Buenos Días Mérida #229 (Viernes 13 de Diciembre 2017)

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COLUMNA BUENOS DÍAS MÉRIDA

Te deseo… virtud

Por GYG Rosa María Reverté

Hola queridos amigos lectores, ¡desde al año pasado que no estamos en contacto!. En esta ocasión, el 31 de diciembre, nuestra familia celebramos el 80 aniversario de mi querida madre. Después de nueve años, toda la familia pudo reunirse en la ciudad de México para acompañar y agradecer la vida de nuestra querida matriarca. Y ha empezado un nuevo año, en esta ocasión, con no tan buen ánimo dadas las circunstancias que atraviesa nuestro país. ¿Sabes? Estoy convencida de que el 2017 puede ser, sí lo queremos, un gran año. Lo digo porque por primera vez en muchos años los buenos deseos, típicos del inicio de año, no bastan, no satisfacen, es más, han sido sustituidos por miedo y desconfianza. Así que ahora a México le toca entrar en el terreno de la virtud más que del deseo. La virtud es un hábito cuyo fin es bueno; el vicio es un hábito cuyo fin es malo. Un hábito es una repetición de actos. Dice santa Catalina de Siena, que la virtud se prueba en lo contrario. ¿Qué quiere decir esto? Te lo trataré de explicar en un ejemplo un tanto burdo. ¿Cómo saber si soy generoso si vivo rodeado de personas que ejercen la generosidad? Sin embargo, si soy generoso con Rico Mac Pato ¿te acuerdas de él? (Sí tienes mi edad estoy segura de que sí) o con el Grinch, o con el señor Scrooge, quiénes lejos de valorar mi acto de generosidad lo juzgarían con cinismo o sarcasmo, entonces querido lector, sí a pesar de esta respuesta, tú eres generoso puedes decir que, en verdad, la generosidad es virtud en ti.

tes son las madres jóvenes, que lidian con los chicos cada día, en múltiples situaciones que las llevan al borde del cansancio emocional. Ese es el escenario de la paciencia, ahí se ejercita, no en mi situación actual… Hoy en día, me he de ejercitar en otras virtudes más que en la paciencia.

Así que del ejemplo anterior, se desprende otra característica, la virtud no se adquiere, se ejercita. Sí algún día descubres un establecimiento donde se venda “justicia”, El escenario de la paciencia es el “caos”, “bondad”, “misericordia”, “alegría”, “respor así decirlo. Hace poco una persona me ponsabilidad”, “templanza”, etc. Por favor dijo que admiraba mi anúncialo en el periópaciencia. La miré con dico porque, al menos “No todo cambio lleva implícito ojos de sorpresa y la yo, no tardo en ir a un crecimiento, más todo desengañe. ‘comprar’ las virtudes crecimiento supone en sí mismo que me hacen falta. un cambio.” Amigos, ser paciente cuando en verdad no La virtud no es un pentienes ni perro que te samiento, es un acto; ladre porque nuestro querido Chuchín no es algo que se realiza, no son buenos desabe que es perro por lo tanto no ladra, seos, son acciones concretas que hacen cuando ya no hay hijos ni barullo en nuestro bien y el bien. No hay que temer crecer hogar, no es un tema de paciencia. Pacien- en virtud. La virtud no es exceso ni defec-

to. Tomemos a la sensibilidad, una virtud preciosa. Sin embargo, el exceso de sensibilidad lleva a la susceptibilidad, que ya no es virtud. Mientras que el defecto en la sensibilidad puede desembocar en la apatía emocional, la indiferencia ante lo que el otro vive, y por tanto, tampoco es virtud. También hay que aclarar que la virtud no es el punto medio o promedio de nuestros actos buenos; habría alguien que podría decir que lunes, miércoles, viernes y domingo es responsable, mientras que martes, jueves y sábado no lo es, así llegar a la conclusión, que por promedio es responsable. Los aumentativos tampoco son tema de la virtud. Nos encanta utilizar el vocablo “muy” para declarar la virtud de alguien, por lo mismo decimos: es “muy” puntual, es “muy” responsable, es “muy “ amable. La virtud es, punto. Somos puntuales, somos responsables, somos amables, no se necesita remarcar la virtud para que quede claro la conducta de las personas, basta con decirla simplemente, sin aumentati-

vos. La virtud tiende, es una tensión hacia el bien. Todos, absolutamente todos, podemos y debemos ser virtuosos, comprometernos con el bien y ejercerlo, sólo así la sociedad sana y crece. Así que retomando la idea del principio, este es el momento de crecer en virtud, de soltar los buenos deseos y de comprometernos, cada uno, en su lugar, en sus circunstancias particulares, en su estado civil, en su profesión, etc, con el bien. Hacer el bien y portarse bien. Optar por la virtud es optar por el crecimiento, que es muy diferente a simplemente querer cambiar. No todo cambio lleva implícito un crecimiento, más todo crecimiento supone en sí mismo un cambio. Sí queremos que la situación sea diferente, empecemos, cada uno, por crecer en la virtud, porque a final de cuentas, los cambios no hacen que las cosas mejoren necesariamente; sin embargo, sí todos crecemos en virtud con toda seguridad promoveremos que nuestra sociedad también crezca, no sólo cambie.


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