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ARDID PERUANO ANTE ENGAÑO COLOMBIANO
El 24 de Julio de 1911, llegó a la boca del Apaporis un vapor brasilero con las esperadas fuerzas colombianas de Teffé y dos comisiones: una peruana, con el Ingeniero Klinge como jefe, y otra colombiana, jefaturada por su Cónsul de esa misma ciudad. El señor Klinge entregó al Jefe de la expedición peruana un oficio del Cónsul del Perú en Manaos Sr. Rey de Castro, en el cual le decía que por orden del gobierno del Perú se había celebrado el 19 de Julio de 1911, un convenio entre el gobierno peruano y colombiano, el cual señalaba que las fuerzas peruanas debían dirigirse al río Putumayo. Apoyados en esto, la comisión colombiana exigía la desocupación por las tropas peruanas de la margen derecha del río Caquetá.
El Comandante Benavides hizo saber a los comisionados colombianos su deseo de que en la conferencia que debía tener con ellos, estuviese presente el General Gamboa como jefe militar de las fuerzas colombianas, quien se encontraba en la aduana brasilera del Apaporis. Reunidos en la tarde de ese día en la lancha “Loreto", las dos comisiones y el General Gamboa, el Jefe de la expedición peruana les ofreció un té, durante el cual la conversación se sostuvo en forma correcta y hasta cierto punto cordial.
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Enseguida tuvo lugar la conferencia que se prolongó durarte algunas horas, en ella los comisionados colombianos y particularmente el General Gamboa y el Doctor Domingo Irurita, exigieron reiteradamente la desocupación del río Caquetá por las tropas peruanas, haciendo mérito de la orden que había impartido el Gobierno peruano, y tratando de impresionar al Jefe de la expedición peruana, hablándole de la responsabilidad que recaería sobre él, al no darle cumplimiento.
El Comandante Benavides después de escuchar esos y otros argumentos, les contestó que el Gobierno peruano al celebrar el convenio y al impartir como consecuencia, la orden de que la expedición peruana se dirigiera al Putumayo, no tenía todavía conocimiento de que la misión que se le había encomendado estaba cumplida y por consiguiente tampoco conocía el resultado de los combates que habían tenido lugar en la "La Pedrera" y el sacrificio que tantas vidas había costado reintegrar la margen peruana del Caquetá al territorio nacional, y finalmente, que en virtud de estas consideraciones y asumiendo toda la responsabilidad que pudiera derivarse de su actitud, se negaba a entregar esa margen del Caquetá a las fuerzas colombianas.
En seguida el Comandante Benavides invitó al General Gamboa y a los comisionados colombianos a expresar por escrito en un acta, todas las razones que creyeran abogaban para que las tropas peruanas desocuparan la margen derecha del Caquetá, y que él, expondría a su vez en la misma acta, los motivos por los que no hacía esa entrega. La parte colombiana de esa acta, fue entonces suscrita por el Doctor Domingo Irurita y a continuación el Comandante Benavides escribió su negativa, haciendo valer las razones ya citadas.
Acta del 24 de Julio de 1911
A bordo del transporte peruano “Loreto”, a los veinticuatro días del mes de julio de mil novecientos once; reunidos los Sres. Teniente Coronel Oscar R. Benavides Comandante de las Fuerzas Peruanas expedicionarias al río Caquetá y el Sr. General J. Isaías Gamboa jefe de las fuerzas colombianas expedicionarias al mismo río y con la concurrencia de los comisionados especiales enviados por los Cónsules Generales del Perú y de Colombia en Manaos, Ingeniero Germán Klinge, peruano, y Sres. Dr. Domingo Irurita, Benjamín Castillo y Rubén Vásquez, colombianos, con el objeto de llegar a un arreglo, conforme con las instrucciones traídas por los dichos comisionados sobre la situación creada en el río Caquetá, el Sr. General J. Isaías Gamboa, expuso:
1°.- Que creía que en vista de la orden enviada por el Sr. Cónsul General del Perú en Manaos, las fuerzas peruanas deberían retirarse de los lugares denominados “La Pedrera” y “Puerto Córdoba”, situados en la margen derecha del río Caquetá, lugares que debían ser ocupados por las fuerzas colombianas, puesto que el cumplimiento dado por el Gobierno Colombiano a la primera parte del convenio celebrado entre ambos Gobiernos, suspendiendo en Manaos la marcha del refuerzo que esperaba el General Gamboa, permite exigir igual conducta de parte del Sr. Comandante de las fuerzas peruanas.
2º.- Que en virtud del espíritu del acuerdo celebrado entre los Gobiernos del Perú y Colombia, pedía que los prisioneros que el Sr. Comandante Benavides conservaba en su poder, fueran puestos en libertad.
A lo que el Sr. Teniente Coronel Benavides dio respuesta en la siguiente forma:
1°.- Que dada la distancia a la que se encuentra el río Caquetá tanto de Manaos como de Iquitos, ciudades de donde únicamente su Gobierno podía tener conocimiento de la situación actual derivada de los combates habidos en los días diez, once y doce del presente mes, las instrucciones que le había comunicado el Sr. Cónsul en Manaos, eran consecuencia de una situación no conocida por su referido Gobierno
2°.- Que habiendo obligatoriamente el Comandante Benavides, llevado a cabo un acto de fuerza para la ocupación de la margen derecha del río Caquetá y estando en la actualidad en posesión de ellas, era su Gobierno, quien, en vista de tal situación, que ignoraba, debía ordenarle lo que creía conveniente
3°.- Que instalada la Aduana peruana en la margen derecha del referido río Caquetá, era también su Gobierno quien debía dar órdenes con respecto a ella.
