Cuba. Tomos II y III : crónicas de la guerra : la campaña de occidente (1)

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LA CAMPAÑA DE OCCIDENTE

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nada más. ¿Cuál es la razón de esa ignorancia, de ese desconocimiento, de ese estupor?... Personas de sano juicio que estaban en contacto con Martínez Campos, lo explican con razones muy desfavorables para el hombre tres veces glorificado, que dominó en España, en Africa y en Ultramar, porque ningún otro llegó á más alto pedestal, ni obtuvo más honores ni más alabanzas. Sic tránsit gloria mundi—es lo único que podemos decir como remate, para no caer en el pecado de la difamación. Las personas que nos dieron la noticia del embarque de Martínez Campos, las cuales lo sabían, á su vez, por el comandante de un cañonero, agregaron que la despedida del general español había sido un símil de la célebre asonada que señaló en otra época el embarque del general Dulce; cosa que no podía darse por improbable en atención al sesgo qué tomaron las pasiones políticas y al carácter tumultuario de las milicias urbanas, que en aquella ocasión ensayaron con éxito ese procedimiento, bautizado con el expresivo nombre de rebelión de la lealtad. También se nos dijo que el sucesor de Martínez Campos era el general Valeriano Wéyler, lo cual á nadie cogió de sorpresa, y que provisionalmente se hallaba al frente del gobierno de Cuba el general Sabas Marín (1). De este militar no teníamos más antecedentes que los publicados por el bando español en los partes oficiales. Pero el general Maceo, que en la guerra pasado lo tuvo varias veces de competidor en muy reñidas acciones, uo le escatimaba los títulos de jefe valeroso y experto. Durante el corto período que ejerció el mando de las armas españolas en esta campaña, dió pruebas de actividad

(1) El comandante del cañonero, teniente de navio Sr. Monto,jo que, según parece, era partidario de Wéyler, quiso fusilar al jovon D. Martín Aróstegui, que había estado dos ó tres días en el distrito de Mantua cobrando los censos de la finca Santa Isabel. El conato de fusilamiento lo motivó la contestación que dióle el Sr. Aróstegui al teniente do la Armada, al preguntarle éste su parecer sobre los méritos de los cabecillas insurrectos. Aróstegui le dijo que el más notable era Maceo; y do ahí el furor del bizarro marino quo siempre estaba en borrasca. Efectivamente, el 25 de Enero el general Wéyler embarcó desde Barcelona para esta Isla, bendecido por el Obispo de aquella diócesis, quien invocó para el general Wéyler y para ol ejército de Cuba la protección de la Virgen. Así se comunicó por medio de un cable á los habitantes de la colonia, noticia que, con los adornos retóricos propios del caso, publicaron todos los diarios de la Habana.


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