, y me río de ella. —No seas ridícula. Me alegro por ti, de verdad. —Gracias. Estoy segura de que te cogerán, también. Es sólo que las cartas de la costa oeste necesitan un poco más de tiempo para hacer su camino hasta aquí. Asiento con la cabeza, jugando juntas. Pero me preocupa no haber recibido nada todavía. —Ahora, tienes de verdad que comprar ese vestido —dice ella, cogiendo mi brazo y llevándome hacía la caja—. El baile va a ser una noche que recordaremos para siempre.

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17 Traducido por lausodie, Candygominola y majuhenao Corregido por Júls El resto de la semana pasa rápido. Tengo un examen importantísimo de historia, y parece que sólo me lo estoy tomando en serio ahora que se acerca el final del último año. Lucas y Myles se siguen sentando con nosotros todos los días a la hora de comer y más que dedicarme miradas asesinas Sophie ahora básicamente me ignora. No le cuento a Lucas lo de mi conversación con Kyle. De hecho, Kyle no ha vuelto a sacar el tema e igual que después del incidente con Jarvis, todo parece normal. Casi me siento aliviada de que Kyle supiese lo que sabía, sobre nuestra madre. Cree que sabe algo sobre mí también, pero hasta ahora no lo ha dicho. Lucas y yo tuvimos una gran cita el sábado por la noche. Me llevó a un bonito restaurante italiano y después fuimos a ver una película. Se ofreció a ver una comedia romántica y se sorprendió cuando yo me negué. Acabamos viendo una película de acción y el me agarró la mano todo el rato. Nos liamos en su camioneta durante un rato antes de que me llevase de vuelta a casa, pero no fue como las otras veces. Se contiene. Es como si supiese lo fácil que pueden descontrolarse las cosas entre nosotros y quiere asegurarse de que no vuelva a pasar. Me pregunto si es porque sabe la poca experiencia que tengo. No estoy preparada para tener sexo con él, pero no me importaría que nos descontrolásemos un poco. Alec y Linda vinieron a la barbacoa el domingo. Era un día primaveral perfecto y disfruté viendo a Penelope jugar con su abuelo. Son de verdad una familia normal y corriente y me siento menos incómoda a su alrededor. Sin embargo, me fui pronto excusándome en que tenía que estudiar, que era sólo cierto en parte. El pequeño pinchazo de dolor que siento cuando los veo a todos juntos me hunde en la culpa, y odio que su felicidad me haga resentirme con mi madre de nuevo cada vez que los veo. El lunes en el instituto todo el mundo está hablando del baile. Será en un restaurant en Ridgeton que también tiene un salón de actos. Le hablé a Lucas de mi

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vestido y él me informó de que llevará un esmoquin. Para mi sorpresa, no lo va a alquilar. Tiene uno de verdad. El día del baile tengo que trabajar, pero no me importa. Me mantendrá la mente ocupada y evitaré los nervios. No sé por qué estoy tan nerviosa. Supongo que es lo desconocido, no haber ido nunca a un baile. También será desconcertante ver a Lucas emparejado con Sophie. El único ‘pero’ del día ocurre cuando llego a casa para prepararme y encuentro la casa vacía. Esta mañana Kyle ha comentado que Myles vendría a hacernos fotos. Chloe se ofreció a arreglarme el pelo y Penelope estaba ansiosa por verme en mi vestido de princesa. Pero ahora no había quien los encontrase. Me ducho y me lavo la cabeza, decidida a dejar que se secase con mis ondas naturales y llevarlo suelto si Chloe no llegaba a tiempo para convencerla de que me haga el recogido que ha mencionado. Entonces me maquillo, nada demasiado exagerado, y me pongo el vestido. Tengo un par de sandalias plateadas que eran de mi madre. Me las pongo y voy a mirarme en el espejo de cuerpo entero en la habitación de Kyle y Chloe. Apenas reconozco a la chica que veo frente a mí. Parpadeo ante mi reflejo y por un momento veo a mi madre devolviéndome la mirada. ¿Qué diría si pudiese vernos a mí y mi nueva vida aquí? Mi entusiasmo se atenúa porque no creo que le hiciese muy feliz. Ella nunca quiso que supiese que tenía familia en Fort Upton. Me alejo del espejo para mirar mi teléfono por si Kyle me ha dejado un mensaje. Como no es así, llamo al móvil de Kyle, pero me salta directamente el buzón de voz. Cuelgo sin decir nada. A pesar de finjo que no me importa, estaba emocionada con la perspectiva de que todo el mundo me consintiese esta noche. En vez de eso, rescato mi desgastada copia de Jane Eyre, y me siento sola en mi habitación, esperando a que lleguen las siete en punto, la hora prevista de llegada de Myles. Llega unos quince minutos tarde cuando abro la puerta y salgo. Al principio, sólo me mira sin decir nada. Luego parece confundido. —Pensaba que íbamos a hacernos fotos. —No hay nadie en casa —digo, y no puedo ocultar la decepción de mi voz. —¿Dónde están? —pregunta. —Ni idea —me encojo de hombros.

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—Mis padres también han salido, y más les valía. No te ralles. Estoy seguro de que habrá mucha gente sacando fotos cuando lleguemos allí. Por cierto, —silba fuertemente— te ves sexy esta noche. Gracias. Tú también estás bastante decente. —Está muy elegante en un esmoquin negro clásico con una camisa blanca con una corbata negra. Sonrío, ya sintiéndome mejor ahora que Myles está aquí. Él saca un ramillete azul y blanco de detrás de su espalda y me lo coloca en la muñeca—. Es bonito, —le digo mientras me lo acerco a la nariz e inhalo su dulce fragancia. Ha tomado prestado el Camry de su madre para esta noche, y me escolta hasta él. Yo llevo una chaqueta fina, pero es una agradable y despejada tarde de mayo, y simplemente la aguanto. —¿Qué tiene planeado tu chico esta noche? —pregunto. —Está en casa. Tiene un apartamento en Albany. Nos veremos mañana. —¿Albany? —estoy sorprendida—. ¿Es mayor? —Tiene dieciocho, pero hace tiempo que es independiente. Sus padres básicamente lo repudiaron después de que saliese del armario. —Eso es horrible. —Así es la vida —se encoge de hombros. Entonces me sonríe ampliamente— Acabo de recibir noticias de la Universidad Estatal en Albany. Me han cogido y dan algo de dinero por la beca también. —Eh, eso es genial. —Esto realmente feliz por él, pero siento que me hundo un poco más en el asiento. —¿Tú sabes algo ya? —pregunta la inevitable pregunta. —No. —Pero lo harás, —me asegura. Me giro para mirar por la ventanilla. Está anocheciendo y las farolas se van encendiendo mientras nos dirigimos hacia Ridgeton. El restaurante donde tiene lugar el baile se llama The Chateau. Es un gran edificio blanco con un frente acristalado que revela una araña demasiado grande, en la que brillan luces amarillas suspendidas sobre una escalera de espiral. Las

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limusinas llenan el aparcamiento y los estudiantes vestidos con sus mejores galas van llenando el interior. Myles aparca el coche y se gira hacia mí. —Vamos allá. Un temblor nervioso me recorre incluso mientras me río entre dientes de su falsa seriedad. Aparece junto a mi puerta y estira su codo hacia mí. Yo sigo sonriendo ampliamente cuando agarro su brazo. Mientras nos acercamos a la entrada observo a los estudiantes que hay a nuestro alrededor buscando a Gwen o Lucas, pero no hay ni rastro de ellos todavía. Dentro, lo primero que vemos es a un fotógrafo sacando fotos. —¿Ves? —dice Myles sonriéndome. Nos sacamos nuestras fotos y entonces nos dirigimos al salón de actos. La luz es tenue con arañas más pequeñas que cuelgan sobre mesas redondas colocadas juntas a un lado de la sala. El otro lado es una pista de baile de parquet ya lleno de gente. En un pequeño escenario hay un DJ poniendo canciones. Sobre él, un gran cartel en el que pone “Clase de 2013”. —Guay —dice Myles por encima de la música. Yo asiento. Es sorprendentemente parecido a los bailes que he visto en las películas. Es surrealista estar aquí. —¡Hola, chicos! —Gwen corre hacia mí y me atrapa en un abrazo. Después me estira del bazo—. Tenemos una mesa por aquí. Ven a dejar tus cosas. Sin nada de negro a la vista, Gwen es una visión de amarillo pálido. Su vestido es largo hasta los pies y parece de muñeca; está espectacular con él, mostrando su esbelta y grácil figura. —Estás increíble —le digo mientras me arrastra tras ella. Myles nos sigue mientras buscamos nuestra mesa junto a la pista de baile. Allí sentados veo a Tyler, Lisa y el chico que debe ser la cita de Lisa que está a su lado. —No hay ni rastro de Lucas y Sophie todavía. —Me informa Gwen—. Ven, vamos a bailar.

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Me resisto al principio, pero Myles quiere, y me persuade para salir. He estado en suficientes clubs para poder moverme sin hacer el ridículo, pero definitivamente el ritmo no corre por mi sangre. Todo el mundo está haciendo el tonto, y es gracioso ver a los chicos de clase, que normalmente van como si se acabasen de levantar, tan bien vestidos con sus esmóquines. Los vestidos de las chicas van de una escala desde monos hasta guarrillos, y hay varios de los espantosos que rechacé en Macy’s por toda la sala. Pero lo peor de todo es el vestido de Hailey. Es de encaje negro, sin mangas y ajustadísimo, y da la impresión de que sus saltarines pechos están en peligro de salirse en cualquier momento. Gwen y yo definitivamente destacamos en nuestros vestidos más modestos. Mientras observo a Gwen sonreír a Tyler y bailar sin una pizca de timidez, me siento agradecida de que sea mi amiga y decido que debería decírselo algún día. Veo a April de pie al otro lado de la sala con un chico de pelo oscuro que no reconozco. Myles también la ve, y noto que sigue observándolos de manera encubierta. Bailamos unas cuantas canciones más antes de volver a la mesa. La zona del comedor se va llenando y veo que los camareros empiezan a repartir comida. Vuelvo a echar un vistazo por la sala. Myles ve mis ojos vagando. —Le escribiré para ver dónde está. Picoteo mi ensalada escuchando a medias mientras todo el mundo a mi alrededor habla. Myles me enseña su teléfono y se encoje de hombros. Lucas no ha contestado. Ni siquiera intento comer el pollo que hay frente a mí. No sé nada de Lucas desde su habitual mensaje de buenos días, pero me imaginaba que posiblemente estaría ocupado. Y ahora llega tarde, muy tarde. Algo va mal. Tengo esa sensación. Me froto la parte trasera de mi cuello, intentando aliviar esa sensación hormigueante. Cuando sirven el poster, mis ojos están clavados en la puerta y mi móvil está en mi mano. El director se pone en pie y dice unas cuantas palabras sobre estar orgulloso de la clase. Entonces señala a una mesa donde debemos llevar nuestros votos para rey y reina del baile. La música suena de nuevo y todos menos Myles y yo vuelve a la pista de baile. Gwen intenta levantarme y llevarme con ella, pero sacudo mi cabeza. Cuando se va, noto que April se acerca a nuestra mesa. Se choca

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despreocupadamente con un par de sillas por el camino. Myles se levanta cuando ella llega a nosotros. Empieza a llorar y me señala con un dedo. —Ella es la razón por la que querías ver a otras personas, ¿no? —farfulla April. Myles parece afectado mientras la hace pasar. —¿Has estado bebiendo? —pregunta alargando una mano para sujetarla. Pero ella se aparta y se tambalea sobre los tacones. —Todo el mundo me dijo que tuviese cuidado cuando ella se mudó al piso de al lado, pero yo no escuché. ¡Confié en ti! —Ahora está gritando, llamando la atención de todo el mundo—. Eres un capullo, Myles. ¡Te odio! Con eso, Myles la agarra del brazo y la arrastra hacia la salida con media sala mirándolos y la otra mitad mirándome amenazadoramente. Me hundo aún más en mi asiento preguntándome por qué quería venir al baile. Gwen sale de la pista de baile y camina hacia mí con una expresión compasiva. Entonces sus ojos se desviaron hacia la puerta. —Ahí está, —dice. Miro hacia allí y lo veo inmediatamente. Vagamente me doy cuenta de que lleva un esmoquin y que Sophie, Kellie y Jake están con él. Pero me centro en sus pálidos labios y su tensa mandíbula. Está preocupado y se le nota en toda la cara. Veo que Sophie lo mira y entonces se aleja resoplando. Kellie la sigue inmediatamente. A continuación Jake le dice algo a Lucas, pero pronto se aleja caminando también. De pie solo junto a la puerta, Lucas contempla la habitación. —¿A qué estás esperando? —dice Gwen, dándome un empujoncito. Me levanto y despacio me acerco a él. Dudo brevemente cuando me ve y sus ojos entrelazan con los míos. Viajan lentamente desde mi cara hasta recorrer todo mi cuerpo. Entonces un lado de su boca levanta. Estaría emocionada por el reconocimiento que veo en su expresión si no notase también la ansiedad con la que se mezcla. —Hola —digo con vacilación cuando llego hasta él. Su mano alcanza la mía y la envuelve.

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—Estás tan guapa que duele, —dice. Su voz es baja y solemne, y a pesar del ruido que hay en la sala, su rico timbre vibra a través de mí. Noto cómo me sonrojo ante el cumplido mientras él se inclina y me besa la frente. —¿Qué pasa? —pregunto. Él deja escapar una profunda exhalación y aparta su mano, sumergiéndolas hasta el fondo los bolsillos de sus pantalones. —Las cosas no están bien en casa. No creo que pueda quedarme mucho rato. Lo siento. ¿Cosas? Eso no significa absolutamente nada, y me decepciona el hecho de que no quiera contármelo. —¿Hay algo que pueda hacer? —pregunto, esperando que me revele algo más, pero él sacude la cabeza. Cuando el DJ pone una canción lenta, una pequeña sonrisa aparece en su cara. —En realidad, hay algo. Podrías bailar conmigo. —Vuelve a tender su mano. La cojo, viendo cómo sus largos dedos rodean los míos. Me conduce a un espacio en la abarrotada pista de baile, y escucho la canción que suena. Es “Beneath Your Beautiful.” Con mis tacones estamos casi a la misma altura esta noche. Siento su brazo rodear la parte baja de mi espalda. Entonces mueve nuestras manos, colocándolas entre nosotros mientras empezamos a mecernos suavemente. Todo mi cuerpo se relaja bajo sus brazos como si supiese que este es el sitio donde debo estar. Nuestra conexión es incluso más significativa esta noche porque puedo sentir la tristeza dentro de él. Pero por un breve momento, le he hecho sonreír, y puedo estar aquí para él ahora, simplemente abrazándole, si eso es lo que necesita. Nos movemos juntos al ritmo de la música, sin decir nada, sólo estando cerca del otro. Mientras escucho la letra, mi corazón se apretuja. Esta canción podría hablar de nosotros. Muevo nuestras manos para colocarlas sobre el corazón de Lucas, y cierro los ojos mientras noto su fuerte ritmo latir entre mis dedos. Podemos estar rodeados por una sala llena de gente, pero ahora mismo no existe nadie más para mí. Gira su cara hacia mi cuello y su cálido aliento roza la sensible

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piel bajo mi oreja. Suspiro satisfecha, deseando que pudiésemos congelar este momento y quedarnos así para siempre. Por la forma en que me agarra y me respira, siento que él desea lo mismo. Me mata verlo sufrir así. Quiero quitarle todo su dolor. Sé que siempre querré hacer desaparecer cualquier cosa que le haga daño. Cuando la canción llega a su fin, nuestro movimiento cesa, pero no nos separamos. —Deberías bailar al menos una vez con tu acompañante. Mis ojos se abren de golpe. Sobre el hombro de Lucas veo a una resuelta Kellie. Me mira con mala cara antes de despacharme. —Sobre todo después de hacernos esperarte y perdernos medio baile, —dice prácticamente gruñéndole. Me echo hacia atrás y veo a Lucas cerrar los ojos con fuerza. Cuando los vuelve a abrir, me aprieta suavemente la mano antes de soltarla y alejarse de mí. Me muevo hacia él, queriendo protegerlo de ella. Pero él sonríe tristemente y sacude la cabeza. Mi corazón se hunde. Yo soy la que lo ha forzado a mantener su cita con Sophie, pero viendo lo miserable que es esta noche, tengo miedo de haber cometido un error. Lucas observa atentamente el techo y entonces de nuevo a mí una vez más antes de irse. Veo como se acerca hacia Sophie que está rodeada por un grupo de amigos al lado de las cajas de votos del baile. —¡Te tengo! —Dice Gwen, guiándome de nuevo a nuestra mesa mientras mantiene mi móvil tendido hacia mí. Ahí, veo que ha hecho una foto de Lucas y yo bailando. Pongo mi mano en mi boca cuando me doy cuenta de la manera en la que estamos observándonos el uno al otro en la foto. Parecemos una pareja enamorada. Me pregunto si eso es lo que estoy sintiendo. ¿Le quiero? ¿Me quiere?— ¿Dónde estaba él? —Pregunta Gwen, interrumpiendo mis pensamientos. Myles ha vuelto también. Mis ojos a regañadientes dejan nuestra foto—. No lo dijo. —¿Dónde está April? —Le pregunto a Myles. —Vomitó en el parking. Su cita la llevó a casa.

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Me encojo bajo esas noticias—. Lo siento. No se me ocurrió que pensara que nosotros éramos algo. Se encoge de hombros—. No es culpa tuya. Tendré que hablar con ella cuando no esté borracha y lanzándome improperios. Otra canción lenta empieza a sonar, y veo como Sophie cubre a Lucas cual cortina, colocando los brazos alrededor de su cuello y presionando su cuerpo en el de él. Con sus manos en la cintura de ella, puedo ver que él está intentando mantener un poco de distancia entre ellos. —Puta —Susurra Gwen. No puedo mirarlos. Miro abajo a la foto en mi móvil una vez más antes de apartarla. Cuando Gwen empieza a reír por lo bajo por algo, la miro. Señala la pista de baile, y me giro para ver a Sophie apartándose mientras Lucas habla por teléfono con un dedo apretado contra la otra oreja, intentando oír mejor. —Él no cogió ninguna llamada cuando estaba bailando contigo —Señala ella. Estoy observando a Lucas, y siento un escalofrío pasar a través de mí cuando su mirada choca con la mía. Hay algo en sus ojos que nunca he visto antes. Terror rígido. Me paralizo mientras baja su teléfono y se mueve rápidamente hacia nuestra mesa, pero no me mira. Se para al lado de Myles. —¿Tienes tu coche aquí? —Él pregunta. Myles asiente. Lucas tiende su mano—. Dame las llaves. Myles duda durante solo un momento, antes de levantarse y pescar las llaves de su bolsillo. Lucas las coge y se gira hacia la puerta. —Me voy con él —Anuncio, ignorando las protestas de Myles y persiguiendo a un retirado Lucas. Le alcanzo en la salida principal hacia el parking. —Vuelve dentro —Me ladra. —No —Respondo sin aliento intentando mantener su ritmo para que no pueda abandonarme.

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Camina unos cuantos metros más antes de dar vueltas alrededor—. No vendrás conmigo. Doy un paso a su alrededor y continuo hacia el coche de Myles—. Estás perdiendo el tiempo discutiendo cuando no vas a ganar. Vamos —Lo llamo por encima de mi hombro. Lo oigo gruñir de frustración antes de que sus pasos me sigan rápidamente. Cuando alcanzamos el coche, Lucas me recuerda a una olla de agua hirviendo mientras desbloquea de manera brusca las puertas y abre la suya de un tirón. Una vez ya estamos sentados, sale corriendo del parking sin siquiera dirigirme una mirada. No me atrevo a decir una palabra aunque me gustaría saber dónde me estoy metiendo. El coche se come los negros kilómetros entre Ridgeton y Fort Upton. Conducimos por el centro del pueblo y entonces Lucas gira hacia un vecindario en el que no he estado nunca. Al principio, las casas son pequeñas, similares a las que viven Kyle y Chloe. Pero entonces las modestas casitas se convierten en mucho más grandes, obviamente más caras. Finalmente, Lucas se dirige a una carretera tortuosa que llega hasta una torre entramada con ladrillos. Me quedo mirando con los ojos como naranjas a las arqueadas ventanas y la lustrosa puerta doble de madera. Esta debe ser su casa, y su familia es obviamente asquerosamente rica. No me puedo creer que no supiera esto. —Quédate en el coche. —Ordena. Salgo inmediatamente—. ¿Qué está pasando? —Pregunto. Me ignora mientras corre hacia la puerta principal, la desbloquea, y entra de bólido gritando el nombre de su hermano. Lo sigo de cerca mientras se para al final de unas escaleras y llama a Liam una vez más. Cuando no hay respuesta, corre a través de la sala de estar hasta la parte de atrás de la casa. Oigo una maldición ahogada mientras entro en la cocina unos cuantos pasos detrás de él. Lucas se tira al suelo en el final de otro hueco de escalera al final de la cocina. Me coloco a su alrededor para verlo acunando a un chico inconsciente entre sus brazos. Está diciendo el nombre de Liam una y otra vez. La nariz de Liam está goteando sangre, pero puedo sentir que la verdadera lesión es detrás de su cabeza. Su cráneo está agrietado. Lucas me mira, sus ojos abiertos de par en par con miedo—. Ayúdale — Susurra—. Por favor.

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No digo nada, pero me muevo más cerca de Liam. Puedo ver que es una versión más joven de Lucas. Tienen el mismo color y las mismas facciones faciales fuertes. Mi cuerpo entero vibra mientras me dejo llevar por la energía que se construye dentro de mí. Estoy rezando para que pueda ayudar, para que sus heridas no sean demasiado serias. Se oye un ruido sordo proveniente del piso de arriba es la causa de que saltemos los dos—. Mi madre —Lucas se tensa ante el sonido pero no se mueve. —Estírale y aléjate. —Le doy instrucciones. Él duda, no queriendo estar apartado de su hermano. Asiento para darle ánimos, y finalmente se deshace de la chaqueta de su traje, junta el material, y lo coloca gentilmente detrás de la cabeza de Liam como un improvisado cojín. Entonces se aparta ligeramente. Pongo mi mano en la frente de Liam y cierro los ojos, aterrorizada por lo que puedo encontrar. Solo me toma un minuto entenderlo. Entonces respiro hondo con alivio sabiendo que puedo ayudarle. Su cerebro está empezando a inflamarse, pero no está demasiado herido. Coloco mi otra mano en su brazo desnudo, y dejo a mi cuerpo hacer lo que necesita. La vibración empieza, y la dejo crecer antes de dejar ir la turbina y enviar la energía a Liam. La sensación de caída tan familiar llena mi estómago mientras mi piel empieza a cosquillear. Cierro los ojos y me permito a mí misma sumirme en la sensación. Mientras la energía pasa a través de nosotros, pasa de nuevo. Empiezo a tener una visión. Veo a la madre de Lucas. Su cara es una máscara de ira mientras empuja a su aterrorizado hijo hacia el hueco de la escalera. Los brazos de él intentan cogerse de la barandilla, pero falla y se tambalea hacia atrás. Hay un aterrizaje a mitad de las escaleras, y se da con ellas fuertemente, mordiéndose dolorosamente la lengua mientras su móvil se cae de su mano. Mientras él intenta levantarse, su madre está allí de nuevo, de pie directamente en frente de él. Esta vez lo empuja más fuerte, hacia los escalones restantes, hacia el labrado suelo de la cocina. En shock esta vez, no hace nada para evitar su caída. Aprieto mis ojos, preguntándome por qué estoy viendo esto, por qué es de repente parte de todo esto. Pero el horror de la visión desaparece cuando la familiar euforia me llena. Gradualmente, el cráneo de Liam se fusiona de nuevo junto y la lesión en su cerebro retrocede. Pronto, puedo sentirlo moviéndose. Está intentando sentarse.

