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Entre marchas te veas PÁGINA
Entre marchas te veas
JORGE ROCHA ACADÉMICO DEL ITESO
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Hace unas semanas lo expresé, y ahora lo vuelvo a plantear: en una sociedad democrática, la libre manifestación es un derecho inalienable. Eso signi ca que cualquier persona puede exigir ampliar, crear o profundizar un derecho o expresar su apoyo a posiciones y personajes políticos. Podemos estar de acuerdo o no con los planteamientos especí cos, pero no podemos dejar de aplaudir estas expresiones políticas y, como lo dije anteriormente, no podemos caer en el error de creer que hay manifestaciones legítimas y manifestaciones no legítimas, ya que esta posición es autoritaria per se, y nadie puede abrogarse el derecho de estigmatizar o de bendecir este tipo de expresiones políticas. Parte de la democracia se basa en ello, y no lo podemos olvidar.
Ahora bien, tanto en la marcha en la Ciudad de México en apoyo a Andrés Manuel López Obrador, donde se habla de un millón 200 mil asistentes, como la convocada por el partido Movimiento Ciudadano en contra del Grupo Universidad de Guadalajara, donde aproximadamente se dieron cita 19 mil manifestantes, el debate post-marcha se ha hecho tan importante como la marcha misma. En la opinión pública nacional y local, para ambos casos se habla de “acarreados”, se de ende el derecho de recibir un apoyo por asistir, se analiza la capacidad de movilización de multitudes de los equipos políticos, se cuestiona el uso de presupuesto público destinado para estos actos políticos y, por supuesto, se trata de descali car o defender los intereses políticos que están detrás de estas manifestaciones y se intenta imponer una narrativa de qué tan legítimas o no son estas manifestaciones públicas. Lo que es un hecho es que una herramienta de presión, que era utilizada por los movimientos sociales, ahora es una estrategia adoptada por la clase política para dirimir sus con ictos. Habrá que seguir con detenimiento este asunto y habrá que ver hasta dónde la ciudadanía sigue apoyando este tipo de expresiones.
Ahora bien, pasando al tema central de la marcha de la Ciudad de México, en estos días se buscará la aprobación de la reforma político-electoral que presentó el Presidente López Obrador, y al parecer no le alcanzarán los votos para que estos cambios constitucionales avancen, ya que legisladores del Partido Revolucionario Institucional (PRI), del Partido Verde y del Partido del Trabajo (PT) no votarán a favor esta iniciativa de ley. Es por ello que López Obrador ha planteado un “plan B” que entraría en vigor si es que la propuesta de reforma no prospera. Esta alternativa seguramente constará en la modifi cación de leyes reglamentarias que busquen asfi xiar al Instituto Nacional Electoral (INE) presupuestalmente y en controlar el proceso de relevo de cuatro consejeros del Consejo General de este organismo en abril del año que entra. Recordemos que Lorenzo Córdova dejará el cargo de presidente del INE.
Frente a los dos escenarios posibles, el Presidente gana políticamente, ya que si se aprueba la reforma político-electoral, habrá logrado modifi car de forma sustantiva el sistema político prevaleciente, es cierto que con algunos avances; pero, sin duda, con fuertes retrocesos. Si la reforma no avanza, López Obrador le echará en cara de hoy y hasta el 2024 a sus opositores que no estuvieron de acuerdo con disminuir el número de senadores y diputados, les reprochará no bajarse el presupuesto y los acusará de mantener sus privilegios a costa del presupuesto que podría ser destinado a otras agendas, solo por citar algunos asuntos que son sumamente sensibles ante la opinión pública, es decir, “perdiendo gana”. Esto se puede convertir en un poderoso recurso propagandístico en una contienda tan polarizada como la que se avecina en el año 2024. Habrá que estar atentos a lo que suceda en estos días.