Semanario 1106

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15 de Abril de 2018

Sociedad Líquida

Feminismo, al estilo L

F A B I Á N A C O S TA R I C O

a compañía estadounidense, Mattel, lanzó al mercado una línea de muñecas, de su franquicia Barbie, que personifican a grandes mujeres de distintos países. Las hay de todos los colores, edades y tallas. El catálogo es amplio e inclusivo. En total son diecisiete; las que representan a México son: Lorena Ochoa, la campeona golfista; y Frida Kahlo, la pintora atribulada, quien fuera pareja del muralista Diego Rivera. Variada es la gama de muñecas de esta colección, inspirada en grandes celebridades de la ciencia, el arte y el deporte. Tenemos, por ejemplo, a Katherine Johnson: astrofísica que, entre sus muchas proezas científicas, están el calcular la ruta de vuelo del Apolo 11; en el catálogo también figuran la bailarina negra, Misty Copeland, la campeona de gimnasia Gabby Douglas, la modelo plus size y activista Ashley Graham. El nombre que le dieron los ejecutivos de Mattel a la línea, ῾Sheroes’, juega con el empalme de las palabras en inglés: she y heroes, como tal, pretenden inspirar a las niñas a seguir el ejemplo de estas heroínas que han destacado y trascendido social e históricamente. Pero, como suele ocurrir, a toda idea “genial” le sobran detractores y críticos. Un aspecto que les cuestionan a las muñecas de la colección es que guardan un parecido demasiado estilizado y forzado con las mujeres que las inspiraron. El molde o fenotipo Barbie no es para todas y menos para científicas, activistas sociales, pintoras… los cánones de belleza de la muñeca estrella de Mattel, a partir de los cuales fueron creadas estas Barbies cultas o alternativas, lo que terminó por alterar y sofisticar la imagen, por ejemplo, de una Frida Kahlo; dando por resultado una parodia estilo Barbie de una mujer que gustaba de pintarse a sí misma remarcando sus abundantes cejas.

Barbie

Por otro lado, como bien ocurre en estos tiempos, toda idea, desde el enfoque femenino parece genial y sobre todo políticamente correcta, a la inversa no siempre resulta igual y es que entiéndase; si Mattel en su línea de figuras de acción sacara las versiones de Benito Juárez o de Julio César Chávez quién no las tildaría, a ambas figuras, de ridículas y poco viables para el juego infantil. ¿Qué niño pasaría horas de solaz entretenimiento con su figura de Martin Luther King o con su Vladimir Putin espía, judoka y presidente? Creo que de este estadista sí hay una versión coleccionable e igual también existe un muñeco venezolano de Hugo Chávez del tamaño y con articulaciones similares al de Max Steel. En su mundo lúdico, el niño no recrea la realidad, sino que escapa, como Peter Pan, al país de Nunca Jamás; es decir, la emprende en pos de una realidad de fantasía, sin ideologías, ni dogmas, en la que no tienen cabida todas las neomitologías de la cultura de masas. Invadirle esa realidad con nuestras ideas progresistas y fenotipos culturales más que una transgresión, es una necedad con muy poco futuro mercantil. Es decir, si a una niña le dan elegir entre la muñeca de la hija de Drácula y la de Marie Curie; no se requiere de muchos conocimientos de psicología infantil, para adivinar cuál elegirá…; puede que una feminista, haciéndola de vendedora de supermercado, le reseñe la destacada trayectoria de la científica; pero, nuestra hipotética e inocente compradora lo que quiere es una muñeca con la cual soñar, imaginar y sobre todo despegar de ese mundo de adultos… En mi opinión, creo que las muñecas de ῾Sheroes’ terminarán de dos maneras: arrumbadas por las niñas o siendo coleccionadas por féminas de más edad interesadas en integrarlas a su altar personal de grandes mujeres.


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