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CRÓNICAS DE LA GUERRA
Competitor ocasionó un fuerte disgusto al general Wéyler y quebrantó también la autoridad de España. Reclamaron los Estados Unidos contra la ejecución de los prisioneros cuando estaban ya juzgados por un consejo de guerra, y hubo que suspender el fusilamiento para evitar mayores complicaciones. La actitud de la República Norteamericana produjo honda indignación en el ánimo de los integristas, que sólo se aquietaban con el espectáculo del patíbulo y con los horrores de la reconcentración. En la parte occidental de Pinar del Río la campaña se sostenía con vigor por nuestros parciales. Mientras Maceo peleaba en los montes del Rosario, las tropas de Bermúdez y Castillo combatían en Paso Real de San Diego y por los pinares de Catalina contra Suárez Valdés, comandante general de la provincia; y en los remates de Guane el coronel Varona y los oficiales Lazo y Gallo combatieron rudamente contra el batallón de Wad-Ras. La guerra de montaña estallaba con redoblado furor en todos los distritos de Pinar del Río. Al expirar el mes de Abril ocurrió en la Habana un suceso sensacional, que demostró á Wéyler la inseguridad de su propia vida en el mismo palacio de la crápula. Explotó una bomba de dinamita en el edificio de la capitanía general, colocada por el joven Armando André, de quien ya hemos hablado en estas Crónicas; explosivo que ocasionó desperfectos en la planta baja del edificio y estremeció á Wéyler, que se hallaba en llegar á la costa esta fuerza, ya la "Mensajera" había hecho prisionera á la goleta "Competitor ". "El 26 de Abril salió de la Palma el comandante militar de la plaza, señor Pozo, con el teniente de infantería Ruibal y el primer teniente de caballería de voluntarios Antolín del Collado; éste, al frente de treinta voluntarios de su escuadrón, se dirigió á Jagua y Berracos, y en este último punto encontraron al enemigo en crecido número, al que batieron denodadamente. En la huida dejaron los insurrectos treinta y cuatro bajas y dos sacos de municiones, dos maletas, medicinas y útiles, efectos que fueron ocupados por la tropa y llevados á la Palma. La expedición puede considerarse totalmente fracasada, pero aun dió lugar á otro hecho glorioso. El día veintisiete volvió á salir el señor Pozo con su fuerza y los señores Collado y Ruibal y doce números del escuadrón. Se dirigieron á Cuatro Caminos, y de allí, por la costa, hacia el Río Blanco; al llegar ó, la loma Candelaria divisaron al enemigo; ordenó al teniente Collado que con su fuerza al galope ocupase el mejor sitio de ataque. El teniente Collado se colocó con su gente en las ruinas de una casa que había sido quemada por los rebeldes. Con asombroso valor, Collado y sus subordinados rompieron el fuego sobre el enemigo, que á pesar de ser inmensamente mayor en número y estar en inmejorables po-