Semanario #707

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GUADALAJARA, JALISCO

Domingo 22 de Agosto de 2010

Por Esegé

En sus ramas se meció la blanda llovizna, cantaron los vientos, jugaron las luces en tardes estivales, o según lo iba pidiendo cada estación en su paso. Pero vino el muérdago feroz y enfermó sus ramas, vino el insecto destructor y envenenó su savia; sintió temblores de muerte y vio caer su follaje. También lastimada por el tiempo, también herida por los años, carcomida también por el golpe de los días, la vida humana da en languidecer. Se acaban los resplandores de la juventud, se lastima el rosicler de las mejillas, la chispa de los ojos… y el árbol-hombre se dobla poco a poco. La poeta chilena Juana de Ibarborou, dolíase por la muerte de un pino en su jardín, y lo ponderaba: “Tan alto, tan alto, / que pasaba el techo de la casa mía… “Si hubiera podido guardarlo en dobleces, / ni en el arca grande del desván cabría. / De aquel pino inmenso / ya ves lo que queda; / yo, que soy tan pequeña y ligera, ¡qué montón tan chiquito de polvo seré cuando muera!”

Homenaje a Ignacio Bernal, 1910-2010, en el Museo Regional THO

A

unque en una colaboración inmediata se aludió a esta exposición, que podrá visitarse hasta el 17 de octubre del año en curso, en la Sala de Exposiciones Temporales “María Izquierdo”, del Museo Regional de Guadalajara (Liceo 60, Sector Hidalgo, Zona Centro, con horarios, de martes a sábado de las 10 a las 17.30 horas, y los domingos, de las 10 a las 15 horas), por su relevancia bien vale dedicarle un comentario especial, pues difícilmente coincidirán a golpe de vista tantas circunstancias: un personaje central para la Arqueología en México, el Primer Centenario de su Nacimiento, una Exposición en torno a su vida y un acto de homenaje a su memoria a través de una muestra selecta de antiquísima cerámica zapoteca; todo ello en un espacio custodiado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en cuya vida Bernal tuvo qué ver. Esta exposición posee una cualidad doble: presentarnos los segmentos vitales del arqueólogo

El Arzobispo José Garibi Rivera, en la Boda del Arqueólogo Ignacio Bernal y la tapatía Sofía Verea.

desde su entorno familiar, al lado de 40 piezas de alfarería prehispánica procedentes del Museo de Sitio de Monte Albán y del Museo de las Culturas de Oaxaca, que don Ignacio Bernal y García Pimentel contribuyó a crear. Nacido en París, bisnieto del Historiógrafo Joa-

quín García Icazbalceta, Licenciado en Derecho y Doctor en Arqueología, contrajo matrimonio en Guadalajara con Sofía Verea y se consagró a la Arqueología a raíz de un viaje de placer por Europa y África. En tal oficio, contó con el afecto y el apoyo de otro precursor de esta disciplina en México, don Alfonso Caso Andrade (1896-1970). La producción literaria de Bernal fue fecunda; tanta como su experiencia en el trabajo de campo, participando en la exhumación de los sitios arqueológicos de Monte Albán y Teotihuacán; sin embargo, su mayor logro fue profesionalizar los estudios arqueológicos en México. Otro aspecto de su trayectoria fueron las responsabilidades que asumió en este ámbito: Director General del Instituto Nacional de Antropología e Historia; Director del Museo Nacional de Antropología e Historia, y Presidente de la Comisión de Monumentos, por mencionar los más destacados. Recibió, además, preseas y reconocimientos dentro y fuera del país, entre ellos el Premio Nacional de Ciencias.


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