4°.- Que no tenía conocimiento oficial que los refuerzos que se dice venían para las tropas colombianas, hayan quedado voluntariamente en Manaos, y
5°.- Que espontáneamente, al principio de la conferencia, ofreció al Sr. General Gamboa, entregarle los prisioneros que tenía en su poder, y que, en consecuencia, le serían entregados hoy mismo.
En tal virtud, hasta recibir nuevas instrucciones de sus respectivos Gobiernos, acordaron:
1°.- Que devueltos los prisioneros, las tropas colombianas continuarían, sea en territorio brasileño como actualmente se encuentran, o que se establecerán en la margen izquierda del rio Caquetá.
Esta acta se firmó por duplicado, quedando un original en poder del Sr. Teniente Coronel Benavides, la otra en el del Sr. General Gamboa.
(Firmado) Oscar R. Benavides (Firmado) J. Isaías Gamboa
(Firmado) G. Klinge (Firmado) D. Irurita
(Firmado) Benjamín Castillo (Firmado) Rubén Vásquez
Los representantes colombianos indicaron al jefe peruano que en el vapor brasilero regresarían a Manaos, para de allí hacer conocer a Su Gobierno la negativa de dicho Jefe al cumplimiento de la orden que habían recibido, llevándose al mismo tiempo, las fuerzas que habían traído.
Pero en la madrugada del día siguiente, el Comandante Benavides que se encontraba durmiendo en su camarote, fue despertado por el Oficial de Servicio para comunicarle que el vapor brasilero teniendo a bordo al General Gamboa, a los representantes colombianos venidos de Manaos y a las fuerzas que habían traído de Teffé, se dirigían hacia "La Pedrera".
El Comandante Benavides salió de su camarote en el preciso momento en que el citado vapor pasaba por babor de la lancha "Loreto" y dirigiéndose en alta voz al comandante de dicha embarcación, quien se encontraba en el puente de comando le dijo: "Comandante, sólo en consideración que su vapor lleva la bandera del Brasil, nación amiga del Perú, le advierto a Ud. que tengo minado el río Caquetá y que si su buque sigue avanzando, salvo la responsabilidad de mi patria y la mía. Con esta prevención he cumplido con mi deber, ahora cumpla Ud. con el que crea le corresponda".
Inmediatamente el vapor brasilero desvió su marcha y atracó en la margen del río. Su Comandante fue en el acto, a bordo de la lancha "Loreto", y lleno de emoción le dijo al Comandante Benavides que había hecho rumbo a "La Pedrera" obligado por los jefes colombianos; que le agradecía inmensamente la advertencia que le había hecho y que en seguida el vapor se dirigiría a Manaos con la gente que tenía a bordo, lo que en efecto hizo momentos después.
El ardid de que tuvo que valerse el Comandante Benavides, púes el río Caquetá no estaba minado, ni había los materiales con qué hacerlo, fue salvador para las tropas peruanas, porqué en la lancha "Loreto" con el Comandante Benavides no había sino un Oficial, el Teniente EP Cervantes y 10 individuos de tropa.
El 28 de Julio de 1911 se celebró el aniversario patrio con gran entusiasmo en "La Pedrera", con la concurrencia de las autoridades brasileras de la aduana en la boca del Apaporis, invitadas especialmente por el Jefe de la expedición peruana. Con la presencia de todos los Jefes, Oficiales y Tropa del Batallón de Infantería N° 9 y las tripulaciones de la flotilla de transportes fluviales. Se izó el pabellón nacional y se entonó el himno patrio tocada por la banda de músicos del Batallón, culminando la ceremonia con las palabras alusivas del Tte. Crl. EP Oscar R. Benavides y el desfile de las Tropas ante las autoridades invitadas.
Nuevo aliado de Colombia ataca a las Fuerzas Peruanas
El 29 de Julio de 1911 apareció esta vez un nuevo enemigo, se inició entre la Fuerza Expedicionaria Peruana una violenta epidemia de fiebre amarilla, malaria y de beri-beri, presentándose con fiebre elevadísima y vómitos incontenibles que ocasionó muchas y muy sensibles víctimas. Siendo la mayor parte del personal de tropa del Batallón, originaria de la sierra del Perú, no tenían la resistencia necesaria para soportar los estragos de esas enfermedades de nuestra selva.
La rapidez con que se propagaba esa mortífera epidemia, determinó que el Comandante Benavides decidiera destruir por el fuego la barraca que había servido como enfermería a las fuerzas colombianas y desinfectar hasta en ocho oportunidades las que quedaban. La condición tan desesperante y triste que presentaba el personal del Batallón, determinó que el Comandante Benavides hiciera que la expedición se embarcara en las lanchas y albarengas disponibles, situándolas frente a “La Pedrera” y ordenando que, alternándose, naveguen durante dos horas todos los días.
El estado sanitario de las fuerzas peruanas fue haciéndose cada día más grave. Las fiebres se presentaban con manifestaciones de lo más extrañas y variadas; algunos de los enfermos perdían el sentido del oído, otros quedaban ciegos, y otros perdían la razón. Había botiquines previstos de las medicinas apropiadas, pero la aplicación de las medicinas, en particular la quinina, no daba el resultado que debía esperarse.
A diario se tenía que deplorar la muerte de algunos de esos valientes soldados. El Mayor EP Ramírez Hurtado, 2do Jefe del Batallón de Infantería N° 9, inteligente y valeroso Jefe, falleció víctima de la misma epidemia y fue enterrado como el Teniente Pinglo, el Subteniente Bergeríe y sus otros compañeros que murieron ya en los combates, ya por causa de esas enfermedades; en la margen peruana del río Caquetá, que habían reintegrado a la Patria con su sacrificio y con su valor, venciendo al invasor.
