El Mundo Espiritual de los Selk’nam de Martín Gusinde (Volumen II)

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El mundo espiritual de los selk’nam

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aporta algo, se junta una buena cantidad, que alcanza para las exigencias de mucho tiempo. Más tarde, y según las necesidades, se envían A menudo embajadas de la Choza Grande al campamento. Porque durante este Ha=) se recolecta tierra colorante blanca y roja, “¡que _álpen necesita!” Las mujeres entregan buenas cantidades de sus reservas. Si ocasionalmente escasea nuevamente la pintura, los hombres saben otra salida astuta: anuncian el juego de Há6nâo y exigen grandes cantidades de tierras colorantes a las mujeres, pues no es ningún secreto que, durante esta actuación, ellos mismos deben pintarse el cuerpo por mandato de dicho espíritu. El consumo de estas tierras colorantes no puede ser controlado. Por eso los hombres exigen en el campamento la mayor cantidad posible, y consumen tal vez sólo la tercera parte de lo que las mujeres les han dado; lo que sobra lo usan en otras ocasiones. Además de las pinturas del cuerpo se utilizan todavía las máscaras. Éstas, en parte con forma de gorro, en parte con la de cucurucho, se colocan en la cabeza para cubrir la cara del actor y proporcionar a toda la figura un aspecto singular y extraño. El \œ’œrte utiliza una forma especial. Se selecciona un pedazo rectangular de cuero blando, de unos 60 centímetros de largo y 60 de ancho. Se cosen las puntas de los lados longitudinales una con otra. Hacia adelante se deja arriba una pequeña saliente, que se rellena con un manojo de pulmonaria o de pasto seco. El borde posterior se achata, para que esta gorra se amolde estrechamente a la región occipital. Por consiguiente, la costura comienza por encima de la frente, corre hacia atrás por el centro de la cabeza y baja hasta la nuca. El borde libre de este gorro que cuelga


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