Resident Evil - La Conspiracion Umbrella

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LA CONSPIRACIÓN UMBRELLA

RESIDENT EVIL VOL. 1

S. D. PERRY

Capítulo 18

Jill entró lentamente en la siseante y humeante dependencia, donde un denso olor a grasa impregnaba el pegajoso aire caliente. Era una especie de cuarto de calderas, aunque bastante grande. El pesado ruido de maquinaria industrial resonaba por todos lados. El lugar estaba repleto de sinuosas pasarelas, y unas enormes turbinas giraban sin cesar, generando energía con un zumbido continuo al mismo tiempo que unas tuberías ocultas arrojaban vapor de forma regular e intermitente. Avanzó lentamente en aquel lugar escasamente iluminado, mirando hacia abajo desde una de las pasarelas con elevadores. Desde donde estaba, pudo ver que todo aquel gran centro de producción de energía, era un laberinto de caminos y pasarelas que se retorcían entre enormes grupos de maquinaria. Éste es el origen de toda la energía que consume este complejo. Eso explica que hayan logrado mantenerlo en secreto durante tanto tiempo. Tenían su propia ciudad aquí dentro, completamente autónoma. Probablemente también hacían que les trajeran la comida desde fuera de Raccoon City... Entró en una estrecha pasarela que se abría a su derecha, y registró insegura con la vista el camino, a la espera de encontrarse con más de los extraños y pálidos zombis con los que se había topado en la zona S3. La zona parecía despejada, pero con todo aquel ruido y movimiento creado por las turbinas... Algo le rasgó el hombro izquierdo, un tajo violento y repentino que le abrió el chaleco y le arañó la piel. Jill se giró y disparó en el mismo movimiento, y el tronar de la escopeta ahogó los demás sonidos. La descarga sólo impactó contra el metal, y las postas del proyectil rebotaron a lo largo de la pasarela vacía. Detrás de ella no había nada. ¿De dónde...? Una garra parecida a la hoja de una espada curva partió el aire delante de ella. Había bajado desde arriba... Jill retrocedió un par de pasos y levantó la vista hacia la malla metálica del techo... y entonces vio una oscura silueta que correteaba por la parrilla metálica a una velocidad increíble. En cada una de sus extremidades divisó unas garras curvadas de aspecto afilado. Atisbó unas gruesas púas alrededor de su rostro mutante y aplanado, y en ese mismo instante aquel ser se dio media vuelta y echó a correr hacia las ruidosas sombras del cuarto de generadores. Al final de la pasarela había una puerta, y Jill comenzó a correr hacia ella, con el corazón palpitándole a toda velocidad y el agudo zumbido de los generadores

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