La situación a causa de esas enfermedades se hizo muy serla y peligrosa para la Fuerza Expedicionaria Peruana. En muchos de esos días no se llegó a contar más de diez soldados en pie, y dos o tres Oficiales que caían y levantaban por las fiebres de que sufrían. Y en tan deplorable estado, se esperaba de un momento a otro, un ataque de las fuerzas colombianas que se encontraban en la isla brasilera de Teffé y que debían haber reforzado, como se ha dicho, a las que habían invadido la margen derecha del Caquetá. Por información de los prisioneros de guerra, la fuerza colombiana que había ocupado anteriormente esa margen del río había tenido también muchas bajas por las mismas enfermedades.
Para evitar una sorpresa de parte de las fuerzas colombianas de la isla Teffé, el Comandante Benavides, que era el único miembro de la expedición cuya buena salud había permanecido inalterable, remontaba en la lancha "Loreto" todas las tardes el Caquetá, con el pequeño número de soldados y alguno de los Oficiales que se encontraban momentáneamente en mejores condiciones, hasta la boca del río Apaporis, o sea la frontera con el Brasil, que era paso obligado para esas fuerzas colombianas. Permanecía allí durante las noches y en las mañanas bajaba el Caquetá en la misma lancha, para conocer el estado de los enfermos, el número de los que habían fallecido, y dar las órdenes que fuesen necesarias.
El 01 de Agosto de 1911, el Comandante Benavides remite un documento al Prefecto del Departamento de Loreto, haciéndole conocer el calamitoso estado sanitario del personal de la Expedición a su mando, pese a las previsiones que se habían tomado, ya que todo el personal tomaba solo agua hervida, usaban uniforme color kaki y ropa interior de algodón, además que todo el personal fue previsto de mosquiteros. En cuanto a la flotilla de transportes fluviales, la situación también era caótica, así la lancha “Loreto” de 24 hombres de tripulación, tenía 14 enfermos; la lancha hospital “Tarapoto” de 20 hombres de tripulación, tenía 12 enfermos y la lancha “Estefita” de 22 tripulantes de dotación, tenía 14 enfermos.
Así mismo, daba cuenta de las acciones tomadas para contrarrestar la epidemia surgida y la necesidad de que se enviara desde Iquitos uno o dos facultativos con los elementos necesarios para hacer frente a las enfermedades surgidas, en vista que hasta el Subteniente Farmacéutico Trizano se encontraba enfermo con beri-beri. El Comandante Benavides también solicitó que en caso que el gobierno decida relevar al Batallón de Infantería N° 9, este relevo debería hacerse con soldados loretanos, que por ser de la región contaban con mayores defensas para sobrellevar las enfermedades de la selva.
Desde Iquitos el Prefecto Francisco Alayza Paz Soldán dirigió un telegrama al Presidente de la República. Augusto B. Leguía, fechado el 04 de Agosto de 1911, en estos términos:
"Con motivo del combate de "La Pedrera", triunfo glorioso y sangriento para nosotros, sentimiento público hallase aquí muy excitado. Ayer publicaron diarios acuerdo con Colombia permitiendo a aquel país ocupar margen derecha del Caquetá. Noticia produjo verdadera explosión indignación, todos sin distinción clases ni partidos trataron de organizar mitin protesta contra pacto y próximo modus-vivendi. Traté calmar ánimos manifestando que después triunfo obtenido aquel acuerdo quedaría sin objeto, pues ya no existen colombianos margen derecha Caquetá.
“Confirmo puntos 6º y 7º de mi telegrama a V.E. Nº 41 del 31 Julio. Por ahora no debe pensarse abandonar aquella región, además razones expuestas en telegrama citado, habría unánime y violenta protesta en Loreto” .
“Nuestra victoria en La Pedrera y los documentos reservados capturados a colombianos deben modificar substancialmente aquel pacto como hace modificado actualmente situación en aquella región. Ruego V. E. tomar cuenta estas indicaciones inspiradas bien nacional y conveniencias gobierno. Suplícole hacer saber Benavides, vía Manaos, nuevas instrucciones que conviene concuerden con presente telegrama” .
“Alayza Paz Soldán"
Archivo colombiano capturado en “La Pedrera”
El 05 de Agosto de 1911, el Prefecto de Loreto en su Oficio al Director de la Guerra en Lima, informa lo siguiente:
“En vista archivo capturado a colombianos por Benavides adquiere firme convicción que arreglos Cancillería tienen único objeto ganar tiempo para adquirir lanchas de guerra, establecerlas en Putumayo o Caquetá, así como para reunir tropas en Manaos, Bajo y Alto Caquetá y Alto Putumayo. Cuando llegue momento propicio, negociaciones serán rotas por resultar exageradas pretensiones colombianas y aquel país quedará de hecho dueño parte disputada.”
“Alayza Paz Soldán"
Efectivamente, en los archivos capturados por el Comandante Benavides a los Generales Gamboa y Valencia había documentos originales, notas e instrucciones desde Setiembre de 1910 hasta Julio de 1911, algunos de los cuales contenían lo siguiente:
• “Información oficial de los ex cónsules de Colombia en Manaos, Eleodoro Jaramillo y Santiago Rozo, donde indican que pese a Decreto Supremo para instalar Aduana en boca del Apaporis, consiguieron que esta se instale en la margen derecha del Caquetá en “Puerto Córdoba”.
• “Oficios del Cónsul de Colombia Santiago Rozo a los Generales Gamboa y Valencia indicándoles que ya ha solicitado a Ministro Colombiano en Río de Janeiro, para que gestione con gobierno Ecuador, movilice tropas sobre el Napo, mientras Colombia avanza desde Pasto sobre Alto Putumayo”.
• “Telegrama del Ministro colombiano en Río de Janeiro donde dice: Gobierno ecuatoriano de Alfaro, solo puede ofrecer lancha”.
• “Correspondencia remitida a Bogotá por el Cónsul Santiago Rozo, dando informaciones con el objeto de excitar ánimos contra Perú y cree lo ha conseguido”.
