14 2 el condenado

Page 42

—No estamos aquí para centrarnos en mí, si no en ti. Dime, William, ¿por qué has dejado la oscuridad después de tantos años? —Tenía miedo —contestó intentando no reírse, pero su respuesta hizo temblar la habitación. La pálida piel de Babi se enrojeció, Damián soltó una sonora carcajada y Cleon temblaba escondiendo una sonrisa debajo de su nariz. Laupa se sintió furiosa. ¿Por qué él no la defendía? ¿Desde cuándo era tan grosero? —Sí —añadió Liam demasiado serio para su carácter; quizás el rubio le servía de apoyo—. En ocasiones veo muertos. Las risas resonaron en la sala. Aquello no era serio. Se estaban burlando de ella. Ambrosía resplandecía a su lado. La ninfa rechinó los dientes. El dulce infierno estaba apunto de estallar y arrasaría con todos. —Perfecto —Laupa habló al tiempo que se ponía en pie y con la mano estiró su ropa—, haré constar delante del consejo de sabios su interés por el infierno, querido William; quizás esté usted más cerca de lo que piensa. La sacerdotisa se giró con una sonrisa helada en la cara. Por dentro se odiaba a sí misma: ella quería ganarse la confianza de todos, no formar parte de sus enemigos. —Por favor, señorita Galatea —la voz de Cleon acarició sus sentidos y escuchó a Damián maldecir mientras Babi le reprendía sus risas. Laupa disfrutó de la sensación: pensar que Cleon la miraba era algo indescriptible—, discúlpenos, hemos estado algo tensos últimamente. Un compañero, alguien que creíamos un amigo, nos traicionó. Entienda que seamos algo reacios a dialogar con extraños. La antigua sacerdotisa se giró, y sus ojos, ahora negros, se clavaron en Cleon. El tiempo lo había cambiado, no en su físico que estaba exactamente igual que cuando todavía era un hermoso


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.