Los Guardianes del Equilibrio: La Balanza

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yo no tengo nada con lo que defenderme. —¡Hugo, huye y pide ayuda! –me grita Timeo desde el suelo. Cuando me fijo en él veo que tiene una brecha en la cabeza y la sangre cubre su rostro. Me invade la ira y eso me da fuerza durante unos segundos. En una de las veces que esquivo los rápidos ataques de Miguel, lanzo un puñetazo sobre su rostro, dejándole sin posibilidad de continuar atacando. En ese momento me aferro a su espada con fuerza. El que queda es Tadeu, el más pequeño de todos. Tiene dieciséis años y, hasta donde yo sé, carece de poderes. —¿Y ahora qué? –pregunta el menor, con las piernas temblorosas. —Retirad vuestras armas y rendíos –les amenazo. Fernão se ríe y desenvaina su espada. Junto a él se aproxima Tadeu. Me encuentro en un duelo desequilibrado. En un despiste Fernão me golpea con la empuñadura de su arma, dejándome atontado. Cuando estoy a punto de caerme al suelo alguien me sujeta firmemente por las axilas. Intento volverme para ver de quién se trata, pero no logro reconocer su cara. —¿Se puede saber qué está pasando aquí? –grita Eliane–. ¡Exijo una explicación! A su lado aparece Florian Munive, el hermano mayor de la familia francesa. Por lo que me ha contado Eli, es tan buen luchador como persona. —Vuestra madre nos ha contado que estabais por la villa deambulando –dice Florian. —¡Eh! ¡No es lo que parece! –dice a gritos Fernão–. El niñato éste nos ha provocado y nos ha insultado. —¡Mentira! –contesto al instante, intentando zafarme de 26


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