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—¿Liam? —Dice Lucas, moviéndose más cerca, alargando la mano. Una vez la energía se disipa, ayudo a Liam a levantarse, y doy un paso atrás para que Lucas pueda ir hacia él. Liam se queda mirando a su hermano, luciendo confundido—. Ella me empujó por las escaleras. —Susurra, como si no pudiera acabar de creérselo. Lucas empuja a su hermano en un abrazo y su cuerpo empieza a temblar. Me doy cuenta de que está llorando. Los dos lo están. Mientras los miro, finalmente entiendo la angustia que Lucas mantiene en secreto de todo el mundo. Sé que la expresión fría que lleva como una armadura y el mal carácter que llamea desde dentro son productos del tumulto con el que ha estado viviendo durante tanto tiempo. También sé que no puedo salir de aquí esta noche dejándoles en un infierno por lo que hizo mi abuela. Me aparto de ellos mientras me quito las sandalias y camino silenciosamente a la parte delantera de la casa. Entonces me muevo sin hacer ruido por las escaleras hacia la segunda planta. Me quedo quieta escuchando en el último escalón. Hay pasillos tenuemente iluminados a cada lado de mí llevando a lo que asumo son las habitaciones. Solo una puerta no está completamente a oscuras. Esa puerta está ligeramente abierta, permitiendo la luz escaparse. Camino lentamente hacia ella, mis pies descalzos hundiéndose en la alfombra de felpa. Mientras me acerco a la habitación, a mi derecha está la parte superior del hueco de la escalera que lleva a la cocina. La mitad mira hacia abajo, justo como en mi visión. No puedo ver a Lucas y a Liam en el fondo, pero puedo escuchar a Lucas susurrar una disculpa a su hermano. Se está disculpando por dejarlo solo con ella esta noche. Me muevo pasado el hueco de la escalera, y ahora estoy de pie delante de la puerta abierta. Ella está allí dentro. Puedo sentirla allí, y puedo sentir algo más, también, viniendo de dentro de la habitación: confusión, oscuridad, desolación. Levanto la mano y empujo suavemente la puerta para abrirla un poco más. Puedo ver dentro de la habitación ahora. En el suelo, hay una mesita de noche tumbada y botellas de pastillas dispersas. La madre de Lucas está sentada en la cama, de espaldas a mí. Sus hombros están tirados hacia delante, y desde atrás, su forma acurrucada parece pequeña y tranquila. Su cabello, del mismo color castaño que el de Lucas y el de su hermano, sale salvajemente alrededor de su cabeza mientras la parte baja está lisa.

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Me escabullo en la habitación, caminando alrededor de la cama, queriendo ponerme delante de ella para poder verle la cara. Mientras su perfil aparece a la vista, veo a la misma mujer de mis visiones. Su piel es pálida, y sus ojos están enfocados en la pared delante de ella. La energía arremolinándose dentro de mí es familiar. Aunque la madre de Lucas no tenga heridas físicas, está enferma y mi cuerpo reconoce eso. De la misma manera que reconoce la enfermedad de mi abuela. Sé que puedo ayudarla. Estoy segura de ello mientras doy un paso más cerca. Ella no se mueve o reconoce mi presencia, y pronto estoy de pie delante de ella. Sus ojos azules empañados miran a través de mí mientras bajo mis manos hacia sus mejillas. Con ese contacto, la energía crece. La estoy mirando su cara cuando sus ojos de repente se abren completamente y me localizan de pie delante de ella. Sonrío, y ella pestañea con sorpresa. Estoy concentrada moviendo la energía entre nosotras cuando sus brazos se levantan, apartándome, causando que me tambalee hacia atrás, y rompiendo nuestra conexión. Antes de poder entender sus intenciones, está de pie empujándome de nuevo con una fuerza sorprendente. Me balanceo durante un momento antes de caerme de culo fuertemente. Entonces está sobre mí. Se coloca a horcajadas sobre mí mientras sus manos se colocan en mi cuello, tirándome al suelo, y empieza a apretar mi garganta. Mi aire es de repente cortado. Me intento sentar, pero no puedo moverme. Doblo las piernas e intento golpear con mis rodillas su espalda, pero no hace nada para pararla. Empiezo a entrar en pánico, inútilmente presionándome contra ella, intentando sacármela de encima. No puedo chillar. Parece que no puedo hacer ningún sonido en absoluto. Aunque pudiera, lo último que querría es que Lucas nos encontrara de esta manera. Intentando ayudarle, he hecho las cosas mucho peores. Mi visión empieza a volverse borrosa en los límites, y cierro los ojos, sin ser capaz de verla mientras me mata. Mis músculos paran de oírme y luchar se convierte en algo más de lo que puedo manejar. Lágrimas empiezan a caer por los lados de mi cara. Entonces empiezo a sentir algo, una vibración monótona, y mis ojos se abren de par en par. La energía está volviendo. Con sus manos en mi cuello, tenemos contacto de nuevo. Levanto mis pesados brazos e intento alcanzarla, sabiendo que no tengo mucho tiempo. Enrollo mis dedos alrededor de sus muñecas, concentrándome de nuevo en mover la energía hacia ella. Puedo sentirme a mí

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misma empezando a temblar. De alguna manera, mi poder se está construyendo incluso mientras mi cuerpo está desvaneciéndose. Desentierro profundo, empujándolo contra ella con toda la fuerza que me queda, sacudiéndome por el esfuerzo. Sé que su cuerpo está absorbiéndolo, bebiéndoselo. Siento como ella me lo quita. Saco las últimas gotas de energía de dentro, y se las tiro a ella. Después de un momento, parece que su agarre está perdiéndose. Creo que oigo la voz de Lucas en pánico diciendo mi nombre justo cuando las manos de su madre dejan ir mi garganta y todo vuelve atrás. —Eres mucho más fuerte de lo que yo lo era —Dice mi madre. Estamos sentadas en el sofá de nuestro apartamento. Miro hacia abajo, y me sorprendo de ver que estoy llevando el vestido del baile—. ¿Qué está pasando? —Le pregunto. Noto que se ve mucho mejor, mucho más sana de lo que recuerdo. —No hubiera podido curar a esa mujer. No de la manera en la que lo hiciste. —¿Qué mujer? —Pregunto, inclinándome hacia delante—. ¿La madre de Lucas? ¿La curé? —Lo hiciste. Casi te mataste a ti misma en el proceso. Miro hacia abajo a mi vestido y luego de nuevo a ella. —Decidiste no quedarte en la superficie —murmura ella— Ahora debes aprender como nadar. Pero tienes que tener cuidado, Raielle. Todo el mundo quiere un trozo de ti. Tienes que ser inteligente. Miro alrededor del apartamento—. ¿Por qué estoy aquí? ¿Cómo puedo estar sentada aquí hablando así? ¿Estoy muerta? —Pregunto. Me sonríe—. No, a pesar de tu comportamiento temerario, no lo estás. Tú fuiste creada para cosas grandes, cariño. Necesitas ser más cuidadosa. No dejes a la gente utilizarte para sus propios propósitos —Dice ella, ignorando mi pregunta. Ladro una risa—. ¿Puedes decirme por favor qué está pasando? ¿Estoy soñando? Su sonrisa se vuelve triste—. Nunca me escuchaste. Mi confusión se solidifica rápidamente en ira—. Eso no es verdad. Siempre te escuchaba, y nunca te mentí —Miro sus pálidos ojos azules mientras se abren desmesuradamente a causa de mi acusación—. ¿Por qué nunca me contaste que tengo un hermano? —Demando, mi cuerpo de repente temblando de furia—. ¿Por

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qué nunca me contaste que tenías un marido y un hijo en Fort Upton? Mentiste cuando dijiste que no teníamos otra familia. Acaricia su regazo con sus manos y las mira fijamente—. Dejé Fort Upton para salvarme a mí misma, y te mentí sobre ello para mantenerte a salvo. —Sus ojos encuentran los míos—. Has conocido a tu abuela. Estoy segura de que lo entiendes —Y entonces ella tiene la audacia de sonreír. Apunto un dedo hacia ella acusatoriamente—. Pero te alejaste de tu hijo. —Él tenía a Alec. Tú solo me tenías a mí. Me río ante eso—. Tienes que estar bromeando. Yo no te tenía a ti. No tenía a nadie. Me mira con una mirada cautelosa y un asentimiento de cabeza. —Mi abuela dijo que conociste a mi padre en Fort Upton y dejaste a Alec por él. ¿Es cierto? —pregunto. Ella se voltea. Yo la alcanzo—. ¿Es cierto? Su cara decae—. No preguntes sobre tu padre. —¿Por qué no? Sus ojos se llenan de lágrimas—. Porque él me destruyo, y él te destruirá a ti también. Yo me pongo erguida, y mi garganta quema con dolor. —Shh. Está bien, —Lucas dice. Su imagen es borrosa enfrente de mí. Siento sus manos en mis brazos desnudos recostándome de nuevo. Me doy cuenta que estoy en una cama en un cuarto extraño. Las paredes son azul marino, y hay trofeos alineados en una alta estantería contra la pared. Mi cabeza martilleando está llena de preguntas, pero mi garganta se siente en carne viva para preguntarlas—. Agua. —alcanzo a decir. —Trae algo de agua. —Lucas dice hacia la puerta. Luego retira el pelo de mi frente. Liam aparece pronto con un vaso de agua. Lucas me ayuda a sentarme con cuidado para que pueda tomar de él. El frio liquido deslizándose por mi garganta apenas hace mella en mi dolor en carne viva, pero continuo tragando de cualquier forma. Me doy cuenta que debo estar en la habitación de Lucas. También sé que no

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estoy muerta, incluso cuando mi conversación con mi madre muerta pasa por mi cabeza. Hablando de madres…— ¿Dónde está ella? — pregunto, mirando alrededor por una pista. Una sombría sonrisa aparece en su cara y luego crece hasta que finalmente se ríe y menea su cabeza en lo que parece incredulidad—. Ella está esperando en el pasillo. —él dice—. No está aquí porque teme que viéndola te puedas asustar. Pero ella está bien. Ella está mejor, Ray. Tú la hiciste estar mejor. Me siento más derecha—. ¿Mejor? —pregunto, esperando una clarificación. Lucas intercambia una mirada con su hermano, y su hermano se va de la habitación. Un momento después, Liam vuelve con la señora Diesel. Ella esta avergonzada mientras se aproxima a mí. Su cabello ha sido alisado, y sus ojos son despejados. No hay rastro de la amenaza que oscurecían sus rasgos. —Hola Raielle, —ella dice. Yo jadeo, poniendo mi mano sobre mi boca. Miro hacia Lucas, y el empieza a ponerse borroso mientras mis ojos se llenan de lágrimas. Ellas se escurren por mis mejillas mientras miro a su madre y a su hermano parados frente a mí. La señora Diesel se aproxima lentamente a la cama. Ella está sosteniendo una botella. Mientras ella estira su mano hacia Lucas, noto que tiembla un poco—. Deberías frotar esto en tu cuello. Ayudará con el enrojecimiento. —ella aconseja en una vos clara, pero suave. Mis dedos van hacia mi cuello y la piel ahí se siente dolorida. —Mi madre era una enfermera, —dice Lucas—. Yo habría llamado a una ambulancia, pero ella dijo que estarías bien. Todavía podemos ir al hospital si quieres. Habría muchas preguntas si hiciéramos eso, y Lucas sabe eso también. Yo niego con mi cabeza a él. Una vez que él toma la botella, su madre y Liam se van del cuarto. El usa su pulgar para limpiar mis mejillas húmedas—. Gracias. —Él susurra, sus ojos brillando con lágrimas contenidas. El voltea su cabeza y parpadea. Luego el abre la botella y saca una loción clara en su mano—. Es aloe, —él dice mientras eleva sus dedos a mi garganta y con cuidado esparce el ungüento. —¿Dónde está tu padre? —pregunto después de unos momentos. —Salió por negocios. Fue cosa de último minuto. —Él toma una respiración profunda y la suelta—. Ese es el por qué hice llegar tarde al baile de graduación a

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todo el mundo. Nunca dejo a Liam solo en la casa con ella. Ni siquiera estaba seguro de si debía ir, pero Liam seguía insistiendo que él estaría bien. —Él cierra sus ojos por un momento, pareciendo que se está regañando a sí mismo en silencio. Cuando los vuelve a abrir, arrepentimiento se arremolina en sus profundidades— Finalmente, decidí al menos esperar hasta que su sedante la pusiera a dormir. Tomo más tiempo de lo usual, y luego supongo que no funciono porque ella se levantó y fue tras él. Me llamo mientras estaba bailando con Sophie. Yo asentí y luego trate de quedarme quieta mientras sus dedos se mueven suavemente a través de mi cuello. —Papa se va a llevar una sorpresa cuando llegue a casa y la vea. —Él remoja sus labios y duda antes de preguntar la siguiente pregunta—. ¿Crees que es permanente? —Lo es —afirmo con confianza. Sabiendo que lo que removí no va a volver— El daño en su cerebro se ha ido. Para bien. El asiente, aliviado. Pero vuelve a estar sobrio rápidamente, cerrando sus ojos y negando con su cabeza a mí—. No puedo creer que tomaras un riesgo así. Ella te pudo haber matado. —Sus ojos se agrandan— Podría matarte por lo que casi paso. No le diré que estaba asustada hasta la muerte, que pensé que iba a morir. En su lugar use mi tosca, y ronca voz para decir—. Pero salió bien. Así que no lo harás. —No solamente salió bien. Nada que tú haces es solo bien. —Él me atrae a un abrazo—. Gracias no es suficiente. Ni siquiera cerca. —No deberías agradecerme para nada. —digo. Él se aleja para mirarme, viéndome curiosamente. —Puse las cosas en orden, —explico—. Deshice el daño que causo mi abuela. Desearía poder devolver el tiempo y quitar todo el dolor que ella le causo a tu familia. —No es tu responsabilidad arreglar lo que ella hizo. Yo no lo veo de esa forma. —Yo sí.

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Nos miramos y el silencio es pesado con el peso de lo que paso aquí esta noche—. ¿Qué le dirás a la gente? —pregunto—. ¿Qué dirá tu madre? —No lo sé. Pensaremos en algo, y te prometo que tu estarás fuera de todo. Ella esta umm… ella ha estado más que todo llorando desde que lo halle a ustedes dos. —El pasa una mano por su cara—. Viéndote ahí de esa forma. Pensé… —Él para de hablar pero su manzana de Adán se mueve mientras trabaja su garganta. Yo pongo una mano sobre su brazo. Él toma una respiración profunda y suelta otra vez—. Ella recuerda todo lo que nos ha hecho —continua— pero dice que no podía detenerse. Honestamente, no sé cómo vamos a tratar con esto, pero tiene que ser más fácil que con lo que estábamos tratando antes. Yo asiento con entendimiento. Luego pregunto algo que he tenido en mi mente—. Has estado encargándote de tu madre y de Liam, ¿no es así? ¿Tu padre te dejo toda esta responsabilidad a ti? Los labios de Lucas forman una línea apretada. Reconozco su gesto obstinado en su mandíbula. Así es como él se ve cuando no quiere decirme algo. —¿Lucas? El suspira—. Papa se fue hace algún tiempo. Espero, pero eso es todo lo que dice. —¿Cómo ibas a irte el siguiente año a Columbia y dejar a Liam aquí? — pregunto. —No lo iba a hacer. Él iba a venir conmigo. Convencí a mi padre de meterlo en un colegio privado en la ciudad. Pero eso puede no ser necesario ahora. Él nunca quiso dejar la escuela de cualquier forma. No pensé que me podría importar Lucas más de lo que ya me importaba, pero el cariño creciendo en mi corazón por el no parce tener límites. Me pregunto a que tuvo que renunciar por su familia. El finge que el baseball no importa, pero tal vez él no puede dejar que importe. El mantiene esta aura de inalcanzable en la escuela, pero tal vez él la usa para mantener a las personas alejadas porque es más seguro de esa forma. Sus dedos frotan mi cuello otra vez—. Eso no se va a ir tan rápido. ¿No te puedes curar a ti misma?

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—No. Irónico, ¿no? —me encojo de hombros. —¿Por qué no puedes…? —No lo sé. —interrumpo antes de que pueda terminar—. Solo me pondré bufandas por un tiempo. Él se acerca más a mí—. Dime la verdad, Ray. Tú curaste a mi hermano y a mi madre uno después del otro. ¿Eso no te agota? Yo niego con la cabeza—. Justo lo contrario. Ya estoy empezando a sentirme mejor. ¿Qué hora es? Probablemente debería llegar a casa pronto. Lucas mira su reloj—. Casi media noche. No necesito la ayuda, pero Lucas insiste en afirmarme mientras me levanto de su cama y pruebo mis piernas. No estaba mintiendo cuando dije que me sentía mejor. Lo hago. Aparte de mi adolorida garganta, me sentía perfectamente bien, mejor que bien, y me sentía agradecida de haber sido capaz de ayudar a su familia. La gratitud de Lucas, sin embargo, no me hacía sentir bien. No pienso que la merezca. Lucas se fija en Liam antes de salir hacia el carro de Myles. Luego, durante el camino a casa, él llama a Myles, y hacen planes para que el lleve a Lucas de regreso para que así el Camry de la mama de Myles pueda estar en el parqueadero antes que ella se levante en la mañana. Lo escucho decirle a Lucas que consiguió que lo llevaran a la casa en la limosina de Gwen. Myles está sentado en sus gradas delanteras esperándonos cuando llegamos—. ¿Qué paso? —él pregunta, parándose cuando nos acercamos. Él todavía está en su traje pero su moño está desecho, colgando de un lado. No estoy de humor para un recuento de la noche pesadamente editado, y estoy ansiando un poco de tiempo a solas. Me volteo y abrazo a Lucas mientras le digo buenas noches, soltándolo rápido. —Espera un momento, —dice Myles—. Esta es la foto que nos tomaron cuando llegamos allá. —El me pasa la brillante foto. Puedo sentir a Lucas mirándola por encima de mi hombro. Es duro de creer que esto fue solo unas horas atrás. A mi lado, Myles tiene su mano en mi cintura y su gran sonrisa con hoyuelo es típica de Myles. Mi sonrisa es más dudosa, pero mis ojos brillan con anticipación. Lucas esta en silencio, mirando a la fotografía, y me pregunto que está pensando.

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Myles aclara su garganta antes de mirar hacia abajo—. Probablemente debería decirte que April fue la que empezó el rumor sobre ti yendo al baile con Chad. Ella me lo confeso esta noche. Lo hizo porque pensó que yo te iba a preguntar a ti. Resulta que no tenía nada que ver con Lucas. Esta noticia me sorprende—. Está bien Myles. No te sientas mal. —digo. La verdad es que estoy más allá de que me importe eso. A mi lado, sé que Lucas se siente de la misma manera cuando el difícilmente muestra alguna reacción. —Tengo unas buenas noticias, —la cara de Myles brilla— nuestro chico aquí gano el rey del baile. —¿De verdad? —Recojo la energía para sonreírle a Lucas—. ¿Rey del baile? Felicitaciones. Lucas me sonríe mientras pasa su mano por su pelo. —Sophie gano como reina del baile, —agrega Myles—. Ella no estaba contenta de estar parada en frente de todo el mundo sin su rey. Siento una mano en mi espalda. Lucas está preocupado de que me importe eso, pero él no tiene razón para estarlo. Le doy una sonrisa cansada— Voy a entrar. —digo. —Te acompaño. Niego con mi cabeza—. No, está bien. Dejemos que Myles te lleve ahora. Si me veo la mitad de exhausta de cómo te vez tú, no sé cómo si quiera estas parado. Lucas me acerca para otro abrazo y de nuevo, la necesidad de huir, para estar sola en este momento, vuelve a mí. Me muevo fuera de sus brazos, y le agradezco a Myles por haberme llevado al baile. Luego camino por el césped a la casa de Kyle. Su carro está en el parqueadero y la luz de afuera esta prendida como es usual. Silenciosamente, abro la cerradura y entro. —¿Tuviste un buen momento? El susurro de Kyle me asusta. Él está sentado en la parte de arriba de las escaleras en su pijama. Decirle algo cercano a la verdad está fuera de cuestión—Si, estuvo bien, —le respondo—. No tenías que esperar despierto por mí.

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—Acabamos de llegar a casa también. Siento que no estuviéramos aquí cuando estabas arreglándote. Yo lo miro, preguntándome donde estuvieron esta noche. Él ve la pregunta en mis ojos—. Hablamos en la mañana. Buenas noches Raielle —Él se para y desaparece en el pasillo. Ya en mi habitación, me quito el vestido y lo doblo pulcramente y lo pongo en un cajón. Después de los intensos eventos de esta noche, parece extraño estar parada en el baño lavándome los dientes y lavándome la cara como siempre. Me pongo una vieja camiseta de los Chargers que un antiguo novio de mi mama dejo y de alguna forma termino en mi maleta de lona, y me acuesto en mi cama, sabiendo que el sueño está lejano. La casa está tranquila, y dejo a mi mente rondar por cada parte de esta noche, incluyendo la peor parte, la parte que casi me mata. Yo repito el sueño que tuve sobre mi madre. Puedo recordar cada detalle tan claramente, más intenso de lo que debería. Ella me dijo cosas que ella nunca habría dicho cuando estaba viva. Ella me dio una advertencia. Una de la que no estoy lista para pensar en este momento. Finalmente, me dejo enfocarme en Lucas. La desesperación que él sentía cuando me pidió que ayudara a su hermano fue como una cosa vivía amenazando con destruirme en esa cocina esta noche. ¿Y que si su hermano estaba tan cerca de la muerte para que lo ayudara? ¿Me habría negado? Pero respondo mi propia pregunta rápidamente. Definitivamente sí. Yo me habría reusado si hubiera sabido que sanando a Liam significaba posiblemente lastimar a Lucas. No habría tomado esa posibilidad, y Lucas me habría odiado por eso. La abrumadora gratitud que él siente por mí ahora podría fácilmente haber sido un odio que sentiría igual de fuerte. Tal vez es por eso que su gratitud me hace sentir tan incómoda. Si Liam se hubiera pegado en la cabeza más duro, el resto de la noche habría resultado muy diferente, y una relación que significa tanto para mi podría haber sido severamente irreparable. Trago y hago una mueca de dolor al dolor que esto causa. La renuencia de mi madre a usar su habilidad está empezando a tener más sentido. Una vez la gente sabe lo que tú puedes hacer, cambia las cosas.

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18 Traducido por majuhenao y Júls Corregido por MoN_SooKie Por la mañana, los moratones de mi garganta han desaparecido un poco. Como el pronóstico habla de un día cálido, rechazo la idea de la bufanda y cubro mis marcas con maquillaje antes de subir. Puedo oír a la familia moviéndose encima mío aunque son escasamente las ocho de la mañana de un domingo. Me pregunto si Penélope tiene otro día lleno de fiestas de cumpleaños de sus amigos del colegio. —Raielle está despierta —dice Chloe cuando aparezco en la parte de arriba de las escaleras. Todos están en la cocina desayunando. Cuando entro, Kyle me para. —Vamos afuera a hablar un momento. Yo miro a Chloe. Sus ojos están rojos e hinchados. Ella evita mi mirada mientras se sienta al lado de Penélope. —¿Está todo bien? —pregunto, confundida por mi tensa recepción. —Ven afuera —dice Kyle, pasando por delante de mí. Mientras lo sigo por la puerta delantera, un sentimiento de pavor crece en mí. No hay forma de que el haya oído sobre lo que pasó la noche pasada, ¿o si la hay? Mi estómago se contrae mientras lo veo sentarse en el primer escalón y me espera para que haga lo mismo. Lo que sea que sea esto, no es bueno. Nos sentamos uno al lado del otro en silencio por un momento. Estoy tratando de no retorcerme visiblemente mientras Kyle está mirando la callada calle, sin decir nada. —Estábamos en el hospital anoche —finalmente empieza—. Tuvimos que llevar a Penélope. Esto no era lo que estaba esperando. Ella estaba sentada dentro en la mesa justo ahora, y se veía bien. Aunque, estaba inusualmente callada ahora que lo pienso.

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—¿Qué paso? —pregunto. Kyle aprieta sus manos, retorciéndolas lentamente. —Ella salió de su habitación ayer en la tarde diciendo que se sentía rara. Notamos que su lado izquierdo estaba caído. No estaba acorde a su lado derecho. Entonces, la llevamos rápido a urgencias. Yo miro su perfil mientras mira hacia la distancia. Me doy cuenta que él no está hablando de algún accidente que ella ha tenido. El me mira rápidamente, antes de mirar al espacio otra vez. —Los tumores en su cuello volvieron a crecer. Mi corazón se para y luego empieza a martillear dentro. —¿Tumores? —Los descubrieron hace más o menos un año. Ella tenía síntomas similares. La operaron para eliminarlos, pero los doctores nos dijeron que podían volver a crecer. Yo lo miro impresionada, no muy segura sobre qué decir. No puedo creer que él esté hablando sobre la pequeña niña feliz que conozco. —Ella está enferma —continua—. Eso provoca que a su cuerpo le crezcan tumores por su sistema nervioso y su cerebro. Ellos siempre son benignos. Algunas veces son simples molestias y fáciles de quitar, pero otras veces, dependiendo de dónde aparezcan, son debilitadores, incluso fatales. Él pasa sus manos por su cara y se para abruptamente. El camina algunos pasos antes de voltearse y mirarme. Se lo que va a decir ahora. Reconozco la angustiosa suplica en sus ojos. ¿Cómo algo tan terrible le puede pasar a la dulce Penélope? Me doy cuenta que yo, a propósito, he mantenido la distancia con ella. No estoy segura si alguna vez la he tocado. Si lo hice, no sentí nada. Se por seguro que nunca la he abrazado. Su familia es todo lo que mi familia no era, y los celos que sentía cuando miraba su despreocupada vida me hacían sentir culpable. Por eso mantuve mi distancia con ella. Kyle está parado frente a mí ahora.

