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Monica Munizaga Yávar
el picaflor (“Pinda” significa “picaflor” en mapudungun) es el que le facilita el entendimiento de las lenguas secretas y la acerca con su herencia familiar: …Los que ya partieron cantan a sus hijos los secretos porque cada quien tenga su espíritu vaya de boca a sueño a danza el poder. Venga a las familias vuelvan pumas, picaflores cóndores olfateen las cordilleras bajen “leones hermanos que lloran como niños” cuando nos vemos la pena de ojo a ojo. (…)” (Ibídem 2000: 210) Son sus muertos, “los que ya partieron”, los que le entregan el espíritu por medio de la enseñanza de los secretos intraculturales, transmitidos por medio de la oralidad, los sueños y los ritos (“Vaya de boca a sueño a danza/ el poder”). Así, son estos ancianos los que invocan los espíritus de los animales para que sus hijos recuerden su linaje y continúen perpetuando las tradiciones. Siguiendo esta lógica, los animales “rondan” a la sujeto lírica desde su propio centro interno, ayudándola a descifrar los signos de la luna y, así, escuchar lo que le están transmitiendo sus ancestros: ... rodeando el mundo el pájaro día y noche llega