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CAPÍTULO V VICTORIA PERUANA

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LA GUERRA OLVIDADA

LA GUERRA OLVIDADA

Conquista de “La Pedrera”: 12 de Julio de 1911

A las 10.45 hrs. del día 12 de Julio de 1911, la lancha "Loreto" que era la de mayor velocidad y desarrollaba mayor fuerza en su máquina que las otras, recibió la orden de forzar el paso de la "cashuera", mientras la cañonera "América" situada frente a las posiciones colombianas la protegía batiendo con sus fuegos las defensas enemigas

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La “Loreto” después de muchos esfuerzos, comunicó al Jefe de la expedición por las señales de sirena convenidas, que le era imposible pasar la “cashuera”, ya que su Patrón de lancha Domingo Barreto, constató que el esfuerzo realizado había averiado nuevamente el sistema de gobierno de la nave. Entonces el Comandante Benavides decidió hacer forzar ese torrentoso paso por la cañonera "América" en la que estaba embarcado, a pesar de que la quilla achatada de esa embarcación la hacía inapropiada para el caso. Ordenó al Teniente 2do AP Héctor Mercado que bajara a la sala de máquinas e hiciera aumentar el vapor "hasta que revienten las calderas", y a la "Loreto" que, tomando el emplazamiento de la "América", batiera con sus fuegos de las tropas embarcadas, las trincheras enemigas.

El práctico Francisco Zambrano que dirigía la navegación de la “América” cayó herido y el timón tuvo que ser tomado por el propio comandante de la cañonera, Teniente 1ro AP Manuel Clavero Muga. El Teniente 2do AP Héctor Mercado cumplió con toda decisión la orden del Jefe de la expedición y las cubiertas de la "América" vibraban del esfuerzo que hacía su máquina. Durante tres cuartos de horas, más o menos, la cañonera luchó contra la fuerte corriente de la "cashuera".

Persistentes e intensos esfuerzos fueron necesarios para hacer que siguiera adelante la “América” que vibraba por la excesiva presión desarrollada en las máquinas a cargo del Alférez de Fragata ingeniero AP Juan Manuel Rúnciman Rivasplata. Para esos momentos ya se habían reforzado las tropas del General Gamboa con las del General Valencia, procedente de Puerto Córdoba y con los indios witotos quienes con fusiles Winchester, disparaban desde los árboles.

Recibió la cañonera 38 Impactos de bala y cayeron varios heridos, entre ellos, el fogonero Juan Sandoval, el practicante de máquinas Felipe Andrade y el marinero Miguel Tuanama. Pero, mientras contestaba al fuego enemigo, en un último y gran esfuerzo venció el largo y peligroso paso o "cashuera" que nunca había sido franqueado por embarcación a vapor, a pesar de explotar uno de los tubos de la caldera, originando la muerte del voluntario Julián Tapullima.

Como se había previsto, a los pocos momentos de forzar ese paso, la "América" encontró un lugar en la ribera que permitía el desembarco de las tropas, el que se llevó a cabo inmediatamente bajo el mando directo del

Comandante Benavides y la protección de los fuegos de la cañonera. En el libro “Vida y Obra del Mariscal Benavides” indica: “El primero en desembarcar fue el cuyusco piurano Cabo EP Juan Aguirre, luego el Stte. EP Carlos Muñoz y casi simultáneamente el resto, que con el agua hasta la cintura y el fusil en alto avanzaron hacia tierra”

Cuando tenía lugar ese desembarco, las fuerzas colombianas reaccionaron enviando una sección de fusileros para contraatacar el desembarco peruano y cerrar su flanco izquierdo, pero quedaron al descubierto en las miras de los cañones y ametralladoras de la “América” quien bombardeo la zona dislocando el contraataque colombiano

En esos momentos, la “Loreto” pudo arreglar el desperfecto de su sistema de gobierno y haciendo un supremo esfuerzo logró pasar también la "cashuera". A pesar del nutrido fuego del enemigo que causó dos heridos, el contramaestre Pedro Soto y el 2do práctico Antonio Paredes Las tropas del Btn. Inf. Nº 9 pusieron pie a tierra y uniéndose con las tropas de la primera ola de desembarco de la cañonera “América”, avanzaron con dificultad a través de la selva cerrada, por lo que se tuvo que desembarcar a la marinería loretana de las lanchas que si estaban acostumbradas a orientarse en la selva.