• “Documento del Cónsul Santiago Rozo solicitando a su gobierno nombre agente en Iquitos para espiar y entorpecer movimientos tropas peruanas”.
• “Documento del Cónsul Santiago Rozo informando a los Generales Gamboa y Valencia que servicio de espionaje en Iquitos y Putumayo está completamente organizado.”
• “Informe del Cónsul Santiago Rozo a los Generales Gamboa y Valencia indicando que trocha entre Achotrini y Apaporis se terminará en breve y pasarán por allí fuerzas colombianas para reforzar La Pedrera”.
• “Pliego de Instrucciones al General Gamboa del Ministro de Guerra para que instruyan a tribus Putumayo y Caquetá considerando estos territorios como colombianos, halagarlos y sublevarlos contra caucheros peruanos (especialmente contra casa Arana) hasta desaparecerlos, secundados por tropas colombianas”.
• “Correspondencia entre los Generales Gamboa y Valencia sobre Plan de invasión al Putumayo considerando lo siguiente: Fuerzas del Caquetá penetrarán por afluente Cahuinari sobre cuenca Putumayo, sublevando tribus indias en trayecto y avanzando este hasta río Ingaparaná y confluencia de este con Putumayo entrando por … (inelegible) … haciendo cuartel general en Arica, lugar situado en confluencia mencionada, logrando así aislar y bloquear casa Arana y guarniciones peruanas impidiendo toda comunicación. Coincidiendo con estas operaciones bajarían tropas de Pasto hasta llegar al Alto Caquetá y Alto Putumayo, invadiendo aquellas regiones y distrayendo nuestras fuerzas. Dicho gran movimiento simultaneo envolvente permitirá guarnecer íntegramente cuenca del Putumayo aniquilando casa Arana”.
• “Documentos de Rozo y Generales Gamboa y Valencia solicitando a su gobierno insistentemente la inmediata compra en Estados Unidos de lanchas de guerra”.



Cap Tulo Vii
Misi N Cumplida
En vista de no tener ninguna respuesta del gobierno sobre la situación de las guarniciones de “La Pedrera” y “Puerto Córdoba”, el Prefecto de Loreto envió la lancha “Elisa” hacia el Caquetá, al mando del Tte. 2do AP Héctor Mercado, llegando a “La Pedrera” el 11 de Agosto de 1911, llevando conforme lo había solicitado el Comandante Benavides auxilios sanitarios indispensables, con el médico Doctor Matías Ferradas, el farmacéutico Sr. Toledo Ocampo y un sanitario con medicinas por un valor de 48 Libras. También llegó el Capitán de Ingeniería EP Manuel L. Rodríguez, dos oficiales y 55 personal de tropa de origen loretano para relevar al personal del Batallón de Infantería N° 9, como lo había solicitado también el mismo Jefe de la expedición peruana, para el caso de que el Gobierno peruano insistiera en su orden de entregar la margen derecha del Caquetá a Colombia.
El Comandante Benavides no quiso que sus subordinados que habían valientemente reintegrado la margen de ese río al territorio patrio, cumplieran con esa triste y deshonrosa misión, después que habían sabido luchar y salir victoriosos, rechazando al invasor. El Capitán EP Manuel Rodríguez pidió más tarde y por el mismo motivo, su relevo y fue un Oficial de la policía de Loreto, quien cumplió posteriormente esa desgraciada orden del Gobierno del Perú.
El retorno de la expedición peruana fue dispuesto por el Prefecto de Loreto en el documento que le dirigió al Comandante Benavides por intermedio del aviso “Iquitos”, en la que le decía:
Iquitos, Agosto 14 de 1911
Sr. Tte. Crl. Oscar R. Benavides, Comandante en Jefe de las fuerzas del bajo Caquetá peruano.
La Pedrera
“Tengo la satisfacción de dar respuesta a sus estimables oficios del 1° del pte. …….”
“Aunque el Supremo Gobierno hasta hoy, no contesta las preguntas concretas que sobre la desocupación de aquella zona le dirigiera por comunicación inalámbrica, como se lo anuncié a Ud. en mi Oficio del 04 de Agosto; un deber imperioso de humanidad y previsión elemental me obliga a ordenar a Ud. que, sin más tardanza, se embarque Ud. con las fuerzas que le obedecen, incluyendo los elementos de que se componen la expedición, aprovechando para ello de las cuatro lanchas que están en La Pedrera, además del aviso “Iquitos”, portador del presente Oficio”
“Aquellas embarcaciones, con las cuatro “Chatas” que remolcan, permitirán a Ud. acomodar con relativa comodidad a los enfermos que cubren su campamento”
“Practicada esta operación, la que deberá realizarla con la mayor rapidez, el convoy se dirigirá a este puerto, en donde nos esforzaremos en prodigar a sus valientes todo el cuidado y la atención que merecen”.
“Es muy posible que en vista de las conversaciones que haya Ud. tenido con el Sr. Capitán de Ingeniería Rodríguez…….”
Dios Guarde a Ud.
Fco. Alayza Paz Soldán.
Mientras se efectuaba el relevo de las tropas peruanas en “La Pedrera”, el estado de las tropas colombianas era peor; el 12 de Agosto de 1911, de los 160 colombianos que formaron la 1ra Expedición al Caquetá, descontando los fallecidos en Manaos, Teffé y La Pedrera por paludismo y beri-beri, las bajas producidas en los combates en La Pedrera y los fallecidos en pleno monte en su desastrosa retirada después de la derrota en “La Pedrera” y “Puerto Córdoba”; así como los desertores, quedaron solo 40 enfermos, en estado deplorable que retornaron en esa fecha a Colombia, junto con el Gral. Gamboa.
