Catalogo UJA

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retina de Cesáreo una decisiva y condicionante percepción de las cosas que, luego, él mismo supo trasladar al devenir de las ilusiones puras. Aquel cosmos recreado por la paleta de Rafael penetra el tuétano del joven Cesáreo y lo lanza a un impensable compromiso con el arte y la renovación.

III. Ese testigo lo recogió en su día nuestra Universidad al aceptar la donación de Cesáreo y erigir en su seno académico la Fundación que lleva su nombre. La escritura notarial número 1523, de fecha 27 de junio del año 2002, subsanada con el número 1089, de fecha 4 de julio de 2007, es prueba fehaciente de ello. Pero no quisiera concluir el texto sin finiquitar la crónica de cómo llegó a la Universidad el contingente de obras de arte, documentos y objetos que constituyen parte del valioso patrimonio artístico de la Universidad de Jaén integrado en la Fundación Cesáreo Rodríguez-Aguilera. Conviene ir ultimando la crónica sobre la que vengo girando desde los párrafos que hemos dejado más atrás. Conviene pues retomar el relato y situarnos en Barcelona ante los iniciales hitos y acciones que materializaban la voluntad resuelta de Cesáreo de entregar su legado artístico a la Universidad de Jaén y dar cauce legal a la donación. En las primeras horas de aquella tarde, todavía con las infusiones sobre la mesa redactamos a mano un borrador preliminar de los objetivos y fines fundacionales, denominación, localización institucional, miembros vitalicios y procedentes del gobierno de

la Universidad, reglas básicas de funcionamiento, aplicación de recursos y demás extremos. Pergeñamos el documento de entrega y luego, todavía con luz del día, preparamos la selección de un primer grupo de cuadros y piezas artísticas diversas en las que también tendrían acomodo un buen número de ejemplares de obra gráfica que habíamos apartado de los anaqueles de su despacho en la calle Aragón. A lo largo del día siguiente a aquellas primeras obras que Cesáreo ya había entresacado de su gabinete de trabajo, muy cerca de la Fundación Tàpies, sumo muchas otras que desde temprano habíamos ido escogiendo en su casa de la avenida Diagonal. Del mismo modo a éstas se unieron otras en sucesivos días y, sin solución de continuidad, también algunas colecciones bibliográficas de arte primitivo, clásico, moderno y contemporáneo con las que Rodríguez-Aguilera quería arropar la donación de obra plástica. Con este primer contingente relativamente ordenado en distintas estancias de su domicilio, pensamos que hasta tanto se constituyera la Fundación se podría conformar el Espacio Cesáreo Rodríguez-Aguilera de la Universidad de Jaén. La denominación ‘Espacio’ era un paradigma en los ámbitos culturales que frecuentaba Cesáreo y de ese modo tomábamos la fórmula catalana que calificaba un lugar de arte y cultura con localización, organización y finalidad concreta. Se trataba de trasplantar a la Universidad de Jaén un molde similar del entonces en boga Espai. Espacio que -como digo- algún tiempo después se convertiría en la Fundación del mismo nombre de la Universidad de Jaén. Sería ésta, pues, la que albergaría el contingente artístico que Cesáreo entregaba generosamente a la tierra que lo vio nacer, y que progresivamente se iría incrementando.

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