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—Yo nunca he sido capaz de hacer lo que nuestra madre y nuestra abuela podían hacer, pero si tú puedes, si tú estabas asustada de decirme la verdad antes, por favor dímela ahora —él se agacha—. ¿La puedes ayudar? – me pregunta. Sus ojos se llenan de lágrimas que bajan por sus mejillas. No puedo evitar pensar en todas las lágrimas que he visto derramadas en los últimos dos días. —Puedo intentarlo —respondo suavemente. Kyle se queda quieto por un momento, antes de finalmente asentir, secándose su húmeda cara con la parte de atrás de su mano. —Gracias. —Pero Kyle, debes saber que yo no siempre puedo ayudar —añado rápidamente. Él necesita prepararse para esto por si acaso—. Hay algunas situaciones donde no hay nada que yo pueda hacer —espero como loca que esta no sea una de ellas. —¿Qué situaciones? —pregunta. Me muerdo el labio. No quiero decir las palabras en voz alta para él. —Depende —evado la respuesta—. Sabré más cuando la toque. El asiente. —Así es como la abuela lo hacía. Ella necesitaba tocar la piel desnuda. Llevamos a Penélope a que la viera después de que la diagnosticaron, pero ya estaba muy perdida para ese entonces. No pudimos comunicarnos con ella. Esa frase causa que mis pensamientos vayan en una dirección no bienvenida. Cuando Penélope fue diagnosticada, Kyle ya sabía dónde estábamos mi madre y yo. —¿Pensaste en pedirle ayuda a mama? Sus ojos rojos se encuentran con los míos, y asiente. —Sí. Nosotros le preguntamos, pero ella se negó. —¿Hablaste con ella? —pregunto, completamente sorprendida por esto. —No. Ella no hablaría conmigo. Alec voló allí para hablar con ella. La encontró en el trabajo, y ella básicamente le dijo que se fuera al infierno —él hace una mueca—. Su propia nieta la necesitaba y a ella no le pudo importar menos.

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No estoy segura de cómo responder a estas noticias. Mama nunca me dijo esto, pero ella no me dijo muchas cosas. Puedo entender su indecisión, pero ignorar la situación por completo fue cruel, incluso para ella. Yo lo miro. —¿Por qué no me lo dijiste cuando llegue aquí? Él se pasa una mano por el corto cabello rubio. —No quería que pensaras que teníamos otros motivos para tenerte aquí, porque no los teníamos. También pensé que tenía tiempo. Penélope ha estado teniendo Resonancias Magnéticas regularmente y no mostraban nuevos crecimientos. Estos aparecieron rápidamente, y los doctores dicen que son más agresivos que los últimos. —Él hace una pausa—. ¿Cuándo te gustaría intentarlo? Me pregunto si los tumores le causan dolor a Penélope. No puedo soportar tan solo el pensamiento. —¿Es ahora un buen momento? —pregunto. Él parpadea hacia mi sorprendido. —Si —exhala—. Ahora está bien. Lo sigo dentro. Cuando encontramos la cocina vacía, Kyle se dirige a la habitación de Penélope. —Aquí —dice. Él ya está dentro cuando me paro en la puerta. La habitación de su pequeña esta oscura con las persianas cerradas. Penélope esta acostada en su cama, y Chloe está sentada en el borde, pasando una mano por la frente de su hija. —Ella quiere intentarlo ahora —le dice a Chloe. —¿Ahora mismo? —pregunta, impresionada y aterrada. Kyle asiente. Chloe se gira con los ojos muy abiertos hacia mí. Su aparente renuencia no me sorprende. Ella no se mueve de su lugar al lado de Penélope. —Necesito ser la única que la toque —le explico. Chloe solo parpadea hacia mí. —Ven aquí —la instruye Kyle.

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Ella duda antes de, finalmente, alejarse lentamente de la cama. Kyle se mueve a su lado y coge su mano. Yo me siento, llenando el espacio que Chloe desocupó, y miro la cara llena de paz de una niña muy enferma. Su oscuro cabello lleno de ondas se esparce alrededor de su cabeza sobre la almohada. Mi guardia está baja y sé que ya debería sentir la energía construyéndose, pero no la siento. Esa es la primera señal de que la enfermedad que Penélope tiene es diferente. Ya me estoy temiendo lo peor. Respiro profundamente para calmarme y cojo su pequeña mano. Luego para mi gran alivio, empieza. Es solamente un escalofrió corriendo a través de mí, no la usual vibración que causa que mi estómago caiga. Me concentro en el zarcillo de energía y trato de construirlo desde ahí. Toma más concentración y fuerza bruta de lo usual, pero crece, y lo mando por mi brazo a su pequeña mano. Sé que la ha alcanzado cuando sus ojos se abren lentamente. Sus oscuras profundidades vagan por el techo y bajan hasta que aterrizan en mi cara. Me doy cuenta que su ojo izquierdo no se abre tanto como el derecho. Le sonrió, y puedo sentir nuestra conexión. Sus labios rosados se convierten en una pequeña sonrisa. Me concentro en la energía enroscándose entre nosotras de nuevo, y encuentro los tumores en la base de su cráneo. También puedo sentir la cicatriz vertical que tiene ahí. Nunca la había notado porque el pelo de Penélope siempre esta suelto. Ahora sé por qué. Me muevo por el resto de su espina y no hallo más crecimientos ahí. Luego voy en la otra dirección, hacia su cerebro. Nuestra conexión encuentra repentinamente un obstáculo, como si una cuerda de guitarra fuera arrancada, y yo me tiro hacia atrás con sorpresa. Por un momento estoy confundida, no recibiendo ninguna entrada del cuerpo de Penélope. Yo dirijo mi concentración a su cerebro de nuevo, y contengo un grito, de repente muy consciente de Kyle y Chloe a mis espaldas. Siento un tumor ahí también, uno muy grande. Sé de inmediato que no puedo curarlo. La energía ya está tratando de dispersarse y retirarse. Nunca he sentido esto antes, pero entiendo su significado con una extraña claridad. Me pregunto si esto es lo que mi madre sentía cuando curaba a su novio en nuestro apartamento esa noche o el niño con leucemia antes de que ella dejara Fort Upton. No puedo curar la enfermedad dentro de Penélope, pero si presiono un poco más, lo puedo remover. El tumor dejara su cuerpo, pero no se ira del todo. Este asesino encontrara a alguien más si lo quito de ella. Encontrará a alguien cercano a ella, alguien con una estructura similar para aferrarse. No sé cómo sé esto, pero lo sé.

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Lentamente, remuevo mi mano de la de ella. Mantengo mis dedos en puño en mi pecho mientras veo sus ojos perder su foco y gradualmente cerrarse. —¿Ya está hecho? —Chloe susurra detrás de mí—. ¿Está curada? Girarme para enfrentarlos es la cosa más dura que he tenido que hacer. Estoy luchando con el remordimiento mientras encuentro sus esperanzadas y expectantes miradas. Luego niego con mi cabeza. —¿No? ¿Por qué no? —exige Kyle, dando un paso hacia mí. Chloe alza su mano hasta su boca y empieza a sollozar. No quiero hablar en frente de Penélope. Así que, me levanto y salgo al pasillo y luego abajo a la sala. Kyle está detrás de mí y Chloe vacilante va detrás de él. Su comportamiento enfadado desmiente la verdad en sus ojos. Él esta aterrorizado de lo que le voy a decir. —No la puedo ayudar —dejo que mis lágrimas caigan por mis mejillas ahora—. Lo siento tanto. Chloe empieza a gemir mientras fuertes sollozos sacuden su cuerpo. —¡Dime porqué! —Kyle coge mi brazo con fuerza. Yo soporto el enojo de Kyle en silencio, sabiendo que lo que estoy a punto de decirle lo va a devastar incluso más. Pero ella es su hija. Él necesita saberlo. —Tiene un tumor en su cerebro. Su rabia se vuelve impresión mientras su agarre en mi brazo se pierde. —Es muy grande. No lo puedo quitar. Él me suelta y retrocede luciendo mareado. —Lo siento —repito impotente. —¡Está mintiendo! —Chloe me grita—. No sabes de lo que estás hablando — ella se gira hacia Kyle—. Lo que tu familia puede hacer, es innatural. Es malvado, ¡y no lo quiero en mi casa nunca más! Kyle la alcanza y pone su cuerpo tembloroso contra el suyo. No quiero molestarla más. Lentamente, con el corazón roto, me retiro a mi habitación. Una vez estoy abajo, me acuesto en mi cama y me hago una bola, esperando que más lágrimas aparezcan. Pero ellas no vienen. En cambio, me siento perdida. Siento que me he estado haciendo la tonta durante diecisiete años, fingiendo que puedo ser

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normal, pensando que puedo ignorar el poder sanador que mi cuerpo ejerce y luego oculta. Quiero hablar con mi madre tanto que siento el dolor retorciéndose en mi interior. Ahora, cuando finalmente puedo entender por lo que ella pasó toda su vida, ella se ha ido, y yo me estoy hundiendo. No voy a decirles a Chloe y Kyle que podría remover la enfermedad de Penelope, pero que entonces alguno de ellos podría tenerla. Estoy segura de que ellos estarían dispuestos a hacer ese sacrificio. Pero yo no lo estoy. No voy a darle esta enfermedad a nadie, no importa lo difícil que sea saber lo mucho que Penelope está sufriendo. No voy a sentenciar a muerte a alguien más. Paso el resto del día escondida en mi habitación. No sé cómo enfrentarme a ellos, y sé que Chloe no quiere verme. Tengo que irme, pero no tengo a donde ir. Recibo mensajes y llamadas durante todo el día, pero no respondo a ninguno. Ni siquiera para comprobar quien es. Estoy segura de que es Gwen, con ganas de hablar sobre el baile de graduación y de por qué Lucas salió corriendo en medio de ésta. Y Lucas, probablemente, me ha llamado también. Pero una parte de mí no puede oírle hablar de lo bien que lo está haciendo su madre cuando no hay nada que pueda hacer para ayudar a Penélope. A última hora de la tarde, todavía estoy desplomada en mi cama cuando escucho el timbre de la puerta. Unos minutos más tarde, Kyle viene abajo a buscarme. —No sabía si estabas aquí o no. —dice. Él se ve pálido y cansado. Me siento y empujo el pelo de los ojos. —¿Quieres que me vaya? —pregunto. Sacude la cabeza con cansancio. —Por supuesto que no. Siento lo de Chloe. No quería decir eso. No le creo, y él lo sabe. Suspira —Chloe sabía que tú podrías ser capaz de ayudar a Chloe cuando le dije que iba a traerte a vivir aquí. Pero hay que entender que no es por eso que estas aquí. Necesitabas un hogar y eres mi hermana. Siempre tendrás un lugar aquí. Por favor, perdona a Chloe. Esa era la pena hablando, no ella. Después de permanecer secos toda la tarde, mis ojos empiezan a aguarse. —Lucas está aquí — dice Kyle, acercándose en la habitación.

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Cierro los ojos y alejo las lágrimas. Cuando los abro, Kyle me está estudiando. Puedo ver que quiere preguntarme algo. Vacila un momento antes de preguntar. —¿Hubo algún momento en el que nuestra madre no pudo curar a alguien? Trato de leer entre líneas, y creo que está preguntando si mamá era más poderosa que yo, si ella podría haber ayudado a Penélope. —No lo sé. No le gustaba hablar de ello. Es por eso que yo no uso mucho la curación. Ella siempre me dijo que no lo utilizará, y yo escuchaba la mayoría de veces. Pero ella me dijo que hay momentos en los que no podemos curar a la gente, porque la enfermedad que tienen no se puede revertir. —¿Este es uno de esos momentos? Asiento con la cabeza, sintiendo las lágrimas caer por mi cara. Kyle presiona sus dedos contra sus ojos inyectados en sangre. De repente, los quita e inhala profundamente. —¿Debo decirle a Lucas que baje? Mi garganta está demasiado apretada para hablar, así que solo asiento con la cabeza y lo veo irse rápidamente. Me quedo ahí esperando, sin molestarme en arreglar mi pelo enredado y la ropa arrugada antes de que Lucas aparezca al final de las escaleras. Llena la puerta con sus anchos hombros y su poderosa presencia. Sus ojos preocupados viajan sobre mí mientras se acerca. —Te he estado llamando todo el día. Estaba preocupado por ti. Me pregunto por qué lo he evitado hoy, cuando solo con su presencia aquí ya parece que haya encontrado un poco de consuelo. —¿Has estado llorando? —pregunta, de pie enfrente de mi ahora, empujando un mechón de pelo detrás mi oreja. Me lanzo hacia él, envolviendo mis brazos alrededor de sus hombros fuertes, y enterrando mi cabeza en el hueco de su cuello. —Oye —susurra suavemente. Sus brazos me rodean y me presiona contra él—. ¿Qué pasa?

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No respondo. Solo dejo que me abrace mientras su calidez se filtra dentro de mí, lo que facilita el frio de este terrible día. No me pregunta de nuevo. Solo se queda ahí, sosteniéndome de forma segura en sus brazos, esperando pacientemente a que me abra. Cuando finalmente lo suelto, estoy dispuesta a explicarme. Descubro que es lo que quiero. —Es Penelope. —empiezo. Entonces le digo todo lo que ha ocurrido desde esta mañana.

Estamos sentados en la cama. Lucas está inclinado contra las almohadas y estoy tumbada entre sus piernas con mi espalda presionada contra su pecho y sus brazos a mí alrededor. —Por eso estabas asustada cuando te dije que ayudaras a Liam, ¿verdad? — pregunta. Debajo de mí, puedo oír el ritmo de su voz en su pecho. —Sí. —Si no pudieras ayudarlo, ¿crees que me habría sentido diferente hacia ti? Mi respuesta es inmediata. —Sé que lo harías. ¿Cómo no podrías? Él suspira profundamente. Siento su aliento cálido contra mi cuello. —No sabes nada, Ray. Sé que él quiere pensar que no cambiaría sus sentimientos, y me alegro de que no tengamos que averiguar si es verdad. —¿Cómo está tu madre hoy? —le pregunto, pasando mis manos sobre sus manos, extendidas a lo largo de mi estómago. —Está mejor. Quería quedarse en casa hoy, pero la hemos convencido para que fuera a comprar ropa nueva. Mi padre llegó a casa esta tarde y casi cae del shock. Tengo a mi familia de nuevo, Ray. Gracias a ti. Has hecho una cosa increíble por nosotros. Lamento que no puedas hacerlo por tu familia. De verdad. Pero eso no lo hace tu culpa. Sabes eso, ¿cierto? Me encojo de hombros.

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—Lo sé, y no lo sé. Él me coge y me pone a su lado, así estamos cara a cara. —Necesitas saberlo. —Me mira con su mirada determinada—. La noticia de Penelope es devastadora. Pero no ser capaz de curarla no te hace responsable de lo que está pasando. Tienes que aprender a lidiar con esto. No será la última vez que te suceda. —Pero esta vez, es Penelope. —digo. —La próxima vez podría ser alguien más cercano a ti. Tu curación tiene límites. Tienes que encontrar la manera de lidiar con ello. Una mejor manera que la de tu madre. Mi columna se pone rígida por su aviso y su crítica implícita a mi madre, pero entonces asiento. Sé que tiene razón. Él agarra mis mejillas y se inclina hacia mí por un beso. Suspiro cuando sus suaves labios tocan los míos. Nuestras respiraciones se mezclan mientras él tiernamente masajea mi boca con la suya, nunca profundizando el beso, sabiendo que esta es la cercanía que necesito ahora. No podría manejar más. —No quiero dejarte así esta noche. —dice, cuando por fin se separa. Echo un vistazo a mi entorno, sorprendida al descubrir que ya es de noche. —Estaré bien. —Pongo la cabeza en mi almohada y miro su hermoso rostro. Su mandíbula cuadrada está cubierta de la oscura barba incipiente que hacia cosquillas a mi piel hace un momento—. Apuesto a que esto es mucho más drama del que nunca has tenido en una relación. Probablemente no lo esperabas cuando me conociste. —comento secamente. Sus ojos parpadean con humor. —Ray, explotaste todas mis expectativas en el momento en el que puse mis ojos en ti. Nada de ti es lo que esperaba. ¿Sabes lo que es más inesperado? Niego con la cabeza, sin tener ni idea de que va a decir. —Saber que todo lo que hacemos, lo estás haciendo conmigo por primera vez. Nadie te ha hecho sentir del modo que quiero hacerte sentir cada vez que estamos juntos. Cuando finalmente esté dentro de ti, seré el primero, y sabré que nadie nunca te habrá hecho las cosas que yo te haré. No eres lo que yo esperaba, y no lo querría de otro modo.

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Me quedo en silencio mirándolo. Estoy sin palabras. Nunca ha hablado de estas cosas antes. No pensé que estaría dispuesta a escucharlas hasta que dijo finalmente dentro de ti con ardor en sus ojos, un calor que me volvió a la vida. Él se ríe de mi shock, pasando un dedo por mi mejilla, antes de sentarse. La ruta que siguió con su dedo hormiguea mientras me siento a su lado. Cuando él pone los pies en el suelo, a punto de irse, su buen humor se evapora. —Se honesta. Si no quieres quedarte aquí, puedes venir a mi casa. —dice, mirando por encima de mi hombro. Finalmente encuentro mi voz de nuevo, sabiendo que si me voy de aquí le estaría enviando un mensaje a Kyle que no quiero enviarle. —Me quedaré, pero gracias. —Si cambias de opinión, llámame. —Coge mi teléfono de la mesita de noche y me lo da—. Cuando te llame, tienes que responderme o al menos llamarme. No me ignores otra vez, ¿de acuerdo? —Está bien. —le respondo. Entonces me aclaro la garganta y le pregunto aquello que me está molestando—. ¿Con cuántas chicas has estado, Lucas? Hace una pausa en su camino hacia la puerta. La expresión de su rostro es primero de sorpresa, y después de renuencia a contestar. Tendría que haber sabido que iba a preguntárselo después de decirme que iba a ser mí primero. —¿Necesitaré más de dos manos para contarlas? —dejo escapar, preocupada cuando no responde. Se mueve de nuevo hacia mí con una sonrisa maliciosa. —He estado muy ocupado en tu imaginación, ¿verdad? Puedo sentir mis mejillas calentarse mientras miro su expresión petulante. Su sonrisa se vuelve tierna. —Ni siquiera podría llenar una mano. —él dice. Me siento un poco aliviada al principio, pero cuando pienso en él intimando con otra chica, mi estómago se aprieta. —¿Te has acostado con Sophie? —pregunto. Sé que la respuesta es que sí, y no me sorprendo cuando asiente con la cabeza lentamente. Entonces sus ojos

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recorren mi cuello. Extiende la mano y recorre con sus dedos las marcas que ya deben ser visibles. —Pero nunca me he sentido así antes. En cierta forma, vas a ser mi primera también. —susurra. Luego se inclina y me besa justo en la base de mi garganta. Cuando se levanta y me mira, sus ojos brillan con afecto. Me levanto y muevo mis dedos por las ondas suaves de su cabello que han caído sobre su frente. Cierra los ojos y suspira con satisfacción. Sabía que no era virgen. Pero ahora me doy cuenta de que lo que hizo antes de conocerme, no importa. Quiero estar con él en todos los sentidos. Solo espero que mi inexperiencia no sea una decepción para él. Falta poco más de un mes para que termine la escuela, antes de que empiece lo desconocido, y quiero que ocurra antes de que pierda mi oportunidad. Quiero que sea mi primero. Lo acompaño hasta la puerta y nos abrazamos de nuevo antes de que vaya hacia su camioneta. Es tarde. No me había dado cuenta de que la hora de cenar había llegado y pasado. La casa está tranquila ahora, y voy a la cocina oscura. Mi estómago gruñe ante el persistente aroma de los alimentos. Cuando abro la puerta de la nevera, veo un plato envuelto en celofán. Me lo caliento y me siento a comer. Aun estando tan hambrienta, después de unos cuantos bocados, estoy llena. La tensión que persiste en mi estómago está haciendo desaparecer mi apetito. Después de la limpieza, me asomo por el pasillo para encontrar todas las puertas de los dormitorios cerrados. Bajo y me quedo tumbada en la oscuridad durante mucho tiempo antes de por fin dormirme.

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19 Traducido por majuhenao Corregido por Júls Kyle y Chloe están en la cocina cuando subo lista para la escuela. Chloe a duras penas me mira antes de irse a su habitación. Kyle nota que me está evitando y sus labios se aprietan en una línea apretada. —Te hice el almuerzo, —él dice— está en el refrigerador. —Gracias por guardarme comida anoche. —Paso a su lado para coger una manzana del mesón para desayunar—. ¿Vas a trabajar hoy? Él se voltea hacia mí con una taza de café en su mano—. No. Vamos a llevar a Penélope a que le hagan más pruebas. Los dos sabemos lo que las pruebas van a hallar. Al menos yo lo sé. Creo que Kyle está esperando que yo este equivocada. El deseo de abrazarlo es fuerte. Justo como con Penélope, yo nunca he abrazado a Kyle tampoco y sé que es mi culpa. Al final, pongo una mano en su brazo y lo aprieto suavemente antes de irme. Paso por el día sin poder concentrarme, siguiendo la corriente de estar en la escuela mientras mi cerebro está nadando en una niebla. Esta mañana, Lucas me dijo que íbamos a decir que él se fue del baile por la repentina e inesperada recuperación de su madre. Liam lo llamo con las noticias y él tenía que llegar a casa con ella. Creo que es una historia creíble, además introduce el hecho de que su madre está bien ahora. No me mucho sobre eso cuando regurgito los detalles casi textualmente a Gwen cuando ella me encuentra en mi casillero. —¿Su madre estaba enferma? —ella pregunta mientras sus cejas se arrugan con confusión. —Sí, —murmuro, olvidando que ella estaba fuera del asunto. Ella casi no se puede contener cuando me dice sus noticias—. Tyler me beso en la limosina cuando llegamos a mi casa. Más que besarme, de hecho. —Luego ella frunce el ceño—. Pero no he hablado con él desde entonces. Pensé que él podría llamar al otro día, pero no. Ni una palabra.

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—Eso fue la noche del sábado. Yo no me preocuparía por eso todavía. —Pero mira lo que paso cuando Lucas no te llamo después de que ustedes estuvieron juntos. —ella apunta. —Gracias por recordármelo. —yo respondo secamente. —Estoy haciendo un punto aquí. —Lo sé. Pero no te preocupes. Tú le gustas. Estará bien. —Le aseguro. No puedo desarrollar mucha angustia genuina por su situación, pero estoy tratando de ser comprensiva. Como su amiga, ella se merece más de mí de lo que le puedo dar hoy. En el almuerzo, veo a Tyler sentarse al lado de Gwen en vez de tomar su asiento usual. Yo le sonrió a ella mientras su cara se ilumina y sus dudas desaparecen. Myles y Lucas se sientan con nosotros, y escucho sobre como siguió el baile mientras cómo. Myles dice que Sophie está todavía muy molesta y que no quiere nada que ver con Lucas—. Ya era la maldita hora, —Lucas murmura cuando escucha esto. Aparentemente, April estaba mortificada por su comportamiento y se disculpó con Myles. El acepto su disculpa, pero el igual no está sentado en su antigua mesa. Durante esta discusión, Lucas sigue hallando una forma de tocarme. Su rodilla presionada contra la mía debajo de la mesa. Su mano roza mi brazo y luego mi pierna. Quiero salir de mi miedo por él, para mostrarle que tome sus palabras de anoche de corazón. Fingí tanto como pude, incluso metiéndome en la entusiasta conversación de Gwen sobre la anterior temporada de Dexter. Pero la atención comprensiva de Lucas revela que él puede ver a través de mí. Finalmente, el enloquecedor día termina. En mi casillero, aparecen Lucas y Gwen con ofertas para llevarme a casa. Pero desde que casi no le he prestado atención a Gwen en todo el día, me siento muy culpable para negarme. —Te llamo después, —Lucas promete, señalando su entendimiento. Gwen aprieta mi brazo con emoción mientras bajamos las gradas—. Él me va a sacar mañana en la noche. Me pregunto ahora. —¿Ves? Te dije que le gustabas. —¿Qué debería vestir? —ella pregunta.

