CAYETANO COLL Y TOSTE
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VI Antes que el Obispo, había llegado al Castillo el Capellán. Y enterado del lugar que ocupaba el reo, se dirigió a la bóveda de la izquierda y muy conmovido, llamó a la puerta. El Capitán y el Teniente estabán jugando a la baraja. Tallaba el Teniente. —Quién vá? gritó el Capitán. —El Capellán del Castillo. —Abrele la puerta, dijo Aguilar. Al ver el padre Vega la mesa de juego y a Aguilar tallando se reaccionó y exclamó: —Qué es ésto? —Padre, estoy jugando mi paga antes de irme para el otro mundo. Tengo derecho a pedir una gracia, como reo en capilla, y el Capitán generoso, ha accedido a mi solicitud. —Hombre, pues siga usted, que a mi me gusta también, a fe de cristiano viejo, el juego de naipes. Al poco rato volvieron a llamar a la puerta. Se levantó el Capitán y fué a ver quién era. —Quién llama?.... —El verdugo. —Pues entra, dijo el Capitán abriendo, y espera ahí sentado que ya te llegará el momento de cumplir con tu deber. Traes el tajo? —Sí, señor. —El hacha tiene buen filo? —Sí, señor. —Pues, quédate en ese rincón del calabozo, que ya te avisaré. Y volviéndose el Capitán a la mesa llegó oportunamente para jugar el entrés, que había pedido el padre Vega. Ganó la banca. —Pues, Teniente, eche usted un elijan, dijo el padre Vega.