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El renacimiento de Tres Sirenas Beach Inn

Por Mariana González González, MA

Editora, Programa Sea Grant de la Universidad de Puerto Rico

“Si quieres sobrevivir, tienes que ser fuerte”, me decía Lisa mientras yo intentaba seguirle el paso por la costa rincoeña llena de escombros. Mis piernas cortas hacían un gran esfuerzo por esquivar las varillas que aún están varadas en ese camino costero de Rincón; y ni hablar del trabajo que me costó intentar grabar las palabras de Lisa en la memoria, porque entre las olas que chocaban contra mí sin aviso, y sus largas piernas que avanzaban sin descanso, no creí posible perpetuar sus palabras en mi celular. Pero esa frase, con todo y tambaleo, de hecho, pude grabarla muy bien en mi cabeza: “Si quieres sobrevivir, tienes que ser fuerte”.

Y eso es precisamente lo que Lisa Brown Masters y Wanda Acosta han estado haciendo desde que regresaron a su hotel aquel 21 de septiembre del 2017, el día después de que el huracán María marchó de la isla. Las propietarias del Tres Sirenas Beach Inn fueron unas de las tantas empresarias que se enfrentaron a la pérdida estructural del establecimiento que usaban como sustento económico. Aunque para cuando estuve allí parada por primera vez ya estaba todo reconstruido, las fuertes marejadas que causaron el huracán María quebraron con afán una parte considerable del hotel boutique. Todo el frente que mira hacia la playa, según me contaba Wanda Acosta, incluyendo el área de la piscina, cedió ante los golpes del mar que usaban esas paredes como barrera. Dejó un daño estructural de más de doscientos mil dólares, y esta suma no incluye las reservas que se cancelaron, ni los posibles ingresos que se perdieron por paralizar el negocio durante diez meses.

Endeudarse o vender: esas fueron las opciones que rondaron sus cabezas, luego del pensamiento natural “¿Qué hacemos ahora?”. Sin embargo, el sentimiento hacia el negocio familiar que inició Lisa hace 17 años pudo más que cualquier opción de compra que llegó a la mesa: “Pensamos en vender, y tuvimos a personas interesadas viniendo por aquí, pero era desgarrador, no era algo que queríamos hacer”. Y no lo hicieron. Fue así como ocho largos meses después de aquel día que marcó la historia de la isla, Lisa y Wanda pudieron dar inicio a la reconstrucción del hotel. Valga decir, eso sí, que aún están esperando el dinero del seguro privado. Para poder permitirse el reborn, como Lisa le llama,

asumieron un préstamo comercial; de hecho, tuvieron que solicitarlo tres veces porque se lo denegaban.

La reconstrucción del lugar duró dos meses, y el resultado fue tan impecable que ahora es imposible darse cuenta de cómo quedó el pequeño hotel tras el paso del huracán María. Las olas alcanzan la parte frontal del lugar, pero quien no conozca sobre la gran parcela de arena que existió ahí enfrente, pensará que el hotel simplemente se construyó rozando el mar. La reapertura ocurrió en julio y, curiosamente, en vez de huéspedes extranjeros, los mismos puertorriqueños empezaron a hacer reservas; dice Wanda que “los boricuas apoyaron demasiado”. Aun con los huéspedes que llegaron durante el verano, sin embargo, a un año del huracán María, el hotel enfrenta la crisis de la baja en el turismo; tanto así que, para septiembre, mes en que visité la hospedería, no había ni un solo huésped instalado.

Durante esos ocho meses que transcurrieron con gran parte de su negocio destruido, Lisa y Wanda alojaron a todo el que lo necesitara. Algunas de las siete habitaciones del pequeño hotel eran funcionales, así que empleados del lugar se alojaron allí junto a sus familias, al igual que otros vecinos de Rincón. La intención, como me contaba Wanda, era que otros necesitados encontraran un lugar donde resguardarse, y donde pudieran beneficiarse de la energía eléctrica que regresó al hotel cuatro meses después del huracán. La interacción y convivencia con los amigos y vecinos fueron de esos pocos efectos que le agradece Wanda al evento atmosférico: “Fue muy bonito unirnos todos, y entendernos mutuamente; entender que tenemos miedos similares y diferentes necesidades”.

Asimismo, a un año de María, el Tres Sirenas Beach Inn no tiene mucha arena para ofrecer a sus visitantes, porque el mar se la tragó y se resiste en devolverla. La poca arena que queda, y a la que se llega traspasando las enormes rocas que tuvieron que ponerse frente al hotel para que recibieran el impacto de las olas, tiene todavía restos del huracán. Varillas de acero y trozos inmensos de cemento pueden encontrarse si se camina por ella. Tanto Lisa como Wanda mostraron su disgusto en relación al estado actual de la costa que lleva a su hotel. Y es que, varias propiedades cercanas a la hospedería echaron cemento en plena zona marítimo terrestre, con la intención de formar una barrera sólida que sostuviera sus edificios para que no acabaran en el mar. Ante el desespero no se despejó el área de todos esos escombros que dejó el huracán María en la costa, y si se camina por ella pueden verse desde zafacones hasta máquinas de lavar sembrados en cemento. Así, a un año del evento, los alrededores del hotel Tres Sirenas todavía conservan ese “decorado” por los alrededores, y todo pinta a que los futuros huéspedes tendrán todos estos peligrosos restos al alcance y a la vista. ¿Que qué está haciendo el Gobierno local? Basta con pasear por ese mismo camino rocoso y peligroso para tener una respuesta.

Ante todo lo gris que pueda lucir el panorama de vez en cuando, sin embargo, ni Lisa ni Wanda se doblegan ante las solicitudes sin respuestas. En este hotel, desde donde se respira el olor a mar y la vista al océano es imperturbable, todo parece posible porque todo se levanta a fuerza de trabajo. Y porque no encuentro mejor forma para terminar, dejo aquí las últimas palabras que compartió Wanda conmigo, y que merecen compartirse con todo el mundo: “Tenemos que seguir con el positivismo y también cambiar la narrativa de Puerto Rico. El huracán fue terrible, absolutamente, pero ahora es tiempo de cambiar esa idea a algo positivo, a la belleza de Puerto Rico, a la resiliencia de Puerto Rico, al hecho de que aún estamos aquí y todo es maravilloso y las cosas están mejorando”.

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