La cañonera "América" recibió la orden de regresar inmediatamente a Situarse frente a las defensas colombianas, con la misión de seguir amagando con sus fuegos las posiciones enemigas y acelerar la derrota del adversario; mientras la “Estefita” se unía a la “América” y procedía al desembarco frontal de la 3ra compañía de tropas y de la Sección de Ametralladoras al mando del Stte EP Guillermo Cervantes del Btn. Inf. Nº 9, que se lanzaron al asalto de las trincheras con tal ímpetu mientras la banda de músicos en la “Estefita” tocaba las notas de la marcha “Ataque de Uchumayo” produciéndose el desbande de las tropas colombianas que abandonaron sus posiciones defensivas dirigiéndose hacia la selva para no ser capturados.

Al llegar a dicho puesto militar, se organizó la persecución de las fuerzas colombianas. A las 17.00 hrs. de aquel memorable 12 de Julio de 1911 se arriaba la bandera de Colombia que se encontraba en un asta muy elevada y se izaba en su lugar el pabellón peruano, que, por orden del Jefe de la expedición había sido llevado por el Capitán EP Felipe E. Mejía, Ayudante Mayor del Batallón; ratificando nuestra integridad nacional en ese rincón de la selva amazónica.

La fuerza colombiana se desmoralizó desde el momento en que la "América" consiguió vencer el paso de la "cashuera", porque creían, como ya se ha dicho, que era infranqueable. Así lo aseguraron los prisioneros, quienes agregaban que los Oficiales al presenciar que se forzaba ese paso, dijeron a la tropa que los que supieran nadar los siguieran y que los demás se internaran en el bosque. Los colombianos huyeron por una "trocha" o pequeño sendero de 6 Kms. que habían trabajado y que iba desde "La Pedrera" hasta el puesto llamado "Puerto Córdoba", situado en la misma orilla derecha del río Caquetá.

La persecución no pudo hacerse muy activa ni prolongada en ese día, tanto por las condiciones del terreno que era completamente boscoso, lo que obligaba a marchar con todas las seguridades militares del caso, y encontrarse además dicha "trocha" cortada por riachuelos para cuyo paso, en esa estación del año, era necesario valerse de canoas, que los fugitivos habían dejado en la orilla opuesta, después de servirse de ellas; como también por lo avanzado de la hora.

En esa persecución fueron encontrados algunos soldados muertos de las tropas colombianas, a los cuales se les dio posteriormente cristiana sepultura. Es de advertir que el Jefe de dichas fuerzas, había armado con fusiles Winchester a los 50 nativos de su contingente auxiliar que, como todos los de nuestra selva, se distinguen por su magnífica puntería, y cuyos disparos fueron los que más daño hicieron a la expedición peruana.

Conociendo la dirección seguida por los fugitivos, el Comandante Benavides ordenó ese mismo día 12, que el Mayor EP Ramírez Hurtado con parte del Batallón N° 9, se reembarcara en la lancha "Loreto", y avanzara hasta “Puerto Córdoba'', lamentablemente esa noche fue muy oscura y habiéndose encontrado otra pequeña ''cashuera", la "Loreto" no pudo avanzar hasta dicho puerto. El violento ataque del Btn. Inf. Nº 9 cobro sus víctimas al tener cuatro muertos: el Cabo EP Marcos Huanchaca, el músico EP Luis Navarro y los Sldos. EP Pedro Infantas y Julio Montalván y 21 heridos.

