EL XIIº PLANETA

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Fig. 9 Mil doscientos años antes que Moisés, Gudea contó lo mismo. Las instrucciones, que plasmó en una larguísima inscripción, le fueron dadas en una visión. «Un hombre que brillaba como el cielo», y a cuyo lado había «un pájaro divino», «me ordenó construir su templo». Este «hombre», que «desde la corona de su cabeza era, obviamente, un dios», fue identificado posteriormente como el dios Ningirsu. Con él había una diosa que «sujetaba en una mano la tablilla de su estrella favorable de los cielos»; en la otra mano, «sujetaba un estilo sagrado», con el cual le indicaba a Gudea «el planeta favorable». Un tercer hombre, dios también, sujetaba en sus manos una tablilla de piedra preciosa; «contenía el plano de un templo». Una de las estatuas de Gudea le muestra sentado, con esta tablilla sobre las rodillas; sobre la tablilla se puede observar con claridad el dibujo divino.

Fig. 10 Aun siendo sabio, Gudea estaba desconcertado con aquellas instrucciones arquitectónicas, y solicitó el consejo de una diosa que pudiera interpretar los mensajes divinos. Ella le explicó el significado de las instrucciones, las medidas del plano, así como el tamaño y la forma de los ladrillos que había que utilizar. Después, Gudea empleó a un hombre «adivino, tomador de decisiones» y a una mujer «buscadora de secretos» para localizar el sitio, en las afueras de la ciudad, donde el dios deseaba que se construyera su templo. Después, reclutó a 216.000 personas para el trabajo de construcción. El desconcierto de Gudea es fácilmente comprensible, pues se supone que el aparentemente sencillo «plano de planta» le tenía que dar la información necesaria para la construcción de un complejo zigurat que se tendría que elevar en siete fases. En 1900, en su libro Der Alte Orient, A. Billerbeck fue capaz de descifrar al menos una parte de las divinas instrucciones arquitectónicas. El antiguo dibujo, aun en la parcialmente deteriorada estatua, viene acompañado en la parte superior por grupos de líneas verticales cuyo número disminuye a medida que aumenta el espacio entre ellas. Parecería que los arquitectos divinos eran capaces de dar las instrucciones completas para la construcción de un templo con siete elevaciones a partir de un sencillo plano de planta acompañado por siete escalas variables. Se dice que la guerra espolea al Hombre para que avance tanto en lo científico como en lo material, pero parece que en el antiguo Sumer fue la construcción de un templo lo que espoleó a la gente y a sus soberanos a alcanzar un mayor desarrollo tecnológico, comercial, de transportes, arquitectónico y organizativo. La capacidad para llevar a cabo tan importante obra de construcción de acuerdo con unos planes arquitectónicos preparados, para organizar y alimentar a una ingente masa de trabajadores, para allanar la tierra y elevar

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