14 2 el condenado

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Catorce Kokon

Cuando no estás acostumbrado a ser un vampiro, resulta agobiante ver cómo el sol te atrapa. Con el paso de los años, simplemente, te desquicia. Sientes que eres débil, impotente. Sin embargo, Laupa estaba encantada con aquella nueva condición. Aquel tiempo en un lugar oscuro y sin luz le daba algo más de margen para disfrutar de la compañía de Cleon. Ella había tardado en dormirse porque quiso aprovechar al máximo de aquel estado de bienestar. Los brazos de Cleon se sentían igual de bien con su nuevo cuerpo. Había pensado en sus palabras. Él siempre amaría a Laupa, pasase lo que pasase. Quizás si conseguía que Cleon sintiera algo por Galatea… Laupa tendría una oportunidad para el perdón. Cleon se había levantado del sofá hacía varias horas y estaba concentrado en su ordenador. Encargó varias armas en una tienda cercana. El pedido lo dejarían en recepción, pero él no bajaría allí hasta que oscureciera. Las medidas que tenían que tomar los vampiros eran extremas, nunca sabías dónde te podías encontrar con un ventanal. Laupa intentó concentrarse. Había llegado un momento clave. Debían presentarse ante los maken y hablar sobre la situación de la monarquía. Ella tendría que comportarse como un miembro del consejo y debería parecer peligrosa e inteligente. Todo un reto. Memorizó la dirección adonde tenían que ir. Gracias a las nuevas tecnologías no se perdería, pero no sabía que tenía que hacer al llegar allí. Ambrosía le había explicado muy por encima lo que tenían que hacer al respecto. Los maken, clan liderado por Jamal, también conocido como traidor hijo de puta, se iban a reunir en la bella ciudad de Roma con el


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