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Me doy cuenta que está de vuelta a toda de negro hoy—. Bueno, ¿él está sacando a la Gwen feliz o la Gwen sensible? Ella rueda sus ojos hacia mí—. Puedo ponerme lo que me puse para ir a Atlas. Él no estaba ahí, entonces él no lo ha visto. Salimos a una tarde cálida y empezamos a caminar hacia su carro cuando veo a Alec parado en el andén. Él está obviamente esperando por mí. Yo paro pero Gwen solo lo nota cuando está varios pasos adelante. —¿Vienes? —Sus ojos viajan de Alec a mí. —Yo te puedo llevar a casa, Raielle. Me gustaría hablar contigo. —dice Alec. El luce como si recién hubiera salido de la cancha de golf en una camiseta manga corta ver de Lacoste y unos short caqui. —Um, claro, —yo respondo, preguntándome si él está aquí para hablarme de Penélope—. Este es el papa de Kyle. —le explico a Gwen—. Me voy con él. Hablamos más tarde, ¿vale? Gwen mira a Alec, y me da una pequeña y dudosa onda con la mano antes de dirigirse a través del parqueadero. —Estoy aparcado justo por aquí —Alec se mueve hacia su carro. Yo camino y abro la pesada puerta, deslizándome dentro el asiento de cuero y alcanzando mi cinturón. —¿Podemos tomarnos un café en vez de ir directamente a casa? —Él pregunta una vez que está sentado a mi lado. Yo dudo por un momento, antes de asentir en acuerdo. Estoy incomoda estando sola con este hombre que apenas conozco, quien tiene tanta historia con mi madre. Pero con lo que esta familia está pasando, no puedo hallar en mí la negación para tomar un café con él. Manejamos en silencio conmigo mirando más que todo por la ventana. Alec parquea en el restaurante en la vía principal de Fort Upton, solo un par de cuadras debajo de Scoops. Entramos, y lo sigo a una de las muchas mesas vacías que están alineadas en una pared de ventanas. Solo hay otro cliente sentado en el bar. Me doy cuenta que Alec escogió la mesa más lejana de él. Una vez que estamos sentados, él ordena un café, y yo hago lo mismo— ¿Te gustaría algo de comer? —pregunta.

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Yo niego. Alec espera a que nuestro café llegue antes de hablarme del tema que quiere discutir. Cuando la mesera pone nuestras tazas en la mesa, el líquido caliente suelta humo en el aire entre nosotros. Tomo un sorbo y siento la quemazón por mi garganta. —Penélope tuvo otra Resonancia Magnética hoy, —dice. El mi mira con cuidado ahora—. Hallaron exactamente lo que tu dijiste. Hay un tumor inoperable en su cerebro. Está presionando el área que controla su sistema respiratorio. Su pronóstico no es bueno. Pongo mis manos alrededor de la cálida taza de café. Yo lo sabía. No sabía los detalles exactos, pero sabía que ella probablemente no tenía mucho tiempo. La mandíbula de Alec esta apretada y a pesar de su fría y concisa descripción de la condición de Penélope, puedo ver que está haciendo un esfuerzo para contenerse a sí mismo. Cuando no digo nada, la continua. —Ella puede tener unos meses, tal vez menos. Quiero que la ayudes. Encuentro sus ojos, y puedo ver el dolor. Él se acerca a mí—. Se mas sobre ti y como funciona tu sanación más de lo que Kyle sabe. He visto lo que, ambas, tu madre y tu abuela pueden hacer. Entiendo que cuando es así de malo no te puedes deshacer de eso. Pero todavía la puedes ayudar. Mis ojos se abren en sorpresa mientras empiezo a alejarme de él, presionando mi espalda en la silla. —Me he estado preparando para esta posibilidad. Quiero que me la des a mí, —dice. Sus ojos suplicantes perforan los míos. Yo parpadeo a él, preguntándome si lo entendí correctamente—. No puedo hacer eso, —le digo con cuidado. —Sí, tu puedes. He visto a tu madre hacerlo. Tu solo tienes que estar tocándonos al mismo tiempo. Así es como funciona. Yo muevo mis manos lentamente a mi regazo. Froto mis manos sudorosas en mis pantalones— Quieres que te de una enfermedad terminal. —yo expongo, sin creer mucho lo que estoy oyendo. —Sí. Me estoy ofreciendo para eso. ¿Seguramente tu no piensas que Penélope debe morir en vez de un hombre viejo como yo?

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Incluso mientras me estoy resistiendo a la idea, lo puedo entender, y lo admiro por hacer el sacrificio. Pero aun así no puedo estar de acuerdo con eso. —Lo haremos mañana. —continua—. Ya se lo dije a Kyle y Chloe. Esto me sorprende—. ¿Ellos están bien con esto? —Ellos lo están aceptando. Es mejor que la alternativa. —declara, recostándose en su silla ahora, tomando un sorbo de su café. Mi corazón empieza a palpitar mientras considero lo que él me está pidiendo que haga. Él está básicamente diciéndome que lo mate. ¿Cómo podría estar de acuerdo con eso?—. Lo siento. No. —digo, alejando mis ojos, mirando hacia mi café. —¿Estás diciendo que no puedes hacerlo o que no lo harás? —estalla. —Ambas. El empuja su café. Yo veo mientras lo que queda del líquido se derrama sobre un lado de la mesa—. Sé que eres capaz de hacerlo. Eso solo deja el hecho de que te estás negando a hacerlo. Mientras lo veo, sus mejillas empiezan a tomar color. —¿Por qué? —demanda. Tomo una respiración profunda y aprieto mis manos en mi regazo—. Me estas pidiendo que te mate. No puedo hacer eso. Incluso si te estás ofreciendo. El me mira—. Te puedo pagar. Mi boca se abre—. No. —digo firmemente. El deja salir una risa que me asusta— ¿Estas consternada por pensamiento de tomar dinero? No eres nada como tu abuela. Pero vas a cambiar de parecer. —Él pasa una mano por su perfectamente acomodado cabello negro y se apoya en la mesa de nuevo—. Escúchame muy bien, Raielle. Kyle te dijo que yo fui a hablar con tu madre sobre ayudar a Penélope. Lo que él no sabe es que cuando tu madre se negó a ayudar, yo empecé a pensar en ti. Contrate a alguien para que fuera a San Diego a vigilarte. Mis ojos se abren ante esto. —Él vio algo interesante un día. Un chico en una cancha de baloncesto salto para anotar, metió la bola, y callo duro, doblándose la pierna. Él no se pudo parar de nuevo. Él estaba obviamente herido, y tú estabas ahí mirando. Cuando los otros

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chicos fueron a buscar ayuda, tú caminaste hacia él y lo tocaste. Unos momentos después, él se paró como si nada estuviera mal. Mi boca se pone seca. Él está describiendo el día que sane la pierna de Ritchie. Ritchie y yo fuimos adoptados juntos por un tiempo. Él jugaba baloncesto cerca de nuestro apartamento. Esto paso solo unas semanas antes de que mi madre fuera asesinada. Alec achiquita sus ojos—. Ahí fue cuando me di cuenta que no necesitaba a tu madre. Mi respiración se vuelve superficial, y me aleja un poco más en la silla. —Pero sabía que ella nunca dejaría que nos dejaras ayudarnos. Puedo sentir los pocos sorbos de café en mi estómago revolviéndose y trabajando su camino de vuelta—. Tú la mataste. —yo susurro. El asiente gravemente hacia mí—. Yo hice que la mataran. —Tu contrataste a Rob Jarvis. —yo murmuro, mientras la habitación parece inclinarse. El entrecierra sus ojos incluso más, viéndose sorprendido que yo sepa esto—. Eso es correcto. Lo conocí en la residencia donde vive tu abuela. Lo agarre robando medicina cuando él pensó que nadie estaba viendo. Pensé que él no iba a rechazar algo de dinero extra. Entonces le pague por vigilarte. Cuando me di cuenta que heredaste el talento especial de tu familia, le pague más para matar a tu madre. Sabía que eso te traería aquí. Para ese momento, Penélope no mostraba más signos de su enfermedad, pero los doctores dijeron que regresaría. Tenerte aquí era mi seguro. Estaba esperando no tener que usarlo, pero el tiempo ha llegado. Seguramente tú no puedes sentir remordimiento sobre lo que te estoy pidiendo ahora. Mi garganta está muy apretada para responder. Me pregunto qué tan rápido puedo alejarme de él y llamar a la policía. Como si leyera mi mente, él dice—. Si vas a las autoridades, ellos me arrestaran, y no seré capaz de ayudar a Penélope. Kyle nos perdería a los dos. No hay razón para que eso pase. Kyle y Chloe no tienen nada que ver con mis acciones, y no les he dicho la parte que jugué en la muerte de tu madre. Kyle es un buen hombre. El nunca aprobaría lo que yo hice. —El me mira con nueva

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esperanza—. Debes ver la justicia en esto. Estaré pagando el precio más alto por mi crimen. ¿Por qué te negarías a dejarme? Miro su cara determinada, y me siento repelida por él. ¿Cómo puede este hombre ser capaz de amar tanto a su nieta para morir por ella, pero también ser el responsable de matar cruelmente a mi madre? Ahora él me está pasando su destino en una bandeja de plata y dándome la razón para salvar a Penélope al mismo tiempo. No puedo soportar mirarlo más. Él es la razón de que mi madre este muerta. Miro hacia mis manos en puño, en guerra conmigo misma mientras mi interior se revuelve y se hace nudos. ¿Puedo aguantar y ver a Penélope sufrir y morir cuando este malvado hombre me está dado una razón que parece válida para pararlo? Prefiero verlo sufrir y morir, Me doy cuento que es lo que quiero. Yo desenrosco mis dedos y alcanzo mi cabello, sin pensar reaccionando a la terrible presión construyéndose en mi interior. Cuando Alec toca mi brazo, yo me estremezco, tirando mi café por toda la mesa. —¿Todo está bien aquí? —la mesera pregunta, poniendo servilletas en frente mío. Yo miro hacia ella mientras Alec le dice que estamos bien. —Bien. —me oigo a mí misma decir una vez la mesera se ha ido. Cuando él no responde, mis ojos miran su cara. Sus cejas están levantadas—. ¿Bien? Yo asiento y aparto mi mirada de él otra vez. —Gracias, —él dice. Puedo oír que él está aliviado, no asustado o arrepentido, solo satisfecho de estar obteniendo lo que quiere—. Mañana, entonces. Yo voy a la casa. Le ofrezco un asentimiento en respuesta. La necesidad de apartarme de él es muy fuerte para resistir—. Voy caminando a casa. —anuncio. Me paro y salgo del restaurante tan rápido como puedo. Sigo caminando todo el camino bajando por la calle Main hasta que puedo doblar en una esquina y desaparecer detrás de una pared de arbustos. Rezo para que él no me haya seguido. Mientras miro a mi alrededor, mi cuerpo esta tan tenso que mi mandíbula empieza a doler de tanto apretarla. La furia en mi interior es como un fuego que quiere consumirme. Mi garganta está muy apretada para gritar mi ira. Entonces en cambio, con mi pie

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pateo el tronco de un árbol a mi lado. Yo choco la punta de mi zapato en la corteza rugosa una y otra vez. Yo difícilmente registro el dolor vibrando en mi pierna mientras continuo asaltando el árbol hasta que estoy muy cansada para continuar. Luego me hundo en el piso y solo me siento ahí, respirando fuerte, mirando bajo hacia la tierra. No estoy segura de cuánto tiempo estuve de esta forma antes de oír mi teléfono sonar. Al principio no quiero contestarlo, pero luego pienso en Lucas y su preocupada instrucción de no ignorar sus llamadas. Cuando lo saco de mi bolsillo, me siento aliviada de ver que es el—. Hola, —respondo, sabiendo que no sueno como yo. —Hola hermosa. ¿Quieres hacer algo esta noche? Su buen ánimo esta tan fuera de lugar que no puedo formar una respuesta. Pronto estoy llorando, y escucho a Lucas preguntándome que está mal. Cuando no le respondo, el empieza a gritar por el teléfono. Soy más problema para el del que vale la pena. Aquí estoy, teniendo otra crisis. Él va a estar cansado de esto, cansado de mí, y no lo culpare cuando lo haga. Hago un esfuerzo para calmarme lo suficiente para hablar—. Estoy en la esquina de Main y Hillside. Por favor recógeme, —le susurro. —No te muevas, —él ordena, sonando es estado de pánico—. Estaré ahí en un momento. Me froto los ojos y cojo una respiración temblorosa mientras me doy cuenta que estoy cubierta de tierra. Sacudiéndome, me muevo al andén. Casi no he esperado cuando su familiar camioneta aparece al final de la calle. Chirrea hasta que para en frente mío, y Lucas salta fuera. Sus ojos se abren cuando me ve. —Maldición Ray! ¿Qué diablos paso? —él grita, viniendo hacia mí. Una vez que está parado en el andén en frente mío, estoy tan aliviada de tenerlo aquí; solo quiero esconderme en sus brazos. En vez de eso, libero una gran cantidad de aire—. Creo que tuve una pequeña decaída. —respondo sintiéndome agotada y tonta, esperando que nada de esto sea real, pero sabiendo que lo es. Sus cejas se arrugan mientras toma mis brazos y se acerca para ver mis ojos—. ¿Qué quieres decir con que tuviste una decaída?

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Yo miro dentro de dos piscinas azules llenas de preocupación por mí—. Alec me acabo de decir que el contrato a Rob Jarvis para matar a mi madre. —le digo, escuchando el raro sonido monótono de mi voz. Su mirada asustada busca la mía—. ¿Qué? ¿Él te dijo eso? Yo asiento—. Tus instintos estaban bien sobre Jarvis. Alec le pidió a mi madre curar a Penélope. Cuando ella no lo hizo, él nos tenía vigiladas para descubrir si yo podía curar también. Una vez que él supo que si podía, él la mando a matar para que yo tuviera que venir aquí. Él se aleja de mí y pasa una mano por su cabello— Jesús. —el deja salir. —El me lo dijo por una razón, Lucas. Él quiere que yo le de la enfermedad de ella a él. Él está dispuesto a sacrificarse para salvarla. El solo me lo confeso cuando me negué a hacer lo que él estaba pidiendo. Puedo ver el impacto apretando su cara mientras procesa este nuevo giro. —Deberías haber visto la frialdad de sus ojos cuando me lo dijo, —digo, negando con mi cabeza—. Remordimiento era la última cosa en su mente. No había nada. Él pone sus manos en mis hombros—. ¿Estoy entendiendo esto bien? Tú no le ibas a dar una sentencia de muerte. ¿Entonces él te confeso esto para que tu creyeras que él se la merecía? —Si —respondo, viendo su reacción. El mira hacia el cielo. Puedo ver que está tratando de dar sentido a todo lo que le he dicho. Luego el me vuelve a mirar y me empuja hacia él—. ¿Qué quieres hacer? Yo dudo antes de responder, preocupándome lo que él vaya a pensar de mi—. Le dije que lo haría. El me aleja para verme—. No tienes que hacerlo. Puedes ir a la policía. Yo asiento ante su sugerencia—. Iré a la policía después de haber curado a Penélope. —¿Estas segura? ¿Puedes vivir con eso? —el pregunta. —¿Me haría una terrible persona si dijera que si puedo? —pregunto, temiendo su respuesta casi tanto como me estoy temiendo a mí misma en este

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momento y el hecho de pensar que puedo vivir con esta decisión si esta significa salvar a Penélope. —Si yo fuera tú, —él dice— lo haría sin pensarlo. —Su tono es uno de absoluta certeza. Su confiada respuesta me sorprende incluso mientras levanta un peso de mi interior. Pero estaré cruzando una línea haciendo esto. No puedo evitar preguntarme su mi abuela siempre fue tan malvada y egoísta o si ella cruzo una línea similar en algún punto. ¿Ese punto de giro hace la siguiente vez más fácil y la siguiente hasta que ella perdió completamente el camino? —¿Cuándo lo quiere hacer? —Lucas pregunta. —Mañana. El empieza a llevarme hacia su camioneta—. Voy a estar ahí contigo. —¡No! —Yo paro y me volteo hacia él—. No te quiero cerca de Alec. El, obviamente, es peligroso. Las manos de Lucas van a sus caderas—. ¿Estas jodidamente hablando en serio? Tu acabas de hacer el argumento perfecto para que este ahí. Abro mi boca para protestar otra vez. El cierra sus ojos mientras lucha por paciencia—. Por favor sube a la camioneta Ray. Voy a estar contigo cuando hagas esto, y no voy a discutir contigo sobre eso. Pierdo vapor cuando veo su expresión resuelta. Luego sello mis labios y lo dejo ayudarme a montarme. Yo de verdad no lo quiero ahí. Nunca he hecho esto antes, y estoy asustada de que algo inesperado pase, como que la enfermedad no vaya donde yo le diga. Yo preferiría que nadie más que Alec y yo estemos a cien millas de Penélope cuando trate esto. —Kyle y Chloe no saben lo que Alec hizo. —le advierto en el camino de regreso—. Por favor no digas nada. El musculo de su mejilla se aprieta—. ¿De verdad crees eso? —Sí, lo hago. —Kyle debe saber lo que su padre hizo a su madre. Lo que te está haciendo a ti. —Sus manos se aprietan en el timón.

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—Él tiene suficiente para preocuparse. —¿Y tú no? —el me la devuelve a mí. —Por favor, Lucas. —Yo me hundo cansadamente en el asiento. —Bien —el deja salir—Pero pienso que estas equivocada. Kyle y Chloe están sorprendidos de verme llegar a casa con Lucas—. Él se va a quedar por un tiempo, —les digo—. No tienen que controlarse. Lo sabe todo. Kyle aparece afligido cuando me mira—. Mi padre acabo de llamar. Siento que haya sido él quien te hablo de esto Raielle. Yo mismo quería hablar contigo. Quería asegurarme que realmente estuvieras bien con esto y dejarte saber que tienes una opción. Lucas gruñe su incredulidad a mi lado—. Vamos a limpiarte —él dice, empezando a llevarme. —¿Qué te paso a ti? —Chloe pregunta, hablando por primera vez. El musculo de la mandíbula de Lucas salta. —Caí —explique rápidamente, antes que Lucas pueda decir algo. —Justo después de hablar con tu padre —Lucas añade. La expresión de Kyle cae aún más—. Raielle, nadie quiere que él tenga que hacer esto. Quería ser yo cuando él me contó cómo funcionaba esto. Pero también quiero mucho ver a mi hija crecer para pelear con el de esto. No puedo decirte lo agradecidos que estamos que estés de acuerdo en hacerlo. —¿Por qué no nos dijiste? —Chloe pregunta, pero es más una acusación—. Tu no dijiste nada sobre esta posibilidad. Lucas me acerca a él. En este momento, sus sentimientos son completamente transparentes. Ella está asustada de mí y de lo que puedo hacer. Ella siempre ha sabido sobre eso, justo como Kyle, y la asusta. Si ella tuviera una opción, ella no tendría nada que ver conmigo. Ni siquiera me molesto en responderle. —Vamos. —Lucas me aleja de ellos y me guía hacia el baño. Yo me paró ahí como una estatua mientras él pasa mis manos bajo agua cálida y gentilmente saca la tierra de mi piel. Yo podría hacer esto por mí misma, pero no lo paro. Nos miramos por el espejo mientras él cuida de mí.

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—Las marcas de tu cuello se fueron. —el señala. Mis ojos viajan al área donde los morados estaban. Eso solo me recuerda de cómo los poderes sanadores de mi abuela fueron tan mal sobre la mama de Lucas— No deberías venir mañana. —le dijo, viendo su reflejo. Él se pausa por un momento. Luego cierra la llave del agua y me pasa una toalla. —Lucas. —¿Qué? —él pregunta con un suspiro cansado. Luego él se voltea del espejo para verme a mí a los ojos—. Si la situación fuera al revés, ¿te mantendrías alejada si yo te lo pidiera? Yo veo hacia abajo a mis ahora limpias manos—. Probablemente no. Él pone sus dedos debajo de mi barbilla y alza mi cabeza para enfrentar la suya—. ¿Entonces cómo puedes pensar honestamente que te dejaría hacer esto sola? —Sus ojos buscan los míos— ¿Qué soy yo para ti Ray? Yo parpadeo confundida ante su pregunta. —¿Solo soy una aventura ocasional?” el pregunta. Yo alejo mi barbilla y lo miro desafiantemente. ¿Por qué me preguntaría esto ahora? Él lo sabe mejor—. No. —respondo. —Somos más que eso, ¿verdad? —Sí. —yo susurro, odiando que después de todo lo que hemos pasado, esa simple verdad todavía es difícil de admitir para mí. —Bien. —el asiente—. Entonces deja de actuar como si estuvieras en esto sola. Sé que siempre te has tenido solo a ti misma, pero ese no es el caso ahora. Para de alejarme. Uno de estos días, yo puedo pensar que tú de verdad lo haces. Yo me alejo de él—. Estoy tratando de protegerte, idiota. Él pone sus manos en sus caderas—. Bueno, entonces para esa mierda. Solo me enoja. Nos miramos fijamente por un momento, el hecho de que nosotros acabamos de aceptar que nuestros sentimientos son más profundos que el típico romance de escuela baila en nuestros ojos, pero esta opacado por el disturbio que nos rodea.

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Lucas cede primero, acercándose a mí y besándome un lado de mi cabeza. Todavía deseo que él no vaya a estar aquí por su propia protección, pero también estoy agradecida de tenerlo conmigo. —Ordenamos pizza. —Kyle dice cuando regresamos a la sala—. Alec va a venir a eso de las siete de la noche mañana. Él dijo que tenía algunas cosas que encargarse primero. Asuntos personales para ocuparse. El simple acto de ordenar pizza parece incongruente con lo que ha pasado hoy—. No creo que vaya a ser instantáneo. —Digo, entendiendo lo que Kyle está implicando sobre los asuntos personales de Alec—. No vas a perder a Alec inmediatamente. Al menos no lo creo. —No se esto por seguro, pero creo que él va a tener tanto tiempo como Penélope tendría. Kyle hunde sus manos en sus bolsillos y desaparece en la cocina. La siguiente hora pasa lentamente. Lucas llama a su hermano para hacerle saber que cenara en mi casa. Todos nos sentamos y picamos de nuestra pizza en un silencio tenso. Chloe le da a Penélope pedazos cortados. Penélope esta decaída y su apatía rompe mi corazón. Después de cenar, Lucas se va de mala gana para su casa después de que le asegure, muchas veces, que estaré bien. Luego desaparezco abajo, esperando que Kyle no me busque por otra conversación sobre su monumental decisión. Estoy aliviada cuando él no aparece. En el silencio de mi habitación, tengo toda la noche para pasarla sola con mi ansiedad. Se convierte en una miserable compañía mientras doy vueltas en la cama, inquieta, temerosa de lo que el mañana pueda traer.

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20 Traducido por aryastark Corregido por Júls La tensión en la habitación es tan fuerte, es difícil respirar. Aunque ahora, apenas recuerdo cualquiera de ello. Sé que fui a la escuela, y sé que Lucas encontró varias oportunidades para estar solo, para asegurarse de yo que estaba bien y me hizo saber que él me ayudaría hablar con todos y suspender lo que está a punto de pasar esta noche si eso es lo que quería. Pero deliberadamente, no me he explayado en lo que está por llegar. Kyle y su familia han vivido este día con renovada esperanza. No podía imaginar alejarme de ellos ahora. —¿Dónde quieres a cada uno? —Kyle pregunta—. Creo que Penélope necesitará tumbarse en la cama. —Está bien —estoy de acuerdo— Alec y yo podríamos sentarnos frente a ella en un par de sillas y el resto de vosotros tal vez podría ir fuera. —No voy a ir fuera. —como era de esperarse, dice Lucas. —¿Por qué fuera? —Pregunta Kyle. Solté una respiración profunda—. Nunca he hecho esto antes. No sé lo que va a pasar. —¿Qué significa eso? —Chloe pregunta—. ¿Qué podría pasar? ¿Cuánto peor se podría poner esto? —Ella dice que no sabe. —Lucas contesto por mí—. Ella sólo intenta protegernos a todos. —Nos vamos a quedar, también —dice Kyle. A continuación, entra en el comedor para recuperar las sillas. Un golpe fuerte suena justo cuando la puerta principal se abre Alec viene y nos encuentra en el salón. En el momento en que lo veo siento mi cuerpo tensarse. Miro a Lucas, y luce como un volcán a punto de estallar.

