Próceres, ensayos biográficos

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PRÓCERES

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migo. Maceo, Antonio, no: la muerte lo respetó mucho tiempo. ¡Acaso si fué su amiga; tal vez si fué su aliada! A las órdenes de Máximo Gómez y de Calixto García, comenzó su carrera militar. Fué sirviendo en las fuerzas de estos jefes que comenzó a distinguirse por su valor disciplinado y por su inteligencia acometedora. De una en otra acción, de una en otra hazaña, llegó de simple soldado a general, de arriero a plenipotenciario de la gloria ; de hombre incapaz de entender las epopeyas, a hombre capaz de vivirlas y dar tema para muchas. Durante los diez años aquellos de la guerra grande, recorrió Maceo todo el territorio de Oriente y parte del de Camagüey. Y lo recorrió incendiando, matando, dejando en los caminos jirones de su propia carne y sangre de su propia sangre. La Indiana, la Galleta, Chaparra, Zarzal, Báguano, Manzanillo, Yabazón, las Guásimas, Naranjo, Mojacasabe, los Mangos de Megía—acción ésta en la que recibió nueve balazos—, San Ulpiano, Floridablanca, Los Llanados de Juan Criollo, y ciento de lugares más, fueron teatro constante de sus proezas: de sus improvisadas arremetidas, cargas fantásticas y asaltos imprevistos. ¿Lo de Baraguá ? Allí, bajo los mangos aquéllos, se mostró un gigante. Allí, protestando contra el pacto del Zanjón, escribió una de las páginas más gallardas de la Historia de Cuba, y una de las más conmovedoras y magníficas de la propia suya. A él siempre lo verán los


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