De los 130 colombianos que constituían la 2da expedición que llegó el 06 de Julio a Manaos, se trasladaron a Teffé el 17 de Agosto, 116 hombres; esto debido a las continuas deserciones del personal de tropa y que un mes más tarde, su efectivo total no llegaba a 80 hombres, incluyendo Jefes y oficiales, motivado por el enorme descontento, total indisciplina y falta de recursos.
El 14 de Agosto de 1911, el Sr. Prefecto de Loreto envió el aviso “Iquitos” con dirección al Caquetá, llevando al médico Dr. Nicanor Arriola, con los enfermeros Sr. García Buenaño y Sr. Denett y dos sanitarios con medicinas por un valor de 106 Libras, 50 cajas de leche condensada y 60 cajones de agua mineral, además de víveres secos y frescos para las guarniciones de “La Pedrera” y “Puerto Córdoba”.
La misión del equipo de Sanidad era llegar a “La Pedrera” y retornar junto con las tropas del Comandante Benavides para darles atención médica durante la travesía de regreso. En el supuesto caso, como así sucedió, que el Comandante Benavides hubiera zarpado antes, el equipo médico se trasladaría a las lanchas que transportaban a las tropas del Batallón de Infantería N° 9, apenas se encuentren durante su travesía.
El 19 de Agosto de 1911, se embarcaron 162 valientes del glorioso Batallón de Infantería N° 9, vencedores de “La Pedrera” y “Puerto Córdoba”, rumbo al puerto de Iquitos; hasta esa fecha, de los 240 combatientes entre Jefes, Oficiales y personal de tropa, tuvieron 09 muertos en combate (02 Oficiales, 01 Clase y 06 Soldados) y 69 muertos por la epidemia (01 Jefe, 02 Oficiales, 23 Clases y 43 Soldados).
En la travesía de regreso del Caquetá a Iquitos, hubo que deplorar la muerte de muchos otros soldados del glorioso Batallón de Infantería N° 9, víctimas de las fiebres que habían contraído, y la del pundonoroso y valiente Mayor EP Pablo Rossell, 3er Comandante de ese Batallón.
El cadáver de este joven y distinguido Jefe, como los de los soldados fallecidos, fueron conservados a bordo de las lanchas por más de 48 horas, a pesar de la alta temperatura que hay siempre en esas regiones de la selva, porque viajando en ríos brasileros, el Comandante Benavides no quiso que esos restos descansaran en tierra extranjera, y ordenando dar el mayor andar posible a las lanchas, consiguió sepultarlos en la ciudad de Leticia, seguro de que en ese lugar, que nadie había jamás disputado al Perú, descansarían siempre al abrigo de la bandera roja y blanca que el Mayor EP Pablo Rossell, como sus otros compañeros, acababan de defender valerosamente, afianzando, si cabía, con el triunfo de las armas peruanas y el sacrificio de sus vidas, los inalienables derechos del Perú.
El 02 de Setiembre de 1911, la población de Iquitos lleno del más intenso entusiasmo hizo a los vencedores del Caquetá la recepción más hermosa que puede ofrecer un pueblo valeroso que sabe vibrar de amor por la patria. Todas sus clases sociales se disputaban en manifestaciones que dieran a conocer la elevación y nobleza de esos sentimientos.
Desde el Comandante hasta el último soldado del Batallón de Infantería Nº 9, recibieron en las más variadas formas y pruebas, del acendrado patriotismo de esos ciudadanos. El Departamento de Loreto obsequió al Comandante Benavides una espada con piedras preciosas que se hizo trabajar en Europa y la ciudad de Iquitos le ofreció un hermoso pergamino de oro, obra artística que fue elaborada en París bajo la dirección del Doctor Francisco García Calderón.
La colonia francesa de la misma ciudad de Iquitos, le entregó igualmente la Cruz de la Legión de Honor con brillantes, condecoración francesa que hacía algunos años había sido otorgada por el Gobierno de esa nación a dicho Jefe; hasta el pequeño pueblo de Caballococha, se particularizó ofreciendo al mismo Comandante una artística medalla de oro.
Sin embargo, el dolor siguió enlutando al valeroso Batallón de Infantería
N° 9, porque entre los enterrados en Leticia y la travesía de Leticia al puerto de Iquitos tuvieron más fallecidos por la epidemia, y en el mismo Iquitos fallecieron otros a pesar de la atención médica que se les suministró, haciendo un total de 12 muertos (01 Jefe, 03 Clases y 08 Soldados), con lo que el total de fallecidos se elevó a 90. El Comandante Benavides, que había tenido prominente actuación en los combates en “La Pedrera” y la captura de “Puerto Córdoba”, también enfermó seriamente, por lo que el gobierno dispuso su viaje a Europa para restablecerse.


Cap Tulo Viii
Extra O Final De Una Victoria
El 06 de Setiembre de 1911, al no recibirse ninguna respuesta del Gobierno peruano con relación a la guarnición militar de “La Pedrera” y a la Aduana que se había instalado en ese lugar; el Prefecto de Loreto decidió reforzar a las fuerzas peruanas ahí destacadas y envió a la lancha “Elisa” al mando del Sr. Polis Conroy, transportando al Cap. EP Luis F. Escudero, Tte. EP Tarazona, Tte. EP Perla, Stte. de Artillería EP Ruiz y 40 personal de tropa, todos de origen loretano. Además al médico Dr. Eladio Lanatta con un sueldo de 70 Libras, un farmacéutico, ayudantes y medicinas por valor de 145 Libras, víveres secos y frescos, leche condensada y agua mineral.
