Manual Profético 2013 - El Consuelo de Sion

Page 203

Manual Profético 2013 - Capítulo v Señor. Yo te pregunto: ¿Te has avergonzado de ir a golpear una puerta? Te habla alguien que sí lo ha hecho. Es más, estoy aprendiendo a vencer la vergüenza y cada día estoy disfrutando más cuando tengo que entrar en una casa para poder compartir la palabra de Dios. De hecho un día, mi vecino amado me llama a las diez de la noche, yo estaba cansado después de un día agotador, él con lágrimas en los ojos y conmovido me dice: “por favor vamos, crucemos al frente donde está otro de nuestros vecinos, ¡Quiere suicidarse!”. Pensé en el momento: “¿Pero por qué tan trágico?. Bueno Julio, vamos a ir (yo no me avergüenzo del evangelio)”. Y fue así como entramos a la casa y dije: “Señor, desde que piso esta casa tan sólo mi presencia tiene que traer paz e impartir algo diferente”. Empezamos a hablar, dejé que contara su problema y lo que hice fue compartir, lo que creo que dignifica a las personas, no lo que trae solución a nuestros problemas, pero sí la realidad de que con Dios es mucho más fácil. El saber que Jesucristo vino a buscar y a salvar lo que se había perdido, que nos ha dado vida en abundancia, vida eterna, que a los que a Él vienen no les echa fuera, que a los que están cargados y cansados les puede dar descanso. Compartí la Palabra, estuvimos ahí cuarenta a cincuenta minutos. Hacía mucho que no me dormía tan gozoso una noche porque no me avergoncé del evangelio. Pero tengo que confesar que muchas veces yo me he avergonzado, he sido uno de los que ha puesto excusas para predicar el evangelio, hacer casas de paz, hasta que me di cuenta que hoy tenemos una sociedad muy necesitada, que hay gente que vive en tormento, llena de problemas. Meditaba ¿Cómo hace la gente que no tiene a Dios y vive circunstancias difíciles?. En el año 2010, en el mes de Octubre, viví un episodio cuando terminé de predicar: Salí transpirado, me dio frío, estuve una semana en cama con 40º de fiebre, y ahí sí que yo sentí el fuego. No sé si era del espíritu o de qué, pero sentía fuego. Nunca en mi vida tuve tanta fiebre, tomaba el antifebril y me bajaba a 39º-38º, prácticamente nada. Estuve una semana así, en cama. Hasta que recibí un llamado de mi amigo Marcelo que me decía: “Claudio: necesito que vayamos a visitar a un amigo. Tiene 33 años, con cáncer, y su esposa con veintitantos años”. Ahí fue donde entendí y dije: “Señor, yo me estaba preocupando por una fiebre, siendo que estaba en mi casa, el apóstol Juan ya había ido a orar por mí, mi hermana Carina ya había orado por mí, tengo mis padres que me habían contenido. Es decir, contaba con la oración de mi apóstol, con la cobertura espiritual, afectiva, ¿y me estaba preocupando por una fiebre?. ¿Cómo hace la gente que no te conoce?. Desde ahí empecé a hacer casas de paz y a decir: “Señor, no me tengo que avergonzar del evangelio, quiero crear la plataforma profética para que toda palabra que ha sido soltada sobre mi vida se cumpla y lograr que esa plataforma no tenga grietas.”

203


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.