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—¿Estamos listos? —Alec pregunta, mirando alrededor de la habitación. Parece ansioso, pero sin inmutarse. —¿Linda sabe? —Chloe pregunta. Alec sacude su cabeza—. No vi ninguna necesidad de molestarla. Casi me mofo de su respuesta. Él puede haber matado a mi madre, ¿pero no quiere molestar a su novia? —No tienes que hacer esto, papá. —dice Kyle Alec le da a su hijo una mirada triste— Sí, tengo. —Luego se vuelve hacia mí—. ¿Cómo comenzamos? Antes de que comencemos, Kyle y Chloe se turnan abrazando a Alec y agradeciéndole. Lucas me abraza—. Todavía puedes cambiar de opinión. —susurra. Cuando sacudo mi cabeza, dice—. Lo harías muy bien. Confía en ti misma. —Ahora que el momento ha llegado, estoy lista para ello. Y confío en mí misma. Tengo una extraña confianza que yo no puedo explicar. Kyle con cuidado coloca a Penelope sobre el sofá—. ¿Me siento aquí? —Alec me pregunta, apuntando a las sillas. Asiento con la cabeza mientras me retiro de los brazos de Lucas y tomo mi silla correspondiente junto a Penelope. Lucas toma asiento al lado de mí. Detrás de mí, puedo oír la respiración errática de Kyle, y sé que esta afligido. Recupera a su hija, pero pierde a su padre en el proceso. Respiro hondo y cierro mis ojos durante un momento para tanto calmarme como para ayudar a mi concentración. Espero a cada uno en la sala para acomodarme. Puedo sentir la angustia en el aire, y me esfuerzo para bloquearlo. Una vez que estoy preparada, yo levanto la mano pequeña Penélope al mismo tiempo que tiendo mí otra mano a Alec. Trato de no hacer una mueca de dolor cuando él me agarra. El sentimiento es el mismo que la primera vez que toqué a Penélope. La energía está allí, pero es débil. Tengo que atizarlo como un ascua. Enfoco mi atención en la pequeña chispa, y pronto comienza a construirse dentro de mí. La bobina de la energía se arremolina y cobra impulso antes de que gradualmente se desenrolle y viaje hacia abajo a través de mi mano y hacia Penélope. Al igual que antes, ella se vuelve más alerta, y sus ojos curiosos encuentran los míos. Dirijo la energía hasta su cerebro, pero antes de que pueda fijarlo y tratar de darle la vuelta,

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lo fuerzo a lo largo de todo su sistema nervioso, hacia debajo de su columna vertebral hasta las puntas de los dedos y de los dedos de sus pies. La lleno de ello, sintiendo que fluye a través de ella. La energía se resiste a mis órdenes. Trata de volver a mí. La sensación de que esto está mal, mal en serio, me impregna, pero la ignoro. En lugar de eso, busco fuerza en lo más profundo de mí y empujo con más fuerza, hasta que todo mi cuerpo vibra con el poder. Nunca he sentido esto tan fuerte antes. Todas mis terminaciones nerviosas parecen chispear dentro de mí. Aprieto mis ojos cerrados, mientras que socavo el tumor en su cerebro, desplazando su control sobre ella. Incluso cuando estoy concentrada en él, puedo sentir el resto de su enfermedad en espera, sellada en su interior, planea crecer nuevos tumores que planean robárnosla. Y empujo más fuerte, yendo hasta el último trozo de ello. Cuando oigo un suspiro, mis ojos abiertos provocando que mi atención vuelva a la habitación. Arrastro un suspiro cuando veo que el cuerpo de Penélope está varias pulgadas por encima del sofá. Ella está suspendida en el aire, y yo la estoy manteniendo ahí. Pido a Dios para que esto no le haga daño a ella, que esto funcione como se pretende. Una vez que sé que la energía ha tocado cada parte de su enfermedad, comienzo a traerla de vuelta hacia mí. No hay emoción en esta curación. No hay euforia. Todo acerca de la manera que se siente me dice no a completar el proceso. La energía no desea eliminar esta cosa terrible dentro de ella. Tiro de ello más fuerte, sintiendo el sudor que comienza a gotear hacia abajo en mi espalda. Mi cuerpo comienza a temblar tan violentamente las patas de la silla debajo golpean contra el suelo. My body starts shaking so violently the chair legs beneath me bang against the floor. Registro vagamente la voz preocupada de Lucas, y no estoy segura de cuánto tiempo puedo seguir con esto, cuando la bobina de repente regresa nuevamente a mí, retirándose del cuerpo de Penélope y enterrándose profundamente dentro de mí. Penélope cae sobre los cojines del sofá. Agarro la mano de Alec firmemente mientras trato de empujar la energía hacia él. Pero se desvanece, ardiendo lentamente, mientras la enfermedad se propaga dentro de mí, arrastrándose bajo mi piel y a la deriva por mi columna vertebral. Mi cuerpo lo absorbe demasiado rápido. No puedo aprovecharla. No tengo oportunidad para agarrarlo y sacarlo de mí. De repente, algo se vuelve muy claro. Yo soy familia de Penélope. Ella es mi sobrina, y yo soy el lugar donde la enfermedad ha encontrado su nuevo hogar.

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Yo libero ambas manos la de Penélope y Alec. —¿Está hecho? —Chloe pregunta, asomando detrás de mí. Lentamente asiento. Penélope voltea la cabeza hacia su madre. Luego ella se sienta lentamente y sonríe alegremente—. Hola, Mamá. —dice. Chloe grita en desahogo, corriendo a su hija y la aprieta en un abrazo. Kyle está allí, también, abrazando a su familia con lágrimas en sus ojos—. ¿Puedes darme un poco de leche? —Penélope pregunta, y oigo a Chloe riendo suavemente ante esta simple petición. Lucas se pone en cuclillas delante de mí—. ¿Estás bien? Yo no respondo. Me doy la vuelta para mirar a un Alec confundido. —¿Eso es todo? —pregunta, mirando hacia abajo a su mano. En ese momento, decido no decirle. No merece saber. A continuación, decido no decírselo a nadie—. Esta hecho. —Digo. Cuando trato de ponerme de pie, mis rodillas se tuercen. Lucas me agarra, su rostro afilado con preocupación—. No estás bien —afirma. Siento la necesidad de borrar su preocupación. Me impulso en el mientras enderezo mis piernas y le muestro que puedo estar de pie. Estoy muy frágil, pero lo estoy haciendo. Kyle se acerca a nosotros, y envuelve sus brazos alrededor de mí—. Gracias, Raielle. Gracias por devolvérnosla. No digo nada, pero le devuelvo su abrazo. Es el primer abrazo que nos hemos dado el uno al otro. Cuando él me libera, Chloe me sorprende con un abrazo rápido de los suyos, antes de reunirse una vez más con su hija. —¿Cómo estás? —Kyle pregunta a Alec. —Bien de momento —contesta. Lucas se cierne sobre mí, y yo sólo quiero estar sola—. Estoy cansada. —le digo a todo el mundo—. Me voy a acostar. Kyle parece inseguro ya que me da las gracias de nuevo. Puedo ver que él cree que sus palabras son totalmente insuficientes para lo que acaba de suceder. Alec también me brinda su agradecimiento justo cuando me aparto de él.

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Lucas camina conmigo a mi habitación. Me empuja cerca de él cuando estamos en la oscuridad, no preocupándose por las luces. —Eres increíble. —dice. Mi cabeza está apoyada en su hombro. No puedo creer lo tranquila que estoy. Ya lo siento, algo dentro de mí apretando contra mi columna vertebral. —Ella estaba en el aire. Tenías a Penélope levitando. Fue jodidamente increíble —él se ríe dulcemente, y puedo sentir su cálido aliento en mi pelo. Él se inclina hacia abajo y me besa. Cuando intenta profundizarlo, me aparto. —Lo siento, sólo quiero acostarme. —digo, retrocediendo hacia la cama. Su frente se arruga, pero rápidamente se alisa—. Por supuesto. —dice—. Después de lo que hiciste esta noche, te has ganado un descanso. ¿Estás todavía bien con esto, verdad? No tienes ningún remordimiento. Sonrío y sacudo la cabeza porque es cierto. No tengo ningún remordimiento acerca de salvar la vida de Penélope. Teniendo en cuenta lo que tenía previsto hacer, este resultado es el adecuado. Yo no soy una asesina. Me había estado engañando porque quería ayudar a Penélope tan desesperadamente. Ahora creo que las cosas funcionaron como se suponían que lo harían. Cuando Lucas se va, me pongo mi pijama y me hundo en mi cama. Mis manos tiemblan mientras yo tiro de las sabanas hasta mi barbilla. Tengo miedo de lo que está ocurriendo dentro de mí, de lo que el mañana traerá, y si aún estaré despierta por la mañana. Mis lumbares se duelen demasiado para sentirme cómoda, y cierro los ojos, tratando de utilizar mi energía para evaluar los daños. Siempre he necesitado el toque de otra persona para construir el poder dentro de mí. Nunca lo he sentido solo. Yo nunca he sido capaz de lograr cualquier cosa cuando tenía cortes o moretones que trataba de curar. Pero ha cambiado mi poder. Lo he sentido cambiar. Pero ha cambiado mi poder. Lo he sentido cambiar. De alguna manera, se ha estado haciendo más fuerte. Sin cuestionarla más, empujo la energía hacia los tumores en la espalda. Cuando inmediatamente siento que ellos comienzan a encogerse, me río dulcemente, aturdida pero vencida con el alivio dulce. Suelto un suspiro en la noche. Al igual que mi cuerpo exhausto comienza a desvanecerse para dormir, oigo a alguien como a hurtadillas bajando las escaleras. Yo no abro mis ojos. No quiero más gratitud esta noche. De alguna manera sé que es Kyle allí de pie mirándome. Puedo sentir que él respira silenciosamente en la habitación. Puedo sentir su alegría

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agridulce. Después de varios minutos pesados y silenciosos, se gira y despacio sube escaleras arriba.

Mis ojos se abren gradualmente a la luz del sol que fluye en mi habitación. Como poco a poco me vuelvo consciente, los sucesos de anoche me golpean a la vez. Penélope está curada. Lo que me hace sonreír. Alec no va a tener su castigo en forma de ella enferma. Mi sonrisa se desvanece cuando pienso en él. Hoy, voy a llamar al detective que me entrevistó en San Diego. Voy a hacer que Alec pague del modo correcto, a manos de la Ley. Me froto mis ojos y respiro hondo. A continuación me siento despacio y gruño de dolor. Son

mis lumbares de nuevo. Mi pecho se aprieta ante la

comprensión de que mis tumores volvieron a crecer de la noche a la mañana. No me cure a mí misma. No sólo eso, puedo sentir dos bultos bajo la piel de mi brazo justo antes de mi muñeca. Me han crecido nuevos tumores. Trato de reducir la marcha de mi respiración para detener el pánico. A continuación me recuesto y repito lo que hice ayer por la noche. Me concentro y trato de llamar a la energía familiar dentro de mí. Una vez que la siento, la envío al dolor. Funciona otra vez. Los tumores se desvanecen, pero ahora ya lo sé, es sólo un arreglo temporal. Me siento en la cama y miro con una mirada ausente la habitación. No entiendo lo que está pasando. No sé cuánto tiempo puedo hacer esto. No sé qué tan rápido la enfermedad progresará. ¿Se pondrán tan mal que ya no podré controlarlo? No tengo idea lo que esto significa para mí. Me siento ahí escuchando la rutina matutina que ocurre en las habitaciones por encima de mí. Sé que no puedo quedarme en la cama todo el día. Lo último que quiero es que Kyle descubra lo que realmente sucedió. Tengo que sobrevivir a las próximas tres semanas, para terminar la escuela, y luego dejar que todo el mundo crea que todo funcionó según lo previsto. Quiero que Penélope tenga su familia feliz. Quiero tanto para ella. Por tanto hago la única cosa que puedo. Me preparo para ir a la escuela, decidiendo seguir mi rutina hasta que se me ocurre otra cosa. Cuando voy arriba para el desayuno, todo el mundo está ahí. Hago una pausa en la entrada. Kyle es el primero en fijarse en mí—. Siéntate. Chloe hizo tortitas.

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—La mía tiene pepitas de chocolate en ellos. —dice Penélope, estirando su cuello para mirarme. Me siento y toma un sorbo de jugo que ya han servido para mí. —Sé que nuestra gratitud te hace sentir incómoda —Kyle empieza—. Así que, sólo diremos una vez más como una familia. Gracias, Raielle. —Gracias. —Chloe me sonríe. —¡Gracias! —Penélope con un chirrido estridente, sosteniendo su tenedor por encima de su cabeza. Luego lo deja caer y se ríe tontamente cuando suena en el suelo. Me río de sus payasadas traviesas, y puedo sentir las lágrimas creándose—. De nada. —digo. Entonces respiro hondo y doy unos bocados para apaciguarlos antes de salir por la puerta. En la escuela, soy capaz de actuar como si no pasara nada todo el mundo pero Lucas. De alguna manera, él siempre ve a través de mí. A la hora del almuerzo, le digo que me voy fuera a llamar a la policía de San Diego. Cuando él insiste en venir conmigo, yo salto a él. Él ha estado escudriñando cada movimiento todo el día y finalmente pierdo mi calma—. Puedo hacer una llamada telefónica por mí misma. ¿Por favor puedes dejarme coño sola durante dos minutos? —Le grito. El pasillo está lleno de estudiantes, todos centrados en mí ahora. Aprieta su mandíbula. Abre la boca para decir algo. Entonces, la cierra y se marcha. Soy una ruina cuando finalmente estoy fuera. En primer lugar, busco el número principal de la comisaría. Cuando yo llamo, pregunto por el detective Brady. Entonces me trasladan a su buzón de voz. Dejo mi nombre y número, y la razón por la cual estoy llamando. A continuación, me quedo fuera sola para el resto de almuerzo. Cuando voy a regresar mi teléfono suena. —¿Señorita Blackwood? Inmediatamente reconozco la voz que me habló ese día traumático no hace mucho tiempo—. Hola. —Estoy poniendo una grabadora. Quiero que repita todo lo que usted dice en su mensaje. Puedo interrumpirla con algunas preguntas, pero tengo que decirle que estoy grabando esta conversación.

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—Está bien. —Entonces yo le digo todo lo que sé acerca de Rob Jarvis y Alec Dean. Por supuesto, excluyo el motivo. No puedo mencionar mi habilidad de sanar que es la razón de que mi madre fuese asesinada. Él escucha silenciosamente, preguntan más preguntas sobre la relación de mi madre con Alec, sobre la cual lamentablemente, no conozco mucho. Me asegure de subrayar que Kyle no estaba implicado y no sabe nada de esto. El detective Brady contesta sin comprometerse y me dice que examinará todo que le he dicho. Puesto que ahora llego tarde a mi siguiente clase, hago algo que nunca he hecho antes. Me la salto. Comienzo a caminar hacia casa. En mi camino, llame a Scoops para ausentarme. Voy a pasar el resto del día echada en la cama y hundiéndome, o tratando de pensar en una solución, una escapatoria posible a mi problema. Cuando llego a casa, me siento aliviada al encontrar que la casa está vacía. El correo se extiende a través del piso de la entrada por debajo de la ranura del buzón. Lo recojo y encuentro un sobre blanco grande dirigido a mí. Yo suspiro cuando reconozco las mayúsculas desordenados imprentas como la escritura de Apolo. Me acuerdo de los trozos de papel que solía darme con los nombres de las personas que le debían dinero. Cuidadosamente abrí el sobre para encontrarme otro sobre dentro. La dirección que pone es la mía antigua. En UCLA. Mi corazón se acelera. La enviaron a la dirección equivocada. Y Apolo me la reenvió. ¿Cómo demonios sabia mi dirección de aquí? Es un sobre grande y parece que es una buena señal. Yo lo rasgo y leo la primera línea antes de dar un pequeño grito y brincar. Más rápido ahora, comienzo a hojear toda la documentación que viene con la carta de aceptación. Rápidamente veo que conseguí una beca completa. Es todo lo que quería, todo para lo cual he trabajado. Pero finalmente recibir la noticia hoy se siente como un golpe en el estómago. Me hundo en el suelo con la carta aferrada en la mano. Solía imaginarme mudándome a los Ángeles, encontrar un apartamento, empezando una nueva vida, una vida propia que nadie podría quitarme. Ahora, la imagen se enturbia con la incertidumbre. Realmente parece al sueño que siempre fue, un sueño esto está más fuera de alcance que nunca.

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21 Traducido por lausodie, majuhenao y Júls Corregido por MoN_SooKie Chloe y Penélope llegan a casa y me encuentran todavía sentada en el suelo con la carta de aceptación en la mano. Cuando se la enseño a Chloe me sonríe radiantemente y me felicita. Cuando Kyle llega a casa, me levanta y grita de alegría. Estoy totalmente aturullada por su entusiasmo, y me sorprendo soltando una risita. Antes de cenar nos sentamos a la mesa de la cocina para rellenar todos los papeles juntos. Como mi tutor legal tiene que firmar algunos documentos, y yo también. Me permito disfrutar del sueño durante un rato, firmando con un ademán ostentoso, tiendo y aceptando los elogios y atención de mí hermano. Kyle y yo estamos solos cuando terminamos de rellenar el último documento. Chloe está en el piso de abajo bañando a Penélope. —Somos muy parecidos, ¿sabes? —Sonríe, dejando su boli—. No expresamos demasiado nuestras emociones. Chloe dice que dar a luz fue más fácil que hacerme hablar de mis sentimientos. —Se ríe entre dientes antes de tomar aliento y ponerse más serio—. Pero hay algunas cosas que quiero decirte, y hace tiempo que debería haberlo hecho. Raielle, estoy orgulloso de ser tu hermano. Quiero que lo sepas. Me alegra que después de todo este tiempo seas parte de mi vida. No quiero que perdamos lo que hemos empezado a construir cuando te vayas a la universidad. Quiero que vuelvas en vacaciones. Quiero que también consideres este tu hogar. Somos tu familia. Ahora tienes una familia y tu familia te quiere. Se estira hacia mí, y yo hago lo mismo. Se me llenan los ojos de lágrimas cuando me estruja fuerte. Estoy abrumada por sus palabras. Ahora tienes una familia. Tu familia te quiere. Sé que Chloe y yo no somos familia y nunca lo seremos, pero Kyle y Penelope de verdad son mi familia, y les quiero. Pero cuando Kyle descubra lo que Alec le hizo a mi madre, y que yo le entregué por ello, no sé cómo se sentirá. A pesar de eso, me alegro de compartir este momento con él. Ahora mismo, dure lo que dure, tengo un hermano.

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Cuando Kyle se aparta, se da cuenta de mis lágrimas, y su sonrisa desaparece un poco. Justo entonces, una Penélope desnuda entra chillando y cruza corriendo la cocina arrastrando una toalla de baño. Se ríe mientras evita los intentos de Chloe por atraparla. Kyle y yo nos echamos a reír cuando el tono serio se disuelve inmediatamente, y Kyle se levanta para agarrar a Penélope. Cuando falla sacudo la cabeza y empiezo a recoger los documentos de la universidad que siguen extendidos por la mesa. Una llamada de Lucas me interrumpe, y Kyle, todavía sonriendo, me indica que él puede terminar de recoger. Acepto agradecida mientras cojo el teléfono fuera, buscando algo de tranquilidad. —He ido a Scoops para hablar contigo, pero me han dicho que habías llamado para decir que estabas mala. ¿Por qué no me habías dicho que no te encontrabas bien? —me pregunta cuando contesto. La última vez que hablé con él usé una elección de palabras para pedirle que me dejase sola. Su tono implica que ya me ha perdonado. —Me encuentro bien. Es sólo… —hago una pausa porque no estoy segura de qué decirle. —¿Sólo qué? —pregunta. —Sólo me escondía un poco, supongo. He hablado con la policía de San Diego. Me han hecho dar una declaración grabada por teléfono. Podrían ir a buscar a Alec y Rob Jarvis en cualquier momento. No se lo he dicho a Kyle. Lucas se queda callado al otro lado. —Siento lo de hoy —dice al final. —No tienes que sentirlo. Soy yo la que ha tenido un ataque de ira contigo. —Sí, bueno. Supongo que esperaba que todo volviese a la normalidad por fin. Pero cuando he visto que no había vuelto a la normalidad y que no me hablabas, no he sabido qué hacer. Seguía esperando que me dijeses qué pasaba. Cierro los ojos y respiro temblorosamente. Normal es algo que nunca seré. —No es cosa tuya arreglarlo todo, Lucas. —Pero siempre querré intentarlo. Cuéntamelo, —dice con voz suave y persuasiva. Pero no se lo voy a contar. No puedo.

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—Eh, ¿sabes qué? —pregunto, intentando sonar animada. A través del teléfono le oigo soltar una exhalación frustrada. —¿Qué? —pregunta después de un momento. —Me han cogido en UCLA. —¿Qué? ¿En serio? —exclama, y puedo oír la sonrisa en su voz. —Sí. Me ha llegado la carta hoy. Con beca completa, además. —Enhorabuena. Eso es una noticia buenísima. Es lo que querías. —Sí, —confirmo, y el entusiasmo tiñe mi voz. Incluso si al final no voy, es todo un logro. —Tenemos que celebrarlo. Déjame que te invite esta noche. Dirijo la mirada a la casa donde Chloe ya ha empezado a preparar la cena. —¿Esta noche? —Sí, esta noche —se ríe—. ¿Te parece bien? Le sonrío al teléfono. No puedo decirle que no. —Mejor que bien. Vuelvo a entrar a la casa para decirle a Kyle y Chloe que voy a salir con Lucas. Su rápido consentimiento en una noche de entresemana me deja claro que puedo salirme con la mía en casi cualquier ocasión ahora. Me tomo mi tiempo en la ducha. Me pongo unos tejanos ceñidos y una camiseta de tirantes con las mangas anchas. Es un modelo más sugerente de lo que suelo llevar. Básicamente todo está a la vista, pero me siento temeraria. Después de alejar a Lucas todo el día, esta noche ansío su cercanía. Esta noche le necesito. Aparca casi justo una hora después de nuestra llamada, y salgo corriendo de la casa para encontrarme con él, con el pelo volando detrás de mí con esas largas y sueltas ondulaciones. Lucas da la vuelta para abrir la puerta del pasajero de su camioneta cuando sus ojos recaen sobre mí. Me acerca a él, con un silbido suave y bajo. —Nunca he estado más agradecido por el buen tiempo —dice con evidente aprecio.

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Le dedico mi propio escrutinio mientras mis ojos vagan sobre su camiseta ajustada, del mismo azul oscuro que sus ojos, y los tejanos descoloridos que moldean sus estrechas caderas y rodean sus largas y delgadas piernas. Su pelo está descuidadamente apartado hacia el lado, y puedo ver las marcas que sus dedos han dejado en él. Su mirada me dice que los dos sentimos lo mismo esta noche. Necesitamos aliviar el estrés que ha marcado nuestras vidas durante tanto tiempo, y planeamos ayudar al otro a hacer exactamente eso. Me sube al asiento del pasajero, dejando que su mano roce la parte inferior de mi pecho. Mientras mi piel se calienta, inmediatamente sé que no ha sido un error. Cuando se sienta a mi lado, me pregunta: —¿Qué te apetece comer? Yo simplemente me giro y le dedico una mirada. Me sonríe con maldad. —Hablo en serio de comida. —No quiero comida. Llévame a ese puente otra vez. Al que dijiste que tiene unas vistas maravillosas de la ciudad. Me mira durante un momento en el que parece indeciso antes de asentir. —Vayamos al puente. Una vez salimos a la carretera, le ofrezco mi mano. La envuelve con sus dedos y conducimos hacia el lugar donde le revelé mis secretos en aquella noche lluviosa. —¿Cómo le va a tu familia? —pregunto. Me mira con una sonrisa dudosa. —Están bien. —Le miro durante un momento antes de que se decida a explicarse—. Nos estamos acostumbrando los unos a los otros otra vez, — continúa—. Liam obviamente se alegra de que nuestra madre esté mejor, pero creo que todavía no confía en ella del todo. Me alivia tenerla de vuelta, pero estoy impaciente. Quiero que todo vuelva a ser normal otra vez. Aunque para ella es duro. Lo que nos hizo se la está comiendo por dentro. Y se le nota. Necesita lidiar con ello antes de seguir adelante. Mi padre quiere que vea a un terapeuta, y ella ha aceptado. Lo está intentando. Incluso fue al partido de baloncesto de Liam ayer. Él se comportó bien, pero cuando llegaron a casa estaba que se subía por las paredes.