El colombiano Mariano Ospina Peña en su obra “El Conflicto de La Pedrera” indica: “El incidente de La Pedrera, confirmó la superioridad local que tenía Perú en la zona con respecto a Colombia (no podía ser de otra manera el Perú tenía presencia en la zona desde el Siglo XIX con la llegada de los primeros buques peruanos a vapor que empezaron a surcar el Amazonas)”
“En cambio Colombia carecía de presencia naval en la zona a diferencia del Perú, después del incidente, Colombia logró que se le reconociera que pudiera poner cierta cantidad de fuerzas en *La Pedrera* y *Puerto Córdoba* (fuerzas limitadas) pero sin reconocerle ningún tipo de soberanía, por lo demás la frontera seguía siendo el Caquetá teniendo como pequeño enclave la posición de *La Pedrera*.”
Con respecto al sector del Putumayo manifiesta: “En el Putumayo en 1911 no había presencia colombiana y el Perú era dueño de ambas orillas, donde existían poblados como Tarapacá, Arica y Tacna. En lo que respecta a la presencia de Colombia en esas zonas recién se da a partir de 1930.”
La Revista “Credencial” en su suplemento especial “Historia de las guerras con el Perú” capítulo “El Conflicto Amazónico” indica: “La mala nueva de la derrota en La Pedrera sacudió al país y las gargantas de los ciudadanos clamaban venganza. El General Gamboa fue aclamado como un héroe, Olaya Herrera vilipendiado y acusado por Uribe en el Senado, donde el Canciller y el jefe del liberalismo sostuvieron una de las polémicas más famosas de nuestra historia”
“Mientras en las calles las vociferantes manifestaciones pedían marchar hasta Lima, como si fuera un paseo veraniego, pidiendo guerra. Olaya Herrera, que contaba con la plena confianza del Presidente Carlos E. Restrepo, manejó el asunto con mano de hierro y desoyó las voces de sirena que incitaban al Gobierno colombiano a embarcarse en una carrera armamentista peligrosa e inútil”.
Jorge Basadre Grohmann en su obra “Historia de la República”, señala: “El Ministro Plenipotenciario peruano Ernesto De Tezanos Pinto trató a fines de 1911 con los encargados de las Relaciones Exteriores de la República vecina y recibió en Setiembre de 1911 la propuesta de una línea que tomaba el curso del río Putumayo, rechazada por el Canciller Germán Leguía y Martínez. Si bien las noticias sobre el combate del Caquetá crearon en Colombia una excitación guerrera en la opinión pública que duró algunos meses, hubo inclusive hechos delictuosos contra la legación peruana en Bogotá el 04 de Octubre de 1911, después de una conferencia dada en la Catedral y patrocinada por el Arzobispo de Bogotá sobre defensa y colonización de la región amazónica” .
La Revista “Credencial” en su suplemento especial “Historia de las guerras con el Perú” capítulo “El Conflicto Amazónico” señala: “El Gobierno del Perú reaccionó con prudencia e informó que se habían dispuesto medidas de protección que garantizaran la seguridad de la Legación colombiana en Lima. El Doctor Laureano Gómez opositor al Gobierno colombiano acusó a la prensa republicana (El Tiempo y Gaceta Republicana) de favorecer los intereses del Perú con sus editoriales pacifistas, y la oposición dijo que el Canciller Olaya Herrera manejaba el conflicto de una manera *extraña*.”
El prefecto Alayza, con gran sentido patriótico, consciente de su deber como funcionario y como ciudadano común y corriente, renunció el cargo de Prefecto del departamento de Loreto en Octubre de 1911, por no estar de acuerdo con las decisiones del gobierno.
“Señor Augusto B. Leguía, Presidente del Perú”
"Deploro que se entregue la margen derecha del bajo Caquetá después de una rotunda victoria que había costado más de cien victimas He servido, con absoluta abnegación y lealtad al gobierno y al país, pero ruégole aceptar mi renuncia irrevocable, que hoy mismo formulo. Jamás llevaré a práctica órdenes recibidas. Otro funcionario, tal vez, hallaría menos repugnancia en acatarlas".
“
Francisco Alayza Paz Soldán”
Pese al éxito militar, por decisión política el 20 de Octubre de 1911 las fuerzas policiales peruanas que habían relevado a las tropas del ejército en las guarniciones del Caquetá, abandonaron “La Pedrera” y “Puerto Córdoba” y una guarnición colombiana ocupó dichas posiciones. La desocupación del escenario donde tuvo lugar el encuentro y otras muestras del pacifismo de la Cancillería limeña y del Gobierno del Perú devolviendo las banderas, estandarte y las armas capturadas, ayudaron a calmar los ánimos en Colombia.
La Revista “Credencial” señala: “Sin duda. Y más extraños parecen los resultados que alcanzó la gestión diplomática de nuestro Canciller. Las tropas peruanas desocuparon *La Pedrera* y regresaron a territorio del Perú, Colombia reasumió su soberanía en el Caquetá y el 06 de Noviembre de 1911 se declaró terminado el incidente y se normalizaron las relaciones entre Colombia y Perú” .
“
No hubo, pues, miles de muertos, miles de hogares destruidos, ni miles de madres que lloraran a sus esposos o a sus hijos, ni miles de niños en orfandad repentina, ni ciudades invadidas, ni desolación, ni sufrimiento. Extraño, muy extraño; pero si así se manejaran los conflictos, la historia de la humanidad no sería la historia del hombre contra el hombre.”
El colombiano Mariano Ospina Peña en su obra “El Conflicto de La Pedrera” señala: “El valeroso General Isaías Gamboa a su regreso a Bogotá tuvo que defenderse de un proceso que se le adelantó en el Congreso por los hechos de *La Pedrera*. Solo hasta 1915 se le exoneró de los cargos que se le imputaban. El Canciller Olaya Herrera, tuvo que renunciar por su actuación, pero fue recompensado con la embajada en Chile.”
