Resident Evil - La Conspiracion Umbrella

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LA CONSPIRACIÓN UMBRELLA

RESIDENT EVIL VOL. 1

S. D. PERRY

giraba a la izquierda, y Barry se detuvo un momento fingiendo comprobar su arma, por lo que Jill se colocó delante de él en el camino. Doblaron la esquina y Jill se detuvo en seco, mirando fijamente el cañón de la Beretta de Wesker, que le apuntaba directamente a la cara. Les sonrió a ambos, y aunque las gafas de sol le tapaban los ojos, estaba claro que la sonrisa era burlona y satisfecha. —Hola, Jill. Qué detalle por tu parte pasar por aquí —le dijo—. Buen trabajo, Barry. Quítale las armas. Ella se giró y fijó su asombrada mirada en él, mientras Barry le arrancaba con rapidez la escopeta de las manos y luego le desenfundaba la Beretta, con el rostro completamente enrojecido. —Ahora regresa a S1 y espérame allí al lado de la salida. Subiré dentro de un par de minutos. Barry se quedó mirándolo. —Pero me dijiste que sólo ibas a encerrarla... —Oh, no te preocupes. No pienso hacerle daño. Te lo prometo. Ahora márchate. Jill lo miró, y en su rostro se mezclaron una expresión de asombro, de miedo y de ira. —¿Barry? —Lo siento, Jill. Barry se dio la vuelta, derrotado y avergonzado, por no mencionar el temor por lo que le pudiera pasar a Jill. Wesker le había dado su palabra, pero las promesas del capitán no significaban nada. Probablemente la mataría en cuanto oyese cerrarse las puertas del ascensor... Pero ¿y si no subo al ascensor? Quizá todavía pueda hacer algo para salvarle la vida... Barry se acercó corriendo al ascensor, abrió las puertas... y luego las cerró de golpe. Apretó el botón que lo haría subir a S3 sin pasajero. Luego regresó silenciosamente hacia la esquina y se quedó escuchando. —No puedo decir que esté muy sorprendida, pero ¿cómo has logrado que Barry te ayude? Wesker lanzó una carcajada. —El viejo Barry tiene problemas en casa. Le dije que Umbrella tenía un equipo vigilando su casa, preparado para matar a su familia. Estuvo más que encantado de ayudarme. Barry cerró los puños y apretó la mandíbula, completamente enfurecido. —Eres un cabrón, ¿lo sabías? —le dijo Jill.

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