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Nunca ha tenido esto antes, una madre que se preocupe, una madre que quiera estar ahí para él. Aunque es duro para ella, vuelve a ser eso. Aprieto su mano y le sonrío de modo tranquilizador. No estoy segura de qué decir. Puede que su madre esté mejor, pero no va a recuperarse de la manera en que él quiere. Espero que sólo necesite más tiempo. —Me he estado preguntando algo —dice. Estudio su ensombrecida cara, pensando en que veo duda ahí. —¿Qué? —pregunto. Él deja la mirada entre la carretera y yo. —¿Por qué sólo pediste plaza en universidades de California? ¿Por qué quieres volver allí? Su pregunta me pilla desprevenida. Estoy a punto de decir automáticamente que es mi hogar, pero antes de que me salgan las palabras, sé que no son ciertas. Puede que haya vivido toda la vida en California, pero nunca fue mi hogar en el sentido real de la palabra. Supongo que es a lo que quiere llegar Lucas con esa pregunta, y si es así, tiene razón. Supongo que quiero volver porque es todo lo que conozco. O quizás porque soy californiana de corazón. Aunque no sea el estereotipo de despreocupación y relajación, es parte de mi identidad, y supongo que quiero aferrarme a eso ya que todavía estoy averiguando gran parte del resto. Pero ahora que tengo esta enfermedad, todo es incierto. Lo miro por debajo de mis pestañas. —Porque sí, —digo simplemente. No creo que pudiese hacerle comprender. Cuando contesto, me mira durante un rato largo. Parece que quiere decir algo, pero en lugar de eso sus labios se curvan con una leve admisión antes de que vuelva a mirar a la carretera. Ninguno de los dos ha mencionado el hecho de que nuestro tiempo juntos tendrá un final. Pero es un pensamiento que siempre me acompaña. Antes de ponerme mala, asumí que hablaríamos de ello en algún momento. Pero ahora quiero evitarlo. Ahora, quiero disfrutar mi tiempo con él, siendo consciente de que mi final feliz puede ser esta noche, no en un futuro lejano, sino en este momento. El que estoy viviendo ahora mismo.

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Inspiro hondo y miro por la ventana, queriendo concentrarme en cualquier cosa que no sea Lucas durante un momento, queriendo parar mis pensamientos antes de que vayan demasiado lejos en una dirección oscura. Cuando veo el puente, la calma se apodera de mí, seguida de una nerviosa anticipación cuando la camioneta se detiene. Mientras empujo la puerta para abrirla y bajar al suelo, me da la bienvenida una sinfonía de grillos. Lucas coge la manta que siempre lleva en el asiento trasero y me agarra la mano para conducirme a la parte baja de una cuesta a un rellano justo debajo del puente. Localizo fácilmente los bancos que ha mencionado antes, pero pasamos por delante de ellos hacia un claro redondo y resguardado y extiende la manta sobre el césped. El agua corre bajo nosotros mientras el día se desvanece detrás de una cortina oscura salpicada con puntitos de luz. El horizonte de la ciudad destella en la distancia. No podría soñar con un escenario más romántico aunque lo intentase. Me siento en la manta y veo cómo Lucas se agacha a mi lado. Admiramos nuestro alrededor durante un momento antes de que él empiece a recorrer mi brazo desnudo con la parte trasera de su mano. Puedo sentir mi piel de gallina bajo sus dedos. Sólo ese contacto despierta todas las mariposas en mi interior. —¿Cómo te encuentras? —pregunta. Su voz es silenciosa e íntima en mi oído. —Me alegro de estar aquí contigo —contesto, girando mi cabeza e inclinándome sobre él para que nuestros labios estén sólo a centímetros de distancia. Sus ojos se oscurecen como respuesta. Mueve su mano desde mi brazo hasta mi cuello y finalmente a la parte trasera de mi cabeza por donde desliza sus dedos entre mi pelo. Siento un hormigueo en todo mi cuero cabelludo, y ya estoy sin aliento cuando finalmente acerca su boca a la mía. Al principio roza mis labios. Luego se queda ahí, mordisqueando mi labio superior y pasando la lengua a lo largo del de abajo. Levanto mis brazos hasta sus hombros y los entrecruzo alrededor de su cuello mientras me acerco más a él queriendo intensificar el beso. Nuestras bocas se abren al mismo tiempo y su lengua toca la mía. Dejo escapar un ruido de felicidad desde el fondo de mi garganta y él mueve nuestros cuerpos, doblándose sobre mí, extendida sobre la manta, y separando mis piernas para que él pueda acercarse más colocándose entre ellas.

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Paso mis dedos por su abundante cabello antes de seguir descendiendo por su espalda hasta encontrar el final de su camiseta. Entonces meto mis manos por debajo de ella y las deslizo por la cálida piel de su estómago. Sus músculos se contraen bajo mi tacto mientras gime en mi boca. Siento que sus manos me hacen lo mismo a mí. Con nuestros labios fusionados, levanta la parte baja de mi camiseta y presiona sus cálidos dedos contra mi piel desnuda. Empiezo a retorcerme en sus brazos mientras los músculos en la parte baja de mi barriga se contraen y se endurecen. Aprieta su cadera contra la mía y una dolorosa necesidad brota dentro de mí. Esto se intensifica rápidamente, pero no estoy nerviosa ni asustada. Simplemente quiero más. Cuando siento un escalofrío repentino, mis ojos se abren de golpe para ver a Lucas reclinándose para quitarse la camiseta. Mi respiración se detiene en mis pulmones mientras observo su definido abdomen sobre el que sobresale su pecho. Su piel es lisa y resplandece bajo la luz de la luna. Estiro las manos para tocarle, pero sacude la cabeza. —Deshagámonos de esto —dice, estirando de mi camiseta. Obedeciendo, me siento y estiro mis brazos sobre mi cabeza para que pueda levantarla. Mi pelo se desliza por ella con suavidad y cae sobre mis hombros desnudos y el sujetador negro de encaje. Lucas simplemente se queda mirando un momento, con sus ojos vagando por mi cuerpo. —Eres tan jodidamente guapa… —susurra antes de estrellar su boca contra la mía, empujándome de nuevo contra la manta. Esta vez su beso no es suave o moderado, es urgente, lleno de emoción desesperada. Succiona mi lengua mientras se aprieta contra mí. Yo jadeo, y mis dedos se agarran a sus hombros. La creciente tensión se intensifica dentro de mí cuando aparta las copas de mi sujetador e introduce mi pezón en su boca. Mi cabeza cae hacia atrás mientras suelto un gemido fuerte y me arqueo contra él. —Te gusta, —murmura. Entonces aparta mis manos de su cálida piel y estira mis brazos sobre mi cabeza, aguantándolos ahí. —Si no paramos ahora, no pararemos, Ray, —dice. Se cierne sobre mí, tapándome el cielo, escudándome del mundo. Él es mi mundo esta noche. Sus ojos caídos buscan los míos, y puedo ver el aturdimiento del

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deseo nublando sus pensamientos. También nublan los míos, y no quiero parar. No podemos parar ahora. —Quiero esto, Lucas. Te quiero a ti, —consigo decir. Mi voz suena jadeante en mis propios oídos. Él no duda. Todavía mirándome, suelta uno de mis brazos para bajar su mano y colocarla entre los dos. Desabrocha el botón de mis tejanos antes de bajar despacio la cremallera. Tiemblo cuando sus dedos se deslizan dentro, bajando la parte superior de mis bragas, y toca ligeramente la piel que hay justo encima de mi pubis. Sus ojos siguen fijos en los míos. Me dedica una sonrisa lenta y sexy antes de volver a mis labios, quitándome la respiración al adentrarse pasionalmente en mi boca. Entonces empieza a descender besando el lateral de mi cuello, deteniéndose en mis pechos mientras sus dedos se adentran aún más en mis bragas, bajando y rodeándome con la mano. Jadeo y el interior de mis muslos se tensan al sentir su tacto. Lo siento abrirse paso con el pulgar y noto la presión cuando empieza a darme un masaje íntimo. No me siento cohibida como pensé que estaría. No me da vergüenza. Es Lucas. Esto es perfecto. Algo se está formando dentro de mí. Es tan intenso, es casi incómodo. Mis músculos están temblando con la tensión. Trato de rodar mi cuerpo, pero Lucas me está sosteniendo seguramente debajo de él. Siento su dedo moviéndose dentro de mí y mis músculos se contraen alrededor de él. Cuando él presiona su mano hacia abajo y mete otro dedo dentro de mí, curvándolo hacia adelante, mis caderas tiemblan a la sacudida de placer que se esparce dentro de mí. Mi cabeza se inclina hacia atrás mientras mis músculos aprietan sus dedos y luces se encienden detrás de mis ojos. Mi cuerpo se inclina rígidamente mientras el murmura la palabra “hermosa” en mi oído. Puedo oír mi rápida respiración mientras las ondas se esparcen a través de mí, siguiendo y siguiendo hasta que van mermando, volviendo mis músculos líquidos y generando un nuevo conocimiento. Una sonrisa se forma en mis labios. Cuando finalmente cojo aliento, le digo. —Estabas equivocado. Sus ojos se enfocan gradualmente y con curiosidad encuentra los míos. —Entiendo la comparación —explico—. Pero sanar no es ni cercano a segundo comparado con lo que me acabas de hacer.

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Lucas se ríe echando su cabeza hacia atrás. Nunca lo había escuchado reírse tan libremente antes. El rico sonido de ella es casi musical. Alzo mis manos para acariciar su hermosa cara sonriente. Él cierra sus ojos y sonríe con satisfacción mientras sus dedos que estaban dentro de mi pintan lentamente un camino húmedo por mi estómago y hacia arriba por todo mi cuerpo. Todos mis sentidos parecen ampliados mientras registro el deslizamiento de sus dedos sobre mí. Él está irradiando calor, y quiero ponerlo hacia mí para así sumergirme en su calidez. También puedo sentir su deseo insatisfecho presionando contra mí. —Tu turno —digo, moviendo mis manos hacia abajo, hacia la parte de arriba de sus jeans, esperando poder darle al menos la mitad de placer que él me ha dado. El agarra mis muñecas y niega con su cabeza. —Gracias pero eso no es lo que quiero en este momento —sus ojos relucientes cuestionan a los míos. Sin duda, yo asiento mientras él saca su cartera del bolsillo trasero. La abre, y saca un condón arrugado en un envoltorio de aluminio. Colocándolo sobre la manta, busca detrás suyo hasta dar con mi pie. Luego procede a quietarme los zapatos. Los pone organizadamente sobre la manta al lado nuestro antes de colocarse sobre mí, enganchando sus dedos debajo de la parte superior de mis jeans, y esperando para que yo levante mis caderas y que pueda bajarlos. Mientras él los desliza por mis piernas, miro su progreso con fascinación. —Nunca supe que eras tan metódico —digo. Mira hacia mí. —Esta es tu primera vez. Esta es nuestra primera vez. No quiero apresurarlo. Él es tan adorable y completamente fuera de base. —Lucas, estoy lista. Siéntete libre de acelerarlo solo un poco. Sonríe. Luego ágilmente baja mis jeans y me los quita rápidamente. Ahora solo estoy vistiendo unas braguitas que todavía están descolocadas y unos calcetines negros. Cuando el alcanza sus propios jeans, pongo mis manos sobre las suyas. Mis dedos pican por tocarlo.

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—Déjame. El baja sus manos, mirándome mientras me pongo de rodillas frente a él. Desabotono el jean rápidamente. Luego me aseguro de rozarlo mientras bajo el cierre. Él silba ante el contacto, y el sonido hace que mi corazón lata más rápido. Debajo de sus jeans, puedo ver un borde gris alrededor de los músculos de su estómago. Empujo sus jeans hacia abajo para revelar sus bóxers y lo que apenas se contiene dentro de ellos. Solo miro por un momento, asimilando esta intima parte de él. Lo quiero tanto, que apenas puedo comprenderlo. Nunca sentí nada así de fuerte. Nunca pensé que podría. Pongo una mano en su pecho sobre su corazón, sintiendo su rápido ritmo, sabiendo que está coordinado con mi propio pulso. Luego muevo mi otra mano y la pongo suavemente sobre su cálida pierna. Él toma aire mientras yo gentilmente cierro mis dedos a su alrededor, agarrándolo a través de la delgada tela. Su respiración se acelera, y sus largos dedos alzan mi mano de su pecho, trayéndola a su boca. Mueve sus caderas, apretándose más contra mi mano mientras da suaves besos en mi otra palma. Cuando alzo la mirada para verlo, sus tiernos ojos están encendidos con pasión. El pasa sus dedos de arriba hacia abajo por dentro de mi brazo, haciéndome temblar. Trato de reclamar mi mano para así poder quitar lo que le queda de ropa, exponiéndolo así a mis ojos hambrientos, pero me agarra más fuerte. Mis ojos se abren para hallarlo estudiando mi brazo. —¿Lucas? —pregunto, confundida mientras trato de soltar mi brazo de su agarre. El susurra una maldición mientras pasa sus dedos sobre la parte interna de mi muñeca. —¿Qué es esto? Su severo agarre me dice que no hay vuelta atrás ahora. No necesito mirar para entender lo que el encontró. Cierro mis ojos y exhalo mi arrepentimiento. Por un momento esta noche, el me ayudo a olvidar. Mi cuerpo, el cual había estado nadando en deseo hace unos momentos, se hunde lentamente en la manta. Abruptamente, suelta mi brazo y se levanta. Él está parado sobre mí ahora, mirándome con el ceño fruncido hacia abajo. Bajo su escrutinio, me siento

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autoconsciente y me pongo las bragas y los tejanos. Antes de que los pueda agarrar, él se inclina y toma mi brazo de nuevo, volteándolo para que los dos podamos ver tres pequeños bultos acomodadas verticalmente sobre la parte interna de mi muñeca. —No se lo diste a Alec. ¡Te lo pasaste a ti misma! —grita tan fuerte que hace que me encoja. Soltando mi brazo de nuevo, se da la vuelta y se pasa ambas manos por el pelo. Me pongo mis jeans y me siento sobre mis piernas, esperando que pase su furia. —¿Por qué? —pregunta finalmente. Luego él se deja caer de rodillas frente a mí—. ¿Por qué hiciste esto? —No lo hice sabiéndolo —le respondo, mirando a mis manos en vez de a él— Una vez que estuvo dentro de mí no podía sacarlo. Él me agarra por los hombros y me agita, forzándome a mirarlo. —Dime qué quieres decir. No me hagas sacártelo. Dejo salir un aliento tembloroso. Nunca quise que él lo supiera. Nunca quise ver esa mirada de angustia de nuevo en sus ojos. Es la misma mirada que tenía cuando ayudé a su madre. La última cosa que quiero es ser la causa de que vuelva. —Si pienso sobre ello más claramente —empiezo dudosa— pude haber predicho que esto pasara. Yo realmente no pensé que me lo podía dar a mí misma. Había visto a mi madre intentarlo, y no funciono. Pero lo que faltaba cuando ella lo intentó era la conexión familiar. Eso no faltaba esta vez. Una vez que tuve la enfermedad de Penélope en mí, no pude sacarla de nuevo. No dejo mi cuerpo. Él me mira. Sus ojos están muy abiertos, y no puedo decir que está pasando detrás de ellos. —¡Esto es tan jodido! —estalla. —Tú no dijiste una maldita cosa. Dejaste que todos creyeran que funcionó. —Y lo hizo. Su expresión se torna con fiereza. —Cambiar tu vida por la de tu sobrina no era el plan. Yo nunca te habría animado a hacerlo si hubiera sabido que esto era una posibilidad. Tienes que dársela de nuevo a ella.

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Mis ojos se abren ante su sugerencia, y empiezo a negar con la cabeza. —No, Lucas, no puedo. No puedo curarme a mí misma. Además, incluso aunque pudiera dársela de nuevo a Penélope, no lo haría. Él aprieta su mandíbula tan fuerte que me pregunto si sus dientes no se están destruyendo. —Tenemos que arreglar esto. Tiene que haber alguna forma de sacarlo de ti. —Yo puedo disolver los tumores mientras ellos aparecen. Ellos vuelven a crecer, pero hasta ahora, los puedo controlar. Tal vez voy a estar bien —le digo, esperando estar en lo correcto, pero no del todo confiada. Sus ojos se cierran con confusión. —Espera, los puedes controlar, ¿pero no curarlos? No entiendo. —Yo tampoco. Creo que tiene algo que ver con la naturaleza de la enfermedad. Estos tumores, de alguna forma son diferentes. Mi energía funciona en ellos. Pero ellos regresan, justo como lo hacían con Penélope. —¿Y qué pasa si se ponen peor?¿Qué pasa si ellos se ponen tan mal que no los puedes controlar más? —pregunta, diciendo en voz alta mis propios miedos. Encojo las rodillas hacia mi pecho y envuelvo mis brazos alrededor de ellas. No tengo respuesta para su pregunta. Es una posibilidad. No puedo negar eso. —Vamos a regresar y decírselo a Kyle —afirma, poniéndose de pie y abrochando sus pantalones. —¿Qué? No —me levanto rápidamente para frenarlo—. ¿Por qué haríamos eso? Él pone su camiseta sobre su cabeza antes de girarse hacia mí. —Porque quiero que él y su esposa sepan lo que realmente pasó. Ellos no pueden ir por ahí pensando que todo es sol y arcoíris mientras tú te estas muriendo lentamente justo en frente de sus narices. Cuando él se gira, yo agarro su brazo y me pongo frente a él. —No puedes hacer eso. No es su culpa. No arruines esto para ellos. —Termina de vestirte —me ordena. Luego pasa a mi lado y empieza a subir la colina hacia su camioneta.

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Yo grito a su espalda. —¡Si se lo dices, nunca te lo voy a perdonar Lucas! Mis palabras lo detienen. Él se queda ahí un momento antes de girarse y venir pisoteando hacia mí. —¿Entonces qué quieres hacer? ¿Enterrar tu cabeza en la arena? ¿Quedarte callada y actuar como si todo estuviera bien? ¿Solo esperar por lo malditamente mejor? Si ese es tu plan, apesta. Trato de que su enojo no me llegue. Él tiene derecho a estar enfadado. El hecho es que yo he pensado en un plan. Se ha construido en el fondo de mi cabeza desde que recibí el sobre de UCLA. Pero no había tenido el tiempo para realmente considerarlo, y si lo sigo, estaría ignorando completamente la advertencia que mi madre me dio en ese extraño sueño que tuve. —Ese es mi plan hasta la graduación —digo—. Luego quiero ir a Los Ángeles y tratar de hallar a mi padre. Si él también tiene este poder, y si él es tan poderoso como mi abuela dijo, tal vez él pueda ayudarme. Lucas me mira, y puedo ver las ruedas girando en su cabeza mientras esto se instala en ella. Luego él me da un asentimiento. —Ese plan no apesta. Pero tu margen de tiempo sí. Deberíamos ir ya. No debemos esperar. ¿Deberíamos? Su declaración me asusta. Él quiere ir conmigo, y estoy tan sorprendida por eso, que un estremecimiento de alivio corre a través de mí. Pero todavía no me estoy yendo justo ahora. —No voy a huir de la escuela cuando estoy tan cerca de graduarme —le informo. Él entrecierra sus ojos. —La gente muerta no necesita diplomas de graduación —dice con la voz apretada. Mi boca queda abierta. Sé que él está tratando de impresionarme para probar su punto, pero no puedo dejar que cambie lo que pienso. —Eso es lo que voy a hacer. No quiero discutir sobre ello.

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—Son tres semanas. Eso es mucho tiempo para esperar. No sabes cuánto tiempo va a llevar encontrar a tu padre. No sabes nada sobre él. —Pero puede que Alec sí. Quiero hablar con él antes de que la policía se lo lleve. Él cierra sus ojos y se aprieta el puente de la nariz. —Listo, Esta bien. Vamos a hablar con él juntos —se acerca más a mí. Sus ojos están quemando de dolor—. Estoy furioso contigo por no haberme contado sobre esto. ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Estabas tratando de protegerme de nuevo? Me estoy sintiendo cansada ahora, y el tumor en mi espalda está haciendo difícil mantenerme de pie. Yo levanto los hombros como respuesta, dando a saber mi culpa sin palabras. —¿No te había dicho que cortaras esa mierda ya? Cruzo mis brazos sobre mi pecho. Todavía no me he puesto mi camisa, y apenas me doy cuenta por primera vez que cualquiera pudo habernos encontrado y verme. Apenas puedo creer que tan poco me importaba eso hace unos minutos cuando él me estaba tocando. Luego me doy cuenta de sus palabras. —Tengo noticias para ti Lucas. Puede que no siempre haga lo que tú me digas. —¿En serio? —dice él. Le miro mientras respira profundamente y su arrugada frente se suaviza—. Tienes que para esto Ray. Tienes que empezar a hablar conmigo. No soporto que no lo hagas. —se acerca a mí, y yo voy hacia él, envolviendo mis brazos alrededor de su espalda, sintiendo que nada puede herirme cuando él me sostiene cerca. —Lo siento —susurro. —Lo sé —dice él, silenciosamente junto a mi oreja. No estoy segura cuanto tiempo nos quedamos así, solo abrazados, antes de que él se aleje para mirarme. —No me gusta esperar tres semanas —dice—. ¿Te das cuenta que el límite es justo tu cumpleaños? Tenemos que asegurarnos de que veas tu 18 cumpleaños. Quiero que consideres tomarlo un día a la vez. Si las cosas se ponen peor, vamos más temprano. Sin peleas.

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Con todo lo que está pasando, difícilmente he pensado sobre mi cumpleaños. Me hace feliz que él lo recuerde. Yo asiento con mi cabeza porque estoy muy cansada para pelear. —Sobre lo que paso esta noche, lo que casi hicimos —digo con sueño, sintiéndome cálida otra vez solo pensando sobre eso—. ¿Debemos hablar sobre ello? —¿Qué casi hicimos? —pregunta inocentemente. Yo me rio. —Si tú no lo sabes, eso va a hacer que sea difícil volver a intentarlo. Su mano se pone en mi mejilla, y sus ojos se entrecierran. —Créeme. Estoy en eso. Tendrás tu intento —luego él baja sus labios hasta los míos, y nuestras bocas se abren juntas, respirándonos el uno al otro, derritiéndonos en el otro hasta que me separo con dolor cuando su mano inadvertidamente presiona sobre mi espina dorsal. Sus ojos me cuestionan antes de que la comprensión los haga afilarse. Mirando de mi hacia su mano, el frunce el ceño, pero contiene las maldiciones que sé que hay en su lengua. —Por más que disfruto viéndote de esta forma, debemos ponerte la camisa —dice. Luego recoge mi camisa, me la pasa, y mira mientras me la pongo sobre mi cabeza. Cuando él alcanza los jeans para abrocharlos yo contengo una respiración cuando sus dedos rozan mi estómago desnudo. Yo deseo más que nada que nosotros no hubiéramos parado. Pero mientras miro a Lucas, y veo su ceño fruncido de nuevo, sé que sus pensamientos están en otra parte. —Vamos a hablar con Alec ya —dice, mirando su reloj—. Todavía es temprano. —¿Ahora? —apenas decidí este plan. Estoy difícilmente lista para ponerlo en marcha. —Necesitamos estar preparados si esta cosa empieza a golpearte más duro. Una vez que la policía se lleve a Alec, podemos perder nuestra única fuente de información.