Jorge Basadre Grohmann en su obra “Historia de la República”, señala: “Con motivo de los sucesos del Caquetá la oposición acusó en Lima al Gobierno de imprevisión por haber despachado las tropas de Chiclayo sin la suficiente cantidad de elementos médicos y sanitarios. Otro argumento aducido fue el que no se debió enviar soldados dé la sierra que no estaban aclimatados a la región de la selva y que tenían que ser víctimas del clima mortífero de ella; desde la época de la ocupación militar del Putumayo existían órdenes para tratar de evitar la *agresión climática* seleccionando el personal de los contingentes remitidos a Loreto”
“En el plano internacional, la oposición enrostró a la Cancillería, no que cumpliese el acuerdo del 19 de Julio de 1911, sino precisamente que lo firmase. Se pactaba el abandono de una posición, cuando antes se había mandado conquistarla por la fuerza. El camino de la diplomacia y el de la fuerza se excluían, afirmó Luis Miró Quesada en la sesión de la Cámara de Diputados el 24 de Noviembre de 1911; y el Perú siguió el primero de ellos el 19 de Julio después de haber optado por el segundo el 24 de Junio”.
“A la imprevisión habíase sumado en el Caquetá, el heroísmo estéril. Conquistada una región a costa de terribles sacrificios debidos más a las enfermedades que al plomo enemigo, ella fue abandonada para cederla al vencido. A pesar de la solución que la diplomacia dio al asunto, el combate del Caquetá entusiasmó a la opinión pública peruana y fue el origen del vasto prestigio que alcanzó el Comandante Óscar R. Benavides. Cuando volvió a Lima este jefe en Abril de 1912, después de una larga ausencia en Europa, fue recibido como héroe nacional.”
Todo el Perú se conmovió de patriotismo en esa ocasión, sentimiento que fue exteriorizado, desde Paita hasta el Callao, fue ovacionado en todos los puertos, lo que culminó con la grande y delirante manifestación con que lo recibieron en Lima, en la que todas las clases sociales se confundieron en intensa demostración patriótica. Y más tarde cuando el citado jefe con motivo de sus servicios profesionales tuvo que ir al Sur del Perú, se repitieron las mismas hermosas manifestaciones en Arequipa, Cusco y Puno, obsequiándole esta última ciudad, una hermosa Cruz de Malta.
El 24 de Abril de 1912 mediante un Decreto Supremo, el gobierno peruano después de haber leído el informe confidencial elevado al presidente de la República por la prefectura de Loreto, referente a los crímenes que con anterioridad al año 1907 se cometieron contra los 30,000 indígenas peruanos asesinados en la región del Putumayo, se decidió implantar en la mencionada región fronteriza, un régimen que asegure los derechos de sus habitantes, especialmente de las diversas tribus amazónicas.
Para eso nombró una comisión integrada por el Dr. Javier Prado y Ugarteche, que había hecho las denuncias de los delitos del Putumayo, el Dr. Felipe de Osma, el Dr. Julio Egoaguirre y Don Abel Raygada, quienes deberían presentar un minucioso informe al gobierno sobre este asunto antes del 28 de Julio de 1912.
En Mayo de 1912 el sub prefecto de Tarma, Sr. Riglos entregó al gobierno, una caja con los voluminosos expedientes seguidos por la Corte Superior de Justicia de Loreto y los juzgados de Iquitos sobre los crímenes cometidos contra los indígenas del Putumayo, incluyendo ejemplares del periódico “La Sanción” publicados en 1907 en la capital de Loreto, donde había minuciosos datos sobre dichos crímenes. El informe nunca se hizo público y no hubo sanciones ejemplares contra los culpables.
En el ámbito internacional, Jorge Basadre manifiesta en su obra: “El canciller peruano Germán Leguía y Martínez, con fecha 02 de Mayo de 1912, presentó, a la legación colombiana en Lima un proyecto de arbitraje de derecho y conveniencia de las partes que sometía la cuestión de límites al fallo inapelable del rey de Inglaterra; así como un proyecto de modus vivendi basado en la efectiva posesión. La contrapropuesta desde Bogotá en cuanto a la línea del modus vivendi, fue la de 1905, es decir, una vez más, el Putumayo. El Perú no aceptó.”
“En Setiembre de 1912 Colombia planteó, como en 1905, el arbitraje de derecho y equidad del Papa, así como una invitación al Ecuador para que se adhiriese a la convención arbitral como en 1894. Germán Leguía y Martínez, en vísperas ya de dejar la Cancillería porque estaba próximo a concluir el mandato presidencial de Augusto B. Leguía, en el deseo de terminar con el problema, se negó a que el Romano Pontífice ejerciera la función arbitral pero presentó una lista nutrida de candidaturas para que Colombia escogiera: el Tribunal de La Haya, Estados Unidos, México, Alemania, Francia o Italia.”
“No aceptó la inclusión del Ecuador, porque en su concepto, este país continuaba sujeto al régimen de la mediación y, sobre todo porque era hostil al arbitraje. Las negociaciones no pudieron seguir adelante porque se produjo la renuncia del Canciller colombiano y, poco después, el advenimiento de un nuevo régimen político en el Perú”
“Los detalles aquí enumerados pueden parecer triviales. Revelan, sin embargo, cuan distinta fue la actitud de la primera administración de Augusto B. Leguía, aun en sus postrimerías, ante el litigio con Colombia, en relación con la del segundo Gobierno del mismo hombre público.”
En los años siguientes, los diplomáticos peruanos y colombianos buscaron una solución que satisficiera a ambos países. El Perú deseaba someter el asunto al arbitraje de la Corte de Justicia Internacional de La Haya o al Presidente de la Confederación Suiza. Colombia, por su parte, quería el arbitraje del Sumo Pontífice.
En 1919, el país del norte propuso al Gobierno peruano entablar negociaciones directas, lo que fue aceptado por el Presidente Augusto B. Leguía. Como consecuencia, el 24 de Marzo de 1922, el Ministro de Relaciones Exteriores peruano Alberto Salomón Osorio y el representante colombiano Fabio Lozano y Torrijos, firmaron un Tratado de Límites, conocido como “Salomón-Lozano”.
