James Joyce
—Pièce de Shakespeare, ¿saben? Es tan francés, el punto de vista francés. Hamlet ou... —El
mendigo
distraído
—terminó
Esteban. Juan Eglinton se echó a reír. —Sí, supongo que así será —dijo—. Gente excelente, no hay duda, pero angustiosamente cortos de vista en algunos asuntos. Suntuosa y estancada exageración en el crimen. —Roberto Greene lo llamaba un verdugo del alma —dijo Esteban—. No en balde era hijo de un carnicero que esgrimía el hacha de matar y se escupía en las manos. Nueve vidas son sacrificadas por una: la de su padre. Padre Nuestro que estás en el purgatorio. Los Hamlets caqui no titubean para tirar. Los matadores rezumándose de sangre del quinto acto son una anticipación del campo de concentración cantado por el señor Swinburne.
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