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Me doy cuenta de su tono decidido y asiento con la cabeza con cautela, dándome cuenta que probablemente está en lo cierto. —¿Entonces qué? ¿Nosotros solo conducimos hasta su casa y esperamos que este ahí? —Más o menos. —Toma mi mano, y subimos la pequeña colina juntos—. No le digamos a Alec que te estás muriendo, sin embargo. —dice—. Le diremos que quieres conocer a tu padre. Que es nuestra única razón para estar ahí por él. —Está bien. —Estoy apretando mi mandíbula ahora. Tengo que empezar a disolver esos tumores. Lucas tira para abrirme la puerta, pero yo me quedo ahí. Mi espalda se siente como si estuviera en llamas. No creo que pueda subirme—. ¿Ray? —¿Me puedes poner dentro? —tengo que preguntar. Su boca se aprieta en una línea mientras sin esfuerzo me levanta y me deja suavemente en el asiento. —Necesito unos minutos tranquila. —le digo, esperando que me los de sin empezar otra discusión sobre irme de nuevo. Cuando asiente y se inclina contra la puerta para mirarme, cierro los ojos y trato de relajarme. Pasan menos de cinco minutos para dirigir la energía por todo mi cuerpo y hacer desaparecer los tumores. Cuando termino, abro los ojos y le sonrío débilmente. Entonces cojo la manilla de la puerta. No puedo leer lo que está pensando mientras a regañadientes se aleja para que pueda cerrar la puerta. Me alegro de que Lucas recuerde el camino a casa de Alec porque yo desde luego no lo hago. Al llegar, se parece a la noche del cumpleaños de Alec. Veo su sedan blanco en el camino de la entrada, y estoy aprensiva y aliviada al ver que él está en casa. —¿Lista? —pregunta Lucas. Le miro y me doy cuenta que el musculo de la mandíbula es una bolita apretada. Me doy cuenta del tremendo esfuerzo que tomó para permanecer en silencio cuando yo ni siquiera podía subir a su camioneta. —Lista —respondo, con más entusiasmo de lo necesario, tratando de demostrarle que estoy realmente bien ahora. Pero a medida que Lucas sale de la camioneta y viene alrededor de esta para bajarme, no me muevo. No quiero entrar ahí y hacer frente a Alec de nuevo. La idea de estar cerca de él me eriza la piel.

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Lucas abre la puerta del pasajero y de inmediato parece preocupado mientras yo sigo mirando la casa sin moverme. Puedo decir que está confundido. Cree que soy incapaz de moverme. Su mano toca mi brazo. —¿Por qué no esperas aquí? —sugiere. Niego con la cabeza y me obligo a salir. Lucas se mantiene en el borde mientras yo desciendo lentamente. Una vez que estoy a su lado, toma mi mano y suavemente la aprieto, como si estuviera tratando de darme un poco de su fuerza. Luego dirige el camino hasta la puerta. Cuando Linda abre la puerta para nosotros, su boca forma una O silenciosa por la sorpresa. —Hola, Linda. Nos gustaría hablar con Alec. —digo, decidida a parecer tranquila y fuerte mientras estamos aquí. —Está en el estudio, ¿te está esperando? —No. —responde Lucas y comienza a moverse hacia adelante cuando Linda no nos invita inmediatamente. —Oh. —Dice riendo, poniendo su mano sobre su pecho—. Lo siento. Entrad. —Se pone a un lado para que podamos entrar por la gran puerta de entrada. —Alec. —grita en el pasillo. Desde el fondo del pasillo, su cara sale de una puerta antes de que le siga su cuerpo. —Raielle, esto es una sorpresa. —sonríe ampliamente—. Hola Lucas. —Dicen que quieren hablar contigo. —explica Linda con evidente curiosidad. Alec nos mira cuidadosamente a cada uno. —Entrad en el estudio, chicos. Linda, no creo que necesitemos nada.— le dice, sutilmente despidiéndola. Ella parece querer protestar, pero luego lo piensa mejor, ofreciéndonos una sonrisa vacilante antes de retirarse a otra habitación. Alec nos observa pasar junto a él a su estudio. Pero yo no lo miro. En lugar de ello, cuando entro en la habitación, me doy cuenta del gran ventanal que cubre la pared contraria. Debido a la oscuridad que hay detrás este, solo veo mi reflejo transparente flotando delante de mí. Me fascina, luciendo como una aparición, cada vez más grande cuanto más me acerco, burlándose de mí con mis propios ojos muy

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abiertos y ansiosos. Cierro mis ojos, alejándome de él. Cuando los abro, me centro en el escritorio de madera brillante contra la pared con un solo monitor y un teclado sobre él. El monitor tiene a Penelope riendo sobre un columpio en un parque infantil como protector. —Sigo sintiéndome perfectamente bien —comenta Alec mientras nos hace un gesto hacia el sofá junto a su escritorio. Él coge una silla y se sienta frente a nosotros—. Tal vez la enfermedad se ha ido. Tal vez tú eres incluso mejor de lo que piensas. —Entonces me guiña el ojo. —No se ha ido. —dice Lucas. Giro la cabeza en su dirección. —La tiene Raielle. —afirma, y puedo decir que está enfadado. Estoy sorprendida. No puedo creer que él se lo dijera después de que nos pusimos de acuerdo en que no lo haríamos. Alec me mira fijamente. —¿Qué? —Algo salió mal. Qué suerte para ti. —Los ojos de Lucas están disparando dardos a Alec. La mirada de Alec sigue en mi cara. —¿Quieres decir que no volveré a enfermar? ¿Estaré bien? Mi odio hacia él se mueve en mi interior. Me toma todo mi autocontrol tragarme mi rabia y asentir con la cabeza de mala gana, confirmando la esperanza que ilumina su rostro. Cuando empieza a sonreír, Lucas se levanta como un rayo. Me empujó hacia arriba también, y agarro el brazo de Lucas mientras Alec se levanta en respuesta a nosotros. Lucas parece listo para golpearlo. —No es por eso que estamos aquí. —le digo, tratando de calmarlo. Con los ojos todavía sobre Alec, aprieta su mandíbula. —Estamos aquí por información. —le digo a Alec. Él vuelve sus ojos burlones hacia mí—. Quiero encontrar a mi padre. Necesito que nos digas lo que sabes de él. Sus cejas se arquean hacia arriba.

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—¿Tu padre? —Entonces su expresión se llena de comprensión—. Ya veo. Esperas que pueda ayudarte. —Corre distraídamente las manos por su cara, y puedo ver como el alivio se hunde lentamente bajo nuestras últimas noticias. Cuando él nos da su atención de nuevo, sus ojos son de color rojo por la emoción contenida. —Estoy feliz de poderte decir lo que sé, pero no es mucho. —comienza—. Su nombre es Rainard Blackwood y en aquel entonces era un hombre de negocios de Los Ángeles. Era el dueño de una pequeña editorial, creo. No me acuerdo de que publicaban. —Alec señala mi sorpresa al oír su nombre—. Sí, probablemente te llamaron así por él. Pero eso no es todo lo que me sorprende. —Ella tomó su apellido. —digo, completamente atónita—. Yo realmente tengo el apellido de mi padre. —¿No lo sabias? —pregunta Alec. Niego con la cabeza. —¿Eso es todo? —Demanda Lucas—. ¿Es todo lo que tienes? —Es un nombre poco común. Esto debería ser suficiente para localizarlo si él quiere ser encontrado. —dice Alec. —Está bien. Vamos. —Lucas coge mi mano. No me muevo. —Alec, por favor, no les digas a Kyle y a Chloe lo que sucedió realmente. Que crean lo que hiciste primero, que me deshice totalmente de él, que nadie lo tiene ahora. Me estudia por un momento. —Realmente eres una jovencita extraordinaria. No te preocupes, no diré nada. —Gracias. —Respiro, sintiéndome cansada de nuevo—. También debes saber que llamé a la policía. Él asiente con la cabeza, pareciendo despreocupado. —Pensé que lo habrías hecho.

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—Vamos. —insta Lucas. Esta vez le permito llevarme a la puerta. —Raielle. —dice Alec, deteniéndonos con la mano de Lucas ya en la perilla. Me vuelvo hacia él. —Te deseo suerte. Lucas resopla si incredulidad mientras abre la puerta y me da un codazo hacia el pasillo. —No puedo creer que hayas hecho eso. —le siseó una vez estamos de vuelta en la camioneta—. Tú fuiste el que dijiste que deberíamos mantenerlo en secreto. En cambio, vas y haces su día. Golpea su mano contra el volante. —Lo perdí, ¿de acuerdo? El jodidamente te guiño. ¡Un guiño de mierda! Apoyo la cabeza contra el asiento sintiéndome demasiado cansada para continuar con esto. —Por favor, solo llévame a casa. —le digo. Aunque mis ojos están cerrados, sé que Lucas me está mirando. Finalmente, le oigo poner las llaves de contacto y estoy dormida incluso antes de que él gire en la siguiente calle.

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22 Traducido por Candygominola y Júls Corregido por MoN_SooKie Tres días más tarde, un dolor terrible me despierta. Disparándose por todo mi cuerpo, pero en los puntos de la base de mi cuello y en mi muñeca derecha quema con más intensidad. Intento relajar mis músculos. Mi mano derecha está cerrada en un puño en las sábanas, pero fuerzo a mis dedos a estirarse. Empiezo a coger respiraciones tranquilas y equilibradas. Finalmente, la espiral de energía empieza a formarse. La descifro, sacándola, dejando que fluya a través de mí. Tarda más de lo normal esta vez, pero gradualmente, el dolor disminuye. Mantengo la energía hasta que la sensación de quemazón desaparece completamente. Entonces suspiro aliviada. Mi alivio es tan fuerte que solo me quedo estirada, escuchando mi propia enrabiada respiración, mientras mi latido del corazón vuelve a su ritmo normal. A mi lado, mi teléfono vibra. Lo intento alcanzar, y mi mano se choca con la mesita de noche. Me pongo en alerta rápidamente mientras me siento y observo mi mano derecha. Entonces la cojo con mi otra mano y jadeo. No puedo sentir mi propio toque. Mi mano derecha está completamente entumecida. Utilizando mi mano izquierda ahora, presiono en mis dedos, dando un masaje y siguiendo por el resto de la mano, intentando recobrar algo de tacto. Pero no hay nada. Desde mi muñeca hacia abajo, no siento absolutamente nada. Observando a mi mano ahora, intento moverla, y dejo ir el aire que había estado sosteniendo cuando me obedece. Es incómodo, pero si me concentro, puedo utilizar mi mano. Puedo dar una bofetada, y menear los dedos. Cojo mi teléfono de nuevo con mi mano izquierda, y lo coloco en mi derecha. Mis dedos se cierran a su alrededor, pero no puedo sostenerlo. El teléfono se cae en la cama. Los tumores se han ido de nuevo, pero esta vez han dejado secuelas a su paso. Acuno mi mano y espero que esto no sea permanente. Realmente puede que no tenga las dos semanas que quedan. Ya que soy diestra, seguir con mi rutina matutina es difícil. Acabo dejando mi pelo suelto porque no puedo manejar otra cosa, y me pongo por encima un

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pequeño vestido de verano estampado sin botones o cremalleras que no me había puesto desde que vivía en San Diego. Solamente me mantengo serena porque estoy en profunda negación. No quiero aceptar el hecho de que me estoy quedando sin tiempo. Cuando oigo hablar a Kyle y a Chloe sobre la continuada buena salud de Alec, escapo el desayuno y camino hacia el colegio con Myles, Alec no les ha contado qué pasó exactamente y por alguna razón, no me sorprende que haya mantenido su palabra sobre eso. Sé por comprobaciones con el detective Brady que Alec ha sido llamado a la comisaría de policía local aquí en Fort Upton para interrogatorios dos veces. Aparentemente, él está negándolo todo. Me han dicho que eventualmente tendré que ir allí abajo, también, a testificar en persona. Hasta ahora, Kyle y Chloe son gracias a dios inconscientes de que esta investigación se está llevando a cabo. No saben nada sobre la culpa de Alec, y nadie se lo ha dicho. Si alguna vez lo arrestan, yo saldré. No me sorprende que Alec esté negando cualquier participación. Estaría mucho más conmocionada si lo admitiera. El detective Brady me asegura que Rob Jarvis hará un trato que incluirá testificar en contra de Alec. Al menos, ese es su plan. Aprecio que él esté dispuesto a mantenerme informada. Lucas me encuentra en las escaleras de enfrente de la escuela y me da un abrazo acompañado de un beso que dura un poco demasiado y empieza a ganarse vítores. Me separo avergonzada, pero él simplemente sonríe, sin estar molesto por la atención. —Viernes por la noche —Dice, recordándomelo. Pero no necesito que me lo recuerden. Sonrío, con ganas de que llegue. El otro día, Lucas me dijo que Liam le había preguntado por qué ya no estaba nunca en casa. Después de que yo insistiera un poco, hemos accedido a pasar las próximas noches con su familia. Sé que necesita la distracción. Vigilarme a mí cada día es un enloquecedor juego de espera para él. Intenta pretender lo contrario, pero no puede esconder los círculos oscuros debajo de sus ojos o la preocupación callada que lo mantiene atípicamente bajo. De alguna manera, soy capaz de lidiar con mi condición mejor que él. Supongo que es porque me está pasando a mí. Si le pasara algo a él, estaría sin duda hecho un desastre. Pero estamos los dos felizmente anticipando la noche del viernes. Viernes por la

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noche, me había dicho, tiene algo especial planeado. Estoy bastante segura de que estoy recobrando esa vez que se aplazaron los planes. Hay un examen sorpresa en historia hoy, y me arrepiento rápidamente de que Lucas y yo nos sentemos juntos en clase. Puedo casi sentir su escrutinio mientras intento escribir mis respuestas incómodamente. Como la escritura de mi mano izquierda es tan legible como uno de los garabatos de Penelope, cambio a mi mano derecha. De hecho, lo estoy haciendo mejor con mi derecha cuando el lápiz no se me escapa de los dedos y cae al suelo. Cuando esto pasa por tercera vez, Lucas se agacha, ganándome en su salvación. Mientras me lo tiende, me pregunta: —¿Qué está pasando? —Nada —Respondo, volviendo a mi examen. El resto de la mañana va mucho más suave ya que no está requerido escribir aparte de tomar notas. Pero Lucas no se ha olvidado de lo que ha pasado en clase de historia. Antes del almuerzo, aparece en mi taquilla. —Vamos fuera a hablar. Como sé que no puedo evitar esta conversación, acepto. Cuando toma mi mano derecha y no siento nada, me encuentro al borde de las lágrimas. Nunca pensé en esta consecuencia. Me lleva a una parcela con sombra debajo de un árbol. Nos sentamos en la hierba, y toma mis manos en las suyas. Las gira, examinando mis muñecas y antebrazos. Sé que está buscando bultos. —No veo nada —Dice, moviendo sus dedos por mi piel— ¿Por qué no podías aguantar tu bolígrafo? Me muerdo el labio inferior. Sus ojos están buscando en los míos alguna respuesta. Se siente como si estuviera vigorizante esperando malas noticias. —Mi mano derecha está entumecida —Digo. Sus cejas dan un bote mientras coge mi mano entre las suyas. —¿No puedes sentir esto? Sacudo la cabeza. —¿Desde cuándo? —Pregunta. Friega sus manos por las dos caras de mi mano— ¿Nada?

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—No, cuando disolví los tumores esta mañana, perdí todo tacto en ella. No estoy segura de lo que está pasando. —Se está volviendo peor. —Manifiesta— Eso es lo que está pasando. Asiento con la cabeza y miro a los otros estudiantes que están sentados en la hierba. Están hablando y riendo como si no tuvieran ninguna preocupación en el mundo. Siento un golpe de arrepentimiento mientras los miro, echando de menos algo que nunca he tenido, en primer lugar. —Aún no puedo encontrar nada sobre tu padre. No consigues nada cuando escribes su nombre en los motores de búsqueda. He llamado a todas las organizaciones de negocios que pude encontrar en California, y no lo conocen en ningún lado. Y no puedo asociarlo con ninguna de las compañías de publicidad que se encuentran allí. —Hace una pausa, cambiando de posición en la hierba. Parece que está maquinando algo—. Podríamos intentar hablar con tu abuela. —Sugiere con demasiada indiferencia—. Ella podría ser capaz de contarnos más. Empiezo a negar con la cabeza inmediatamente. Puedo sentir mi estómago contraerse con el pensamiento. —Deberíamos ir a verla —Manifiesta firmemente, dejando de ser delicado al respecto. —No, Lucas. —Incluso aunque no sepa nada de tu padre, a lo mejor puede ayudarte. Mis ojos se abrieron con horror. —¡No! —Ray, por favor... —No tienes ni idea de lo que estás hablando. Ella no puede ayudarme. Su poder no es ni por asomo lo suficientemente fuerte. Incluso si pudiera, todo lo que haría es pasar esto a otra persona. No hay manera de que acceda a eso. No sé cómo puedes siquiera sugerir ir a verla. Se inclina en mi dirección. Sus ojos me atraviesan con su intensidad. —Porque estoy desesperado. Haría lo que fuera por ayudarte —Escupe. Y continua—. Espera un momento. Podrías dárselo a ella. Es perfecto. Es un pariente de sangre. A lo mejor por eso no funcionó con Alec. Él tiene la sangre de Penelope,

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no la tuya. Puede ser el por qué estaba dentro de ti, no podías dárselo a él. Apuesto a que podrías dárselo a tu abuela, sin embargo. Me aparto de él moviendo la cabeza de un lado a otro otra vez. Veo la lógica de lo que está diciendo, aun y así no hay manera de estar seguros de que va a funcionar. Pero no importa, sin embargo. No puedo herir a nadie conscientemente, ni siquiera a ella. Gradualmente he ido entendiendo lo aliviada que estoy de no haber pasado esta enfermedad a Alec sin importar lo mucho que lo deteste. Nunca le contaría esto a Lucas, pero estoy aliviada de que el hecho de curar se volviera en mi contra. Pienso en el egoísmo de mi abuela, y en el horror que ha infringido a la familia de Lucas. Recuerdo cómo mi madre enterró su dolor y se perdió a sí misma en la adicción. Ahora creo que puedo entender el desprecio a sí misma que sintió después de lo que pasó con el chico que tenía Leucemia, y luego de nuevo con el hijo de Kelvin. No necesito más ejemplos de cómo el mal uso de mi poder de curación podría cambiarme, y volverme en alguien que nunca me gustaría ser. Lucas extiende las manos y me coge por los brazos. Sé que sus engranajes están funcionando para dar un argumento monumental sobre esto. Necesito hacer que lo entienda. Aparto sus manos de mí y las acaricio suavemente. —No utilizaré mi poder para herir a otros, ni siquiera a mi abuela, ni siquiera para salvarme a mí misma, especialmente no por esa razón. Cuando abre la boca para protestar, extiendo mis manos hasta colocarlas justo en su nuca, y me coloco justo delante de su cara. Necesita saber exactamente lo enserio que voy. Sus ojos frenéticos se colocan y entonces se focaliza en los míos. —Escúchame —Empiezo—. Si cruzo esa línea, ya podría dejar también que esta enfermedad me destruya ahora, porque dejaría de existir. En mi lugar se encontraría un monstruo que no sería mejor que mi abuela. Miro fijamente a sus profundidades azules, intentando comunicar silenciosamente mi inquebrantable postura, observando de cerca como su desesperación a regañadientes cambia a entendimiento y luego gradualmente a dolor. Saca mis manos de alrededor de su cuello y las baja, manteniéndolas delante de él.

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—¿Qué pasa si encontramos a tu padre y eso es todo lo que puede hacer? — Pregunta— ¿Mover tu enfermedad a alguien más? ¿Entonces qué? ¿Rechazarás su ayuda? Tendré que rechazarla. Lucas debe ir asumiéndolo ahora. Si me conoce en absoluto, entonces en el fondo, sabe mi respuesta. —Encontrémoslo primero, ¿De acuerdo? —Pregunto. Puedo oír la súplica en mi voz. Necesito que deje esto en paz. No hablaré de lo peor que puede pasar con él. No nos ayudará en nada en absoluto. Observo como lucha contra su necesidad de hacerme cambiar de idea y se propone calmarse a sí mismo. Su mandíbula se tensa y luego se relaja mientras reclama su mano y la pasa por su ruda mejilla. —De acuerdo —Dice finalmente suavemente, mirando lejos después de un largo silencio. Cuando se vuelve, su máscara neutral está firmemente en su sitio. Por una vez, estoy aliviada de verla allí, pero tengo miedo de que haya dejado aparte el argumento solo por ahora. —Se guardan los registros locales cuando los negocios aplican cualquier tipo de licencia o permiso —Dice él— Si tu padre es el dueño de un negocio en Los Ángeles, su nombre y su negocio existen en un registro. Si estamos allí para hacer el trabajo de campo, será mucho más fácil de localizar. Tenemos que irnos ya. Tenemos que estar allí. Encuentro que estoy resignada a irme. Asiento para mostrar mi conformidad. —Iremos mañana. Conseguiré unos billetes de avión —Espera mi argumento. Cuando recibe una temblorosa, pero agradecida sonrisa en su lugar, la tensión alrededor de sus ojos desaparece. Mis mejillas se sienten cálidas cuando él gentilmente las acaricia con los pulgares. Entonces se agacha y me besa con ternura. Aún me cuesta creer que él está en mi vida. Nunca había tenido a alguien que se preocupara así por mí. Nunca imaginé que alguien lo haría. Ojalá yo no fuera la causa de tanta preocupación por su parte. Él se merece felicidad y normalidad. No creo que nunca pueda tener esas cosas conmigo.

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Sus labios dejan los míos, y encuentran su camino hasta mi oreja. —Te quiero —Susurra. Cojo dolorosamente el aire mientras sus palabras disparan lágrimas que silenciosamente encuentran su camino por mis mejillas. Cuando él las ve, suavemente me besa las mejillas para removerlas. Desde el momento en el que vi esa foto nuestra en mi teléfono, bailando juntos en el baile, he entendido que estoy enamorada de Lucas. La manera en la que me mira en esa fotografía, como si yo fuera la cosa más valiosa del mundo para él, me tuvo cuestionándome si él se sentía de la misma manera. Pero estaba asustada de que estuviera leyendo demasiado en ella. Estaba asustada de realmente creerlo. Nunca me imaginé que iba a escuchar esas palabras salir de él o que yo quisiera devolverlas. Después de todo lo que Lucas ha pasado con su familia, después de todo el equipaje que he descargado en él, estoy impresionada por su disposición a poner su corazón en el borde por mí. Estoy alucinada por su valentía. Me inclino hacia atrás y espero a que nuestras miradas se crucen. —Yo también te quiero —Digo suavemente—. Mucho. Sus ojos se centran en mí, y se siente como si estuviera intentando ver dentro de mí para confirmar mis sentimientos. Espero que vea la verdad. Él se merece saberlo tan seguro como lo sé yo. Entonces me besa de nuevo, y yo puedo saborear mis saladas lágrimas en él. —No sabía cómo iba a decirte adiós cuando te fueras. —Dice, cogiéndome la cara, mirándome detenidamente—. Ahora que nos vamos a California juntos, cuando estés bien, me quedaré un tiempo si te parece bien. Él está inquieto mientras espera mi respuesta. Me pregunta cómo puede tener dudas de cuál va a ser mi respuesta. Mis únicas dudas no son sobre él. —Claro que me parece bien. —Digo con una sonrisa repartiéndose por mi cara—. Quédate hasta que las clases en Columbia empiecen. —añado optimista, queriendo tranquilizarlo. Él no me devuelve la sonrisa. —Vas a estar bien. Tienes que creerlo. —Su tono es de determinación. Pero lo conozco muy bien ahora. Lo veo en sus ojos. Teme por mí, pero está haciendo mucho esfuerzo para parecer confiado. Los dos sabemos que un verano

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feliz en California es más un sueño que una realidad. Ese hecho cuelga pesadamente entre nosotros. Mientras la campana suena, tengo miedo que Myles estuviera en lo cierto. Probablemente voy a hacerle daño a Lucas al final. Cuando lo haga, me pregunto si pensará que valió la pena. Lucas se levanta y me ayuda a levantarme. Las cosas son diferentes entre nosotros ahora. Nunca me había sentido tan cerca de otro ser humano. Es sobrecogedor, lo fuertes que son mis sentimientos por él. —Tengo que irme. —Dice una vez llegamos a la puerta principal—. Si nos vamos mañana, tengo cosas que hacer. —¿Crees que aun y así nos dejen graduarnos? —Pregunto. —Solo tengo un trabajo más que entregar. ¿Tú? —Tengo el final de química la semana que viene. —Respondo, sintiendo a mis hombros hundirse. Lucas aún puede entregar su trabajo, pero no estoy segura de lo que podría significar perderse un final. —Habla con tu profesor. —Dice—. A ver qué puedes hacer. Asiento. No tengo otra opción. La pesada puerta de la escuela se abre, casi dándome. Chad empuja hasta salir, golpeando un paquete de cigarros en la palma de su mano. —Ten cuidado, imbécil. —Lo regaña Lucas. Chad se para y se gira hacia él. —¿Qué has dicho? —Dice, estrechando los ojos. —Me has oído. —Responde Lucas agresivamente, viéndose demasiado encantado con su inesperada oportunidad de desafiar a Chad. Entonces Chad me nota allí de pie. Su mirada pasa de Lucas a mí antes de que se le ocurra algo. —Hey —Dice, mirándonos a los dos—. No habéis visto a Rob de nuevo, ¿No? Lucas y yo nos miramos el uno al otro. —No, ¿Por qué? —Pregunto.