En el tercer día de combate las Fuerzas Expedicionarias Peruanas sufrieron las bajas siguientes:

Captura de “Puerto Córdoba”

En la madrugada del 13 de Julio de 1911, continuando con la ofensiva, se embarcó el Comandante Benavides en la lancha "Loreto" y después de tres horas de surcar el rio, llegó a “Puerto Córdoba" realizando el desembarque de las tropas de inmediato. Al mismo tiempo el Capitán EP Saraus con tropas también del Batallón de Infantería N° 9 siguiendo la trocha a que se ha hecho referencia, salió de "La Pedrera" llegando, igualmente, horas después de la "Loreto" a “Puerto Córdoba".

Pero ya los jefes y demás fugitivos de las fuerzas colombianas, habían pasado, por dicho lugar, dirigiéndose a la margen izquierda del Caquetá siguiendo hacia la boca del Apaporis, frontera con el Brasil. “Puerto Córdoba” fue tomado sin disparar un solo tiro, con sus instalaciones en buen estado de conservación y sus almacenes con algunos fusiles Máuser y Winchester, municiones, víveres, herramientas y medicinas, que por la desesperación de huir del lugar y pasar a la ribera opuesta, no fueron destruidas por las fuerzas colombianas y que fueron muy bien aprovechadas por las tropas peruanas.

El Jefe de la expedición peruana se abstuvo de perseguirlos en esa margen Izquierda del Caquetá por ser colombiana, y marcar la frontera con el Perú, y por comprender que la misión que se le había dado, estaba cumplida. El Comandante Benavides dejó en “Puerto Córdoba" una guarnición militar al mando del Mayor EP Pablo Rossell, y regresó en la "Loreto" el mismo día a "La Pedrera", estableciéndose el contacto entre esos dos puestos, por la trocha que los comunicaba.

Las tropas peruanas capturaron a las fuerzas colombianas 38 prisioneros de guerra: entre ellos un Oficial General (Gral. Valencia) y 11 soldados durante los combates y encontraron en la enfermería de “La Pedrera” 26 colombianos entre oficiales subalternos y personal de tropa muy enfermos, que se rindieron sin poder combatir; también se capturó casi un centenar de fusiles Máuser y Winchester, municiones, equipos, víveres y medicinas, banderas y un fino estandarte que había sido obsequiado a esas fuerzas por las damas de la ciudad de Magdalena, un interesante archivo con documentación secreta, y una máquina para colocar minas en el río, que no había podido ser utilizada, porqué al probarla, según se supo, el único operador que sabía manejarla se voló un dedo de la mano.

La cañonera “América” tuvo 38 impactos en su casco y superestructura que luce hasta en la actualidad como prueba fehaciente de su actuación, los cuales intencionalmente no han sido reparados.

El Jefe de la expedición comunicó entonces, oficialmente, al Jefe de la aduana brasilera de la boca del Apaporis, el establecimiento de una aduana peruana en “La Pedrera” y la constitución de guarniciones militares en la citada aduana y en “Puerto Córdoba". La respuesta oficial de la autoridad brasilera fue el reconocimiento de las autoridades peruanas, de la Aduana y puestos militares que había establecido el Perú en el Caquetá.

La revista colombiana “Credencial” en su suplemento especial “Historia de las guerras con el Perú” capítulo “El Conflicto Amazónico”, indica: “Los días 10, 11 y 12 de Julio de 1911 trabaron combate en La Pedrera 50 valientes colombianos, al mando de los Generales Valencia y Gamboa, contra 480 peruanos que dirigía el Teniente Coronel Oscar Benavides. Los colombianos recibieron una paliza sin atenuantes, no obstante el coraje con que pelearon. El General Isaías Gamboa logró ponerse a salvo con parte de sus hombres y el General Valencia fue capturado por los peruanos, que unos días después lo dejaron en libertad, sano y salvo.”