De acuerdo con el Tratado, Perú reconoció la posesión colombiana de la zona comprendida entre los ríos Putumayo y Caquetá. También cedió al país del norte el llamado “Trapecio Amazónico”, vale decir, el territorio comprendido entre los ríos Putumayo y Amazonas, la boca del río Yaguas en el Putumayo, la boca del río Atacuari en el Amazonas, por un lado, y la frontera peruanobrasileña fijada en 1851, por el otro. De este modo, Colombia logró acceso a la orilla izquierda del Amazonas.
A cambio de sus concesiones, el Perú recibió el “Triángulo de Sucumbios”, territorio comprendido entre el meridiano de la boca del río Chimbé en el río Putumayo, el Putumayo y el río Sucumbios. El Perú no tenía acceso directo a esta zona, ya que se interponía una porción de territorio ecuatoriano. Dicho territorio fue finalmente cedido al Ecuador en el Protocolo de 1942.
Según la historiografía colombiana, en este tratado Colombia tuvo que ceder al Perú además del “Triangulo de Sucumbios”, la zona comprendida entre el río Putumayo y los ríos Napo y Amazonas, zona que pertenecía a Colombia por el Uti Possidetis Jure de 1810 tal como estaba confirmado por diversos tratados suscritos con el Ecuador: Tratado de Pasto de 1832, Tratado de 1856 y Tratado Muñoz Vernaza-Suárez de 1916.
Como es evidente, las condiciones del Tratado no fueron favorables para el Perú. Probablemente debido a ello, ambos gobiernos trataron de mantenerlo en secreto. El Presidente Leguía anunció en Octubre de 1924, que el Tratado sería debatido próximamente en el pleno del Parlamento. Sin embargo, el Poder Ejecutivo, aprobó dicho Tratado después de cinco años de celebrado, el 20 de Diciembre de 1927 por 102 votos a favor y 7 valientes votos en contra (3 Senadores y 4 Diputados).
Diputados Senadores
• Santiago Arévalo
• Toribio Rodríguez Mesía
• Vicente Noriega del Aguila
• Fermín Málaga Santolalla
• Julio Cesar Arana
• Julio Egoaguirre
• Pio Max Medina
Una vez que las condiciones del Tratado fueron del conocimiento de la opinión pública, diversas personalidades se mostraron en desacuerdo con él. Entre ellos el distinguido intelectual Dr. Víctor Andrés Belaúnde que por protestar contra la firma del tratado fue deportado por el gobierno.
El Presidente Leguía lo ratificó en Enero de 1928 y las ratificaciones de ambas partes fueron canjeadas en Bogotá el 19 de Marzo del mismo año. Leguía, en su discurso anual ante el Congreso en 1928, defendió el Tratado en los siguientes términos: “Yo espero que la posteridad nos hará justicia y que la historia no negará su aplauso a los que resolvimos, con criterio de equidad, el viejo pleito de fronteras con Colombia, asumiendo una responsabilidad que no puede traducirse sino en bien del Perú y de América”
La delimitación de la frontera pactada finalizó el 17 Agosto 1930, diez días antes de la caída del dictador Leguía, por la sublevación de la guarnición militar de Arequipa al mando del Comandante EP Luis Miguel Sánchez Cerro. Es necesario indicar que durante las negociaciones, la Cancillería peruana demostró mucha debilidad; y el Congreso no supo cumplir con su deber, convirtiéndose en un sumiso secuaz del Ejecutivo.
Por la firma de este tratado perdimos 113,912 km2, es decir un territorio más extenso del que Chile nos despojó en la guerra del Pacífico. Asimismo, entregamos florecientes ciudades como Leticia, donde vivían cerca de 17 mil peruanos, a quienes se les obligó a desprenderse de su patria y pasar a depender de otra nacionalidad.
El tratado causó tal resistencia en la población que el 01 de Setiembre de 1932, un grupo de loretanos se apoderaron de Leticia, ciudad cedida por Perú, por el tratado antes mencionado, y expulsaron a las autoridades colombianas, dando lugar a un estado de guerra, pero esa……. es otra historia.
La Bandera de Guerra del Batallón de Infantería N° 9 recibió en 1944 la condecoración de la Orden Militar de Ayacucho en el grado de Caballero y en 1949 fue otorgado a este cuerpo el nombre de "Caquetá”
Mediante Resolución Suprema Nº 254-2011-DE del 22 de Junio del 2011, dado por Alan García Pérez a fines de su gobierno, establece en su artículo 2°:
"Instalar en la Cripta de los Héroes ubicada en el Cementerio "Presbítero Maestro" una placa que guarde la memoria del Teniente César Pinglo y del Sargento 2do Bernardo Villalta Luna, héroes del Ejército del Perú, caídos en acción de armas en el Combate de “La Pedrera” del 11 de Julio de 1911."
Tratando de reparar en parte, la historia ligada a la sempiterna olvidada región loretana.
Sin embargo, el ciudadano Alan García Pérez, fiel a la costumbre de su partido político en el empleo de la escopeta de dos cañones, en esta ocasión se aprovecha como siempre de este reconocimiento tardío con dicha Resolución, para contrabandear en el artículo 1º, el que se traslade a la “Cripta de los Héroes” los restos del General Miguel Iglesias, de conocida y criticada actuación al aliarse con los invasores chilenos durante la infausta y desigual guerra del Pacífico; con la única finalidad de mellar el honor de los peruanos y la dignidad de las FF AA del Perú, algo tan extraño para creerlo, pero tan cierto como lo leído en este libro
Tropas Colombianas en La Pedrera


Frontera peruano – colombiana según el Tratado de 1922

Trapecio Amazónico cedido por el Perú a Colombia
Bibliografia
DE PERÚ
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