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—Porque esa pequeña mierda ha desparecido. No apareció en la práctica esta semana. No contesta a su teléfono. Tenemos un concierto el sábado y él se ha caído en un agujero o algo. Mis músculos se tensan mientras escucho la respuesta de Lucas. —No lo hemos visto. Chad saca un cigarro y lo enciende. —Voy a patear su trasero cuando aparezca. —Entonces se va murmurando agresivamente, su enfado con Lucas ahora olvidado. —Ha huido. —Dice Lucas una vez Chad está fuera del alcance del oído. — Puede —Saco mi teléfono— Llamaré a la policía para ver si lo tienen. Paso a través de mi lista de llamadas recientes, encuentro el número del detective Brady, y marco mientras camino alrededor del edificio buscando privacidad. Siento a Lucas moverse a mi lado mientras me apoyo en el cálido hormigón. Cuando suena por cuarta vez, Brady responde abruptamente y dice su nombre ásperamente, alarmándome con su tono. —Eh, hola. Soy Raielle Blackwood —Miro a Lucas. Sus ojos atentos mirándome. —Oh, Raielle —Dice él— ¿Qué puedo hacer por ti? —Acabo de oír a uno de los amigos de Rob Jarvis decir que ha desaparecido. Me estaba preguntando si lo habéis arrestado. Suspira al teléfono. —Tenemos una coincidencia con algún ADN encontrado en tu apartamento. Podemos arrestarlo. Podríamos arrestarlo, pero estamos teniendo algunos problemas para encontrarlo. Cierro los ojos. —Así que, sí que ha huido. —Siento el peso de la mano de Lucas en mi hombro. —Eso parece. Teníamos a una cuadrilla vigilándole. Así que, no estoy seguro de cómo lo ha hecho. Pero lo encontraremos. Abro los ojos y bizqueo ante el brillo del sol.

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—¿Qué pasa si no lo encontráis? —Lo haremos —Responde. Su voz es estricta y cortante, llena de la confianza de la autoridad—. Mientras tanto, tendremos que hablar con tu hermano. Necesitamos saber más sobre la relación de su padre con tu madre. Le envío una mirada preocupada a Lucas. —Ya te lo he dicho. Kyle no sabe nada. No estaba involucrado. —Tenemos que hablar con todo el mundo, Raielle. —Dice el Detective Brady. Me aparto de la pared, preguntándome si Kyle alguna vez le explicará a la policía sobre mí poder de curación, y si se lo contara, ¿Lo creerían? A lo mejor me he estado engañando a mí misma pensando que la policía podría conseguir justicia por mi madre. Ellos o no tendrán motivo para mantienen mi secreto o tendrán un motivo que es simplemente ridículo para ellos. Brady se despide y finaliza la llamada. Pero me quedo allí aún, aguantando el teléfono en mi oreja. —Esto no cambia nada para nosotros —Dice Lucas, apretando mi hombro para llamar mi atención—. Aún necesitamos irnos ahora. Aparto el silencioso teléfono, pensando en Kyle y en Penélope, e imaginando a la policía llegando a casa. Entonces me imagino los fundamentos de su hogar feliz desmoronándose debajo de ellos. —¿A lo mejor podríamos esperar un día o dos? —Sugiero, apenas acabando la frase cuando su mandíbula se tensa tercamente. —No. —Esto parece como si estuviéramos huyendo de algo, ahora – Protesto. Acerca su cara a la mía. —Esto es huir hacia algo, Ray. Esto es luchar por tu futuro. Parece que pienses que tu vida no es tan importante como la de los demás. Miro sus tormentosos ojos, y me temo que tiene razón. Cuando a nadie le importas una mierda durante toda tu vida, empiezas a creerte tal exageración, o la falta de ella. Pero ese ya no es el caso. Sé que necesito luchar. Se lo debo a Lucas y a mí misma. Quiero un futuro con él más que nada. —Consigue los billetes. —Le digo.

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Mi respuesta parece satisfacerlo. —Ves a hablar con tu profesor de química. Me pasaré por tu casa después de la escuela, y averiguaremos que le vamos a contar a nuestras familias sobre nuestro viaje. Entonces me apretuja en sus brazos y me da un beso abrasador. Me toma por sorpresa. Es sobrecogedor, la manera en la que su boca está de repente devorando la mía. Este beso desborda desesperación y está guarnido con promesas. No me va a decir que tiene miedo de perderme, pero este beso me está contando la verdad. Cuando finalmente se separa, estamos los dos sin aliento. Me coge de la mano y la deja ir suavemente mientras se gira y se va hacia el aparcamiento.

Me voy de la escuela con el corazón pesado. Me espero hasta que Gwen termina la clase. Entonces le digo a mi profesor de química que tengo que volver a California para atender unos asuntos familiares. Me dice que estaría encantado de ayudarme con un examen de recuperación o incluso un examen para llevar a casa después de hablar con mis padres. Pero yo aún no sé qué le voy a decir a Kyle sobre mi partida. Así que, esa podría no ser una opción viable. Es temprano por la tarde, y llego antes que todo el mundo en casa. Me dirijo hacia abajo para empezar a organizar mis cosas. No me puedo creer que después de todos estos años poniendo la escuela como mi prioridad número uno, ahora me vaya a saltar las dos últimas semanas de clase y probablemente no me gradúe. Mi aceptación en la UCLA está dependiendo de mí obteniendo mi diploma del instituto. Puedo sentir mi pulso acelerarse, y cierro los ojos, parando mi pánico, decidiendo encargarme de una en una las crisis. Intentar mejorar necesita ser mi prioridad. Si no puedo arreglar eso, nada de lo demás va a importar. Me siento en mi cama y me acaricio la mano. Se siente tan extraño, como si no perteneciera al resto de mi brazo. La utilizo para recoger cuidadosamente la copia de Jane Eyre, que está colocada en mi mesita de noche, y la coloco al lado de todas las cosas que he recolectado. Cuando suena el timbre de la puerta, mi corazón da un revuelo imaginándome que debe ser Lucas. Estoy consternada por el agotamiento, pero mi

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fiel compañero me fuerza a subir penosamente lenta las escaleras. Abro la puerta de par en par y me quedo congelada en el sitio. Estoy aturdida al ver quién está ahí. —¿No me vas a dejar pasar? —Pregunta Apollo. Se ha afeitado la perilla, y su pelo es más largo, pero él aún es delgado como un rail en sus tejanos demasiado ajustados y su camiseta negra abotonada. —¿Qué haces aquí? —Pregunto, con los ojos abiertos como platos cuando pasa a través de mí entrando en la casa. Me quedo mirando su figura de dos metros más o menos. Mira alrededor, observando el lugar, antes de girarse de nuevo hacia mí. —Siento lo de tu madre —Dice él. Su comentario me derriba, enviándome de vuelta a ese terrible momento. —Tu puerta estaba abierta. ¿Estabas ahí ese día? —No. No estaba por ahí —Dice despectivamente, como si hubiera perdido el autobús en vez del asesinato de mi madre—. Felicidades por lo de UCLA por cierto. —Sonríe sin ningún tipo de humor, y su cara sin piel me recuerda a un esqueleto de Halloween sonriendo. —Gracias.

—Respondo

dubitativamente,

recordando

su

susceptible

personalidad y lo cuidadosamente que me comportaba a su alrededor—. Gracias por enviármela. Se encoge de hombros como si no fuera nada. Entonces coloca sus largas manos en sus delgadas caderas. —Tu padre me mandó a buscarte. Pestañeo sorprendida. —¿Qué? —Me has oído. Sabe que le has estado buscando. Lo sabe. —Apollo hace una pausa—. No estás bien. Quiere intentar ayudarte. —¿De qué conoces a mi padre? Un lado de su boca se eleva. —Él y yo. Desde hace mucho tiempo. Lo miro confundida, mi mente tambaleándose.

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—¿A qué te refieres? ¿Lo conocías cuando vivía encima de ti? Ladea la cabeza mirándome y levanta las cejas escépticamente, indicando cómo de estúpida cree que es mi pregunta. Mi sangre se congela. ¿Esto significa que mi padre nos ha estado vigilando? Apollo puede ver mis preguntas formarse. —Mira, sé que estás de camino a encontrarle, y él te está evitando todo el problema. No tenemos tiempo para charlas. Te responderé todas las preguntas más tarde. Ahora ves a preparar la maleta. La mujer y su hija van a volver en menos de media hora. Necesitamos estar fuera para entonces. —Se queda de pie mirándome fijamente, y su pie embotado empieza a dar golpes en el suelo. No entiendo nada. Me cruzo de brazos y lo miro a través de mi nariz. —No voy a simplemente irme contigo —Apollo se mantiene en silencio—. Necesito hablar con mi novio antes de aceptar nada —Insisto, odiando el hecho de estar utilizando esa palabra por primera vez y que sea con Apollo entre todas las personas. Él solo pestañea. Su calma está alimentando mi rabia. —¡Apollo! —Grito frustrada. Toma dos largos pasos en mi dirección y se agacha hasta que su nariz está solo a centímetros de la mía. —Tu novio. Ese es el crío que ha estado llamando a todo LA buscando a Rainard Blackwood —Se ríe—. Ese nunca fue el verdadero nombre de tu padre. Por eso dejó que se lo quedara tu madre. Necesitas olvidarte de él. Y tenemos que ponernos en movimiento. Tienes diez minutos para empacar o te vas sin nada. Sus palabras poco a poco van entrando. Ni siquiera teníamos el nombre correcto. Nunca lo íbamos a encontrar por nuestra cuenta, pero yo sigo sin moverme. —No me voy a olvidar de él, y no me voy sin él. Me echa un vistazo y niega con la cabeza. —¿Qué? ¿Crees que lo quieres? —Lo quiero.

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—Bueno, que pena – Frunce el ceño. —¿Y eso por qué? —Porque no puede venir con nosotros. —Entonces no puedo ir contigo. Su frialdad no se deshace ni un poco. —¿Qué te ha pasado, Raielle? La chica que conocí nunca se permitiría a sí misma engancharse a un maldito cachorrito, ya ni hablemos a un crío de instituto. Has cambiado, niña. Tiene razón, y sé porque. —He encontrado a mi familia, Apollo. Y estoy incluyendo a Lucas en esa categoría. Asiente. —Sí. Has encontrado a parte de tu familia. Pero tu padre es tu familia, también. Si te quieres curar de esta cosa que te has dado a ti misma, él es la única familia que cuenta ahora mismo. Su condición para ayudarte es que desaparezcas silenciosamente. No se lo puedes contar a nadie, y no puedes traer a nadie contigo. Ahora, puedes venir conmigo o no. Depende de ti. Pero los dos sabemos que tus posibilidades no son muy buenas sin su ayuda. De hecho, diría que son catastróficas. Aprieto la mandíbula con frustración. —¿Por qué está haciendo esto mi padre? Nunca se ha preocupado por mí antes. ¿Le importa acaso si vivo o muero? Apollo baja su mirada a mi nivel. —Sí le importa. Por eso estoy aquí. Ha estado manteniéndose alejado para protegerte. Manteniéndote fuera de su vida para que pudieras tener una vida normal. Hay gente ahí fuera que vendría a por ti si supiera que tú eres su hija. Gente peligrosa, Raielle. Soy la única vía que tienes para llegar hasta él. No sé qué creer. ¿Se supone que tengo que creerme todo lo que diga Apollo y simplemente irme con él? —¿Cuánto tiempo estaríamos ausentes? —Pregunto.

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Él duda antes de responder: —No lo sé. Me encuentro reacia a creerle. Niega con la cabeza al ver mi reacción. —Tienes que confiar en mí. ¿Te he mentido alguna vez? —No —Coincido— Pero tú has dejado mucha mierda, ¿o no? Parece divertido por mi comentario. Pero rápidamente se pone serio. —¿Tú crees que tu hermano o tu novio querrían que dejaras pasar una oportunidad de ser curada? Los dos sabemos cómo voy a responder a esa pregunta. Así que, ni me molesto. Ladeo la cabeza en su dirección en vez de hacerlo. —Digamos que sí me voy contigo, y mi padre me cura. ¿Cómo lo hará? ¿Le pasará la enfermedad a otra persona? Si eso es lo mejor que puede hacer, no estoy interesada de todos modos —Le suelto con más valentía de la que siento. Se ríe ante mi declaración, como si mis inesperadas agallas fueran divertidas para él. —Para ser honesto, no tengo ni una pista de cómo funciona esa mierda. Nunca he querido tener nada que ver con eso. La única manera de saberlo es viniendo conmigo. Lo estudio, pero no estoy segura de sí dice o no la verdad. —Si no me gusta lo que veo cuando llego allí, ¿entonces qué? ¿Seré libre de irme? ¿Puedo volver aquí? Los oscuros ojos de Apollo me observan. —No, probablemente no —Dice francamente—. Una vez te lleve hasta él, la gente eventualmente se dará cuenta de quién eres. Después de eso, necesitarás mantenerte cerca. Estarás bajo su protección. Volver aquí sería ponerte a ti y a toda persona que quieres en riesgo. —¿Bajo su protección? —Me río—. ¿Quién se cree que es, la mafia o algo así? ¿Qué significa eso? ¿Va a encerrarme en algún lugar? ¿Por qué diablos iba a estar yo de acuerdo con eso?

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Una pequeña sonrisa se curva en sus labios. —No, eso no es lo que significa. Siempre has estado bajo su protección. ¿Crees que has estado a salvo todos estos años porque has tenido suerte? Has vivido con borrachos y abusadores. Has estado rodeada de ladrones y drogadictos. ¿Cuántas veces has andado sola hasta casa por la noche a través de los barrios más peligrosos? Sin embargo, ni un pelo de tu cabeza ha sido dañado. Debes pensar que eres la maldita chica más afortunada del mundo. Mientras lo miro, casi me olvido de como respirar. Mi pecho se siente apretado mientras mi mirada cae al suelo. La verdad que está diciendo es demasiado obvia para dudarla. Creo que tuve suerte. Pero tiene razón. Nadie es tan afortunado. Mi padre me ha estado protegiendo desde hace tiempo. —Esto iba a pasar con el tiempo. —dice—. Tu padre ha estado esperando para conocerte durante un largo tiempo. Si él puede curarte, lo que hagas después ya no depende de mí. No puedo hacerte ninguna promesa de lo que viene después. Solo puedo decirte, que si no vienes conmigo, no tienes futuro ni con tu novio ni con nadie más. Si tu novio realmente se preocupa por ti, estoy seguro que no querrá eso. El punto de Apollo es demasiado fuerte para negarlo, y en realidad pienso sobre irme con él. Pero si lo hago, Lucas no lo entenderá. Él me despreciará por desaparecer así sin decir nada. Nunca ha estado seguro de mis sentimientos, y sé que eso es mi culpa. Pero si me quedo aquí y arriesgo mi vida por más tiempo, se culpará a si mismo por mi destino. Sé que no será capaz de vivir con eso, y nunca podría poner esa carga sobre él. Miro a Apollo, finalmente entendiendo lo que está pasando, y se siente como si todo el aire de la habitación hubiera desaparecido. Si no quiero que esta enfermedad me mate, tengo que irme con él. Si decido ir con él, tengo que alejarme de Lucas sin despedirme y sin explicaciones. No sé cuánto tiempo pasará antes de que pueda verlo de nuevo. Si mi padre no me puede curar, quizá nunca pueda sentir sus brazos alrededor mío otra vez. Hace solo unos meses, ni siquiera conocía a Lucas, y ahora siento que es parte de mí. Él piensa que soy su rayo de sol, pero de alguna manera, sin que yo ni siquiera me diera cuenta hasta este momento, se ha convertido en mi centro. Toda mi fuerza proviene del amor que me da. Aprieto mis

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manos contra mi boca en cuanto la realidad de la situación me golpea, calándome los huesos. —Ahora ve a buscar tus cosas. —dice Apollo. Su voz se suaviza ante la desesperación de mi rostro. Todavía no veo cómo moverme—. Demonios. — murmura, pasándome, bajando las escaleras. Aturdida, le sigo y miro como mete la ropa que ya había puesto sobre la cama en una bolsa de lona que había dejado en el suelo. —Sigue leyendo esto. —dice, levantando mi vieja copia de Jane Eyre. Lo arroja en la bolsa, también—. ¿Esto es todo? —Pregunta, sacando el cargador del móvil y colocándolo sobre la mesa al lado de mi teléfono—. Tienes que dejar esto aquí. Puede ser rastreado. Lo estoy observando en silencio, demasiado emocional para prestarle atención. Pero cuando me doy cuenta de que ha cogido mi teléfono, salgo de mi estupor, sabiendo que no puedo ser tan cruel como para dejar a Lucas en la oscuridad de esta manera. Me giro hacia Apollo. —Voy a llamar a Lucas. No quiero que se pregunte si estoy viva o no. No puedo hacerle esto. Es solo una llamada telefónica y estoy dispuesta a morir por ella si lo provocas. —Busco mi teléfono y en silencio le reto a detenerme. Cuando no se pone inmediatamente, empiezo a subir las escaleras por un poco de privacidad. —Oh, no, no. No. —Apollo coge mi brazo, y puedo ver que está vacilando—. Puedes hacer tu llamada, pero tengo que escucharla. Solo mantén los hechos. Sin detalles. Corto y dulce. Me arranco de su brazo. —No me has dicho los detalles. —Por una buena razón. Le fulmino con la mirada. Él permanece en silencio mientras torpemente manipulo el teléfono. Marco el número de Lucas y lo escucho sonar, pero el sonido es casi ahogado por mi corazón desbocado. —No. Un susurro frustrado sale de mis labios cuando me sale su correo de voz. Entonces trato de detener mis pensamientos. Tengo que pensar con claridad.

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Tengo que decirle como me siento en el caso de que no tenga esta oportunidad de nuevo. Trato de mantener mi voz firme para que no se preocupe. Cuando abro la boca para hablar, aun no estoy segura de que decir. —Soy yo. —empiezo, escuchando como mi voz se entrecorta. Respiro profundamente en mis pulmones antes de continuar—. Mi padre sabe que lo estamos buscando, envió a alguien a buscarme. Teníamos el nombre equivocado, Lucas. Nunca lo hubiéramos encontrado nosotros mismos. —Lanzo una mirada a Apollo para ver si está enfadado por lo que acabo de revelar, pero él solo se ve aburrido y desinteresado. Así que, continúo. —Mi padre dice que puede curarme, pero tengo que ir a él sola. Y tengo que ir ahora. Siento irme de esta forma… sin ti, sin decir adiós. Pero, por favor, no te preocupes. Voy a estar bien. —Hago una pausa después de mi mentira. No sé si estaré bien. Mientras que esta mentira se desliza fácilmente de mis labios, no voy a mentirle acerca de verle pronto. No quiero que me espere si no puedo volver a él. Sería demasiado cruel. Tomo otro aliento antes de continuar. —Te amo. —Susurro, apretando mi garganta contra la emoción que amenaza con robar mi voz—. Me comprometo a nunca dejar de amarte. Todo mi corazón es tuyo, Lucas; te pertenece. —Termino la llamada, finalmente dejando escapar el sollozo que se había construido en mí, recitando el resto de la cita que conozco tan bien en silencio… y solo contigo permanecerá, donde el destino exiliara el resto de mí por tu presencia para siempre. Siento a Apollo quitar el teléfono de mi alcance. —Muy bien. Ahora, vamos. Esto es solo un romance de secundaria. Créeme, lo superarás. Estas destinada a cosas grandes. Si todo sale bien, tu vida está a punto de convertirse en una muy buena e interesante. ¿Y todo esto? Pronto, este lugar será la definición de tonto. Te puedo prometer eso. Pero estoy ahí en silencio, tratando de aguantar mis lágrimas, sin mostrar la recuperación inmediata que él obviamente espera después de su pequeña charla. Él suspira con impaciencia. — ¿Estas lista para irnos? Le miro. —No.

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Su voz se suaviza. —Vamos. Estamos conduciendo, y tenemos un montón de camino por recorrer. — ¿A dónde vamos? —le pregunto. —Nos vamos a casa, Raielle. Él me hace salir, llevando mi bolsa por mí. Me vuelvo para mirar la casa de Myles mientras ando por el pequeño coche de dos plazas que Apollo ha estacionado en la calle. Recuerdo la primera vez que vi a Lucas de pie en la oscuridad. La forma en que conectamos desde el principio. La forma en que nos enamoramos. Amar a Lucas me ha cambiado irrevocablemente. Nunca podre ser de nuevo la cerrada, centrada chica que trataba de no preocuparse por nadie. Lamento no haberle dicho eso. Me preocupa que él no entienda cuan profundos son mis sentimientos por él. Temo que me odie por desaparecer de esta manera. Me tropiezo y Apollo me atrapa. —Vamos, chica. —dice suavemente—. Estarás en buenas manos. Tu padre no te dejará morir si puede evitarlo. Pero yo sé que está equivocado. Incluso si sobrevivo, una parte de mi morirá igualmente sin Lucas.

Continuará…

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Próximo libro Ella mantuvo a todo el mundo a salvo, excepto a si misma… La vida de Raielle estaba llena de secretos. Su poder era un secreto y también su pasado. Cuando llegó a Fort Upton, todo cambió. Descubrió su familia, y se encontró con el chico que sería el dueño de su corazón para siempre. Pero no podía durar. Saber tan poco sobre su poder casi la destruyó. Tuvo que irse y romper el corazón de ambos. Ahora ha vuelto a California, y no tiene que ocultar quien es nunca más. Pero no hay alivio porque se está ahogando en el remordimiento. Sabía que necesitaría más que un milagro o un pecado salvarse, pero no hubo milagro. Su supervivencia tenía un precio demasiado alto. Encontró a su padre, pero ella no puede volver a Lucas hasta que encuentre la redención. Ella lo salvó. Entonces lo dejó… Ella salió de la nada y lo cambió para siempre, luego desapareció y lo dejó tambaleándose. Toda su vida, nunca tuvo a nadie que realmente la amará. Hasta él. ¿Pensaba ella que no la buscaría? ¿Creía que no valía la pena? Lucas deja todo para seguir a Raielle. Cuando la encuentra, ella es una pálida sombra de la chica que recuerda. Su poder la está traicionando y también las personas que la rodean, pero una cosa no ha cambiado. Ella desinteresadamente quiere salvar al mundo, y él solo quiere salvarla a ella. Con más secretos a descubrir y verdades oscuras a enfrentar, Raielle y Lucas deben hacer sacrificios por el otro. Pero al final ¿los sacrificios los acercaran o los separaran? ¿Cuándo él se vea obligado a hacer el último sacrificio, dejará ella todo en lo que cree para salvarlo de nuevo? Segundo libro de Remedy Series.

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Sobre la autora Debra Doxer nació en Boston, y aparte de un par de años perdidos en el sol de California, siempre ha residido en el área de Boston. Escribe ficción, documentos de técnicos de software, garabatos ilegibles en notas adhesivas, y los textos que quedan mutilados por la autocorrección. Escribe para ganarse la vida, y escribe por diversión. Cuando su hija le pregunta que cuando se quedará sin palabras, su respuesta siempre es: “Cuando se me acabe el tiempo”.

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Créditos MODERADORAS Júls MoN_Sookie

STAFF DE TRADUCCIÓN Júls

Candygominola

MoN_Sookie

Aryastark

Lausodie

electra@

Majuhenao

STAFF DE CORRECCIÓN Júls

Maia8

MoN_Sookie

Morgana

Neptbell

Sthefynice

RECOPILACIÓN, REVISIÓN Y DISEÑO Júls

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TRADUCIDO, CORREGIDO y DISEÑADO EN

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http://perfectdream.foroactivo.com/


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