Al respecto Mariano Ospina Peña en su obra “Conflicto en La Pedrera” menciona lo siguiente: “El día 13 de Julio de 1911, el General Gamboa se comunicó por telegrama con la presidencia de República explicando la situación. Además dio cuenta de la perdida de armamentos y equipos, de 15 hombres entre ellos el General Valencia y afirmó haber provocado 47 bajas a los peruanos.”

También indica que el Tte. Forero Román en su narración del combate manifiesta: “En los tres días de combate, el Gral. Isaías Gamboa no tuvo un momento de descanso, ya sea dando órdenes para la defensa de la guarnición, o estimulando a las tropas con palabras de aliento, o confortando a los heridos en el hospital, o disparando certeramente desde todas las posiciones contra el enemigo. Sufrió una fuerte insolación en el momento que llevaba en sus hombros una caja de parque que él mismo había traído desde el polvorín”.

“Viendo el estado comatoso del Gral. y con el temor de que caiga prisionero en manos del enemigo que avanzaba sobre nuestras defensas, fue cargado por los soldados que lo rodeaban, llevándolo a “Puerto Córdoba” por la trocha a través de la selva”.

Cuatro días después de haber sido tomada "La Pedrera" y “Puerto Córdoba”, el Comandante Benavides ordenó que la cañonera "América" regrese a Iquitos, llevando el parte de guerra de los combates en “La Pedrera”, a los heridos y enfermos de la expedición al cuidado del Doctor Erasmo Vivar, así como las armas, municiones, archivo, banderas y estandarte tomados a las fuerzas enemigas.

Durante la travesía murieron algunos de los heridos y enfermos, y otros encontrándose ya en Iquitos, como los valientes oficiales Capitán EP Alfonso Oviedo y Teniente EP Charún. El Comandante de la cañonera "América", Teniente 1ro AP Manuel Clavero Muga distinguido Oficial que tan valientemente se portó en los combates, murió también a los pocos días de llegar a Iquitos el 11 de Agosto de 1911, a causa de la fiebre malaria, enfermedad que adquirió en el Caquetá. La ciudad de Iquitos le rindió honores con un busto en la Plaza Victoria y en la actualidad una de las cañoneras fluviales peruanas más modernas en la Amazonía lleva su nombre.

Los fallecidos de las Fuerzas Expedicionarias Peruanas durante la travesía desde “La Pedrera” hasta Iquitos fueron: Grumete Faustino José Guivin y los prisioneros de guerra colombianos Sgto. Efraín Torreal y Sldo. Florentino Beltrán. Y en la misma ciudad de Iquitos además de los Oficiales ya indicados, fueron los siguientes: Fogonero Juan Sandoval, marinero Samuel Piña Amasifuen, marinero Lizardo Pezo, voluntario Julio Gaudín.

La revista colombiana “Credencial” en su suplemento especial “Historia de las guerras con el Perú” capítulo “El Conflicto Amazónico”, indica: “La derrota colombiana en el combate de “La Pedrera”, al tiempo que avivó los ánimos guerreros del país, puso a tambalear al Canciller Olaya Herrera sobre quien cayeron las culpas del desastre. Olaya Herrera se tenía bien sabido que por el lado militar carecíamos de preparación para enfrentar a una nación como Perú con poderosa tradición militar y con un ejército probado en varios conflictos internacionales”.

“Colombia no era una potencia militar, ni cosa que lo pareciera, y el gobernante partido republicano lo integraban intelectuales que sentían horror ante las armas y execraban el uso de la fuerza para dirimir las diferencias internas o externas. Los liberales decían la verdad al acusar a Olaya Herrera de improvisar la expedición al Caquetá y todo hace creer que Olaya lo hizo a propósito. Decidió jugarse a fondo para evitar que el país se enfrascara en una guerra ruinosa que iba a costar miles de vidas. Mientras que los héroes de “La Pedrera” eran zurrados por los peruanos, Olaya trabajó para zanjar el conflicto por la vía diplomática”.

La Cañonera Fluvial BAP “América”, a su llegada a Iquitos, luce orgullosa las 38 perforaciones de las balas en su casco

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